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Pensamiento crítico. 2020: el año más difícil para los movimientos anticapitalistas

Pese a la pandemia y la represión estatal, los movimientos sociales, campesinos e indígenas de América Latina continuaron su larga marcha hacia la liberación.

Fue un año en el que se acumularon dificultades: desde el crecimiento de la militarización y los diversos controles estatales (materiales y digitales) hasta la imposición de confinamientos que impidieron la movilidad y acentuaron el aislamiento y el individualismo. Un cóctel opresivo y represivo como no veíamos desde hacía mucho tiempo.

Las limitaciones impuestas a la población en general, y a la movilización en particular, sumadas al abandono de los Estados, llevaron a los movimientos a replegarse, primero, para estar en condiciones de volver a relanzar la protesta y la movilización más adelante.

El momento del repliegue fue importante para salvaguardar la salud colectiva y comunitaria, evitar contagios masivos en los territorios de los pueblos y fortalecer las autoridades propias. Las guardias de autodefensa comunitaria jugaron un papel decisivo, ya sea en áreas rurales como urbanas, destacando entre estas los controles realizados en ciudades como Cherán y en espacios como la Comunidad Acapatzingo, en Iztapalapa, en Ciudad de México.

En vastas regiones rurales, el EZLN, el Consejo Regional Indígena del Cauca, los gobiernos autónomos de pueblos amazónicos, comunidades mapuche, palenques y quilombos, además de comunidades campesinas, decidieron impedir o restringir el ingreso de personas que provenían de las ciudades como forma de regular la pandemia.

 

Imagen: Cuatroscuro

Si no lo hubieran hecho así, sobreponiéndose a la violencia estatal y paraestatal, especialmente mortífera en regiones de Chiapas y del Cauca colombiano, hubieran sufrido una severa desestabilización interna. Esa fue la condición para acotar daños y el paso previo a retomar la iniciativa hacia afuera.

Hacia mediados de año, los pueblos comenzaron un nuevo activismo que, en varios casos, los llevó a romper el cerco militar y mediático.

En el mes de julio, la huelga de hambre de 27 presos mapuche sacudió a las comunidades del sur de Chile, que comenzaron una oleada de movilizaciones en apoyo a los detenidos en las cárceles de Temuco, Lebu y Angol. Los huelguistas demandaban el cumplimiento del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que les permite cumplir la condena en sus comunidades, que se revise la prisión preventiva y para denunciar las condiciones inhumanas en las cárceles.

A pesar de las dificultades generadas por la militarización y la pandemia, se registraron manifestaciones y concentraciones en el norte, centro y sur de Chile. Las huelgas de hambre denunciaron, además, la represión que están sufriendo los mapuche en todo el país, como la persecución contra las vendedoras de hortalizas y de cochayuyo, un alga marina altamente nutritiva.

En los primeros días de agosto, se produjeron masivos bloqueos de carreteras en Bolivia en, al menos, 70 puntos, por grupos de campesinos e indígenas contra la postergación de las elecciones por el gobierno golpista de Jeanine Áñez. Los bloqueos fueron levantados cuando el gobierno aceptó celebrar elecciones el 18 de octubre, que ganó ampliamente el MAS con más del 55 por ciento de los votos, superando con holgura el cuestionado resultado de un año atrás.

El 30 de setiembre, comenzaron manifestaciones en Costa Rica contra un acuerdo con el FMI, que implica aumento de impuestos y una mayor austeridad en el gasto público. Ante la oleada de protestas, el 4 de octubre, el gobierno anunció la suspensión de la negociación para abrir un ámbito de diálogo y rever la postura.

El 5 de octubre, el EZLN emitió el primer comunicado desde que cerró los Caracoles por la pandemia, el 16 marzo de 2020. Informaron que, en ese lapso, fallecieron 12 personas por coronavirus y asumieron la responsabilidad, a diferencia de lo que hacen los gobiernos, y que decidieron “enfrentar la amenaza como comunidad, no como un asunto individual”. Apostaron a la movilización global contra el capital e informaron que, en abril de 2021, comenzarán una primera gira por Europa, que luego extenderán a otros continentes, con una amplia delegación integrada mayoritariamente por mujeres, porque “es tiempo de nuevo para que bailen los corazones, y que no sean ni su música ni sus pasos, los del lamento y la resignación”.

