Reseñas/Octubre 2020/elpais.com
mujeres
México: Derechos agrarios de las mujeres para la defensa del territorio
La Minuta
“Hoy por hoy, en las luchas territoriales las mujeres estamos presentes. No solo parimos vida, también parimos movimientos, parimos ideas”, dijo Miriam Miranda, una defensora que coordina la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH).
En Oaxaca, las mujeres juegan un rol igual de importante en la defensa del territorio y la vida comunal, pero existen desigualdades históricas que ponen barreras para las mujeres en el ejército de sus derechos en las comunidades.
De los 90 mil 63 integrantes de órganos de representación de tierras comunitarias sólo 16 mil 658 son mujeres, es decir sólo el 18.4 % de los representantes agrarias son mujeres.
Como parte de la Jornada “Mujeres en Defensa del Territorio y de la Vida” compartimos las infografías “Derechos Agrarios de las Mujeres para la Defensa del Territorio” que busca compartir información sobre los derechos de las mujeres y visibilizar los retos que enfrentan para ejercerlos.
Como dijo una ejidataria de los Valles Centrales de Oaxaca: “Nos nombró como la asamblea ejidataria, no más dice usted va a servir. Pero llegamos acá, y ninguno nos dijo que cargo íbamos a desempeñar o cómo iba a ser.” Las mujeres comparten en estas infografías sus realidades en cumplir cargos en las comunidades, y nos dan unas pistas para seguir exigiendo igualdad para las mujeres en los ejidos y en las comunidades agrarias.
Descargar infografías: Derechos Agrarios de las Mujeres para la Defensa del Territorio (pdf, 8 pág.).
Contexto: Folleto “Mujeres y Derechos Agrarios para la Defensa del Territorio” y escuchar Espacio Social: Defensoras de los territorios manteniendo la esperanza
Fuente e magen: La Minuta
Hasta que la dignidad se haga costumbre
Por: Luis Hernández Navarro
Las indígenas fueron a prisión acusadas falsamente de secuestrar a seis agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Fueron detenidas en 2006 en Santiago Mexquititlán, municipio de Amealco de Bonfil, Querétaro (https://bit.ly/31lzwQ6).
En la ceremonia oficial de disculpa, tomó la palabra Estela Hernández Jiménez, hija de Jacinta, quien luchó incansablemente junto a su hermana Sara por la libertad de su madre, desde que fue detenida en 2006. En un discurso memorable, denunció: “Es lamentable, vergonzoso e increíble que a seis meses de cumplirse 11 años del caso, por fin la PGR reconoce de manera forzada, no por voluntad, que el caso fue un error.
“Este caso –concluyó– nos cambió la forma de ver la vida. Hoy sabemos que no es necesario cometer un delito para ser desaparecido, perseguido o estar en la cárcel. Por los que seguimos en pie de lucha por la justicia, la libertad, la democracia y la soberanía de México, para nuestra patria, por la vida, para la humanidad, quedamos de ustedes, por siempre y para siempre, la familia Jacinta, hasta que la dignidad se haga costumbre.”
Desde que comenzó a luchar por la liberación de su madre, Estela (al lado de su hermana, enfermera de profesión) cayó en la cuenta de que los pueblos originarios en México están abandonados institucionalmente. Cobró conciencia de su historia, cultura y patrimonio.
A partir de ese momento no hubo marcha atrás. Se involucró activamente en la promoción y defensa de los derechos de los pueblos originarios en su comunidad, Mexquititlán, y en la resistencia a los proyectos de gentrificación. Rechazó la reforma educativa de Enrique Peña Nieto. Se volcó en la elaboración de un proyecto alternativo de educación indígena. Se metió de lleno en la recuperación de su lengua y los saberes ancestrales. Impulsó la inclusión en las boletas electorales de 2018 de María de Jesús Patricio como candidata presidencial. Es integrante del Concejo Autónomo de Santiago Mexquititlán y del Congreso Nacional Indígena (CNI).
