Page 33 of 58
1 31 32 33 34 35 58

Ellas son las mujeres que pelean desde dentro por que el 8M no sea solo blanco

Gabriela Sánchez e Iciar Gutiérrez

www.eldiario.es

Natalia, Karen, Khadija, Assiatou y Katty son algunas de las integrantes de la comisión de migración, antirracismo y decolonial dentro de la asamblea que coordina los actos para el Día de la mujer.

– Perciben «pasos importantes» en la incorporación de un mensaje antirracista tras las críticas vertidas por muchas mujeres el año pasado, pero aseguran que «es el principio de una larga lucha»

– «Nosotras estamos allí y se nos está escuchando, pero aún no es una prioridad», dice Natalia, una de las participantes

El escenario de la primera acción de los ocho días de revuelta que culminan el 8M, el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE), denota que algo está cambiando en el seno del movimiento. El año pasado, mujeres racializadas y migrantes de distintos colectivos confesaron no sentirse representadas en la convocatoria de huelga. Poco después, un grupo de ellas decidió pelear desde dentro para que, además de feminista, la protesta tenga una mirada antirracista.

«Era necesario que nosotras, las migrantes y racializadas, pusiéramos sobre la mesa nuestras ideas para que verdaderamente estemos representadas en la huelga», sostiene Katty Solorzano, activista por los derechos de las mujeres migrantes. «Se vino trabajando desde el año pasado, cuando muchas compañeras no se sintieron suficientemente motivadas para participar en la huelga y la manifestación. A pesar de no estar conformes con la Coordinadora Estatal, decidieron participar en los encuentros y empezar a empujar el cambio», continúa. Val

El descontento de 2018 se tradujo en el impulso de la comisión de migración, antirracismo y decolonial dentro de la asamblea 8M. Natalia, Karen, Khadija, Assiatou y Katty son algunas de sus integrantes. Todas ellas perciben «pasos importantes» dentro del 8M en la incorporación de un mensaje donde realmente se reconocen, pero, recuerdan, «es el principio de una larga lucha». La derogación de la Ley de Extranjería o el fin de las «redadas, el acoso y la discriminación» que sufren las mujeres racializadas se encuentran entre la demandas que el 8M ha incorporado este año a su argumentario.

Sin embargo, no todas ellas se sienten representadas ni van a participar en la huelga de 24 horas convocada para el próximo viernes. «Es muy hegemónica, se centra solo en la mujer blanca», apunta Fátima, activista antirracista y musulmana. «Básicamente, nos quieren para la foto y fomentar la falsa diversidad y la supremacía blanca», critica. Aunque no secundará la huelga, Fátima acudirá a la manifestación de Madrid en un «único bloque» de personas racializadas. «Dentro de todo ese caos de feminismo blanco, queremos sentirnos arropadas y tener nuestro espacio seguro».

Desde la comisión entienden que haya mujeres que se desmarquen del 8M, tanto porque no se sientan reflejadas, como porque sus circunstancias no se lo permitan:

Natalia

 

 

 Natalia Munevar es refugiada colombiana y participa en la comisión migrante y antirracista del 8M.

 

 Natalia Munevar es refugiada colombiana y participa en la comisión migrante y antirracista del 8M. Jesús Hellín  

Natalia Munevar mamó desde niña la lucha social en Colombia. «Mi padre, quien tenía un perfil político bastante alto, desapareció. Yo vivía en situación de riesgo, pero eso no me impidió ser una militante muy activa de la juventud comunista en mi país», recuerda la activista, quien participó en la campaña electoral de Carlos Gaviria, del Polo Democrático Alternativo.

«Fue una campaña muy complicada y, cuando terminó, me ocurrió un episodio en la calle que me empujó a salir del país», sostiene Munevar, quien prefiere no dar más detalles. Su madre ya se había visto forzada migrar a España años antes. «Ella trabajaba en un colectivo de campesinas víctimas de violencia y tuvo que irse cuando recibió amenazas de los paramilitares», continúa.

Su historia explica que, ahora, Natalia esté donde está. «Llevo años en movimientos de migrantes porque las migraciones me atraviesan», relata en varias ocasiones. Por eso, dice, no entiende el feminismo sin que vaya de la mano del antirracismo. «En el 8M hay que incluir mucho más a las mujeres racializadas. Ahora noto un cambio, nosotras estamos allí y se nos está escuchando, pero es un proceso. Aún no es una prioridad», sostiene Natalia.

Si ha elegido junto a sus compañeras el CIE como escenario de la primera acción organizada por la comisión antirracista del 8M es por su carga simbólica. «Es un espacio de vulneración de derechos humanos que representa todos esos vacíos donde se asienta el racismo institucional establecido por la Ley de Extranjería», valora la activista frente al edificio azul y amarillo que encierra a personas por encontrarse en situación irregular, una falta administrativa, no un delito.

Se trata de una normativa que, apunta, «deshumaniza». Cuando lo dice, otro recuerdo la acompaña: «Huí de Colombia y, al llegar a España, estuve encerrada en las salas para solicitantes de asilo durante cinco días. Vienes de una situación de estrés, llegas allí y es una triple bomba de estrés», sostiene Natalia. Le costó «tres años» superar su proceso migratorio, «alcanzar la normalidad» y volver a aquello en lo que verdaderamente se siente ella. «El 15M para mí fue la explosión: ver que podía ser activista sin correr riesgos», dice la activista, quien en la actualidad trabaja como asesora del eurodiputado de Podemos Miguel Urbán.

Assiatou

 

 

 Assiatu forma parte de la comisión antirracista del 8M.

 

 Assiatu forma parte de la comisión antirracista del 8M. Jesús Hellín  

Assiatou atiende el teléfono entre clase y clase. No tiene mucho tiempo, por lo que asiste a las asambleas preparatorias del 8M menos de lo que le gustaría. Pero quería que los gritos que resuenen por las calles españolas el próximo viernes también hablen de ella. La joven, de 22 años, es española afrodescendiente, aunque son muchos los comentarios que le hacen sentirse «extranjera» de forma habitual.

«Aunque ponga en un papel que soy española, fuera de las instituciones no me ven como tal. Tienen un imaginario en el que todo lo negro es malo, es lo sucio, que te va a robar», sostiene la estudiante de Enfermería. «Es sentir que siempre te están comparando con ellos: ‘Si Assiatou es más española que tú o que yo. Tú ya eres blanca por dentro’. Esas frases que te tratan como distinto. Siempre eres tú con respecto a ellos», señala.

Eso es lo que trata de cambiar desde el interior del 8M: dejar de sentirse las racializadas y migrantes, frente al resto de mujeres. Si Assiatou no se sintió representada en la convocatoria de huelga feminista de 2018 no fue por lo que se decía, sino por lo que no se decía: «Muchas veces en el discurso feminista blanco no se habla de esto. En algunas charlas a las que iba, me daba la sensación de que no existe. Que hablaban como si las mujeres fuéramos una masa homogénea sin diferencias, las cuales existen y son visibles: raza, orientación sexual, identidades».

Ella forma parte del 8M, explica, para pelear contra «el silencio». Esta aquí para hablar por ella misma «de las otras violencias que nos atraviesan a las mujeres racializadas» y que «suelen estar invisibilizadas».

Karen y Katty

 

 

Karen Rodríguez, de la Red de Migradas Hondureñas, ha participado en la organización de la comisión antirracista y migrante del 8M

 

 Karen Rodríguez, de la Red de Migradas Hondureñas, ha participado en la organización de la comisión antirracista y migrante del 8M Jesús Hellín.

La experiencia de Karen Rodríguez en los movimientos sociales dibuja sus razones para participar en el 8M con el objetivo de introducir la voz de las mujeres migrantes centroamericanas en el movimiento feminista. En Honduras, Karen no veía necesario participar en protestas. «Por un lado, por temor, pero creo que también me encontraba en mi burbuja. En mi país estaba en realidad en una posición privilegiada», reconoce.

Ya en España, su proceso migratorio fue lo que la empujó a la lucha social. «Encontrarme y, de repente, ver a una persona migrante. Todas esas violencias que le atraviesan a una, verme en situación de injusticia. Es lo que me hizo pensar: esto no puede ser, tengo que salir, ver de qué forma cambiar estas situaciones», esgrime la también integrante de la Red de Hondureñas Migradas.

En diferentes colectivos de migrantes encontró la red que necesitaba para superar su proceso migratorio en España, pero también se chocó con el machismo de algunos de sus compañeros. «Nos decían que no hablásemos de feminismo, que podría espantar a la gente. Ellos siempre agarraban los micrófonos, nosotras preparábamos la comida en los actos. Ellos, delante. Nosotras siempre detrás», detalla la ingeniera y activista, quien desde entonces se dio cuenta que prefiere permanecer a «colectivos feministas».

