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Las islas que desmienten el mito del matriarcado

Reseñas/09 Abril 2020/elpais.com

Sobre las mujeres del archipiélago Bijagós, en Guinea Bissau, uno de los más aislados de África, se dicen cosas inexactas, aseguran ellas mismas. La desigualdad de género está muy presente. Hasta ahora

Son las nueve de la noche y en la oscuridad de Bubaque todo el mundo presta atención a los comunicados de la Radio DjanDjan, cuya antena se distingue desde casi cualquier parte de en las islas Bijagós, en Guinea Bissau. Kisy, periodista y estudiante de instituto exclama desde su estudio insonorizado con paredes de caña de bambú: “¡Mujeres, tenemos que salir a defender nuestros derechos! ¡Todo lo que hacen los hombres, también podemos hacerlo las mujeres!”.

Así fue como la marcha contra la violencia de género se llenó el pasado del 25 de noviembre de mujeres cargadas con un megáfono y pancartas con mensajes en kriol y lengua bijagós. Una muestra de que en esta parte del mundo hay ganas de cambio. Una de las impulsoras fue Ivone Oliveira Sanca, presidenta de una asociación feminista: “Aún falta mucha sensibilización”, cuenta. Desde su organización llevan a cabo actividades en las tabancas —aldeas— para hablar sobre los derechos de las mujeres y concienciar sobre temas de salud afectivo-sexual.

Siempre sonriente, esta guineana frunce el ceño cuando habla sobre la violencia machista: “Hay mucha, sufrimos mucho; pero no podemos sobrellevarlo solas, no podemos quedárnoslo dentro”. Ya el Examen Periódico Universal elaborado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2015 confirmaba la existencia aquí de una alta tasa de analfabetismo en las mujeres, la escasa capacidad de ahorro y de toma de decisiones, la falta de organismos que se ocupen de las víctimas de violencia de género y la carga desproporcionada de trabajo doméstico, que les ocupa el 80 % de su tiempo. Además, este país es uno de los peores países del mundo para ser madre.

Existe una fuerte desigualdad de género en todos los ámbitos en Guinea Bissau, y las islas no son una excepción. Sin embargo, una rápida búsqueda en Google sobre esta región arroja resultados que en muchos casos incluyen la palabra “matriarcado” para describir la organización de la sociedad de los y las bijagós, etnia mayoritaria en este archipiélago conformado por 88 islas en las que conviven con otros grupos étnicos como fulas, balantas o mandingas.

“Muchas de las cuestiones relativas al matriarcado y a una posible poliandria fueron producto de observaciones rápidas”, analiza Xenia Domínguez Font en su estudio La silenciosidad tradicional: principio implícito y explícito de la organización socioreligiosabijagós, publicado en la revista Studia Africana. “Lo que se puede afirmar es que la filiación es matrilineal pero no existe de ningún modo un matriarcado”, analiza la autora, que expone que en esta etnia la maternidad es “el eje central de la organización social”, pero la herencia la recibe siempre en primer lugar la figura masculina.

Ivone Oliveira Sanca, presidenta de una asociación feminista.
Ivone Oliveira Sanca, presidenta de una asociación feminista. ROSALÍA MACÍAS

Ivone Oliveira Sanca se echa a reír al escuchar que hay quien describe su sociedad como dominada por la población femenina. Supone que son conclusiones sacadas de observar prácticas bijagós que pueden ser distintas a las de otras culturas o etnias. Por ejemplo, aquí no se realiza ningún tipo de mutilación genital femenina, una práctica a la que han sido sometidas entre el 45% y el 50 % de las mujeres de este país de África Occidental. “Somos todas guineanas. De diferentes etnias, diferentes culturas… pero todas sufrimos violencia”, aclara.

Oliveira reconoce que “se han perdido ya muchas de las malas prácticas”, como el matrimonio precoz y forzado, que sí sigue ocurriendo en otras regiones de Guinea Bissau. “Aquí ahora cada una escoge con quién se casa. Nuestras madres no iban a la escuela y tenían que aceptar lo que se les imponía porque si no era una vergüenza y un problema para la familia”, relata esta activista, que siempre insiste en la importancia de la educación y la sensibilización.

Elizabete Da Costa, que ha escuchado toda la conversación, coincide: “A veces la cultura nos ata, pero poco a poco vamos avanzando”. Ella es formadora de género con la asociación Nantinyan y con ASAD, una ONG andaluza que desde hace años ejecuta proyectos de desarrollo en las islas. Elizabete no duda en afirmar que “la desigualdad de género en Guinea Bissau y en concreto en la región de las islas Bijagós es demasiado grande”, aunque tiene esperanza. Elizabete explica que en su casa intentan hacer un reparto equitativo de las tareas, pero no es lo común. “Las mujeres se levantan por la mañana y hacen todos los trabajos de la casa hasta que se hace de noche”, relata mientras repasa la lista de asistencia a la última formación de género de Bubaque, en la que participaron más de 50 campesinas.

