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Entrevista a Silvia Federici: “Para realizar un cambio se debe colocar la vida en el centro”

Entrevistas/23 Julio 2020/rebelion.org

16 jul, CI.- La pandemia de la Covid-19 ha provocado muchas reflexiones sobre las estrategias de salida a la crisis. Mientras que muchos abogan por un «retorno a la normalidad» y un regreso al crecimiento sin cuestionar los puntos ciegos del sistema económico dominante, ciertas perspectivas más radicales proponen salir del «capitalismo patriarcal».

La teórica y feminista marxista Silvia Federici compartió sus ideas sobre el actual momento en un seminario web correspondiente a un proyecto de investigación sobre sociedades de postcrecimiento, adscrito al Centro de Investigación sobre Innovaciones y Transformaciones Sociales de la Escuela de Innovación Social Elisabeth-Bruyere de la Universidad de Saint Paul, en Ottawa (Canadá). Colombia Informa publica una traducción al español editada de este seminario* que exploró formas de construir una sociedad más allá del crecimiento, del capitalismo, del colonialismo y del patriarcado.

La reproducción social, los bienes comunes, la relación con el cuerpo y el territorio fueron los diferentes temas abordados en este intercambio con una de las intelectuales críticas más relevantes de nuestro tiempo.

Silvia Federici es profesora emérita de la Universidad Hofstra en el Estado de Nueva York. Miembro fundador del Colectivo Internacional Feminista en la década de 1970. Fue una de las activistas detrás de la campaña Salario para el trabajo doméstico, que continúa alimentando las luchas contemporáneas contra la invisibilización del trabajo de las mujeres. Es autora de varios libros como Revolution at Point Zero, Tareas domésticas, reproducción y lucha feminista (2012), Calibán y la bruja (2014), Reencantar el mundo, Feminism and the Politics of the Commons (2018), Le capitalisme patriarcal (2019) y Beyond the Periphery of the Skin: Rethinking, Remaking, and Reclaiming the Body in Contemporary Capitalism (2020).

Escuela de Innovación Social: En sus últimos libros Reencantar el mundo y Más allá de la periferia de la piel ha hablado del tema del “postcapitalismo” bajo el lente de la visión de reproducción social. ¿Nos podría compartir qué significa postcapitalismo?

Silvia Federici: Creo que es importante poner en contexto la pregunta del tipo de transformación que necesitamos. Ojalá la crisis actual, esta pandemia, sea una oportunidad histórica, un momento fundamental de toma de conciencia. El sistema social actual, de manera sistemática, devalúa la vida humana y devalúa toda forma de vida en general. Nos lleva a un ciclo infinito de crisis. Esa crisis tiene una dimensión global que está afectando todas las esferas de la vida. Ojalá sea un punto de inflexión. Estamos en un punto que no permite el retorno a la normalidad en la cual estábamos. Es un momento crítico para todo las personas en este planeta. La Covid-19 ha puesto a la luz las crisis que ya estaban y eso es muy importante. Ha hecho que sea visible y que sea inevitable ver una cantidad de crisis que ya existían, incluyendo la crisis de la reproducción por ejemplo.

El hecho de que, sistemáticamente, en los últimos 30 años el sistema sanitario y de salud haya diferenciado poblaciones en distintos grados y en distintas maneras, ha tenido un impacto diferente en muchas partes del mundo. Pero en todas partes estamos ante unos sistemas totalmente desmantelados. Por ejemplo, en Estados Unidos las comunidades racializadas y negras han sido afectadas de manera desmedida por los impactos del desmantelamiento de la salud. El sistema sanitario a nivel global ha sido privatizado.

Paralelamente, hemos presenciado un ataque sistemático al sistema agrícola en los últimos 30 años con monocultivos y agroindustria que han ido en contra de la producción de la comida (la cual es esencial para la reproducción de la vida). La producción de la comida ha sido asimilada al mundo industrial con el uso de químicos y de semillas modificadas genéticamente. Todo eso tiene un impacto directo sobre nuestro sistema corporal, social, inmunitario. Incluso tiene un impacto sobre nuestra capacidad de reproducirnos como especie. Es importante porque tenemos que ver cómo esas crisis se conectan al trabajo.

Y esto nos permite entender la razón por la cual hay tanta gente desempleada que está siendo remplazada por máquinas. Mientras que otros tienen que trabajar más que nunca. Entonces, tenemos de un lado ese desempleo y del otro esa obligación de trabajar más y más. Esta tendencia afecta, especialmente, a las mujeres.

Las mujeres se quieren hoy emancipar a través del trabajo. Pero deben tener dos o tres trabajos para poder tener algún tipo de autonomía económica. Necesitan tener más de un empleo. Es una contradicción fundamental entre la reproducción de la familia y el trabajo. Por eso vemos a los niños y a las personas de la tercera edad en esta situación.

Pero, sin extenderme mucho en este punto porque pienso que muchos de los elementos de esta crisis ustedes los conocen muy bien, ustedes saben que a distintos grados hemos vivido estas consecuencias concretas. Entonces, ¿qué está pasando hoy?

Estamos tomando conciencia de que nuestras vidas están en peligro. Hay una necesidad de cambio estructural. Una necesidad de empezar un cambio social desde la reconstrucción del proceso de reproducción social, ya que la misma lógica del capitalismo está basada en devaluar la vida humana y subsumirla a la acumulación del capital.

