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Sanciones financieras contra Nicaragua

Por:  Hedelberto López Blanch

Nuevamente Estados Unidos lanza sanciones económicas contra otro gobierno latinoamericano cuyo “delito” ha sido llevar beneficios sociales y económicos a la mayoría del pueblo y no obedecer las directrices de Washington de implantar el sistema capitalista neoliberal.

En esta ocasión, Nicaragua es el país amenazado con aplicársele un bloqueo económico-financiero, al aprobar en primera instancia la Cámara de Representantes el proyecto de Ley Nica Act, debido a que el Gobierno Sandinista, encabezado por su presidente Daniel Ortega desde 2007, ha impulsado un desarrollo nacional independiente y a la par ha estrechado relaciones con países catalogados por Estados Unidos como enemigos, entre los que aparecen Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Rusia, China e Irán.

El proyecto fue presentado por los ultraderechistas Ileana Ros Lehtinen y Albio Sires, ambos de origen cubano, que se han caracterizado por sus posiciones extremistas en contra de cualquier país latinoamericano que no obedezca las órdenes de la Casa Blanca.

La Nica Act (Ley de Condicionamiento a la Inversión Nicaragüense) pretende impedir que el Gobierno sandinista tenga acceso a créditos o inversiones de instituciones financieras internacionales.

Para levantar las sanciones, o mejor dicho el bloqueo financiero, Nicaragua deberá “tomas medidas efectivas para celebrar elecciones libres, justas y transparentes, combatir la corrupción y respetar a los partidos opositores”. Solo faltó poner en el documento «y entregar a Estados Unidos y las compañías transnacionales el control del país».

El proyecto pasará al Senado que al contar con mayoría republicana se da por descontado que lo apruebe. En septiembre de 2016 (antes de las elecciones generales donde fueron elegidos Daniel Ortega y Rosario Murillo con el 72,5 % de las boletas) la Nica Act no se llevó a votación en esa instancia legislativa por no contar con los sufragios necesarios.

Para el Gobierno sandinista, la “Nica Act 2017 es una amenaza más, de las muchas que a lo largo de la historia se han cernido sobre Nicaragua, en el afán de las mentalidades imperialistas de apropiarse de nuestro país”.

Lo que ocurre actualmente es que Estados Unidos ha retornado a su larga historia de mantener como su patio trasero, por cualquier medio, a todas las naciones de América Latina. Pero esos tiempos ya han pasado.

Las verdaderas razones de esa agresiva política es la de derrocar a un Gobierno que ha alcanzado éxitos económicos y sociales desde que en 2007 el sandinismo regresó al poder después de 16 años de nefastos regímenes neoliberales.

Vale la pena hacer un poco de historia para entender mejor el porqué de las sanciones económicas.

Nicaragua sufrió a principios del siglo XX varias invasiones e intervenciones norteamericanas, las que combatió fuertemente bajo la dirección del general Augusto César Sandino. En 1979 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) alcanzó el poder tras una larga lucha contra la dictadura somocista, impuesta y apoyada por Washington.

Durante 10 años (1979-1989) el FSLN llevó a cabo transformaciones socioeconómicas: grandes campañas de alfabetización, introdujo la atención médica gratuita e inició una reforma agraria para beneficiar al empobrecido campesinado, pero una violenta guerra impuesta desde Estados Unidos desangró al país y abrió las puertas a las fuerzas de derecha que ocuparon la presidencia en 1990.

Siguieron 16 años de profundas políticas neoliberales. Se sucedieron tres regímenes de derecha que aplicaron y llevaron adelante las políticas de privatización diseñadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), las que provocaron graves afectaciones a los programas sociales y a la débil economía nicaragüense.

Datos del Banco Mundial señalaban que el 46 % de los nicaragüenses sobrevivía con poco más de un dólar al día y el desempleo alcanzaba al 60 % de la Población. El analfabetismo subía al 35 % y casi un millón de menores estaban fuera del sistema educacional. Como consecuencia directa, en 2006 existían más de 1 400 000 personas pobres, en su mayoría niños, y el país tenía el índice más alto de desnutrición de Centroamérica.

Al retornar el FSLN y Daniel Ortega a la presidencia en 2007 se dio un vuelco completo a esa política neoliberal. Se restablecieron la educación y la atención médica gratuita en las instituciones públicas. Se logró alfabetizar a toda la población con el programa cubano Yo Si Puedo y Nicaragua fue declarada por la UNESCO en 2009 como el tercer país del área libre de ese flagelo. Con la ayuda económica entregada a las familias disminuyó la alta deserción escolar debido a que ya los menores no tenían que buscar sus propios sustentos en infames labores.

La salud pública llegó a todo el país y se establecieron programas como la Operación Milagro (en colaboración con Cuba y Venezuela) que ha devuelto la visión a miles de ciudadanos. La misión Todos con Voz detectó a personas con discapacidad para atenderlas gratuitamente.

A través del convenio Usura Cero se ofrecen microcréditos a bajos intereses a los pobladores de las zonas rurales para incrementar los pequeños negocios familiares, lo cual ha favorecido a miles de ciudadanos.

Mediante el programa Hambre Cero, familias pobres que poseen pequeños pedazos de tierra, reciben ayuda financiera y animales de crianza para mejorar e incrementar las crías y poderlas comercializar.

Se han otorgado 28 000 inmuebles a familias pobres que solo disponían de chozas cubiertas de cartón y pedazos de lata.

Si en el 2006 Nicaragua apenas cerró con 280 millones de dólares en inversiones, para el 2016 alcanzó más de 1 500 millones, mientras el número de países inversionistas se duplicó de 20 a 40 en ese mismo período.

Una encuesta del Instituto Nacional de Información de Desarrollo, detalló que en el período 2009-2014, hubo una disminución de 13 puntos porcentuales en la pobreza nacional, que descendió de 42.5 % a 29.6 %. Para el mismo período, la pobreza extrema presentó una disminución de 6 %, al pasar del 14.6 % al 8.3 %.

Las palabras y los datos huelgan. La realidad es que Estados Unidos no quiere gobiernos progresistas en la región y trata por todos los medios de desestabilizarlos.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional. 

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=232744&titular=sanciones-financieras-contra-nicaragua-

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Temer con Trump, otro encuentro espurio

Por: Emir Sader

La capacidad de sobrevivir del gobierno de Temer confirma la podredumbre del sistema político brasileño. Basta que un presidente, llegado al gobierno por medio de un golpe, agrade en todo y por todo a los bancos privados, use a su gusto todos los recursos posibles para comprar apoyos en el Congreso y aparezca como alternativa al retorno de Lula al gobierno, para que pueda sobrevivir. No importa si cuenta con un apoyo mínimo –del 5% – de la población y con el rechazo de una mayoría aplastante–, no importa si todos saben que él es el jefe de una banda que ha asaltado el poder, no importa si ni siquiera gran parte de los medios – incluida la cadena Globo – ya no lo apoya. No importa si el presidente de Brasil es víctima de escarnios también fuera del país –entre ellos el apodo de Mr. Fuera Temer- -, que nadie más toma en serio el mandatario del país más grande de América Latina. Demuestra que se puede ser presidente del país corrompiendo al Congreso, contando con complicidades del Poder Judicial, valiéndose del dinero como forma de mantenerse en el poder. El gobierno de Temer se ha vuelto el mejor gobierno que el dinero puede comprar en Brasil, así como el Parlamento y el Poder Judicial, cómplices del gobierno más corrompido que el país haya conocido.

