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Las mujeres que pararon dos meses a Franco

Por: pikaramagazine.com/06-02-2019

En 1962, una huelga minera que se inició por un conflicto laboral en Asturias terminó convirtiéndose en el mayor desafío político al que tuvo que enfrentarse el franquismo desde la finalización de la Guerra Civil: 300.000 trabajadores de todo el Estado español terminaron sumándose a un paro que se extendió durante dos meses. Fueron las mujeres de las Cuencas Mineras las que garantizaron las condiciones que lo hicieron posible.

A lo largo de la historia, ha habido –y hay– quienes saben que sí o sí aparecerán en los libros; quienes intuyen que sus aportaciones, para bien o para mal, podrán merecer la atención de los que la escriben; y quienes ni por asomo lo han contemplado. A este último sector pertenece la mayoría de la población y, en especial, de las mujeres, pero es ahí donde se ha hecho historia con mayúsculas, aquella que ha perpetuado la vida frente a la destrucción, que ha sembrado justicia frente a los privilegios y que se ha constituido en resistencia frente a quienes sostenían que conformarse era el mandato divino o legal.

En 1962, cuando el régimen franquista presumía de un supuesto milagro económico como estrategia para legitimarse y lavar su imagen internacionalmente, un grupo de mujeres y hombres pobres de un aislado valle asturiano conseguían lo impensable hasta el momento: abrir la brecha de la oposición política a partir de lo que empezó siendo, ni más ni menos, que una protesta laboral.

La esquiva primavera asturiana seguía haciéndose de rogar en la Cuencas Mineras en aquellos días de abril de 1962 en los que miles de hombres tenían aún que recorrer hasta dos horas a pie para llegar, aún de noche, a los pozos en los que iban dejándose los pulmones y la vida, para salir por un mísero sueldo, también de noche, a unas condiciones de vida que no diferían mucho de las que habían vivido sus antepasados un siglo atrás.

Con una diferencia abismal: las Cuencas habían sufrido la Guerra Civil y la posguerra con una virulencia especial, aquella que los golpistas consideraban que merecía una zona destacadamente roja y a la que tanto les había costado aplacar –que ya se había convertido en un símbolo de los movimientos obreros con su Revolución de 1934– y que durante años albergó en sus montañas a guerrilleros que se negaban a dar por vencida a la democracia.

Guerrilleros que no habrían podido subsistir sin el apoyo de la población civil que les protegía, nutría y esperaba, mayoritariamente conformada por mujeres. Una de ellas era Anita Sirgo, hija del guerrillero Avelino Sirgo, y enlace de la guerrilla desde los nueve años. Ser miembro de una familia republicana no sólo le costó no conocer a su padre –sólo lo vio una vez sin saber quién era–  y no saber aún ni en qué cuneta está enterrado, sino que sus abuelos y su madre fueran encarcelados y su tío ejecutado. Por todo ello, es una de las firmantes de la causa contra los crímenes del franquismo que se investiga en Argentina.

Pero Anita Sirgo es también una de las cientos de mujeres que hicieron posible la emblemática huelga minera de 1962, que tuvo su origen en unas sanciones de suspensión de empleo y sueldo a siete mineros que se atrevieron a pedir una subida del jornal que cobraban en el Pozo Nicolasa, en Mieres. Esto, que había ocurrido infinidad de veces anteriormente, desató un extraordinario movimiento de solidaridad que empezó entre sus propios compañeros , que se negaron a trabajar al día siguiente iniciando así una huelga de dos meses que se fue extendiendo, primero por las minas asturianas y siderúrgicas -60.000 obreros sólo en esta región-, y posteriormente por 23 provincias españolas. Según distintas fuentes historiográficas, llegaron a participar hasta 300.000 personas de todo el Estado español. Y todo ello, sin convocantes ni consignas, sin apenas hablar-se conoce también como ‘la huelga del silencio’– para evitar filtraciones y represión, y echando mano de una cultura muy interiorizada de la solidaridad de clase que “cuenta con unos mecanismos de identificación de quiénes son los nuestros y quiénes el enemigo que suelen funcionar de una manera muy espontánea ya que no requieren una militancia explícita”, explica Rubén Vega, historiador y autor del libro Las huelgas de 1962.

Concentración en Bruselas en solidaridad con las huelgas de 1962. (Archivo Fundación 1º de Mayo)

Tal fue la repercusión nacional e internacional –se celebraron actos de solidaridad en otros países europeos, y medios como The New York Times o Le Monde se hicieron eco de la rebelión–, que la huelga consiguió algo extraordinario, como lo define Vega: “Algo que no había ocurrido antes y que no volvió a ocurrir: que un ministro de Franco viniese no sólo a negociar con los huelguistas, sino que además cediese. Es peculiar, además, porque las minas eran privadas aún y el que negocia es un ministro, no la patronal ni los empresarios. Y porque las cesiones se decidieron en un Consejo de Ministros presidido por el dictador y se publicaron en el Boletín Oficial del Estado. Se conceden 75 pesetas por cada tonelada producida de carbón destinadas a la subida de los salarios”.

Como subraya Vega, en aquel momento los mineros llevaban ya más de un mes en huelga, un delito equiparable a la rebelión militar según la legislación vigente, lo que convirtió inmediatamente a la huelga en un desafío político y, sin embargo, el régimen negoció con quienes, bajo sus normas, eran delincuentes.

La última vez que los mineros habían visto incrementarse sus sueldos había sido en 1956, pero en 1962 el precio de alimentos básicos como el pan o las patatas se había encarecido entre un 50 y un 200 por ciento. “La huelga fue posible por una combinación de factores. Había descontento porque el régimen presumía de que la economía empezaba a tirar, pero la gente no veía mejorar su situación. La minería es un sector muy especial porque había una tradición muy fuerte de solidaridad que hizo que el conflicto estallase. Pero también por un relevo generacional. La mayoría de los detenidos y deportados por la huelga tenían una media de edad muy joven, gente que no había vivido la guerra y que, por tanto, tenían menos miedo”, resume Vega. De hecho, pese a que había actividades clandestinas de organizaciones como el Partido Comunista y de cristianos de base, no pudieron ver venir la huelga “y ni en sus mejores sueños hubiesen podido imaginar lo que iba a ocurrir”, añade. Aunque sí la apoyarían una vez desatada.

Hasta aquí el resumen del relato habitual de uno de los capítulos más heroicos del antifranquismo, con el que Asturias se labró parte de su merecida reputación obrera y rebelde. Pero, ¿quiénes aseguraron en gran medida las condiciones necesarias para mantener una huelga de dos meses?

“Yo he conocido a mujeres que han trabajado en todos los ámbitos de la mina”, explica Montserrat Garnacho Escayo, antropóloga de género natural de Mieres, y autora de numerosos libros y artículos sobre las mujeres en las minas asturianas.“Conocí a una mujer que fue picadora durante ocho años porque su marido no podía seguir por la silicosis. Como la paga que le correspondía no le daba para vivir a ellos y a sus hijos, le pidió al jefe que le dejara desempeñar su puesto. Rompió aguas picando, porque tuvo dos hijos más siendo minera. Pero, claro, la paga la cobraba a nombre del marido, porque en aquel momento era ilegal que las mujeres fueran mineras. Las mujeres están ocultas de la foto, pero estaban ahí”.

Niño trabajando en una mina asturiana (Fundación Montepío)

Las mujeres han trabajado en las minas -dentro y fuera- desde sus inicios, como los niños y las niñas, por ser un trabajo precario y denostado. También en Asturias, donde encontramos cómo fueron empleadas desde el siglo XIX también como picadoras cuando había aumentos de la demanda, como en la paralización de la siderurgia vasca por la Tercera Guerra Carlista o durante la I Guerra Mundial.Siempre cobrando la mitad que los hombres, 1,05 pesetas a finales del siglo XIX según un estudio de Fernando García Arenal, citado por Garnacho, y menos que los menores, que recibían entre 1,25 y 1,5 pesetas. Según esta estudiosa, en esta época se estima que unas 600 mujeres trabajaban en las minas asturianas de hulla.

Eso sí, cuando escaseaba la demanda, las mujeres volvían a ser relegadas a las labores que tradicionalmente desempeñaban como carboneras: cargar los vagones con el carbón extraído de los pozos, lavarlo –a menudo, con sus bebés al lado tragando el mismo polvo que también a ellas les provocaba silicosis, aunque no se le reconociese como enfermedad laboral–; e, incluso, recuperando el carbón que terminaba en las riberas de los ríos, cargándolo en cestos chorreantes de agua sobre sus cabezas durante kilómetros, para venderlo o tener así algo con lo que alimentar sus propias cocina de carbón. Eso sí, estos trabajos sólo eran aceptados socialmente si los desarrollaban antes de casarse. Si no, era cosa de las viudas de los ‘rojos’, de las madres solteras o que tenían a sus esposos en los campos de concentración, o “mujeres de mineros muertos en accidente a quienes se les ofrecía el medio jornal a cambio de la paga de viudedad, más miserable aún”, escribe Garnacho.

