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Cada día 200 personas intentan suicidarse en España: ¿debe incluirse la educación emocional en los colegios?

Vivimos en una sociedad que nos obliga a ser siempre felices, pero que no nos enseña a solucionar los problemas cuando aparecen

Lo normal es tener caídas, bajones. Por eso, entender que no siempre tenemos que ser felices es una de las claves para prevenir el suicidio. Tolerar la frustración y aceptar los fracasos. Hacía ahí debe dirigirse nuestra educación emocional., diez personas se quitan la vida en España, un total de 2.000 al año. La mayoría, el 90%, sufre una enfermedad mental, generalmente depresión.

José Luis lo ha intentado varias veces. Ahora, hace terapia y se siente acompañado. «He resucitado como el ave fenix«, reconoce, aunque admite que la estimagtización sigue siendo una carga.

Por eso piden medidas efectivas, como por ejemplo un teléfono de tres cifras gratuito y fácil de recordar. Es necesario, aseguran, que la salud mental sea una prioridad en la agenda política por una cuestión de derechos humanos.

Fuente de la Información: https://www.lasexta.com/noticias/sociedad/suicidio_201909235d891e210cf26bfff8a728b4.html

 

 

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Cinco consejos para una educación con inteligencia emocional

Por: el economista. 

Un diagnóstico y una medicina es lo que necesita la educación emocional en Chile, según las organizaciones «Liderazgo Chile» y «Relaciones Inteligentes». Ya que a pesar de que todos las campañas al respecto, los expertos indican que no se le ha dado la importancia suficiente.

Según la Fundación Liderazgo Chile «tenemos una sociedad donde los liderazgo están basados en un 80% rasgos psicopáticos, donde el miedo y la desconfianza son los pilares fundamentales que movilizan a los líderes en el país».

Según la entidad, «estamos en una sociedad que está enferma, y que al estar todos los aspectos de la vida vinculados a relaciones, el desarrollar educación emocional y vincular la inteligencia relacional en la educación y el liderazgo son parte esencial de la educación del siglo XXI».

¿Pero cómo solucionarlo?

La Fundación Relaciones Inteligentes indicó que estos avances se deben llevar a cabo por medio de la educación, ya que no solo trascienden nuestras relaciones sociales y laborales, sino también son determinantes en la salud física, mental y capacidad de aprender. «Si queremos otorgar a nuestros hijos e hijas las herramientas esenciales para una vida plena y exitosa es esencial la Educación Socioemocional ya que a través de éstas podrán aprender a relacionarse positivamente con ellos mismos y los demás y saber cómo hacer uso de su potencial para afrontar desafíos y alcanzar sus objetivos y sueños».

Juan Pablo Díaz, psicólogo clínico y encargado de Formación y Desarrollo Organizacional en la empresa de innovación y tecnología educativa, Colegium, explicó que sin educación emocional, es muy difícil afrontar los desafíos del siglo XXI, y además, brindó cinco consejos para enseñar la inteligencia emocional:

– Distingan las emociones juntos: es importante que desde pequeños los padres ayuden y desarrollen junto a su hijo/a la capacidad de verbalizar y reconocer las diferentes emociones y afectos que va sintiendo, este trabajo es fundamental para que a lo largo de su vida logre tramitar de mejor manera lo que le afecte, y así pueda reaccionar de forma más asertiva y tomar mejores decisiones. Es aconsejable trabajar en esto de forma cotidiana, ayudándolo a identificar lo que le pasa, explicando por qué se siente así, y qué hacer con eso, y para esto es útil ocupar el juego como medio. Por ejemplo: «¿Qué te hizo enojar? Tú estás enojado, sientes impotencia y tristeza, pero conversamos de lo que pasó, de lo que sientes tal vez te sientas mejor».

– Evita la crítica destructiva hacia los niños y niñas: las críticas del padre o la madre hacia los hijos e hijas perjudican el proceso de construcción de identidad del niño/a, puede generar que el niño se haga una imagen negativa de sí mismo y tenga problemas de inseguridad.

