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Nepal: El infierno de menstruar

Redacción:

En países como India o Nepal, las mujeres que menstrúan son discriminadas por ser consideradas “impuras” o fuente de desgracias.

Las mujeres menstruamos una vez por mes y durante al menos tres décadas de nuestras vidas: es un hecho natural e inevitable. Desde que tenemos la primera menstruación hasta la menopausia, se estima que producimos aproximadamente 20 litros de sangre, repartidos en un promedio de 1.872 días. Es un proceso fisiológico que puede afectar físicamente –con dolores pélvicos, sensibilidad en los senos, hinchazón, dolor de cabeza– y también puede provocar cambios en el estado de ánimo. Ninguna mujer puede escaparle al período menstrual, no importa su origen, religión, cultura o nivel socioeconómico.

Según ONU Mujeres, 26% de la población mundial está en edad reproductiva. Eso significa que, mientras estás leyendo esto, cerca de 1,8 millones de mujeres están menstruando, acaban de terminar el período o están a días de empezarlo.

Por todas los alteraciones que provoca en los cuerpos de las mujeres, menstruar puede ser una molestia en cualquier parte del mundo. Sin embargo, según el país, puede convertirse en una incomodidad, un obstáculo o, directamente, en un infierno.

En Nepal, por ejemplo, esos días de sangrado son motivo de destierro. En este país del sur asiático, obligan a las mujeres que están menstruando a vivir en una choza apartada de la casa, para evitar que mantengan contacto físico con familiares, animales e incluso plantas, ya que existe la creencia de que contagian su “impureza”. Bajo ese argumento, los nepalíes responsabilizan a las mujeres de posibles desastres naturales, desgracias o enfermedades que sucedan en sus comunidades.

Por eso, mientras están en la etapa de sangrado del período menstrual, son obligadas a dormir en refugios que no tienen las condiciones mínimas para vivir de manera digna. Esto suele generar problemas de salud derivados del frío del Himalaya y de la mala alimentación. También es un riesgo para la seguridad, ya que las mujeres allí suelen ser atacadas por animales salvajes o por hombres. Esta tradición se conoce como chhaupadi, una palabra que en hindi significa “intocable”.

En enero de este año, en un pueblo de Nepal, una mujer que dormía en una choza mientras estaba menstruando falleció tras inhalar el humo de una fogata que había encendido para soportar el frío. Tenía 23 años. Se llamaba Gauri Bayak. Es la cuarta muerte en estas condiciones que ha salido a la luz en el último año: otras dos mujeres murieron por hipotermia y una por la mordedura de una serpiente.

El chhaupadi se sigue realizando en varias regiones del país, especialmente en pueblos del oeste, a pesar de que la Corte Suprema de Justicia nepalí prohibió la práctica en 2005. Consciente de que esa prohibición no cambió la realidad, el Parlamento aprobó en agosto de 2017 una ley que castiga a quienes lleven adelante esta práctica.

La nueva ley, que entra en vigor a partir de hoy, establece que las mujeres que estén menstruando no deben ser “confinadas en chhaupadi o tratadas con ningún tipo de discriminación similar o comportamiento inhumano”. Quienes lo hagan, se enfrentan a tres meses de cárcel y a una multa de 29 dólares. Habrá que esperar para ver cómo se regula.

Para Clara García Ortés, fundadora de Be Artsy –una organización que imparte educación e higiene menstrual en aldeas de Nepal a través de proyectos creativos–, la realidad es complicada. “El gobierno nepalí y las activistas intentan luchar contra el chhaupadi, pero no se llega a nada por la corrupción y por la falta de recursos. Los profesores no saben cómo abordar este tema y nadie quiere hacer nada contra algo que está tan arraigado a las creencias”, afirmó al diario digital español El Mundo.

Los programas de Be Artsy involucran a niñas, madres, padres y docentes. La activista, que centra su actividad en la promoción del uso de copas menstruales, asegura que las niñas que participan en sus proyectos “cada vez se involucran más, no se sienten sucias y no ven motivos para hacer el chhaupadi”. Es un comienzo.

La menstruación, ese gran tabú

Si bien no existe la tradición de enviar a las mujeres a dormir afuera de sus casas, la situación en India no es muy diferente a la de su vecino Nepal. En este país, mujeres y niñas también son a menudo consideradas “impuras” y son objeto de discriminación mientras tienen su período menstrual. Por ejemplo, no se les permite ir al templo a rezar y no pueden cocinar ni tocar alimentos. Esto último es porque se cree que “una mujer con la regla puede agriar la comida”, según explicó Ina Jurga, integrante de la organización especializada en higiene Wash United, al diario madrileño El País.

A estas restricciones se le suman las burlas, comentarios peyorativos y señalamientos, que afectan especialmente a las niñas y a las adolescentes. La situación les avergüenza y genera que durante esos días eviten ir al colegio, salir de compras o, en general, relacionarse con gente.

En agosto de 2017, una niña de 12 años se suicidó en el estado de Tamil Nadu, al sur de India, como consecuencia de esa discriminación. La niña dejó una nota en la que explicaba que estaba triste porque una profesora la había “maltratado”. Unos días después, sus padres se enteraron de que la docente la había humillado en frente de toda la clase porque tenía el uniforme manchado con sangre.

La cultura del silencio en torno a la menstruación también se traduce en una falta de conocimiento sobre el tema, que no siempre es fácil de combatir, especialmente en las zonas rurales. Las cifras son impactantes: 50% de las niñas y adolescentes indias desconocía qué era la menstruación cuando les llegó por primera vez, de acuerdo con un informe elaborado en 2016 por la publicación británica especializada en salud BMJ Open. En tanto, 10% de la población femenina de la India rural cree que es una enfermedad.

Encuestas recientes muestran que, además, 20% de las niñas abandonan la escuela cuando empiezan a menstruar, lo que las condena a la dependencia económica o a los matrimonios forzados.

La mejor herramienta para revertir el tabú es la educación, y no sólo para las niñas y adolescentes. La educación sexual y reproductiva, que incluye el tema de la menstruación, debe incluir también a los varones, que son generalmente quienes discriminan, y a los padres, quienes transmiten las ideas y creencias a sus hijos. De hecho, según datos de la organización Water Aid en India, 70% de los padres considera que la menstruación es “sucia” y “contaminante”.

La joven Nikita Azad se hartó de que las indias tengan que arrastrar ese estigma social y en 2016 decidió convertir un proceso tan natural como la menstruación en un arma de reivindicación. Por eso, lanzó en internet la campaña #HappyToBleed” (“feliz de sangrar”). Su lema se convirtió rápidamente en símbolo de orgullo para cientos de jóvenes indias que en las redes compartieron sus fotos y sus experiencias. Las imágenes de las mujeres sosteniendo las toallitas con la frase “Happy to bleed” escrita en rojo recorrieron el mundo.

