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Estados Unidos: la huella del racismo

Por: Daniel Seixo

«Estoy a favor de la verdad, no importa quién lo dice. Estoy a favor de la justicia, no importa quién está a favor o en contra. Soy un ser humano, en primer lugar, y como tal estoy para quien sea y lo que sea beneficio para la humanidad en su conjunto.» Malcolm X

Como si la rabia, la violencia y las intenciones políticas que siguieron al asesinato de George Floyd nunca hubiesen tenido lugar, Estados Unidos ha vivido de nuevo en las últimas semanas una serie de asesinatos extrajudiciales racistas llevados a cabo por sus fuerzas policiales que de nuevo ponen el foco en el racismo sistémico que ha forjado el carácter del mayor Imperio del mundo. A lo largo de las páginas de Nueva Revolución, han sido varias las ocasiones en la que con ustedes he compartido mis reflexiones acerca de este tristemente recurrente foco periodístico, pero hoy quiero trasladarlos bajo mi pluma al 3 de noviembre de 1979 en la ciudad de Greensboro, Carolina del Norte. Quiero hacerlo para convertirlos en testigos del asesinato de cinco manifestantes antirracistas a manos de miembros del Ku Klux Klan y el Partido Nazi Americano durante una protesta de la organización Comunista de Trabajadores (WVO)

Pongámonos en contexto. La WVO había llegado a la ciudad Greensboro poco antes para estructurar a los sindicatos textiles, las plantillas estaban conformadas mayoritariamente por empleados afroamericanos y la WVO quiso organizarlos para poder reclamar sus derechos y de ese modo poder dotar de un punto de fuerza a las reivindicaciones obreras y a la organización comunista. Enseguida esto supuso un importante punto de fricción con el Ku Klux Klan, los supremacistas blancos pretendían paralelamente aumentar su influencia entre los trabajadores blancos de las fábricas textiles con soflamas contra el trabajador negro y obviamente no vieron con buenos ojos que una organización comunista pretendiese no solo defender los derechos de los trabajadores negros, sino también actuar contra la patronal como una única clase revolucionaria. Pronto las declaraciones subidas de tono entre una y otra organización se hicieron habituales, hasta que en julio de 1979 las tensiones estallaron cuando en el pueblo de China Groce, a apenas 60 millas al suroeste de Greensboro, diferentes miembros de la WVO decidieron organizar a la numerosa comunidad negra y marchar decididamente para interrumpir la exhibición de la película “The Birth of a Nation” que los miembros del Klan habían organizado como claro acto de propaganda para su organización en la zona. Acorralados por la presencia de comunistas y trabajadores negros, el KKK no tuvo más remedio que atrincherarse y ver como los manifestantes en el exterior ridiculizaban su simbología, dejando claro que no eran bienvenidos en aquellas calles.
 
George Floyd, Ahmaud Arbery, Philando Castile, Alton Sterling, Freddy Gray, Walter Scott, Anthony Hills, Tony Robison, Tamir Rice, Eric Garner, Miles Jackson… El conteo de crímenes racistas jamás podrá detenerse sin actuar directamente contra un sistema que perpetúa el racismo
 
La venganza del odio blanco no tardaría en llegar. El 3 de noviembre de ese mismo año, los comunistas organizarían una gran marcha de trabajadores industriales llamada “Muerte a la marcha del KKK” como protesta por la presencia de los supremacistas blancos en Greensboro. La movilización obrera partiría de Morningside, una zona con predominante presencia de población negra, aunque ante las sospechas de una posible emboscada, los organizadores anunciarían un lugar diferente de inicio de la marcha con la intención de despistar al Klan. Por desgracia, no estaban equivocados, Eddie Dawson, miembro del KKK e informante policial pagado, había conseguido el mapa del recorrido de la marcha en la propia oficina de policía e informó a los supremacistas blancos de la ubicación correcta del inicio de la misma. Más tarde, Dawson reconocería que había transmitido a sus supervisores policiales la intención del Ku Klux Klan de atacar a los manifestantes antirracistas y esas mismas fuentes policiales conocían que previamente, el 20 de octubre, su informante había sido invitado por Virgil Griffin, líder del KKK, a un mitin del Klan en Lincolnton en el que pronunció un discurso de algo más de media hora para intentar reclutar a supremacistas blancos de cara a lograr enfrentar la protesta del 3 de noviembre. Pese a ello o a los volantes del KKK que aparecieron en días anteriores para confrontar el desfile, el día de la manifestación no existía vigilancia policial de ningún tipo. Enseguida esto levantó las sospechas acerca de la complicidad policial en la masacre de Greensboro.
 
El 3 de noviembre comenzó con cánticos, lemas antirracistas y la quema de una efigie encapuchada del KKK que quería simbolizar la oposición de la clase trabajadora y la comunidad negra de la ciudad a la presencia del Klan en la misma, pero pronto vehículos con miembros del Ku Klux Klan y del Partido Nazi Americano comenzaron a moverse por las inmediaciones de la manifestación, hasta que varios miembros de estas organizaciones racistas bajaron de los mismos para confrontar a los manifestantes. Tras unos breves momentos de confrontación verbal entre antifascistas y supremacistas blancos, miembros del KKK y el Partido Nazi Americano sacaron de sus maleteros varios rifles y pistolas con las que empezaron a disparar contra los participantes en la manifestación. Varios miembros de la WVO devolvieron los disparos con armas cortas, pero no pudieron evitar que cuatro activistas fueran asesinados en ese mismo momento y otro más perdiese la vida en el hospital. Diez personas más resultaron heridas.
 
Los manifestantes asesinados fueron: Sandi Smith, Dr. James Waller, Bill Sampson, Cesar Cause y el Dr. Michael Nathan, todos ellos activistas antirracistas y miembros valiosos de su comunidad
 
Pese a producirse a plena luz del día, con numerosos testigos que llegaron a gravar parte de la agresión y a que cerca de cuarenta nazis y miembros del KKK estuvieron envueltos en el tiroteo, tan solo una persona fue arrestada inmediatamente después del tiroteo que acabó con la vida de varios manifestantes. Finalmente, pese a las indagaciones posteriores y a lo brutal y premeditado de la agresión, solo cinco miembros del Klan serían acusados. En 1980 la fiscalía del estado aprobó la absolución de los cinco miembros del Klan con un jurado plenamente compuesto por personas blancas. El mismo resultado que en 1983 arrojaría la reapertura del caso por el gobierno federal, en esta ocasión con 9 hombres acusados. Tan solo un juicio civil posterior encontraría que el GPD “responsables conjuntamente con supremacistas blancos de una muerte por negligencia”. La ciudad de Greensboro pagaría $400,000 a cambio de que los demandantes no pudieran presentar demandas en el futuro. Compraría su silencio.
 
En 2004 residentes de Greensboro iniciaron el Proyecto de la Verdad y Reconciliación Comunitaria de Greensboro (GTCRP) y se crearía con estas bases la Comisión de Verdad y Reconciliación de Greensboro (GTRC) para lograr dar testimonio público y examinar las causas y las consecuencias de la masacre. Basado en la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica, la Comisión determinaría que los miembros del KKK acudieron a la manifestación para intentar desencadenar una confrontación violenta y que el Departamento de Policía y el FBI tenían conocimiento de sus planes. Quedaría así demostrada la complicidad absoluta entre las fuerzas policiales de la ciudad y los supremacistas blancas. La “Masacre de Greensboro” se suma a otras masacres como Orangeburg, Tulsa, Rosewood y a otros tantos puntos a lo largo de Estados Unidos en los que la violencia racista ha terminado con la vida de diversas personas negras y activistas antifascistas.
 
Como si la rabia, la violencia y las intenciones políticas que siguieron al asesinato de George Floyd nunca hubiesen tenido lugar, Estados Unidos ha vivido de nuevo en las últimas semanas una serie de asesinatos extrajudiciales racistas llevados a cabo por sus fuerzas policiales
 
Millones de esclavos negros sustentaron la industria del algodón en EE. UU. haciendo del país el Imperio actual que parece maravillas al mundo capitalista, pero pese a la Guerra de Secesión, la abolición de la esclavitud o la lucha por los derechos civiles, Estados Unidos sigue sufriendo a día de hoy un claro racismo sistémico sustentado en una profunda brecha material que en todos los campos sigue abandonando a gran parte de la población negra del país a una condición de sumisión absoluta. El período de esclavitud, las leyes Jim Crow, la segregación racial “soterrada” o una guerra contra las drogas que camufla en su conciencia una auténtica guerra racial, han servido para mantener a la población negra subyugada y oprimida a lo largo de los siglos. Ni tan siquiera Barack Obama, primer presidente negro de Estados Unidos, pudo hacer nada para cambiar de una forma real las cosas atajando la raíz del problema. Por cada dólar que entraba durante su mandato a una familia media blanca, una familia media negra ganaba apenas 59 centavos. Una persona negra en Estados Unidos tiene todavía a día de hoy el doble de probabilidades de vivir en la pobreza, el doble de tasa de mortalidad infantil, seis veces más posibilidades de terminar encarcelado o el doble de probabilidades de morir en enfrentamientos con la policía
 
