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Detrás del vidrio: diario de la pandemia

Detrás del vidrio: diario de la pandemia
Por Silvia Duschatzky, investigadora del Programa Políticas, Lenguajes y Subjetividades en Educación de la FLACSO Argentina


Hay vidas que necesitan existir para expandirse, otras sólo “respiran” al ritmo del flujo del capital. No pueden mutar, solo modularse en su propia materia. Para estas “vidas” la muerte no existe. Crecen en el sí mismo de la maquinaria mercantil, travestida, pero igual.

Reclusión obligada, conectividad obligada 24/7. El agobio es distinto pero agobio al fin. Impregnado de novedad radical, de no saber mañana, no sabe después, no saber cuándo termina, no saber cómo seguir…

El “acontecimiento” nos lanza a nuevos automatismos. En eso somos torpes, como el bebé que camina a tientas en su inaugural aventura bípeda. Alcohol en gel, lavandina diluida, zapatos abandonados a la entrada de la casa, lavado hoja por hoja, billete por billete, alimento por alimento. Esta hiperexigencia sigue secuestrando nuestro tiempo vital y paradójicamente nos aferramos a prótesis finitas. ¿Es la vida que quiere perseverar en su ser?.

El ser de lo vital bucea en huecos de aire.

Avizorar otras formas de vida, necesita ahuyentar la cercanía de la amenaza, ahora mortal más que mortífera.

No hablemos del capitalismo en su misma lengua, la de la abstracción… las urgencias piden pragmáticas que frenen la suya, siempre atenta a la especulación canalla. No me envíen sesudas reflexiones… no me ofrezcan soluciones… no hablemos igual que antes. La fragilidad humana se impone en su pequeñez y en su grandeza. El alma llora y ríe cuando lo que se aproxima huele a abrazo y a poema. “No quiero tener la terrible limitación de quien vive sólo de lo que puede tener sentido. Yo no: lo que quiero es una verdad inventada”, Clarice Lispector.

“La luna brilla en un charco de rabia”… canturrean niñxs que confinados adentro imaginan su afuera.

Del laberinto se sale por arriba: “… llueven pedacitos de muerte por todos lados. Desde lo alto de mi piedra un gato negro clavó su mirada rubia sobre el pozo… en donde alguna vez vivieron mis grises y dilatados ojos. Con filosofía y altivez parece inspeccionar cada recoveco de mi alma, atrapada allí abajo, donde nada vive sin morir primero. El hueco en mi boca espera aquel grito sordo que espante a la bestia. Como el rayo aguarda el trueno con paciencia de hormiga… Acurruco coraje… tan sólo un parpadeo para despegarme de los huesos que me aprisionan bajo tierra y volver al agua, allá Arriba… tan sólo un parpadeo para volver a ser pez”, Leopoldo Marechal.

Y en la desesperación que huye del desconcierto se levantan maquinarias que no admiten que “continuar” es no escuchar el intervalo que nos “propone” el cimbronazo. Tareas escolares a distancia, conectividad a full. Profesores en soledad, enfrascados en sus disciplinas, no pueden más que intentar aventajar inútilmente el tiempo involuntariamente interrumpido.

Encontrar juntos la pregunta, la tarea, la ficción, el juego… podría ser una manera de salir “del laberinto por arriba”. No es posible continuar… no es aconsejable intentarlo. Más bien navegar las aguas turbias hasta que algo renazca. Grupos de maestrxs suspendiendo cronogramas, arrimando alguna invitación. Ahí encontraremos los mejores aliados, los pibes.

28 de marzo

Coletazos de realismo. El virus no sólo carga con su fuerza genética infectable. El virus desparrama otras infecciones, tan mortales como su inoculación. La reclusión “protege” también de las proximidades. Del acceso a los recursos básicos de subsistencia. De la circulación urbana. De otros cuerpos. El común necesita “contagios”. No sea cosa que la inmunización anule al eros. El repliegue abre su reverso… y entonces, sumamos una firma para frenar los femicidios y entonces, le gritamos al chabón que cuarentena en la calle que ahí va una bolsa con víveres y un guiño de compañía. Y entonces, buscamos maneras de seguir vivos, en la soledad y en la compañía mediada…

31 de marzo

Sospecho que no es lo mismo el virus que la experiencia virus. El virus nos mata pero no sólo si nos atrapa, nos mata cuando nos recuerda que allí, agazapada asoma la muerte. El virus derriba velos. No, el virus no, nosotrxs ofreciendo(le) la tierra del deseo. Cada vez que salgo a comprar una rutina antecede al momento de abrir la puerta. Guantes, ropa que luego me sacaré apenas vuelva, alcohol en gel en la mochila… no es inocuo este instante, ni los similares que le siguen adentro, montos de enorme energía se van sin recarga…

Atisbos de experiencia “virus”. Llego a la verdulería, unxs y otrxs guardamos la distancia prudencial, giro la cabeza intentando encontrar alguna mirada cómplice. Las calles casi desérticas. Miro el cielo mientras voy andando, instantes fugaces de “alegría” o algo así. Nacer es nacer al mundo. Es contra natura el encierro. Y a su vez nacemos otra vez cuando la pequeñez de los pasos, la mirada al horizonte, el deseo que esas dos cuadras sean eternas, el aire rozándonos, los rostros desconocidos que abrazamos con la mirada nos vuelven a la vida.

Me despiertan los pájaros. Algo vive aún… la escucha de un canto.

Me despiertan los pájaros, existo fuera de mí.

3 de abril

Olvidar el virus y hacer la experiencia virus. La experiencia de atender urgencias sustrayéndonos del miedo urgente. Un grupo de profesores se junta con la distancia que no obstruye cercanías y a la velocidad de la emergencia confeccionan protectores de acetato para los médicos y enfermeros de un hospital. La escuela se aleja del “valor de cambio” y se arroja al valor de uso. Desoye la continuidad pedagógica y se lanza a la continuidad vital y fraterna.

Escuchar las urgencias no es un andar desesperado. Ecos de pensamiento dejarán huellas en la invención de otras formas de escuela. De la mutación viral a la mutación de existencias. Escuela molecular se impone al modelo de escuela, a la molarización cansada y empequeñecida.

4 de abril

Hoy es sábado. Lo dice el calendario. No hay más señales. Sólo las sutilezas del ánimo me cuentan de alguna diferencia entre ayer y hoy, entre hace un rato y ahora.

Cuando iba a la escuela, tomábamos distancia. Un brazo alzado hacia adelante marcaba la separación que los ojos vigilantes chequeaban.

Camino hacia la farmacia, el cielo de un celeste inusual, el sol abarcando las calles. Algunos pocos caminan ensimismados, enfundados de barbijos y guantes. Me ubico en la cola, a distancia del de adelante. No es necesario medir los pasos que nos distancian a unos de otrxs. El virus ya hizo lo suyo. La única señal es advertir al “semejante” en una peligrosa proximidad.

Mi cuerpo está cansado… el señor de adelante me cuenta cómo preservar al barbijo para que dure. Me distraigo viendo los bares alrededor. Las sillas en su interior apiladas. Gente tomando un café, leyendo, charlando… banalidades de “antaño”. Piden reiniciarse.

“Mi agenda” dice: a las 18 skype con una amiga. Skype, zoom, whatsapp, teléfono, Facebook. Variedades igualadas en la ausencia de piel.

Hace días que intento pintar… aún no pude. Hay tiempo.

Una amiga me cuenta que casi se incendia su edificio. Sus moradoras son mujeres mayores, no tanto y más jóvenes. Un ruido sordo, monocorde se infiltraba en su casa. Luego el humo, su olor, su pesadez. El parate aguza los sentidos. Se juntan algunas. Los peligros sorprenden donde no imaginamos. Algunos necesitan tribu para conjurarse.

Caminaban a tientas por el sótano hasta dar con las llaves de luz. La humareda nublaba la atmósfera. Las viejitas se protegían en los balcones. “Tranquilas, ya pasa”, gritaba alguna desde el sótano. Cercanías olvidaron el metro 20 de distancia. En ocasiones ampara la vecindad de los cuerpos. Mujeres que olvidan “la inmunización “ cuando la vida acecha con lo incalculable.

5 de abril

Desde que arrancó la pandemia es la primera vez que intento leer un libro, de papel. Los diarios de Emilio Renzi de Ricardo Piglia. Abro en la página 113, ahí había quedado hace meses. Veo un subrayado…“la novela se va a llamar Respiración artificial. Encuentro un poema de Eliot…el epígrafe de la novela. Tuvimos la experiencia pero no su sentido”…

Tenemos la experiencia pero no su sentido… Sobrevivir al sentido es la experiencia.

11 de abril

Ayer salí a comprar. De barbijo a barbijo se oían murmullos emocionados haciendo umbral frente a una dietética. “¡¡¡Yo a Alberto lo banco!!! Se me eriza la piel cuando pienso que nos cuida”… Una mezcla de sensaciones me asalta. Mi mirada se anclaba en la escena de la charla: distancia + barbijos + voces conmovidas bancando al señor que traza la cancha. Yo, siempre iconoclasta, al costado de cualquier centro, derribando padres… Hoy, mis lentes y barbijo ocultaban un nimio guiño de complicidad. Hoy.

Una mujer levanta sus manos enfundadas en guantes naranjas, esos que se usan para la limpieza. “Gracias pachamama”… Giraba sobre sí misma, pedía aplausos. No me pregunte nada, ni el motivo de su agradecimiento, ni el porqué de su sonrisa. Guantes naranjas que portaban manos hacia arriba interrumpían el gris de las “protecciones”… risas y cuerpo danzando alcanzaban.

Mi nieta de cuatro canta… “entro en un túnel, no sabemos hoy, ni sé quien soy”. Veo a los niñxs crecer a través de la pantalla, escucho sus voces en audio. Inventemos abrazos de verdad… “cuando termine la cuarentena, y te asusten los monstruos, vení a casa que te voy a abrazar” dice Pedro. Simulacros de abrazo en la lejanía, convenidos simulacros.

Un amor me dice… “no hay más que hoy, no falta nada, escucha eso que se le escapa a la ansiedad de un después”. Me propongo repetirlo como un mantra… no funciona. Sí, su voz.

Conversación en zoom con un grupo de maestrxs… plano cuadriculado expone rostros y nombres en formato foto carnet. Iconos de micrófonos cruzados o despejados indican el silencio o la toma de la palabra. Conversamos sobre escuelas que se desdibujan sin territorio, profesorxs que distraídos de sus planes se encuentran enredados en charlas inesperadas. Lapsos de olvido mediático. Desvíos de aislamiento.

Otto baila, sonríe, busca con su mirada el rostro de su papá, de su mamá. Sigue con su rutina o casi. Los  jueves íbamos a la plaza. ¿Hace cuánto ya no es jueves?

14 de abril

15 hs. Me quedé sin efectivo. Y sin huevos y sin aceite. Me obsesiona el budín de banana que imagino cocinar. Y no es posible sin huevos ni aceite. Salgo con la idea de volver en media hora. Estoy en una interminable cola, pregunto la hora. No tengo celular. Cinco y veinte me contesta el de atrás mío. Aún resta un rato para mi turno. Dos personas delante. Cada compra que me antecede me resulta interminable. Respiro, vacilo entre irme o quedarme. Ya perdí una reunión acordada por whatssap y mi sesión de análisis. Me quedo. Nada justifica continuar postergando el budín de banana.

Regreso a paso firme tratando de desafiar el cansancio que me invade. Luego del trámite agobiante que se repite cada vez al volver, subo las escaleras. Me tiro al sillón en el que suelo leer y ahí, esperándome nuevamente Piglia. Leo un párrafo del Diario en el que Renzi relata una caminata post resaca. Descalzo recorre la calle Ayacucho cubierto de un gabán que esconde su pijama. Una ansiedad se fija en mi estómago. ¿Cómo es que vagabundea tan liviano frente al peligro del virus?. Todos los tiempos son este tiempo.

15 de abril

Me despierto abombada. Dormí mal, de a intervalos. Soñé que abrazaba a mi hija. No recuerdo más. ¿Me pregunto de qué sirve el análisis hoy? Se me angostan las palabras.

Ayer abrí una canilla del baño, intenté cerrarla pero giraba en falso. La opción plomero descartada. Desconozco donde se encuentra la llave de paso. La profecía de la biblia se encarnó en mi casa… “haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches y borraré de la faz de la tierra a todo ser viviente que he creado”.

20 de abril

Leo un escrito de Ana Longoni. No alcancé a conocerla el pasado septiembre cuando estuve con María Acaso, Amador y otra gente en el Reina Sofía charlando sobre las formas urgentes de perforar tanto automatismo que insiste en las escuelas. Leo “No tener olfato”. Es curioso que su relato pequeño se “huele”, su escritura emana olores, sensaciones físicas. Me anima leerla, como si aún hubiera algo que descubrir. No en el encierro sino en lo que se filtra. Encontrar maneras de decir que huelan a ajo, jengibre, cúrcuma y ganas.

26 de abril

Me enfundo para salir, camino unas cuadras… aún no llegué a los 500 metros permitidos. Licencia de cinco cuadras dan respiro. Me cruzo con un vecino que va sin barbijo. Estiro el brazo, le rozo la mano. Me acompaña el tacto de su mano unos segundos. Ey no podés salir así, le grito tras mi barbijo con una sonrisa cómplice. Se ríe. Hace cuánto no sonrío por la calle. Hace cuánto. La atmósfera pesa. Humedad y sordidez. Caminantes con sus compras cabisbajos. Bolsas que dejan ver alimentos. Necesitamos nutrientes. Me paro frente a un negocio. Levanto la mirada al cielo. Calles que tanto pisaba hoy están cubiertas de amarillo, colchón de hojas que crujen al pisar. Mullidas, doradas… Abro la puerta de mi casa, tiro las bolsas… cierro. Un poco más, unas cuadras más. Unos metros más…

Leo el diario por internet. Una entrevista a Alberto. “¿Cómo puede enojar una cuarentena si es para cuidar la vida”? Me tranquiliza que sea él y no ese que lo antecedió. Me tranquiliza no parecernos a EEUU ni a Brasil. ¿Qué es vivir? ¿Un corazón latiendo? A mí me late cuando juego con mis nietos, cuando mi amor me abraza tan fuerte que temo que mi columna se quiebre. Me late cuando quiero probar cómo no ser tanto yo. Adentro conjuro al bichito, adentro vivo cuando habito las fisuras ignoradas de mi sabida casa…Vivo cuando olvido el encierro, cuando imagino los abrazos que vendrán. Bancamos Alberto, pero no olvides que una vida se cuida cuando se vive “sin techo”, en horizontal.

