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Adolescencia y juventud en Cuba: de urgencias y desafíos

Por. Lisandra Fariñas Acosta

A colocar la mirada en las adolescentes y en el diseño e implementación de políticas para empoderarlas en sus entornos cotidianos tanto en el ámbito privado como público, convocó el panel «Invirtiendo en las adolescentes: el futuro comienza hoy»

Una etapa difícil, polémica, de cambios continuos. Así la definen, con razón, muchos expertos. Pero hay que aprender a mirar también este periodo de la vida como una etapa de oportunidades, reflexionaba un profesor hace ya algún tiempo sobre los desafíos que entraña arribar a la adolescencia.

Justamente a colocar la mirada en las adolescentes (sin perder de vista que ello implica invertir en ellos también), y en el diseño e implementación de políticas para empoderarlas en sus entornos cotidianos tanto en el ámbito privado como público, convocaba el pa­sado 11 de julio, Día Mundial de la Po­blación, el panel «Invirtiendo en las adolescentes: el futuro co­mienza hoy», or­ganizado por el Fon­do de Po­blación de las Na­ciones Unidas (UNFPA) y el Cen­tro de Es­tudios sobre la Juventud (CESJ).

“No se es vulnerable por ser adolescente” reflexio­naba en el encuentro la doctora Nati­vidad Gue­­rrero, jefa del Departamento de Investigaciones del Centro Nacional de Educación Sexual, pero de las oportunidades que les generemos de­penderá que tanto ellas como ellos puedan construir su futuro, lo cual es su derecho, y evitar que caigan en situaciones de vulnerabilidad.

Reflexiones que, y partiendo de que de la adolescencia de hoy dependen nuestros jóvenes del mañana, nos abocan a un esbozo de lo que sin duda constituyen aciertos, y también las brechas y desafíos de la siempre urgente necesidad de invertir en quienes construyen no ya el futuro, sino el presente del país.

Pero para la Máster María Josefa Luis Luis, subdirectora científica del CESJ, la inversión en esta población no puede verse enfocada en una única arista por las exigencias propias de este grupo.

En Cuba, dijo, “pudiera pensarse que no hay di­señadas políticas dirigidas específicamente a esta po­blación, al no contar con un ministerio de Ju­ven­tud, pero sí existen, subsumidas en las políticas universales del país y que no son específicas únicamente de la adolescencia o la juventud”, apuntó a Granma.

En ese sentido, precisó por ejemplo, que la política educacional ha establecido la enseñanza obligatoria hasta el noveno grado para todos los me­nores, independientemente de su sexo, al tiempo que el Estado cubano se esfuerza continuamente por ofrecer oportunidades ilimitadas de sa­lud y educación a las niñas, adolescentes y jóvenes cu­banas, que les permita alcanzar  independencia social y construir importantes proyectos de vida, como profesionales y técnicos.

Asimismo, ejemplificó, en el ámbito la­boral, le­gislaciones como el Código del Trabajo contemplan acápites dirigidos a pro­teger los más jóvenes. “La edad promedio para la inserción la­boral es 19 años y se exige, para comenzar a trabajar y el empleo de la fuerza calificada y remuneración, solo capacidades, habilidades y resultados de trabajo, in­dependientemente de la edad y el sexo”.

De igual modo el sistema de salud pública prioriza en sus estrategias a esta población —trascendió en el panel mencionado—, pues desde la infancia cuentan por ejemplo con un esquema de vacunación que los protege de múltiples enfermedades, además de la cobertura sanitaria gratuita y accesible para todos los grupos de edades.

Otra muestra de ello es la atención primaria pre­natal universal y el parto institucionalizado pa­ra todas las embarazadas, sin tomar en cuenta si viven en zonas rurales o urbanas. Ello se comporta con especial atención para aquellas que residen en zonas de difícil acceso, lo que garantiza la salud materna y contribuye a que se alcancen indicadores de mortalidad materna de calidad; y para las madres adolescentes que reciben un se­guimiento estricto y un acompañamiento durante el embarazo, el parto y el puerperio.

Ellos y ellas en el centro del vórtice
El mayor y mejor recurso de un país es su po­blación, por lo que construir una sociedad que in­cluya a cada segmento de esta es vital para la articulación de cualquier proyecto social. Pero, son los adolescentes y jóvenes estratégicos dentro de esta construcción, y conocer hacia donde van, qué piensan, necesitan, y quieren es el primer paso…

En Cuba, son múltiples las urgencias y desa­fíos a los que se enfrentan todavía. Según refirió el CESJ en el panel, enfocar desde el género las estrategias políticas para la atención a las juventudes y a toda la población si­gue siendo necesario, en aras de posibilitar una educación popular transformadora de los basamentos machistas de nuestra cultura cívica, defendidos in­cluso por mujeres de todas las edades. Al respecto, las percepciones de riesgo de enfermedades de trans­misión sexual y embarazo —se­ña­laron los po­nen­tes— son más expresadas por mujeres y esto no es por co­rres­pondencia genética sino social.

Por otro lado, la cultura y otras consideraciones fa­miliares inciden en que aún no sean muchos los hombres, ni familias las que se acojan a “la ley de paternidad” luego del nacimiento de los hijos, la cual permite la asunción familiar de estrategias en función de la rápida incorporación de la madre joven al escenario de estudio o trabajo.

Se trata del Decreto-Ley 234 de la Maternidad de la Tra­ba­jadora (2003), con su Resolución complementaria número 22/2003, que otorga iguales derechos a los padres cubanos para obtener una licencia laboral y quedarse al cuidado de los hijos durante el primer año de vida. Si bien esta ley es un logro, aún este derecho  en­cuen­tra prejuicios, estereotipos y resistencias en la so­ciedad cubana.

También, señalaron los panelistas, los escasos servicios de cuidados a personas adultas mayores condicionan, de igual forma, la dedicación de las mujeres a estos, renunciando a sus proyectos de vida como estudiantes o trabajadoras.

La investigadora del Centro de Estudios De­mo­gráficos de la Universidad de La Habana (CE­DEM), Grisell Rodríguez, decía sobre este te­ma a Gran­ma que esto forma parte de un problema  “puer­tas hacia adentro, donde se mantienen y re­producen patrones de comportamiento machistas, y prevalece la sobrecarga de roles a la mujer”.

Es una realidad que las responsabilidades asumidas hacia el interior de la familia hacen que mu­chas jóvenes capacitadas, renuncien a las posibilidades de ocupar cargos de dirección en el escenario del Estado y el gobierno; a pesar de las políticas que favorecen que esto pueda ser posible. A ello, se suma la carencia de escenarios de cuidado a los menores, en respuesta a la alta demanda, por lo cual muchas se ven ante la disyuntiva de renunciar al estudio o el trabajo, para cuidar a su descendencia, dijeron los expertos.

En lo que se refiere a salud sexual y reproductiva, es el embarazo adolescente en Cuba un foco de atención sobre el cual deben centrarse las miradas desde los múltiples sectores involucrados.

Si bien las estadísticas regionales están muy por encima de la tasa de embarazo adolescente del país, la tasa en Cuba de fecundidad adolescente —que de acuerdo con datos de la Dirección de Re­gistros Médicos y Estadísticas de Salud del Mi­nisterio de Salud Pública, es de 51.8 por 1 000 mu­jeres de 15 a 19 años— es una muestra que exis­ten brechas en este sentido.

“Cuando una adolescente queda embarazada o tiene un hijo, su salud, educación, potencial de obtener ingresos y todo su futuro pueden estar en peligro, y puede quedar atrapada en una vida sumida en la pobreza, la exclusión y la impotencia”, señaló la máster Raida Semanat, investigadora de la línea Fa­milia y Sexualidad del CESJ.

De ahí que, apuntó, resulta imprescindible que las familias comprendan el derecho que tienen las y los adolescentes a la información sobre anticoncepción, porque forma parte del derecho que tienen a su salud. Insistió en el hecho de que salvar estas brechas  en los más jóvenes es garantizar un proyecto de independencia e igualdad de posibilidades, sobre todo para la mujer.

Familia y escuela… Un camino para andar
Pero esa inversión en adolescentes y jóvenes no puede ir desligada de la que se haga en la familia, crucial para revalorizar el papel de esta  en relación con esas poblaciones, reflexionó María Josefa Luis.

A juicio de la Doctora en Ciencias Keyla Es­tévez, jefa del Departamento Sociopolítico del CESJ, “hay dos instituciones en la sociedad —la familia y la escuela cubana— que tienen los roles de la educación, pero está faltando que se complementen en una mejor preparación de todas las juventudes, y hoy no se les exige en este sentido”.

Estas dos instituciones, dijo, saben que tienen mu­chas deudas al respecto. “Hoy está ocurriendo un fenómeno en la sociedad cubana relacionado con que los adolescentes y jóvenes creen ciegamente y hacen lo que dice la familia. Nuestro último estudio  de adolescentes reveló que esta institución es la que decide por los jóvenes, por ejemplo, en cuanto a su futuro profesional, relación con los
coetáneos…”.

“Desde Vi­gots­ky 1 y otros expertos que han estudiado estos te­mas, quedó sentado que la principal actividad para el adolescente era el intercambio con los coetáneos, llevarse bien con su grupo, y que este  lo autodetermine, autorregule, autoexija, autoevalúe…”, reflexionó.

Sin embargo, ¿qué está sucediendo hoy en Cuba?, insistió. “El grupo no se está conformando por afiliación (por destacamentos, organizaciones como la FEEM) sino por los que son similares a uno, esto quiere decir que dentro de la propia escuela cubana hay subdivisiones por clase”.

En este contexto, argumentó, “donde la fa­milia está decidiendo, y está claro que es en las dos instituciones referidas donde se debe decidir todo, debemos apostar que las inversiones se hagan dentro de las mismas. No es responsabilidad ni de los me­dios de comunicación, ni de un organismo es­pecífico, sino de que la sociedad acabe de asimilar que debe unirse en función de la educación de los más jóvenes. Eso implica las críticas.

“Pero hay que tener en cuenta que se trata de una sociedad que ha arrastrado más de 20 años de situaciones económicas difíciles, donde la fa­milia se ha adaptado a ‘resolver cosas’ de una forma muchas veces no convencional ni educativa, al tiempo que la escuela ha pasado por ese difícil periodo acarreando pérdida de maestros, planes de estudios descontextualizados… y un grupo de temas que, en ambas instituciones, es­tán impidiendo educar de una forma mejor”.