“El hombre no lleva a cabo tantos trabajos y, sin embargo, los que hace están más valorados que los de la mujer. Los hombres podrían hacerlos también, pero dicen que son nuestros, entonces nosotras nos ocupamos de realizarlos aunque no tengamos tiempo”. “Hemos avanzado pero aún vamos por la mitad”, apunta Ivone, que está convenciendo a Elizabete para montar un grupo de teatro femenino. Ambas coinciden en que aún falta camino por recorrer, y cuentan que solo un par de días antes, un grupo de jóvenes agredió sexualmente de madrugada a varias mujeres en el puerto de Bubaque.

Este tipo de delitos son difíciles de contabilizar, ya que no es frecuente denunciarlas y estos temas tienden a resolverse sin pasar por la justicia oficial, más aún cuando se producen dentro del matrimonio. Sobre todo en las aldeas se toma como un secreto y se trata de resolver a través de un consejo de ancianos, que realizan una especie de mediación. “Si del lado de la víctima aceptan que puede arreglarse así, bien; si no, se acude a la policía”, asegura Ivone, que no está de acuerdo con este modelo de resolución de conflictos porque opina que otorga impunidad a los agresores. Si estos casos “se quedan en la tabanca como si fuesen un secreto, volverán a ocurrir”, critica.

Quienes a pesar de las presiones deciden acudir a la Justicia deben iniciar un periplo hasta el tribunal de Buba, porque en el archipiélago Bijagós no hay donde denunciar. En diciembre de 2018 se inauguró por todo lo alto el primer tribunal de Bubaque, pero de momento este edificio pintado de blanco, rosa y verde fosforito sigue sin estrenar. Además, existe desconfianza en las instituciones oficiales y cierto escepticismo con la aplicación de algunas de las leyes que ya están aprobadas en el país. Ivone y Elizabete celebran estas leyes, pero reiteran que son necesarios más esfuerzos para que sean efectivas, y más sensibilización. “Les decimos a los y las jóvenes que lo primero es la escuela”, repite Ivone, que recuerda que en los centros escolares también hay desigualdad: la tasa de alfabetización en jóvenes es del 50,5 % en las mujeres, frente al 70,4 % en los hombres, según la quinta encuesta de indicadores múltiples de Guinea Bissau.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/02/planeta_futuro/1585822515_549907.html

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La dureza de ser mujer en Mauritania

Reseña/África/Mauritania/09 Abril 2020/elpais.com

Este es el relato de una voluntaria en salud mental en el país africano donde el 66% de las niñas y mujeres han sufrido alguna forma de violencia y mutilación genital

Hace cuatro meses que llegué a Mauritania por primera vez, a través del programa EU Aid Volunteers (EUAV) de la Unión Europea, para trabajar con la ONG Médicos del Mundo.

Las mujeres caminan despacio por las polvorientas calles de Nouakchott, la capital del país. Envueltas en los colores de sus melfhas se esconden de las miradas indiscretas, custodiando mil y una historias donde ser fuerte no ha sido una opción, sino la norma. La mirada fiera, la cabeza erguida, la determinación y la valentía en sus labios agrietados. La vida duele, pero nunca se deja de caminar hacia delante.

No es fácil ser mujer en la República Islámica de Mauritania. La pobreza y las desigualdades étnicas no hacen sino agravar la inequidad estructural que sitúa a las mujeres y niñas en una situación de extrema vulnerabilidad. En un contexto social en el que los roles de género están tan marcados, ellas son con frecuencia infantilizadas y despojadas de toda capacidad de decisión. En muchas comunidades, su papel es el hogar: la reproducción y la satisfacción de las necesidades de la familia. A menudo es repudiada si no logra dar descendencia, pues es a través de la fecundidad y del servilismo que cumple con la misión que tradicionalmente se le asigna. La virginidad antes del matrimonio es uno de los tesoros más preciados, lo que conduce a la estigmatización de las mujeres que no la conservan antes de casarse, conduciendo incluso a su culpabilización en caso de sufrir violencia sexual.

Cada etnia posee sus propias particularidades y esta explosión cultural dificulta hacer generalizaciones sobre la situación global de las mujeres en este país. No obstante, las estadísticas arrojan datos estremecedores, como que el 66% de las niñas y mujeres han sufrido alguna forma de mutilación genital femenina, llegando este porcentaje hasta el 90% en algunas regiones. El matrimonio infantil afecta a un 35,2 % de ellas, alcanzando más de un 50% en algunos lugares. La violencia sexual y la violencia conyugal son aún más difíciles de calcular, porque muy pocas personas deciden comunicarlo a las autoridades. A pesar de que la ley concibe como delitos estas formas de violencia, esto no impide que muchas veces estén invisibilizadas debido a los tabúes existentes en torno a la sexualidad.

