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La teoría de la elección, el método de enseñanza del siglo XXI

Por: El Espectador/Juan Pablo Aljure

A diferencia del colegio, en el mundo real las personas necesitan saber usar los conocimientos; no es suficiente con adquirirlos. Instituciones y organizaciones alrededor del mundo trabajan por formar a estudiantes con destrezas y conocimientos que les permitan enfrentar los retos de esta época.

La mayoría de las personas que pasaron por el colegio saben lo tedioso que era tener que memorizar los 18 grupos de elementos de la tabla periódica, las tablas de multiplicar, historias como la teoría del Big Bang, las capitales del mundo, los presidentes de cierto número de países y un sinfín de conceptos que hasta hoy muchos no han utilizado. Se trataba de un método de estudio tradicional que medía al ser humano con calificaciones que valoran más su capacidad de memorizar la información, que su habilidad de ponerla en práctica para solucionar los problemas de su vida real y hacerla mejor.

Fue así como se formaron varias generaciones alrededor del mundo y como aún se siguen formando muchos niños y adolescentes, con un modelo de transmisión, repetición y reproducción de conocimiento que no logra educar a los estudiantes para vivir y desenvolverse con éxito en la era globalizada del conocimiento.

Conscientes de esta falencia, gobiernos, organizaciones e instituciones alrededor del mundo hoy les apuntan a las habilidades que una persona necesita para enfrentar el mundo real, habilidades que han sido llamadas competencias del siglo XXI. Dentro de ellas se incluyen destrezas, conocimientos y actitudes necesarias para enfrentar exitosamente los retos de esta época. Pues la globalización y el uso de las tecnologías han cambiado sustancialmente la forma en que las personas se comunican y colaboran, y, por ende, la forma en que se produce conocimiento.

No se trata de algo nuevo. Hacia el año 1965, William Glasser, médico psiquiatra y psicólogo, creó la Teoría de la elección. Dicha teoría explica el funcionamiento del cerebro, de la mente y del comportamiento humano, y plantea que las personas aprenden más y mejor cuando se retan, se motivan y actúan por su propia elección.

Para Glasser, “el método educativo tradicional castiga con bajas calificaciones y reprobación a los estudiantes que se rehúsan a aprender de memoria información, que tanto ellos como sus profesores saben que pronto olvidarán. El castigo por no aprender de memoria es una práctica educativa destructiva. Se trata de tiempo que podrían usar en la lectura, investigación de información en libros y utilización de lo que han consultado”.

Cambiar el chip de enseñanza y aprendizaje no resulta tan sencillo. Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) considera que cambiar el modelo educativo tradicional es un deber en el que todos los sectores de la sociedad a escala mundial deben intervenir si se desea una nueva generación productiva y feliz.

“El método tradicional debe ser reemplazado, ya que el desarrollo social y económico actual exige que los sistemas educativos ofrezcan nuevas habilidades y competencias que les permitan a los estudiantes beneficiarse de las nuevas formas emergentes de socialización y contribuyan activamente al desarrollo económico bajo un sistema cuya base principal es el conocimiento”, señala un informe de la organización.

Para ellos, “las personas deberán poseer un conjunto de habilidades y competencias que se ajusten a la gestión del conocimiento, que incluye procesos de selección, adquisición, integración, análisis y colaboración en entornos sociales en red. Para muchos jóvenes, las escuelas son el único lugar en el que se aprenden tales competencias”.

En Colombia, el tema no es aislado. El colegio Rochester, ubicado en Bogotá, cuenta con calidad Glasser en Latinoamérica, certificación otorgada por el Instituto William Glasser International a organizaciones educativas alrededor del mundo que basan su sistema pedagógico en la Teoría de la elección.

Para Juan Pablo Aljure, presidente de la Fundación Educativa Rochester, “los niños y jóvenes de hoy requerirán para el mañana mayores habilidades analíticas y comunicativas, capacidad para resolver problemas, creatividad e iniciativa, así como trabajo en equipo, adaptabilidad y dominio de las relaciones públicas para colaborar de manera constructiva y efectiva con otros”.

La metodología, implementada en el colegio desde 1997, permite ver cambios rápidos y evidentes como que los niños se interesan por ir al colegio, no porque de lo contrario les pongan una mala calificación, sino porque conviven en un ambiente de respeto, confianza y cooperación.