Afortunadamente, si ya has cometido este error antes, hoy puedes hacerlo distinto, reelaborando la forma en que expresas la conducta inapropiada, siempre planteando una forma de mejorar. Por ejemplo: «Sabes que no te he visto estudiar, ¿te pasa algo? Busquemos la manera de comenzar a hacerlo».

– No atribuir características intrínsecas por un comportamiento determinado: es fundamental tener claro que para desarrollar la capacidad de cambio y la tolerancia al error en un niño/a, es importante que no se le defina por sus comportamientos. Por ejemplo que su hijo/a se haya puesto a llorar por alguna razón no lo convierte en un llorón/a, o bien si se peleó con alguien no lo convierte en un niño/a agresivo o violento.

– Enseña a tu hijo a defenderse por sí mismo: es indiscutible que todo padre o madre va a buscar proteger y ahorrar malos ratos a sus hijos/as, para que no sufran. Esto es muy difícil de evitar, pero lo que sí se puede hacer, es dar herramientas para que puedan manejar mejor las situaciones que enfrentarán. Es acá donde toma un papel importante el aprender a reconocer las propias emociones y saber distinguir las de los demás. Este es el primer paso para que una persona pueda enfrentar de mejor forma las situaciones conflictivas, con mayor claridad y asertividad.

– Demos ejemplo de cómo reaccionar adecuadamente: además de enseñar, debemos como adultos mostrar con el ejemplo cómo se puede reaccionar de la mejor forma posible ante situaciones desfavorables. Cuando los niños o niñas hagan algo que nos haga sentir molestos, expliquemos la situación: «Lo que dices no corresponde, debemos tratarnos bien porque somos familia, y me hace sentir muy triste que hables con palabras ofensivas».

Fuente de la reseña: https://www.eleconomistaamerica.cl/sociedad-eAm-chile/noticias/10060236/08/19/Cinco-consejos-para-una-educacion-con-inteligencia-emocional.html

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Ética y la inteligencia emocional

Por:  Manuel Alberto Navarro Benítez.

Vivimos en una sociedad que, a costa de los [1]personajes que hacen hincapié sobre un número en una boleta como símbolo absoluto de inteligencia, llevan consecuencias directas e indirectas al educando, sus emociones, y su contexto, cegándolo a veces de por vida, de la infinidad de espacios donde él o ella pueda destacar.

Comenzaré en definir la ética por dos de mis autores favoritos:

“La ética es la práctica de reflexionar sobre lo que vamos a hacer y los motivos por los que vamos a hacerlo” (Savater, 2012, pág. 14).

“Toda la Ética se basa en ser consciente de las consecuencias de las acciones” (Goleman & Senge, 2016, pág. 67).

Donde concuerdo ampliamente que la formación del educando y el papel del docente sobre la ética debe llevarse seriamente y a más profundidad en nuestro día a día, logrando “formar personas autónomas e independientes”. (Savater, 2012, pág. 36).

Además, del gran olvido sobre la ética y lo emocional en la educación,donde podemos apreciar que, más allá de una inteligencia cognitiva, en la inteligencia emocional, es muy importante tomar en cuenta la ética y la actitud para llevarla a cabo con éxito. “el buen trabajo requiere entusiasmo, ética y excelencia” (Goleman & Senge, 2016, pág. 18).

Es necesario, un gran desarrollo de la autoconciencia como partícipes de la educación con todos los que interactuamos y más, con los educandos cuando les inculcamos sobre el importantísimo papel que tiene cada uno en la vida “los nuevos descubrimientos parecen indicar el modo en que las regiones cerebrales relacionadas con la autoconciencia nos ayudan a aplicar la ética y a tomar decisiones en general” (Goleman, 2013, pág. 17).

Ahora bien, necesitamos empezar a interpolar en los temas ético-emocionales; la reflexión crítica sobre sus aplicaciones en qué momento puede llegar a ser una política pública de cambio social y educativo, concientizando porqué impacta en nosotros, promoviendo la autoconciencia de sus actos a nivel personal e interpersonal, sobre la aplicación y respeto en las diversas jerarquías de los personajes en la educación.

