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Uruguay: ejemplo de control epidemiológico en medio de la crisis sanitaria en América Latina

Redacción: France 24

El país ha conseguido mantener estable la curva de contagio durante toda la crisis del Covid-19 a pesar de no decretar confinamientos obligatorios y estar localizado junto a Brasil, el principal foco de la enfermedad en el continente.

En Uruguay ya se empieza a hablar de la “nueva normalidad”. Este pequeño país latinoamericano lleva ya semanas intentando retomar el pulso de la actividad normal, gracias a un control efectivo de la pandemia que se ha podido efectuar sin la necesidad de decretar confinamientos obligatorios.

El primer caso positivo por coronavirus en el país se dio el día 13 de marzo de 2020, después de que una uruguaya que había viajado por Italia y España lo llevase al país. Como en toda Latinoamérica el virus fue importado. Esta mujer había asistido a una boda y había contagiado a varios asistentes, por eso, en esa misma fecha hubo cuatro confirmados.

Esto hizo saltar las alarmas al gobierno de coalición de Luis Lacalle Pou y ese mismo día decretó el cese de todas las actividades públicas y grandes eventos multitudinarios. Lacalle apenas llevaba por esas fechas 15 días en el poder, ya que juramentó el cargo de presidente de la República el 1 de marzo. Un liderazgo nuevo al mando de un gobernante nuevo de índole conservador, tras 15 años de hegemonía del Frente Amplio.

La consigna desde le principio fue clara: las personas debían permanecer en casa. Pero si algo llama la atención de todas las medidas adoptadas por el país es que no se decretó el confinamiento obligatorio. Se apeló por la responsabilidad individual de los uruguayos para frenar al virus.

El punto más crítico que atravesó el país fue durante los últimos días del mes de marzo y los primeros de abril. Ahí el incremento de casos diarios estuvo a punto de rebasar los 40 positivos en 24 horas, pero después esa cifra bajó. El número de muertos no ha subido de dos al día, haciendo que este país, de algo más de tres millones de habitantes, tenga poco más de 850 casos y 19 fallecidos.

Es cierto que Uruguay no es un país densamente poblado más allá de su capital, Montevideo, pero si algo ha demostrado este virus es que se puede expandir con facilidad por zonas remotas. Para comparar, la región colombiana de Amazonas tiene solamente 79.000 habitantes, pero, a pesar de prácticamente carecer de infraestructuras que propaguen con más rapidez el virus, cuenta con varias decenas más de contagiados que Uruguay al 14 de mayo.

Uruguay tiene además la dificultad de compartir frontera con Brasil, el foco más grande de Latinoamérica.

Imagen tomada en la escuela rural 30 el día de su reapertura a las clases. En la ciudad de San José, Uruguay, 22 de abril de 2020.
Imagen tomada en la escuela rural 30 el día de su reapertura a las clases. En la ciudad de San José, Uruguay, 22 de abril de 2020. © Mariana Greif / Reuters

A pesar de esto, el país está sufriendo los problemas generales que entraña esta crisis, aunque algo mejor que sus vecinos regionales. El FMI estimó la contracción del PIB uruguayo para 2020 en un 2,7%, algo menos que la media latinoamericana, que se espera sea del 5,5%.

100.000 personas han perdido su puesto de trabajo durante estas semanas. A pesar de que el gobierno se ha comprometido en ayudar a todos los trabajadores con subsidios públicos, el ministerio de trabajo estima que en todo el territorio hay unas 400.000 personas que se dedican al trabajo informal y que no podrán tener acceso a esas ayudas.

Reapertura de escuelas

El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, no quiso dar por perdido el curso escolar en el país. Aunque las clases se suspendieron durante un tiempo, el 22 de abril se decretó el regreso a más de la mitad de las escuelas rurales del país. Un total de 4.000 niños y 500 profesores llevan varias semanas de curso escolar. Cuatro de los 19 departamentos no han registrado ni un solo caso hasta la fecha, y otros siete apenas tienen entre uno y cuatro casos.

Los principales focos son los departamentos con grandes ciudades, es decir, Montevideo y Canelones. Es de destacar que los barrios más afectados del país han sido los de clase rica, debido a que el contagio no ha sobrepasado los focos originales donde vivían las personas pudientes que tenían la posibilidad de viajar a Europa.

Aun así, la situación en estos lugares también es estable. Se estima que en todo el país hay unos 290 casos activos y la cifra de recuperados es muy superior, rondando los 550. Datos que han alentado al Ejecutivo a dar un paso más: preparar la apertura de todas las escuelas primarias de la nación.

Aún no hay un calendario fijado, pero según anunció Lacalle Pou la intención es reabrir las escuelas de carácter primario lo “antes posible”, ya que el equipo epidemiológico de expertos que asesora al gobierno así lo ha indicado. La secundaria y las universidades ya están manteniendo conversaciones con el ministerio de Educación, pero aún no se ha concretado nada.

La intención es que todos los profesores porten mascarillas en las aulas de forma obligatoria, pero para los alumnos será solamente una opción voluntaria. Se tiene pensado dividir las aulas para que se respeten las distancias de dos metros y obligar a los estudiantes a mantener la higiene al entrar y salir del centro educativo y a dejar el calzado en la entrada.

La Educación es un sector más que está dispuesto a abrir en el país, después de que tras el paso de la Semana Santa se retomase las actividades industriales y de la construcción.

