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Violaciones a mujeres dalits, herramienta de poder y sometimiento en India

Asia/India/Noviembre 2020/http://www.ipsnoticias.net/

A Shabnam, una joven del estado de Haryana, en el norte de India, le faltan dos años para terminar derecho, después de ser víctima de una violación grupal, en la que ve paralelos con la joven dalit de 19 años violada brutalmente y torturada hasta la muerte por varios hombres de una casta “superior”, en el vecino estado de Uttar Pradesh, en un caso que por una vez desencadenó protestas en todo el país.

«Ella era de tradición ‘valmiki’ como nosotros, de una familia pobre y sin tierra como la nuestra. La violaron, la torturaron y cuando murió, quemaron su cuerpo sin el consentimiento de su familia. E incluso después de todo eso, amenazaron a su familia para que se callase y no hablase de ello”, dijo Shabnam, un nombre falso a su pedido para protegerla.

En una conversación con IPS en hindi, contó que “eso es exactamente lo que yo y mi familia hemos sufrido y lo que seguimos pasando. La única diferencia es que yo todavía estoy viva».

La joven de 19 años muerta por las brutales heridas pertenecía, al igual que Shabnam, a la casta de los dalits, la comunidad más marginada y oprimida de India, conocida anteriormente como «intocables».

La muerte de la joven centró la atención en la violencia sexual que enfrentan las mujeres dalits en India, donde suman unos 100 millones según un documento de la Red Internacional de Solidaridad Dalit y otras dos organizaciones.

El informe destaca que las mujeres dalits son sometidas a «violencia y tratos inhumanos, como agresiones sexuales, violaciones y el forzado desfile desnudas», como mecanismo para mantener su posición de subordinación en la sociedad.

Shabnam tenía 17 años cuando en 2013 fue violada por 12 hombres que se turnaron para agredirla sexualmente. Durante los últimos siete años, incluso cuando su caso llegó a juicio, recibió ataques y amenazas contra su vida de tal calibre que tuvieron que ponerle protección judicial.

«La gente piensa que la violación es un solo crimen. Pero para las víctimas dalit de agresión sexual es solo el comienzo de una cadena de delitos y luchas de que duran toda la vida”, dijo a IPS la abogada Manisha Mishaal, defensora de los derechos de las mujeres dalits.

Esta abogada, que ha ayudado a Shabnam y muchas otras jóvenes en situación similar en su batalla por obtener justicia, dijo que las que sobreviven a la violación, muchas veces en grupo, enfrentan después “abuso mental, miedo, intimidación, amenazas, negación de los derechos básicos, negación de la educación y un medio de vida digno”.

“La lista es muy larga”, afirmó Mishaal antes de asegurar que “de hecho, una vez que eres violada, sigues siendo una víctima durante toda tu vida».

Las cifras detrás de la violencia contra las dalits

Según el la Oficina Nacional de Registros de Delitos (NCRB, en inglés) de India los casos de agresiones físicas a mujeres han ido en aumento en este país de 1300 millones de personas.

Solo en 2019, dice el último informe de la NCRB, hubo más de 405 861 casos de agresiones a mujeres, un siete por ciento más que en 2018. Los delitos incluyen golpizas, desnudos forzados públicos, secuestro y violaciones individuales o grupales.

De estos, 13 273 agresiones sexuales, incluidos 3486 casos de violación, fueron contra mujeres de comunidades dalits.

Jacqui Hunt, directora para Europa y Eurasia de la organización mundial Equality Now y quien ha estudiado la violencia sexual contra las mujeres dalits en el estado de Haryana, achaca a la generalizada e intencionada falta de información y a los problemas para denunciar las agresiones sexuales a la policía que las cifras oficiales escondan un gran subregistro.

Mujeres dalits venden hierba al borde de la carretera cerca de Yamuna Nagar, en Haryana, en el norte de India. Según el último censo agrícola, 85 por ciento de los dalits de este estado no posee tierras. Foto: Stella Paul / IPS

Mujeres dalits venden hierba al borde de la carretera cerca de Yamuna Nagar, en Haryana, en el norte de India. Según el último censo agrícola, 85 por ciento de los dalits de este estado no posee tierras. Foto: Stella Paul / IPS

«Como consecuencia de las desigualdades de género, casta y clase, las mujeres y niñas dalits están sujetas a múltiples formas de subyugación, explotación y opresión. La violencia sexual, incluidas las violaciones individuales y grupales ha sido perpetrada contra ellas por hombres de castas dominantes, como mecanismo que refuerza las jerarquías estructurales profundamente arraigadas de India”, aseguró Hunt a IPS.

A su juicio, “los cuerpos de las mujeres se utilizan como campo de batalla para afirmar la supremacía de casta y mantener ‘en su lugar’ a las mujeres”.

La abogada Mishaal cree que casi 80 por ciento de las mujeres dalits que son violadas no denuncian debido a la presión política y social, ya que las mujeres y sus familias suelen ser amenazadas por los agresores.

Además, aseguró,  la mayoría de las sobrevivientes de violencia sexual y basada en el género (SGBV, en inglés) son niñas dalits, pero los registros de NCRB sobre la violación infantil no diferencian según la casta.

Un espacio seguro para las dalits

Para ayudar a romper el ciclo de silencio sobre los delitos contra mujeres y niñas dalits, en 2013 Mashaal fundó la Sociedad Swabhiman, una organización benéfica que brinda diversos servicios, incluido el apoyo legal y psicológico a las dalits sobrevivientes a la SGBV.

«Actualmente tenemos 25 mujeres que trabajan con nosotras de manera no fija y este es un lugar seguro para cientos de mujeres que han sido estigmatizadas, maltratadas y, pese a eso,  no tienen a nadie más a quien acudir», dijo la abogada.

Mashaal inició la sociedad porque notó que pocas organizaciones estaban ayudando a los sobrevivientes dalits víctimas de violencia sexual basada en el género y que había una falta de conocimiento y conciencia entre ellas y sus comunidades sobre sus derechos legales o los procedimientos a seguir para obtener justicia.

En varios casos, el Khap Panchayat, una poderosa y tradicional asamblea comunitaria dirigida por grupos de terratenientes, les obligaba a quedarse fuera de la reunión cuando decidía sobre las denuncias en las aldeas de las víctimas y sus familias.

Sus disposiciones son muy controvertidas y se consideran contrarias a los dalits, pero pocos se atreven a contradecirlas por temor a represalias.

Mamta, otra mujer a la que representa también Mishaal, era menor de edad cuando en 2012 fue violada en grupo por hombres de la casta «dominante». Entonces, la Khap Panchayat ordenó que se casase con uno de sus violadores y su padre, un jornalero, estaba demasiado asustado para oponerse.

