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Mar Hurtado: “Tenemos que recuperar la calma y la lentitud de aprender”

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Publicado en eldiariodelaeducacion.com

Mar Hurtado, Eva Sargatal y David Pujol forman la comisión ejecutiva de la asociación de maestros Rosa Sensat desde el pasado mes de junio. Hurtado, que ya presidía la junta rectora interina creada un año antes, destaca la importancia de recuperar el espacio de las bibliotecas escolares con una persona profesional al frente para fomentar el gusto por la lectura.

En esta entrevista, Eva Sargatal, secretaria de la entidad, remarca que no todo el mundo puede ser formador de maestros, sino que hay que tener muy claro que la formación es sinónimo de reflexión y debate, huyendo de recetas mágicas. Por su parte, David Pujol, tesorero, enfatiza que son los docentes y no los jueces quienes tienen que calibrar qué centros educativos necesitan hacer más clases en catalán o en castellano en función de las características propias.

Uno de los ejes de Rosa Sensat es la formación de los maestros. ¿Qué aspectos se tienen que tener más en cuenta?

Mar Hurtado: Es vital el equilibrio entre la teoría y la práctica. Un maestro tiene que saber cómo todo aquello que aprendemos tiene una función práctica. Se le tienen que dar herramientas para comprenderlo y sobre todo es esencial que la formación te genere preguntas y respuestas.

Eva Sargatal: La persona formadora tiene que generar unos espacios de debate en que los protagonistas sean los asistentes. El saber no lo tiene únicamente la persona formadora, pero sí que tiene la experiencia, y las personas asistentes son las que normalmente en el día a día se encuentran con las dificultades y las dudas que no saben resolver y muchas veces encuentran la respuesta en el resto del grupo. Después de la pandemia, en Rosa Sensat apostamos por la presencialidad. Un ejemplo ha sido la Escuela de Verano, que ha tenido muy buena acogida.

El equilibrio entre teoría y práctica, hacerse preguntas, reflexionar y debatir, cuando es presencial, es muy rico. Todas las personas que hemos hecho formación ante una pantalla sabemos que todo eso queda mucho más desvirtuado y mucho más frío. Me atrevería a decir que la presencialidad es uno de los factores que multiplica la calidad de la formación, a pesar de que se continúan haciendo formaciones virtuales, que ya existían antes de la pandemia, para un público muy concreto y una demanda específica.

Eva Sargatal: “La persona formadora tiene que generar unos espacios de debate en que los protagonistas sean los asistentes” | Pol Rius

Dentro de la formación, queremos dar mucho impulso a los acompañamientos en centro. Es una modalidad de formación interna de cada uno de los centros educativos en el que la persona formadora tiene un papel clave, porque intenta detectar cuáles son los intereses, necesidades, puntos fuertes y puntos débiles de aquel equipo concreto, y ayudarles a construir desde este punto preciso en el que se encuentran. Una persona formadora tiene que tener muy claro el ideario de Rosa Sensat y qué valores queremos transmitir. La formación es reflexión, debate y no dar recetas mágicas.

El acompañamiento en los centros, ¿sería como una evaluación de maestras, no desde un punto de vista punitivo, sino de qué se puede hacer para mejorar?

E.S. Yo lo veo como una actividad más autoformativa. No tanto que el formador evalúe al equipo de trabajo o al maestro, sino autoavaluadora. ¿Por qué? Porque sobre aquella mesa confrontamos maneras de hacer, ideas del propio proyecto educativo, ideas prácticas que la persona formadora detecta cómo se hacen en el centro, y a partir de aquí el rol de la persona formadora también es el de generar preguntas. ¿Por qué lo hacéis de este modo? Tan solo con esta pregunta el equipo tiene que tener una respuesta. No todo el mundo puede ser formador, y esto lo tenemos que tener muy claro, porque a veces hay paquetes de formaciones rápidas en que de forma muy acelerada ya tienes un certificado y unos puntos y unos perfiles, pero, ¿qué recibes a nivel cualitativo?

M.H. Sí es verdad que un acompañamiento en centro también supone que la persona formadora acompañe en la práctica educativa. Es habitual que acompañe la práctica educativa durante un tiempo en estos meses y aquí sí que hay un punto evaluador porque este formador después hará una devolución de lo que ha visto. Aquí hay una evaluación, pero no podemos decir que una formación en centro es evaluación. No es el objetivo principal. Sí que es un punto de evaluación, pero es hacer conciencia. Es diferente, es hacer conciencia al equipo de dónde está enganchado o paralizado y de por dónde se tiene que avanzar. Es hacer conciencia de diferentes cosas.

David Pujol: En cuanto a la formación inicial, tiene que haber práctica y teoría. Tienes que saber por qué haces lo que haces. Esto tiene que venir supeditado a una teoría, porque has ido a cursos y estás actuando de aquella manera porque tienes una teoría real… Y a la inversa, los profesores de universidad que hacen tesis y tienen que estar supeditadas a práctica. Esto, ¿por qué se tiene que hacer, en realidad? ¿Esto viene determinado porque hay algún contexto o porque ayudará a solucionar algún problema concreto, o es simplemente una convención? Por lo tanto, sin teoría, no; teoría sin tener en cuenta que hay una práctica, tampoco.

David Pujol: “Tenemos que hacer maestros que sean buenos lectores” | Pol Rius

A veces, soy más radical y digo que la mejor práctica es una buena teoría. Y lo digo porque muchas veces los maestros salen sin saber quiénes eran los grandes autores de la pedagogía. La historia de la educación se ha sacado prácticamente de los estudios de maestros, y un maestro puede salir sin saber quién era Montessori, y entonces va a la escuela y dice que es innovador cuando está haciendo proyectos de hace más de 100 años. Yo siempre les digo, ‘ya tendréis suficiente tiempo para hacer práctica en vuestra práctica profesional y para hacer estos cursos de formación permanente’, pero en la escuela de maestros formaos un poco teóricamente para saber qué ha pasado antes de nosotros.

Hay otro punto que para mí es básico, que es que los maestros tienen que dominar la lengua y tienen que leer mucho. Me he encontrado con estudiantes de formación inicial que no saben donde está la biblioteca y cuando pido información sobre un tema me dicen que lo han mirado un poco por la red. Es esta cultura. Ahora que se habla tanto de comprensión lectora, primero tenemos que empezar por hacer maestros que sean buenos lectores, que vayan a las bibliotecas, que compren libros, que lean, que se impregnen, que después esto lo trasladarán a la escuela.

¿Qué se puede hacer para fomentar el hábito lector?

M.H. Se ha ido perdiendo el espacio de la biblioteca escolar y la figura de la persona que cuida y vela por la biblioteca, y se ha perdido porque el presupuesto no acompañaba, porque no había una persona dentro para que esto funcionase y por la pandemia. La pandemia necesitó espacios y habilitó las bibliotecas de escuela como espacios de aula. Ahora que se ha acabado la pandemia y estamos más anchas, más cómodas, nos hemos olvidado de la función que hacía la biblioteca de escuela. Habría que recuperar las bibliotecas y dar importancia al maestro formado en biblioteca o al bibliotecario.

