América del Norte/México/22-03-2020/Autor(es/as) : L. Ramos, E. Henríquez y R. Villalpando/Fuente: www.jornada.com.mx
Ninguna autoridad les ha indicado qué medidas tomar.
Albergues de migrantes en las fronteras norte y sur del país comenzaron a aplicar medidas para evitar la propagación del coronavirus Covid-19, como protocolos de prevención, cancelación de recepción de documentos, así como dotación de equipo para detectar casos sospechosos y entrega de productos de higiene para hacer frente a la contingencia.
Encargados de algunos de los refugios afirmaron que ningún representante del gobierno federal les ha dado indicaciones sobre cómo actuar ante la pandemia con población migrante y refugiada, y que tampoco existe información internacional sobre el tratamiento que se debe dar a personas desplazadas en medio de una pandemia.
Ante la emergencia internacional a causa de la propagación del Covid-19, la Casa del Migrante de Saltillo, en Coahuila, creó el primer protocolo de prevención para el nuevo coronavirus, dada la alta movilidad de personas provenientes de varios países en esa estancia.
Alberto Xicoténcatl Carrasco, director del recinto, informó que el documento fue elaborado luego de hacer diversas consultas con organizaciones de la sociedad civil que trabajan con migrantes y refugiados en el sur, centro y norte de México. Señaló que ningún funcionario federal se ha comunicado para advertir qué medidas y acciones deben aplicarse en albergues.
Según datos oficiales de personas infectadas, se puede establecer que las personas migrantes de Centroamérica no son, hasta ahora, potenciales portadores del virus.
Sin embargo, la repatriación hacia México de indocumentados que intentan ingresar a territorio estadunidense coloca a la población en riesgo de contagio, sobre todo en las ciudades cercanas a aeropuertos, industrias y polos económicos donde se efectúan viajes internacionales.
Otro factor a considerar ante esta pandemia es la cercanía con Nuevo León, estado con alto ingreso de personas de otros países y con mucha movilidad hacia Saltillo, capital de Coahuila.
Aunadas a las medidas de higiene que implementarán en la Casa del Migrante, bajo la supervisión de la Jurisdicción Sanitaria 8, se llevará a cabo un registro sintomático de todas las personas refugiadas para identificar posibles casos de infección por Covid-19.
Además, las personas que tengan que ir a firmar cada semana al Instituto Nacional de Migración serán trasladadas por conductores y regresados al refugio para evitar el uso de transporte público.
Xicoténcatl Carrasco dijo que dicho documento se irá actualizando de acuerdo con las recomendaciones de la autoridad y a la prevalencia del Covid-19.
En tanto, como medida para prevenir posibles contagios del coronavirus, los albergues para migrantes Belén y Jesús El Buen Pastor, ubicados en Tapachula, Chiapas, informaron que suspendieron la recepción de indocumentados a sus instalaciones.
Puntualizaron que mientras pasa la emergencia, mantendrán la atención a los indocumentados que ya se encuentran en los refugios.
El sacerdote César Cañaveral Pérez, director del albergue diocesano Belén, dio a conocer que los servicios de recepción de migrantes o solicitantes queda suspendido en lo que termina la emergencia.
Precisó que únicamente se atenderá a las alrededor de 350 personas que están en el refugio. Representantes de la casa Jesús El Buen Pastor, que dirige Olga Sánchez Martínez, también decidieron interrumpir el ingreso de migrantes; el miércoles se instalaron dos centroamericanos.
No se permitirá el ingreso de más indocumentados, pero serán atendidos unos 500, la mayoría hondureños, alojados en sus instalaciones..
Mientras, en una reunión del comité técnico para atender el problema del Covid-19 en Ciudad Juárez, Chihuahua, las autoridades determinaron dotar a los 17 albergues de migrantes que hay en esa localidad de termómetros infrarrojos para detectar casos sospechosos.
Educarnos tanto personalmente como socialmente, y de manera rápida, es el reto que nos toca ahora.
Como toda crisis de salud, la pandemia del coronavirus (COVID-19) nos pone de frente a los temas cruciales de la vida, entre ellos el de la educación. En este caso, se trata de una educación o re-educación personal y colectiva que nos permita enfrentar juntos un evento de la naturaleza para el que estamos escasamente formados e informados. Educarnos tanto personalmente como socialmente, y de manera rápida, es el reto que nos toca ahora.
