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El cerebro, las escuelas y la política educativa

08 de marzo de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Eduardo Andere

¿Cual es la mejor escuela para mis hijos? Con frecuencia en mi bandeja digital o al final de mis conferencias algunos papás me preguntan sobre ésta o aquélla escuela; si es mejor una escuela tradicional o progresista, etc. La verdad es que no existe “la mejor escuela”.

Gracias a los avances de la neuroeducación hoy sabemos que la mejor escuela es el hogar. Niños pobres, abandonados, con tensión tóxica (permanente) o sujetos a negligencia muestran, en las imágenes, cerebros dañados. Por el contrario, infantes y niños que viven un ambiente cordial, relajado, emocional y cognitivamente rico en casa, muestran cerebros sanos, neurológicamente activos. Estos cerebros, a partir de un ambiente positivo y colaborativo en casa, son ejemplo de una entonación o sinergia virtuosa de las neuronas: neuronas que se disparan juntas se quedan juntas. Lo que un ambiente de esta naturaleza ofrece en el hogar son los cimientos para una vida socialmente positiva, cognitivamente abierta y emocionalmente equilibrada. En general, estos son los niños ideales para enseñar y aprender.

Este conocimiento derivado de las ciencias del cerebro y la mente, o del desarrollo infantil, es corroborado por la economía y la sociología de la educación que sostienen que lo que pasa en casa, desde el punto de vista socioeconómico y cultural, es más importante que lo que pasa en la escuela para explicar la diferencia en el desempeño académico de los niños y jóvenes.

imageEntonces el hogar es más importante. Dicho eso, la sociedad y la escuela, aunque en menor escala, son importantes también.

Los niños que del hogar llegan a la escuela con cerebros serenos, acostumbrados a un ambiente seguro y relajado, si encuentran en la escuela un ambiente similar, tendrán el mejor espacio para potenciar su desarrollo. Y los cerebros que provienen de ambientes tensos y difíciles, más impotentes serán si llegan a un ambiente social y escolar, tenso e inseguro; se potenciará su subdesarrollo cerebral.

De ahí que la escuela del siglo XXI heredada del siglo XX no tenga casi nada que ver con la escuela de la era de la neuroeducación. Desde los primeros maestros de occidente, los sofistas, hasta las primeras escuelas grecolatinas, el énfasis escolar ha sido el desarrollo cognitivo, a cualquier costo: “la letra con sangre entra”. La versión moderna de esta sentencia es el frenesí por las pruebas estandarizadas de alto impacto pero sobre todo los esquemas de rendición de cuentas; léase, evaluación de maestros atada a los resultados de sus alumnos. No se trata de decir no a las pruebas, se trata de que las pruebas y uso de sus resultados, estén entonados con las ciencias del desarrollo cerebral y humano.

Las escuelas formadoras de maestros en el mundo, excepto, quizá, las de Finlandia, están en crisis. Los maestros no quieren ser maestros: mal capacitados, mal pagados, mal apreciados y, todo el tiempo, examinados; no suena como a un buen trabajo y menos a un proyecto de vida. Así, ¿quién quiere ser maestro? Necesitamos urgentemente cambiar tanto la formación de maestros como el concepto de escuela.

Un detalle simple: la evidencia neurológica se abulta para sugerir que el arte y su enseñanza y el aprendizaje en movimiento, es decir, niños que practican moviéndose, aumentan la cognición y el aprendizaje de la geometría y las matemáticas; además de que producen con más facilidad los químicos o el coctel de la felicidad: oxitocinas, endorfinas, dopaminas y serotoninas; que son esenciales para la motivación desde la casa hasta la vida.

¿Qué significa esto para la política educativa? Más horas de matemáticas a costa del arte puede ser perverso. Regalar iPads o tabletas, ciertamente aumenta algunos químicos de la felicidad como los que producen euforia y satisfacción; sensación de recompensa. El problema es que para mantener a los niños felices, así, necesitamos darles a cada rato una mejor tableta. No, lo que realmente ayudaría es repensar por completo la atracción, formación y retribución de la carrera docente y reinventar a la escuela.

imageLas escuelas no deben verse más como recintos donde se enseña por horas a cerebros naturalmente desinhibidos a ser inhibidos—lo cual es una aburrición para niños y maestros—sino como espacios donde se desarrollan cerebros.