 

Imagen: Revista Semana

A fines de octubre de 2020, en Colombia, se realizó la Minga Indígena, Negra y Campesina, que arrancó en el suroccidente, en el Cauca y continuó en Cali, recorrió varias ciudades y pueblos para llegar, ocho días después, a Bogotá. En todo su recorrido, la minga (trabajo comunitario o tequio) dialogó con poblaciones que comparten sus mismos dolores, en un país que se desangra por la violencia narco-militar-paramilitar, con cientos de líderes sociales asesinados.

La Minga hacia Bogotá, en la que participaron 8.000 personas, fue escoltada por la Guardia Indígena, la Guardia Cimarrona y la Guardia Campesina, con especial protagonismo de las mujeres y los jóvenes. Fue recibida y acompañada por miles de personas que vienen luchando contra la represión de cuerpos militarizados, contra los que se levantaron en las jornadas memorables del 9 al 11 de setiembre, en las que ardieron o fueron vandalizadas decenas de dependencias policiales.

El 18 de octubre, a un año del inicio de la revuelta social de 2019, miles de chilenos volvieron a salir a las calles de Chile en conmemoración de aquella protesta. Ese día, hubo 580 detenidos y un fallecido tras la represión de Carabineros.

El 25 de octubre, el pueblo chileno desbordó las urnas en el referendo para redactar una nueva Constitución que sustituya a la heredada por la dictadura militar de Augusto Pinochet. El 80 por ciento de los votantes aprobó el inicio de un proceso constituyente, cuando se esperaba un resultado de un 60 por ciento a favor de la iniciativa. La movilización popular por el referendo fue la continuación de la revuelta iniciada en octubre de 2019, que le cambió la cara al país, deslegitimando la política oficialista neoliberal y represiva.

En Perú, se produjo una notable movilización popular a raíz de la destitución ilegítima del presidente Martín Vizcarra, instalando en su lugar un gobierno corrupto, considerado golpista por la población, ya que la mayoría absoluta de los parlamentarios tienen acusaciones de corrupción. En una semana de gigantescas manifestaciones, el golpista Manuel Merino debió abandonar la presidencia abriendo una coyuntura inédita en el país.

El 21 de noviembre, en Ciudad de Guatemala, miles se concentraron para protestar contra el proyecto de ley de presupuesto que había sido aprobado en el Congreso y que reducía los fondos destinados a la educación, el combate a la desnutrición, defensa de derechos humanos y la respuesta a la pandemia. Los manifestantes ingresaron a la sede del legislativo e incendiaron parte de las instalaciones.

Habría mucho más para relatar. Por todo lo anterior, parece evidente que los pueblos en movimiento, los movimientos sociales y anticapitalistas están lejos de haber sido derrotados por la mayor ofensiva lanzada por el sistema en décadas.

 

Imagen: Johan Ordoñez / AFP

Fuente: http://rcci.net/globalizacion/nt.php?id=100705

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Libro (PDF): Postneoliberalismo y penalidad en América del Sur

Reseña: CLACSO

Este libro pretende ser una contribución a alentar el desarrollo de estudios sobre la relación entre la política y la penalidad pero no en función de tratar de postular el peso de ciertas dimensiones institucionales de la misma como condiciones que hacen posible determinadas mutaciones penales. En los estudios que lo integran el énfasis está puesto en la exploración de los resultados –siempre en un punto relativamente contingentes y contestables– de las constantes luchas materiales y simbólicas entre los actores que tienen distintos tipos y cantidades de fuerza en el campo de la política en tiempos y lugares determinados especialmente en cómo ciertas alianzas y programas gubernamentales se aproximan a la penalidad y que continuidades o discontinuidades introducen con respecto a su pasado reciente y remoto, en el marco de unos procesos particulares de cambio político que tienen algunos elementos en común en distintos escenarios nacionales.

