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¿Por qué la pandemia está incontrolable en Panamá?

Por: Olmedo Beluche

El promedio diario de casos detectados por día ha escalado a más de 600, con un porcentaje de positividad del 30% y más de 400 fallecidos. Cuando se pensaba que la pandemia de la COVID-19 había llegado a su pico más alto, desde que se inició junio se ha dado una nueva escalada mayor que la anterior, coincidiendo con la reapertura del bloque 1 de la economía, sin que se avizore el final de esta fase.

 Con justo derecho la gente se pregunta y especula qué está pasando. ¿Por qué otros países de la región están mucho mejor que nosotros?  ¿De qué ha valido ser la “Dubái de Centroamérica”, si países como Costa Rica nos están dando cátedra?

 La razón de que la COVID-19 no cede en Panamá es estructural, tiene que ver con el tipo de país que se ha construido, con lo que se ha hecho y dejado de hacer en las últimas décadas y los responsables son los gobiernos de todos los partidos que han compartido el poder. Las razones son:

  1. El debilitamiento sistemático que data de hace 40 años del sistema de salud público con criterios neoliberales de privatizaciones, externalizaciones, recortes presupuestarios, liquidación de lo que fue la consigna en los años 70: “salud igual para todos”.
  2. La desviación de recursos hacia megaproyectos cuestionables e ineficientes pero aptos para la corrupción, como la “Ciudad Hospitalaria” (que se va a comer B/.9 mil millones), mientras se descuidaba lo existente.
  3. Más recientemente el recorte de 2019 hecho por Laurentino Cortizo y su ministro estrella, Héctor Alexander, de B/ 300 millones a la Caja de Seguro Social y más de B/. 100 millones al MINSA.
  4. El crecimiento económico, pero con una de las peores desigualdades sociales del mundo, donde el 10% de las familias con más ingresos ganan 40 veces lo que gana el 10% de familias más pobres.
  5. Donde la pobreza afecta a 1 de cada 4 familias, mientras el 10% de los habitantes pasa hambre literalmente.
  6. Familias con ingresos promedio que no cubren la Canasta Básica General y apenas aruñan una magra Canasta Básica de Alimentos.
  7. Porque los servicios públicos han sido deteriorados por falta de inversión, como el agua potable que está faltando cuando más se necesita en los barrios donde la COVID- se está expandiendo.
  8. El sistema ineficiente de transporte público manejado por mafias que operan al margen de la legalidad, pero en completa impunidad.
  9. También existen patrones culturales negativos, como la famosa filosofía del “juega vivo” y el “qué hay pa mí” instigadas por la política clientelista de los partidos políticos corruptos para manipular a los sectores populares.
  10. Todo lo cual ha sido empeorado por unos decretos que permitieron suspender más de 270 mil contratos de trabajo; por un  Plan Panamá “Solidario” tacaño con el pueblo y dadivoso con los banqueros, con un bono que equivale a menos de un tercio de la canasta alimenticia (uno de los más bajos de la región); por la negación de una ley de moratoria de deudas e hipotecas; donde continúan los lanzamientos  de sus casas a gente que no puede pagar por quedar desempleada, pese a la palabra hueca del presidente de la república.

 Como dijo recientemente el Dr. Jorge Luis Prosperi (La Prensa, 30/5/20): ‘Este virus habita donde hay carencias’.

El autor escribe para OVE

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CORONAVIRUS Y LUCHA DE CLASES: EL COVID-19 LOS ENFERMA, PERO EL NEOLIBERALISMO LOS MATA

Por: Miguel Erasmo Saldívar Carrillo

RESUMEN

Asumir que el covid-19 es solo un virus y obviar su dimensión social, imperialista y neoliberal es regresar a los análisis parciales y disciplinarios que hemos criticados durante los últimos años. Ningún fenómeno social se produce aisladamente y al margen de las condiciones histórico sociales de las que emerge. Toda muerte con covid-19 debe ser estudiada en su holismo y descubrir detrás de ellas las profundas diferencias económicas de los fallecidos y sus familiares. No estamos frente a un cuerpo biológico atacado por un virus solamente sino frente a una persona humana que dentro de su condición histórica de vida intenta sobrevivir.

Ningún multimillonario hace filas por un respirador ni carece de las especiales atenciones de médicos y enfermeras personales, si fuese necesario. Ninguno de ellos padeció problemas de acceso al agua o alimentos saludables con los que nutrir su cuerpo. Todos tuvieron la posibilidad real de aislarse en sus mansiones y no salir, a fin de cuantas, son otros los que le hacen los mandados.

Los que diseminaron el covid-19 por todo el planeta tenían dinero para pagar sus boletos de visiones cosa que para la gran mayoría de los habitantes de este mundo es casi un sueño irrealizable. La mayoría de los que han de morir se vieron en la imponente necesidad de salir de sus casas procurarse el sustento para ellos y sus familiares.

Es por ello que el nuevo coronavirus debe ser estudiado no solamente como un suceso biológico sino como un fenómeno socio histórico y económico con un grave impacto en la vida de millones de seres humanos empobrecidos por el capitalismo neoliberal que nos ha gobernado los últimos treinta años.

Palabras claves: Covid-19, neoliberalismo, pobreza, marginación.

SUMMARY
To assume that the covid-19 is only a virus and to ignore its social, imperialist and neoliberal dimension is to return to the partial and disciplinary analyzes that we have criticized in recent years. No social phenomenon occurs in isolation and regardless of the historical social conditions from which it emerges. Any death with covid-19 must be studied in its holism and discover behind them the profound economic differences of the deceased and their families.

No billionaire lines up for a respirator or lacks the special care of doctors and personal nurses, if necessary. None of them suffered from problems with access to water or healthy food with which to nourish their bodies. All had the real possibility of isolating themselves in their mansions and not going out, after all, others are the ones who run errands for them.

Those who spread the covid-19 all over the planet had money to pay for their visions tickets, which for the vast majority of the inhabitants of this world is almost an unrealizable dream. Most of those  who have to die saw the overwhelming need to get out of their homes to find a living for themselves
and their families.

That is why the new coronavirus must be studied not only as a biological event but as a sociohistorical and economic phenomenon with a serious impact on the lives of millions of human beings impoverished by neoliberal capitalism that has governed us for the last thirty years.

Key words: Covid-19, neoliberalism, poverty, marginalization.

LA MUERTE BIOLÓGICA, PSICOLÓGICA Y SOCIAL

El tema del ensayo ya resultará preocupante porque la primera argumentación que nos hacían los compañeros cuando se lo presentamos es que algo como un virus no selecciona socialmente a sus víctimas. Una pandemia no tiene intensión ni ideológica ni política, nos dicen y luego se ríen. Parecería que ciertamente el virus no tiene preferencias sociales y ataca a todos por igual o que todos podemos morir de la misma manera.

Creo que sería indiscutible que el virus es un ente biológico que ataca a los cuerpos biológicos. Pero debemos reconocer que los cuerpos biológicos no presentan características biológicas con independencia de cómo se alimentan, cómo viven, que ansiedades los agobian, etcétera.

Que el ser humano es bio-socio-psicológico se ha dicho con mucha frecuencia, pero no siempre se asume, en este caso que analizamos, debe entenderse, que es atacado por el virus no solo un cuerpo físico y bioquímico sino un ser social con una específica forma de pensar según la vida que ha tenido que vivir y que, muchas veces, no puede escoger aquellas opciones que serían mejor para su sobrevivencia. En el capitalismo neoliberal escoger cómo se vive y de qué se vive es un privilegio
que solo pueden darse los que pagan para ello. Lo que viven de un salario, precariamente tienen cierto grado de libertad dependiendo de la cuantía del mismos, que se reduce a seleccionar que marca de jabón utilizan o no sus hijos o qué serial de Netflix pueden ver. Otros que viven de la economía informal y que son la mayoría de las personas del planeta, ni eso.

Es sabido que los coronavirus no son sino una familia de virus que llevan ese nombre por su forma y que pueden causar un sin números de enfermedades tanto en animales como en humanos. Entre las personas pueden causar infecciones respiratorias que pueden ir desde un resfriado común hasta enfermedades muchos más graves como, por ejemplo, el síndrome respiratorio del Oriente Medio (MERS). Desde mi experiencia cubana sé que los gobiernos de los EUA llevan años experimentando con la creación de armas biológicas con las que ha atacado a la isla de Cuba en múltiples oportunidades causando muerte y destrucción. Los cubanos al defenderse de estos ataques no solo asumen la búsqueda en laboratorios de los mejores métodos, sino que aprendieron a desarrollar acciones económicas, sociales, psicológicas, médicas, integradas a una lógica de solidaridad capaz de generar contención y protección. Porque contra algo como esto se debe luchar desde todas las dimensiones sociales integradas en torno a una nueva ética de la vida.

Si al covid-19 se le mira solamente desde su dimensión biológica se está invisibilizando el problema más grave que viene a él aparejado. Se trata de un fenómeno producto del sistema mismo, parido por el capitalismo neoliberal y cuyos efectos se harán sentir según su exacta geografía social de despojo y precarización. Ya sabemos que existen países dentro de los países y no hablo de las culturas ancestrales sino de las fronteras establecida por la pobreza y la miseria. Cada país o región sociológica, si se prefiere, hacia el interior de un mismo país vivirá la pandemia de manera diferente y los cadáveres se apiñarán según las clases sociales.

Si deseamos descubrir cómo las diferencias sociales dibujan diversas geografías sociobiológicas debemos analizar diversas dimensiones sociales de la pandemia. Un primer elemento que establece la clara diferencia entre las clases sociales (o niveles económicos) involucradas en la enfermedad es que el coronavirus recientemente descubierto causa la enfermedad denominada covid-19, es una pandemia que tiene de común con todas las anteriores que se expande por el mundo transportada
por aquellas personas que tienen el raro privilegio de poder comprar un boleto para viajar y termina matando a otras que no tienen dinero ni para alimentarse. Una y otra vez se nos presenta la vieja sentencia de que: “Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real.” (ENGELS, 1890) Y es que,
queramos o no verlo, son las condiciones reales de la vida los que determina quienes se mueren más y quienes tiene mayores probabilidades de sobrevivir. Ello, a pesar de que algunos realmente creen que todas las diabetes mellitus tipo II son iguales. Las personas diabéticas de las clases oprimidas por el capital comen lo que pueden y cuando pueden; y, muchas veces, no cuentan con las tirillas reactivas para controlar los niveles de azúcar tras cada comida o cada mañana como debería ser. Ya esto es una importantísima diferencia económica que impacta en la fortaleza biológica del cuerpo para enfrentarse a la enfermedad.

Existen personas que ante la inminencia del hecho biológicamente innegable de poder morir “al igual que todos” si se es contagiado se apresuraron a expresar que: ¡Dirigentes políticos, empresarios, celebrities, futbolistas millonarios: nadie estaría a salvo del COVID-19! El virus, como la muerte, sería el gran igualador. Podríamos atribuirlo a causas exclusivamente biológicas: a su enorme capacidad de contagio.” (MARTÍN, 2020). Frente a esta afirmación tan drástica debemos decir que el gran igualador en nuestra sociedad sería un sistema justo de repartición de las riquezas.
No existe la igualdad después de la muerte, esto es solo un absurdo, que se ha generalizado por el esfuerzo de la iglesia de proponernos justicia sin justicia. Además de ello, ningún virus igualará la miseria creada por las relaciones de producción imperialistas, debemos decirlo con claridad, los entes biológicos no tienen tanto poder. El capitalismo no enferma con los virus, en todo caso, también los subsumes, al igual que las nuevas cotidianidades que emerjan de la crisis. No se cae el capitalismo por causas de un cataclismo biológico, a este sistema putrefacto hay que tumbarlo. Estoy plenamente convencido que sin un sistema de repartición justa de las riquezas (pudiera denominarse socialismo) las diferencias ascenderán por los capilares de la historia hasta quemarnos los ojos nuevamente.

El covid-19 ha venido a recordarnos que, como siempre, el capitalismo reproduce las diferencias hasta en el acto mismo de morirse. Nada es justo en un sistema cuya esencia es la injusticia misma. Cuando en el capitalismo neoliberal algo aparenta justicia, si se indaga bien, solo es cinismo. El cinismo es la manera de socializar de la justicia en el sistema capitalista neoliberal. Los políticos panistas y priistas de México con un excelente ejemplo de ello. Y para que no quede duda de esto.
Cuando decimos que el covid-19 es de derecha y racista lo que queremos expresar es que el coronavirus enferma, pero es el sistema capitalista neoliberal el que escoge las víctimas y las aniquila. Ni la enfermedad se mueve por azar ni la muerte es estocástica: “Una investigación conjunta de la Universidad de Harvard y el periódico ‘Boston Globe’ demuestra que la mortalidad por COVID-19 es superior entre aquellas personas que viven en barrios pobres y en viviendas  hacinadas en el estado de Massachusetts. Por eso afecta más a las personas negras, latinas y racializadas.” (SIMÓM, 2020).

Desde otra perspectiva: se muere más fácil y con más frecuencia si se es pobre y angustiado que si se es rico y relajado. Porque las angustias que acarrea la falta de recursos para garantizar una vida digna a la familia suelen ser terribles y se somatizan disminuyendo las fortalezas del organizamos. (TEMPORELLI & VIEGO, 2011). Detrás de ellas emergen problemas de comunicación y agresión familiar: “Y la desigualdad también se relaciona con la violencia.” (OXFAM, 2020, pág. 4) Resulta
innegable que la satisfacción con holgura de las urgencias económicas permite cumplir otras funciones familiares con mayor calidad. “Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública de España en el programa digital, indica que las patologías se asocian al nivel de calidad de vida y capacidad adquisitiva. (RIVERA, 2020)”.