Actualmente las escuelas son fábricas de inhibición, obstaculizadoras de la creatividad y la sabiduría; debemos convertirlas en verdaderos laboratorios humanos de desarrollo cerebral. ¿Qué tipo de profesionales necesitamos para esa desafío? ¿Qué les ofreceremos a cambio? Bueno, para empezar un salario digno, pero más importante, un ambiente profesional y un proyecto de vida.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/el-cerebro-las-escuelas-y-la-politica-educativa/

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El proceso de adopción y sus implicaciones en padres e hijos

01 de marzo de 2017 / Fuente: https://www.isep.es/

Por: Marbí Pereira

La adopción es otra manera de acceder a la maternidad/paternidad diferente a la biológica, que se fundamenta en la filiación jurídica, la cual fue regulada en 1993 por la Conferencia de la Haya en la que se establece que los países que firmaron el acuerdo se comprometen a (Alguacil, 2012):

  • Garantizar que el menor es adoptable.
  • Garantizar la idoneidad de las unidades familiares que desea adoptar.
  • Hacer el seguimiento de la adopción del niño en su nuevo hogar.

Los padres biológicos deben garantizar el poder cubrir las necesidades de un menor adoptable. Cabe destacar que comparten las mismas responsabilidades respecto a sus hijos que los biológicos, pero hay algunos aspectos que los diferencian (Alguacil, 2012). La primera diferencia implica la obligación de pasar por un proceso de formación y selección antes de acceder a la paternidad/maternidad (certificado de idoneidad) y en la más corta o larga espera hasta la asignación del niño.

La segunda diferencia se centra en las motivaciones que pueden llevar a adoptar a una persona o a una pareja. Este tema es complejo y habitualmente se centra más en el plano emocional que en el cognitivo, pero en todo caso, se sabe que tiene que ver con la experiencia vivida y con las expectativas sobre los menores

La tercera diferencia se produce una vez llegado el niño; los padres han de aceptar a un niño que ya existía al margen de ellos y que aportará su pasado. Más adelante, debe ayudarle a integrar su personalidad adoptiva.

Los condicionamientos para adoptar y los procesos de adopción y de idoneidad se basan en la necesidad de que las familias entiendan y estén preparadas para vivir esta realidad específica. Concretamente, se ha de ayudar a las familias a trabajar (Alguacil, 2012):

  1. Valorar las características especificad de los menores adoptados
  2. Asumir las funciones parentales relacionadas específicamente con la adopción
  3. Conocer y buscar estrategias de afrontamiento de las principales problemáticas de los niños/as adoptados.
  4. Saber buscar ayuda profesional en caso de que sea necesario

Características de los niños adoptados (Alguacil, 2012):

  1. Provienen de situaciones carenciales, entornos desfavorecidos, en los que no han recibido ni la alimentación ni el afecto, ni los estímulos más adecuados para su evolución física y psíquica
  2. Han de realizar un gran esfuerzo de adaptación (cultura, familia, etc.).
  3. Han de integrar sus orígenes, es decir, incorporar su pasado a su presente y reconocer los orígenes ajenos a su familia actual

Funciones parentales generales (Alguacil, 2012):

  • Función parental de protección: los padres han de velar por el crecimiento y desarrollo físico del menor, y también, deben proporcionarle un ambiente de seguridad que evite posibles riesgos. En el caso de la adopción, los padres tienen la obligación de controlar la salud de sus hijos, y ayudar y reparar en la medida de lo posible, todas aquellas carencias que puede presentar el niño.
  • Función parental de simbolización: los padres deben velar por la socialización en las conductas básicas de comunicación, diálogo y simbolización del menor. En la adopción, los padres han de asegurarse que los niños vivan en un entorno que facilite la comunicación, y en muchos casos, el aprendizaje de una lengua nueva y la relación entre todos los miembros de la familia nuclear, de la familia extensa y de la comunidad.
  • Función parental afectiva: para garantizar el desarrollo psicológico de su hijo/a, los padres deben crear en su casa un clima de afecto y respeto. Los menores adoptados que han estado institucionalizados, a menudo no han tenido relación con referentes afectivos cercanos y estables, por ello, los padres adoptivos deben enseñar a sus hijos a confiar en ellos.
  • Función parental de estimulación: los padres deben aportar a los hijos la estimulación que garantice que se pueden desarrollar correctamente de acuerdo con las necesidades del entorno. La estimulación que han de dar los padres debe ir en dos sentidos: a) creando un ambiente estimulante, y b) proporcionando interacciones positivas (Palacios y Rodrigo, 2004). Es habitual que, durante los primeros seis meses, el menor efectúe regresiones por lo que es efectivo estimular conductas propias de su edad más que emplear sistemáticamente el castigo o la desvaloración.
  • Función parental educativa: los padres son responsables de la educación integral de su hijo y deben tomar decisiones sobre contextos educativos que influirán de manera significativa en los menores. Los padres adoptivos deben tener unas expectativas reales de las posibilidades académicas y educativas de sus hijos para proporcionarles el entono educativo más adecuado. Es primordial ayudar a que los niños se adapten a una nueva cultura y unas nuevas costumbres. Los padres también deben estar preparados para establecer unas normas y limites que ayuden al niño/a a desarrollarse y crecer de manera sana y equilibrada.