Este sistema económico coloca la idea de crecimiento continuo como principio de la explotación de la vida humana. Para realizar un cambio se debe colocar la vida en el centro, lo cual es un lema importante para el movimiento feminista. Poner el “buen vivir” en el centro. Estamos hablando de una sociedad que permita a los individuos y a las colectividades prosperar y que no estén esclavizadas de manera perpetua, haciendo que la riqueza producida beneficie a todos y a todas.

Para eso todos los aspectos de las reproducciones se deben de transformar. Empezando, claramente, con esas actividades centrales al desarrollo de nuestras vidas: el trabajo doméstico, la crianza de los niños, el cuidado a las personas que no son autosuficientes. Pero no es suficiente, debemos de repensar la agricultura y alejarnos del modelo de agricultura actual, que es una producción de la muerte. Si lo pensamos, reproduce carencias y muerte porque se basa en el comercio y en el mercado. Solo beneficia a las personas que tienen los medios para adquirir esta comida y, al mismo tiempo, la producción de esta comida está contaminando el agua y acabando las semillas. Estos químicos están en la tierra, están en el aire y están en nuestros cuerpos.

Cuando compramos comida, no sabemos si nos estamos nutriendo o si nos estamos envenenando. Esta es la situación actual. Comprar comida hoy es un acto de ansiedad. Tenemos que proyectarnos a una transformación fundamental y cultural. Cultural en el sentido de que tenemos que tomar el camino hacia una sociedad que llegue a acabar con esta desconfianza entre nosotros. Una desconfianza que nos ha sido inculcada por todos los medios posibles. Tenemos una relación negativa con el otro. Esta relación es el centro de nuestras riquezas y de la sociedad, al igual que nuestra relación con los animales y con la naturaleza. Esto debe cambiar y tenemos que poner fin al tratamiento barbárico contra los animales.

En el Oeste de Estados Unidos, por ejemplo, son centenares de miles de animales maltratados que morirán porque no hay en este momento suficiente personal para procesar y venderlos en el mercado. A estos animales los van a matar. Es una barbaridad, como toda la industria de la alimentación. Esta industria se construye sobre el sufrimiento. En las fábricas hay hasta 5.000 puercos o pollos que se encuentran encerrados y son alimentados con medicamentos y patógenos. Es un problema bastante grave.

Existe una conexión básica de lo que pasa a nivel ecológico (como la contaminación de los mares) con la destrucción de la agricultura. Cabe resaltar que esa transformación de la agricultura tiene que ver con el desplazamiento forzado de millones de campesinos y campesinas. Olas gigantes de migración. Esta gente no abandona sus tierras o países sin ningún motivo. La gente abandona su país porque le toca, porque sus tierras han sido privatizadas y ese es el motivo fundamental de las olas de migración mundial. Son cambios gigantes y estructurales los que necesitamos plantear.

Uno de los momentos del seminario.

Debemos empezar a pensar en nuestro compromiso en dos niveles. Un nivel es inmediato. Hay necesidades inmediatas que se deben resolver con la ayuda mutua. Necesitamos proteger a la gente que está en peligro inmediato y que se encuentra marginalizada por esta crisis. En el otro nivel, debemos pensar a largo plazo porque una sociedad postcrecimiento, postcapitalista es una sociedad en la cual tenemos que empezar a construir el proceso de producción y reproducción en un sentido amplio. Desde la casa hasta la finca. Incluso hasta la relación con la naturaleza y los animales. Eso supone un esfuerzo colectivo muy fuerte.

Mi trabajo en los últimos años se ha enfocado de manera persistente en el tema de las políticas de los comunes. Entendiendo a los comunes como un principio cultural que se refiere a una sociedad en la cual colectivamente tenemos acceso a los medios de nuestra reproducción. En donde colectivamente tomamos decisiones sobre los medios de reproducción y podemos definir sobre los temas más importantes de nuestras vidas. No siendo unos recipientes pasivos que se encuentran alienados sobre decisiones que se toman arriba. Hemos visto y de hecho tenemos una historia de más de 500 años de actividad del capitalismo que nos dice que tenemos que comprometernos, no solamente como individuos sino como un colectivo que tiene como propósito la reconstrucción del proceso de reproducción social.

Debemos cambiar la relación con los recursos y con las riquezas que estamos produciendo hacia nuestro buen vivir. Poner en el centro de esta colectividad la reproducción. Tenemos que reconstruir la reproducción de una manera más cooperativa sin que nos aisle a cada uno en casa.

Sería bueno decir algo sobre el tema de crecimiento que está muy conectado al tema del consumismo. Existen muchas críticas a los individuos por ser consumistas. Incluso gente pobre que no tiene muchos recursos y que van a gastar lo poco que tienen en comprar cosas. Eso es consecuencia del empobrecimiento que hemos sufrido. El consumismo es la respuesta a ese empobrecimiento social. Las relaciones sociales son tan insatisfactorias que nos hacen sentir como perdedores todos los días. Así es que estas necesidades incumplidas se reflejan en el consumismo. Para sentir algún tipo de poder, se nos ofrece tener la capacidad de comprar cosas.