Para hablar de ello elegiré a dos autores cuyos puntos de vista confluyen en el tema. Primero me permitiré retomar la perspectiva del psicoanalista Erick Fromm de la que hablé hace unas semanas en este mismo espacio. Trata en torno a cuatro elementos que él considera los fundamentos del amor, y que yo me permito adaptar al tema ―sin duda amoroso― de educar. Quiero añadir también la perspectiva del filósofo español Fernando Savater, que también ha reflexionado acerca de la relación entre el amor y la educación, y cuyo pensamiento adquiere su máxima dimensión justamente en momentos de crisis sociales como la actual.
Savater funda su teoría de los valores éticos en lo que él llama amor propio, dejando claro que el cuidado de los demás es la forma más eficaz de quererse a uno mismo. Nos recuerda que todos dependemos de todos, y estamos entreverados en una red de relaciones tan estrecha, que cuidar el bien del prójimo recae en última instancia en nuestro propio beneficio. La educación, ocupada en guiar al otro en la búsqueda de su bienestar, se vuelve siempre en nuestro propio bien. En un momento como el actual, en que esa red de relaciones se estrecha tanto ―al grado de que lavarnos las manos puede evitar que alguien enferme gravemente―, el círculo virtuoso que el español plantea se vuelve evidente.
Hoy más que nunca, debemos ser educados con los demás; para explicar lo que quiero decir, voy a retomar los cuatro componentes del amor que Fromm describe: cuidado, conocimiento, responsabilidad y respeto.
Que el cuidado es necesario, salta a la vista: finalmente, de lo que se trata es de cuidarnos a nosotros y a los demás (lo cual, savaterianamente, resulta lo mismo); es decir, ejecutar los actos necesarios para evitar la enfermedad, y si la adquirimos, o alguien a nuestro alrededor la adquiere, hacer lo necesario para curar y para no contagiar a otros.
Lo anterior se complica cuando pensamos en el segundo componente de la educación: el conocimiento. ¿Cuáles son las mejores prácticas para lograr esos objetivos? Conocerlas no es fácil; lo que llamamos “conocimiento” da una sensación de certidumbre pero en realidad es algo sumamente inexacto. Podemos entrar en filosofías sobre los límites últimos del conocer, pero por el momento no es necesario: basta con echar un ojo a nuestras prácticas e instrumentos cotidianos de adquisición y transmisión de información para darnos cuenta de lo limitados que estamos. Ahora más que nunca surgen “grandes expertos” en todos los campos del “conocimiento”, que recomiendan esto o lo otro, y que nos convencen según sea la tendencia de nuestro pensamiento: confiar en la ciencia nos hará seguir sus recomendaciones; otra postura nos llevará a creer en la voluntad de un poder superior; adherirnos a la teoría del complot nos hará permanecer indiferentes a las medidas de salud, etc. Estos criterios personales se toparán, además, con una inmensa variedad de medios de información llenos de contradicciones entre sí, y con muchas imprecisiones, casi todos pregonando que dicen la verdad. ¿Cuál es la página de internet más confiable, el periodista más objetivo o nuestro amigo o familiar mejor informado?
En la crisis actual, la elección del conocimiento que seguiremos para cuidarnos, implica una gran responsabilidad, no sólo ―como hemos visto― sobre nuestra propia salud sino también sobre la de los demás. Esa responsabilidad se duplica cuando, colocándonos en la posición de quien enseña, exponemos nuestra forma de pensar como conocimiento confiable. En este caso, la responsabilidad se convierte en ―como dice el psicoanalista alemán― “responder por el otro”, lo cual, hablando de coronavirus, es serio, porque puede tratarse de responder por la vida del otro.
Es aquí, creo ―en este dar a conocer nuestra forma de pensar sobre las mejores prácticas de cuidado―, donde cabe el cuarto elemento del que Fromm habla: el respeto. Éste, según él, es el reconocimiento de que la otra persona es distinta a mí y que debo asumir siempre su libertad de ejercer el propio criterio. En momentos en que la acción colectiva es imprescindible, el respeto es la base para que la comunicación fluya entre la gente. Para enseñar algo a alguien ―sean nuestros hijos, alumnos o conciudadanos― no hay mejor punto de partida que el respeto, cuya dimensión esencial es no intentar imponerse sobre el otro.