“El objetivo inicial es eliminar las relaciones de adversarios, es decir, llenas de miedo. El miedo es el enemigo del aprendizaje. Bajo estrés crónico las personas sobreviven, no aprenden. Después de esto lo que empezamos a ver es gente alegre y en ese contexto sucede todo el cambio curricular para que los estudiantes desarrollen competencias basadas en un aprendizaje útil, donde los estudiantes resuelvan asuntos de la vida cotidiana, creen soluciones, conserven la biodiversidad, tengan y mantengan una salud mental y física, aprendan a liderar sin autoritarismo, y a ser sistémicos al pensar y actuar”, puntualizó Juan Pablo Aljure.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/la-teoria-de-la-eleccion-el-metodo-de-ensenanza-del-siglo-xxi-articulo-752720

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El yoga y otras nuevas formas de enseñar

Semana Educación

En la Institución Educativa Pedro Antonio Molina, en Cali, los estudiantes de transición empiezan todos los días con una jornada de meditación en la clase. Victoria Quiñones, la profesora, toca el gong para guiar a los menores en el proceso de regular el ritmo de su respiración. Hace dos años que en este colegio empezaron a aplicar lecciones de mindfulness, que traduce algo así como “conciencia plena”, y, según los docentes, los resultados son muy positivos: los alumnos son más disciplinados, se concentran más y escuchan más a sus profesores.

Cada experto tiene su propia manera de explicar esta metodología de origen budista (es uno de los elementos del Noble Camino Óctuple), pero Jon KabatZinn, quien en los años setenta la adaptó a la tradición científica occidental como técnica para reducir el estrés, la describe como “la conciencia que surge de prestar atención sin prejuicios a lo que sucede en el presente”. El objetivo es lograr que el practicante esté plenamente consciente de lo que sucede dentro de su mente para entenderse mejor y regular sus emociones. Desde entonces, el mindfulness ha venido adquiriendo cada vez más adeptos.

Steve Jobs la usaba para tomar decisiones. El director de cine David Lynch dice encontrar creatividad y felicidad en ella y el periodista Anderson Cooper habla de cómo le cambió la vida. Además, gigantes empresariales como Google o Apple imparten talleres de esta técnica para sus empleados. Y aunque la mayoría de practicantes son adultos, los más jóvenes  tampoco son ajenos a esta tendencia. En países como Estados Unidos, Reino Unido o Australia muchas escuelas lo incluyen dentro de su programa educativo.

En Colombia, además del Colegio Pedro Antonio Molina, otras 31 instituciones en todo el territorio han trabajado con la fundación Respira, que fomenta la práctica de mindfulness en el aula. La fundación trabaja con los profesores de las es- cuelas que quieran participar en el pro- ceso y los acompaña para que sean ellos mismos quienes luego trabajen la técnica con sus alumnos y también, muchas veces, con los padres de familia. La Universidad del Rosario tiene un Centro para Mindfulness, que surgió como cursos para los estudiantes de Medicina por “la importancia que tiene para los médicos el manejo del estrés y la necesidad de formar profesionales más cercanos a sus pacientes”, asegura Alexander Streubel, director del centro. Actualmente, los cursos se extendieron a todos los miembros de la comunidad, incluyendo docentes y empleados administrativos.

El aquí y ahora

No es solo el mindfulness; en el mundo están de moda las pedagogías que promueven la introspección del alumno, la meditación y trabajar en su felicidad. Es lo que muchos llaman las técnicas de “el aquí y ahora”, que pretenden concientizar a las personas de su propio cuerpo y emociones. Desde una perspectiva psicológica, la idea es “que los jóvenes se enfoquen en el presente, pues cuando piensas mucho en el futuro o en las cosas que no logras, solo aumentas tus respuestas emocionales”, cuenta Tabata Cuervo, especialista en psicología clínica y coordinadora de Tu Línea Amiga, de la Universidad de La Sabana.

Algunos colegios usan el yoga, por ejemplo, como técnica para mejorar la concentración y la convivencia. El año pasado, Alexander Rubio, docente del colegio Rodrigo Lara Bonilla, fue uno de los 50 nominados al Global Teacher Prize por su trabajo de yoga con estudiantes de Ciudad Bolívar. En esta institución, los alumnos de bachillerato tienen cuatro horas semanales de yoga como parte integral de su currículo. De hecho, el año pasado rompieron el récord Guinness  de la clase de yoga más larga del mundo, con 36 horas seguidas.

Esto ha logrado, primero, fomentar el sentimiento de pertenencia de los estudiantes, como cuenta Rubio. “Cuando se habla de los estudiantes de un colegio público en Ciudad Bolívar, muchas veces el rótulo que reciben es de ‘ñeros’. Pero el récord se ha vuelto un factor de orgullo para los chicos, e incluso una opción de vida: muchos se han convertido en instructores de yoga”.

También ha incidido directamente en la mejora de la convivencia sana y pacífica en el colegio. “Nosotros les enseñamos a tomar decisiones diferentes por medio de la respiración. Acá, el medio les impone que sean violentos, pero con este tipo de trabajo les enseñamos a ser muy sensibles, pacíficos y tranquilos”, agrega el profesor. De esta manera, el bien- estar interno de los alumnos los ayuda a afrontar la vida más relajados.