La lucha contra el “impuesto de sangre”

En India, como en otros países, las mujeres no sólo luchan contra el estigma en torno a la menstruación. Otro de los principales obstáculos que enfrentan es el acceso a los productos de gestión menstrual que, lejos de ser considerados artículos de primera necesidad, parecen ser más bien artículos de lujo.

A un año de que aumentaran 12% los impuestos a los productos de gestión menstrual, la semana pasada, las indias ganaron la primera batalla en este sentido cuando el gobierno decidió eliminar este impuesto a las toallitas y a los tampones. La medida había despertado una ola de protestas en un país en el que estos artículos son tan caros que las mujeres se ven obligadas a usar trapos o retazos de tela –lo que acarrea infecciones o enfermedades– o bien faltar al trabajo y a la escuela, lugares donde tampoco disponen de las instalaciones sanitarias básicas.

En relación a este último punto, el aumento del impuesto había sido interpretado por muchas mujeres como una barrera más para acceder a la educación. En India, los problemas de salud son la principal fuente de ausentismo escolar femenino.

“Este era el paso más esperado y necesario para ayudar a que niñas y mujeres permanezcan en las escuelas y en sus trabajos”, celebró Surbhi Singh, fundadora de Sachhi Saheli, organización nacional dedicada a generar conciencia sobre la higiene menstrual. “Esto las ayudará a crecer para mostrar su verdadero potencial”, agregó Singh, en declaraciones a la agencia de noticias Reuters.

Según la abogada y diputada india Sushmita Dev, el precio de las toallitas es tan alto que 70% de las mujeres del país no podía comprarlas. Incluso antes de que los precios aumentaran. Ni hablar de los tampones, que se convirtieron en productos a los que solamente tienen acceso las mujeres de clases más acaudaladas, y sólo cuando están disponibles en el mercado. Por eso, muchas mujeres acuden a soluciones caseras insalubres.

Aunque la decisión del gobierno fue aplaudida por la mayoría de los sectores que exigían eliminar el impuesto, muchas activistas y empresarias piensan que el problema no se ha erradicado. Es que el gobierno eliminó el impuesto sobre la comercialización de toallitas y tampones, pero su producción sigue sujeta a un fuerte gravamen de hasta 28%. “No sólo defendemos la exención de impuestos sobre el producto final, sino sobre las materias primas y la maquinaria usada en su manufactura. Estos suponen una carga insuperable para empresas como la nuestra, que trabajan para mujeres desfavorecidas y sin formación”, explicó a medios locales Jaydeep Mandal, directora de Aakar Social Ventures, una empresa india premiada por sus estudios pioneros en la producción de toallitas ecológicas y económicamente accesibles.

No es fácil tirar abajo una creencia que está profundamente arraigada a la cultura. Pero, a pasos lentos, la cosa empieza a cambiar. El rechazo masivo que provocó el “impuesto a la sangre” sacudió a la sociedad y plantó dudas y cuestionamientos. En la capital es donde más se ven los esfuerzos. La sociedad civil impulsa distintas iniciativas, como la campaña “Romper el tabú ensangrentado”, con la que la organización Sacchi Saheli visitó 70 colegios de Nueva Delhi para hablar con las estudiantes, compartir sus experiencias, resolver sus dudas y generar en las niñas la conciencia de que la menstruación no es una enfermedad ni nada por lo que deban avergonzarse. La organización también impulsa intercambios con las madres y los padres para que no inculquen en sus hijas las supersticiones, el estigma y la vergüenza que rodean a la menstruación.

Por su parte, el gobierno de la capital reparte toallitas gratuitas a más de 700.000 estudiantes de escuelas públicas. El desafío es llegar a las áreas rurales, que tienen los índices más altos de desinformación, infecciones y ausentismo escolar femenino. Estas zonas son abordadas especialmente por la sociedad civil.

Una creencia extendida

India y Nepal no son los únicos países de la región donde la menstruación viene acompañada por un kit de supersticiones. En Japón, por ejemplo, muchos creen todavía que la menstruación –también tabú en este país asiático– influye en la preparación de alimentos. Por eso, casi la totalidad de los itamae (cocineros de sushi) son hombres.

El reconocido chef japonés Yoshikazu Ono lo explicó en una entrevista concedida en 2011 a The Wall Street Journal: “Ser profesional significa tener un sabor constante en la comida, pero debido al ciclo menstrual, las mujeres tienen un desequilibrio en su gusto, y es por eso que no pueden ser chefs de sushi”. A pesar de este mito, cada vez son más las mujeres que desafían estas creencias y se dedican a la cocina.

Más al oeste del continente, en Afganistán, se cree que higienizar la vagina durante la menstruación puede causar infertilidad. Un informe de UNICEF y el Ministerio de Educación afgano reveló que ese mito lleva a que más de 70% de las adolescentes afganas no se bañen cuando está menstruando. El documento señala, además, que el tabú es tan fuerte que las adolescentes ni siquiera se animan a pedir medicamentos para paliar los dolores menstruales.

Al lado, en Irán, todavía hay tanta desinformación ligada a la menstruación que 48% de las chicas del país piensa que se trata de una enfermedad, según un estudio realizado en 2015 por UNICEF.

En este país también existe el mito de que lavarse puede provocar infertilidad. Sin embargo, las intervenciones educativas han demostrado ser eficaces. Un estudio publicado por el Centro Nacional de Información sobre Biotecnología de Estados Unidos reveló que cuando las iraníes recibían educación sobre la menstruación asimilaban activamente la información; 61% de ellas comenzó a ducharse durante los días de sangrado menstrual.

Fuente: https://feminismos.ladiaria.com.uy/articulo/2018/8/el-infierno-de-menstruar/

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Venezuela: (VIDEO) Andrea Pacheco: Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir

Redacción: Aporrea TVI

Educación Sexual, Anticonceptivos y Aborto Legal,

EDUCACIÓN SEXUAL, ANTICONCEPTIVOS Y ABORTO LEGAL,

Credito: aporrea tvi

Aborto legal Venezuela

ABORTO LEGAL VENEZUELA

Credito: aporrea tvi

Basta de muertes por interrupción voluntaria del embarazo

BASTA DE MUERTES POR INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DEL EMBARAZO

Credito: aporrea tvi

Sábado, 30 de junio de 2018.-Andrea Pacheco de Marea Socialista estuvo en la demostración de apoyo a las mujeres argentinas, quienes lograron que un proyecto de ley sobre el aborto fuera discutido y aprobado por la cámara de diputados del país austral, concentración que un grupo de activistas feministas realizaron frente al centro comercial San Ignacio, en Chacao, donde se encuentra la embajada de la República Argentina, el jueves 21 de junio.