Ya lo hace desde la red de mujeres hondureñas. Mientras estudia una oposición, trabaja por horas limpiando oficinas a través de una cooperativa de migrantes y cuida a sus hijos junto a su marido. Pero ha decidido añadir una tarea más a su rutina. «Es necesario visibilizar que no por ser mujeres, la violencia nos atraviesa de igual forma a todas. Se trata de asumir los privilegios que tienen por el hecho de ser blancas, por el hecho de ser occidentales», sostiene.

«Las centroamericanas nos sentimos que no existimos. Muchas trabajan en los cuidados, independientemente de los títulos que traemos de nuestro país. Se nota mucho la discriminación», explica la activista hondureña. «Voy a entrevistas y siempre percibo la desconfianza: ¿pero has homologado el título en España? No se terminan de creer que podemos tener estudios y títulos homologados y, por consiguiente, es muy difícil conseguir un trabajo, más allá del que nadie quiere hacer», critica Rodríguez. «En nuestro caso no se toma en cuenta la experiencia, y debemos empezar de nuevo».

 Katty Solórzano.

 

 Katty Solórzano, estudiante de doctorado en Antropología. Imagen cedida  

Desde Barcelona, su compañera Katty coincide en la misma idea, en las condiciones de precariedad a las que están expuestas muchas mujeres migrantes una vez en España. «Una vez aquí da igual la carrera. Tú aquí eres migrante, y bajo la Ley de Extranjería acabas cayendo en ámbitos laborales donde tus condiciones de trabajo son mínimas», apunta Katty, estudiante de doctorado en Antropología.

«Para las mujeres migrantes, el nicho es el trabajo del hogar, que se podría considerar un apartheid laboral de autentica semiesclavitud», sostiene. Las situaciones laborales «abusivas» en las que, dice, ha visto a sus familiares, fueron la que precisamente la empujaron al activismo. «No acababa de ver que esto era un problema de género, que estuviésemos tantas mujeres migrantes trabajando en el ámbito de los cuidados. Sientes frustración y rabia, porque cuando te ven migrante parece que tus competencias se redujeron», critica Katty, que llegó desde Ecuador hace 18 años para vivir con su madre bajo el proceso de reagrupación familiar. «Mi familia está aquí. Es un privilegio, porque muchas compañeras no tienen esa posibilidad».

Esas son solo algunas de esas «violencias específicas» que quieren incorporar a los mensajes de reivindicación del 8M. «Noto un cambio, vemos que el mensaje antirracista está presente en el argumentario. Estamos contentas, pero somos conscientes de que es el principio de una larga lucha».

Khadija

 

 

 Khadija participa en la comisión antirracista de Barcelona.
Khadija Ftah, activista feminista de la Red de Migraciones, Género y Desarrollo. Imagen cedida  
 

El año pasado, Khadija Ftah no se sentía representada en el 8M. Cuenta que muchas mujeres que, como ella, son musulmanas y llevan velo también salieron a la calle, pero para muchos ojos, fueron invisibles.

«Algunas mujeres les dijeron a otras que si llevaban velo era un símbolo de opresión. Cuando estás dentro de la manifestación, muchas no lo ven bien. Creen que está ligado a la religión, son reticentes a aceptarlo como un feminismo que puede ser posible. Tampoco tuvieron visibilidad en los medios. El resto de compañeras acaparaban la atención», asegura esta joven periodista de 22 años.

Derribar este tipo de prejuicios que, denuncia, existen en el movimiento feminista alrededor del uso del velo ha sido uno de sus principales motivos para participar este año en la asamblea del 8M en Barcelona, donde reside. Khadija insiste en que si hay un mayor empuje para que el movimiento incorpore reivindicaciones de las mujeres racializadas y migrantes, ha sido gracias a varias organizaciones como la suya, la Red de Migración, Género y Desarrollo, que bebe del feminismo descolonial.

Sin embargo, la activista considera que aún hay resistencias dentro del feminismo a la hora de acabar con determinados estereotipos ligados a las mujeres musulmanas. «Está habiendo un cambio, pero es muy difícil. Son muchos los prejuicios que hay dentro del feminismo blanco y no es fácil deconstruirlos», señala. Para ella, es una carrera de fondo. «Es una lucha dura, pero merece la pena por los resultados. Dentro del propio feminismo hay estructuras de poder donde cuesta aceptar aún compartir los espacios. Desde las organizaciones hay una lucha para reivindicar nuestro propio espacio y lograr tener un trato igualitario entre todas».

Khadija llegó a España a los cuatro años, cuando sus padres decidieron migrar desde Marruecos. Aunque explica que «no ha notado» las dificultades ligadas al proceso migratorio, sí ha sido foco de «todos los microrracismos que hay en la calle», por el hecho de ser mujer, musulmana y con hijab.

«Hay una imagen negativa de nosotras en general. Te cuesta encontrar empleo sin que te pidan que te quites el velo, a mi hermana le ha pasado. Cuando te postulas para un trabajo, con la fotografía te descartan. ¿Por qué ni siquiera me hacen una entrevista si tengo un perfil adecuado para este puesto?», indica. «Se transmite una imagen de la mujer musulmana como sumisa y no se nos reconoce como iguales», apuntala la joven activista. Ahora, desde dentro, lucha por que esta imagen sea historia y por un 8M en el que ellas también se vean reflejadas.

Fuente: https://www.eldiario.es/desalambre/mujeres-pelean-solo-movimiento-blanco_0_873163105.html

Fuente de la noticia: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=253173&titular=ellas-son-las-mujeres-que-pelean-desde-dentro-por-que-el-8m-no-sea-solo-

Comparte este contenido:

Entrevista: Somos marea, las luchas feministas.

Por: 

Conversamos con Natalia Martínez sobre la metáfora de las olas del feminismo en Argentina y el mundo. La doctora en ciencia política, investigadora asistente del CONICET e investigadora del área FemGeS (Feminismos, Género y Sexualidades) del Centro de Investigaciones María Saleme de Burnichón de la Facultad de Filosofía y Humanidades realiza un repaso por la historia de los feminismos.

Por Redacción La tinta

Para ella, la metáfora de las olas del feminismo, si bien ordena, al mismo tiempo, hay que mantenerla siempre abierta. En la historia de los feminismos y hacia el interior del movimiento, hay límites difusos, porosos, siempre hubo tensiones, contradicciones y debates que van y vuelven como la marea.

“La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos”. 
Olympe de Gouges (1748-1793)

“No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”.
Mary Wollstonecraft (1759-1797)

—¿Por qué se habla de las olas del feminismo y cuáles fueron las principales demandas de cada una?

Las feministas “de la primera ola” no se reconocieron así, fueron las feministas “de la segunda ola” las que comenzaron a nombrarse como tal, como un reconocimiento al legado de las primeras. Se reconocieron a sí mismas como parte de una historia, pero, a su vez, distintas a las de la primera ola. Como referencia, se suele citar a los ’60 en Estados Unidos: un artículo, en el New York Times del año 1968, se tituló “La segunda ola feminista”, es decir, el término ya circulaba en ese momento. Hay otra referencia también, menos conocida. Una activista irlandesa, Frances Power Cobbe, a fines del siglo XIX, ya habló de las olas del movimiento de mujeres. Dijo que la articulación de las distintas luchas, al igual que las olas, comenzaban separadas, pero terminaban acoplándose unas a otras, se iban sumando y la ola se iba haciendo cada vez más grande.

Luego, con la complejidad de las demandas y las agendas de los feminismos, lamentablemente, la referencia a “las olas” en los feminismos comenzó a tomar un cariz progresivo. Es decir, se instaló la noción de que las olas sucesivas eran superadoras de las precedentes, que cada ola era mejor que la anterior. Las olas venían a mostrar un cambio que excedía los límites de la anterior. Ahora, afortunadamente, comenzaron a aparecer lecturas revisionistas sobre este sentido progresista de la metáfora, porque uniformiza períodos históricos que son re distintos y opaca los conflictos, la variedad y diversidad que hubo en cada ola. Se termina contando un cuentito que dice: “La primer ola hizo tal cosa, la segunda, tal otra…” y así, cuando, en realidad, en todas las olas hubo de todo.