 

Autor/a:                              
Hernández, María Lucrecia –  Vicente Paladines, Jorge – Grajales, Martha Lía – Autor/a  Cifali, Ana Claudia – Sozzo, Máximo – Compilador/a,  Azevedo, Rodrigo Ghiringhelli de –
Editorial/Editor: CLACSO
Año de publicación:  2016

 

País (es): Argentina
Idioma: Español
ISBN : 978-987-722-174-9
Descarga:   Libro (PDF): Postneoliberalismo y penalidad en América del Sur
Fuente e imagen:

http://biblioteca.clacso.edu.ar/

 

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Las crisis el capitalismo, la Covid y los ludópatas neoliberales de Wall Street

Por: Eduardo Camín

La pandemia del Covid está exacerbando las desigualdades ya existentes; desde enfermar del virus, hasta mantenerse vivo o padecer las dramáticas consecuencias económicas. La Covid-19 sin dudas, provoca una crisis sin precedentes, y las medidas de confinamiento han afectado a casi todos los trabajadores y las empresas.

Los tiempos en los que uno debía considerarse afortunado por el mero hecho de tener trabajo ya es cosa del pasado. Aunque, no hay que perder de vista que la pobreza ya no es sinónimo de desempleo, ay que también se da en muchos trabajadores con un empleo precario, que sufren una carencia material severa, como retraso en los pagos, no tener vacaciones o la baja intensidad en el empleo.

Por lo tanto, la temporalidad, los contratos de un día, por obra o servicio con los sueldos precarios se pueden dar en cualquier de estas situaciones. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo rector especialista en temas laborales, ha advertido a lo largo de los años la tendencia mundial hacia un aumento del empleo vulnerable.

Así la Covid 19, al igual que el colapso financiero global que desencadeno la recesión 2008- 2009, se convierten en el producto ideológico que oculta una causa endógena que explicaría la permanente recurrencia a la crisis: no es casualidad que la economía capitalista ya no avanzara a un ritmo acelerado antes de la pandemia.

Al comienzo de la actual pandemia, “los mercados bursátiles”, el faro que orienta al capitalismo cayeron hasta un 30% en el espacio de pocas semanas e hicieron saltar las alarmas mediáticas ante lo que se podría convertir, de nuevo, en una inminente crisis económica mundial.

En realidad son muchos los factores en juego que dictan el rumbo de la economía global, entre ellos las tensiones comerciales entre EEUU y China (¡antes del virus!).

La desaceleración de la economía del sector exportador, ocasionadas por el proteccionismo y las guerras comerciales ha causado un debilitamiento de las exportaciones que se trasladó a las inversiones empresariales, agravando a la vez las condiciones laborales y sociales, con el consiguiente aumento de desempleo y precarización

La situación económica

En abril 2020, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que la ratio promedio de endeudamiento público con respecto al PIB aumentaría del 69,4 al 85,3 por ciento durante el año, y que muchos países alcanzarían niveles considerablemente superiores, lo que llevo a su Directora, la búlgara Kristalina Georgieva,a abogar por políticas monetarias acomodaticias y políticas fiscales que protejan a la economía de un colapso que derivaría en una ola de insolvencias y un desempleo estructural.

Algunos estados han establecido planes de estimulo fiscal y monetario sin precedentes para contrarrestar las repercusiones sociales y económicas de la pandemia de la Covid 19, de miles de millones de euros, en consonancia con los compromisos de “hacer todo posible” para proteger a sus ciudadanos, mientras que el sector empresarial se encarga de fustigar por el aumento de la deuda publica.

El resultado último de esta crisis humana es que, según el Banco Mundial, entre 71 y 100 millones de personas se verán arrastradas a la pobreza extrema, revirtiendo así los avances en materia de desarrollo registrados en los últimos años. El costo económico y social de los esfuerzos que deben desplegarse para detener la pandemia es innegable.

Esto ha generado un debate -en ocasiones arduo- sobre la interacción de los objetivos de política sanitaria y de política laboral. No obstante, si no se actúa con determinación ahora contra la pandemia, inexorablemente el costo socioeconómico tendrá proporciones aún mayores en el futuro.

La solidaridad y cooperación “nacionalizadas”

Sin duda, los estímulos fiscales y monetarios, aunados a los esfuerzos para apoyar a las empresas y favorecer el mantenimiento de los puestos de trabajo y de los ingresos, requieren una importante inversión de recursos, incluso si, lógicamente, éstos no se consideran costos sino inversiones.

Pero este tipo de medidas no puede prolongarse indefinidamente, ni tampoco es ese su objetivo. Además, algunos países no tienen la capacidad para implementarlas, o por lo menos no durante el tiempo necesario, y si se retiran demasiado pronto podría producirse otra oleada de grandes dificultades.