Carboneras en La Hueria ( Colección Asociación Amigos del Valle de La Hueria, San Martín del Rey Aurelio)

Pese a que sus condiciones eran mucho peores incluso que las de los mineros, no aparecen en el relato heroico de las condiciones que provocaron las huelgas de 1962, como tampoco lo hicieron sus vecinas y esposas, hijas y madres de los mineros que pagaron con cárcel, torturas y hambre la osadía de organizarse para que éstos cobraran algo más que una miseria.

Hombres que, por aquel tiempo, no tenían derecho siquiera a “una muda de ropa –porque llegaban por la noche con el uniforme empapado por el agua que caía en los túneles y no nos daba tiempo a secarlos, así lo pusiéramos en cuanto llegaban encima de la cocina de carbón–; o ducharse en un sitio cerrado y con agua caliente”, nos dice Anita Sirgo, que ya trabajaba en la clandestinidad para el Partido Comunista cuando se desató la huelga del 62. Su marido, Alfonso Braña, también implicado en la lucha antifranquista comunista, había sido despedido de la mina anteriormente, donde había trabajado como picador y vigilante, pero tanto ellos como sus hijas seguían viviendo en el edificio que se había construido en Lada (Langreo) para alquilárselo a los trabajadores de la mina. Desde allí, junto a otras mujeres como Constantina Pérez (Tina) y Celestina Marrón,gestaron y coordinaron la resistencia que haría posible una huelga de dos meses para unas familias que ya malvivían cuando tenían un salario y que “se convirtió en el primer gran desafío para el franquismo en términos de movilización obrera que, además, consiguió conectar este movimiento de trabajadores con el estudiantil, el intelectual –un centenar de ellos firmaron una carta de protesta dirigida al régimen- y el de mujeres -más de 200 se manifestaron en solidaridad con la huelga en la madrileña Puerta del Sol–”, analiza Vega.

Como no podíamos juntarnos más de siete mujeres porque no había derecho a la reunión, y ya estábamos fichadas, pues nos encontrábamos de a poquitas. Poníamos una cafetera y unas tazas en la mesa por si venía la Guardia Civil a ver qué estábamos haciendo, y nos poníamos de acuerdo sin poder tomar notas ni nada, todo era de memoria”, rememora Anita en la misma cocina en la que organizó gran parte del reparto de la propaganda, así como muchos de los piquetes que garantizaron el mantenimiento de la huelga. “Antes no había móvil, tenía que ser todo caminando y con la lengüina. Había veces que salíamos a hablar con las otras mujeres por la mañana y no volvíamos hasta por la noche”, explica esta mujer que a sus ochenta y ocho años no aparenta más de setenta, y que transmite tanta energía como calidez.

Anita Sirgo durante la entrevista en su cocina (Celia Cervero)

Anita Sirgo durante la entrevista en su cocina (Celia Cervero)

“La participación de las mujeres en la huelga fue decisiva desde el inicio, por ejemplo, con el reparto de propaganda que permitió que se extendiera por las Cuencas”, explica Vega. Fue así como las mujeres consiguieron romper con el cerco informativo de la censura franquista y con el aislamiento que sufrían las Cuencas, desde donde las noticias llegaban con días de retraso a ciudades como Gijón u Oviedo.

Para ello, las mujeres escondían bajo sus ropas las cuartillas, a sabiendas de que un delito así se pagaba con prisión. Y para asegurarse de que las mujeres que habían dado su palabra de que participarían en los piquetes no se echaban atrás, Sirgo y sus compañeras se levantaban a las cinco de la mañana para ir a buscar una a una a sus compañeras. Sabían, porque arrastraban el mismo dolor, que no debían temer sólo a los palos con los que la Guardia Civil las intentaba dispersar, ni a las represalias contra sus maridos, sino que eran perfectamente conscientes de que el franquismo no perdonaba la disidencia porque ellas mismas habían crecido rodeadas de familiares asesinados en las cunetas, encarcelados en campos de concentración o asediadas por el hostigamiento con el que en las Cuencas se perseguía a las ‘rojas’. “De aquella sabías que salías de casa, pero no si volvías. Recuerdo que el primer día de huelga que fuimos a buscarlas, estaban todas levantadas y no falló ninguna”.

Armadas con palos y maíz, cortaban los accesos a los pozos y regaban los caminos con los granos. El mensaje era claro, estaban llamando ‘gallinas’ a los que intentaban volver al tajo, sabiendo que pocas cosas peores se les podía llamar a un paisano asturiano. Una sencilla medida que realmente contrariaba a los llamados ‘esquiroles’. Y cuando los guardias civiles intentaban detener a alguna, se entrelazaban con sus brazos al grito de “o todes o nenguna” (“o todas o ninguna”). Los porrazos llovían y los brazos se fundían.

Fotograma del corto “A golpe de Tacón”  (Amanda Castro)

“Había esquiroles que querían entrar al pozu porque ya no se aguantaba más, porque claro, se pasó mucha hambre y eso que teníamos una muy buena solidaridad con las tiendas, que nos daban fiado”, apostilla Sirgo mientras mira a su alrededor y recuerda cómo las mujeres de edificios tan austeros como éste –cuyas dos plantas parecen achatarse aún más bajo el peso de un niebla materializada en orbayu– se organizaban para recaudar dinero y comida de los comercios y de los chigres (sidrerías) –”todos daban”– que ponían en común para todo el vecindario. Pero también, para enviarlo a los más de 120 huelguistas que fueron deportados a regiones españolas aún más míseras y en las que no tenían a nadie, a las familias de los 198 que fueron despedidos y a las prisiones en las que se amontonaron hasta 356 huelguistas encarcelados.

Mineros prisioneros a la salida del trabajo en el campo de concentración de la mina de El Fondón.

Hay que recordar que hasta los años 50, en Asturias había más de medio millar de presos republicanos trabajando forzosamente en las minas, donde se instalaron algunas de las Colonias Penitenciarias Militarizadas que el régimen repartió por todo el país para explotar a unos 400.000 presos políticos, según José Luis Gutiérrez Molina, director científico del banco de datos Todos los nombres. Por cada dos días trabajados les restaban, supuestamente, uno de condena. Y como todo pago recibían un jornal de 50 céntimos, cuando la media por el mismo trabajo estaba entre 7 y 9 pesetas, según el exminero y líder sindical Antón Saavedra. Muchos mineros asturianos apresados durante la guerra y la posguerra, terminaron siendo explotados en yacimientos de otras regiones. Por tanto, la prisión no era un escenario ajeno a la minería.

Reunión de mujeres de los despedidos. [Foto cedida por Francisco González a la Fundación Juan Muñiz Zapico]

“Era una solidaridad que no veo por ninguna parte hoy, cuando hay tantas o más razones que entonces. Una de las mujeres que venía a los piquetes, con un palo que quitó a una banqueta, tenía más de 70 años. Tenía a sus dos fíos (hijos) en la mina. No logro entender lo que pasa hoy”, dice Sirgo, ahora volcada en las manifestaciones por las pensiones, sin perder la sonrisa,“porque si no mantenemos el ánimo, vidina del alma mía, esto no hay quien lo soporte, porque sufrimos mucho, mucho, mucho”.

Tanto como que un año después, en 1963, llega destinado un nuevo capitán de la Guardia Civil a las Cuencas Mineras, Antonio Cairo Leiva, para poner orden ante la sucesión de nuevas huelgas. “Supongo que en su cabeza esta zona es un foco de rojos, de enemigos a conquistar. Decide hacer méritos y encontrar al más buscado, Horacio Fernández Iguanzo”. Iguanzo, conocido comoEl Paisano, fue un destacado dirigente comunista que pasó más de una vez por casa de Sirgo y su marido, Braña.

Retrato de Anita Sirgo tras ser rapada.

Retrato de Anita Sirgo tras ser rapada.

El capitán Leiva manda buscar al matrimonio, como a tantos otros destacados participantes en las huelgas, para que vayan a comisaría. Primero va Braña, después Sirgo con su amiga Tina Pérez. Cuando las encierran en el calabozo, Sirgo sospecha que su marido está en la celda de al lado y golpea la pared con sus tacones, que no se quitaba desde que consiguió tener un primer par el día de su boda. Al otro lado, Braña responde con los mismos golpes. A partir de ahí los gritos, llantos y puñetazos se suceden. Los mismos que poco después recibirían Anita y Tina para que den nombres, localizaciones, implicaciones políticas. No abren la boca. Leiva sigue golpeando. Otros torturadores bien conocidos en las Cuencas, como el cabo Pérez, también. Ante su silencio, Leiva ordena que las rapen. Ocho días después de su detención, les exige que para ser puestas en libertad, cubran su cabeza con un pañuelo. Ellas se niegan. Salen con la cabeza bien alta, para que todo el mundo las vea. Anita ha perdido la audición de uno de sus oídos. Tina saldrá tan debilitada, que muere dos años después como resultado de las enfermedades que se le sucederán a partir de ahora. Es 1965 y Anita Sirgo no podrá ir a su entierro porque está en París, exiliada después de que le tirará uno de sus tacones a un Guardia Civil que la perseguía tras una protesta. El Partido Comunista la ha sacado de España esa misma noche para evitarle la prisión. Allí, en casa de unos camaradas franceses, aprende a leer y escribir “lo poco que sé, pero, por lo menos, a mí ya no me engaña nadie”. Tras dos años de exilio, pide volver bajo su responsabilidad. “Allí estaba presa, lejos de mis fías y el mi home. En la cárcel, por lo menos, van menguando los días de pena”.