George Floyd, Ahmaud Arbery, Philando Castile, Alton Sterling, Freddy Gray, Walter Scott, Anthony Hills, Tony Robison, Tamir Rice, Eric Garner, Miles Jackson… El conteo de crímenes racistas jamás podrá detenerse sin actuar directamente contra un sistema que perpetúa el racismo. El racismo no podrá atajarse sin incidir de forma directa contra los pilares del sistema capitalista estadounidense. Greensboro supone el vivo ejemplo de la convivencia de las instituciones con el racismo y la capacidad de odio del supremacismo blanco. En pleno 2021 las formas han cambiado, pero la semilla de odio, la complicidad institucional y la necesidad de rebelión siguen siendo las mismas. Tenemos que superar las protestas de Black Lives Matter, no para dejarlas atrás o ridiculizarlas sin sentido, tal y como muchos sectores de la izquierda desnortada parecen querer insinuar. Muy al contrario, tenemos la obligación de superar las performances políticas relativas a este movimiento, para llevarlo más allá, canalizar la justa rabia de la comunidad negra estadounidense a una condena y un desafío global a las estructuras racistas que todavía hoy lastran la implementación de democracias reales en nuestros estados. Ningún demócrata, ningún antirracista puede permanecer ajeno a esto. Debemos escuchar las voces de aquellos oprimidos entre los oprimidos, debemos dejar claro que todas las vidas importan.
Fuente e imagen:  https://nuevarevolucion.es/estados-unidos-la-huella-del-racismo/

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Existen millones de hambrientos en Estados Unidos

América del Norte/Estados Unidos/11-04-2021/Autor(a) y Fuente: www.cronicadigital.cl

Cerca de 23 millones de personas pasan hambre en Estados Unidos, incluso niños, según un comentario que publica hoy el diario The New York Times.

El rotativo valora de manera positiva los esfuerzos de la administración del presidente Joe Biden para incrementar las ayudas a los sectores más afectados, con la vista puesta en una ampliación permanente de la red de seguridad dañada por la anterior administración.

Las escenas de los bancos de alimentos abarrotados proporcionan algunas de las imágenes más impactantes durante la pandemia de la Covid-19 y pone de relieve los problemas del hambre, señala el comentario suscrito por Jason DeParle.

Una encuesta reciente de la Oficina del Censo reveló que, sólo durante la semana anterior, el 8,4 por ciento de los adultos dijo que en sus hogares ‘a veces’ faltaba comida y el 2,3 por ciento afirmó que ‘a menudo’.

Eso se traduce en 23 millones de adultos hambrientos, además de millones de niños, asegura el comentario.

Con más de uno de cada 10 hogares informando que no tienen suficiente para comer, la administración Biden está acelerando una vasta campaña de alivio del hambre que aumentará temporalmente la asistencia en decenas de miles de millones de dólares, agrega.

‘No habíamos visto una expansión de la asistencia alimentaria de esta magnitud desde la fundación del programa moderno de cupones de alimentos en 1977’, dijo James P. Ziliak, economista de la Universidad de Kentucky, quien estudia los programas de nutrición. ‘Es un cambio profundo’, subrayó.

El impulso refleja un cambio extraordinario en la política de la pobreza, impulsado, paradójicamente, tanto por la extensión de las dificultades a más familias blancas y de clase trabajadora como por el creciente reconocimiento del desproporcionado coste de la pobreza en las minorías, asevera el comentario del Times.

Acentúa que con el hambre especialmente pronunciada entre los hogares negros y latinos, vitales para la coalición demócrata de Biden, la administración centra sus esfuerzos no sólo como una respuesta a las necesidades pandémicas, sino como parte de una campaña por la justicia racial.

‘Esta crisis ha revelado lo frágil que es la vida económica de muchos estadounidenses y también las desigualdades de quiénes son los que más luchan’, dijo Stacy Dean, una funcionaria de alto nivel en el Departamento de Agricultura.

‘Es un panorama increíblemente doloroso, y lo es aún más para las comunidades de color’, puntualizó. El esfuerzo de Biden marca un cambio brusco con respecto a la filosofía de la administración Trump, que buscaba reducir la elegibilidad para los cupones de alimentos y ampliar las reglas de trabajo, concluye el comentario.

Washington, 5 abril 2021
Crónica Digital/PL

Fuente e Imagen: https://www.cronicadigital.cl/2021/04/05/existen-millones-de-hambrientos-en-estados-unidos/

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Estados Unidos: El gobierno Biden anuncia plan de $130,000 millones para reapertura de escuelas

América del Norte/Estados Unidos/26-03-2021/Autoras: Andrea Cruz y TELEMUNDO Digital Fuente: www.telemundochicago.com

Este miércoles el secretario- de Educación Miguel Cardona sostuvo reuniones con educadores de todo el país, resaltando la forma en la que muchos maestros han logrado impartir clases con estudiantes en las aulas de forma segura.

WASHINGTON – El gobierno de Biden anunció este miércoles un plan de $130,000 millones para traer a todos los estudiantes del país de regreso a las escuelas.

Al mismo tiempo, los expertos de salud de la Casa Blanca, afirmaron que aún es demasiado temprano para declarar victoria cuando se trata de la pandemia.

Este miércoles el secretario de Educación Miguel Cardona sostuvo reuniones con educadores de todo el país, resaltando la forma en la que muchos maestros han logrado impartir clases con estudiantes en las aulas de forma segura.

Actualmente, alrededor de tres cuartos de las escuelas están ofreciendo clases completamente presenciales o de forma hibrida. El gobierno Biden quiere incrementar esa cifra al 100%

La Casa Blanca anunció que $130,000 millones serán distribuidos para crear ambientes seguros y brindarle los recursos necesarios a las escuelas de la nación.

Por otro lado, tras dos meses de caídas en los números de casos de coronavirus en menores de edad, la Asociación Americana de Pediatría confirmó un leve aumento la semana pasada cuando se reportaron más de 57,000 niños contagiados con COVID-19.

La directora de los Centros de Control de Enfermedades, afirmó que durante el mes de marzo los maestros y trabajadores de centros educativos han recibido prioridad para vacunarse, y que más de medio millón fueron inmunizados la semana pasada.

Por su parte, el doctor Anthony Fauci recalcó que a pesar de los avances de la campaña de vacunación, aun es demasiado temprano para cantar victoria, añadiendo que tan solo el martes se reportaron cerca de 60,000 nuevas infecciones de COVID-19 en todo el país.

Este miércoles en la Cumbre Nacional de Reapertura de Escuelas Seguras organizada por el Departamento de Educación de EEUU, el presidente Biden y el secretario de Educación Miguel Cardona anunciaron los pasos adicionales que está tomando el gobierno Biden-Harris para ayudar a las escuelas a reabrir de manera segura y rápida y satisfacer las necesidades de todos los estudiantes.

Los anuncios de este miércoles son parte del esfuerzo más amplio del gobierno Biden-Harris para brindar a los estados, escuelas y comunidades los recursos y el apoyo que necesitan para regresar al aprendizaje en persona de manera segura y rápida, y lograr el objetivo del presidente de reabrir la mayoría de las escuelas K- 8 escuelas dentro de los primeros 100 días de la administración.

Más detalles sobre los anuncios incluyen:

El fondo de Ayuda de Emergencia para Escuelas Primarias y Secundarias (ARP ESSER) del American Rescue Plan proporciona $122,000 millones en ayuda para que las escuelas de Pre-K-12 vuelvan a abrir de manera segura y aborden las necesidades académicas, sociales, emocionales y de salud mental de sus estudiantes.

El resto de los fondos de ARP ESSER estarán disponibles después de que los estados presenten al Departamento los planes que están desarrollando e implementando para usar los fondos de ARP ESSER para reabrir escuelas de manera segura y satisfacer las necesidades de los estudiantes.

Fuente e Imagen: https://www.telemundochicago.com/noticias/la-casa-blanca/gobierno-biden-anuncia-plan-para-reapertura-de-escuelas/2162132/

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Excepcionalismo Moral de la Políticas y prácticas en Materia de Derechos Humanos en los Estados Unidos de América

Por: Jorge Forero Coronel y Nelson Ortega Bonilla/Investigadores del CII-OVE 

El gobierno de los Estados Unidos de América, se ha caracterizado por la promoción de una visión sesgada y reduccionista en materia de Derechos Humanos, centrada en el mito del excepcionalismo moral de ese país, lo cual ha derivado en la tendencia a exceptuarse a sí mismo de los estándares que aplica a los demás[1], los dobles estándares para naciones amigas y enemigas, y el aislamiento legal o negación arbitraria de derechos humanos universales en su jurisdicción, sin que los paladines de la Defensa las libertades fundamentales; sus socios Europeos, cuestionen estas acciones.

