José Manuel Galán
Hace casi veinte años, el egiptólogo José Manuel Galán recorría en bicicleta las ruinas de Luxor, en Egipto. Entre tumbas de faraones, templos y obeliscos, buscaba un proyecto arqueológico que le ayudase a desarrollar la Egiptología en España. En la actualidad, Galán dirige la excavación de la tumba de Djehuty, un ambicioso proyecto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que lleva en marcha desde el año 2002. Según explica, la Egiptología le enseñó a ser valiente: “Ser valiente es perseguir lo que te apasiona, a veces de un modo infantil, sin dejar que la comodidad o lo fácil te atrape”. Y añade: “La valentía también significa tener tus propias ideas y ser crítico”.
José Manuel Galán es profesor de Investigación del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Estudió Historia Antigua en la Universidad Complutense de Madrid y se doctoró en Egiptología en la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos. Años después, obtuvo una beca de investigación postdoctoral en el Instituto Egiptológico de la Universidad de Tübingen, Alemania. En los años 90 se incorporó al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Desde 2002 dirige la excavación e investigación del ‘Proyecto Djehuty’.
Creando Oportunidades
TRANSCRIPCIÓN
Llegó a las Pirámides de Guiza, pasó por la capital, por Menfis y fue avanzando hacia el delta oriental. Estuvo vagando hacia el norte, hacia Siria, atravesando toda Palestina y pasó todo tipo de penurias. Por fortuna, dio con un jeque palestino que se llamaba Amunensi que decidió acogerle en su tribu. Y con el tiempo, este Amunensi empezó a valorar las cualidades militares de Sinhué, ¿no? Le admiró su manejo del arco y su capacidad militar, le dio una tierra para él, una tierra en la frontera –claro, no le dio la mejor- una tierra en la frontera y ganado. Sinhué se asentó como un jefe, como un jeque de Siria y los años fueron pasando. Le fue yendo bien, efectivamente demostró sus capacidades políticas y militares y consiguió tener una tribu grande. Tuvo hijos, sus hijos, a su vez, consiguieron un terreno… Y era realmente un jeque asentado, hasta el punto que las noticias llegaron a oídos del nuevo faraón, y le escribió una carta.
Le escribió una carta diciéndole: «Sinhué, ¿por qué has huido? Nadie te ha acusado de asesinato. La reina tampoco ha sido acusada. Está aquí a mi lado, con las princesas, en palacio. ¿Qué haces ahí? Vuelve a casa. No esperes a ser demasiado viejo y que los cananeos te entierren envuelto en una piel de carnero. Si vienes a Egipto serás un cortesano y yo te proporcionaré una tumba en condiciones, arreglaré para ti un cortejo fúnebre de lujo. Tu ataúd será tirado por dos bueyes y cuando llegue tu funeral, a tu tumba te recibirán los danzarines Muhu para darte la bienvenida al más allá.» Eso es lo que mejor se le podía ofrecer a un egipcio de aquel entonces. Sinhué se puso la carta del faraón en el pecho, empezó a dar saltos de alegría, y no tardó mucho en volver a Egipto. Y, efectivamente, el rey cumplió su promesa.
Esto se escribió hace 4.000 años en Egipto, y esta historia fue uno de los motivos por el cual yo decidí que tenía que ser egiptólogo. Pensar que algo así, un cuento que se enmarca perfectamente en lo que se llama literatura de viajes, de ficción… Que incluye casi los ingredientes más fenomenales como en ‘La Odisea’, el viaje se convierte en un rito de pasaje en el que uno se hace adulto. Y con las experiencias y los problemas que se va encontrando, van madurando y es en el extranjero donde maduras y vuelves a casa como una persona capaz, ¿no? Esa es la Odisea y ese es Sinhué, ¿no? Pensar que eso se había escrito 4.000 años atrás en un papiro, en hierático… Yo pensé que yo tenía que hacer eso, que yo tenía que conseguir leer un papiro, eso se podía hacer. Así que decidí ser egiptólogo por el cuento de Sinhué. En España, en aquel entonces no había egiptología en la universidad y me tocó un poco vivir la historia de Sinhué, me tocó ir al extranjero para hacerme mayor. Me fui a hacer el doctorado a Estados Unidos, estuve seis años en Johns Hopkins, luego no fue suficiente, me tuve que ir con una beca Humboldt a Alemania un año más. Y cuando ya era padre de familia, y no tenía pelo, pues ya volví a casa y conseguí un puesto en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Curiosamente, mi paralelo con Sinhué, volvía a tocarse. Porque cuando volví a España, al Consejo, me incorporé a un proyecto de investigación de ugarítico, que es una lengua semítica que se habla en un lugar que se llama Ugarit en la costa de Siria. Así que yo también, me tocó vivir mi experiencia cananea durante cinco años, hasta que conseguí ganar la plaza de científico titular en el CSIC. En ese momento, funcionario, decidí no acomodarme a pesar de que todo invitaba a ello y aprovechar la oportunidad que el destino me daba para, no solo desarrollarme yo como egiptólogo sino también para ayudar a desarrollar la egiptología en España. Así que me embarqué, me fui a Egipto –no en un barco sino en un avión- en busca de un proyecto que por un lado cumpliera mis expectativas como científico, que tuviera algo de lengua, que es lo que a mí me gustaba, pero también que me ayudara a desarrollar un equipo de arqueología y tropecé con la tumba de Djehuty. La tumba de Djehuty estaba enteramente escrita, es un personaje que además tiene que ver algo con el imperio egipcio, que es lo que a mí me interesaba y eso pasó en el año 2000. Ahora, 18 años después, seguimos excavando en la tumba de Djehuty, alrededor de la tumba de Djehuty. La familia ha crecido, tenemos la tumba de Djehuty, la tumba de Hery, muchos más enterramientos. Nuestro yacimiento tiene enterramientos desde el año 2000 antes de Cristo hasta la época grecorromana.
Fuente: https://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/ser-valiente-es-no-dejar-que-la-comodidad-te-atrape-jose-manuel-galan/