Durante meses, Mamta, otro nombre ficticio para su protección, estuvo encerrada en una pequeña habitación y violada repetidamente tanto por su forzado marido como por sus amigos y familiares.

«Era como una jaula. Vivía en una habitación pequeña. Mi esposo cerraba la puerta con llave desde afuera. Como era dalit no me tocaba, salvo para tener relaciones sexuales forzadas cuando quería. Todos los días traía otros hombres y también me violaban, contó a IPS en hindi.

«Yo era como una mosca atrapada en el lodo, no podía vivir y tampoco podía volar», dijo Mamta, que ahora tiene 26 años.

Finalmente, logró escapar y descubrió la Sociedad Swabhiman. Allí conoció a muchas otras mujeres que también habían experimentado abusos y brutalidades similares. Juntas han recibido asesoramiento y formación y concienciación sobre las leyes sobre violación y agresión sexual contra mujeres.

Pero lo más importante de todo, han reunido el coraje para exigir justicia ante los tribunales.

La propiedad de la tierra o la falta de ella son factores que perpetúan las vulnerabilidades y la violencia, Según Hunt, de Equality Now, una organización internacional que defiende el acceso a los derechos de las mujeres en el mundo.

Las mujeres dalits carecen de poder económico y, a menudo, dependen de las castas dominantes para su sustento.

Cuando las sobrevivientes de agresión sexual o sus familias dependen para trabajar y obtener ingresos de alguien que pertenece a la misma casta que el agresor, o el agresor mismo es también su empleador, acceder a justicia por la violencia sexual sufrida se vuelve aún más problemático.

«Los culpables y sus cómplices y amigos a menudo ejercen su poder económico para silenciar a las sobrevivientes y testigos, lo que incluye coaccionar a las sobrevivientes o a los familiares de las víctimas para que resuelvan los casos fuera de los tribunales, llegando a acosarles en su aldea o su propio hogar”, explicó.

«Nuestro próximo informe da una indicación de cuán común es este problema. En casi 60 por ciento de los casos que estudiamos, los sobrevivientes se vieron obligados a comprometerse con algún agresor u otro hombre establecido, muchas veces debido a amenazas de represalias económicas», dijo Hunt.

Según datos del último Censo de India, 71 por ciento de los dalits carecen de tierra y laboran como jornaleros o fijos en tierras de otros.

Según el censo agrícola, en las zonas rurales, 58,4 por ciento de los hogares dalits no poseen tierras en absoluto. Esto se vuelve más sombrío en los estados dominados con mayor población de esta casta de parias, como Haryana, Punjab y Bihar, donde 85 por ciento no posee tierras.

«Esta es la razón por la que hay continuas y horribles agresiones sexuales contra las mujeres dalits porque son tres veces vulnerables. Primero, por su casta, segundo, por su género y tercero, por su condición de sin tierra», dijo Mashaal.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2020/11/violaciones-a-mujeres-dalits-herramienta-de-poder-y-sometimiento-en-india/

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Una historia de violencia en la frontera entre Tailandia y Myanmar

Asia/Noviembre 2020/elpais.com

La vida de Sandar es la de miles de mujeres víctimas de malos tratos, que durante la pandemia se han intensificado. Ella, además, es inmigrante irregular, lo que impide que reciba más ayuda, y el estigma social en una cultura conservadora, la ata a su maltratador

  • Sandar (nombre ficticio) tiene 28 años. Es una emigrante birmana sin documentación que vive en Mae Sot, en la frontera entre Tailandia y Myanmar. Lleva 11 años en una relación de maltrato. Su marido le pega y abusa sexualmente de ella. La situación familiar empeoró desde el brote de covid-19. Como su marido se quedó sin trabajo, discutían constantemente por el dinero. Sandar es una de los aproximadamente 200.000 emigrantes birmanos que viven en la región de Mae Sot. Muchos de ellos carecen de documentación y trabajan en condiciones precarias. Desde que estalló la pandemia no tienen trabajo ni apoyo del Gobierno tailandés, y tampoco la posibilidad de volver a Myanmar debido al cierre de las fronteras. Según cálculos de ONU Mujeres, en algunos países los casos de violencia doméstica han aumentado un 30%. La organización califica el fenómeno de "pandemia en la sombra".
    1Sandar (nombre ficticio) tiene 28 años. Es una emigrante birmana sin documentación que vive en Mae Sot, en la frontera entre Tailandia y Myanmar. Lleva 11 años en una relación de maltrato. Su marido le pega y abusa sexualmente de ella. La situación familiar empeoró desde el brote de covid-19. Como su marido se quedó sin trabajo, discutían constantemente por el dinero. Sandar es una de los aproximadamente 200.000 emigrantes birmanos que viven en la región de Mae Sot. Muchos de ellos carecen de documentación y trabajan en condiciones precarias. Desde que estalló la pandemia no tienen trabajo ni apoyo del Gobierno tailandés, y tampoco la posibilidad de volver a Myanmar debido al cierre de las fronteras. Según cálculos de ONU Mujeres, en algunos países los casos de violencia doméstica han aumentado un 30%. La organización califica el fenómeno de «pandemia en la sombra».
  • Una vista del barrio donde vive Sandar, en las afueras de Mae Sot. Sandar procede de Mawlamiyaing, una ciudad birmana situada a 130 kilómetros de Mae Sot. La joven entró ilegalmente en Tailandia cuando tenía 15 años. La larga frontera de la zona de Mae Sot, en la que los dos países están separados solamente por un río, la convierte en el lugar perfecto para que los birmanos entren ilegalmente en Tailandia. En los últimos tiempos, las autoridades tailandesas han intensificado los controles fronterizos debido al aumento del número de casos de covid-19 en Myanmar. Mae Sot es una zona principalmente rural. Muchos emigrantes birmanos están empleados en la agricultura, y a menudo cobran menos del salario mínimo. Con ocasión del Día Internacional de la Mujer Rural el pasado 15 de octubre, ONU Mujeres subrayó este año "la urgente necesidad de fomentar la capacidad de resistencia de las mujeres rurales tras la covid-19 reforzando su bienestar y unos medios de vida sostenibles con el fin de 'reconstruir mejor".
    2Una vista del barrio donde vive Sandar, en las afueras de Mae Sot. Sandar procede de Mawlamiyaing, una ciudad birmana situada a 130 kilómetros de Mae Sot. La joven entró ilegalmente en Tailandia cuando tenía 15 años. La larga frontera de la zona de Mae Sot, en la que los dos países están separados solamente por un río, la convierte en el lugar perfecto para que los birmanos entren ilegalmente en Tailandia. En los últimos tiempos, las autoridades tailandesas han intensificado los controles fronterizos debido al aumento del número de casos de covid-19 en Myanmar. Mae Sot es una zona principalmente rural. Muchos emigrantes birmanos están empleados en la agricultura, y a menudo cobran menos del salario mínimo. Con ocasión del Día Internacional de la Mujer Rural el pasado 15 de octubre, ONU Mujeres subrayó este año «la urgente necesidad de fomentar la capacidad de resistencia de las mujeres rurales tras la covid-19 reforzando su bienestar y unos medios de vida sostenibles con el fin de ‘reconstruir mejor».
  • Los hijos de Sandar, de nueve y tres años, juegan en la calle delante de su casa. Sandar ha sufrido toda su vida malos tratos en el ámbito familiar. Su tía, que la alojó a su llegada a Tailandia, le pegaba continuamente. "Me golpeaba con cables", cuenta la joven, que nunca fue al hospital ni llamó a la policía. "No sabía a dónde ir. No hablaba tailandés. Además, mi tía me encerraba en casa, así que no podía salir". Sandar se casó a los dos años de llegar a Tailandia. Tenía 17. Según la ONU, menos del 40% de las mujeres víctimas de violencia física en el ámbito doméstico busca ayuda.
    3Los hijos de Sandar, de nueve y tres años, juegan en la calle delante de su casa. Sandar ha sufrido toda su vida malos tratos en el ámbito familiar. Su tía, que la alojó a su llegada a Tailandia, le pegaba continuamente. «Me golpeaba con cables», cuenta la joven, que nunca fue al hospital ni llamó a la policía. «No sabía a dónde ir. No hablaba tailandés. Además, mi tía me encerraba en casa, así que no podía salir». Sandar se casó a los dos años de llegar a Tailandia. Tenía 17. Según la ONU, menos del 40% de las mujeres víctimas de violencia física en el ámbito doméstico busca ayuda.