Su compromiso tiene una línea de acción muy clara. “La dignificación de nuestros pueblos es lo más urgente y lo más importante, porque estamos en vías de extinción –dice Estela–. No estamos dispuestos a morir. Existimos y queremos seguir existiendo, queremos seguir viviendo. Queremos mejores condiciones de vida no sólo para Santiago Mexquititlán, sino para todos los pueblos originarios del país (https://bit.ly/3kcQhnN).” Y añade: Dejar de hablar, vestir y ser otomí no garantiza el éxito. Nuestra meta, nuestro objetivo principal, es el trabajo comunitario, rencontrarnos. Que se nos reconozca nuestro autogobierno y nuestra autonomía como pueblo indígena
.
Estela es una de las intelectuales indígenas más brillantes del México contemporáneo. A un tiempo defensora comunitaria, profesora en educación indígena y doctora, es autora del libro, fruto del conocimiento generado en el Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura, El otomí de Santiago Mexquititlán: guía para aprender y enseñar otomí, publicado por la Universidad Autónoma de Querétaro.
La doctora Hernández Jiménez apoya activamente la ocupación del edificio del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), realizada por la comunidad otomí en la Ciudad de México el pasado 12 de octubre. “Esta toma –dijo en el encuentro Nuestra lucecita de resistencia y rebeldía, sigue encendida, efectuado en las instalaciones de la institución el pasado sábado– no es nada comparada a lo que nos han hecho en estos largos años. Esta toma significa que aún existimos, que aún seguimos vivos y que nos resistimos a morir. No nos queda ya mucho: o resistimos o morimos, como cultura, como identidad, como esa dignidad que nos caracteriza. En esta toma les acompañaremos, porque la lucha que ustedes están dando en México también la estamos dando en Santiago Mexquititlán, en contra de la obra de gentrificación, del despojo, en terrenos del templo histórico.
Vamos entrando a este edificio y vemos que nos tienen en las paredes. Nos tienen como objetos de presunción. Es la misma dinámica de explotación a la que nos han sometido: te tengo decorada y ya existes. Existir no es estar en los aparadores. Existir no es que hablen bonito de nosotros o de nosotras. La realidad dista mucho del discurso. Nosotros sabemos el dolor que tenemos en común en todos los pueblos originarios. No hay de otra más que organizarnos, alzar la voz, hablar, ya no callar lo que por muchos años nos han venido oprimiendo
, señaló Estela en el evento, recogiendo el sentir de la comunidad otomí en la Ciudad de México y muchos otros representantes indígenas que acompañan la ocupación del edificio.
La biografía y las palabras de Estela Hernández Jiménez, su insistencia en no cesar la lucha hasta que la dignidad se haga costumbre, son la prueba palpable de que, detrás de la ocupación de las oficinas del INPI, hay una causa legítima. Un conflicto que se tiene que resolver por la vía del diálogo.
Twitter: @lhan55
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/10/20/opinion/017a2pol
Entrevista a Luz Maceira Ochoa: «Se trata de cómo nos queremos recordar, de cómo queremos que crezca la siguiente generación»
Entrevista/Octubre 2020/rebelion.org
Entrevista a Luz Maceira Ochoa, co-coordinadora del Grupo regional de América Latina de la Memory Studies Association e integrante del Grupo de Trabajo sobre Género y Memoria del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Todo lo que recordamos, pero también lo que olvidamos, forma parte de la memoria social. Lo explica Luz Maceira Ochoa al otro lado del teléfono desde Santiago de Chile. Allí ha colaborado en el área de Memoria y Feminismo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos del país. Antes, trabajó y colaboró con organizaciones civiles, instancias gubernamentales e instituciones académicas de Guadalajara, México y el País Vasco. Ahora es co-coordinadora del Grupo regional de América Latina de la Memory Studies Association e integrante del Grupo de Trabajo sobre Género y Memoria del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Este jueves participa junto a varias expertas en unas jornadas sobre la memoria de mujeres víctimas y sobrevivientes de violencia machista que Mugarik Gabe organiza en Bilbao.