Dificultades prevalentes en los niños adoptados (Alguacil, 2012):

Apego: según la Teoría del Apego de John Bowlby, el proceso de construcción de un apego sano se refiere a un vínculo muy específico que se construye de padres a hijos. Este vínculo implica una relación emocional perdurable, la cual produce seguridad y placer, y delante del riesgo de perder a esta figura de referencia se sufre una gran ansiedad. Entre los seis meses y los tres años de edad es un proceso crítico para la formación del apego. Sin embargo, se ha constatado que las relaciones seguras con otras personas, o la terapia, pueden compensar las relaciones menos satisfactorias con los progenitores y superar las relaciones infelices del pasado

Sentimientos de pérdida: los niños adoptados han pasado por situaciones de pérdidas significativas. Estas se perciben de forma diferente en función a la edad.

Desarrollo psicológico: en un estudio realizado en España por Jesús Palacios (2007) se observó que el 44% de los niños adoptados mostraban un retraso promedio de 16 meses en su desarrollo psicológico en casi todos los ámbitos (cognitivo, comunicacional, relacional y afectivo).

Conducta: las dificultades de atención y los rasgos de hiperactividad son las dificultades más significativas en los adoptados y las que tienen efectos más duraderos.

Fuente artículo: https://www.isep.es/actualidad-psicologia-clinica/el-proceso-de-adopcion-y-sus-implicaciones-en-padre-e-hijos/

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Guatemala: Encuesta: mujeres sin educación tienen más de 4 hijos en promedio

Centro América/Guatemala/26 Febrero 2017/Fuente: Lahora/Autor:DENIS AGUILAR

El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) presentó los resultados de la VI Encuesta Materno Infantil 2014-2015 (ENSMI), que tiene como objeto dar a conocer la situación de salud infantil, sexual y reproductiva del país. Entre varios datos se destaca que las mujeres sin acceso a educación tienen un promedio de 4 a 6 hijos, en comparación al 1.6 en promedio que tienen las que sí han tenido acceso a estudios.

La encuesta también resalta que seis de cada 10 mujeres en Guatemala utiliza algún método de planificación familiar, mientras que una de cada 10 utiliza métodos tradicionales.

Por otro lado, el informe detalla la reducción del número de niños y niñas fallecidos en el primer año de edad, al contabilizarse 28 decesos por cada mil niños nacidos durante el periodo 2010-2015, en comparación al período 2000-2005 cuando se registraron 37 muertes por cada mil nacidos.

De acuerdo con la Encuesta, los departamentos de Totonicapán, Quiché, Sololá y Huehuetenango son los que más presentan un retardo de crecimiento en los menores de cinco años por desnutrición.

Fuente de la noticia: http://lahora.gt/encuesta-mujeres-sin-educacion-tienen-mas-4-hijos-promedio/

Fuente de la imagen:http://lahora.gt/file/2017/02/Nac2_12-3.jpg

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Pocos hijos, sólo uno o ninguno, las opciones de la familia moderna

Miguel Angel Ferrer

En 1979 China estableció la política demográfica de un solo hijo. Labores de convencimiento, asesoría en anticoncepción, sanciones diversas y la presión social y política lograron el objetivo de impedir, a lo largo de 37 años, 400 millones de nacimientos, algo así como cuatro veces la población mexicana actual.

Pero a la par de esa meta alcanzada apareció otro fenómeno demográfico, previsible si bien un tanto inesperado: el envejecimiento de la población. Y ahora el gobierno chino ha anunciado el abandono definitivo de la política de un solo niño para pasar, con ciertas restricciones, a la de dos hijos por familia.

Ahora el objetivo es el contrario: incrementar la fecundidad. Y para lograrlo, las autoridades chinas transitan de las sanciones y la presión política y social antinatalista, incluidos la esterilización y el aborto voluntarios y hasta forzados, a los estímulos pro natalistas: mejor vivienda, premios en dinero,   mejores condiciones laborales y facilidades para realizar estudios superiores.