Después, hay un elemento que destacaría por mi experiencia como maestra de primaria y es el de recuperar la calma y la lentitud de aprender. Esto es también calidad en comprensión lectora y tiene que ver con el gusto para descubrir qué dice un texto, desde las pequeñas cosas. Las pantallas que acompañan a la sociedad actual son muy rápidas. Con las pantallas, todo se mueve a una velocidad acelerada y todo el conocimiento lo pasamos de puntillas. Todos los estímulos son muy impactantes, pero poco profundos, y un maestro tendría que saber hacer parar las cosas pequeñas.

Mar Hurtado: Con las pantallas, todo se mueve a una velocidad acelerada y todo el conocimiento lo pasamos de puntillas. Todos los estímulos son muy impactantes, pero poco profundos, y un maestro tendría que saber hacer parar las cosas pequeñas

Cuando a una criatura, desde pequeñita, se le enseña que las cosas pequeñas tienen un valor y los detalles son muy interesantes porque nos dan mucha información, aprende que cuando llega necesita una calma y necesita un saber escucharse a sí mismo y sobre todo dar sentido a todo aquello que está aprendiendo. Es un factor importante que desde pequeño y desde la escuela de primaria se tiene que hacer. Si el niño comprende que lo que lee tiene un sentido para él y le devuelve una cosa que quería aprender y la descubre en esto, tendrá muchas más ganas de buscar un segundo texto para satisfacer estas ganas de aprender. Es muy importante que pongamos la atención en cosas que tienen sentido, en parar la velocidad en las escuelas y en hacer aprender el gusto por los detalles.

¿Sería la diferencia entre leer y aprender?

M.H. Sí. El niño, más adelante el joven, se da cuenta de que leer le aporta un saber que tiene necesidad para entender y poner interés, pero antes tiene que saber que esto necesita de un tiempo y que necesita de una calma de lectura y un parar el cerebro y centrarse y concentrarse en esto, y eso no se hace de un día para otro.

D.P. Cada vez los niños están menos atentos y esto es a causa de las pantallas. Un niño puede llegar a P3 habiendo recibido muchos estímulos de casa por haber jugado o porque le han comentado cosas, o puede llegar habiendo pasado muchas horas delante de una pantalla. Viene con una mochila llena de vocabulario y tiene cierta comprensión lectora, o con una mochila que está muy vacía y tenemos que estimular la riqueza de vocabulario.

E.S. Lo veo asociado a la organización del tiempo del día a día. Por ejemplo, en un grupo de primero de primaria quizás todavía hay esta presión de que la lectura y la escritura tienen que aflorar sí o sí, o qué tiempo dedicas a todas las pequeñas cosas desde que un niño llega a casa con un cuento. Cómo lo recojas hará que el niño lo vea como una cosa importante y que podamos encontrar un espacio de diálogo.

Mar Hurtado: “La rapidez acorta los aprendizajes porque no los dejas interiorizar” | Pol Rius

Creo que el rol del maestro es clave para saber encontrar estos momentos. No se trata tanto de juzgar o culpabilizar a las familias de todo aquello que han hecho en casa, que todo el mundo lo ha hecho como ha podido y evidentemente desde la escuela tenemos que estar alerta, sino que se trata de cómo recoger toda esta diversidad de lo que está pasando en casa. Hay niños que con seis años nadie les ha contado un cuento, y no es tanto culpabilizar esto, sino que la escuela tiene que ser el lugar donde los cuentos se puedan explicar con toda la tranquilidad y la calma del mundo. Hay entornos en que quizás no se habla a la hora de la cena y se mira la tele; por lo tanto, la escuela se tiene que convertir en este espacio de conversación, sin suplir lo que no se está haciendo en casa, pero sí teniéndolo en cuenta.

M.H. Y ofrecer diferentes tipologías de texto, no siempre los mismos ni del mismo modo. Los niños tienen que saber encontrar lo que les gusta y tienen que estar abiertos a diferentes maneras de aceptar la lectura y esto la biblioteca lo puede regular bien.

El maestro, la maestra, ¿tiene que preguntar sobre las lecturas y generar debate?

M.H. La pregunta no sería quién es este personaje o cómo va vestido, no es la pregunta del libro, eso es aburrido. La pregunta es qué te ha enseñado, qué te ha despertado este libro. Esto es mucho más profundo y te conecta más rápidamente con la esencia de lo que estás leyendo y no tanto con la superficialidad, y les enseñas a ser más profundos leyendo.

Y, con los más pequeños, lo mejor es no preguntar mucho, pienso que les tienes que ofrecer mucha calidad. Tú tienes que explicar cosas que a ti te gustan y explicarlas viviéndolas. Viviéndolas mucho es muy mágico porque cuando tú explicas viviéndolas, los niños entran dentro de la historia, y entonces que ellos hagan y que deshagan a su manera. Tenemos que ofrecer diferentes cuentos, imágenes, ilustraciones, mostradores muy variados y que entren solitos porque también cuando haces muchas preguntas los estás evaluando y ellos no son tontos y, entonces, huyen un poco de hacer una cosa por la que después serán evaluados. Por lo tanto, estas preguntas o son muy espontáneas o están pensadas sin un tono de ’a ver si lo sabes’.

Eva Sargatal: “La escuela tiene que ser el lugar donde los cuentos se puedan explicar con toda la tranquilidad y la calma del mundo” | Pol Rius

D.J. Hay una frase de Joan Domènech, que da 25 consejos para ralentizar la educación en la escuela y 25 consejos para ralentizar la educación a casa, y que también decía Rosa Sensat, y es que los maestros tenemos que aprender a perder el tiempo para ganarlo de verdad. Venía a decir esto que explicaba Mar; es decir, intentemos ir más tranquilos, no nos obsesionemos, sobre todo en primaria, relajémonos un poco.

M.H. Con la conciencia de que la tranquilidad enseña y te da espacio para muchos aprendizajes. La rapidez acorta los aprendizajes porque no los dejas interiorizar.

E.S. De hecho, la observación y la escucha del maestro son dos papeles claves. Solo están si hay un espacio de calma.

¿Qué hay que hacer para que se lea más en catalán?

M.H. Los padres tienen que comprender que sus hijos necesitan aprender catalán. Tenemos que volver a esta creencia de hace años, en que hubo una evolución lingüística y que hemos perdido un poco.

D.P. Los padres que venían de otros lugares fueron los primeros que lo pidieron porque querían que sus hijos se integraran en la cultura de aquí y fueran como los otros y vieron que el catalán era una cuestión de ascensor social. Para los padres, era una cuestión de igualdad, querían que sus hijos se integraran. Después, se hicieron las leyes de normalización lingüística y todo fue haciendo una evolución.

David Pujol: Es esperpéntico que un juez diga qué porcentaje de catalán se tiene que enseñar, esto lo tienen que decidir los maestros

Con el tiempo, se ha manipulado políticamente, y hay un momento esperpéntico, que sea un juez quien tenga que decir qué porcentaje de catalán se tiene que enseñar, esto lo tienen que decidir los maestros. Quizás en Olot, por ejemplo, se tiene que hacer el 70% en castellano porque los niños ya viven plenamente integrados en catalán y lo que saben menos es el castellano, pero quizás en un barrio donde solo oirán castellano, en la escuela se tiene que hacer 100% de catalán, y esto lo tiene que decidir la escuela en un proyecto lingüístico después de haber meditado qué porcentaje se enseña, de qué manera, dónde se introduce y en qué cursos. Poner el debate pedagógico en los tribunales solo puede pasar en este país tan desastroso, es una pena.

¿Se confía poco en los maestros?