Cierre de fronteras solidario

Como la mayoría de los países del planeta, con el inicio de la pandemia se decretó el cierre de fronteras, pero eso no ha significado que Uruguay se cerrase herméticamente al exterior.

El 27 de marzo, el barco australiano Greg Mortimer desembarcó en Uruguay después de varios días pidiendo asistencia humanitaria, que le fue rechazada por Chile, Argentina y las islas Malvinas -que como ellos son miembros de la Commonwealth británica-.

Este buque había partido el 14 de marzo con la intención de hacer una visita turística a la Antártida, pero su travesía se convirtió en una pesadilla cuando, a los pocos días, 128 personas de los 217 pasajeros y miembros de la tripulación se contagiaron de la enfermedad.

Uruguay aceptó al barco y asistió a aquellos que estaban en una situación más grave en un despliegue catalogado como “histórico” por la prensa local. El pasado 10 de abril, las personas con peores condiciones tomaron un vuelo a Melbourne que les devolvió a sus hogares. Y este 12 de mayo, personas que pertenecían al personal del barco y no infectados pudieron pisar Montevideo.

Fuente: https://www.france24.com/es/20200514-uruguay-covid19-coronavirus-desescalada-pandemia

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Te contamos cómo es el retorno a la escuela en distintos países del mundo

Redacción: CNN Español

La educación se está reconfigurando en todo el mundo en respuesta al coronavirus y su fácil propagación.

La mayor parte de las escuelas en Estados Unidos permanecerán cerradas por el resto del año académico y los planes para otoño se modifican continuamente, al tiempo que la Academia Estadounidense de Pediatría y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades lanzan recomendaciones que incluyen la reducción de horas, el distanciamiento social y ausencias extendidas.

En otros países ya hay escuelas que están abriendo nuevamente. Aquí les contamos cómo se ven algunos de estos centros educativos, lo que podría darnos pistas sobre cómo retomarán las clases algún día nuestros niños.

Regresos escalonados

En Corea del Sur, los estudiantes no volverán todos a la misma vez. Los alumnos de tercer año de bachillerato retomarán las clases la próxima semana, de manera que puedan tomar las decisiones necesarias sobre sus carreras y las universidades a las que asistirán, dijo el ministro de Educación Yoo Eun-hae.

Los centros preescolares, de primaria y secundaria, por su parte, reabrirán el 1º de junio.

Nuevos horarios

La mayor parte de los 22 millones de estudiantes vietnamitas retornó a clases el lunes, luego de un cierre de un mes, informó la estatal Agencia de Noticias de Vietnam.

No obstante, continuarán las clases en línea y televisadas con nuevos horarios y hay una reducción de la enseñanza presencial, indicó el informe.

En Austria los estudiantes se dividirán en grupos para asistir a las escuelas día por medio y respetar así el distanciamiento social necesario, explicó el ministro de Educación Heinz Fassman según varios informes.

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Una profesora da la bienvenida a los estudiantes en una escuela de Israel.

Clases más pequeñas

Israel comenzó un retorno escalonado que continuará en las próximas semanas y estableció un límite máximo de 17 estudiantes por aula.

El ministro de Educación dijo a CNN que la asistencia a las escuelas que abrieron a comienzos de la semana fue del 60%, lo que posiblemente indica que los padres estaban nerviosos por el retorno de sus hijos a las escuelas.

Escritorios distanciados

Dinamarca, uno de los primeros países de Europa que cerró las tiendas, restaurantes y escuelas, recibió nuevamente a los niños en los centros educativos.

Los escritorios están colocados de tal manera que los estudiantes permanecen al menos a dos metros de distancia.

Almuerzo en los salones de clases

En Dinamarca los estudiantes ahora almuerzan en los salones de clases, con el objetivo de evitar que se concentren en grupos grandes durante el descanso.

Sin personal mayor

En Australia el gobierno pidió al personal de mayor edad o más vulnerable que, en la medida de las posibilidades, trabaje desde la casa.

 

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Señalizaciones en un centro educativo de Ettlingen, Alemania, ayuda a los estudiantes y profesores a mantener la distancia.

Distanciamiento en los pasillos

Alemania le pide a los estudiantes que mantengan el distanciamiento social dentro y fuera de las aulas. Algunas escuelas están interviniendo los pisos con señalizaciones para marcar distancias y direcciones de movimiento, con el objetivo de que las personas mantengan las separaciones requeridas para su propia seguridad.

Sombreros muy anchos

Una escuela primaria de Hangzhou, China, entregó a los niños sombreros para utilizar en el aula que los ayudan a mantener las distancias requeridas, informó el medio People’s Daily.

 

Mascarillas en todos lados

En todos los sitios donde los estudiantes y profesores retornaron a las aulas, las mascarillas parecen ser la constante.

Una mascarilla y alcohol en gel en el escritorio de un estudiante en Pardes Hanna-Karkur, Israel.

Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/2020/05/07/te-contamos-como-es-el-retorno-a-la-escuela-en-distintos-paises-del-mundo/#0

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Colombia: Prevén deserción de hasta el 25% en universidades del país

Redacción: Portafolio

De acuerdo con Ascun, el impacto podría extenderse hasta el 2022. Diversas posturas de las instituciones frente a los alivios.