Hace días charlaba por teléfono con un querido amigo. Solíamos encontrarnos de tanto en tanto. Mate, abrazos y divagues nos unía. Las moléculas interpretan escribe en una nota que acabo de leer. Le pregunto, frente al vértigo de indiferenciarnos con microscópicos organismos, ¿las moléculas se enamoran? ¿sufren? ¿Se ríen?. No hubo mate, sí abrazos y divagues que pueblan un tiempo sin contacto.

Fuente: https://www.flacso.org.ar/noticias/detras-del-vidrio-diario-de-la-pandemia/

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El corto trecho entre coronavirus y mutilación genital

Reseñas/21 Mayo 2020/elpais.com

Las medidas de confinamiento son una trampa para mujeres y niñas. Un estudio sobre el aumento de la ablación a causa de la nueva pandemia confirma que el cierre de escuelas y programas en zonas vulnerables provocarán dos millones más de casos en la próxima década

Algunas veces, las coincidencias pueden ser realmente extrañas. El 28 de abril, el Gobierno de Sudán anunció una ley que por fin convertirá en delito la mutilación genital femenina, en uno de los países africanos con mayor número de víctimas de esta cruel tradición patriarcal (Unicef considera que el 87% de las mujeres del país la ha sufrido). Sudán era, hasta ahora, uno de los más reacios a considerar delito lo que para muchos grupos étnicos sigue siendo un sello de pureza indispensable para cualquier chica que aspire a un buen matrimonio.

En las mismas horas en que activistas de todo el mundo celebraban esta victoria histórica por los derechos de las mujeres, el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), inició un estudio sobre la posibilidad de que la mutilación genital femenina se propague en todo el mundo a causa de la pandemia en curso. Es uno de los numerosos efectos secundarios de la covid-19: las medidas de confinamiento, el toque de queda y el cierre de las actividades económicas y de las escuelas, decretado en toda en África para detener el virus pueden ser una trampa para muchas mujeres y niñas, que serán aún más vulnerables frente a la violación de sus derechos.

Según los expertos del UNFPA, que han publicado el análisis en colaboración con la ONG Avenir Health, la universidad estadounidense Johns Hopkins y la universidad australiana Victoria, la prolongación del confinamiento podría provocar en la próxima década dos millones más de casos de mutilación genital femenina respecto a las cifras previstas, además de 13 millones de matrimonios forzosos para niñas menores de 10 años.

¿Las razones? En primer lugar, el retraso en la aplicación de los programas contra la mutilación genital femenina, que se basan en encuentros con las comunidades, la sensibilización de los jefes de las aldeas, las reuniones y el intercambio continuo de informaciones. Todo ello ha quedado en suspenso debido a los cierres causados por la covid-19 y la restricción de movimientos.

La mutilación genital femenina afecta a 200 millones de mujeres en el mundo y tiene consecuencias psicológicas y sanitarias devastadoras, según el último informe de Unicef. La mayor concentración se produce en África, donde 27 Estados siguen registrando distintos porcentajes de esta violencia de género, incluidos aquellos que la declararon ilegal mucho antes que Sudán. Estos porcentajes varían del 95% de mujeres que han sufrido la mutilación en Guinea al 76% de Burkina Faso; del 65% de Etiopía al 24% de Senegal; hasta países donde la práctica es marginal, pero aún no se ha erradicado, como Benín (9%) y Togo (3%).

“Los nuevos datos muestran el impacto catastrófico que la covid-19 podría tener pronto en las mujeres y las niñas de todo el mundo”, afirma la directora del UNFPA, Natalia Kanem. Aunque son solo cálculos: “Las proyecciones ofrecen una visión alarmante sobre el futuro de las mujeres y las niñas, a menos que se hagan urgentemente esfuerzos para garantizar su bienestar y sus derechos”.

Cuatro mujeres sudanesas caminan juntas por un barrio de la capital del país, Jartum, el pasado 5 de mayo de 2020, pocos días después de que Sudán prohibiese por ley la práctica de la mutilación genital femenina.
Cuatro mujeres sudanesas caminan juntas por un barrio de la capital del país, Jartum, el pasado 5 de mayo de 2020, pocos días después de que Sudán prohibiese por ley la práctica de la mutilación genital femenina. ASHRAF SHAZLY AFP

Es probable que las mutilaciones genitales femeninas aumenten también debido a la crisis económica y la consiguiente pobreza, que es el principal motor de los matrimonios infantiles que, en países en los que se sigue esta tradición, van precedidos del “corte” de la niña para que llegue pura a la boda. “Las familias pobres tienen más probabilidades de casar a sus hijas en tiempos de estrés económico, para aliviar la carga que supone cuidarlas”, subraya Natalia Kanem.

Judy Gitayu, coordinadora regional en África de la campaña Equality Now, ha observado que también el cierre de las colegios durante la pandemia puede ser perjudicial, y no solo desde el punto de vista educativo. “Las escuelas, en general, son lugares seguros para las niñas”, asegura, “y aquellas que no asisten a clase son más vulnerables a la violación de los derechos humanos, incluida la explotación sexual y laboral, la mutilación genital, el embarazo precoz y el matrimonio infantil. Además, las escuelas suponen un canal para denunciar violaciones o amenazas y tomar medidas; la pandemia ha bloqueado esta importante fuente de salvaguardia, lo que seguramente se traducirá en una menor protección para las niñas y una menor responsabilidad para los autores del delito”.

También hay quienes aprovechan el encierro para retomar de nuevo campañas a favor de la mutilación genital femenina, que se presenta como una tradición cultural típicamente africana que debe mantenerse para preservar su identidad étnica. Lo denuncia, en Nairobi, en Kenia, Everlyne Komba de la red EndFGM: “En las comunidades donde la mutilación genital femenina está profundamente arraigada, la niña no tiene otra opción, no puede negarse sin pagar un precio social, físico o cultural muy alto. En situaciones de emergencia como la que estamos experimentando debido al virus, esas consecuencias degeneran en intolerancia extrema o en etnoterrorismo, o incluso en sanciones sociales como la marginación dentro de la comunidad, el abuso psicológico, o la maldición, la excomunión y las amenazas de muerte”.

Tomemos el ejemplo de Kenia, considerado el país más avanzado del África subsahariana en la lucha contra la mutilación genital femenina, con un porcentaje de víctimas en constante disminución (actualmente, el 21%). El Gobierno de Uhuru Kenyatta se ha comprometido a suprimirla por completo de aquí a 2022, es decir, ocho años antes que el quinto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU. “Una meta muy ambiciosa”, comenta Komba, que ahora se enfrenta a un movimiento pequeño pero decidido que se opone a la criminalización de esta práctica.

«La pandemia ha creado las condiciones ideales para que estas personas persigan sus motivaciones perversas, aprovechando que las instituciones están completamente enfocadas en responder a la covid-19 y, por lo tanto, prestan menos atención a otros asuntos». La activista africana comunica que ha recibido noticias directas de niñas a las que mutilaron clandestinamente (en Kenia se considera un crimen desde 2001), y lo mismo cuenta la psicoterapeuta y feminista de origen somalí Leyla Hussein, que ha fundado en Reino Unido, donde vive, varias asociaciones que brindan apoyo psicológico a las víctimas de la mutilación genital: “En este período, estoy dando apoyo a través de Internet a muchas activistas de África”, explica. “Una de ellas me dijo que en su aldea mutilaron a 45 niñas en una mañana. Por supuesto, la pandemia está matando a muchas personas, pero creemos que, en el mundo, cada 11 segundos se le corta el clítoris a una niña. ¿Por qué no podemos preocuparnos también por esto? Sin embargo, el aumento de esta violencia contra las mujeres tendrá un gran impacto en comunidades enteras”.

De hecho, en toda África se alzan voces que invitan, en este período de covid-19, a no bajar la guardia en lo relativo a los derechos de las niñas. En Ghana, la actriz Yvonne Ossei, protagonista de una serie de televisión que habla precisamente de la mutilación genital femenina, no pierde ninguna ocasión de recordar públicamente a sus compatriotas que no se escuden en la pandemia para no denunciar los abusos contra las mujeres. En Kenia, en el condado septentrional de Samburu, Bernadette Loloju, del organismo gubernamental Anti-FGM, declaró a la agencia Reuters que el cierre de escuelas desde el 16 de marzo ha provocado un aumento de la mutilación genital. “Se ha detenido incluso a una madre que hizo que mutilaran a su hija de 12 años”, refiere, “y las autoridades nos pidieron a los técnicos y a los jefes de la aldea que visitáramos las comunidades rurales del condado para vigilar”.

En el sureste de Nigeria, Kenneth Ehouzou, del UNFPA, ha observado que durante el confinamiento es casi imposible vigilar a las comunidades, y que el alto riesgo de mutilación genital también se debe a la falta de apoyo social a las niñas, obligadas a recluirse en su entorno familiar. En otras palabras, si los padres deciden mutilar a su hija, ella no puede pedir ayuda a nadie.

En Tanzania, la ONG Hope reunió a expertos internacionales (todos a través de Internet) para buscar la mejor manera de lidiar con el posible aumento de las mutilaciones clandestinas debido al nuevo coronavirus: “En la región de Mara”, señalan desde Hope, “el 32% de las mujeres han sufrido la mutilación genital. Hope ha abierto dos casas refugio para niñas que huyen de esta práctica: llegan por la noche, con lo puesto, y les ofrecemos seguridad, educación y esperanza. Ahora nos preguntamos cómo equiparnos para un posible aumento de casos”.

En Nigeria, donde más de 40 millones de mujeres, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), sufren la herida de una mutilación genital, durante un foro organizado en Lagos por la fundación Think Right, varias asociaciones han pedido al Gobierno federal que, durante esta pandemia, redoble sus esfuerzos contra esta forma de violencia. “Nunca quise circuncidar a mi hija de 10 años, a pesar de la presión de la familia de mi marido”, contaba la activista Foluke Olowoyo durante el foro, “pero cuando fuimos a visitarlos con ocasión de un funeral en el estado de Ekiti, al suroeste del país, los parientes cogieron a la niña y la mutilaron a la fuerza, y luego trataron de aplacar nuestra ira diciendo que el clítoris es un tabú y que una niña no circuncidada sufrirá graves consecuencias en la vida. Mi hija desarrolló una infección y poco después murió. Esta es la realidad de la mutilación genital femenina”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/11/planeta_futuro/1589200091_762767.html

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Confluencia de virus en América Latina (II)

America Latina/20/05/2020/Autor y Fuente:  .anred.org

La pandemia altera el escenario de restauración conservadora y rebeliones populares. La derecha extiende la militarización y divulga argumentos negacionistas para resguardar las ganancias. Exalta ese lucro en desmedro de la vida y justifica el ajuste en plena emergencia. El experimento criminal de Bolsonaro es el gran test regional de los reaccionarios. El rumbo sanitario progresista de Argentina se extiende a otros planos sin zanjar una tónica definitiva. La comparación con México esclarece el curso de ambos gobiernos. En plena emergencia del coronavirus, Venezuela afronta con éxito la agresión imperial y Cuba ha recuperado un significativo protagonismo internacional por su labor solidaria. El repliegue estadounidense y la introspección europea desconciertan a las elites, mientras aumenta la gravitación de China ante la parálisis de los organismos latinoamericanos. Se ha introducido un paréntesis en la lucha social, en un marco de gran confluencia de reivindicaciones populares con cuatro debates en la izquierda. El humanismo socialista recobra significado. Segunda Parte – Por Claudio Katz1

 

Leer la Primera Parte

La pandemia reordena el contexto regional de los gobiernos reaccionarios, progresistas y radicales. También modifica el marco de las rebeliones populares que desafían la restauración conservadora.

Todos los mandatarios derechistas utilizan la cuarentena para militarizar sus gestiones. Han generalizado el estado de excepción y el protagonismo de las fuerzas armadas. En Colombia hay toque de queda y asesinatos de líderes sociales en sus propios hogares. En Perú se instauró una ley de gatillo fácil, que exime a los gendarmes de responsabilidades en el uso de sus armas. Pueden vulnerar con total impunidad el principio de proporcionalidad en sus respuestas represivas.

En Chile se ha postergado el plebiscito y aumenta el uso de un garrote, que ya provocó 45 asesinatos, centenares de heridos, miles de detenidos y 545 casos de pérdida parcial o total de la visión. También en Bolivia se pospusieron las elecciones e impera un gobierno pro-dictatorial, que intenta impedir con las botas el retorno de Evo. En Ecuador rige la misma brutalidad y una descarada manipulación de la justicia contra los opositores. En El Salvador el autoritarismo sanitario ha coronado la irrupción de los soldados en el parlamento y en Guatemala la cuarentena funciona en contubernio con el crimen organizado.

EL DESCARO NEOLIBERAL

Los derechistas despliegan todos los argumentos del negacionismo. Suelen exigir el fin de cualquier cuarentena subrayando su efecto demoledor sobre la economía. Con sorpresiva preocupación por los humildes, describen cómo las reglas sanitarias frenan el nivel de actividad afectando a los pobres. Pero omiten que la ausencia de esa paralización convertiría a los desamparados en las principales víctimas de la infección. Lo ocurrido en Europa y Estados Unidos ha corroborado ese impacto social diferenciado del coronavirus.

Los voceros del capital también señalan que la región carece de recursos, para implementar el freno de la economía que dispusieron algunos países de Europa2. Pero registrando justamente esa limitación, los gobiernos que protegen la salud pública han impulsado un aislamiento social más estricto.

La contraposición entre salud y economía que difunden los derechistas es totalmente falsa. Frente a una pandemia los cursos de resguardo deben ser definidos por los sanitaristas. A los economistas sólo les corresponde evaluar opciones de cumplimiento de esas reglas. No existe una pugna de primacías entre ambas disciplinas.

En el caso de Argentina, muchos exponentes del gran empresariado valoran la centralidad oficial asignada a los epidemiólogos, pero cuestionan la falta de una presencia equivalente de los economistas. Ignoran que el consenso entre los sanitaristas para actuar en una pandemia, no se extiende a convergencias similares en el manejo de las crisis sociales. En este terreno hay visiones invariablemente contrapuestas, para dirimir cómo se reparten los costos de las medidas adoptadas para contener la infección.

Los negacionistas encubiertos levantan la voz contra el autoritarismo y el manejo estatal discrecional de la pandemia3. Exceptúan de esta crítica a los mandatarios neoliberales que reparten palos entre los pueblos y apuntan su dedo acusador contra el “populismo”. Esa desventura es señalada como la invariable causa de todas las desgracias latinoamericanas4. Pero olvidan que el coronavirus se extendió especialmente en las administraciones neoliberales, como consecuencia del resguardo de las ganancias a costa de la salud pública. El fantasma del populismo no explica nada.