D.P. Claro. El objetivo está muy claro, que es que un niño, cuando acaba la escuela, tiene que dominar el catalán y el castellano. Es que el objetivo nos ha puesto de acuerdo y se consensuó y todo el mundo estaba de acuerdo, y los maestros que hagan lo que tengan que hacer para llegar al objetivo.

E.S. Se tiene que tener claro sobre todo en sus propias acciones cotidianas. Todo maestro tiene que tener claro que cuando entra en la escuela su propia lengua tendría que ser el catalán porque está en un lugar donde se educa en catalán; esto también lo tiene que tener muy claro cada maestro, y es verdad que hay contextos donde sabemos socialmente que todo el mundo habla en castellano.

M.H. En el momento en el que interviene el juez se están rompiendo las confianzas. No nos dan la posibilidad de decidir qué es lo mejor para los niños y niñas que tenemos nosotros delante.

D.P. ¿Y por qué un 25% y no un 20 o un 30 o un 40? ¿Qué argumento hay?

E.S. Está totalmente desvirtuado de la realidad cotidiana. Yo creo que hay un compromiso educativo con un rigor, evidentemente con un conocimiento de la propia realidad de cada centro. Es muy diferente un centro en Barcelona ciudad que en un pueblo alejado. Hay esta mezcla entre sentido común, conocimiento de país y conocimiento de evolución en general.

D.P. En Catalunya hay un consenso en el sistema educativo hacia catalán. Sí que hay partidos que intentan utilizarlo.

M.H. Acaban siendo políticos.

E.S. No son realidades de escuela.

D.P. Es triste que, después de unos años de democracia, tengamos que defender obviedades. Es que uno de los principios fundacionales de Rosa Sensat es “escuela pública, de calidad y catalana”
Fuera de Catalunya, hay una preocupación desde el punto de vista del mundo educativo y cultural por los cambios políticos en Valencia y Baleares con PP y Vox. ¿Está en crisis el catalán allí?

D.P. Están peor que aquí.

M.H. Quizás falta un despliegue fuerte político que ayude en todo esto. ¿Qué pasa con estos maestros, lo están aceptando? ¿Somos suficientemente críticos con unas decisiones políticas como estas?

D.P. Aquí, en Catalunya, hay una cosa diferente, que siempre se preservó y que hubo en los inicios. Hubo como dos tendencias, resumiendo mucho, la tendencia del mundo cultural y la de Rosa Sensat. Rosa Sensat pensaba que se tenía que introducir primero la lengua del niño hasta cierta edad y después introducir la otra, y esto estuvo en pugna con toda la gente de Òmnium que decían que se tenía que hacer el sistema inmersivo. Finalmente, Marta Mata aceptó una cosa un poco kafkiana, que era que había de tener dos pizarras en la escuela, una pizarra en catalán y en castellano. Estaban en desacuerdo desde el punto de vista metodológico, pero desde un punto de vista del principio teórico, siempre se había dicho ‘nunca separemos a los niños por razón de lengua’ y, por lo tanto, siempre ha habido un único sistema educativo a pesar de estas primeras diferencias iniciales.

David Pujol: “Nunca separemos a los niños por razón de lengua” | Pol Rius

En el País Valenciano no ha sido así. En el País Valenciano, hay la línea en la que solo hacen en valenciano, la línea que hacen en castellano, y pueden convivir diferentes líneas. Es un poco como el modelo vasco. Desde Marta Mata, que ya lo aprendió de Alexandre Galí, que fue el gran impulsor de la lengua y, de hecho, Rosa Sensat, es heredera de esta tradición de Artur Martorell, para toda esta gente es un principio sagrado: no podemos separar a los niños por razón de lengua y esto se ha mantenido. Allí ha sido diferente, ha habido diferentes modelos, y creo que es muy peligroso separar a los niños por razón de lengua.

Desde el punto de vista de la docencia, día a día os encontráis con alumnado con necesidades especiales de aprendizaje, sea por razones socioeconómicas o por algún tipo de discapacidad. ¿Os sentís suficientemente acompañados?

M.H. Faltan recursos, está clarísimo. Atender tanta diversidad es muy complejo. Faltan recursos personales y de tejer una red con EAP (equipos de asesoramiento y orientación psicopedagógico), psicopedagogos, con asistentas sociales… Esta red tiene que ser muy firme y estar mucho más presente en las escuelas, no una vez por trimestre o quedándose en el despacho, sino actuando con suficiente despliegue personal para poder atender y acompañar a estos maestros.

Esto sería la parte humana, de gestión y organización. A nivel de aprendizaje, hay mucha diversidad, pero es que si hablamos de un trabajo individualizado, ya es atender a la diversidad. Esto nos ayuda mucho, es la herramienta que tenemos más a mano, pero no quiere decir que sea solo esto. Mi currículum me permite ofrecer diferentes contextos de trabajos adaptados a diferentes maneras de aprender, ya no habla de una unidad didáctica en la que todos escuchan o todos hacen o todos actúan de una misma manera, sino que lo que propone mi currículum es abrir diferentes contextos de aprendizaje, de diversidad de lugar, diversidad de pensamiento, diversidad de madurez, diversidad de conocimiento a diferentes niveles, y esto es muy complejo y difícil, pero no es imposible.

Tendríamos que estar aquí, tendríamos que intentarlo y solo porque sea difícil no podemos decir que no. Que necesitamos recursos y que necesitamos una buena formación para llegar a esto, cierto; que ahora estamos muy solos, sí, pero tenemos que ir hacia aquí.

E.S.  Yo añadiría que esta mirada más individualizada que tendría que ofrecer el maestro está relacionada con lo que decíamos antes sobre como hacer buenas preguntas, como salir adelante ante una dificultad que ves en el alumno. Hay una gran cantidad de niños y niñas que están con un solo maestro. Hasta que no haya una revisión de las ratios que las rebaje, esta mirada individualizada y esta atención personalizada acabará siendo un ideario teórico. Ya salió en el decreto de inclusión, que fue un documento muy potente que entró con mucha fuerza, pero que no se puede desplegar en los centros porque no hay ni los recursos humanos ni las ratios y, además, hay una carencia de estas personas que entran a ofrecer un apoyo cuando hay niños con necesidades. ¿Qué formación tienen? ¿Qué tipo de apoyo? No se trata de hacer un seguimiento y un marcaje a aquel niño o niña que se despista; no es eso, pero muchas veces se acaba convirtiendo en esto. ¿Por qué? Por falta de formación de estas personas.

Eva Sargatal: Muchas veces el maestro se ve superado por niños que tienen casuísticas muy complejas

La red con estas personas expertas tendría que ser clave. Tendría que haber un acompañamiento al maestro, que muchas veces se ve superado por niños que tienen casuísticas muy complejas. Como maestro, evidentemente, no tienes las herramientas. No puede ser que se bajen unas ratios en I3 y que en la guardería haya todavía 20 niños a cargo de una sola persona educadora. Se esfuma la idea de la detección temprana. Necesitamos que las políticas educativas tengan claro que, si queremos desplegar realmente este decreto de inclusión, lo tenemos que dotar económicamente. Lo mismo nos está pasando ahora con los nuevos decretos de los nuevos currículums, queremos que realmente estos currículums lleguen en el día a día de las escuelas, tenemos que acompañar a los maestros en la formación.