El presidente golpista recibe en la residencia presidencial, en el silencio de la noche, a cómplices de todo tipo, desde miembros del Supremo Tribunal Federal hasta gente de su banda, incluso algunos que después rompen con él, denunciando los crímenes más graves que un presidente pueda cometer, incluyendo el recibimiento de valijas de plata, cargadas por uno de sus más estrechos aliados, destinadas directamente a él. Temer levantó la altura de la cerca de plantaciones de la residencia presidencial para hacerle más difícil a los medios saber a quienes recibe, a veces en plena madrugada, durante el fin de semana. Nadie sabe qué tipo de personas entran y salen de ahí, ni con cuántos recursos entran y salen y con qué tipo de intenciones y planes.

Es un gobierno que no gobierna hace meses, que apenas sobrevive, desde que fue herido de muerte por denuncias de sus propios aliados. Mientras tanto, da continuidad  a  la más antipodia política económica que Brasil haya conocido, que desmonta el patrimonio público, que atiende solamente a los grandes bancos privados, destruye el patrimonio público mediante privatización, de forma impune, empezando por Peroras y ahora avanzando hacia otras empresas estatales brasileñas.

Brasil tiene un presidente odiado por el pueblo, despreciado por sus mismos aliados, ridiculizado por los medios nacionales e internacionales, ahora se da el derecho, como gobernante que asumió el poder mediante un golpe de Estado, de reunirse  con presidente más peligroso del mundo  – Donada Trun – para articular un ataque a un gobierno elegido por el pueblo venezolano.

En el momento en que el continente vive problemas graves como el asedio del gobierno de ENE. en contra de México, de Cuba y de la misma Venezuela, en el momento en que gobiernos en manos de la banca como los de Brasil y Argentina entre otros, hacen que esos países retrocedan en el combate a la miseria y la exclusión social, en el momento en que gobiernos como los de Perú y Guate mala son duramente cuestionados en su legitimidad para  seguir gobernando a sus países, entre tantos otros problemas, Trun invita a Temer para hablar de acciones violentas en contra de Venezuela, y Temer, como político débil, a quien nadie recibe o visita, acostumbrado a la subalterno canina, acepta.

Brasil no puede aceptar que un presidente ilegítimo se preste a ese rol. El Congreso brasileño  tiene que protestar, reafirmar el poder soberano que el país ha conquistado de decidir sus destinos por su propia cuenta, afirmar para América Latina y para el mundo que en esa aventura tampoco Temer representa a Brasil. Brasil tiene una tradición de buenas relaciones con los países del continente, de respeto a la soberanía de cada país, de bregar por la solución pacífica de los conflictos entre países de la región: no puede ahora retroceder para servir de aliado servil a aventuras imperialistas en América Latina.

Todas las distintas expresiones de la voluntad popular en Brasil, en el Parlamento y en los medios independientes, de los movimientos sociales a los partidos políticos, tienen que decir al continente y al mundo que Temer no representa a Brasil, no representa al pueblo brasileño, cuando se reúna de forma espuria con  Trump, con objetivos violentos en contra un país del continente. Que Temer representa tan solamente al gobierno más impopular de la historia de Brasil, el más corrompido, el más rechazado, que por ello no puede hablar en nombre de Brasil, ni de su pueblo y de sus organizaciones populares y democráticas.

Rechazo, una vez más, afuera de Brasil, cuando llegue a los EE.UU. al Sr. Fuera Temer. Fuera Temer del choque violento de Washington contra Caracas, una razón más para que los brasileños y todos los que defienden la democracia y la paz en cualquier lugar del mundo sigan gritando: ¡Fuera Temer!

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/63589-temer-con-trump-otro-encuentro-espurio

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La geopolítica de Washington y las Zonas Económicas Especiales

Por: Carlos Fazio

Desde finales de los años 80, ante las amenazas a su hegemonía por competidores inter-imperialistas, Estados Unidos (EU) ha venido desplegando una renovada estrategia de apropiación neocolonial de territorios y refuncionalización del espacio a escala mundial. Como las dos caras de un mismo proyecto hegemónico, el reposicionamiento militar de EU en el área llegó acompañado de una serie de planes geoestratégicos que combinan intereses de seguridad y económicos relacionados con el acceso a zonas privilegiadas por sus recursos geoestratégicos e infraestructura crítica instalada, con una acción de control directo sobre poblaciones y puntos geográficos determinantes, para los que han sido diseñados megaproyectos de infraestructura (redes multimodales de carreteras, puertos, aeropuertos, vías de ferrocarril, canales, cables de fibra óptica, etcétera).

Desde entonces asistimos a una nueva fase de acumulación capitalista que remite a la acumulación originaria descrita por Marx en el capítulo 24 de El Capital (basada en el saqueo, la depredación, el fraude y la violencia), y que David Harvey ha denominado “acumulación por desposesión” o despojo, lo que junto con la financiarización y reprimarización de la economía (con eje en el extractivismo), implica una mercantilización y privatización de territorios, incluida la tierra como mercancía y otros recursos geoestratégicos de ámbitos hasta entonces cerrados al mercado, así como la expulsión del campesinado de tierras bajo propiedad ejidal, y su utilización como una mercancía más susceptible de ser desechada (matable, diría Agamben) o como fuerza de trabajo excedente, en algunos casos bajo regímenes de semiesclavitud.

Del nuevo “arreglo espacial” se deriva que la acumulación de capital construye una geografía a la medida de sus necesidades, y que en momentos de crisis sistémica como el actual, el capital desplaza sus contradicciones mediante un proceso de construcción violenta del espacio. En ese marco, la irrupción de nuevas formas de acumulación legales, que muchas veces derivan de actividades ilegales, ha propiciado una nueva geografía del capital generada a base de una violencia criminal que es utilizada para la ocupación de nuevos territorios, así como para la desocupación o reocupación de otros.

Lázaro Cárdenas: un ejemplo

Un caso paradigmático era el de Los Caballeros Templarios, que según la versión oficial difundida, controlaban “todas” las operaciones del estratégico puerto de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, que por razones de soberanía y seguridad nacional estaban −o deberían estar− bajo control constitucional de la Marina de Guerra y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen, la policía política).

Ubicado en una de las nuevas zonas de influencia geopolítica en disputa entre EU, Canadá y China –con eje en la pelea por materias primas y las rutas comerciales marítimas−, Lázaro Cárdenas es el segundo puerto industrial y comercial del continente americano sobre el Océano Pacífico, después de Long Beach, en Los Ángeles, California.

Asiento de uno de los puntos principales de la industria siderúrgica nacional, Lázaro Cárdenas se conecta a través de una red multimodal de transporte a 13 estados del centro-norte de la República mexicana que generan 60 por ciento del producto interno bruto nacional. En sus muelles se descargan materias primas y manufacturas que abastecen el mercado nacional, y los componentes que demandan las plantas maquiladoras instaladas en la región del Bajío, principalmente empresas ensambladoras de automóviles y del rubro aeroespacial. Y a través de una red ferroviaria controlada por la empresa estadunidense Kansas City Southern de México (KCSM), se enlaza a través de dos ramales (cuyos destinos son Nuevo Laredo y Matamoros) con la frontera norte, pero en particular con la costa este de EU y Asia, gracias a una conexión transfronteriza con el mundialmente conocido corredor Singapur-Kansas City.

El puerto de Lázaro Cárdenas fue rediseñado como una pieza clave en la dinámica desordenar/destruir/reconstruir/reordenar iniciada por Felipe Calderón, que tuvo continuidad en el Plan de Desarrollo 2013-2018 del presidente Enrique Peña Nieto, donde anunció la creación de tres Zonas Económicas Especiales (ZEE). Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de junio de 2016, la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales responde al capitalismo criminal y militarizado de nuestros días y a la nueva fase de acumulación por desposesión o despojo neocolonial.

