Por: Rebelion.org.
En la décima quinta entrega de la serie, la activista afroecuatoriana Sonnia España denuncia las carencias económicas que sufre su comunidad como resultado del racismo estructural y cultural: «No educarse es una nueva forma de esclavitud». Reafirma los principios de su organización, la Agrupación Afroecuatoriana de Mujeres Progresistas: «Buscamos la autonomía y el empoderamiento económico que nos permita hacer frente a la violencia de género, el racismo, la discriminación y la exclusión del Estado».
¿Podría comentarnos sobre su actividad en la comunidad?
Vivo en el sector Nigeria de la Isla Trinitaria donde trabajo con dos organizaciones: la Agrupación Afroecuatoriana Mujeres Progresistas (AAMP) y África Mía, emprendimiento por la economía popular y solidaria para el turismo comunitario. En este momento, tuvimos que cerrar las dos organizaciones por la cuarentena. Pero hemos organizado un comedor para proveer alimento a las familias más necesitadas. Hay unas 4.800 familias en el sector Nigeria y la mayoría no tiene trabajo.
¿Cómo funciona el comedor?
Proveemos -con ayuda de la empresa Khare- 150 almuerzos por día en la Cooperativa Independencia 2 (sector Nigeria) y luego quisiéramos ir ampliando a otras cooperativas. Cocinamos los almuerzos, los empacamos y los distribuimos casa por casa. Ahora estamos trabajando ocho o más mujeres en la limpieza, cocina y reparto. Los platos son arroz con camarón, locro y otras comidas. Por ahora, la comida es para los niños, las personas de la tercera edad y las personas con discapacidades Esperamos ampliar la cantidad de platos por día y llegar a más gente…
¿Cómo los ha afectado el coronavirus en el sector Nigeria de la Isla Trinitaria?
Aquí no tenemos coronavirus. Aquí tenemos otra pandemia, la pandemia del hambre. A este hambre se le suma que no hay qué vender con el Quédate en casa. Un 95% de la gente son trabajadores informales, no tienen ningún ingreso en este momento. Y del 5% que tiene un empleo fijo, algunos lo han perdido. Mi hijo trabajaba en la empresa eléctrica y ¡hace tres días lo botaron del trabajo!
¿Podría contarnos sobre su vida? ¿Cuáles fueron sus motivaciones principales para trabajar en su comunidad? ¿Nació en Guayaquil?
Yo soy nacida en el cantón Eloy Alfaro de la provincia de Esmeraldas. Cuando tenía seis años mi madre me mandó a vivir con una tía en Guayaquil, hace 46 años. Desde entonces, pasé por muchas cosas difíciles. Me casé, mejor dicho, me escapé al puro estilo esmeraldeño con mi novio [Ríe]… después me separé cuando me di cuenta de que mi vida no era normal (por la violencia). Cuando conocí mis derechos, quise ponerlos en práctica. Más tarde, conocí a mi actual pareja con la que llevamos 15 años… entonces, yo ya había aprendido a defender mis derechos como mujer.
En 1999 un grupo de mujeres negras formamos la Agrupación Afroecuatoriana Mujeres Progresistas en el sector Nigeria del barrio Isla Trinitaria, al sur de Guayaquil. Queríamos mejores oportunidades de vida para nuestras familias. Trabajamos para fortalecer las relaciones humanas y la vida comunitaria -pues uno de los retos era vencer el individualismo. Otro reto era fortalecer nuestra identidad étnica, en lo cultural y en lo político como ciudadanas afroecuatorianas. Buscamos la autonomía y el empoderamiento económico que nos permita hacer frente a la violencia de género, el racismo, la discriminación y la exclusión del Estado. Recién en esa época empezamos a entender la violencia de género, la violencia sexual, como un problema. Antes la veíamos como algo «normal». Queríamos capacitarnos y tener autonomía para desarrollar nuestros emprendimientos y hacer frente a la violencia (doméstica y externa).
Aprendimos a tener autoestima y sentirnos orgullosas de ser afroecuatorianas.
Después formamos África Mía que ya tiene 19 años. Es decir, Mujeres Progresistas es una organización social y África Mía es una organización de servicios: tenemos un restaurante de cocina tradicional, salones de belleza afro, talleres de costura y turismo comunitario. Además de una caja de ahorro y crédito para apoyar los emprendimientos de las integrantes. Cuando formamos África Mía éramos 89 mujeres y ahora contamos con la participación activa de 286 mujeres jefas de hogar.
¿Ha tenido algún efecto positivo el Decenio Afrodescendiente para disminuir el racismo en Ecuador?
El racismo no es solo estructural sino también cultural. Si eres negro, eres ladrón, según piensa mucha gente en Ecuador. Para romper con ese pensamiento, hace falta cambiar las estructuras, ofrecer oportunidades de educación y de trabajo. Que se haga justicia y se reconozca el aporte de los negros en la historia de este país. Nada de eso sucedió con el Decenio Afrodescendiente declarado por la ONU (2016) y refrendado por Ecuador. Solo quedó en papeles.