    El hijo mayor de Sandar juega con un arma de juguete. Sandar recuerda que su marido empezó a maltratarla nada más casarse. "Me pegaba y me daba patadas cuando volvía del trabajo", cuenta. "Me acusaba de que no cocinaba o no limpiaba". A raíz de la llegada de la covid-19, el hombre se volvió más violento, "sobre todo por el dinero". Antes de la pandemia tampoco había tenido trabajo fijo, pero durante el cierre perdió su empleo en una huevería. Las emigrantes birmanas en Tailandia ya formaban un grupo de alto riesgo antes de la covid-19, pero con la pandemia su vida se ha vuelto más difícil. Durante el confinamiento, las víctimas de violencia doméstica se encontraron encerradas en casa con su maltratador, con menos posibilidades de pedir ayuda, y escasos o ningún ingreso.
    4 El hijo mayor de Sandar juega con un arma de juguete. Sandar recuerda que su marido empezó a maltratarla nada más casarse. «Me pegaba y me daba patadas cuando volvía del trabajo», cuenta. «Me acusaba de que no cocinaba o no limpiaba». A raíz de la llegada de la covid-19, el hombre se volvió más violento, «sobre todo por el dinero». Antes de la pandemia tampoco había tenido trabajo fijo, pero durante el cierre perdió su empleo en una huevería. Las emigrantes birmanas en Tailandia ya formaban un grupo de alto riesgo antes de la covid-19, pero con la pandemia su vida se ha vuelto más difícil. Durante el confinamiento, las víctimas de violencia doméstica se encontraron encerradas en casa con su maltratador, con menos posibilidades de pedir ayuda, y escasos o ningún ingreso.
    El hijo pequeño de Sandar juega con un arma de juguete disfrazado de Supermán. En 2018, Sandar buscó ayuda por primera vez y se puso en contacto con las trabajadoras del Freedom Restoration Project [Proyecto Restauración de la Libertad], que ofrece refugio y apoyo a las víctimas de violencia doméstica en la región de Mae Sot. Gracias a su ayuda, varias mujeres consiguieron escapar de su situación de maltrato. Otras, como Sandar, mantienen la relación con su maltratador, pero en el centro han encontrado un espacio en el que están a salvo, al menos durante unas horas. "Las mujeres que vienen al centro son víctimas de violencia física, psicológica y sexual", explica Watcharapon 'Sia' Kukaewkasem, fundadora y directora del proyecto. "En Tailandia y en Myanmar la violencia doméstica es muy habitual. Tanto que la gente la considera normal".
    5El hijo pequeño de Sandar juega con un arma de juguete disfrazado de Supermán. En 2018, Sandar buscó ayuda por primera vez y se puso en contacto con las trabajadoras del Freedom Restoration Project [Proyecto Restauración de la Libertad], que ofrece refugio y apoyo a las víctimas de violencia doméstica en la región de Mae Sot. Gracias a su ayuda, varias mujeres consiguieron escapar de su situación de maltrato. Otras, como Sandar, mantienen la relación con su maltratador, pero en el centro han encontrado un espacio en el que están a salvo, al menos durante unas horas. «Las mujeres que vienen al centro son víctimas de violencia física, psicológica y sexual», explica Watcharapon ‘Sia’ Kukaewkasem, fundadora y directora del proyecto. «En Tailandia y en Myanmar la violencia doméstica es muy habitual. Tanto que la gente la considera normal».
    Sandar se pinta los labios antes de salir hacia el centro de detención de Mae Sot a visitar a su marido, detenido hace poco por posesión de drogas. Es la tercera vez que lo detienen. Las dos primeras fueron por consumo de drogas, pero en esta ocasión la policía le encontró varias pastillas de yaba. También conocido como "la droga de la locura", el yaba es una combinación de metanfetamina y otros estimulantes muy popular en el sudeste de Asia. Ahora que su marido está encerrado, Sandar tiene que encontrar un trabajo para alimentar a sus dos hijos. "Cuando está fuera, no quiere que trabaje", explica. Mientras su marido está detenido, ella trabaja como limpiadora o vendiendo verdura en la calle, pero no gana lo suficiente ni recibe ayuda del Gobierno tailandés. "¿Quién va a ayudarnos?", se lamenta. "No tenemos documentos". ONU Mujeres calcula que las mujeres que trabajan en la economía sumergida en Tailandia verán reducidos sus ingresos en un 80% debido a la crisis de la covid-19.
    6Sandar se pinta los labios antes de salir hacia el centro de detención de Mae Sot a visitar a su marido, detenido hace poco por posesión de drogas. Es la tercera vez que lo detienen. Las dos primeras fueron por consumo de drogas, pero en esta ocasión la policía le encontró varias pastillas de yaba. También conocido como «la droga de la locura», el yaba es una combinación de metanfetamina y otros estimulantes muy popular en el sudeste de Asia. Ahora que su marido está encerrado, Sandar tiene que encontrar un trabajo para alimentar a sus dos hijos. «Cuando está fuera, no quiere que trabaje», explica. Mientras su marido está detenido, ella trabaja como limpiadora o vendiendo verdura en la calle, pero no gana lo suficiente ni recibe ayuda del Gobierno tailandés. «¿Quién va a ayudarnos?», se lamenta. «No tenemos documentos». ONU Mujeres calcula que las mujeres que trabajan en la economía sumergida en Tailandia verán reducidos sus ingresos en un 80% debido a la crisis de la covid-19.