Aquí, quisiera destacar cierto matiz que se esconde debajo del intento de dominar lo que otro piensa. Quizás a algún lector le parezca frívolo dar importancia al siguiente asunto, y sin embargo me atrevo a sugerir que estemos atentos a él, por si alguna razón me asiste. Me refiero a la gratificación que muchos sentimos cuando conseguimos impresionar a alguien con lo que sabemos. Gratificación trivial, quizás, pero para algunos tan importante que puede llevarnos a propagar la más infundada e incluso escandalosa información sin haberla analizado y confirmado de manera seria. Después de todo, es más fácil impactar a alguien con nuestras ideas por lo que le ofrecen a la imaginación que por lo que aportan al razonamiento lógico. Las redes sociales, transporte ideal para cualquier material en crudo, son el mejor aliado en esto.
Todo lo contrario ocurrirá si atendemos al cuidado, el conocimiento, la responsabilidad y el respeto, entendidos como amarnos y educarnos unos a otros frente a la crisis. Esta actitud hará que nuestras decisiones no se conformen con un primer vistazo al propio criterio o al criterio ajeno, ni con propagar información que no hemos revisado con seriedad.
Yo mismo, ahora, asumiendo mi papel de educador (que en la crisis actual, como digo, todos desempeñaremos inevitablemente), daré mi punto de vista. Primero: ya que hablé de quienes creen en un poder superior, puedo decir ―siguiendo a Fromm, para quien razón y espiritualidad son un continuo― que toda adquisición de conocimiento sobre los cuidados frente al COVID-19, hecha de manera responsable y transmitida respetuosamente, conllevará necesariamente una trascendental esperanza.
Segundo: convengo que en materia de salud me adhiero al conocimiento científico; si no fuera suficiente con la confianza que le tengo a su método por sobre otras formas de conocimiento en este tipo de temas, bastaría con un argumento lógico: dado que es gracias a la ciencia que todos nos hemos enterado del coronavirus, que hablamos de él y estamos atentos a su evolución, y que es sólo por la confianza que le tenemos al conocimiento científico que aceptamos cuidarnos de no adquirir la enfermedad ni propagarla, sólo por eso sugiero que sigamos guiándonos por lo que la ciencia descubra y recomiende, y actuemos de principio a fin sobre sus bases, difundiéndolas entre todos aquellos que quieran escucharnos.
Acorde con esto, y para despejar el punto de cuál sea la información “científica” más confiable que hay en este momento, comento que en entrevista con el Dr. Julio Frenk ―ex Secretario de salud de México y actual Rector de la Universidad de Miami―, me ha explicado que “la fuente más autorizada es la página de Internet de la OMS, donde la información está disponible en español. Otro recurso fundamental es la página de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, que también ofrece información en español.”
Me uno a la recomendación del Dr. Frenk porque conozco sus frommianas y savaterianas cualidades como científico y maestro.
América Central/Haití/22-03-2020/Autor(a) y Fuente: acento.com.do
Por si no hubiera tenido suficiente con el terremoto de 2010, el cólera, el dengue, los huracanes, la falta de agua, la pobreza, la insalubridad, la desnutrición, la violencia, la inestabilidad política, la corrupción o la inseguridad, Haití se enfrenta ahora a un peligro desconocido: el nuevo coronavirus.
La nación más pobre del hemisferio occidental reportó en la noche del jueves 19 de marzo los dos primeros casos de covid-19 y decretó desde entonces el estado de emergencia para intentar frenar la expansión de una pandemia que en el mundo había dejado más de 11.000 muertos, según el Instituto Johns Hopkins de EE.UU.
«Las escuelas, centros de formación profesional, universidades estarán cerradas desde este viernes. El gobierno declara un toque de queda en todo el territorio nacional entre las 8 p.m. y las 5 a.m. a partir de este viernes», anunció el presidente, Jovenel Moïse.
El país caribeño, que todavía intenta levantarse de un sismo que acabó con lo poco que tenía en pie en 2010, había cerrado sus fronteras y cancelado casi todos los vuelos desde la pasada semana para intentar contener la llegada del virus.
Y mientras nuevos casos aparecían y se multiplicaban por casi todo el planeta, Haití aparecía sobre el papel como uno de los pocos lugares libre de covid-19. Era solo cuestión de tiempo.
«Sospecho que en realidad estaba allí desde antes y me temo que lo que viene es muy preocupante«, asegura a BBC Mundo Conor Shapiro, director general de Health Equity International, una ONG que lleva ayuda médica al país.
«Si para todos los países será muy difícil, creo que ya deberíamos estar alarmados por lo que pasará en Haití», agrega.