Pongamos un ejemplo muy concreto, la mala o deficiente alimentación de las personas con bajas posibilidades económicas es un factor fundamental a considerar en los estudios de morbilidad frente a la pandemia. El acceso al agua potable no solo para ser bebida sino para poder mantener la higiene recomendada para contener la transmisión no debe ser desatendida en los análisis y está fuertemente determinada por los niveles de pobreza. Tampoco sería recomendable separar el fenómeno de la concentración de las riquezas en pocas manos y de la privatización del agua con el
número de muertes. El consumo de refrescos es una de las causas fundamentales de la diabetes mellitus y ello está asociado a las muertes con covid-19. “Coca-Cola Company tiene más riqueza que muchos países de América latina, el Caribe o África. En México ha comprado casi todas las marcas de refrescos del país y tiene las mayores concesiones para la extracción del agua.” (CASTRO, 2005)

Es reconocido que el uso social del agua está emparentado con la diabetes y con las posibilidades de las personas para cumplir las orientaciones sanitarias que se vienen recomendando; una cosa no debe ser separada de la otra. Y si en estos momentos estamos mal debemos prepararnos porque, en realidad, nos encaminamos a una crisis total de los sistemas de salud por el desabasto de agua a nivel mundial. Si consideramos solamente México y analizamos que las: “Autoridades han otorgado
536 mil concesiones de aguas superficiales, subterráneas y zonas vedadas. Por sobreexplotación, hay 16 estados en riesgo de llegar al “Día Cero”: al agotamiento total de sus fuentes hídricas”. (FRANCO, 2020) Tendremos una idea casi exacta de hacia dónde nos encaminamos. Agregase a ello que el hacinamiento en las casas de los más desvalidos sería otro fundamenta factor a considerar en los estudios. Dormir en un cuarto personal sería una medida fundamental de la sana distancia que está muy lejos de más posibilidades de más del 90% de la población. Tales diferencias, establecidas por las posibilidades económicas, se hicieron visibles en aquellas poderosas naciones en las que se han producido la mayor cantidad de muertes; en EUA por ejemplo:

(…) cuando la pandemia explosionó en Estados Unidos y la mortalidad se disparó a principios de abril, lo hizo especialmente en los guetos socioeconómicos. Las muertes han sido un 40% mayores en las ciudades y poblaciones con más población de personas negras y racializadas, un 14% más en aquellas con más habitantes por vivienda y un 9% en aquellas más pobres en comparación con las más ricas del Estado. (SIMÓM, 2020)

No se puede dejar de reconocer que el impacto de esta pandemia será, a la larga, mucho significativamente mayor en los grupos empobrecidos por la reproducción neoliberal del capital que en aquellos que se enriquecen a costas de la mayoría. Si la vida en el capitalismo neoliberal ya era injusta esta situación ha venido a sumarse de manera irrebatible a la precarización de la existencia de la mayoría de los seres humanos del planeta. Y no estamos argumentando que el PIB per-cápita o las posibilidades económicas de las naciones garanticen el resultado porque, se está viendo que la mayor cantidad de muerte se acumulan en países del llamado primer mundo donde le PIB es inmensamente mayor al de otras naciones pequeñas: Unión Europea y en los EUA; quienes comparados con la pequeña isla de Cuba quedarían muy pal parados. El secreto de Cuba, más que económico, es la justicia social que prevalece en su sociedad en la que todos tienen acceso a una buena atención médica primaria y a los medicamentos aprecios módicos y la ética que norma la respuesta del gobierno y del pueblo a estas contingencias. Muchos autores reconoces que la
desigualdad en el acceso y disfrute de la salud no es sino una “Vergüenza Social (…) reflejo de las desigualdades sociales” estas últimas generadas por el sistema económico capitalista, que rige nuestra forma de producir, consumir y en consecuencia vivir, así como también, son causadas por una enorme desigualdad en la distribución del poder” (BENACH, 2005, pág. 15) La privatización neoliberal de los sistemas de salud públicos y la carente ética de sus gobiernos llevó a las naciones
“desarrolladas” a la situación que actualmente padecen. Cuando el presidente Trump recomendó beber desinfectantes mostro un nivel de corrupción ética sin parangón en la historia humana.

Es por todo esto que debe asumirse que la clase social a la que se pertenece es una variable fundamental al considerar un estudio serio de los impactos de la pandemia en el mundo y nos permite decir que los impactos de esta fatalidad tienen un fuerte carácter clasista, racista e imperialista neoliberal. No hacerlos sería invisibilizar uno de los condicionantes que más está incidiendo en las muertes. En palabras de Martín (2000):

¿Qué significa que la clase social es una causa fundamental? Que las causas inmediatas pueden variar al sucederse las enfermedades, sus factores de riesgo y sus tratamientos. Pero, en todas, la posibilidad de evitar los riesgos de enfermedad y de minimizar sus consecuencias es función de los recursos ligados a la posición de clase. El concepto de causa fundamental supone que la clase social, por su diferencial acceso a recursos, influencia múltiples resultados de salud a través de múltiples factores de riesgo. (MARTÍN, 2020)

Remarcamos que debe estudiarse y entender a esta pandemia sus efectos y las muertes a ella asociadas como resultado integral del capitalismo neoliberal. ¿Es que acaso se puede separar la condición de diabético desatendiendo los sistemas de alimentación establecidos por el neoliberalismo y a los que tiene acceso cada persona? ¿Podemos hacerlo obviando la privatización del agua a manos de la Coca cola y su oferta sistemática de productos nocivos para la salud humana? en México: “La empresa francesa Danone y las compañías estadounidenses Coca-Cola y PepsiCo capturan 82% de las ventas de agua embotellada en México, con un valor de poco más de 10 000 millones de dólares.” (PACHECO, 2015)¿Es que alguien realmente piensa que en medio del capitalismo neoliberal y mediático la gente puede decidir libremente vivir una vida sana, sin consumo de chatarra?: “A pesar de que México está inmerso en una alerta epidemiológica por obesidad, sobrepeso y diabetes, la publicidad de alimentos y bebidas chatarra dirigida al público infantil es laxa y, además, se ha convertido en una barrera para prevenir y atacar esas enfermedades crónicas, revela el estudio “Publicidad dirigida a niños: Una infancia enganchada a la obesidad” (LIRA, 2018)

No podemos negar que el virus (natural o creado) causa la enfermedad, pero el neoliberalismo con su pobreza acumulada de los últimos treinta años las acelera la muerte, las localiza geográfica y socialmente y, además, las invisibiliza. Visibilizar las muertes no habla de que contemos cada día cuando cadáveres se apiñan o que anotemos los nombres de los que se nos delanteron; se trata más bien de reconocer la responsabilidad que el sistema capitalista, patriarcal y neoliberal tiene en ello. Muchos han reconocido que: “No hay una sola epidemia. Para entender lo que pasa tenemos que construir una narrativa de tres ciudades: la de ricos y pobres, de blancos y negros o latinos y de viejos y jóvenes. Tanto el impacto directo como la atención médica y social han estado determinados por la clase social, la raza y la edad”, (…)” (JUSTO, 2020)

Podría decirse, nuevamente, que el covid-19 los enferma, pero el sistema capitalista neoliberal los mata. EUA ya acumula más de 110 000 muertes y es la mayor economía del mundo. ¿Cómo es posible que tanta gente muera si otras naciones, como Cuba, con menos recursos y bloqueada, logra que una gran mayoría de contagiados se cure? Repetimos, la diferencia más que económica es ética, social; se da en la respuesta integralmente humana.

En la sociedad del espectáculo debe uno aprender a orientarse entre la maraña de discursos para poder descubrir la realidad. Algunas veces, en la locura delirante de los políticos, dejan entrever crudas realidades que más parecen cosas de surrealismo: “Patrick, vicegobernador republicano del estado de Texas, durante una entrevista brindada a Fox News [2], opinó que las personas mayores deben sacrificarse por el futuro de los Estados Unidos. Este comentario, que puede resultar muy chocante, pone en evidencia que para el sistema capitalista y su modelo neoliberal hay un segmento social que es prescindible: las personas mayores, la clase trabajadora y las y los más desposeídos.”
(RIVERA, 2020)

Realmente estaba, más que ofreciendo un punto de vista, declarando un hecho fáctico dado que no había suficiente recurso para atender a todos y los de mayor edad estaban fuera de los escogidos para ocupar las plazas en los pocos respiradores libres que quedaban. Mientras el presidente se preocupaba por la economía de libre mercado miles de personas morían en el país de las“oportumnidades.”

Otro de los lados oscuros de la pandemia, que desnuda su profundo carácter ideológico, es la pérdida de puestos de trabajos formales y la total desaparición de muchos trabajos informales. Precisamente son los más vulnerables los que precarizan su existencia con la llegada del covid-19 lo que traerá un aumento considerable de la delincuencia por la imposibilidad para muchas personas
de mantenerse dignamente y la agresividad que se genera por las medidas de contención, que no cuentan con la aprobación de una mayoría. Ya se han observado casos de altercados: “Un reportaje del 25 de abril de Washington Post recogía cómo la pandemia y las medidas de confinamiento han desembocado en altercados en los suburbios de París y de otras ciudades francesas. Sus habitantes no solo soportan mayores tasas de mortalidad por el virus, sino que se enfrentan a identificaciones,
registros y multas cuando se ven obligados a salir de sus viviendas para trabajar. (SIMÓM, 2020) ¿Quiénes se involucran en eventos de asaltos masivos a tiendas y mercados? Los más necesitados, los que viven angustiados por la falta de medicamentos y despensas.

Otra de las dimensiones que desnudan la lucha del clase y el carácter ideológico que dentro del capitalismo se le imprime a toda acción que pretenda rescatar la dignidad humana es el bloqueo de los EUA a que ciertas naciones accedan a los recursos necesarios para enfrentar la pandemia. El trece de marzo último el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab denunciaba que el gobierno de los EUA estaba impidiendo que el gobierno de Venezuela adquiriera insumos para luchar contra
la pandemia. (Prensa latina, 2020) Ello mando un claro mensaje al mundo de que en medio de la desgracia más grande los intereses imperialistas prevalecerán por encima del derecho de un pueblo a la vida y a la salud. Aún con estas medidas agresivas contra un estado soberano, aún con el congelamiento de sus cuentas y el bloqueo para que no acceda a insumos necesarios; la patria de Bolívar está en condiciones de darle lecciones a los EUA sobre cómo se actúa éticamente ante
situaciones de pandemia.

Por otra parte el 12 de abril pasado el gobierno de la isla de Cuba informaba que “La empresa Medicuba no podrá adquirir los respiradores artificiales contratados a los fabricantes suizos IMT Medical AG y Acutronic debido al bloqueo porque estos fueron comprados por una compañía estadounidense, denunció hoy una fuente oficial cubana.” (5 de septiembre, 2020) Con ello se creaban serias dificultades para el sistema de salud cubano que contaba con la llegada de esos insumos. No obstante, a ellos, la organización médica de la isla ha logrado no solo contener la epidemia,sino que ha enviado ayuda solidaria a varias naciones del mundo incluyendo algunas “muy desarrolladas.” Podría asegurarse que los alcances de la medicina cubana serían hoy inimaginables si no hubiese estado por más de medio siglo bajo el constante bloqueo de los gobiernos en turno en los EUA.1

NUEVA NORMALIDAD O LAS VIEJAS ANORMALIDADES

Con mucha frecuencia escuchamos decir que ningún país estaba preparado para este fenómeno y es falso. Si somos objetivos, Cuba, no solo ha sido bloqueada por más de 60 años, sino que ha sido diana de ataques biológicos como, por ejemplo: el moho azul de tabaco, la roya de la caña, la fiebre porcina, el dengue hemorrágico, conjuntivitis hemorrágica, disentería, varroasis de las abejas, hemorrajia viral del conejo, entre muchas otras. Todas causaron grandes daños económicos y pérdidas de vidas humanas. A lo largo de décadas de agresiones el sistema sanitario y sus centros de investigación se fueron preparando para responder a estos ataques y, a la vez, enfrentar los constantes azotes de ciclones que atraviesan el país y agravan la situación económica ya de por sí difícil.

Existen suficientes pruebas de los ataques biológicos a la isla por parte del gobierno de los EUA. Todo esto siempre ha sido parte de un plan bien pensado para derrocar al gobierno revolucionario cuyo único delito era trabajar para elevar la calidad de vida de su pueblo y recuperar la dignidad humana arrebatada por siglos de dominación extranjera: “El general Edward Lansdale redactó un borrador con las misiones a ejecutar por la CIA donde enunció: “… desplegar el bajo mundo cubano
contra Castro, fracturar al régimen desde adentro, sabotear la economía, subvertir a la policía secreta, destruir las cosechas con armas biológicas o químicas, y cambiar al régimen antes de las próximas elecciones congresionales en Noviembre de 1962.” (ETCHEVERRY, 2015) Lo que hoy está ocurriendo con el mundo ya los cubanos lo vivimos a menor escala por más de una ocasión.

Por especificar uno solo de los ataques. El dengue hemorrágico no era una enfermedad de este hemisferio. No estábamos preparados para ella: (es necesario que la cita sea larga para que se entienda bien a qué tipo de ataques se han enfrentado los cubanos y cómo es que han desarrollado su excelente sistema de salud.)

“Era la primera vez que los médicos cubanos teníamos que enfrentar esa enfermedad; por lo tanto, hay que reconocer que había un desconocimiento no solo en Cuba, sino que, en este hemisferio, en toda la América, se desconocía la enfermedad.” (…) No se pudieron evitar las primeras muertes y, tristemente, de esa correlación entre la clínica, la epidemiología y la anatomía patológica, obtuvimos las primeras herramientas para ordenar cuál debía ser la forma científica de enfrentar el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad; pero más aún, cómo organizar la atención médica y la movilización social de toda la población durante una epidemia. En plena epidemia ya nuestros médicos y hombres de ciencia estaban en función de encontrar soluciones que aparecieron, y paralelamente a las actividades de asistencia, estas de investigación-acción, las de capacitación. Hubo que capacitar a todas las provincias del país.

Entre el 1º de junio y el 10 de octubre, que se da por terminada la epidemia, se notificaron 344 203 casos de dengue, pero de ellos más de 30 000 eran casos hemorrágicos y 10 000 cumplían todos los criterios de la Organización Mundial de la Salud para ser considerados casos de fiebre hemorrágica y choque por dengue (…) es conocido que un paciente en choque está a las puertas de la muerte. Con esos 10 000 casos, pudimos haber tenido miles de fallecimientos, y aunque esas 158 defunciones, incluidas 101 niños, todavía nos duelen, hay que considerar que fue un éxito haberles podido salvar la vida a otros miles de criaturas.

El sistema de salud y todo nuestro país se movilizó como una sola persona y logramos que ya, después de mediados de julio, comenzara a disminuir la epidemia y, como dije, el último caso se notificó el 10 de octubre.

Desde la llegada de la revolución en el año 1959 el gobierno se dio a la tarea de alfabetizar y preparar al pueblo para los nuevos retos a que se enfrentarían. Dentro del sistema de países latinoamericanos la isla fue, por órdenes de los EUA, con la excepción de México, casi totalmente aislada. Era vista como una anormalidad socialista dentro de una normalidad capitalista. Los resultados del desarrollo sostenido e impetuoso de tal anormalidad no se hicieron esperar pues comenzaron a cosechar triunfos en diversas áreas como el deporte, la educación, la salud y el desarrollo social.

Con la caída del campo socialista en el año 1990, la isla perdió el 87% del comercio exterior quedando casi sin materias primas y tuvieron que reconsiderar nuevamente sus proyectos de desarrollo económico. Mientras buscaban salidas a la grave crisis económica generada por la pérdida de mercados y materias primas muchos se le acercaron a proponerles que abandonaran el camino del socialismo cosa que no quisieron hacer y nuevamente se vieron como los anormales en un mundo socialista que se despedía de sus sueños de justicia social y corría a las manos del mercado. Casi desde cero levantaron nuevamente su economía buscando nuevas opciones de
desarrollo entre las que se encontraba la producción biotecnológica que ya venía desarrollándose. El modelo del médico de la familia ideado por Fidel cambio el conceto de salud pasando de la medicina curativa a la preventiva. La creación de las escuelas de medicina latinoamericana permitió dar acceso a los estudios de salud a miles de jóvenes de diversas naciones del mundo incluyendo a los propios EUA. Los azotes continuados de huracanes en el caribe fue el origen de la creación del contingente médico “Henry Reeve”. Hoy, frente al covid-19, la isla puede salvar a sus ciudadanos y enviar a más de 2000 médicos bien preparados a asistir a pueblos hermanos. Mientras que otros cerraban sus puertos a los cruceros que portaban contagiados y que, como naves fantasmas deambulaban buscando cobijo, la isla los abría y nuevamente mostraba otra forma de anormalidad opuesta a la normalidad egoísta del imperialismo. La metáfora del Necio de Silvio Rodríguez retornaba una y otra vez a la historia de los cubanos.