    Una vista de la calle desde la casa de Sandar, en las afueras de Mae Sot. En Tailandia existe una línea telefónica para denunciar la violencia doméstica. Sin embargo, hace cinco años el Gobierno pasó de destinarla a los casos de violencia contra las mujeres y los niños (así como a los de tráfico de personas, trabajo infantil y embarazo adolescente) a cualquier problema social, como señala un informe de la Fundación Henrich Böll. Según ese mismo estudio, durante el cierre de marzo y abril, el teléfono de asistencia recibió una avalancha de más de 28.000 llamadas, más del doble que en el mismo periodo del año anterior. La mayoría, sin embargo, eran quejas o consultas sobre la asistencia social y las ayudas económicas del Gobierno. Eso hizo aún más difícil para las víctimas de violencia doméstica acceder a la línea.
    7Una vista de la calle desde la casa de Sandar, en las afueras de Mae Sot. En Tailandia existe una línea telefónica para denunciar la violencia doméstica. Sin embargo, hace cinco años el Gobierno pasó de destinarla a los casos de violencia contra las mujeres y los niños (así como a los de tráfico de personas, trabajo infantil y embarazo adolescente) a cualquier problema social, como señala un informe de la Fundación Henrich Böll. Según ese mismo estudio, durante el cierre de marzo y abril, el teléfono de asistencia recibió una avalancha de más de 28.000 llamadas, más del doble que en el mismo periodo del año anterior. La mayoría, sin embargo, eran quejas o consultas sobre la asistencia social y las ayudas económicas del Gobierno. Eso hizo aún más difícil para las víctimas de violencia doméstica acceder a la línea.
    Sandar lava verduras en su casa antes de cocinarlas. Tiene que preparar la comida para su marido y llevársela al centro de detención. Confiesa que se siente incapaz de divorciarse. Teme la estigmatización social, que en una comunidad musulmana conservadora puede ser fuerte. "Pienso en mis hijos", se justifica. "A lo mejor, después de dejarlo tendría otro marido. Entonces la gente diría que tengo dos maridos y que los niños deberían estar con su madre y con su padre". Según un informe de la Fundación Heinrich Böll, en Tailandia las actitudes sociales constituyen un obstáculo importante para que las mujeres denuncien la violencia. Como en muchos países del mundo, a menudo la violencia doméstica se considera un asunto privado y es habitual pensar que la culpa es de la víctima, y no del maltratador. Para algunas mujeres, reconocer el maltrato equivale a reconocer que han fracasado en su matrimonio.
    8Sandar lava verduras en su casa antes de cocinarlas. Tiene que preparar la comida para su marido y llevársela al centro de detención. Confiesa que se siente incapaz de divorciarse. Teme la estigmatización social, que en una comunidad musulmana conservadora puede ser fuerte. «Pienso en mis hijos», se justifica. «A lo mejor, después de dejarlo tendría otro marido. Entonces la gente diría que tengo dos maridos y que los niños deberían estar con su madre y con su padre». Según un informe de la Fundación Heinrich Böll, en Tailandia las actitudes sociales constituyen un obstáculo importante para que las mujeres denuncien la violencia. Como en muchos países del mundo, a menudo la violencia doméstica se considera un asunto privado y es habitual pensar que la culpa es de la víctima, y no del maltratador. Para algunas mujeres, reconocer el maltrato equivale a reconocer que han fracasado en su matrimonio.
    Sandar monta en bicicleta con su hijo pequeño disfrazado de Superman. Se dirigen al centro de detención de Mae Sot a visitar al marido apresado por posesión de drogas.
    9 Sandar monta en bicicleta con su hijo pequeño disfrazado de Superman. Se dirigen al centro de detención de Mae Sot a visitar al marido apresado por posesión de drogas.
    Sandar pone 'thanaka' a su hijo menor en la cara antes de salir. El 'thanaka' es una pasta cosmética de color blanco amarillento hecha a base de corteza molida que las mujeres birmanas suelen emplear para suavizar la piel y protegerla del sol.
    10Sandar pone ‘thanaka’ a su hijo menor en la cara antes de salir. El ‘thanaka’ es una pasta cosmética de color blanco amarillento hecha a base de corteza molida que las mujeres birmanas suelen emplear para suavizar la piel y protegerla del sol.
    El hijo mayor de Sandar, de nueve años, corre por un campo cercano a su casa, en las afueras de Mae Sot. El niño se queda en casa mientras su madre y su hermano menor van al centro de detención. El Proyecto Restauración de la Libertad organiza clases de crianza para enseñar métodos educativos alternativos a las víctimas de violencia doméstica. "Les enseñamos que hay otras maneras [de educar a los hijos] que no son gritar y pegar", explica Watcharapon 'Sia' Kukaewkasem, fundadora y directora del proyecto. "Cuando hablamos de violencia doméstica no nos referimos solo a la que ejerce la pareja, sino también a la de los padres contra los hijos. [...] Intentamos prevenirla".
    11El hijo mayor de Sandar, de nueve años, corre por un campo cercano a su casa, en las afueras de Mae Sot. El niño se queda en casa mientras su madre y su hermano menor van al centro de detención. El Proyecto Restauración de la Libertad organiza clases de crianza para enseñar métodos educativos alternativos a las víctimas de violencia doméstica. «Les enseñamos que hay otras maneras [de educar a los hijos] que no son gritar y pegar», explica Watcharapon ‘Sia’ Kukaewkasem, fundadora y directora del proyecto. «Cuando hablamos de violencia doméstica no nos referimos solo a la que ejerce la pareja, sino también a la de los padres contra los hijos. […] Intentamos prevenirla»El hijo pequeño de Sandar, de tres años, espera a su madre sentado en la bicicleta vestido con un traje de Superman. Van al centro de detención de Mae Sot a visitar a su padre. "Me gustaría que mis hijos no tuviesen que trabajar tanto como yo", dice Sandar. "Me gustaría que estudiasen y fuesen médicos o contables".
    12El hijo pequeño de Sandar, de tres años, espera a su madre sentado en la bicicleta vestido con un traje de Superman. Van al centro de detención de Mae Sot a visitar a su padre. «Me gustaría que mis hijos no tuviesen que trabajar tanto como yo», dice Sandar. «Me gustaría que estudiasen y fuesen médicos o contables».

    Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/10/26/album/1603717461_363685.html#foto_gal_7

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La violencia prohibicionista contra las mujeres

Por: Andrés Kogan Valderrama

Día a día somos testigos de noticias referentes a mujeres asociadas a delitos relacionados con drogas. Bajo estos delitos, se encuentra una problemática de grandes proporciones, marcada por los estigmas y las brechas ocasionadas por el impacto de la desigualdad de género y machismo que se reproduce en el mundo de las drogas, en la cual las políticas antidrogas no hacen más que perpetuar una realidad donde las mujeres son las más perjudicadas.

Según el documento “Mujeres, políticas de drogas y encarcelamiento”, elaborado por la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) y el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC), el número de mujeres encarceladas ha aumentado entre el 2000 y el 2015 un 51, 6%, mientras que en los hombres ha aumentado un 20% (1).

Con respecto a mujeres encarceladas por delitos relacionados con drogas, las cifras son alarmantes en países como Costa Rica (75,46%), Argentina (65%), Brasil (60,63%), Perú (60,6%) y Chile (57,2%), lo que evidencia cómo la violencia patriarcal se reproduce también dentro del sistema penitenciario.

Una violencia patriarcal con respecto a las drogas, que comenzó  con el período prohibicionista, al comienzo del siglo XX en Estados Unidos, a través de políticas punitivas sobre distintas sustancias desde los diferentes Estados, las cuales sirvieron para estigmatizar y perseguir a distintos grupos de personas. Uno de esos grupos fue el de las mujeres, las cuales al ser inferiorizadas históricamente, han tenido que sufrir la violencia policial y de organizaciones criminales, quienes han usado la amenaza y el terror como medios para imponerse al otro.

Es por ello que las mujeres han pasado a ser un botín de guerra o una propiedad para grandes carteles de drogas, en donde sus líderes han buscado mostrar su hombría a través del uso de los cuerpos de las mujeres como recurso disponible.

Asimismo, las mujeres han sido puestas por esas mismas organizaciones criminales, en roles inferiores (como el de transporte de drogas), exponiéndolas a riesgos y consecuencias dramáticas, que van desde el abuso, violación, encarcelamiento y la propia muerte.

En consecuencia, la llamada guerra contra las drogas, ha generado que millones de mujeres sean víctimas de un proceso de disputa por el control territorial, entre grandes traficantes y brigadas antinarcóticos, que al centrarse en las drogas, han descuidado completamente la vida de las mujeres.

Por otra parte, las mujeres consumidoras de drogas, han tenido que soportar grandes estigmas. La idea machista de que las mujeres por naturaleza no debieran asumir riesgos y que son los hombres por tanto quienes debieran hacerlo, ha hecho que las consumidoras sean mucho más castigadas, discriminadas y aisladas de la sociedad.

Es por eso, que en el momento de buscar tratamiento por uso problemático de drogas, las mujeres sientan más culpa y vergüenza que los hombres, ante el rol reproductivo y doméstico que se las ha impuesto por siglos, en donde el ser madres y serviles al hombre se volvió una obligación.

No es casualidad por tanto, que las mujeres tiendan a consumir más drogas legales que ilegales, ya que se presupone, desde el discurso patriarcal, que las mujeres son por esencia más obedientes y menos rebeldes.

Por todo lo señalado, la violencia prohibicionista existente, de más de 100 años de historia, se traduce en una violencia encubierta contra las mujeres.

(1) Descarga el informe: https://www.oas.org/es/cim/docs/womendrugsincarceration-es.pdf

Fuente: https://rebelion.org/la-violencia-prohibicionista-contra-las-mujeres/

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6.137 mujeres asesinadas en los últimos 15 años en Honduras

Por: Tercera Información

En Honduras hay un repunte preocupante de la violencia de género, una tragedia que se ha profundizado durante los meses de confinamiento por la pandemia y ante la ausencia crónica de políticas públicas.

El Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH) calcula en 6.137 las mujeres que han perdido la vida de forma violenta y las víctimas de femicidios en los últimos 15 años (2005-2019), con un fuerte repunte a partir del golpe de 2009.

Más del 63 por ciento de los asesinatos (3.891) ocurrieron a partir de 2012, el 60 por ciento de los cuales fueron femicidios, en su mayoría cometidos a manos de la pareja o ex pareja.

Entre enero y agosto de 2020, el Observatorio de la Violencia registró 218 entre muertes violentas y femicidios, 138 de los cuales durante los meses de confinamiento por la pandemia.

Con el agregado del mes de septiembre las víctimas se elevan a 245, es decir una cada 26 horas. El 66,5 por ciento de los crímenes ocurridos este año fue ejecutado con arma de fuego.

El Centro de Derechos de Mujeres (CDM) lanzó un grito de alarma ante el aumento de los ataques contra mujeres en septiembre último. La organización feminista registró 30 femicidios, 17 casos de violaciones sexual, 9 de estas contra niñas menores de 15 años.

Durante el foro virtual “Situación de violencia contra las mujeres y su manejo en el contexto del Covid-19”, organizado por la plataforma Tribuna de Mujeres contra los Femicidios ‘Gladys Lanza”, se exigió al estado hondureño “acciones urgentes ante el impacto negativo que enfrentan las mujeres como resultado de la violencia domestica e intrafamiliar, agravada por la pandemia”.

Las organizaciones que integran la Tribuna de Mujeres expresaron profunda preocupación por “la imparable ola de violencia contra las mujeres que es reportada a la línea de emergencia 911”.

De acuerdo con datos del Movimiento de Mujeres por la Paz ‘Visitación Padilla’, de enero a septiembre de este año el Sistema Nacional de Emergencias recibió 76.520 llamadas de auxilio por violencia doméstica (43.590) e intrafamiliar (32.930), es decir unas 283 llamadas al día (en el último trimestre el promedió alcanzó las 301 llamadas diarias).

Estos datos evidencian un aumento del 8 por ciento con respecto al 2019. Lamentablemente, la respuesta estatal sigue siendo muy débil. En este mismo período, el Ministerio Público reportó solamente 2.454 denuncias y los juzgados emitieron 467 sentencias que desembocaron en tan sólo 247 detenciones.