De acuerdo con Estévez García, se re­quie­re de una ma­yor conciencia, de atemperar planes de estudios, que se elaboren currículum más apegados a las individualidades, y que permitan y les den libertad al claustro de profesores de adaptar los contenidos a las condiciones de un lugar, e insertar temas de impacto para la comunidad.

“Hoy el Ministerio de Educación está escribiendo un perfeccionamiento donde el currículum institucional es el que el claustro de profesores puede modificar en función de las peculiaridades del entorno inmediato y el alumno. Pero ¿hemos educado a la gente para eso, cómo le decimos a un metodólogo municipal o funcionario de cualquier nivel que tiene que preguntar  cómo lo hace cada centro, y adaptarse a las adecuaciones internas?

“Hará falta un periodo de adaptación en que la gente entienda que ya puede proponer, y que de ello depende hacer y cambiar un grupo de cosas”, señaló.

Por otra parte, precisó que es urgente logar que lo cognitivo vaya de la mano de lo formativo. “Existe hoy la asignatura de educación cívica que intenta suplir estas carencias, pero no es suficiente. ¿Cómo se hace conciencia ciudadana? To­­dos los días. Puede perfectamente un profesor de Biología a la vez que enseña sobre las células, transmitir a sus estudiantes que debemos cuidar el entorno y ver la vida integralmente. Y eso le falta a la escuela cubana hoy”.

En este sentido— mencionó— debemos  tra­tar que los cambios y transformaciones se pien­sen en función de ese niño, adolescente o joven, no co­mo adulto, si­no como muchacho/a que nació en el entorno de una familia, que arrastra años de periodo especial, que interactúa con un celular al lado de su cuna… y la educación tiene que transformarse a tono con ese contexto.

Para la investigadora del CESJ, la escuela tiene además responsabilidad en la formación de la familia, y al respecto mencionó que el programa de las vías no formales, es uno de los buenos espacios que existen para educar y preparar a esta en mu­chos temas, pero no se han aprovechado todas sus potencialidades.

Construir un futuro a tu medida
En ese sentido refirió Estévez García que hay que propiciar políticas integrales, acciones que les permitan desarrollarse a los jóvenes por sí mismos, a partir de las cuales les brindemos oportunidades de independencia, autodeterminación, y participación más amplia y donde ese joven autoconstruya cómo quiere que sea su vida. “De­be­mos ser menos verticalistas y paternalistas. Par­ticipar implica poder, querer y saber hacerlo”.

En ese contexto, y con la mirada puesta además en mantener un conjunto de logros e indicadores alcanzados, es fundamental propiciar espacios de participación y fortalecer los ya existentes, en tanto “potenciar la identidad na­cional en nuestros jóvenes, categoría en constante renovación”, es también una urgencia en la búsqueda de que las nuevas generaciones “se apropien de lo mejor de nuestra cultura, la hagan suya, la fortalezcan y la renueven”, reflexionó el director del CEDEM, Antonio Aja Díaz.

“Si queremos tener en un futuro ciudadanos participativos, revolucionarios, dispuestos, saludables, alegres, hay que ocuparse en esta etapa, de la cual dependerá el ciudadano de otros tiempos”, apunta la especialista María Josefa Luis.

Al respecto, mencionó que en los estudios de participación realizados por el CEJC los jóvenes —aunque reconocen que existen varios— ha­blan de la necesidad de espacios de comunicación y que se tengan en cuenta sus cri­te­rios. “Los espacios existen pe­ro no siempre se aprovechan. Para participar hay que saber hacerlo y ahí hay una brecha”, apuntó la experta.

Con este criterio coincide An­to­nio Aja, para el cual “nuestros jóvenes de­ben encontrar y reconocer al escenario de la sociedad cubana como el de su futuro y no solo el del presente”, y agrega que “la cla­ve está en cómo logramos que hagan esta realidad suya y participen en la conformación de ese futuro al que aspiran, lo cual incluye entregarles la posibilidad de la toma de decisión de ellos y ellas sobre dicha construcción social”.

Aja significó que en la sociedad actual, no pueden perderse de vista que para estas poblaciones existen temas vulnerables de los que no po­demos desentendernos, pues forman parte de realidades en el mundo, y a las cuales estamos expuestos. En ese sentido mencionó conductas como la drogadicción, la prostitución, el alcoholismo, donde la escuela, la familia y los medios de comunicación tienen un rol determinante.

Al calor de nuevos cambios
Con los nuevos escenarios en el ámbito socio económico que se abren en el país, emergen va­rias preocupaciones para los jóvenes cubanos.

Si por una parte —explica la investigadora Ma­ría Josefa Luis Luis— en la esfera laboral se ha visibilizado la importancia que ha representado el hecho de que el Estado garantice el empleo, y aún la mayoría de los jóvenes trabajen en el sector estatal; es una realidad el acercamiento creciente al sector privado. “Hoy conviven el querer trabajar con el Estado, para garantizar la seguridad laboral, y el deseo de em­plear­se además en el privado, para satisfacer las necesidades que el salario no permite cubrir”.

Pero las nuevas formas de gestión imponen, también a los jóvenes, múltiples retos; ante prácticas ya consolidadas como que el mayor número de contratos no se hacen por escrito sino de forma verbal. Es una alerta, pues esta población ve distante el proceso de jubilación y ni siquiera piensa en ello, advirtió.

“Entre un 29 y 31 % de los trabajadores por cuenta propia son jóvenes, y de ellos alrededor de un 46 % son contratados”, refirió la entrevistada.

Asimismo, acotó que las investigaciones re­velan que hay más hombres que mujeres dueñas de negocios, y proporcionalmente es mayor, en el caso de ellas, el número de mujeres jóvenes contratadas que propietarias de determinada ac­tividad comercial. En el caso de las muchachas, la investigadora explicó se suman hoy otras limitaciones, pues ellas se enfrentan a exigencias que pueden ir desde condicionantes de edad, color de la piel hasta el ser madres o no, entre otras.

Fuente: http://www.somosjovenes.cu/articulo/adolescencia-y-juventud-cuba-urgencias-y-desafios-final

Imagen: www.somosjovenes.cu/sites/default/files/articulos/adolescentes_5_juventudrebelde.jpg

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Lo romántico es político

Coral Herrera Gómez

Para transformar o mejorar el mundo que habitamos hay que tratar políticamente el tema del amor, reflexionar sobre su dimensión subversiva cuando es colectivo, y su función como mecanismo de control de masas cuando se limita al mundo del romanticismo idealizado, heterocentrado y heterosexista.

Amamos patriarcalmente. Amamos democráticamente. Amamos como los capitalistas: con el ansia voraz de poseer al objeto de amor, con el ansia brutal del que colecciona piezas de caza. Nos conquistamos, nos endulzamos, nos fusionamos, nos separamos, nos destruimos mutuamente… nuestra forma de amar está impregnada de ideología, como cualquier fenómeno social y cultural.

El amor romántico que heredamos de la burguesía del siglo XIX está basado en los patrones del individualismo más atroz: que nos machaquen con la idea de que debemos unirnos de dos en dos no es casual. Bajo la filosofía del “sálvese quién pueda”, el romanticismo patriarcal se perpetúa en los cuentos que nos cuentan en diferentes soportes (cine, televisión, revistas, etc.).

A través de los cuentos que nos cuentan, asumimos los mitos, los estereotipos, los ritos y los roles de género tradicionales, y mientras consumimos ideología hegemónica, nos entretenemos y nos evadimos de una realidad que no nos gusta. Consumiendo estos productos románticos aprendemos a soñar con una utopía emocional posmoderna que nos promete la salvación eterna y la felicidad conyugal. Pero solo para mí y para ti, los demás que se busquen la vida.

Frente a las utopías religiosas o las utopías sociales y políticas, el amor romántico nos ofrece una solución individualizada, y nos mantiene distraídas soñando con finales felices.  El romanticismo sirve para que adoptemos un estilo de vida muy concreto, para que nos centremos en la búsqueda de pareja, para que nos reproduzcamos, para que sigamos con la tradición y para que todo siga como está.

El romanticismo patriarcal sirve para que todo siga como está. Unos disfrutando de sus privilegios de género, y las otras sometiéndose a los pequeños reyes absolutos que gobiernan en sus hogares. Sirve, también, para ayudarnos a aliviar un día horrible, para llevarnos a otros mundos más bonitos, para sufrir y ser felices con las historias idealizadas de otros, para olvidarnos de la realidad dura y gris de la cotidianidad. Sirve para que, sobre todo las mujeres, empleemos cantidades ingentes de recursos económicos, de tiempo y de energía, en encontrar a nuestra media naranja. Ante el fracaso, deseamos que todo cambie cuando encontremos al amor ideal que nos adore y nos acompañe en la dura batalla diaria de la vida.

Cada oveja rumiando su pena con su pareja.

Estamos rodeadas de afectos en nuestra vida, pero si no tenemos pareja decimos que “estamos solas”. Las que tienen pareja aseguran que la soledad que sienten en compañía es mucho peor. Muchas mujeres siguen creyendo que la pareja amorosa es la solución a su precariedad, a su vulnerabilidad, a sus problemas personales. Las industrias culturales y las inmobiliarias nos venden paraísos románticos para que busquemos pareja y nos encerremos en hogares felices, entornos de seguridad y aburrimiento que pueden llegar a convertirse en infiernos conyugales.
Las parejas de hoy en día siguen siendo profundamente desiguales, desequilibradas, jerárquicas, y casi todas practican la división de roles: heteros, lesbianas, bisexuales, gays… el amor es el reducto final en el que se ancla el patriarcado. El individualismo del romanticismo patriarcal nos sume en ensoñaciones románticas mientras nos quitan derechos y libertades… todavía una gran parte de la población permanece adormilada, protestando en sus casas, soñando con El Salvador o el Príncipe Azul.

Los medios de comunicación tradicionales jamás promueven el amor colectivo si no es para vendernos unas olimpiadas o un seguro de vida. Si todos nos quisiésemos mucho el sistema se tambalearía, pues está basado en la acumulación egoísta de bienes y recursos y no su gestión colectiva y solidaria. Por ello es que se prefiere que nos juntemos de dos en dos, no de veinte en veinte: es más fácil controlar a dos que a grupos de gente que se quiere.