Sus escenarios principales serán el puerto de Lázaro Cárdenas, abarcando los municipios colindantes de la Tierra Caliente y la Costa Grande de Michoacán y Guerrero; Puerto Chiapas (antes Puerto Madero), en el municipio chiapaneco de Tapachula; el corredor industrial interoceánico Coatzacoalcos-Salinas Cruz en el istmo de Tehuantepec, que unirá el estado de Veracruz sobre el golfo de México con el Pacífico oaxaqueño, y el corredor petrolero que irá desde Coatzacoalcos hasta Ciudad del Carmen, Campeche, pasando por Tabasco.

Enclaves productivos de exportación

Promovidos por el Banco Mundial (BM), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Universidad de Harvard, y con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el sector público y privado, los territorios incluidos en las ZEE serán tomados por el gran capital y funcionarán como enclaves productivos de exportación al gusto del capital transnacional, con eje en empresas maquiladoras.

Las inversiones incluirán importantes autopistas (como la que conecta Michoacán con Puerto Chiapas), la modernización de Tuxtla Gutiérrez, obras de infraestructura, gasoductos y la rehabilitación del Ferrocarril del Istmo.

En junio de 2014, Petróleos Mexicanos (Pemex) informó que había comenzado la operación del poliducto del Corredor Transístmico (o Cinturón Transoceánico), que a lo largo de 381 kilómetros enlazará por un lado la terminal logística de Pajaritos, en Coatzacoalcos, Veracruz, con la refinería Antonio Dovalí Jaime en el puerto de Salina Cruz, en Oaxaca, lo que permitirá trasladar gas LP hacia el litoral del Pacífico y, por otro, un gasoducto de Chinameca, Veracruz, a Salina Cruz, para el traslado de gas natural. Ambos gasoductos, que atravesarán 14 municipios veracruzanos y 13 oaxaqueños, fueron proyectados hacia la costa oeste de Estados Unidos y el mercado del sureste asiático y permitirán trasladar hidrocarburos en sólo siete días, en comparación con los más de 16 que requiere un buque para cruzar por el canal de Panamá.

Con respecto a Chiapas, la ZEE contempla la creación de un agroparque en el Soconusco conectado con Puerto Chiapas. También está proyectado un gasoducto que enlazará Salina Cruz con Puerto Chiapas y Guatemala, cuyo objetivo es transportar gas natural desde la terminal oaxaqueña de Salina Cruz a Guatemala a lo largo de 600 kilómetros. El proyecto forma parte de una estrategia de encadenamiento regional que involucra a México con los países del Triángulo Norte de Centroamérica, con asesoría y apoyo financiero del BID y del Departamento de Estado de EU a través del Buró de Recursos Energéticos.

Las ZEE incluyen estados como Michoacán, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo, Campeche y Tabasco, ricos en biodiversidad, recursos forestales y que albergan riquezas arqueológicas y etnológicas que han sido permanentemente amenazadas por el gran capital. Más del 50 por ciento de los terrenos necesarios para las ZEE son una mezcla de propiedades estatal, municipal y privada, lo que emergerá como una nueva fuente de conflictos por la tenencia de la tierra y la conservación de los ecosistemas y las culturas locales . Según el legislador Luis Sánchez, la ley afectará al menos a 5 mil 866 ejidos, a 37 mil 877 localidades en 266 municipios y 12 estados con previsiones de gas o petróleo.

El 8 de julio de 2016, el ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CEE), Gerardo Gutiérrez Candiani, fue nombrado titular de la Autoridad Federal para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales (AFDZEE). El funcionario cuenta con autonomía técnica, operativa y de gestión, y desde allí tendrá oportunidad de servir a los nuevos zares energéticos mexicanos, que compartirán los negocios con las megapetroleras mundiales. Entre ellos destacan Carlos Slim (Grupo Carso Oil&Gas), Germán Larrea (Grupo México), Alberto Bailleres (Petrobal), Bernardo Quintana (Grupo ICA), Armando Garza Sada (Grupo Monterrey, Alfa), Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas, Typhoon), Pedro Aspe (Evercore) y Luis Téllez (Monterra Energy/KKR).

Según la gaceta parlamentaria del 8 de marzo de 2015, el ejemplo de referencia de las ZEE de México son las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico, también conocido como “ciudades Modelo”, aprobadas en Honduras en 2011. El modelo hondureño no se restringe al sector de las manufacturas, sino que puede incluir centros financieros y centros logísticos internacionales; ciudades autónomas; distritos especiales de inversión; distritos de energéticos renovables; zonas agroindustriales especiales; zonas turísticas especiales; zonas mineras sociales; zonas forestales sociales o cualquier otro régimen especial no especificado que incluya una combinación de varios de esos regímenes, pero además incluye zonas sujetas a un sistema jurídico especial, que podrán recurrir a cortes comerciales internacionales.

En el caso mexicano el proyecto pretende formar zonas exclusivas para el capital, con excepcionalidad arancelaria, libres de impuestos, con tribunales autónomos e independientes con competencia exclusiva sobre las mismas, que podrán adoptar sistemas o jurisprudencia conforme a “las mejores prácticas internacionales”. Contarán además con reglas laborales propias y los incrementos salariales de los trabajadores se determinarán por productividad y desarrollo de conocimientos.

Carlos Fazio, escritor, académico de la UNAM y la UACM. Periodista de investigación, colaborador del diario La Jornada de México y el semanario Brecha de Montevideo.

Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento de ALAI No. 527: Los territorios de la guerra (Coedición con OLAG).

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/188046

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¿Quién gobierna América?

Por: James Petras

La élite del poder en tiempos de Trump

Introducción

En los últimos meses varios sectores políticos, económicos y militares en competencia –ligados a distintos grupos ideológicos y étnicos– han surgido claramente en los centros de poder.

Podemos identificar algunas claves de la competencia y direcciones entrelazadas de la elite del poder:

  1. Neoliberales [free marketers], con la presencia omnipresente del grupo «Israel First».
  2. Capitalistas nacionales, vinculados a los ideólogos de derecha.
  3. Generales,  vinculados a la seguridad nacional y al aparato del Pentágono, así como a la industria de defensa.
  4. Elites empresariales, vinculadas al capital global.

Este ensayo intenta definir a los poderosos, evaluar su rango de poder y su impacto.

La elite del poder económico: el grupo “Israel-First” y los CEOs2 de Wall Street

El grupo “Israel First” domina las principales posiciones económicas y políticas dentro del régimen de Trump y, curiosamente, está entre los opositores más vociferantes de la Administración. Estos incluyen: la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, así como su vicepresidente, Stanley Fischer, ciudadano israelí y exgobernador (sic) del Banco de Israel.

Jared Kushner, el yerno del presidente Trump y un judío ortodoxo, actúa como su principal asesor en asuntos de Medio Oriente. Kushner, un magnate inmobiliario de Nueva Jersey, se estableció como el archienemigo de los nacionalistas económicos en el círculo interno de Trump. Apoya todo el poder israelí y la toma de tierras en el Medio Oriente y trabaja en estrecha colaboración con David Friedman, Embajador de EE.UU. en Israel (y fanático partidario de los asentamientos judíos ilegales) y Jason Greenblatt, representante especial para las negociaciones internacionales. Con tres Israel-First’ers determinando la política de Medio Oriente, no hay ningún contrapeso.

El Secretario del Tesoro es Steven Mnuchin, exejecutivo de Goldman Sachs, quien lidera el ala del mercado libre neoliberal del sector de Wall Street dentro del régimen de Trump. Gary Cohn, un influyente de Wall Street desde hace mucho tiempo, encabeza el Consejo Económico Nacional. Forman los principales asesores de negocios y lideran la coalición neoliberal, anti-nacionalista, comprometida a socavar las políticas económicas nacionalistas de Trump.