Como consecuencia del golpe económico que ya se siente con la pandemia, se prevé que para la segunda mitad del año muchas familias no cuenten con los recursos para asumir las matriculas universitarias.

En este sentido, de acuerdo con la Asociación Colombiana de Universidades (Ascun) el cálculo de deserción para el segundo semestre, estaría entre un 23% y 25%. El gremio manifiesta además que este fenómeno podría mantenerse sobre el 2021 en un 20% y en un 18% en el 2022.

A 2018 había en Colombia 2.408.041 estudiantes en la educación superior, según las cifras del Ministerio de Educación, de los cuales el 80,5% se encontraban estudiando bajo la modalidad presencial.

Hoy, ante la imposibilidad de la asistencia, la educación se ha visto forzada incursionar en un modelo virtual lo que a su vez supone desafíos, uno de ellos, precisamente, relacionado con el valor de las matrículas.

“Yo estimo que podemos tener hasta un 30% de caídas en las inscripciones porque hay cosas que salen del control de las instituciones como el empleo de la gente. Esto no lo podemos controlar por más que ayudemos a la población”, asegura José Leonardo Valencia, rector del Areandina. Esta universidad ya cuenta con descuentos mínimos del 20% en las matrículas de cualquier modalidad, rubro que incrementa hasta un 40% para estudiantes que hagan parte de grupos deportivos y culturales.

Como consecuencia, Oscar Domínguez González, director Ejecutivo de Ascun manifiesta que es urgente unir los esfuerzos de familias, universidades y Gobierno para garantizar que los estudiantes puedan acceder a la educación.

A lo que se suma Alejandra Sánchez, representante de la Asociación Colombiana de Educación Superior (Acrees), quien expone que el Gobierno puede ayudar a mejorar la liquidez de las universidades para darles un mayor margen de maniobra, a través de la suspensión de las cuotas que tienen con Findeter o el congelamiento del cobro del IVA durante un año, “un valor aproximado a los $30.000 millones”, dice.

LOS ALIVIOS

De acuerdo con un estudio del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, hay 360 Instituciones de Educación Superior (IES) en el país y 13.555 programas académicos activos. “En promedio, entre el 2007 y el 2018, el 42% de los estudiantes que se inscribieron en IES oficiales fueron admitidos. En el caso de las IES privadas, fue el 79%”.

Sin embargo la cifra de inscritos, como se mencionó anteriormente, tendrá una significativa reducción por lo que las universidades han venido implementando estrategias.

“Desde que inició esta situación, la decisión fue tener en el foco de nuestras acciones a los estudiantes, por eso decidimos dar un descuento del 30% a todos los alumnos nuevos y antiguos de pregrado y posgrado”,
 aseguró César Guerra Arroyave, rector de la Universidad de Medellín.

Otra de las instituciones que hizo anuncios tempranos referentes al pago de matrículas, fue la Universidad Externado con reducciones de hasta el 15%.

En el caso de la Javeriana de Bogotá el descuento se fijó en un 5% , pero las directivas refuerzan la necesidad de volver a la presencialidad. “La Universidad ha formulado diversos escenarios orientados a un retorno gradual y seguro después del 31 de mayo de acuerdo con exigentes protocolos”, destacó Luis Prieto, vicerrector académico.

Entre tanto, y aunque no hay pronunciamientos frente a matrículas, las ayudas de instituciones como la Universidad del Norte en Barranquilla y el Rosario en Bogotá, se enfocan en otros alivios para la comunidad estudiantil. En el primer caso, el 70% de los estudiantes cuenta con apoyo financiero y se habilitaron canales para la atención de casos particulares, mientras que en el segundo, Alejandro Cheyne, rector de la institución destacó que “hemos creado nuevas formas de apoyo a los estudiantes en esta coyuntura como son subsidios de alimentación y entrega de computadores para los hogares que lo necesiten”.

Finalmente, la Pontifica Bolivariana de Bucaramanga, estudia la implementación de unos bonos solidarios para sus estudiantes.

LAS INSTITUCIONES SOLICITAN APOYO

La semana pasada en una carta dirigida al Gobierno, algunas universidades como la Central, la Jorge Tadeo Lozano, la Pontificia Bolivariana, la Universidad de Boyacá, la Fundación Universidad de América, la Universidad Autónoma de Manizales y la Universidad Libre, entre otras, solicitaron medidas urgentes para la educación superior como la extensión de los pagos de capital a Findeter y la ampliación de los cupos del Icetex.

Argumentan que la deserción podría ser del 50% y que hay instituciones que no cuentan con el músculo financiero para sostenerse durante la crisis.

Fuente: https://www.portafolio.co/economia/preven-desercion-de-hasta-el-25-en-universidades-del-pais-540759

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Ecuatorianos protestan en medio de la pandemia para exigir la salida del ministro de Finanzas: ¿cuáles son las razones?

Redacción: Actualidad

Hay un descontento generalizado por la reducción del presupuesto a las universidades, el pago de deuda en medio de la pandemia y los proyectos de ley de carácter económico.

Este jueves, algunos ciudadanos se concentraron frente al Palacio de Carondelet en Quito, sede de la Presidencia de Ecuador, para exigir la salida del ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez.

«Fuera Martínez, fuera», se oyó decir a los manifestantes, que se congregaron en medio de las restricciones que existen en el país por la pandemia del coronavirus.

Los asistentes respetaron la distancia que exigen las autoridades para la prevención del contagio, además asistieron con tapabocas e, incluso, algunos con overoles para protegerse completos.