Sólo que, para la frustración de los planificadores demográficos, la sociedad china no ha hecho suya la nueva política poblacional. Sólo la décima parte de las familias susceptibles de acogerse a la nueva concepción demográfica ha respondido afirmativamente.

Esta respuesta social, desde luego, era perfectamente esperable. Mil quinientos años antes la Roma clásica experimentó la misma situación de cierto despoblamiento. Y primero el emperador Julio César y luego el emperador Augusto se propusieron incrementar la natalidad romana mediante diversos incentivos morales y económicos. Las llamadas Ley Julia y Ley Augusta fueron los instrumentos para la consecución de ese propósito. Y la respuesta social, como ahora en China, fue la indiferencia popular. El caso chino es prueba del éxito en los propósitos gubernamentales de reducción de la natalidad, así como igualmente del fracaso en incrementarla.

Es cierto que también modernamente hay casos de países, digamos Francia y Argentina, en los que las políticas oficiales de incremento de la natalidad han sido selladas con el más rotundo fracaso. Por lo que toca a Francia, esas políticas natalistas datan del fin de la segunda guerra mundial; y con respecto a la Argentina el fenómeno se dio en los años setenta y ochenta del siglo veinte.

En la Francia de esa época, en la baja en la natalidad no participaron, porque no existían, los modernos y eficaces métodos anticonceptivos químicos, mecánicos y quirúrgicos, ni el aborto seguro. En Argentina fue distinto. La píldora anticonceptiva nació en 1960, y para las décadas de los setenta y ochenta ya era bastante popular. Y tan popular, que en sus propósitos antinatalistas, la dictadura de Videla prohibió por ley el uso de ese y otros métodos contraceptivos. Y ya no digamos el aborto. Si los franceses y francesas consiguieron reducir y mantener baja su tasa de natalidad sin los modernos anticonceptivos, éstos ahora, con el aborto seguro y generalizado, les han facilitado y les facilitan la tarea.

Parece, en consecuencia, que los deseos y propósitos de una familia con pocos hijos o sin ellos depende más de una nueva conciencia que de los recursos físicos para lograrlo. Por las razones que se quiera, las sociedades modernas optan por tener pocos hijos, sólo uno o simplemente no tenerlos. Claro que la anticoncepción moderna y el aborto seguro ayudan, pero indudablemente la nueva conciencia es el factor esencial. Hoy en todo el mundo, México incluido, las opciones son pocos hijos, sólo uno o ninguno.

 

Fuente del articulo: http://www.telesurtv.net/bloggers/Pocos-hijos-solo-uno-o-ninguno-las-opciones-de-la-familia-moderna-20160922-0002.html

Fuente de la imagen: http://www.telesurtv.net/__export/1474571228163/sites/telesur/img/multimedia/2016/09/22/foreign201606291538000450142329642.jpg_916636689.jpg

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“Tu hijo, tu espejo: un libro para padres valientes”

Resumen: Autoría de Marta Alicia Chávez

“Los padres proyectamos en nuestros hijos nuestras expectativas de la vida, nuestras frustraciones, nuestras etapas de la infancia o adolescencia sin resolver, nuestros “hubiera” y nuestras necesidades insatisfechas, esperando inconscientemente que ellos
se conviertan en una extensión de nosotros mismos y que cierren esos asuntos inconclusos. Conocer la “parte oculta” de nuestra relación, comprender por qué ese hijo, específicamente ése, nos saca tan fácil de nuestras casillas, por qué nos desagrada, por qué
nos es tan difícil amarlo, por qué estamos empeñados en cambiarlo, por qué lo presionamos con tal insistencia para que haga o deje de hacer, nos abre la puerta a la posibilidad de un cambio profundo en la relación con él. Darnos cuenta contribuye a transformar los sentimientos de rechazo, rencor y su consecuente culpa, que pueden resultar devastadores, facilitando el paso al único sentimiento que sana, une y transforma: el amor”.

Citas del Libro:

“La mejor forma de garantizar ser buenos padres es ser padres felices. Qué lógico y verdadero suena esto cuando conocemos a una persona feliz, cuando vemos lo que hace, lo que siente, cómo se relaciona, cómo vive, cómo trabaja, cómo ama y cómo se ama. Una persona feliz está plena, disfruta todo, hasta las pequeñas cosas, ama la vida y la abraza, y se relaciona con otros ya sean familiares, amigos o pareja, no porque los necesite para llenar sus vacíos, sino para compartir con ellos su abundancia y su plenitud”.