Una voz influyente en la oficina del Fiscal General es Rod Rosenstein, quien nombró a Robert Mueller como el investigador en Jefe, lo que llevó a la eliminación de los nacionalistas de la Administración Trump.

El hada madrina del equipo antinacionalista Mnuchin-Cohn es Lloyd Blankfein, presidente de Goldman Sachs. Los tres “Israel-First-banqueros” están encabezando la lucha para desregular el sector bancario, que había devastado la economía, conduciendo al colapso del 2008 y llevando a juicio hipotecario a millones de propietarios y empresas estadounidenses.

La élite del mercado libre “Israel First” se extiende por todo el espectro político, incluyendo a los demócratas en el Congreso, dirigidos por el líder de la minoría del Senado, Charles Schumer y el jefe demócrata del Comité de Inteligencia de la Cámara Adam Schiff. Los “Israel First” del Partido Demócrata se ha aliado con sus hermanos neoliberales en la búsqueda de investigaciones y campañas en los medios masivos de comunicación contra los nacionalistas económicos de Trump y su eventual purga de la Administración.

La elite del poder militar: los generales

La élite del poder militar ha tomado el relevo del presidente electo en la toma de decisiones importantes. Donde una vez los poderes de la guerra descansaban en el Presidente y el Congreso, hoy una colección de fanáticos militaristas hace y ejecuta la política militar, decide las zonas de guerra y presiona para una mayor militarización de la policía doméstica. Trump ha delegado decisiones cruciales sobre lo que él llama cariñosamente «mis generales» mientras sigue evadiendo acusaciones de corrupción y racismo.

Trump nombró a un general de cuatro estrellas, James “Perro loco” Mattis –quien lideró la guerra en Afganistán e Irak-, como Secretario de Defensa. Mattis (cuyas «glorias» militares incluyeron el bombardeo de una gran fiesta de bodas en Irak) está liderando la campaña para intensificar la intervención militar estadounidense en Afganistán –una guerra y ocupación que Trump había condenado abiertamente durante su campaña. Como Secretario de Defensa, el general “Perro loco” empujó al desanimado Trump a anunciar un aumento de las tropas terrestres y los ataques aéreos estadounidenses por todo Afganistán. Fiel a su muy divulgado nom-de-guerre, el general es un rabioso defensor de un ataque nuclear contra Corea del Norte.

El Teniente General H.R. McMaster (un general activo de tres estrellas y defensor de la prolongación de las guerras en Medio Oriente y Afganistán) se convirtió en consejero de Seguridad Nacional después de la purga del aliado de Trump, el Teniente General Michael Flynn, quien se opuso a la campaña de confrontación y sanciones contra Rusia y China. McMaster ha sido el instrumento en la eliminación de “nacionalistas” de la Administración Trump y se une al general “Perro Loco” Mattis para presionar una mayor acumulación de tropas estadounidenses en Afganistán.

El Teniente General John Kelly (Marine retirado), otro veterano de guerra de Irak y entusiasta del cambio de régimen en Medio Oriente, fue nombrado Jefe de Gabinete de la Casa Blanca tras la expulsión de Reince Priebus.

La troika de tres generales en la Administración comparte con los asesores neoliberales del Israel-First de Trump, Stephen Miller y Jared Kushner, una profunda hostilidad hacia Irán y apoya plenamente la exigencia del Primer Ministro israelí Netanyahu de que el Acuerdo Nuclear de 2015 con Teherán sea desechado.

La dirección militar de Trump garantiza que el gasto en guerras en el extranjero no se verá afectado por recortes presupuestarios, recesiones o incluso desastres nacionales.

Los “generales”, los neoliberales del Israel-First y la élite del Partido Demócrata dirigen la lucha contra los nacionalistas económicos y han logrado asegurar que el imperio militar y económico de la Era Obama se mantendrá en su lugar e incluso se expandirá.

La elite económica-nacionalista

El principal estratega e ideólogo de los aliados económico-nacionalistas de Trump en la Casa Blanca fue Steve Bannon. Había sido el arquitecto político principal y el asesor de Trump durante la campaña electoral. Bannon ideó una campaña electoral que favoreciera las manufacturas nacionales y a los trabajadores estadounidenses contra Wall Street y las corporaciones multinacionales neoliberales. Desarrolló el ataque de Trump contra los tratados comerciales mundiales, que había llevado a la exportación de capital y la devastación de la mano de obra manufacturera estadounidense.

Igualmente significativo, Bannon elaboró la temprana oposición pública trumpista a la intervención de 15 años, y trillones de dólares, en Afganistán y aún las más costosas series de guerras en Medio Oriente favoreciendo a los Israel-First, incluida la actual guerra mercenaria para derrocar el gobierno secular nacionalista de Siria.

A los ocho meses de la administración de Trump, las fuerzas combinadas de la élite económica y militar del libre mercado, los líderes del Partido Demócrata, los militaristas abiertos del Partido Republicano y sus aliados en los medios masivos de comunicación lograron purgar a Bannon –marginando a su masiva base de apoyo de su agenda “America First”nacionalista económicamente y anti-régimen.

La «alianza» anti-Trump ahora tendrá como objetivo a los pocos nacionalistas económicos que quedan en la Administración. Estos incluyen: el director de la CIA Mike Pompeo, quien favorece el proteccionismo debilitando los acuerdos comerciales de Asia y el TLCAN, y Peter Navarro, presidente del Consejo de Comercio de la Casa Blanca. Pompeo y Navarro se enfrentan a la fuerte oposición ascendente de la neoliberal troika sionista que ahora domina el régimen de Trump. También, al Secretario de Comercio, Wilbur Ross, millonario y exdirector de Rothschild Inc., quien se alió con Bannon en las amenazas de imponer cuotas de importación para hacer frente al enorme déficit comercial de Estados Unidos con China y la Unión Europea.

Otro aliado de Bannon es el representante comercial estadounidense Robert Lighthizer, exanalista militar y de inteligencia con vínculos con el portal informativo Breitbart. Es un fuerte opositor de los globalizadores neoliberales dentro y fuera del régimen de Trump.

«Asesor Senior» y escritor de discursos de Trump, Stephen Miller promueve activamente la prohibición de viajar a los musulmanes y restricciones más severas a la inmigración. Miller representa el ala de Bannon dentro de la fanática cohorte pro-Israelí de Trump.

Sebastian Gorka, ayudante adjunto de Trump en asuntos militares y de inteligencia, era más un ideólogo que un analista, que escribió para Breitbart y dirigió la oficina tras las faldas de Bannon. Justo después de expulsar a Bannon, los “generales” purgaron a Gorka a principios de agosto por acusaciones de “antisemitismo”.

Quien permanezca entre los nacionalistas económicos de Trump permanecerá significativamente sin influencia debido la pérdida de Steve Bannon, que había proporcionado liderazgo y dirección. Sin embargo, la mayoría tiene antecedentes sociales y económicos que también los vinculan a la élite del poder militar en algunos asuntos y con los neoliberales pro-israelíes en otros. A pesar de ello, sus creencias básicas habían sido moldeadas y definidas por Bannon.

La elite del poder empresarial

El CEO de Exon Mobile, Rex Tillerson, Secretario de Estado de Trump y el exgobernador de Texas, Rick Perry, Secretario de Energía, lideran la élite empresarial. La élite empresarial asociada con la manufactura y la industria estadounidenses tiene poca influencia directa en la política interior o exterior. Mientras siguen a los neoliberales de Wall Street en política interior, están subordinados a la élite militar en política exterior y no están aliados con el núcleo ideológico de Steve Bannon.