Impulsando y motivando a la investigación a nuestros personajes en fuentes verídicas para entender el impacto en la sociedad actual y futura “el interés es necesario para que los estudiantes mantengan la atención y logren una adecuada aprehensión de los conocimientos” (Frías, 2000, pág. 21), aterrizando y rompiendo lo absoluto de la inteligencia cognitiva de su posicionamiento social, como nos maneja el jurista y filósofo Hans Kelsen, realizar casos prácticos, lúdicos, reales que granjeen su atención y dejar atrás todos aquellos modos tradicionales. “del pensamiento crítico en el aula es que en el salón de clases se incluyan problemas relacionados con el mundo real, y que no sólo se recurra a ejercicios artificiales” (Frías, 2000, pág. 23).

Y, si bien puede haber cierta resistencia por parte de algunos personajes, los que entendemos esto y queremos un cambio, debemos mostrar iniciativa en este campo que no se ha desarrollado y se ha infravalorado sobre las demás materias por lo que debe contar con “un  manejo democrático de los puntos de vista; mostrar ‘coraje intelectual’ para soportar la resistencia de los estudiantes al cambio; tomar riesgos, experimentar, ser humilde, resistirse a la arrogancia y demostrar claridad” (Frías, 2000, pág. 29).

Continuando con la importancia, me es menester enfatizar que a veces no estamos dando ejemplo en la calle, en la casa, en un proceso administrativo, en la misma escuela y, recodemos muy bien que todos nos ven y a veces por una acción les recordarán siempre como dice Savater “todas mis decisiones dejan huella en mí mismo antes de dejarla en el mundo que me rodea” (1998, pág. 117).

Una calificación tendrá su debida relevancia, pero el verdadero tesoro es el aprendizaje que dejas en cada acción, y éste no lleva ningún número.

 

Bibliografía
Frías, B. (2000). Pensamiento crítico y creativo. Trillas.

Goleman, D. (2013). El cerebro y la inteligencia emocional: Nuevos descubrimientos. Barcelona, España: Ediciones B, S. A.

Goleman, D., & Senge, P. (2016). Triple focus: Un nuevo planteamiento de la educación. Barcelona, España: Ediciones B, S. A.

Savater, F. (1998). Ética para amador. Barcelona, España: Ariel. S. A.

Savater, F. (2012). Ética de urgencia. Barcelona, España: Grupo Planeta.

[1]Por personaje entenderemos a los participantes de la educación: institución, educando, docente, padres de familia, etcétera.

Fuente del artículo: http://www.educacionfutura.org/etica-y-la-inteligencia-emocional/

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Ética y la inteligencia emocional

Por: Pluma Invitada

Vivimos en una sociedad que, a costa de los [1]personajes que hacen hincapié sobre un número en una boleta como símbolo absoluto de inteligencia, llevan consecuencias directas e indirectas al educando, sus emociones, y su contexto, cegándolo a veces de por vida, de la infinidad de espacios donde él o ella pueda destacar.

Comenzaré en definir la ética por dos de mis autores favoritos:

“La ética es la práctica de reflexionar sobre lo que vamos a hacer y los motivos por los que vamos a hacerlo” (Savater, 2012, pág. 14).

“Toda la Ética se basa en ser consciente de las consecuencias de las acciones” (Goleman & Senge, 2016, pág. 67).

Donde concuerdo ampliamente que la formación del educando y el papel del docente sobre la ética debe llevarse seriamente y a más profundidad en nuestro día a día, logrando “formar personas autónomas e independientes”. (Savater, 2012, pág. 36).

Además, del gran olvido sobre la ética y lo emocional en la educación,donde podemos apreciar que, más allá de una inteligencia cognitiva, en la inteligencia emocional, es muy importante tomar en cuenta la ética y la actitud para llevarla a cabo con éxito. “el buen trabajo requiere entusiasmo, ética y excelencia” (Goleman & Senge, 2016, pág. 18).

