España / 19 de mayo de 2019 / Autor: Educación 3.0
‘Los 100’, ‘La Casa de Papel’, ‘Merlí’ o ‘Élite’ son ejemplos de series que algunos docentes han utilizado para impartir diferentes materias. En nuestra web nos hemos hecho eco de sus experiencias y te las recopilamos para que te inspires en ellas.
El éxito que cosechan en la actualidad las series entre los adolescentes y el público infantil consolida este formato como un recurso muy atractivo para trabajar las diferentes materias en clase. Son muchos los docentes que ya han aprovechado algunas como ‘Juego de Tronos’, ‘Élite’ o ‘Los 100’ con propuestas metodológicas y lúdicas. Recopilamos las experiencias publicadas en nuestra web al respecto para que puedas inspirarte en ellas y tomar ejemplo con tus estudiantes.
Escape Room ‘Los 41’
¿Conoces la serie ‘Los 100’? En ella, una catástrofe nuclear acaba con la vida en la Tierra. Los estudiantes del Máster de Profesorado de la Universidad de Granada trasladaron su argumento al ámbito educativo creando el proyecto ‘Los 41’. Un escape room que les sirvió para conocer la realidad educativa actual desde una perspectiva crítica y descubrieran las posibilidades que ofrece la innovación en educación.
Un comentario de texto a propósito de un fragmento del guion de ‘Merlí’, un trabajo en grupo con dudas sobre sexo con la excusa de ‘Sex Education’ o ‘Titans’ para repasar clásicos del mundo del cómic. Así ha aprovechado Cristian Olivé las series de Netflix para trabajar Lengua y Literatura en 2º de ESO en la Escola Joan Pelegrí de Barcelona.
Aprender Historia viviendo en Juego de Tronos
En las clases de Historia de Agustín Tortosa en el Colegio Zola de Las Rozas (Madrid) se creó un reino feudal como el de la popular serie para acercar el temario de historia al alumnado de 2º de ESO. Así, los estudiantes inventaron un mundo medieval en el que se convirtieron, por ejemplo, en nobles en pleno siglo XXI. Después de una breve introducción al contenido que se estudiaría, se fueron sucediendo distintas pruebas relacionadas con diferentes aspectos del contexto social, cultural, político o religioso de la Edad Media. Cada prueba superada, era sinónimo de un doblón: una recompensa traducida en la nota final del proyecto y que se iban consiguiendo en función de los establecido en la rúbrica de evaluación.
‘El Ministerio del Tiempo’, una serie educativa
El eje principal de la serie de Televisión Española gira alrededor de la historia universal. Su desarrollo argumental se sustenta sobre tres personajes que trabajan para un Ministerio que vela porque la historia se mantenga lo más inalterable posible. Así, algunos de sus capítulos se pueden visionar en clase con el fin de aprender y repasar diferentes conceptos relacionados con ellos.
Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 19 de mayo de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.
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España – Argentina / 5 de mayo de 2019 / Autor: Redacción / Fuente: Clarín
Horas antes de subirse al avión que lo trae a Buenos Aires, el escritor dialogó con Clarín. Dice que hay muchos docentes como su personaje.
Dice que era un estudiante mediocre, pero inventó al profesor más amado de la televisión. Héctor Lozano no es tan conocido como el actor Francesc Orella Pinell, que le puso el cuerpo al docente de Filosofía Merlí Bergeron, pero esa superposición entre el personaje y el creador no parece incomodarlo. Mientras se preparaba para subir al avión para venir a Buenos Aires a participar de la Feria del Libro, este guionista y escritor repasó los secretos de una serie que, promete, tendrá continuación este año.
Carlos Cuevas y Héctor Lozano, actor y guionista de la serie «Merlí», con el libro de Lozano que se presenta en Buenos Aires. / Instagram
En la Feria, ya se sabe, será una de las visitas más esperada. Estará el martes 30 a las 20.30 con el actor Carlos Cuevas, que interpreta a Pol Rubio en la serie. Ambos presentarán Cuando fuimos los peripatéticos. El fenómeno Merlí, la novela que recupera la historia del profesor y sus estudiantes con algunos agregados que calmarán la ansiedad de un público que ya escuchó hablar de una continuación. Al respecto, Lozano anticipa: “Estamos a punto de rodar Merlí-Sapere Aude, el spin off, con Pol Rubio como protagonista estudiando en la facultad de Filosofía”. Y promete: “Nuevos alumnos, nuevos profesores. ¡Por fin una serie universitaria!”, se alegra.