El problema del amor romántico es que lo tratamos como si fuera un tema personal: si te enamoras y sufres, si pierdes al amado o amada, si no te llena tu relación, si eres infeliz, si te aburres, si aguantas desprecios y humillaciones por amor, es tu problema. Igual es que tienes mala suerte o que no eliges a los compañeros o compañeras adecuadas, te dicen.

Pero el problema no es individual, es colectivo: son muchas las personas que sufren porque sus expectativas no se adecúan a lo que habían soñado. O porque temen quedarse solas, porque  necesiten un marido o una esposa, o porque se decepcionan cuando comprueban que el romántico no es eterno, ni es perfecto, ni es la solución a todos nuestros problemas.

Lo personal es político, y nuestro romanticismo es patriarcal, aunque no queramos hablar de ello en los foros y asambleas.  También la gente de izquierdas y los feminismos seguimos anclados en viejos patrones de los que nos es muy difícil desprendernos. Elaboramos muchos discursos en torno a la libertad, la generosidad, la igualdad, los derechos, la autonomía… pero en la cama, en la casa, y en nuestra vida cotidiana no resulta tan fácil repartir igualitariamente las tareas domésticas, gestionar los celos, asumir separaciones, gestionar los miedos, comunicarse con sinceridad, expresar los sentimientos sin dejarse arrastrar por la ira o el dolor…

No nos enseñan a gestionar sentimientos en las escuelas, pero sí nos bombardean con patrones emocionales repetitivos y nos seducen para que imaginemos el amor a través de una pareja heterosexual de solo dos miembros con roles muy diferenciados, adultos y en edad reproductiva. Este modelo no solo es patriarcal, también es capitalista: Barbie y Ken, Angelina Jolie y Brad Pitt, Javier Bardem y Penélope Cruz, Letizia y Felipe… son parejas exitosas mitificadas por la prensa del corazón para que las tomemos como modelo a seguir. Es fácil entender, entonces, porqué damos más importancia a la búsqueda de nuestro paraíso romántico que a la de soluciones colectivas.

Para transformar o mejorar el mundo que habitamos hay que tratar políticamente el tema del amor, reflexionar sobre su dimensión subversiva cuando es colectivo, y su función como mecanismo de control de masas cuando se limita al mundo del romanticismo idealizado, heterocentrado y heterosexista.

Si me pongo romántica queer, me da por pensar que el amor de verdad podría destruir patriarcado y capitalismo juntos. Las redes de solidaridad podrían acabar con las desigualdades y las jerarquías, con el individualismo consumista y con los miedos colectivos a los “otros” (los raros, las marginadas, los inmigrantes, las presidarias, los transexuales, las prostitutas, los mendigos, las extranjeras). Para poder crear estas redes de amor tenemos que hablar mucho y trabajar mucho: queda todo el camino por hacer.

Tenemos que hablar de cómo podemos aprender a querernos mejor, a llevarnos bien, a crear relaciones bonitas, a extender el cariño hacia la gente y no centrarlo todo en una sola persona. Es hora de que empecemos a hablar de amor, de emociones y de sentimientos en   espacios en los que ha sido un tema ignorado o invisibilizado: en las universidades, en los congresos, en las asambleas de los movimientos sociales, las asociaciones vecinales, los sindicatos y los partidos políticos, en las calles y en los foros cibernéticos, las comunidades físicas y virtuales.
Hay que deconstruir y repensar el amor para poder crear relaciones más igualitarias y diversas.

Es necesario despatriarcalizar el amor, eliminar las jerarquías afectivas, desmitificar finales felices, volverlo a inventar, acabar con los estereotipos tradicionales, contarnos otras historias con otros modelos, construir relaciones diversas basadas en el buen trato, el cariño y la libertad.  Es necesario proponer otros “finales felices” y expandir el concepto de “amor”, hoy restringido para los que se organizan de dos en dos.

Ahora más que nunca, necesitamos ayudarnos, trabajar unidos por mejorar nuestras condiciones de vida y luchar por los derechos humanos para todos. Para acabar con la desigualdad, las fobias sociales, los odios y las soledades, necesitamos más generosidad, más comunicación, más trabajo en equipo, más redes de ayuda. Solo a través del amor colectivo es como podremos articular políticamente el cambio.

Confiando en la gente, interaccionando en las calles, tejiendo redes de solidaridad y cooperación, trabajando unidos para construir una sociedad más equitativa, igualitaria y  horizontal. Pensando y trabajando por el bien común, es más fácil aportar y recibir, es más fácil dejar de sentirse solo/a, es más fácil elegir pareja desde la libertad, y es más fácil diversificar afectos. Se trata, entonces, de dar más espacio al amor en nuestras vidas, de crear redes afectivas en las que podamos querernos bien, y mucho.

Que falta nos hace.

Fuente del articulo: http://www.pikaramagazine.com/2014/02/lo-romantico-es-politico/#sthash.TwDCT6W1.dpuf

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China: Refuerza su control sobre los medios digitales

Asia/China/21 Agosto 2016/Fuente y Autor: 20minutos

El gobierno chino considerará a los editores de cibersitios de noticias responsables últimos del contenido que publican después de que varios de ellos difundiesen este año material considerado embarazoso para el presidente del país, Xi Jinping.

Medios estatales informaron el jueves de las nuevas leyes, que señalan a los editores como principales responsables, alegando que las páginas webs de noticias deben monitorear su contenido las 24 horas del día para garantizar una «orientación correcta, exactitud en los hechos y fuentes apropiadas».

La promulgación de las nuevas leyes coincide con el aumento del control que ejerce Xi sobre los medios chinos y el ciberespacio.

Tencent, uno de los cibersitios más populares de China, despidió a su editor jede tras un titular publicado en julio que decía por error que Xi había ofrecido un «furioso» — en lugar de «importante» — discurso en la celebración del aniversario del Partido Comunista. En marzo, una web llamada Wujie publicó, al parecer sin darse cuenta, una carta en la que se pedía la renuncia de Xi.

Fuente de la noticia: http://www.20minutos.com/noticia/58045/0/china-refuerza-su-control-sobre-los-medios-digitales/#xtor=AD-1&xts=513357

Fuente de la imagen:http://epanews.media/wp-content/uploads/2016/08/0017816500.jpg

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Ética y Semiótica del Informe MacBride: Algunas disquisiciones desordenadas para un Nuevo Orden de la Información y la Comunicación

Por. Fernando Buen Abad.

“La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría.” K. Marx.

No se habían enfriado los cadáveres en Vietnam, no salíamos aun del estupor por las carnicerías humanas que la televisión transmitía en los horarios de meriendas y en los periódicos del desayuno… cuando la UNESCO propuso a Sean MacBride el desarrollo de un Informe mundial (1976-1980) sobre los “medios de comunicación” y el papel que jugaban y jugarían ante el Derecho de los pueblos recibir, proveerse y proveer, información y comunicación. En 1983 el 90% de los medios en USA estaban controlados por 50 empresas… en el año 2001 es 90% estaba controlado por 6 empresas.

En el corazón del Informe MacBride fluye un conjunto de preocupaciones que no sólo tienen por ingrediente las preocupaciones por los desarrollos comerciales de los medios, los avances tecnológicos y su distribución, los problemas jurídicos y los problemas de Estado. Está, también, en debate y diagnóstico el ejercicio de derechos cruciales que en el campo de la producción de información y de medios para la comunicación social deben garantizar igualdad de condiciones y libertad para las múltiples necesidades expresivas de los pueblos. Está en debate la hegemonía del capital en la producción de sentido y el papel de contra la emancipación de los pueblos.
De manera implícita el Informe MacBride abre la puerta para analizar las herramientas con que será posible construir el Nuevo Orden que reclama para la Información y la Comunicación más la forma de garantizar igualdad de oportunidades e igualdad de condiciones a las “Voces Múltiples” que exigen su lugar en “Un Solo Mundo”.

El problema es fundamentalmente económico. Ciencias como la Ética y la Semiótica emancipadas de algunas hegemonías academicistas y léxicas, deberían ser herramientas muy dinámicas y apasionantes para las tareas formativas y prácticas en la lucha por el conocimiento social forjado de manera dialéctica y no por métodos escapistas y aislados. Los aportes científicos no pierden calidad cuando exponen, también, los planteamientos políticos transformadores que los pueblos necesitan para sus luchas. Es urgente dejar de suponer que la Ética o la Semiótica son disciplinas inconexas o formas pseudo-místicas asexuadas de uso exclusivo para iniciados en los mieles de las canonjías y prebendas “académicas” .

Abundan los comunicólogos vendedores de vacío ideológico que embriagados de sí mismos fabrican fetiches para olvidar la historia en que viven. Ni falta hace escribir sus nombres. Son padres, padrinos o padrastros de dogmas a granel cuyo destino primario es convertirse en objeto de repetición zonza en bocas de algunos estudiantes condenados a la mediocridad de lecturas infladas con alientos de cenáculos burgueses.

No son pocas las bibliografías que miran en la Ética y en la Semiótica paraísos para estudiar la realidad siempre reducida a juguete del racionalismo y del empirismo más bobos. En esos paraísos es la conciencia la que determina al ser, lo social es una entelequia sin manchas de clase y la historia es una rueda tarada que no avanza. Lo más progresista para ellos es el retorno a lo “primitivo”. Y sobre esa sopa de confusiones y naderías flota una nata espesa de impotencia, inmovilidad y quietismo pasmosos. Crema y nata del reformismo.

Ética y Semiótica deben convertirse pronto en herramientas para transformar la base económica de la sociedad e impulsar una revolución de toda la superestructura. Ser útiles a los cambios materiales de las condiciones económicas de producción y ser útiles en la transformación profunda de las formas jurídicas, políticas, artísticas o filosóficas de una sociedad nueva sin clases y sin patrones. En suma ser útiles en el desarrollo de todas las fuerzas objetivas y subjetivas que la humanidad necesita para consolidar la conciencia de sus fuerzas a la hora de resolver definitivamente su emancipación. Es absolutamente indebido desviar la praxis de la Ética y la Semiótica, de los hechos económicos básicos, de las ideas políticas, de las estructuras jurídicas… y los actos condicionados por ellas. El precio que se paga por esa desviación es que, entre otras calamidades, se divorcia el contenido de la forma y caemos en la trampa oligarca anhelada para hundirnos en errores y tergiversaciones.