Tribuna de Mujeres contra los Feminicidios

“¿Qué pasó con el resto de mujeres que sintieron que su vida estaba en riesgo y llamaron al 911? ¿Algunas serán parte de las 245 mujeres víctimas de femicidios en lo que va del año?”, pregunta la Tribuna de Mujeres contra los Femicidios.

Para las organizaciones que integran la plataforma “ser mujer en Honduras implica un alto riesgo, ya que la desprotección que enfrentamos inicia en la casa y trasciende al ámbito público”.

“En nuestra labor como defensoras de los derechos humanos de las mujeres ̶ advierten ̶ nos toca conocer en carne propia los traspiés que deben sortear las mujeres en su búsqueda de justicia”.

Ante la inercia estatal y el repunte de la violencia de género en tiempos de confinamiento por la pandemia, la Tribuna de Mujeres contra los Femicidios exigieron al gobierno central “políticas públicas con medidas concretas que permitan erradicar la violencia”.

También demandaron a los gobiernos locales “fortalecer los mecanismos de apoyo a las mujeres para que puedan romper el silencio y denunciar la violencia”, y al Ministerio Público “fortalecer las unidades de investigación de muerte violenta de mujeres y femicidio”.

Finalmente pidieron la creación de más juzgados de violencia y la capacitación del personal en violencia de género.

“No nos vamos a cansar de exigir una respuesta estatal que considere a las mujeres como ciudadanas con derechos, sobre todo a vivir una vida libre de violencia y no como meras votantes en los procesos electorales”, dijo Merly Eguigure, coordinadora del Movimiento ‘Visitación Padilla’.

Fuente: Rel UITA

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/internacional/27/10/2020/6-137-mujeres-asesinadas-en-los-ultimos-15-anos-en-honduras/

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Una educación libre de prejuicios sociales, esencial para fomentar la curiosidad científica y las vocaciones STEM en las niñas

Por: Nacho Meneses

La brecha de género que persiste entre las carreras tecnológicas y científicas hace que se pierda una parte importante del talento clave para afrontar el futuro

Más de la mitad del alumnado universitario en España, un 55 %, es femenino, y sin embargo la brecha de género es abismal en algunos estudios superiores. La presencia de la mujer continúa siendo minoritaria en las llamadas disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés): si en el curso 2018-2019, por ejemplo, un 51 % de las matrículas de Ciencias corresponden a mujeres, tres de cada cuatro alumnos matriculados en la rama de Ingeniería y Arquitectura son hombres, y en Informática las mujeres se quedan en un 12,9 %. Estas, por el contrario, representan una abrumadora mayoría en las ramas de Ciencias de la Salud (70,3 %), Artes y Humanidades (63,6 %) y Ciencias Jurídicas y Sociales (59,8 %), según datos del Ministerio de Universidades. Los datos fuera de España no cambian demasiado, y a nivel mundial solo el 29 % de los investigadores en el campo de las Ciencias son mujeres.

¿Obedece esto a una predisposición innata de género o es más bien producto de una larga historia de prejuicios y estereotipos sociales? Más bien lo segundo, afirman los expertos: “Lamentablemente, vivimos en un sistema profundamente dominado por los roles de género (…). Tradicionalmente, a las mujeres se nos ha socializado en los cuidados (del hogar, de la familia, de nuestros mayores y de nuestros hijos), y se ha dicho de nosotras que somos “más intuitivas” o “sensibles”, por lo que existe una mayoría de mujeres en carreras como comunicación, filologías, terapia ocupacional o enfermería”, sostiene Ludi García, directora gerente de la consultora de comunicación Hotwire. “Mientras tanto, a los hombres se les han atribuido fortalezas como la mente fría y analítica, empujándolos hacia carreras más científico-técnicas como las ciencias, las ingenierías o las matemáticas. Por supuesto, esto no son más que construcciones sociales que, por desgracia, siguen prevaleciendo en algunos sectores de la sociedad”.

Luchar contra la brecha de género, imprescindible

Para Ana Delgado, Chief Education Officer en The Valley, el talento femenino existe y es muy abundante, y considera que la base del éxito está en lograr un equilibrio que ponga en evidencia el valor añadido que puede aportar cada uno a este ámbito STEM. “Los equipos con perfiles variados y multidisciplinares incitan a la productividad, la eficiencia y la creatividad. De la misma manera que existen diferentes perfiles en cuanto a capacidades (como, por ejemplo, personas más dadas a la analítica, a la estrategia o al negocio), pasa lo mismo con el género. Y todos son necesarios”. Con los avances tecnológicos y la rápida evolución de la digitalización, se necesitan cada vez más expertos capaces de ayudar y guiar a las empresas y profesionales a abordar este nuevo panorama y cubrir esas necesidades, y en esta demanda resulta irrelevante si se es hombre o mujer.

“Un mantra que repetimos constantemente, pero que no por ello es menos cierto, es que por culpa de la brecha de género en estas disciplinas estamos perdiendo la mitad del talento. A día de hoy vemos que uno de los problemas principales, anunciado por la Unión Europea, es la falta de habilidades en los trabajos del futuro, aquellos ligados estrechamente a la tecnología”, afirma Belén Perales, responsable de RSC de IBM España. Los datos apuntan a que las disciplinas STEM no figuran entre las favoritas de los jóvenes, pero, aun así, un 16,3 % de los adolescentes españoles de 15 años contempla dedicarse a estas áreas cuando sean adultos: de ellos, un 12,1 % corresponde a los chicos y solo un 4,2 % a las chicas, lo que demuestra que la brecha de género se da ya en edades muy tempranas. “Desde IBM, consideramos que la solución se encuentra en fomentar la educación en estas disciplinas desde muy jóvenes, para acabar con estos estereotipos que hacen pensar más adelante que ciertas carreras son masculinas o femeninas”, añade.

Las proyecciones económicas y sociológicas apuntan, efectivamente, a que el bienestar de nuestro sistema económico pasa por un desarrollo de perfiles tecnológicos que no puede detenerse ante obstáculos de género y que implicará a todos los sectores productivos. “El futuro no estará tan demarcado como ciencias y letras, sino que vamos hacia una formación más transversal”, argumenta Rafael Conde, director del grado en Artes Digitales de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), en Madrid. “Las materias STEM estarán presentes en todas las formaciones. Antes, ser analfabeto era no saber leer ni escribir; exagerando un poco, pero no tanto, en el futuro lo será no saber código, te dediques a lo que te dediques. Por eso necesitamos mujeres STEM, para que rompan los estigmas y no solo las niñas, sino toda la población, se acerquen a estos conocimientos sin prejuicios ni complejos”.