La élite empresarial de Trump, que no tiene ningún vínculo con los nacionalistas económicos en su régimen, brinda una cara más amistosa a los aliados y adversarios económicos de ultramar.

Análisis y conclusión

La élite del poder atraviesa las filiaciones partidistas, las ramas del gobierno y las estrategias económicas. No se limita al Partido Republicano o al Demócrata. Incluye neoliberales, algunos nacionalistas económicos, agentes de poder de Wall Street y militaristas. Todos compiten y luchan por el poder, la riqueza y el dominio dentro de esta Administración. La correlación de fuerzas es volátil, cambiando rápidamente en cortos períodos de tiempo –lo que refleja la falta de cohesión y coherencia en el régimen de Trump.

Nunca la élite de poder estadounidense ha estado sometida a tan monumentales cambios en la composición y dirección durante el primer año de un nuevo régimen.

Durante la presidencia de Obama, Wall Street y el Pentágono compartieron cómodamente el poder con los multimillonarios del Silicon Valley y con la élite de los medios masivos de comunicación. Estaban unidos en la búsqueda de una estrategia imperialista «globalista», acentuando múltiples teatros de guerra y tratados multilaterales de libre comercio, que estaban en el proceso de reducir a millones de obreros estadounidenses a la esclavitud permanente.

Con la inauguración del Presidente Trump, esta élite del poder enfrentó desafíos y la emergencia de una nueva configuración estratégica, que buscó cambios drásticos en la política económica y militar de Estados Unidos.

El arquitecto de campaña y estratega del Trump, Steve Bannon, buscó desplazar a la élite económica y militar global con su alianza de nacionalistas económicos, obreros manufactureros y elites de negocios proteccionistas. Bannon presionó para una ruptura importante con la política de Obama, de múltiples guerras permanentes, para expandir el mercado interno. Propuso el retiro de las tropas y el fin de las operaciones militares de Estados Unidos en Afganistán, Siria e Irak, al tiempo que aumentó una combinación de presión económica, política y militar sobre China. Trató de poner fin a las sanciones y enfrentamientos contra Moscú y crear vínculos económicos entre los gigantes productores de energía en Estados Unidos y Rusia.

Mientras Bannon era inicialmente el principal estratega de la Casa Blanca, rápidamente se encontró, cara a cara, con poderosos rivales dentro del régimen, ardientes globalistas Demócratas y Republicanos y especialmente neoliberales sionistas quienes maniobraron sistemáticamente para ganar posiciones económicas y políticas, estratégicas dentro del régimen. En lugar de ser una plataforma coherente desde la cual formular una nueva estrategia económica radical, la Administración Trump se convirtió en un «terreno de lucha» caótico y vicioso. La estrategia económica de Bannon apenas estaba comenzando a emerger de la tierra.

Los medios masivos de comunicación y los agentes del aparato estatal, vinculados a la estrategia de guerra permanente de Obama, primero atacaron la propuesta de reconciliación económica de Trump con Rusia. Para evadir cualquier “descalificación”, fabricaron la conspiración rusa de espías y manipulación de elecciones. Sus primeros tiros exitosos fueron disparados contra el Teniente General Michael Flynn, aliado de Bannon y principal defensor para revertir la política de Obama/Clinton de enfrentamiento militar con Rusia. Flynn fue rápidamente destruido y amenazado abiertamente con ser procesado como un «agente Ruso» en la histeria provocada, que se asemejaba a los días del senador Joseph McCarthy.

Los puestos económicos clave en el régimen de Trump se dividieron entre los neoliberales Israel-First y los nacionalistas económicos. El presidente Trump, “El negociador”, trató de enganchar a los sionistas neoliberales, afiliados a Wall Street, con la clase obrera vinculada a la base electoral trumpista, formulado nuevas relaciones con la Unión Europea y China, lo que favorecería a la manufactura estadounidense. Dadas las diferencias irreconciliables entre esas fuerzas, el ingenuo «pacto de clase» de Trump debilitó a Bannon, socavó su liderazgo y destruyó su estrategia económica nacionalista.

Mientras Bannon había conseguido varios nombramientos económicos importantes, los neoliberales sionistas socavaron su autoridad. La cohorte Fischer-Mnuchin-Cohn estableció con éxito una agenda competitiva.

Toda la élite del Congreso de ambos partidos se unió para paralizar la agenda de Trump-Bannon. Las gigantescas corporaciones de los medios masivos de comunicación sirvieron como un megáfono histérico y cargado de rumores para los fanáticos investigadores del Congreso y del FBI que magnificaban cada sutileza de las relaciones del gobierno norteamericano de Trump con Rusia en busca de conspiración. La combinación Estado-Congreso y el aparato de los medios de comunicación aplastaron a la masiva base electoral de Banon, desorganizada y desprevenida, que había elegido a Trump.

Completamente derrotado, el desdentado Presidente Trump se retiró en busca desesperada de una nueva configuración de poder, delegando sus operaciones diarias a «sus generales». El Presidente civil electo de los Estados Unidos abrazó la búsqueda de sus generales, de una nueva alianza militar-globalista y la escalada de las amenazas militares contra Corea del Norte, incluyendo a Rusia y China. Afganistán fue inmediatamente blanco de una intervención ampliada.

Trump reemplazó eficazmente la estrategia económica nacionalista de Bannon con un reanimado enfoque militar de guerras múltiples de Obama.

El régimen de Trump volvió a lanzar los ataques de Estados Unidos contra Afganistán y Siria –superando el uso por parte de Obama de ataques de drones contra presuntos militantes musulmanes. Intensificó las sanciones contra Rusia e Irán, abrazó la guerra de Arabia Saudita contra el pueblo de Yemen y puso toda la política de Medio Oriente en manos de su asesor político, el ultra sionista Jared Kushner (magnate inmobiliario y yerno) y el embajador de Estados Unidos en Israel David Friedman.

El retiro de Trump se convirtió en una derrota grotesca. Los generales abrazaron a los sionistas neoliberales en el Tesoro y a los militaristas globales del Congreso. El director de Comunicación Anthony Scaramucci fue despedido. El Jefe del Gabinete de Trump, John Kelly, purgó a Steve Bannon. Sebastian Gorka fue expulsado.

Los ocho meses de lucha interna entre los nacionalistas económicos y los neoliberales han terminado: La alianza sionista-globalista con los generales de Trump ahora dominan a la elite de poder.

Trump está desesperado por adaptarse a la nueva configuración, aliada de sus propios adversarios en el Congreso y los medios masivos de comunicación rabiosamente anti-Trump.

Habiendo casi diezmado a los nacionalistas económicos de Trump y su programa, la elite de poder montó entonces una serie de acontecimientos magnificados por los medios que se centraban en un golpe local en Charlottesville, Virginia, entre «supremacistas blancos» y «antifascistas». Después de que la confrontación condujera a la muerte y al daño, los medios utilizaron el intento inepto de Trump de culpar a ambos bandos como prueba de los vínculos del presidente con los neonazis y el KKK. Los neoliberales y los sionistas, dentro de la administración Trump y sus consejos empresariales, se unieron al ataque contra el presidente, denunciando su incapacidad de culpar de inmediato y unilateralmente a los extremistas de derecha por la violencia.

Trump está recurriendo a los sectores de negocios y a la élite del Congreso en un intento desesperado por mantener un apoyo a través de promesas de decretar masivos recortes de impuestos y desregular todo el sector privado.

La cuestión decisiva ya no se refería a una política u otra, ni siquiera a una estrategia. Trump ya había perdido en todas las batallas. La «solución final» al problema de la elección de Donald Trump está avanzando paso a paso –su destitución [impeachment] y posible detención por todos y cada uno de los medios.