También rechazan que, desde la cartera que dirige, se hiciera un recorte de 98.210.190 dólares al presupuesto de 32 universidades y escuelas politécnicas del país, según denunció la Asamblea del Sistema de Educación Superior Ecuatoriano (ASESEC).

Sobre este tema, la Corte Constitucional emitió este martes 12 de mayo medidas cautelares y resolvió que el Ministerio de Economía y Finanzas, así como otras instancias, «suspendan y se abstengan de realizar modificaciones presupuestarias que puedan tener un impacto negativo en el presupuesto de las instituciones de educación superior». Además solicitaron a las instituciones involucradas a informar sobre la medida en un plazo de ocho días.

Leyes en el Congreso

En el país, además, hay un descontento por dos proyectos de ley enviados a la Asamblea Nacional, con carácter urgente: la Ley Orgánica de Apoyo Humanitario para combatir la Crisis Sanitaria derivada del Covid-19 y la Ley Orgánica para el Ordenamiento de las Finanzas Públicas.

La primera contempla, entre otras cosas, la creación de contribuciones especiales por parte de personas naturales y jurídicas, con las cuales el Estado estima recoger unos 1.400 millones de dólares.

En principio, el proyecto establecía contribución por parte de los ciudadanos que devengan 500 dólares de sueldo; sin embargo, en el Parlamento subieron ese monto a 2.500. Mientras, las empresas deberán aportar un 5 % de sus utilidades, cuando hayan ganado más de un millón de dólares.

El otro proyecto, relacionado con las finanzas públicas, plantea la creación del Fondo de Estabilización Fiscal, cuyo objetivo es garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas o la capacidad de egresos en educación y salud; también propone reformas a diferentes cuerpos normativos.

Estos proyectos de ley fueron enviados a la Asamblea Nacional la noche del 16 de abril y deberán ser tratados como «económico urgentes», es decir, el Parlamento tiene 30 días para su debate y aprobación, y, en caso de no hacerlo, se pone en marcha automáticamente tal como lo envió el Ejecutivo.

Otra protesta en Guayaquil

Este mismo jueves, otro grupo de personas se concentró en las cercanías del Parque Centenario de Guayaquil, la ciudad más afectada por la pandemia del coronavirus en Ecuador.

Además de manifestar su descontento por la reducción al presupuesto universitario, también protestaron ante la falta de protocolos para el levantamiento de cadáveres en la urbe, en medio de la pandemia; por el extravío de fallecidos, cuyos familiares desconocen su destino final, y la falta de fondos para la salud pública.

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Fuente: https://actualidad.rt.com/actualidad/353181-protestas-ecuador-piden-renuncia-ministro-economia

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Back to school, back to normality? Dilemmas in high-income countries

There seemed no doubt when schools closed earlier this year that closures were a necessary response to the pandemic. The question is whether that reasoning has sufficiently subsided for the opening of school doors to be again acceptable. If groups of 10 people or more are being banned from assembling, how can classrooms of 15 students be allowed? If yesterday we were at risk of possible infection – and fatality – how, today, is it ok for students and teachers to group together in a school where social distancing is particularly hard to control? Policy makers, parents and teachers all have strong but conflicting views.

There are multiple approaches to opening schools in high-income countries at the moment. In Denmark and Norway, some schools and creches have already reopened. One cost-effective approach to the problem is to teach outside, something that Denmark is doing, as this eye-opening photo series shows. In Germany, the details of how schools will reopen are up to its 16 states to decide, but pupils in primary school are due to return to school in a staggered way, starting next week. France’s pre-primary schools are due to open on May 11 and other schools progressively from May 18.

In Australia, where schools are opening in New South Wales and Queensland, the staggered return will be handled differently by each school, with the hope that children will be able to go back full-time for the third term, which begins on July 20. The Government has said that families with multiple siblings should be prioritised and has suggested organising students by house colours, or alphabetically.

Parents in countries, such as France, have reacted with bemusement. If parents are confused about when their children can start school, so are teachers. The rules, regulations, and opening schedules, hours and provisions are seemingly different everywhere.

The core deciding factors for schools reopening are related to the timing, the conditions and the processes, says a resource paper by UNESCO on ‘Preparing the reopening of schools’. The conditions, however, are not always agreed upon. In France, for example, the government’s scientific committee advised keeping schools closed until September – advice which has not been taken. There appear to be conflicting findings as to whether children are as likely to transmit the virus or not, with some in Germany claiming they are, but others in Australia – cited by the Prime Minister when announcing schools were to reopen – claiming the opposite.

What we do know is that adults face the highest risks of coronavirus transmission, which means teachers are likely most at risk. The Australian Education Union, for example, is concerned by the prospect of schools reopening, saying that the report claiming children were not vectors of the virus “provides little clarity about how governments are going to ensure a safe working environment for teachers, principals and support staff”.

One of the main unions in France is equally as concerned about how this adds up, asking: “How can we avoid a new epidemic flare-up when almost 900,000 teachers and 12 million students are re-assembled in class?” In the United Kingdom, over 200,000 people have signed petition of NEU, the main education union, to “open schools when it is safe” with signatures climbing every day, including those of more than a quarter of head teachers in the country. The NEU also believes that “systematic testing and contact tracing needs to be operating fully and be accessible,” all part of regulated hygiene measures in school that Germany’s main teacher union described as a “mammoth task”.