Y cuando esa desviación determina nuestros métodos de análisis y de acción, negamos su desarrollo social y negamos el papel y el efecto que la Ética y la Semiótica desempeñan en la historia. Descubrimos que todo tratamiento anti-dialéctico y metafísico de la Ética y de la Semiótica distorsiona por definición los hechos económicos y los hechos subjetivos, incluso desde sus propias causas. Y esa aberración  es convertida en negocio de ellos para entretenernos con sus aulas, con sus iglesias o con sus mass media. Por eso hay que consolidar la Ética y la Semiótica como baluartes de la Ciencia Revolucionaria.

Necesitamos una Ética y una Semiótica desalineadas para intervenir -en clave de lucha- en la trama jurídica, política, religiosa, artística o filosófica… así como en todas las formas “ideológicas” para desactivarlas de raíz y esclarecer el cometido de inundar a los pueblos con “falsa conciencia”, ilusionismo e inmovilismo que son motores de toda distorsión de la realidad. Requerimos Ética y Semiótica como ciencias emancipadas para impulsar la emancipación de la humanidad.

Más vigente que nunca, el Informe MacBride sobrevive al olvido que le impusieron los comerciantes de la Información y de la Comunicación y hoy sigue exigiéndonos las respuestas teórico-prácticas que más nos urgen, con la Ética y la Semiótica emancipadas y emancipadoras, siempre a la mano de las luchas populares. Sin olvidar la Estética.

Fuente:http://www.telesurtv.net/bloggers/Etica-y-Semiotica-del-Informe-MacBride-Algunas-disquisiciones-desordenadas-para-un-Nuevo-Orden-de-la-Informacion-y-la-Comunicacion-20160801-0005.html

Imagen: http://ssociologos.com/wp-content/uploads/2014/05/medios-de-comunicaci%C3%B3n.jpg

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Entrevista a Guillermo Mastrini: “Leyes de comunicación en América Latina, un viaje de ida y vuelta»

31 Julio 2016/Fuente:Celag/Autora:Ava Gómez Daza

Guillermo Mastrini es doctor en Ciencias de la Información y la Comunicación y se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Quilmes. Ha publicado, entre otros libros, Las políticas de comunicación del Siglo XXI, en colaboración con Diego de Charras y Ana Bizberge (2013); Siete debates Nacionales en Comunicación, con Ornela Carboni (2013); Los dueños de la palabra y Los monopolios de la verdad (2009), con Martín Becerra.

En esta ocasión, el profesor Mastrini reflexiona sobre las leyes y políticas públicas de comunicación que se implementaron en el marco de los gobiernos progresistas del último cuarto de siglo en América Latina, analiza los cambios en las características de los actores (privados, comunitarios y estatales) y hace una primera lectura del proceso regresivo que se vive en Argentina tras la aplicación del DNU que modifica la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, el cual repercute en las formas de participación ciudadana, así como en la concentración del sector.

Ya ha pasado más de una década desde que se inauguró una serie de reformas en el sector comunicacional por medio de la aplicación de distintas leyes y políticas públicas de comunicación, en el marco del “giro progresista” de América Latina ¿podría hacer un paneo general de los cambios suscitados en el terreno comunicacional en la región?

Yo creo que el principal cambio, o uno que sin duda es bastante común a todos los países, es que se pone la discusión sobre políticas de comunicación en el centro de la agenda. Esto puede parecer menor, pero no lo es porque históricamente en América Latina era un tema del que no se hablaba prácticamente. Es decir, no es que no hubiera políticas de comunicación, pero su discusión quedaba reservada a sectores directamente interesados como son los grandes propietarios de medios y algunas organizaciones especializadas del Estado. A partir de la llegada de estos gobiernos progresistas, efectivamente el tema de las políticas de comunicación y de los intereses de los medios de comunicación y cómo los actores y cómo los medios no son un mediador neutral, sino un actor político interesado, pasa a estar en el centro del debate político. Y eso creo que es una cuestión importante, porque de cara a una idea (aunque esto habría que estudiarlo más) que podríamos decir imperante sobre esa neutralidad de los medios como meros intermediarios, transmisores neutros de información. Esa idea es cuestionada y me parece que es interesante y creo que es uno de los saldos que deja esta década, que en la mayor parte de los países, hay una creciente concepción ciudadana respecto al rol de los medios de comunicación en la sociedad, que no es –y esto lo marco- algo que esté pasando a nivel mundial, quiero decir: no es que en Europa acompañen ese proceso, no es que en EE.UU. acompañen ese proceso, no, más bien en los otros lugares se mantiene esa idea de neutralidad de los medios de comunicación, por lo menos en forma de lo que puede pensar la mayor parte de la sociedad. Creo que eso ha sido uno de los rasgos fundamentales.

¿Cuáles fueron los elementos comunes?

Obviamente, ya en el plano más concreto, menos conceptual o menos filosófico, le diría que hay una reforma significativa también en tres puntos que para mí son los que básicamente se abordan, o en los que se ha tenido algún tipo de avance: uno es la propias reformas regulatorias, otro es el sistema vinculado a los medios de comunicación comunitarios, populares alternativos y, otro, sería el sistema de medios de propiedad estatal. En general estos tres elementos suelen aparecer en casi todos los países, en algunos más desarrollados, en otros menos desarrollados, en varios casos con reformas legales concretas; podemos hablar de Argentina, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Venezuela (por lo menos eso es lo que está comprobado) y, en otros, con discusiones en torno a esa necesidad, aunque sin aprobar regulaciones concretas.

¿Qué significó su implementación?

El tema que aparece prácticamente en todos los casos y sobre el que se desarrolla algún tipo de política ha sido el de los medios de propiedad estatal. Generalmente en América Latina estos medios eran como el “hermanito pobre” de la televisión comercial, eran esos medios a los que nadie les prestaba atención y a los que normalmente se les dejaba una tarea educativa marginal casi destinada a clases ilustradas. Yo creo que hay una potenciación por lo menos en el plano tecnológico, en el plano de las capacidades de transmisión y hay aquí sí un error grave de todos los gobiernos y es que al potenciar su capacidad de emisión, al potenciar su interés en el vínculo con la audiencia se nota mucho más su carácter oficialista y, en este sentido, los gobiernos progresistas no pudieron romper algo que venía de antes pero que ellos en todo caso han potenciado, que es que los medios de comunicación sean visualizados por la población como canales totalmente destinados a defender las políticas oficiales.

Y yo creo que esto es un error grave porque ha deslegitimado el rol de los medios públicos, porque por otra parte lo único que generan es que tienen una audiencia cautiva de los ya convencidos, es decir, de la gente que apoya al gobierno con lo cual tampoco, ni siquiera podríamos decir que hay un rédito político alto al transformar esto y sí que se perdió la ocasión de legitimar unos medios (y ahora sí voy a utilizar una palabra que hasta ahora no usé) más de servicio público, que hubieran podido constituir una alternativa a la programación comercial. Lógicamente, para que la sociedad si involucre, además de procesos, de periodos largos y del tiempo necesario, también hay que ofrecerle una cierta garantía de que no es un mero reproductor de la ideología del gobierno y eso, desde mi punto de vista, las poblaciones lo han percibido muy claramente y por eso hay que aclarar, con todo este despliegue que ha hecho el Estado en inversión en infraestructura, en ampliación de las redes, en mejora de las capacidades de transmisión, sin embargo, en casi ningún país se nota un aumento de la audiencia de estos canales, o sea, es un enorme despliegue para muy poco resultado.

Yo creo que ahí hay una oportunidad perdida, creo que efectivamente en varios países se ganó en el derecho a la comunicación, a la legitimidad, en relación a los medios comunitarios, alternativos, creo que se instaló que tienen el derecho de existir, por ejemplo en Argentina, que ahora estamos en una fase regresiva, en una fase de discusión, no se está pensando en quitarles nada, o sea, es muy difícil decir: “ahora vamos a anular el derecho de…”, esto, que parece una nimiedad, no lo es tanto porque recordemos que hasta antes de estos procesos estos medios no tenían ningún derecho, quiero decir, legalmente, en el caso por ejemplo argentino, pero en muchos otros, no tenían derecho a existir y hoy en casi ningún país se discute el derecho a existir de estos medios. A veces solemos ser muy duros en los análisis y hay que reconocer que estos gobiernos han supuesto, en algunos casos, ampliaciones de derechos.

¿Qué ha pasado en relación a las leyes de comunicación?

Yo creo que ha habido también un problema ahí con la regulación de la comunicación y ésta es una discusión bastante más amplia y más compleja centrada en para qué regular la comunicación. Acá hay dos opciones que se han abierto: por un lado, si es para generar el marco propicio para establecer una política de comunicación democrática y, por otro lado, si es para generar el marco propicio para tener más medios afines al gobierno. Y en general le diría que si bien podemos decir que todas tienen un estilo común, hay leyes que, desde mi punto de vista, son respetuosas de los principios y estándares internacionales de libertad de expresión y hay otras que lo son mucho menos. No diría que son todas iguales, yo tengo objeciones importantes a las leyes de Ecuador y Venezuela, porque plantean niveles de discrecionalidad del poder Ejecutivo muy altos, en relación a la intervención sobre quienes opinen distinto del gobierno y eso es peligroso. Eso en el caso de la regulación de Argentina de Uruguay, incluso de Bolivia, no se aprecia, entonces no se puede equiparar, pero podemos decir que el espíritu general fue bastante similar. En ese sentido, en el caso uruguayo todavía no hay aplicación porque la ley está en la etapa de judicialización, pero en el caso argentino resulta claro que el estándar democrático que planteó la ley en su redacción no tuvo una continuidad en la política que aplicó el gobierno después. El gobierno podría, con un instrumento como el que tuvo en sus manos (una ley de servicios de comunicación audiovisual respetuosa con los estándares de libertad de expresión y legitimada en el parlamento, en la justicia –la Corte Suprema dijo que era absolutamente constitucional- etc.), haber desarrollado una política de comunicación. Sin embargo, se imitó prácticamente a una guerra con un grupo económico, como fue en el caso argentino, el Grupo Clarín, no llevando a cabo toda la otra política. Por ejemplo, prácticamente no se otorgaron licencias a los grupos comunitarios, no se llamó a nuevos concursos. Sí hubo algunos avances, por ejemplo, los créditos que se dieron a los medios comunitarios, pero, entre las herramientas que estaban disponibles y las que efectivamente fueron utilizadas, podemos decir que hay un saldo bastante grande. Entonces le diría, como saldos positivos, sobre todo en la instalación del tema en la sociedad y en cuanto al avance en los derechos consagrados, ya sea por vía legal o por vías menos formales, pero que también ha implicado el reconocimiento de un derecho a la comunicación bastante más proclive a los derechos sociales, de lo que existía antes de esta etapa de gobiernos progresistas.