Es necesario, un gran desarrollo de la autoconciencia como partícipes de la educación con todos los que interactuamos y más, con los educandos cuando les inculcamos sobre el importantísimo papel que tiene cada uno en la vida “los nuevos descubrimientos parecen indicar el modo en que las regiones cerebrales relacionadas con la autoconciencia nos ayudan a aplicar la ética y a tomar decisiones en general” (Goleman, 2013, pág. 17).

Ahora bien, necesitamos empezar a interpolar en los temas ético-emocionales; la reflexión crítica sobre sus aplicaciones en qué momento puede llegar a ser una política pública de cambio social y educativo, concientizando porqué impacta en nosotros, promoviendo la autoconciencia de sus actos a nivel personal e interpersonal, sobre la aplicación y respeto en las diversas jerarquías de los personajes en la educación.

Impulsando y motivando a la investigación a nuestros personajes en fuentes verídicas para entender el impacto en la sociedad actual y futura “el interés es necesario para que los estudiantes mantengan la atención y logren una adecuada aprehensión de los conocimientos” (Frías, 2000, pág. 21), aterrizando y rompiendo lo absoluto de la inteligencia cognitiva de su posicionamiento social, como nos maneja el jurista y filósofo Hans Kelsen, realizar casos prácticos, lúdicos, reales que granjeen su atención y dejar atrás todos aquellos modos tradicionales. “del pensamiento crítico en el aula es que en el salón de clases se incluyan problemas relacionados con el mundo real, y que no sólo se recurra a ejercicios artificiales” (Frías, 2000, pág. 23).

Y, si bien puede haber cierta resistencia por parte de algunos personajes, los que entendemos esto y queremos un cambio, debemos mostrar iniciativa en este campo que no se ha desarrollado y se ha infravalorado sobre las demás materias por lo que debe contar con “un  manejo democrático de los puntos de vista; mostrar ‘coraje intelectual’ para soportar la resistencia de los estudiantes al cambio; tomar riesgos, experimentar, ser humilde, resistirse a la arrogancia y demostrar claridad” (Frías, 2000, pág. 29).

Continuando con la importancia, me es menester enfatizar que a veces no estamos dando ejemplo en la calle, en la casa, en un proceso administrativo, en la misma escuela y, recodemos muy bien que todos nos ven y a veces por una acción les recordarán siempre como dice Savater “todas mis decisiones dejan huella en mí mismo antes de dejarla en el mundo que me rodea” (1998, pág. 117).

Una calificación tendrá su debida relevancia, pero el verdadero tesoro es el aprendizaje que dejas en cada acción, y éste no lleva ningún número.

Bibliografía
Frías, B. (2000). Pensamiento crítico y creativo. Trillas.

Goleman, D. (2013). El cerebro y la inteligencia emocional: Nuevos descubrimientos. Barcelona, España: Ediciones B, S. A.

Goleman, D., & Senge, P. (2016). Triple focus: Un nuevo planteamiento de la educación. Barcelona, España: Ediciones B, S. A.

Savater, F. (1998). Ética para amador. Barcelona, España: Ariel. S. A.

Savater, F. (2012). Ética de urgencia. Barcelona, España: Grupo Planeta.

[1]Por personaje entenderemos a los participantes de la educación: institución, educando, docente, padres de familia, etcétera.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/etica-y-la-inteligencia-emocional/

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EEUU: Educación en salud mental será obligatoria para niños en Nueva Jersey

América del Norte/EEUU/DUMONTNJ.ORG

Ya fue aprobada por los Demócratas y se activará en el año escolar 2020-21

La salud mental será un tema de estudio obligatorio en las escuelas públicas de Nueva Jersey, bajo una nueva ley firmada por el gobernador Phil Murphy.

Murphy firmó la medida bipartidista el viernes, tras ser aprobada por la Asamblea y el Senado liderados por su partido Demócrata a principios de este año sin ningún voto.