Una generación hiperestresada

Varios estudios apuntan a que en los últimos años ha crecido la tasa de depresión, ansiedad y suicidios entre los niños y jóvenes de todas partes del mundo. En Colombia, el 44,7 %  de los menores entre 7 y 11 años tienen por lo menos un síntoma de un trastorno mental, según la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015. Los síntomas más reportados son: lenguaje anormal (19,6 %), asustarse o ponerse nervioso sin razón (12,4 %), presentar cefaleas frecuentes (9,7 %) y jugar poco con otros niños (9,5 %).

“Lo que está pasando actualmente es que el mundo tecnológico te lleva a que no tengas que hacer un esfuerzo. Antes, para conseguir una información, necesitabas ir por el libro, averiguar dónde encontrarlo, leerlo; ahora todo está en internet. Se ha descubierto que los celulares generan un bienestar inmediato, por lo que los nativos digitales no aprenden a vivir un proceso para conseguirlo”, dice Tabata Cuevo.

El problema con esta autopista de satisfacción inmediata es que las nuevas generaciones se estrellan cuando encuentran una barrera y no saben cómo manejar esa frustración. No en vano las universidades en Estados Unidos están creando cursos, talleres y programas para compartir experiencias vergonzosas, disminuir la presión por sacar notas perfectas y enseñarles a los jóvenes cómo enfrentar el fracaso.

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“Puede haber una cuestión de insatisfacción. La ciencia y la tecnología han avanzado mucho y, aún así, no sentimos que seamos más felices. Todo eso que hemos creado no nos da más tranquilidad”, opina Matthias Rüst, cofundador de Respira en Educación. “Ahí es donde desempeñan un papel fundamental estas técnicas de conciencia plena, porque aquí la satisfacción viene de adentro, no depende de lo exterior”.

De hecho, usar técnicas como el mindfulness o el yoga en el colegio ha demostrado mejorar las competencias socioemocionales de los estudiantes y varios estudios apuntan a esta dirección. Por ejemplo, una investigación publicada por Clinical Child Psychology asegura que el yoga mejora la autoestima, la relación con los padres, los problemas para enfocarse y la ansiedad de niños con déficit de atención. Otro artículo del Journal of Child and Family Studies subrayó que el mindfulness aplicado a niños de entre 9 y 13 años disminuye los problemas de concentración, de ansiedad y de comportamiento. Más allá de los datos científicos, son los profesores los que avalan estos beneficios que han podido comprobar en el interior de sus clases. En el colegio Pedro Antonio Molina, cuando el salón está muy “alborotado”, la profesora pone a los niños a meditar, aunque ya han logrado que ellos mismos lo hagan solos para tranquilizarse. Los que están inquietos o deprimidos se sientan a ver una botella de agua revuelta con tierra o con escarcha —un ejercicio tradicional del mindfulness—. Esta es la representación de su mente, turbia y agitada. Y se quedan callados, controlando su respiración, mientras la escarcha se asienta y el agua que estaba oscura empieza a aclararse. Como su mente cuando se calman y empiezan a tener más claridad. Así hasta que se tranquilizan, sin que nadie les diga nada.

Este artículo hace parte de la edición 28 de la revista Semana Educación. Si quiere informarse sobre lo que pasa en educación en el país y en el exterior, suscríbase ya llamando a los teléfonos (1) 607 3010 en Bogotá o en la línea gratuita 01 8000 51 41 41.

Fuente del articulo: http://www.semana.com/educacion/articulo/nuevas-alternativas-de-ensenanza-que-se-crean-en-el-aula-yoga/554485

Fuente de la imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2018/1/22/554477_

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Malestar docente

13 de diciembre de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org/

Por: Luz Amparo Martínez

Estrés, profesores internados en clínicas de reposo, síndrome de de “Burn- Out”  ¿sensacionalismo o realidad?.

Investigaciones recientes sostienen que la docencia hoy en día debe ser asumida como una profesión de riesgo en tanto se constituye en uno de los colectivos profesionales más afectados por la depresión, el estrés y el  síndrome denominado “burn-out” (estar quemado). Un tema que en la prensa nacional con mayor frecuencia lo encabezan titulares como: “La salud mental de los maestros”, “Profesores internados en clínicas de reposo”, o “Los maestros se están enloqueciendo”.

Esta última afirmación, llevó a la Universidad de Los Andes a adelantar un estudio sobre los maestros de Bogotá con el propósito de analizar factores que afectan su bienestar psicosocial y su desempeño laboral. En este trabajo se identificaron diferencias entre la salud física, emocional y psicológica de los docentes; sin embargo, no se encontraron niveles de perturbación significativos y, por el contrario, se identificó una tendencia hacia el bienestar y un alto uso de estrategias para enfrentar dificultades de forma exitosa.

¿Se trata de prensa sensacionalista? ¿Un asunto sobredimensionado por los grupos sindicales? Lo cierto es que el tema está tan extendido dentro del magisterio que los mismos docentes lo consideran normal, como algo propio de la actividad que desarrollan.

