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¿Eres pobre porque eres de letras o eres de letras porque eres pobre?

¿Eres pobre porque eres de letras o eres de letras porque eres pobre?

“El que vale, vale, y el que no, a letras”. El prejuicioso adagio ha acompañado a millones de españoles que durante las nieblas existenciales de la adolescencia optaron por las humanidades o las ciencias sociales en el instituto. Como el que esto firma, al que sus profesores intentaron disuadir de hacerlo porque les parecía que era un desperdicio que no explotase su supuesto talento matemático. La letra pequeña del contrato, un futuro más fácil y exitoso si cursaba una carrera de ciencias.

Este tópico abstracto toma forma concreta en la edad adulta, donde los trabajos mejor remunerados suelen pertenecer al ámbito de las ciencias, como muestra el estudio ‘Inserción laboral de los egresados universitarios‘, que en su última edición sitúa en los primeros puestos medicina, varias ingenierías (aeronáutica, organización industrial, tecnologías industriales y de computadores) o desarrollo de ‘software’.

Las 10 carreras mejor pagadas

Medicina
34.290
Náutica y transporte marítimo
33.977
Ingeniería aeronáutica
30.454
Ingeniería de organización industrial
30.052
Desarrollo de software y de aplicaciones
29.794
Ingeniería en tecnologías industriales
29.458
Ingeniería de computadores
29.295
Ingeniería de telecomunicación
28.737
Ingeniería en electrónica
28.471
Ingeniería naval y oceánica
Lo que el cliché sugiere es que el criterio para la elección de los estudiantes es la mera habilidad. Una discriminación por inteligencia. Pero hay muchos más factores en juego a la hora de seleccionar un futuro educativo que condicionará el laboral. Nos encontramos ante el dilema educativo del huevo o la gallina: no solo los estudiantes de letras o humanidades suelen ganar menos en sus empleos, sino que las clases bajas suelen decantarse por carreras de letras. Lo que, como señalaba el informe ‘Vía universitaria‘, aumenta el riesgo de segregación por origen socioeconómico.
“La diferenciación horizontal por especialidad es un factor muy relevante que se traduce en una empleabilidad y trayectoria salarial muy distinta según sea la especialidad del título”, recuerda Xavier Martínez-Celorrio, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad de Barcelona. “Por regla general, en todos los países, los titulados en humanidades y artes tienen peores salarios y trayectorias respecto a los titulados en ingenierías o empresariales. No es nada nuevo”.
Los hijos de los padres sin estudios tienen 15 veces menos probabilidades de titularse en ingenierías que los hijos con padres universitarios
La pregunta del millón, por lo tanto, es ¿por qué las clases bajas, cuando estudian, se decantan por profesiones peor remuneradas, en lugar de aquellas que en principio les permitirían ascender socialmente? Y al mismo tiempo, ¿por qué los hijos de las familias más privilegiadas, y que en teoría podrían permitirse más riesgos económicos y vocacionales, siguen decantándose por titulaciones de ciencias, empresariales e ingeniería?

Lo material: una cuestión de riesgo

Para responder la pregunta, resulta útil ampliar la imagen y recordar que, como afirmaba la OCDE, en España hay muy poca movilidad intergeneracional ascendente entre los hijos de padres con bajo nivel educativo. El dato que proporciona Martínez-Celorrio es contundente. “Los hijos de los padres sin estudios tienen 15 veces menos probabilidades de titularse en ingenierías que los hijos con padres universitarios”. Él mismo mostró en un estudio llamado ‘Crisi, trayectòries sociales i educació‘ cómo las clases obreras y populares están infrarrepresentadas en la educación terciaria, excepto en humanidades y ciencias de la educación.

En otras palabras, las decisiones educativas de las familias con menos recursos están determinadas por la cautela, como explica Delia Langa, profesora de Sociología de la Universidad de Jaén, que ha estudiado cómo se originan las elecciones universitarias. Eso explica no solo que las clases bajas acudan en menor número a la universidad, sino que a la hora de seleccionar una carrera u otra tienen más en cuenta los costes y beneficios. “Por eso en aquellas carreras más largas o difíciles, al ser más costosas, están menos presentes que las clases más altas”, recuerda la profesora.
Es lo que ocurre con las ingenierías, las carreras en las que más tiempo se invierte, lo que genera una criba entre aquellos alumnos que, ante la posibilidad de tener que invertir un año más, prefieren decantarse por otros estudios. “Ante la dificultad de las carreras, en las que se puede suspender y perder la beca o pagar una matrícula más cara, el alumnado de orígenes populares tiende a elegir carreras con menos suspensos”, se muestra de acuerdo el sociólogo José Saturnino Martínez, de la Universidad de La Laguna. Martínez-Celorrio recuerda que, además, algunas especialidades como las ingenierías suelen alargarse artificialmente “por interés corporativo de profesionales colegiadas que prefieren una escasez de titulados para que no bajen sus tarifas de mercado”. Algo denunciado por el credencialismo de Randall Collins.
El aumento de las tasas y la caída de las becas han provocado que las familias pobres calculen más los riesgos antes de apuntarse a una carrera
La dificultad de las ciencias sí es, por lo tanto, un factor discriminador, pero no tanto por una cuestión de incapacidad como de riesgo. Como recuerda Langa, los estudiantes muy buenos suelen decantarse por carreras más difíciles, ya provengan de la clase baja o de la alta. Pero si el estudiante no es tan bueno, y si proviene de una familia con menos recursos, probablemente se lo piense dos veces antes de matricularse en una ingeniería. En las clases más altas, “las aspiraciones y expectativas no dependen tanto de la trayectoria académica previa”.
Una dinámica material agudizada desde la crisis, cuando el precio de las tasas de matriculación aumentó y las becas se redujeron, como argumenta Langa. Una situación que ha afinado el cálculo de coste-beneficio de las familias menos privilegiadas. “Esto presiona más a los que necesitan becas, a las clases populares, que ya se exigían más para venir a la universidad”. La socióloga no tiene duda que esta clase de medidas no tienen otro objetivo que reajustar el cierre social universitario cerrando las puertas a las clases populares.
Como recuerda Sergio Andrés Cabello, de la Universidad de La Rioja, los recursos materiales decisivos pueden ser tan sencillos como el acceso a clases particulares o extraescolares. “Por ejemplo, una persona con menos recursos tal vez no pueda acceder a un apoyo de Matemáticas a través de clases particulares o no puede ir a unas clases extraescolares de Robótica”, explica.