¿Se podría hablar de algún tipo de falencia?

Desde mi punto de vista la implementación se guió más por cuestiones coyunturales, vinculadas a las necesidades políticas de los gobiernos en determinados momentos que hizo que, para quienes creímos en esto más como un proceso político de democratización de la comunicación, quedáramos medianamente insatisfechos en relación al proceso de implementación y creo que justamente las falencias han sido esas. Yo le diría que en algunos casos hubo déficits en la redacción de los instrumentos legales, sobre todo, insisto en Venezuela y en Ecuador. También, los problemas estuvieron en el plano de la aplicación y de la implementación, donde no existió, a ver y no hubo una comprensión entre las partes.

Por ejemplo, esto en el caso argentino es muy notorio; cuando el gobierno de Cristina Fernández lleva a la ley al Parlamento hace un esfuerzo de consensuar con fuerzas políticas que no eran las del propio gobierno para alcanzar una mayor legitimidad de la ley y negocia partes de la ley, quiero decir, cambia en relación a su proyecto original e integra propuestas de otros grupos parlamentarios de cara a ganar más apoyos para la ley. Esto, que es una estrategia política desde mi punto de vista interesante, nunca lo utilizó una vez que se aprobó la ley, una vez que se aprobó la ley no negoció nunca para dotar de legitimidad con otros grupos políticos la implementación de la ley. En definitiva, buscó apoyo político externo a la hora de sancionar la ley, pero una vez sancionada, en la implementación, fue absolutamente partidista lo cual, insisto, para mí fue un error gravísimo.

¿Podría decirnos cuál puede ser el impacto en Argentina de la reciente aplicación del DNU que reforma la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual por el gobierno de Mauricio Macri?

En los hechos prácticos es que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en sus principales aspectos ha quedado muerta. De hecho hace dos semanas el Congreso ratificó el DNU. Esto es un proceso complejo, más de la política interna de Argentina: el Decreto de Necesidad y Urgencia es una medida que está en la Constitución, que supuestamente es excepcional. En la constitución del 94 se lo reguló para que no hubiera abusos, porque si no el Ejecutivo asumiría las tareas del Parlamento, pero el kirchnerismo cambió el sistema de DNUs, los reguló de una manera en la cual con que una de las cámaras apoyara el DNU éste quedaría aprobado. O sea, para que un DNU no sea aprobado tiene que tener el rechazo de las dos cámaras. Así, mediante un mecanismo de reforma que hizo el kirchnerismo de los propios DNU el macrismo se aprovechó. No hay dudas que desde una estricta consideración legalista el decreto de Macri es legal, eso sí con una legitimidad política muy baja y con muy poco apoyo social en términos de los actores involucrados, salvo los grandes medios de comunicación, aunque no se han manifestado públicamente.

Además, antes de la aplicación del DNU había una situación bastante conflictiva que es que a partir de la ley sancionada en época de Cristina Fernández, la 26.522, los grupos tenían que adecuarse a la nueva regulación. La justicia había fallado que era legítimo y el gobierno solo por pelearse con Clarín en vez de completar ese proceso lo dejó incompleto, no lo pudo terminar, ningún grupo llegó a adecuarse durante el gobierno de Cristina Fernández y lo que hizo ahora el macrismo, directamente es decir: “bueno como ahora hay nuevas reglas, ninguno las incumple, esto se ha acabado”. O sea ha eliminado el proceso de adecuación a unas circunstancias de menor concentración. Efectivamente ha habido una afectación importante.

Otro elemento que generó el decreto es que extendió prácticamente por diez años más las licencias. Esto lo que transforma es que los activos de los medios privados se incrementan notablemente, porque gran parte del valor de un canal de televisión es los años de licencia que tiene, incluso hay interpretaciones que dicen que prácticamente van hacia un sistema de licencias indefinidas, eso habría que verlo en la nueva ley, en la que supuestamente están redactando, cómo queda pero iría hacia una idea de licencias indefinidas.

En términos de concentración, en resumen, se eliminan prácticamente todas las restricciones fuertes a la concentración para el cable y, para la radio y la televisión, se eliminan las más importantes. Por ejemplo, una que molestaba mucho a los grandes medios que eran las de propiedad cruzada entre canales de televisión y distribuidoras de cable. En estos momentos ha cambiado tanto la situación que de tener veinte grupos que tienen que adecuarse a los nuevos límites, hoy ninguno incumple la ley, o sea, ninguno de los grandes grupos concentrados que tenemos en Argentina, ni si quiera los más grandes incumplen la ley, con lo cual está claro que en términos de concentración ha sido muy favorable, sobre todo porque eliminó los artículos que restringían la concentración y directamente al cable lo sacó de esta legislación. Además, dieron por finalizados los procesos de adecuación que eran esa instancia que se había abierto en el gobierno por el cual los grupos muy grandes tenían que vender alguna parte. Aquí radica la gran oportunidad perdida, porque si eso se hubiera completado durante el kirchnerismo, más allá de que hubiera sido mucho o poco lo que hubieran vendido, yo creo que hubiera sido la primera vez (en la región seguro y no sé si no una de las primeras veces en el mundo) en que grupos de comunicación tienen que desprenderse por su excesivo tamaño. Claro uno puede decir: “es que son tan grandes que igual van a seguir siendo grandes” sí, pero los obligaste a dar un paso que no hubieran dado nunca, como querían más, porque querían que el Grupo Clarín se fragmentara más, finalmente no tuvimos nada y no lo vamos a tener por lo menos por muchos años.

¿Cómo afecta a las dinámicas de participación ciudadana?

El DNU implica la disolución de los entes o autoridades de aplicación que tenían algún moderado balance e integraba miembros de la oposición en el directorio. Éstos son sustituidos por una nueva autoridad donde el Ejecutivo tiene una absoluta mayoría y claramente ha puesto personas directamente ligadas al gobierno de Macri, es decir, si el macrismo cuando era la oposición le criticaba al kirchnerismo que quienes nombraba en la autoridad de aplicación eran militantes políticos del kirchnerismo, lo que hizo el macrismo, cuando llegó al gobierno, es hacer exactamente lo mismo, solo que con militantes del macrismo. En ese sentido las prácticas políticas son absolutamente coincidentes, solo que la otra ley integraba mejor miembros de la oposición que en este decreto. Si bien dicen que va a haber dos representantes para la oposición, todavía no han nombrado ninguno, con lo cual está funcionando sólo con una mayoría macrista.

¿Qué tipo de efectos trae la decisión para los diferentes actores (públicos, privados, comunitarios)?

Para el sector privado comercial realmente es muy importante lo que ha ocurrido, en cuanto a prolongación de licencias y eliminación de restricciones, para el sector comunitario, están ahora pensando en lo que ocurrió. Como prácticamente no se hicieron concursos las modificaciones todavía no han afectado y no han negado el derecho a existir, pero ahora evidentemente falta lo político, que es que se hagan los concursos para que se acceda a las licencias. No parecería ser un gobierno que va a promover mucho concursos en ese lugar, pero eso es una hipótesis que no podemos decir certeramente. Por lo pronto, en este momento se está dando una lucha, esta semana hubo una movilización, precisamente ante la nueva autoridad de aplicación, porque sobre el final del gobierno de Cristina Fernández a muy pocos medios comunitarios les dieron las licencias, pero ahora falta que se instrumente esa adjudicación y bueno esa es una de las disputas que hay en estos momentos en torno a eso.

Y en términos de televisión pública ha habido cambios importantes, prácticamente todos los conductores y la línea editorial de los medios públicos han sido cambiadas. Paradójicamente los medios públicos durante la etapa kirchnerista fueron tan alineados con el gobierno, que con muy poco que haga este gobierno pueden ser más plurales de lo que eran en el anterior. Por supuesto que hay un cambio y una reorientación de la línea hacia una cercanía al nuevo gobierno, quiero decir, no cambia en el sentido que van a estar alineados con el gobierno, pero probablemente estén menos alineados que con el gobierno anterior, no porque no estén muy alineados, sino porque en el otro estaban totalmente alineados.

La ley que se está haciendo actualmente o en la que se empieza a pensar a partir del DNU ¿tiene algún tipo de participación de diversos colectivos sociales interesados en este ámbito de la comunicación o está siendo algo más discrecional?

Hasta ahora es desde el gobierno, ellos han prometido en múltiples lugares, incluso en la audiencia que tuvo lugar la semana pasada, que van a hacer audiencias públicas y que van a invitar a todo el mundo. Hasta ahora se han reunido con los empresarios, pero con el sector comunitario, con el sector social y universitario no ha habido diálogo. Por ejemplo, a los comunitarios los recibieron y ellos fueron presentar todas las preocupaciones que tenían, pero no en torno a la nueva ley. Yo creo que el gobierno lo que va a hacer es avanzar con un proyecto fuerte y, después, los llevará a alguna audiencia pública, pero no creo que haya una elaboración participativa del proyecto de ley. No se vislumbra, no es la característica del gobierno, hasta ahora en casi todos los temas la actitud del gobierno ha sido “dialoguemos y consensuemos siempre que estén de acuerdo con nosotros”, es una forma bastante extraña del consenso. Creo que lo más complejo que van a tener van a ser las disputas inter-empresariales. En estos casos lo que más movilización genera no es la presión social, porque la realidad es que pese a lo que había dicho al principio de la entrevista de que el tema ha ganado importancia y todo, estos temas no están en el centro de la preocupación de las personas, hoy son mucho más conscientes que hace diez años, pero de todas formas lo que les preocupa es el precio del pan y de los medicamentos. Si los medios son de una manera u otra es algo que sí puede resultar en algún punto importante, pero que es lejano finalmente para la mayor parte de la población. Entonces lo que le quiero decir es que no es que haya una movilización masiva, sino más bien de lo sectores sociales más cercanos al tema: el universitario, los medios comunitarios. En este sentido el gobierno va a avanzar con los colectivos que le interesa que son los colectivos empresariales y harán una propuesta de ley seguramente muy permisiva en términos de concentración, incluso ellos probablemente retomen el principio que dice que no tiene que haber leyes específicas para la concentración, sino las que forman parte de los procesos defensa de la competencia generales, o sea no específicas, así que no creo que haya muchas limitaciones y efectivamente habrá que ver a cuántos diálogos llaman, yo no veo que vayan a ceder partes centrales de la ley a la discusión social y pública.