Lo que el auge y la destrucción del nacionalismo económico en la “persona” de Donald Trump nos dice es que el sistema político estadounidense no puede tolerar ninguna reforma capitalista que pueda amenazar a la élite imperialista globalista.

Los escritores y activistas solían pensar que sólo los regímenes socialistas elegidos democráticamente serían el blanco del coup d’état sistemático. Hoy en día las fronteras políticas son mucho más restrictivas. Apelar al «nacionalismo económico«, completamente dentro del sistema capitalista, y buscar los acuerdos comerciales acorde a ello, es invitar a ataques políticos salvajes, inventos de conspiraciones y relevos militares internos que terminan en «cambio de régimen».

La purga hecha por la élite militarista-globalista contra los nacionalistas económicos y anti-militaristas fue apoyada por toda la izquierda de los Estados Unidos, salvo algunas notables excepciones. Por primera vez en la historia, la izquierda se convirtió en un arma organizativa pro-guerra, pro-Wall Street, pro-derecha sionista en la campaña para derrocar al presidente Trump. Más aún, movimientos y líderes locales, funcionarios sindicales, políticos de derechos civiles y de inmigración, liberales y socialdemócratas se han unido en la lucha por restaurar lo peor de todos los mundos: la política Clinton-Bush-Obama/Clinton de guerras múltiples permanentes, incrementando las confrontaciones con Rusia, China, Irán y Venezuela y la desregulación de la economía estadounidense por parte de Trump y recortes fiscales masivos para los grandes negocios.

Hemos recorrido un largo camino: desde las elecciones hasta las purgas y de los acuerdos de paz hasta las investigaciones policiales. Los nacionalistas económicos de hoy son etiquetados como «fascistas»; y los trabajadores excluidos son ¡»los deplorables»!

Los estadounidenses tienen mucho que aprender y desaprender. Nuestra ventaja estratégica puede residir en el hecho de que la vida política en los Estados Unidos no puede empeorar –realmente hemos tocado fondo y (salvo una guerra nuclear) sólo podemos mirar hacia arriba.

Notas:

1 Traducción libre del artículo de James Petras, “Who Rules America? The Power Elite in the Time of Trump”, publicado el 5 de septiembre de 2017 en http://petras.lahaine.org/?p=2153.

2 CEO es el acrónimo en inglés de Chief Ecutive Officer, designa a la persona con la máxima autoridad de la gestión en alguna empresa, administración, organización o institución.

Traducciones libres del Centro de Estudios, Documentación y Análisis Materialista (CEDAM)

cdamcheguevara.wordpress.com

cedam.ecg@gmail.com

www.facebook.com/cedamecg.cedamecg

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=231424

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EEUU: White educators need to fight racism every day

América del Norte/EEUU/Agosto del 2017/Noticias/https://theconversation.com

Like many people, I watched the news coming out of Charlottesville this weekend in horror. Future generations will ask about this moment, wondering: How did this happen? What did you do to resist?

I asked myself: As a white educator, how do I respond? What will I say to future generations? What is my responsibility?

Siva Vaidhyanathan wrote in the New York Times about the choice, as a professor at the University of Virginia, between denying extremists the attention “that feeds their flaming torches” and the call to direct confrontation. I read this piece and wondered, what would I do? What have I done?

In the 2016 documentary I am Not Your Negro, James Baldwin said: “History is not the past. It is the present. We carry our history with us. We are our history. If we pretend otherwise, we are literally criminals.”

So I need to act. White educators need to act. Every day.

Acting against white supremacy and systemic racism is not about white people demanding to be absolved because we are good people, have been discriminated against ourselves or are self-declared allies. It isn’t about insisting on being called Caucasian — a racist term — instead of white. This is white fragility that distracts from talking about white supremacy and instead centres again on white people’s needs and desires.

I find myself, as I write this, thinking I should tone it down. I want to minimize and not offend. As a white person I can tell myself that, overall, society is equal and fair. But this is a dangerous lie and it requires ignoring overwhelming evidence about global inequity.

White supremacy is defined as thinking that white people are superior to all others. Acting against white supremacy and racism is about learning what white supremacy, systemic racism and white privilege really mean.

It is about learning how the stress of racism affects learning. It is about learning how to understand and dismantle racism. It is about selecting children’s books carefully. It is about teaching children and teens to undo racism and white supremacy.

Systemic racism in school

White supremacy and white privilege normalize winning through violence — imperialism, killing, hurting, stealing knowledge, wasting and convincing everyone that white people are No. 1. White supremacy and white privilege involve doggedly refusing to acknowledge the contributions, and the vast knowledge, of the majority of people in the world who are not white.

This logic infects how we educate, who and what we see as leadership, and how we come to see each other and the planet that we are rapidly destroying.

Six people were killed in a shooting at a Quebec City mosque on January 29, 2017. Here hundreds march in solidarity with the victims. THE CANADIAN PRESS/Jacques Boissinot

When I was growing up, the main characters in books were usually white and male. There were some women characters — including Nancy Drew, Wonder Woman, the Bionic Woman and Samantha from Bewitched. But all were white, and their characters often racist. My mother and grandmothers read books with different heroes but what they all had in common is that they were white, and in school we all learned about famous white people. In other words, our education ignored the vast majority of the world’s artists, thinkers, inventors, conservationists and humanitarians.

Today, students are often encouraged to participate in an event to help Africa such as a 24-hour fast that is supposed to enhance their understanding of starvation, or to go build a school or work in an orphanage over spring break. The assumption is that Africa — often represented as one big country rather than a continent with 54 countries — needs the help of us white people to develop.

Their education on Africa doesn’t include facts about African leaders or colonization and the continued violence towards people, water and landsby predominantly white, multinational corporations.

The canon I read in high school was white and predominantly male. The ideas were focused on meritocracy — work hard and you will succeed. Sometimes there were books on totalitarianism, such as 1984 by George Orwell, but race wasn’t discussed. Some of us might have read To Kill a Mockingbird (about a white saviour type). The secondary school students I speak with today have a reading list remarkably similar to what I had back in the 1980s.

So it’s not surprising that scholars, particularly scholars of colour, might anger students and colleagues who presume they’re pushing their special interest if they suggest readings from scholars who are not white. For white students and educators raised on white supremacy and with white privilege, knowledge from people outside of what has been represented as “normal” (code: white) since early childhood seems fringe, it seems special interest, and it seems irrelevant to their education.

It’s not surprising that there is a combination of anger, sadness and confusion when the white savior industrial complex is challenged.

Changing the structures

Bell hooks reminds us that “we have to constantly critique imperialist white supremacist patriarchal culture because it is normalized by mass media and rendered unproblematic.”

Most educators want to do the best for their students. We spend hours in hopes of developing inspiring classes and piquing the curiosity to learn. But we will do harm if we don’t truly act to change the white supremacist power structures we live within. White supremacy isn’t about ignorance, it is about power.

Talking about the crimes committed in the name of white supremacy is painful, but imagine how it is for the mother worried her child might get shot just for having the audacity to walk down the street as a racialized youth. Imagine what it is like for mothers of missing and murdered Indigenous women. Imagine what it is like for students who year after year read stories about white benefactors and superheroes.

We need to refuse to minimize the oppression despite the temptation to do so. White supremacy is real and does immeasurable harm. What do we teach our children? Do they learn about white supremacy and racism and ways to fight against it? Do they learn about people like Rosemary BrownMary Two-Axe EarleyJames BaldwinViola DesmondMary Shadd Cary and Nina Simone who give us new ways to think and act for a better world?

Yes, those of us who are white and want to learn new ways of being will get challenged for racism that we are trying to unlearn. We will be embarrassed and we will often be confused and angry. But we do have a responsibility to keep learning a new way of being, despite the discomfort.