Tampoco es cierto que la pandemia disolvió las ideologías, imponiendo la vigencia de conductas pragmáticas entre mandatarios de distinto signo5. Si hubiera imperado esa equivalencia los resultados serían semejantes y no contrapuestos. Es evidente que Bolsonaro y Fernández o Lenin Moreno y Díaz Canel no transitan por el mismo sendero.

Algunos analistas resaltan la validez de la tesis pragmática, exhibiendo encuestas de aprobación indistinta a todos los gobiernos. Pero esos sondeos sólo aportan dudosas fotografías del momento. Además, la manipulación de la información socava la credibilidad de esas evaluaciones. Los grandes medios suelen desechar los informes que contrarían sus mensajes, con el mismo descaro que impugnan las cifras de la pandemia de los gobiernos hostilizados.

INDIFERENCIA FRENTE A LA VIDA AJENA

Los mensajes del neoliberalismo han asumido un inédito correlato de crueldad. El manifiesto que suscribieron todos los próceres regionales de la reacción sintetiza esa brutalidad6. Proclaman la primacía de la Bolsa frente a la vida humana (salvo la de ellos), exaltando las facetas más anti-humanistas de su credo. La prometida felicidad del consumo ahora ocupa un lugar secundario.

Esta nueva retórica es coherente con el comportamiento de la clase capitalista regional, que en los períodos de auge económico usufructúa de los subsidios del estado. En las crisis también reclama esas subvenciones, pero sin aportar ninguna contribución a la emergencia. Ese egoísmo retrata especialmente a las burguesías locales internacionalizadas, que se han distanciado por completo de sus precedentes nacionales.

La actitud adoptada por Techint ilustra esa conducta. Se transformó en la primera fortuna de Argentina lucrando con subsidios, privatizaciones y contratos y no dudó en disponer el masivo despido de operarios en medio de la cuarentena. Chantajeó a los trabajadores y al gobierno para imponer ese terrible atropello, que ha repetido en Guatemala, Colombia, Canadá, Brasil y Japón. La empresa fue directamente artífice del crimen social de Bérgamo, forzando la continuidad de labores en plena expansión del coronavirus. De esa forma actúan las multinacionales que se han autonomizado de los mercados internos, estableciendo sedes en ignotos paraísos fiscales.

Ciertamente la pandemia aportó una tabla de salvación a todos los gobiernos derechistas corroídos por las protestas del año pasado. Pero recuperaron la iniciativa en una coyuntura muy excepcional y les resultará difícil conservar el oxígeno logrado en esta crisis.

En muchos países la oposición ya recupera protagonismo (Ecuador, Colombia) y en otros la derecha ensaya andanadas, sin forjar proyectos o liderazgos (Argentina). La propia gestión de la pandemia exige un tipo de intervención estatal, ajeno al neoliberalismo mercantil que endiosan todos los reaccionarios. El gran test del futuro se procesa en Brasil.

LOS PERFILES DEL FASCISMO

Bolsonaro no se detiene ante la aterradora escalada de muertes que provoca su decisión de forzar la inmunización de la población ante el virus. Esa indiferencia retrata un experimento atroz, que ningún gobernante del capitalismo central finalmente se atrevió a ensayar en la práctica.

La alocada conducta y la lunática ideología del presidente brasileño ilustran su performance fascista. Mientras invoca a Dios y denuncia el “corona-comunismo”, tantea la viabilidad de un golpe autoritario para disolver el Congreso. Multiplica las provocaciones tosiendo en público y exhibe una maldad que combina los delirios retóricos, con la agenda clásica de la derecha neoliberal.

La necro-política que implementa frente a la pandemia es una variante la violencia fascista. Sin recurrir a la acción paramilitar propicia la muerte de los desamparados. Pero frente a la adversidad de los escenarios que afronta, aún está lejos de consumar su proyecto troglodita.

Bolsonaro ha instalado un discurso criminal pero no monopoliza el poder político. Mantiene una base social muy insuficiente y la influencia de su camarilla sobre los militares es una incógnita. Por estas razones cabe la posibilidad de un amoldamiento de su gobierno al patrón conservador clásico. También puede prevalecer su desplazamiento, si se crea una situación de ingobernabilidad.

La salida de Moro ha ilustrado por el momento la ruptura de la coalición con el establishment político, judicial y mediático. No se sabe si el ejército arbitra, tutela o depende de Bolsonaro. Las fuerzas armadas comparten su estratégica alianza con Trump y lucran con todas las prebendas corporativas que ha introducido el desequilibrado ex capitán.

Algunos analistas estiman que Bolsonaro afianza su predominio, forzando renuncias, desafiando el impeachment y negociando con militares, que a diferencia del pasado carecen de un proyecto propio de gobierno. Además, se presenta ante los poderosos como el único freno al retorno de Lula, con capacidad para imponer en el Parlamento las leyes del ajuste7.

La biblioteca opuesta resalta la inédita turbulencia política que generan las fosas de muertos y la economía en picada. El desbocado presidente pierde aliados y acumula un récord de denuncias para su eventual destitución8. Si esas tensiones convergen con una reactivación de las protestas por abajo, el gran anhelo de “Fora Bolsonaro” podría convertirse en el nuevo dato de América Latina.

VARIANTES DEL PROGRESISMO

La pandemia ha definido parcialmente el cariz del gobierno de Fernández, al frente de una coalición de vertientes conservadoras y progresistas del peronismo. Las primeras medidas y las figuras incorporadas a su administración ya presagiaban la preeminencia de los sectores centroizquierda. Ese anticipo ha sido confirmado en el manejo de la pandemia.

El tipo de protección sanitaria impulsado por el oficialismo expresa una visión progresista, pero muy alejada de propósitos radicales. Por eso se gestiona el control de la infección mediante acuerdos con el poderoso sector privado de la medicina prepaga. Se negoció con esas empresas la continuidad del servicio sin subir las cuotas y con cierta centralización de los recursos de las clínicas.

La postura progresista se verifica en un discurso anti-negacionista, que choca con la exigencia de levantar la cuarentena. Ese planteo ha contribuido a crear una importante conciencia colectiva del peligro que entrañan los contagios. Se ha producido una sorprendente aceptación de las restricciones, en un país reacio al acatamiento de esas normas.

El gobierno ha manejado las reglas del encierro hogareño sin ninguna militarización. Es cierto que abundan las denuncias de apremios, abusos e incluso represiones de las fuerzas de seguridad. Pero a diferencia del grueso de la región, esos actos no se inscriben en un marco de estado de excepción o toque de queda.

El contraste con las administraciones derechistas es notorio en varios terrenos y las diferencias con Brasil son abismales. Nunca los dos vecinos estuvieron tan distanciados en la gestión de una misma crisis. Ambos países recibieron los primeros fallecimientos por coronavirus en la misma fecha y al cabo de dos meses, la divergencia de resultados es abrumadora9.

Pero la reinvención progresista de Fernández frente al coronavirus será corroborada o desmentida, en su conducta frente a una crisis económica de gran arrastre recesivo y potencial cesación de pagos. Hasta ahora transitó por un sendero contradictorio. Por un lado, propicia suspender los pagos de intereses de la deuda por tres años, promueve medidas de control local de los precios, demanda a los bancos la tramitación veloz de los socorros a las empresas y anticipa un impuesto a las grandes fortunas.

Por otra parte, mantiene el encadenamiento al FMI y al futuro endeudamiento mediante canjes de títulos. Además, no implementa el freno efectivo de la carestía, convalida la obstrucción bancaria de los auxilios crediticios, tolera los despidos y la caída del salario. Habrá que ver cómo concluye la propuesta de gravar a los acaudalados. Fernández suele decir que “prefiere un 10% más de pobres que 100 mil muertos”, pero omite en esa ecuación a los ricos. Si los penaliza con impuestos significativos introducirá una variable que modificará el dilema presidencial.

La comparación con López Obrador permite evaluaciones ante otro referente de la centroizquierda latinoamericana. AMLO también transita por un camino intermedio, que lo enfrenta con la belicosa derecha mexicana. Pero mantiene buenas relaciones con Trump, elogia al ejército y negocia sin pausa con la gran burguesía.

Ha comandado una gestión más extensa que su par argentino, con magros resultados en la reducción de la violencia y la reactivación de la economía. Sostiene además cuestionados mega-proyectos de refinerías y transportes que afectan los tejidos sociales comunitarios.

Frente al coronavirus adoptó un curso de protección de la salud y ha ratificado que no despilfarrará los recursos públicos en el rescate de los grandes capitalistas. Pero López Obrador no evalúa la revisión de la deuda externa y tampoco la implantación de un tributo a las grandes fortunas. Ese gravamen es tan imprescindible en México como en Argentina, puesto que los diez principales potentados acumulan riquezas próximas a los 125 mil millones de dólares10. En un escenario económico que no presenta la gravedad de Argentina, AMLO ha optado por una variante más moderada del progresismo.

DEFENSA EJEMPLAR Y PROTAGONISMO SOLIDARIO

La recuperación de Venezuela y la nueva centralidad de Cuba aportan los dos datos singulares del eje radicalizado en la crisis del coronavirus. El régimen bolivariano actuó con gran decisión para controlar la infección. Afronta la pandemia junto a bloqueos económicos y agresiones militares cotidianas. Esa batalla en dos frentes realza el logro de haber limitado los contagios. Ningún otro país debe implementar la cuarentena en medio de una gran movilización defensiva, contra los paramilitares que alberga Colombia y entrena el Pentágono.

En plena pandemia Venezuela debió disponer el toque de queda en dos provincias fronterizas para repeler el ingreso de bandas terroristas. Activó la preparación de los milicianos, repelió una provocación desde la costa y desarticuló una operación mercenaria de la CIA, que intentaba tomar el principal aeropuerto. El mayor éxito fue la captura de miembros de las fuerzas especiales estadounidenses, que conspiraban bajo la pantalla de la empresa contratista (Silvercorp).

Esa privatización de la agresión con el uso de mercenarios ilustra la abrumadora ilegitimidad de la incursión escuálida. Retoma las formas más primitivas del bandolerismo y la piratería. Al no poder implementar una invasión en regla Trump propicia ese tipo de incursiones. Pero ya comienza a experimentar la misma derrota, que sufrieron sus antecesores en Cuba (Bahía de los Cochinos) y Nicaragua (captura de aviadores espías).

La derrota de la operación mercenaria acentúa el aislamiento de Guaidó que firmó el contrato de invasión con los forajidos, prometiendo remunerar sus acciones criminales con petróleo. La división de la derecha se acrecienta, además, en medio de brutales disputas internas por el manejo de las dádivas que provee el Departamento de Estado.

Maduro está ratificando una actitud de resistencia que evita la repetición de lo ocurrido en Bolivia. También recupera autoridad regional, con la recepción de los migrantes que retornan del exilio. Los derechistas que denunciaban esa masiva expatriación, ahora silencian la salida forzada que padecen muchos venezolanos para volver a su país. Los gobiernos que utilizaron ese flujo migratorio para denigrar el proceso bolivariano han archivado sus campañas “humanitarias” y se desembarazan de una incómoda masa de extranjeros.

El repunte político de Venezuela empalma con el nuevo protagonismo de Cuba. En el perdurable centro de las transformaciones revolucionarias latinoamericanas se ha controlado la pandemia con pocos recursos. La isla continúa lidiando con un bloqueo, que recientemente impidió la llegada de una donación de reactivos y barbijos enviado por el empresario chino Jack Ma.

Pero lo más llamativo es el renovado papel internacional de país. No sólo se acrecienta la utilización de un conocido antiviral cubano para combatir la infección (Interferón Alfa 2B). La solidaridad es el rasgo dominante en un gobierno que atendió de inmediato a los primeros turistas contagiados en los cruceros.

El papel descollante de los médicos cubanos ha enervado a todos los reaccionarios. Bolsonaro, Lenin Moreno y Añez repatriaron a esos contingentes, a pesar de su insustituible papel en la contención de los desmadrados contagios. En Argentina irrumpió una disparatada campaña contra médicos extranjeros “que tienen poca formación” y actúan como “agentes de inteligencia”. Este cúmulo de tonterías incluye descalificaciones profesionales y exóticas acusaciones de manejo estatal fraudulento de los honorarios11.

La ceguera anticomunista impide a los denunciantes registrar que la fama de los médicos cubanos, obedece a su especialidad en curaciones de campaña en riesgosos frentes sanitarios. Esa labor ha sido realizada en un centenar de países lidiando con el dengue, el cólera y los terremotos.

Basta comparar la función que cumplen estos brigadistas, con la nefasta acción desplegada por los partícipes de las “intervenciones humanitarias” que comanda Washington. Haití ofrece un nítido ejemplo de ese contraste. Mientras que los médicos cubanos socorren víctimas, los emisarios del imperialismo manipulan gobiernos, abortan elecciones, amparan la corrupción y han colocado a dos ONGs al frente del manejo actual de la pandemia.

En los últimos dos meses Cuba desplegó una extraordinaria labor de auxilio en Italia, Andorra, Jamaica, Venezuela, Nicaragua, Surinam, Belice y Granada y ha colaborado estrechamente en operativos dentro de China. Lo más impactante es su participación en socorros de países de alto desarrollo12.

La experiencia de estas brigadas para manejarse en escenarios de calamidades naturales suscita generalizados elogios. Su labor puede ser interpretada como una continuidad del proyecto internacionalista inicial de la revolución cubana. El legado de esa epopeya adopta un nuevo perfil en el escenario actual.

MUTACIONES GEOPOLÍTICAS

El encierro de Estados Unidos frente a la pandemia ha profundizado el declive del sueño americano entre sus vecinos del Sur. Las clases dominantes de la región están desorientadas por el agudo pasaje del “América first” al “América alone”. La sensación de abandono se ha intensificado frente cada improvisación de Trump.

La decisión de privar de fondos a la OMS en el pico de la infección ha sido particularmente impactante. La secretaría de CEPAL resumió ese desasosiego al proclamar que “no podemos contar con Estados Unidos”, que “requisa material médico para cubrir sus propias necesidades” y “ha perdido todo sentido de comunidad”13.

Los desubicados neoliberales desconocen este escenario, cuando propician el endeudamiento latinoamericano directo con la Reserva Federal, para afrontar la crisis en ciernes14. No registran la nueva reticencia del coloso del norte a retomar sus viejos auxilios.

El resentimiento de la región se acentúa, además, por la persecución que afrontan los indocumentados. Trump alienta ahora la expulsión de los inmigrantes contagiados, extendiendo a los latinos su furia contra China. Busca desesperadamente culpables de un virus que está devastando el sistema sanitario estadounidense.