¿Qué son los procesos de memoria social?
Son procesos que ayudan a que la sociedad tenga una idea de continuidad. Y digo idea porque la memoria no es lo que hace que haya una continuidad pero sí ofrece una idea de permanencia a lo largo del tiempo: permite ver en qué hemos cambiado, en qué hemos mejorado o trasladar que siempre hemos sido así. Por ejemplo, hace algunas décadas, cuando se comenzó a formar la Unión Europea y se quería consolidar la idea de que somos europeas y europeos y siempre lo hemos sido, se empezó a invertir mucho dinero en excavaciones de ruinas romanas, en museos arqueológicos. A través de ese pasado, de unos hechos históricos, se quería decir algo como que siempre hemos compartido una identidad común.
¿Qué relación tienen con la violencia?
Hay momento en que las sociedades priorizan ciertas formas de memoria y ciertos recuerdos. Lo que ha pasado en los últimos años en el Estado español con el Franquismo, el Valle de los Caídos, los nombres de las calles… esas luchas por la memoria tienen que ver con que estamos considerando qué es lo que vale la pena consolidar, cuáles son nuestros referentes. Nos preguntamos: ¿quién va a estar allí como seña de identidad? ¿Qué cosas hizo? ¿Qué valores representa?
En Chile, hasta que no hubo un informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, nadie había reconocido oficialmente que había habido violaciones de los derechos humanos. El informe hace que tengamos elementos para asegurar que sucedió y, en este caso, que no queremos que se repita nunca más. Evidencia que hay gente que merece un proceso de reparación y que tenemos que mirarnos al espejo como sociedad para pensar qué hacemos con este pasado. Cómo lo elaboramos, cómo lo procesamos y cómo hacemos algo mejor de nosotros mismos a partir de unos hechos que no queremos que se repitan.
Respecto a las cuestiones de género, hubo varios años en los que el foco estuvo en reconocer a las víctimas. Yo creo que es muy importante pero las mujeres dijeron que ya basta de recordarnos solamente como víctimas. Sí, somos víctimas, pero también hemos sido agentes.
Ha ocurrido lo mismo con la comunidad afrodescendiente. Han sido esclavos, explotados, violados… pero no solo: también tuvieron grupos de resistencia. Se trata de cómo nos queremos recordar, cómo queremos que crezca la siguiente generación; con qué significados y qué valores.
¿Qué debe garantizar un proceso de reparación en términos de violencia machista?
Depende mucho del contexto social y cultural. En términos generales, cuando se habla de procesos de memoria y de reconciliación, se habla de reparaciones materiales y de reparaciones simbólicas. Las primeras tienen que ver con que la víctima tenga acceso a oportunidades que tengan que ver con el apoyo mental, socioeconómico o educativo para que puedan rehacer su vida. Siempre se dice que el daño no es reparable, pero, ¿qué podemos hacer para que esta persona tenga las mejores condiciones para poder seguir adelante? De eso se trata.
La reparación simbólica se refiere a recuperar la dignidad y reconocer los elementos de discriminación que la han llevado a esa situación. En estos procesos se usa mucho la palabra dignificar. A mí me cuesta porque yo creo que las personas somos dignas siempre y que nadie te dignifica. Esta reparación también tiene que ver con que la sociedad tenga espacios de duelo en los que pueda elaborar ese sufrimiento: para honrar a las víctimas, procesar lo que pasó y posicionarse conjuntamente.