Pongamos un caso hipotético, que podría ser real: en un aula llega una persona de Ucrania u otro país con dificultades de lenguaje, hay un niño que ha sufrido un desahucio, y existe la sospecha de que una estudiante puede sufrir acoso. ¿Cómo lo puede abordar el docente?

M.H. La parte de recursos es vital, pero también la parte del maestro. Ofrezcamos cosas que les puedan interesar. Por ejemplo, utilicemos las ganas de aprender con el niño o la niña que viene de Ucrania y pensemos qué le puede interesar y adaptémoslo a sus posibilidades, no lo camuflemos entre medio de todos.

E.S. La educación en 2023 no es una tarea sencilla. Ahora mismo, ponerte ante un grupo de cualquier etapa educativa, sea en la adolescencia que siempre se dice que es más complicado, como en una escuela, no es fácil. La vía fácil desde la escuela seria culpabilizar a la administración: no nos dan los recursos, el dinero, el personal, ni la formación. Otra vía es homogeneizar el grupo. No. Nosotros tenemos una parte de responsabilidad, que es cómo creemos que tiene que ser la educación ahora mismo en 2023, y que no quiere decir que no luchemos para que la administración nos apoye y como asociación tenemos muy clara esta parte de reivindicación. Pero este enfado de los maestros no tiene que implicar situarse en el ‘no puedo hacer nada’, sino que seguiremos luchando para desplegar una educación de calidad y de rigor.

Mar Hurtado: “En la escuela no solo se enseñan contenidos, se enseña a vivir”| Pol Rius

¿Cómo se trabajan en el aula temas como sexualidad, feminismos o LGTBI+? ¿Se tienen que debatir? ¿Es conflictivo?

M.H. Claro que se tiene que debatir. Es una realidad que existe. La escuela no puede esconder nada de la vida. La escuela tiene que ser transparente porque es vida. Por lo tanto, que se hable de estos temas con un adulto que lo está cuidando para que lo que pase allá tenga un sentido real, y esté muy bien llevado y muy resuelto. Intentemos hacer estas cosas si hay inquietudes o preocupaciones, hagamos tutorías de calidad, acompañémonos de expertos. No estamos perdiendo el tiempo, lo estamos ganando, paremos lo que estemos aprendiendo como contenido en aquel momento y abordemos aquella situación que está incomodando, que está suponiendo una dificultad, porque a nivel social todas las relaciones sociales que se generan en una escuela y en un instituto son vitales para después en la vida enfrentarte con los conocimientos que has aprendido. Son tan importantes como contenidos teóricos; entonces, paremos y hablemos y sobre todo hagamos una red de compañeros expertos en estas situaciones para que nos asesoren porque el docente no lo tiene que saber todo.

Hablemos de situaciones reales con adolescentes, tienen que ver que estos temas tienen un impacto. No todas las familias entienden que se pueda hablar de esto en la escuela; pues hagamos mucha pedagogía, abramos la escuela a las familias para que vean que en la escuela no solo se enseñan contenidos, se enseña a vivir, a relacionarse, que en la vida pasan cosas que ellos tienen que saber, que respetan las opiniones diversas, que cuando un maestro está dirigiendo un debate no se posiciona, a pesar de que de alguna manera corporalmente, dirigiéndola, se está posicionando, pero tiene que dar voz a todas las voces. Las familias tienen que ver que la voz de su hijo si es contraria, también se escucha. Se tiene que hacer mucha pedagogía de lo que hay dentro de una escuela y conseguir la confianza con la familia y que vean que es interesante.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2023/09/04/mar-hurtado-tenemos-que-recuperar-la-calma-y-la-lentitud-de-aprender/

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El pueblo que lee», una editorial y librería que reivindica la literatura binnizá

Juchitán, Oaxaca. Juan Carlos Vásquez Aquino es fundador de la editorial y librería independiente “El pueblo que lee”, cuyo proyecto comunitario busca reivindicar la literatura y a los escritores binnizá.

“El Pueblo que lee” nació en plena pandemia y desde entonces ha vendido cerca de 6 mil ejemplares, y aunque su principal objetivo es vender literatura indígena, también incluye ejemplares de literatura universal.

Con su bicicleta –su fiel compañera, a la que nombró “Rocinante”–, Juan Carlos distribuye sus libros por todo Juchitán y también hace entregas por toda la región del Istmo. El libro más vendido por este joven de 32 años de edad es el de la escritora Binnizá, Irma Pineda, llamado “Xilase qui rié di’ sicasi rié nisa guiigu’ /La nostalgia no se marcha como el agua de los ríos”.

De 32 años de edad, Juan Carlos también aprendió a encuadernar libros, comenzó con cuadernos y hoy en día su editorial ha impreso su primer ejemplar: La Mar Morena, del escritor binnizá Dalthón Pineda.

También acerca los libros por medio de la biblioteca callejera, donde de manera libre y gratuita los niños y jóvenes pueden leer, llevarse un libro y devolverlo al terminarlo.

Al preguntarle por qué decidió emprender este proyecto de manera independiente, Juan Carlos explica que es para seguir preservando la literatura de su comunidad, y apoyar a escritores, quienes por la falta de recursos se quedan sin publicar textos escritos desde la profundidad de ser y para conservar la memoria que ya no se quiere contar y ver.

“Estoy muy contento con este proyecto, y lo mejor es que lo hago de forma independiente. Por ejemplo, todos los libros de mi editorial los hacemos a mano, cuidamos los detalles, básicamente es un trabajo valioso y estamos para servirles”, dijo.

Por ser originario de la novena sección de Juchitán, Juan Carlos habla el zapoteco desde el vientre de su madre y es una de las razones principales por las que que desea retomarlo a través de libros.

Para el joven creativo y de tez morena, vender libros no es el mero acto de revalorizar su lengua, sino la acción de llevar literatura indígena, textos escritos en diidxazá, a donde los deseen y en cualquier fecha.

“Los escritores que tengan libros publicados pueden acercarse a la librería para que desde aquí se difundan sus textos. Hay escritores que por trabajo o edad ya no pueden vender o dar a conocer sus libros, y a través de la librería hacemos la promoción y difusión su literatura”, agregó.

Juan Carlos recorre todos los días la ciudad de Juchitán, y en sus ratos libres toma la aguja, el hilo y comienza a confeccionar libros, después de plasmar las letras en papel.

Asimismo, invita a toda persona que desee publicar un texto, un poemario o historias en lengua indígena y castellano a la editorial, porque “El pueblo que lee” está abierto y con muchas ganas de publicar textos de escritores indígenas, como una forma resistencia ante las grandes editoriales y librerías que existen en el país.

“Yo sólo ocupo la noche para hacer libros e invito a quien tenga un texto que desee publicar, me diga, porque de eso se trata, de que haya más libros escritos por zapotecas, por gente que se preocupe por recuperar nuestra lengua, porque eso es lo que hacemos, recuperar historias de nuestra comunidad”, recalcó.

Otro de sus proyectos es el rescate de los libros de zapoteco que están en peligro de extinción. Él los replica por ser literatura comunitaria, para que estén disponibles al público y en las bibliotecas, y así el texto y los autores no queden en el olvido.

El Pueblo que Lee, cuyo lema es “Yo sueño con un pueblo que lee, porque un pueblo que lee, es un pueblo libre“, llegó para quedarse, recalca Juan Carlos, quien asegura que mientras viva su proyecto seguirá acompañado, como lo ha hecho siempre, de su fiel bicicleta “Rocinante”, en alusión a Don Quijote de la Mancha.