Tina Pérez.

Tina Pérez.

A su vuelta, en 1966, la condenaron a tres meses de prisión y 100.000 pesetas de multa. Se negó a pagarlas “porque no las tenía, porque no iba a consentir que nadie las pagara y porque no quería que se riesen de nosotros”. Tuvo que cumplir un mes más, antes de volver a su casa yseguir protagonizando algunos de las protestas más significativas del antifranquismo en Asturias. Pero esas son ya otras historias, también invisibilizadas hasta recientemente por los libros de historia y por los discursos de la izquierda porque “hubo dos partes en esta lucha, la de arriba, la de los hombres, y la otra pequeñina, la de las mujeres, la diaria. El de los mineros es un relato épico y una foto de una mujer con una cestina en la cabeza estropea esa épica porque eso es la lírica“, sintetiza Montserrat Garnacho. Una lírica que, en muchos casos, se convertía en sus hogares en vidas atormentadas por la violencia machista.

En este sentido, el historiador Rubén Vega, que lleva años investigando desde el paradigma de la historia social, –“el de la de la inmensa mayoría, la gente común que no tiene estatuas ni recibe homenajes”–, entiende que “la agenda de los historiadores no la cambió una reflexión intelectual que nos llevase a tomar conciencia de nuestras carencias, sino el movimiento feminista que empieza a hacer historia con perspectiva de género y que nos plantea el desafío de ver cómo nosotros la estábamos haciendo tapándonos un ojo, viendo sólo la mitad”.

Un acercamiento al estudio de la historia – “que no es pasado, pasado es el tema que trata, pero la historia es siempre presente porque es la mirada desde la que nos dirigimos al pasado”, sostiene– que cambiaría no sólo los relatos oficiales, sino la esencia misma de los valores predominantes de nuestras sociedades.

“HUBO DOS PARTES EN ESTA LUCHA, LA DE ARRIBA, LA DE LOS HOMBRES, Y LA OTRA PEQUEÑINA, LA DE LAS MUJERES, LA DIARIA”

Hay una cosa que hacen las mujeres en el 62 que no se había hecho en las huelgas anteriores, que son los piquetes. Las mujeres se atreven a hacer algo que los hombres no son capaces de hacer, y con ello juegan con algo que me parece fascinante:se hacen fuertes precisamente en su rol de género tradicional como esposas, madres y amas de casa para transgredirlo. Y esto a los represores, a la policía, a la Guardia Civil, les crea una contradicción: no pueden entrar a saco a reprimir a las mujeres como lo harían con los hombres. De hecho, las torturas a Anita Sirgo y a Tina Pérez y su rapado es más escandaloso porque son mujeres, porque a los hombres los torturaban diariamente, y porque el rapado era cosa de otra época. Ellas son capaces de aprovechar ese rol de género para subvertirlo porque no se espera que las mujeres hagan piquetes, que desafíen a los mineros, que extiendan la huelga o que se enfrenten a la policía. Y lo hacen en la esfera pública, desafiando al poder y las leyes, y desde la militancia política”, analiza Vega. “Y no es que previamente fuesen feministas y entonces hagan estas cosas, sino que, quizás, el hacer estas cosas les haga adquirir cierta conciencia feminista”, añade.

“No podíamos consentir que los hombres volvieran a trabajar con las orejinas bajas y sin conseguir nada”, resume Sirgo. Y no lo consintieron. Así tuvieran que pagarlo con torturas, cárcel y hambre. Así se lo pagaran, durante décadas, con silencio en los homenajes y con el blanco de los márgenes de los libros de Historia.

*Informacion de la imagen de portadas: Carboneras de la mina La Encarná, rodeadas de carbón y cargando un vagón con sus palas (Colección Asociación Amigos del Valle de La Hueria / Asturias.es)

*Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2018/03/las-mujeres-que-pararon-dos-meses-a-franco/?fbclid=IwAR3HCu4aw7T9mNC3v3f69ZIrKfvmsiz-cD_db0dPXQWHMavIQKff_vzvtuA

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¿Pero qué es eso de ciberfeminismo? Aquí un recorrido histórico

Ciberfeminismo, ¿tras el clítoris de la red?

Por Luis Fernando Medina / @luscus9

Como un reconocimiento a las mujeres que han sido protagonistas en el desarrollo de las tecnologías informáticas, y con la esperanza de consolidar espacios digitales en los cuales identidad y políticas sexuales se puedan abordar sin estigmas, nos sumergimos en montañas de cables de colores, sonidos de módem, movimientos sociales y teorías cyborg para explorar el feminismo desde el ciberespacio.

Hace algunos meses, las redes sociales ardían por una vieja polémica, reeditada en estos universos de datos y silicio. El motivo: la filtración de un correo electrónico de un empleado de la toda poderosa Google, en el que desestimaba la capacidad profesional de muchas de sus compañeras de trabajo.

Y aunque este gesto podría perderse en el vergonzoso paisaje de acciones discriminatorias que afectan a las mujeres y que van desde el acoso digital hasta la brecha salarial, revela un motivo más profundo, inscrito en los milenarios circuitos colectivos de nuestra sociedad: tecnologías y mujeres son incompatibles.

Esta apreciación errónea se manifiesta en muchas facetas de nuestra sociedad: en el sesgo de los juguetes infantiles, en el trato condescendiente en temas tecnológicos o incluso en comentarios sobre las habilidades para manejar un automóvil. La tecnología es un campo que aparentemente apesta a testosterona, no obstante el problema adquiere otra dimensión cuando se da en el contexto de las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) y del Internet, tecnologías sin las cuales la vida moderna es inconcebible.

¿También será entonces el ciberespacio un territorio inhóspito para esa otra mitad del mundo? Dos ejemplos podrían apuntar a que las respuestas no se encuentran precisamente en una “nube” inmaterial.

 

Hace poco la ingeniera colombiana Juliana Peña fue descalificada profesionalmente por el DANE tras haber revelado públicamente un error de seguridad de la plataforma electrónica del censo poblacional que el país lleva a cabo actualmente. A pesar de que Peña tenía la razón, en lugar del agradecimiento fue sometida al escarnio. En la escala latinoamericana hay otro ejemplo: uninforme de las Naciones Unidas da cuenta de nuestra región como una de las más afectadas por el acoso en medios electrónicos, señalando la falta de acceso a la tecnología y la localización de la mayoría de plataformas por fuera de la región como agravantes. Esto va de la mano con valientes reacciones que mezclan los mundos offline y online en movimientos espontáneos como los que representaron las etiquetas #NiUnaMenos (Argentina), #PrimeiroAssedio (Brasil) y #MiPrimerAcoso (México), que aunque se referían a problemáticas que superaban la esfera digital, mostraban su pertinencia como medio de comunicación para el activismo.

Como aquella división entre real y virtual está mandada a recoger y de hecho el Internet es un territorio en constante disputa, era de esperarse que las luchas y las reivindicaciones feministas se manifestaran también en este universo de información con toda contundencia. Así, los prejuicios que invaden la red son combatidos con alegría, argumentos y táctica tecnológica por un movimiento surgido a finales del siglo pasado, en los albores del Internet y de la globalización actual: el ciberfeminismo, una caricia —certera y agitadora— en el clítoris de la matriz.

El ciberfeminismo como movimiento social aparece a mediados de los años noventa, cuando el Internet abandonaba los plácidos campos de la academia donde habitaba desde su antecesor ARPANET, en 1969, y pasaba a convertirse en el medio de comunicación que revolucionaría nuestra experiencia humana. Este paso democratizaba el acceso a la red, pero también replicaría los vicios del mundo analógico, que ya se percibía viejo y de carne decadente.

El término fue acuñado casi de manera simultánea por la teórica inglesa Sadie Plant y por el colectivo artístico australiano VNS Matrix. De un lado Sadie Plant estaba interesada en recuperar el muchas veces invisibilizado pero fundamental papel de las mujeres en el desarrollo de la computación, una historia que se remonta hasta el vínculo entre las máquinas textiles y la programación.

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Telar de Jaquard, máquina de tejido programable considerada antecesora de los computadores. Fuente: Wikipedia.

 

Como comenta Tania Perez-Bustos, profesora asociada de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, “la relación entre lo textil y la programación es muy primaria y de hecho las escrituras textiles (del tejido y del telar) son binarias y el telar de Jacquard (siglo XIX) fue el primer computador. Desde sus inicios, la programación está muy feminizada”. De hecho el libro de Sadie Plant Ones and Ceros aborda esta dupla mujer/máquina acudiendo al rescate de esta tradición.