Hoy escuchamos a muchos intelectuales debatir sobre las nuevas normalidades que llegarán con la extinción de esta pandemia. Sin pretender quitarle la palabra ni aniquilar argumentos de hermanos de lucha deseo considerar otras visiones posibles.

En primer lugar, las normalidades del capitalismo neoliberal serán difíciles de remover si no cambiamos las relaciones de producción capitalistas porque el despojo de la tierra, de los recursos, de los saberes, de la unidad y de la voluntad seguirán estando en el objetivo primordial del capitalinos. La asedia que denunció Walter Benjamín continuará penetrando las subjetividades de los oprimidos de la mano del consumismo aberrante a que los conduce el capital.

En segundo lugar, su educación egoísta, egocéntrica, anti espiritual y meritocrática, tal vez, cambiara de forma, pero no de contenidos. Seguirá proponiendo currículos que anulen la capacidad de analizar críticamente a la sociedad cosa que quedará, como hasta hoy, reducida a unos pocos intelectuales. Los cambios, probablemente, entretengan nuevamente a los educadores en la tarea de buscar métodos más efectivos para el aprendizaje como nos ocurrió con Ausubel y Bruner; dejando de lado la impostergable misión de la emancipación cultural y la educación de la conciencia histórica de los oprimidos.

En tercer lugar, ahora que tenemos más tiempo en casa y pocos hábitos de lectura probablemente se eleve el consumo de banalidades que los generales walt Disney y hollywood se aprestan a crear para satisfacer los más exigentes deseos y los más extravagantes gustos de los oprimidos. Marx estará más lejos que nunca de los libreros y las preferencias.

Y, por último, una normalidad no se puede confundir con otras cotidianidades. Ciertamente nuestros viejos hábitos sufrirán cambios, también las ocupaciones y las instrumentalidades. Pero no dejaremos por ello de ser los oprimidos y ellos los opresores. El covid-19 no posibilitará un enroque estilo ajedrez. No se desacelerará la expoliación del planeta, más bien, como ha pasado tantas veces, el capitalismo subsumirá la crisis y sus soluciones ajustándolas a sus propias necesidades.

CONCLUSIONES

Los oprimidos debemos considerar que el plan que nos legara el viejo topo sigue en pie: organizarnos, concienciarnos, tomar el poder y transformar la sociedad en algo que merezca la pena ser vivido.

La nueva normalidad o la vieja anormalidad si se prefiera ya está siendo aplicada en algunas naciones con muy buenos resultados. No es un modelo que pueda copiarse, pero si un buen ejemplo de unidad y resistencia. El internacionalismo del Che, la solidaridad de Fidel, la espiritualidad de Martí, la tenacidad de Bolívar, la unidad de Hugo Chávez. Esas deben ser orientaciones fundamentales para pensar en un nuevo mundo. Cualquier cosa que se haga o desee debe implicar un cambio radical de ética. La comunalidad, el zapatismo, el feminismo, el socialismo tiene algo muy
especial en común; una ética de la dignidad humana que los emparenta y une. Hacia esa nueva ética debemos dirigir la nave. No será fácil; pero si Cuba y Venezuela pueden: todo podemos.

Notas 

1 A 922 mil 630 millones dólares ascienden los daños acumulados a Cuba por la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero. (5 de septiembre, 2020)

Referencias

5 de septiembre. (12 de abril de 2020). Bloqueo de EEUU impide a Cuba adquirir respiradores. Obtenido de 5 de septiembre. Diario Digital Cienfuegos.:
http://www.5septiembre.cu/bloqueo-de-eeuu-impide-cuba-adquirir-respiradores/

BENACH, J. y. (2005). Aprender a mirar la salud. ¿Cómo la desigualdad social, daña nuestra salud? Maracay: Instituto de Altos Estudios en Salud Pública.

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ENVIADO POR EL AUTOR A OVE

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La crisis de Covid 19 amenaza la vida de millones de personas, acelera la transformación política y enciende la llama de la agitación social.

 

 

  1. Introducción

Pandemia, depresión económica, visibilización de la desigualdad estructural y de las opresiones generadas por el neoliberalismo, enfrentamiento geopolítico por la hegemonía en el sistema-mundo, y una visión de cerca del inminente colapso ambiental… Todo esto se ha juntado en 2020, cuando la humanidad en su conjunto se ha enfrentado a una pandemia mundial sin precedentes para nuestra generación.

La pandemia ha causado más de 400.000 muertes en todo el mundo (401.000 el 8 de junio), con más de 6,8 millones de casos registrados oficialmente en 216 países. En la segunda mitad de marzo, antes de que se levantara el confinamiento en Asia, más de 3.000 millones de personas habían estado confinadas en sus hogares.

Es imposible juzgar en este momento hasta qué punto habrá una segunda oleada de casos y si el virus mutará.

  1. Mucho más que un problema de salud

Es un momento de convergencia de fenómenos a largo plazo, que se desarrollaban de forma relativamente autónoma y que ahora convergen de manera explosiva: la crisis ecológica, los límites y la desigualdad del neoliberalismo y la lucha geopolítica por la hegemonía entre el antiguo imperialismo y China. Los procesos que están alterando estructuralmente el mundo configurado en 1945 están manifestándose e interactuando entre sí. Se trata sin duda de un momento de bifurcación en el camino de la historia, y de grandes apuestas para todos los actores políticos.

Estamos en una convergencia de crisis llena de peligros, en una crisis de la civilización capitalista, la más grave desde las guerras mundiales del siglo XX. Esto es lo que Gramsci llamó una crisis orgánica: empiezan a aparecer grietas en el propio edificio del poder burgués, su pretensión de universalidad empieza a desmoronarse, y las afirmaciones anteriormente hegemónicas se revelan como lo que realmente son: medios para asegurar la estabilidad capitalista. El consenso social se deteriora, y las asporaciones de los capitalistas ya no parecen corresponder al bienestar general. Se está produciendo una polarización política, abriéndose un espacio político que podría ser conquistado por los anticapitalistas ecosocialistas, pero también por la extrema derecha, ya que empiezan a aparecer «síntomas mórbidos».

Cuando presentamos una propuesta de política sanitaria solidaria, es evidente que las reivindicaciones van más allá del marco establecido por el capitalismo. Nuestra salud depende de las condiciones en las que vivimos. Depende de si respiramos aire limpio, si bebemos agua no contaminada, si somos capaces de proveernos de alimentos de alta calidad, si nuestras ciudades son un entorno habitable, etc. En resumen, depende de si vivimos bien y si nuestros salarios son suficientes para garantizarnos una buena vida. La salud es una cuestión física, social, cultural y ambiental que es la base de una vida humanamente rica. Dado que las condiciones de vida creadas por el capitalismo no nos permiten vivir una buena vida, ni social, ni cultural, ni ecológicamente, una política sanitaria basada en la solidaridad va más allá de los límites establecidos por el capitalismo.

  1. La crisis ecológica

La deforestación, el extractivismo, la productividad capitalista, la devastación de los ecosistemas y el aumento de los animales en cautivisad y del consumo de carne han facilitado y aumentado el salto de las barreras de las especies por los virus. Las tres cuartas partes de las nuevas enfermedades que han aparecido desde 1960 son por zoonosis. Entre ellas se encuentran el Ébola, el SIDA, el SARS, el MERS y el Covid-19. La globalización del comercio ha llevado a una rápida proliferación mundial del virus. El crecimiento de las megalópolis y sus barrios marginales periféricos aumenta la velocidad de transmisión entre los seres humanos. Así pues, la pandemia de Covid19 es una consecuencia de la intersección de los efectos de la globalización.

El IPCC predice un aumento de las temperaturas medias mundiales de hasta 6ºC para 2100, lo que implica aumentos mucho mayores de la temperatura en la mayoría de las regiones continentales y en el Océano Ártico, una elevación significativa del nivel del mar y un aumento general de la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos como olas de calor, incendios forestales, sequías, inundaciones y huracanes/tifones devastadores. Esto llevaría a que 3.500 millones de personas tuvieran que abandonar el 19% de la superficie terrestre, incluidas las zonas costeras y las regiones tropicales. Esta catástrofe climática, junto con otros puntos de inflexión ambiental, en particular la pérdida de biodiversidad, la deforestación y la falta de agua limpia, tendría consecuencias aún más terribles que las de Covid19, pero la pandemia nos da una idea de lo que podría ocurrirle a un mundo víctima de estos desastres.

En algunas partes del mundo, el momento de la pandemia está siendo utilizado por la agroindustria para avanzar en el proyecto capitalista de destrucción de la naturaleza. Un ejemplo donde esto ha estado ocurriendo es Brasil, donde en marzo y abril la deforestación de la selva amazónica creció un 29,9% en relación con el mismo período del año pasado. Este avance destructivo sobre la selva es también un avance del genocidio sobre sus pueblos, especialmente los indígenas, que han sido de los más afectados por COVID-19. Es fundamental que las organizaciones eco-sociales se hagan eco de la defensa internacional de la selva amazónica y de la salud de los pueblos indígenas durante este período de pandemia.

  1. El impacto geopolítico y geoeconómico en la situación mundial

La disputa por la hegemonía está formalizada y es belicosa, en una bipolaridad trabajada agresivamente tanto por los EEUU como por China.

China ha crecido durante medio siglo en una asociación estratégica con los Estados Unidos. La administración Obama ya había intentado responder al amenazante crecimiento de China tratando de socavarlo a través del Tratado de Asociación Transpacífico firmado en 2015. Pero como parte del reajuste geopolítico promovido por el proyecto Trump, su gobierno rechazó el acuerdo en enero de 2017, dejando el espacio para el protagonismo de Beijing, que comenzó a situarse como campeón del libre comercio y la globalización económica frente al proteccionismo nacionalista de Washington.

La ruptura de esta alianza ha repercutido en todas las esferas de la sociedad mundial. Así pues, los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), están saliendo debilitados de esta fase. La UE, que ya ha sido golpeada por Brexit, será la más perjudicada. La incapacidad de movilizar una respuesta sanitaria paneuropea a la crisis ha supuesto un duro golpe: los Estados miembros no actuaron de forma concertada cuando estalló la crisis en Europa, sino de forma unilateral, cerrando las fronteras, suspendiendo la libre circulación y deteniendo las conexiones de transporte de manera descoordinada. Durante semanas, Italia no recibió ninguna ayuda ni de los Estados vecinos, como Francia o Alemania (que también bloquearon las exportaciones de suministros y equipos médicos), ni a nivel de la UE. China hizo más en lo que respecta a los suministros de equipo. Cuba, a pesar del bloqueo criminal de los Estados Unidos, envió brigadas médicas a más de 20 países.

A los países endeudados como España, Grecia o Italia se les dirige al EFSM (Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera) con una ayuda especial por la crisis de 240.000 millones de euros. Este mecanismo obliga a aplicar medidas de austeridad y recortes de servicios públicos a cambio de préstamos.

Con 40 millones de solicitudes de subsidio de desempleo a principios de junio, se espera que la economía de EEUU tenga un descenso del 5,8% (FMI) a finales de año. En el contexto de la crisis social (y de una ola de levantamientos raciales actualmente en curso), el país ha programado elecciones en noviembre, que marcarán el rumbo de la situación política interna y externa. Trump utilizará todos los medios posibles para ser reelegido, incluido el fraude, pero su objetivo es difícil de alcanzar. Su prestigio entre la mitad de la población se ha visto muy afectado. El actual estallido de movilizaciones radicales y amplias en los Estados Unidos surge en el contexto de la histórica desigualdad social y racial, el descontento político y la experiencia de lucha acumulada por las nuevas generaciones y la desastrosa gestión de la pandemia por parte del gobierno de Trump, que ha conllevado un impacto desproporcionado en las comunidades negras.

En los países más pobres, la gente sufrirá al mismo tiempo el perjuicio sanitario y los efectos económicos. En el Brasil, el Perú, Chile y México, hay un aumento importante del número de casos. En el Brasil, los expertos en materia de salud prevén una explosión de Covid-19 en junio, incrementada por las acciones delictivas de Bolsonaro. Este país combina de manera explosiva una crisis sanitaria cada vez más grave con una recesión económica y una grave crisis institucional. Bolsonaro está más aislado y apela a su base radical de ideología fascista, apoyada por sectores de la policía estatal, el ejército y las milicias, para que cierre el Congreso y el Tribunal Supremo a fin de gobernar de manera explícitamente dictatorial.

En África y en Oriente Medio hay un nivel de sistemas de salud de lo más bajo, agravado por las situaciones de guerra e, incluso con cifras bajas de enfermos, los riesgos de una epidemia se añaden a los ya existentes: en África, por ejemplo, el paludismo mató a 380.000 personas en 2018, la tuberculosis a 607.000 y la malnutrición a entre 2 y 3 millones.

Los pueblos se verán seriamente confrontados a una mayor austeridad y a una profundización del subdesarrollo, de la dependencia alimentaria, del endeudamiento, del dominio de las multinacionales y de los grandes capitales locales sobre la economía y los recursos. Estas son las mismas causas que desencadenaron el proceso revolucionario en la región árabe y que le darán un nuevo impulso para un nuevo ciclo después de Covid-19.

La total incertidumbre sobre una recuperación en forma de V tiende a hacer más agresivos a los grupos capitalistas y a sus gobiernos. Mientras el capitalismo no sea derrotado, cualquier idea de un «próximo mundo» diferente y mejor será pura utopía: el que viene será aún más desigual. La lucha por una alternativa anticapitalista es cada vez más urgente.

  1. Una crisis del modelo neoliberal

Esta crisis tiene sus raíces en la globalización, y todas las crisis preexistentes se incrementarán después de esta pandemia. Además, el Covid-19 ha revelado la fragilidad de un sistema capitalista de producción globalizado profundamente determinado por la búsqueda de la máxima producción de valor (a través de las cadenas de valor y la adaptación de las producciones de los países dominados a los intereses de los grandes grupos capitalistas) y de una tasa de ganancia ampliamente desvinculada del crecimiento. No obstante, los objetivos capitalistas en los próximos meses serán los de seguir adelante con el «business as usual» lo antes posible.

La acentuación de la globalización y las políticas de austeridad ya habían encontrado sus límites en los últimos años: desde la crisis financiera de 2008, los principales bancos centrales, entre ellos la Reserva Federal de los Estados Unidos, el BCE y el Banco de Inglaterra, han inyectado enormes cantidades de dinero en los bancos privados para mantener a flote todo el sistema económico. Al mismo tiempo, con tasas de interés real cero o negativas, el endeudamiento de los países y las empresas capitalistas se ha disparado tanto en Estados Unidos como en Europa.

Los medios financieros que los bancos centrales han distribuido en profusión no han sido utilizados por los bancos y las grandes empresas capitalistas de los demás sectores para la inversión productiva, sino para para adquirir activos financieros. Esto ha producido una burbuja especulativa en el mercado de valores, en el mercado de bonos (es decir, bonos de deuda) y, en algunos lugares, en el sector inmobiliario. Todas las grandes empresas se sobreendeudaron al principio de esta crisis.

  1. Una profunda crisis social

Los efectos del Covid19 han supuesto una fuerte perturbación de la producción, el transporte de mercancías y la demanda.