Fuente: https://desinformemonos.org/el-pueblo-que-lee-una-editorial-y-libreria-que-reivindica-la-literatura-binniza/

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¿Por qué hemos dejado de leer?

Por: Mariana Sofía Jiménez Nájera

 

Existen muchas razones por las cuales dejamos de leer, sin embargo, el uso constante de la tecnología en nuestra vida diaria ha afectado nuestra capacidad de atención. Te invitamos a saber por qué y cómo regresar al hábito de la lectura.

Solía ser una persona que se consideraba lectora. Desde la primaria hasta terminar mi carrera profesional, para mí siempre fue normal acudir a la biblioteca y rentar un libro para leer en mi tiempo libre, ahí mismo leía la parte de atrás y si me interesaba lo llevaba conmigo. Sin importar reseñas negativas en internet o si a la mitad del libro lo encontraba aburrido, no dejaba de leer hasta que lo terminara.

Pero en los últimos años mi hobby por la lectura ha ido en declive, no leo las cantidades de novelas que leía anteriormente. Mientras que fui adquiriendo nuevas responsabilidades y pasatiempos, es entendible; pero ha sido algo que internamente me ha causado mucho ruido. Esto lo he externado a familiares, amigos y compañeros de trabajo, solo para darme cuenta que a la mayoría de ellos les pasaba lo mismo. Muchos estamos en el mismo dilema, y es aquí donde me pregunté: ¿por qué hemos dejado de leer?

La lectura en México

A pesar de que la gama de materiales de lectura se ha ampliado hacia lo digital, la lectura en México se ha reducido. Según datos del Inegi, en el 2023 el 68.5 % de los mexicanos mayores de 18 se consideran lectores, leyendo un promedio de 3.4 libros en el último año. Otro aspecto que llama la atención es que del porcentaje de lectores, tan solo 27.1 % logra comprender todo lo que lee.

La lectura y su comprensión en los mexicanos ha declinado en los últimos años.

Este último dato sobre la comprensión lectora es curioso, no solo es que no se lee, sino que no se está comprendiendo el contenido. Y dejando de lado la infinidad de razones por las que las y los mexicanos no leen (falta de estímulos para leer durante la infancia, falta de recursos económicos y tiempo, desinterés, entre muchos otros), hay una en específico que puede ser el caso para muchos de nosotros que ya no leemos con la regularidad de antes: el impacto de los dispositivos tecnológicos en nuestra capacidad de atención.

¿Culpamos a la tecnología?

Todos tenemos la elección de qué tanto utilizar nuestros dispositivos tecnológicos y podemos implementar medidas como temporizadores que cierran aplicaciones después de cierto tiempo o evitar revisar el celular frecuentemente. Nuestros dispositivos solo nos notifican, somos nosotros los que nos distraemos con dichos mensajes. Un estudio realizado por Maxi Heitmayer encontró que el 89 % de las interacciones con smartphones las inicia el usuario, mientras que el 11 % son interacciones impulsadas por notificaciones.

«La manía de nuestras vidas en línea revela lo siguiente: continuamos deslizando a través de nuestros celulares porque nunca estamos completamente satisfechos», comenta Andrew Sullivan en su artículo, el cual reflexiona sobre cómo la tecnología ha transformado nuestras vidas. Son tantos los mecanismos que se han inventado para tenernos enganchados como el infinite scroll o los algoritmos que están tan apegados a nuestros gustos, que no es sencillo dejar de ver nuestras pantallas. Según Electronics Hub, el promedio mundial de la cantidad de tiempo que una persona ve la pantalla de su celular al día es de seis horas con 37 minutos.

Además, la información que recibimos son artículos cortos o videos de máximo un minuto, que poco a poco se van apilando; ocasionando que perdamos la noción del tiempo y pensando que te darás un descanso de cinco minutos, cuando en realidad pasó media hora sin darte cuenta. Este tiempo se podría utilizar leyendo un libro o haciendo otra actividad.

Las interrupciones en las tecnologías nunca paran y no tienen horario, por lo que nuestro cerebro, el cual se está acostumbrando a la era digital, hace que nuestra atención se divida en intervalos mucho más cortos y evita que nos concentremos profundamente. No ayuda el hecho de que el multitasking es la normalidad hoy en día, y la lectura es una actividad que requiere nuestra total atención si se quiere tener una buena comprensión lectora.

Asimismo, no es sorpresa que con la saturación de información nuestra capacidad de atención se reduzca cada vez más. En su libro, Gloria Mark afirma que en el 2023, la capacidad de atención de las personas es de 75 segundos, donde las personas pueden poner su total atención en una pantalla por 47 segundos. Adicionalmente, al distraerse del trabajo activo, puede tomar hasta 25 minutos volver a concentrarse en lo que estaban trabajando originalmente.

Nuestra paciencia también se ha visto afectada, sobre todo en las nuevas generaciones. Por ejemplo, anteriormente para realizar un reporte escolar se debía acudir a la biblioteca, encontrar el libro del tema de tu interés, y leer hasta capítulos completos para obtener la información deseada. Ahora la información que buscamos está a nuestro alcance en cuestión de segundos y si no la encontramos en la primera página de Google, nos desesperamos. En consecuencia, es difícil leer libros si no te atrapan desde las primeras páginas, lo cual puede ser desmotivador para continuar leyendo y lo más fácil es cambiar de actividad. Los algoritmos en redes sociales son tan apegados a nuestras preferencias que engancharse es sumamente sencillo, en especial cuando consumimos pequeñas dosis de información que nos mantienen entretenidos y donde cambiar de tema es fácil cuando puedes deslizar hacia abajo.

La manera en la que leemos también ha cambiado, pero es más notorio cuando leemos de manera digital. Mientras que el scanning (escaneo) es una estrategia que ayuda a encontrar información rápidamente, esta impide la comprensión total de un texto; y es esta técnica la que se ha permeado en la manera en que se consume la información de forma digital. En este mundo sobresaturado de información, se quiere llegar al grano de lo que sea que consumamos, no tenemos tiempo de leer párrafos ornamentados o introducciones.

Otro factor que resalta, es que hoy en día el consumo de series de televisión y películas es más popular y hay muchísimas plataformas de streaming; para las personas es más cómodo gastar en un mes de suscripción de una plataforma con un catálogo infinito, a pagar un solo libro que es posible que no sea de su agrado y que rara vez vuelven a leer.

Algunos consejos para regresar al hábito de la lectura

Nuestro cerebro se ha adaptado al uso constante de la tecnología, por lo que nuestra atención está dividida y es más corta. Para leer, se requiere de un pensamiento profundo y concentración continua para absorber toda la información de manera consciente. Te propongo algunos consejos que te ayudarán a regresar al hábito de la lectura:

  • Lee cuentos cortos: Comenzar un libro largo puede ser abrumador. Hay cuentos que puedes terminarlos en una sola sesión, y estos pueden incentivar tu apetito por leer algo más extenso.
  • Aparta en tu agenda un espacio para la lectura: Puedes iniciar leyendo 15 minutos diarios e ir aumentando la cantidad de tiempo para acostumbrarte a leer de nuevo.
  • Empieza un diario de lectura: En un cuaderno, por cada sesión de lectura puedes apuntar lo que más te gustó, lo que comprendiste del texto o lo que quieras con respecto a tu libro. Esta también es una manera de entrenar la atención continua y confirmar tu comprensión lectora.
  • Comenta con seres queridos: Hacer actividades en conjunto puede ser un gran estímulo para motivarse mutuamente. Puedes hacer un círculo de lectura con seres queridos para hablar y reflexionar sobre un libro que todos quieran leer.