Unlearning white supremacy is a lifelong process. The consequence of not doing so is to continue to create a planet that is uninhabitable for all.

The good news is that there are plenty of resources to educate ourselves, and plenty of opportunities to engage in collective action for a better world.

Places to start

Listen to Minelle Mahtani’s Sense of Place radio show. She is a leading voice and brings on other scholars to talk about critical race studies, Indigenous studies and white supremacy. Start with these episodes:

  1. Black scholars interrogate white nationalism after the U.S. elections, an interview with Annette Henry, Handel Wright and David Chariandy.
  2. The adultification of Black girls, an interview with Collier Meyerson.
  3. Negroland, an interview with author Margo Jefferson.

Read Özlem Sensoy and Robin DiAngelo’s book Is everyone really equal? An introduction to key concepts in social justice education.

Watch The Funky Academic’s videos which set basic philosophy to a dub beat, targeting white supremacy.

Fuente: https://theconversation.com/charlottesville-white-educators-need-to-fight-racism-every-day-82550

Fuente imagen:https://lh3.googleusercontent.com/U2Mxn6IRtsN44KZeFlU-Cpftvhti-qT1tzbqOuvHhUI5-UKuGaeOzISg0tNveXMIPN9_=s85

 

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Libro: Estados Unidos y la nueva correlación de fuerzas internacional

Estados Unidos y la nueva correlación de fuerzas internacional

Marco A. Gandásegui, hijo. [Coordinador] 

Pablo Gentili. Pablo A. Vommaro. [Presentación]

Ronald H. Chilcote. Marco A. Gandásegui, hijo. Carlos Eduardo Martins. Gladys Cecilia Hernández Pedraza. Santiago Pérez Benítez. Claudio Katz. Dídimo Castillo Fernández. Fabio Grobart Sunshine. Casandra Castorena Sánchez. Ary Minella. Silvina María Romano. Jorge Hernández Martínez. Jaime Zuluaga Nieto. Darío Salinas Figueredo. Luis Suárez Salazar. Leandro Morgenfeld. Laneydi Martínez Alfonso. [Autores de Capítulo]

SBN 978-607-03-0836-9
Siglo XXI. CLACSO. CELA.
México D. F..
Julio de 2017
 

Las relaciones de América latina con Estados Unidos parecieran congelarse alrededor de la muralla que separa al país del norte con México. Trump definió su política hacia la región a través de sus ataques obsesivos contra todo lo que representa la cultura mexicana y, por extensión, de América Latina. La muralla hay que extenderla y hacerla más impenetrable no tanto para frenar la migración laboral del sur o para controlar el tráfico de drogas ilícitas. El inquilino de la Casa Blanca quiere levantar la muralla como símbolo para evitar el ingreso a Estados Unidos de los antivalores que representa la herencia mestiza (hispana o latina). El libro Estados Unidos y la nueva correlación de fuerzas internacionales contiene unos 20 artículos de especialistas de 9 países de la región latinoamericana. Son trabajos preparados antes de las elecciones de Estados Unidos de 2016. Sin embargo, todos presentan el escenario en que los norteamericanos fueron a las urnas y sus análisis permiten entender mejor el triunfo electoral de Trump. Incluso, se desprenden de los diferentes capítulos las razones por las cuales el nuevo presidente obtuvo los votos electorales necesarios para triunfar, a pesar de perder el voto popular por un margen superior a los tres millones de sufragios.
Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1252&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1190
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Tras las huellas del imperialismo

Por: Ivan Carrasco Andrés

El movimiento antideutsche, Israel y el neofascismo (I)

Una imagen surrealista pero cierta

Imaginen un movimiento de izquierda que se declara antifascista, anticapitalista y llama a la revolución comunista; pero, al mismo tiempo, ondea la bandera de Israel y la de Estados Unidos junto a la bandera anarquista y antifascista. Además, en su recorrido por las calles grita consignas como, “Abajo Alemania, por el comunismo, solidaridad con Israel”, “Alemania nunca más. Quitad el derecho de existir a Alemania” o “Hazlo de nuevo, bombardero Harris” (en alusión a la bomba lanzada sobre la ciudad de Dresden en 1945 por los aliados). Por si fuera poco, en sus publicaciones apoyan abiertamente y con vehemencia las políticas militaristas de Estados Unidos en contra de los países árabes (como la invasión a Irak en el 2003); al mismo tiempo, promueven la solidaridad incondicional para con el estado de Israel que se traduce en recolectar dinero para enviárselo a las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel); y, por otra, en exigir al estado alemán apoyo económico, militar y político para el estado colonialista y terrorista de Israel.

Esta imagen que se antoja inverosímil es, en realidad, un retrato muy claro y preciso de una peculiar corriente de la “izquierda” alemana que se autodenomina como: antialemanes (antideutsche). Los antialemanes controlan periódicos y revistas como: Konkret, Bahamas, Jungle World; incluso tienen editoriales como la ça ira Verlag, perteneciente al gupo antialemán ISF (Initiative Sozialistisches Forum). En ciertas ciudades alemanas tienen bares; negocios en donde el hecho de portar una kufiyya se convierte en un “obstáculo” para entrar al local y es tomado como pretexto para ser insultado y tachado de antisemita. Si bien numéricamente no son una mayoría, sus publicaciones y posturas políticas tienen bastante eco e influencia en ciertos sectores de la izquierda alemana, incluido partidos como Die Linke y el SPD. Además, existen colectivos y organizaciones que promueven la ideología antideutsche como Bak-Shalom, quienes se autodefinen como un “grupo de trabajo contra el antisemitismo, antisionismo, antiamericanismo y contra el anti capitalismo regresivo…” (1). Hay quienes opinan, como el periodista y analista geopolítico Hauke Ritz, que los grupos antideutsche podrían ser usados por agencias de seguridad, alemanas o extranjeras, como grupos de soft power (2).

Por todo ello, parece no solamente lícito, sino sumamente importante, preguntar por este movimiento tan peculiar que, en su supuesta radicalidad, termina legitimando y apoyando las políticas imperialistas de los dos estados que han sido definidos históricamente por su belicismo, injerencismo, expansionismo y por su violación sistemática a los derechos humanos dentro y fuera de sus fronteras.

¿Cómo es posible, desde las pretendidas posiciones antinacionales y anticapitalistas, reivindicar al estado de Israel y al estado Norteamericano, así como sus políticas imperialistas?, ¿nos encontramos ante un discurso y una práctica política más radical que las de la izquierda comunista anticapitalista y antiimperialista?, o quizá, ¿estos grupos constituyen la punta de lanza de nuevas formas de manipulación ideológica y social dentro de la izquierda?

¿Existen en América Latina, en los movimientos sociales, en las universidades, o en los partidos políticos, estas posiciones?

En las siguientes líneas y entregas, intentaremos dar una imagen general del movimiento antideutsche para responder a dichas preguntas.

Orígenes y referentes

Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la izquierda alemana discutió en torno a la reunificación de ambos países. Un sector minoritario de la misma, ligado al KB (Kommunistischer Bund o liga comunista), se opuso con ahínco a la reunificación argumentando que, de llevarse ésta a cabo, Alemania volvería a ser una nación imperialista que no tardaría en convertirse en un 4o Reich. Pues, según ellos, en la identidad alemana existiría, de forma inherente e irrebasable, un racismo y una mentalidad imperialista, que constituirían la esencia del “ser alemán”. Esta izquierda minoritaria, de la cual surgirán los antideutsche, llevaban ya, para 1990, algunos años haciéndole críticas al resto de la izquierda por su supuesto antisemitismo, antisionismo, antiamericanismo y por el presunto olvido del nazismo dentro de la historia alemana. Al grito de “Nunca más Alemania” (Nie wieder Deutschland), estos grupos salían a las calles para confrontar y violentar las manifestaciones de la izquierda antiimperialista. Mientras la gran mayoría de la izquierda realizaba protestas a favor de la paz, los antialemanes mostraban su total y enérgico apoyo a los ataques de Estados Unidos sobre Irak durante la guerra del golfo de 1990-91.