Incluso en las zonas menos afectadas por la pandemia, como por ejemplo en África (5125 muertes el 7 de junio, de la cuales 3800 en Argelia, Camerún , Egipto, Marruecos, Migeria, Suádfrica y Sudán)) la crisis en China, Estados Unidos y la UE está teniendo efectos profundos a nivel económico y social: el PMA prevé para 2020 una duplicación del número de personas afectadas por la inseguridad alimentaria aguda, especialmente en África y el Oriente Medio (era de 135 millones en 2019 debido a las guerras y al cambio climático).

El efecto de esta crisis es el retorno del espectro del hambre a los sectores más pobres de la clase obrera en varios países, especialmente a los excluidos del mundo del trabajo, o insertos en él de manera precaria, sin derechos laborales, poblaciones generalmente racializadas y excluidas por su condición étnica y social. Por ello, las iniciativas de los movimientos sociales para organizar iniciativas de solidaridad de clase para luchar contra el hambre son fundamentales y tienen efectos directos en la capacidad de organización política de los barrios pobres. Los movimientos de comunidades de negros y migrantes (especialmente en el Brasil, los Estados Unidos y Europa) han sido los protagonistas de esas iniciativas, que desempeñan un papel fundamental en la organización de la resistencia popular a la pandemia.

La producción de alimentos está actualmente muy centralizada, con un puñado de grandes empresas que dominan cada sector. Gran parte de lo que se produce es activamente perjudicial para la salud humana y la comida basura contribuye de manera significativa a la obesidad y a las enfermedades que más afectan a los pobres porque es barata y llena.

  1. Efecto sobre los empleos y las condiciones de vida de las clases trabajadoras

Las clases trabajadoras, entre las que se incluyen los campesinos pobres, son las principales víctimas del Covid-19 directamente por el número de muertes, e indirectamente por los despidos, las pérdidas de empleo o de actividad y los recortes salariales.

Todos los primeros estudios en EEUU, Brasil o Francia, por ejemplo, muestran que las clases populares son las principales víctimas de las muertes de Covid-19. De una población activa de 3.300 millones de personas, más de cuatro de cada cinco se han visto afectadas por el cierre total o parcial de los lugares de trabajo, según estimaciones de la OIT. En los Estados Unidos, 20 millones de puestos de trabajo fueron destruidos en abril, 30.000 millones de nuevos registros de desempleo en marzo. En Gran Bretaña, 950.000 nuevas inscripciones entre el 16 y el 31 de marzo – es diez veces más alto de lo normal. En Europa, la proporción de trabajo a jornada reducida se disparó. En Alemania, casi 500.000 empresas lo implementaron en marzo, veinte veces más que después de la crisis financiera de 2008.

Una proporción significativa de la fuerza de trabajo trabaja en la economía informal en África, América Latina y Asia, hasta el 90% en la India. Estos trabajadores perdieron sus ingresos con el Covid-19, y prácticamente no tienen protección social, ni prestaciones de desempleo y tienen poco acceso a los servicios de salud. En muchos países una proporción significativa de estos trabajadores son migrantes, ya sea internos del campo a la ciudad (India, grandes partes de África) o de otros países (en los Estados del Golfo de Asia, en los Estados Unidos de América del Sur y Central, etc.). Estos trabajadores son doblemente vulnerables no sólo a la devastación económica sino también a los chivos expiatorios racistas. La OIT predice que 1.600 millones de personas en todo el mundo (tres cuartas partes de los trabajadores informales del mundo) corren el riesgo de perder sus medios de vida en el segundo trimestre. Estima que el 6,7% de las horas de trabajo en el mundo podrían perderse en el segundo trimestre, es decir, 195 millones de equivalentes de tiempo completo para una semana de 48 horas, de los cuales 125 millones se encuentran en Asia, 24 millones en América y 20 millones en Europa. En un estudio de la Unión Africana se plantea la cifra de 20 millones de empleos perdidos en el continente y un aumento drástico de la deuda.

  1. El Covid-19 ha exacerbado las discriminaciones

En general, los más precarios de la clase obrera fueron los más afectados directa o indirectamente por el virus. En Nueva York, los negros residentes en el Bronx, en todo el territorio de los Estados Unidos, los nativos americanos y los negros; en la región de París, las poblaciones racializadas de Seine St Denis; en Brasil, los negros de las favelas. En la India, un enorme porcentaje de los que viven en la calle o en barriadas son musulmanes que fueron desplazados rápidamente por los terratenientes y el Estado cuando Modi impuso un confinamiento muy rápido y draconiano, lo que dio lugar a un vasto movimiento de personas. En el caso de Filipinas, se estima que más de 70.000 trabajadores migrantes en el extranjero se verán obligados a regresar, tras haber perdido sus empleos como consecuencia de la pandemia. Algunos de ellos trabajaban en la construcción, pero la mayoría en la hostelería, incluidos los cruceros. Todas estas poblaciones han sido víctimas de mayores tasas de mortalidad, condiciones de alimentación y vivienda más precarias y de la necesidad de desplazarse para poder trabajando.

– En todo Europa, Estados Unidos y Canadá, América Latina, India, China y Oriente Medio, la violencia contra la mujer y los feminicidios ha aumentado entre un 30% y un 100% en comparación con la situación anterior.

– En los Estados Unidos, el Caribe y América del Sur (el Brasil en particular), las poblaciones de origen africano sufren mucho más, dada la situación de pobreza de la mayoría, con la pandemia, el desempleo, la pérdida de ingresos del sector informal y la violencia del Estado.

– Todas las poblaciones deportadas, los refugiados, como los sirios, palestinos, uigures y rohingyas en Bangladesh se ven aún más afectados por esta situación.

– En el Golfo Arábigo, millones de trabajadores migrantes del Asia meridional se encuentran hoy en una situación sumamente precaria, sin trabajo ni medios.

– Los estudiantes escolares y universitarios de entornos desfavorecidos son los que más han sufrido por el cierre físico de los establecimientos de enseñanza y la enseñanza en línea, sin que se haya garantizado a todos computadoras y acceso a la Internet. En el caso de los niños más pequeños en particular, es más probable que sufran de un apoyo insuficiente en el entorno doméstico.

  1. La pandemia facilita los ataques a las libertades democráticas

Muchos países han introducido restricciones a los derechos democráticos en el contexto de la contención de los estados de excepción. En muchos países se han promovido leyes de excepción y se ha detenido a los opositores. En Filipinas, por ejemplo, Duterte se ha servido del Covid-19 para intensificar una política represiva de control de la población. Lo mismo ocurre en Hong Kong, donde el gobierno de Pekín está introduciendo nuevas restricciones a los derechos democráticos. En América Latina, es el caso de Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Bolivia, por ejemplo. En muchos países, las medidas de contención y control aplicadas son una oportunidad para probar nuevos métodos policiales con nuevas tecnologías de rastreo o vigilancia.

Evidentemente, el objetivo será hacer que esas medidas sean permanentes. Tanto más cuanto que el Covid-19 ha llegado a muchos países tras numerosas movilizaciones sociales contra las consecuencias de las políticas capitalistas. Por ejemplo, fue el caso de Hong Kong, Argelia, Chile, Francia. Habiendo exacerbado estas situaciones de injusticia social, las clases dominantes temen con razón un resurgimiento de las movilizaciones sociales. Por lo tanto, se preparan para ello tratando de reforzar sus arsenales represivos. Sin embargo, ya, a pesar del Covid-19, en Hong Kong la gente está en la calle contra las leyes antidemocráticas del gobierno de Beijing y en el Brasil se está organizando un amplio movimiento para exigir la destitución de Bolsonaro. Podemos esperar muchas movilizaciones sociales y políticas en los próximos meses.

La actual erupción en los Estados Unidos en respuesta a la ejecución de George Floyd por la policía de Minneapolis (una fuerza con un largo historial de racismo particularmente flagrante) se produce en el contexto del movimiento Black Lives Matter, así como del impacto desproporcionado de las políticas de Trump hacia el virus en la comunidad negra.

  1. Los movimientos sociales y anticapitalistas deben organizarse contra la violencia de los ataques

Mientras que los riesgos para la salud siguen estando muy presentes y el único objetivo de la clase dirigente es remontar sus beneficios, las amenazas para las clases trabajadoras son dobles. No sólo aumentarán los cierres de empresas y los despidos, se bloquearán o reducirán los salarios, sino también la legislación laboral (cuando existe) que ha sido ampliamente cuestionada durante las medidas de emergencia. En la India, por ejemplo, el gobierno de Modi está impulsando a los estados en esta dirección, y en Uttar Pradesh y Madhya Pradesh se han suspendido los derechos sindicales, así como las normas de higiene y seguridad y se han facilitado los despidos.

En diferentes países, como Alemania, el Estado español, Estados Unidos y Brasil, grupos de extrema derecha organizaron manifestaciones contra el encierro con un contenido racista y xenófobo, mezclando teorías de conspiración, nacionalismo o supremacía blanca. En otras partes de la India, los musulmanes (200 millones) han sido víctimas de campañas racistas que los acusan de ser responsables de la epidemia. Estos grupos xenófobos parasitan la crisis social y política que existe en muchos países durante y después del cierre.

Pero, en numerosos países, a pesar del bloqueo, los movimientos sociales, los sindicatos, las comunidades populares se han mostrado activas, en continuación de numerosas acciones y movilizaciones llevadas a cabo antes del confinamiento por los sindicatos, las organizaciones políticas o los movimientos sociales, como por ejemplo las movilizaciones contra la violencia sexual o racista, las del derecho a la vivienda, las luchas obreras como las de los trabajadores de la salud en Francia, los movimientos antiautoritarios y democráticos en Chile, Líbano, Argelia, Hong Kong, y todas las movilizaciones climáticas llevadas a cabo en los meses anteriores. En algunos países esto ha dado lugar al crecimiento de nuevos movimientos de ayuda mutua (que plantean interesantes cuestiones de funcionamiento «en y contra el Estado» en la situación actual) y tal vez a más largo plazo la construcción de organizaciones comunitarias allá donde antes no existían en la misma medida. El Covid-19 y lo que ha revelado sobre la sociedad en la que vivimos no puede sino reforzar la voluntad de estas movilizaciones y movimientos de continuar su acción y lograr victorias.

Durante el confinamiento se han dado muchas iniciativas auto-organizadas de la gente trabajadora, de los territorios en resistencia, en el campo y en las ciudades. Hay ejemplos de estas iniciativas de la población o de sectores organizados, como los campesinos, los indígenas, los desempleados, las personas y comunidades de la periferia de las grandes ciudades, la red de solidaridad feminista, entre otros. Estas iniciativas están forjando alternativas muy interesantes, como la fabricación colectiva de máscaras de tela para donar a la población con el fin de asegurar la prevención de contagios, la donación y producción alternativa de alimentos, la defensa del sistema de salud pública y la demanda de acceso universal al mismo, la denuncia del aumento de la escalada de violencia contra las mujeres y el agotador trabajo de cuidados que realizan durante el aislamiento en el hogar, entre otros.

Una de las consecuencias de la crisis es la forma en que ha revelado a capas mucho más amplias de la población los tipos de trabajo que son necesarios socialmente (trabajos esenciales) y los que existen sólo para generar beneficios. Se ha demostrado que el trabajo de reproducción social en el ámbito de la salud y la atención sanitaria es vital, ya sea en el hogar o (mal) pagado en el sector público o privado, tanto de forma general como más específica mediante acciones que marcan el valor que las comunidades de la clase trabajadora dan a este trabajo vital. En muchos países las acciones (aplausos) que comenzaron en reconocimiento de los trabajadores de la salud ampliaron su alcance para incluir a todos los trabajadores esenciales, específicamente los de los servicios postales, de transporte y de distribución y venta de alimentos. Se ha subrayado la elevada proporción de mujeres y de trabajadores negros y migrantes en estos sectores.

Al mismo tiempo, la muy significativa reducción de los viajes por vía aérea y, en menor medida, de los viajes por carretera ha traído consigo ganancias inesperadas. La reducción de la contaminación atmosférica en miles de ciudades «normalmente» estranguladas por el smog, y de la contaminación acústica que está llevando a muchos a escuchar el canto de los pájaros por primera vez en décadas o en la vida.

Los debates están comenzando en muchos movimientos sociales y parte del movimiento obrero bajo el lema #buildbackbetter- cuestionando la «normalidad» de la pobreza entre la riqueza ostensible, de la falta de vivienda, de las condiciones de trabajo inseguras, de la violencia contra las mujeres, de la discriminación contra las poblaciones negras y migrantes, de la contaminación y otros aspectos de la catástrofe ambiental.

Durante el confinamiento y después de su levantamiento, también se han producido muchas acciones y huelgas de trabajadores por demandas de seguridad, el cierre de la producción no necesaria, la demanda de garantía de los derechos laborales y el pago de los salarios. Por ejemplo, en muchos países los empleados de Amazon o los empleados de los sectores de la restauración, el transporte o el reparto a domicilio.

Por lo tanto, las tareas esenciales de los movimientos sociales en los próximos meses serán organizar a las clases populares para la defensa de su salud y sus derechos frente a una ola de ataques sociales que afectarán paralelamente al empleo, los derechos sociales y las libertades democráticas y recrear una relación sostenible entre las poblaciones humanas y el medio ambiente.

  1. Frente a la pandemia, las demandas relativas al sistema sanitario, al empleo y los salarios de la vivienda, la educación, la acogida de migrantes y el medio ambiente son demandas de urgencia.

– En todas partes, y especialmente en las regiones afectadas por la pandemia, inyección de medios suficientes para la disponibilidad masiva de equipos de detección, la multiplicación de camas de reanimación y respiradores. Generalización a toda la población de máscaras protectoras y pruebas biológicas adecuadas.

– Reanudación de las actividades económicas sólo con la protección de la salud de los trabajadores: suministro de medios de protección (máscaras, geles, gafas, guantes) para todos los empleados, que permitan su protección y el ejercicio inmediato del derecho de retirada si no se respetan las condiciones de seguridad.

– Asunción al 100% de la responsabilidad por parte de las empresas y/o el Estado de los salarios de los trabajadores que han suspendido su actividad, incluidos los trabajadores migrantes, los trabajadores precarios, los trabajadores temporales, los trabajadores domésticos, los trabajadores autónomos y los trabajadores de temporada, sin ninguna obligación de tomar días de descanso o de recuperar posteriormente las horas no trabajadas. Obligación de los Estados de pagar los salarios de los empleados cuyos empleadores se nieguen a pagarlos durante la crisis. El gobierno debe entonces recuperar el costo de esta intervención multando a la empresa culpable de no pagar los salarios.

– Provisión por parte del Estado de un ingreso mínimo garantizado suficiente para vivir decentemente para los trabajadores del sector informal, para los desempleados no remunerados, para los estudiantes, para todos los que lo necesiten.

– Prohibición de todos los despidos y cierres de empresas por parte de los grupos capitalistas, reincorporación de los empleados despedidos desde el comienzo de la pandemia.

– Apertura de escuelas en condiciones seguras para los estudiantes y los maestros. Ninguna penalización a los estudiantes por la pérdida de horas lectivas.

– Rechazo de toda medida autoritaria y excepcional de suspensión de los derechos sociales, incluido el derecho de huelga, y especialmente el mantenimiento de estas medidas después del levantamiento del confinamiento.