La lectura tiene muchos beneficios para nuestra mente y ayuda a expandir nuestro conocimiento e imaginación. La tecnología no es nuestro enemigo, incluso puede ser una excelente herramienta para comentar un texto o encontrar recomendaciones de libros; solo debemos ser conscientes de su uso responsable para el manejo del tiempo. Definitivamente al realizar este artículo soy más consciente del tiempo que utilizo mi celular, y que debo hacer un esfuerzo para hacer un espacio para la lectura; una actividad que era mi día a día durante mis años en la escuela y que quiero retomar e incorporar nuevamente a mi vida. Así que si tienes la misma inconformidad que yo, espero esta nota te ayude a regresar al hábito de la lectura. Y sobre todo, ¡agradezco tu atención por llegar hasta el final!

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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Libro: Manual de escritura para científicos sociales (PDF)

Por Selene Kareli/CII-OVE

Como científicos sociales en formación cuántas veces nos hemos enfrentado a la hoja en blanco ante el dilema de la escritura, sin duda mucho más de una vez; por ello, se han escrito varios manuales y textos que sirven de apoyo para poner en marcha la escritura y el análisis que implica el oficio del investigador social; de tal manera, Howard Becker pone a nuestro alcance el texto titulado “Manual de escritura para científicos sociales”, en el cual el autor explica de manera sencilla y clara las formas de comenzar a plasmar nuestras ideas.

En este sentido, dicho Manual se estructura en nueve capítulos, 1) Rudimentos de escritura para estudiantes de posgrado. Un recuerdo y dos teorías; 2) Persona y autoridad; 3) La Única Manera Correcta; 4) Editar de oído; 5) Aprender a escribir como un profesional; 6) Riesgo; 7) «Sacarlo a la calle»; 8) Abrumado por la bibliografía; y, 9) Escribir con computadora. Asimismo, cuenta con número ISBN 978-987-629-167-5 y 235 páginas. Editorial siglo XXI.

El autor expresa que, al escribir el texto referido pensó únicamente en las y los estudiantes de posgrado de las áreas de Ciencias Sociales, sin embargo, al pasar de los años estudiosos de otras áreas y disciplinas encontraron en el Manual un gran instrumento de apoyo para redactar tesis, artículos y ensayos.

Descárgalo aqui: 

Manual de escritura para científicos sociales cómo empezar y terminar una tesis, un libro o un art

 

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Infoxicación, desinformación y lectura

Por: Noel Aguirre Ledezma

Hace unos años, conseguir determinada información especializada y relativamente actualizada realmente era una aventura, ni qué decir cuando era “un trabajo de investigación” solicitado por docentes. Las bibliotecas, los préstamos de compañeros de estudios, las fotocopias e inclusive el recorte de un periódico eran los medios que ayudaban a conseguir el texto buscado.

En la actualidad, de esa “pobreza” de información pasamos a la sobresaturación. Principalmente como efecto de la red de internet, podemos acceder a una infinidad de libros, videos, charlas, blogs, etc., además al instante y desde cualquier lugar. Como dice Daniel Cassany (2021), “hemos pasado en muy poco tiempo de una falta de recursos a una sobresaturación o incluso infoxicación.

Hoy el problema no es acceder a la información sino lo contrario: la infoxicación (información + intoxicación). De golpe hemos tenido que lidiar, sin formación, con el problema de saber elegir lo más fiable y útil entre todo lo disponible.”

Además, en el contexto actual, la desinformación ha cobrado mayor influencia en nuestras vidas. Por ejemplo, crear una “nueva” narrativa y hasta imaginarios, procurando que el mensaje cale en la sociedad para hacer creer una realidad desde la interpretación de hechos y argumentos — aún sean distorsionados— es un mecanismo cada vez más común en estos tiempos. Hoy, desde nuestros territorios locales, con la red, nos suponemos “ciudadanos del mundo”, creemos conocer y admirar cierta región, personaje público o hecho social, es más, en lo cotidiano, día a día, vemos la novela producida en el otro extremo del planeta y comenzamos a copiar comportamientos, pero no nos preguntamos qué ideologías, culturas y situación social están por detrás de esta información. Por otro lado, estamos en un mundo donde cualquiera puede publicar lo que quiera, con medios reducidos. “Vivir en un mundo con libertad de expresión genera toda esta sobresaturación de basura y engaños que debemos aprender a gestionar.” (Cassany, 2021) Esta situación está marcada por los medios mediáticos; Gérard Imbert, en 2004, manifiesta: “La televisión (lo mismo se puede decir de otros medios masivos) no refleja el mundo, no reproduce la realidad, sino que genera un doble de la realidad que vale más que el original”.

En todo este panorama, además hay que tener en cuenta que “La inmersión de las tecnologías (las TIC) en la vida cotidiana ha generado la integración y convergencia de nuevos medios, lenguajes y entornos de comunicación y aprendizaje; la información aumenta y se transforma a gran velocidad; los contenidos se vuelven más complejos y cada día aparecen nuevos soportes, contenidos y formatos textuales. En esta transformación hay un proceso que se ha modificado: la lectura.” (Márquez y Valenzuela, 2018)

Se modifica la lectura, pero la capacidad de leer se mantiene sin cambios. Las constataciones de distintos estudios y de carácter empírico ponen en evidencia que parte de la población tiene pocas habilidades lingüísticas, dificultades en inferir el sentido de los textos y escasa capacidad crítica. Eso explica por qué ante situaciones críticas, antes que los argumentos sólidos priman los puntos de vista subjetivos y dogmáticos. Por supuesto, esta situación incide en construcción de una sociedad democrática y participativa, además en el desempeño como estudiante o en funciones laborales. Ante estas circunstancias, una “respuesta educativa posible es la necesidad de formar a una ciudadanía autónoma y democrática que tenga habilidades críticas de lectura, escritura y pensamiento”. (Cassany, 2003)

Estos son tiempos en los que la lectura no es un asunto solo de la escuela, es del conjunto de la sociedad. Tenemos que fortalecer nuestros hábitos de lectura para que se realice por propia iniciativa y gusto, que vaya pasando de leer desde el significado literal (leer las líneas) a deducir e inferir los textos (leer entre líneas) para transcurrir al plano de la lectura crítica, comprender la cosmovisión, ideología, intención y posición del autor del texto y su entorno (leer detrás de las líneas). Tenemos que leer para comprender y pensar críticamente. “Leer no es solo un proceso psicobiológico realizado con unidades lingüísticas y capacidades mentales. También es una práctica cultural insertada en una comunidad en particular, que posee una historia, una tradición, unos hábitos y unas prácticas comunicativas especiales.” (Cassany, 2006)

¿Sabemos leer?

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com

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La educación que queremos | Leer o no leer (libros)

Por: Andrés García Barrios

 

Quienes nacimos en la segunda mitad del siglo XX, aunque honrábamos a los libros, no leíamos nada; las nuevas generaciones leen como hace mucho no se hacía, pero no leen libros.