In the United States, teacher unions are also warning that sending them into crowded schools without widespread testing is an unacceptable risk. The head of the union in New York City wrote last week that it won’t support a return without testing for all students and staff, daily temperature checks, and tracing of those have been in contact with someone showing symptoms. Reportedly 68 education department staff have died in the city. The leaders of the country’s two largest teachers’ unions said they wouldn’t rule out teachers strikes if schools reopened too soon. The head of the American Federation of Teachers, was reported saying that if school doors opened again without regulated hygiene measures in place, “you do everything you can to … use your public megaphones.”

In China, for instance, not only are all students wearing masks, but there are often glass dividers between desks and teachers have proper personal protective equipment. In the United States, teachers are meanwhile commenting on the amount of funds made available to improve the security of schools after the spate of school shootings, but the lack of anything similar in the face of today’s crisis.

In March 2020, UNESCO ran an online survey on education responses to COVID-19, which showed that the majority of MOEs are eager to reopen schools as soon as possible. But the core push-factor for sending children back to school, apart from its core role in helping children learn – and learn on a more equal footing – is economics. Brookings recently did some quick back-of-the-envelope calculations on how much it will cost to keep schools closed for four months, concluding that it would set the United States back $2.5 trillion—12.7% of GDP. No wonder the political urgency.

Although one teacher in France wrote in a recent opinion piece “I am not responsible for the logistical challenges of capitalism,” the fact is that schools are definitely part of the economic motor of society. The deciding factor has to be whether risk-mitigating measures are in place. These are listed in a new framework for re-opening schools produced by UNESCO, UNICEF, the World Bank and the World Food Programme. “The first condition for a successful transition to onsite education is meaninigful social and policy dialogue with educators and their unions,” David Edwards, General Secretary of Education International, told us for this blog. Teachers  are partners, not pawns, in this new phase. To get this wrong will see union movement, and potential further education interruption unfold.

The fear of these past few months as Covid-19 has taken over the world will no doubt take some time to get over. Hesitance to return back to normal too quickly is likely a normal reaction, therefore. Aside from the health factors at play, however, we have a real chance now to build back better, rather than to rush back to normal. It would be a wasted opportunity not to assess how to deliver education more inclusively, starting by a more considered re-entry into school from among the most vulnerable families, rather than on a first-come-first-served basis. The 2020 GEM Report on inclusion and education is prepped to be launched on 23 June. We are excited about sharing its messages with you all – messages that could not come at a better time.

Fuente: https://gemreportunesco.wordpress.com/2020/05/05/back-to-school-back-to-normality-dilemmas-in-high-income-countries/

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Entrevista a Carlos Skliar: «Un mundo en estado de excepción no puede pedirle a la educación normalidad»

Entrevista/14 Mayo 2020/Autor: Pablo Gutiérrez del Álamo/eldiariolaeducacion.com

El escritor y pedagogo Carlos Skliar se muestra algo excéptico sobre los aprendizajes que puedan sacarse de esta crisis del Covid-19 que vivimos. El sistema de mercado, dice, es capaz de reponerse de las crisis y la sociedad, en muchos casos, se muestra acrítica con lo que ocurre. Un ejemplo puede ser el modo en el que los sistemas educativos siguen queriendo funcionar con «normalidad» en donde ya no queda nada «normal».

Carlos Skliar es muchas cosas: escritor, pensador, investigador y pedagogo. También es investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Argentina, CONICET, e investigador del Área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Argentina. Desde hace años tiene la vista puesta en la infancia y en las diferencias. Ha desarrollado lo que ha dado en llamar pedagogía de las diferencias, de hecho, y reflexiona sobre el papel que estas tienen en el mundo. Hablamos con él para saber cómo está viviendo estas semanas y para reflexionar sobre la educación en estos momentos de pandemia.

La contraposición habitual entre contenidos y competencias la evita para hablar de la necesidad de otros contenidos y formas de hacer, no solo ahora sino en general en la educación. Dar cabida a temas que implican una conversación sobre la vida y la realidad, dejando a un lado aquellos que parecen sacados de «los informativos de la televisión o a las formas superfluas de opinión de influencers y coachings en las pantallas».

¿Cómo está pasando este tiempo en Buenos Aires? ¿Cómo está siendo allí la pandemia, el confinamiento?

En Buenos Aires en particular, y en Argentina en general, hemos tenido la suerte de un Estado presente desde el comienzo, atento a la experiencia dramática de otras partes del mundo y, aun viviendo una situación de pauperización que se venía arrastrando desde hace un tiempo, consciente de que la dicotomía entre salud y mercado es falsa. El confinamiento sigue siendo estricto desde hace más de un mes, en general se lo ha respetado, pero suenan algunas alarmas a propósito de las violencias de género, las violencias hacia niñas y niños, y las difíciles condiciones económicas de quienes no pueden buscar su sustento diariamente,

En España, después de casi dos meses de encierro, niñas y niñas han salido a la calle ¿Cómo está siendo en la Argentina?

Todavía hoy, a fines de abril, las niñas y niños no han podido salir a la calle y ya hay una serie de medidas que indican que pronto lo harán. Se percibe ese aire enrarecido en las calles cuando, al salir por un trámite o una compra o para ayudar en algún centro educativo u hospitalario, no se ven ni niñas, ni niños, ni ancianos. El extrañamiento, para mí, es mayúsculo: el paisaje ciudadano está despojado de sus edades más frágiles, más esenciales.