Lo vocacional: ¿y si ellos quieren?

No hay que perder de vista que frente a la motivación instrumental se encuentra la expresiva, es decir, la elección de carrera por vocación, que, por lo general, es la que se cuenta en voz alta. Si bien esto es algo común en todas las carreras, recuerda Cabello, lo es aún más en las de letras y humanidades, lo que puede llevar a pensar que más que conformismo con los estudios a los que uno ha llegado tras descartar las de ciencias, existe un auténtico deseo entre las clases bajas de elegir letras.

Es posible rastrear el origen de dicho deseo en la reputación social que la cultura tuvo en la sociedad española como reacción al elitismo universitario, especialmente durante el tardofranquismo y la primera democracia. “Las clases populares, en el pasado y vinculado a la movilidad social, podían elegir carreras de letras y humanidades por una cuestión de estatus”, recuerda Cabello. “La cultura, vinculada a la universidad, era un bien a alcanzar y podía llevarse a cabo mediante una carrera de letras que también se vinculaba al acceso a determinados puestos de trabajo, como los cuerpos docentes”

Una vez que la universidad se democratizó y ofreció la posibilidad de estudiar a más capas sociales, la situación cambió y las carreras de letras perdieron su empuje entre los sectores más pobres e la sociedad. Las razones, “la transformación del mercado de trabajo, la menor salida de estas carreras o la tecnocratización del mundo”, valora el profesor de la Universidad de La Rioja. También, “el lamentable desprestigio de las carreras de letras”. Lo que ha provocado que las carreras relacionadas con la educación como Magisterio o Educación Infantil figuren entre las que tienen una nota de corte más baja.

Algunos se decantan por Trabajo Social “por vocación de ayudar”, pero otros adoptan una visión más pragmática y optan por una FP

¿Es posible que las clases bajas se acerquen a las carreras de letras por conciencia social, como se ha planteado en alguna ocasión? El propio Cabello concede que en una de sus investigaciones más recientes se ha encontrado con estudiantes de entornos vulnerables o desfavorecidos que han estudiado Educación o Trabajo Social “por una vocación de ayudar a personas en esa situación”. Aunque también se aplica en el sentido inverso. Otros han decidido decantarse por Formaciones Profesionales de Grado Medio o Superior “con una visión más pragmática”.

“Conocemos casos a través de trabajos de investigación con docentes de Secundaria y Bachillerato, de chicos y chicas que quieren hacer una carrera de Bellas Artes, por ejemplo, y sus padres no quieren que las hagan porque no les ven salida”, prosigue. “No es algo infrecuente e imagina cómo se tiene que sentir ese chico o chica que quiere hacer una cosa y le ‘mandan’ a otra”.

El círculo del capital social

Se pone de manifiesto que ni la universidad española es tan equitativa como pretende ni la meritocracia es tal. Esta suele obviar, por ejemplo, la influencia del capital cultural que varía según la clase social a la hora de tomar una decisión. Como explica Saturnino Martínez, la alta nota de corte que se exige en carreras como Medicina provoca que “el alumnado de orígenes populares, debido a su falta de capital cultural en el hogar, obtenga notas más bajas”.

¿Son libres nuestras elecciones? (Reuters)

El capital cultural funciona en ambos sentidos. No solo impide que los estudiantes más pobres obtengan la nota necesaria para entrar en las carreras más solicitadas –este año, Medicina se llevó la palma en casi todas las universidades–, sino que favorece el efecto contagio entre las clases más adineradas, que terminan conformando reyes de apoyo.

“La concentración de los alumnos de clase media en los estudios de ingeniería, ciencias y empresariales provoca un efecto compañero (‘peer effect’) que acumula capital social añadido”, recuerda Martínez-Celorrio. Es un factor que inclina la balanza de las mejores familias a estudiar lo mismo que sus vecinos, porque eso les permite aprovechar “contactos y redes personales, reforzando sus ventajas de partida”. ¿Recuerdan el tópico novelístico del hijo de aristócrata díscolo que se niega a estudiar lo que sus padres le recomiendan para dedicarse a las artes ante el horror paterno?

“El que vale, vale, y el que no, a letras”. El prejuicioso adagio ha acompañado a millones de españoles que durante las nieblas existenciales de la adolescencia optaron por las humanidades o las ciencias sociales en el instituto. Como el que esto firma, al que sus profesores intentaron disuadir de hacerlo porque les parecía que era un desperdicio que no explotase su supuesto talento matemático. La letra pequeña del contrato, un futuro más fácil y exitoso si cursaba una carrera de ciencias.

Este tópico abstracto toma forma concreta en la edad adulta, donde los trabajos mejor remunerados suelen pertenecer al ámbito de las ciencias, como muestra el estudio ‘Inserción laboral de los egresados universitarios‘, que en su última edición sitúa en los primeros puestos medicina, varias ingenierías (aeronáutica, organización industrial, tecnologías industriales y de computadores) o desarrollo de ‘software’.

Lo que el cliché sugiere es que el criterio para la elección de los estudiantes es la mera habilidad. Una discriminación por inteligencia. Pero hay muchos más factores en juego a la hora de seleccionar un futuro educativo que condicionará el laboral. Nos encontramos ante el dilema educativo del huevo o la gallina: no solo los estudiantes de letras o humanidades suelen ganar menos en sus empleos, sino que las clases bajas suelen decantarse por carreras de letras. Lo que, como señalaba el informe ‘Vía universitaria‘, aumenta el riesgo de segregación por origen socioeconómico.