Los afrodescendientes somos el 7,4% de los ecuatorianos y no nos quieren ver. Nos hacen falta organizaciones, no estamos organizados. No tenemos trabajo. No tenemos educación. Y vivimos en una sociedad con el estereotipo de que todos los negros son ladrones. Sin embargo, hubo algunos avances. Hoy hay algunos policías negros, por ejemplo. Y la gente tuvo que aprender a tolerarnos…
¿En las escuelas públicas del sector hay algún maestro o alguna maestra afrodescendiente?
No hay ni un solo maestro negro en las dos escuelas públicas del sector. Los maestros vienen de afuera de la comunidad. No entienden culturalmente a los chicos.
¿Cuáles son las posibilidades de que una o un adolescente afrodescendiente de este sector vaya a la universidad?
Aquí hay miles de jóvenes y es raro que alguien vaya a la universidad. Los jóvenes quieren ir, como mi propia hija, pero les dicen que no hay cupo. Mi hija aplicó varias veces, quiere estudiar Sociología, pero la respuesta es siempre la misma: NO hay cupo. Si le siguen negando la educación, terminará siendo otra madre soltera de este barrio.
No educarse es una nueva forma de esclavitud. Durante la pandemia se ha agravado porque aquí NADIE tiene computadora. Y el acceso al internet no es bueno. La educación por internet, para nosotros significa NO educación.
¿Cuáles serían las causas principales de la situación crítica que se vive en los barrios de Guayaquil?
Si nosotros entendiéramos como comunidad cuáles son nuestros derechos, iríamos a reclamar para conseguir que se cumplan nuestros derechos. Pero no lo hacemos. Y tenemos un gobierno municipal que lleva 30 años en el poder y no hace nada. En Monte Sinaí no tienen ni agua siquiera. Aquí el municipio no ha hecho alcantarillado ni otras obras básicas. Al principio de la temporada invernal* no hicieron fumigaciones contra el dengue, por ejemplo. En este sector falta todo.
Con el gobierno nacional, igual. Lo votamos a Moreno porque teníamos muchas expectativas; pensamos que tendría otra sensibilidad hacia nuestras comunidades. Lo cual no fue así.
Mencionó el dengue, que es endémico en la Costa. ¿Cómo es la situación?
Hay una epidemia increíble de dengue en nuestro sector. Yo estuve muy enferma, al igual que mi familia y muchos vecinos. Yo creí que me moría, y para colmo los síntomas de dengue son muy parecidos a los de COVID-19: fiebre, dolores musculares, problemas respiratorios. Estuve muy mal. Hace cinco años tuve un derrame cerebral; perdí parte de la movilidad del brazo derecho y todavía me queda algo de dificultad para hablar. Además, soy diabética e hipertensa -dos agravantes que me ponen en situación de riesgo a mi edad
No podía respirar. Y no podía ir a un hospital. No tenemos atención médica aquí. Por suerte, me atendió por teléfono una familiar médica que vive en Esmeraldas. Y me recetó los remedios que me curaron. Y los mismos tomaron mis familiares y vecinos. Así nos curamos. ¡Y recién ayer, al fin del invierno, pasaron fumigando por primera vez contra el mosquito del dengue!
Sonnia, antes de terminar y dejarle continuar con sus actividades, quería preguntarle sobre su bella túnica. ¿Fue hecha en Ecuador?
Fue hecha en el taller de costura de nuestra organización África Mía. Pensamos que para fortalecer nuestra identidad cultural era importante desarrollar una vestimenta propia, que nos exprese al igual que la música o la gastronomía. Nosotras nos elaboramos los trajes con telas de estampados africanos que compramos en Colombia. Hacemos los diseños y elaboramos los trajes para hombres y mujeres, y también los turbantes.
Nota: * la temporada de lluvia con altas temperaturas, cuando se propaga el mosquito vector del dengue, se inicia en diciembre y finaliza en mayo; se llama popularmente «invierno», o temporada invernal.
«Voces de Guayaquil, epicentro de la pandemia en Ecuador» consiste en una serie de entrevistas a residentes días posteriores a que su ciudad estuvo en la primera plana de los noticieros internacionales por los muertos sin sepultura y sus familiares clamando por ayuda a un Estado aparentemente inexistente. Trabajadores, artistas, estudiantes, docentes comparten sus vivencias desde la ciudad que es el centro económico y financiero del país y que paradójicamente también es la ciudad con mayor concentración de pobreza. Se estima que un 17% de los 2.700.000 habitantes de la urbe viven en condiciones de pobreza. Recostada sobre las aguas terrosas del río Guayas, con un clima muy cálido y húmedo que no hace mella en la actividad intensa y el carácter hospitalario y amable de sus habitantes, Guayaquil tiene la mayor densidad de población del país y el sistema de transporte público con más usuarios. Estos elementos junto a las profundas deficiencias del sistema de salud pública nacional cuyo presupuesto fue reducido un 36% en el último año y la desorganización del gobierno municipal son factores que ayudarían a explicar por qué la ciudad concentra el 70% de los casos de COVID-19 en Ecuador y la mayor cantidad de contagios per cápita en toda América Latina.
Fuente de la entrevista: https://rebelion.org/aqui-tenemos-otra-pandemia-la-pandemia-del-hambre/