Un ejemplo es que lo que ocurrió tras la masacre en la Escuela Politécnica de Montreal en 1989. Un alumno pidió a los alumnos varones y al profesor que salieran de una clase y asesinó a varias alumnas. Después se suicidó y en la nota explicó que lo hacía porque eran mujeres, feministas y no deberían estar ahí. A raíz de lo ocurrido, la Universidad y las familias habilitaron un espacio; un lugar al que ir a llorar las vidas de estas mujeres. Un espacio de duelo desde el que ahora dan comienzo muchas manifestaciones contra la violencia de género. Además, se implementaron medidas de prohibición de venta y control de armas y acciones para que cada vez más mujeres entraran en carreras científicas y de ingeniería. Se trata de prevenir que algo así vuelva a suceder. Para eso, tiene que haber políticas acordes.
Otros casos que conozco no han tenido derivas tan grandes, pero se trata de posicionarse. Normalmente, las reparaciones suelen consistir en que el Estado pida disculpas.
¿Cómo valoras la sentencia que condena al Ministerio de Interior y responsabiliza al Estado por el feminicidio de una mujer en Sevilla, que hemos conocido recientemente? ¿Se trata de un mecanismo de reparación?
Es un gran logro, aunque vamos muy despacio. Eso sí, cada vez estamos construyendo más soportes para que este tipo de sentencias sean cada vez más frecuentes y tengan más patas. Ahora es una sentencia, pero más adelante puede venir una sentencia que a la vez establezca medidas de acción.
En Chile, hubo un centro de tortura en el que se cometía, específicamente, violencia sexual contra mujeres. Desde hace unos cuatro años, hay un agrupación de mujeres sobrevivientes que pasaron por aquel centro y que están organizadas y luchando no solo por recuperar ese sitio como lugar de memoria, por ejemplo, con una placa, sino que se reconozca lo que allí ocurrió y sirva como punto de referencia para reconocer que, de todas las torturas que hubo, se dio una violencia sexual dirigida contra las mujeres. Que se reconozca así el sesgo de género de la violencia política y el terrorismo de Estado y que se avance en la lucha contra todos los tipos de violencia de género.
Para mí es un ejemplo muy lindo porque significa que estamos empezando a hacer memoria de nuestros avances.
¿Crees que la denominación de víctima tiene connotaciones negativas para las mujeres que han sobrevivido a algún tipo de violencia machista?
Yo defiendo la idea de hablar de víctima por distintas razones. La primera y la fundamental es jurídica. En términos de leyes, las que tienen derecho a reparación son las víctimas. Las leyes son para reparar a las víctimas de los agravios que han sufrido. Es importante reconocerse víctima de una agresión para poder denunciarla y desde ahí pode tener acceso a una reparación.
Durante un tiempo, yo solo vi la noción de víctima desde el ángulo feminista, pero me gusta problematizarla desde otro lugar, justamente para dejar claro que ser víctima es un estado temporal, pero no es una identidad ni una esencia ni un rol. Sobre todo, no es el único rol o el único lugar desde el que esa persona se mueve.
Está muy instalado que la víctima se queda víctima para toda la vida. Que nunca va a poder levantarse y organizarse. Pero las mujeres han demostrado que haber sufrido violencia no invalida la capacidad de resistencia, de organización o de movilización. Fuiste víctima en un momento, pero no es algo eterno.
Fuente: https://rebelion.org/se-trata-de-como-nos-queremos-recordar-de-como-queremos-que-crezca-la-siguiente-generacion/
México: Traducen a náhuatl materiales educativos sobre salud sexual y reproductiva
CIMAC Noticias
Con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural, integrantes de la Fundación Marie Stopes México dieron a conocer que en coordinación con la alcaldía Tlalpan, en la Ciudad de México, llevaron a cabo la traducción de materiales educativos sobre salud sexual y reproductiva dirigidos para mujeres y niñas indígenas con el fin de que ellas conozcan y ejerzan sus derechos.