Entre sus precursores teóricos pueden destacarse los siguientes: Jean Améry, Eike Geisel, Wolfgang Pohrt y Moishe Postone. En este artículo sólo nos enfocaremos en el primero y en el último.

Jean Améry, un ensayista y filósofo austriaco, publicó en 1969, dos años después de la guerra de los seis días (3), un artículo en la revista Die Zeit titulado, “El antisemitismo respetable”. En dicho artículo, Améry critica a la izquierda marxista por ser, a su juicio, antisemita. El antisemitismo que Améry observa en la izquierda en general, y en la izquierda alemana en particular, se deriva de la falsa identificación que hace entre el antisionismo y el antisemitismo. Pues, para Améry, el antisionismo, lejos de ser una crítica al estado de Israel por su política colonialista, violatoria de los derechos humanos y aliada al imperialismo norteamericano, es una forma más del antisemitismo que termina por desear la aniquilación de los judíos. Por eso, llega a decir que, “el antisemitismo está contenido en el anti-israelismo y en el anti-sionismo como la tormenta en las nubes” (4), de ahí que, según él, bajo la fachada de combatir al sionismo, algo que sería respetable para la izquierda, sea, en realidad, una excusa y una fachada para reeditar el odio nazi hacia los judíos.

En el mismo texto se encuentra una crítica no desarrollada hacia la izquierda antiimperalista; crítica que desliga los factores geopolíticos y económicos de la existencia del estado de Israel, llegando a decir que dicho estado no es ni puede ser visto como un aliado estratégico del imperialismo norteamericano, así como “los estados árabes no pueden ser vistos como razonablemente progresistas” (5). Améry concuerda con lo expresado por Robert Misrahi al hacer la siguiente cita, “El antisionismo es fundamentalmente un fenómeno reaccionario que, cuando habla deIsrael, se esconde bajo consignas revolucionarias, progresistas y anticolonialistas” (6).

Moishe Postone es, quizá, el autor más conocido dentro de la izquierda marxista a nivel internacional por su lectura de Das Kapital desde el horizonte de la Wertkritik.Postone ofrece una lectura que busca actualizar la radicalidad del pensamiento de Marx al retomar los conceptos de mercancía, valor, fetichismo de la mercancía, trabajo abstracto, alienación, etc. Para él, la radicalidad de Marx consistiría en haber descubierto y descrito la función del “sujeto autómata”, el capital, cuya forma social se basaría en el trabajo abstracto productor de valor y mercancías. Al ser este sujeto el verdadero agente por el cual existen y se reproducen las relaciones capitalistas, los obreros y los capitalistas serían una personificación, o representantes terrenales de aquella, aunque real, abstracción. A partir de este razonamiento, Postone intenta explicar el antisemitismo, pues, si se parte de la diferencia entre el valor de uso y valor de cambio de la mercancía, el antisemitismo identificaría a los judíos con las características que definen al valor, esto es con: lo abstracto, universal, inasible, etc.Según Postone,

Cuando se examinan las características específicas del poder atribuido a los judíos por el moderno anti semitismo -abstracción, intangibilidad, universalidad, movilidad- se descubre que ellas son todas las características de la dimensión del valor de la forma social analizada por Marx. Además, esta dimensión, como el supuesto poder de los judíos, no aparece como tal sino siempre en la forma de un soporte material, la mercancía. (7)

Además, esta identificación avanzaría al establecer a los judíos como la personificación del dinero, y más concretamente del capital financiero; pero, iría incluso más allá al personificarlos como el capital mismo e identificarlos con lo totalmente destructivo, al respecto escribe Postone,

De acuerdo a esta interpretación, los judíos fueron identificados no únicamente con el dinero, con la esfera de la circulación, sino con el capitalismo mismo…Los judíos no fueron vistos únicamente como representantes del capital (pues en ese caso los ataques antisemitas habrían sido más específicos en términos de clase). Ellos devinieron la personificación de lo intangible, destructivo, lo inmensamente poderoso de la dominación internacional del capital en tanto forma social alienada.(8)

Para Postone, la teoría crítica de la forma valor permitirá entender, desde la contradicción valor/valor de uso y trabajo concreto/trabajo abstracto, la biologización-personificación del lado abstracto de la mercancía en el judío, por una parte; y, por otra, la biologización-personificación del lado concreto de la mercancía en el ario. Por eso, según Postone, el nazismo podría entenderse como una revolución “anticapitalista”, caracterizada por su odio a lo abstracto y, frente a ello, la reivindicación de lo concreto, de la comunidad (como Volksgemeinschaft) y, así,entonces, los campos de exterminio habrían sido pensados como campos de exterminio del valor mismo. Postone finaliza diciendo,

Auschwitz, no como la toma del poder por los nazis en 1933, fue la verdadera “revolución alemana”, el intento de derrocar, no solamente un orden político, sino una forma social existente. Con esta hazaña, el mundo habría estado seguro de la tiranía de lo abstracto. En el proceso, los nazis se “liberaron” de la humanidad. Los nazis perdieron la guerra contra la Unión Soviética, América e Inglaterra. Ganaron, en cambio, la guerra, su “revolución”, en contra de los judíos europeos.(9)

Bibliografía

Améry, JeanDer ehrbare Antisemitismus, http://www.zeit.de/1969/30/der-ehrbare-antisemitismus

Bak-ShalomGrundsatzerklärung des BAK Shalom, http://bak-shalom.de/index.php/materialien-des-bak-shalom/wir/

Hagen, Patrick, Die Antideutschen und die Debatte der Linken über Israel,http://www.trend.infopartisan.net/trd0405/t030405.html

Postone, Moishe, Anti-semitism and National Socialismhttps://libcom.org/library/anti-semitism-national-socialism-moishe-postone

RT, Antideutsche oder Allzudeutsche?, https://www.youtube.com/watch?v=UiuRixvPf0o

Notas:

(1) Véase su declaración de principios en la página, http://bak-shalom.de/index.php/materialien-des-bak-shalom/wir/.

(2) En entrevista con la cadena rusa de noticias RT, el analista Hauke Ritz se pregunta sobre la función del movimiento antideutsche y sus posibles nexos con agencias de seguridad. Véase el siguiente link, https://www.youtube.com/watch?v=UiuRixvPf0o&. (1:35 a 2:23 mm)

(3) La guerra de los seis días, o guerra de Junio de 1967, fue un conflicto bélico que involucró al estado de Israel en contra de los estados de Egipto, Jordania, Irak y Siria. Como consecuencia de esta guerra, el estado de Israel aumentó sus fronteras al ocupar los territorios de Egipto (península del Sinaí y franja de Gaza), Jordania (franja de Cisjordania) y Siria (los altos del Golán). Con esta guerra, el estado de Israel mostró su afán expansionista, belicista y su carácter colonialista en tanto fuerza de ocupación.

(4) Améry, JeanDer ehrbare Antisemitismus, http://www.zeit.de/1969/30/der-ehrbare-antisemitismus.p. 2. Ésta y las traducciones que siguen son nuestras.

(5) Ibíd., p. 3.

(6) Ibíd., p. 3.

(7) Postone, Moishe, Anti-semitism and National Socialismhttps://libcom.org/library/anti-semitism-national-socialism-moishe-postone.

(8) Ibíd.

(9) Ibíd.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=228945

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