La creciente diversidad de formas de trabajo que han ido apareciendo en los últimos años ha supuesto un obstáculo para prestar apoyo inmediato a aquellos que lo necesitan. A menudo, los trabajadores por cuenta propia, los subcontratados, o con contratos temporales, los de plataformas y otras categorías de trabajadores con una situación laboral incierta o prestaciones insuficientes, tienen todas dificultades del mundo para acceder a las ayudas.

A éstos se suman los muchos millones de trabajadores informales que se encuentran en una situación extremadamente precaria.

Para proteger la salud de los trabajadores se han observado tres posibles opciones: retirarlos de los lugares de trabajo y permitirles trabajar desde sus domicilios; pedirles que continúen trabajando en el lugar de trabajo habitual, pero con equipos y protocolos de protección adecuados, incluido el distanciamiento físico; o simplemente interrumpir su trabajo durante el período de emergencia.

Aquí también se han observado dificultades. La OIT ha estimado que sólo un 18 por ciento de los trabajadores desempeñan tareas y se encuentran en lugares que se prestan al teletrabajo. Esto dista mucho de ser una opción al alcance de todos.

Lamentablemente las personas que han seguido trabajando como antes -los del sector de la salud, los del cuidado, los del transporte y los trabajadores de la limpieza, que hoy se consideran personal esencial- no siempre han dispuesto de equipos y procedimientos de protección adecuados.

En ocasiones, las medidas de confinamiento adoptadas por los gobiernos han supuesto fuertes restricciones a las libertades individuales. Por lo general, estas medidas han sido bien aceptadas por la población, que comprende que son adecuadas, proporcionales y limitadas en el tiempo, y, por consiguiente, resultan legítimas en la lucha contra la pandemia.

Lo que no es legítimo es que se apliquen esas restricciones a las condiciones de trabajo y que no se respeten plenamente las normas laborales, que a su vez constituyen herramientas importantes para superar la crisis.

Por último, se han observado dificultades en cuanto a la solidaridad y la cooperación internacionales en la respuesta a la crisis de la Covid-19. Si bien ha habido una movilización de recursos sin precedentes, su utilización se limitó abrumadoramente a la esfera nacional. En el sálvese quien pueda, aún no hemos presenciado una respuesta mundial a la altura del desafío al que se enfrenta el planeta.

Peor aún: el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Tedros Ghebreyesus, a propósito de las vacunas, advirtió que “el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico … y el precio de este fracaso se pagará con las vidas y el sustento de los paises más pobres”

El máximo responsable de la OMS consideró que no es justo que gente sana y joven de las naciones ricas acceda a la vacuna antes que los grupos vulnerables de los paises más pobres.

¿Qué pasará ahora en el gran casino de Wall Street?

Los países de todo el mundo y la comunidad internacional en su conjunto siguen enfrentando los desafíos sanitarios, humanitarios y socioeconómicos asociados a la crisis causada por la pandemia.

Mientras ésta siga, las respuestas adoptadas en materia de políticas deberán aplicarse de forma eficaz como preludio necesario al retorno gradual y seguro al trabajo.No obstante, ello no significa que se vuelva a trabajar como antes, al menos durante el período en que debamos seguir viviendo y trabajando con el virus, e independientemente de la vacuna .

Se está debatiendo mucho sobre cómo será el mundo del trabajo cuando superemos la pandemia, y la idea de una «nueva normalidad» en el trabajo está ganando terreno.Con demasiada frecuencia, se pasa por alto la distinción entre las nuevas prácticas que deberán adoptarse durante el período en que el virus siga planteando la amenaza que hoy supone y las perspectivas de futuro a más largo plazo que puedan imaginarse cuando ya no existan esas limitaciones.

El riesgo de ello es que podemos perder de vista que, a pesar de las limitaciones que hoy enfrentamos, el futuro del trabajo puede y debe ser lo que nosotros queramos que sea. En efecto, los planes de recuperación deben establecer, desde el principio, las bases de la «mejor normalidad» que queremos.

El punto de partida no será alentador. Independientemente de su evolución futura, la pandemia dejará un mundo del trabajo con más desempleo, más desigualdad, más pobreza, más deuda y, con toda probabilidad, más frustración e incertidumbre.