– Suspensión de todos los desahucios, suspensión de los alquileres, préstamos personales y facturas de agua y energía, provisión de viviendas adecuadas para todos aquellos que viven en precariedad o sin alojamiento, requisición de viviendas vacías.

– Prestación de una atención social adecuada a los discapacitados, a los ancianos y a todos los que están o han estado socialmente aislados por el encierro.

– Establecimiento de medidas inmediatas de protección de emergencia para las mujeres y los niños que son víctimas de la violencia, con decisiones rápidas para retirar a los cónyuges violentos o proporcionar una vivienda alternativa a las víctimas, garantía de acceso a la anticoncepción y al aborto como procedimientos médicos vitales.

– Conversión de los centros cerrados para refugiados en centros de recepción abiertos con instalaciones sanitarias. Regularización inmediata de todos los inmigrantes indocumentados y refugiados para dar acceso a todos los sistemas de protección social, y poner fin a todas las expulsiones. Cierre inmediato de los campamentos de detención de migrantes, que están muy superpoblados, especialmente el de Moria en Lesbos y a lo largo de la frontera entre los Estados Unidos y México.

  1. Luchar contra la organización capitalista de la sociedad, poner en primer plano los intereses de las clases populares y las necesidades sociales en una serie de decisiones urgentes:

  1. Todos los ámbitos esenciales del sistema de salud, incluidos los seguros, la industria farmacéutica y biotecnológica y toda la investigación y el desarrollo médico y farmacéutico deben ser desprivatizados y puestos bajo control público. Deben abolirse las patentes de medicamentos, conocimientos y productos médicos. La investigación médica debe realizarse en el plano internacional y con un espíritu de solidaridad y dedicarse únicamente al servicio de la humanidad. Los conocimientos y las tecnologías deben ponerse libremente a disposición de todos los países.

  1. Esto debe ir acompañado del desarrollo de una infraestructura social gratuita para el cuidado, la crianza y la salud. Los trabajos esenciales de la reproducción social, ocupados mayoritariamente o incluso exclusivamente por mujeres, deben ser reconsiderados socialmente y mejor remunerados.

  1. Es evidente que en el marco de esta reestructuración del sistema de salud, todos los hospitales privados deben ser puestos bajo control público y transferidos a la propiedad social. Un sector sanitario y clínico unificado es absolutamente esencial.

  1. La limpieza y otros servicios necesarios para el funcionamiento de los hospitales y otras instalaciones de atención deben volver a ser tareas públicas. Los empleados que realicen el trabajo correspondiente deben ser remunerados decentemente y debe garantizarse su integridad sanitaria en el lugar de trabajo.

  1. Para poder hacer frente a todo esto, hay que detener toda producción de armas, convertir su fabricación en producción socialmente útil e invertir los fondos que se liberen al mismo tiempo en el desarrollo del sistema sanitario.

  1. Financiar los costos de la expansión del sistema de salud por medio de impuestos especiales sobre los altos ingresos, beneficios y activos. Debe hacerse todo lo posible para que los costos de la crisis sean asumidos por quienes han obtenido enormes beneficios y han acumulado riqueza a expensas del público en general en los últimos decenios.

  1. Las condiciones de trabajo no deben enfermar a las personas y deben ser propicias para su desarrollo y su salud. Esto es particularmente urgente para los trabajadores no cualificados de la industria cárnica, la agricultura, el cuidado de los ancianos y los servicios de reparto. Debe garantizarse la seguridad en el trabajo y medidas adecuadas de saneamiento e higiene. Se deben reducir las horas de trabajo y mejorar la organización de los descansos.

  1. Absorción de viviendas precarias con planes urbanísticos para la construcción de viviendas públicas de calidad.

  1. Fortalecimiento y extensión del sistema educativo público, rechazo de la privatización mediante el desarrollo de empresas que propongan planes de enseñanza por internet.

  1. La transferencia a la propiedad pública de las principales plataformas de medios de comunicación social. Facebook, WhatsApp, Amazon y Zoom, que se están beneficiando masivamente del cierre, y están recogiendo datos que generarán enormes beneficios futuros. Deberían ser expropiados (sin compensación, ya han acumulado demasiado), y funcionar como servicios públicos transparentes y sin ánimo de lucro.

  1. En todos los países, transferencia a la propiedad pública de los servicios funerarios. No se debería permitir que las empresas privadas se beneficien de la muerte y traten de manipular el dolor de las personas en un intento de maximizar sus ganancias.

  1. Agricultura sostenible y justicia alimentaria mundial, reorganizando los circuitos de producción y distribución de acuerdo con las necesidades sociales. Reducción de la distancia en el transporte de alimentos y del consumo de carne.

  1. Fin de la deforestación, especialmente la impulsada por la agroindustria.

  1. Expropiación de los bancos privados sin compensación a los principales accionistas y socialización del sistema financiero bajo control ciudadano, suspensión de todos los cargos bancarios en las cuentas privadas y concesión a las clases trabajadoras de préstamos sin interés para satisfacer sus necesidades inmediatas, congelación de las deudas bancarias de las familias, microcréditos y alquileres, garantizar el agua, la electricidad, el gas e internet para todos;

  1. Suspensión inmediata del pago de las deudas públicas perm, lo que de permitir la movilización de fondos suficientes que los países necesitan para satisfacer las necesidades populares durante la pandemia. La suspensión del pago de la deuda debe combinarse con una auditoría con participación ciudadana para identificar la parte ilegítima y cancelarla.

  1. Apertura de las fronteras para la admisión segura de migrantes, con estatus legal y acceso a los servicios de salud y atención social.

  1. Lucha contra la discriminación en la prestación de servicios públicos para las personas indígenas, migrantes, negras, mujeres, LGBTIQ y discapacitadas, mediante programas de acción positiva para combatir siglos de discriminación institucional y de consulta permanente y participación de esas comunidades en la adopción de decisiones para crear servicios que satisfagan verdaderamente las necesidades de todos.

  1. Otro mundo es necesario y urgente!

La actual convergencia de crisis, al poner en peligro los fundamentos de la vida humana, exige una política anticapitalista con una perspectiva ecosocialista. Muestra la urgencia de una sociedad basada en las necesidades sociales, organizada por y para las clases trabajadoras con propiedad pública de los bancos y los principales medios de producción. Y esta crisis muestra la urgente necesidad de frenar las causas del cambio climático, de detener la depredación ambiental que está destruyendo «nuestra casa común», reduciendo la biodiversidad y abriendo el camino a las plagas contemporáneas, como los síndromes respiratorios severos de naturaleza viral.

Si en la primera década del neoliberalismo hubo aspiraciones y sectores sociales que se unieron para decir «otro mundo es posible», hoy debemos unirnos para decir «otro mundo es necesario y urgente». Necesitamos una acción internacionalista común que nos indique los caminosmarque el camino hacia un mundo en el que la vida valga más que los beneficios, en el que la naturaleza deje de ser una mercancía. La crisis actual muestra claramente que una parte importante de la producción capitalista es puramente depredadora, totalmente superflua y derrochadora.

A principios de la década de 2000, el movimiento de justicia global reunió a millones de personas, de movimientos sociales, sindicatos, con la participación de organizaciones radicales de izquierda. Hoy en día, necesitamos construir tales reuniones, presentando demandas para luchar contra el capitalismo, el cambio climático y las discriminaciones. En la búsqueda de este objetivo, en diferentes países, o a nivel internacional, algunas iniciativas están comenzando a darse. Las organizaciones y los activistas de la Cuarta Internacional dedicarán sus esfuerzos para su éxito. Es urgente que las organizaciones y corrientes sociales, anticapitalistas y revolucionarias coordinen, debatan y establezcan acciones conjuntas a nivel regional e internacional.

Será imposible volver al llamado estado normal antes de la crisis de Covid-19, que era una «normalidad» capitalista que amenazaba el futuro de la humanidad y del planeta. Es urgente pasar a una nueva sociedad basada en las necesidades sociales, organizada por y para las clases trabajadoras con propiedad pública de los bancos y los principales medios de producción. Por eso es necesaria una perspectiva de transformación socio-ecológica radical.

Fuente e imagen:  https://www.anticapitalistas.org/comunicados/la-crisis-de-covid-19-amenaza-la-vida-de-millones-de-personas-acelera-la-transformacion-geopolitica-y-enciende-la-llama-de-la-agitacion-social/

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El fin del sueño americano

Por: Daniel Seixo

Cuando los gobiernos temen a la gente, hay libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía

«Cuando la injusticia se convierte en ley, la resistencia se convierte en deber.»

Thomas Jefferson

A estas horas las calles de Washington arden a escasa distancia de la Casa Blanca, fruto de la rabia y la indignación por el asesinato racista de George Floyd hace apenas una semana. A su vez, a medida que las balas de goma, las porras y los gases lacrimógenos comienzan a ocupar su lugar en la ignominia que incrédulamente presenciamos, la rabia y la frustración contra el sistema y la flagrante injusticia que representa, se hacen patentes ante la enésima provocación infantil del pirómano en jefe Donald Trump.

Biblia en mano e invocando una ley de 1807 contra insurrecciones, el presidente de Estados Unidos ha actuado como un auténtico estadounidense. Al menos ha actuado como un auténtico hijo y representante del neoliberalismo de su país, anteponiendo sus propios intereses a los de su nación. A fin de cuentas, ¿a quién diablos le importa el estado cuando hay unas elecciones en juego?

Las imágenes del ejército, la Guardia Nacional, arribando en convoyes militares a sus propias ciudades para intentar sofocar una indignación y rabia profundamente justas, suponen la cruel realidad de un país gestado y mantenido con vida por la violencia y el amor a un ideal que apresuradamente se desvanece, sin que en esta ocasión estén ahí los comunistas, los rusos, los bolivarianos o los yihadistas para culparlos. No al menos para nadie con dos dedos de frente. Las imágenes de la sede de la CNN siendo atacada por manifestantes que claramente la identifican como un enemigo, deberían hacernos reflexionar a todos acerca del papel jugado por los medios de comunicación en todo esto y su continuada negligencia a la hora de enfocar la realidad de la sociedad estadounidense. La trama rusa, Ucrania, los líos de faldas, sus tours por Asia con Kim Jong-un, las payasadas diarias o su reciente delirio de considerar como organización terrorista a algo que ni existe como tal, ni puede ser declarado como tal… Cualquier cosa ha valido a la prensa para desviar la atención de un país en el que quienes nacen en la pobreza, tienen más posibilidades que nunca antes para seguir siendo pobres. En el país de la opulencia, los grandes eventos deportivos, las estrellas de rock, Hollywood, las series de televisión, la MTV o las Kardashians, resulta que millones de estadounidenses se están hundiendo en la absoluta pobreza y nadie se ha molestado en documentarlo o mucho menos denunciarlo.

Hoy Estados Unidos se incendia por la desigualdad y la extrema pobreza, simplemente resulta necesario ser uno de los perdedores del mejor de los mundos para lograr comprenderlo

Estados Unidos, una de las naciones más ricas del mundo, dista ya mucho de ser la “tierra de oportunidades” y lenta, pero inexorablemente, camina cara a una distopía en la que la desigualdad y la violencia suponen los grandes rasgos definitorios del sistema. Según el propio censo de Estados Unidos, más de 40 millones de estadounidenses viven en la actualidad en la pobreza y más de 5 millones soportan condiciones similares a las del tercer mundo, la llamada pobreza absoluta. Más de 46 millones de estadounidenses dependen directamente del banco de alimentos, entre ellos, unos 13, 3 millones de niños. Todo esto antes de los efectos de la crisis del coronavirus, una crisis que ha dejado la escalofriante cifra de 40 millones de estadounidenses desempleados, escalofriante porque en el país de las oportunidades, no tener trabajo significa no tener seguro médico o prestación alguna que lo sostenga a uno más allá de lo que hayas podido reunir por iniciativa propia.

Por eso el fuego de hoy es distinto al prendido en tantas y tantas ocasiones antes en Detroit, Chicago, Tulsa, Los Ángeles, Ferguson o en un sin fin de ciudades con focos menores de indignación y rabia en los barrios pobres. Aquellos que nunca salen en las películas si no es para mostrar la detención de un traficante o las miserias de esa otra sociedad, esos no estadounidenses de total derecho, la población con más posibilidades de acabar pisando una cárcel o un cementerio fruto de una bala perdida o dirigida directamente a ellos, los que tienen menos posibilidades de acabar sus estudios y pisar una universidad. Aquellos cuya tasa de mortalidad infantil resulta similar a la de países subdesarrollados y en los que la obesidad, el alcoholismo y las drogas suponen una pandemia mayor que el COVID.

El desprecio por la población pobre en Estados Unidos ha generado un sistema ciego y sordo ante las necesidades de estas comunidades. Un sistema excesivamente burocrático, adelgazado y plagado de corrupción, incapaz de responder al descontento si no es con armas y mano dura. En un país cuyos niveles de violencia en sus grandes urbes son similares a los de Colombia o Brasil, la policía se ha acostumbrado al «dispara primero y pregunta después«, especialmente si eres negro. Y no, el racismo no es un invento o una paranoia de una comunidad especialmente violenta, el racismo es una realidad dibujada en la menor esperanza de vida de los afroestadounidenses o en su menor capacidad para encontrar un empleo. Mientras que la esperanza de vida de un universitario blanco es de 80 años, la de un afroamericano con escasa formación académica se sitúa en los 66 años, catorce años con el doble de posibilidades de perder un hijo al nacer o de que su familia termine en la pobreza, catorce años bajo la amenaza de la brutalidad policial, los arrestos arbitrarios o la cárcel. Catorce años de profunda y continua desigualdad racial. El bienestar en Estados Unidos se encuentra profundamente estratificado y los afroamericanos siguen ocupando a día de hoy el eslabón más débil del sistema.

Las imágenes del ejército, la Guardia Nacional, arribando en convoyes militares a sus propias ciudades para intentar sofocar una indignación y rabia profundamente justas, suponen la cruel realidad de un país gestado y mantenido con vida por la violencia y el amor a un ideal que apresuradamente se desvanece,

No resulta preciso ser negro para pasarte el día trabajando en uno, dos o tres empleos mal remunerados que apenas te alcanzan para sobrevivir, ni tampoco lo resulta para terminar en una comisaria con el cuerpo lleno de golpes o para sucumbir antes las facturas médicas o la tentación de los opiáceos. No resulta necesario, pero sin duda el sistema ayuda y provoca que tengas más posibilidades para ello cuando eres negro. Hoy Estados Unidos se incendia por la desigualdad y la extrema pobreza, simplemente resulta necesario ser uno de los perdedores del mejor de los mundos para lograr comprenderlo. Tan solo eso. Pero también en esto, ser negro «ayuda».

Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/el-fin-del-sueno-americano/

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Una lectura de Capital e ideología

Reseña:

No hay duda de que en este momento el neoliberalismo no goza de la hegemonía aplastante que solía exhibir años atrás. Sus valores y su forma de ver el mundo siguen siendo los que se difunden por defecto en las universidades y en los medios de comunicación, pero la percepción de su viabilidad a largo plazo ha cambiado. La insostenible desestructuración social (con su correlato de extremismo identitario o religioso), la catástrofe ecológica evidente y la espada de Damocles de nuevas explosiones financieras como la de 2008, han creado dudas entre las élites. Estas dudas percolan hacia abajo y si no acaban de prender en proyectos políticos es porque no existe una alternativa estructurada. El anatema thatcheriano que señaló el comienzo del reinado político del neoliberalismo (“there is no alternative”) sigue pesando como una losa. Como señala George Monbiot incansablemente, la única forma de romper la maldición es presentar una alternativa.