Por otro lado VNS Matrix, un colectivo artístico pionero del llamado net.art (corriente artística surgida en los años noventa que exploraba las posibilidades del Internet para el arte), conformado por Francesca Rimini, Virginia Baratt, Julianne Pierce y Josephine Starrs, espetaba en 1991 un breve pero poderosoManifiesto ciberfeminista para el siglo 21.

En una imagen digital sintética que prefiguraba de alguna manera los GIF omnipresentes hoy en día, VNS Matrix se declaraba “el coño moderno”, un “virus del desorden del nuevo mundo, quebrando los símbolos desde adentro, saboteadoras del mainframe (grandes computadores que se usaban antes de la aparición de los personales) del Gran Papi”.

El juego de palabras entre el vigilante Gran Hermano Orwelliano (Big Brother) y la figura patriarcal (Big Daddy) denunciaba que en el Internet los cuerpos femeninos también eran sometidos al control.

La imagen-manifiesto es entonces femeninamente curva, retando la línea recta que se asocia a estéticas masculinas y a una racionalidad incompleta y tirana, no obstante afirma que “El clítoris es una línea directa a la matriz”… Del “arte coño” (cunt art) a la visión del Internet como una tecnología eminentemente femenina. Si Sadie Plant quería recuperar el protagonismo de la mujer en la tecnología, VNS Matrix batallaba ya por garantizar sus derechos en esa nueva y voluptuosa frontera llamada Internet.

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Manifiesto ciberfeminista para el siglo XXI del colectivo “VNS Matrix” (1991).

 

Hurgando un poco más en los antecedentes del ciberfeminismo, puede decirse que surge de una hibridación entre un feminismo de tercera ola con influencia francesa (de hecho VNS Matrix hace referencia directa al concepto Jouissance —o “disfrute” en la voz francesa—  en su manifiesto) y la necesidad de migrar a nuevos espacios y ocupar los medios para amplificar la protesta.

El Internet de los noventa aún tenía ese rasgo de utopía y promesa de un espacio novedoso y libre, un territorio que requería una manera nueva de pensar, como describía el recientemente fallecido activista John Perry Barlow en su Declaración de independencia del ciberespacio.

De aquí que toda esa maraña de cables, sonidos de módem, pixeles palpitantes y discusiones acaloradas pero esperanzadoras constituyera un caldo de cultivo rico en afectos y expectativas para la causa feminista.

Otro antecedente del ciberfeminismo se encuentra en la obra de la reconocida teórica estadounidense Donna Haraway, quien en los años ochenta escribió El manifiesto cyborg. En él, Haraway utiliza la metáfora del organismo cibernético (cyborg) como comunión de máquina y humano para superar el feminismo tradicional y pronosticar un futuro “monstruoso” (entendido como adjetivo virtuoso) en el que nos hemos deshecho de las nociones de género tradicionales y esencialistas para abrazar una nueva naturaleza híbrida con la máquina, relacionándonos por afinidades y no por imposiciones de identidades binarias. Existen películas, series y libros que también abordan este concepto, como Ghost in the Shell, Surrogates o el video juego Deus Ex: Human Revolution.

Esta revolucionaria visión —que con treinta años de anticipación podría compararse con la manera de relacionarse hoy en redes sociales— también influiría la visión de la mujer y la tecnología defendida por el ciberfeminismo, que como el Internet puede ser también considerado una red de conceptos y acciones más que como una teoría única y en cuyos objetivos de acción pueden identificarse tres rasgos principales.

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Ada Lovelace, considerada la primera programadora. Acuarela de 1840. Fuente: Wikipedia.

 

Primero, una preocupación por la posición de la mujer en las disciplinas técnicas, incluyendo una crítica a la división del trabajo en las mismas. Basta con recordar que en los albores de la computación la programación era vista como una labor secundaria con respecto a la construcción de máquinas —algo que si se mira con cuidado se hace evidente en las palabras software (suave-femenino) y hardware(duro-masculino)— y por lo tanto era una actividad para mujeres. Esta diferenciación era una herencia directa de la revolución industrial, donde aún el manejo de máquinas requería una fuerza muscular. Un dato curioso:«computadoras» era el término que se usaba en los años cuarenta para referirse a las mujeres que hacían cálculos matemáticos para la milicia (una historia relatada por la teórica Katherine Hayles en su libro My mother was a computer). Esta tendencia cambiaría al comienzo de la década de 1970, cuando fue evidente la relevancia económica del software, lo cual disparó las matrículas de hombres en carreras relacionadas con las ciencias de la computación y redujo el número de mujeres en esas profesiones.

En segundo lugar está el destacar la multiplicidad de roles que desempeña la mujer en la tecnocultura, enfocándose en sus efectos en la vida social, el trabajo, la diversión, etcétera. Dicha diversidad abre un abanico de enfoques sobre la relación mujer y tecnocultura. Colombia cuenta con figuras destacadas como la abogada y activista Carolina Botero, encargada de la Fundación Karisma y preocupada, junto con su equipo, de las actitudes machistas en Internet y de la visibilización del rol de la mujer en el desarrollo de tecnologías a partir de jornadas de creación de entradas en Wikipedia, entre otras inquietudes y actividades. De manera similar, la compositora Ana María Romano, a través de festivales y convocatorias sobre la experimentación sonora, hace énfasis en una visión de género de la dupla música y tecnología. En el ámbito latinoamericano, la artista chilena Constanza Piña (Corazón de robota) imparte talleres sobre distintas tecnologías en un recorrido nomádico por la región y actualmente organiza desde México el encuentro tecnofeminista Cyborgrrrls.

En tercer lugar está la tecnología como espacio para reconsiderar las nociones de género y contemplar la erotización en el Internet como una actividad femenina por derecho propio (y que no atañe exclusivamente a los hombres). Como VNS Matrix afirmaba: «se trata de crear espacios digitales en los cuales identidad y políticas sexuales se puedan abordar».

Colombia no es ajena al ciberfeminismo y aunque sus expresiones tienen un génesis distinto al de los años noventa (vinculado al net.art), nuestra propia idiosincrasia marca destinos más urgentes. Uno de ellos es el señalado por la campaña Alerta Machitroll, de la Fundación Karisma, la cual por medio del humor y de una plataforma digital identifica intervenciones que atenten contra los derechos de las mujeres en Internet.

“La campaña es el resultado de un diagnóstico realizado con mujeres periodistas y comunicadoras en Colombia, uno de los grupos más expuesto a ataques digitales —comenta Amalia Toledo, coordinadora del proyecto—. Para ello se creó una herramienta tecnológica que genera dos tipos de sellos de certificación machitroll (incurable o rescatable) a ser insertado en aquellos comentarios públicos que las personas consideren misóginos, machistas o sexistas”.

Si el Internet es esa plaza pública digital donde ejercemos nuestra ciudadanía, todas las personas deberían poder expresarse libremente. Aquí es donde la campaña mezcla la sensibilidad tecnológica con la estrategia del humor para, como afirma Amalia, “subvertir las formas en que el machismo se traslada a la red e intenta silenciarnos. Queremos con esta campaña defender nuestro derecho a la libre expresión”.

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Mural de la campaña Alerta Machitroll de la Fundación Karisma (2015). Fuente: Fundación Karisma/Wikipedia

 

En este punto vale la pena preguntarnos por la diferencia entre el ciberfeminismo noventero y el actual. Derechos Digitales es un proyecto de seguridad digital con perspectiva de género pionero en América Latina. Para una de sus integrantes, la socióloga colombiana residente en México Juliana Guerra, “es un asunto de Internet. En los noventa había mucha exploración y creación, de prueba y libertad. Aunque Internet se sigue creando a una velocidad insospechada, y quienes están a la cabeza de su desarrollo son sobre todo hombres, antes se hacía más y ahora se regula más… y en el ciberfeminismo pasa lo mismo: antes había acciones, declaraciones visuales y técnicas y hoy reclamos de derechos”. Dichos reclamos requieren el desarrollo de aptitudes técnicas y de encarar la tecnología desde una perspectiva activa, pues como afirma Juliana respecto al proyecto, “concebimos la seguridad digital como un asunto de transformar nuestra relación con la tecnología, cuestionando a partir de la práctica nuestros roles tradicionales como usuarias finales”.

Este gesto implica una migración necesaria a terrenos inhóspitos y quizá usualmente vedados a la participación femenina: “los conocimientos técnicos están [para las mujeres] cada vez más lejos —asegura Juliana—; los foros geek son espacios cada vez más misóginos y nuestras luchas feministas se concentran más en contra de las políticas comunitarias de, por ejemplo, Facebook”.

Justamente Derechos  Digitales elaboró un documento de diagnóstico donde lista colectivos latinoamericanos de mujeres que trabajan con tecnología, entre ellos Preta Lab (Brasil), Django Girls Arequipa (Perú), Rails Girls (Venezuela) o Tic-as, Sula Batsú (Costa Rica) entre otros. Así, si el acoso es un problema, la falta de acceso a la educación tecnológica es otro. Podría decirse que los reclamos sobre los cuerpos deben continuar en las corporalidades digitales femeninas y su derecho al conocimiento.