“La diferenciación horizontal por especialidad es un factor muy relevante que se traduce en una empleabilidad y trayectoria salarial muy distinta según sea la especialidad del título”, recuerda Xavier Martínez-Celorrio, profesor de Sociología de la Educación en la Universidad de Barcelona. “Por regla general, en todos los países, los titulados en humanidades y artes tienen peores salarios y trayectorias respecto a los titulados en ingenierías o empresariales. No es nada nuevo”.

Los hijos de los padres sin estudios tienen 15 veces menos probabilidades de titularse en ingenierías que los hijos con padres universitarios

La pregunta del millón, por lo tanto, es ¿por qué las clases bajas, cuando estudian, se decantan por profesiones peor remuneradas, en lugar de aquellas que en principio les permitirían ascender socialmente? Y al mismo tiempo, ¿por qué los hijos de las familias más privilegiadas, y que en teoría podrían permitirse más riesgos económicos y vocacionales, siguen decantándose por titulaciones de ciencias, empresariales e ingeniería?

Lo material: una cuestión de riesgo

Para responder la pregunta, resulta útil ampliar la imagen y recordar que, como afirmaba la OCDE, en España hay muy poca movilidad intergeneracional ascendente entre los hijos de padres con bajo nivel educativo. El dato que proporciona Martínez-Celorrio es contundente. “Los hijos de los padres sin estudios tienen 15 veces menos probabilidades de titularse en ingenierías que los hijos con padres universitarios”. Él mismo mostró en un estudio llamado ‘Crisi, trayectòries sociales i educació‘ cómo las clases obreras y populares están infrarrepresentadas en la educación terciaria, excepto en humanidades y ciencias de la educación.

En otras palabras, las decisiones educativas de las familias con menos recursos están determinadas por la cautela, como explica Delia Langa, profesora de Sociología de la Universidad de Jaén, que ha estudiado cómo se originan las elecciones universitarias. Eso explica no solo que las clases bajas acudan en menor número a la universidad, sino que a la hora de seleccionar una carrera u otra tienen más en cuenta los costes y beneficios. “Por eso en aquellas carreras más largas o difíciles, al ser más costosas, están menos presentes que las clases más altas”, recuerda la profesora.

Es lo que ocurre con las ingenierías, las carreras en las que más tiempo se invierte, lo que genera una criba entre aquellos alumnos que, ante la posibilidad de tener que invertir un año más, prefieren decantarse por otros estudios. “Ante la dificultad de las carreras, en las que se puede suspender y perder la beca o pagar una matrícula más cara, el alumnado de orígenes populares tiende a elegir carreras con menos suspensos”, se muestra de acuerdo el sociólogo José Saturnino Martínez, de la Universidad de La Laguna. Martínez-Celorrio recuerda que, además, algunas especialidades como las ingenierías suelen alargarse artificialmente “por interés corporativo de profesionales colegiadas que prefieren una escasez de titulados para que no bajen sus tarifas de mercado”. Algo denunciado por el credencialismo de Randall Collins.

El aumento de las tasas y la caída de las becas han provocado que las familias pobres calculen más los riesgos antes de apuntarse a una carrera

La dificultad de las ciencias sí es, por lo tanto, un factor discriminador, pero no tanto por una cuestión de incapacidad como de riesgo. Como recuerda Langa, los estudiantes muy buenos suelen decantarse por carreras más difíciles, ya provengan de la clase baja o de la alta. Pero si el estudiante no es tan bueno, y si proviene de una familia con menos recursos, probablemente se lo piense dos veces antes de matricularse en una ingeniería. En las clases más altas, “las aspiraciones y expectativas no dependen tanto de la trayectoria académica previa”.

Una dinámica material agudizada desde la crisis, cuando el precio de las tasas de matriculación aumentó y las becas se redujeron, como argumenta Langa. Una situación que ha afinado el cálculo de coste-beneficio de las familias menos privilegiadas. “Esto presiona más a los que necesitan becas, a las clases populares, que ya se exigían más para venir a la universidad”. La socióloga no tiene duda que esta clase de medidas no tienen otro objetivo que reajustar el cierre social universitario cerrando las puertas a las clases populares.

Como recuerda Sergio Andrés Cabello, de la Universidad de La Rioja, los recursos materiales decisivos pueden ser tan sencillos como el acceso a clases particulares o extraescolares. “Por ejemplo, una persona con menos recursos tal vez no pueda acceder a un apoyo de Matemáticas a través de clases particulares o no puede ir a unas clases extraescolares de Robótica”, explica.

Lo vocacional: ¿y si ellos quieren?

No hay que perder de vista que frente a la motivación instrumental se encuentra la expresiva, es decir, la elección de carrera por vocación, que, por lo general, es la que se cuenta en voz alta. Si bien esto es algo común en todas las carreras, recuerda Cabello, lo es aún más en las de letras y humanidades, lo que puede llevar a pensar que más que conformismo con los estudios a los que uno ha llegado tras descartar las de ciencias, existe un auténtico deseo entre las clases bajas de elegir letras.

Una vez que la universidad se democratizó y ofreció la posibilidad de estudiar a más capas sociales, la situación cambió y las carreras de letras perdieron su empuje entre los sectores más pobres e la sociedad. Las razones, “la transformación del mercado de trabajo, la menor salida de estas carreras o la tecnocratización del mundo”, valora el profesor de la Universidad de La Rioja. También, “el lamentable desprestigio de las carreras de letras”. Lo que ha provocado que las carreras relacionadas con la educación como Magisterio o Educación Infantil figuren entre las que tienen una nota de corte más baja.