De hecho es evidente que ese tema es usado como un instrumento de su política exterior, y que esa lógica supremacista explica su autoproclamación como garante global de dichos derechos, a partir de intereses que nada tienen que ver con una genuina preocupación por el disfrute, promoción y protección de los mismos.

En el presente documento se expone un análisis crítico de las políticas y las prácticas de los Estados Unidos de América en materia de Derechos Humanos, tanto en su actuación internacional como en su jurisdicción.  Sobre la base de un conjunto de datos, se valora la actuación de ese gobierno en  algunas dimensiones, tales como:

  1. Situación de los EE.UU., ante la legislación internacional en materia de Derechos Humanos.
  2. Uso sistemático de torturas y tratos inhumanos de manera directa, así como asistencia y cooperación con gobiernos que han generalizado estas prácticas.
  3. Criminalización de las migraciones: vulneración de derechos a personas con necesidad de protección internacional; Separación forzosa de familias y violación de derechos humanos a niños migrantes no acompañados.
  4. Ascenso del racismo en la administración de las políticas de seguridad y administración de justicia.
  5. Influencia de sus políticas en materia de armas de fuego, narcóticos y migraciones en la violencia criminal del norte de México.
  6. Balance de sus intervenciones militares extraterritoriales.
  7. Las medidas coercitivas unilaterales y la vulneración de los Derechos Humanos.

 

  1. Situación de los EE.UU., ante la legislación internacional en materia de Derechos Humanos

Estados Unidos niega la jurisdicción de la legislación internacional de derechos humanos dentro de su jurisdicción y legislación interna. De un total de 61 instrumentos de derechos humanos, Estados Unidos sólo es Estado Parte en 18 de ellos. Es el único país del mundo que no ha ratificado la Convención de los Derechos del Niño. Además, es notable el hecho de su no ratificación de otros importantes instrumentos internacionales de derechos humanos, entre los que sobresalen:

  • Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales;
  • Convención para la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer;
  • Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad;
  • Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las Desapariciones Forzadas;
  • Convención Internacional contra el Reclutamiento, la Utilización, la Financiación y el Entrenamiento de Mercenarios.

La exclusión del conjunto de convenciones en materia de derechos humanos en áreas especialmente sensibles, demuestra el doble discurso del gobierno de los Estados Unidos e incluso pone de manifiesto su verdadero talante de transgresor sistemático de derechos humanos fundamentales.

  1. Uso sistemático de torturas y tratos, crueles, degradantes e inhumanos

El gobierno de los Estados Unidos de América emplea de manera sistemática las torturas, los tratos crueles, degradantes e inhumanos, como política. Existe una extensa documentación al respecto, en la presente reflexión se van a referir dos informes puntuales, en los cuales queda explícita la actuación violadora de derechos humanos de organismos de ese país.

El Senado de los Estados Unidos publicó un informe de investigación (2014), sobre los programas de interrogatorios desarrollados por la CIA, en el cual se evidenció el alcance de las violaciones de los derechos humanos de los detenidos y de las faltas de garantías del debido proceso.

En las cárceles secretas operadas por Estados Unidos se han cometido graves violaciones de los derechos humanos que califican como actos de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes.

Los actos cometidos por Estados Unidos incluyeron simulación de asfixia, la desnudez forzada, la exposición a bajas temperaturas, los baños de agua congelada, la privación del sueño por largos períodos de tiempo, la alimentación e hidratación rectal y las amenazas de abusos y muerte contra las personas detenidas.

Las torturas y los tratos crueles, degradantes e inhumanos, forman parte orgánica de la política de los Estados Unidos. El Informe 2017 de Amnistía Internacional, referido a la actuación de ese país, reseña que en una entrevista el 25 de enero (unos días después de su toma de posesión), el presidente Trump expresó su apoyo a la tortura y afirmó que “confiaría” en el secretario de Defensa, el director de la CIA y otras personas para decidir si Estados Unidos debía emplearla”.

De acuerdo con el informe citado, no se ha adoptado medida alguna para poner fin a la impunidad de las violaciones sistemáticas de derechos humanos, incluidas las torturas, ejecuciones extrajudiciales y desaparición forzosa cometidas en el marco del programa de detención secreta gestionado por la CIA.

Por el contrario, el presidente Trump propuso para altos cargos gubernamentales al menos a tres personas implicadas en el programa de detención secreta mencionado: Gina Haspel, seleccionada para el cargo de subdirectora de la CIA; Steven Bradbury, propuesto para el cargo de asesor jurídico general del Departamento de Transporte; y Steven Engel, propuesto para dirigir la Oficina de Asesoramiento Jurídico el Departamento de Justicia.

Precisamente las cárceles ilegales han sido escenario de prácticas sistemáticas de tortura. En diciembre de 2017, la ONU emitió una crítica a las autoridades de EE.UU., por crear un agujero negro legal que permitió la detención indefinida de sospechosos sin cargos, y por mantener presos a muchos de ellos durante más de una década. Nils Melzer, el relator especial sobre la tortura del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, instó a Estados Unidos a poner fin a la tortura de presos en el polémico centro de detención de Guantánamo.

Según Human Rights Watch (HRW), los 31 detenidos que permanecen en Guantánamo, están recluidos de manera arbitraria desde hace más de una década, sin cargos, ni juicio. Antes de las elecciones, el presidente Trump prometió mantener abierto el centro de detención e incrementar la cifra de detenidos allí recluidos. Recientemente, el 1 de febrero de 2019, Jhon Boltón, Asesor de seguridad nacional del presidente estadounidense Donald Trump, llegó al extremo de amenazar con una celda en la prisión ilegal de Guantánamo al presidente constitucional de Venezuela.

  1. Criminalización de las migraciones:

El gobierno de los Estados Unidos está implementando de manera sistemática, una política de criminalización de las migraciones, la cual además de incumplir con la legislación internacional en la materia, ha desencadenado en una práctica generalizada de infracción de derechos a personas con necesidades de protección internacional;  separación forzosa de familias; y tratos crueles, degradantes e inhumanos hacia la población migrante, incluso hacia sectores especialmente vulnerables, como los niños migrantes no acompañados.

De acuerdo con un informe de Amnistía Internacional, Washington está acentuando esa tendencia. En 2017, el presidente Trump promulgó varias órdenes ejecutivas que afectaban los derechos de las personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo.

En primer lugar, promueve la construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y México. En segundo lugar, estimula la devolución y/o retención arbitraria de personas solicitantes de asilo (es decir, de población con necesidades de protección) y sus familias.

En tercer lugar, otra orden ejecutiva promulgada el 27 de enero prohibía durante 90 días la entrada de personas extranjeras provenientes de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen[2]; suspendía durante 120 días el Programa Estadounidense de Admisiones de Refugiados; reducía de 110.000 a 50.000 el número de personas refugiadas aptas para ingresar en el país durante el año fiscal 2017, e imponía una prohibición indefinida del reasentamiento de personas refugiadas procedentes de Siria”, en cuya situación de guerra intestina los Estados Unidos han tenido un rol protagónico.

Posteriormente, el 24 de septiembre, se proscribieron indefinidamente las inmigraciónes a Estados Unidos de ciudadanos de siete países: Chad, Irán, Libia, Corea del Norte, Somalia, Siria y Yemen, e impedía la emisión de visados para miembros de ciertas agencias estatales venezolanas y sus familiares.

Uno de los hitos más notables de la política hostil y cruel hacia los derechos de los migrantes, está vinculada con una nueva orden ejecutiva emitida el 16 de agosto, en la cual el Departamento de Seguridad Nacional federal puso fin al Programa de Refugiados Menores Centroamericanos[3].

El informe precitado, denuncia que más de 17.000 niños, niñas y adolescentes (NNA) no acompañados fueron retenidos tras cruzar de manera irregular la frontera con México entre enero y agosto, los cuales permanecieron bajo custodia durante meses, sin acceso adecuado a atención médica y asistencia letrada, mientras se procesaba su petición de permanecer en Estados Unidos.

Por su parte, un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA) publicado en 2015, expone datos que demuestran que no se trata de hechos aislados o de una nueva política de la administración Trump, sino que por el contrario, se trata de una práctica que se ha instaurado desde hace años como política migratoria violadora de derechos humanos a la población más vulnerable de los procesos migratorios, los NNA no acompañados.

El informe referido, señala que en 2013, 17.240 NNA mexicanos no acompañados, fueron detenidos por funcionarios estadounidenses en el paso fronterizo, sin embargo, la Oficina de Reasentamiento de Refugiados («ORR»), entidad responsable del cuidado y la custodia de los NNA no acompañados durante sus procedimientos migratorios, apenas reportó 740 NNA mexicanos no acompañados bajo su custodia. Es decir, el 96% de los NNA mexicanos no acompañados fueron expulsados de regreso a México sin el debido proceso.

ACNUR también ha corroborado esta cifra, y ha estimado que alrededor del 95,5% de los NNA mexicanos no acompañados que llegan solos y en condiciones de indefensión y vulnerabilidad absoluta a los Estados Unidos, son devueltos sin la oportunidad comparecer ante un juez de inmigración, con lo cual no solo se violan los tratados internacionales, sino que también se hace caso omiso de la propia legislación norteamericana en la materia.