A mí me gusta la referencia a las olas del feminismo, pero entiendo que las olas van y vienen, como la marea, las olas nunca se van, sino que se mezclan y una nunca sabe cuál es cuál. Por ejemplo, creo que seguimos muy enganchadas, pensando, luchando y saliendo a la calle por problemas que escribieron y dieron cuenta las feministas de la primera ola.


Y, en relación a las demandas y agendas de cada ola, se suele englobar a las sufragistas como la primera ola, pero también hay una referencia anterior que se encuentra en la Revolución Francesa con Olympe de Gouges que escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791) en respuesta a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789). Los jacobinos la guillotinaron en 1793. En la misma época, en 1792, en Inglaterra, Mary Wollstonecraftescribió un hermoso libro llamado Vindicación de los derechos de la mujer, fue la primera publicación que realizó una reflexión sistemática sobre la opresión femenina. Ella le discute a Rousseau que el maravilloso discurso de la ciudadanía, la igualdad y la libertad se caía a pedazos cuando había que pensar en la mujer.

Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft son individualidades. A mediados del siglo XIX, se comienza a ver más lo colectivo con la Declaración de Séneca Falls (1848) en el estado de New York. Tiene 12 puntos que hacen explícitas las demandas del período: inclusión de derechos civiles, acceso a la educación, al trabajo rentado, a la salud y, como aspiración última, los derechos políticos. Esta primera ola estadounidense estuvo muy vinculada con la lucha antiesclavista.

Para la segunda ola, las limitaciones que tuvo esta primera ola pasaron por creer que se iba a encontrar la igualdad en la ley, sin llegar a reconocer la importancia de la cultura o de la propia sexualidad, sin llegar a comprender los efectos de las diferencias raciales o de clase entre las mujeres, diferencias que hacían que la opresión fuese vivida de una manera muy distinta. Por eso, la primera ola suele caracterizarse como protagonizada por mujeres de clase media alta, blancas y educadas. Aunque eso no fue del todo así. Las increíbles declaraciones de Sojourner Truth en la Convención de mujeres de Akron, Ohio, donde interpela a lxs presentes con la pregunta: “Acaso no soy yo una mujer”, es una referencia ineludible de esa primera ola también.

Las feministas de la segunda ola son las feministas de los sesenta, en particular, reconociendo a las yanquis, aunque todas estuvieron muy inspiradas en la obra de Simone de Beauvoir, referente del feminismo francés quien escribió su obra más conocida en el ’49 (El segundo sexo). La segunda ola fue enorme, con múltiples activismos y grandes obras que han terminado siendo nuestras “clásicas”, obras increíbles -pensemos en La política sexual de Kate Millet, Dialéctica del sexo de Shulamith Firestone o Enemigo Principal de Christine Delphy-. Pero, lamentablemente, las referencias que pasaron con la tercera ola, en general, terminaron simplificándolas, reconociendo, por un lado, al “feminismo de la igualdad” y englobando ahí a las radicales, liberales, socialistas y marxistas, y, por otro lado, al “feminismo de la diferencia”, también conocido como “feminismo cultural” en EE.UU. El primero (de la igualdad) aspirando a la igualdad con los varones (por vías muy diferentes entre sí) y el segundo, a la valoración social y cultural de las diferencias que serían propias de las mujeres.

Pero, si te detenés a analizar las obras y los activismos del período, te das cuenta, rápidamente, que las fronteras no son tan nítidas (entre esos dos feminismos). Las demandas, en general, las unificaban y los análisis abrían múltiples aspectos, algunos complementarios entre sí y otros contrapuestos. Por ejemplo, si se reconocía que el rol principal de las mujeres en nuestras sociedades era su identificación como “madres” y que trabajaban de forma gratuita, invisibilizadas, en condiciones precarias, explotadas. Para cambiar esta situación: ¿se pedía al Estado reconocimiento público, licencias y beneficios sociales por maternidad? ¿o una repartición equitativa de la crianza y el cuidado de hijes entre padres y madres, o guarderías públicas? Ambas propuestas salieron de la mano de esas feministas y ambas dan cuenta de los diferentes planteamientos entre feministas de la igualdad y de la diferencia. Son planteamientos contrapuestos entre sí, que parten de premisas muy diferentes, pero que, sin embargo, conviven en sus efectos, digo, en las prácticas políticas que posibilitaron.

Y la tercera ola que, a grandes rasgos, aparece a mediados de los ’80 y llega a nuestros días, comenzó a partir de las críticas que se hicieron a esos feminismos. Se plantea que la atención se focalizó demasiado en la opresión de las mujeres por sus múltiples causas, pero no vieron que, en esta equiparación de la opresión, terminaron invisibilizando las diferencias al interior de las mujeres. Las críticas las hacen, sobre todo, feministas lesbianas, negras, feministas chicanas. Y son críticas que vienen de la mano de la crítica poscolonial y posestructuralista que ya se estaba dando en gran parte del pensamiento político y filosófico del período. Una crítica centrada en la mirada esencialista que se había filtrado cuando se definía “la opresión común” de las mujeres. ¿Quiénes eran las que definían esa opresión? ¿qué experiencias, de qué mujeres era la opresión que se privilegiaba en las perspectivas feministas?

Paro-Mujeres-Marcha-feminismo-04
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

“La liberación de las mujeres deberá ser encarada por ellas mismas en una lucha que arrastrará todos los vestigios anacrónicos de una vida cotidiana deshumanizada y sin alicientes. La acción revolucionaria de las mujeres, su ingreso a la historia, significará la ‘humanización de la humanidad’, por eso es la revolución más profunda, auténtica y necesaria para la realización de la especie humana”. 
(Mirta Henault, Las mujeres dicen basta, 1972)

“Somos el grito de las que ya no tienen voz”. 
(Movilización Ni Una Menos)

—¿En qué contextos históricos se fueron situando las olas del feminismo en Argentina? ¿Cuáles fueron los principales debates que han generado diferencias al interior del movimiento feminista argentino?


—En la Argentina, la primera ola se suele ubicar a principios del siglo XX, aunque también se reconoce que, antes de eso, hubo producciones literarias y algunas organizaciones femeninas, no “feministas”, que tenían sus revistas como La Camelia o el Álbum de señoritas de Juana Manso. Pero la organización colectiva y la identificación con el “feminismo”, con esa palabra, se da recién en 1900.


Aunque, antes de esto, se suele englobar, dentro de nuestra primera ola, a las anarquistas que escribieron el periódico La Voz de la Mujer -entre 1896 y 1897-. Pero, en realidad, las anarquistas estaban en la vereda de en frente de las feministas porque, para ellas, el feminismo era burgués y contrario a sus objetivos. Propugnaron la emancipación de las mujeres desde una concepción anarquista más que feminista. No les interesaba el sufragio ni cualquier otro “derecho” porque la ley era un instrumento de la burguesía. De todas formas, el feminismo argentino se ha nutrido de esa tradición, en la actualidad, está muy presente en sus orgas. Por ejemplo, el lema: “Ni dios ni patrón ni marido” viene de las anarquistas. Ellas pensaban que las mujeres obreras eran “doblemente esclavas” por su explotación en las fábricas y en el hogar como madres y esposas. Muchas de ellas pasaron a la historia del feminismo, pero, en ese momento, el feminismo estaba representado, más bien, por socialistas como Elvira López. Ella formaba parte del Partido Socialista, junto a su hermana Ernestina y otras referentes como Alicia Moreau, y fueron las que participaron en el primer Consejo Nacional de la Mujer, en alianza con las matronas, mujeres de la alta sociedad que hacían caridad desde el Estado. Desde este sector, el feminismo era un movimiento que aspiraba a la “elevación de la mujer”, en particular, desde la educación. Decían que no aspiraban a la igualdad con los varones, porque eso era imposible. Había diferencias naturales, centradas en la posibilidad de gestar, sobre todo, y en el lugar “natural” de las mujeres en el cuidado del hogar, que impedían que las mujeres hicieran lo mismo que los varones en la sociedad.

Los límites -y la potencialidad- de este primer feminismo, quizás, tengan que ver con esta visión gradualista que le imprimió el propio ideario socialista. Las transformaciones más importantes llegarían de la mano de reformas graduales, muchas de las cuales fueron posibilitadas por su militancia. Lo interesante de nuestra historia es que, a la par de este ideario, las anarquistas clamaban por la destrucción del hogar y el amor libre.