“Mientras más feliz seas, mejor padre serás. Cuando hablo de felicidad no me refiero a esos momentos de efusividad que en alguna ocasión podamos sentir, provocados por algo externo como una buena noticia, una nueva relación, una vivencia estimulante. La felicidad no depende de lo que está pasando afuera; es un estado interno presente aun en los momentos difíciles de la vida”

Link: http://www.casadellibro.com/libro-tu-hijo-tu-espejo-un-libro-para-padres-valientes/9788425341489/1134514

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Vidas rotas: historias detrás del terrorismo en el mundo

Nigeria/Agosto de 2016/Clarín

Por: Clarín

Chicos huérfanos, parejas destrozadas y familias en duelo son el resultado de una serie de atentados, muchos de los cuales no llegaron a los diarios. The New York Times reconstruyó sus vidas para mostrar el efecto de la violencia.

La frecuencia y el alcance de las matanzas marean. Alrededor de 300 integrantes de distintas familias destrozados por bombas mientras celebraban el fin de Ramadán en Bagdad. Cuarenta y nueve muertos en el aeropuerto de Estambul. Cuarenta más en Afganistán. Nueve italianos, siete japoneses, tres estudiantes de universidades de EE.UU. y una mujer en el distrito diplomático de Dhaka, Bangladesh. Cadáveres que se apilan dentro de un ómnibus en Somalia, en una mezquita y en un video club de Camerún, en un santuario de Arabia Saudita. Todas estas masacres ocurrieron tan solo en dos semanas de marzo. Como parte de un fenómeno que se percibe como una corriente interminable de atentados. Después siguieron los del boliche de Orlando y el ataque Beirut. La lista de objetivos atacados es larga y en ella están también Niza y la iglesia de St. Étienne-du-Rovray, Francia. Alemania, Japón y Egipto. Cada bomba, cada proyectil destrozó hogares y comunidades.

Este informe especial es el resultado de volver a cada lugar, a lo evidente: a que cada pérdida es igual aunque las críticas digan que a no todas las víctimas del terror se las trata del mismo modo desde los medios. Es un recorte en el tiempo para recordar en estas 247 vidas rotas al resto.

Por eso si se detiene el reloj durante la segunda quincena del último marzo, cuando se produjeron ataques que ocuparon grandes titulares en los medios y también ataques en lugares donde el horror se convirtió en rutina y no salen en la prensa, el conteo siniestro da 247 hombres, mujeres y chicos asesinados en ataques masivos llevados a cabo la mayoría de ellos por extremistas islámicos en seis países.

El amor y la muerte En los ataques de esa semana ocho parejas fueron asesinadas juntas, haciendo las cosas que hacen las parejas. Mohamed y Shawana Naveed, casados tres meses antes de aquel domingo sangriento, habían salido a dar un paseo por un parque de Pakistán. Stephanie y Justin Shults, dos contadores que se habían conocido en la Universidad Vanderbilt y estaban viviendo en Bruselas, acababan de despedir a la madre de Stephanie en el aeropuerto. Zeynep Basak Gulsoy y Nusrettin Can Calkinsin, estudiantes de abogacía de 19 años, volvían a su casa de ver en el cine una película turca llamada “La herida de mi madre”, sobre las consecuencias de la guerra. Se habían conocido en la escuela secundaria. “Nunca te voy a dejar solo”, escribió ella en su anuario. “Siempre estoy y estaré a tu lado, con vos”, agregó. Fueron sepultados uno junto al otro.

Ellos eran dos de las 36 personas que asesinaron en una plaza pública de Ankara, la capital de Turquía, el 13 de marzo. Ese fue el día que inauguró la quincena del horror que este informe intenta reflejar. Aquel día, otras 19 personas murieron en atentados a tres hoteles sobre la playa en Grand Bassam, Costa de Marfil. El 27 de marzo, extremistas relacionados con Al Qaeda, Boko Haram, el Estado Islámico y los Talibanes habían atentado en una mezquita en Nigeria; en una calle de Estambul muy concurrida por turistas; en un estadio de fútbol en Irak; contra un ómnibus en Peshawar, Pakistán; en el parque de Lahore, Pakistán, donde ese domingo paseaba el matrimonio Naveed; también en el aeropuerto de Bruselas y en la estación de subte. Entre algunas víctimas hay conexiones, entre otras, grandes diferencias de estilos de vida, a todas las une su condición de víctima ante el terrorismo. En los ataques entre el 13 y el 27 de marzo hubo 1.168 familiares sobrevivientes: 211 personas que perdieron a su papá o a su mamá, 78 que se quedaron sin sus parejas. Hubo además más de 100 víctimas que perdieron a ambos padres. A todos los une el dolor que atraviesa fronteras.