De manera que, mientras llega el encuentro con el público argentino el martes que viene en la sala Jorge Luis Borges que, por ubicación y espacio, permite que la gente pueda seguir lo que sucede desde afuera y en pantallas gigantes, Lozano anticipa detalles en diálogo con Clarín.
–Merlí apareció en las historias que le contó un amigo que es profesor de literatura. ¿Qué hay de su propia experiencia como estudiante? ¿Qué tal le iba en el instituto y qué profesores cree que le dejaron una marca?
–Yo, como estudiante, siempre sacaba notas discretas: un 5, un 6… De hecho, repetí dos cursos. Pero me lo pasé genial en clase. Me encantaba ir a la escuela y odiaba los viernes porque se acababa aquello. Todavía me pasa: mi día preferido son los lunes porque es cuando empiezan a pasar cosas. Y sobre los profesores, hubo los que me dejaron marca: los recuerdo con cariño. Y hay muchos «Merlí» por todo el mundo, carismáticos y que saben conectar con el alumno.
Pol, de la serie Merlí, estará en la 45ª Feria del Libro de Buenos Aires.
–Todos pueden identificarse con algún personaje de Merlí: ¿Es que son iguales todos los institutos del mundo?
–¡Claro! Tienen mucho en común y además la adolescencia esta llena de tópicos. Yo lo que hice es mostrarlos y profundizar en ellos, conocerles de cerca, no quedarme con la primera imagen del personaje, y jugar mucho con la identificación. Quise escribir la serie que me hubiera gustado ver a los 16 años. Nací demasiado pronto, ojalá hubiera tenido un Merlí televisivo cuando era un teenager.
–El amor parece ser la asignatura en la que todos tienen problemas. ¿Por qué es tan difícil relacionarse en estos tiempos?
–Parece que en estos tiempos todo está orientado a recluirnos en casa: comprar por Internet, ver películas en TV y no en el cine, y conocer a tu pareja por la red también, sin salir de casa. En este sentido, estoy contento de haber nacido en los 70, porque fui joven sin móvil y eso es una gran experiencia de vida.
«Ojalá hubiera tenido un Merlí televisivo cuando era un teenager», dice el autor de Merlí.
–Homosexualidad, maternidad adolescente, inmigración, falta de atención de los adultos… la serie muestra que la juventud que se añora desde la edad adulta no era tan maravillosa. ¿Por qué le parece que se idealiza ese momento de la vida que –en verdad– es de los más difíciles?
–Pero es que la adolescencia es una época de la vida que no acaba nunca. Somos adolescentes hasta que morimos. Incluso empeora con el tiempo. Lo que añoramos es ese tiempo en el que no teníamos grandes responsabilidades, éramos o nos sentíamos más libres, sin ataduras, jugando, enamorándonos y dejándonos cuidar por la familia. Y, sobre todo, añoramos sentirnos eternos a esa edad en la que la muerte queda tan, tan, tan lejos.
–¿Participó usted del casting para elegir a los actores que interpretaron a los estudiantes de la clase?
–Si, desde el principio y todavía ahora con el spin off. Soy productor ejecutivo de la serie, es una serie muy personal, era importante mi implicación. Estoy muy contento con el casting.
Lozano participó desde el principio como productor ejecutivo de la serie, en el casting que seleccionó a los autores.
–Ha dicho usted que el personaje de Bruno tiene algunos componentes biográficos. ¿Hay otros personajes que tengan a conocidos o amigos o ex compañeros como inspiración?
–Toda la serie está llena de inspiraciones personales, ya sea de gente a quien conozco, o cosas que leí una vez, o películas, series, es imposible escribir sin referentes. Pero todos los personajes tienen algo de mí, porque me meto de lleno en ellos cuando escribo. Acabo hablando solo en casa, recitando los diálogos… ¿mis vecinos pensarán que estoy loco?
–Pol Rubio posa de muy duro pero tiene una vida familiar de grandes ausencias y debilidades. ¿Necesitaba disculparlo?
–No hay nadie sencillo. Creo que Pol tiene muchas capas, es uno de los personajes más tierno y sensible que he escrito, contradictorio, interesante, y estoy enamorado de él, porque me da la sensación de que existe realmente. Carlos Cuevas le ha dado vida con mucha verdad, como los grandes actores. Y además, le veremos crecer y madurar en el spin off de Merlí, titulado Sapere Aude.