Creemos que el aborto es solo una de las aristas de las graves problemáticas, de la dramática y trágica situación situación que vivimos las mujeres, señaló Pacheco.

Tan sólo en el 2016 hubo un aumento enorme de la mortalidad materna, ascendiendo al 65, 7%…en el estado Carabobo la mortalidad materna llegó a ser mas del 400%.

La mayoría de estos casos de mortalidad materna, son producto de hemorragias obstetricas, producto también, de abortos practicados en condiciones peligrosas.

La desnutrición y la debilidad están matando a nuestras mujeres parturientas y es por eso que estamos presentes el día de hoy.

Hay 90% de escasez en los medicamentos anticonceptivos, esto quiere decir que las mujeres hemos sido progresivamente expropiadas de nuestro derecho a planificar nuestra reproducción y nuestra sexualidad.

Es por eso que hoy Venezuela representa la vergonzosa tasa de que cada uno de cuatro embarazos, es producto de un embarazo precoz.

Una niña adolescente venezolana de cada cuatro está embarazada, es la tasa mas alta de toda América del Sur.

Necesitamos educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.

Lo que invierte Venezuela en salud es menos del 2% del Producto Interno Bruto…el colapso de la salud se ve en todas partes.

No puede ser también, que por convicciones religiosas y sociales las mujeres tengamos que pagar, hoy en día con nuestras vidas.

Estamos aquí para recordarles que no solamente vamos a conquistar el derecho al aborto, vamos a conquistar todos y cada uno de los derechos a los que hemos sido históricamente cercenadas las mujeres y lo vamos a hacer porque la dignidad es nuestra mayor urgencia.

Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir.

Fuente: https://www.aporrea.org/ddhh/n327411.html

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El sexismo en la publicidad española: una cuestión de educación, no de regulación

Redacción: Marketing Directo

El despertar de la conciencia ética del sector publicitario: a paso lento, pero seguro

El sexismo en la publicidad española sigue siendo un problema latente que, en la era de las mujeres, debe desaparecer. ¿Cuál es el camino hacia su erradicación?

En el año de las mujeres, la voz femenina se ha alzado para decir basta. Basta a las agresiones verbales, físicas y sexuales; basta a la desigualdad laboral, a la relegación de la mujer a papeles secundarios en la sociedad, al menosprecio y a los estereotipos.

Casos como el de “La Manada” han visibilizado un problema latente en nuestro país que, lejos de erradicarse, se agrava. La violencia contra la mujer se acrecienta. En lo que llevamos de 2018 han sido asesinadas en España 21 mujeres a causa de la violencia de género.

Reducir esa cifra a cero es una cuestión educativa que atañe no solo a las escuelas. Los micromachismos y el sexismo, a pesar de todo, siguen muy presentes en la sociedad a todos los niveles, también el publicitario.

Vallas, anuncios y spots siguen mostrando, hoy en día, imágenes estereotipadas que contribuyen a perpetuar los “roles” que se les presupone a hombres y mujeres. Y no solo es una percepción, los datos lo ratifican.

A finales del pasado año, la agencia de publicidad Sra. Rushmore daba a conocer un estudio que versaba sobre esta cuestión y ponía de manifiesto la presencia del sexismo en la publicidad española.

Según los resultados recogidos tras analizar 262 anuncios de 50 marcas, emitidos entre septiembre de 2016 y agosto de 2017, el papel de la mujer en publicidad queda relegado al ámbito de la moda (68 % de personajes femeninos) y de la belleza y la higiene (63 %), mientras que los hombres son habituales en medicina, trabajo y telecomunicaciones.

Unas conclusiones que lanzan un claro mensaje: bajo la aparente imagen de modernidad y progreso de la que muchas marcas se han abanderado yace un sexismo arraigado. Quizá en ello tenga algo que ver la mirada masculina que predomina en las agencias debido a la escasa presencia de mujeres, sobre todo, en puestos de responsabilidad.

En nuestro país tan solo el 14% de las mujeres pueden presumir de ser directoras creativas cuando, paradójicamente son mayoría en las aulas representando el 58% de los licenciados en publicidad.

Del dicho al hecho: ¿autorregulación o legislación?

Aunque la cada vez mayor concienciación sobre el sexismo ha contribuido a que anunciantes y agencias se comprometan a dar a las mujeres el papel que merecen, hasta el momento las palabras han sido muchas y pocas las acciones.

El cambio de Gobierno ha abierto la puerta a un debate mucho más intenso y a poner sobre la mesa una regulación más firme que hasta ahora. Las polémicas que han rodeado el juicio y condena del caso de Pamplona, han impulsado al Ministerio de Igualdad a proponer cambios en la legislación.

Carmen Calvo anunciaba este mismo miércoles su intención de reformar el Código Penal para eliminar posibles interpretaciones sobre qué es una agresión sexual, considerando que lo será siempre cuando no haya un consentimiento expreso de la mujer.

Pero en este intento por proteger a las mujeres y educar a la sociedad, Podemos quiere ir un paso más allá modificando otros aspectos. La propuesta de la formación morada quiere eliminar la distinción entre abuso y agresión sexual, cuestión que ha generado críticas y manifestaciones después de que la condena a “La Manada” hablase de abuso y no de agresión.

Pero también busca sancionar los que muchos denominan “piropos” y que no dejan de ser más que una intromisión y una intimidación a la mujer en la calle.

La publicidad no escapa al cerco de Podemos que apuesta por considerar “ilícita la publicidad que utilice estereotipos de género que fomenten las violencias sexuales contra las mujeres” y propone la redacción de un “código de conducta publicitaria” para erradicar los anuncios sexistas.

La industria opina: menos leyes y más acción

Aunque no cabe duda de la importancia de regular un sector que cuenta con evidentes carencias en materia de igualdad, la industria publicitaria española ya comienza a dar síntomas de concienciación que se traducen en iniciativas que, aunque todavía se encuentran dando sus primeros pasos, buscan el cambio en el sector.

Over es una de ellas. Impulsada desde el Club de Creativos, el proyecto persigue la creación de un manual de buenas prácticas a través del consenso de todos los agentes de la industria para eliminar los estereotipos de la mujer en la publicidad.