El ataque a Venezuela sería la coronación de esa agresividad. Por eso despliega ridículas acusaciones de narcotráfico y ofrece 15 millones de dólares por la captura de los líderes chavistas. Pero una aventura bélica en regla es improbable en medio del uso de los portaaviones y las carpas de campaña para lidiar internamente con la infección. El ocupante de la Casa Blanca busca crear pánico con sus amenazas twiteras, pero sólo genera más repudios en toda geografía latinoamericana.

También la postura distante de la Unión Europea frente a las necesidades sanitarias de la región impacta en los grupos dominantes locales. Las viejas solidaridades frente a las catástrofes ya forman parte del pasado. Ahora prevalece el encierro del Viejo Continente en su propia y fallida batalla contra la pandemia. Las imágenes diarias de fallecidos en España han impacto en todo el universo iberoamericano. El fracasado manejo del coronavirus en ese país intensifica la erosión del padrinazgo peninsular sobre el Nuevo Mundo.

China ha quedado ubicada en la vereda opuesta. Los auxilios sanitarios consolidan su impresionante avance en la región. Salta la vista el contraste de actitudes con Estados Unidos y Europa. En lugar de emitir insultos o exhibir indiferencia, el gigante asiático ha ofrecido socorros. Hasta el propio Bolsonaro afronta problemas para consumar su sometimiento a Trump, ante la creciente influencia de China en los negocios de Brasil.

La gravitación de la nueva potencia en la crisis del coronavirus también confirma que China no es un simple jugador del “Sur Global”. Forma parte del selecto club de grandes colosos que definen la geopolítica mundial. La postura frente a la crítica situación que se avecina en el endeudamiento latinoamericano clarificará su posicionamiento real frente la región. La solidaridad coyuntural frente la pandemia puede quedar ratificada o anulada en esa estratégica definición.

Como cualquier pronóstico es muy prematuro, conviene evaluar con sobriedad las futuras relaciones sino-latinoamericanas. En lugar de emitir ingenuos elogios o recurrir a fantasmales prevenciones, corresponde recordar la imperiosa sociedad con China que necesita la región, para lidiar con el tradicional dominador estadounidense.

Pero los distintos replanteos afrontan el enorme vacío geopolítico creado por la pandemia. Los alineamientos derechistas están enmudecidos. El desorden que impera en Washington ha dejado sin brújula a sus peones de la OEA y el Grupo de Lima. También las alternativas forjadas en la década pasada están desarticuladas y en medio de una crisis monumental la CELAC y UNASUR no funcionan. El interregno del coronavirus ha creado un provisorio paréntesis en el ajedrez político regional.

RESISTENCIAS Y CONVERGENCIAS

La lucha social ha quedado muy afectada por el encierro impuesto con la pandemia. La imposibilidad de movilizaciones callejeras interrumpe la continuidad de las grandes protestas que emergieron durante el año pasado. Pocos días antes de la cuarentena, la conmemoración del día de la mujer suscitó enormes manifestaciones, en las principales ciudades de América Latina. La reclusión hogareña corta una secuencia, que debería recomenzar cuando finalice el peligro de los contagios.

Ese reinició afrontará un contexto económico-social terrible. Los anticipos de esas acciones populares ya se avizoran, en los movimientos que han mantenido activos los cacerolazos (Brasil) y el clamor vecinal (Bolivia, Colombia).

Las demandas más acuciantes involucran la protección sanitaria. Pero también crecen las exigencias frente a las distintas situaciones de imposible cumplimiento de la cuarentena. El llamado a “quedarse en la casa” no funciona en viviendas precarias, con heladas en invierno y sofocaciones en verano. Allí gana espacio la auto-organización, para implementar el aislamiento comunitario (“quedarse en el barrio”).

Las demandas de salarios compensatorios y alimentación son igualmente dominantes en varios países (Haití, Colombia o Bolivia). En todas partes las modalidades tradicionales de la huelga han quedado obstruidas y otro tipo de protestas informales se hacen oír. Un primer paro de repartidores de comida contra la precarización laboral y la falta de seguridad sanitaria despuntó en Argentina y tuvo eco en otros seis países. Los jóvenes bicicleteros promueven importantes iniciativas de organización sindical.

El eje democrático ocupa también un lugar central en la resistencia contra los gobiernos que militarizan su gestión. La organización de la batalla colectiva contra estos atropellos empalma con el gran espíritu de solidaridad que ha emergido frente a la infección. Son incontables las iniciativas de voluntarios que se anotan para ayudar a los enfermos, contagiados y adultos mayores. Esa oleada ilustra una creciente disposición a la acción colectiva.

Este escenario ha creado muchos terrenos para la convergencia de corrientes de izquierda con propuestas semejantes. Todas coinciden en fortalecer los sistemas de salud pública a escala nacional y en batallar a nivel global contra la mercantilización de los medicamentos, anulando los regímenes de propiedad intelectual.

La defensa de los derechos sociales se ubica al tope de esta agenda con exigencias de pago íntegro del salario, prohibición de los despidos e instauración de un ingreso universal garantizado. La cuarentena actualiza, a su vez, la demanda de alimentación suficiente y saludable, mediante la jerarquización de la agricultura cooperativa. La vivienda digna con servicios básicos garantizados se ha tornado tan imprescindible, como la suspensión de los desalojos y las moratorias de deudas a las familias asfixiadas por los pasivos.

Como todos los países necesitan financiar los gigantescos gastos públicos que exige la paralización de la economía, se ha tornado insoslayable la suspensión del pago de la deuda externa y su auditoria. Ante el desmoronamiento de la recaudación se impone la introducción de los impuestos a las grandes fortunas, con el modelo de una “tasa Covid” ya debatida en varios países15.

La defensa de los derechos democráticos exige el uso de mecanismos de prevención y no de represión. Es urgente la protección de los líderes y militantes perseguidos y la implementación de medidas efectivas para contener la violencia machista. Las cuarentenas han incrementado en forma exponencial la desprotección doméstica de las mujeres amenazadas.

Finalmente el rechazo de las provocaciones y los embargos imperiales contra Cuba y Venezuela es tan decisivo, como el sostén de la ayuda humanitaria internacionalista. Las coincidencias de toda la izquierda en estos programas facilitan las respuestas colectivas, pero no diluyen las controversias en curso.

CUATRO DEBATES

Para revertir la asfixia del endeudamiento externo hay varias propuestas de condonación del pasivo con los organismos multilaterales y negociación de moras o quitas con los acreedores privados. Estas alternativas permitirían un respiro en los pagos del tributo, pero no eliminarían la continuidad ulterior de la carga. Esa eternización de las transferencias a los banqueros mantendría el grillete financiero, que impide el desenvolvimiento con igualdad de la economía latinoamericana.

Por esa razón es más acertado demandar la suspensión inmediata de los pagos y la auditoria de todos los pasivos, situando en un mismo plano los compromisos con los bonistas privados y los organismos multilaterales. No existe ninguna justificación para disponer quitas en un caso y condonaciones en el otro. Esa distinción legitima un segmento del pasivo con idénticas sospechas de fraude que la otra porción.

Los reclamos de investigación de la deuda contradicen especialmente la convalidación de las acreencias con el FMI. Este organismo adoptó últimamente un disfraz de institución bondadosa, para desactivar los cuestionamientos a su conocido rol artífice del sufrimiento popular. Es una ingenuidad contribuir a esa mascarada, abriendo el camino para el próximo retorno del Fondo a su habitual papel de auditor del ajuste.

La segunda discusión involucra la forma de implementar los programas. Como la protección frente a la pandemia ha ratificado el rol protagónico de todos los estados frente a cualquier emergencia, las estrategias políticas que propugnan soslayar esa centralidad estatal afrontan renovados problemas.

Algunos partidarios de esa orientación describen cómo la crisis del coronavirus ha confirmado la necesidad de forjar el “buen vivir” y recuperar la armonía con la naturaleza. Pero no definen cuáles son los instrumentos políticos para alcanzar esos objetivos. La pandemia ha demostrado la insuficiencia de los senderos meramente cooperativistas. Sin protagonismo del estado no serían factibles las cuarentenas y los auxilios de la salud pública. Muchos teóricos autonomistas eluden esta conclusión o la aceptan en forma implícita sin conceptualizarla.

En la coyuntura actual esa divergencia contrapone el fomento de resistencias centradas exclusivamente en la auto-organización popular, con las estrategias que privilegian también las demandas al estado (salarios, impuestos, deuda). Sólo este segundo camino permite construir alternativas políticas significativas.

El tercer debate gira en torno a las modalidades de lucha en el nuevo escenario de militarización. En muchos países la pandemia es el pretexto utilizado por la restauración conservadora para instaurar gobiernos cuasi-dictatoriales. La resistencia a semejante autoritarismo exige superar el horizonte meramente electoral.

La batalla contra el totalitarismo de Añez, la represión de Piñera, el fascismo de Bolsonaro o las agresiones de Lenin Moreno no será eficaz, si queda atada a las anteojeras institucionales, que habitualmente guían la política del progresismo.

Esa corriente mistifica las reglas formales del republicanismo, sin notar cómo las clases dominantes tienden vulnerar esos principios. Las ingenuidades institucionalistas generan dramáticas consecuencias en el duro escenario que impera en la región.

La cuarta discusión en la izquierda involucra la insoslayable distinción entre los gobiernos derechistas y progresistas. Resulta indispensable reconocer la diferencia cualitativa, que separa a un mandatario como Bolsonaro de otro como Fernández. Ese reconocimiento es la condición para actuar con realismo, en sintonía con las esperanzas populares.

Los reaccionarios, neoliberales y fascistas conforman un bloque de enemigos acérrimos de los trabajadores. Sus adversarios progresistas, reformistas y desarrollistas exhiben limitaciones e incurren en capitulaciones e insuficiencias. Ambos sectores son muy distintos y el desconocimiento de esa divergencia enceguece a la izquierda. Un abismo separa el negacionismo criminal de la protección sanitaria frente a la cuarentena, y la misma distancia se verifica entre el estado de sitio y los acotados controles de la gendarmería.

Las corrientes sectarias suelen omitir estas diferencias recurriendo a conceptos ambiguos, que se aplican indistintamente a las administraciones progresistas y derechistas (capitalistas, bonapartistas, etc). Olvidan que esos genéricos presupuestos, no anulan las distinciones entre ambos tipos de gobiernos. El desconocimiento de este hecho conduce al auto-encierro en proyectos sin futuro.

ESTRATEGIAS E IDEALES

Una política de izquierda basada en dinámicas de radicalización permite evitar las ingenuidades autonomistas, las vacilaciones institucionalistas y las miopías sectarias. En la crisis generada por la pandemia esa orientación tiene muchas expresiones en programas, movimientos sociales y organizaciones políticas.

Esos espacios alientan el protagonismo popular para construir un proyecto anticapitalista. Apuestan a dilucidar a través de la experiencia cuáles serían las reformas posibles y propician abiertamente el avance hacia el socialismo. Promueven, además, articulaciones internacionales y acciones parlamentarias o callejeras, para forjar hegemonías políticas coronadas con rupturas revolucionarias. Ponderan especialmente la voluntad de lucha como una cualidad indispensable, en contraposición al florecimiento actual del escepticismo y la resignación.

En la convulsión global generada por el coronavirus se ha tornado particularmente relevante la contraposición entre humanismo y codicia. El primer principio protege a la población con cuarentenas y la segunda actitud condena al deceso a los sectores vulnerables. En un polo se ubica la defensa de la vida y en otro la indiferencia ante el sufrimiento y la muerte. Esa misma simetría se extiende a las conductas de solidaridad o agresión. Nunca ha sido tan transparente el contraste entre las provocaciones militares del Pentágono y los gestos de hermandad de Cuba.

El socialismo sintetiza esos principios de humanismo. No implica solamente un proyecto de largo plazo de justicia, democracia e igualdad. Supone ya mismo la defensa prioritaria de la vida. Los socialistas protegen la salud pública frente a capitalistas que sólo enaltecen sus ganancias.

BIBLIOGRAFÍA

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-Arruda Sampaio Jr -“A generosidade com o capital contrasta com o absoluto descaso pelo ser humano” 01/04/2020 ww.correiocidadania.com.br/72

-Valerio Arcary Tres hipótesis sobre la dinámica política 7 abr 2020 https://correspondenciadeprensa.com/

-VVAA, Frente a la pandemia del Covid-19: ¡avancemos hacia la reconstrucción integral de México! 22 abr. 2020 – https://abarloventoinforma.com/

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-VVAA- Llamamiento de los pueblos originarios, afrodescendientes y las organizaciones populares de América Latina 2 abr. 2020. . https://www.cadtm.org/

José Seoane*.  Potenciación de las crisis, fracaso neoliberal y desafíos populares. 15 abr. 2020 – https://notasperiodismopopular.com.ar /

NOTAS

1 Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

2 Eduardo Levy Yeyati; Andrés Malamud. Coronavirus: ¿Cómo y cuándo salir de la cuarentena? La Nación, 29 de marzo de 2020.

3 Laura Di Marco, “Amagues autoritarios en medio de la pandemia” 10 abr. 2020. La Nación

4 Andres Oppenheimer, El populismo irresponsable, 20-3-2020 La Nació

5 Isabella Cota América Latina trata de aparcar las ideologías para priorizar los planes económicos,17-4-2020 https://elpais.com/noticias/america

6 Vargas Llosa Mario, Macri Mauricio, Aznar, José María Aznar y otros. Que la pandemia nos sea un pretexto para el autoritarismo” 23 abr. 020 https://www.clarin.com

7 Lincoln Secco, A famiglia no poder 08/04/2020 https://aterraeredonda.com.br David Maciel Bolsonaro aposta no caos  19 de abril de 20201 https://contrapoder.net/colunas

8 Dario Pignotti La renuncia de Moro puso a Bolsonaro contra las cuerdas 25 abr. 2020 https://www.pagina12.com.ar,/ Eric Nepomuceno Bolsonaro liquidado, o casi  25 abr. 2020 https://www.pagina12.com.ar/

9 A principios de mayo Argentina duplicaba el número de decesos cada 15,4 días y Brasil cada ocho. En el primer caso había 4,7 fallecidos por millón de habitantes y en el segundo 24. Las mismas diferencias se verifican en las emergencias hospitalarias. Raúl Kollmann Coronavirus: un análisis comparativo entre Brasil y Argentina, 4 mayo, 2020. https://www.pagina12.com.ar/

10 Manuel Aguilar Mora AMLO y el bonapartismo autista, 17 abr. 2020 https://www.sinpermiso.info/

11 Andrés Oppenheimer Coronavirus: médicos cubanos para la Argentina, La Nación, 29 abr. 2020

12 Katu Arkonada Cuba se escribe con S de solidaridad, 25 abr. 2020 https://www.jornada.com.mx Luiz Bernardo Pericás Cuba e o coronavírus  09/04/2020 – https://teoriaedebate.org.br/

13 Cepal: “Latinoamérica no puede contar con EE.UU. en la crisis del coronavirus”

7 abr. 2020 https://www.efe.com/efe/america/

14 Alejandro Izquierdo, Martín Ardanaz. Cómo puede financiar América Latina el combate al virus 15 abr. 2020, La Nación.

15 Hay proyectos en Argentina, España. Rusia, Italia, Suiza e Inglaterra, Alemania, Brasil, Ecuador, Chile, Bolivia y Perú, 29 abr. 2020, www.pagina12.com.ar/262701

Fuente e imagen: https://www.anred.org/2020/05/17/confluencia-de-virus-en-america-latina-2/

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«Estados Unidos tiene una tradición individualista… Es posible que allí se tomen las primeras decisiones de profundo calado ético y que dividirán a la humanidad»

Por: Carolina Robino y Ana Pais.

