América del sur/Colombia/12 Agosto 2017/Autor y Fuente: Semana Educación
Las competencias socioemocionales se han convertido en un tema de agenda. Es por eso que varios expertos como Alejandro Adler, director de Educación Internacional del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania, recomiendan potenciarlas.
La educación se ha convertido en la semilla de la esperanza para reconstruir el país. Es por eso que en tiempos del Posacuerdo, el acceso a una formación de calidad es la oportunidad fundamental para garantizar una paz sostenible que asegure un proyecto de vida digno para todos los colombianos.
Bajo esta premisa de construir el ciudadano que queremos para que enfrente este nuevo contexto, Semana Educación celebrará la Cumbre Líderes por la Educación 2017, el evento más importante del sector educativo.
La Cumbre tendrá lugar los días 20 y 21 de septiembre en el Cubo de Colsubsidio en Bogotá y contará con la participación de expertos nacionales e internacionales que debatirán sobre el estado de la educación en el país y en el mundo.
Uno de los exponentes más reconocidos es Alejandro Adler, director de Educación Internacional del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pensilvania. Originario de México, Adler es licenciado en Psicología y en Economía, y tiene una maestría y un doctorado en Psicología, todos de la Universidad de Pensilvania. Actualmente es uno de los 60 miembros del Grupo Internacional de Expertos en Bienestar de las Naciones Unidas – un grupo de expertos internacionales de distintas disciplinas que trabajan con las Naciones Unidas para implementar un nuevo paradigma de desarrollo basado en el bienestar.
El experto trabaja con los gobiernos de Bután, Nepal, India, México, Perú, Emiratos Árabes Unidos, Australia, Jordania y Colombia, entre otros, y sus proyectos infunden en los currículos escolares de estos países habilidades para la vida basadas en la psicología positiva. Además, miden el impacto que tienen estos programas en el bienestar de los jóvenes, en su desempeño académico y en otros resultados positivos de vida. De acuerdo con Adler, “para disfrutar de una Colombia que florece hay que plantar las semillas de la educación positiva”.
Semana Educación lo entrevistó para conocer más sobre la importancia de las habilidades socioemocionales y la educación positiva.
Semana Educación (S.E.): ¿Qué es la educación positiva y cómo puede contribuir al desarrollo de futuros ciudadanos?
Alejandro Adler (A.A.): Es un modelo que enseña las habilidades para la vida y el bienestar, junto con el desempeño académico tradicional como las matemáticas, las ciencias, la alfabetización, y demás disciplinas. Esta formación integral permite que cada individuo se desarrolle a su máximo potencial, y por ende que la sociedad entera florezca. En un mundo como el de hoy, ha nacido la necesidad de tener ciudadanos con valores, actitudes, habilidades y el conocimiento para tomar las mejores decisiones para sus propias vidas y para la sociedad entera. La última década de estudios nos han revelado que las habilidades para la vida y el desempeño académico no son mutuamente excluyentes, todo lo contrario: el bienestar potencia el desempeño académico y, eventualmente, el laboral. Y no sólo eso, sino que las habilidades para la vida incrementan el bienestar integral del ser humano y promueven comportamientos prosociales, mejor salud física, y mayor civismo en general. En conclusión, podemos decir que buenos ciudadanos crean el terreno fértil para una sociedad civil y educada.
S.E.: ¿Por qué es tan importante apostarle al desarrollo de competencias blandas y habilidades socioemocionales ahora?
A.A.: El mundo está cambiando a un ritmo vertiginoso que no tiene precedentes. Además, la mayoría del conocimiento que tenemos hoy será obsoleto dentro de diez años. Lo que nunca será obsoleto es el repertorio de las habilidades para la vida que lleva cada persona, que incluyen las habilidades sociales y las emocionales junto con las cognitivas. Lo esencial es que los estudiantes de hoy aprendan siempre a seguir aprendiendo a través del pensamiento crítico, de la resolución de problemas, de la innovación, del liderazgo y demás habilidades, adaptándose a un mundo que seguirá cambiando a un ritmo cada vez más acelerado. Necesitamos un paradigma educativo que se complemente con la fomentación de habilidades para la vida entera.
S.E.: Décadas de investigación han permitido identificar qué habilidades para la vida contribuyen a incrementar el desempeño académico. Son famosos los ejemplos de países como Bután. ¿Cómo podemos aplicar la metodología de la educación positiva en Colombia?