En un comunicado, dijeron que en esta alcaldía residen más de 2 mil mujeres que hablan la lengua náhuatl, por lo que es vital que ellas sepan que pueden acceder a servicios de salud como la interrupción segura del embarazo o solicitar la pastilla de anticoncepción de emergencia, partería, entre otros servicios, para que ellas tengan poder y autonomía sobre sus cuerpos.
La traducción de los materiales, detallaron, fue realizada por la promotora de los Derechos Humanos, Gilberta Mendoza Salazar, quien es reconocida por haber sido la primera mujer indígena en obtener su acta de nacimiento en su lengua materna en México.
Recordaron que la mayoría de mujeres que viven en comunidades rurales no disponen de información sobre salud sexual y reproductiva porque no está en su idioma y no hablan el español cuando es un derecho que todas las personas cuenten con datos acerca de estos temas, información que debe ser laica, científica y libre tabúes.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelan que en México existen 6 millones 695 mil 228 personas que hablan una lengua indígena, de las cuales 50.9 por ciento son mujeres y 49.1 por ciento son hombres que se encuentran establecidos en Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Puebla y Yucatán.
Por esta razón, resaltaron las integrantes, el obtener información hará que ellas tengan la posibilidad de planear su vida y ejercer su maternidad cuando ellas lo deseen. Dos factores que pueden promover que más mujeres y niñas tengan un mayor nivel de escolaridad, acceso a trabajos remunerados y en general aminorar la brecha de desigualdad.
El Inegi registró que en 2019 hubo 2.1 millones de nacimientos, de los cuales 101.5 corresponden a mujeres indígenas entre 15 y 19 años de edad mientras que 74.9 son de mujeres que viven en zonas urbanas.
En 2018, este instituto registró 21 mil 195 defunciones fetales, de las cuales 83 por ciento fueron de mujeres de entre 20 y 25 años que no hablan una lengua indígena y 51 por ciento (mil 086) de mujeres que sí hablaban una lengua indígena.
Esta iniciativa, añadieron las integrantes de la Fundación Marie Stopes, desean desarrollarla en los centros de salud de otros estados, como en Oaxaca, donde se traducirá la información al zapoteco, sin embargo están en espera de crear una alianza que ayude en este proceso.
Fuente: CIMAC Noticias
Reforma agraria no llega a todos en Sudáfrica
África/Sudáfrica/18-10-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec
Una mujer sudafricana protesta contra la última reforma gubernamental de la reforma agraria, ayer en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.
Los manifestantes, encabezados por la organización ‘On Farms’, que representa los derechos de los granjeros y las mujeres rurales, muestran su renuncia a la última reforma agraria de la ministra Thoko Dizida, que según ellos excluye a la provincia del Cabo Occidental y particularmente a las comunidades más marginadas.
Esta semana dicha reforma fue publicada en el boletín oficial para ser remitida al parlamento, donde por primera vez se permite la expropiación de propiedades sin compensación económica. (EFE)
Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102330432/reforma-agraria-no-llega-a-todos-en-sudafrica
Dos químicas ganaron el Nobel: debates sobre las mujeres en las ciencias
El comité Nobel decidió otorgar el premio a las creadoras de la herramienta para leer las tijeras genéticas CRISPR-Cas9. Son la sexta y séptima ganadoras de un Nobel de Química. Nuevamente entra en escena el debate de las desigualdades, la brecha salarial y los límites de las mujeres en el sistema científico.
Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna, basándose en la investigación del español Francisco Martínez Mojica sobre las bacterias de las salinas de Santa Pola, publicaron su herramienta en el año 2012 en la revista Science. La francesa Charpentier es actualmente directora de la Unidad Max Planck de Ciencia de los Patógenos en Berlín. La estadounidense Doudna es profesora en Berkeley e investigadora en el Howard Hughes Medical Institute. Charpentier realizó estudios sobre la bacteria Streptococcus pyogenes en la que halló una molécula que se desconocía llamada ARNtracr, parte del antiguo sistema inmunológico de las bacterias.