Por supuesto, eso no implica que haya que forzar vocaciones científicas si no existe interés. El problema es que, como recuerda Conde, este existe, “pero muchas mujeres que querrían entrar no lo hacen por el estigma social que conlleva de “mundo masculinizado” y, sobre todo, algo asocial”. El caso del grado en Artes Digitales de la UCJC es algo diferente, ya que (si bien son un grupo pequeño) este curso el 100 % de las matrículas ha correspondido a mujeres, y en el segundo curso también hay una mayoría femenina. Allí, los estudiantes aprenden desde disciplinas más artísticas como la fotografía y el dibujo hasta elementos más técnicos como la programación multimedia, principios de robótica y diseño, entendido este como ilustración 2D, modelado e impresión 3D, diseño web, maquetación… Unos estudios cuyas salidas profesionales están en las industrias creativas, que hoy por hoy generan más empleo que la industria del automóvil de Estados Unidos, Europa y Japón juntas, según la OIT: la animación, el diseño digital, los videojuegos, los efectos especiales, la posproducción o el diseño web.

Una mayor visibilidad de referentes femeninos

Para fomentar la curiosidad científica y las disciplinas STEM entre las niñas se requiere de un esfuerzo conjunto que promueva valores inclusivos desde la infancia y que ayude a visibilizar los referentes femeninos que ya existen (y que han existido) dentro del campo STEM. Una labor en la que los padres y las familias, por un lado, y los educadores, por otro, juegan un papel fundamental: “Es necesario que no solo en el colegio, sino también en casa, se eduque en la igualdad y la colaboración. Es responsabilidad de todos que trabajemos en derribar las ideas convencionales y los roles tradicionalmente adjudicados a cada uno de los géneros”, reflexiona Ludi García.

Por otro lado, es necesario que, desde los centros educativos, se ofrezca una orientación libre de estereotipos en la que reforzar la presencia de mujeres en los contenidos educativos ayude a que las chicas quieran dedicarse a la ciencia. “La clave pasa por ofrecer experiencias con disciplinas de ingeniería, ciencias, matemáticas y demás desde pequeños, para que todos se familiaricen con esos ámbitos y vean todas las posibilidades que ofrecen, sin distinción de género”, incide Delgado. En cualquier caso, se trata de educar a los niños y niñas, inspirándoles e impulsándoles a avanzar en el camino que más les interese. “En general, la inclusión de referentes femeninos ayuda a disminuir la desigualdad de género en todos los ámbitos”, insiste Perales.

Sin embargo, cuando se trata de dar visibilidad a estos referentes, la responsabilidad va mucho más allá, e implica a empresas, instituciones públicas y privadas y medios de comunicación. Así, espacios públicos como ChicaStem, que recoge iniciativas nacionales e internacionales para fomentar las vocaciones en estas disciplinas, o el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación, creado en 2019 para “combatir cualquier discriminación por razón de sexo, garantizar la igualdad de oportunidades y aumentar la presencia de mujeres en todos los ámbitos de la vida científica y universitaria”.

La Universidad Complutense de Madrid (UCM) presentó en junio de 2019 el proyecto Por qué tan pocas, que incluye un largometraje y 20 píldoras audiovisuales con las que se pretende visibilizar el papel de las mujeres españolas en los campos de la tecnología y la ciencia, con referentes como Margarita Salas (bioquímica), María Blasco (bióloga), Elena García (ingeniera robótica) o Clara Grima (matemática). IBM, por su parte, tiene en marcha desde hace varios años iniciativas como Watson va a clase y Open P-Tech, que ofrecen a los más jóvenes las herramientas necesarias para despertar esta curiosidad y fomentar la vocación en estas disciplinas.

El ámbito de la comunicación es, finalmente, muy importante a la hora de dar visibilidad a las mujeres y que las futuras generaciones vean referentes a los que seguir: “En muchas ocasiones, los estudiantes se interesan por una disciplina por las informaciones que ven en los medios. Si la periodista es una mujer, las posibilidades de que se sientan reflejadas y captar su interés son mayores”, concluye Ludi García.

Liderazgo femenino en el campo STEM

Si hay una brecha de género respecto al número de mujeres que entran en las titulaciones STEM, también la hay en cuanto a la cantidad de ellas que se incorporan a puestos de alta dirección en las empresas tecnológicas, una carencia del mercado que pretende contribuir a subsanar el máster Desarrollo Directivo para Mujeres STEM, de la UCM, una formación “dirigida a mujeres que han sido referentes y que llevan 15 o 20 años trabajando en áreas tecnológicas, formándolas en habilidades y competencias que les permitan ejercer ese liderazgo en unos contextos empresariales que son eminentemente masculinos”, explica Silvia Carrascal, directora del programa.

El objetivo, afirma, es empoderar a la mujer, aunque a la vez hace hincapié en que se trata más de poner en valor el talento y reconocer las competencias que se poseen, ya seas hombre o mujer, que de cumplir con un determinado porcentaje [por los planes de igualdad de las empresas]. El máster de la UCM pone así el foco en “contribuir a su desarrollo personal y su empoderamiento a través de la mentoría y del coaching de carrera, con expertos en habilidades comunicativas y sociales, liderazgo, toma de decisiones, visión estratégica y actualizaciones en la transformación digital de las empresas”.

Para Carrascal, se trata de aportar nuevos estilos de liderazgo, ya que la mujer puede promover “uno mucho más flexible y transversal, menos encasillado en lo que es el conocimiento y mucho más relacionado con los retos, los logros y los desafíos de una empresa, un equipo o un proyecto”. “Alguien”, continúa, “que es capaz de ver no solo el impacto económico, sino también el lado más personal y emocional de las cosas: el efecto que tiene en la sociedad; cómo es de sostenible para la empresa; cuál es el impacto positivo para sus empleados o qué políticas implementar para una mejor cultura organizativa”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/economia/2020/10/28/actualidad/1603878746_104941.html

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La ultraderecha y la “masculinidad criminal”

Por: Miguel Lorente Acosta

Si la ultraderecha llama al Gobierno «criminal» por su pasividad ante la pandemia y sus muertes, debe entenderse que la masculinidad pasiva y negacionista de la violencia de género es «criminal» por su inacción ante los asesinatos de mujeres..