Encabezada por Uschi Henkes, la iniciativa ya ha puesto en marcha talleres, a modo de foro, dirigido a anunciantes, agencias y expertos en el que debatir y reflexionar sobre las posibles soluciones a este problema latente.

Para Adrián Mediavilla, head of planning en Sra. Rushmore, la ley no siempre es la mejor solución. “Más allá de controles, creo que la solución real pasa por la sensibilización de los profesionales que trabajamos en marketing y publicidad, por que tomemos conciencia del problema y lo tengamos presente a la hora de hacer nuestro trabajo”.

En este sentido, Mediavilla reconoce contar con un método con el que, al menos, comprobar los posibles sesgos de las ideas que se ponen encima de la mesa de la agencia.

“Como agencia con nombre de mujer, en Sra. Rushmore tenemos una mirada muy crítica sobre este tema. A título personal, utilizo una técnica sencilla como primer filtro: cada vez que me cuentan una idea cambio el género de los personajes para ver si siguen funcionando igual. Creo que es una prueba útil para eliminar el bias del género”.

El publicitario también llama a la responsabilidad de los órganos regulatorios como Autocontrol y a la de todos los agentes del sector en la tarea de erradicar el sexismo.

“Debemos entender que la publicidad tiene la capacidad no sólo de reflejar la sociedad en que vivimos, sino también de moldearla. Las marcas valientes son las que tienen un impacto real sobre la cultura. Creo que la igualdad, más allá de que sea lo moralmente correcto, es una oportunidad para las marcas de ser más justas y relevantes para el consumidor actual”, añade.

Pero la igualdad es todavía, tanto a nivel social como publicitario, un viaje de largo recorrido, especialmente en el territorio español. “Es un problema que no nos hemos tomado en serio como industria hasta hace muy poco. Todavía se siguen viendo campañas sexistas de marcas importantes en España”, cuenta Mediavilla.

Una realidad preocupante que ha sido un secreto a voces durante mucho tiempo, pero a la que nadie ha sabido (o ha querido) poner remedio. Hasta ahora, claro. En la era del cambio, las mujeres también reivindican su sitio en la publicidad.

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¿Pero qué es eso de ciberfeminismo? Aquí un recorrido histórico

Ciberfeminismo, ¿tras el clítoris de la red?

Por Luis Fernando Medina / @luscus9

Como un reconocimiento a las mujeres que han sido protagonistas en el desarrollo de las tecnologías informáticas, y con la esperanza de consolidar espacios digitales en los cuales identidad y políticas sexuales se puedan abordar sin estigmas, nos sumergimos en montañas de cables de colores, sonidos de módem, movimientos sociales y teorías cyborg para explorar el feminismo desde el ciberespacio.

Hace algunos meses, las redes sociales ardían por una vieja polémica, reeditada en estos universos de datos y silicio. El motivo: la filtración de un correo electrónico de un empleado de la toda poderosa Google, en el que desestimaba la capacidad profesional de muchas de sus compañeras de trabajo.

Y aunque este gesto podría perderse en el vergonzoso paisaje de acciones discriminatorias que afectan a las mujeres y que van desde el acoso digital hasta la brecha salarial, revela un motivo más profundo, inscrito en los milenarios circuitos colectivos de nuestra sociedad: tecnologías y mujeres son incompatibles.

Esta apreciación errónea se manifiesta en muchas facetas de nuestra sociedad: en el sesgo de los juguetes infantiles, en el trato condescendiente en temas tecnológicos o incluso en comentarios sobre las habilidades para manejar un automóvil. La tecnología es un campo que aparentemente apesta a testosterona, no obstante el problema adquiere otra dimensión cuando se da en el contexto de las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) y del Internet, tecnologías sin las cuales la vida moderna es inconcebible.

¿También será entonces el ciberespacio un territorio inhóspito para esa otra mitad del mundo? Dos ejemplos podrían apuntar a que las respuestas no se encuentran precisamente en una “nube” inmaterial.

 

Hace poco la ingeniera colombiana Juliana Peña fue descalificada profesionalmente por el DANE tras haber revelado públicamente un error de seguridad de la plataforma electrónica del censo poblacional que el país lleva a cabo actualmente. A pesar de que Peña tenía la razón, en lugar del agradecimiento fue sometida al escarnio. En la escala latinoamericana hay otro ejemplo: uninforme de las Naciones Unidas da cuenta de nuestra región como una de las más afectadas por el acoso en medios electrónicos, señalando la falta de acceso a la tecnología y la localización de la mayoría de plataformas por fuera de la región como agravantes. Esto va de la mano con valientes reacciones que mezclan los mundos offline y online en movimientos espontáneos como los que representaron las etiquetas #NiUnaMenos (Argentina), #PrimeiroAssedio (Brasil) y #MiPrimerAcoso (México), que aunque se referían a problemáticas que superaban la esfera digital, mostraban su pertinencia como medio de comunicación para el activismo.

Como aquella división entre real y virtual está mandada a recoger y de hecho el Internet es un territorio en constante disputa, era de esperarse que las luchas y las reivindicaciones feministas se manifestaran también en este universo de información con toda contundencia. Así, los prejuicios que invaden la red son combatidos con alegría, argumentos y táctica tecnológica por un movimiento surgido a finales del siglo pasado, en los albores del Internet y de la globalización actual: el ciberfeminismo, una caricia —certera y agitadora— en el clítoris de la matriz.

El ciberfeminismo como movimiento social aparece a mediados de los años noventa, cuando el Internet abandonaba los plácidos campos de la academia donde habitaba desde su antecesor ARPANET, en 1969, y pasaba a convertirse en el medio de comunicación que revolucionaría nuestra experiencia humana. Este paso democratizaba el acceso a la red, pero también replicaría los vicios del mundo analógico, que ya se percibía viejo y de carne decadente.

El término fue acuñado casi de manera simultánea por la teórica inglesa Sadie Plant y por el colectivo artístico australiano VNS Matrix. De un lado Sadie Plant estaba interesada en recuperar el muchas veces invisibilizado pero fundamental papel de las mujeres en el desarrollo de la computación, una historia que se remonta hasta el vínculo entre las máquinas textiles y la programación.

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Telar de Jaquard, máquina de tejido programable considerada antecesora de los computadores. Fuente: Wikipedia.

 

Como comenta Tania Perez-Bustos, profesora asociada de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, “la relación entre lo textil y la programación es muy primaria y de hecho las escrituras textiles (del tejido y del telar) son binarias y el telar de Jacquard (siglo XIX) fue el primer computador. Desde sus inicios, la programación está muy feminizada”. De hecho el libro de Sadie Plant Ones and Ceros aborda esta dupla mujer/máquina acudiendo al rescate de esta tradición.