Padres sin hijos “Este es un dolor que no se puede describir”, dice Michel Visart, cuya hija Lauriane murió en la explosión de la estación de subte de Bruselas. “Mi hijo era como una vela encendida en casa”, agrega Khaleel Kadhum, un padre iraquí que se había mudado con su familia desde Bagdad hasta el sur, supuestamente más seguro que la capital iraquí. Pero su hijo Ahmed se encontró allí con el terror. “A esa vela la apagaron de un soplo, y la felicidad de la familia ha muerto”, apenas puede decir La víctima de mayor edad fue Sevinc Gokay, un funcionario público retirado de 84 años al que mataron en Ankara. Las más jóvenes no habían nacido siquiera: dos mujeres embarazadas murieron junto con los bebés que llevaban en sus vientres; una tercera sobrevivió, Songul Bektas, pero perdió el embarazo: ya estaba en el tercer trimestre. Su esposo contó que luego se enteraron de que era una niña: le hubieran puesto de nombre Elif, que en turco significa delgada y alta.

Chicos sin futuro En la lista hay 17 víctimas de 10 años o menos; y 27 de entre 11 y 17. Ahmed Aasim Abdulkhuder, de 10, estuvo entre los chicos que volaron por el aire debido a un terrorista suicida que esperó hasta el final de un partido de fútbol en un estadio de Irak para explotar los explosivos que llevaba. La madre, Ibtihal, dijo que su hijo era tan fanático del Barcelona que rara vez se ponía otra cosa que no fuera la camiseta del club español. Murió con ella puesta. “Era la que más quería”, según la mujer.

Entre los asesinados hay judíos, cristianos, ateos y por lo menos un hinduista, pero 151 de las víctimas –el 61%– eran de religión musulmana como la mayoría de sus asesinos. Una facción talibán reivindicó haber elegido objetivos cristianos en el parque Lahore. Pero la mayoría de los que mataron allí eran musulmanes. Una de ellas era Zubaida Amjad, de 40 años, que sabía de memoria el Corán y estaba enseñándole a recitar los versos a su hija de 12, Momina Amjad. A la nena la mataron también.

En Bruselas, entre las víctimas del subte, está Loubna Lafquiri, de 34, profesora de gimnasia y madre de tres chicos que vivía en Molenbeek, el mismo barrio pobre de Saleh Abdeslam, uno de los sospechosos de los atentados en París. “Molenbeek no es sólo Saleh Abdeslam”, dijo el marido de esta mujer. “Molenbeek es también Loubna Lafquiri.” Entre las 247 víctimas hay estadounidenses, chinos, congoleños, franceses, alemanes, israelíes, libaneses, macedonios, peruanos, polacos: 26 nacionalidades en total. La mayor parte murió a menos de 15 kilómetros de donde vivían.

Pero un vendedor de productos medicinales chino llamado Deng Jingquan estaba a más de 10.000 kilómetros de su casa, en el aeropuerto de Bruselas, cuando se produjo el atentado. A sus amigos les decía que extrañaba su casa durante sus viajes.

Mirá también: “El ISIS sabe cómo aprovechar el caos en los servicios de seguridad franceses»

En esas dos semanas las víctimas fueron músicos, investigadores, docentes, camareras, agentes de policía, amas de casa, granjeros, estudiantes. Abassi Ouattara Moussa, Gervais Kouadio N’Guessan y Hamed Diomande prestaban servicios en fuerzas especiales de Costa de Marfil. Fabienne Vansteenkiste trabajaba en un mostrador de check-in del Aeropuerto de Bruselas. Avraham Goldman, un estadounidense-israelí asesinado durante sus vacaciones en Estambul, había tenido una fábrica textil y, luego de retirarse, trabajaba como guía turístico. Zainami Mustapha cortaba y vendía leña en Ummarari, Nigeria. Su compatriota Bamaina Usman compraba y vendía pollos. Jidda Muhammed, muerto junto a ellos, era herrero.