Aunque es pronto hacer un diagnóstico general, al parecer estamos ante un cambio de ciclo en político en América Latina ¿podría hacer una reflexión final entorno este cambio y sus posibles efectos en el sector comunicacional a nivel regional?

Sí, hay un cambio, en todo caso habría que ir un poco antes, si uno toma en cuenta la historia de América Latina, que gobiernos de izquierda moderada coincidan democráticamente por elección en una gran parte de los países de América Latina, es excepcional, sobre todo siempre lo digo, más de América del Sur, porque no fue el caso de México, ni casi de los países de América Central. Es un fenómeno desde mi punto de vista más de América del Sur, incluso por la propia constitución de UNASUR donde también participan Colombia y Perú. Yo no observo una “latinoamericanización” sino una subregionalización del proceso político, en términos de estos temas que hemos discutido aquí. De todas formas me parece un hecho, insisto, “anormal”, la continuidad política de nuestros países, siempre fue más bien de la derecha y en algunos casos, de la derecha moderada, en otros casos de regímenes autoritarios de derecha mucho más compleja.

Yo creo que el balance en términos de lo comunicacional deja un sabor agridulce, en el sentido de que nos mostraron todo lo que se podía hacer y al mismo tiempo lo frustraron, lo cual tiene una complejidad porque lo ha deslegitimado mucho. O sea cuando usted plantea a una sociedad la necesidad de democratizar la comunicación, pero después de unos años lo único que queda claro es que lo que quería era favorecer a su grupo y perjudicar a otro, eso la sociedad mal o bien lo percibe y, por supuesto, que los grandes medios se encargan de machacar eso todo el tiempo, pasado el ciclo político. Porque si usted pudiera argumentar hoy que efectivamente le dio nuevos beneficios a nuevos actores, sería más complejo, pero la realidad es que los beneficios concretos, por ejemplo en el caso venezolano, sí hay doscientas radios comunitarias, pero todas son vinculadas al gobierno. Y en el caso argentino ni si quiera hay doscientas radios nuevas legales. Éste es el problema: han planteado un montón de derechos, pero a la hora de concretarlos, nada. Hay que ver qué es lo que pasa en Uruguay. Uruguay puede ser un poco más moderado, siempre ha sido más moderado, pero ojalá pueda mostrar la cara virtuosa de estos procesos. En estos momentos en Uruguay está fallando la Corte Suprema sobre la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y, como parece, va a fallar mayoritariamente que es constitucional aunque haya algunas observaciones menores el gobierno podría implementarlas, si la implementa bien creo que puede ser un ejemplo virtuoso de lo que pudo haber pasado en otros países.

Por un lado un gran avance y por otro lado, también queda la inquietud que genera porque antes de esto existía la esperanza de hacerlo, pero nunca se había implementado, ahora que se hizo, me da la sensación de que efectivamente requiere un convencimiento democrático, que estos gobiernos en principio desde mi punto de vista no tenían.

¿Y ante un eventual “giro a la derecha”?

Esto hay que vincularlo con un proceso tecnológico que es todo el tema del fenómeno de convergencia, si se termina de completar el cambio de ciclo político, desde estos nuevos gobiernos, vamos a llamarlos “de derecha”, lo que se torna más importante es mirar las disputas inter-empresariales, si bien uno puede decir, estos gobiernos van a promover los intereses de las grandes empresas, los intereses de las grandes empresas nos son homogéneos, por ejemplo: Telefónica versus grupos de comunicación, en el caso Colombiano la disputa entre Slim y los grupos Caracol y RCN, que están peleando porciones de mercado del cable, TriplePlay, etc. Lo que cambia es esto; ya no es un gobierno contra los medios, sino las diferentes empresas tratando de influir sobre el sistema regulatorio para definir sistemas más favorables a unas empresas o a otras, porque tampoco hay que pensar que las empresas son monolíticas y tienen todas los mismos intereses. Ahí empieza a aparecer una serie de variables de discusión, en general alineadas con el aprovechamiento de los ciclos de negocio que genera la convergencia. Entonces se tendrá que decidir si se van a proteger los grupos nacionales o no, si se va a proteger la integración en grandes grupos dominados por las telefónicas o no y otra serie de discusiones. Eso va a ser recubierto del discurso de la modernidad: “con estas inversiones vamos a hablar mejor por teléfono, vamos a tener más servicios, etc.”, pero en realidad lo que está detrás de eso son disputas inter-empresariales.

Fuente de la entrevista: http://www.celag.org/entrevista-a-guillermo-mastrini-leyes-de-comunicacion-en-america-latina-un-viaje-de-ida-y-vuelta-por-ava-gomez/

Fuente de la imagen: http://i2.wp.com/www.celag.org/wp-content/uploads/2016/05/guillermo-e1462215839253.jpg?resize=639%2C398

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Enredados y Medios: ¿hacia un mundo post-factual?

Ya no parece importar si la información es cierta o no es cierta, si la noticia es o no real, sino cuánta gente la cree.

POR LEONARDO GARNIER / leonardogarnier@gmail.com

Hasta hace poco, criticábamos a la “gran prensa” por su control casi absoluto de la información que nos llegaba. Era el mundo dominado por el mainstream: el cuarto poder. Las agencias mundiales escogían y repartían las noticias y los grandes medios locales nos las hacían llegar. No parecía haber escapatoria excepto en algunos medios alternativos de poco peso y poca circulación o pequeños espacios que decoraban con aparente amplitud las páginas de algún medio mayor. Los costos eran prohibitivos y el modelo de negocios centrado en la publicidad comercial marcaba la pauta: el rating manda, la circulación manda, la escala manda.

De pronto, se aparece el siglo XXI ofreciéndonos una revolución que podría ser tan grande como la de Gutenberg y, al instante, parece que todos somos periodistas, todos somos jefes de redacción, todos somos editorialistas, todos somos correctores, pero ¿lo somos?

En esta mezcla de ciencia y ficción que es nuestra realidad, en la que somos un poco Brave New World, un poco 1984 y un poco Animal Farm, el cambio tecnológico ha hecho posibles cosas que hasta hace muy poco eran realmente increíbles (es decir: no creíbles). En pocas décadas – por ejemplo – pasamos de las certezas que lograban fijarse en las páginas de la Enciclopedia Británica al mundo de Wikipedia, una enciclopedia hecha por todos (o sea, por nadie). Confieso que la recibí con marcado escepticismo ¿una enciclopedia hecha así, por la libre? …hasta que una investigación de la revista Nature mostró que Wikipedia podía ser tan precisa como la Británica. Diderot habría bailado tregua y catala: si era posible crear una enciclopedia globalmente descentralizada, constantemente actualizada y confiable, los ideales de la Ilustración seguían vivos.

Pero volvamos a la prensa. Frente al cuasi-monopolio anterior, en el que era difícil la supervivencia de los pequeños medios e igualmente difícil para el ciudadano común y corriente lograr que su opinión circulara masivamente, la red permite – o podría permitir – que todo circule, que todos tengamos acceso a toda la información, a todo el conocimiento, a todos los análisis, a todas las opiniones… y que todos podamos opinar y aportar nuestra dosis de información y conocimiento, recibiendo a cambio la más amplia, profunda y diversa oferta del saber y el sentir humano.

Y así nos abalanzamos sobre y hacia la red. Y clic, clic, clic: como una telaraña, la red nos engolosina, nos encanta, nos atrapa. Pero Facebook no es Wikipedia – y digo Facebook porque lo demás se ha vuelto irrelevante excepto para pequeñas tribus. Hoy por hoy, Facebook tiene más de mil seiscientos millones de usuarios y sigue creciendo; y es, por mucho, el medio más utilizado en el mundo para buscar noticias y conseguir información, al punto que feisbukear ya ha sido sugerido a la Real Academia para su ingreso al DRAE.

Lo decía McLuhan al analizar el impacto que estaba teniendo la televisión en la segunda mitad del siglo XX: “el medio es el mensaje” o, más exactamente “el medio es el masaje” …y los masajistas somos todos nosotros: periodistas/masajistas y al mismo tiempo masajeados (o mensajeados, usted escoge).  Cada revolución tecnológica genera nuevas formas de percepción de la realidad. Pero no se trata simplemente de la tecnología: es también el negocio y, claro, la política. Todo junto y revuelto con nosotros: tecnología, negocio, poder y nosotros. El potencial es inconmensurable, los riesgos también.

Al igual que ocurrió no hace tanto con los libros hechos a mano por severos monjes en algún convento, los viejos medios de comunicación de masas se ven rebasados por la revolución: pierden lectores, pierden anuncios, pierden ingresos… en fin, pierden. Facebook reporta ingresos treinta veces superiores a los del New York Times, que es uno de los medios tradicionales que más éxito ha tenido en su transición a la red, pero aun así los ingresos de Facebook se triplicaron el último año, mientras los del Times cayeron 13%. Y claro, no todos son el New York Times.

Pero algo no cambia o, más exactamente, cambia para seguir igual: la lógica del modelo de negocios. Clic, clic, clic: el modelo de negocios que explota en la última década no hace más que elevar la vieja dictadura del rating a niveles impensables, clic, clic, clic… ahora lo que importa es el clic.  Todos persiguen el clic y por el clic muchos están dispuestos a vender el ¿tenían? alma.

El sueño, mientras tanto, sigue pendiente: la red mundial, aquella world wide web que se suponía abierta y no jerarquizada, en la que todos efectivamente podíamos buscar y ser buscados mediante esquemas no centralizados, no es la red que tenemos hoy (y no sé si alguna vez la tendremos). Como bien señala Katharine Viner, Editora en jefe del  Guardian, “esta vieja idea de una red abierta ha sido suplantada por plataformas diseñadas para maximizar el tiempo que pasamos dentro de sus muros, algunos de los cuales (como Instragram y Snapchat) ni siquiera permiten vínculos externos”.