Durante estas semanas de confinamiento, y las que quedan, aquí se intenta que el curso siga con cierta normalidad. Parece que darlo por terminado (quedan dos meses por delante) es excesivo, injusto. ¿Cómo lo ve usted?

Tengo una opinión desde los márgenes al respecto. Un mundo en estado de excepción, una vida puertas adentro, una sociedad amenazada y el distanciamiento social no pueden pedirle a la educación ni “normalidad”ni “habitualidad”. Por un lado creo que lo que nos salva es cierta ritualidad, sí, pero no una determinada repetición. Me da la sensación que dada la contingencia inesperada es hora que la educación revierta su tendencia dócil y adaptativa a las exigencias de la época anterior (el conocimiento lucrativo, la aceleración del tiempo, la híper-tecnología, el vínculo utilitario entre competencias y mercado, etc.) y pueda concentrarse en dos dimensiones poco reconocidas o bien abandonadas: por un lado la conversación a propósito de qué hacer con el mundo y qué hacer con nuestras vidas, justamente ahora que el mundo vuelve a estar en riesgo y que las vidas se han visto confinadas; por otro lado, el hacer cosas juntos que nos devuelvan el tiempo liberado: la narración, el arte, la lectura, el juego, la filosofía.

¿Cree que en este tiempo se está mirando correctamente a la infancia? ¿Hay margen para un cambio de perspectiva, más cercana a la de sus derechos?

Desde hace un tiempo vengo pensando que la época anterior a la pandemia había ya producido una separación dolorosa entre niñez e infancia, es decir, que la mayoría de los niños habían perdido la posibilidad de una experiencia de tiempo de intensidad, no sometida a la lógica de las finalidades, las utilidades, a la exigencia de rendimiento. No solo la niñez habría perdido su infancia sino la humanidad en general. La solución por los derechos me parece una parte del problema, quizá su carácter más enunciativo, pero creo que hay algo más: insisto en que buena parte de la actividad pre-escolar y escolar debería tener como condimento esencial el “devolver” infancia la niñez, esto es para mí lo más formativo, lo que se recordará con el paso tiempo, lo que hará que una nueva generación no se “adultice” tan rápida y dolorosamente.

En su pensamiento está presente la dicotomía entre vida y mercado, entre lo que es la educación y lo que debería ser. La situación actual, el interés de los gobiernos porque los contenidos curriculares sigan, a pesar de las carencias y dificultades de muchas familias y niñas y niños, ¿qué le parece?

Si entendiéramos por contenidos aquellas preguntas, cuestiones, problemas, encrucijadas que a cada momento pone sobre la mesa educativa, si pudiésemos comprender que esos contenidos no pueden solo parecerse a los informativos de la televisión o a las formas superfluas de opinión de influencers y coachings en las pantallas, si creyéramos de verdad que los contenidos configuran en realidad una conversación serísima sobre el mundo y sobre la vida, sean o no curriculares, dar continuidad tiene un aspecto de ritual que a mi modo de ver debe sostenerse. Pero quizá este procedimiento se ha vuelto obsesivo y poco interesante, reduciéndolo todo a sus formas más banales: dar tareas, exigir su cumplimiento, evaluar, y todo a través de mecanismos virtuales. Entiendo la situación de emergencia y la desorientación que nos provoca. Pero: ¿a esto queda reducida la forma –siempre informe, siempre por hacerse- de la escuela? ¿Y la conversación que debería acontecer, por ejemplo, durante y después de una lectura, de un juego, de una información determinada? ¿Y la compañía de los educadores y de pares? El mercado siempre parece encontrar respuestas a sus crisis, pero la educación no puede someterse a esa lógica ni hacer de cuenta que todo sigue tal cual era. Por el contrario, si hubiera alguna oportunidad en este tiempo, es aquella de mostrar esa “anormalidad”y las causas que la produjeron.

Hace unos días leía una entrevista que le hacían en Página 12. Decía en ella: “Dado el agobio de lo real, ¿qué espacio de libertad se puede crear?”. Hoy, dado el agobio generalizado, ¿qué se respondería a usted mismo?

Los espacios de libertad son siempre condicionales o condicionados, y quizá la palabra libertad hoy suene absurda o esté pisoteada. Cuando pienso en la experiencia de libertad lo relaciono con cierta imagen de apartarse, de refugiarse, de cuidarse de ciertos hechos horrorosos que el mundo viene provocando en las vidas; pero no lo hago en términos individuales, auto-referenciales, solo para quienes pueden ejercer una práctica libertaria personal. En educación esta palabra, como también igualdad o solidaridad, no puede ser sino una idea colectiva, y se refiere a la posibilidad de encontrar en las instituciones esos espacios liberados del trabajo y del peso que supone ser adulto en este mundo. En términos más acotados me parece que se puede oponer esa imagen de experiencia de libertad con la exigencia de rendimiento. Una actividad, que en sus orígenes es ofrecida como experiencia de libertad común y enseguida pasa a tener un aire a exigencia de rendimiento, pierde su sentido de presente y de trascendencia.

¿Cree que en estas semanas se ha revalorizado la relación entre maestros y alumnado o que puede afianzarse la idea de que la educación es posible sin docentes?