Feminismo-argentino-1970-02

Después de esta primera ola, que podríamos decir que termina en el ’47 cuando accedemos al sufragio, los feminismos se sostienen y diversifican. El peronismo las va a unir, aunque como opositoras. Desde el socialismo, el comunismo e incluso el anarquismo, las feministas van a salir juntas en contra del peronismo. Lo vieron, y algunas lo vivieron, como una dictadura. Pensemos que algunas fueron detenidas y otras exiliadas por el gobierno peronista. En ese sentido, el feminismo de ese período fue muy gorila -recordemos a Victoria Ocampo como una de sus principales referentes-. Por otra parte, para muchas mujeres que entraron a la política de la mano del peronismo, el feminismo era oligárquico e, incluso, imperialista. Era una moda que venía de EE.UU. Esta concepción también afectó a las feministas comunistas. Les costó mucho que sus partidos apoyaran su feminismo.

Nuestra segunda ola, que se suele ubicar en los 70’s, mantuvo bastante esta tensión, de hecho, se hizo más fuerte. Aparecen agrupaciones feministas antes de la dictadura. En 1970, la Unión Feminista Argentina (UFA) y el Movimiento de Liberación Femenina, luego Movimiento de Liberación Feminista (MLF), se formaron con activistas de clase media alta, intelectuales que viajaban y trajeron libros del feminismo radical de EE.UU sobre todo. Los traducen, los leen acá y comienzan a organizarse. La UFA replica los grupos de “consciousness raising”, que acá se traducen como “grupos de autoconcienciación”. Se juntaban de 8 a 10 mujeres a hablar de sus problemas cotidianos, para, entre todas, visibilizar su dimensión “común”, lo común de la opresión femenina.

Otros grupos también se arman desde las izquierdas, como la editorial Nueva Mujer que viene de Palabra Obrera(publicaron el libro: Las mujeres dicen basta), y, después, otra agrupación que se llamaba Muchacha que era del Partido Socialista de los Trabajadores. Todas estas grupas tienen diferencias, discusiones y rupturas en torno a un gran debate del momento: la relación entre la política y el feminismo. Así, se habla de la “doble militancia” (las que venían de partidos políticos y también eran feministas) y del “feminismo puro”. Esta división veía, en la política, una práctica patriarcal y criticaba fuertemente la jerarquía de los partidos y su injerencia en una agenda que aspiraba a ser “puramente feminista”. De todos modos, todas están cerca y se van a acompañar en un montón de iniciativas. El terrorismo de Estado tuvo sus efectos desmovilizadores en estas agrupaciones, pero, en algunas, las reuniones se van a mantener como grupos de estudio.


Ya después, en los ochenta, reaparecen algunas grupas y se arman muchas nuevas, con demandas específicas al Estado. En un clima que veía que la democracia iba a solucionar todos nuestros problemas, las feministas irrumpieron participando en política desde una concepción muy diferente a la que se tenía en los ’70.


Se multiplican los frentes con activistas peronistas, de las izquierdas y las feministas de antes (el MLF pasa a llamarse Organización Feminista Argentina OFA). Una demanda importante fue la patria potestad compartida, se hace una comisión en 1980 y, en el ’83, se forma el Tribunal Contra la Violencia hacia la MujerLa mítica Multisectorial de la Mujer encuentra a feministas, políticas, sindicalistas, amas de casa y a las Madres de Plaza de Mayo. Luego, todas ellas son las que van a organizar el primer Encuentro Nacional de Mujeres en el ’86, inspirado a nivel internacional por los procesos que se fueron abriendo desde la primera Conferencia Internacional de la Mujer que se hizo en el ’75 y la segunda que se hizo en el ’85. También por los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe (EFLAC) que comenzaron a hacerse desde 1981. Todos estos eventos tuvieron mucha influencia en los feminismos latinoamericanos y en Argentina también.

Nuestra tercera ola empezaría a verse en los noventas, con un fuerte quiebre tras el 2001. O, quizás, el 2001 fue la precuela de nuestra cuarta ola. Todavía faltan análisis que den cuenta de cuáles fueron los ejes principales de nuestra tercera ola y si llegamos a estar ahora en presencia de una cuarta. A modo de hipótesis, algunas aproximaciones dicen que la irrupción de lo popular en los feminismos marcaría una cuarta ola, pero esto ya sucedió en el 2001.

Feminismo-argentino-1970

Recordemos que, en los 90’s, uno de los ejes del gobierno neoliberal fue recortar la gestión pública y tercerizar las políticas sociales desde las ONG’s. En ese período, se multiplicaron las ONG’s feministas con financiamiento de organismos internacionales que sostuvieron políticas públicas dirigidas a las mujeres. Esto fortaleció y amplió la agenda de los feminismos. Se organizaron un montón de redes, se financiaron muchos eventos que conectaron a los feminismos en la región. Muchas demandas llegaron al Estado, incluso, de la mano de feministas que se comprometieron en la gestión de gobierno. Pero muchas fueron críticas de este proceso. Sostuvieron la necesidad de autonomía frente al Estado y los financiamientos internacionales porque llegaron a tener mucha injerencia en las agendas feministas y en la propia militancia. Criticaron que, en las ONG’s, el activismo se transforme en un trabajo rentado y que sus “directoras” tomen la voz por todo el movimiento sin mediar instancias de representación democráticas. Este proceso se dio en toda la región y llegó a ser un eje de discusión que opuso a los feminismos entre sí y los desmovilizó bastante. En otro punto, habilitó un cierto cuidado y una llamada de atención, tanto para pensar el modo en que los feminismos se vinculaban con el Estado así como sobre los modos en que se gestionaban sus recursos y se organizaban sus activismos.


Y la crisis del 2001 fue un sismo para todo el país y para los feminismos también. En particular, en el Encuentro Nacional de Mujeres 2003, que se hizo en Rosario, se llenó de organizaciones populares, de mujeres piqueteras y se hicieron visibles las diferencias de clases y las prioridades entre los feminismos. Frente a la disputa entre autónomas e institucionalizadas de los noventa, apareció la potencia de lo que se venía nombrando como “movimiento amplio de mujeres” y la necesidad de que el feminismo abriera su agenda a los problemas estructurales que estaban afectando al país. Fue un proceso que no sólo afectó a los feminismos, sino a muchos movimientos sociales.


En este sentido, los gobiernos de Néstor y Cristina, y el modo en que se abrieron e implicaron en la agenda de los movimientos sociales, también afectó a los feminismos. En particular, desde su vínculo con el movimiento de Derechos Humanos. Desde entonces, se han producido grandes cambios, otras sensibilidades y articulaciones entre activismos -políticos, populares, barriales, sexuales, académicos, institucionales- y se ha fortalecido un montón la movilización feminista en las calles. Aunque no se puede negar la masificación increíble que se generó desde el 2015 con el #Ni Una Menos y, más recientemente, con la reactivación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, se trata de un proceso que es necesario comprender desde sus condiciones de posibilidad.

Los feminismos tienen más de un siglo de historia en nuestro país. En este marco, hablar de una cuarta ola, quizás, tenga sentido para entender una nueva dimensión que está dada por el increíble ingreso de pibas, pibes muy jóvenes, al feminismo, un ingreso que no sólo retoma lo que ya estaba sucediendo en los feminismos, sino que le imprime una potencia y vertiginosidad muy particular. Las redes sociales son un aspecto central (quizás, también, un límite). Pero también lo es la pregnancia, la facilidad con la que se reconocen como feministas, como si ya no hubiera necesidad de recorrer todas las olas porque ya las llevan puestas y van para adelante. Y acá, aunque se me pone la piel de gallina con todo esto que está pasando, no dejo de ver que hay un riesgo, porque, por ahí, lo difícil es habitar al feminismo en toda su complejidad, reconociendo sus antecedentes, su pluralidad constitutiva y, al mismo tiempo, hacer frente a sus múltiples implicancias, que no sólo afecta a las mujeres, ni siquiera a “las mujeres, tortas, travas y trans”.

Abre un horizonte emancipatorio radical y, acá, no me refiero a la UCR ni a las feministas radicales yanquis. Digo “radical” en el sentido de una transformación de toda la sociedad, desde la raíz, en lo personal y en lo político. De eso se trata cuando se dice que: “La revolución será feminista o no será”. No es soplar y hacer botella. El feminismo nos atraviesa desde todas las fibras, a su tiempo, y requiere una atención y un cuidado especial. De ahí es que creo que está bueno prestar especial atención a todas sus olas, aprender de sus vaivenes. Si la marea feminista nos alcanzó, será momento de zambullirse y disfrutar.

Portada-Paro-Mujeres-Marcha-feminismo-03
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Eloisa Molina para La tinta.