«Me encantó mirar hacia atrás con nostalgia y recrearme en esas tramas que tanto llegaron a la gente, y ademas inventar nuevas historias, profundizar más en ellas», dice Lozano.
–La narrativa de la televisión necesita de sus estereotipos: ¿Qué personaje le parece que fue el más sorprendente o el que escapaba a lo esperado?
–Merlí, obviamente, iba sorprendiendo a cada capítulo y caló hondo en los espectadores.
–¿Influyó la interpretación de los actores en el momento de re-escribir de nuevo la historia en Cuando fuimos los peripatéticos. La novela de Merlí?
–Siempre que escribes conociendo a los actores que interpretan al personaje, inevitablemente piensas en el cuerpo de esos intérpretes. Eso es bueno porque ya le pones cara al personaje y, escribiendo la novela, obviamente pensé en ellos y eso facilitaba las cosas. La escritura del libro fue posterior a la serie, pero muy cerca del final. Me encantó mirar hacia atrás con nostalgia y recrearme en esas tramas que tanto llegaron a la gente, y ademas inventar nuevas historias, profundizar más en ellas.
–¿En algún momento le cuestionaron que la serie fuera hablada en catalán?
–Nunca. Era una serie para la televisión catalana, solo podía ser en catalán.
–¿Cómo se compuso el lenguaje que hablan los adolescentes para que fuera verosímil y, al mismo tiempo, comprensible para todo público?
–Escuchando a los actores aprendí muchas palabras que yo, veinte años antes, no decía. Era importante para darle esa verdad que tiene la serie. El público catalán joven habla igual que ellos. Eso acerca la serie al espectador y la abrazan, dicen: esta es mi serie porque hablan como yo.
Merlí-Sapere Aude se está grabando ahora y tendrá como protagonista a Pol.
–¿Qué sigue a Merlí en su carrera?
–Ahora estamos a punto de rodar Merlí-Sapere Aude. Tambien tengo proyectos para 4 ó 5 series, y he acabado el guión de una película, de momento sin productor ¿Alguno interesado en financiarla? Es una historia universal, como Merlí.
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Francesc Orella habla con El Desconcierto sobre la importancia de la filosofía en las aulas, el intento de retirarla en Chile y los temas de actualidad que aborda la serie, como el aborto y la transexualidad. Responde también a quienes la tildaron de «machista».
Colectivos de profesores y estudiantes se activaron para defender el derecho a la filosofía en las aulas y la campaña impulsó también un aumento del interés por la serie catalana “Merlí”, que relata las pericias de un profesor de filosofía de un liceo de Barcelona y de sus alumnos. “Quiero que os empalméis con la filosofía”, larga el docente nada más pisar el aula durante su primera clase. “Merlí” plantea algunos de los desafíos que enfrenta el sistema educativo actual, los problemas de la adolescencia y la respuesta que la filosofía puede dar ante algunas de las crisis que transitan los personajes.
Precisamente, Francesc Orella (Barcelona, 1957), el actor protagonista que interpreta a Merlí Bergeron, el polémico docente, fue una de las voces que se posicionó en defensa de mantener esta asignatura en la malla curricular chilena. Orella no dudó en participar de la campaña #DerechoALaFilosofía levantada por la Red de Profesores de Filosofía de Chile. “Recibí un correo de un profesor de filosofía [de Chile] que era fan de la serie y luego me explicó que, en su país, se querían cargar a la filosofía. Me propuso que si quería colaborar con un pequeño video con su movimiento de defensa para mantener la filosofía. Evidentemente, me sumé”, explica el actor catalán a El Desconcierto.
La serie, de tres temporadas y 40 episodios, se estrenó en la Televisión de Cataluña (TV3) en septiembre de 2015, y posteriormente dio el salto a Netflix, a finales de 2016. Desde entonces, su éxito en Suramérica ha sido incuestionable.
– ¿Cuáles son las claves del éxito de “Merlí”?
Es una carambola de aciertos. De partida, la ‘bíblia’ de la serie –el argumento principal– es muy atractivo y novedoso. Trata la enseñanza de la filosofía a los adolescentes y la vincula a cuestiones de actualidad, que no sólo afectan a los adolescentes, sino a toda la sociedad. Lo hace a través de un profesor provocador, diferente, crítico, gamberro y con muchas virtudes y defectos. El personaje era muy atractivo. También influyó como se escribieron los diálogos, las tramas. El hecho de hacer en cada capítulo un filósofo y a partir de las reflexiones de estos pensadores trabajar un tema concreto, que combine humor con temas más serios y drama, es pedagógico sin ser pretencioso. El otro gran éxito fue el equipo artístico y técnico. La energía y la entrega también fue total e hizo que todo rodara muy bien.