Por otro lado VNS Matrix, un colectivo artístico pionero del llamado net.art (corriente artística surgida en los años noventa que exploraba las posibilidades del Internet para el arte), conformado por Francesca Rimini, Virginia Baratt, Julianne Pierce y Josephine Starrs, espetaba en 1991 un breve pero poderosoManifiesto ciberfeminista para el siglo 21.

En una imagen digital sintética que prefiguraba de alguna manera los GIF omnipresentes hoy en día, VNS Matrix se declaraba “el coño moderno”, un “virus del desorden del nuevo mundo, quebrando los símbolos desde adentro, saboteadoras del mainframe (grandes computadores que se usaban antes de la aparición de los personales) del Gran Papi”.

El juego de palabras entre el vigilante Gran Hermano Orwelliano (Big Brother) y la figura patriarcal (Big Daddy) denunciaba que en el Internet los cuerpos femeninos también eran sometidos al control.

La imagen-manifiesto es entonces femeninamente curva, retando la línea recta que se asocia a estéticas masculinas y a una racionalidad incompleta y tirana, no obstante afirma que “El clítoris es una línea directa a la matriz”… Del “arte coño” (cunt art) a la visión del Internet como una tecnología eminentemente femenina. Si Sadie Plant quería recuperar el protagonismo de la mujer en la tecnología, VNS Matrix batallaba ya por garantizar sus derechos en esa nueva y voluptuosa frontera llamada Internet.

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Manifiesto ciberfeminista para el siglo XXI del colectivo “VNS Matrix” (1991).

 

Hurgando un poco más en los antecedentes del ciberfeminismo, puede decirse que surge de una hibridación entre un feminismo de tercera ola con influencia francesa (de hecho VNS Matrix hace referencia directa al concepto Jouissance —o “disfrute” en la voz francesa—  en su manifiesto) y la necesidad de migrar a nuevos espacios y ocupar los medios para amplificar la protesta.

El Internet de los noventa aún tenía ese rasgo de utopía y promesa de un espacio novedoso y libre, un territorio que requería una manera nueva de pensar, como describía el recientemente fallecido activista John Perry Barlow en su Declaración de independencia del ciberespacio.

De aquí que toda esa maraña de cables, sonidos de módem, pixeles palpitantes y discusiones acaloradas pero esperanzadoras constituyera un caldo de cultivo rico en afectos y expectativas para la causa feminista.

Otro antecedente del ciberfeminismo se encuentra en la obra de la reconocida teórica estadounidense Donna Haraway, quien en los años ochenta escribió El manifiesto cyborg. En él, Haraway utiliza la metáfora del organismo cibernético (cyborg) como comunión de máquina y humano para superar el feminismo tradicional y pronosticar un futuro “monstruoso” (entendido como adjetivo virtuoso) en el que nos hemos deshecho de las nociones de género tradicionales y esencialistas para abrazar una nueva naturaleza híbrida con la máquina, relacionándonos por afinidades y no por imposiciones de identidades binarias. Existen películas, series y libros que también abordan este concepto, como Ghost in the Shell, Surrogates o el video juego Deus Ex: Human Revolution.

Esta revolucionaria visión —que con treinta años de anticipación podría compararse con la manera de relacionarse hoy en redes sociales— también influiría la visión de la mujer y la tecnología defendida por el ciberfeminismo, que como el Internet puede ser también considerado una red de conceptos y acciones más que como una teoría única y en cuyos objetivos de acción pueden identificarse tres rasgos principales.

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Ada Lovelace, considerada la primera programadora. Acuarela de 1840. Fuente: Wikipedia.

 

Primero, una preocupación por la posición de la mujer en las disciplinas técnicas, incluyendo una crítica a la división del trabajo en las mismas. Basta con recordar que en los albores de la computación la programación era vista como una labor secundaria con respecto a la construcción de máquinas —algo que si se mira con cuidado se hace evidente en las palabras software (suave-femenino) y hardware(duro-masculino)— y por lo tanto era una actividad para mujeres. Esta diferenciación era una herencia directa de la revolución industrial, donde aún el manejo de máquinas requería una fuerza muscular. Un dato curioso:«computadoras» era el término que se usaba en los años cuarenta para referirse a las mujeres que hacían cálculos matemáticos para la milicia (una historia relatada por la teórica Katherine Hayles en su libro My mother was a computer). Esta tendencia cambiaría al comienzo de la década de 1970, cuando fue evidente la relevancia económica del software, lo cual disparó las matrículas de hombres en carreras relacionadas con las ciencias de la computación y redujo el número de mujeres en esas profesiones.

En segundo lugar está el destacar la multiplicidad de roles que desempeña la mujer en la tecnocultura, enfocándose en sus efectos en la vida social, el trabajo, la diversión, etcétera. Dicha diversidad abre un abanico de enfoques sobre la relación mujer y tecnocultura. Colombia cuenta con figuras destacadas como la abogada y activista Carolina Botero, encargada de la Fundación Karisma y preocupada, junto con su equipo, de las actitudes machistas en Internet y de la visibilización del rol de la mujer en el desarrollo de tecnologías a partir de jornadas de creación de entradas en Wikipedia, entre otras inquietudes y actividades. De manera similar, la compositora Ana María Romano, a través de festivales y convocatorias sobre la experimentación sonora, hace énfasis en una visión de género de la dupla música y tecnología. En el ámbito latinoamericano, la artista chilena Constanza Piña (Corazón de robota) imparte talleres sobre distintas tecnologías en un recorrido nomádico por la región y actualmente organiza desde México el encuentro tecnofeminista Cyborgrrrls.

En tercer lugar está la tecnología como espacio para reconsiderar las nociones de género y contemplar la erotización en el Internet como una actividad femenina por derecho propio (y que no atañe exclusivamente a los hombres). Como VNS Matrix afirmaba: «se trata de crear espacios digitales en los cuales identidad y políticas sexuales se puedan abordar».

Colombia no es ajena al ciberfeminismo y aunque sus expresiones tienen un génesis distinto al de los años noventa (vinculado al net.art), nuestra propia idiosincrasia marca destinos más urgentes. Uno de ellos es el señalado por la campaña Alerta Machitroll, de la Fundación Karisma, la cual por medio del humor y de una plataforma digital identifica intervenciones que atenten contra los derechos de las mujeres en Internet.

“La campaña es el resultado de un diagnóstico realizado con mujeres periodistas y comunicadoras en Colombia, uno de los grupos más expuesto a ataques digitales —comenta Amalia Toledo, coordinadora del proyecto—. Para ello se creó una herramienta tecnológica que genera dos tipos de sellos de certificación machitroll (incurable o rescatable) a ser insertado en aquellos comentarios públicos que las personas consideren misóginos, machistas o sexistas”.