Emilio Tenti,  reconocido sociólogo experto en temas de política educativa y condición docente presenta un indicador que podríamos asociar al malestar docente: solo el 35% de los docentes mexicanos, el 45% de los argentinos y el 53% de los brasileros, aspiran a seguir trabajando como docentes en el aula.

El tema que desde luego requiere prudencia en los análisis dado que sus causas admiten un sin número de explicaciones que van desde la sociología, pasando por la psicología, hasta la política educativa, y cuyo peso específico cambia según los contextos, se asocia principalmente a las condiciones de trabajo del sector docente en las que existe una distancia enorme entre el ideal y la realidad de su práctica, a menudo decepcionante, dado el estado de algunas instituciones educativas, la falta de recursos pedagógicos, la exigencia de atender a muchos estudiantes por curso, el desinterés de aprender de los alumnos y las condiciones de pobreza de los jóvenes y sus familias. A esto se suma que sobre ellos recae la culpa por los malos resultados de los estudiantes.

Sin embargo, desde hace algunos años se ha venido consolidando una tendencia a superar la visión de sobrevalorar el peso de los resultados de los alumnos en pruebas estandarizadas, dando importancia a trabajar sobre otros asuntos como la actitud de los docentes respecto a las nuevas generaciones, el impacto de los cambios tecnológicos sobre la autoridad de los docentes para trasmitir conocimientos, el déficit de sentido de la transmisión de contenidos intergeneracionales, el lugar subalterno de la escuela para trasmitir conocimientos socialmente significativos. Todo esto expresa que el modelo educativo tradicional está agotado y por ende las estrategias para evitar el fracaso escolar requieren ser renovadas de manera conjunta con los maestros.

En Colombia claramente damos un paso atrás de ésta tendencia e ingresamos al círculo de países que paga por resultados; el Ministerio de Educación Nacional decreta en febrero de 2015, el Día de la Excelencia cuyo propósito es que cada colegio responda por la resultados académicos de sus alumnos medido en las Pruebas Saber, y otros indicadores de progreso, eficiencia y ambiente escolar. Si el colegio mejora recibirá un premio: “Desde el vigilante hasta el rector tendrán un salario adicional”. Maestros, sindicatos y líderes de opinión han manifestado su voz de protesta sobre las implicaciones de poner en marcha un decreto sin consultarlo con los maestros, y el riesgo de continuar reproduciendo desigualdades pues es probable que los mejores mejoren y sean ellos quienes reciban los incentivos.

Otro fenómeno asociado a la figura del docente, documentado por el PNUD se refiere a los actores sociales más influyentes en la definición de expectativas de futuro de los jóvenes. Los profesores se encuentran en los lugares más bajos de la escala en comparación con la familia, los amigos y la experiencia de vida.

En síntesis, la situación actual de los docentes parece ser muy distinta a la de décadas anteriores, los jóvenes ya no los reconocen como “modelo”, proyectan su vida a partir de otros patrones sociales, los gobiernos orientan sus políticas a contracorriente de las nuevas tendencias y sin consultar a la comunidad educativa; estas nuevas condiciones  generan malestar, crisis de autoridad pero al mismo tiempo la posibilidad de entender el nuevo sentido de la acción docente.

Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/malestar-docente

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Entrevista a Joan Riart Vendrell: “Los docentes son uno de los colectivos más propensos a tener estrés”

08 mayo 2017/Fuente: Blog Tiching

¿Qué es eso del estrés?
El estrés es una conducta generada por una tensión entre las demandas del entorno y la capacidad de respuesta de la persona. Estas demandas pueden ser desde agresiones a felicitaciones. Crean tensión y la capacidad de respuesta tiene que ser proporcional a la demanda.

¿Y cómo funciona exactamente?
El estrés yo siempre lo he enfocado como una línea de energía. Cuando está muy baja o muy alta, estamos en una zona de distrés, de distorsión. Y en la zona media está lo que se llama eustrés, el estrés bueno, de afrontamiento suficiente, enérgico y estimulante.
Por tanto hay que tener recursos para tener controlada esta línea y que si va ascendiendo la tensión, puedas amortiguarla y controlarla.

¿Hasta qué punto puede tener importancia el estrés en la vida laboral de los docentes?
Tiene muchísima importancia. El mundo laboral docente es uno de los colectivos que tiene propensión a tener más estrés. Por lo tanto, es uno de los sectores a los que hay que mimar especialmente. Hay muchas bajas que, en el fondo, lo que está detrás es el problema del estrés laboral.

¿Y se aborda el tema del estrés en el mundo educativo?
En el mundo educativo hay dos dificultades para abordar este tema. Por un lado, el estrés es percibido como un síntoma de debilidad. Los profesores, de vez en cuando, se enfrentan a situaciones complicadas, y es muy difícil que puedan admitir que uno mismo es débil.