– ¿Qué pensaste el primer momento que cayó en tus manos el guión que hablaba sobre un profesor de filosofía?
Al principio fue una sorpresa y encontré muy original que el personaje central fuera un profesor de filosofía. Me atrajo. Luego cuando leí los guiones y me hicieron la propuesta ya me di cuenta que era muy interesante de hacer. Intuí que podía ser una novedad en TV3 y gustar a la audiencia. Lo que no sabía fue el éxito que tendría. Fueron muchos elementos que daban que pensar que si se hacía bien podía gustar. Tratamos de cuidar el material que teníamos entre manos.
– Más allá del éxito, es evidente que la serie ha despertado un interés de los jóvenes por la filosofía. ¿Cuál es para ti la importancia de esta asignatura en las aulas?
Ha sido fantástico comprobar que después de la primera temporada hubo un aumento en las matrículas de la carrera de filosofía. Lo encuentro cojonudo. Creo que las asignaturas humanistas están maltratadas desde hace tiempo. El sistema educativo ha potenciado desde siempre las materias más técnicas y científicas, está todo enfocado hacia la producción. Las asignaturas humanistas o artísticas son las de segundo o tercer orden. En concreto, la filosofía -que parece que no sirve para nada, que no tiene una salida laboral clara- es una asignatura incómoda porque motiva a la reflexión y análisis crítico del ser humano, de la vida y de la sociedad en la que vivimos. Enseña a tener espíritu crítico y un criterio propio sobre las cosas, a cuestionar todo y no creernos todo lo que nos venden. Y eso incomoda y molesta mucho a los poderes fácticos. El acierto de la serie ha sido volver a poner en valor el tema de la filosofía, pero también la enseñanza y el trabajo de los profesores.
– ¿En qué sentido?
Creo que hacen un trabajo muy importante, tienen mucha responsabilidad, sobre todo en las edades de la serie, en las que los adolescentes son una esponja y es muy importante lo que se les mete en la cabeza y el tipo de educación que reciben. Que a esta edad se les plantee que la filosofía se debe aplicar a la vida real para cuestionarse las cosas lo encuentro cojonudo. El acierto de la serie es que recupera la filosofía como materia interesante y necesaria para una sociedad a la que quieren meter todo con calzador, nos convierten en ciudadanos pasivos y consumidores. Lo que la filosofía propone es ser ciudadanos activos y críticos.
– ¿Preparaste tu interpretación leyendo alguno de los autores de la serie?
No, porque ya tuve mucho trabajo para memorizar los guiones. La primera temporada, en el 85% de las secuencias aparecía Merlí. O sea, el volumen de texto y guión para memorizar fue acojonante. Tras la jornada de grabación, que era hasta media tarde, yo tenía que seguir mi trabajo en casa para memorizar lo del día siguiente. El ritmo de trabajo ha sido muy alto. Después, cuando le tomé el ritmo y la serie me ofreció la posibilidad de conocer filósofos contemporáneos que desconocía, sí que me interesaron algunos de ellos e hice algunas lecturas aparte de algunos de ellos. Fue como un reciclaje.
– Sobre los temas que se abordan y que son parte de la agenda social y política en Chile, destaca, por ejemplo, la trama del personaje de Oksana, que tiene un hijo. En un momento determinado, a propósito de su caso, se plantea el debate del aborto. ¿Qué opinas sobre esa discusión?
Soy partidario absolutamente de que las mujeres decidan sobre su maternidad. Lo tengo clarísimo: soy pro aborto. La maternidad tiene que ser deseada en tres causas y en todas las demás. Es un tema que los adolescentes tienen que tener muy claro para enfocar sus relaciones sexuales y tiene que hablarse en familia, al colegio y donde sea. Los adolescentes tienen que tener información sobre eso y poder ser libres para decidir sobre sus vidas y sus cuerpos.
– Hay un capítulo dedicado a Judith Butler en el que se aborda la transexualidad a partir del personaje de Quima. Éste tema ha traspasado mucho a la opinión pública en el último tiempo, sobre todo después del Oscar a “Una Mujer Fantástica”. Se ha visto claramente que la producción cultural puede influir en la agenda política. ¿Qué opinas de este rol que tiene la industria audiovisual?