Algunos se decantan por Trabajo Social “por vocación de ayudar”, pero otros adoptan una visión más pragmática y optan por una FP

¿Es posible que las clases bajas se acerquen a las carreras de letras por conciencia social, como se ha planteado en alguna ocasión? El propio Cabello concede que en una de sus investigaciones más recientes se ha encontrado con estudiantes de entornos vulnerables o desfavorecidos que han estudiado Educación o Trabajo Social “por una vocación de ayudar a personas en esa situación”. Aunque también se aplica en el sentido inverso. Otros han decidido decantarse por Formaciones Profesionales de Grado Medio o Superior “con una visión más pragmática”.

“Conocemos casos a través de trabajos de investigación con docentes de Secundaria y Bachillerato, de chicos y chicas que quieren hacer una carrera de Bellas Artes, por ejemplo, y sus padres no quieren que las hagan porque no les ven salida”, prosigue. “No es algo infrecuente e imagina cómo se tiene que sentir ese chico o chica que quiere hacer una cosa y le ‘mandan’ a otra”.

El círculo del capital social

Se pone de manifiesto que ni la universidad española es tan equitativa como pretende ni la meritocracia es tal. Esta suele obviar, por ejemplo, la influencia del capital cultural que varía según la clase social a la hora de tomar una decisión. Como explica Saturnino Martínez, la alta nota de corte que se exige en carreras como Medicina provoca que “el alumnado de orígenes populares, debido a su falta de capital cultural en el hogar, obtenga notas más bajas”.

¿Son libres nuestras elecciones? (Reuters)
¿Son libres nuestras elecciones? (Reuters)

El capital cultural funciona en ambos sentidos. No solo impide que los estudiantes más pobres obtengan la nota necesaria para entrar en las carreras más solicitadas –este año, Medicina se llevó la palma en casi todas las universidades–, sino que favorece el efecto contagio entre las clases más adineradas, que terminan conformando reyes de apoyo.

“La concentración de los alumnos de clase media en los estudios de ingeniería, ciencias y empresariales provoca un efecto compañero (‘peer effect’) que acumula capital social añadido”, recuerda Martínez-Celorrio. Es un factor que inclina la balanza de las mejores familias a estudiar lo mismo que sus vecinos, porque eso les permite aprovechar “contactos y redes personales, reforzando sus ventajas de partida”. ¿Recuerdan el tópico novelístico del hijo de aristócrata díscolo que se niega a estudiar lo que sus padres le recomiendan para dedicarse a las artes ante el horror paterno?

Así que, quizá, más que el huevo y la gallina, nos encontramos ante la pescadilla que se muerde la cola. Un círculo vicioso en el que, más allá de la vocación, las familias más pobres prefieren apostar por tener una carrera, sea cual sea, por el prestigio y contrastado poder protector ante el desempleo de los estudios superiores, pero también porque en determinados ámbitos, como en empresariales, ya tienen mucho terreno perdido de antemano

Aunque hayan cursado la misma carrera, las clases medias y altas tienen ventajas añadidas por sus contactos y redes personales

Es el efecto Mateo, es decir, el rico se hace más rico y el pobre, más pobre. Trasladado al ámbito educativo, “a igualdad de titulación superior y de especialidad, los hijos de las clases medias profesionales tienen ventajas añadidas y logran mejores empleos y salarios”. Porque no solo disponen por su posición de contactos o redes personales inaccesibles para otras clases sociales, sino también “competencias sociales y ‘soft skills’ clave para saberse desenvolver y obtener un mayor rendimiento del título”.

Es imposible hablar de reproducción social sin hablar del sociólogo Pierre Bourdieu. “Hay muchas personas de un estrato social alto que no conciben que sus hijos no vayan a la universidad, y que no hagan determinadas carreras, que son generalmente las de ciencias y las más técnicas, por ser consideradas con más salidas profesionales”, explica Sergio Cabello. “En definitiva, hay unas expectativas familiares que son claras, unas expectativas en relación a los estudios que tienen que desarrollar sus hijos”. Expectativas que, como agua fina, calan en las decisiones aparentemente libres de los niños.

Un laberinto sin salida

España es uno de los países con más deberes pendientes en lo que se refiere a equidad educativa, y eso se refleja tanto en el origen social de los universitarios como en sus elecciones estudiantiles, también en cuestión de género. En nuestro país, sigue habiendo muchas titulaciones masculinizadas como las ingenierías o arquitectura, mientras que las mujeres suelen decantarse por las Ciencias de la Salud o la Educación Infantil. Esta última muestra a la perfección la diferencia social oculta entre carreras. Si un 60% de los alumnos de Medicina tiene padres universitarios, en Educación el porcentaje es tan solo del 20%.

Esto ha provocado que organismos como la OCDE se hayan referido a la “trampa intergeneracional de España” en la que los hijos suelen reproducir los comportamientos de los padres, lo que, como la institución contaba en ‘Panorama de la Educación’, es la raíz de los “altos niveles de desigualdad de ingresos dentro de país”. No se trata tan solo que los hijos de obreros y clases populares no vayan a la universidad, sino que cuando lo hacen, varios factores les expulsan de las titulaciones que les garantizarían un sueldo mayor o una posición social más alta.

¿Y qué se está haciendo? Pues no mucho, como recuerda Martínez-Celorrio. En la universidad española no se han desarrollado políticas compensatorias que apoyen a las primeras generaciones de familias modestas e inmigrantes. “Ninguna universidad española tiene planes de apoyo para acompañar y tutorizar la carrera de universitarios de primera generación”, concluye Celorrio. “Algo que sí se hace en otros países que invierten mucho más en educación y en equidad social y de género”.

La diferencia al acceso universitario entre clases sociales es una de las razones que explican la desigualdad de ingresos en España

Tampoco en los institutos, porque las políticas de orientación educativa y profesional suelen ser débiles y llevadas a cabo por “profesores muy poco conocedores del mercado de trabajo, incapaces de superar el género de las profesiones (masculinas/femeninas) y el sesgo social de optar por ciencias o letras”, como explica el profesor de la Universidad de Barcelona. Dicho de otra forma, aún son víctimas del “el que vale, vale, y el que no…”.