Y la otra grave dificultad es que se interpreta como una falta de habilidad para asumir responsabilidades. Es decir, si yo reconozco que estoy estresado estoy reconociendo que no soy hábil gestionándome a mí mismo, y por tanto, tampoco para asumir responsabilidades.

Podría decirse que la presión que supone el trabajo de profesor es un factor que propicia el estrés, ¿no?
Exactamente. Hay diferentes elementos estresores en el entorno educativo, como son el propio centro o la gestión de las administraciones.

¿Y cuáles son los principales factores que potencian la aparición del estrés?
A nivel objetivo, podríamos decir que hay un triángulo: el alumnado, los padres y los propios colegas.

¿Por qué esos tres?
El alumnado es un núcleo que estresa mucho. Esto ya se sabe. El maestro se siente frente al alumno como un modelo de conducta. Y al sentirse así, tiene una dosis añadida de tensión respecto a lo que está enseñando. El otro foco son los tutores legales de los niños. Cuando el objetivo común, que es la educación del hijo, se pierde, se enfrentan los progenitores con los educadores.

¿Y el tercer elemento?
Son los compañeros educadores, una fuente de estrés alta. Hay una necesidad inconsciente de dominio, de querer ser respetado, etcétera. Entonces ponerse de acuerdo y saber ceder a veces se hace difícil. Este también es otro punto de generación de tensión innecesaria.

¿Ve sensibilizado al colectivo con la importancia de este tema?
El colectivo está relativamente sensibilizado. Se habla a nivel docente de que se está estresado, pero es difícil reconocerlo en uno mismo y siempre se habla con el sentido vulgar de la palabra estrés, que se utiliza como sinónimo de cansancio o tensión. Consideran que tienen tendencia a tener problemas, pero a veces el estrés no se reconoce como la fuente que está en el fondo de todo.

Entonces, ¿sería necesario sensibilizar en torno a los efectos del estrés?
Sí. Creo que la formación del docente sería uno de los puntos clave. Tanto en magisterio como en los masters de capacitación para la docencia, yo pondría el control del estrés como una formación obligatoria, para disponer de recursos para saber afrontarlo.

¿Y cómo cree que pueden los profesores gestionar ese estrés y mitigar sus efectos?
Hay muchos recursos. Unos propios del sujeto y otros más protectores a nivel social.

¿Podría enumerar algunos de esos recursos propios?
Son muchos. Desde la educación nutricional hasta dormir adecuadamente. Además de gestionar bien el tiempo de ocio, saber recuperar las energías que se gastan diariamente, saber gestionar cuerpo y mente, aprender a gestionar las relaciones humanas y esforzarse para ser feliz. De hecho, ¿sabes cuál es la mejor actividad física y mental?

¿Cuál?
El chi kung. Mejor incluso que el tai chi. Son ejercicios muy suaves pero también muy energizantes.

¿Y cómo podrían los centros prevenir la aparición de estrés entre sus trabajadores?
En alguno de los trabajos que hicimos en el GRELDO, uno de los elementos más estresantes para los docentes era la propia dirección del centro educativo, la gestión de su equipo directivo. Esta es una de las piezas claves, y precisamente es uno de los elementos que habría que trabajar.

¿Algún otro elemento a destacar que produzca estrés en los docentes?
Otro punto que recuerdo que se señalaba como estresante era la ineficacia de las reuniones.

¿Cómo puede el estrés docente afectar a la educación emocional del alumnado?
Afecta desde el punto de vista de que el alumno aprende las actitudes de aquel que tiene delante. Es objeto de imitación. Por tanto tiene que ser una persona con una ética muy coherente. Es un trabajo muy importante, para que el alumno se sienta reflejado y haga un aprendizaje también coherente.

Fuente:http://blog.tiching.com/joan-riart-vendrell-docentes-colectivo-propensos-estres/

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Chile: Experto valora positivamente la eliminación de las tareas escolares en Las Condes

Chile/02 marzo 2017/Fuente: biobiochile

El doctor en educación y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Jaime Retamal, califica como “extraordinaria” la medida anunciada por el alcalde Joaquín Lavín, de terminar con las tareas para la casa desde kínder a 8° básico en las escuelas de Las Condes.

Según el especialista, las tareas “no aportan académicamente a los estudiantes” y perjudican el tiempo libre que es fundamental para el desarrollo de jóvenes y niños, asegura.

“Considero que los niños hoy ya están sometidos a una jornada escolar extensa y requieren de un tiempo familiar al llegar a su casa. No queremos que la tarea tope con momentos familiares”, dijo el edil al presentar la iniciativa.

Retamal reveló que Chile ya contempla que los estudiantes pasen una gran cantidad de horas en el colegio, en comparación a otros países. “En enseñanza básica, reportamos 6.231 horas versus Finlandia que, con nueve años de educación básica, reporta 3.794 horas solamente”, indicó.