La CIDH reportó además repatriaciones arbitrarias de NNA no acompañados que se llevaban a cabo durante la noche (procedimiento totalmente prohibido en la legislación internacional); sobre la colocación de esposas a los niños por parte de agentes fronterizos de Estados Unidos para efectuar el retorno; y que muchos NNA mexicanos no acompañados fueron enviados a otras regiones de México, incluyendo lugares situados en el lado opuesto del país al de su comunidad de origen. Esta información es indicativa de prácticas directamente violatorias de los derechos del niño y del propio tratado de repatriación entre México y Estados Unidos.

El escenario se ha tornado más complejo por la violación del debido proceso a los migrantes, el cual es producto de la combinación de la intensificación de la crisis social y el aumento de la violencia en México y Centroamérica, y de las restricciones de presupuesto para atender este problema por parte del gobierno de los Estados Unidos.

A continuación se cita textualmente un párrafo del informe de la CIDH (2015), en el cual se evidencia la gravedad de la situación y el nivel de vulneración de derechos humanos de niños no acompañados por parte del gobierno norteamericano:

“la información pública disponible señala que para junio de 2014 se registraban 375.000 casos de inmigración atrasados, incluyendo 41.640 casos de niños en espera de fecha de audiencia. A finales del año fiscal 2014 de Estados Unidos (el 30 de septiembre de 2014), los casos atrasados ascendían a 408.037, y para finales del mes de octubre de 2014, este número llegó a 421.972. Para junio de 2014 el tiempo promedio de espera para todos los casos, incluido el de los NNA no acompañados, se estimó en 587 días, o más de un año y siete meses. Para abril de 2015, los casos pendientes ascendían a 445.607, entre ellos 70.035 de NNA no acompañados. Uno de los principales factores y causas para el retraso procesal es un número mucho mayor de casos en un contexto de restricciones presupuestarias” (p. 100).

Como se aprecia en las cifras de la CIDH, estamos en presencia de un fenómeno de violación sistemática e intencionada de derechos humanos fundamentales, con el agravante de que una proporción importante de las víctimas son niños y niñas en condiciones de altísima vulnerabilidad.

Pero el mismo informe reseña que existe registro y documentación sobre numerosos casos de tortura y trato cruel por parte de funcionarios de migración de los Estados Unidos hacia niños no acompañados. A continuación se presenta otra cifra textual con datos escalofriantes:

“existen numerosas denuncias sobre abuso físico, incluyendo abuso sexual, golpizas, y el asumir posiciones de estrés a exigencia de funcionarios (…). Más de la mitad de estos NNA no acompañados reportó diversas formas de abuso verbal, incluyendo comentarios raciales, sexualmente cargados, y amenazas de muerte. Más de la mitad informó que se les había denegado atención médica, incluyendo dos jóvenes madres cuyos bebés se enfermaron durante la detención en temperaturas muy bajas, y una niña cuya medicación para el asma fue confiscada mientras sufría ataques de asma. Los NNA no acompañados constantemente denunciaron haber sido recluidos en celdas insalubres, en condiciones de hacinamiento, y con temperaturas de congelación, y aproximadamente el 70% informó haber permanecido detenidos más allá de las 72 horas establecidas por el mandato legal. Muchos informaron haber permanecido detenidos sin mantas y tener que dormir en el suelo, con las luces prendidas. Más del 80% describió cómo se le denegó alimentación adecuada y agua bajo la custodia, incluyendo un niño cuya única fuente disponible de agua potable era el tanque de un inodoro y otros que sólo recibieron alimentos congelados o en mal estado y, posteriormente, se enfermaron” (p. 111).

Los datos aportados por el informe en cuestión, explicitan el carácter notablemente represivo y vulnerador de derechos humanos de la política y las prácticas del gobierno de los Estados Unidos en materia de atención a la población migrante.

Sin embargo, la violación de derechos no se reduce a las prácticas citadas, sino que se agudizan ante situaciones como la separación arbitraria de familias, tratos crueles y atropellos, en palabras de la CIDH: “15% de estos NNA no acompañados, reportó haber sido separado de otros miembros de la familia, y el 30% informó que su dinero y/o pertenencias fueron confiscados por funcionarios y nunca retornados. Muchos niños reportaron haber sido encadenados durante el transporte” (p. 111).

La CIDH precisó además que en el momento de redactar el informe, indican que entre el 18 de julio de 2014 al 14 de octubre de 2014, apenas 179 NNA no acompañados se les permitió permanecer en los Estados Unidos, de un total de 1.637 casos registrados. Respecto de casi todos los NNA no acompañados -1.456-, equivalentes al 89% de los casos, se dictó orden de expulsión.

Pero si lo expuesto no fuera suficientemente atroz y abyecto, la administración Trump ha asumido una política –denominada tolerancia cero-, la cual resulta aún más hostil y violadora de derechos humanos que las de sus antecesores. Dicha política ha derivado en la generalización de prácticas crueles como la separación forzosa de familias (los adultos son criminalizados y objeto de procesos judiciales, mientras que los niños son enjaulados –literalmente- en centros de reclusión temporales para la posterior expulsión de ambos).

En junio de 2018, los agentes de migración de Estados Unidos mantenían a más de 10.000 menores retenidos en centros de detención, ubicados en distintos lugares del país. Los pequeños son encerrados en jaulas de metal; duermen en algunos casos- en delgadas colchonetas sobre el frio concreto y cubiertos solo por sábanas que los protegen de las bajas temperaturas. Esta práctica de crueldad, se ha generalizado aún más ante las detenciones masivas de migrantes indocumentados en el marco de las caravanas humanitarias provenientes de Centroamérica.

La nueva administración de la Casa Blanca, pareciera no tener la más mínima intención de enmedar estos errores y recientemente se han publicado imágenes que muestran las condicones denigrantes en las que se encuentran los menores de edad, cuestionando además que no son jaulas sino centros de detención, dando de esta forma continuidad de las prácticas violatorias de los Derechos Humanos llevados a cabo durante el Gobierno de Trump.

  1. Ascenso del racismo en la administración de las políticas de seguridad y administración de justicia

Un estudio del Registro Nacional de Exculpaciones de Estados Unidos publicado en marzo de 2017, registró que los estadounidenses negros tenían siete veces más probabilidades de ser condenados injustamente por asesinato que los blancos. En lo que se refiere a los delitos relacionados con drogas, los estadounidenses negros inocentes tienen unas 12 veces más probabilidades de que se les aplique una condena equivocada que los blancos. Los infractores varones negros fueron condenados, a condenas 19,1% más largas que aquellos infractores varones blancos en casos similares.

  1. Influencia de sus políticas en materia de armas de fuego, narcóticos y migraciones en la violencia criminal del norte de México

México experimenta una grave y severa crisis de violaciones graves de derechos humanos y crímenes violentos, la mayoría de los cuales han sido cometidos con armas de fuego. El país ostenta la tasa de homicidios más alta registrada en toda su historia, donde dos de cada tres homicidios son cometidos con armas de fuego. El 70% de las armas recuperadas y rastreadas en las diversas escenas del crimen en México provienen de los Estados Unidos.

La “cooperación” de Washington en equipos militares y armas de fuego, así como el entrenamiento militar estadounidense de miles de soldados como parte de la Iniciativa Mérida, cuya punta de lanza es la denominada “guerra contra el terrorismo”, ha redundado en el crecimiento vertiginoso de las violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas del Estado, con tasas aún más altas que antes de que comenzara la Iniciativa referida y con una impunidad casi total.

Un estudio de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos en México (2018), reporto que en junio de 2018, una docena de congresistas estadounidenses señalaron que “el uso de las fuerzas militares mexicanas en la guerra contra las drogas ha resultado en un dramático aumento de las violaciones a los derechos humanos, incluidas la tortura, las desapariciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales”. Por ende, pidieron “una evaluación completa y pública de la Iniciativa Mérida, así como una revisión de la ayuda que brinda Estados Unidos a México en cuanto a seguridad y venta de armas” (p. 4).

El Departamento de Justicia de los Estados Unidos informó que, durante el período que comprende los años de 2011 a 2016, pudieron rastrearse 74 mil 515 armas de fuego recuperadas en diversas escenas del crimen en México, y que éstas fueron producidas o habían sido vendidas en la Unión Americana.

De acuerdo con el informe precitado, “al menos 37.435 personas, de diciembre de 2006 a junio de 2018, han sido víctimas de desapariciones forzadas en México[4], mientras que (…) se han cometido 121.035 homicidios con arma de fuego, de los cuales 16.898 ocurrieron durante 2017” (p. 4).

El informe revela además que la gran mayoría de estos crímenes continúan impunes, sin la apertura de investigaciones penales o sentencias, y sin una reparación integral para las víctimas, lo que permite inferir que existen estructuras que han permeado al Estado mexicano y que están asociados a factores muy poderosos, entre los que se destacan, carteles del narcotráfico, estos últimos, los principales socios del comercio legal e ilegal de armas auspiciado y usufructuado por los Estados Unidos.