Fuente de la Información: https://www.elconfidencial.com/economia/2019-12-20/empleo-pobre-letras-letras-pobre_2381108/

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Educar es conectar por Pepe Menéndez Cabrera

Por: TEDxRiodelaPlata.

¿Es capaz la escuela de entender que el conocimiento no está para guardarlo en el congelador de la memoria? ¿Es posible conectarlo con el proyecto de vida de los alumnos? Pepe Menéndez es uno de los impulsores de la primavera pedagógica que está ocurriendo en Catalunia y nos cuenta su visión sobre estas preguntas. Pepe es miembro del equipo directivo de la Fundación Jesuïtes Educació de Catalunya (España) e impulsor del proyecto de transformación educativa «Horitzó 2020». Es profesor de literatura, periodista y experto en Formación Profesional. Dirigó el Centro de Estudios Joan XXIII – Jesuïtes Bellvitge y el Centre de Tecnologías Ituarte (CETEI -Jesuïtes Educació), un centro experimental de innovación tecno-pedagógica. Tuvo mucho que ver con el documento de la ley de educación en Catalunya. Y es catalán, por si no quedó claro. This talk was given at a TEDx event using the TED conference format but independently organized by a local community. Learn more at https://www.ted.com/tedx

Fuente del documento: https://www.youtube.com/watch?v=PPD7b8MMYUc

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Daniela y su videojuego, un trabajo escolar de premio para el Simo EducaciónEspaña:

Daniela y su videojuego, un trabajo escolar de premio para el Simo

Educación

Daniela recorre los seis niveles de su juego con su mascota Lolo. Supera retos, consigue premios y aprende, además, hábitos de vida saludable. Las históricas aventuras de Daniela es el título del videojuego creado entre los alumnos de 4º, 5º y 6º de Primaria del colegio rural de Almogía Miguel Hernández y los estudiantes de FP de la familia de Informática del instituto Campanillas. Se presentó en junio y después de recibir varios galardones, el Simo Educación lo va a reconocer como mejor recurso digital propio.

Desde el pasado mes de diciembre hasta junio escolares de 10, 11 y 12 años estuvieron trabajando mano a mano con alumnos mucho mayores. Los de Primaria traían la idea y el guión y los de Formación Profesional, que cursaban el módulo de programación web, le dieron forma, un juego de plataformas en 2D para facilitar las cuestiones técnicas.

Entre todos crearon este producto que se puede descargar tanto en su versión móvil como para web y que tiene su propio espacio en el Polo Digital, desde donde se apadrinó el proyecto que es ante todo una herramienta digital de primer orden. “Primero se hizo el diseño de personajes, luego la programación, aprendieron la lógica computacional que se ha usado, también se trabajó con el sonido y el audio”, explica Sergio Banderas, profesor de Programación en la FP de Informática y coordinador bilingüe del IES Campanillas.

Y destaca que está disponible en cuatro idiomas, español, inglés, italiano y alemán. Excepto este último, los alumnos de Primaria hicieron todas las voces, que grabaron en un estudio profesional, en Krill Audio. “Y un youtuber cordobés se puso en contacto con nosotros para hacernos la banda sonora”, apunta el docente.

“Ha sido una experiencia muy divertida para ellos y a los alumnos que han participado les ha permitido ver todo el proceso de creación de un videojuego, desde la elaboración del guión a la publicación del videojuego y el márketing posterior que conlleva”, añade este docente que ha compartido la coordinación del proyecto con la directora del Miguel Hernández, Carmen González Roque. Igualmente subraya que la integración entre los dos centros y entre los distintos niveles ha sido muy cómoda porque tan solo son seis alumnos en el colegio rural.

El juego en 2D de plataformas fue desarrollado de diciembre a junio.

La versión móvil está colgada en Google Play y la web en la plataforma Itch.io para programadores independientes. “Una de las finalidades del proyecto es que pudiese ser utilizado como material didáctico, así que es un proyecto totalmente abierto, el código fuente está abierto para que cualquier programador pueda ver cómo está hecho”, afirma Banderas.

Apunta, además, que “los alumnos de Primaria han trabajado ese currículum educativo y han aprendido un montón de competencias digitales, además de toma de decisiones, creatividad y habilidades comunicativas”. Sus alumnos del ciclo superior, por su parte, ahondaron en los contenidos de su módulo poniendo en pie el videojuego.

Una herramienta didáctica con muchos premios

“Además de la ayuda del Polo Digital, tuvimos una pequeña colaboración de dos programadores independientes, que nos ayudaron a darle una visión más real y profesional”, indica Banderas, nominado como mejor docente de FP en los premios Educa Abanca 2019. Los logros conseguidos desde junio por Las históricas aventuras de Daniela son numerosos.

El profesor Sergio Bandera, la ministra María Isabel Celáa y la directora Carmen González.

El primero de ellos fue el premio Videoexperiencia del programa Innicia en la Feria Emprendimiento de Málaga 2019 organizado por Andalucía Emprende. Luego llegó el Digital Skills Awards 2019 en la categoría Competencias Digitales en FP organizado por Ametic en el II Foro Alianza por el Desarrollo del Talento Digital. Después el premio del público de la zona Indie en el Festival de Videojuegos Gamepolis 2019.

Ahora ha sido seleccionado entre las diez experiencias educativas más innovadoras en los VII Premios a la Innovación Educativa Simo Educación 2019 en la categoría mejor recurso digital de creación propia. Se presentaron más de 200 participantes. Durante la feria van a exponer el proyecto como buena práctica de experiencia educativa innovadora y optan a dos premios generales, uno de ellos el de innovación educativa.