El coronavirus nos ha mostrado cuan frágil es la economía capitalista. Pero la crisis del capitalismo –con o sin coronavirus– seguirá golpeando la economía global.
En el gran casino de Wall Street sigue siendo el faro que guía a los ludópatas neoliberales, que continúan apostando en sus bolsas de valores, e incluso sus economías ‘reales’ seguirán produciendo para un mercado virtual.

La desatención selectiva pretende borrar de la experiencia aquellos elementos que pueden resultar inquietantes si se llegara a tomar conciencia de ellos. Esta desatención selectiva es una respuesta de uso múltiple frente a los problemas cotidianos que nos acucian: no veo lo que no me agrada, parece ser la consigna.

Mucho temo, que la clase trabajadora quedó atrapada, en la telaraña del virus del gran capital dando vueltas sin rumbo en la rueda de la fortuna del neoliberalismo.

 

*Periodista acreditado en la ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente e imagen:  http://estrategia.la/2021/01/22/las-crisis-el-capitalismo-la-covid-y-los-ludopatas-neoliberales-de-wall-street/

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4T: Revolución pasiva en educación

Por: Mauro Jarquin

En su primera intervención pública, Delfina Gómez, futura titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), afirmó que, una vez que tome la dirección de la dependencia, no tenía contemplado cambiar nada. Lo anterior no debería resultar sorpresivo.

La salida de Esteban Moctezuma se anunció en un momento en el cual cimientos, estructura y fachada de la propuesta educativa de la 4T en tanto continuidad neoliberal, resultaban ya muy claros. Basta echar un vistazo a la reforma constitucional, al programa sectorial de educación, a las leyes secundarias, al presupuesto destinado al sector educativo en su conjunto y a la restructuración de la relación entre Estado y docentes.

La llegada de la maestra Gómez es el inicio de una nueva etapa discursiva en las labores de la SEP, guiada ahora por contenidos populares y de acercamiento con los problemas cotidianos de las escuelas, con miras a gestionar el rumbo ya iniciado.

Más que un paso hacia el fortalecimiento democrático del sector educativo, lo anterior representa un giro estratégico encaminado hacia la legitimación de la revolución pasiva que la 4T ha impulsado en la educación nacional.

La noción de revolución pasiva forma parte del repertorio conceptual de un sector de la izquierda latinoamericana que ha buscado caracterizar fenómenos denominados como populistas o relativos a lo nacional-popular durante la segunda mitad del siglo pasado o a la luz de los progresismos contemporáneos que han tenido lugar desde los años 90.

Una característica de estos gobiernos es que, ante procesos relevantes de movilización social, convienen en la permisividad de ciertas concesiones respecto a las exigencias de grupos subalternos organizados. Ello tiene como contraparte el hecho de que las pautas de apertura suponen los propios límites en la acción colectiva y las perspectivas de éxito de los movimientos, buscando con ello conducir el proceso organizativo y eventualmente desactivarlo o integrarlo al proyecto en el gobierno.

Las revoluciones pasivas conllevan dos dispositivos para gestionar la tensión entre la regresión y el cambio progresista inherentes a su desarrollo: transformismo (inclusión de organizaciones y liderazgos de movimientos al proyecto populista en el gobierno, aún anclados en la resistencia) y cesarismo (liderazgo carismático que permite modular el ímpetu movilizador). Con ellos, se busca generar un desempate ante una situación política que puede dirigir al caos o la catástrofe.

La Reforma Educativa de 2013 prendió fuego en la pradera del campo educativo nacional, generando una movilización magisterial que logró cuestionar profundamente el proyecto gerencial que grupos empresariales, sus ramificaciones de sociedad civil y sectores políticos liberales habían impulsado para reformar la educación nacional según una serie de intereses comunes.

Una vez que erráticamente la reforma se presumía muerta, la 4T entró en acción, pasando del momento bonapartista (https://www.jornada.com.mx/2019/03/24/opinion/008a1pol) a la consolidación de un proyecto de revolución pasiva en educación que consistía en mantener las bases del proyecto educativo neoliberal sin sus partes más agresivas.