 

«De momento, a este país el virus lo ha afectado de forma menos agresiva que a otros. Las medidas de confinamiento son selectivas: se mantiene una parte de la actividad económica, como es el sector de la construcción, a la par que se instruye encarecidamente que no debe haber ralentización en toda empresa que no precise la presencia de los trabajadores. La limitación de movimientos sí es obligatoria por las noches».

El que habla es el destacado físico español José Ignacio Latorre, a quien la crisis global del coronavirus lo pilló recién instalado en Abu Dhabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, a donde se trasladó desde Barcelona para dirigir un nuevo centro de investigación cuántica.

Latorre, uno de los científicos más reconocidos en su campo, es autor también de dos interesantes libros sobre el mundo en que vivimos.

En el primero, «Cuántica», explora las claves para entender esa fascinante parte de la ciencia y las transformaciones que derivan de ella y, en el segundo, «Ética para máquinas», hace un llamado urgente a reflexionar sobre cómo programaremos la inteligencia artificial para convivir con ella.

En este texto ahonda además en lo que somos como humanidad y hacia dónde queremos avanzar, dos temas que el coronavirus ha vuelto especialmente relevantes al enfrentarnos no solo a un enorme desafío médico, sino a grandes dilemas éticos.

José Ignacio Latorre recibiendo el premio de Investigación y Ciencia del periódico digital Merca2 en 2019.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionJosé Ignacio Latorre recibió el premio de Investigación y Ciencia del periódico digital Merca2 en 2019.

Pareciera que estamos atravesando por una crisis sin precedentes en el mundo moderno. ¿En qué se diferencia esta de otras que hemos vivido en el pasado?

La humanidad ha sufrido y superado crisis muy graves, terribles.

Las pandemias y las guerras han asolado la tierra numerosas veces, sin piedad.

Yo no quisiera estar viviendo la peste bubónica, las trincheras de la Primera Guerra Mundial, la viruela o bajo el sanguinario Pol Pot de Camboya.

La gran diferencia es que esta crisis nos afecta en primera persona, aquí y ahora; no se limita a una lectura en un libro de texto.

Una segunda gran diferencia es que vivimos un tiempo donde la tecnología hace posible que la mayoría de las personas (no todas) se quede en casa.

Y una tercera diferencia es que vemos que las sociedades más avanzadas han logrado mantener la cadena de suministros intacta, tanto comida, como electricidad o internet.

Hay muchísimas otras, porque nuestra sociedad ha evolucionado enormemente en tiempos recientes. Los referentes anteriores nos parecen irrelevantes, si no inútiles.

Trinchera durante la Primera Guerra Mundial.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionJosé Ignacio Latorre recuerda que la humanidad ya ha sufrido crisis «muy graves», como las trincheras de la Primera Guerra Mundial: «La gran diferencia es que esta crisis nos afecta en primera persona».

¿Cuáles crees que son los principales dilemas éticos que nos plantea?

Sigo defendiendo, como siempre repito, que el siglo XXI no va de guerras entre izquierdas y derechas, sino entre generaciones de jóvenes y viejos, y de la relación humano-máquina.

Esta crisis lo hace evidente.

Creo que ciertos países no van a ser solidarios con sus mayores. El bienestar de una mayoría se impondrá a la vida de una costosa minoría.

No deberíamos escandalizarnos, porque la humanidad ya ha tomado este mismo tipo de decisiones en otros contextos.

Compramos bienes a países donde no se respetan los derechos humanos, sencillamente porque son más baratos.

La expectativa de vida de un minero en Sudamérica, o la de una trabajadora en una fábrica de una ciudad china supercontaminada no es de 80 años, como la de otros trabajadores privilegiados.

Paciente de coronavirus.

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El coronavirus nos enfrenta a la tesitura de decidir cuánto vale la vida de un conciudadano».
José Ignacio Latorre
Físico cuántico español.

Conllevamos la doble moral sobre el valor de una vida humana sin problemas, en tanto que esas vidas estén lejos de nosotros.

No tenemos problemas morales al fabricar armamento que no sirve para defender a nuestro país, sino para alimentar guerras en África o en cualquier otro lugar.

Sin embargo, el coronavirus nos enfrenta a la tesitura de decidir cuánto vale la vida de un conciudadano.

Estados Unidos tiene una tradición individualista, lejos del contrato social europeo. Es posible que allí se tomen las primeras decisiones de profundo calado ético y que dividirán a la humanidad.

¿Cómo deberíamos enfrentarlos?

Yo no soy virólogo. Ellos son quienes deben responder a cómo se detiene físicamente la acción de un virus, pero el resto también hemos de contribuir, primero intentando entender y luego considerando las acciones correctas y su justa medida.

Me aplico la consigna e intento comprender mejor esta crisis.

Banderas estadounidenses.

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Estados Unidos tiene una tradición individualista (…) Es posible que allí se tomen las primeras decisiones de profundo calado ético y que dividirán a la humanidad».
José Ignacio Latorre
Físico cuántico español.

Entiendo que un coronavirus es un ente de unos 100-200 nanómetros de diámetro capaz de introducir su código a través de la membrana de las células. No hay medicamento que lo detenga, pero la evolución nos ha dado la capacidad de generar una respuesta inmune.

Ciertas personas la desarrollan rápidamente y casi no sufren las consecuencias del virus. Otras no lo logran y pueden fallecer.

El patógeno afecta de manera muy distinta a los jóvenes y los mayores.

También me parece entender que la tasa de mortalidad es todavía incierta, dado que las estadísticas (que sí entran plenamente en mi campo de trabajo) de diferentes países son dispares e inconsistentes. Los humanos ni siquiera hemos aprendido a contar bien cuando las emociones se involucran a este nivel.

Entiendo además que los humanos no guardamos información en nuestros genes de cómo luchar contra un virus específico para las siguientes generaciones. Cada humano debe luchar por su cuenta o debemos desarrollar vacunas. Y una vacuna eficaz puede llevar un año de investigación.

¿Cómo actuar?

La fase crítica para un humano que tiene dificultades para enfrentarse al virus pasa por episodios de insuficiencia respiratoria. Es terrible. La asistencia sanitaria profesional es esencial.

Para poder tratar a los pacientes difíciles se requiere un sistema sanitario potente y solidaridad entre afectados leves y críticos. Si el virus se expande siguiendo una exponencial, ningún sistema sanitario podrá atender a los infectados.

El confinamiento alivia el ritmo de contagio, pero no impedirá que gran parte de la población deba enfrentarse al virus en algún momento futuro. Pero sus consecuencias económicas pueden ser devastadoras para un gran número de personas.

Ayudante de la Cruz Roja.

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Todo el mundo quiere una solución contundente y limpia, pero eso es imposible».
José Ignacio Latorre
Físico cuántico español.

Sin sueldo, la comida que llega a un hogar es insuficiente y mala. Eso también mata de forma diferida.

En cambio, el aislamiento y la reducción del desquiciado ritmo de nuestra sociedad puede tener algún elemento beneficioso.

Muchos padres y madres van a conocer de verdad a sus hijos e hijas, y viceversa. Quizás el fútbol no era tan importante. O sí, porque para algunos es simboliza la felicidad y libertad que hemos perdido.

Ahora tenemos el covid-19. Vendrán otros virus.

La misma selección natural que ha dado lugar a los seres humanos, no deja de hacer pruebas de variantes de virus hasta que una de ellas logra explotar una debilidad en nuestro cuerpo. La búsqueda ciega de combinaciones topa tarde o temprano con un ente de consecuencias devastadoras.

Si de mí dependiera, aplicaría el bisturí fino a la hora de imponer confinamiento. Son muchos los motivos.

El primero es que el aislamiento atenta contra una libertad fundamental. No acepto que en aras del beneficio común se utilice la geolocalización de los humanos. No dejemos que Orwell tenga razón.

En segundo lugar, muchos trabajos sí pueden realizarse presencialmente siguiendo las medidas de higiene correctas.

De hecho así ya sucede.

Nadie debe olvidar que funcionan supermercados, farmacias, el sistema eléctrico, todas las comunicaciones, las redes de suministro y un largo etcétera.

No es cierto que todo el mundo esté confinado. Prueba de que existen matices importantes en el control de una pandemia es la diferente forma de proceder de varios países.

Centro comercial abarrotado de gente en Londres.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionJosé Ignacio Latorre opina que el aislamiento y la reducción del «desquiciado ritmo de nuestra sociedad» puede tener algún elemento beneficioso.

En «Ética para máquinas« decías que «ya hay máquinas programadas para decidir sobre la vida y la muerte de los humanos». Ahora la falta de recursos y preparación para una pandemia con esta, nos tiene enfrentados a una interrogante similar ¿no?

Sí, pero es importante aclarar que la decisión algorítmica sigue siendo programada por un humano. No es correcto pensar que una máquina basada en la inteligencia artificial actual decide entre vida y muerte. Esa responsabilidad todavía recae sobre humanos.

El siguiente paso es hilar fino, como decía antes. Hay temor a pensar en detalle.

Todo el mundo quiere una solución contundente y limpia, pero eso es imposible. La complejidad de nuestra sociedad requiere de acciones con niveles de reflexión sofisticados.

Puedo imaginar un sinfín de situaciones en las que la solución más ética no coincide con el dictado de una norma única y generalizada.

Cuidar a desvalidos, a gente mayor tremendamente solitaria, debería prevalecer sobre cualquier ley de confinamiento.

Atención, existirán casos extremos de enfermedades más terribles que exigirían un aislamiento absoluto, que provocaría situaciones de una tristeza infinita.

Pero creo que el coronavirus no está en ese nivel. Es un virus que nos permite todavía atender a nuestros más necesitados como se merecen.

El gran ejemplo lo dan los profesionales del sistema sanitario, que sí trabajan, sí se exponen, sí asumen su responsabilidad de forma admirable.

Persona sin hogar.

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El altruismo es evidente, pero el egoísmo también campa a sus anchas».
José Ignacio Latorre
Físico cuántico español.

¿Estamos cada individuo ante una nueva versión del histórico dilema del tranvía?

El dilema del tranvía (dejar morir a muchos sin intervenir -el tranvía arrolla muchos-; o asumir la responsabilidad de escoger a dedo la muerte de unos pocos: descarrilamos el tranvía y matamos a unos pocos) se da todos los días, sin que nos percatemos.

Antes hablaba de mineros cuyas vidas nos importan menos. Pero todo es más prosaico.

¿Cuándo se repara una vía de tren defectuosa que tarde o temprano provocará un accidente con personas fallecidas?

La respuesta depende del presupuesto, no del problema ético de saber que alguien morirá.

Una vez conocí a un asesor del gobierno británico sobre acciones políticas que implicasen pérdida de vidas humanas.

Me confesó, sin ningún pudor, que su gobierno actuaba cuando el coste para salvar una vida era inferior a unos 10.000 euros. Lo recuerdo bien.

Eso sí, la aparición de noticias y alarma social podía cambiar esa cifra. A una parte de los humanos, el mundo anglosajón nos parece a veces descarnado.

En el libro también planteas que la bondad debería ser ley para la inteligencia artificial. ¿Qué papel crees que juegan la bondad y la empatía en esta crisis?

Siento decir que creo que esta crisis nos enseña tanto lo buenas que pueden ser muchas personas, como lo pérfidas que pueden ser otras.

El altruismo es evidente, pero el egoísmo también campa a sus anchas: los delatores, los insolidarios, los scams económicos, las fake news, los que hackean el sistema en beneficio propio, y los variopintos políticos de terrible catadura moral.

Empresarios.

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En esta crisis deben escucharse especialmente las voces de virólogos, de agentes del sistema sanitario, pero también las advertencias de los empresarios».
José Ignacio Latorre
Físico cuántico español.

Una idea que me ronda la cabeza sin cesar es que el coronavirus está acelerando la transformación de nuestra sociedad.

Siempre dije que la segunda mitad del siglo XXI será para la ética, para la reflexión profunda sobre el sentido humano.

Antes hemos de pasar el sarampión que nos ha traído la tecnología avanzada.

Tal vez el coronavirus ha acelerado ese sarampión y la necesidad de ética se hará perentoria antes de lo que imaginaba.

Una pareja en un mirador en Seúl, capital de Corea del Sur.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionJosé Ignacio Latorre considera que el coronavirus está acelerando la transformación de nuestra sociedad.

Tú eres un gran defensor de la idea de que los científicos tengan un rol más protagónico en el manejo de las sociedades y los Estados. ¿Crees que en esta crisis lo han tenido? ¿Han estado los gobiernos a la altura?

Quisiera matizar que no creo que los científicos deban ser protagonistas. Creo que nadie debería.

Lo que siempre he defendido es que la voz de los científicos debería ser parte de los mecanismos de decisión, como la de los economistas, los artistas, los abogados o los trabajadores de cualquier empresa.

No creo que la endogamia de los círculos de decisión que hoy en día se da sea buena. La sociedad es diversa, su representación debe también serla.

También he defendido que los mecanismos de representación deben tener diferentes niveles de profundidad. Ciertas decisiones de sentido común son potestad del conjunto de la sociedad. Otras, más técnicas, requieren experiencia contrastada y voces calmadas.

Lejos del estrépito de los medios, la voz de científicos tiene un valor obvio.

Esta vez, dado que la crisis viene provocada por un virus, es obvio que deben escucharse especialmente las voces de virólogos, de agentes del sistema sanitario, y deben también ser atendidas las advertencias de los empresarios.