La violencia de género, sumada al enfoque comunitario en la resolución de problemas, frecuentemente induce a las familias a faire des arrangements (hacer arreglos) tras revelarse una agresión sexual. Es decir, los padres pactan con los violadores la recepción de una cantidad de dinero a cambio de no denunciar el delito a la policía. En otros casos, se fuerza a la mujer a contraer matrimonio con su agresor. Los padres, con estas decisiones, buscan la protección de sus hijas y del resto de la familia. No obstante, contribuyen a que la violación quede en la sombra, no habiendo un reconocimiento de la injusticia sobrevenida a las mujeres. La violencia se legitima y, por tanto, no deja de reproducirse.

Por estos motivos, Médicos del Mundo (MdM) trabaja desde hace tiempo en el fortalecimiento de un circuito de atención integral (asistencia médica, psicológica y jurídica) para víctimas. Además de la apertura en junio de 2017 de la Unidad de Atención y Cuidado de Víctimas de Violencia de Género en el hospital Materno Infantil de Nouakchott, en 2018 una segunda unidad de atención a víctimas de violencia de genero abrió sus puertas en la región de Guidimakha, al sur del país. A lo largo del 2020, otras dos unidades abrirán en la región del norte de Dakhlet-Nuadibú y al este en Bassikonou, a 20 kilómetros del campo de refugiados de Mbera.

El trabajo no finaliza con la atención médica en los hospitales, sino que se trabaja conjuntamente con las organizaciones de la sociedad civil para garantizar una intervención holística para las supervivientes de VG. Además, MdM contribuye con la sensibilización comunitaria para concienciar sobre la violencia basada en el género y las nefastas consecuencias que algunas creencias socioculturales profundamente arraigadas pueden tener sobre la salud de las mujeres.

Mi trabajo estos meses ha consistido en el refuerzo de capacidades del personal sociosanitario que trabaja en atención directa con víctimas de violencia de género. Concretamente, he impartido formaciones sobre apoyo psicosocial y primeros auxilios psicológicos a médicos y matronas, y he realizado acompañamientos con las asistentas sociales. Estas tareas me han permitido adentrarme en las estructuras de atención a las víctimas para analizar la calidad de la asistencia psicosocial y poder proponer mejoras. Los profesionales mauritanos han sido siempre muy acogedores conmigo y, libres de prejuicio, me han permitido el acceso durante sus intervenciones individuales y grupales para poder acompañarlos durante los procesos terapéuticos que facilitan.

Es enero y el invierno mauritano nos regala 35 grados de tórrido sol. Estoy en el hospital Materno Infantil de Nouakchott y camino hacia la sala de atención social, integrada en el servicio de maternidad del centro hospitalario. Observo en silencio el trabajo de la matrona y la asistenta social mientras reciben a una adolescente superviviente de violencia sexual. Tras una entrevista inicial para comprender mejor la situación y el contexto social de la víctima, la asistente psicosocial aprovecha la espera de los análisis médicos para acompañar y dar apoyo emocional a la adolescente y su madre. Estas sesiones de apoyo son fundamentales para proteger la salud mental, al posibilitar un espacio de confianza y desahogo, sin juzgar, y promotor del bienestar de toda la familia.

Dos jóvenes mauritanos en una motocicleta.
Dos jóvenes mauritanos en una motocicleta. BECHIR MALUM

En ocasiones, la asistenta debe mediar entre los padres y la víctima, hacerles comprender que una violación nunca es culpa de quien la recibe y que todos deben estar unidos para ayudar a la hija a superar el trauma vivido. Tras la atención psicosocial y las pruebas médicas, la víctima es derivada a una organización de la sociedad civil, donde continuará recibiendo asistencia psicológica y jurídica.

Es una suerte poder sumergirse en una especialidad tan poco desarrollada en Mauritania: la salud mental y el apoyo psicosocial a las personas que han sufrido episodios traumáticos de naturaleza sexual. A lo largo de estos meses, seguiremos trabajando una estrategia transversal en los proyectos que Médicos del Mundo desarrolla en el país. Una tarea nada sencilla donde apenas hay profesionales de la psicología y donde los afectados son generalmente rechazados por la comunidad o conducidos a curanderos tradicionales para que les ayuden a sanar a través de prácticas mágico-religiosas.