Para ello, y pese a las disputas mediáticas, tendió rutas de acuerdo con grupos de interés y partidos de la oposición, mientras repetía, una y otra vez, que eran los docentes quienes gozaban de prioridad en el diseño de la política. Los sectores dominantes quedaron conformes con la reforma y el magisterio disminuyó su movilización autónoma.

La 4T decidió mostrar pautas de cambio: desvinculó la evaluación docente de la permanencia en el empleo tal cual estaba en la Constitución, intervino positivamente en la liberación de presos políticos y en la reinstalación de docentes cesados por persecución y abrió las puertas para un acercamiento inédito entre sectores magisteriales críticos de la reforma neoliberal y el gobierno federal. Lo que hizo fue básicamente restaurar las circunstancias hasta antes de 2013, salvo que ahora con el cobijo de una campaña mediática de revalorización docente, anzuelo de un nuevo proceso de subalternización. Algo políticamente certero y electoralmente redituable.

No obstante, dichas decisiones han tenido su contraparte en políticas contrarias a todo proyecto posneoliberal, que en general han tenido buena recepción gracias a un liderazgo impecable del Presidente y a la incorporación de cuadros magisteriales a la 4T: a) golpeteo continuo a la tradición normalista; b) consolidación de orden filantrocapitalista en educación; c) privatización del proceso de toma de decisiones; d) fomento a la mercantilización de los datos de millones de estudiantes y docentes por la vía de la digitalización, y e) endoprivatización educativa, mediante la conservación de criterios gerenciales en la evaluación del ejercicio educativo cotidiano.

La revolución pasiva en curso constituye un desafío para la organización autónoma de estudiantes y docentes. Resulta imperativo afrontarla apelando a lo mejor de la tradición organizativa del magisterio.

Profesor FFL-UNAM

Fuente e Imagen: https://www.jornada.com.mx/2021/01/17/opinion/010a1pol

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Libro (PDF): Posneoliberalismo Tensiones y complejidades

Reseña: CLACSO

osneoliberalismo. Tensiones y complejidades reúne un conjunto de ensayos de un extraordinario valor conceptual para comprender no solo la situación de Bolivia desde su historia reciente hasta nuestos días, sino de América Latina y el Caribe en su conjunto.

Los retos de la democracia, las luchas por la democratización de los bienes y el poder de las autonomías; la presencia del odio racial y la delincuentización del indio insurrecto; el enclasamiento y racialización de los efectos del cambio climático, entre muchos otros temas son abordados con la claridad expositiva y la hondura de pensamiento que caracteriza la reflexión de Álvaro García Linera, exponiendo frente a nuestos ojos toda la complejidad de elementos que convergen en el proceso de transición posneoliberal.

Autor: Álvaro García Linera.

Editorial/Edición: CLACSO. Prometeo.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-804-5

Idioma: Español

Descarga: Posneoliberalismo Tensiones y complejidades

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2304&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1471

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Neoliberalismo, transparencia y educación

ara el neoliberalismo, el mejor sindicato es el que no existe, y por décadas han intentado contener la organización de los trabajadores. Sin un referente como la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), luchando ininterrumpidamente durante 41 años de existencia, el giro neoliberal habría devastado el sistema educativo público, tal cual sucedió en países como es el caso de Chile, donde la educación privada impera sobre la escuela gratuita.

Pero las formas de privatización educativa directa son cada vez menos recurridas por los estados, lo mismo que la disolución violenta, legal o administrativa de los sindicatos o los ataques frontales contra ellos y sus liderazgos. El periodo de persecución, encarcelamientos, asesinatos, desapariciones forzadas o represión policiaca contra los maestros de la disidencia magisterial en México ha dejado de ser la política central de contención del sistema.

Para conseguir el mismo objetivo; es decir, la abrogación del sindicato y el derecho a la defensa colectiva y organizada del trabajador, el neoliberalismo se reinventa constantemente, modernizando su lenguaje, sus formas de control y el despojo laboral. A través de nociones como transparencia, meritocracia o derecho humano, se impone sin necesidad de utilizar métodos coercitivos; la introyección de la mentalidad neoliberal ha tenido mejores resultados y menos resistencias que las medidas abiertas y frontales.