El riesgo que Viner identifica tiene dos caras. Por el lado de los medios – las organizaciones de noticias – el riesgo (que ya es más que evidente en muchos de ellos) es que, obligados/tentados por la nueva lógica de la red, “ellos mismos se alejen del periodismo de interés público y se dediquen al periodismo chatarra, buscando que sus páginas web sean visitadas, en la vana esperanza de atraer clics y publicidad”. Esperanza vana – dice Viner – porque ese negocio ya ha sido capturado: de cada dólar gastado en publicidad en la red, un 85% va a Google y a Facebook, dejando apenas un 15% para que se lo peleen todos, todos los demás.

Por el lado de los usuarios, vemos que lo que podría haber sido el reino de la diversidad, de la riqueza de opiniones, del acceso ilimitado a la información y el conocimiento, de la confrontación de ideas y visiones… se está convirtiendo en su contrario: si antes nos veíamos empujados a la uniformidad por falta de opciones, hoy parece que nos sometemos voluntariamente a la uniformidad pues, ante la agobiante multiplicidad de opciones, nos conformamos con las que nos resulten más familiares o, peor aún, con las más populares: la viralidad manda. El resultado es un mundo en el que prevalecen el best-seller y la secta: best-seller para la mayoría y secta para las minorías. Y ¿todos vivieron felices para siempre…? Podría ser, si cada uno viviera en su propio mundo, pero en este mundo que compartimos, esta segmentación puede ser muy peligrosa.

Agreguemos un elemento final, para entender qué tan peligrosa: en medio de tanta información, de tantas y tan diversas – pero muy segmentadas – opiniones, la búsqueda razonable de la verdad, sufre. Cada día circula más información – es cierto – pero cada día hay menos recursos para trabajar con seriedad esa información, porque eso de que “todos somos periodistas” olvida algo fundamental: el periodismo toma trabajo y requiere talento y conocimiento. No basta el cut and paste para que lo que transmitimos tenga valor periodístico: sin mediadores, sin chequeos y dobles chequeos, lo que circula simplemente circula y su veracidad se diluye en su viralidad. Si la gente lo comparte, debe ser cierto – parecemos creer.

El problema es tan serio como para que distintos autores empiecen a hablar del “mundo post-factual”, en el que ya no importa si la información es cierta o no es cierta, si la noticia es o no real, sino cuánta gente la cree. Al contrario de lo que ocurre en  Wikipedia, en el mundo de la información/opinión en redes, abundan los clics… pero brillan por su ausencia los controles de veracidad. Peor aún, a la mayoría de la gente parece no importarle: lo que cuenta es que la gente lo crea, que la gente lo circule, no que sea cierto. De todas formas no nos daremos cuenta porque las opiniones contrarias, la información que habría negado nuestras verdades, no cabe en los algoritmos: leemos solo lo que queremos leer, vemos solo lo que queremos ver. Creemos, lo que queremos creer.

Así, algo que tiene el potencial para ser enormemente bueno podría estar convirtiéndose en algo tremendamente peligroso: pasamos de un mundo en el que había una verdad oficial – la delestablishment – a un mundo en el que no parece haber verdades… lo que a fin de cuentas y paradójicamente, resulta ideal para la parte más oscura del establishment (tan oscura que no parece establishment).

La pregunta queda al aire: ¿Importan los hechos, o importa lo que la gente cree que son hechos? Cierro con Newt Gingrich, líder del Partido Republicano que apoya decididamente a Donald Trump, que responde nuestra pregunta con sorprendente candidez en la entrevista sobre el crimen violento que le hizo una periodista de CNN: parece que en un mundo post-factual, lo real es lo percibido como real.

  • Periodista: “El crimen violento ha bajado”
  • Gingrich: “No ha bajado en las ciudades más grandes”
  • Periodista: “El crimen violento, las tasas de asesinato, han bajado”
  • Gingrich: “¿Y cómo es que no han bajado en Chicago y Baltimore?”
  • Periodista: “Pero el crimen violento ha bajado en todo el país”
  • Gingrich: “El Americano promedio no cree que el crimen haya bajado, no cree que estemos más seguros”
  • Periodista: “¡Pero estamos más seguros y el crimen ha bajado!”
  • Gingrich: “Esa es su opinión”
  • Periodista: “No es una opinión, es un hecho”
  • Gingrich: “Lo que yo digo también es un hecho. Lo que ocurre es que los liberales tienen todo un conjunto de estadísticas que teóricamente podrían estar bien, pero no es ahí donde viven los seres humanos.”
  • Periodista: “Un momento, Mr. Speaker, porque usted está diciendo que los liberales fabrican estos números, pero estas son estadísticas del FBI y el FBI no es una organización liberal.”
  • Gingrich: “Pero lo que yo digo es igualmente cierto: la gente se siente más amenazada
  • Periodista: “Se “siente” pero los hechos dicen otra cosa”
  • Gingrich: “Como asesor de un candidato, yo me quedo con cómo la gente se siente y la dejo a usted con las estadísticas”.

 (y recordemos, agrego yo: las elecciones se ganan con sensaciones, no con estadísticas)

Katharine Viner: “How Technology Disrupted the Truth”: The Guardian, 12/7/06https://www.theguardian.com/media/2016/jul/12/how-technology-disrupted-the-truth

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“Queremos medios públicos para decir la verdad, no para hacer la guerra a los privados”

Entrevista al periodista Pascual Serrano, autor de “Medios democráticos. Una revolución pendiente de la comunicación” (Foca)

Europa/España/22 de Julio de 2016/Autor: Enric Llopis/Fuente: Rebelión

Pluralidad, rigor, veracidad y participación democrática. Los medios de comunicación públicos hay todavía que inventarlos, pero los citados podrían ser algunos de los criterios de actuación. “A los ciudadanos se les convence con argumentos y razones, queremos medios públicos para decir la verdad y no para combatir a los privados o hacer una guerra de ondas”, afirma el periodista Pascual Serrano, autor de “Medios democráticos. Una revolución pendiente en la comunicación” (Foca). El escritor aborda en el libro los cambios en el modelo de comunicación promovidos por los gobiernos progresistas de América Latina, que han abierto camino a iniciativas como el reparto equitativo del espectro radioeléctrico, la inclusión del principio de veracidad informativa en las constituciones y leyes o la imposibilidad de que el sector financiero y los políticos tengan participaciones en el capital de los medios. Pascual Serrano considera además que las figuras del periodista y el comunicador comunitario tendrían que converger, y que los últimos cambios políticos en Brasil, Argentina y Venezuela pueden conducir a un grave retroceso. “Los cambios requieren procesos sociales que duran años, y se revierten en cuestión de minutos”. “Es la historia de la humanidad”.

¿Qué diferencias estableces entre un periodista y un comunicador comunitario, figura muy en boga en América Latina? Tal vez un periodista se apoye en hechos, datos e informaciones contrastadas, mientras que el comunicador difunde un “mensaje”, acompaña en las luchas sociales y da voz a los invisibilizados en un conflicto. ¿Cómo resolver la disyuntiva?

-Creo que tendría que darse un punto de convergencia. A mi juicio es un error actualmente pensar en un comunicador militante al margen de los principios periodísticos; pero también resulta erróneo que el periodista se sitúe fuera de los valores de una sociedad. Me parece que se están contraponiendo las dos figuras, en su quehacer e incluso entre ellos. A veces parece, incluso, que los comunicadores comunitarios alardeen de no haber estudiado periodismo. Tendría que producirse una mezcla, un injerto entre ambos.

Dedicas un capítulo del libro “Medios democráticos” a Brasil. Y citas al sociólogo Emir Sader para subrayar las limitaciones de las reformas emprendidas por Lula: “Al no avanzar en la democratización de los procesos de formación de la opinión pública, el gobierno pone en peligro todos los avances acumulados desde 2003”. ¿Es lo que ha ocurrido con la llegada a la presidencia de Temer?

-Es una profecía que se ha cumplido, el tiempo le ha dado la razón a Emir Sader y a los que decíamos que no se estaba haciendo lo suficiente. Al final Dilma Rousseff ha sufrido un golpe de estado con la complicidad de los medios de comunicación, porque fueron incapaces de crear una estructura democrática de medios. Aunque también es verdad que lo tuvieron muy difícil. Primero, porque nunca tuvieron mayoría suficiente en el legislativo para aprobar las medidas necesarias. Además, porque pretendieron hacerlo del modo más razonable desde una perspectiva de izquierdas: crear un ambiente de sensibilidad social para enfrentarse al problema (si hoy lo hiciera cualquier gobierno en Europa, creo que se estrellaría). Así, Lula impulsó la I Conferencia Nacional de Comunicación (diciembre de 2009), tras un año de debates en todo el país. Cerca de 30.000 personas discutieron sobre comunicación en los barrios.

-¿Qué ideas surgieron de la eclosión popular?

-Hubo 672 propuestas, aprobadas por 1.684 delegados, y la conferencia resultó todo un éxito. Diferentes sectores sociales coincidieron en que había que democratizar la comunicación, repartir mejor las licencias, terminar con los oligopolios y crear unas garantías de decencia en los contenidos informativos. Pero el gobierno de Lula no se atrevió a avanzar. Durante la presidencia de Lula da Silva llegó a elaborarse un anteproyecto de ley de un nuevo Marco Regulatorio para las Telecomunicaciones, que terminó en un cajón. Así las cosas, un movimiento de periodistas y organizaciones sociales impulsaron un borrador de ley de medios “alternativa”. Pero el gobierno nunca fue más allá: es difícil valorar en qué medida no pudo o no se atrevió. En 2014, ya durante la presidencia de Dilma Roussef, se aprobó el llamado “Marco Civil de Internet”, con el fin de garantizar la neutralidad de la red. Sin embargo, al final, los medios de comunicación han sido muy activos en el derrocamiento golpista de Dilma.

-En el libro recoges unas declaraciones de Orlando Pérez, director de “El Telégrafo”, un periódico público de Ecuador. Afirma lo siguiente: “No sabemos qué es un periodismo público, debemos inventarlo”. ¿Por dónde habría que empezar?