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A través de las tijeras genéticas y de la técnica CRISPR-Cas9, el trabajo que ambas llevan adelante se trata de un método para la edición del genoma. De esta manera las y los investigadores pueden modificar el ADN de animales, plantas y microorganismos con mucha precisión. Esta tecnología ha tenido un impacto revolucionario y controversial en las ciencias de la vida, trayendo nuevas promesas prometeicas de curar enfermedades hereditarias (genéticas) en un futuro cercano. En ese sentido se desarrolló en el libro Genes, células y cerebros una crítica al determinismo genético, las concepciones reduccionistas en relación al ADN y la perspectiva epigenética.
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Las tijeras genéticas y la dualidad de poder modificar el código de la vida
Dentro de cada célula del cuerpo humano se encuentra material genético conocido como ADN, que contiene las instrucciones genéticas para el desarrollo y el funcionamiento de todos los organismos vivos y algunos virus. El ADN transmite los rasgos hereditarios a futuras generaciones, un componente esencial para la vida. Una célula tiene información para formar tejidos, otra para manejar la energía del cuerpo, construir defensas, y sobre todo mantener las funciones vitales. El ADN puede ser alterado por un sinfín de razones, como enfermedades, radiación, lesiones o sustancias químicas. Los cambios en el material genético es lo que conocemos como mutaciones, una alteración en la información genética de un ser vivo en su secuencia de ADN.
Una secuencia del ADN en términos sencillos se puede explicar como dos cadenas entrelazadas entre sí compartiendo información y combinaciones esenciales. Una alteración en esta secuencia puede generar desde simples cambios estéticos a enfermedades genéticas, que son muy difíciles de tratar y eliminar porque están situadas en el código genético de cada célula. Una manera de curar estas enfermedades es modificando la secuencia, aunque los primeros intentos de modificar genes humanos no tuvieron los resultados esperados.
Aunque suene a ciencia ficción, el método CRISPR (Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas) es entonces un “Editor” de ese material genético dentro de las células. Cuando una bacteria sobrevive el ataque de un virus inmediatamente incorpora un pedazo de ADN del virus que la atacó para agregarlo a su genoma de forma aislada. Cuando esa información se replica la bacteria genera inmunidad contra ese virus y esta información se hereda a futuras generaciones. De esta colección de ADN se genera ARN, que es “guardado” en una proteína llamada Cas9, que se encarga de buscar, identificar y desactivar el virus en caso de que vuelva a atacar.
Las ciencias duras, ese terreno donde el “techo de cristal” sigue lejos de romperse
“1. Tomen papel y lápiz.
2. Escriban todos los nombres de
científicas que se les ocurran.
3. Ahora borren el de Marie Curie”
Valeria Edelsztein
Las mujeres ingresan a las universidades desde fines del siglo XIX a principios del XX pero recién desde la mitad del siglo XX se registra un salto en la presencia de mujeres en las academias de ciencias y, en la Argentina, recién desde los años noventa.
El premio Nobel es entregado por la Real Academia Sueca de Ciencias, el Instituto Karolinska y el Comité Noruego del Nobel. Desde que se empezaron a entregar en el año 1901 a la edición de 2019, el premio ha sido otorgado a 866 hombres, 53 mujeres. Pero dentro de las ciencias son menos, apenas 15. Ahora Charpentier y Doudna se suman a la lista.
Por categorías, el Nobel de la Paz es en el que hasta la fecha más se han destacado las mujeres: un 15,9% de los galardonados son mujeres, seguido del de Literatura, con 12,9%. En Física solo hay 1,9% de mujeres, 3,8% en el de Química, en Medicina son 5,4% y en Economía un 2,4%. Esta edición es la segunda solamente, desde 2009, en la que tres mujeres obtienen los Nobel científicos: Medicina, Física y Química. Y en cuanto a los comités de los Nobel, las mujeres representan solo una cuarta parte de los miembros.