Mantener la ecuanimidad no es baladí, ni popular.

¿Qué puede aportar la metodología y el modo de pensar científicos a la gente que no se dedica a la ciencia en estos tiempos de miedo e incertidumbre?

Calma, razonamiento, respeto por el pensamiento ajeno, disciplina, avance tecnológico.

La ciencia es nuestro tesoro. Nos da saber, y nos da los instrumentos para generarlo y gestionarlo. Es cultura en esencia pura, es humanismo. Somos herederos tanto de Sófocles, como de Pitágoras.

La ciencia es humilde porque busca, yerra, corrige, vuelve a buscar en un camino lleno de pistas falsas.

Gente con mascarillas en Filipinas.

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Convivir con la incertidumbre no es tan malo, es la esencia de la vida. Convivir con el miedo, sí es terrible. La ciencia nos libera del miedo».
José Ignacio Latorre
Físico cuántico español.

Mucha gente asocia ciencia a fotografías bellísimas de objetos desconocidos. Es el primer paso: el asombro.

Si ahonda, encontrará su intrínseca esencia: la duda y la búsqueda de la verdad.

El miedo es fruto de la falta de conocimiento y comprensión. La ciencia equipa a los individuos para enfrentarse a lo desconocido, pero no eliminará la incertidumbre.

Convivir con la incertidumbre no es tan malo, es la esencia de la vida. Convivir con el miedo, sí es terrible. La ciencia nos libera del miedo.

En esta crisis se ha escuchado poco sobre el papel que puede tener la inteligencia artificial para detener o ralentizar el contagio. ¿Qué está pasando en esa área?

El notable avance de cómputo en todo tipo de técnicas numéricas está siendo utilizado para comprender mejor las variantes del virus en superordenadores.

Sin embargo, estamos todavía lejos de tener un instrumento capaz de medirse con el colosal reto de computar la bioquímica con precisión. Espero que mis ojos vean avances inusitados en este área.

En primera persona lucho por construir los primeros pasos de un ordenador cuántico. Pero los tiempos de la ciencia son lentos. La completitud que requiere la ciencia es proporcional a sus consecuciones.

Es importante comprender que la inteligencia artificial tiene capacidades enormes, pero no omniscientes. Los grandes secretos del universo siguen lejos de nuestro alcance.

El camino que queda por recorrer en inteligencia artificial sigue siendo infinito.

Gente mayor con tapabocas en Londres.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionPara Latorre, cuidar a gente mayor tremendamente solitaria debería prevalecer sobre cualquier ley de confinamiento.

¿Crees que un virus diminuto paralizando a la humanidad entera es un golpe de humildad?

La arrogancia humana es un vestigio de la evolución y debería desaparecer con los siglos. Ya no litigamos a base de garrotazos, ni el más fuerte siempre tiene razón.

Una sociedad formada, bien educada, debe conocer los elementos básicos de la naturaleza y, en consecuencia, ser consciente de su propia fragilidad.

La humildad, no el sometimiento, es un signo de inteligencia.

Cualquier biólogo que haya lidiado con el fascinante funcionamiento del ADN, cualquier astrofísico que contempla una galaxia lejana, cualquier matemático que se enfrente a la conjetura de Golbach (demostrar que todo número par es suma de dos números primos), cualquier persona enfrentada a los hechos absolutos se devuelve a la humildad.

Familia copartiendo.

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Muchos padres y madres van a conocer de verdad a sus hijos e hijas, y viceversa».
José Ignacio Latorre
Físico cuántico español.

Cualquier persona que se haya medido contra un problema sofisticado conoce su limitaciones. No hay espacio para la arrogancia en la verdadera lucha intelectual.

¿De qué depende de que salga algo bueno o malo de toda esta crisis global?

En su conjunto la humanidad siempre aprende. Nos queda un saber distribuido que no se pierde.

A veces parece que repetimos nuestros errores, pero nuestra sabiduría colectiva aumenta sin cesar.

Siempre que lo digo, nadie me cree. Pero no lo duden, seremos más sabios.

Fuente de la entrevista: https://www.bbc.com/mundo/noticias-52091600

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El pesimismo de Agamben y América Latina

Por:  Raúl Zibechi

Las resistencias que se visibilizan durante la pandemia se asientan en comunidades y mercados, en prácticas de trueque y rituales de armonización, en trabajos colectivos que multiplican alimentos y cuidados en torno a fogones y ollas populares. Mundos trenzados por valores de uso, en base a relaciones que mantienen a raya la acumulación y el despojo. Prácticas que engendran mundos nuevos que, a su vez, resisten creando.

El filósofo italiano Giorgio Agamben es probablemente el analista que con mayor profundidad está exponiendo los mecanismos de dominación actuales, exacerbados durante la pandemia. Ha definido la forma de gobernarnos como un “estado de excepción permanente”, a lo que añade que “el campo de concentración y no la ciudad es hoy el paradigma político de Occidente”*.

Llega más lejos aún cuando sostiene que “desde los campos de concentración no hay retorno posible a la política clásica”, entre otras razones, porque el poder ha arrebatado los rasgos que diferenciaban al cuerpo biológico del cuerpo político. Algo que está resultando evidente durante el confinamiento global decretado por los poderosos, al reducirnos a cuerpos incapaces de hacer política, actividad que requiere del espacio público y del contacto humano.

Acuñó el concepto de “nuda vida” (vida desnuda, sin atributos) para analizar cómo el poder nos trasmuta de ciudadanos en “comatosos”: seres en coma que no hacen otra cosa que respirar, son alimentados, están “como si” vivieran, zombies como el “musulmán” en la jerga del campo de Auschwitz, nombre con el que los confinados se referían a aquellos que habían perdido la esperanza y se entregaban inertes a su destino, sin la menor resistencia**.

Encuentro el análisis de Agamben muy pertinente para describir una situación en la que toda resistencia parece, casi, imposible. Resulta, sin embargo, tan lúcido como demoledor.

En la entrevista que abre la edición argentina de “Estado de excepción”, Agamben es consultado si “ante la expansión totalitaria a escala global”, se puede apostar por la negatividad, el silencio y el éxodo. Su respuesta lo lleva a indagar en la historia europea, como no puede ser de otro modo, en particular en la relación entre el monaquismo (la vida en monasterios) y el imperio romano, y sus formas de resistencia a los poderes establecidos.

“El éxodo del monaquismo se fundaba de hecho sobre una radical heterogeneidad de la forma de vida cristiana”, razona Agamben, para rematar: “Hoy el problema es que una forma de vida verdaderamente heterogénea no existe, al menos en los países de capitalismo avanzado”. De este modo, cierra el círculo de su pesimismo, al sostener que no hay modo de frenar ni revertir el moderno totalitarismo en sociedades homogéneas.

En América Latina, luego volveré sobre Europa, las resistencias que asombran al mundo y nos llenan de esperanza, surgen y se sostienen, precisamente, en las formas de vida heterogéneas. En las hendiduras que los pueblos han abierto en la dominación, en esas rugosidades creadas por las resistencias durante cinco siglos (de los pueblos originarios y negros, de los campesinos y los pobres urbanos); fisuras dilatadas por las nuevas resistencias (protagonizadas por los feminismos y las rebeldías juveniles).

El sociólogo peruano Aníbal Quijano, consideró que uno de los rasgos distintivos de América Latina es la “heterogeneidad histórico-estructural de las relaciones capital-trabajo”. Entiende que existen cinco formas de trabajo articuladas al capital: el salario, la esclavitud, la servidumbre personal, la reciprocidad y la pequeña producción mercantil, denominada “informalidad” por el Estado y “economía popular y solidaria” por quienes lo resistimos.

Los pueblos, sectores sociales, clases y géneros que hoy resisten y crean mundos nuevos, están enraizados en territorios diversos y heterogéneos respecto a los espacios homogéneos del agronegocio y la especulación inmobiliaria. No son pocos, ni marginales, ni secundarios.

Pongamos el caso de Brasil. Las tierras de los pueblos originarios suman 110 millones de hectáreas, a las que se deben sumar otros 100 millones de las unidades territoriales de conservación, bajo control de poblaciones tradicionales (recolectores de látex, pescadores, ribereños, quebradoras de coco, comunidades de pastoreo, entre otras). Además de 88 millones de hectáreas de asentamientos de reforma agraria, 40 millones propiedad de quilombos reconocidos por el Estado y 71 millones de hectáreas de pequeños establecimientos campesinos (con menos de 100 hectáreas).

En base a estos datos, el informe 2018 del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica, asegura que el 40% del territorio brasileño “es usado de forma directa por grupos que escapan al control de las oligarquías latifundistas”.

En las ciudades estos espacios en disputa son menores, pero en absoluto inexistentes como lo mostró el campamento del Movimiento Sin Techo, “Povo Sem Medo”: 8 mil familias acampadas siete meses, en plena ciudad, hasta conseguir tierra para construir viviendas.

Las resistencias que se visibilizan durante la pandemia se asientan en comunidades y mercados, en prácticas de trueque y rituales de armonización, en trabajos colectivos que multiplican alimentos y cuidados en torno a fogones y ollas populares. Mundos trenzados por valores de uso, en base a relaciones que mantienen a raya la acumulación y el despojo. Prácticas que engendran mundos nuevos que, a su vez, resisten creando.

Desde la crisis de 2008, en Italia, Grecia y el Estado Español se multiplican huertas y espacios colectivos, haciendas y fábricas recuperadas, y hasta barrios enteros como Errekaleor en Vitoria. Inmigrantes, pobres urbanos y personas desechadas por el capital por “improductivas”, enseñan que el viejo continente ya no es un mundo homogéneo, aplastado por la racionalidad capitalista.

La crisis de ayer y el colapso de hoy, nos permiten acercar y enhebrar las formas de vida que no caben en sus negocios ni en sus urnas. Si la humanidad emerge de este colapso conservando rasgos humanos no antropocéntricos, será en buena medida por las formas de vida alternas que los pueblos han sabido conservar y reproducir, como fuegos sagrados, en sus territorios de vida.

* En “Estado de excepción” y “El poder soberano y la nuda vida”, respectivamente.

** En “Lo que queda de Auschwitz”.

Fuente: https://zur.uy/el-pesimismo-de-agamben-y-america-latina/

Imagen: https://pixabay.com/images/search/pandemia/

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Entrevista a Bifo “El capitalismo ya no es inevitable”

Por: Marcelo Expósito

La filosofía activista ha priorizado durante mucho tiempo pensar la movilización a partir de las pasiones alegres. Es verdad que el feminismo nos ha alertado siempre acerca de nuestras vulnerabilidades y que las feministas se han exigido siempre reflexionar y hacer política desde ese lugar. Pero la política militante se ha pensado habitualmente como si las potencias del cuerpo fueran inagotables. El italiano Franco “Bifo” Berardi(Bolonia, 1949), sin embargo, ha tomado siempre en cuenta el papel de las pasiones tristes, el miedo, la depresión o la pulsión suicida. Dos libros suyos en particular plantean la relación entre capitalismo y enfermedad: La fábrica de la infelicidad (2000) Héroes. Asesinato masivo y suicidio (2015).

Bifo es un filósofo y un militante histórico de la idea y la práctica de la autonomía. Es recordado por su implicación en las revueltas de 1977 en Bolonia y, desde su participación en Radio Alice, la primera del movimiento de emisoras libres de Italia, se le reconoce por su activismo en la creación de medios y redes de comunicación independientes. No podría asegurar cuándo nos encontramos por primera vez en persona, pero lo tengo incorporado desde mucho tiempo atrás en mi memoria compartiendo dos tipos de situaciones: caminando juntos en manifestaciones y conversando generosamente durante horas, porque Bifo es un hombre amable y culto, siempre sorpresivamente inventivo. Durante mi cuarentena me he visto tentado a revisar su libro Fenomenología del fin (2015), cuyo título en inglés se basa en un juego de palabras: es tanto una fenomenología del “fin” como del “y”, es decir, que trata simultáneamente del punto final y de la conjunción. Inspirado por este libro tuve el impulso de charlar con él sobre cómo debemos relatar esta crisis civilizatoria a partir de los sentimientos extendidos de miedo e incluso de terror por nuestra impresión de haber llegado a un punto final, y hacerlo de una manera que no alimente los imaginarios apocalípticos en los que crecen los nuevos autoritarismos y los nuevos ecofascismos. Mantuvimos esta conversación el martes, 7 de abril de 2020.

Bifo, estás en Bolonia, ¿verdad? ¿Cómo te encuentras?

Bien, me encuentro bastante bien. Estoy en Bolonia. Tengo una casa que no está alejada de las famosas Torres de Bolonia, en el centro. La ciudad está desierta como muchas ciudades occidentales. Y orientales también.

¿Cuál es la situación en Bolonia con respecto a la región de Lombardía y otras ciudades que han sido más afectadas por la pandemia?

Bolonia está situada en la parte más al sur de la Pianura Padana, el norte de Italia conocido por ser de las zonas más fuertemente golpeadas, más que Wuhan por decirlo en términos de víctimas mortales. Pero Bolonia es la ciudad menos golpeada de la región. Es interesante observar por qué la Pianura Padana y no Nápoles o Sicilia, que se han visto afectadas mucho menos o casi nada. ¿Por qué Nueva York y no las amplias llanuras, por qué Wuhan y no otros sitios? Yo creo que el virus ha golpeado más fuerte en los lugares con más polución, donde nuestros pulmones son más débiles. Es un indicio de que las condiciones de la atmósfera han llegado a un nivel que es peligroso para el cuerpo humano. El aire es ahora magnífico en Bolonia. Puedo abrir la ventana y respirar. Soy asmático pero puedo respirar. Antes, normalmente no podía. Todos los días del año sobrepasamos los límites de contaminación ambiental establecidos por la Unión Europea. Pero desde hace unos días el aire está limpio. ¿Qué significa eso? No lo sé. O lo sé pero no lo digo [risas].

Has escrito ya dos artículos sobre la pandemia: “Crónica de la psicodeflación” y “Más allá del colapso”. La crónica contiene un par de imágenes menores que son muy conmovedoras. La primera relata cómo tomaste conciencia de tu especial vulnerabilidad en la situación actual. Nos narras una llamada telefónica de tu sobrina Tania que fue el primer toque de atención que recibiste sobre la obligación de tomarte en serio lo agresivamente contagioso que es la Covid-19. En ese instante caíste en la cuenta de tu condición especialmente vulnerable durante la pandemia: con el tono autoirónico y el humor negro que te caracterizan hablas de ti mismo como de un viejo asmático, alguien que forma parte de eso que de una manera muy ambivalente se denomina “grupo de riesgo”, una designación que lo mismo protege que estigmatiza. Más allá de la ironía, ¿cómo estás viviendo estas cuestiones en estos días? ¿Está cambiando tu manera de pensar sobre la enfermedad o la mortalidad reconciéndote atravesado de una manera tan directa por esta especial condición de fragilidad?