El profesor Alejandro Gálvez Cancino, politólogo (poseedor de una biblioteca de unos 10,000 volúmenes), se queja de que sus alumnos de nivel universitario no quieren leer libros. Si va a dejarles una lectura de tarea, tiene que limitarse a algún capítulo suelto o a un artículo académico. Me explica que de esa forma los muchachos sólo tendrán una visión compendiada de los temas de estudio, pero no el desarrollo de pensamiento que da el seguir el argumento completo de un libro. Yo creo que tiene razón: hay ideas que se pueden conocer a través de ensayos de divulgación, otras propias de un texto académico y otras a las que sólo se accede recorriendo varios capítulos y vinculando mucha información.

Pero también creo que los libros se han ganado ese descrédito. El culto del libro ha convertido a éste en algo así como un objeto sacro, es decir divino pero intocable (y de alguna manera estremecedor y hasta aterrorizante). Lo que los jóvenes de otras épocas no nos atrevimos a hacer, parece que los de hoy están decididos a lograrlo: deshacerse de ese tormento. Quienes nacimos en la segunda mitad del siglo XX, aunque honrábamos a los libros, no leíamos nada; las nuevas generaciones leen como hace mucho no se hacía, pero no leen libros.

Si los libros son importantes, pero nadie los lee, o cada vez se leen menos, ¿tendremos que renunciar a su existencia? Creo que no, que los jóvenes pueden volver a ellos si empezamos a des-enseñarles lo que de forma equivocada todos hemos aprendido sobre lo que es un libro.

La joven escritora Carla Durán, también maestra, me cuenta que sus alumnos se escandalizan de que ella use un libro para sujetar una puerta que se azota. Ella les advierte “Tranquilos, sólo es un libro”. Y es que lo cierto es que los estudiantes se santiguan ante los sacros volúmenes, pero no los leen. Creo que el desparpajo de Carla es mucho más conveniente que la veneración que nos hace temer y temblar.

Todos sabemos ―pues lo hemos experimentado― que la escuela ha participado de forma fundamental en la sacralización de los libros, fomentando una idolatría de la expresión escrita que nos aleja de ésta (no es extraño que, a manera de irreverencia, casi de blasfemia, los jóvenes actuales redacten sus mensajes electrónicos ejerciendo un nuevo lenguaje, o al menos una nueva ortografía, logrando así apropiarse de lo que en realidad les pertenece).

Puede ser que la mejor forma de ayudar a nuestros estudiantes a quitarse el miedo a los libros es demostrarles que su contenido está vivo aún; y puede ser también que la mejor manera de demostrárselos sea ayudarlos a reconocer la vida que ellos mismos son capaces de expresar a través de la escritura.

Ningún conocimiento es ajeno a quienes lo reciben y lo transmiten. Ningún conocimiento ―ni aún el más objetivo y científico― se coloca por encima de los seres humanos ni convierte a nadie en un mero receptor. No somos el transporte en el que viajan los descubrimientos de los grandes genios ni las ideas de nadie. Todo conocimiento y toda intención de transmitirlo ―incluyendo la escritura― tienen siempre algo personal. Los estudiantes deben admitir que, al escribir, nunca podrán imitar los modelos normativos al grado de hacer desaparecer su propia personalidad; por el contrario, hay que mostrarles que ellos mismos podrán comprender y asimilar mejor las normas en la medida en que las utilicen para hacer más clara su propia expresión y se involucren en el texto llenándolo de sí mismos.

En la escuela que quiero, si algún estudiante cree que escribir bien es seguir modelos de perfección preexistentes, se le ayuda a entender que no hay modelos perfectos sino que todo modelo, si lo es de verdad, está vivo, es decir es orgánico y por lo tanto cambiante e imperfecto. Después se le muestra que la relación entre el modelo y él es siempre una relación entre semejantes, y que la condición de este tipo de relaciones es que ninguno de los dos someta su propia identidad a la del otro. Finalmente, se le muestra que en un texto, por más abigarrado y complejo que sea, siempre podemos encontrar a un otro y comprenderlo, tal como ocurre en toda conversación en la que los participantes hacen un verdadero esfuerzo por comunicarse.

Los autores de los libros que vale la pena leer siempre hacen un verdadero esfuerzo por comunicarse mediante su texto. Sin embargo, es importante aceptar que todos ellos ─por “consagrados” que estén como autores─ siempre sufren infinitas dificultades de expresión.  Los libros nunca son escritos en estado de pureza, pertenecen a la vida diaria, están llenos del día a día de las personas con todas sus dificultades a cuestas. Algunos se escriben a deshoras, sobre las rodillas, incluso en el camión, con prisa (¡el editor lo pide ya!) y nunca en estados de concentración absoluta. La misma Carla Durán me recuerda que Virginia Woolf lamentaba que sus contemporáneas no gozaban el lujo de encerrarse en su estudio a escribir, sino que tenían que hacerlo mientras se ocupaban de la casa, de los hijos, del marido (me parece que lo mismo describe nuestra Rosario Castellanos). Sin embargo, los varones de la época no dejaban de estar sujetos a presiones, aunque fueran las de sus propias neurosis, siempre presentes para atentar contra “la pureza” de su escritura. El día en que la noticia de que había estallado la Primera Guerra Mundial corrió por todo el mundo, la esposa del gran escritor alemán Thomas Mann se abstuvo de anunciársela a éste, pues temía su reacción si lo interrumpía mientras estaba escribiendo.

Mucho de lo que piensa el escritor es apenas una sensación antes de verterlo en palabras (estoy seguro de que a la mayoría les rige aquello que alguien expresó una vez: «Escribo para saber lo que he estado pensando»). Con la escritura, el texto va tomando cuerpo, va naciendo poco a poco; pero lo cierto es que el escritor debe recorrer muchos tramos desérticos antes de encontrar párrafos donde haya algo de vida. Después, durante la corrección, duda entre quitar lo que le sobra a su luminosa verdad o conservarlo como vía para llegar a ésta (vía que muchas veces es en efecto sombría).  El resultado suele ser una especie de penumbra.

Por eso es preciso que el lector no camine a ciegas, en espera obediente de que el texto lo guíe a cada momento. Debe, por el contrario, mantenerse lúcido e ir identificando el estilo del autor, a sabiendas de que éste procede de forma tentativa acercándose poco a poco a su hallazgo. Al autor hay que acompañarlo hasta que encuentre lo que está diciendo; sus palabras se van abriendo paso entre emociones que todavía no quieren o no logran expresarse. La práctica de la lectura es viva porque la escritura misma contiene las huellas de la vida con la que está hecha. Si el lector no tiene en cuenta esto (si nadie se lo ha mostrado), puede pensar que los tramos oscuros del texto se deben a su propia incapacidad de comprensión y no a una cualidad de lo que está escrito. Eso seguramente lo desanimará.

El texto también está vivo en el sentido de que puede fallar. Un texto tropieza con frecuencia, no sabe bien cómo decir las cosas. El autor que pretende escribir algo perfecto y terminado, sólo logrará unas cuantas palabras muertas. Es cierto que se puede desarrollar eso que se llama “oficio”, se puede dominar cada vez más el vínculo entre pensamiento y palabra, entre palabra pensada y escrita, pero de la imperfección de los textos no se puede dudar: el gran filósofo Soren Kierkegaard afirmaba que no solo había tenido problemas para comprender numerosos pasajes al leer a Hegel, sino que estaba seguro de que el propio Hegel había escrito cosas sin entenderlas.