Si bien se habla de un mayor acceso de las mujeres a la ciencia, es materia de debate hace unos años la desigualdad que atraviesan dentro del ámbito científico. La paridad parece estar lejos cuando todavía los números evidencian el problema del acceso de las mujeres, particularmente a las ciencias duras.
Fuentes: a)Nobel, b)Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, c) CONICET.
La doctora en Química, Valeria Edelsztein en su libro “Científicas: cocinan, limpian y ganan el Premio Nobel (y nadie se entera)” sostiene que el porcentaje de mujeres galardonadas en los premios Nobel en ciencias fue del 5% hasta el año 2012. Actualmente la escasa cosecha entre 931 laureados, es del 6,1% según una base de datos de la AFP.
Los cálculos de la ONU arrojan que menos del 30% de los investigadores científicos en todo el mundo son mujeres. La brecha es pronunciada en la carrera investigadora, donde el ‘techo de cristal’ parece no romperse nunca. Hay muchos estudios y estadísticas que dan cuenta de que no hay igualdad en el acceso y la permanencia en puestos relevantes y en la remuneración económica entre varones y mujeres. Las trayectorias y reconocimientos de las mujeres en ámbitos científicos y tecnológicos continúan muy por detrás de las peleas que desde hace años viene llevando el movimiento de mujeres en las calles y dentro del mundo de la ciencia.
Si bien se ha dado mucho más aire a hacer públicos los “números de la desigualdad” lejos estamos de alcanzar esa igualdad ante la vida y la posibilidad de desarrollarnos en el ámbito científico. Hay trabajos que muestran que las mujeres autoras de artículos científicos ocupan las posiciones intermedias (menos importantes), además que la tasa de producción es menor en las mujeres que tienen hijos que las que no.
En 2019, más de 250 investigadores firmaron una carta publicada en Science en la que instaban a «científicos e instituciones de toda Latinoamérica a ser conscientes del daño que el machismo y su negación inflige a las mujeres y a la misión de la ciencia en general».
Actualmente en Argentina hay una mayoría de mujeres en la carrera de investigador del CONICET, las mismas se encuentran en las categorías más bajas. Los hombres siguen siendo mayoría en las categorías Superior y Principal. La editorial Elsevier indicó que hay 104 autoras de trabajos científicos por cada 100 hombres. Sin embargo, la precarización laboral y la brecha salarial están presentes y hay casos en los que los varones cobran hasta el doble que las mujeres.
La brecha salarial en el campo científico impacta en la realidad de las investigadoras en Argentina, donde en medio de una crisis, organismos de renombre como el CONICET, vienen de sufrir recortes bajo el anterior gobierno, ingresos al organismo restringidos, ajustes presupuestarios (50% del presupuesto anterior) y becarias y becarios trabajando en condiciones de precarización laboral al día de hoy.
La feminización de algunas ramas de la ciencia puede tener relación con los bajos salarios del sector. En nuestro país los salarios de las y los investigadores son los más bajos de los últimos 15 años y las becas están por debajo de los $46.000. Según los propios datos del CONICET, en julio último los salarios de los investigadores eran un 40% menos en términos reales que los de fines de 2015. Y actualmente el salario es similar al que cobraron en el peor momento de la crisis de 2002.
Lo que llaman “brecha salarial” es la precarización intrínseca al patriarcado y el capitalismo
Hablar de brecha salarial es parte importante de lo que ocurre en la desigual y jerárquica relación entre varones y mujeres en ciencia. Es un ayuda memoria para dar por tierra aquellas ilusiones de que la conquista en materia de derechos en las democracias capitalistas es la conquista de una igualdad ante la vida. La feminización de la pobreza en momentos de crisis es una realidad que golpea de lleno todas esas ilusiones de que con algunas concesiones podremos alcanzar la igualdad en un sistema irracional, que se basa en la apropiación de la riqueza y la explotación de una clase social que produce esa riqueza.