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Moscú intercambiará experiencia en innovaciones y turismo con Madrid y MálagaRusia:

Moscú intercambiará experiencia en innovaciones y turismo con Madrid y Málaga

MOSCÚ (Sputnik) — Las autoridades de Moscú, Madrid y Málaga intercambiarán experiencia en el desarrollo de innovaciones, turismo y otros temas en las Jornadas de la capital rusa que se celebrarán en España entre el 17 y el 21 de octubre, comunicó el Gobierno moscovita.

«Entre el 17 y el 21 de octubre de 2019 en España se celebrarán las Jornadas de Moscú, una delegación moscovita encabezada por el ministro del Gobierno de Moscú y jefe del Departamento de Relaciones Económicas Exteriores e Internacionales de la ciudad de Moscú, Serguéi Cheriomin, visitará las ciudades de Madrid y Málaga», dijo el servicio de prensa del departamento en un comunicado.

La nota precisa que en el marco del evento se celebrará una sesión plenaria sobre la cooperación económica y de inversiones entre Moscú y Madrid.

Los participantes intercambiarán experiencia en el ámbito del apoyo a la producción innovadora, los proyectos urbanísticos y el desarrollo de nuevas rutas turísticas», indicó el departamento del Gobierno de Moscú.

Además, según el comunicado, se abordarán los proyectos sociales, el uso de recursos naturales y la protección del medio ambiente.

Las Jornadas de Moscú se inaugurarán con un partido de fútbol amistoso entre los equipos juveniles del Chertanovo, de Moscú, y el Real Madrid, de la capital española.

En el marco de su visita a España la delegación rusa tiene previsto reunirse con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con autoridades de la comunidad autónoma de Madrid y con el embajador ruso en España, Yuri Korchaguin.

Los delegados rusos visitarán también la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad de la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Educación y Formación Profesional de España, así como varios centros educativos y médicos.

También se prevé que el Zoológico de Moscú organice una exposición fotográfica en el Zoológico de Madrid y que los dos parques firmen un acuerdo de cooperación.

Además, actores y músicos rusos participarán en un festival al aire libre en la plaza de Salvador Dalí de Madrid, y el 18 de octubre la Embajada rusa en España celebrará una presentación de las capacidades turísticas de Moscú.

El lunes 21 de octubre, Cheriomin se reunirá con el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre Prados.

Además, Moscú y Málaga mantendrán un foro sobre el desarrollo de la cooperación bilateral.

Fuente de la Información: https://mundo.sputniknews.com/sociedad/201910151088987326-moscu-intercambiara-experiencia-en-innovaciones-y-turismo-con-madrid-y-malaga/

 

 

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España: La UE llama la atención sobre las tasas de abandono escolar y de profesores interinos

Europa/ España/ 30.09.2019/ Fuente: www.elcomercio.es.

 

La Unión Europea acaba de dar a España y, en concreto, a su política educativa, un pequeño tirón de orejas. Y lo ha hecho en el marco del informe anual de Educación, que ha sido presentado esta semana en la cumbre sobre este ámbito que se ha celebrado en Bruselas y en la que estuvieron presentes los ministros Isabel Celáa (Educación) y Pedro Duque (Ciencia, Innovación y Universidades).

La Comisión Europea analiza en ese documento la situación de cada país y, en el caso del nuestro, advierte sobre varias cuestiones. En primer lugar, sobre las «incertidumbres políticas» que han paralizado determinadas reformas anunciadas ya el año pasado por el Gobierno, como el nuevo modelo de becas de estudio, el acceso universal a la primera etapa de Infantil, la mejora del acceso a la profesión docente… También sobre el estancamiento del gasto público, que se mantuvo en el 4% del Producto Interior Bruto en 2018, seis décimas por debajo de la media en la UE. España es el sexto país que menos gasto público destina a educación, solo por detrás de Rumanía, Bulgaria, Italia, Eslovaquia y Grecia.

En cuanto a los resultados de los propios estudiantes, el informe llama la atención sobre el hecho de que España no ha avanzado en la reducción del abandono escolar. La tasa media del país es del 17,9%, la más elevada de toda la UE.

Como sucede en otros muchos indicadores, Asturias está bien posicionada y obtiene mejores resultados que la media. La comunidad tiene la cuarta mejor puntuación de España, con un 12,6% de abandono educativo temprano (mide el porcentaje de población de 18 a 24 años que no ha completado el nivel de Secundaria y no sigue ninguna formación). El objetivo para todos los estados miembros es haberla reducido hasta el 15% en 2020. Asturias ya habría alcanzado esa meta.

Desde la Unión Europea también se ha hecho incidencia en las tasas de abandono de los universitarios, ya que «el 21,5% de los estudiantes matriculados abandonan la universidad» y «un 12,1% en el caso de los estudiantes de máster». Además, solo el 1,9% de los alumnos en España se gradúan fuera, frente al 3,6% de la UE.

Dos advertencias más, y las dos afectan a la actualidad asturiana: las diferencias en la escolarización de los pequeños de entre 0 y 3 años y las altas tasas de interinidad entre el profesorado, que en el caso de Asturias están en el 30%.

Sí valora positivamente Europa los esfuerzos de España por potenciar la Formación Profesional, un asunto que está en primera línea del debate educativo en Asturias, y el aumento del número de adultos que continúan estudiando o formándose en el país.

Fuente de la noticia: https://www.elcomercio.es/asturias/llama-atencion-sobre-20190929011636-ntvo.html

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La FP ya atrae más ofertas de trabajo que la universidad

Por: Nacho Meneses 

Los ciclos formativos buscan cubrir las demandas del mercado laboral gracias a una formación más práctica y una mayor conexión con las empresas

La alta empleabilidad y los salarios competitivos facilitan, cada vez más, que los estudiantes se decanten por la Formación Profesional (FP), a pesar de que esta opción todavía nada a contra corriente en España. Un 42,3 % de las ofertas de trabajo publicitadas en 2018 requirieron un grado de FP y superaron, por primera vez, a aquellas que demandaban un título universitario (38,5 %), según un informe de The Adecco Group Institute e Infoempleo. Dentro de ellas, los ciclos de grado superior representan el 24,4 % de esas ofertas, y los de grado medio, un 17,8 %. Un aumento que no responde a un cambio sustancial en el mercado de trabajo, sino más bien a un reconocimiento de la mayor idoneidad que, para determinados sectores, ofrece un técnico de Formación Profesional.