A lo anterior, le especialista agregó que “los padres también tienen derecho a compartir el tiempo con sus hijos como quieran hacerlo, al interior de sus familias”.

Añadió que “el tiempo libre no es necesariamente tiempo perdido. También se puede utilizar de manera productiva”, dijo, en alusión a aprendizajes que pueden obtenerse fuera del currículo escolar, como lo estipula esta medida.

Por esto, el académico llamó a “ocupar el tiempo de manera inteligente, para que el ritmo escolar, como dicen los franceses, sea adecuado para los niños y los jóvenes, y no uno asociado a producción de resultados”.

Estrés por imposición de resultados

En ese sentido, Retamal criticó que “en muchos colegios, lo que buscan es producir resultados para las pruebas Simce y PSU”.

Además, aseguró que está demostrado que transformar a las escuelas en una unidad para competir y “en una fábrica de resultados produce mucho estrés en los estudiantes y no educación”, calificándolo como “pedagógicamente contraproducente”

Finalmente, concluyó que la medida impulsada en la comuna de Las Condes es una buena oportunidad para hablar del sentido de la educación.

Fuente: http://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2017/03/01/experto-valora-positivamente-la-eliminacion-de-las-tareas-escolares-en-las-condes.shtml

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El profesor cierra los ojos

22 de febrero de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org

Por: Miyer Pineda Pineda

Reflexiones de un profesor en medio de su ajetreado salón de clases.

El profesor cierra los ojos. Está agotado. Piensa en el momento en el que se metió en esto. Sonríe. No es para tanto (¿En verdad no es para tanto?). Comprende que ser profesor implica un diario ejercicio de reflexión sobre lo que significa entrar a un aula: ese espacio de construcción de sentido, ese espacio de construcción de lo humano. Se olvida del mundanal ruido; intenta recordar la imagen de su maestro favorito, aquel que se alejaba del concepto de profesor, o de docente, o de “facilitador”, (uno de sus jefes insiste en llamarlos así, porque las nuevas teorías dicen que así hay que llamarlos ahora). El profesor está cansado, imagina a Sócrates, -no como “corruptor” de menores sino como “facilitador”-; imagina a Cristo rodeado de algunas personas, lo imagina como “facilitador”, luego como profesor, finalmente como maestro, sobre todo cuando dicen que dijo: “Mi reino no es de este mundo”.

Intenta recordar a sus maestros de escuela o de colegio; uno que otro resalta en su memoria; había una profesora que golpeó a un par de niños con un palo de rosa; hubo otro que hizo lo mismo con un compañero de curso (incluso a él lo golpeó en dos oportunidades: puño en esternón). Uno más fue alcalde de la ciudad.  A los demás se los tragó el olvido. Se concentra en los que se alejaban de ser olvido y tristemente confirma que comienzan a desvanecerse. Los defiende; debieron ser importantes para alguien, para algún estudiante. Les reconoce el valor de haberlo soportado en clase; en soportar su inmadurez, su lento crecimiento. Luego, pasa a la Universidad. Allí sí hubo un maestro que se encumbró sobre los demás profesores. Era caleño y era poeta; contaba que había sido alumno de Estanislao Zuleta.

Se repite aquella conclusión: ser profesor implica un diario ejercicio de reflexión sobre lo que significa entrar a un aula: ese espacio de construcción de sentido, ese espacio de construcción de lo humano, a través del poder de la palabra.

El profesor cierra los ojos. Está cansado pero debe continuar. Tanto por calificar, por corregir, tantos formatos por llenar. Además debe dedicarle algo de tiempo a su familia. Se imagina a Sócrates llenando formatos (castigo para un ágrafo); se imagina a Aristocles llenando formatos, se imagina a uno de sus estudiantes estrella -Aristóteles- llenando formatos. Recuerda haber leído en algún libro que Aristóteles tenía unos 16 años cuando conoció a Platón, quien a su vez conoció a Sócrates. Se pregunta: ¿En qué momento ser maestro se volvió llenar formatos? Quiere continuar leyendo la novela de Padura; le dijeron que es mejor que cualquier libro de Isabel Allende; quiere leer algún libro de pedagogía aunque uno de sus compañeros le dijo que “la pedagogía se la habían inventado para los malos profesores”; quiere ver la película que le prestaron y que le va a cambiar la vida. Piensa que la escuela sería mucho mejor si profesores, directivos y estudiantes, tuvieran derecho a ver al menos una película a la semana: ¿cómo cambaría la visión de mundo de docentes y alumnos con 40 películas al año?  El cine como estrategia para taladrar la rutina. Ahora lo entiende, o cree que concluye algo: sus mejores maestros fueron esos con los que siempre estuvo solo, puliendo sus demonios, sus fantasmas interiores, los que lo atravesaron con el asombro. Comprende que, si en ese momento tuviera que elegir a un maestro, éste sería Carl Sagan o quizás Condorito; aprendió mucho de ‘Cosmos’: lo asombraba. Condorito era el humor, y a veces la ironía. Asombro, humor, ironía… ¿Y si el gran Carl Sagan le hubiera dado clase en el aula, él, como estudiante, se habría dado cuenta? Delira. Fantasea. Eso hacemos los seres humanos todo el tiempo. Recuerda que su mejor maestro de la universidad terminó siendo su amigo, y que las conversaciones que sostuvo con él eran más productivas que muchas clases magistrales de otros docentes. Esa es otra clave. El aula: ese espacio de construcción de sentido, ese espacio de construcción de lo humano… se dignifica a través del diálogo. Pero en una educación diseñada a tal punto que pareciera evidenciar que a través de los formatos cultiva un acelerado fetichismo temático, ¿cómo acercarse al diálogo?