Si pensamos en una sociedad donde nuestras relaciones sociales con el conjunto de la sociedad fueran completas y nos llenaran, no tendríamos que comprar cinco pares de pantalones para poder rellenar esa falta que sentimos en nuestra relación con el mundo. La mercancía, la “commodity”, se vuelve la manera de rellenar esa falta que sentimos. Eso tiene que ver con el crecimiento, por eso es tan importante mencionarlo.

Se deben amplificar los procesos de reconstrucción de la sociedad junto con nuestra capacidad de cooperación. Obviamente, ya hay muchas personas trabajando y no es que estemos iniciando desde el punto cero. Hay movimientos muy importantes que están trabajando en este momento. Lo que debemos de hacer es conectar nuestras luchas y trabajar juntas. Eso es fundamental, porque esta unión de luchas nos puede dar la capacidad de encontrar nuevas posibilidades para hacer surgir las cosas que queremos.

No se puede afirmar que exista un solo modelo. Es importante citar a los zapatistas: “un no y muchos sí”. Tenemos que tener mucha claridad colectiva en qué es lo que no queremos ver en la sociedad que queremos construir. Una sociedad que no queremos que destruya el planeta y que no sea injusta. Tenemos que reconocer la existencia de muchas trayectorias históricas y muchas luchas.

El Buen Vivir, por ejemplo como lo dicen en América Latina, se puede actualizar de muchas maneras distintas en cada territorio. Ese es el trabajo más creativo. Ver cómo estas luchas y cómo esta reconstrucción colectiva es un trabajo creativo que incluye esa diversidad.

Si no queremos condenar a los niños a un futuro terrible, tenemos que poner atención en lo que está pasando ahora con esta pandemia. Es un signo de alarma que debemos escuchar y tenemos que transformar esta situación con una premisa importante: los que van a determinar la salida de esta pandemia no pueden ser los que nos llevaron a la destrucción de este planeta. No podemos encargarlos a ellos de encontrar las soluciones. Nosotras debemos ser participantes de estas soluciones a la salida de la crisis.

E.I.S.: ¿Cómo podemos aprovechar este contexto para dar pasos hacia una sociedad postcrecimiento sin que la salida de esta pandemia esté totalmente apropiada por la misma élite económica y política que nos llevó ahí?

S.F.: Como venía diciendo, esta pandemia visibiliza una crisis que ya habíamos anunciado. Su existencia es de conocimiento de todos. Por eso hemos visto que las áreas de la sociedad más afectada son las personas que cuidan a las personas de la tercera edad. Hace muchos años que mi trabajo se enfoca hacia el cuidado de este tipo de población. En muchas partes del mundo el tema del cuidado de las personas mayores es terrible. La gente ya se estaba muriendo. La crisis en esta área de la sociedad ya existía. El sistema capitalista se encarga de devaluar sistemáticamente la vida y lo aplica más a unas personas que a otras.

Los mayores de las clases trabajadoras ya no son productivos. Con el neoliberalismo se recortaron los presupuestos y los recursos, sobre todo a las familias trabajadoras. Son los adultos mayores las víctimas centrales de estas políticas. No es un accidente que haya un desastre con los mayores en medio esta crisis de la Covid-19.

Siempre han existido muchos errores en términos de accesos a la salud, a medicamentos. También muchos abusos de parte del personal que atiende a las personas mayores. Estos incurren en abusos. Los hospitales no estaban preparados porque se había tomado la decisión política de no tener los recursos en los hospitales. Por tal motivo faltaron las cosas más necesarias.

Es muy importante que la gente entienda ese elemento. La falta de preparación de la sociedad ante un desastre como esta pandemia tiene que ver con lo que estaba pasando antes. Esto es el resultado de decisiones que se tomaron y nos llevaron a esta situación. Decisiones como afirmar que el derecho a la salud no era tan importante. Entenderlo es lo que nos puede llevar a resolver esta pregunta.

El objetivo principal es dar un salto cualitativo a otro nivel. Si uno ve lo que ha pasado en África, en el Sur asiático, en América Latina en los últimos 30 años, podrá constatar que han existido muchas olas de epidemias. Una tras otra, como resultado de la pobreza económica, el sistema y los ajustes estructurales.

En todo el mundo colonial ha habido una reducción de la calidad de vida. La gente ha sido víctima de muchas epidemias como la meningitis, el cólera, el zika, el ébola. Pero ahora la pandemia es global. Si no entendemos esto, no vamos a estar dispuestos a crear el tipo de movimiento que necesitamos para transformar la vida cotidiana y comprometernos con ese cambio de una manera muy profunda.

¿De qué manera debemos actuar cuando este sistema se ha construido durante siglos y es un sistema que no se va a transformar de la noche a la mañana? En el activismo del presente podemos dar respuesta a las necesidades inmediatas pero es necesario incluir una perspectiva a largo plazo. Debemos incluir una perspectiva de reapropiación de las riquezas sociales, de reclamar y reapropiarse de la tierra, de retomar el control sobre la cadena de producción alimenticia. Y volver a conectar estas luchas. La lucha estudiantil se debe conectar a la lucha del sector salud y juntas se deben conectar con las luchas campesinas.

La destrucción del ecosistema es central. Hoy la lucha social no puede ignorar la destrucción del ecosistema. Cualquier lucha debe tener una dimensión ecológica, ya que es fundamental a la reproducción. Ese sería el primer punto.