“El mercado se está autorregulando. Cuando la FP ha ido creciendo y suministrando esos técnicos, se han dado cuenta de que no tenía sentido contratar a titulados universitarios para que desempeñaran labores de menor cualificación y por una menor remuneración, lo que hacía que estuvieran desmotivados. Además, no cubrían las necesidades de la misma manera”, afirma Joan Sarrión, vicepresidente de la Asociación de Centros de Formación Profesional FPEmpresa. “La FP ofrece una especialización y un componente práctico mayores, y hay mucha más interacción con la empresa; la universidad sigue siendo demasiado teórica”, añade.

Las áreas que acumularon un mayor número de ofertas de empleo se concentran en el sector industrial y en el de servicios. Así, destacan Administración y Gestión, Electricidad y Electrónica, Fabricación Mecánica, Informática y Comunicaciones e Instalación y Mantenimiento, que acumulan un 36 % de las ofertas para titulados de FP. El sector de Hostelería y Turismo, por su parte, crece considerablemente, hasta situarse con un 9,26 % de los técnicos demandados. Por comunidades autónomas, seis de cada diez se concentran en Cataluña, Madrid y el País Vasco.

Empleabilidad frente a prejuicios

La tasa de inserción laboral deja lugar a pocas dudas. Más de un 70 % de los graduados de Formación Profesional continúan trabajando para la empresa donde realizaron sus prácticas al día siguiente de terminarlas; un porcentaje que, en algunos casos, como el de la FP Dual —en la que la formación se reparte entre el centro educativo y la empresa, donde los alumnos realizan prácticas y completan su formación—, alcanza casi el pleno empleo (un 96,2 % en el País Vasco). “La sociedad, con carácter general, y la familia, en particular, aún creen que la universidad es una opción mejor (…), pero hay una falta de sincronía absoluta entre la oferta y la demanda, y es necesario adecuar la una a la otra. Hay un problema de concienciación social, de desinformación y de sensibilización”, sostiene Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute. “Se desconoce que el salario medio de un recién titulado es similar para FP y universidad, e incluso me atrevería a decir que en algunos sectores se gana más, por convenio”.

El crecimiento de la Formación Profesional viene favorecido por el hecho de que, en sectores como el industrial –donde se nota más el atractivo de la FP, por la especificidad del título– o en Hostelería y Turismo, los estudiantes no compiten por los puestos de trabajo con universitarios. Pero es un hecho que los prejuicios persisten: la tasa de FP en España es inferior a la del resto de Europa. “La gente no sabe que hay un enorme mercado de trabajo. Hay que convencer a las familias de que su hijo no va a ser menos por hacer la FP, y además puede que cobre más. No solo es un error: es un problema para la economía española, porque no se cubren puestos para los que hay demanda (como en la construcción, por ejemplo), y no estamos ofreciendo al mercado una imagen atractiva para la inversión”, esgrime Blasco.

Por otra parte, el avance de la Formación Profesional no implica, señala Sarrión, que no existan campos de mejora: “La FP dual necesita un replanteamiento, porque en España hay muchos sistemas, y se necesitan poner unas bases comunes para todo el territorio. La actualización de los currículums es, además, un proceso muy burocrático… En Europa, la adaptación de estos a la realidad productiva es un proceso mucho más dinámico. Y vendría bien una mayor autonomía de gestión para los centros, de manera que se pudiera flexibilizar y adaptar más rápidamente la oferta a las necesidades del entorno productivo de cada zona”. El aspecto geográfico es sin duda importante, ya que en muchos casos la oferta de grados varía según las necesidades de cada zona: si en el País Vasco tienen un perfil claramente industrial, en Madrid destaca el sector servicios, en Barcelona hay una mezcla de industria, servicios, sector textil y farmacéutico y en Andalucía sobresalen la hostelería y el sector servicios, por poner algunos ejemplos.

El modelo vasco, un ejemplo a seguir

El espejo donde mirarse es, sin duda, el del País Vasco, cuya Formación Profesional ha sido reconocida en Europa como uno de los mejores sistemas del mundo. Allí se ha cuidado muy bien la comunicación y la conexión del mundo empresarial con los centros de formación, algo que es particularmente visible en el caso de la FP Dual. Para Marianne Thyssen, comisaria europea de Empleo, Asuntos Sociales, Capacidad y Movilidad Laboral, “necesitamos un sistema que se adapte mejor a los cambios que se producen a su alrededor, y que sea la elección preferida de los jóvenes, como el que existe en el País Vasco, uno de los mejores del mundo y una fuente de inspiración y aprendizaje para muchos en Europa”, según declaró el pasado mes de junio en el Congreso Internacional de FP que tuvo lugar en San Sebastián.

Se trata, en definitiva, de un modelo valorado positivamente tanto por los alumnos como por los centros de formación y las empresas, y que empieza incluso a abrirse paso en la universidad. Una encuesta de satisfacción realizada al finalizar el curso 2017-18 desveló que los primeros valoraban especialmente bien (8,6 sobre 10) la posibilidad de adquirir conocimientos a través del trabajo directo en la empresa, y la labor de tutorización por parte del centro de FP.

Siguiendo el ejemplo de la FP Dual, las tres universidades del País Vasco (la UPV, pública, y las de Mondragón y Deusto, privadas) han incorporado diferentes itinerarios y titulaciones completas en 15 grados y nueve másteres duales en los campos de Ingeniería y Arquitectura y Ciencias Sociales y Jurídicas; titulaciones con un número mínimo de créditos de formación práctica, en colaboración con una empresa o entidad externa: entre el 25 y el 50 % en el caso de los grados, y un mínimo del 40 % en los másteres.