Thomas Piketty ya hizo mucho daño a la respetabilidad social de la ideología neoliberal con su primer best seller en que demostraba, Excel en la mano, que el sistema financiero capta muchas más rentas que las que su funcionalidad justifica y que, dejado a su propia dinámica, se hipertrofia horriblemente —y además explota en crisis periódicas que se lo llevan todo por delante, añadiríamos nosotros—. En este segundo best seller, Piketty reflexiona sobre otra de las tres patas del creciente desprestigio del neoliberalismo: la desigualdad económica y social que han creado sus cuarenta años de hegemonía. Piketty tiene claro que la desigualdad es injusta, disfuncional e intolerable, y utiliza el nivel de desigualdad en cada periodo de tiempo como el criterio para juzgar si es mejor o peor que otros. Mediante gráficos y estadísticas de precisión maníaca, Piketty muestra que algo terrible empezó en 1980, algo que debe ser revertido con urgencia. Y como es consciente del poder del anatema thatcheriano, dedica las últimas cien páginas a describir una utopía discreta y poco épica pero que cuestiona hasta la raíz la sacralidad inmanente de la propiedad privada, es decir, el tabú que ruge en el centro de la pesadilla neoliberal.

La buena voluntad que concitan las intenciones de Piketty en el lector aficionado a la literatura marxista y a los programas de la izquierda política, desaparece a medida que se avanza en la lectura del libro. Para este tipo de lector el enfoque de Piketty resulta poco menos que extraterrestre. Su autonomización del hecho ideológico es tan radical que prácticamente regresa a los tiempos de Hegel. Piketty plantea la historia de la humanidad como una lucha entre el deseo inmanente de justicia y las dificultades prácticas de conseguirla. Entre estas dificultades atisbamos a veces las que crean expresamente los que se benefician de la injusticia en cada momento histórico o las que produce el entramado institucional, pero Piketty rehúye siempre presentar su relato como un choque entre privilegiados y oprimidos. Los personajes del relato son las ideologías que se enfrentan en un limbo conceptual. Podemos medir los efectos prácticos de las ideologías y Piketty no para de hacerlo a través de incontables gráficos sobre la desigualdad en todas sus formas, pero la inversa no es aceptable: no se nos permite deducir de los datos de la realidad qué ideología será dominante.

La sensación del lector no es que Piketty sea un ingenuo, sino que de manera intencionada ha querido evitar cualquier argumento que sonara a marxismo o a izquierdismo tradicional. Huyendo de lo que él considera probablemente verborrea marxista, Piketty se va tan lejos que se mete bien dentro del idealismo teleológico. Por decirlo en términos de comedor escolar, se quiere sentar lo más lejos posible de Poulantzas y acaba en la mesa de Hegel. Sorprendentemente, esto no afecta mucho al resultado. El truco de Piketty es mantener firme el axioma de que la desigualdad es mala, injusta y disfuncional. Ese es el mástil al que se agarra para no dejarse llevar por las sirenas del relativismo moral y la funcionalidad económica. En 1939 Ernst Vincent Wright escribió una novela de 250 páginas que no contenía ni una sola letra «e». Ahora Piketty ha escrito mil páginas sobre la desigualdad sin aludir ni una sola vez a las necesidades fácticas de la producción, al estado como articulación política de los grupos sociales, y a la correlación de fuerzas sobre el terreno como la último ratio de cualquier progreso social. Pero esa enorme vulneración de las convenciones del género “ensayo izquierdista” no quita mérito a Piketty. El autor ofrece la utopía de nueva sociedad de apariencia verosímil y concretada hasta el más mínimo detalle. Esta propuesta, difundida en millones de ejemplares de un libro aceptado por el mainstream, resulta mucho más dañina para el neoliberalismo que una apología del materialismo histórico o una apelación a la épica de la Bastilla o del Palacio de Invierno.

1. Antes de la Revolución francesa

Piketty empieza su largo excurso con un análisis de la desigualdad tal como existía antes de la Revolución francesa, considerada por él la frontera entre el mundo antiguo y el mundo moderno. Su principal propósito es mostrar que la desigualdad no es fruto de la fuerza bruta sino de la ideología. Al lector avezado en historia le parecerán muy simplistas sus análisis y no logrará sustraerse a la sensación de que Piketty trabaja en la dirección contraria a la inducción. Es decir, que en lugar de examinar los diferentes casos históricos buscando patrones, va comparando sus ejemplos con el patrón que trae de casa. En cada sociedad del mundo antiguo, nos dice Piketty, había tres tipos de personas, los guerreros, los sacerdotes y los que no son ni una cosa ni la otra. La ideología de cada periodo histórico contiene una justificación de la desigualdad entre estos tres tipos de personas.

La tesis de Piketty es que la desigualdad es el producto no de una apropiación violenta del excedente o del poder político por parte de un grupo social, sino de la hegemonía de una ideología que da legitimidad a esa desigualdad. En esta parte del libro es donde más llamativas resultan las tres elipsis pickettianas que hemos nombrado en la introducción. En ningún momento aparece la producción de bienes y servicios como un condicionante para la estructura social, el Estado como expresión de esa estructura, ni mucho menos aparece ninguna forma de conflicto fáctico. El mundo antiguo es para Piketty un lugar tranquilo y apacible en el que un soldado, un sacerdote y un agricultor (¿o un ciudadano?) debaten interminablemente sobre lo que es justo, cada uno con su sesgo pero manteniendo siempre la compostura. Piketty no pretende escribir una historia universal y eso le libra de analizar la relación evidente entre el modo de producción y la forma de Estado, cosa que no le habría resultado posible si hubiera tenido que explicar Mesopotamia o el Egipto faraónico.

Piketty empieza su relato en la baja Edad Media francesa, cuando los señores feudales y los monjes debatían la posición de cada uno en la sociedad. Nada se dice de la abolición por la fuerza en el siglo XI de los restos de las leyes romanas defendidas por la iglesia y su sustitución por la arbitrariedad señorial disfrazada de costumbre, con la agrupación forzada de los campesinos en torno a los castillos para ser explotados más fácilmente. Tampoco acude Piketty a la colección de anécdotas que caracterizan la historiografía clásica y en las que esa lucha aparece como un enfrentamiento personal entre el papado y la corona francesa. Es un mundo de ideologías en conflicto y los personajes no hacen más que bailar la música que suena en el periodo histórico que les ha tocado vivir. El capítulo termina con un recorrido por el mundo para constatar la universalidad del análisis ternario y como este permite decodificar la ideología de cada época.

2. Nace el propietarismo

Así llega el lector al verdadero principio del libro: el nacimiento de las sociedades que sacralizan la propiedad privada, llamadas por Piketty “propietaristas”. El autor explica con detalle el debate que tuvo lugar durante la Revolución francesa sobre el alcance práctico de la abolición de los derechos de la aristocracia. ¿Los bienes que poseía debían ser expropiados porque eran fruto de una apropiación ilegitima? ¿La igualdad política que proponía la Revolución debía tener un correlato en la igualdad social? ¿Era posible la igualdad política sin igualdad social? Aquí hace aparecer Piketty el gran argumento a favor de la sacralización de la propiedad privada: “Si empezamos a repartir no sabremos donde parar”. Tras estudiar el caso francés, Piketty extiende su análisis por Europa y vamos viendo como el proceso se repite una y otra vez, la democracia se va imponiendo gracias a que se garantiza a las clases propietarias la continuidad de sus posesiones. En algunos lugares se realiza un esfuerzo para eliminar las desigualdades económicas y volver a empezar. En lo que será el leitmotiv del resto del libro, Piketty nos adelanta que eso es inútil, que la desigualdad siempre crece y el esfuerzo por eliminarla ha de ser continuo.

Tras alcanzar la hegemonía en Europa, el propietarismo se extiende por el planeta dando lugar al esclavismo y al colonialismo. Sin abandonar su tono abstracto, Piketty dedica 250 páginas a narrar todos los desmanes del colonialismo europeo. Al lector le queda claro que el propietarismo es una ideología tramposa y cínica, que disfraza el interés particular de interés común y que siempre está preparada para hacer excepciones a la sacralización si el desposeído es negro, amarillo o de cualquier color que no sea blanco. Piketty asigna toda esa maldad a la ideología en sí en lugar de asignarla a los individuos que la enarbolan mientras arrasan sociedades enteras. Una vez más esto choca al lector, pero pensándolo bien resulta mucho más demoledor porque es la propia ideología la que queda marcada por haber sido compatible o coadyuvante en esos desmanes. Queda claro que la sacralización de la propiedad protege propiedades adquiridas ilegalmente con la misma naturalidad que protege las robadas o expoliadas por la fuerza, y por tanto no es una guía moral.

Tras el largo viaje por el saqueo colonial del planeta volvemos a Europa a contemplar un paisaje distópico. Estamos al final de la Belle Epoque y las desigualdades han crecido hasta alcanzar niveles superiores a los del antiguo régimen. Una profusión exhaustiva de gráficos convence al lector más allá de cualquier duda que, dejada a sí misma, la desigualdad nunca deja de crecer y al final alcanza niveles completamente disfuncionales. La utopía propietarista está bajo el fuego de tres ataques: las ideologías obreras, el anticolonialismo y su propia conversión en egoísmo nacional belicista que la lleva al suicidio de la Primera Guerra Mundial. El resultado de este triple ataque es un nuevo consenso sobre fiscalidad, comercio justo y cooperación entre las naciones civilizadas, que alcanza finalmente la hegemonía en 1950, con el apogeo de los impuestos progresivos, el nacimiento del estado del bienestar y la consagración de los acuerdos transnacionales como la CEE.

El nuevo Estado socialdemócrata maneja porcentajes nunca vistos del PIB, lo que le permite ejercer su acción benéfica en la sociedad. La educación universal —para el autor la mayor fuente de igualdad y justicia social— se generaliza para edades siempre crecientes. Tras milenios de desigualdad ternaria y un siglo de horror propietarista, por fin la justicia social se abre paso y la humanidad se encamina al nirvana. Como sabe el lector, todo estaba a punto de estropearse, aunque la forma de presentarlo de Piketty es sorprendente.

3. Llega la ideología neopropietarista

En la historia de Piketty no hay clases sociales como en la historiografía marxista, pero tampoco hay personajes buenos o malos como en la historiografía clásica. Las protagonistas son las ideologías que se suceden unas a otras como los signos del zodiaco, sin que nadie sepa porqué. Cuando Piketty demuestra con innumerables gráficos y estadísticas que todo empezó a ir mal otra vez a partir de 1980, no explica qué pasó y la elipsis es sorprendente incluso para sus estándares. Con su estilo detallista y exhaustivo, nos muestra como de pronto los impuestos empiezan a caer y vuelven las desigualdades hasta alcanzar cotas que no se veían desde muchas décadas atrás.

Los testigos presenciales tenemos un recuerdo muy claro de lo que pasó en la década de los setenta: la crisis del petróleo con derivación de rentas fuera de los paises, el final de Bretton Woods, la inflación destruyendo las clases medias, el paro destruyendo la clase obrera, y el estado del bienestar en quiebra por el gigantismo, la mala gestión y la reducción de ingresos por la crisis. Y de pronto el “punto de bifurcación”: el Winter of Discontent de 1979 y la victoria electoral de Thatcher en mayo de ese año. La economía de la oferta y la curva de Laffer justifican científicamente la idea de que los impuestos son un robo, creando un slogan electoral imparable. La Caída se consuma en noviembre de 1980, cuando Reagan gana sus elecciones con un programa que combina al hayekanismo thatcheriano con delirios randianos. La izquierda es expulsada no ya del gobierno, sino del mundo civilizado. Piketty no explica todo esto. La única justificación de lo que pasó la busca en la falta de renovación ideológica de la socialdemocracia y en su incapacidad de crear una utopía social-federalista que supere el estado nación. También nombra la timidez de las leyes destinadas a imponer la cogestión en las empresas —en esto coincide con George Monbiot, quien afirma que eso habría dado una base social a la socialdemocracia—. Piketty nombra más adelante muchas veces la “revolución conservadora”, pero de una forma etérea que no refleja el carácter concreto y fáctico que percibimos los contemporáneos.

Para Piketty, el culpable principal de que la ideología neopropietarista haya recuperado la hegemonía que perdió en la primera mitad del siglo XX es la implosión de los países del llamado “socialismo real”, ignorando que cuando cayó el Muro de Berlín hacia nueve años que el thatcherismo barría los países desarrollados y que en esa caída la acción de Reagan fue decisiva. Piketty lamenta la implantación del hipercapitalismo criminal ruso de los noventa, pero lo adjudica a la mala suerte de que los asesores extranjeros fueran anglosajones en lugar de suecos o daneses, sin nombrar que en ese momento cualquier experto económico era libertariano y predicaba la privatización salvaje y la destrucción del Estado.

Tras una reflexión sobre las causas del fracaso del llamado “socialismo real”, llegamos a la parte más sustanciosa del libro. El autor se embarca en una larga descripción del panorama político mundial que han dejado los cuarenta años de hegemonía neoliberal. Esta parte incluye una interesantísima reflexión sobre la percepción china de las democracias occidentales como algo ineficaz y vociferante que dificulta el debate serio e imposibilita un proceso de decisión democrático. Por lo que respecta a Europa, Piketty realiza un brillante análisis de las ideologías actualmente en liza y de la relación entre los partidos y los diversos grupos sociales en cada país. Constata con su habitual profusión de estadísticas que los partidos de la izquierda europea han dejado de representar a las rentas bajas y representan ahora a las personas con mayor titulación, en un fenómeno que él denomina “la izquierda brahmán” (en alusión a los sacerdotes hindúes cuya ideología ha descrito en detalle en la parte del libro dedicada a las sociedades ternarias). La derecha por su parte se ha escindido en dos, separándose una fracción globalista que defiende las rentas altas de otra que él denomina “nativista”, centrada en las identidades. Deja claro que a su juicio el auge de los extremismos nativistas es producto de la destrucción del estado del bienestar que ha causado la ideología neopropietrista y del abandono en la izquierda del discurso a favor de las rentas bajas.