Finalmente y para terminar de hilar el ciclo donde tecnología y reivindicaciones se trenzan en manifestaciones diversas, la ya mencionada Tania Perez-Bustos lleva algún tiempo explorando de manera activista y con agudeza académica la relación entre la costura artesanal y las tecnologías digitales que, como refiere en unartículo al respecto, representan una relación dicotómica entre unas tecnologías digitales, racionales, matemáticas y abstractas, y un trabajo artesanal asociado a lo intuitivo y al trabajo manual (de alguna manera un contraste sostenido por la dupla masculino y femenino), una dualidad llamada a ser superada.

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Mujeres reprogramando el ENIAC, uno de los primeros computadores en existencia, 1946. Fuente: Wikipedia.

 

Este cuestionamiento es necesario para replantearse una relación entre mujeres y nuevas tecnologías más acorde a los retos modernos y en la que las preocupaciones sobre los cuerpos, el control y la libre expresión femenina se respondan a partir de la consciencia de un saber técnico equitativo que termine por subvertir (o hackear) la tiranía de lo binario aplicado a lo social. Mas este sendero tejido con afectos, enlaces, golpes de teclas y batallas en foros, no debe ser visto solo como un traslado al ciberespacio de las causas feministas sino como el apremiante reconocimiento de toda una saga de mujeres que han sido protagonistas en el desarrollo de las tecnologías informáticas —desde Ada Lovelace, las programadoras anónimas del ENIAC (uno de los primeros computadores digitales construido en la década de 1940), pasando por Grace Hopper y Margaret Hamilton, hasta nuestros días— y que aún debemos salvar del olvido de la narrativa hegemónica de las tecnologías masculinizadas.

Más aún: el ciberfeminismo nos atañe a todos porque en su travesía hacía la equidad de género en un mundo de información, nos recuerda ese milenario nexo entre el ser humano y la tecnología, el cual es tan íntimo que nos define como especie y por lo tanto no puede ser objeto de exclusiones de ningún tipo.

Fuente: http://cartelurbano.com/historias/ciberfeminismo-el-clitoris-de-la-red

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¿Qué tiene el (Ciber) Feminismo que nos vuelve taradas?

Por: Elbinario11/07/2018

Si diese un paso diez años atrás no me reconocería a mi misma en la postura feminista, desde Simone de Beauvoir, pasando por toda la filosofía social, solamente fue la punta del iceberg que asomaba para dar paso a un gran cambio, a una revolución. Siempre que intento ver críticas, insustentables al feminismo son partiendo de la rígida medición paramétrica acusadora de personajos con privilegios que no se basan en la acción.

¿Cual son las bases de este feminismo para mantenerse?

Una de las herramientas más poderosas de nuestra ola feminista ha sido la de aportar la sororidad, el entendimiento de la otra persona por encima de todo juicio, creo que para mi ha sido la muestra más enriquecedora y una gran vuelta ya no solo al sistema en el que vivimos que nos quieren enfrentadas y enemigas, competitividad y acometimiento frente a la otra persona sino que, nuestro apoyo va por encima de todo y nos encanta. Practicar sororidad implica un hermanamiento y un apoyo único en el que no juzgamos nuestros actos, y entendemos porque no hemos denunciado, porque nos hemos visto con quien nos dió la gana y cuántas personas estuvieran contigo o conmigo. La sororidad ha sido la mecha que emprende todas las acciones colectivas que vemos, la que iluminó todas las calles en las manifestaciones y la que lleva consigo

¿Pero el feminismo me cambia totalmente?

No, el feminismo me hace pensar y reflexionar y entender hacia nuestros adentros el cómo podemos llevar nuestra vidas y nuestros sacos de emociones y luego los soltamos sin arrepentiemientos. Ahí aprendí otra de las herramientas y estrategias más grandes para calar el feminismo, derivado de olvidarse del egocentrismo para pasar a un acompañamiento en colectividad. La herramienta es que somos una contradicción en vena, pero que como no va a haber represalias por ello porque partimos del entendimiento de que no todas las personas tienen las mismas oportunidades, ni los mismos privilegios, simplemente se desmonta todas aquellas convenciones y formalismos que nos han hecho eco en nuestra cabeza a lo largo de nuestra vida terrenal (con ello nos referimos a la vida diaria).

Ah, espera esto suena muy bonito pero no es tan fácil de asimilar, algo falla. Claro es que el ser humano no asimila toda de una, cómo se resuelve esto desde el feminismo. Pues como lo ha resuelto toda la vida el desarrollo natural, con los tiempos. Cada persona, sus momentos, sus tiempos. De dentro hacia afuera, entendiendo desde su cabeza y actuando desde sus manos.Vaya, ¿En qué movimientos se tiene en cuenta el tiempo de esa manera sin un péndulo sonando de fondo?

¿Qué te apetece hacer?

Soltaría una gran carcajada porque una zorra de aquí sabe que me lo tiene preguntado pero claro todos nuestros demonios con los que luchar para saber si podemos hacer lo que nos apetece realmente. El feminismo anticapitalista (por antonomasia, por cierto) nos indica que tenemos que imitar lo que ya esta en nuestro alrededor, en el paraje natural. Cuando tenemos que estar en manada, cuando nos tenemos que cuidar y querer (como los animales y las plantas), cuando tenemos que convivir con otras personas… Tanto tenemos que aprender de ello.

Otras de las herramientas que más hondo cala es la permisividad en el feminismo porque la persona se da cuenta de cómo quiere incorporar esa lucha en su propio entorno. Os contaremos un gran secreto: nuestros desahogos del cansancio de esta lucha nos hacen volver a alzar la voz más fuerte, y eso no está igual de desarrollado en cualquier otro -ismo. El mero hecho de que nosotres podamos decir: me canso de ser feminista, solo quiero sentarme y seguir con mi vida es la estrategia más grande y a la que pondría al mismo nivel que la resistencia no violenta, sino cuanto más porque estar sabiendo llegar con una realidad palpable haciendo que el nivel de acción se mantenga porque consideramos que no hay perfección que alcanzar, estamos dando la vuelta a que te azucen para la acción y eso amiges, es un gran gran plan.

Parece mentira que no nos demos cuenta de lo que se está fraguando es incansable y si podemos hablar de las modas, de lo filtrado que tenemos que hacer cuando vemos los mass media, pero como dice @revueltafeminista que está siendo tan imparable que los mass media no pueden no hablar de ello ya es por definición algo distinto a lo que se estaba haciendo y, ¿Realmente somos conscientes de lo que cuesta hacer algo tan distinto y que llegue a dónde queramos?

¿Y que tiene que ver esto con la tecnología?

El ciberfeminismo, increible. Yo personalmente soñaba con ganas de que algo surgiera así. Esos enfados y esas rabias de que lo injusto siempre se hacia de lucir hasta que un día hay más personas como tú con tu mismo pensamiento y que les damos tirones de orejas al surgimiento tecnológico por invisibilizarnos y por mantenernos en segundo plano. Y ojo el ciberfeminismo avanza a pasos agigantados, porque todos esos escollos propios del egocentrismo, del orgullo hacker, el feminismo directamente los obvia, y el entendimiento cala a un mayor número de personas. Algo estamos haciendo bien cuando se inicia una diversidad en masa (migración, como las aves).

Feminismo y tecnología, creo que cuando te das cuenta que van cogidos de la mano es cuando tienes las gafas moradas(las personas feministas llamamos ponernos las gafas moradas al momento clave en el que te das cuenta de que todo lo que tienes a tu alrededor no tiene en cuenta a la mitad de la población) y cuando tienes las gafas de Neo y observar todo lo que tiene que ver con la soberanía tecnológica.

¿Feminismo y movimientos hacktivistas?

Otra sonora carcajada. Quizás sería/es/fue lo lógico, con la de movimiento social y activismo emprendido frente al maltrato que pagan nuestros cuerpos. Podríamos ser anónimas,ser muchas. Lo creo por una parte necesario, quizás la firma haga que cale más rápido. Pero ¿Queremos esa firma? Esas ideas derivan la permisividad de las acciones(acciones antifeministas que se llevaron a cabo). Ahora tenemos una ideología y las acciones derivadas de un activismo ¿Pero quiénes sustentan los cuidados del hacktivismo? O sea ¿Quizás el sistema de manera inconsciente hacía que fueramos anónimas antes de serlo? Más bien invisibilizadas ¿no? Y dentro de toda esa hiperclasificación de scriptkiddie,lamer noob, newbie…

¿Y el empoderamiento?

Uoh empoderarse, dejadnos pensar. Otra de las herramientas diría fortalecedoras que resurgen de las cenizas cual ave Fénix para enseñarnos que, simplemente queremos tener el control de nosotres tal y como somos, es una palabra que cabe interpretación abierta, quizás como el de democracia, es decir es una palabra política que hace referencia a la emancipación, a tomar las decisiones y participar de lo que deriva de ellas.