No es fácil ser mujer en la República Islámica de Mauritania. Pero las mujeres y niñas mauritanas nos son meros agentes pasivos receptores de violencia, se trata de que a través de la protección y la prevención, progresen hacia su autonomía, facilitar que sean ellas las protagonistas de sus procesos. Así, es posible desarrollar pequeñas acciones que puedan contribuir a lograr grandes cambios en un futuro, tender una mano para fortalecer su resiliencia.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/31/planeta_futuro/1585666689_491553.html

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Libro(PDF): «Marchas y contramarchas en las políticas locales de género. Dinámicas territoriales y ciudadanía de las mujeres en América Latina»

Reseña: CLACSO

Este libro es una invitación a debatir la relación entre los gobiernos locales y la ciudadanía de las mujeres, un tema clave en los momentos actuales de nuestra región. Este tema, de larga data en los estudios de género, es revisitado a la luz de hallazgos empíricos que muestran nexos contradictorios entre la gestión local, la ampliación de la ciudadanía de las mujeres y su bienestar social. La gestión local de políticas de género, el acceso de las mujeres a distintas dimensiones de la institucionalidad municipal y a los procesos de articulación de intereses en sus disputas con el Estado por recursos materiales y simbólicos, recoloca el debate sobre redistribución y reconocimiento a la luz de herramientas conceptuales compartidas y hallazgos convergentes, pero con las especificidades propias de los cuatro contextos nacionales estudiados: Argentina, Colombia, México y Uruguay.

Autores (as): 

Ana Laura Rodriguez Gustá. [Editora]

Ana Laura Rodriguez Gustá. Sandra Milena Franco. Valeria Llobet. Constanza Tabbush. María Noel Avas. Angi Velásquez. Silvia Levín. Magdalena Acuña. Gisela Zaremberg Lis. Katya Salas. María Dolores López Jara. Mariana Caminotti. María Page. Mariela Soledad Zárate. Alejandra Massolo. [Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO. CONICET. AGENCIA.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-410-8

Descarga: Marchas y contramarchas en las políticas locales de género. Dinámicas territoriales y ciudadanía de las mujeres en América Latina

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1828&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1377

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La Confederación Intersindical en defensa de los Servicios Públicos

Por: Tercera Información

  • La Confederación Intersindical exige que la experiencia del COVID-19 sirva para blindar unos servicios públicos gratuitos, universales y 100% públicos.
  • Exige la protección de todo el personal de la Administración Pública que está en primera línea de lucha contra el COVID-19: sanidad, dependencia, mayores y limpieza.

Comunicado

La Confederación Intersindical se muestra firme en lo que debe ser una lucha común para todo el Estado, la defensa de unos Servicios Públicos gratuitos, universales y 100% públicos.

La Confederación Intersindical reclama, no solo que se recupere todo lo arrebatado durante esta última década, especialmente la recuperación de las 35 horas semanales que supone la contratación de miles de personas, sino que exige ir más allá y ampliar el sector público hasta equipararnos, al menos, a los niveles escandinavos. Queremos recordar que llevamos más de una década denunciando la merma en los servicios públicos, la falta de recursos humanos y materiales, la necesaria renovación de centros públicos obsoletos y la privatización de servicios esenciales. Con esta crisis sanitaria y social se demuestra que nuestro compromiso siempre ha sido y será la defensa del estado del bienestar que llegue a toda la ciudadanía en igualdad y equidad.

Las organizaciones ecologistas y la comunidad científica vienen advirtiendo desde hace años que una epidemia de estas dimensiones podía darse y convertirse en algo recurrente de manera cíclica. La realidad del cambio climático y de una economía capitalista globalizada que tiene como último objetivo la obtención de beneficio a costa de esquilmar el medio natural y la vida de las personas y los derechos de trabajadoras y trabajadores, nos sitúa en un escenario en el que el modelo económico en el que vivimos es insostenible y peligroso para la propia supervivencia de la especie y del planeta.

Exigimos, por tanto, la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, la gestión pública directa de los servicios públicos y todos los trabajos relacionados con los mismos, desde limpieza hasta gestión de residuos, pasando por la gestión de aguas, comedores, atención a mayores y personas dependientes… Exigimos que el sector privado se ponga al servicio del sector público de manera inmediata y permanente para desarrollar una economía puesta realmente al servicio del interés de la mayoría social trabajadora y no de minorías privilegiadas.

La Confederación Intersindical exige, de manera inmediata, que todos los equipos de trabajo que son primera línea contra el COVID-19 estén protegidos. Es urgente que todas las personas cuenten con el material necesario para protegerse, garantizar espacios de trabajo seguros que impidan el contagio y, por supuesto, el respeto por sus derechos laborales, el derecho a la salud laboral y el de conciliación con la vida familiar.