Es evidente que el cine y la televisión llegan a mucha gente y los que nos dedicamos a esto tenemos esta posibilidad y responsabilidad. Es un privilegio tener la oportunidad de influir en decisiones, sobre todo en esta materia. Ahora, hay que utilizar bien los medios, porque es positivo que en la sociedad se hable de lo que es tabú. Tendríamos que estar al servicio de la buena información, de la información neutra y del debate. A parte de entretener y emocionar, en ficción también tenemos este objetivo de concientizar y crear opinión.
– ¿Qué opinas de las críticas que tildaron a la serie de machista y “macho centrista”, argumentando que las mujeres tenían roles muy secundarios, criticando algunos diálogos concretos y calificando al personaje de Merlí de “macho alfa”?
Me hace reír un poco. Las otras temporadas [segunda y tercera] desminiteron estas primeras opiniones. Para mí ‘machista’ no es la palabra. Yo distingo ‘machista’ de ‘masculinizante’. Es cierto que hay más chicos que chicas en el aula y hubieron más tramas masculinas, pero después estos se fue matizando. Como personaje, Merlí no es machista, sino que es un tipo de hombre que existe en nuestra sociedad, un mujeriego, un Peter Pan o lo que quieras. Pero no es para ensalzar el machismo, sino para retratar un tipo de hombre que existe en nuestra sociedad y cultura, sin entrar a juzgar si esto es bueno o no. El espectador es suficientemente adulto como para sacar sus propias conclusiones sobre este tipo de comportamiento y de hombre. A unos les dará risa y a otros no, el espectador es libre de opinar. No estamos en un parlamento, no es una cuestión de paridad, es una serie de ficción que refleja la sociedad.
– ¿Qué opinas del reflejo que la serie entrega al mundo de la sociedad catalana de hoy? Existió una polémica por la militancia independentista del personaje de la profesora de inglés.
Me parece perfecto porque la situación en Cataluña también es un tema de actualidad. La serie ocurre en Barcelona, en la Cataluña actual y los problemas de nuestra sociedad aparecen, quizás de forma tangencial, pero están, como el tema del independentismo. La serie no ha hecho bandera de nada, ni de una cosa ni de otra. Está esta profesora y luego otro que se ríe de ella. Que este debate haya traspasado fronteras y océanos y haya tenido el eco tan brutal es buenísimo porque da a conocer la realidad de nuestro país. He dado unas 40 entrevistas a medios argentinos y siempre me preguntan sobre esto: la lengua, el movimiento independentista… Además, es muy positivo para el audiovisual catalán y para mostrar el nivel de nuestros profesionales.
– ¿Qué es lo que más rescatas de esta experiencia, con qué te quedas?
Ha sido un regalo para mí. Es una serie que me cayó en un momento determinado de mi vida profesional y personal, con una edad determinada. A nivel personal y como actor, trabajar con gente joven, hablar de los temas que se hablaron, reflexionar sobre el ser humano y sobre la vida como un objetivo del personaje me ha llenado mucho. Merlí me acompañará mucho tiempo.
España / 10 de junio de 2018 / Autor: Julia Alegre Barrientos / Fuente: El Tiempo
La serie ‘Merlí’, que emite Netflix, ha reabierto el debate sobre la importancia de la filosofía.
Al otro lado del teléfono retumba una voz poderosa, lúcida, de hombre curtido y experimentado. Saluda de forma correcta y se prepara para recibir el aluvión de preguntas de la periodista. “Tienes 15 minutos”, advirtió su representante antes de concertar la entrevista telefónica.
Es Francesc Orella (Barcelona, 1957), el catalán que da vida a Merlí, el profesor de filosofía sobre el que gira la trama de la serie del mismo nombre, producida por la televisión de Cataluña TV3 en 2015 y que Netflix convirtió en un éxito después de comprar los derechos de emisión en 2016.
¿Le esperabas el éxito mundial de la serie?
Para nada. Éramos conscientes de que los guiones eran muy interesantes y atractivos y que valía la pena cuidarlos.
Sobre todo teniendo en cuenta que es una serie en catalán…
Sí, pero es bueno que los productos locales tengan una proyección internacional.