*Fuente:https://elbinario.net/2018/07/03/que-tiene-el-ciberfeminismo-que-nos-vuelve-taradas/

Imagen: Internet

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Movimiento feminista chileno lidera lucha en la región, según ONU Mujeres

Autor: Radio Montecarlo

La coordinadora de ONU Mujeres en Chile, María Inés Salamanca, indicó hoy que el movimiento feminista que ha surgido en las universidades chilenas en los últimos meses va «un paso por delante» de la región, ya que aspira a lograr un «cambio cultural y de paradigma desde la educación».

«Existen movimientos similares en América Latina, pero el liderado por las estudiantes chilenas va un paso por delante al decir que necesitamos una transformación cultural. Ello implica un desafío mayor y responde a entender que la educación es una ventana estratégica para lograr ese cambio», explicó Salamanca.

La representante de las Naciones Unidas atendió a Efe en el marco de unas jornadas sobre educación no sexista que organizó la Universidad de Santiago de Chile esta semana, donde analizó el contexto en el que se encuadran las multitudinarias marchas feministas que han sacudido al país en los últimos meses.

Para Salamanca, el movimiento estudiantil, que nació como reacción a la «violencia machista», supo seguir evolucionando e incluyó más reclamaciones con las que aspiran a lograr un cambio en la forma en la que «funcionan las instituciones educativas».

En este sentido, continuó, no se trata solamente de «cambiar los roles de género», sino de realizar «cambios curriculares», revisar el modo en que se «educa» y repensar cómo «funcionan los espacios universitarios y secundarios».

«En algunos de los petitorios que las estudiantes entregaron a los rectores se incluyeron políticas de corresponsabilidad entre hombres y mujeres, la necesidad de tener salas de lactancia para alumnas y funcionarias embarazadas, o la urgencia de modificar cómo se dirigen los centros», añadió la representante de Naciones Unidas.

Al mismo tiempo, Salamanca destacó que, bajo su punto de vista, el liderazgo que han tomado las universidades en la lucha por la igualdad «sorprendió» a la sociedad chilena, ya que tomó de manera natural el relevo del movimiento Ni Una Más, surgido en 2016, que centró su mirada en acabar con los feminicidios.

«El llamado que nace desde los centros educativos representa un cambio, ya que ha logrado tener un gran impacto y permear a muchos otros espacios de la sociedad. Lo que sin duda va a permitir avanzar en muchos temas de agenda de género», dijo la coordinadora de ONU Mujeres en Chile.

En aras de lograr dicho objetivo, Salamanca indicó que es necesario que el Gobierno de Sebastián Piñera sepa jugar un buen papel, al igual que lo hizo su predecesora, Michelle Bachellet, quien impulsó una fuerte política de igualdad de género, algo en lo que confía dados los últimos movimientos del Ejecutivo.

«A partir de la ola feminista el actual Gobierno anunció que piensa llevar a cabo 12 medidas legislativas. Muchas de ellas ya estaban registradas en el Congreso, a la espera de ser debatidas, pero también se han incluido algunas nuevas que responden a un contexto más actual», detalló la diplomática.

Entre ellas destacó la modificación de «ley de administración de la sociedad conyugal», que antes solo podía controlar el hombre, o la creación de una «ley para una vida libre de violencia».

«Desde ONU Mujeres y Naciones Unidas recomendamos crear leyes integrales para poder eliminar la violencia. No solo la intrafamiliar, sino de todo tipo: el acoso callejero, la violencia en los espacios públicos, en el plano económico, en el conyugal y muchos otros», concluyó Salamanca.

El pasado 6 de junio, decenas de miles de personas se manifestaron en Santiago y otras ciudades de Chile, convocadas por agrupaciones feministas para demandar la reivindicación de los derechos de la mujer, el término de la educación sexista y el fin de la brecha de género y un vocabulario inclusivo.

En esta línea, los estudiantes, tanto universitarios como secundarios ya comienzan a utilizar en su lenguaje las palabras «compañeres», «todes», «elles» y «nosotres» y, además, no es extraño observar en redes sociales gente que escribe con «x» o «@» para evitar usar el género masculino cuando se quiere referir a ambos sexos.

Asimismo, una veintena de universidades de Santiago y otras ciudades, además de colegios secundarios e institutos profesionales permanecen ocupados por alumnas que exigen a las autoridades de los planteles y al Gobierno adoptar medidas para terminar con el acoso machista y abusos sexuales y castigos para los responsables.

Fuente: http://www.radiomontecarlo.com.uy/articulos/articulos_masinfo.php?secc=articulos&id=47851&path=0.2292

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Argentina 8M: las docentes en formación marchamos por educación sexual y aborto legal

Por: laizquierdadiario.com

Las estudiantes de los profesorados enfrentamos al macrismo contra el cierre de nuestros profesorados, en defensa de la educación pública y resistimos el ajuste. Este 8M queremos redoblar nuestra presencia en las calles, unificando todos nuestros reclamos como mujeres, estudiantes y trabajadoras.

En diciembre el Gobierno hizo pasar el saqueo a los jubilados contra la voluntad de la mayoría de la sociedad y a través de la represión. Desde ese momento la situación política cambió, no para de crecer el descontento contra los funcionarios del ajuste, y los trabajadores y trabajadoras en cada gremio enfrentan los despidos en todo el país.

El movimiento de mujeres también se impuso en la agenda con más fuerza, incluso los medios masivos fueron testigos de los debates sobre feminismo. El debate sobre el derecho al aborto está socialmente instalado, y en todos lados se organizan asambleas para preparar un gran 8M.

Así, la organización de los trabajadores y trabajadoras contra la reforma previsional demostró que podemos dejar en jaque al macrismo si nos organizamos y peleamos en unidad con todos los sectores afectados.

La educación pública en particular, es uno de los blancos del macrismo. Desde que asumió, no para de atacar a los y las docentes de provincia y capital. Además, buscan reformar todo el sistema educativo acorde a los intereses del FMI y el Banco Mundial. Los y las estudiantes de los terciarios vemos amenazados a nuestros profesorados a partir de la intervención política e ideológica que representa la UniCABA.

Pero estos ataques no pasarán sin pena ni gloria. Como respuesta los y las estudiantes, junto con los y las trabajadoras de la educación venimos impulsando asambleas, exigiendo a las centrales sindicales como UTE y Ctera que llamen a paro para poder movilizarse, como demostró la importante marcha de martes en defensa de la educación pública, la formación docente y el salario.

Las mujeres somos mayoría en el gremio y en la formación docente, por eso nuestra pelea por derechos como el aborto legal, y contra todo tipo de violencia machista, están presente en cada una de nuestras luchas. Hay que redoblar la apuesta para que los sindicatos, centros de estudiantes y la CET (coordinadora de estudiantes terciarios) están a la cabeza de hacer de preparar este gran hecho político que será el 8M, organizando a la gran cantidad de mujeres que somos.

Vivimos día a día la realidad de que nuestras estudiantes o sus madres mueren por abortos clandestinos, somos nosotras las estudiantes de los terciarios y las docentes quienes exigimos la efectiva implementación de la Ley de Educación Sexual Integral, anticonceptivos para no abortar y aborto seguro, libre y gratuito para no morir

Gracias a la histórica movilización en las calles logramos que el debate del aborto llegue al Congreso, pero no confiamos en ningún Gobierno para aprobarlo, ni depositamos nuestras esperanza en el parlamento. Necesitamos redoblar la organización y la presencia en las calles, en unidad con todas las luchas en curso que tienen como protagonistas a las mujeres trabajadoras, contra el ajuste y los despidos.

Somos las docentes, las estudiantes, las trabajadoras del Posadas, y todas las que enfrentan a este Gobierno, en unidad y en las calles, las únicas que podemos conquistar el derecho al aborto. Pero para hacer efectivo nuestro derecho a manifestarnos masivamente, todos los sindicatos deben adherirse al paro internacional de mujeres.

No queremos que se mantengan divididos dos movimientos:el de la lucha contra el ajuste, los despidos y la defensa de la educación pública por un lado, y la lucha por los derechos de las mujeres por otro. Divididos, se debilita a cada uno por separado

¡Por un movimiento de mujeres en lucha! Seamos miles este 8M. Sumate a marchar con la corriente docente estudiantil 9 de abril en la columna de Pan y Rosas.

Fuente: http://laizquierdadiario.com/8M-las-docentes-en-formacion-marchamos-por-educacion-sexual-y-aborto-legal

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Educación popular por los derechos de las mujeres y la igualdad

Por: Laura González Velasco.

Libros de lectura con dibujos de mamás cocinando y papás mirando el diario, rincones con cunas y bebotes para chicas o de bloques y autitos para varones, rosa o celeste, juegos tranquilos o fútbol en el patio, arte o ciencia, aplicación o genialidad, sensibilidad o razón. Estereotipos socio-culturales de géneros en los que nos formamos en nuestras familias, escuela, sociedad capitalista y patriarcal de la que las mujeres somos parte llevando la desventaja.