De la FP, ¿a la universidad?

Para aquellos alumnos que completan un grado superior de FP, existe la posibilidad de continuar sus estudios en la universidad, “con la ventaja de contar ya con un título e incluso incorporarse al mercado laboral, con lo que se accede en mejores condiciones y con una remuneración económica”, argumenta Sarrión. En función de sus notas y del grado de concurrencia de una carrera u otra, podrá entrar de forma directa o realizando los exámenes específicos de la Prueba de Acceso a la Universidad, la PAU (aquellos de la rama concreta donde está diseñada esa carrera). A los graduados de FP se les reconoce un cierto número de créditos del primer curso, que depende de cada universidad.

¿Se entra directamente o a través de un examen? Depende de la note de corte: en la PAU, llegas hasta los 14 puntos, con los que accedes a la universidad; como en FP solo llegas hasta 10, si la media de acceso es alta será necesario pasar por la parte específica de la PAU que corresponda a la carrera que quieren cursar. “Por ejemplo, un alumno de FP de Administración y Finanzas normalmente entra directamente a Económicas sin problemas, y además le convalidan algunos créditos”, explica Sarrión.

LOS CERTIFICADOS DE PROFESIONALIDAD

La FP no es la única opción de educación no universitaria: un modelo nuevo es el de la formación para el empleo que representan los certificados de profesionalidad, títulos oficiales expedidos por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, y reconocidos a nivel europeo. Estos diplomas acreditan las competencias profesionales para realizar un determinado trabajo, y están divididos en tres niveles, según su carga horaria y los requisitos de acceso:

  • Los certificados de Nivel 1 (entre 250 y 300 horas) solo requieren tener al menos 18 años, y dan acceso a labores básicas como limpieza de superficies y mobiliario, operaciones básicas de cocina o reponedor y operaciones básicas en restaurante y bar.
  • Los de nivel 2 (entre 500 y 600 horas) exigen contar con uno de estos requisitos: estar en posesión del título de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), haber obtenido previamente otro certificado del mismo nivel o uno de nivel 1 de la misma familia profesional, haber superado la PAU para mayores de 25 años o una prueba de acceso de a ciclo formativo de Grado Medio. Son cursos de atención sociosanitaria, gestión de llamadas de teleasistencia, peluquería o soldadura, por ejemplo.
  • Los de nivel 3 (más de 800 horas, equivalente a un curso lectivo) requieren contar con el título de Bachillerato, un certificado de profesionalidad del mismo nivel o de nivel 2 de la misma familia profesional, la prueba de acceso a ciclo formativo de grado superior o la PAU para mayores de 25 y/o 45 años: organización y gestión de almacenes, confección y publicación de páginas web, atención al cliente, proyectos audiovisuales multimedia, etcétera.

Fuente: https://elpais.com/economia/2019/08/21/actualidad/1566384239_006275.html

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España: Los estudiantes madrileños pasarán 20 años en el sistema educativo

Europa/España/09 Agosto 2019/Madridpress

Los estudiantes madrileños pasarán 20,3 años en el sistema educativo, según una estimación del Ministerio de Educación y Formación Profesional.

La ‘esperanza de vida en educación’ de los españoles, que indica la estimación de tiempo que la población pasará en el sistema educativo, era de 18,7 años en el curso 2016-17, lo que supone 0,7 años más que en el 2011-12, según los datos del ‘Sistema estatal de indicadores de la educación 2019’.

Las comunidades autónomas con los valores más altos son La Rioja (23,3 años), Comunidad de Madrid (20,3 años), País Vasco (19,8 años) y Castilla y León (19,7 años). En todas las comunidades autónomas, el número de años ha aumentado desde el curso 2011-12, correspondiendo a La Rioja el mayor aumento, 4,6 años, aunque se ha de tener en cuenta el peso de la oferta universitaria no presencial con sede en esta región.

Según el ‘Sistema estatal de indicadores de la educación 2019’, las mujeres tienen una mayor esperanza de permanecer en el sistema educativo y formativo que los hombres. Así, en 2016-17, la mujer tiene una esperanza de vida escolar de 19,1 años, frente a los 18,3 años del hombre. La diferencia entre mujeres y hombres en el curso 2016-17 se mantiene igual que la diferencia en el curso 2011-12: 0,8 años.

En la comparación internacional se considera el número de años esperados en educación desde los 5 a los 39 años. En el curso 2016-17, los países con mayor número esperado de años de escolarización son Finlandia y Suecia (20 años), seguidos por Países Bajos, Bélgica, Grecia y Dinamarca (19 años).

A continuación se sitúa España con 18 años, junto con otros seis países, entre los que está Alemania. Con 17 años aparecen cuatro países, entre ellos, Francia e Italia, y con 16 años aparecen cuatro. Los valores menores aparecen en Luxemburgo, Malta (15 años) y Rumanía (13 años).

El número de años esperados está influido en gran parte por el nivel de escolarización alcanzado en las edades postobligatorias. Así, considerada la tasa neta de escolarización entre 15 y 24 años, destaca Eslovenia con 75,9%, seguida por Países Bajos (73,2%) y Bélgica (71,4%).

Otros siete países superan el 67%, entre los que aparecen Finlandia (67,7%) y España (67,8%). Por debajo del 60% se sitúan nueve países, entre ellos Reino Unido (56,4%).

Los valores más bajos corresponden a Malta (44,9%) y Chipre (46,0%), influidos por la movilidad de su población en Educación Terciaria. Se debe mencionar el importante peso de estudiantes de 25 y más años en países como Finlandia y Suecia que hace que su esperanza de escolarización sea relativamente más alta que su tasa de escolarización de 15 a 24 años.

Fuente: https://madridpress.com/art/259039/los-estudiantes-madrilenos-pasaran-20-anos-en-el-sistema-educativo

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