  1. Los derechos humanos en el contexto de las intervenciones militares extraterritoriales estadounidenses

Estimar y describir el impacto de las intervenciones militares extraterritoriales de los Estados Unidos en materia de Derechos Humanos amerita un tratado, por la complejidad de los casos y por el carácter multidimensional de los derechos conculcados. Por tanto, en este apartado apenas se van a citar algunos estudios de instituciones de gran prestigio, de manera de obtener una referencia general de dicho impacto con énfasis en la variable: víctimas mortales.

Un estudio de la Universidad de Brown (EE.UU.) ha registrado 480.000 víctimas mortales de las guerras en las que EE.UU. ha participado desde 2001, entre ellos 244.000 civiles. Asimismo, los enfrentamientos en Afganistán, Irak, Siria y otros países, habrían causado 10 millones de refugiados. Según el informe, Washington gastó en esos conflictos 5,9 billones de dólares, cifra que ascenderá a 6,7 billones para 2023 si se mantiene el ritmo de inversión.

Las cifras de la institución universitaria norteamericana resultan conservadoras al compararlas con un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en 2008, en el cual se afirma solamente la invasión a Iraq dejó 400.000 muertos.

Los casos de Libia y Siria también presentan cifras cruentas. El investigador Nicolas Davies, calculó en más de 200.00 el número de víctimas mortales del conflicto desatado en 2011. Por su parte, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH)[5], estima que en el conflicto de ese país,  hubo al menos 250.000 víctimas mortales, entre ellos 74.426 civiles y de ellos, 12.517 niños y 8.062 mujeres.

  1. Las medidas coercitivas unilaterales y la vulneración de los Derechos Humanos.

Las mencionadas de manera equívoca sanciones[6] han sido una forma no convencional de violación de los derechos humanos, en terceros países, la mayoría de ellas aplicadas con la excusa de defenderlos, y en muchos casos con el doble rasero de ni siquiera suscribir los acuerdos internacionales, que extraterritorialmente justifican defender.

Un total de 29 países[7] forman la lista en los que según la Oficina de Control de Bienes en el Extranjero (OFAC por sus siglas en inglés), los Estados Unidos aplica medidas coercitivas al margen del Derecho Internacional establecido por la Organización de Naciones Unidas.

Según un informe de Amnistía Internacional (2009) denominado “El embargo estadounidense contra Cuba su impacto en los derechos económicos y sociales”, destaca que “Las repercusiones negativas del bloqueo son bien patentes en las dimensiones social, económica y ambiental del desarrollo humano de Cuba y afectan gravemente a los grupos socioeconómicos más vulnerables de la población”, citando al coordinador residente de la oficina de Naciones Unidas en el país caribeño durante el año 2008.

En el informe del Secretario General de Naciones Unidas  “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, nos indica que “El bloqueo tiene un impacto negativo en todas las áreas económicas, sociales y culturales, limitando seriamente el derecho al desarrollo de Cuba. En términos estrictamente económicos, se estima una afectación de al menos 130.178,6 millones de dólares”.

Por su parte la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO en inglés) a petición del Senado norteamericano, en un informe reciente sobre Venezuela señaló que estas medidas habían contribuido a la caída abrupta de su Producto Interno Bruto, buscando el colapso del país Sudamericano, que ha sufrido desde el 2015 según cifras oficiales la pérdida de sus ingresos en más de 130.000 millones de dólares, más que suficientes para garantizar el bienestar de su población que han visto afectadas sus libertades fundamentales por la extraterritorialidad de las leyes impuestas por los Estados Unidos.

Es una guerra donde la famosa herramienta del smart power, constituye una amenaza que viola los derechos fundamentales de los ciudadanos, sin que exista hasta el momento un mecanismo de reparo o juisticia para quienes aplican este tipo de medidas que afectan directamente a poblaciones enteras.

[1] Estados Unidos firma tratados y leyes de derechos humanos, pero en función de sus inestables intereses puntuales, establece reservas, no ratifica o simplemente no suscribe los mismos.

[2] Todos estos países padecen conflictos inducidos directa o indirectamente por la política exterior estadounidense.

[3] Ese programa permitía que menores de 21 años que huían de la violencia en El Salvador, Guatemala y Honduras,  cuyos padres residen en Estados Unidos en situación regular, solicitar entrevistas para su reasentamiento como personas refugiadas antes de viajar a Estados Unidos. El Programa también permitía solicitar la entrada a Estados Unidos a los niños y las niñas de esos tres países que no podían optar a la condición de personas refugiadas y no tenían ninguna otra forma de reunirse con sus progenitores.

[4] El caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en 2014, así como las fosas comunes multitudinarias halladas en diversas regiones del norte de México, han marcado un hito en estas prácticas.

[5] Se trata de una ONG radicada en Londres.

[6] Las sanciones son medidas aplicadas por resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas

[7] Afganistán, Bielorrusia, Burundi, Bosnia y Herzegovina, Cuba, Chipre, China, Corea del Norte, Egipto, Guinea, Guinea Bissau, Haití, Irán, Irak, Liberia, Líbano, Libia, Malí, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Rusia, Siria, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Túnez, Venezuela, Yemen y Zimbabue.

 

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Estados Unidos y su apoyo a los golpes de Estado y a los dictadores

Por: Renán Vega Cantor 

“Trujillo es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, palabras de Cordell Hull, Secretario de los Estados Unidos, hablando del dictador de República Dominicana.

El título de este artículo puede parecer de entrada como injurioso y fuera de tono, pero adquiere sentido porque parafrasea lo dicho por altos funcionarios de los Estados Unidos en varias ocasiones cuando se referían en conciliábulos privados a algunos dictadores de América Latina que ellos patrocinaban. Quien originalmente pronunció la palabra “hijo de puta” para referirse a uno de los dictadores apoyados por Washington fue Cordell Hull, en 1938.

Después la repitió el mismísimo presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt para referirse al dictador de Nicaragua Anastasio Somoza a quien también considero como “nuestro hijo de puta”. Esta última referencia es la que más se suele citar, porque apareció en un número de la Revista Time de 1948. La palabra soez se usaba para señalar la verdadera catadura criminal de los dictadores apoyados por Washington, algo que al final poco interesaba en la medida en que ellos fueran sumisos e incondicionales a los Estados Unidos. Que esos dictadores mataran, torturan, desaparecieron a miles de personas en sus respectivos países, poco le interesaba a Estados Unidos, siempre y cuando no fueran a tocar los intereses del capital estadounidense. Traducida la afirmación sobre los dictadores quería decir: sí, son asesinos y criminales, pero nos sirven y los necesitamos, y por eso si hay que matar y torturar para mantener incólumes nuestros intereses, poco importan esos métodos tan poco refinados. Y para camuflarlos un poco, y que no salpicaran sangre hasta el territorio de los Estados Unidos, a esos dictadores se les calificaba por parte de políticos y medios de desinformación en Estados Unidos, como campeones de la libertad y amigos del mundo libre.

El término ofensivo, sobre todo con las pobres madres de los dictadores Rafael Trujillo y Anastasio Somoza, ha vuelto a cobrar actualidad en estos días, pero en un sentido diferente, en términos geográficos y políticos, a raíz de la absolución que se le hizo a Donald Trump en el segundo juicio político, relámpago por lo demás, que se le hizo en el Senado de los Estados Unidos, para juzgarlo por la toma del Capitolio el 6 de enero de este año.

Algunos liberales, admiradores de Estados Unidos y que son ignorantes, ingenuos o cándidos, que tanto han aplaudido la ida de Donald Trump de la Casa Blanca y elogian a su nuevo inquilino, Joe Biden (el “bonachón” que bombardea), se hacen cruces de incredulidad al enterarse del resultado de ese juicio relámpago y comprobar que Trump ha salido indemne, a pesar de que haya sido promotor de un intento de golpe de Estado, para perpetuarse en el poder, y que dejó un saldo fatal de cinco muertos.

Las preguntas más bien son otras: ¿De qué se sorprenden? ¿Acaso creían que a Trump lo iban a acusar de ser golpista, lo iban a sentenciar a cadena perpetua o a la pena capital y de forma inmediata lo iban a encarcelar? Si Estados Unidos nunca ha hecho eso con los dictadores que ha fabricado mientras le son útiles, mucho menos lo iba a hacer con uno de los suyos. Si el Congreso de los Estados Unidos hubiera condenado a un golpista, hubiera roto con la tradición que forma parte de los principios centrales de la política exterior de los Estados Unidos: apoyar a cuanto hijo de puta le sirva al American way of life, un axioma, tanto “teórico” como sobre todo práctico, que ha caracterizado la actuación de los Estados Unidos desde finales del siglo XIX en el mundo y particularmente en América Latina.