Fuente: https://latinta.com.ar/2019/02/somos-marea-las-luchas-feministas/

Comparte este contenido:

“Le pude encontrar un sentido social al femicidio de mi mamá”

Entrevista/Presseza

Entrevista a Mara Avila, directora del documental “Femicidio. Un caso, múltiples luchas”, en el que cuenta el asesinato de su madre, María Elena Gómez. “No es sólo el caso mío o el de mi mamá. Es una situación que involucra a muchas mujeres y a muchas disidencias”, describió.

Por Enrique de la Calle

APU: Es la directora del documental “Femicidio. Un caso, múltiples luchas”, que entre otras cosas se refiere al asesinato de tu mamá, María Elena Gómez. Cuéntenos un poco de ese caso. 

Mara Avila: Lo que motivó el documental tiene que ver con ese hecho. Mi mamá fue asesinada por su pareja (Ernesto Jorge Narcisi) el 19 de julio de 2005, en Puerto Madero. En 2007 fue el juicio, donde fui testigo y querellante. Le dieron 9 años y después le bajaron la condena a 8. Fue catalogado como “homicidio simple” y la prensa habló de “crimen pasional”. Eran otros tiempos.  El documental parte de ese hecho para hacer un recorrido en primera persona, de lo que fue mi vida luego de esa tragedia. Soy un personaje en el relato y en la vida real. Quería hacer visible ese recorrido para poder contar qué pasa con las llamadas víctimas colaterales de un femicidio.

APU: ¿El proyecto de documental nació mientras estudiabas Ciencias de la Comunicación en la UBA?

MA: Fue mi tesina de grado. Empecé a trabajar en el proyecto en 2014. Luego, conseguí un subsidio del INCAA y terminé de darle forma.

APU: Imagino que fue todo un proceso encarar el documental, volver sobre esa tragedia personal que le tocó enfrentar. 

MA: El documental habla de muchas cosas, pero entre otras cosas habla del duelo, de lo que supone hacer un duelo. Yo le encontré un sentido social a la tragedia, un sentido colectivo y político. Eso me ayudó a enfrentar ese duelo. Mientras hacía el documental me fui curando. Ese proceso se va cerrando ahora, con el estreno del documental (será el jueves 7 de marzo, en el cine Gaumont).

APU: El documental incluye escenas que tienen que ver con el movimiento de mujeres y las diferentes marchas contra la violencia de género. ¿Se trata de pensar la tragedia personal en un contexto social más amplio?

MA: Filmamos una escena el 8 de marzo de 2017, frente al Congreso nacional. Hicimos un presente por mi mamá, levantamos una pancarta que decía “Vivas nos queremos”. Después marchamos desde el Congreso a Plaza de Mayo. No vamos a spoilear, como dicen ahora, pero hay otras escenas relacionadas. También está incluida la idea de la lucha como felicidad, como proceso de sanación, personal y colectivo. Ese cruce está presente en el documental, que justamente se llama “Femicidio. Un caso, múltiples luchas”, que es un nombre que no me termina de gustar (risas), pero tiene sentido en ese cruce entre lo personal y lo colectivo. No es sólo el caso mío o de mi mamá. Es una situación que involucra a muchas mujeres y a muchas disidencias. Parte de esa lucha que viví yo, también tiene que ver con comprender que el caso de mi madre, por ejemplo, no era un “crimen pasional” sino que se trataba de un femicidio, con todo lo que eso implica.

APU: ¿Qué fue lo que más destaca del proceso que vivió al filmar el documental?

MA: Es un documental en primera persona, con bastante exposición de mi persona. Es una narradora que cuenta la historia y que está presente, tal vez demasiado. Puse el cuerpo y me expuse. Espero que eso pueda servir a otras personas que están viviendo una situación similar. Tiene unas escenas de danza, también, para dar cuenta de que todo este dolor pasa por el cuerpo. Y tenemos que hacernos cargo. Me gustaría que el documental genere una reflexión sobre diferentes temas: la justicia machista, el rol de los medios, qué pasa con el proceso de duelo, qué pasa con las familias cuando un tema se vuelve tabú. Entender también que son tragedias personales y a la vez colectivas. El documental tiene muchos aspectos que pueden generar reflexión. A mi, el documental me sirvió para sanar.

APU: El documental se estrena comercialmente en el Gaumont el próximo jueves (estará del 7 al 13 de marzo, a las 19:45hs). Supongo que tiene ganas de que la película también circule de otro modo, más militante tal vez, para alentar otro tipo de discusiones y reflexiones. ¿Es así?

MA: Quiero que circule de las dos maneras. Me interesa que esté en el circuito comercial, porque costó mucho esfuerzo hacerlo, y no hablo sólo de lo económico. Además, ese circuito te permite que llegue a otro público, porque entre la militancia tenemos en claro cuál es nuestra lucha. Me gustaría interpelar a otros públicos. Por eso también quiero mandar la película a festivales. Quiero que la película circule mucho para que pueda generar diferentes debates.

APU: Pasó un tiempo desde el femicidio de su madre. ¿Cambió algo en este tiempo en relación a la violencia contra las mujeres?

MA: Falta mucho por hacer, aún hoy el Estado invierte 11 pesos por mujer. Es nada. No están funcionando las políticas públicas. Hay que trabajar mucho en educación y prevención, hay que trabajar más con niños, niñas y adolescentes. Entre los aspectos positivos está la aprobación de la ley Brisa, que establece un resarcimiento económico para hijos y hijas de víctimas de violencia familiar o de género. Para el que no lo sepa, lo puede recibir a través de la ANSES. Se incorporó la figura penal de femicidio en 2012, pero todavía falta para que la justicia tenga una mirada menos machista. El movimiento de mujeres logró visibilizar muchas situaciones, es un avance increíble, pero a nivel Estado y Justicia falta mucho.

Fuente de la Entrevista: https://www.pressenza.com/es/2019/03/le-pude-encontrar-un-sentido-social-al-femicidio-de-mi-mama/
Fuente de la imagen: APU
Comparte este contenido:

Entrevista a Claudia Korol de Pañuelos en Rebeldía: Educación Popular y Pedagogías Feministas: Un movimiento que busca e intenta revolucionar al mundo

Presentación

Uno de los sujetos históricos, pedagógicos y revolucionarios más relevantes del último tiempo ha sido el movimiento feminista, no solo por su impacto en los espacios públicos y políticos, sino también porque ha sido capaz de irrumpir profundamente en las formas en que nos relacionamos, sentimos y vemos el mundo cotidianamente. Por ello, aprovechando que como Escuela Pública Comunitaria del Barrio Franklin (Santiago de Chile)1 se nos hizo llegar una invitación para participar del XIV Encuentro de la Red de Redes de Educadorxs Populares2, nos reunimos con diferentes compas para nutrirnos de los saberes que nos pudiesen compartir respecto a este tema. Entre ellas/os estuvo Claudia Korol: educadora popular, feminista, integrante del Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía, quien ha participado de la publicación de varios textos sobre las Pedagogías Feministas y los vínculos entre la Educación Popular y el Feminismo3. La conversación que tuvimos con ella es la que a continuación compartiremos con ustedes.

Entrevista

Escuela Pública Comunitaria (EPC): Claudia, queríamos primero agradecerte el espacio para poder hacer la entrevista. Te queremos hacer tres preguntas. La primera es cómo desde Pañuelos en Rebeldía comprenden el Feminismo y las Pedagogías Feministas, y cuál es el diálogo que establecen entre el Feminismo con la Educación Popular.

Claudia Korol (CK): Sí, nosotros y nosotras fuimos comprendiendo a través de los años de Educación Popular que hay que desmontar todas las opresiones: la opresión del colonialismo, del capitalismo, y también del patriarcado. No se puede hacer Educación Popular emancipadora sin pensar que una de sus dimensiones importantes es la dimensión feminista, antipatriarcal, anticolonial. Por eso es que lo fuimos asumiendo y lo fuimos tomando. Además, eso se combinó con el crecimiento del movimiento de mujeres, del movimiento de las diversidades sexuales, del feminismo. En la Argentina hubo una ampliación tremenda de la lucha feminista que es muy evidente. Lo que tal vez no sea evidente, es que esta situación nos exige un nivel de trabajo organizativo, político y pedagógico y nos demanda multiplicar los procesos en Pedagogía Feminista. Hay puntos de coincidencia entre nuestra interpretación de la Educación Popular y de la Pedagogía Feminista, como son: la idea de un diálogo de saberes, que trata de romper con que hay unas personas que tienen todo el saber y que lo tienen que bajar a quienes supuestamente no lo tienen; también cierta horizontalidad en la creación y construcción de los procesos de enseñanza y aprendizaje, que parte del hecho concreto de que todas las personas tenemos saberes y podemos compartirlos; por otra parte, el lugar de nuestros cuerpos como fuente de lugar de reconocimiento de las opresiones y dominaciones, pero también de las posibilidades que tenemos de lucha y emancipación.