En un comunicado Murphy dijo que garantizar que los estudiantes aprendan sobre salud mental puede promover un futuro más saludable.

También requiere que la Junta de Educación del Estado revise y actualice los estándares para garantizar que la instrucción de salud mental sea adecuada, destacó Associated Press.

Fuente: https://eldiariony.com/2019/08/14/educacion-en-salud-mental-sera-obligatoria-para-ninos-en-nueva-jersey/

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Cómo educar a tu hijo en inteligencia emocional

Por: Olga Carmona

Es considerada como una de las competencias más importantes que este siglo exigirá a los niños y adolescentes

Mucho se habla de inteligencia emocional, pero ¿sabemos realmente qué es? ¿para qué sirve? ¿se puede entrenar o es una característica genética?

Históricamente, cuando se habla de inteligencia siempre pensamos en la parte cognitiva, es decir, aquellas aptitudes que asociamos a lo académico, sin pensar que las emociones y su gestión son parte esencial de esta.

El constructo “inteligencia” está compuesto por la inteligencia cognitiva que incluye variables tales como la memoria, el razonamiento fluido, la capacidad verbal, etcétera… y que es más conocida con cociente intelectual y la inteligencia emocional, cuyo cociente ya podemos también medir hoy.

Actualmente, la inteligencia emocional es considerada como una de las competencias más importantes que el siglo próximo exigirá a nuestros hijos, y gracias a la neurodidáctica también sabemos que, por ejemplo, sin emoción no se produce aprendizaje o que una inadecuada gestión emocional puede inhibir o bloquear la eficiencia de la cognitiva.

Esto se traduce en que un niño con un cociente intelectual medio, pero con una gran inteligencia emocional, tendrá un mejor rendimiento académico. Y, además, mayores probabilidades de éxito en todos los ámbitos que un niño con un cociente intelectual muy alto. Por el contrario, una inteligencia emocional pobre o escasa, su rendimiento se verá afectado así como sus relaciones, vida social, percepción de felicidad y satisfacción, tolerancia a la frustración, flexibilidad…

Por otra parte, cada vez más estudios relacionan y en muchos casos ya han probado la relación entre una mala gestión emocional y la aparición y/o agravamiento de algunas enfermedades, entre ellas el cáncer, casi todas las enfermedades de la piel, el asma, las cardiovasculares…

En psicología hablamos de personalidad Tipo A, B y C, siendo la A la cardiovulnerable, la B la normo-saludable y la C, la Cáncer-vulnerable. Cada una de ellas responden a una manera saludable o no de gestionar las emociones y por lo tanto una vulnerabilidad a desarrollar las patologías asociadas.

También sabemos que hay diferencias y matices de género en el desarrollo de este tipo de inteligencia: Las niñas han sido endoculturadas en el aprendizaje y gestión de las emociones, las cuales se han asociado históricamente al género femenino y son percibidas como síntoma de debilidad, mientras que al varón se le ha negado la entrada a este universo, cuestionándole su masculinidad si expresaba públicamente lo que sentía.

No sabemos aún que porcentaje de la inteligencia total (cognitiva y emocional) viene determinado genéticamente y cual es producto de la estimulación ambiental. El eterno dilema en psicología “genética versus ambiente”. Lo que sí sabemos es que por mucho potencial que venga de “serie”, si no se trabaja, se pierde. El cerebro es un órgano increíblemente plástico, que necesita entrenamiento constante para incrementar (o no perder) su potencial. De forma que da un poco igual si viene de serie o no. La cuestión es que, aunque el niño o niña tenga un carácter receptivo, sensible, empático, negociador… si estas características no se dan en el contexto familiar donde crece y se educa, no llegará a desarrollarlas. De la misma manera, un niño o niña que traiga de “serie” tendencia a la rigidez, al egoísmo, a la torpeza emocional en general, si es educado en un entorno que da más importancia a las competencias emocionales y las educa con el ejemplo cotidiano y constante, llegará a ser mucho más hábil que aquel que venía con una mejor base “de serie”.