Recordemos que en listado interminable de golpes de Estado y de dictadores que Estados Unidos ha patrocinado se encuentran criminales de la talla de los ya nombrados Rafael Leónidas Trujillo y Anastasio Somoza, a los cuales hay que agregar Augusto Pinochet (Chile), Jorge Rafael Videla (Argentina), Efraín Ríos Montt (Guatemala), Maximiliano Hernández Martínez (Salvador), Tiburcio Carias (Honduras), François Duvalier (Haití), Alfredo Stroessner (Paraguay),Ferdinand Marcos (Filipinas), Hahi Moamaed Suharto (Indonesia), Mobuto Sese Seko (Zaire) y una interminable cadena de otros hijos de mala madre del imperio, a lo largo y ancho del mundo, cuya lista es tan larga que se requieren muchas páginas para mencionarlos.

La novedad “politologica” del caso de Donald Trump no es que Estados Unidos tenga hijos malnacidos en casa, porque la casi totalidad de los presidentes y altos funcionarios de ese país lo son, sin duda alguna, sino que ahora uno de ellos se haya atrevido a atentar contra ellos mismos. Es decir, el gran crimen de Trump no radica en los múltiples crímenes que realizó fuera de los Estados Unidos, algo que es perfectamente normal en cualquier presidente de ese país, sino en que se haya realizado en casa lo que se hace y aplaude en el exterior. Al respecto, resulta diciente y cínico que Nancy Pelosi, del Partido Demócrata y presidenta de la Cámara de Representantes, una de las más beligerantes contra Donald Trump por su intento del golpe en el Capitolio, sea la misma que aplaudió a rabiar y recibió personalmente al golpista venezolano Juan Guaidó, otro hijo de puta Made in USA. (Ver fotos).

El juicio inútil a un HP doméstico (Nancy Pelosi firma documentos de juicio contra Donald Trump) y en la otra foto se apoya a uno de nuestros HP en América Latina (Nancy Pelosi recibe al golpista venezolano Juan Guaidó)

Aunque no se le perdone a Donald Trump por lo que hizo el 6 de enero, esto tampoco podía llevar al Parlamento de Estados Unidos ‒una institución criminal, untada de sangre del resto del mundo, hasta los tuétanos‒ al peligroso extremo de condenarlo. Eso sería sentar un precedente funesto y de alguna forma cerrar las puertas a que futuros golpes de Estado, en los que se encuentre la mano asesina de Washington, salieran deslegitimados de antemano y alguien se atreviera a juzgar a los golpistas. No, no se puede abrir la Caja de Pandora, con una condena judicial a un golpista, que ha sido presidente de Estados Unidos. No, ahora hay que proceder en el ámbito doméstico de la política de Estados Unidos, como se ha hecho con los golpistas y dictadores que manufactura Estados Unidos en el exterior (y Juan Guaidó es uno de los últimos), decir en voz bajaque es un malnacido, pero afirmar en publico que es un demócrata, un genuino luchador por la libertad, un combatiente por la justicia y mil mentiras por el estilo.

Por eso, más bien hay que decir en adelante que Donald Trump, como lo deben murmurar políticos, periodistas y académicos del establecimiento en los Estados Unidos, es “un hijo de puta, pero al fin y al cabo es nuestro hijo de puta” y lo hemos tenido en casa, en plena Casa Blanca.

Fuente e imagen:  https://rebelion.org/estados-unidos-y-su-apoyo-a-los-golpes-de-estado-y-a-los-dictadores/

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¿Filantropía o mercenarismo? Legionarios de Goliat (II)

Por: Ernesto Limia Díaz

En su nota publicada en El Toque, Laura Tedesco y Rut Diamint siguen los consejos de Richard Youngs y a codazo limpio tratan de eludir el tema del financiamiento que han recibido de Open Society y de otras instituciones que a su vez son subcontratadas por los contratistas de la NED y la Usaid.

Fue con dinero de Open Society que entre 2009 y 2012 realizaron un trabajo de investigación sobre líderes políticos en Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay y Venezuela. Se entrevistaron con 285 políticos, incluidos expresidentes, exvicepresidentes, vicepresidentes en ejercicio, alcaldes, alcaldesas, diputados, senadores, líderes de partidos políticos, periodistas y dirigentes sindicalistas. Los resultados les permitieron publicar en 2015 en Londres un libro panfletario en el que todos los dirigentes más radicales del progresismo, a pesar de haber llegado a la presidencia en elecciones democráticas, son “conceptuados” de usurpadores. No escapa ninguno: Néstor Kirchner y Cristina Fernández, Rafael Correa y Hugo Chávez; a Nicolás Maduro le suben la parada y lo tachan de “dictador”.

El trabajo de investigación sobre líderes políticos en Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay y Venezuela, realizado con dinero de Open Society, les permitió publicar un libro panfletario donde los dirigentes más radicales del progresismo son “conceptuados” de usurpadores. Fotos: Archivo.

Ya estaban preparadas para empeños mayores y recibieron fondos para el proyecto “Diálogos sobre Cuba”. Desde 2016 han estado cuatro veces en la Isla y visitaron La Habana, Cienfuegos y Santa Clara; a su vez, en 2016 y 2018 asistieron a las conferencias anuales del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) Raúl Roa García. Todavía les quedó suficiente dinero para organizar conferencias en Buenos Aires, Miami y Madrid, en el camino trazado para agilizar eso que nuestros adversarios han dado en llamar la “transición democrática” —o sea, el regreso de Cuba al capitalismo—. No hablan del origen de esos fondos; pero los resultados de sus trabajos salen demasiado a menudo en Open Democracy y Nueva Sociedad —revista de la Fundación Friedrich Ebert, vieja tapadera de la CIA y la NED—.

En la referida nota intentan velar sus propósitos, o —para ser más exactos— el de sus contratistas: “No promovemos el aniquilamiento, sino el diálogo, la reconciliación aun en escenarios complejos”, dicen. ¿Les habrán preguntado a Marco Rubio y a la ultraderecha de la Florida si aspiran a algún tipo de reconciliación? No creo que batistianos y neofascistas piensen en ello, pero la esencia de lo que sí piensan estas dos legionarias que pretenden dar lecciones queda expuesta en breves líneas de su texto: “¿A qué le tienen miedo? Sabemos que la pérdida del statu quo va a significar la desaparición de los privilegios para algunos, eso es una revolución viva. Esta revolución moribunda, como es evidente, solo sirve a unos pocos” (Tedesco y Diamint, 2021). O sea, la nuestra es una “revolución moribunda” que “solo sirve a unos pocos”. Ellas trabajan para hacer la que aprendieron con Richard Youngs: la de “colores”.

Laura Tedesco y Rut Diamint mienten cuando esgrimen que sus conferencias en Miami, Buenos Aires y Madrid —en medio de la arremetida de la administración Trump— son para debatir el rol de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y no persiguen el interés de aniquilarlas en el plano simbólico. Algunas de sus publicaciones previas al evento muestran lo contrario.

“¿Les habrán preguntado a Marco Rubio y a la ultraderecha de la Florida si aspiran a algún tipo de reconciliación? No creo que batistianos y neofascistas piensen en ello”.

“De militares a gerentes. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Cuba” (Nueva Sociedad, no. 278, noviembre-diciembre, 2018)

Tanto en su rol militar como económico, los miembros de las FAR han sido el ángel custodio de la Revolución. Como tal, se han mantenido invisibles, fieles a los hermanos Castro y al imaginario revolucionario, dispuestos a servir tanto en misiones internacionales como en la agricultura cubana o detrás de escritorios de empresas turísticas.

[…] hay preguntas que son importantes en la Cuba actual: en un contexto en el que la amenaza de invasión estadounidense se desdibuja, ¿cuál es el rol de las FAR? Por varias razones, a los gobernantes cubanos, incluyendo al actual presidente Díaz-Canel, les conviene seguir viviendo en el enfrentamiento de la Guerra Fría. En varios sentidos, la Revolución Cubana, especialmente su ala más conservadora, está más cómoda con Donald Trump en la Casa Blanca que con Barack Obama. Este statu quo evita la incertidumbre del cambio.

Hay una contradicción que vale la pena resaltar. Los mismos militares que siguen pensando el mundo desde la lógica de la Guerra Fría se han reconvertido en empresarios que negocian con extranjeros. Su rol para defender la Revolución es, actualmente, asegurar la entrada de divisas. Han aceptado una apertura controlada en lo económico, pero en lo político y en lo militar su pensamiento histórico sigue intacto.

La ausencia de Fidel y un Raúl octogenario abren muchos interrogantes sobre el rumbo futuro de la fidelidad de los miembros de las FAR, la forma de resolver las diferencias entre “fidelistas” y “raulistas” o qué condiciones impulsarán a las FAR a ser agentes de cambio u obstáculos para las transformaciones que proponga el gobierno de Díaz-Canel.

