América del Sur/ Colombia/ 24.06.2019/ Fuente: www.dinero.com.
Los colegios deben repensar la forma tradicional de educación si quieren adaptarse a las necesidades del mundo laboral cambiante de la cuarta revolución industrial. Estas son las tendencias que caracterizan a las escuelas de vanguardia.
Colombia invierte $3.594.002 por cada alumno de bachillerato del sector público, según los últimos datos disponibles (2017) de la Unesco, y se puede decir que es la mejor inversión que puede hacer y la más ineficiente al mismo tiempo. Sin embargo, la mitad de esa plata se pierde en el camino, ya que 51% de los estudiantes abandonan sus estudios antes de culminar el bachillerato.
En ese sentido, la deserción no es un problema del que se suela hablar tanto como el presupuesto de la educación, pero está igualmente relacionado con la mala calidad y la desfinanciación del sistema. La situación, similar en toda América Latina, es una muestra de que las escuelas de la región no están respondiendo a las necesidades e intereses de los adolescentes.
“Cuando le preguntamos a los jóvenes por qué abandonaron la escuela, la mitad dice que por factores externos (como droga, violencia, falta de transporte, entre otros) y la otra mitad por problemas propios de la escuela”, opina Alberto Croce, director de la Fundación Voz de Argentina y uno de los abanderados de la promoción del derecho a la educación en la región.
Desde la Fundación Voz, acompaña a las comunidades educativas de escuelas argentinas en su proceso de renovación. Estuvo en Colombia por el foro CaliCiudad del Aprendizaje, donde la alcaldía socializó los logros de su programa Mi Comunidad es Escuela y habló de las ocho transformaciones que necesitan los colegios, según un trabajo colaborativo que realizó con varias organizaciones sociales, empresas, estudiantes y pedagogos de América Latina.
La primera recomendación del experto es que las escuelas sean dirigidas en equipo. “No sirven esos rectores maravillosos que están transformando el mundo ellos solos desde su labor”, dice Croce. Esto porque las transformaciones institucionales no prosperan si no se contruyen de la mano con la comunidad educativa y especialmente quienes son los encargados de llevarlas a buen puerto, tanto los rectores como los docentes.
«Cuando hablamos de mejorar las condiciones de una escuela lo primero que uno tiene que hacer, y que hemos comprobado con Mi Comunidad es Escuela, es sentarse con toda la comunidad, mostrarles dónde están y decidir con ellos hacia dónde quieren ir y qué lineas de mejora se ajustan al contexto donde están. De otra manera no van a asumir el reto«, agrega Mónica López, directora de calidad de este programa de la Secretaría de Educación de Cali.
Por eso es importante pensar en las instituciones educativas como una construcción de comunidad, tanto hacia dentro, como hacia fuera. “Al interior, la escuela debe ser tiene que ser profundamente democrática y participativa. En su interior es importante cómo participan los docentes, las familias, los centros de estudiantes con representatividad donde proponen cosas. Asociaciones de padres y espacios donde los docentes puedan tener espacios de participación”, dice el experto.
Pero, también, considera que la escuela debe construirse con y para la comunidad. “Debe reconocer cuál es el mundo de trabajo de la comunidad en la que está insertado. Debe conocer las características de las opciones laborales de los estudiantes y cómo prepararlos”. Por eso, una tercera característica de los colegios transformadores sería un compromiso muy grande con su territorio.
En cuanto a los cambios netamente pedagógicos, Croce sugiere cuatro transformaciones. Primero, la personalización de las trayectorias de aprendizaje. “Ya no sirven las escuelas que son iguales para todos. Los caminos hoy son también personales, y esto es reconocer la diversidad de pensamientos, sentimientos, maneras de aprender, de sexualidad, que tienen los estudiantes”.
Por otro lado, las escuelas deberían fortalecer el arte como elemento innovador en la pedagogía, como forma de promover la creatividad, la expresión de los sentimientos y la inteligencia emocional. Eso implica de alguna forma “desracionalizar” una parte de los procesos educativos.
“El arte y las humanidades son un pilar fundamental de los sistemas educativos. Las generaciones de hoy y mañana tendrán que poseer habilidades como la empatía, la imaginación, la creatividad”, sugiere un documento publicado por el Foro Económico Mundial.
También tienen que fortalecer el uso pedagógico de la tecnología. Pero eso implica ir más allá de el uso de computadores, hay que fomentar su apropiación. “La inclusión de tecnologías es mucho más que la pantallización de la escuela. Ya no se trata de llenarla de computadores, sino de entender cómo cambia nuestra forma de pensar. Hay que aprovechar las tecnologías como elementos educativos”, señala Croce.
Otro tema es que los colegios de vanguardia ya no trabajan en asignaturas separadas sino con currículos mucho más integrados interdisciplinariamente, mediante problemas o proyectos transversales. El aprendizaje basado en proyectos, en donde los estudiantes trabajan a lo largo del año un mismo proyecto con distintos profesores, en varias asignaturas, para resolver un problema de forma interdisciplinaria y participativa, es cada vez más significativo en el escenario mundial.
Esta metodología educativa va muy de la mano con la relación con la comunidad. El trabajo de las instituciones educativas más destacadas en Colombia está muy relacionado con proyectos que impactan positivamente a su municipio.
Por ejemplo, lo que hizo Luis Emiro Ramírez, nominado al Global Teacher Prize 2019, y sus alumnos en la zona rural de El Doncello, Caquetá, donde desarrollaron un sistema de alertas tempranas de crecidas del río mediante el cual aprendieron conceptos de Física y Tecnología, pero que también favorece a los vecinos y que otras veredas ya quieren importar.
Una última recomendación para las escuelas del futuro es que permitan mucho más espacio a los maestros para innovar. “Lograr que los docentes tengan horas destinadas a la formación al debate a la capacitación. Estas cosas no se pueden hacer si uno está todo el tiempo frente a los estudiantes”, dice Croce.
En otras palabras, el sistema debe permitir y potenciar el poder creativo de los profesores. No en vano, un estudio de la Unesco de 2012 sobre las transformaciones de la educación media realizadas por los sistemas con mejores desempeños encontró que “una de las notas distintivas de uno de los sistemas educativos con mejores logros, como lo es Finlandia, es la promoción de la experimentación y la flexibilidad. Los educadores fineses son tomadores de riesgos por naturaleza y prueban diferentes caminos para plasmar sus objetivos educativos”.
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