El segundo punto es que desde el inicio debemos de empezar a cambiar la manera en la cual vivimos en este mundo. Personalmente, me ha impresionado y lo he escrito en Reencantar Al Mundo (mi último libro) y en otros de mis trabajos, todo lo que he aprendido de las mujeres de América Latina. Específicamente las mujeres que viven en zonas periféricas de las ciudades latinoamericanas como las favelas y todos estos territorios que quedan en los límites de las grandes ciudades. Estas personas han estado ahí desde hace mucho tiempo, enfrentándose a lo que hoy nos estamos enfrentando. Es gente que se desplazó porque les robaron la tierra y hace mucho tiempo se dieron cuenta de que el sistema no tenía nada para ofrecerles.

Claramente, su accionar podría ser entrar en desesperación. Pero no es así. Se organizan colectivamente y en unidad miran cómo seguir negándose a perder. Crean huertas comunitarias, cocinas comunitarias y medios para acceder a la comida. En ese proceso hay un nuevo tejido social que se construye. Esas nuevas relaciones afectivas y de solidaridad son una revolución. Porque ese nuevo poder de este nuevo tejido social le da habilidad a la gente de relacionarse de una nueva manera con el Estado. No como la última línea de la pirámide, sino desde una posición que obliga al Estado a soltar algún tipo de control. Hablemos de comida, de educación, de salud, de agricultura. Sobre todo esto tenemos algo que decir. Sobre lo que pasa en los hospitales tenemos algo que decir. Sobre qué tipo de sistema de salud queremos. Esos son los pasos que debemos dar. No son utopías. No son cosas extraordinarias. Son cosas que podemos hacer y que nos permitirán tener un tipo de control sobre nuestra forma de vivir cotidiana.

*Esta conferencia continúa en una segunda entrega.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/silvia-federici-para-realizar-un-cambio-se-debe-colocar-la-vida-en-el-centro/

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Conseguir una educación mundial de calidad tras la pandemia

Por: Carmelo Marcén

Cerramos con este artículo la serie que hemos dedicado a valorar el Informe de Seguimiento de la Educación en el mundo ODS. 4 aportado por la UNESCO hace unos meses.

La irrupción de la pandemia lo dejó en suspenso pues abrimos un espacio para acoger propuestas que ayudasen a los centros escolares a trabajar la naturaleza desde casa. Ya nada será como nunca. Pero queremos repetir aquello que decíamos en los tres artículos anteriores de que la educación de calidad adorna la vida de esperanza, de compromiso, de universalidad y de futuro. Subrayábamos que el informe se estructura en torno a la valoración del acceso universal a la educación, la equidad, las variables referidas al aprendizaje en sí, la calidad de la educación apoyada también en la formación inicial y permanente del profesorado. Asuntos todos sobre los que hay que trabajar mucho en este momento, cuando la educación formal ha sufrido tanto.

Toca hablar de financiación; máxime ahora cuando los dineros destinados a hacer frente a la pandemia en todo el mundo dejan en incógnita las necesarias inversiones educativas. Cuando volvamos a las aulas hay que examinar si la educación de cualquier país –lo centramos en España y América porque desde allí se visita este blog- dispone de recursos económicos, traducidos en programas y profesorado. Leamos el informe. Empezamos mal: “Uno de cada cuatro países no cumple ninguno de los principales objetivos de referencia sobre financiación para los gobiernos esbozados en el Marco de Acción de Educación 2030”. Dice la UESCO que para empezar medianamente bien hay que dedicar al menos el 4 % del PIB a la educación. Claro que es difícil hacer lo que Suecia (7,7 %), Dinamarca (7,6) o Islandia (7,5) pero ahí tenemos a Costa Rica y Belice (7,4) y Bolivia (7,1). Preguntémonos cada uno, invitemos al alumnado, si hemos sentido durante estos años alguna carencia de recursos; hagamos una lectura comparada de países pues el informe proporciona suficientes datos (4,2 en España).

La pandemia debe hacernos cambiar aquellos contenidos estáticos de los que tanto hablamos normalmente en las aulas para acoger acontecimientos de alcance social, propios de una ecoescuela abierta, como puede ser otra de las contundencias del informe: “Las ambiciosas metas en materia de educación no se alcanzarán a tiempo sin recursos adicionales, especialmente en los países más rezagados”. Tomemos nota: de los aproximadamente 5 billones de USD que se destinan a educación al año en el mundo, solamente el 0,5 % se emplea en los países de ingresos más bajos mientras que más del 65 % se dedica a la educación de los de ingresos más altos. Esto se llama injustica global, es un motivo más para que aumente la explotación de los débiles en muchos países, para anular sus ilusiones colectivas, para que la emigración multidireccional se convierta en una espoleta social. Por eso, solo estos datos nos deben empujar a hacer las cosas de otra forma. Ahí vamos.

En septiembre o cuando sea, dialoguemos en clase, debatamos en los equipos pedagógicos si se puede hacer algo para mejorar la situación. Si logramos encontrarlo, hagámoslo llegar a sus autoridades educativas. Reclamemos sus respuestas. La escuela, como impulsora de la mejora colectiva, tiene que posicionarse en demanda de la justicia, al menos educativa. El marco de referencia de la Acción Educativa 2030 había señalado dos opciones presupuestarias dentro de las necesarias políticas: destinar a educación entre el 4 y el 6 % del PIB o al menos de un 15% a un 20% del gasto público total.