[…]

Las FAR siguen inmersas en la Guerra Fría tanto en sus doctrinas como en su armamento y su manera de entender el mundo. Por razones estratégicas, la mayoría de sus integrantes no habla con extranjeros y solo se relaciona con cubanos para repetir las glorias de los primeros años de la Revolución. No publican su presupuesto, ni cifras de personal. No hay estadísticas. Ni fotos. No son visibles. Y el analista que intenta estudiarlas termina preguntándose si realmente existen hoy unas FAR o simplemente hay un grupo de hombres y mujeres con entrenamiento militar que cumplen funciones en el terreno económico en un país un tanto a la deriva, estancado y cada vez más solo.

“Cuba ¿final a la deriva?” (Open Democracy, 2 de mayo, 2019)

La sobrevivencia eterna de la revolución es una utopía que ni los propios generales de las FAR pueden creerse. Es posible no sepan cómo salir. Ni cómo protegerse a sí mismos en un proceso de cambio.

Díaz-Canel podría ir ya preparando su transformación a reformista o su discurso de despedida. Cuba necesita un líder que surja de las instituciones cubanas (¿quizás un miembro de las FAR, una de las instituciones más respetadas por los cubanos?), capaz de dialogar con el régimen y con los que ya están agotados del régimen. Un líder que quiera reconciliar el pasado con el futuro, que entienda e incluya a la diversidad de la sociedad cubana. Que no quiera rendirse a los pies de los Estados Unidos, pero tampoco condene a las próximas generaciones a las penurias y limitaciones del actual sistema cubano. La historia de la revolución cubana con sus luces y sombras merece, por lo que representó en la región, frente a los avances imperialistas de Estados Unidos durante la guerra fría, un final respetuoso y digno. Mientras contemplamos la larga agonía venezolana, podríamos ir aprendiendo cómo evitarla.

 “Cuba, la pandemia y las FAR” (Nueva Sociedad, julio, 2020)

Cuba se distingue de la mayoría de los países latinoamericanos porque sus Fuerzas Armadas no han estado involucradas en violaciones de derechos humanos y mantienen un alto nivel de popularidad. Sin embargo, existe una mirada crítica hacia los altos mandos de las FAR por considerarlas las dueñas de la economía [sic], especialmente por su manejo casi exclusivo del sector turístico. Las clases sociales que la Revolución intentó borrar del mapa cubano están bien determinadas en una de sus instituciones más emblemáticas: los altos mandos de las FAR se han convertido en empresarios capitalistas, y los mandos medios y bajos (aún más los soldados que realizan el servicio militar) representan al pueblo cubano. Es importante hacer esta distinción para poder descifrar las opiniones de los entrevistados y de las publicaciones oficiales e independientes sobre el rol de las Fuerzas Armadas durante esta pandemia.

[…]

Las misiones médicas que el gobierno ha enviado al exterior se confunden, a veces, con las FAR. Un artículo en France 24 recordaba que Fidel Castro aseguraba en 1998 que ningún profesional sanitario sería alfil político de su gobierno por el mundo. “Nuestros médicos no se mezclarán lo más mínimo en asuntos de política interna. Serán absolutamente respetuosos de las leyes, tradiciones y costumbres de los países donde laboren. No tienen por misión propagar ideologías”. Es difícil constatar si todos los miembros de las brigadas médicas son simultáneamente activos de las FAR. En junio pasado, un médico de la misión en Andorra, capitán del Ejército, abandonó la misión justo antes del regreso a Cuba. Se supone que ha solicitado asilo en España, pero no hay información en los medios sobre su paradero. El médico era un miembro activo de las FAR y jefe de la misión.

Aunque las medidas adoptadas en Cuba responden a una situación de emergencia y son similares a las que han acordado muchos otros países, hay un vacío legal respecto a regular la participación de las FAR, y existe una tradición del régimen de ajustar sus políticas con el auxilio de unas Fuerzas Armadas seleccionadas por su lealtad a la Revolución.

[…]

Hoy, la crudeza de la vida cotidiana hace desaparecer la energía para pensar en otras cuestiones. Lo urgente, resolver el día a día, se lleva todo por delante. Quizás por eso la COVID-19 no figura entre los titulares. Podríamos concluir que la pandemia no parece ser un grave problema de salud pública en Cuba como sucede en Brasil, México o Argentina. La consecuencia más inmediata es que, en Cuba, la jerarquía de las Fuerzas Armadas continúa asegurando sus privilegios, ahora encumbrados merced a las tareas sanitarias. Gracias a las dificultades económicas vinculadas a la COVID-19, las FAR refuerzan su poder económico, mientras los cubanos, a quienes la Revolución vino a liberar, sobreviven condenados al desabastecimiento y las colas infinitas.

Después de los acontecimientos de noviembre —y en correspondencia con la hoja de ruta trazada por Youngs—, cuando se calmaban las cosas convinieron en que era momento de pasar a un escalón superior y el 11 de diciembre de 2020 publicaron un nuevo artículo en Open Democracy: “En Cuba, el unicornio azul se perdió, la Revolución también”. Mienten una y otra vez para brindar legitimidad a los personajes de la piyamada de San Isidro, a la vulgaridad que condiciona las actividades de muchos de ellos y su orientación anexionista; para pasar por alto el acto de desacato del marginal procesado penalmente, quien en un video grabado por él mismo declaró a Trump su presidente, y con posterioridad confesó sus vínculos con un individuo que organiza actividades terroristas contra Cuba desde el territorio de Estados Unidos. Tampoco dicen que uno de sus integrantes —el 27 de enero volvió a la carga en el Ministerio de Cultura— solicitó la intervención armada del ejército yanqui; ni que desde el terreno —en franca violación de los preceptos de la Convención de Viena para las relaciones diplomáticas— Timothy Zúñiga-Brown condujo la provocación de San Isidro en noviembre de 2020.

“Mienten una y otra vez para brindar legitimidad a los personajes de la piyamada de San Isidro, a la vulgaridad que condiciona las actividades de muchos de ellos y su orientación anexionista”.

Mienten al afirmar que “…los jóvenes cubanos, que sí tienen acceso a las redes, elijen otras vías de información que ya no son las generadas en Miami. Existen medios de comunicación como 14ymedio, El Toque, Periodismo de Barrio, El Estornudo, Diario de Cuba o el podcast El Enjambre cuyos editores y periodistas son jóvenes que viven en Cuba” (Tedesco y Dimint, 10/12/2020). En primer lugar, la mayoría de los jóvenes cubanos es revolucionaria; no pongo en duda que alguno lea sus noticias, pero a estas alturas ya se sabe de qué van; en segundo, porque la retórica de ambas politólogas esconde un pequeño detalle: varios de esos sitios digitales operan fuera de Cuba y en lo que sí coinciden todos es que al igual que los de Miami tienen una orientación ideológica neoliberal y son pagados con los fondos de los programas de cambio de régimen de la Usaid y la NED, por tanto, forman parte de la plantilla editorial del gobierno de Estados Unidos.

Mienten cuando dicen que luego de los hechos de noviembre en el Ministerio de Cultura se produjo en La Habana un despliegue militar para reprimir en caso de manifestaciones. Todo el que conoce a Cuba sabe que fue el pueblo quien enfrentó en el malecón habanero la manifestación contrarrevolucionaria del 5 de agosto de 1994, y que la historia se volvería a repetir ante una nueva edición de un hecho como ese, sin contar que hablan de un grupito provocador con muchas ganas de posar para cámaras y videos y una plataforma mediática para sobredimensionarlo.

Mienten cuando tratan de hacer creer que en Cuba hay un clima de intolerancia y de falta de libertad de creación. Ellas mismas se desdicen en su artículo:

En este punto queremos resaltar que desde 2016 hemos realizado varios viajes de estudio a Cuba y si algo nos había llamado poderosamente la atención había sido la cantidad de obras de teatro con una visión muy crítica de la situación política, económica y cívica. Jóvenes actrices, actores, escritores, directores de teatro o de cortos cinematográficos, fotógrafos, curadores, escultores o pintores encontraban espacios donde expresar su descontento, cansancio con la censura y profunda desilusión con la vida cotidiana y el futuro. Sin embargo, ninguno de ellos se consideraba contrarrevolucionario (Tedesco y Diamint, 10/12/2020).

Como decimos acá: “te peinas, o te haces papelillo”. Queda claro que el proyecto “Diálogos sobre Cuba” tiene un sentido político. Sus autoras están descolocadas acerca de la realidad nacional; de poco les han servido sus visitas. Confunden el interés de un pequeñito segmento con las aspiraciones de un pueblo que lucha por edificar su presente y futuro socialista en condiciones estoicas; sin contar que hace rato dejaron de hacer ciencia para dedicarse al activismo político. Su artículo lo pone en evidencia:

¿Qué actitud han tomado los organismos regionales o internacionales frente a la violencia del Estado sobre los artistas? Según el relevamiento que pudimos hacer, y que seguramente es incompleto, de las 30 publicaciones de mayor prestigio internacional que contaron las agresiones a los miembros del Movimiento San Isidro, de ellas, 22 son de medios de Europa y Estados Unidos y 6 de medios de América Latina. Naciones Unidas no se expresó. Los organismos regionales están paralizados. Incluso, presidentes que se vanaglorian de su defensa de la libertad se quedaron callados. La izquierda latinoamericana parece haberse quedado atrapada en los años 70. Nada de los sucesos que las matrices: Rusia y China, adoptaron para sobrevivir, ha modificado el anquilosado ideal de una revolución fallida. Se escudan en el bloqueo y eso les alcanza para negar los fracasos que cotidianamente abruman a los ciudadanos de Cuba. En contraste, Venezuela centra la atención de medios y de políticos, aunque el sufrimiento y la represión no son muy diferentes en los dos casos.