El término no es nuevo, pero viene al caso recordar qué significa. Se toman los índices de la desigualdad salarial entre varones y mujeres, teniendo en cuenta el nivel educativo, las calificaciones, la experiencia laboral, la categoría ocupacional y las horas trabajadas. La desigualdad salarial en función del género ocurre en todo el mundo y no tiene una explicación legal de por qué en iguales condiciones de trabajo (estudios, categorías, etc.) simplemente las mujeres ganamos menos. Puede sonar redundante pero lo objetivo es que no hay una explicación que no sea la discriminación hacia las mujeres en una sociedad capitalista y patriarcal.
La economista Mercedes D´Alessandro señala en su libro Economía Feminista Cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour) que para todos los estudios y en diferentes mediciones las mujeres ganan menos que los varones, las que tienen hijos ganan menos que las que no; las mujeres negras, indígenas y campesinas ganan menos que las blancas. El Informe Mundial sobre Salarios 2018/2019 publicado por la Organización Internacional de Trabajo indica que las estimaciones mundiales de la brecha salarial oscilan entre el 16% y el 22 %, dependiendo de la medida utilizada.
Es dialéctica: ciencia para el marxismo, marxismo para la ciencia
El capitalismo no sólo incorporó a las mujeres como fuerza de trabajo en las fábricas, talleres y empresas, sino que en el ámbito de la ciencia también profundizó esas relaciones desiguales entre la apropiación del conocimiento y el acceso al desarrollo del pensamiento científico entre hombres y mujeres.
La ciencia no puede ser abordada ajena a sus circunstancias sociales e históricas ni como una mera construcción social. Su comprensión y formas de uso para los marxistas son muy simples en un punto: el capitalismo y sus prioridades no pueden ir de la mano del desarrollo del pensamiento científico liberado de su forma alienada, sometida al capital y sus intereses. No puede haber una ciencia liberada puesta al servicio del avance científico en todas sus ramas en los marcos del sistema. Muy por el contrario la mercantilización de la ciencia lleva a que estos desarrollos terminen puestos al servicio de un puñado de laboratorios y no de las grandes mayorías. Como los test desarrollados en nuestro país, en manos de privados en lugar de un plan de testeos masivos llevado adelante por un sistema de salud centralizado bajo órbita estatal de la mano de becarios, técnicos y profesionales de las universidades públicas. Resulta difícil pensar en mayores avances productivos y un desarrollo científico, técnico y cultural al servicio de las grandes mayorías populares, la clase trabajadora y los pobres urbanos.
Un trabajo publicado por la investigadora Julia Ategiano muestra que existe una brecha de productividad de género dada por una producción científica mayor atribuida a los hombres. Sin embargo, las tasas de éxito son similares cuando el trabajo de los investigadores se evalúa directamente (artículos) y sólo es mayor para los hombres cuando implican el reconocimiento de los compañeros. En todo el mundo la subrepresentación histórica de las mujeres en ciencia es la misma, los factores socio-culturales que sustentan el sesgo de género pueden modular diferencias en la productividad y perpetuar la desigualdad. Las mismas no disminuyen con el tiempo incluso en campos en donde se ha alcanzado la igualdad numérica.
Si las diferencias en la productividad están vinculadas al tiempo que las y los investigadores pueden dedicar a hacer ciencia y al reconocimiento de los pares en un paisaje dominado por los hombres, y si el impacto de la ciencia tiene un componente importante de autorreconocimiento, entonces el sesgo sociocultural de género contra las mujeres e identidades disidentes aún puede ser un factor fuerte que promueva tal desigualdad. Parafraseando a Hilary Rose “la tarea de las mujeres nunca termina”.
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Dos-quimicas-ganaron-el-Nobel-debates-sobre-las-mujeres-en-las-ciencias