EPC: ¿Cómo esta forma de entender el Feminismo, las Pedagogías Feministas, la Educación Popular y sus cruces se materializa en experiencias?

CK: De distintos modos. Al arrancar cualquier proceso de Educación Popular, en general, tratamos de identificar las opresiones en nuestros cuerpos, en nuestras comunidades, en nuestros territorios. Si son cuerpos de mujeres, las opresiones tienen que ver en gran medida con la opresión patriarcal enlazada, entramada, trenzada con la opresión colonial racista y con la opresión y explotación del sistema capitalista. Tratamos de hacer momentos diferenciados. La Pedagogía Feminista tiene que sostener y partir del sujeto mujer; no trabajamos todo el tiempo en grupos mixtos; sí establecemos diálogos entre mujeres, varones, lesbianas, travestis, trans, pero tratando de que cada cuerpo pueda expresar su palabra, su vivencia, su memoria, reconocer sus heridas. Ahí hay un esfuerzo grande de lectura y de interpretación en nuestra propia situación y de las relaciones de poder que se puedan dar en las comunidades.

EPC: Una última pregunta ¿Por qué hablan de Pedagogía Feminista y no de educación no sexista

CK: Nosotras hablamos de Pedagogía Feminista, porque el término ‘no sexista’, cuando ven los temas de género, son categorías de análisis de las relaciones de opresión y de cómo se manifiestan. En ese sentido, nos parece interesante que se plantee en ámbitos como de la Educación Pública, que los contenidos de la educación no reproduzcan estereotipos sexistas. Pero la Pedagogía Feminista es la pedagogía de un movimiento revolucionario, y en ese sentido entendemos y creemos que es una herramienta de la lucha del feminismo. Tiene que ver con un movimiento revolucionario, tiene que ser revolucionario, el feminismo no es simplemente un análisis de las relaciones de género. Para poner una comparación: una cosa es el análisis de las clases y otra es la lucha socialista ¿no? Estamos hablando de un movimiento revolucionario. La Pedagogía Feminista es la pedagogía de un instrumento revolucionario que es el feminismo, que queremos que siga siéndolo, que no se licúe, que no se lave. Pero la educación no sexista puede ir a todas las escuelas. No creo que en estas etapas de la lucha sea la Pedagogía Feminista lo que irrumpa como Educación Pública porque, bueno, el sistema es patriarcal, por más que hayan ‘bachis’4 y espacios que lo disputen. Nuestro movimiento de mujeres lo vamos a tratar de formar y de educar desde la Pedagogía Feminista.

EPC: Entonces, en definitiva, el sujeto educativo es el movimiento feminista y todo su desplegar educativo es la Pedagogía Feminista.

CK: La pedagogía de un movimiento que busca y que intenta revolucionar al mundo.

Entrevista realizada el martes 18 de septiembre del 2018 en Radio La Tribu, Buenos Aires, Argentina.

– Cristian Olivares Gatica, chileno, es educador popular de la Escuela Pública Comunitaria del Barrio Franklin (EPC). Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica y Licenciado en Educación con mención en Geografía egresado de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE). Magíster en Historia de la Universidad de Chile. Docente e investigador del Departamento de Educación Básica de la UMCE. Integrante del Grupo de Trabajo CLACSO “Educación popular y Pedagogías Críticas” y de la Red Trenzar. Registro ORCID: 0000-0002-6281-2034. Mail: cristian.olivares.gatica@gmail.com

Victoria Garcés López, chilena es educadora popular de la Escuela Pública Comunitaria del Barrio Franklin (EPC). Profesora de Estado en Matemáticas y Física y Licenciada en Educación egresada de la Universidad de La Serena (ULS). Profesora de Matemática del Colegio Raimapu. Mail: victoria.garces.lopez@gmail.com


1 La Escuela Pública Comunitaria del Barrio Franklin es una experiencia ubicada en el límite sur de la comuna de Santiago de Chile que, posicionada desde las Pedagogías Críticas y la Educación Popular, sostiene junto a varias organizaciones la propuesta de que la educación sea financiada por el estado y esté bajo el control de las comunidades educativas, desde lo cual se podría fortalecer y resignificar la educación pública para que contribuya a los procesos de emancipación social. En cuanto proyecto surge en el contexto de movilización social por una ‘educación pública, gratuita y de calidad’ en agosto del 2011 y como experiencia se materializa desde el 2013 a la fecha, particularmente mediante nivelación de estudios, clases de español para personas migrantes haitianas y brasileñas, diversos espacios de autoformación, asambleas de educadoras/es, asambleas comunitarias, talleres y múltiples actividades comunitarias.

2Celebrada el 14 y 15 de septiembre del 2018 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

3Dentro de los textos que en esta oportunidad podemos destacar están: Hacia una pedagogía feminista (2007), Feminismos populares: pedagogías y políticas (2016), Feminismos populares. Las brujas necesarias en los tiempos de cólera (2016) y el último libro Educación popular, diálogo de saberes y pedagogía feminista (2017).

4‘Bachi’ es la referencia abreviada a Bachillerato Popular, el cual es un espacio de educación donde personas jóvenes y adultas asisten para terminar su escolaridad, basado en los planteamientos de la Educación Popular e impulsado por organizaciones sociales, territoriales o sindicales.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/198382
Comparte este contenido:

Toda la verdad sobre El Principito… o casi

Redacción: Clarín

Las principitas, de Nicolás Herzog y Lina Vargas, recupera la historia, un poco cierta y otro poco mito popular, que sitúa los orígenes de El principito en las afueras de Concordia.

El libro Las principitas, de Nicolás Herzog y Lina Vargas, recupera la historia un poco cierta, otro tanto mito popular, que sitúa los orígenes de El principito en las afueras de Concordia, ciudad entrerriana donde su autor, el francés Antoine de Saint-Exupéry, tuvo que aterrizar forzosamente en los años 30, debido a un desperfecto en el monoplano que piloteaba.

La historia dice que un día entre diciembre de 1929 y enero de 1930 el Latecoere que volaba Saint-Exupéry se averió, el piloto bajó de emergencia en el campo que veía debajo, una rueda del avión pisó una vizcachera y, mientras repasaba el alcance del daño, las risas de unas chicas, que se burlaban de él en su lengua, lo sacaron del trance: eran Susana y Edda Fuchs, las hermanas de 12 y 18 años que nutrirían el imaginario de uno de los libros más leídos de la literatura universal.

La tapa del libro de Antoine de Saint- Exupéry.

La tapa del libro de Antoine de Saint- Exupéry.

Susana y Edda, sorprendidas de que el escritor y piloto las entendiera, fueron a pedir ayuda y fue su padre, Monsieur Fuchs, quien llevó al aviador al castillo de San Carlos, el palacete gastado donde vivía la familia en un recodo agreste del Salto Chico del río Uruguay, la casa que lo llevaría de regreso a la tierra de su infancia en Saint Maurice de Rémens, adonde encontró el reparo que nueve años más tarde le dio sustancia a «Oasis», el quinto capítulo de su novela Tierra de hombres.

La publicación del sello Ariel es una secuela del filme Vuelo nocturno, híbrido entre documental y ficción dirigido por Nicolás Herzog (Santa Fe, 1979), que recupera la historia, sacada del ámbito de la anécdota familiar por Elsa Aparicio Pico en 1953, profesora y traductora del francés amiga de la familia que comenzó a investigar y fue la primera en relacionar a El Principito con la visita que el aviador y escritor había hecho a los Fuchs.

El feminismo se mete con los clásicos: "El Principito" ahora es "La Principesa"
Mirá también

El feminismo se mete con los clásicos: “El Principito” ahora es “La Principesa”

Si ahí el cineasta da cuenta de la atracción de Saint-Exupéry por esas jóvenes y su vínculo con los animales y el cosmos (cabalgaban, pescaban, hablaban con alimañas, habían amaestrado a un zorro), también habla del imaginario de una comunidad que en la tradición oral prefiere llamarlas niñas y elucubrar romances con un desconocido de 29 años que llega a su casa.

«Hay algo que tiene que ver con el mito que se forjó en torno al lugar, la trama social que fue atravesando generaciones, siempre con muy poca documentación. Concordia es una ciudad bipolar, patriarcal y misógina, con un núcleo duro que pivotea entre lo intelectual, lo burgués y la cuna del peronismo entrerriano. Algo aquí discurre de otra manera y me interesaba captar ese tono en la construcción de sus mitos», dice Herzog.