Había leído tiempo atrás que en cierta literatura especializada ya se anunciaba la educación sin educadores, y me resultaba curiosa la idea, por no decir absurda. La vida en general, no solo la vida escolar, sería impensable sin maestros, sin aquellos con quienes hacernos preguntas, sin aquellos con quienes pensar en voz alta, sin poder escuchar la narración de lo ancestral y no solo de las novedades, sin tener otras referencias adultas fuera de los padres, sin reunirse alrededor de lo público, sin aprender los modos artesanales en que se construyen los saberes, sin ser cuidados y sin la experiencia de la igualdad. Esto define no solo la necesidad de una figura sino también la necesidad de un espacio como las escuelas. Ahora bien: en esta contingencia los educadores están agotados, están trabajando mucho más que antes, deben preparar incluso lo que no puede prepararse de antemano, sin olvidar que en este lado del mundo las condiciones de esa labor siguen siendo precarias, tanto material como simbólicamente.

Tengo la sensación que durante la pandemia de lo que se trata en educación es solo de hacer hacer, de mantener ocupados a los niños y los jóvenes

¿Cuál puede ser el papel de maestras y maestros estos días?

Los partidarios del vínculo unívoco y absoluto entre educación y nuevas tecnologías, como única forma válida de transmisión en el reinado de las sociedades del aprendizaje, están de parabién.

Las escuelas, los colegios y las universidades están vaciadas –y llenas de fantasmas– en sus espacios pero no en sus dictados: todo se hace a distancia, como era de prever, sin olvidar que antes de la cuarentena buena parte de los sistemas educativos tendían a ello o deseaban hacerlo de una buena vez. La tecno-educación ya había invadido las aulas en buena parte de las prácticas y el mercado había apostado decididamente por la creación de una posibilidad cierta de hacer de las instituciones de formación salas virtuales, salvo bellas y contadas excepciones.

Cuánto de lo humano ya era en sí tecnología es algo que puede y debe discutirse, pero la invasión en estos tiempos críticos de recursos, formas, estrategias, diseños, herramientas, buenas prácticas, todos ellos afiliados a la idea de virtualidad es una preocupación que me resulta insoslayable. ¿Qué queda del educador que toma la palabra y la democratiza a través de los sinuosos caminos de las miradas y las palabras de los estudiantes? ¿Qué queda de las formas conjuntas de hacer arte y artesanía, de tocar la tierra, de jugar, bajo la forma tiránica de la pantalla siempre-encendida?

Tengo la sensación que durante la pandemia de lo que se trata en educación es solo de hacer hacer, de mantener ocupados a los niños y los jóvenes, de replicar horarios y rutinas. Como si pudiéramos reconcentrarnos en un mundo que está en aislamiento y olvidarnos de lo que nos angustia y conmueve. Así vistas las cosas, así condensadas, es factible que la imagen del educador quede completamente desdibujada, sea una suerte de parodia de sí misma, o bien ofrezca a algunos desapasionados por la formación la salida tan buscada a su propio hartazgo. Hay una confusión, deliberada o no, de medios y metas, de lo cerrado y lo abierto, del ejercicio y su posible trascendencia, de la tarea y del arte, del aprender por medio de, a aprender con alguien qué, de la conectividad y del contacto.
Hoy, ahora mismo, si hubiera una potencia en el educador ella es la del cuidado, la compañía, la conversación a propósito del mundo y de la vida, y la hospitalidad. No se trata de contenidos sino de continentes, no es una cuestión de formato sino de urgente presencia. Y no es un problema de estar-ocupados sino de estar-juntos.

Han quedado al descubierto las enormes diferencias en las condiciones de acceso a la educación de la infancia… ¿cree que aumentará la preocupación de los gobiernos una vez que termine el confinamiento?

Casi toda la infancia ha sido ahora dividida entre quienes acceden a internet desde sus casas y quienes no lo hacen y, de aquí, ya se ha vislumbrado una relación con el aprendizaje porvenir. Los gobiernos tienen y tendrán por delante una difícil tarea que es la reconstrucción desde las cenizas. Sin olvidar que los sistemas públicos de salud, de educación, de cultura, ya estaban comprometidos o desahuciados en buena parte del mundo, en estas latitudes habrá una niñez literalmente mucho más empobrecida que antes y habrá que imaginar y reinventar políticas de urgencia.

¿Qué habremos de aprender para salir de esta crisis con sociedades más fortalecidas?

Soy algo escéptico al respecto, porque podría ser que el sistema económico actual se haya visto herido en esta pandemia, y acelere sus procesos de desigualdad para compensar las pérdidas. También es cierto que se escucha por todas partes la idea de que estamos frente a una oportunidad. Que todo esto, cuando acabe, si es que acaba, nos hará mejores. Puede ser, ojalá, incluso me gustaría contribuir y participar en ello. Pero en este momento uno debería ser mucho más cauto o evitar, al menos, ser negligente: hay gente que se ha muerto y otra que se morirá, sobre todo ancianos, y no parece que morirse sea una oportunidad. En todo caso espero que la experiencia de pérdida de confort y seguridad, que la experiencia del hilo tenue que separa la vida de la muerte, que la experiencia de tantas y tantos que han hecho de este tiempo doloroso un tiempo de solidaridad, generosidad y responsabilidad, se imponga por sobre la mezquindad deshumanizante del mercado.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/11/un-mundo-en-estado-de-excepcion-no-puede-pedirle-a-la-educacion-normalidad/

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Regreso a clases

Por: Luis Hernández Navarro

Gustavo de Hoyos es uno de los críticos más beligerantes de la derecha patronal en contra de Andrés Manuel López Obrador. “Estamos –dijo– ante un gobierno altamente destructivo de la inversión en el país”. El mandatario le respondió describiéndolo, no sin razón, como politiquero disfrazado de empresario y “traficante de influencias.