Otra alerta que debe despertarnos y hacer emerger las verdades ocultas: las ayudas a la educación están estancadas desde la crisis financiera de 2008. Tomemos de nuevo notas para el debate escolar y social: “La proporción de la ayuda total a la educación destinada a los países de bajos ingresos disminuyó del 25% en 2002 al 22% en 2016. Es más, durante el mismo período, a pesar de que el 35% de los niños sin escolarizar en edad de asistir a la escuela primaria se encontraba en los países más pobres, la proporción de la ayuda total a la educación básica dirigida a los países de bajos ingresos se redujo del 37% al 27%.” (Indicador 4.5.5. de los ODS). Cuando se habla de los mayores donantes, la UE y otros, hay que decir a qué se destinan sus ayudas; no es lo mismo que vayan dirigidas a universalizar una educación básica de calidad con profesorado bien formado, que se conviertan en becas para que estudiantes universitarios de países de bajos ingresos acudan a las universidades de altos. Un dato más: En muchos países de ingresos bajos y medianos, los hogares asumen entre un quinto y la mitad de todo el gasto en educación. Debatamos en nuestras ecoescuelas sociales abiertas sobre la esperanza educativa universal. Situemos este asunto vital en un lugar preferente de nuestra Web para animar a que toda la comunidad educativa opine.

La pandemia no ha hecho sino aumentar las desigualdades, dentro del mismo país y entre diferentes. Dejó sin clase a más de 1.300 millones de niños en todo el mundo, muchos sin la mínima ayuda escolar. Unesco calcula que el 40% en países de ingresos bajos y medio-bajos; a estos habría que añadir los perjudicados en países de ingresos medios-altos y altos. Si antes de la pandemia más de 250 millones de niños y niñas de entre 6-18 años (el 17% del total) estaban excluidos de la educación, si la proporción de quienes completan la secundaria estaba en 18 a 100 entre países con ingresos más bajos frente a los de altos, qué pasará ahora. Todo esto sin fijarnos en la inclusividad, de la cual ya hablamos en otra entrada del blog. Hace unos días conocimos el último informe GEM “Todos significa todos”. Asegura que se corre el riesgo de que la pandemia arrincone más todavía la inclusividad. Nos tememos que dentro de unos años hablaremos de los estragos educativos en la “generación covid”.

Nada sale gratis; las ilusiones tampoco. Pero si creemos de verdad que los ODS pueden mejorar el estado global del mundo habremos de proponer esperanzas y buscar soluciones imaginativas. Quizás cada uno desde nuestra escuela. Al menos hablemos de estas cosas con el alumnado, ayudémosles a forjar un pensamiento crítico, a rescatar el significado de la palabra compromiso, a saber mirar en el espejo de los otros. Cuando se reanuden las clases, hay que retomar el cuento –ilusión, relato, creencia, fantasía, ensayo- de los ODS. Apenas tiene escritas las primeras páginas, llenas de deseos; le han salido tachones por esto de la pandemia. Nos está esperando; escribamos en él. ¿Llegaremos a darle un final feliz?

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/07/17/conseguir-una-educacion-mundial-de-calidad-tras-la-pandemia/

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Nuevo estudio revela pobreza infantil en Alemania

Europa/Alemania/23 Julio 2020/prensa-latina.cu

Alrededor de 2,8 millones de niños y jóvenes en Alemania crecen en pobreza, el 21,3 por ciento de todos los menores de 18 años, según estudio revelado hoy.
Casi uno de cada siete niños -13,8 por ciento- recibe subsidios de la seguridad social, indicó la fuente.

A pesar del buen desarrollo económico, la pobreza infantil y juvenil se mantiene a un alto nivel, anunció este miércoles la Fundación privada Bertelsmann.

Durante años, la lucha contra la pobreza infantil ha sido ‘uno de los mayores retos sociales de Alemania’, subrayó la Fundación.

Mientras desde 2014 se produjo una pequeña mejora en el promedio nacional, la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, amenaza nuevamente con exacerbar el problema.

El estudio de la fundación se basa en una medición combinada de la pobreza.

Considera como pobres a niños de familias cuyos ingresos son inferiores al 60 por ciento de los ingresos medios de todos los hogares.

La publicación incluye, además, a los adolescentes cuyas familias reciben beneficios de la seguridad social.

El problema no resuelto de la pobreza infantil tiene consecuencias considerables para el crecimiento, el bienestar, la educación y las oportunidades futuras, destacó la Fundación.

Los autores critican la grave escasez de oferta, especialmente en lo que respecta a las actividades de ocio y la participación social.

Según el análisis, dos tercios de los niños pobres no pueden ir de vacaciones con sus familias ni siquiera una semana al año.