Dedica bastantes páginas a analizar el surgimiento del nativismo en los diversos países y la dialéctica entre las cuestiones sociales y lo que él denomina la cuestión de la frontera. Esta segunda cuestión es previa, ya que hasta que no hemos determinado quién forma parte de la comunidad no podemos abordar la cuestión de la igualdad en su seno. Cita explícitamente el caso catalán como un ejemplo de nativismo egoísta, y desautoriza la teoría (más bien el truco) de “los dos ejes” según la cual a la izquierda catalana no le hace falta un modelo de estado sino que le basta con esquivar el tema hablando de cuestiones sociales para no incomodar al procesismo. Al afirmar que el tema de frontera es previo, deja claro que antes de hablar de beneficios sociales hay que dejar claro que los queremos para toda la población, incluso aquella que los nativistas de cada país quiere excluir. Piketty examina a fondo varios casos más y muy especialmente el de la India, donde el proceso ha sido inverso y partidos identitarios han ido especializándose en representar segmentos de renta altos o bajos según el caso. Como ilustración de la facilidad con la que un partido puede cambiar de base social, explica la trayectoria del partido Demócrata de EE.UU., que empezó como un partido identitario de los blancos del sur, luego pasó a representar las rentas bajas, a continuación mutó a partido de minorías y ahora se dirige hacia lo que Piketty llama la “izquierda brahmán”, es decir, una izquierda globalista e ilustrada que lucha contra el cambio climático y la barbarie trumpista. (No podemos resistirnos a introducir aquí una nota personal y de actualidad, porque mientras leíamos el libro de Piketty se produjo una polémica en twitter entre dos personas del mismo partido, una abogando por el final de la industria del automóvil y otra abogando por no perjudicar a los trabajadores de esa industria. Esta polémica ilustra las complejidades de la base electoral de la izquierda catalana y la necesidad de unificarla con debates abiertos y empáticos).

4. Una nueva esperanza

Así llegamos finalmente a la página 1.129, donde Piketty comienza la explicación de su propuesta. Considera demostrado que la creencia en la sacralidad de la propiedad privada es perniciosa y que está en la raíz del crecimiento descontrolado de la desigualdad. El instrumento que propone para luchar contra el crecimiento de la desigualdad son los impuestos progresivos, pero con tasas que al alcanzar las rentas y los patrimonios más altas resulten prácticamente confiscatorios. Piketty ofrece números concretos en una tabla completa de escalas. Afirma que tan solo los impuestos directos son justos y que en ellos debe basarse el sistema impositivo. El único impuesto indirecto que propone es el impuesto sobre el carbono, justificado doblemente porque hace falta para desincentivar el consumo y porque al ser las personas de rentas altas las que más CO2 emiten, en realidad, aun siendo indirecto, también es un impuesto progresivo. El dinero recaudado deberá ser utilizado para financiar educación para todos, la renta básica y una dotación de capital para los adultos jóvenes que él compara con una herencia universal. Para el gobierno de las empresas propone un esquema de cogestión que limite el poder de los accionistas y garantice el de los trabajadores. Por lo que respecta a los tratados internacionales, pide que solo se firmen aquellos que contengan cláusulas explícitas de respeto a los derechos sociales y de protección del medio ambiente. Además propone que cada tratado tenga asociado un cuerpo legislativo formado por diputados de los parlamentos de los países firmantes que los gestione. Y quitándose la máscara de la ingenuidad que ha llevado hasta ese momento, explica que para que todo eso sea posible hará falta reformar el sistema de financiación de los partidos políticos de manera que solo les llegue dinero desde el Estado, y que lo haga en proporción a las preferencias de los electores.

5. Conclusión

El libro de Piketty intenta ser moderado en las formas y justificar con datos cada afirmación que contiene, pero no hay que dejarse engañar, su propuesta es muy radical. Considerar que el motor de la historia no es la lucha de clases sino la lucha entre ideologías puede resultar chocante o molesto, pero no es en realidad un gran problema. Piketty no pretende refutar los libros de Poulantzas ni los de Hobsbawm, Thompson, Dobb, Hill, Benjamin, ni mucho menos los de Marx, Engels o Gramsci. Tan solo pretende construir su argumento sin contar con ellos porque considera que eso hace el argumento más fuerte. Y lo cierto, nos guste o no, es que lo hace mucho más débil científicamente pero mucho más fuerte políticamente.

No creo que sea buena idea enfadarse con Piketty por su artificio literario de ignorar los medios de producción, la política como expresión de la estructura social y la correlación de fuerzas como última ratio. Creo que es más inteligente hacer bandera de su propuesta y convertirla en radical proponiéndola de verdad. Algunos de nosotros pertenecemos a una generación que destruyó organizaciones políticas por una coma fuera de sitio o un guión molesto. En el mismo momento en que esos signos de puntación levantaban tantas pasiones, se desataba la yihad neoliberal. Los impuestos, y de manera muy especial los impuestos a las rentas más altas, llevan cuarenta años cayendo con las consecuencias que vemos a nuestro alrededor. Aunque la utopía de Piketty es modesta y aparentemente sin épica, si algún día un partido político llega al poder con ese sistema impositivo en su programa, épica no faltará.

Fuente. https://rebelion.org/una-lectura-de-capital-e-ideologia/

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OVE entrevista a Juan C. Sánchez: “Pedagogía con praxis política descolonial”

Entrevista realizada por Luis Miguel Alvarado Dorry en exclusiva para Otras Voces en Educación.

Escuchamos y conocimos a Juan Carlos Sánchez–Antonio a través de sus importantes y profundos artículos en donde devela las distintas formas de poder, control y dominación por parte del sistema capitalista en su fase neoliberal que alienan las subjetividades de las sociedades, su lugar de enunciación es con base en su cultura originaria Zapoteca, en donde asevera que es mal llamada “indígena”.

Es Doctor en Filosofía Política por la Universidad Nacional Autónoma de México. Estancia de investigación doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid. Estancia de investigación posdoctoral en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Se especializó en el pos–estructuralismo francés (Michel Foucault), el giro descolonial latinoamericano y las epistemologías indígenas mesoamericanas. Recibió el premio Ensayo Revista Claridades 2019, por parte de la Universidad de Málaga, España. Sus líneas de investigación son: relaciones de poder, construcción de subjetividades, procesos descoloniales y epistemologías indígenas.

Sus dos últimas publicaciones son: Insubordinación de los saberes sometidos y emergencia de las epistemologías otras. Revista Tabula Rasa, Colombia (2020). Y Abrir las ciencias sociales: transmodernidad, pluralismo epistémico y diálogo mundial de saberes. Revista utopía y praxis Latinoamérica. Revista internacional de filosofía iberoamericana y teoría política. Venezuela. (2019). Actualmente está en la modalidad de retención en el Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel C.

Desde su cosmovisión originaria, ética y estética, lo han llevado a investigar, anunciar y proponer que, los saberes ancestrales de nuestras culturas originarias, son la base para la construcción de otras educaciones y otras pedagogías. Esas otras educaciones y pedagogías a las que se refiere Juan Carlos son las que buscan ser descoloniales, con la utopía de que los pueblos se liberen del yugo opresor y dominador de las ideologías colonialistas eurocéntricas y norteamericanas. Ante esto nos asevera que “Ante este colapso ambiental y civilizatorio es importante descolonizar las pedagogías eurocéntricas, coloniales y ecocidas para superar el capitalismo y la modernidad–posmodernidad desde la amplia visión ecológica de las pedagogías del sur global”.

 

Juan Carlos, ¿Cómo llegó a la educación crítica y contestataria y, a la lucha gremial y social? Cuéntenos un poco su historia de vida.

Nací en un pueblo llamado San Pedro, Comitancillo, Oaxaca, México. Mi lengua materna es el zapoteco, perteneciente a la cultura binnigula´sa´, ubicada en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Provengo de una familia humilde, dedicada por mucho tiempo al campo. Mi padre, el señor Juvencio Sánchez Altamirano, falleció en el 2006. Mi madre, la señora Isabel Antonio Jiménez, aún vive. Somos siete hermanos en total; todos hablamos el zapoteco. Soy profesor de primaria. Estudié la Normal Urbana Federal del Istmo (ENUFI) y me gradué en el 2006, con una plaza de primaria, adscrita hasta ahora en la sierra mixe, de Oaxaca.

De niño y de joven siempre fui muy inquieto. Durante mi formación en una escuela normal para profesores rurales, por curiosidad intelectual, me acerqué a la pedagogía crítica a través de las obras de Henry Giroux y Peter McLaren. Mi acercamiento a la educación crítica fue por insatisfacción cognitiva, pues muchas de las teorías que revisábamos en la carrera no respondía a los problemas que vivía en mi pueblo: pobreza, desigualdad, explotación, falta de oportunidades, etc. Las corrientes pedagógicas que consumíamos en las aulas de la ENUFI, en ningún momento me permitían comprender críticamente mi contexto, mi condición de pobre e indígena. Este coraje e inquietud por responder la desigualdad, las injusticias, la explotación y la pobreza social en el estado de Oaxaca y el país, me obligó a revisar desesperadamente la pedagogía crítica radical y anti–capitalista de Henry Giroux, Peter McLaren, Paulo Freire, la teoría crítica, el marxismo y el pos–estructuralismo francés. Actualmente, me he especializado en el pensamiento descolonial latinoamericano y las epistemologías indígenas mesoamericanas.

Cuando me gradué en el 2006, justo cuando falleció mi padre, el gobierno del estado de Oaxaca, a través del IEEPO, asignaban en momento, a todos los graduados de las Normales para profesores, una plaza como docente. En ese tiempo, cuando recién había egresado, estaba el problema de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) al cual me acerqué con mucha simpatía política. Con mi aproximación a las pedagogías críticas radicales, y a la teoría crítica alemana, coincidí con las luchas de la sección 22 en contra de las políticas educativas del gobierno federal dese el 2006 hasta la fecha. Desde ahora, tengo un profundo interés por los movimientos sociales, las teorías contestarías anti–capitalistas y todas aquellas movilizaciones y praxis anti–hegemónicas que procuran cuestionar el sistema económico neoliberal capitalista y las ideologías sociales y educativas que las encubren y legitiman.

Considero que una buena pedagogía contestataria requiere siempre de una praxis política, educativa crítica y descolonial que se involucra también en los movimientos sociales y revolucionarios anti–capitalistas. De ahí que la lucha magisterial de la sección 22 y los movimientos sociales que se han generado en el estado de Oaxaca y el país, combina con la educación crítica, descolonial y anti–capitalista. Actualmente colaboro impulsando proyectos educativos de pedagogía crítica descolonial con los profesores de la sección 22 de Oaxaca, al tiempo que imparto clases en los niveles de licenciatura y maestría en la UABJO.

 

¿Cuáles considera que son los elementos más significativos de la crisis educativa en Oaxaca, en México y en toda América Latina?

Considero que son varios los elementos significativos que han provocado la crisis educativa en América Latina. Primero, pienso que la ideología neoliberal del mercado (y su modelo de la competencia, la calidad educativa y ahora la excelencia educativa) es la que ha gobernado gran parte de las teorías, los enfoques y los planes y programas de todas las escuelas. Segundo, la escuela es hija de la modernidad, y hoy sabemos que la modernidad y la posmodernidad son los fundamentos epistemológicos del capitalismo neoliberal que produce miseria y muerte en todo el mundo (omnicidio). Tercero, la escuela al tener sus fundamentos filosóficos en la modernidad y la posmodernidad, también es cómplice del cambio climático (biocidio). Hoy sabemos que la razón occidental, al separar la mente del cuerpo, y el pensamiento de la naturaleza, ha fundamentado, desde sus orígenes, una razón contra natura, o una racionalidad que no sólo domina y explota al hombre (genocida) sino también a la madre naturaleza (ecocida y geocida). Es decir, la escuela y su modelo educativo, no sólo es neoliberal y capitalista, sino también es moderna y posmoderna, y con ello, también es blanca, patriarcal y eurocéntrica.

Cuarto, las escuelas, al ser eurocéntricas y occidentales, también son epistemicidas, ya que, al expandir el proyecto de la modernidad, niegan constantemente el saber de los pueblos originarios, tipificándola todos los días en las aulas como lo atrasado o pre–moderno. Entonces, la función de la escuela es contribuir a la expansión de la cultura de la modernidad y la posmodernidad que son el fundamento filosófico del capitalismo omnicida. Esto a su vez, acentúa el antagonismo entre razón (instrumental) contra la naturaleza (ecocidio), y con ello la aceleración del cambio climático (biocidio). Esto hace que las escuelas, lejos de liberar el pensamiento, lo colonizan desde un proyecto occidental moderno–posmoderno que nadie cuestiona y que poco a poco se va internalizando en la subjetividad de los estudiantes, para que luego les de pena ser de una cultura originaria.

Con este tipo de ideas coloniales, racistas, patriarcales, capitalistas y occidentales que fomenta la escuela, se generan permanentemente dentro de ellas epistemicidios (muerte del conocimiento de los pueblos originarios) y ontologicidios (muerte de sus formas de ser en el mundo) durante el proceso educativo. Estos son, me parece, algunos de los elementos que han puesto en crisis la educación en América Latina.

Juan Carlos, ¿La relación entre los gobiernos y los gremios en su estado y en el país es fluida? ¿Por qué?

Considero que la relación entre los gobiernos federal y estatal con el gremio, en este caso la sección 22 de Oaxaca, sigue siendo nula. Actualmente existen miles de incidencias de pagos, administrativas y de ascenso por parte de mis compañeros profesores, directores, supervisores y jefes de sectores que desde el 2015, con la aplicación forzada a sangre y fuego de la reforma neoliberal de Enrique Peña Nieto, no han podido atenderse y mucho menos resolverse. Existen muchos problemas de este tipo que, incluso, con el nuevo gobierno federal, siguen sin ser resueltas. Esto dificulta la relación entre la sección 22 y el IEEPO, pues la bilateralidad en los hechos aún sigue rota y no existe repuestas concretas a las demandas del gremio magisterial y la CNTE (Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación). Gracias al modelo neoliberal capitalista, miles de escuelas están en el abandono, ahora con esta relación nula entre los gobiernos y el gremio, las cosas se están agravando cada vez más. Miles de escuelas están en el abandono total, pues varias de ellas fueron colapsadas por el sismo del 2017 en el istmo de Tehuantepec, Oaxaca, y varias siguen sin recibir ningún tipo de apoyo.

Bajo estas condiciones, escuelas abandonadas desde el 2015 con la imposición de la mal llamada “reforma educativa” neoliberal, siguen operando en condiciones mínimas. En muchas zonas escolares de nivel primaria y secundaria en el estado de Oaxaca, hace falta la contratación de personal docente. Pues desde el 2015, el otorgamiento de nuevas plazas a mis colegas normalistas, que antes de la “reforma educativa” se les asignaba en automático, ahora ya no se les ha dado. Cabe mencionar que muchas escuelas carecen de personal docente. Existen también cientos de direcciones, supervisiones escolares y jefaturas de sector con profesores comisionados atendiendo los problemas. Aunado a esto tenemos a muchos compañeros profesores que se les deben varias quincenas, incluso aguinaldos completos que no se les ha pagado en el 2015. Miles de quejas e inconformidades aglutinadas y señaladas ya por parte de la CNTE y la sección 22 de Oaxaca, siguen sin resolverse. Esto muestra, al menos desde mi experiencia ubicada en el Sur, que la relación entre los gobiernos Federal y Estatal para resolver los problemas estructurales del gremio magisterial son nulas.

 

Como pedagogo crítico, ¿considera que la formación inicial y continua de les docente corresponde a las necesidades del país y los desafíos pedagógicos del siglo XXI? ¿Por qué? ¿Cuáles serían sus propuestas?