Mientras tanto, los ciudadanos cubanos viven abrumados por la represión, la dolarización de su economía, la escasez de alimentos, la indiferencia de la región, las sanciones del gobierno norteamericano y un sinnúmero de académicos, periodistas e izquierdistas trasnochados que creen que Cuba ha alcanzado el paraíso socialista (Tedesco y Diamint, 10/12/2020).

“La mayoría de los jóvenes cubanos es revolucionaria; no pongo en duda que alguno lea sus noticias, pero a estas alturas ya se sabe de qué van”. Foto: Kaloian Santos Cabrera / Juventud Rebelde.

En el fondo comprendo que la ofuscación nuble sus sentidos: están en juego su proyecto y su más importante logro en cuatro años: identificar un “joven” dramaturgo, con talento y obra, que se dice revolucionario. Lamento anunciarles que Yunior García Aguilera, camino a los 39 años, ya no es un joven. En cuanto a la condición revolucionaria de este hombre hecho y derecho, al que jamás se le ha censurado una puesta y ha hecho causa común con anexionistas y trumpistas, prefiero remitirme a lo que puso en boca del personaje Cordelia uno de los grandes de su gremio: “El tiempo descubrirá lo que encubren los pliegues de la astucia” (“El rey Lehar”, acto I, escena I).

Bibliografía:

Shakespeare, William: “El rey Lehar”. Obras completas, Aguilar S. A. de Ediciones, Madrid, 1951.
Tedesco, Laura: “De militares a gerentes. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias en Cuba”, Nueva Sociedad (Buenos Aires), no. 278, noviembre-diciembre, 2018.  
____________ y Ruth Diamint: “Cuba ¿final a la deriva?”, Open Democracy, 2 de mayo de 2019. Disponible:https://www.opendemocracy.net/es/democraciaabierta-es/cuba-final-a-la-deriva/�� (consultado 2 / 1 / 2021).
________________________: “Atrapados en Cuba”, Open Democracy, 18 de febrero de 2020. Disponible:https://www.opendemocracy.net/es/democraciaabierta-es/atrapados-en-cuba/ (consultado 28.1.2021).
_________________________: “Cuba, la pandemia y las FAR”, Nueva Sociedad (Buenos Aires), julio de 2020. Disponible:https://nuso.org/articulo/cuba-la-pandemia-y-las-far (consultado 26.1.2021).
_________________________: “En Cuba, el unicornio azul se perdió, la Revolución también”, Open Democracy, 10 de diciembre de 2020. Disponible:https://www.opendemocracy.net/es/cuba-perdio-la-revolucion/ (consultado 29.1.2021).
_________________________: “La cobardía de la desinformación”, El Toque, 25 de enero de 2021. Disponible:https://eltoque.com/la-cobardia-de-la-desinformacion/ (consultado 25.1.2021).

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2021/02/04/filantropia-o-mercenarismo-legionarios-de-goliat-ii/

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Igualar a víctimas y verdugos: cuando la comodidad occidental se parece a la guerra

Por: Alberto Rodríguez García

«Vi a estas tropas de la Guardia Nacional en una esquina normal de una calle de Washington (…) me recuerda a las zonas de guerra que vi en Bagdad, Mosul o Faluya», tuiteaba la estrella de la CNN Wold Blitzer cuando los días anteriores a la investidura de Joe Biden la capital de los EE.UU. se llenó de reservistas que debían asegurar una transición pacífica del poder presidencial. Comparaciones como esta, la equiparación de los males estéticos del primer mundo con el horror de la guerra, tristemente se han vuelto normales en una sociedad occidental demasiado infantilizada como para discernir entre problemas menores, preocupantes y el puro horror. Una trivialización de la barbarie triste, porque esconde una mentalidad perversa: no hay más víctima que el verdugo.

Imaginen pensar que un policía o un soldado haciendo su trabajo en su país es mínimamente comparable a una fuerza invasora levantando ‘checkpoints’ con licencia para matar. Imaginen que puede haber parecido alguno entre solo tener que preocuparse por llevar la documentación encima en un momento de excepcionalidad y cargar a diario con síndrome de estrés postraumático tras dos décadas de violencia incesante. Que un estadounidense tenga miedo de su propio sistema y contrato social, no es ni remotamente equiparable a ser un iraquí que ve cómo la aviación de un país extranjero destruye su ciudad, cómo las bombas mutilan a sus familiares, cómo cada bala acaba con sus proyectos vitales y cómo toda una generación venidera nace con problemas y malformaciones por el uranio utilizado por EE.UU. durante la invasión. Es triste, pero también miserable, igualar un Estado ejerciendo el monopolio del poder en su territorio con una invasión salvaje que destruya la vida de sus nativos. Pero sobre todo es mezquino hacer esta trivialización del dolor de la víctima cuando tu país es el verdugo y tú quien justifica los crímenes.

Comparar los males endémicos de una sociedad occidental desnortada con los males de una sociedad destruída por las bombas de quienes en Occidente llegan a creerse víctimas de sus propias fantasías es algo para lo que no hay calificativo positivo alguno.

Decía Edward Said que el orientalismo permite, mediante los prejuicios eurocéntricos, justificar la dominación de los árabes y musulmanes durante el colonialismo, pero también después. Hoy, dentro del falso progresismo occidental todavía perdura ese orientalismo que además adopta formas más perversas. Y así, todos los males endémicos de nuestra sociedad decadente, individual y apática tienen que encontrar su reflejo en Oriente. El autoritarismo, la corrupción o la violencia en los países occidentales siempre tienen que encontrar su reflejo en Oriente. Los males de Reino Unido encuentran su reflejo en Irak, los de Francia en Siria, los de EE.UU. en Afganistán… y esto no es algo ajeno a España, donde hay quienes buscan el reflejo de todos sus males en Oriente, borrando todo el contexto y la historia que hay detrás.

Y así, hoy en España hay quienes tienen la poca vergüenza de comparar a sus rivales político-ideológicos no con líderes corruptos o autoritarios, sino directamente con ISIS, responsable del genocidio yazidí y crímenes tan aberrantes como asesinar a más de 1.400 chiíes en un único día. Hay quienes comparando a sus rivales político-ideológicos con ISIS, tienen la poca vergüenza de equiparar su activismo de teclado, café y sofá con la guerra, con el sacrificio de miles de hombres y mujeres que regaron con su sangre el camino que condujo a la destrucción del califato.

Hay una sociedad tan acomodada en la seguridad de Occidente que es incapaz de asumir que tiene contradicciones internas y males endémicos, propios, y que la existencia de estos no se deben a un mundo de buenos y malos ni a la importación de ideas perversas.
Pero esta equiparación, además, es sangrante porque iguala problemas minoritarios que se gestan y desarrollan en Europa con problemas graves en Oriente Medio que se gestan por contradicciones propias, pero cobran fuerza con la intervención extranjera. Porque ISIS no aparece de repente. Porque ISIS no son cuatro fanáticos con discursos de odio. ISIS cobra fuerza cuando Reino Unido, EE.UU. y España –sí, la España de Jose María Aznar– destruyen Irak dejando un Estado ingobernable en el que la insurgencia suní y la vieja guardia del baaz cobran fuerza. Una insurgencia que salta a Siria cuando por intervención extranjera el país queda arrasado. Comparar los males endémicos de una sociedad occidental desnortada con los males de una sociedad destruída por las bombas de quienes en Occidente llegan a creerse víctimas de sus propias fantasías es algo para lo que no hay calificativo positivo alguno.

El mundo ya se ha convertido en un teatro en el que la realidad a menudo es ajena a la función. Una función escrita por una sociedad tan acomodada en la seguridad de Occidente que es incapaz de asumir que tiene contradicciones internas y males endémicos, propios, y que la existencia de estos no se deben a un mundo de buenos y malos ni a la importación de ideas perversas; se debe a la existencia misma de la sociedad. Y en este espectáculo de lo grotesco, los verdugos osan presentarse como víctimas frente a un público encerrado en una burbuja que le impide ver el mundo a su alrededor. Pero el teatro no es más que una quimera. Ni el ejército en las calles es equiparable a la realidad de Faluya, ni ISIS es como un enemigo político, y es que quienes repiten esta mentira y se creen luchadores de algo, carecen de la dignidad, el coraje y la entereza de quienes en zona de guerra miran –a diario– a la muerte de frente.

Fuente: https://actualidad.rt.com/opinion/alberto-rodriguez-garcia/382151-igualar-victimas-verdugos-comodidad-occidental-guerra

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