Entre aquellas personas había quienes tenían una vida llena de logros, como André Adam, ex embajador belga ante Naciones Unidas, que también vio los efectos de la violencia política durante sus funciones diplomáticas en Argelia y Congo. Dicen sus familiares que el último acto de Adam fue tratar de proteger a su mujer, Danielle, de la explosión en el aeropuerto de Bruselas. Ella quedó herida gravemente, pero sobrevivió.

Hubo otras víctimas cuyas vidas fueron cortas y estuvieron plagadas de adversidad, como Ousmane Sangare, de 16 años, que nació mudo y con deficiencias auditivas en Costa de Marfil. Según un asistente social, sus padres lo abandonaron y se fueron a Mali. Ousmane dormía en una estación de tren, pero le gustaba ir a la playa Grand Bassam los fines de semana, para rezar y nadar. Fue allí donde lo mataron los terroristas.

Más o menos la mitad de las 247 víctimas murió junto con alguien a quien conocía. Jean Edouard Charpentier, 78 años, guardia forestal francés retirado, acababa de terminar un paseo en bicicleta en Grand Bassam con su amigo Jean-Pierre Arnaud, vendedor a quien le gustaba tocar la guitarra. En el estadio de fútbol, la mayoría de las víctimas había ido a ver el partido con amigos, hermanos, primos.

Familias rotas La mayoría son familias que quedaron diezmadas. En Nigeria una madre murió con su hijo varón y dos hijas; otra mujer junto con el esposo, el hijo, su madre, la sobrina y el sobrino. En el parque Lahore, diez parientes, todos muertos, incluyen a Faiz Ahmed Chandio, empleado del departamento de irrigación estatal a quien le encantaba cocinar arroz con pollo y salsa de carne, y tres de sus seis hijos: Shiraz, de 6 años; Samina, de 5; y Sadaf, de 5 meses. Fueron uno de por lo menos nueve grupos familiares asesinados. En Bruselas, Ankara y Estambul, los atentados terminaron con vidas que habían transcurrido en relativa seguridad. En Nigeria, Irak y Pakistán, donde el terror y la violencia acechan en todos los rincones, algunas familias se encontraron en situaciones de duelos anteriores.

Ahmed Ibrahim, una de las víctimas del estadio de fútbol iraquí que habían combatido como soldados contra el Estado Islámico, murió 13 años después de que su hermano fuese abatido por fuerzas de EE.UU. en 2003.

Dos hermanos, Sabah y Mohammed Durayib, fueron enterrados en la ciudad santa shiíta de Najaf, cerca de su padre, a quien Al Qaeda había matado cinco años atrás.

No menos de tres de los caídos en la mezquita de Nigeria habían huido de zonas de su país donde la insurgencia sembraba el terror. Bukar Amar, un aspirante a político, dejó su población natal cuando Boko Haram le incendió la casa por completo. Muhammed Hauwa, de 70 años, se estableció en Ummarari, donde encontró tierra fértil para cultivar y, creía él, cierta seguridad. Otro campesino, Bunu Modu, se arregló para escapar cuando militantes de su localidad lo ataron con el propósito de matarlo: había estado llevando adelante una escuelita islámica con diez alumnos bajo un árbol.

Familiares sobrevivientes y amigos se mantienen aún cerca de donde murieron sus seres queridos, como intentando buscar un sentido a la inexplicable pérdida. Una madre iraquí bañó a su hijo de 11 años, le puso ropa limpia y lo mandó al match de fútbol. No le gustaba la idea y hubiera preferido que no fuera. Ahora se pregunta por qué no siguió su instinto.

Amigos y parientes de un paramilitar joven, que murió en el mismo atentado, dijeron que poco antes de ir a la cancha se había dirigido a ellos pidiéndoles perdón por sus faltas. Piensan ahora si no habría tenido una premonición.

En Nigeria, Muhammed Ali evocó la última vez que vio a su padre, Ali Kolo, tres días antes de que lo mataran durante las oraciones matinales en la mezquita de Ummarari. Habían pasado seis meses desde la muerte de su esposa y Muhammed le dijo al padre: “Me encantaría volver a casarme.” Estas anécdotas, como las instantáneas que se ven en las redes sociales de cada víctima, muestran los momentos que forman una vida. Una novia con su traje de bodas sentada en el piso y comiendo snacks. Un soldado, impecablemente vestido de uniforme. Graduados con toga y gorro en su gran día. Un hombre a caballo, otro rasgando las cuerdas de una guitarra, otro caminando por un largo camino rural rodeado de flores silvestres. Leyendo un libro o tomando cerveza, celebrando un acontecimiento importante de la vida o disfrutando de una habitual cena en familia. A la mayoría los mataron en momentos que podrían haber conformado otra de las fotos de esos álbumes personales. Esperando un ómnibus, o un subte, o un avión. Tiritando de frío en la playa. Haciendo fila para recibir un trofeo después de un partido de fútbol. Rezando, andando en bicicleta, dando un paseo un domingo. Lo que surge de esos instantes es un tapiz de vidas interrumpidas, dispersas en anécdotas o fragmentos de recuerdos compartidos con quienes permanecieron a su lado y sobrevivieron, en los detalles de sus sueños y en lo que quedó sin hacer.