Considero al menos desde mi experiencia como profesor militante de la sección 22 de Oaxaca, en pocos casos la formación inicial y continua de los docentes corresponde a las necesidades del país y no están a la altura de los desafíos pedagógico del siglo XXI. Como había explicado al principio, muchos de los enfoques que se imparten en las escuelas formadoras de docentes en el nivel superior, se siguen realizando desde políticas educativas conservadoras, coloniales, patriarcales, eurocéntricas y occidentalocéntricas. Incluso, como lo explique al inicio, la mayoría de los modelos educativos que tenemos, al tener como fundamento epistemológico a la modernidad y la posmodernidad, son un correlato de la dominación y explotación del hombre y la naturaleza. Además de ser excluyentes, coloniales, epistemicidas y ecocidas, ahora en nombre de los ideales de la modernidad se mata al otro (genocidio–epistemicidio) y al medio ambiente (ecocidio). Considero que el actual modelo educativo, incluso la que impulsa el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México, es modelo básicamente colonial y eurocéntrico.

El problema que tenemos en muchas de nuestras escuelas, es que, al estar situadas en muchas comunidades originarias amerindias, cuya historia milenaria y desarrollo autonómico al igual que Egipto, Mesopotamia, India, China, Mesoamérica (Anáhuac) e Inca (Tawantisuyu), siempre quedan fueran de la historia mundial. Cuando se enseña historia al niño, siempre encuentra que su cultura, que tiene una antigüedad de al menos 5000 años, entra en el horizonte de la historia universal cuando es “descubierta” por Cristóbal Colon. La enseñanza de la historia universal es helenocéntrica, eurocéntrica y por tanto colonial. El curso de la historia universal viene de oriente a occidente y Europa (y sólo por un tiempo Estados Unidos) son el centro del mundo. El niño queda avergonzado de su cultura que tiene una cronología histórica impresionante. Olvidamos en muchos casos que Grecia fue una colonia egipcia y la gran mayoría de los conceptos griegos tienen sus raíces egipcias y fenicias. Muchos de sus avances se lo deben a África (ciencia, astronomía, filosofía, etc.,) y a la India (medicina, matemáticas, etc.,) Incluso dichos avances europeos (imprenta, papel, papel moneda, brújala, pólvora, revolución industrial, etc.,) fueron inventados siglos antes por los chinos. Por eso, la educación en América Latina es eurocéntrica y no podemos generar grandes cambios si no cambiamos la visión colonial que tenemos.

Sucede lo mismo en el aspecto social y ecológico. Las escuelas aparte de ser occidentalocentricas, también son ecocidas, pues gracias a la visión occidental que descalificó la visión de los pueblos originarios, ahora vemos a la naturaleza como un objeto, una cosa, un “recurso natural” a la mano, dijeran los libros de textos de ciencias naturales. A la naturaleza, desde la visión occidental, se le ve como una cosa que hay que conocer para controlarla y dominarla. Por eso se justifica, muchas veces, para el mercado neoliberal, “explotar los recursos naturales de la nación”, sacar oro, plata, petróleo, madera, aire, agua, etc., para el “desarrollo” y el “progreso” del país a costa de exterminar poco a poco la flora y la fauna de los pueblos. Si la epistemología occidental es el fundamento del ecocidio y el capitalismo el fundamento práctico–económico del colapso del medio ambiente, entonces, las soluciones no pueden venir de la modernidad–posmodernidad y su modelo económico capitalista, sino desde las amplias culturas del sur global en diálogos creativos sur–sur y sur–norte global que fueron negadas por la modernidad capitalista colonial. Hoy el pleno siglo XXI no tenemos asegurada la sobrevivencia de la especie humana ante el colapso ambiental. Por ello, la pedagogía crítica radical no puede quedarse al margen de este asunto vital. Propongo entonces aquí algunas cosas que nos pueden ayudar:

  1. Es necesario reconstruir las ontologías relacionales, las epistemologías holísticas y las pedagogías ecológicas de nuestras culturas ancestrales cuya antigüedad cultural tienen más de 5000 años de existencia.
  2. Estas reconstrucciones de nuestra propia cultura, servirá como locus de enunciación, para subsumir crítica y creativamente la modernidad–posmodernidad, pero desde los criterios éticos–filosóficos de cada cultura del sur global. No desde el criterio de la taza de ganancia capitalista neoliberal, sino desde las lógicas ecológicas, complementarias y relacionales de la vida con el todo que tienen nuestras culturas amerindias para ir más allá del capitalismo omnicida y su fundamento moderno–posmoderno ecocida y epistemicida.
  3. Es necesario superar la separación occidental dicotómica pensamiento contra la naturaleza por una nueva relación cultural presente en las amplias culturas del sur global. Las pedagogías del sur global que fueron excluidas por la modernidad pedagógica del norte global, ahora jugarán un papel importante para proponer nuevas formas de enseñar y aprender que no sean capitalistas, coloniales, patriarcales, modernas y posmodernas.
  4. Una educación ambiental, crítica, descolonial, anti–patriarcal, anti–racista, pos–occidental y trans–capitalista es necesario hoy más que nunca, si en verdad queremos contribuir desde las pedagogías amerindias, nuevas epistemologías y prácticas realmente armónicas, ecológicas y respetuosas con la madre naturaleza y la vida toda en su diversidad.
  5. Descolonizar la pedagogía capitalista, colonial, patriarcal, moderna y posmoderna desde las epistemologías y pedagogías del sur global, es ahora vital en el pleno siglo XXI, si es que queremos proponer alternativas realmente posibles al colapso y transición civilizatoria mundial que estamos viviendo hoy en día. En el mejor de los casos, las pedagogías amerindias tienen hoy mucho que aportar en este siglo XXI.

 

Amigo Juan Carlos, ¿Qué ha significado el confinamiento por el Coronavirus COVID-19 en lo educativo? ¿Considera que las medidas educativas tomadas en el contexto de la pandemia afectan al derecho a la educación? ¿Por qué?

Pienso que el COVID–19 es una clara muestra de que hoy todo está globalizado. Y si todo está globalizado, quiere decir que el problema es local y global y la solución también es local y global. El confinamiento pone en jaque al sistema capitalista y evidencia la precariedad laboral de miles de millones de personas en el mundo y la profunda vulnerabilidad que tenemos los seres humanos ante un sistema de salud neoliberalizado que está pensando siempre en la privatización e individualización de todo. Ante la actual pandemia lo que se muestra es que las formas de sobrevivencia en un caso extremo, no son individuales, sino colectivas, o más bien comunitarias. Lo que puede asegurar la sobrevivencia de la especie humana no es el acceso elistista y neoliberalizado a la salud, o la producción individualista y competitiva de los alimentos básicos, sino que el cuidado y la permanencia de la vida toda es comunitaria, nadie puede salvarse sólo con su dinero en el banco.

Lo que ha hecho el confinamiento por el COVID–19, es demostrarnos que el capitalismo neoliberal, con sus actuales hospitales privados y su modelo individualista competitivo, sólo nos llevará a la aceleración de la extinción de la especie humana. Ninguna solución para proteger la vida de todos se hace privatizando todo para salvarse individualmente. Pienso que esta experiencia, si la reflexionamos bien desde lo educativo, debe de poner en el centro del debate la incompatibilidad del capitalismo con la vida no sólo la humana, sino también con la vida del medio ambiente en su totalidad. La educación no puede quedarse al margen de esta gran oportunidad, pues ella misma como ya lo hemos dicho al principio, si no se transforma, seguirá siendo uno de los obstáculos fundamentales para generar la superación del capitalismo y la modernidad–posmodernidad. Entonces, el COVID–19, para la educación debe de significar una oportunidad fundacional en esta transición civilizatoria para incidir y proponer nuevas formas pedagógicas amerindias que sean realmente ecológicas y menos agresivas con la diversidad cultural y biológica.

Ahora bien, en lo que se refiere a las medidas adoptadas por confinamiento producido por la pandemia y si éste afecta o no al derecho a la educación, pienso que no afecta el derecho a la educación de las y los niños. Al contrario, creo que el niño sería más feliz si dejara de ser secuestrado por las escuelas que son sistemas carcelarios, disciplinarios, epistemicidas y ecocidas que matan la creatividad de los niños.  Más bien pienso que el actual confinamiento y las medidas tomadas aquí en México de continuar las clases mediante plataformas virtuales, lo único que ha hecho es evidenciar, gracias al modelo capitalista neoliberal, la precariedad laboral y la pobreza de más de 70 millones de mexicanos que muchas veces no tienen acceso a internet. Incluso para muchos, el confinamiento es un privilegio, pues la gran mayoría tiene empleos temporales o informales y tiene que salir a la calle para poder ganarse la vida. El problema es realmente grave y estoy seguro que la solución no puede ser más capitalismo y más modernidad–posmodernidad, sino que las soluciones tienen que venir del diálogo creativo de todas aquellas culturas del sur global que fueron negadas por la modernidad. Esto con la finalidad de proponer un nuevo sistema civilizatorio que ya no sea capitalista, colonial, patriarcal, blanco, eurocéntrico, moderno y posmoderno; creo que este es el gran reto de la humanidad: conservar el planeta (con sus ecosistemas) y la vida toda.

Desde la cosmovisión y cultura zapoteca, binnigula´sa´, ¿Cuál es la radiografía de las sociedades en el confinamiento obligatorio y la ponderación de las virtualidades en la vida cotidiana?

Lo que puedo vislumbrar sobre el confinamiento obligatorio desde la visión de los binnigula´sa´, es que la vida humana no se puede reproducir encerrados en la individualidad. Gran parte del pensamiento mesoamericano, y por ende también la cosmovisión zapoteca, lo que asegura la vida es la relacionalidad del todo con el todo. Es la interdependencia de los seres humanos con la naturaleza la que permite que el hombre tenga un profundo respeto por los ecosistemas.  Para los pueblos amerindios, no existen los confinamientos solitarios, pues éste les genera pura tristeza y la muerte. Para los binnigula´sa´ la vida misma es relación, co–dependencia y co–presencia simultánea del todo con el todo; nada está separado, confinado o aislado. Entonces, este confinamiento capitalista que nos sugiere en varios casos ponderar y realizar la vida cotidiana de forma virtual, se vuelve complicado paras las comunidades originarias. El confinamiento o aislamiento significaría la muerte, pues la vida se hace posible gracias a la interdependencia comunitaria, co–presencial aquí y ahora. No existe una realidad virtual que pueda sustituir la realidad co–presente aquí con todos; la co–realidad se hace y se vive en la inter–dependencia vivencial comunitaria.

La transición civilizatoria que parece sugerir que la nueva edad del mundo va ser dominado por las realidades virtuales con sistemas de monitoreo permanente, telecomunicaciones 5G, equipos conectados aquí con todo, para saber tu temperatura corporal, ritmo cordiaco, etc., representa un problema para la filosofía de vida de los pueblos, pues lo que hará es acentuar la separación no sólo del pensamiento y el cuerpo como lo ha hecho la razón occidental desde hace 2600 años, sino la separación del cuerpo con los demás cuerpos (no tocarse, saludar de lejos, estar siempre vigilados y conectados digitalmente siempre, etc.,). Nuevamente, me da la impresión que el confinamiento y la realidad virtual ofrecida por estos sistemas, parecen sugerir que lo que vino y lo que se quedó con el COVID–19, va ser el aislamiento y la conexión de todo con el todo pero de forma virtual. Los pueblos, sin embargo, buscan otros proyectos de vida inter–dependientes con la naturaleza que tienen que ser tomados muy enserio, si es que queremos salir de esta crisis civilizatoria.

 

Estimado Juan Carlos, finalmente, desde las pedagogías críticas y, a partir de sus experiencias docentes y sociales ¿cuáles serían algunas de las propuestas que considere importantes para iniciar un proceso de transformación radical del sistema educativo?

Pienso que las propuestas para transformar de forma radical el sistema educativo pueden venir de los núcleos éticos–ontológicos de las culturas y pedagogías del sur global en diálogo crítico con los aspectos más positivos y emancipadores de la modernidad–posmodernidad del norte global. No podemos seguir reproduciendo lógicas ecocidas y epistemicidas fomentadas por el capitalismo y la razón occidental, como si toda la solución viniera de ellos. Creo que, si realmente queremos plantear una transformación radical del sistema educativo, éste debe aprender profundamente de las amplias culturas del sur global que fueron negadas y construidas conceptualmente como atrasadas. Considero que sólo se puede descolonizar la educación en el sentido en el que podamos partir realmente del locus de enunciación de la cultura a la que pertenecemos. Es decir, reconocer y partir del núcleo ético–ontológico de nuestra cultura y desde ahí generar el diálogo con las otras pedagogías del sur global. Se trata de un diálogo creativo que desde su cultura milenaria subsuma la razón moderna–posmoderna no para imitarlas o ser modernas como ellas, sino para superarlas creativamente e ir más allá del capitalismo colonial, patriarcal, blanco, racista, sexista, eurocéntrico y cristiano–céntrico.

Todo este proceso requiere cuestionar profundamente los fundamentos occidentales del sistema educativo colonial y cómo éste fundamento se vincula con el capitalismo para producir y reproducir prácticas ecocidas y epistemicidas en los procesos escolares. Me parece que el camino es ampliamente largo y hay muchas cosas por hacer. Queda en las manos de los educadores y educadoras analizar profundamente la genealogía de los grandes problemas civilizatorios, de donde vienen, cuál es su historia, su desarrollo y cómo hoy nos está afectando de esta manera poniendo en peligro la vida de todos. Tener más o menos clara la historia crítica de esta genealogía de la razón occidental, moderna–posmoderna, nos ayudará a comprender la importancia de las filosofías y pedagogías de nuestros pueblos amerindios, en diálogo con las pedagogías del sur global (India, China y África) para aprender mutuamente otras formas realmente ecológicas de enseñar y hacer la vida de forma inter–dependiente y respetuosa con los ecosistemas.

Muchas gracias.

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Libro(PDF): «Ecuador. La insurrección de Octubre»

Reseña: CLACSO

CLACSO reúne un conjuto de textos breves y ensayos producidos para contribuir a una lectura en diferentes tiempos y desde diferentes perspectivas sobre la insurrección de la sociedad ecuatoriana en octubre de 2019. Nos mueve un doble propósito: aportar en la construcción de una vía para interpretar los acontecimientos que marcaron la historia con temporánea de nuestros pueblos y efectuar un aporte a la memoria de las luchas por sociedades más justas e igualitarias.

Autores (as):  Camila Parodi. Nicolás Sticotti. [Editores/as]

Adoración Guamán. Adrián Bonilla. Alfredo Serrano Mancilla. Tobar Bayardo. Boaventura de Sousa Santos. Denis Rogatyuk. Emilio Cafassi. Fernando Vera Cabrera. Francisco Hidalgo Flor. Guido Leonardo Croxatto. Guillaume Long. Isaac Bigio. Isaías Campaña C.. Iván Mora Manzano. Jorge Majfud. Katu Arkonada. Leonardo Parrini. Lucrecia Maldonado. Luis Herrera Montero. Magdalena Gómez. Magdalena León T.. Manuel Castells. Marcelo Colussi. Marcelo Varela. Marco Teruggi. María Iglesias. Milena Almeida. Nicolás Oliva Pérez. Noam Chomsky. Pablo Ospina Peralta. Pedro Pierre. Raúl Zibechi. Ricardo Restrepo Echavarría. Santiago Ortiz. Soledad Stoessel. Stalin Herrera. Víctor Hugo Torres Dávila. Virgilio Hernández. Lissette Fossa. Guido Vassallo. Mónica Mancero. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-608-9

Descarga: Ecuador. La insurrección de Octubre

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2057&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1396

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