El profesor abre los ojos. El asombro y el humor. Piensa que debe intentar en las semanas que vienen ser como Carl Sagan mientras busca alguna sonrisa; mientras cumple el papel de facilitador; mientras algunos de sus estudiantes fuman marihuana en los baños, o andan conectados todo el tiempo, explorando múltiples formas de alienación. Mientras hace el papel de portero, enfermero, psicólogo, chofer, prestamista (algunos alumnos le deben dinero), y hasta de sparring de alguno de sus compañeros al que le cayó mal desde el principio porque vio su llegada al colegio como una competencia o algo así… “Ese es el sino del poeta”, habría dicho su maestro de universidad, y luego habría citado a Borges o a Zuleta, o sabrá Dios a qué otro sabio; quizás habría citado el mismo refrán que utilizó Sagan en El mundo y sus demonios: “Enciende una vela en lugar de maldecir la oscuridad”. Ahora recuerdo que en el prefacio de este libro, Sagan destroza a sus maestros; solo valora a algunos de los que le enseñaron a nivel universitario.

El profesor cierra los ojos; mientras el tiempo pasa y piensa que debe hacer lo posible para que a él no le suceda lo mismo… es decir, no quiere ser olvido en la mente de sus estudiantes. Se repite aquella conclusión: ser profesor implica un diario ejercicio de reflexión sobre lo que significa entrar a un aula: ese espacio de construcción de sentido, ese espacio de construcción de lo humano, a través del poder de la palabra.

Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/el-profesor-cierra-los-ojos

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El estrés y el cerebro

Por Eduardo Calixto

Tener estrés no es malo, un desencadenante de tensión promueve un estado inmediato para poner atención, el corazón late con más fuerza y rápido para alimentar a nuestro cerebro y músculos, podemos correr más rápido, pensar en detalles quitándonos objetividad.  La sensación de que el tiempo puede pasar más rápido es común, y aparece una frecuente tensión emocional de tratar de encontrar salidas, respuestas o ideas para evitar las emociones negativas al evento que lo desencadena. Es decir, el estrés agudo prepara un cerebro para un mejor rendimiento. Sin embargo, el problema radica cuando este estrés dura más de ocho horas, lo cual indica que fallamos para adaptarnos al proceso.

EL ESTRÉS CRÓNICO, UN PROBLEMA DE SALUD

El estrés nos predispone a padecer desde diarreas o cuadros gripales, hasta con el inicio y agravamiento del cáncer. 

De 10 personas que acuden a una consulta médica, 8 tienen un problema de salud relacionado directa o indirectamente con el manejo inadecuado del estrés crónico. El estrés nos predispone a padecer desde diarreas o cuadros gripales, hasta con el inicio y agravamiento del cáncer. El nivel elevado de cortisol es el marcador de un estrés crónico. Este exceso hormonal es el responsable de dolores de cabeza repetitivos, relacionado a la obesidad reactiva, que se genera por comer mucho ante problemas; osteoporosis o pérdida de hueso que es muy grave en personas con menopausia; colitis o inflamación del intestino grueso lo cual es común en personas que se preocupan demasiado. Algunos signos del estrés es el frecuente mal humor, agotamiento constante, perder la concentración de lo que se hace hasta olvidar cosas. Estos datos asociados a tensión emocional y preocupaciones incontrolables. Incluso, el estrés se ha asociado al inicio de padecimientos como esquizofrenia, trastorno bipolar y el inicio de adicciones a sustancias.

¿QUÉ SUCEDE EN EL CEREBRO CUANDO ESTAMOS EN UN ESTRÉS CRÓNICO?

El resultado de elevar el cortisol en la sangre es incrementar los niveles de glucosa para todo el cuerpo, para que todos los órganos trabajen con mayor eficiencia, lo cual es adecuado en tiempos cortos y no por horas y menos por días.