Para muchos de ellos, el dinero no es suficiente para ir al cine, a conciertos o a cenar una vez al mes.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=383642&SEO=nuevo-estudio-revela-pobreza-infantil-en-alemania
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Covid-19 evidenció las desigualdades de la Educación en Costa Rica

Centroamérica/Costa Rica/23 Julio 2020/prensa-latina.cu

Las investigadoras del Estado de la Educación Isabel Román y Valeria Lentini afirman hoy que la pandemia de la Covid-19 evidenció aún más las desigualdades entre estudiantes de diferentes regiones de Costa Rica.
En un análisis de los datos del Estado de la Educación, Román y Lentini sostienen que el sistema educativo costarricense siempre ha dejado al desnudo algunas de las desigualdades existentes, principalmente entre la enseñanza pública y privada, pero -añaden- las diferencias también son notorias al comparar centros de una misma provincia.

Antes de la pandemia varios estudios realizados por el Estado de la Educación señalaban que la falta de acceso a recursos tecnológicos y docentes calificados figuraban entre los principales factores asociados a los bajos rendimientos que mostraban los estudiantes que vivían fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM).

La GAM abarca los principales centros urbanos de las provincias San José, Cartago, Heredia y Alajuela, donde reside el 60 por ciento de los poco más de cinco millones de habitantes de esta nación centroamericana.

Román y Lentini basan sus conclusiones en cifras oficiales, como las del Ministerio de Educación Pública (MEP), las cuales reflejan que del millón 200 mil estudiantes matriculados en el curso lectivo 2020 y que desde marzo están en las casas por la Covid-19, al menos 500 mil de ellos tienen una mala o nula conectividad a internet.

Además, la Encuesta Nacional de Hogares de 2019 refiere que el 67 por ciento de estudiantes de la Región Central -una de las seis en que se divide socio-económicamente este país- tenía conexión a internet desde el hogar; un 29 por ciento solo tenía acceso a través del celular y un tres por ciento carecía de conexión.

En este mismo parámetro, las regiones Huetar Caribe, Huetar Norte o la Brunca -fueras de la GAM- la conexión a internet desde el hogar rondaba apenas un 40 por ciento, la mitad lo hacía solo por celular y cerca de un 10 por ciento carecía de acceso a la red de redes.

Para las investigadoras, estas brechas en el acceso a los recursos tecnológicos reflejan las desigualdades territoriales históricas del país, asociadas al bajo desarrollo relativo y socio-económico que ha caracterizado a las regiones de la periferia y en el contexto actual, profundizan las diferencias en el de acceso a la educación.

De ahí que, aseveran, sin un acceso universal a la buena conectividad, la profundización de las desigualdades territoriales y educativas son inevitables.

No obstante reiterar que la pandemia ha dejado en evidencia problemas que veníamos arrastrando, las investigadoras consideran que también genera oportunidades inéditas para resolverlos.

‘Hoy más que nunca queda claro que una buena conectividad es un derecho fundamental de todas las personas. Para lograrlo se requiere actuar rápido y con visión estratégica’, concluyen.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=383680&SEO=covid-19-evidencio-las-desigualdades-de-la-educacion-en-costa-rica
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La pandemia aumenta la conciencia medioambiental de las madres

Por: Nacho Meneses

El estudio ‘MalasmadresEco 2020’ revela una mayor preocupación por el entorno y un descontento generalizado sobre la educación medioambiental que los niños reciben en las escuelas

Seis de cada 10 mujeres aseguran que su preocupación por el medioambiente ha aumentado desde que se inició la pandemia, según se desprende de los datos del estudio MalasmadresEco 2020, realizado por el Club de Malasmadres en colaboración con Ecovidrio. Una inquietud que se centra sobre todo en aspectos como la escasez de agua (73%), las enfermedades relacionadas con la contaminación (69%) o la pérdida de ecosistemas y biodiversidad (67%), y que ha llevado en los dos últimos años a un notable aumento en la adopción de hábitos más ecológicos en los hogares, como la separación de residuos o un consumo más responsable. La encuesta, realizada entre el 1 y el 9 de junio, en plena desescalada, fue contestada por 5.200 mujeres, la mayoría de ellas madres (88,5%) de uno o más hijos, o a punto de serlo (1,7%).

La pandemia nos ha ayudado a visibilizar los efectos positivos de los cambios en los hábitos diarios. Hemos tomado una conciencia mucho mayor con la naturaleza, con la biodiversidad y con nuestro entorno”, afirma Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres. Una conciencia que, señala, es fundamental y que se tiene que transmitir por generaciones: “Tenemos que educar a los más pequeños en esos hábitos que nuestra generación va teniendo cada vez más interiorizados”.

El estudio de Malasmadres y Ecovidrio muestra muchos aspectos positivos, pero también identifica debilidades, como la falta de corresponsabilidad en el hogar y una insuficiente educación medioambiental en las escuelas. Como en otros aspectos relacionados con las tareas domésticas, las mujeres asumen mayoritariamente la responsabilidad en todo lo relacionado con el reciclaje y el cuidado del medioambiente (82% de las encuestadas), y lo hacen predicando con el ejemplo: el 98% de las madres cree que la práctica diaria en el hogar es la mejor manera de inculcar esos valores y esos hábitos de vida más sostenibles en los menores. No en vano el respeto al medioambiente es para ellas el segundo gran reto que afronta la sociedad en el futuro (80%), por detrás de la igualdad de oportunidades (84%) y por delante del respeto a la diversidad cultural y social (74%).