Si el Internet es esa plaza pública digital donde ejercemos nuestra ciudadanía, todas las personas deberían poder expresarse libremente. Aquí es donde la campaña mezcla la sensibilidad tecnológica con la estrategia del humor para, como afirma Amalia, “subvertir las formas en que el machismo se traslada a la red e intenta silenciarnos. Queremos con esta campaña defender nuestro derecho a la libre expresión”.

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Mural de la campaña Alerta Machitroll de la Fundación Karisma (2015). Fuente: Fundación Karisma/Wikipedia

 

En este punto vale la pena preguntarnos por la diferencia entre el ciberfeminismo noventero y el actual. Derechos Digitales es un proyecto de seguridad digital con perspectiva de género pionero en América Latina. Para una de sus integrantes, la socióloga colombiana residente en México Juliana Guerra, “es un asunto de Internet. En los noventa había mucha exploración y creación, de prueba y libertad. Aunque Internet se sigue creando a una velocidad insospechada, y quienes están a la cabeza de su desarrollo son sobre todo hombres, antes se hacía más y ahora se regula más… y en el ciberfeminismo pasa lo mismo: antes había acciones, declaraciones visuales y técnicas y hoy reclamos de derechos”. Dichos reclamos requieren el desarrollo de aptitudes técnicas y de encarar la tecnología desde una perspectiva activa, pues como afirma Juliana respecto al proyecto, “concebimos la seguridad digital como un asunto de transformar nuestra relación con la tecnología, cuestionando a partir de la práctica nuestros roles tradicionales como usuarias finales”.

Este gesto implica una migración necesaria a terrenos inhóspitos y quizá usualmente vedados a la participación femenina: “los conocimientos técnicos están [para las mujeres] cada vez más lejos —asegura Juliana—; los foros geek son espacios cada vez más misóginos y nuestras luchas feministas se concentran más en contra de las políticas comunitarias de, por ejemplo, Facebook”.

Justamente Derechos  Digitales elaboró un documento de diagnóstico donde lista colectivos latinoamericanos de mujeres que trabajan con tecnología, entre ellos Preta Lab (Brasil), Django Girls Arequipa (Perú), Rails Girls (Venezuela) o Tic-as, Sula Batsú (Costa Rica) entre otros. Así, si el acoso es un problema, la falta de acceso a la educación tecnológica es otro. Podría decirse que los reclamos sobre los cuerpos deben continuar en las corporalidades digitales femeninas y su derecho al conocimiento.

Finalmente y para terminar de hilar el ciclo donde tecnología y reivindicaciones se trenzan en manifestaciones diversas, la ya mencionada Tania Perez-Bustos lleva algún tiempo explorando de manera activista y con agudeza académica la relación entre la costura artesanal y las tecnologías digitales que, como refiere en unartículo al respecto, representan una relación dicotómica entre unas tecnologías digitales, racionales, matemáticas y abstractas, y un trabajo artesanal asociado a lo intuitivo y al trabajo manual (de alguna manera un contraste sostenido por la dupla masculino y femenino), una dualidad llamada a ser superada.

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Mujeres reprogramando el ENIAC, uno de los primeros computadores en existencia, 1946. Fuente: Wikipedia.

 

Este cuestionamiento es necesario para replantearse una relación entre mujeres y nuevas tecnologías más acorde a los retos modernos y en la que las preocupaciones sobre los cuerpos, el control y la libre expresión femenina se respondan a partir de la consciencia de un saber técnico equitativo que termine por subvertir (o hackear) la tiranía de lo binario aplicado a lo social. Mas este sendero tejido con afectos, enlaces, golpes de teclas y batallas en foros, no debe ser visto solo como un traslado al ciberespacio de las causas feministas sino como el apremiante reconocimiento de toda una saga de mujeres que han sido protagonistas en el desarrollo de las tecnologías informáticas —desde Ada Lovelace, las programadoras anónimas del ENIAC (uno de los primeros computadores digitales construido en la década de 1940), pasando por Grace Hopper y Margaret Hamilton, hasta nuestros días— y que aún debemos salvar del olvido de la narrativa hegemónica de las tecnologías masculinizadas.

Más aún: el ciberfeminismo nos atañe a todos porque en su travesía hacía la equidad de género en un mundo de información, nos recuerda ese milenario nexo entre el ser humano y la tecnología, el cual es tan íntimo que nos define como especie y por lo tanto no puede ser objeto de exclusiones de ningún tipo.

Fuente: http://cartelurbano.com/historias/ciberfeminismo-el-clitoris-de-la-red

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Mujeres en red para dejar atrás el patriarcado

Europa/España/EFE/www.huffingtonpost.es

En el lugar donde hace unos 6.000 años debió existir una cultura matrilineal según la Exposición de la prehistoria en la provincia de Málaga a través del legado Tambory celebrada en 2012, las mujeres han creado un gran laberinto con velas rojas y blancas. «Es un laberinto donde no puedes perderte, es un camino único y siempre encuentras la salida», dice a través del micrófono Marianna García Legar, responsable última del evento. Cuando los asistentes comienzan a recorrer el laberinto, las mujeres cantan al ritmo del tambor repetitivas letras donde hablan de la tierra, el amor, los abuelos. De entre todas las voces, destaca una: «Nos hemos reunido para recordar las memorias prepatriarcales con la ofrenda de luz. Es una reunión en pro de la paz y de la tierra», me dice García Legar, profesora de profesión y organizadora principal del evento. «Lo hemos celebrado ahora porque es el tiempo de abrirse las semillas en la tierra y el momento cuando, según la tradición, se han hecho las ofrendas de luz. Nuestro objetivo es recordar las sociedades prepatriarcales donde hombres y mujeres eran iguales. Estas sociedades vivían en armonía con la naturaleza», prosigue García Legar.

Mujeres que usan los ciclos de la tierra o la luna y los ritos basados en tradiciones indígenas como referentes para crear su propio imaginario más allá del patriarcado

El numeroso grupo reunido esta noche en Antequera no está ni aislado ni solo, pero sí es pionero de un movimiento de mujeres que usan los ciclos de la tierra o la luna y los ritos basados en tradiciones indígenas como referentes para crear su propio imaginario más allá del patriarcado. También para fortalecerse a base de entender su propia psicología, muchas veces consecuencia directa con los cambios de su propio sistema hormonal y el carácter cíclico de su cuerpo femenino. «En el caso de las mujeres la menarquía o primera menstruación, la maternidad o la menopausia implican cambios físicos y psicológicos que son importantes de tener en cuenta. Los ritos son muy importantes porque nos hacen tomar conciencia de los cambios que van ocurriendo en nuestras vidas, es como pasar umbrales que nos hacen renovarnos y volver a empezar. Por ejemplo, tomamos conciencia de que cada estación de la vida requiere una parada para soltar, renovarse y comenzar de nuevo», dice Maria Morera, que trabaja como terapeuta experta en mujer.