Fuente: http://www.clarin.com/zona/Vidas-historias-detras-terrorismo-mundo_0_1622837854.html

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La angustia de los niños como espectáculo

27 de julio de 2016 / Por: María Zysman / Fuente: https://libresdebullying.wordpress.com

“Si tu hijo está triste, consolalo. Abrazalo, escuchalo, contale tus experiencias, alentalo, dejá que llore todo lo que tenga para llorar. Pero por favor, no lo filmes para subir a las redes sociales. No hagamos de la angustia de los chicos un espectáculo.”

En los últimos días, y a raíz de la posible renuncia de Lionel Messi a la Selección Nacional luego de perder la final de la Copa América ante Chile, surgieron todo tipo de pedidos y súplicas por parte de argentinos desesperados, angustiados… prácticamente devastados. Hombres, mujeres y niños que a través de las redes sociales expresaron sus sentimientos y le rogaron al ídolo, –tantas veces maltratado, por cierto– que se quede, que no nos abandone, que le perdonamos todo.

Entre todo lo que pude leer y ver, un video en particular me conmovió, pero de la peor manera. Me partió el corazón ver a un niño pequeño, de menos de 6 años, llorar desconsoladamente entre mocos y lágrimas, implorándole a Messi. Mientras su madre lo filmaba, lo presionaba para que continuara “hablándole” al futbolista; le insistía, cuando su hijo estaba desbordado de angustia: “así se lo mostramos a él”, agregaba.

Ni un abrazo, sólo un teléfono filmando y una madre buscando “dar a conocer” el dolor de su hijo. Luego, para completar el cuadro, un conductor de TV muy famoso, amigo de la familia, mostró el video a millones de televidentes en su programa de altísimo rating.

Hemos llegado, señores y señoras, a niveles de exposición y búsqueda de “fama” que jamás podría haber imaginado. Ya no importa ni el dolor de un hijo, si eso se puede utilizar para algo. Ya no son los adolescentes mostrando desnudeces y descubriendo su sexualidad en las pantallas, sino los padres jóvenes que exponen no sólo las gracias de sus hijos, sino sus dolores más profundos. Y eso es grave.

Si lo tomo desde el recorte que suelo hacer en mi trabajo, lo vinculo inmediatamente a la humillación, a las consecuencias de que esas imágenes aparezcan durante años en los buscadores de internet, a la mirada propia de este niño y su autoconcepto, a la mirada de sus compañeritos mañana (no el año que viene), a la de su maestra, a la de sus padres.

Pienso en el valor de la intimidad, que tanto preocupa a los padres de púberes y adolescentes, cuando el miedo a que los otros “le hagan algo” a su hijo los invade. Y sin embargo, no piensan en lo que le hacen ellos mismos. El miedo puesto afuera por la propia exposición del adolecente y el olvido de lo que ellos mismos van exponiendo y van construyendo durante la lactancia y latencia de sus hijos.

No puedo saber qué motiva a cada familia a tomar las decisiones que toma, pero sí siento la necesidad de pedirles que se amplíen los tiempos de reflexión previos a subir contenidos a las redes sociales. Que ese “qué estás pensando” que propone Facebook sea un pensar de verdad y no un impulso. Que la prioridad a la hora de elegir qué compartir siempre sea el bienestar de los niños y la preservación de su intimidad, frescura y emociones.

Que lo que a nosotros nos enorgullece muchas veces a los chicos los avergüenza, que debemos tener conciencia de que lo que subimos a la web… subido está.

Y que en la pubertad no nos encontraremos con un desconocido sino con nuestro hijo, el mismo que amamos desde que fue gestado. El mismo que elegimos exponer o no. Y eso también es lo que hará él con su vida.

Fuente artículo: https://libresdebullying.wordpress.com/2016/06/30/la-angustia-de-los-ninos-como-espectaculo/

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