Carencias educativas

La preocupación ecológica de las mujeres ha aumentado hasta el punto de que el 96 % de las encuestadas afirma sentir más inquietud por el entorno que hace unos años, lo que naturalmente ha llevado a un mayor nivel de exigencia respecto a la educación medioambiental que los niños reciben en las escuelas. Las conclusiones no dejan lugar a las dudas: dos de cada tres madres la consideran insuficiente, y solo un 23% está satisfecha (un porcentaje que, en 2018, era del 32%). “Ese aumento de la preocupación hace que estemos más informadas, y que nos preocupemos más por la formación que reciben nuestros hijos en el colegio”, sostiene Maite Egoscozabal, socióloga y autora del estudio. El porcentaje de madres que no conocen la formación medioambiental que sus hijos reciben es ahora del 10%, cuando en 2018 era del 22%.

Al analizar los datos de las cuatro comunidades autónomas desde las que se ha recibido un mayor número de encuestas (Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana y Andalucía), es la primera la que muestra un mayor grado de satisfacción con la educación medioambiental de los menores, aunque el grado de satisfacción sigue siendo bajo. El 73% de las madres andaluzas consideran que los colegios no prestan la suficiente atención a este tema, seguidas de las valencianas (67,3%), las madrileñas (67,2%) y las catalanas (59,1%). Beatriz Egido, directora de comunicación de Ecovidrio, reconoce que su implantación no es una tarea fácil: “Los centros educativos tienen cada vez más ganas y están más dispuestos a incorporar el medioambiente en la educación de sus alumnos (…). Pero falta que forme parte del currículo de forma oficial. No quiero decir con esto que sea una cosa fácil; no lo es, porque los currículos ya vienen cargaditos”, apunta. “Pero cuando son valores que pueden determinar el futuro de una sociedad, tenemos que encontrar la manera de que estén presentes en las distintas asignaturas”.

La pandemia aumenta la conciencia medioambiental de las madres

Hábitos sostenibles en casa

El 80% de las mujeres que participaron en el estudio asegura que en los dos últimos años ha incorporado rutinas más sostenibles en el hogar. Así, el 89% de las viviendas españolas separa habitualmente los residuos (principalmente papel, cartón, vidrio y envases ligeros), y la separación de residuos orgánicos se practica ya en seis de cada 10 hogares, siendo las andaluzas quienes más aceite doméstico reciclan (tres de cada cuatro). El 75% se ha propuesto reducir el uso de plásticos y el 71% apuesta por un consumo más responsable que involucre a toda la familia.

“Debemos enseñar a nuestros hijos a pensárselo un par de veces antes de consumir desaforadamente. Hay que tener más cuidado con el gasto energético y el de agua, así como reflexionar sobre el tipo de movilidad que tenemos [y queremos] en nuestras ciudades”, insiste Egido. En este sentido, y después de la separación de residuos, las prácticas más sostenibles en los hogares son, en este orden, el consumo responsable, la reducción de plástico y del consumo de luz.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/07/21/mamas_papas/1595312149_408600.html

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India: Amistad ‘online’ para supervivientes de violencia machista en la pandemia

Asia/India/23 Julio 2020/elpais.com

En plena cuarentena, un grupo de activistas de India ha organizado unos encuentros digitales para que las mujeres compartan sus experiencias

Sentada en una posición relajada con los brazos abiertos, Singh, pelo negro largo y mirada serena, rompe el silencio para explicar las reglas del juego: “Esta es una comunidad donde las personas son libres, aunque nunca obligadas, para compartir sus experiencias y a escuchar con paciencia, empatía y sin juicio; no es una sesión de terapia, así que si alguien necesita consejos o ayuda legal, por favor que avise al final de la sesión”.

Supreet K. Singh, terapeuta y profesora de yoga, es la facilitadora de SafeCircle. Lanzado un mes después del comienzo del periodo de confinamiento en la India, es un espacio de encuentro virtual pensado para dar apoyo a supervivientes de violencia de género en la pareja y de violencia doméstica (la que puede ser ejercida sobre cualquier miembro de la familia).

A primera hora de la tarde de un viernes de comienzo de junio, nueve personas se han conectado a través de la plataforma Zoom a la tercera sesión del círculo online. Las participantes tienen en su historial experiencias duras, en algunos casos todavía por procesar. La terapeuta sabe muy bien que podría darse el caso de que alguien necesitara acompañamiento una vez el encuentro haya acabado y por eso lo destaca nada más empezar.

Debido a la epidemia de coronavirus, Elsa Marie D’Silva, de la ONG Red Dot Foundation y creadora de Safe City —una plataforma que permite geolocalizar episodios de acoso y abuso sexual en espacios públicos y en la que también trabaja Singh—  empezó a recibir llamadas y mensajes en sus redes sociales por parte de mujeres víctimas de violencia en el entorno doméstico y que pedían ayuda.

Encerradas con sus agresores, en una situación de estrés para todo el mundo y con menor acceso a vías de escape, las mujeres y sus hijos no solo corren más riesgos de padecer episodios de violencias, sino que tienen menos posibilidad de pedir y recibir ayuda. Además de tener en estos momentos una sobrecarga de trabajo, emocional y de curas (de criaturas y personas mayores, por ejemplo), las mujeres representan, también en tiempo de crisis, el grueso del personal que se dedica a los servicios esenciales en el sector sanitario, en la limpieza y en los supermercados, entre otras.