La lucha feminista tuvo enorme impacto en el último siglo en la conquista de derechos igualitarios, particularmente desde los años 60 junto con reivindicaciones de otros “sectores subalternos” discriminados por su origen étnico, socio-económico, cultural, religioso o de diversidad sexual. Las transformaciones económicas, sociales y culturales sostienen una relación dialéctica con la institución escuela. Muchas cosas se han modificado en estos años, no tantas como parece.

El curriculum oculto escolar sigue funcionando en la transmisión de prejuicios y mitos sexistas que refuerzan eficazmente medios de comunicación masiva o redes sociales. Se naturaliza un rol asignado históricamente a la mujer, pasivo, doméstico, subordinado al deseo y poder masculino. Esto funciona con princesas que esperan a su salvador en cuentos tradicionales como en telenovelas. En modelos publicitarias como en la imagen que posan las adolescentes en facebook. ¿Qué representaciones construímos las mujeres de nosotras? ¿Qué parámetros de belleza y conductas reproducimos para ser aceptadas? ¿Cómo fortalecemos nuestra autoestima y autonomía para garantizar el cuidado de nuestro cuerpo y deseo para poder decir “no”? ¿Cómo desnaturalizamos los valores hegemónicos para cuestionarlos con identidades y relaciones más libres e igualitarias?

La educación es clave como reproductora o contra-hegemónica respecto del statu quo, puede tener una concepción “bancaria” depositando saberes y mandatos para que nos adaptemos a un orden social donde riqueza, palabra y poder tienen dueños o puede ser crítica promoviendo transformar el mundo con un sentido de justicia en la opción por los intereses de oprimidos y oprimidas. La educación que deseamos construir para edificar otra cosmovisión, para que nos pensemos como protagonistas de la historia, es una educación pública y popular no sexista.

Abordar la prevención de las distintas problemáticas que padecemos las mujeres fortaleciendo nuestra subjetividad, autonomía económica y soberanía sobre nuestros cuerpos, educarnos para la igualdad de derechos entre los sexos en los distintos niveles del sistema educativo, incluir la perspectiva de educación sexual integral en el proyecto institucional, incorporar la educación no sexista como proyecto central en la formación docente y profesional son acciones claves para visibilizar, cuestionar y modificar las relaciones de desigualdad de género en las que vivimos.

Garantizar los derechos de las mujeres como se expresó el 3 de junio con el grito #NiUnaMenos es una cuestión de derechos humanos que debe ser política pública específica y transversal, con planificación, prioridad y presupuesto. En la construcción de ciudadanía abordar una perspectiva no sexista es estratégico para modificar relaciones de poder. El Estado debe implementar las Leyes de Educación Sexual Integral 26.150 Nacional y 2110 de la Ciudad convocando a actores sociales como las organizaciones de mujeres que aporten al desafío que tiene hoy la escuela pública para socializar conocimiento para el ejercicio de derechos sexuales y reproductivos, pero también para re-codificar sentidos y representaciones sobre nuestra identidad como hombres y mujeres.

La educación popular es herramienta de transformación al interior de los movimientos de mujeres en construcción de conciencia, fortalecimiento de organización colectiva, reflexión y lucha callejera, praxis que revoluciona al feminismo histórico desde las mujeres protagonistas de los movimientos sociales populares y desde las jóvenes generaciones con su propia impronta creativa y rupturista. A la vez este nuevo feminismo popular en construcción es indispensable a la concepción y experiencia de una educación pública popular, de una escuela nueva que incorpore todos los desafíos de su tiempo histórico.

Y como la historia no empieza nunca con nosotras, sino que nos empuja a escribirla desde la fuerza de montones de mujeres, ahí están Marta Samatan o Luz Vieira Mendez, ahí está Olga Cossetini, maestra, pedagoga, innovadora, creadora de la Escuela Serena o Activa en la que se amaba y respetaba a niñas y niños, se rompían las fronteras entre escuela y comunidad, se trabajaba por la pluralidad y la no discriminación, contra todo conservadurismo y por una educación en valores humanistas, construyendo libertad. Educadora comprometida, o en sus propias palabras “una maestra identificada con los problemas vitales de un pueblo, que si no se resuelven, el enseñar a leer carece casi de sentido”.

Laura González Velasco es Educadora, Profesora para la Enseñanza Primaria y Licenciada en Letras. Fue Coordinadora Nacional del Area de Educación Popular del Movimiento Barrios de Pie, Directora Provincial de Educación y Trabajo, y de Educación de Adultos en la Provincia de Buenos Aires. Representa a Mumalá en el Parlamento de Mujeres de la Legislatura Porteña. Consejera Titular del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires. Candidata a Diputada Nacional

Ilustración: Miriam Gartor 

Fuente: https://lapiedraenelzapato.com/2015/10/09/no-nos-gusta/

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Entrevista a Virginie Despentes: “El feminismo ha sido la revolución más importante del siglo XX”

10/07/2016/Fuente:Periódico Diagonal /Autora: Elisa G. McCausland

La escritora y cineasta responsable de Teoría King Kong (Melusina, 2007) y Fóllame –novela y película–, Virginie Despentes, tiene una presencia intimidante, pero unas maneras cálidas. Se siente muy cómoda entre libros.

En la habitación en la que estamos hay varias estanterías y, antes de comenzar la entrevista, su vista se posa en los lomos de algunos de ellos, siempre a la caza de algo interesante. Tiene curiosidad por saber el punto de vista de los otros, curiosidad que se explica por una necesidad de saber sobre contextos parecidos al que actualmente se está viviendo en Francia.

Incide en su edad, 47 años, y en lo ilusionada que está por la fuerza demostrada en La Noche en Pie (Nuit Debout). Esta emoción contrasta con el sentido de la novela que ha venido a promocionar a la Feria del Libro de Madrid, Vernon Subutex 1(Penguin Random House, 2016), primer episodio de un relato poliédrico donde se exponen las hebras de todo un tejido generacional.

Entendiendo que el final de esta novela es un principio, pues estamos ante una trilogía, me gustaría comenzar preguntándote por la generación que retratas, una generación perdida pero resistente, que ha llegado tarde a las batallas por el capital simbólico que se libran en las redes sociales, en internet, pero que, a pesar de haber sido atropellada por el presente, se mantiene, sobrevive.

Lo que a mí más me interesa de toda esta cuestión es un tipo de guerra de clases que es declarada desde arriba, que ha sido mucho más violenta, potente e inteligente de lo que esperábamos la gente de mi generación. Es una derrota de la clase media, ahora precariado. Y mi sensación es de sorpresa; mi generación no se esperaba este ataque, no podríamos haber advertido cómo hemos perdido todo. Cierto es que lo vimos venir, pero no creímos que fuera tan fácil. Es la velocidad lo que nos ha desconcertado. Por eso me interesaba especialmente la alegoría, el símbolo de cómo ha desaparecido el disco, parecido a cómo desapareció la Alemania del Este.

El hecho clave es que mi generación, al menos la gente de mi alrededor, no esperábamos quedarnos sin nada a los cincuenta. Al estar entre dos generaciones, la tuya y la de mis padres, puede que hayamos resultado ser los más confundidos: hemos visto todo un mundo desaparecer, no entendemos muy bien dónde encajamos y nos sentimos entre dos realidades; pero, a la vez, como te comentaba antes, no nos ha pillado desprevenidos del todo. Es la velocidad lo que nos ha desconcertado. No tenemos recursos, pero tenemos una super forma física que nos empuja a preguntarnos: Y ahora, ¿qué hacemos?

Lo ves como un potencial.

Veo a mi alrededor que, para sobrevivir, tendremos que convivir, de manera colectiva, porque no vamos a tener muchas otras opciones. Es probable que nos toque experimentar otras maneras de envejecer, tejiendo redes de solidaridad, pues no tenemos recursos materiales, pero sí fuerza física y ganas de hacer cosas.

En ese sentido, ¿detectas una falta de confianza en las instituciones, en ese supuesto Estado del bienestar?

En Francia está completamente destruido. La pregunta de sí o no al Estado era una cuestión candente en los 80, incluso en los 90; ahora no tiene sentido, el 1% ha acabado con él. Están destruyendo todas las instituciones públicas, como aquí, pero en Francia lo veo más cerca. Desde hace dos legislaturas, y no van a acabar mañana.

Lo que está ocurriendo en Francia lo veo claramente como una violación: van a descomponer el Estado, te guste o no te guste; pero mejor si lo que quieren de ti te lo pueden arrancar por la fuerza. Las instituciones, tal y como yo las conocí, están totalmente destruidas; y si todavía existen, están tan corrompidas que da igual.

Estamos ante los albores de una nueva explotación laboral. Una en la que la mayoría de la gente será completamente inútil. No estoy hablando de un lumpen proletariado; me refiero a auténticos inútiles. Entonces, ¿qué harán con esta gente? Entramos en la lógica del campo de explotación, de concentración.

Creo que no sería descabellado pensar que en la cabeza de los poderosos pueda haber ciertas ideas relacionadas con la explotación del cuerpo; reservas con las que poder experimentar para farmacéuticas, por ejemplo.