Mi vida cotidiana, lo confieso, no ha cambiado mucho. Viajo continuamente y eso sí ha cambiado. No puedo viajar y no sé cuándo podré ir a Barcelona. Tengo un deseo muy fuerte de ir a Barcelona pero sé que no podré hacerlo en dos, tres meses… ¿Cuánto? No lo sé. Pero, a pesar de esta diferencia, mi vida en Bolonia siempre ha sido una vida muy doméstica, tengo una casa llena de libros, puedo pintar… vivo bien acá. No salgo cuando estoy en Bolonia. Lo que ha cambiado es mi relación con la mortalidad, como tú has dicho. Y no porque antes no hubiera pensado en ella. Tengo que compartir una confidencia: he empezado este año a escribir un libro que se llama Devenir nada, lo que significa: morir. Es un libro sobre la muerte en el que estaba elaborando muchas ideas a partir de Schopenhauer, Spinoza… una especie de declaración de rechazo a la longevidad. No me gustan los viejos, no me gusto a mí mismo como viejo y no creo que haya sido una buena idea prolongar la vida humana más allá de lo que es digno. Es también una declaración de amistad a la muerte, que es algo que la modernidad ha rechazado y ha querido hacer desaparecer. Pues bien: el caso es que después empezó la pandemia y con ella me he visto obligado a pensar en la muerte de manera menos filosófica y más médica o más concreta. Y al mismo tiempo me ha entrado una especie de alegría de lo impredecible, porque en los últimos años he repetido muchas veces una idea de John Maynard Keynes en el sentido de que tenemos que hablar de lo inevitable: el capitalismo, la violencia, el totalitarismo… pero debemos hablar también de aquello que nunca se puede predecir. Voilà!, lo imprevisto ya está aquí y me ha dado una energía intelectual que ya no tenía. Porque antes me parecía que el capitalismo había ganado para siempre, que se iría transformando de manera cada vez más automática y totalitaria sin que pudiéramos hacer nada. Pero ahora lo impredecible ha abierto un nuevo escenario. Es trágico, es dramático, es brutal… pero al mismo tiempo es la apertura de un nuevo posible contra lo inevitable.

Tu sobrina te alerta sobre tu situación personal y se dispara en tu relato una segunda imagen que te trasciende como sujeto vulnerable a título individual. El objeto de su llamada es impedir una cita: evitar que tú, tu hermana Lucia y tu hermano Fabio quedéis a cenar. Nos cuentas que habéis mantenido la rutina de encontraros esporádicamente como un hábito residual de los encuentros regulares que manteníais para comer en casa de vuestra madre. Rememoras la entrada de tu madre en lo que llamas “una larga agonía” y cómo los vínculos familiares van languideciendo con ella. Siempre has puesto la subjetividad en el centro, se podría decir que has pensado casi siempre en voz alta desde “un” cuerpo. Pero nunca te había sentido adoptar este registro testimonial. ¿Qué nos está sucediendo? ¿Cómo interpretar esta emotividad general repentina, la manera en que durante la cuarentena masiva estamos poniendo de nuevo en el centro –no solamente de manera filosófica, como has dicho, sino de una manera tan material como la salud y la muerte de nuestros cuerpos– la importancia de cultivar relaciones sustanciales?

Naturalmente, la relación estrictamente familiar se vuelve importante porque es la más cercana. Pero no me gusta tanto la idea de que estaríamos volviendo a una dimensión familiar. Sí, claro: estamos en casa, quien vive en condición de pareja como yo puede disfrutar del compartir, de charlar, quien vive solo tiene que considerar la soledad como una situación que puede ser tal vez rica, tal vez triste… Pero el problema verdadero no es tanto lo que nos queda sino sobre todo lo que nos falta. Y lo que nos falta son las relaciones que tienen un sentido. Lo que a mí más me falta, tengo que decirlo, es el amigo que me vende el hachís y no puedo verlo, no sé dónde se ha metido [risas], aunque eso es sólo un pequeño dato particular. Pero a gran escala echamos de menos durante la cuarentena las relaciones que tienen un sentido porque estamos pensando desde el punto de vista de la fragilidad. Estamos reevaluando qué podrá ser la vida cuando salgamos de la cuarentena. Y desde un punto de vista intelectual no veo esta situación como una disminución. La percibo como un refinamiento y una ampliación de nuestro horizonte. Mis amigos me han dicho mil veces: “¡Tu pensamiento es depresivo!”, y ni antes era depresivo ni ahora me he vuelto de repente un tipo alegre. No. Lo que sucede es que me parece que estamos en condiciones de repensar las cosas: todo lo que era puramente habitual ha desaparecido y ahora miramos lo esencial.

Cuando salgamos, has dicho. En tu artículo evocas otra imagen que tiene una escala muy diferente de lo doméstico: la de millones de jóvenes y adolescentes ocupando el espacio público global en 2019 para alertarnos sobre la emergencia climática y exigir que detengamos el modelo también global que la provoca. ¿Cómo se relaciona esta imagen con la pandemia y su corolario, la cuarentena masiva? Es verdad que se está reflexionando suficientemente sobre la relación entre los daños que el capitalismo y en especial cuatro décadas de neoliberalismo han infligido al planeta y sus ecosistemas, y el daño que se ha ocasionado simultáneamente a las políticas públicas que deberían cuidar de la reproducción y la sostenibilidad de nuestras sociedades. Pero ¿te parece que hay algo más que decir en relación a este imaginario contradictorio que surge de la crisis terminal del neoliberalismo? Tenemos por una parte millones de cuerpos jóvenes en la plaza global y, por otra parte, millones de cuerpos confinados, todo ello dentro de un marco de consecuencias climáticas y sanitarias que se ceban sobre los cuerpos más vulnerables a una escala que no conocíamos en la historia contemporánea.

Te refieres a los movimientos Fridays for Future o Extinction Rebellion… Yo participé en la manifestación del 15 de marzo de 2019 y era una movilización de jóvenes, muy jóvenes, hasta de niños de educación primaria que gritaban palabras muy claras: “No queremos vivir en el mundo de la violencia climática que el capitalismo ha producido”, porque la palabra capitalismo estaba escrita en las pancartas de los niños. Era el capitalismo mismo lo que cuestionaban, la sociedad industrial, la sociedad patriarcal… la sociedad en la que nos llaman a vivir. En ese mismo periodo, en abril de 2019, vi una película contundente, muy fuerte de una directora libanesa que se llama Nadine Labaki. Se titula Cafarnaúm (2018) y es una película muy impresionante que cuenta la historia de un niño que le dice a un juez: quiero denunciar a mis padres porque me han traído a vivir a este mundo. Me dije: la revuelta de Greta Thunberg es muy cercana a este sentimiento de desesperación total. Después vino la Cumbre del Clima de Madrid en diciembre de 2019 y significó la total impotencia de la clase política global, su falta de voluntad, su ignorancia… Existen por supuesto los criminales como el presidente de Estados Unidos de América, pero no se trata sólo de que haya una voluntad de poder violenta, hay también un sentimiento de impotencia: “¿Qué podemos hacer?, ¿podemos parar la máquina productiva? ¡No, no podemos! ¡La máquina productiva es indispensable, sin ella morimos!”… ¡E voilà lo imprevisible! Hemos llegado a un punto en que inevitablemente la máquina productiva se detiene porque si no la paramos morimos. ¡Una paradoja extraordinaria! Si no paramos ahora la máquina de producción justamente vamos a morir a millones. Es entonces cuando la detienen. ¿Pero qué sucede más allá de pararla?

Hago una sugerencia: comprar el último número de The Economist, la revista más importante del pensamiento neoliberal. Su título es: A grim calculus, un cálculo macabro. ¿Qué es este cálculo doloroso? El periódico lo dice de manera honesta y realista: estamos obligados a parar la economía porque si no, morimos. Pero cuidado, porque morirá más gente durante los próximos cinco años por causa del parón de la economía, ya que la ruptura de las cadenas productivas y distributivas provocará efectos de desempleo, hambre, desesperación enormes. No podemos decir que The Economist esté afirmando locuras, porque cuando pensamos en el futuro sabemos que será así. Entonces, yo propongo una reflexión que hace apenas seis meses habría parecido totalmente utópica y ahora no lo es. Es verdad que si seguimos con los criterios de la economía consumista, si detenemos la economía en los términos de un capitalismo que prioriza la obtención del máximo beneficio vamos a producir inevitablemente efectos catastróficos en los próximos años.

¿Qué podemos hacer? Podemos renunciar al beneficio, a la propiedad privada, a los criterios de prioridad que son específicos del capitalismo. Lo primero que tenemos que hacer y debemos hacerlo ahora mismo es establecer qué necesitamos básicamente: la alimentación, los medicamentos, la comunicación, el afecto, el placer de hablar con los otros… las cosas a las que no podemos renunciar porque sin ellas morimos. Claro que a mí me gusta volar en avión, ¡quiero volver a volar en avión en un futuro, por favor!, pero no me resulta indispensable. Lo que sucede es que a la hora de cambiar los criterios de qué es indispensable y en el momento en que comienzan las restricciones surge un problema político: ¿cuál es la fuente de legitimidad para tomar estas decisiones?, ¿quién toma estas decisiones sobre cuáles son las prioridades? Esto constituye un mundo político totalmente nuevo que va a abrirse dentro de pocos meses o un año.

Pero al estallido financiero de 2008 le sucedió una reacción ciudadana que consistió en la revuelta de las plazas: de Tahrir a Occupy pasando por el 15M, las protestas contra las políticas de austeridad en Grecia o Portugal, los movimientos estudiantiles o juveniles en México, Colombia o Chile… Fue una fase de protestas que entre 2011-2013 potenció a gran escala una articulación entre las redes virtuales y la presencia masiva en el espacio público de las calles. Esto fue necesario para que se pudiera plantear un pulso a propósito de lo que tú llamas la fuente de legitimidad a la hora de tomar decisiones sobre las prioridades, legitimidad que en aquel momento residía exclusivamente en los gobiernos neoliberales. En un país como España esa respuesta ciudadana ha resultado muy determinante, porque la revuelta de las plazas permitió que hoy podamos estar afrontando la crisis múltiple que ha desencadenado esta pandemia en una situación donde la fuente de legitimidad es más compleja, no es solamente el criterio neoliberal. Sin embargo, aunque necesitamos continuar con ese pulso que permitiría el cambio radical de modelo que propones, no podemos volver a potenciar esa articulación entre redes y plazas. Durante un largo periodo de tiempo no será posible reeditar las formas de protesta que consisten en la ocupación masiva del espacio público, como sí fue el caso en 2011 y también en el año 2019 del que has hablado. Y por si esto no fuera suficiente problema, hoy nos enfrentamos en muchos países a gobiernos que no solamente son neoliberales sino que responden a un devenir autoritario del neoliberalismo.

Hay una diferencia fundamental entre lo que pasó después de 2008 y hoy. El colapso de 2008 fue esencialmente un colapso financiero, es decir, surgió el problema de cómo volver a establecer un equilibrio en el funcionamiento de las finanzas y por supuesto entre balance financiero y economía social. La gran novedad es que ahora, aunque las finanzas hagan todo lo que les resulta posible casi no servirá de nada. ¿De qué sirve que inyecten millones de millones de euros o de dólares si no tenemos mascarillas, respiradores, comida, cosas materiales muy concretas que son producto de la inteligencia científica humana? Sin eso, puedes tener un billón de dólares: no te sirve de nada.

Quieres decir que solamente un rescate bancario como el que palió la crisis de 2008 ya no serviría como única solución frente a la pandemia.

Claro, porque el problema fundamental es cómo volvemos a dar prioridad a lo que resulta útil, todo lo que en la historia del capitalismo ha sido progresivamente cancelado por la abstracción financiera. La historia de los últimos dos siglos ha sido la historia de la cancelación de lo concreto, del valor de uso. Y de repente el valor de uso vuelve rompiendo todas las máquinas financieras abstractas proponiendo que debemos volver a hablar de algo muy concreto. Quién paga la crisis no es el único problema. Evidentemente que si tú tienes mucho dinero puedes corromper a alguien para conseguir prioritariamente un respirador, pero a escala social el problema es qué cosas útiles necesitamos concretamente. Eso es extraordinariamente nuevo, porque la gente importante hoy no son los financieros que decidían hace diez años y a quienes no les importaba nada en absoluto cuáles eran las necesidades de la población. No: hoy son importantes los científicos, los técnicos, quienes saben producir una mascarilla, quienes saben cultivar la lechuga para la ensalada que nos vamos a comer mañana. Somos nosotros, los productores, sobre todo los productores científicos el centro del proceso de reactivación de lo concreto y lo útil.

Nos venía avisando de este colapso el movimiento contra la emergencia climática y en general la nueva ética global que exige reconsiderar la sostenibilidad del conjunto de la vida sobre el planeta de una manera no antropocéntrica. Es evidente que estamos culminando una crisis del humanismo, pero se trata de un declive fuertemente ambivalente. Por un lado, es cierto que la modernidad puso al “hombre” (un hombre, claro, muy connotado: blanco, europeo, etc.) en el centro dotándolo de un sentimiento de omnipotencia que ha resultado ser destructivo. Por otro lado no es menos verdad que el iluminismo construyó valores éticos y políticos que, precisamente al ser aniquilados por el neoliberalismo, se ha provocado la ruina de los sistemas democráticos. La herencia de la modernidad europea tiene que ser reexaminada a la luz del colonialismo o de la violencia antropocéntrica sobre el conjunto del planeta. Pero en la crisis global de la democracia el neoliberalismo deviene en monstruos autoritarios. Para hacerles frente, parece que resulta más urgente que nunca volver a reivindicar derechos humanos y valores solidarios que también constituyen una herencia histórica de la modernidad. Estas contradicciones venían siendo acuciantes en Europa durante las últimas décadas, pero parecen resultar ahora ya un problema de primer orden cuando nuestro continente se ha convertido en el epicentro mundial de esta primera pandemia del nuevo milenio.