La Confederación Intersindical es consciente del enorme esfuerzo que estamos haciendo, por parte de toda la sociedad, pero recuerda que algunas de las personas que están haciendo frente al COVID-19 pertenecen a sectores enormemente castigados por las medidas neoliberales y se enfrentan con falta de personal y material al virus, estando al cuidado de un sector de riesgo, como son las personas mayores y dependientes.

Exigimos el necesario aumento de las plantillas de manera inmediata y permanente, su adecuada protección y la garantía de que su trabajo se realizará en espacios seguros con rigurosa atención al derecho de trabajadoras y trabajadores.

La Confederación Intersindical quiere recordar también, que precisamente quienes están más expuestas al contagio son sectores feminizados, especialmente castigados por los recortes y por la falta de seguridad laboral y económica. Sanidad, limpieza, cuidado de mayores y dependientes, supermercados… Trabajos feminizados que, en muchos casos se encuentran externalizados y con unos salarios bajos, en comparación con trabajos de la misma categoría pero con mayor presencia masculina (hablamos de brecha salarial).

La Confederación Intersindical exige recuperar la gestión directa por las diferentes administraciones públicas, las medidas necesarias para garantizar que el trabajo realizado se haga de forma segura y que se tomen todas las medidas necesarias para garantizar la conciliación de la vida laboral y familiar, porque por desgracia, siguen siendo las mujeres quienes se encargan de los cuidados también en sus casas.

Exigimos el reconocimiento a nivel estatal del artículo 189 de la OIT sobre trabajo doméstico, para equiparar de una vez por todas este trabajo central con el resto de trabajos. Exigimos una especial atención para quienes están desempeñando labores de cuidado en la economía informal, un sector especialmente vulnerable que, además, forma parte de la red global de cuidados, que permite que los hogares de este país y sus miembros más vulnerables sean cuidados por mujeres migradas, en muchos casos sin papeles y sin ningún tipo de seguridad ni protección legal.

La Confederación Intersindical quiere hacer una llamamiento a toda la sociedad para que reflexionemos cómo esta crisis se está gestionando en nuestras casas, cómo la diferencia de renta hace que se pase mejor o peor esta cuarentena en función del dinero que tengas, de la casa que tengas, de si hay libros, acceso a internet, espacios de ocio, balcones o terrazas, o ventanas que den a un patio interior. No se puede trabajar y cuidar al mismo tiempo. Qué sociedad es esta que hemos construido que permite que haya personas ancianas solas y aisladas, con muy pocos recursos algunas de ellas, otra vez principalmente mujeres. Cómo se puede trabajar y al mismo tiempo atender a hijas e hijos sin una red de cuidados.

La Confederación Intersindical exige que los cuidados se pongan en el centro, que la vida se convierta en lo prioritario, que tengamos, de una vez, una economía para el planeta y para las personas. Exige que la salida de esta crisis fortalezca el Estado del Bienestar que tan necesario se está demostrando en estos días.

Defiende lo público. Defiende lo de todxs!

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/2020/03/31/la-confederacion-intersindical-en-defensa-de-los-servicios-publicos

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Coronavirus: el perfecto desastre para el capitalismo del desastre

Por: Leonardo Boff 

La pandemia actual del coronavirus representa una oportunidad única para que repensemos nuestro modo de habitar la Casa Común, la forma cómo producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza.

Ha llegado la hora de cuestionar las virtudes del orden capitalista: la acumulación ilimitada, la competición, el individualismo, el consumismo, el despilfarro, la indiferencia frente a la miseria de millones de personas, la reducción del Estado y la exaltación del lema de Wallstreet: “greed is good” (la avaricia es buena). Todo esto se ha puesto en jaque ahora. Aquel ya no puede continuar.

Lo que nos podrá salvar ahora no son las empresas privadas sino el Estado con sus políticas sanitarias generales, atacado siempre por el sistema del mercado “libre”, y serán las virtudes del nuevo paradigma, defendidas por muchos y por mí, el cuidado, la solidaridad social, la corresponsabilidad y la compasión.

El primero en ver la urgencia de este cambio ha sido el presidente francés, neoliberal y proveniente del mundo de las finanzas, E. Macron. Lo dijo bien claro: “Queridos compatriotas, “Mañana tendremos tiempo de sacar lecciones del momento que atravesamos, cuestionar el modelo de desarrollo que nuestro mundo escogió hace décadas y que muestra sus fallos a la luz del día, cuestionar las debilidades de nuestras democracias. Lo que revela esta pandemia es que la salud gratuita, sin condiciones de ingresos, de historia personal o de profesión, y nuestro Estado de Bienestar Social no son costes o cargas sino bienes preciosos, unos beneficios indispensables cuando el destino llama a la puerta. Lo que esta pandemia revela es que existen bienes y servicios que deben quedar fuera de las leyes del mercado”.