El razonamiento es sencillo, si la misma ultraderecha que niega la violencia de género y habla de violencia intrafamiliar, llama al Gobierno de la nación “Gobierno criminal” bajo el argumento de no haber hecho lo suficiente para evitar las muertes por la pandemia, la pasividad e inacción de tantos hombres ante la realidad social de la violencia de género, incluso intentando encerrarla en espacios definidos, como la familia o lo doméstico para que no se pueda ver con sus características propias, debe llevar a concluir que es consecuencia de una “masculinidad criminal”.

Las mismas voces que hoy acuden a ETA y sus “herederos” recordando los terribles atentados y sus 864 muertes a lo largo de 40 años, niegan la violencia de género que sólo en las relaciones de pareja y en 17 años ha asesinado a 1070 mujeres. Y mientras que la violencia terrorista se percibe con la gravedad que corresponde y el rechazo social es generalizado,  ante la violencia de género la sociedad se muestra distante y pasiva, hasta el punto de que sólo un 1-3% de su población considera que se trata de un problema grave (Barómetros del CIS).

Siempre hemos hablado de la “complicidad” de quienes han callado y mirado hacia otro lado ante la violencia de género, pero la responsabilidad de los hombres que se protegen en la distancia y en la invisibilidad para no hacer nada es mayor en el momento actual, y lo es por tres razones esenciales: Por un lado, porque mantienen la pasividad necesaria para que otros sigan actuando de forma violenta; por otro, porque se está produciendo una reacción contra las iniciativas a favor de la Igualdad y la erradicación de la violencia de género que se beneficia de esa inacción; y en tercer lugar, porque los ataques contra esas iniciativas se hace en nombre de los hombres, es decir, presentándolas como un ataque a “todos los hombres” y mandando el mensaje de que con ellas se criminaliza a los hombres.

Ante estas circunstancias la responsabilidad de los hombres es mayor, no sólo porque la neutralidad no existe, sino porque, como hemos indicado, desde las posiciones machistas utilizan a todos los hombres para defender y proponer sus medidas particulares, que perpetúan el modelo de injusticia que otorga “privilegios criminales” a los hombres, puesto que esos privilegios están construidos sobre un modelo de sociedad levantado sobre una desigualdad que limita los derechos de las mujeres, y se sustenta sobre una violencia contra ellas que actúa como realidad o como amenaza.

Los hombres no podemos quedarnos al margen de esta situación que nos convoca doblemente: por coherencia ciudadana y democrática, y por alusiones directas, puesto que el machismo utiliza el argumento falaz de que la Igualdad y las medidas contra la violencia de género van contra todos los hombres.

Si no nos desmarcamos de esos planteamientos estaremos dándole validez con nuestra asunción, y es algo que no sólo no debemos permitir, sino que debemos evitar de manera activa.

El conocimiento que hoy tenemos sobre la violencia de género, sus características, raíces, sus terribles consecuencias… y la constatación de que se trata de una conducta defendida y amparada por el machismo y los machistas, hasta el punto de intentar impedir cualquier iniciativa directa dirigida a su erradicación, como vemos en el discurso de la ultraderecha, exige el compromiso de los hombres, de todos, y su responsabilidad en cualquier circunstancia.

Porque hoy la responsabilidad exigible a los hombres es doble: lo es por acción, cuando las conductas actúen contra las normas de convivencia que nos hemos dado; y lo es por omisión, cuando no se actúe contra esa “masculinidad criminal” que deja que la realidad siga caracterizada por la injusticia social de la desigualdad y su violencia de género.

Fuente: https://rebelion.org/la-ultraderecha-y-la-masculinidad-criminal/

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Gobernadora de Puerto Rico firma decreto contra la violencia hacia las mujeres

Centroamérica/Puerto Rico/Octubre 2020/https://cnnespanol.cnn.com/

La gobernadora de Puerto Rico, Wanda Vázquez, firmó este lunes un decreto que establece una serie de protocolos para combatir la violencia contra la mujer.

El decreto declara “servicio de prioridad la atención de los casos de violencia contra la mujer, y ordena la creación de campañas de prevención y educación a la comunidad sobre los accesos a servicios para mujeres”, de acuerdo a la información compartida por las autoridades. Así mismo, “impone esta misma obligación a los departamentos de la Familia, Justicia y Educación”.

 

El decreto también establece que el departamento de Educación deberá extender el protocolo a todo el sistema escolar para el próximo curso escolar, que inicia en agosto de 2021. Incluso, la normativa dispone que todo su personal deberá estar “adiestrado en equidad, derechos humanos y civiles para diciembre de 2020”.

“Las diferentes emergencias que ha enfrentado nuestro pueblo en los últimos meses se convirtieron en la prioridad para la atención de las necesidades de las mujeres”, expresó la gobernadora Vázquez. Según el Negociado de la Policía de Puerto Rico, hasta el 25 de octubre fueron asesinadas 38 mujeres este año, incluidas dos menores de edad. El número de asesinatos en Puerto Rico en lo que va del año es de 426.

El decreto está acompañado de un “Protocolo de Acción para Combatir la Violencia Hacia las Mujeres en Puerto Rico”, que comprende una serie de estrategias y objetivos que serán dirigidos por una Comisión Multisectorial contra la Violencia hacia la Mujer. Las principales agencias de seguridad, salud física y mental, familia y educación integrarán este organismo, además del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico y la Asociación y Federación de Alcaldes.

El decreto también ordena que el Departamento de Justicia y el Negociado de la Policía de Puerto Rico trabajen en la creación de un “protocolo de investigación en casos de muerte violenta de mujeres por razón de género”. Esto como parte de la implementación de la Ley 83 de 2020 que ordena “la creación de una Unidad de Crímenes Contra la Mujer y Violencia Doméstica en el Negociado de la Policía”, según la orden ejecutiva.

En septiembre de 2019, la gobernadora Vázquez emitió un estado de alerta nacional para atender las manifestaciones de violencia contra las niñas, adolescentes, mujeres adultas y adultas mayores.

De acuerdo con el comunicado, el decreto y el protocolo fueron preparados y evaluados por la Oficina de la Primera Dama. Entre las organizaciones que participaron en la confección de estas medidas, se encuentran: Fundación Alas para la Mujer; Centro Salud Justicia de Puerto Rico; Red de Albergues; Mujeres por Puerto Rico; Mujeres Ante la Adversidad; Mujeres Líderes de Puerto Rico; Coalición Las Lolas y Coordinadora Paz para la Mujer, organización que agrupó las recomendaciones de La Colectiva Feminista en Construcción; Movimiento Amplio de Mujeres, Taller Salud y la Oficina de la Procuradora de las Mujeres.

Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/2020/10/26/gobernadora-de-puerto-rico-firma-decreto-contra-la-violencia-hacia-las-mujeres/

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