-En efecto hay que inventarlo, y lo dice un ejemplo con pocos precedentes: el director de un periódico público. Las democracias occidentales no suelen tenerlo, pero sí existen en Bolivia, Ecuador o Venezuela. Ahora bien, el periódico público no debería ser una especie de folleto o agencia de prensa gubernamental, sino un medio con todas las garantías de pluralidad, rigor, veracidad y participación democrática. Todavía hay que inventarlo. Se producirán, seguramente, tensiones con sectores de los gobiernos que crean que pueden quitar una noticia que no les guste. A los gobiernos hay que explicarles que los medios públicos no van a ser su correa de transmisión. Pero también hemos de entender que un ministro esté más legitimado para escribir en un medio público que un columnista, a quien nadie ha votado. Por otra parte, muchas veces he visto en Cuba que no se trata tanto de que el gobierno no deje, como de falta de audacia del periodista.

-¿Qué ejemplos de medios públicos reúnen las condiciones de rigor, veracidad y participación democrática que señalabas?

-Hay todo un espectro. Creo que “El Telégrafo” de Ecuador está haciendo un buen trabajo, pero también me parece que medios como “El Correo del Orinoco”, en Venezuela, olvidan totalmente la información internacional. Ésta es una de las cosas que critico en el libro. Por otro lado, “Telesur” intenta realizar una buena labor, aunque las televisiones nacionales venezolanas no lo hagan tan bien. ¿Qué falla? Es complicado, porque cuando existe una alto grado de confrontación política, resulta muy difícil conseguir que una televisión pública se ubique de manera plural y equidistante. Toman partido y, por tanto, pierden legitimidad.

-¿Qué significa “hacerlo bien” o desarrollar una “buena labor” en una radiotelevisión pública?

-En primer lugar, dar voz a todos los colectivos. Si hay un determinado grupo de opositores que representan a un sector de la sociedad, han de tener voz en la televisión pública. Ahora bien, si se trata de un sector que pretende derrocar de manera violenta a un gobierno, evidentemente hay que criticarlo y sancionarlo. Pero la oposición legítima ha de estar representada. ¿También el Partido Popular? Por supuesto, y su hubiera un partido falangista que dice querer ganar las elecciones, también debería tener su espacio. Los medios privados son los que prohíben y vetan partidos. Nosotros queremos medios públicos que funcionen de otro modo.

-¿Con qué formato y discurso?

-Una cosa es explicar lo que hace el gobierno, y otra desplegar la propaganda o un discurso de aplauso ciego. Tampoco se trata de apoyar, sino de explicar las cosas. Si el gobierno de Venezuela ha construido y repartido un millón de viviendas, hay que contarlo. El dato no es apoyo, sino periodismo. Informar de que con la “Operación Milagro” se les ha devuelto la vista a dos millones de latinoamericanos, es periodismo. Esto es lo que nos ocultan, y lo que nosotros hemos de contar. Si hay una trama golpista de la OEA contra el gobierno de Venezuela, eso se cuenta pero no con un discurso de arenga política o de panfleto. Porque las formas son muy importantes. Los medios comerciales han aprendido muy bien las formas: desarrollan un discurso político e ideológico bajo una apariencia de neutralidad. Nosotros hemos de aprender, pero no para hacer lo mismo, sino para darnos cuenta de que no podemos ir con un discurso panfletario y un megáfono.

-En el libro pones ejemplos de artículos de las constituciones latinoamericanas que apuntan un nuevo modelo comunicativo. También legislaciones, decretos y reglamentos. ¿Hay riesgo de que todo ello quede en “papel mojado”? También la letra de la Constitución de 1978, el Estatuto de Radiotelevisión Española y de las televisiones autonómicas, los libros de estilo y defensores del lector de algunos medios apuntan, sobre el papel, a una mayor democracia.

-Puede haber un riesgo, pero se ha de distinguir entre normas privadas y públicas. Las de los medios privados no sirven para nada, porque no son apelables ante ningún juzgado. El libro de estilo de “El País”, el código deontológico de “Tele 5” o el código ético de “Antena 3” son “papel mojado”. En el ámbito privado, lo único importante es que lo que haces le guste a tu jefe, para al día siguiente poder ir de nuevo a trabajar. Todo es una gran mentira. El defensor del lector de “El País” o el de TVE son una farsa. La difusión en TVE de un supuesto desnudo de la dirigente andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez, o de las presuntas virtudes curativas del aroma de limón sólo supusieron un “reproche” por parte del Defensor del Espectador, el Radioyente y el Internauta de RTVE. Lo que realmente sirve son las legislaciones que digan, como ocurre con los médicos o los ingenieros, que se actuará contra el profesional que no cumpla.

-¿Qué medidas efectivas destacarías de cuantas han adoptado los gobiernos “progresistas” en América Latina?

-Primeramente, el reparto de los tres tercios del espacio radioeléctrico: un tercio para los medios públicos, otro tercio para el negocio privado y además una tercera parte para los medios comunitarios. Es una medida que se ha aplicado en Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina y Venezuela. Tiene un efecto colateral, inevitable: que en algunos lugares los movimientos sociales que se queden con ese tercio no sean representativos. En Brasil, por ejemplo, las iglesias evangelistas se han hinchado de medios comunitarios. Es el problema cuando no existe una sociedad organizada. También es muy importante que sectores bancarios, políticos e iglesias no puedan ser dueños de medios de comunicación. Es un principio que figura en la Constitución de Ecuador, y que después se incorporó a la legislación venezolana. Por último, garantizar la veracidad de la información, tal como establece el Artículo 20 de la Constitución Española, pero no se cumple ni existe una ley que lo desarrolle. Este principio viene recogido en el Decreto de aplicación de la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Comunicación de Venezuela, la Ley de Radiodifusión y Televisión de Ecuador; y la Ley de Lucha contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación de Bolivia.

-“Lo indiscutible es que hoy en América Latina se está construyendo el futuro de otro sistema de medios de comunicación posible”. Es la frase con la que cierras el libro. ¿Tiene limitaciones el modelo?

-Nos encontramos ante un camino inédito. Como decía Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, “inventamos o erramos”. En América Latina van haciendo su camino, probando, inventando, y de sus errores vamos aprendiendo todos. Errores como que haya periodistas que se dejen arrebatar por esa militancia de quien se siente indignado por décadas de agresividad de los medios privados contra los procesos democráticos; y, en consecuencia, adoptan una posición de militancia y combatividad en los medios públicos. Creo que eso no es bueno, tenemos que demostrar una profesionalidad. Queremos medios públicos para decir la verdad, no para luchar contra los medios privados. No se trata de entablar una guerra de ondas. Todo esto se ve, por ejemplo, en una televisión pública como la venezolana. Así no se convence a nadie.

-¿De qué se trata entonces?

-Cualquier “antichavista” que vea la televisión pública, va a encabronarse. No hay que encabronar a la oposición. Queremos convencer a los ciudadanos de unos determinados procesos y valores, y se convence con información, argumentos y razones. Si no contamos con ellos, es porque no tenemos razón, y entonces no hay que convencer de nada.

-Valores, principios, argumentos, razones… ¿Qué peso ha de tener la tecnología?

-En este apartado radica uno de los errores que tradicionalmente ha tenido la comunicación popular. Nos hicieron falta 50 años para darnos cuenta de que los comunicados requerían márgenes. Ahora, en los documentales, nos harán falta otros 50 años para darnos cuenta de que hay que poner dos cámaras, enfocar, iluminar y mejorar el sonido. Esto es algo que los medios comerciales tienen asumido, pero a base de superficialidad, frivolidad y trivialidad. Tenemos que profundizar, y esto no es incompatible con los formatos alegres y divertidos.

-¿Por ejemplo?

-Un documental de Michael Moore o de Naomi Klein, se me ocurre. En el campo audiovisual pueden hacerse trabajos muy valiosos sin dormir a nadie. Aunque no es fácil, y requiere técnica. No basta con tener claras las ideas políticas.

-La “revolución comunicativa” que abordas en el libro, ¿puede retroceder con los cambios en la presidencia de Argentina y Brasil o de mayoría parlamentaria en Venezuela? ¿Hay un riesgo de “frenazo” a las reformas?

-Totalmente, y además con una eficacia terrible. El ejemplo más claro es Argentina, que necesitó debatir durante dos años la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada en 2009, durante la presidencia de Cristina Fernández. En los debates participaron y realizaron aportaciones sindicatos, distintas organizaciones sociales, políticas, de derechos humanos, cooperativas, medios comunitarios y universitarios, entre otros. Se desarrollaron 24 foros auspiciados por 11 gobernaciones y 25 universidades nacionales. La ley estuvo parcialmente suspendida durante tres años debido a la impugnación del grupo Clarín, que se resistía a perder su condición de oligopolio. En diciembre de 2012 la Corte Suprema de Argentina resolvió el fin de la suspensión cautelar, por lo que la legislación ya podía aplicarse. Pero tras ganar las elecciones presidenciales (diciembre de 2015), Macri suspendió la ley en dos minutos.

-¿Cuál es la conclusión?

-En dos minutos el trabajo popular de una sociedad movilizada se puede paralizar. Los cambios sociales necesitan procesos de años, en cambio, revertir los avances y retroceder se hace en minutos. Es la historia de la humanidad…

-Por último, ¿qué medios recomendarías para informarse sobre la realidad política de América Latina? ¿Aconsejarías aislarse del “ruido” digital, puede Internet confundir y saturar más que aportar información?

-En papel, considero que el mejor medio sobre política internacional continúa siendo “Le Monde Diplomatique”. En Internet probablemente leería “La Jornada” de México o “Página 12” de Argentina, también “Brasil de Fato” o “Carta Maior”. Fuera del contexto latinoamericano, recomendaría a periodistas como Rafael Poch o Robert Fisk. Por otra parte, creo que el ciudadano o el periodista pueden terminar con una “empanada” considerable -por el exceso de información- si no parten de una buena base, si no saben reconocer la legitimidad de las fuentes o si carecen de un conocimiento histórico previo y de un nivel cultural adecuado. Pero creo que nos hallamos en una situación preciosa, siempre con el punto de partida comentado. Con los conocimientos previos, uno puede encontrar el diamante en el estercolero de Internet. Aunque sin una base suficiente, uno termina mucho menos informado que antes de Internet.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=213329

 

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