A.A.: Algo que nos han enseñado décadas de estudios de la psicología cultural es que los humanos de distintas culturas tienen más en común de lo que los distingue. En otras palabras, los humanos son humanos, independientemente de que estén en Bután o en Colombia. Por supuesto que es absolutamente esencial adaptar cualquier programa o intervención al contexto y a la cultura local, pero las habilidades para la vida plena y para la mejora del desempeño académico han resultado ser las mismas, ya sea en Bután, en México, en Dinamarca o en Colombia. Lo que cambia es el embalaje de estas habilidades universales y perennes. Mientras que las habilidades para la vida y para el éxito académico y profesional – como la comunicación efectiva, la resiliencia, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, la gratitud, y demás – son las mismas alrededor del mundo, la manera en cómo se enseñan y cómo se aprenden varía, pues tienen que resonar con el contexto y la cultura local para que tenga relevancia en la vida de los estudiantes y que tenga sentido dentro de su manera de entender el mundo.
S.E.: El tema de la resiliencia es muy significativo para el contexto en Colombia. ¿Cómo hablar de resiliencia en la educación para poderla implementar?
A.A.: Durante los últimos 20 años hemos visto que la resiliencia le permite, de un lado del espectro, a jóvenes afortunados a enfrentar los desafíos de la vida con mayor sabiduría, y del otro lado, a jóvenes que han salido de conflictos armados a reintegrarse de manera exitosa en la sociedad, previniendo su reclutamiento futuro por grupos armados. La resiliencia es la capacidad de poder enfrentar los desafíos de la vida y de poder rebotar de ellos. Esto aplica a un desafío tan cotidiano como un desacuerdo con un amigo, hasta algo tan traumático como estar expuesto a la guerra durante años. Afortunadamente, existen habilidades cognitivas, emocionales y conductuales que incrementan la resiliencia del individuo y de la sociedad, y estas se pueden enseñar y aprender a cualquier edad. Ya que todo ser humano va a enfrentar desafíos en su vida, es esencial que la resiliencia, junto con las demás habilidades esenciales para la vida, se enseñe con la misma seriedad que la que se le da a las matemáticas, a las ciencias y a las demás materias académicas en los colegios. Nuestros estudios han encontrado que cuando a las personas se les enseña cómo volverse más resiliente, una proporción mayor de la gente que sufre un trauma logran capitalizar su experiencia y crecer a partir de ella. El crecimiento postraumático se da con mayor incidencia en jóvenes adolescentes que aprenden las habilidades cognitivas, emocionales y conductuales de la resiliencia.
S.E.: Las habilidades para la vida no son elementos que se puedan evaluar en una prueba como las Matemáticas o el Lenguaje. ¿Cómo sabemos que lo estamos haciendo bien?
A.A.: Afortunadamente décadas de estudios científicos nos han brindado instrumentos de medición que nos permiten medir las habilidades para la vida con el mismo rigor que las matemáticas o la alfabetización. Con validación en distintas poblaciones a nivel global, existen instrumentos conductuales, de observación y de auto-reporte con propiedades psicométricas confiables que nos permiten definir, medir, cultivar y evaluar el cambio de las habilidades para la vida.
Un ejemplo conductual de la habilidad de la auto-regulación de un niño pequeño, por ejemplo, es decirle que puede comerse un dulce que le gusta mucho ahora o esperar un rato y recibir dos, en vez. La cantidad de tiempo antes de que el niño se come el dulce que tiene en frente es una medición objetiva de su auto-regulación. Y este dato aparentemente tan simple predice elementos como desempeño académico, la probabilidad de que una persona se divorcie años después, el éxito profesional y demás resultados positivos de la vida. Cada habilidad tiene instrumentos de medición análogos a este.
S.E.: Si se llega a implementar con éxito este tipo de educación, ¿cómo ve a Colombia en 30 años?
A.A.: Si Colombia decide invertir en la formación integral de sus niños y jóvenes puede esperar gozar de los mismos frutos que otros países que han implementado este modelo de educación han disfrutado ya: una sociedad más productiva, cívica y contenta y con individuos que disfruten de vidas más plenas, con sentido y propósito; una cultura rica, diversa, inclusiva, vibrante, e importantemente en el contexto específico de Colombia, una paz realmente inclusiva y duradera. Para disfrutar de una Colombia que florezca a su máximo potencial, hay que plantar las semillas fértiles necesarias y estas radican en la educación positiva y requieren de un compromiso incondicional a nivel de política pública y a nivel de cada ciudadano.
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Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/cumbre-lideres-por-la-educacion-2017-entrevista-alejandro-adler/535832