¿Le resulta llamativo que el público avale una serie 100 por ciento catalana en un momento en el que Cataluña está inmersa en una situación política tan particular respecto a España?
La situación política viene de lejos y es un momento delicado, complicado. Se han radicalizado las posiciones; estamos en un momento difícil realmente. Esto ha coincidido con la grabación de la serie, pero, independientemente del tema político, la serie refleja la situación actual de la sociedad, el mundo de los adolescentes, de la enseñanza, de eso trata y con eso se pueden identificar muchas personas. Es un producto en el que no se niega la realidad de la sociedad catalana y, de hecho, en algunos momentos se reflejan esas cuestiones. La verdad es que esta coincidencia tiene algo de irónico.
¿Qué tienen en común Francesc y Merlí?
Hay muchas cosas en común, como por ejemplo el sentido del humor o el ser políticamente incorrecto. También que es un hombre que empatiza con la gente joven o el hecho de que es un poco gamberro –incómodo, sinvergüenza–, un provocador. Y también en el tema de las mujeres: Merlí es un seductor compulsivo y eso no me es ajeno (se ríe).
¿Cómo fue el proceso de acercarte a la filosofía?
Antes de empezar la serie tuve algunas reuniones con profesores para conocer detalles de lo que es la enseñanza en las aulas y acceder a experiencias personales. Reconozco que cuando empecé a estudiar los capítulos, cada uno dedicado a un filósofo, sí que me entró curiosidad por conocer más y he echado mano de libros de filosofía y me he comprado otros. Por supuesto, hay pensadores claves: Sócrates, Nietzsche, Schopenhauer, Platón… Pero me gustaría señalar de los contemporáneos a Zygmunt Bauman, Walter Benjamin o Slavoj Žižek.
¿Qué aprendizajes se pueden extraer de la serie?
La serie habla del mundo de la enseñanza y el mundo de los adolescentes como ejes centrales a través de la filosofía, y cómo la filosofía, y en general las asignaturas de humanidades, es una materia que se debe reivindicar. Hay que replantearse esa obsesión porque los alumnos tengan una formación científica y técnica porque el objetivo de la sociedad es producir y producir… Las humanidades y las asignaturas artísticas están más desprestigiadas. De hecho, en varios sistemas educativos de diferentes países se están cuestionando acabar con ellas.
¿Por qué?
La filosofía es una asignatura incómoda que pretende crear una reflexión en los alumnos. Motiva la capacidad de reflexión, de crítica y de análisis en ellos. Invita a replantearse y preguntarse cosas, a cuestionarse. Más que dar respuestas, es hacer preguntas, ser activo, no pasivo; a ser un sujeto pensante que se cuestione todo. Eso en la sociedad capitalista actual es cada vez más incómodo: no interesa que la gente piense demasiado.
¿Cuál es el principal problema de la educación?
La enseñanza tiene que replantearse. Los profesores tienen que esforzarse en enseñar sus asignaturas de una forma más estimulante, más creativa y más motivadora para los alumnos. No hace falta ser un Merlí para lograrlo, porque él es radical y extremo en muchas cosas, pero la serie reivindica que el sistema educativo debe evolucionar y cambiar en el contenido y las formas.
¿Qué puede hacer la filosofía para cambiar la realidad social?
El mundo atraviesa por un momento de resignificación de valores, con políticas que tienden más al individualismo y el nacionalismo. Creo que las bajas pasiones o la emocionalidad tienen que ver con ese populismo, nacionalismo e incluso separatismo imperante en las sociedades. La extrema derecha está resurgiendo y esto se está viendo claramente en Europa y en todo el mundo. Mira, por ejemplo, quien gobierna en Estados Unidos. Estamos en un ciclo de retroceso en el mundo, y esto lo que hace es excitar las ideas primarias, la xenofobia o incluso el racismo, el sentirse superior al otro. Hay que combatirlo y hacerlo con filosofía, con una educación integral y humanística. Estamos en un momento complicado y a la deriva intelectual. Realmente soy pesimista y creo que hace falta más que nunca esa formación humanística, empezando por las escuelas.
¿Nos volvemos menos filosóficos a medida que crecemos o no es una cuestión de edad?
Es verdad que con la edad nos volvemos más egoístas y la reflexión está muy mediatizada y muy limitada a la sociedad de consumo, que ha producido seres limitados a nivel mental. Estamos más ocupados en el tener que en el ser, en el consumir que en el crear, y las consecuencias las estamos viendo: una crisis de valores.
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