También pasa que algunas lecturas que nos parecen complicadas de entrada, no lo son tanto. Eso me ocurrió hace muchos años cuando intenté leer la obra de Rainer María Rilke (considerado uno de los grandes líricos del siglo XX, al que muchos conocen por sus Cartas a un joven poeta). Creo que, deslumbrado por aquello de que era uno de los más grandes poetas, me le acerqué por primera vez pensando que me encontraría con algo complicado. Y así fue: lo leí y releí y no entendí nada; hice repetidos intentos por varios años, hasta que un día… ¡zas!, penetré en su significado. Me quedé consternado al descubrir que lo que Rilke decía era sumamente sencillo y que en realidad algo en mi me había engañado impidiéndome comprenderlo. Y no se trataba de que yo había madurado como lector; la mayoría de sus versos eran realmente nítidos, tan sencillos como los más sencillos que pueden leerse. Se trataba, sí, de una resistencia de mi parte, un obstáculo que yo mismo me había puesto.

Resistencia de mi parte y de parte de toda esa gente que cree que leer poesía es irremediablemente difícil, así como que leer libros es tan importante como imposible de hacerse: en realidad, lo que muchas veces pasa es que uno piensa que lo que va a leer es complicado y, debido a ello, la lectura se dificulta. Ocurre algo parecido a lo que le pasaba a aquella amiga mía que venía de Suecia y que hablaba un perfecto español, sin nada de acento extranjero, al grado de que al platicar con ella por teléfono no se notaba su procedencia. Sin embargo, se quejaba de que muchas personas, al toparse con ella ─con su alta estatura, su piel muy blanca y su pelo rubio─, respondían a sus preguntas con cosas como “no hablo inglés” o “perdón, no entiendo”, ante el azoro de mi amiga que no podía más que reclamarles: “¡Les estoy hablando en un perfecto español!”. Ellos seguían sin entender. Sí, así de grandes son los espejismos creados por nuestros prejuicios.

En materia de libros, y podemos decir que de textos en general, son muchos los espejismos. El ver al texto como algo frente a lo que se está en desventaja (es decir, el tener una percepción equivocada de nosotros mismos), nos hace tener también una percepción equivocada de lo que estamos leyendo. Terminaré este artículo con algunos ejemplos, además del ya mencionado de creer que algo es complicado cuando no lo es (por cierto, todavía peor ―¡el colmo de la confusión!― es pensar que si un texto nos parece sencillo es porque no lo estamos entendiendo:  “¿Qué? ―nos decimos― ¿Es así de simple y claro? No puede ser, seguramente estoy mal”).

Otra dificultad frecuente: el texto empieza de forma sencilla pero poco a poco se va complicando. Me echo la culpa a mí mismo: “¡Claro, no podía entenderlo todo!”. En realidad, como hemos visto, es el autor quien está buscando sus propias palabras.

Otro ejemplo: en las primeras páginas el autor asegura haber escrito un libro accesible a todos. Pero avanzamos y avanzamos y no entendemos nada. Eso me ha pasado varias veces con libros de divulgación que prometen ser accesibles a todo público; tras sentirme incapaz de entender ni siquiera lo que todo público entiende, he acabado concluyendo que más bien son los autores de esos libros los que no tienen claros los parámetros generales de lo que es la “sencillez”.

Un caso más: en el libro que estoy leyendo en estos días, el texto fluye con bastante claridad; sin embargo, el autor continuamente nos remite a conceptos que ha tratado muchas páginas atrás; dado que no recuerdo lo que dijo, ni dónde lo dijo, el texto se me va volviendo complicado. ¿Mi conclusión? No tengo de qué asustarme, no es que el texto no sea para mí: libros así son libros de estudio que uno debe releer completos o en fragmentos para poder asimilarlos.

Penúltimo: malas traducciones. Uno debe saber que ciertas dificultades de comprensión se deben a la traducción. Durante años intenté hincarle el diente al Tractatus logico-philosophicus del alemán Ludwig Wittgenstein. Llevaba la advertencia de que se trataba de un texto difícil, pero no esperaba que ya la primera frase resultaría un obstáculo insalvable: “El mundo es todo lo que es el caso”. ¿Qué quería decir con eso? Daba y daba vueltas a la frase y no entendía: ¿el caso?, ¿querrá decir lo que viene al caso? Muchos años después vine a caer en cuenta que era la traducción de mi libro la que complicaba las cosas y que en realidad la idea de Wittgenstein era mucho más clara: “El mundo es todo lo que acaece”, es decir, lo que sucede. Entendiéndolo así, uno podía al menos pasar al segundo renglón y comprender mejor: “El mundo no son las cosas sino los hechos”.

A mi último ejemplo le llamaré “falsos spoilers”. Cuando leí la obra teatral Kean, de Jean Paul Sartre, lo hice con el antecedente de que el protagonista se suicidaría al final. Aunque los diálogos eran los de una comedia filosófica, yo los leí todos como preámbulos de lo que ocurre en torno a alguien que va a quitarse la vida. En la penúltima página, Kean no se había matado: temblando de emoción concluí que su suicido sobrevendría en el último instante de manera sorpresiva, contradiciendo todo lo ocurrido antes (y revelándome a mí, “ávido de saber”, una de las claves de la filosofía existencialista). Pero en la obra Kean de Jean Paul Sartre el protagonista no se suicida. El final es otra cosa. El texto es, en efecto, una comedia. Yo había leído ─sin entender ni una palabra─ una obra completamente distinta.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx

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Bolivia: Gobierno presentará un programa de lectura para reforzar aprendizaje de los estudiantes

El gobierno nacional presentará un programa de lectura para reforzar los aprendizajes de los niños y adolescentes bolivianos, anunció este viernes el ministro de Educación, Edgar Pary.

“Vamos a lanzar un programa de lectura para complementar, mejorar, profundizar y recuperar los aprendizajes de los estudiantes en sus diferentes niveles para de alguna manera compensar y mejorar los aprendizajes perdidos en la gestión 2020”, dijo Pary en conferencia de prensa.

Asimismo, el ministro explicó que el gobierno trabaja en el tema de la recalendarización de la gestión escolar 2022, por la ampliación del descanso pedagógico por dos semanas más.

“Hay que hacer los ajustes correspondientes, no solo es ampliar el descanso pedagógico, hay que analizar desde punto de vista técnico, la dosificación de contenidos, entre otros aspectos”, sostuvo.

El Ministerio de Educación dispuso la ampliación del descanso pedagógico con retorno a clases para el 1 de agosto, ante el incremento de casos COVID-19 en los últimos días.

Pary exhortó nuevamente a los padres llevar a sus hijos a los centros de salud para que reciban las vacunas anticovid que garantizó el gobierno nacional.

El total de las vacunas gestionadas y adquiridas, a la fecha, por el Gobierno nacional alcanza a 23.815.500 dosis, según datos oficiales.

“Se ve que no está avanzando en la inmunización en el grupo menores de 5 a 17 años, lo cual preocupa, y más aún cuando en esta quinta ola los casos están en aumento y fue por ello que se tomó la decisión de la ampliación del descanso pedagógico, por una semana más”, agregó.

El Ministerio de Educación solicito también a los gobiernos departamentales y municipales del país a facilitar los insumos de bioseguridad necesarios y el acondicionamiento de la infraestructura de las unidades educativas para garantizar el retorno seguro a clases.

Bolivia | Gobierno presentará un programa de lectura para reforzar aprendizaje de los estudiantes

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