Está bien que tenga aspiraciones, pero que no use su representación, porque además afecta a los empresarios, le reviró el Presidente de la República en una mañanera al dirigente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).

A pesar de ello, el secretario de Educación Pública (SEP), Esteban Moctezuma, se reunió virtualmente con la Comisión de Educación de la Coparmex, para explicarle lo que el gobierno está haciendo en el terreno de la enseñanza ante la pandemia.

En plena línea de continuidad con las prácticas de Aurelio Nuño en el sexenio pasado, Moctezuma anunció a los tiburones empresariales que, una vez que se regrese a clases, la SEP aplicará una evaluación diagnóstica para valorar los conocimientos que los alumnos adquirieron con el programa Aprende en Casa.

Satisfecho, Gustavo de Hoyos respondió con un mensaje en su cuenta de Twitter en el que informó sobre la presencia del secretario Moctezuma en su reunión y reconoció al gobierno federal por mantener el servicio educativo en la contingencia sanitaria, a través de programas como Aprende en Casa.

La presencia del secretario en el acto del sindicato patronal es muestra del enorme despiste y la interminable serie de pifias de la SEP para enfrentar la problemática del coronavirus. Aunque, según el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el gobierno federal se preparó desde el 3 de enero para enfrentar la crisis, las autoridades educativas ni anticiparon ni elaboraron una estrategia para sortear el reto. De manera que, muchas de sus acciones –como ir a rendir cuentas a la Coparmex– han sido, por decir lo menos, fallidas.

El pasado 30 de abril, por ejemplo, fecha en que se celebra el Día del Niño, una actividad tradicionalmente organizada por la SEP, la ceremonia oficial corrió, en los hechos, a cargo del doctor López-Gatell. El evento puso en el centro las preocupaciones de niños y jóvenes ante la pandemia.

En contraste, en lugar de invitar a los niños a celebrar la efeméride a partir de la vida misma, las autoridades educativas mantuvieron la educación a distancia con un plan de estudios que nada tiene que ver con las angustias y los intereses de los estudiantes en este momento, y siguieron exigiendo a maestros enviar diariamente a sus jefes videos, fotografías, listas de asistencia, evidencias y reportes insensatos.

Evaluar los conocimientos que los alumnos han adquirido por medio de Aprende en Casa –como anunció el secretario Moctezuma a la Coparmex– es un absurdo. Porque, a pesar de lo que asegura la SEP en su boletín 114, el plan es un fracaso. No se puede exportar la educación de las aulas a los hogares. Son espacios distintos. Los padres de familia no son profesores. Hay, además, una enorme cantidad de estudiantes que no tiene acceso ni a las herramientas tecnológicas ni a la televisión para seguir los cursos. Peor aún, los contenidos que se trasmiten a través del televisor aportan muy poco a la comprensión de lo que los alumnos están viviendo.

Aprende en Casa es una gran cortina de humo para aparentar que, ante la pandemia, el sistema educativo sigue funcionando, cuando realmente está colapsado. Es una puesta en escena para controlar y vigilar al magisterio. Una demostración de poder de una burocracia que poco conoce la realidad escolar en el terreno.

Qué tan descolocada está la SEP ante la crisis sanitaria puede verse en la danza de las fechas que ha dado sobre el regreso a clases. Las autoridades educativas se comportan como si pudieran manejar el calendario del comportamiento del Covid-19 de la misma manera en la que administran un almanaque escolar. El anuncio de reanudar cursos el 1º de junio es tan improbable como cualquier otro. Tan es así que se acaba de informar que el pico de la pandemia culminará hasta el 20 de mayo.

Retornar a las aulas el 1º de junio será una absoluta irresponsabilidad. Es prácticamente imposible en un sistema escolar como el mexicano mantener la sana distancia e implementar medidas de higiene adecuadas. Los planteles llevan casi dos meses abandonados. Las aulas son reducidas, están sobresaturadas, su mobiliario es básicamente binario y tienen poca ventilación. En promedio, hay 28 alumnos por maestro (más en muchos centros escolares), más del doble de estudiantes que el promedio de los países desarrollados. Además, no hay personal filtro, ni gel, ni cubrebocas, ni Lysol y, en muchos casos, ni siquiera jabón. Más aún: 57 mil 500 escuelas no tienen acceso al agua de la red pública del Estado.

Según el doctor José Elizalde, jefe del Departamento de Neumología del Instituto Salvador Zubirán, el tema de las escuelas es preocupante. Hay un gran número de pacientes asintomáticos. Habría que seguir hasta el fin de año haciendo educación a distancia. Se puede decir más fuerte, pero no más claro. Hay que decretar el fin del ciclo escolar, elaborar programas de educación pertinentes para la cuarentena y a lo que sigue.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/05/12/opinion/015a1pol

Imagen: https://pixabay.com/photos/kids-school-emotions-globe-2835430/

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