Conscientes de esa situación, las mujeres del equipo de Safe City decidieron ponerse manos a la obra. “Después de organizar seminarios web sobre qué es la violencia de género en la pareja y cuáles son los recursos disponibles, decidimos organizar SafeCircle. Ya que no se puede salir a la calle a pedir ayuda, por lo menos quien la necesite puede sentirse parte de una comunidad donde romper el silencio, encontrar solidaridad y aprender estrategias para salir adelante”, explica vía Zoom Elsa Marie D’Silva.

Nandita Devraj tiene 50 años, vive en Jaipur, es emprendedora del sector textil y consultora de marca personal y medios sociales. En su juventud padeció violencias y acoso por parte de una expareja. A principio de junio se unió al círculo gracias a un artículo que leyó en las redes sociales. “La sociedad culpa a las personas que sufren violencia, y tener un espacio donde se te escuche sin juicio es muy empoderador, hace que sea más fácil abrirse y te permite también tener más claridad, u otra perspectiva, sobre lo que has vivido”, explica en una llamada de WhatsApp después de la sesión.

Los círculos virtuales tienen un valor reconocido también para las expertas. “En todo el mundo faltan espacios seguros para las mujeres y en todo el mundo parece que el patriarcado esté volviendo a coger fuerzas”, apunta Lalitha Kumaramangalam, quien hasta 2017 fue presidenta de la Comisión Nacional para las Mujeres (CNW), la principal entidad gubernamental que se ocupa de estas cuestiones en el país. “En la India, además, todavía se considera normal que un hombre pegue a su mujer y es común que incluso la policía justifique a los agresores y culpe a las que se presenten a denunciar”.

No es fácil para todas las supervivientes acceder a espacios como SafeCircle. Según la información publicada el pasado mes de mayo por la Telecom Regulatory Authority of India de cada 100 personas, 49,78 tienen acceso a Internet, es decir, una de cada dos. Las mujeres son las que menos disponen de él: según lo últimos datos de la Asociación de Internet y Teléfonos de la India (AMAI), solo el 33% de las personas usuarias son mujeres y el dato se reduce al 28% en las zonas rurales.

Las dificultades que tienen las mujeres para pedir ayuda durante el confinamiento y el estigma social se reflejan en las cifras proporcionadas por la Comisión Nacional para las Mujeres. A pesar de que las expertas alertan sobre un aumento de los casos de violencia durante y después del confinamiento, las denuncias recibidas a lo largo de estos meses por la entidad han bajado. “Las denuncias no se pueden hacer cuando las supervivientes están en casa con sus agresores sin tiempo, sin espacios seguros y sin privacidad”, señala Kumaramangalam. Y añade: “Sabemos muy bien que el hecho de que saben que las culparán es una de las principales razones por las que la mayoría de las mujeres que sufren violencias no denuncian y callan; por eso poder tener un espacio donde se te anima a hablar sin culparte es el primer paso y lo que más necesitamos tener aquí en la India para superar el problema”.

Para algunas, el círculo de seguridad ha representado no solo un lugar donde compartir experiencias vividas, sino una especie de catarsis. Es el caso de Tania Echaporia, de 48 años, que también es parte de Safe City. “Aquí es donde por primera vez he podido primero, darme cuenta, y después, hablar de la violencia que mi padre ejercía sobre mi madre. Esto me está ayudando también a construir una relación mejor con ella”.

Tania nunca había pensado en hablar del tema con nadie hasta que llegó al círculo. Y ahora está intentando involucrar a sus conocidas que actualmente están viviendo con sus abusadores y no tienen espacios y tiempo para hablar. Para poder acompañar también a las mujeres que no tengan cómo participar en las sesiones del círculo durante la cuarentena, SafeCity está desarrollando otra iniciativa. Lo llaman WhatsApp bot: enviando un mensaje a un número, recibes las posibles opciones de situaciones que estás viviendo y todos los números para pedir ayuda o consejos (legales, psicológicos etcétera) sin tener que hablar en voz alta.

Las sesiones del círculo virtual tampoco acabarán con el confinamiento: las activistas y las expertas saben que es probable que la violencia de género se dispare cuando acabe la emergencia sanitaria y las mujeres y criaturas salgan libremente, porque entonces los agresores podrían sentir peligrar el control que han estado ejerciendo durante el confinamiento. Otro riesgo es que las mujeres que han perdido el trabajo o pierdan el trabajo con la crisis, y las que hayan renunciado a su puesto para dedicarse a los cuidados, se encuentren ahora más dependientes económicamente de sus parejas y tengan, por lo tanto, más difícil salir de situaciones de violencia. Lalitha Kumaramangalam insiste: “Se necesitan más espacios seguros y servicios para mujeres, no solo en la India, sino en todo el mundo”.

La sesión de esa tarde de junio está a punto de terminar. En las dos horas que ha durado las participantes no solo han compartido sus historias, sino que también han hecho ejercicios de relajación y meditación. Y han dibujado. Mientras, en la pantalla aparece la lista de contactos útiles (policía, ONG asociadas con Safe City que hacen acompañamiento legal y psicológico…) y en el aire permanece la calma tras la última meditación. La facilitadora Supreet lanza una propuesta: “Esta semana haz algo especial para ti y la que viene, vuelve y compártelo”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/07/14/planeta_futuro/1594730349_227247.html

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