Aquí se muestra la plena conciencia de que una economía sólo de mercado, que mercantiliza todo, y su expresión política, el neoliberalismo, son maléficas para la sociedad y para el futuro de la vida.

Todavía más contundente fue la periodista Naomi Klein, una de las más perspicaces críticas del sistema-mundo, que sirve de título a este artículo: “El coronavirus es el perfecto desastre para el capitalismo del desastre”.

Esta pandemia ha producido el colapso del mercado de valores (bolsas), el corazón de este sistema especulativo, individualista y anti-vida, como lo llama el Papa Francisco. Este sistema viola la ley más universal del cosmos, de la naturaleza y del ser humano: la interdependencia de todos con todos; que no existe ningún ser, mucho menos nosotros los humanos, como una isla desconectada de todo lo demás. Más aún: no reconoce que somos parte de la naturaleza y que la Tierra no nos pertenece para explotarla a nuestro antojo; nosotros pertenecemos a la Tierra.

En la visión de los mejores cosmólogos y astronautas que ven la unidad de la Tierra y la humanidad, somos esa parte de la Tierra que siente, piensa, ama, cuida y venera. Sobreexplotando la naturaleza y la Tierra como se está haciendo en todo el mundo, nos perjudicamos a nosotros mismos y nos exponemos a las reacciones e incluso a los castigos que ella nos imponga. Es madre generosa, pero puede rebelarse y enviarnos un virus devastador.

Sostengo la tesis de que esta pandemia no puede combatirse solo con medios económicos y sanitarios, siempre indispensables. Exige otra relación con la naturaleza y la Tierra. Si después que la crisis haya pasado no hacemos los cambios necesarios, la próxima vez podrá ser la última, ya que nos convertiremos en enemigos acérrimos de la Tierra. Y puede que ella ya no nos quiera aquí.

El informe del profesor Neil Ferguson del Imperial College de Londres declaró: “este es el virus más peligroso desde la gripe H1N1 de 1918. Si no hay respuesta, podría haber 3.2 millones de muertes en los Estados Unidos y 510,000 en el Reino Unido”. Bastó esta declaración para que Trump y Johnson cambiasen inmediatamente sus posiciones. Mientras, en Brasil al Presidente no le importa, lo trata como “histeria” y en las palabras de un periodista alemán de Deutsche Welle: “Actúa criminalmente. Brasil está dirigido por un psicópata y el país haría bien en eliminarlo tan pronto como sea posible. Habría muchas razones para ello”. Es lo que el Parlamento y la Suprema Corte por amor al pueblo, deberían hacer sin demora.

No basta la hiperinformación ni los llamamientos por todos los medios de comunicación. No nos mueven al cambio de comportamiento exigido. Tenemos que despertar la razón sensible y cordial. Superar la indiferencia y sentir con el corazón el dolor de los otros. Nadie está inmune al virus. Ricos y pobres tenemos que ser solidarios unos con otros, cuidarnos personalmente y cuidar de los otros y asumir una responsabilidad colectiva. No hay un puerto de salvación. O nos sentimos humanos, co-iguales en la misma Casa Común o nos hundiremos todos.

Las mujeres, como nunca antes en la historia, tienen una misión especial: ellas saben de la vida y del cuidado necesario. Ellas pueden ayudarnos a despertar nuestra sensibilidad hacia los otros y hacia nosotros mismos. Ellas junto con los trabajadores de la salud (cuerpo médico y de enfermería) merecen nuestro apoyo sin límites. Cuidar a quien nos cuida para minimizar los males de este terrible asalto a la vida humana.

Fuente: https://acento.com.do/2020/opinion/8798786-coronavirus-el-perfecto-desastre-para-el-capitalismo-del-desastre/

Imagen: Ria Sopala en Pixabay

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A. Latina, una de las regiones con mayor índice de violencia contra los defensores ambientales

América Latina/22-03-2020/Autor y Fuente: www.elespectador.com

Por: Zoraida Portillo – SciDev.Net

De las 304 personas asesinadas en 2019 en el mundo, América Latina registró 208, y de ellas 106 fueron en Colombia. Allí, la mayoría de asesinatos fueron cometidos contra líderes indígenas, afrodescendientes y campesinos.

Latinoamérica es la región más peligrosa del mundo para los defensores de los derechos humanos y, específicamente, para quienes protegen los derechos a la tierra, el territorio y el ambiente, señala el informe anual 2019-2020 de Amnistía Internacional (AI).

En particular, “las mujeres negras cada vez corren más peligro en las provincias occidentales donde se concentra la población afrodescendiente de Colombia”, alerta AI, un movimiento internacional que agrupa a más de siete millones de personas en el mundo que hacen campañas a favor del respeto de los derechos humanos.