La corriente está creciendo hasta el punto de contar con eventos multitudinarios como los que proyecta Ainhoa Valderrabano, que forma parte del grupo Tabarilea. «Queremos visibilizar participación femenina en eventos grandes donde también haya un área para cuidar. Nutrición, familias o niños», dice Ainhoa.

«Ha habido y hay mujeres pioneras desde el feminismo que han provocado y provocan grandes cambios»

Entre los festivales por y para mujeres, destaca Tierra de Lunas por lo rápido de su crecimiento. En su segundo año ha aglutinado a cerca de trescientas mujeres. «Nuestra intención es crear una red de mujeres. El objetivo es ofrecer herramientas a las mujeres para empoderarnos y relacionarnos con nosotras mismas y con las demás», afirma Cristina Font, una de sus creadoras. «Las mujeres necesitamos quitarnos los condicionantes de siglos de opresión para abrirnos a cosas más grandes. Estamos con esa semilla, proyectándolo seguras», expresa.

El movimiento goza también del trabajo de psicólogas como la zaragozana Gabriela Robles, experta en mujer, que trabaja con una visión holística. «Ha habido y hay mujeres pioneras desde el feminismo que han provocado y provocan grandes cambios. Ahora el paso también es recordar la esencia femenina. Nutrirse. Tomar fuerza para dar el impulso hacia adelante», dice la psicóloga zaragozana Gabriela Robles, para quien «ahora se trata de proponer una visión integradora y multidimensional de la mujer.»

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¿Qué tiene el (Ciber) Feminismo que nos vuelve taradas?

Por: Elbinario11/07/2018

Si diese un paso diez años atrás no me reconocería a mi misma en la postura feminista, desde Simone de Beauvoir, pasando por toda la filosofía social, solamente fue la punta del iceberg que asomaba para dar paso a un gran cambio, a una revolución. Siempre que intento ver críticas, insustentables al feminismo son partiendo de la rígida medición paramétrica acusadora de personajos con privilegios que no se basan en la acción.

¿Cual son las bases de este feminismo para mantenerse?

Una de las herramientas más poderosas de nuestra ola feminista ha sido la de aportar la sororidad, el entendimiento de la otra persona por encima de todo juicio, creo que para mi ha sido la muestra más enriquecedora y una gran vuelta ya no solo al sistema en el que vivimos que nos quieren enfrentadas y enemigas, competitividad y acometimiento frente a la otra persona sino que, nuestro apoyo va por encima de todo y nos encanta. Practicar sororidad implica un hermanamiento y un apoyo único en el que no juzgamos nuestros actos, y entendemos porque no hemos denunciado, porque nos hemos visto con quien nos dió la gana y cuántas personas estuvieran contigo o conmigo. La sororidad ha sido la mecha que emprende todas las acciones colectivas que vemos, la que iluminó todas las calles en las manifestaciones y la que lleva consigo

¿Pero el feminismo me cambia totalmente?

No, el feminismo me hace pensar y reflexionar y entender hacia nuestros adentros el cómo podemos llevar nuestra vidas y nuestros sacos de emociones y luego los soltamos sin arrepentiemientos. Ahí aprendí otra de las herramientas y estrategias más grandes para calar el feminismo, derivado de olvidarse del egocentrismo para pasar a un acompañamiento en colectividad. La herramienta es que somos una contradicción en vena, pero que como no va a haber represalias por ello porque partimos del entendimiento de que no todas las personas tienen las mismas oportunidades, ni los mismos privilegios, simplemente se desmonta todas aquellas convenciones y formalismos que nos han hecho eco en nuestra cabeza a lo largo de nuestra vida terrenal (con ello nos referimos a la vida diaria).

Ah, espera esto suena muy bonito pero no es tan fácil de asimilar, algo falla. Claro es que el ser humano no asimila toda de una, cómo se resuelve esto desde el feminismo. Pues como lo ha resuelto toda la vida el desarrollo natural, con los tiempos. Cada persona, sus momentos, sus tiempos. De dentro hacia afuera, entendiendo desde su cabeza y actuando desde sus manos.Vaya, ¿En qué movimientos se tiene en cuenta el tiempo de esa manera sin un péndulo sonando de fondo?

¿Qué te apetece hacer?

Soltaría una gran carcajada porque una zorra de aquí sabe que me lo tiene preguntado pero claro todos nuestros demonios con los que luchar para saber si podemos hacer lo que nos apetece realmente. El feminismo anticapitalista (por antonomasia, por cierto) nos indica que tenemos que imitar lo que ya esta en nuestro alrededor, en el paraje natural. Cuando tenemos que estar en manada, cuando nos tenemos que cuidar y querer (como los animales y las plantas), cuando tenemos que convivir con otras personas… Tanto tenemos que aprender de ello.

Otras de las herramientas que más hondo cala es la permisividad en el feminismo porque la persona se da cuenta de cómo quiere incorporar esa lucha en su propio entorno. Os contaremos un gran secreto: nuestros desahogos del cansancio de esta lucha nos hacen volver a alzar la voz más fuerte, y eso no está igual de desarrollado en cualquier otro -ismo. El mero hecho de que nosotres podamos decir: me canso de ser feminista, solo quiero sentarme y seguir con mi vida es la estrategia más grande y a la que pondría al mismo nivel que la resistencia no violenta, sino cuanto más porque estar sabiendo llegar con una realidad palpable haciendo que el nivel de acción se mantenga porque consideramos que no hay perfección que alcanzar, estamos dando la vuelta a que te azucen para la acción y eso amiges, es un gran gran plan.

Parece mentira que no nos demos cuenta de lo que se está fraguando es incansable y si podemos hablar de las modas, de lo filtrado que tenemos que hacer cuando vemos los mass media, pero como dice @revueltafeminista que está siendo tan imparable que los mass media no pueden no hablar de ello ya es por definición algo distinto a lo que se estaba haciendo y, ¿Realmente somos conscientes de lo que cuesta hacer algo tan distinto y que llegue a dónde queramos?

¿Y que tiene que ver esto con la tecnología?