Antoine de Saint Exupery, autor de El principito, sus misteriosos días en la Argentina.

Antoine de Saint Exupery, autor de El principito, sus misteriosos días en la Argentina.

En el libro, Lina Vargas (Bogotá, 1985) amplía ese registro: desarrolla la infancia de Antoine Jean Baptiste Marie Roger (1900-1944), verdadero nombre de Saint-Exupéry, su amor por la aviación, la misión que se autoimpone de intercomunicar al mundo como un puente cuando comienza a volar para la Aeropostal trazando rutas por África y Sudamérica, su vínculo con la muerte y la historia del mítico castillo, hoy parte de un Parque Nacional.

«En la infancia de Saint-Exupéry germina toda su obra. La visita al castillo de San Carlos, en medio de la naturaleza, le evoca ese periodo que compartió con sus hermanos de juegos y creatividad constante: dibujaban, escribían, el Rey Sol, su apodo de niño, hacía poemas y despertaba a la familia para leérselos, hacían obras de teatro, inventaban aparatos, les gustaba la música», repasa Vargas.

Por eso, advierte, «no reivindico a Susana y Edda como musas estáticas, calladas, sino como chicas que tenían voz con los adultos, opinaban en la mesa, eso no era común en la época, y que conectaron al autor con esa sensación de libertad y bienestar que también era común en su familia».

Antoine de Saint Exupery pasó misteriosos días en la Argentina.

Antoine de Saint Exupery pasó misteriosos días en la Argentina.

Mas allá de la relación con los Fuchs, está también la leyenda del Castillo, la casona Luis XV de 27 habitaciones con terraza al río, pisos de mármol, cortinas de terciopelo y portón enorme de hierro macizo que terminó de construirse en 1888 a instancias de Édouard de Machy, joven que dilapidaba la fortuna de su padre banquero en fiestas fastuosas y proyectos engañosos y que desapareció sin dejar rastro cuatro años después.

"Todes les adultes primero fueron chiques": hasta El Principito ahora habla en lenguaje inclusivo
Mirá también

“Todes les adultes primero fueron chiques”: hasta El Principito ahora habla en lenguaje inclusivo

El libro descubre asimismo «una línea matriarcal compuesta por mujeres fuertes y autónomas«, señala Vargas: Marie Suzanne Valon, madame Fuchs, «jugaba al golf (lo hizo hasta los 75 años), manejaba y a veces, cuando el auto no arrancaba, apartaba al marido y se ponía al volante. Cabalgaba, fumaba, bebía whisky, tuvo su bautismo aéreo. Fue por su deseo de aventura que el matrimonio dejó Francia y se instaló en San Carlos en 1908, amaba la naturaleza y le transmitió eso a sus hijos».

Restauran el departamento donde vivió Saint Exupéry entre 1929 y 1931 en la Galería Guemes.

Restauran el departamento donde vivió Saint Exupéry entre 1929 y 1931 en la Galería Guemes.

«Finalmente está su vínculo con la muerte», señala. Cuarentón y con dolores físicos por los accidentes aéreos que había sufrido, Saint-Exupéry publica Piloto de guerra (1942), una de las caras de la moneda que completa El Principito (1943).

Y como el personaje que deja que la serpiente le inocule su veneno para poder volver a su asteroide, el oasis infantil, Saint Exúpery deja Nueva York adonde se había mudado, discrepando con la política de resistencia antinazi de De Gaulle y retorna al escuadrón aliado de reconocimiento. Finalmente desaparece, sobrevolando el mar Tirreno, el 30 de julio de 1944.

Fuente: https://www.clarin.com/cultura/toda-verdad-principito_0_EoaHuNDag.html

Comparte este contenido:

#TBT: Reminiscencia de los derechos humanos desde el Portal Otras Voces en Educación

Por: Rose Mary Hernández Román/Otras Voces en Educación 

Ante los conflictos de guerra y de distorsión de trato inhuman, de exclusión, discriminación e injusticia, los derechos humanos  se han convertido en el norte del trato a la existencia  de la vida luego de su proclama en la ONU para el año de 1948. Muchos han sido los organismos internacionales que se han apegado a su defensa, motivando movimientos y organizaciones sociales incuestionables en la conformación de los marcos interpretativos.

La lucha por la búsqueda de un mundo con iguales oportunidades  pasa por la necesidad del reconocimiento del derecho a: la vida, igualdad y prohibición de la discriminación, igualdad entre mujeres y hombres, igualdad ante la ley, libertad de la persona, integridad y seguridad personal, educación, labor profesional con remuneración justa,  libertad de conciencia, sexualidad, salud, alimentación, afecto, a la verdad, entre otras tantas dimensiones legítimas que garanticen una vida plena.

En ese sentido, el único lenguaje que cabría la palabra globalización es en el del relacionado con la mundialización de los derechos humanos, no sólo los civiles y políticos, sino también los de carácter económico, social y cultural. A este proceso, el Portal otrasvoceseneducación.org se suma activamente, promoviendo el hecho de que progresivamente disminuyan las desigualdades sociales y se respeten las identidades culturales.

En este intento por aportar un grano de arena en este arduo proceso, este trabajo constituye una oportunidad de acercar estos planteamientos a la comunidad educativa de América Latina, del Caribe y del mundo entero. Para ello se ha buscado, por un lado, incorporar reflexiones críticas sobre los conceptos relacionados con los derechos humanos, así como dar a conocer el contexto en relación a su actual situación.

De igual manera, se ha dado espacio para mostrar los nuevos Movimientos Sociales, partiendo de su definición y configuración, como una importante vía de defensa y reivindicación de los derechos más fundamentales de los seres humanos. Es por eso que hoy ofrecemos el material y la experiencia que a lo largo de estos tres años de trabajo colectivo en OVE hemos considerado importantes bajo la temática Derechos Humanos y Movimientos Sociales, abriendo una ventana donde asomar las conciencias y adquirir un compromiso ético personal.

Derechos humanos y movimientos sociales: experiencia participativa desde Otras Voces en Educación:

OVE Año: 2016

Banco Mundial: Indicadores de derechos humanos para migrantes y sus familias  http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/32234

Mujeres y niñas refugiadas sirias son obligadas a prostituirse en Líbano http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/128272

África es cuna de la humanidad y de la injusticia http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/162539

Indonesia: Detengan la castración química http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/177059

UNICEF: Asesinan en México a 4 niños al día http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/187691

¡Y Virginia Wolf se fundió con el agua! Una reflexión literaria sobre el empoderamiento de la mujer

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/45313

4 cuentos infantiles para prevenir y detectar a tiempo el abuso sexual http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/117605 

OVE 2017

Ecuador: Aulas Hospitalarias en pro de la educación de niños en situación de enfermedad http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/194626

Pueblos indígenas, 300 millones de voces reclaman justicia http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/220075

Atilio Borón: No callar, pero para decir la verdad http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/221734

Estados Unidos: Desigualdades raciales y falta de fondos en educación preocupan a padres de niños latinos y afroamericanos http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/226463

Más de 5.000 inmigrantes fueron expulsados del estado español en 2016 http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/227695

Una escuela contra la dominación http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/235105

Colombia: Más de 3.000 ex-guerrilleros terminarán su primaria http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/235940

Primer ministro de Canadá aboga por defender derechos de las niñas http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/248950 

OVE 2018

Racismo e izquierda: la clasificación de la tribu http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/254998

Gritos en el silencio: ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos! http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/267349

Matrimonio igualitario en Cuba y Colombia: mirar al pasado u olvidarlo, según convenga (Video) http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/285373

Sueños y desafíos de la infancia trans http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/285961

UNESCO defiende valor de la educación en lucha contra discriminación http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/290029

UNICEF: Guerras privan de educación a 104 millones de jóvenes http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/289878

Un análisis necesario de las luchas actuales del magisterio en el continente americano http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/274388

España: El movimiento feminista convoca una huelga de mujeres: “Este 8 de marzo vamos a pararlo todo” http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/265186

OVE 2019

Venezuela: Otras Voces en Educación (OVE) entrevista a Telémaco Figueroa, Coordinador de la FTUV Docente http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/298789

Save The Children presenta el informe “No a la guerra contra la infancia” para alertar sobre el maltrato y asesinato infantil http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/302133

Carta abierta de Noam Chomsky y 70 académicos al gobierno de Trump http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/300856

Contra la intervención golpista en Venezuela por una salida democrática a la crisis http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/299278 

Para finalizar, desde el portal otrasvoceseneducación.org queremos invitarte a potenciar el compromiso social  a través de la concienciación, la reflexión y el análisis de la realidad, fomentando el aumento de la participación en la vida ciudadana de la sociedad en la que vivimos. Únete a la defensa de un mundo en paz, libre de guerras, amenazas.