Del mismo modo que las oligarquías multinacionales impusieron la noción de que el libre mercado era la mano invisible que regula y ordena toda relación social para construir el supuesto interés común; ahora lo hacen con la idea de transparencia. El mito de que la nueva diosa del capitalismo informático habita el olimpo de la virtualidad, translúcida, pura e incorruptible, sirve de narrativa para instalar un sistema de control y de sometimiento impersonal, en donde la burocracia del Estado como representación de los intereses de las clases gobernantes está siendo sustituida por la tramitología individual.

La transparencia puede ser visible en su morfología de información y datos, pero es un dogma intangible que no se presenta como hechura de la imperfección humana. La subjetividad neoliberal se oculta en el diseño, metodología, captura y manejo de los datos y no admite reclamo organizado colectivamente para hacer efectivo el derecho social al trabajo con dignidad; todo el proceso de tramitología digitalizado está pensado para la individualización o fragmentación de la organización sindical, sin otra posibilidad de interacción que no sea la soledad de la plataforma virtual.

La virtualización de la tramitología del derecho laboral evoca al mérito como empoderamiento personal; sin embargo, lo que se materializa como producto de la subjetividad neoliberal es un régimen de precariedad en el que la relación de trabajo es individual y se sujeta a las reglas patronales, unilateralmente y sin la mediación del contrato colectivo ni la defensa sindical de unas reglas de común acuerdo.

La actual reforma educativa de la cuarta transformación adoptó la morfología constitucional de estas nociones renovadas del neoliberalismo; los mecanismos de ingreso a la docencia, promoción y reconocimiento establecidos en la Ley General del Sistema de Carrera para las Maestras y los Maestros, así como los cambios de adscripción, están atravesados por dispositivos reglamentarios y plataformas de gestión individualizada para fraguar la obsolescencia del sindicalismo, de ahí que la CNTE no encuentre un punto de partida para aterrizar la gestión democrática del magisterio.

Paradójicamente, en la sociedad del capitalismo informático, la libertad no se combate con censura, sino con más libertad que se autocontrola, diversificando los medios aparentemente independientes del poder, sobre todo a través de las redes sociales; la tensión de las demandas populares, mucho antes de ser sofocadas por medios represivos, se contienen con un diálogo sistemático y dilatorio para mantener el conflicto en la esfera de la comunicación y la información pública, pero fuera del terreno callejero de la lucha de clases. Después de 18 reuniones de la CNTE con el gobierno federal, se va comprendiendo con mayor certeza que esta es la estrategia del Estado.

Sin la abrogación de la actual reforma educativa de la Cuarta Transformación, sin la Nueva Escuela Mexicana recuperando los proyectos educativos de la CNTE y sin un terreno firme y parejo para la democratización del SNTE; el reconocimiento político a la bilateralidad de las estructuras sindicales nacionales y seccionales del movimiento magisterial que naciera en el invierno de 1979 y que tendrá lugar en Palacio Nacional el próximo 21 de diciembre, podría ser otro episodio del Estado para continuar con la estrategia de disolución del sindicalismo y de aterrizaje de las nuevas formas de precariedad laboral; esto lo saben los militantes de la Coordinadora que han mantenido viva la resistencia, cuya paciencia se agota cada vez que los compromisos establecidos en las mesas con el Presidente de la República no encuentran eco en los gobiernos estatales ni concreción en los funcionarios del gabinete federal.

Fuente: https://profelandia.com/neoliberalismo-transparencia-y-educacion/

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Libro(PDF): «Movimientos sociales. La estructura de la acción colectiva»

Reseña: CLACSO

Este libro surge de una preocupación académica y política: las acciones colectivas de ciudadanos y ciudadanas comunes en las más diversas regiones del mundo podrían ser decisivas en la desaceleración del calentamiento global, en las luchas contra el racismo y la violencia de género, entre muchas otras formas de explotación de la sociedad y la naturaleza.

En las páginas de Movimientos sociales… asoma una tesis: desde las formas cotidianas de resistencia, pasando por la creación de movimientos locales y grupos de base, hasta llegar a las olas de protesta y los movimientos sociales transnacionales, la movilización colectiva ha creado una poderosa herramienta de transformación humana, cuyos objetivos se extienden a un amplio abanico de propósitos. Este libro se enfoca en su estudio desde una mirada actualizada y comprometida.

Autor (a): Paul Almeida.

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-634-8

Idioma: Español.

Descarga: Movimientos sociales. La estructura de la acción colectiva

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2220&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1411

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