Lo que puede que no sepan es que la resistencia va a ser feroz, ya sea en forma de terrorismo islámico o extrema izquierda. Y que nuestro conocimiento de la historia es mucho más sofisticado de lo que creen. En Francia es evidente estos días, el país funciona con nuestra fuerza y somos cada vez más numerosos. Después de las huelgas, somos más conscientes de que podemos parar el país.

Se espera, entonces, una resistencia.

Lo pienso y lo espero. Quizás lo pienso porque lo espero. Ensayos como La doctrina del shock (Paidós, 2007), de Naomi Klein, te permite entender hasta qué punto está sistematizada esta forma de control. Asimismo, pienso que no se dan cuentan de que tenemos una gran cantidad de herramientas a nuestro alcance, y aquí veo internet con mucho espíritu crítico, pero también veo el potencial de la herramienta para saber, para aprender.

Donna Haraway, en sus últimos textos, habla sobre estas situaciones antagónicas haciendo fuerza a la vez. Por ejemplo, la resistencia de la extrema izquierda en Francia coexiste con la resistencia del terrorismo islámico. Coexisten, pero no se encuentran, porque no tienen nada que ver la una con la otra.

En Vernon Subutex 1 hay diferentes retratos de aquellos y aquellas que entendieron y vivieron la industria cultural en los 80 y los 90; personajes que lograron vivir de ella. Además, tu novela parte de un desahucio, en París. Me preguntaba qué pensabas sobre la responsabilidad de la llamada “clase creativa” (Richard Florida) sobre todo lo que ha supuesto la gentrificación, no sólo urbana, sino cultural. O lo que es lo mismo, hasta qué punto la industria cultural, también la musical, ha sido cómplice de la situación presente.

Para mucha gente en los 90 el único destino posible era el neoliberal. Creímos que podríamos entrar en este juego y salir limpios, pero con el cambio de siglo nos dimos cuenta de que nadie sale limpio de ahí. Sales muerto, vaciado de tu contenido. Y aquí veo la figura de Kurt Cobain y de la propia Nirvana como un síntoma interesante, pues era cómplice, pero, a su vez, fue el primer sorprendido por el éxito. Ocurrió también en el ámbito del arte, o en el de la novela, y no era algo que muchos de nosotros buscáramos, simplemente sucedió. Como una ola que te arrolla y de la que te preguntas ‘mierda, cómo salgo’. No encontramos la respuesta.

“Lo que más me impacta al ver de vuelta los movimientos sociales es la falta de películas, de novelas que inviten a la acción”

Pero creo que ser cómplice o no, no es lo más importante. A mi lo que más me impacta al ver de vuelta los movimientos sociales es la falta de películas, de novelas que inviten a la acción. Es como si el arte, la cultura estuvieran en un estado de depresión. Y no es que la gente no espere nada del arte, tiene más que ver con una cierta incapacidad para producir canciones, películas, novelas, textos políticos… y no sé a qué es debido.

Con ser cómplice me refería a cómo los artistas son utilizados para gentrificar espacios, incluso sin que ellos sean conscientes de ello.

Esto es muy interesante. En París, los barrios que se gentrifican son aquellos en los que la gente como yo puede vivir. Quizá lo que deberíamos estudiar es por qué no podemos entrar en los barrios de las clases altas, aquellos que no necesitan de la gentrificación.

Yo vivo en un barrio del norte de París que se llama Belleville, que está sufriendo un proceso de gentrificación. Sin embargo, no me siento como un agente de limpieza. Siempre he vivido en barrios populares, y no tengo dinero para costearme una casa en los barrios pudientes. ¿Cómo infiltrarnos en estos últimos? Nosotros, artistas, deberíamos pensar más en cómo entrar en los barrios ricos y destruir, metafóricamente, estas zonas ultra protegidas.

La tensión que, creo, existe en esto que estamos hablando, y en la novela, es catalizada por tu protagonista, Vernon, en una inercia suicida impensable en estos tiempos donde el pragmatismo siempre gana la batalla.

Inercia suicida es una buena descripción. En estos momentos, me encuentro entre el pesimismo total y la necesidad de una alternativa. Y, a la vez, me fascina este sistema que le pide a las víctimas que respondan del mismo. Es como pedirle a las mujeres, que somos las principales víctimas, que hagamos algo, cuando lo interesante sería que los hombres comenzaran a cambiar de actitud. Creo que es más importante saber quiénes son los poderosos, cuáles son sus agendas, para así disparar al sistema en la sien, y traer algo diferente.

“No tenemos que sentir demasiada culpabilidad por un sistema que nos oprime con tanta fuerza”

No tenemos que sentir demasiada culpabilidad por un sistema que nos oprime con tanta fuerza. Hay que cuidar de no hacernos demasiado daño a nosotros para estar fuertes, para resistir. También porque no es justo sentirse sucio por formar parte de un juego que no hemos elegido. No obstante, soluciones de verdad no tengo, pero la búsqueda me parece importante.

¿Cómo ves el presente del feminismo, tanto en el ámbito de internet como en la influencia del mismo en la actual cultura popular?

El tema del feminismo lo veo muy complejo. Están ocurriendo muchas cosas al mismo tiempo. Internet ha transformado la realidad de toda una generación: todos los textos, todos los artículos, muchos libros están accesibles para cualquiera, algo que era imposible hace quince años.

El ecosistema social ha cambiado. Por ejemplo, ante una violación, ahora es posible no sentirse tan aislada como antes. Algo parecido ocurre con la comunidad feminista. Gracias a ella, las chicas de veinte años tienen la posibilidad de acceder a una cultura que a nosotras nos costó toda una década adquirir. Espero mucho de las feministas jóvenes; tengo curiosidad por saber qué tipo de síntesis van a hacer del presente. Por ejemplo, plantearte el género y la raza ahora me parece mucho más complejo que antes, y eso es un progreso. Y es que, con internet, es difícil ignorar otros feminismos, la interseccionalidad.

Por eso estoy esperanzada con todo lo que está por venir de estas mujeres jóvenes que tienen a su alcance tantas herramientas. A la vez, tengo la sensación de que, desde que yo tuve veinte años a ahora, el mundo ha cambiado radicalmente. Nadie lo reconoce, pero la práctica militante del feminismo de estos últimos cuarenta años, en sus múltiples manifestaciones, lo ha cambiado todo. Incluso a aquellas mujeres que dicen que el feminismo no les interesa.

¿El feminismo ha cambiado entonces la ficción?

Sí. Ahora existen personajes que eran impensables en los 90. Cuando publiqué Fóllameel mundo era completamente diferente al de ahora, y me encanta que hayamos avanzado. Pero, al mismo tiempo, otras cuestiones evolucionan muy lentamente en el ámbito público.

Los hombres siguen teniendo el poder de la palabra, en asambleas, en política. En Francia, en barrios precarios musulmanes, tanto las chicas jóvenes como las mujeres de mi edad defienden discursos reaccionarios mediados por la religión.

Pero, a su vez, estas mujeres son testigo de todo lo que está ocurriendo, de un escenario en el que hay otras posibilidades, por lo que no querría dejar de subrayar que, desde mi punto de vista, el feminismo ha sido la revolución más importante del siglo XX, y veo interesante que unos y otras lo estén descubriendo.

Creo que estamos en un momento muy interesante para imaginar otras formas de relación, otras ficciones. Tu ensayo Teoría King Kong, sin ir más lejos, supuso para toda una generación el poder imaginar, por medio de una metáfora tomada de la película de Peter Jackson, la posibilidad de otra sexualidad, “polimorfa e hiperpotente”. Echo de menos el riesgo. Parece que ya nadie quiere imaginar otros mundos más allá del nuestro.

Lo hemos comentado antes. Parece que hemos perdido la potencia, la chispa, e internet no parece que esté ayudando en este tema. Pero, cuando te digo que espero los textos de las feministas jóvenes es sincero. También espero otros puntos de vista desde el feminismo.

“Los hombres tienen que pensar que la violación es asunto suyo; nosotras estamos hartas”

Estoy cabreada con los hombres. No termino de entender por qué en cuestiones tan graves como la violación son las mujeres las que se reúnen para hablar de ello y no los hombres; más aún cuando esto ocurre en ámbitos de la izquierda y de los movimientos sociales.

Los hombres tienen que pensar que la violación es asunto suyo; nosotras estamos hartas. Si no os importan nada nuestros problemas, por favor, decidlo de manera clara y tendremos una guerra. Pero, si vamos a vivir juntos, sentaos a pensar y actuar en consecuencia. Sed feministas, pero sedlo de verdad.

Fuente de la entrevista://www.diagonalperiodico.net/culturas/30868-virginie-despentes-feminismo-revolucion-importante-siglo-xx.html

Fuente de la imagen: https://www.diagonalperiodico.net/sites/default/files/styles/cuerpo_630x426/public/foto/despentes_virginie_jfpagacgrasset.jpg?itok=rkiY3uat

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