Comparte este contenido:

La poesía y la tecnología impulsan la «revolución» de las escritoras árabes

Redacción: El Diario

Hablamos con mujeres de la situación de la literatura realizada por escritoras, a raíz de la celebración del Salón Internacional del Libro de Casablanca.

Mientras algunas destacan los cambios en los últimos años y aseguran que no hay «autocensura», otras matizan que todavía «faltan muchas cosas».

Aziza Yahdin Omar habla por teléfono mientras sus compañeras cantan canciones andalusíes. Ninguna usa velo y su ropa es occidental. Están en un pequeño stand arrinconado del Salón Internacional del Libro y la Edición (SIEL) que se celebra cada año en Casablanca y que en este 2019 cuenta con España como país invitado. Destaca la presencia de estas mujeres, puesto que en el pabellón de esta feria, inaugurado en 1949 y uno de los bienes protegidos de Marruecos por su bello techo abovedado, hay stands en los que solo hay hombres. Hojeando libros o haciendo negocios.

Estas mujeres forman parte de la Asociación de Escritoras de Marruecos, fundada en 2012. Aziza es su presidenta. Cuando deja de  charlar por el móvil accede a hablar con eldiario.es. Pero para ello (y para la foto) sí se pone el velo.

«Desde hace cinco años se han editado 6.000 libros escritos por mujeres marroquíes. Y ha habido un gran cambio. Tenemos más libros sobre temas científicos, jurídicos», afirma Aziza que recuerda que hay 57 grupos de la asociación por todo el país con ocho filiales en el extranjero  como parte de la liga de escritoras de Marruecos.

La presidenta insiste en que las cosas han cambiado mucho en el país desde la reforma de la Constitución en 2011, que revalorizó la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y sobre todo, la reforma de la Mudawana –el Código de Familia- que eliminaba, por ejemplo, que las mujeres tuvieran que pedir permiso al marido tener una cuenta corriente en el banco. Sucedió en 2004.

«Las mujeres marroquíes no se autocensuran a la hora de escribir. Lo exponen todo. Ya no tenemos temas tabúes», asegura la presidenta de las escritoras. Para ello habla de las más jóvenes, «que escriben sobre todo, tienen una lengua más moderna y están probando mucho con la literatura en las redes sociales».

C:\fakepath\photo5988098642113834693.jpg
Uno de los stands en la que solo hay presencia masculina PAULA CORROTO

A su lado está Fátima, de la Asociación Marroquí de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos. Ejerce de traductora y se sonríe ante las palabras de Aziza, introduciendo matices. «Es cierto que el país ha avanzado mucho y sobre todo muy rápido en los últimos años, pero todavía faltan muchas cosas. No es todo como se dice», comenta poco después.

Aun así también señala que está habiendo algunos movimientos que proceden principalmente de las autoras más jóvenes. «Hay una modernización muy grande en el cuento y la poesía, quizá lo que más». Esta asociación, de hecho, es una de las que se encarga de traducir a jóvenes escritores marroquíes al español.

El furor de la poesía

Una persona que conoce bien qué está ocurriendo en las letras árabes femeninas –y no solo en Marruecos es la traductora Margarida Castells. Entre sus traducciones, principalmente del árabe al catalán, se encuentran los poemas de Aziza Ahdiya, La confessió de Tantan. Ha trabajado en Egipto, Siria, con autores kurdos, y es considerada una de las grandes especialistas en lengua árabe.

Castells señala que la mujer árabe se enfrenta «a los problemas comunes del patriarcado, que están desde hace milenios»; sin embargo, también recuerda que en los países árabes la mujer poeta tuvo mucha presencia en el ámbito público. «Fue antes del siglo VIII, en la oralidad, porque cuando empieza la escritura se conforman unas élites, que son hombres, y ya ahí la mujer deja de tener tanta presencia», sostiene Castells.

Las escritoras no comenzarán a recuperar un poco de espacio hasta el siglo XIX, aunque no ha sido hasta el XXI cuando ha comenzado una nueva explosión, «gracias a la poesía y la tecnología», afirma la traductora.

¿Por qué estos dos factores? Hay una cuestión política. «La poesía es la más rápida de conectar con la política. Puedes soltar tus poemas en la plaza. Eso lo vimos con las primaveras árabes», recuerda Castells. En el debate político y literario también se ha colado –aunque se intente tamizar- el asunto del velo.

La traductora reconoce que en los últimos tiempos han cambiado las cosas y, si bien antes eran las sociedades más urbanas y las clases medias las que no querían el velo, «ahora está siendo al revés, y hay muchas escritoras que lo justifican. Pero digamos que está en un punto intermedio. Hay quien lo defiende y quién no». A esta voz se suma la de Luz Comendador, que lleva 20 años ejerciendo la traducción del árabe: «Lo cierto es que las árabes no escriben solo sobre el velo. Creo que su compromiso político al final es el mismo que el de las mujeres occidentales».

Aziza, escritora y presidenta de la Asociación de Escritoras de Marruecos
Aziza, escritora y presidenta de la Asociación de Escritoras de Marruecos PAULA CORROTO

Más allá de las más conocidas

Precisamente, a los traductores les pesa que la mirada desde los países occidentales suela ser más política que literaria. De hecho, dos de las autoras árabes más conocidas, como la egipicia Nawal Al Sadawi y la marroquí Fátima Mernissi, son, en gran parte, activistas. «Casi todo lo que llega a España es porque los editores lo han leído del francés o el inglés. Tenemos un muro bastante grande porque lo que prima es si estas autoras son conocidas y tienen ya éxito en otros mercados literarios», se lamenta Castells para quien, al final, no es tan positivo que desde el mundo occidental se reconozca sólo a una o dos escritoras árabes.

«Al Sadawi es una gran luchadora pero cuando te conviertes en ‘la escritora’ es ella ya solo, y eso no va a hacer visibles a las demás. Con Fátima Mernissi pasa lo mismo: parece que ya no hay otras escritoras marroquíes», añade la traductora.

Y, por supuesto que las hay. En el pabellón español de la feria se puede encontrar el libro de Antonio Reyes Ruiz, Antología de la poesía femenina marroquí, editado por Ediciones Alfar en 2007, que recoge los poemas de 18 autoras nacidas a lo largo del siglo XX, más consagradas y otras que eran emergentes. Pero en el prólogo la profesora de la Universidad de Sevilla, Mª Dolores López Enamorado, ya cuenta las dificultades para que las escritoras salten el muro de su propio país: La soledad de la arena, de la poeta Aïcha Bassry fue el primer poemario publicado al español de una poeta marroquí. Y no sucedió hasta 2006. «Marruecos parece un país situado en un remoto extremo de la península arábiga», escribe la profesora.

La cornisse de Casablanca, desde donde se puede observar la enorme mezquita que se inauguró en 1993 a mayor gloria del rey Hassan II –es la segunda mezquita más grande después de la de La Meca- da, sin embargo, buena cuenta de los cambios que se introducen poco a poco en Marruecos. Pandillas de jóvenes –ellas algunas con velo, otras sin él- que pasean y ríen y se comportan como cualquier adolescente. La literatura estará ahí para recoger estas transformaciones.

C:\fakepath\photo5988098642113834691 (1).jpg
Pabellón de España en la feria

España, país invitado

El Salón Internacional del Libro de Casablanca se celebra desde hace 25 años, pero esta es la primera vez que cuenta con España como país invitado de honor. Fue el Ministerio de Cultura marroquí quien lo decidió el pasado mes de octubre y la Dirección General del Libro, junto a Acción Cultural y el Instituto Cervantes, se encargaron de preparar el programa para que estuviera listo estas semanas de febrero.

Entre las actividades, se harán sendos homenajes a Juan Goytisolo, con las exposiciones del viaje por Almería que realizó junto a Vicente Aranda –quien tomó las fotografías y que fueron donadas años después al actual ministro de Cultura, José Guirao- y a José Miguel Ullán. También habrá varias charlas en relación con la traducción, y participarán escritores como Antonio Gamoneda.

Fuente: https://www.eldiario.es/cultura/libros/revolucion-escritoras-arabes_0_867213554.html

Comparte este contenido:
Page 33 of 58
1 31 32 33 34 35 58