Al final, la educación, el estilo de crianza, es la variable más influyente en el éxito o fracaso vital de una persona (en psicología nunca podemos hablar de determinismos, puesto que existe la resiliencia).

Las emociones son imprescindibles, sin ellas, no habríamos sobrevivido como especie. Pero de su gestión adecuada depende muchas veces la diferencia entre felicidad e infelicidad, salud o enfermedad, éxito o fracaso.

No hay decisiones tomadas con la razón y otras con el corazón, esta dicotomía no existe, porque como dice mi hijo mayor, ¿por qué meten al corazón en todo esto si solo es un órgano que bombea sangre? ¡¡¡Todo está en el cerebro!!!

Ahora bien, aunque creamos que somos capaces de tomar decisiones racionales, no es cierto. Todas las decisiones parten y pasan por la emoción. Otra cosa es que no seamos conscientes de ello o que hayamos perfeccionado hasta límites patológicos el mecanismo de defensa de racionalizarlo todo.

Hemos sido educados en una dicotomía falsa que enfrentaba a la “razón (la buena del cuento) y la emoción (la loca del cuento)”. Esta categorización que coloca los términos en lugares enfrentados e irreconciliables, es solo un recurso literario, en el mejor de los casos. Primero porque todo reside en zonas conectadas del mismo órgano, el cerebro. Segundo porque no existen procesos puros, es decir, que se originen, procesen y pasen al nivel de conciencia sin la intervención de otros. Cada una de nuestras decisiones han pasado por el filtro de las experiencias previas, de los introyectos (aprendizajes tempranos interiorizados), por el filtro de emociones tales como el miedo, las necesidades del ego (reconocimiento, validación, necesidad de ser queridos) y por si fueran pocos filtros todavía queda uno, probablemente el más importante: lo inconsciente. Todo aquello que nos habita, pero es inaccesible a nivel de consciencia.

Con todo este circo de variables que condicionan nuestras decisiones es infantil pensar que la razón pueda ir por libre, en ningún caso.

La cuestión es que los padres, generalmente hacemos mucho hincapié en los aspectos relacionados con lo académico, especialmente en los resultados más que en el proceso ya que somos altamente dependientes de una cultura que asocia el éxito o el fracaso a los resultados y no al proceso y que está convencida de que una gran inteligencia académica es garantía de éxito. Pero ese paradigma empieza a cambiar al comprobar que una sociedad que produce individuos altamente formados y cualificados, solo tiene como elemento diferenciador su nivel de inteligencia emocional: cómo nos relacionamos, cómo gestionamos los conflictos, nuestro nivel de autoconocimiento, de flexibilidad…).

Este cambio de paradigma rompe también con el esquema de asociar las emociones con debilidad y por ello, hacerlas a un lado, para recuperarlas como algo que es a la vez básico y superior en la especie humana y que guía nuestra conducta.

La buena noticia es que la inteligencia emocional es educable. Y es muy importante entender que no se trata de reprimir las emociones, ni de anularlas o distraerlas: se trata de canalizarlas para hacer que se vuelvan en beneficio propio o al menos, sean adaptativas. En psicología no solemos usar el término “bueno o malo” (juicios de valor que no son nuestra competencia) sino “eficaz o ineficaz” desde el punto de vista de adaptación y salud mental. El propio Daniel Goleman defiende que el autocontrol emocional no es equivalente a la represión de los sentimientos.

Este autor planteó que son cinco las aptitudes que componen la inteligencia emocional:

  • Autoconocimiento emocional
  • Autorregulación emocional
  • Automotivación
  • Empatía
  • Habilidades sociales

Todas y cada una de ellas son educables y se pueden desarrollar para alcanzar los niveles óptimos a los que cada niño y niña pueda llegar.

De hecho, educar estas aptitudes debería ser la meta y el camino a la hora de criar a nuestros hijos. Lo demás, se puede consultar en Google.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/01/mamas_papas/1561985652_610087.html

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