Me parece que los nacionalistas agresivos, trumpistas, están un poco marginados en esta crisis. Yo lo veo en Italia, Salvini se ha vuelto un personaje casi ridículo. Exige que todo el mundo pueda acudir a la misa solemne de Pascua cuando el Papa Francisco ha pedido por el contrario que la gente se quede rezando a Dios en sus casas. Francisco ha estado magnífico en su aparición, en una performance artística frente a una Plaza de San Pedro vacía diciendo cosas muy profundas a nivel ontológico como que esta pandemia no es un castigo divino. ¡Dios no va a castigar a sus hijos, es un pecado social, estamos locos si pensamos que podemos estar sanos en una sociedad enferma! Francisco es un genio mientras que los derechistas parecen empobrecidos. Mira Boris Johnson. Espero que se recupere muy pronto de su enfermedad pero es el símbolo de la incompetencia existencial de la derecha global. A pesar de eso, creo que Trump va a ganar las elecciones y que los Estados Unidos van a vivir una segunda Guerra de Secesión. Los Estados Unidos están muertos, créeme. Pero esto es otro asunto…

Lo que tú planteas es que el neoliberalismo mismo va a asumir caracteres agresivos y totalitarios. No necesitará obligadamente a la derecha fascista porque el neoliberalismo, si quiere reproducir su funcionamiento, tiene que adoptar medidas totalmente represivas. Y por eso yo afirmo que tenemos que crear, de la manera más pacífica posible, las condiciones para experimentar una metodología totalmente nueva. Europa es ideal para hacerlo. Europa ha sido golpeada más fuerte que otros lugares del mundo, asiste a una crisis motivacional de la derecha –sé que existe Orban pero no me parece que importe muchísimo en este orden de cosas, para ser francos–, y España en particular es un lugar en el que el movimiento de ocupación de las plazas ha producido formas de transformación organizativa y subjetiva importantes, quizá no para cambiar el mundo por sí mismo pero sí para decir: se pueden crear formas que, ellas sí, van a cambiar el mundo desde la vida cotidiana. No desde el Parlamento, no será el Parlamento el lugar central; serán las asambleas, las asociaciones de vecinos, los médicos, los científicos que se reúnen para preguntarse: ¿qué necesitamos? Tal cosa es lo que necesitamos. Y entonces, si hay una fábrica que produce aviones militares, bueno, la cerramos. Porque necesitamos una fábrica que produzca respiradores, que produzca comida… Se tiene que cerrar el sistema militar europeo. Es algo que tenemos que decir: con el avión militar estadounidense F-35 que Italia ha comprado se pueden producir dos mil unidades de terapia intensiva para repartir. ¡Dos mil! ¡Y hemos comprado un F-35 en lugar de terapia intensiva! En el día de mañana tenemos que declarar: de acuerdo, olvidemos el pasado, como dicen los napolitanos: scurdammoce ‘o passato, simmo ‘e Napule paisà, no importa lo que haya sucedido. Lo que importa es que ahora no necesitamos aviones militares. Y entonces, no solamente el dinero sino también las energías físicas, materiales que utilizamos para producir armas, todo eso vamos a dirigirlo a la producción de alimentos, medicamentos y libros. Sería una forma de empezar, sé que estoy delirando, pero lo que intento explicar es que ahora estamos enfrentándonos a una posibilidad real, porque la alternativa es clara: o producimos aviones militares y morimos o no producimos aviones militares y vivimos.

Esto me recuerda otra idea que expresas en tu crónica sobre la psicodeflación, que el capitalismo es “una axiomática”. Se basa en axiomas que se autojustifican sin necesidad de más explicaciones, y parece claro cuáles de sus axiomas se han revelado ahora como falacias para la economía y prácticas nocivas para la subjetividad, incluso como políticas criminales para la vida sobre el planeta. Enumeras algunos de ellos: el individualismo, la agresividad, la competitividad… Les contrapones una enumeración en sentido contrario, no de axiomas sino de… ¿valores?, ¿tú los llamarías así, de esta manera tan humanista o de otra forma? En cualquier caso serían: frugalidad, decrecimiento, solidaridad, contacto… Pero sobre todo afirmas que debemos situar en el centro de la escena la idea de “igualdad”. Resulta curioso porque la igualdad es precisamente uno de los ideales centrales de la modernidad, hasta el punto de situarse en el centro mismo de la divisa republicana. ¿Adónde nos conduce tu reflexión? Si estamos de acuerdo en que atravesamos una crisis radical del humanismo, ¿se supone entonces que debemos más bien reinventar el significado de la igualdad en la era de esto que Donna Haraway denomina Chthuluceno? En el segundo artículo que has escrito sobre la pandemia, “Más allá del colapso”, reivindicas precisamente que Haraway es quien mejor ha predecido la pandemia desde la filosofía.

Hay dos aspectos que me interesan en tu pregunta. El primero es qué significa igualdad. En la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y en otras constituciones de todo el mundo se afirma la igualdad. Es una igualdad política, incluso puramente formal. Ahora tenemos que pensar la igualdad desde otro punto de vista que no es, digamos, moral, es muy concreto: es el punto de vista de la frugalidad. Se trata de un punto de vista filosóficamente complicado pero muy importante, que es el de la felicidad, del placer. El placer no es tener muchas cosas. El placer es gozar del tiempo, es la condición de estar en armonía con los otros, con la naturaleza. Puede parecer banal pero lo estamos descubriendo de manera muy fuerte en estos días. Entonces, la igualdad es esencialmente una distribución igualitaria de lo que podemos producir, y en condiciones de colaboración podemos producir muchísimo, lo que cada uno necesita en el planeta y mucho más. El problema de la escasez pertenece al pasado premoderno, la modernidad ya creó las condiciones para una suficiente disponibilidad de recursos gracias a la potencia de la ciencia y de la tecnología. Por tanto, estamos hablando de una idea de igualdad no meramente ideológica ni política, sino una igualdad en el acceso a lo que resulta necesario.

El segundo aspecto de tu pregunta que me interesa y que puede hacer incluso más concreto el discurso sobre la igualdad tiene que ver con el criterio que funda la historia de la economía capitalista: el criterio del beneficio y de la acumulacíón de plusvalía, de valor abstracto. Bueno. Hay un ejemplo que me ha chocado mucho, se lo he leído a Farhad Manjoo, un tipo que escribe en el New York Times sobre tecnología. Tiene un artículo reciente sobre un tema del que se habla muchísimo, las mascarillas sanitarias que no se pueden encontrar. ¿Qué sucede en la más grande potencia económica del mundo que son los Estados Unidos de América? Tienen 4 millones de mascarillas y necesitan 3 billones en el próximo mes, de manera que tienen un 1% de lo que necesitarían. Y no lo pueden producir porque lleva tiempo construir una fábrica que pudiera hacerlas… ¿Y por qué? ¿Por qué esta locura? Pues la explicación es muy sencilla y lo reconoce el mismo New York Times: el criterio que gobierna las decisiones económicas es el de obtener el máximo beneficio. Producir mascarillas sanitarias apenas da beneficio y lo pueden hacer en China, ¿no?, donde el trabajo cuesta muy poco. El resultado es que el 80% de las mascarillas sanitarias que hay en el mundo se producen en China. Desafortunadamente, China ha tenido de repente necesidad de utilizarlas. ¿Y qué pasa después? Pues que todo el mundo está buscando un objeto indispensable pero que, gracias a la prioridad que se le ha dado al beneficio económico, no se ha producido en Estados Unidos. Por lo tanto, debemos olvidarnos de esta vieja idea de beneficio, competitividad económica y acumulación de plusvalía y empezar a valorar lo que es realmente necesario. Debemos hacer una lista: ¿qué es lo más necesario? Primero el alimento, segundo, tercero, cuarto, quinto, hasta lo centésimo… Entre las necesidades habrá también una camisa muy bella de color rosa y un avión supersónico, pero en el puesto milésimo. Tenemos ahora esta urgencia de decidir partiendo de un problema de criterio, porque se trata de un criterio de elección: primero lo útil, lo concretamente útil para la mayoría de la población. Y esto hace de la igualdad un concepto mucho más fácil de entender: hay una lista de cosas que son necesarias para todos. Después, si te gusta la camisa rosa o un pantalón negro, los pones en lista pero al final.

Te planteo una última cuestión. Hay una imagen de tu libro La sublevación (2012) que siempre tengo en el pensamiento. La utilizas para condensar todo aquello que en el ciclo de revoluciones del 68 tiene que ver con el plano subjetivo de la revuelta. Rememoras una actuación del Living Theatre en un teatro italiano donde provocaron una respiración rítmica del conjunto del auditorio que acabó convirtiéndose en un mantra. Esta imagen muy bella evoca principios de armonía relacional a través de una coordinación rítmica de los cuerpos, y pone de manifiesto que, en las revoluciones, la “conspiración” es una “co-inspiración”. El conjurarse para la revuelta consiste tanto en inspirarnos mutuamente como en respirar rítmicamente en conjunto.

Están proliferando en estas semanas las interpretaciones según las cuales este régimen de aislamiento masivo que exige la cuarentena podría ser un entrenamiento en nuevas formas de control tecnoautoritario que hipotéticamente servirían para gestionar el previsible derrumbe económico que viene de la mano con la crisis sanitaria. En “Más allá del colapso” aceptas que se trata de una posibilidad. Pero adviertes que existe otra: que los cuerpos en cuarentena interioricen una identificación psicológica entre la enfermedad y la inevitabilidad de reproducir las conexiones a distancia por causa del confinamiento. Dicho de otra manera, que podría no normalizarse la distancia impuesta en las relaciones sino que, al contrario, identificaremos psicológicamente este “distanciamiento social” con el hecho de estar enfermos. Esto significaría que quizá, después de la cuarentena masiva, las subjetividades rechacen como normal esta situación de excepcionalidad hasta el punto de que se relance un deseo colectivo de conjunción entre los cuerpos, de relacionalidad presencial. Desde este punto de vista se podría decir que durante la cuarentena y a consecuencia de eso que tú denominas el terror –que es diferente del miedo– que provoca la pandemia se está librando en nuestros propios cuerpos, en el plano psicológico y en el seno de las subjetividades el mismo pulso entre autoritarismo y reinvención de la democracia que lleva teniendo lugar de manera muy evidente al menos desde la crisis financiera de 2008.

Lo primero que debemos evidenciar es que en estos días en los que estamos obligados a hablar a través de las pantallas, la conexión se ha hecho omnipresente. Esto podría continuar después del fin de la pandemia. Pero podría también verificarse un fenómeno psicológicamente muy probable, muy comprensible: que identifiquemos la pantalla con un período triste de aislamiento. Y entonces se podría producir una vuelta de la conjunción, de la relación conjuntiva, que no significa olvidar la conexión a distancia pero sí considerarla como algo puramente instrumental. En segundo lugar, te agradezco mucho lo que has dicho y no lo habíamos preparado antes [risas], tus consideraciones sobre la respiración. Mi último libro, que todavía no ha sido publicado en castellano, se titula en inglés Breathing y en italiano Respirare. Está dedicado a la cuestión de la respiración. Nos encontramos en el interior de una crisis global de la respiración: son nuestros pulmones, es el aire contaminado el problema de hoy. Pero, al mismo tiempo, estamos descubriendo cómo la relación entre seres humanos, antes de ser una relación económica e instrumental es una relación de armonía de la respiración, de compartir un ritmo, un ritmo erótico, de la inteligencia, de la poesía, del caminar a través de la ciudad, de la noche y el día. El ritmo de la respiración. Yo estoy esperando que surja una idea igualitaria que se funde sobre la armonía planetaria de la respiración.

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Esta conversación forma parte de La pandemia en germinal. Conversaciones sobre un mundo en cuarentena, una serie producida para El Aleph. Festival de Arte y Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con la colaboración de Galería Àngels Barcelona, La Maleta de Portbou. Revista de Humanidades y EconomíaRevista CTXT y Nodal (Noticias de América Latina y el Caribe)

Fuente e imagen: http://lobosuelto.com/entrevista-a-bifo-el-capitalismo-ya-no-es-inevitable-marcelo-exposito/

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Consejo de Educación de Argentina acuerda evaluación formativa

América del Sur/ Argentina/ 19.05.2020/ Fuente: www.telesurtv.net.Educ

 

Según el ministro de Educación de Argentina, Nicolás Trotta, en el contexto de la Covid-19 con relación al aspecto educativo «se profundizan las desigualdades ya que la realidad de cada hogar es muy distinta».

Los ministros de Educación de los distritos de Argentina decidieron que no habrá calificaciones númericas durante este periodo escolar, de modo que las evaluaciones solo serán formativas, considerando el contexto de excepcionalidad que ha generado la pandemia del nuevo coronavirus.

El Consejo Federal de la Educación (CFE), compuesto por los ministros de Educación de los distintos distritos argentinos y liderado por el  ministro en el área a nivel nacional, Nicolás Trotta, realizaron este viernes su primera asamblea virtual.

A través de la videoconferencia el CFE determinó que “la evaluación, durante este período, será de carácter formativo y tendrá por propósito retroalimentar el proceso de aprendizaje, adaptar contenidos y hacer devoluciones orientativas a las y los estudiantes y a las familias”.

Presidí la primera asamblea virtual del Consejo Federal de Educación donde resolvimos, de forma unánime, que las evaluaciones serán formativas: no habrá calificaciones numéricas en el marco de la pandemia.
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Según Trotta, en el contexto de la pandemia de la Covid-19 con relación al aspecto educativo «se profundizan las desigualdades ya que la realidad de cada hogar es muy distinta en cada rincón del país».

Por lo que el ministro de Educación de la nación asegura que quienes conforman el sistema educativo argentino, están de acuerdo en que las condiciones que ha generado el impacto de la pandemia en el área de la enseñanza y el aprendizaje sugieren que es momento de evaluar, pero no de calificar.

Cabe destacar que el Ministerio de Educación argentino ante la cuarentena por la Covid-19 ideó su plataforma virtual Sigamos Educando, con acceso y navegación gratuitos, previendo para los que no pudieran acceder al sistema, una serie de cuadernillos, por niveles y modalidad que repartió en toda la nación, además de transmitir por TV nacional 14 horas de programación educativa y 7 horas de radiodifusión formativa.

Ahora, la CFE determinó que “no habrá calificaciones numéricas. La evaluación de los alumnos y alumnas en este período se centrará en el acompañamiento, seguimiento, registro y devolución a familias y estudiantes del proceso que está teniendo lugar”, refieren en un comunicado de prensa.

Por otro lado, en la asamblea virtual del referido Consejo, también se presentaron los criterios elaborados por la Secretaría de Evaluación e Información Educativa del Ministerio de Educación de Argentina que se aplicarán a partir del 26 de este mes en la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica y cuyos resultados serán publicados en julio.

Fuente de la noticia: https://www.telesurtv.net/news/argentina-evaluacion-formativa-calificaciones-educacion-covid-20200515-0038.html

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