La violencia a causa del conflicto armado interno, que no ha cesado a pesar de la firma del Acuerdo de Paz de 2016, y las disputas por el control territorial parecen ser los condicionantes principales de la extrema violencia en Colombia, según el documento presentado en la capital peruana el 27 de febrero.

Desde Colombia, Diana Sánchez, directora de la Asociación Minga y coordinadora de Somos Defensores —espacio de protección de derechos humanos y ambientales— precisa que en su país hay muchos conflictos que históricamente se han tapado con el conflicto armado, entre ellos, el derecho a la tierra. “Pareciera que el conflicto armado fuera el origen, la causa, la consecuencia y el resultado de todas las violencias, y tampoco es así”, comenta a SciDev.Net.

“Tenemos 103 pueblos indígenas y todos enfrentan conflictos porque están en la zona periférica del país que en el pasado fueron fronteras y que hoy las empresas multinacionales y nacionales necesitan para extraer los recursos naturales y sembrar monocultivos agroindustriales”, afirma.

Brasil, Guatemala, Honduras y México son otros países de la región que han experimentado altas tasas de violencia contra líderes indígenas que luchaban por preservar sus derechos de acceso a la tierra, sus territorios o evitar daños al ambiente o la biodiversidad.

La justicia y los recursos naturales

El hostigamiento judicial o el debilitamiento de las leyes de protección ambiental han sido otras maneras de violentar a los indígenas o reducir su acceso a la justicia. El informe cita explícitamente los casos de Paraguay —donde se apeló a procesos penales para criminalizarlos— y de Perú, donde se promulgaron leyes que socavan el derecho de esos pueblos al consentimiento libre, previo e informado y disminuyen la protección de muchos derechos a la tierra y territorios. Y en Venezuela, las comunidades indígenas denunciaron los impactos de la extracción de minerales del llamado ‘arco minero del Orinoco’, sin encontrar eco en las autoridades.

“El desarrollo del arco minero del Orinoco es un megaproyecto de minería a gran escala que impulsa el gobierno en la zona sur del país y está afectando los ecosistemas de la Amazonia”, explicó a SciDev.Net Carlos Lusverti, miembro del Comité Ejecutivo de AI de Venezuela.

Sin embargo, la falta de acceso a información por parte del estado, en algunos casos porque no existe y en otros casos por la negativa del estado a entregarla, hace muy difícil cuantificar sus daños sobre todo el ecosistema, dijo Lusverti. Para Marina Navarro, directora de AI en el Perú, la situación regional en términos de derechos ambientales “es muy compleja”.

Preocupación y esperanza

El hecho de que dos terceras partes de los asesinatos contra activistas ambientales hayan ocurrido en América Latina es tan preocupante para ella como el aumento del 30% en 2019 de los incendios forestales en la Amazonía brasileña respecto a 2018. “Pero que a pesar de esta situación adversa los líderes, activistas, hombres y mujeres sigan reclamando sus derechos y movilizándose es esperanzador”, afirma.

Sánchez concuerda. Según ella, es rescatable “la conciencia ambiental que ha adquirido un sector muy importante de Colombia, hay movilizaciones que en el pasado no se hacían, la juventud tiene mucho más conciencia del cambio climático y de la tragedia de la tierra”.

La base de datos del portal Tierra de Resistentes —un esfuerzo investigativo de 30 periodistas, desarrolladores y foto/videógrafos de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Perú— ha documentado 1.356 hechos victimizantes entre 2009 y 2018 contra líderes y comunidades de esos países que defienden el ambiente y sus tierras ancestrales. Sin embargo, advierten que el subregistro de casos es muy grande. Brasil y Colombia presentan las mayores tasas.

Aunque en muchos casos los líderes ambientales intentan proteger más de un recurso natural, en este gráfico solo se tomó en cuenta el principal recurso defendido./ Fuente: Tierra de Resistencia.

“Son personas que por vías no violentas reclaman sus derechos comunitarios y quedan expuestas”, refiere Josefina Miró Quesada, investigadora de temas de género y derechos humanos y asesora del gabinete en la Defensoría del Pueblo del Perú.

Las mujeres y el acceso a la información

A ella le preocupa particularmente la vulnerabilidad de las mujeres rurales. “[Ellas] luchan por la protección de sus territorios y tierras, y eso las hace más susceptibles de sufrir otros tipos de violencia. La hostilización no queda en palabras —son calificadas de oponerse al desarrollo y hasta de terroristas— o enfrentamientos físicos, sino en procesos judiciales, promovidos por las empresas y por el propio estado”, señala.

Sostiene que las mujeres rurales al confrontar experiencias muy diferentes a las activistas urbanas “tienen que ser protegidas de maneras diversas”. Tierra de Resistencia ha documentado 216 ataques contra mujeres en la década estudiada.

Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/latina-una-de-las-regiones-con-mayor-indice-de-violencia-contra-los-defensores-ambientales-articulo-907985

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Mujeres sin infancia: «En la escuela para adultos aprendí a juntar las letras»

Redacción: Denia

Durante el franquismo, miles de mujeres no pudieron ir al colegio y perdieron la oportunidad de aprender incluso lo más básico. Pero en los años 90, la apertura del centro de Educación de Personas Adultas (EPA) de Dénia ayudó a cambiar esta situación. Hoy, Día Internacional de la Mujer, hablamos con algunas de aquellas luchadoras que dieron un giro a su vida, y con el profesor que trabajó para motivarlas y acabar con una injusticia histórica.

La vida de Salvadora

Salvadora Ausina tiene ahora 91 años. Su primer contacto con la educación fue cuando tenía más o menos tres: «Mi madre me llevaba a una casa particular en la calle Trinquet, donde una señora cuidaba a unos pocos niños, porque ella tenía que irse a trabajar a la pasa.» Allí no aprendió nada, tan solo jugaba. Cuando tenía alrededor de seis años, empezó a ir a un colegio en la calle Pont. «La verdad es que yo era muy traviesa y no me gustaban las clases». Salvadora recuerda lo raro que se le hacía escuchar a doña Mónica, la profesora, hablar en castellano. En cuanto empezó la guerra en 1936, dejó de ir al colegio: «Me gustaba mucho ir a ver los aviones cuando volaban bajo».

Cuando acabó la guerra encerraron a su padre, mientras su madre estaba embarazada. El bebé murió de hambre a los tres meses de nacer. Así que con 11 años Salvadora empezó a trabajar de niñera en el carrer Cop, cuidando a los hijos de un abogado, y de allí se fue a la fábrica de juguetes de Alfonso Marsal. El siguiente testimonio está extraído de material del grupo de alfabetización y neolectoras de la EPA de Dénia, en el que cada una de las alumnas relataba su etapa escolar y su infancia:

El aire fresco de la educación

Lo único que llegó a aprender Salvadora fue a leer y a escribir un poco. El momento en que consolidó estas habilidades llegó cincuenta años más tarde, en la EPA. Lo mismo les pasó a otras muchas mujeres, que hasta la madurez no pudieron ponerse a estudiar. Fue el caso de Teresa Muñoz, compañera de clase de Salvadora. Teresa se quedó viuda, se encontraba sola y se apuntó a clases, «para recuperar el tiempo perdido». María Pérez, de 85 años, explica que en la EPA aprendió «a juntar las letras». Esta generación de mujeres recibirá un homenaje por parte del Ayuntamiento mañana lunes día 9 de marzo, cuando se cumplen 25 años de la apertura del centro de la EPA.

La educación para salir del analfabetismo y para enfrentarse al machismo

«No hay nada más peligroso que un grupo de personas en la misma situación hablando entre ellas», dice Juan Luis López Escar, profesor de esta generación de mujeres en la EPA. Si contactan, si intercambian opiniones, es más fácil identificar situaciones, concienciarse y luchar por salir de ellas. Él fue el responsable de las clases de alfabetización y neolectoras para estas mujeres que no sabían ni leer ni escribir. Pero no se quedó ahí: introdujo muchas más actividades y disciplinas para motivarlas, para abrirles la mente, como excursiones, fotografía o plástica. En muy poco tiempo se multiplicó el número de alumnas. Desgraciadamente, había algunas que tenían que acudir a la escuela sin que lo supieran sus maridos. De hecho, López Escar estuvo incluso amenazado por alguno de ellos.

«Algunas mujeres venían a clase a escondidas de sus maridos»

No debemos olvidar que los años 90 están muy cerca, estos no son hechos remotos. «No solo había que combatir el analfabetismo, también había que luchar contra la discriminación de género y contra los prejuicios de las familias», explica el profesor. Según él, el gran poder de la educación que recibieron estas mujeres fue mucho más allá de la alfabetización: sirvió para dar un giro a sus vidas.

Imagen: Juan Luis López Escar, profesor de la Formación Para Adultos Ramón Ortega de Dénia durante los años 90

En palabras de Salvadora Ausina, «Queríamos a Juan Luis como si fuera nuestra familia. Él nos enseñó mucho más que matemáticas, a leer y a escribir. Nos enseñó a apasionarnos, a tener ganas de saber de todo, nos enseñó que el mundo está lleno de cosas por aprender». Salvadora acaba la entrevista abriendo un cajón y mostrándonos su e-book.

Fuente: https://www.denia.com/mujeres-sin-infancia-en-la-escuela-para-adultos-aprendi-a-juntar-las-letras/
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