El ciberfeminismo, increible. Yo personalmente soñaba con ganas de que algo surgiera así. Esos enfados y esas rabias de que lo injusto siempre se hacia de lucir hasta que un día hay más personas como tú con tu mismo pensamiento y que les damos tirones de orejas al surgimiento tecnológico por invisibilizarnos y por mantenernos en segundo plano. Y ojo el ciberfeminismo avanza a pasos agigantados, porque todos esos escollos propios del egocentrismo, del orgullo hacker, el feminismo directamente los obvia, y el entendimiento cala a un mayor número de personas. Algo estamos haciendo bien cuando se inicia una diversidad en masa (migración, como las aves).

Feminismo y tecnología, creo que cuando te das cuenta que van cogidos de la mano es cuando tienes las gafas moradas(las personas feministas llamamos ponernos las gafas moradas al momento clave en el que te das cuenta de que todo lo que tienes a tu alrededor no tiene en cuenta a la mitad de la población) y cuando tienes las gafas de Neo y observar todo lo que tiene que ver con la soberanía tecnológica.

¿Feminismo y movimientos hacktivistas?

Otra sonora carcajada. Quizás sería/es/fue lo lógico, con la de movimiento social y activismo emprendido frente al maltrato que pagan nuestros cuerpos. Podríamos ser anónimas,ser muchas. Lo creo por una parte necesario, quizás la firma haga que cale más rápido. Pero ¿Queremos esa firma? Esas ideas derivan la permisividad de las acciones(acciones antifeministas que se llevaron a cabo). Ahora tenemos una ideología y las acciones derivadas de un activismo ¿Pero quiénes sustentan los cuidados del hacktivismo? O sea ¿Quizás el sistema de manera inconsciente hacía que fueramos anónimas antes de serlo? Más bien invisibilizadas ¿no? Y dentro de toda esa hiperclasificación de scriptkiddie,lamer noob, newbie…

¿Y el empoderamiento?

Uoh empoderarse, dejadnos pensar. Otra de las herramientas diría fortalecedoras que resurgen de las cenizas cual ave Fénix para enseñarnos que, simplemente queremos tener el control de nosotres tal y como somos, es una palabra que cabe interpretación abierta, quizás como el de democracia, es decir es una palabra política que hace referencia a la emancipación, a tomar las decisiones y participar de lo que deriva de ellas.

*Fuente:https://elbinario.net/2018/07/03/que-tiene-el-ciberfeminismo-que-nos-vuelve-taradas/

Imagen: Internet

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Educación e igualdad de género

Autora: María Ángeles Goicoechea Gaona

Últimamente, el feminismo está de moda. Personas de toda edad y condición aparentan estar de acuerdo con las tesis que el movimiento feminista ha abanderado desde sus inicios. ¿Beneficia a las mujeres o es una nueva forma de opresión? Si la igualdad está ya lograda, ¿por qué quejarse?, ¿deja de ser necesaria la educación en igualdad?

A pesar del avance del feminismo, es obvio que las mujeres siguen sufriendo opresión: sus sueldos no son iguales a los de los hombres; el trabajo doméstico realizado por las amas de casa no está ni pagado ni reconocido en ningún índice de desarrollo (es decir, es invisible, gratuito, sin derecho a descanso, ni vacaciones pagadas, ni bajas por enfermedad); las tareas de cuidado de personas dependientes (grandes y pequeñas), así como el trabajo doméstico en hogares donde ambos miembros de la pareja están empleados, continúa siendo una carga mental, emocional y física desarrollada en mayor medida por ellas; las jóvenes obtienen mejor rendimiento académico que los varones y, sin embargo, son ellos quienes ocupan los puestos de responsabilidad y poder en la empresas y en otros ámbitos laborales y políticos. Estos son solo algunos ejemplos que demuestran que la vida de las mujeres gira en torno al universo masculino, ellas son un complemento y un apéndice, un lugar donde el guerrero acude a descansar de su duro trabajo. Las mujeres pueden incorporarse al mundo asalariado con la condición de que no abandonen esas otras ocupaciones que la distribución de roles de género les ha asignado. Los hombres, por el contrario, no han asumido las tareas de cuidado en la misma proporción.

* El curso de verano ‘Violencia de género
educar para prevenirla’ se imparte los días 2 y 3 de julio en el Edificio Quintiliano de la UR

La violencia ejercida sobre las mujeres es de índole diversa y, en muchos casos, simbólica, con lo que la detección se hace más complicada. El sexismo cotidiano y sutil, los micromachismos, son difíciles de ver para ojos no atentos y entrenados. La justificación de la violencia sexual por razón de género sigue existiendo. Las niñas, jóvenes y adultas no transitan por los espacios urbanos -ni rurales- con la misma libertad y sensación de seguridad que los chicos. A ellas se las cuestiona por su forma de vestir, de comportarse, de hablar…

Estos son solo algunos argumentos que constatan que la igualdad de género que se refrenda en las leyes no ha calado en la práctica cotidiana. Quizás algunos hombres sean reacios a perder privilegios, es entendible, pero es preciso que ellos cedan y acepten que el reparto equitativo de tareas y responsabilidades es una condición imprescindible para alcanzar la igualdad real.

Las leyes para prevenir la violencia de género tampoco están dando el resultado esperado, pues las cifras de mujeres asesinadas por sus parejas no descienden, y además esa violencia se hace extensiva a los hijos e hijas que, en demasiados casos, también la sufren en el entorno familiar.

La educación puede ser una herramienta eficaz para prevenir y remediar este mal, así como para sentar las bases de una sociedad más igualitaria y menos sexista. Para alcanzar este objetivo es necesaria la formación del profesorado, del personal sanitario, del personal jurídico, de las y los trabajadores sociales, de las familias, etcétera, ya que esa transformación debe desarrollarse simultáneamente a todos los niveles y en todos los ámbitos.

Cambiar los esquemas tradicionales y machistas en los que nos hemos educado es una tarea ardua, lenta y costosa, pero es crucial que sigamos avanzando en esa dirección. El grupo de investigación Igualdad y Género de la Universidad de La Rioja, comprometido con este fin, organiza cada año a través de la Fundación de la Universidad de La Rioja un curso de verano que gira en torno a la violencia de género, en un intento de reflexionar críticamente sobre este fenómeno y buscar formas eficaces de erradicarlo. Este mes de julio, en la sexta edición del curso, se tratará la educación como una forma de prevenir esta epidemia que infelizmente se sigue cobrando tantas víctimas mortales.

Fuente: http://www.larioja.com/opinion/educacion-igualdad-genero-20180630235437-ntvo.html

 

 

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