El estrés es una respuesta fisiológica que otorgamos ante lo inesperado o ante condiciones que nos resulta peligrosas en la vida. El cerebro es el órgano que inicia, lo mantiene y lo hace crónico. Son varias estructuras neuronales que están involucradas con el estrés: el hipotálamo detecta cuando comemos, dormimos, inicia el reflejo de tener sed. Es nuestro reloj interno y al mismo tiempo el generador de las sensaciones de deseo sexual y necesidad de descanso. El hipocampo, estructura que memoriza y ayuda al aprendizaje, compara nuestras experiencias y contrasta lo que analizamos. La amígdala cerebral que genera las emociones que amplifican señales y al mismo tiempo disminuyen nuestros procesos inteligentes. El giro del cíngulo que se la pasa analizando las emociones de quien está frente a nosotros y una estructura denominada Ínsula que analiza por sí sola el dolor y su interpretación conductual.  Cuando estas estructuras detectan algo anormal, se envía una señal a la hipófisis que a su vez activa por vía hormonal a unas glándulas que están arriba de los riñones, las cuales se denominan glándulas suprarrenales. Éstas responden liberando la hormona llamada cortisol, la cual es un activador a mediano largo plazo de nuestro organismo.  El resultado de elevar el cortisol en la sangre es incrementar los niveles de glucosa para todo el cuerpo, para que todos los órganos trabajen con mayor eficiencia, lo cual es adecuado en tiempos cortos y no por horas y menos por días. Por ejemplo, esto genera indirectamente que el cerebro quede sobre-activado y no pueda dormir en la madrugada (cuando nos despierte cualquier sonido) ya que estamos sobre-alertados, la mayoría de las cosas se interpretarán como peligro o amenazas. Si esto dura semanas o meses, el cerebro comienza a cambiar: el cortisol puede matar neuronas del hipocampo, disminuyendo la capacidad de memorizar. Los primeros resultados adversos de tener un estrés crónico es disminuir la memoria. Además, el estrés crónico disminuye la respuesta inmunológica cuya consecuencia es predisponer a enfermedades infecciosas o auto-inmunes. Una huella biológica del estrés es que este puede cambiar algunos genes y que estos se vean afectados en futuras generaciones predisponiendo a nuestros futuros hijos a padecer con mayor facilidad el estrés.

 

Estudios en cerebros de personas que estuvieron en los campos de concentración nazi en la segunda guerra mundial demostraron que el común denominador era el estrés crónico. En todos, sin excepción, se demostró que las neuronas del hipocampo mueren repercutiendo negativamente en la memoria. En consecuencia, la persona con estrés crónico se hace olvidadiza con emociones están a flor de piel: es fácil llorar o enojarse ante pequeños detonantes.

En el estrés crónico gradualmente la protección del cerebro se va perdiendo. La barrera hematoencefálica y las células que protegen a las neuronas conocidas como glía, con el estrés disminuyen, las neuronas son, en estas condiciones, vulnerables a ataques nocivos de toxinas y sustancias inflamatorias. Este proceso es el inicio de tumores, infecciones cerebrales o enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple.

MUERTE DE NEURONAS Y OTRAS CÉLULAS POR EL ESTRÉS

Específicamente en  el estrés, la muerte neuronal es consecuencia de dos eventos:

1) se incrementa la producción de radicales libres, unas partículas que agreden a las membranas celulares.

2) El incremento de la entrada de calcio a las neuronas, generando una señal de muerte a mediano plazo. Tratando de activar nuestro cerebro, el cortisol resulta ser tóxico a largo plazo.

Además de las neuronas, cuando las células del cuerpo se encuentran en estrés, cambian su división celular. Es decir, es como si decidieran ya no dividirse, prefieren morir. La parte que tiene la información genética en los cromosomas, que tienen nuestro ADN, cambian su lectura y protección. Una célula se hace vulnerable, ya no se divide y muere más rápido. Este proceso lo llevan a cabo células del sistema inmune, musculares, vasculares y de glándulas que producen diversas hormonas.

APRECIACIONES FINALES

Un estrés agudo, que se resuelve a corto plazo puede ayudar a la memoria, en contraste un crónico es fatal para el proceso de recordar detalles. El estrés a etapas más tempranas por ejemplo en niños, es un factor que favorece aun más la muerte neuronal y la perdida de la memoria. La tensión constante es perjudicial para el cerebro como para el sistema circulatorio, inmunológico y endocrino. Lejos de un estigma de moda y efímero, el estrés crónico deja huellas permanentes. La buena noticia es que podemos controlarlo. Haciendo ejercicio, meditando, descansando y una dieta adecuada ayudan. Lo importante es saberlo detectar y ser honestos para aceptar que se esta en su presencia y pedir ayuda profesional si es necesario.

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/blog/neurociencias-en-la-vida-cotidiana/el-estres-y-el-cerebro/1085949

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