El país más pobre
Antes de la llegada del coronavirus e incluso antes del terremoto -que hizo de Puerto Príncipe una pila de escombros, mató a más de 316.000 personas y dejó a más de 1,5 millones sin hogar- Haití llevaba tiempo haciendo trágico honor a su fama de nación más pobre del hemisferio.
Antes del terremoto de 2010, unos dos tercios de sus 10 millones de habitantes ya vivían en la pobreza extrema y sin acceso a agua potable. Y tras el sismo, un brote de cólera que ya se ha vuelto endémico ha dejado unos 10.000 muertos.
Ahora, una década después y tras meses de inestabilidad social que han llevado incluso a la policía a enfrentarse a balazos con el ejército, la nación caribeña se enfrenta quizás a un problema mayor.
«Tanta gente viviendo hacinada, sin agua potable o jabón, sin poder abastecerse de comida y sin poder comer si no trabajan… creo que la epidemia de cólera fue predictiva (de lo que puede pasar ahora): Haití tuvo la peor que se ha dado en la historia. La pesadilla será peor que la de Italia», afirma Brian Concannon, fundador del Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití (IJDH).
Franciscka Lucien, directora general de IJDH y quien trabajó en Haití durante la epidemia de cólera, asegura por su parte que el panorama podría ser incluso peor que en otras naciones, dado los altos niveles de pobreza y de insalubridad.
«Estamos hablando de un país donde la mayor parte de la población vive muy por debajo de todos los estándares de pobreza, en una infraestructura prácticamente destruida», le cuenta a BBC Mundo.
«Otras epidemias han demostrado que las partes más afectadas son aquellas donde viven la gente que es más vulnerable y es por eso que el coronavirus es algo muy preocupante, porque la mayor cantidad de la población de Haití vive en la pobreza«, señala.
Shapiro, por su parte, indica que los altos índices de desnutrición o la elevada cantidad de personas inmunodeprimidas, con VIH o, incluso, tuberculosis, hace que la población de riesgo sea comparativamente más vulnerable que en gran parte de las naciones del mundo.
Haití es el país con mayor casos de sida en el Caribe y sus tasas de prevalencia del VIH se encuentran entre los más altos de la región, mientras tiene la mayor prevalencia de tubercolsis de todo el continente y el 22% de sus niños menores de 6 años sufre desnutrición severa.
Pero según Lucien, más allá de las estadísticas que lo potencian como un candidato perfecto para un desastre sanitario terrible con la llegada del nuevo coronavirus, uno de los mayores peligros es que la enfermedad se vuelva incontrolable en un país donde el sistema de salud no da abasto en circunstancias normales.
«Una de las cosas que más me preocupa es que la covid-19 acabe de hacer colapsar un sistema de salud que no alcanza para el día a día», señala.
Un sistema al límite
Shapiro, que ha coordinado esfuerzos humanitarios en Haití por casi dos décadas, coincide que para tener una idea del impacto que el coronavirus puede tener allí basta con recordar cómo eran los servicios sanitarios incluso antes de la llegada de la pandemia.
«Hasta ahora, recibir servicios médicos ha sido muy difícil para la mayoría de la población en general. Muchas personas tienen que viajar de un lado a otro del país por horas a los pocos hospitales que existen para recibir atención. Hay embarazadas que en los momentos del parto tienen que viajar de una ciudad a otra para poder tener una cesárea», señala.
No existen datos oficiales sobre el número de hospitales que funcionan actualmente en Haití ni de la cantidad de su personal médico, aunque reportes en medios locales aseguran que el número de ambos cayó considerablemente los últimos años.
Un informe realizado en 2018 por la Fundación St Luke y el Centro Médico de Maryland señalaban que para aquel entonces, en todo el país, con una población superior a los 10 millones, solo había 90 camas disponibles para cuidados intensivos.
De ellas solo 45 contaban con asistencia respiratoria, uno de los elementos esenciales para los casos más críticos de coronavirus.
«La atención médica no era una facilidad accesible. Si ahora le sumamos la covid-19 y si pensamos que se teme que los sistemas de salud de países desarrollados no den abasto, podemos imaginar que para Haití se trata de una situación extrema», afirma Shapiro.
Según un estudio del Banco Mundial de 2010 (última fecha disponible), el gobierno haitiano apenas cuenta con fondos para para operar la red de hospitales públicos de la isla y el presupuesto destinado a la salud bajó de 16,6% en 2004 a 4,4 en poco más de una década.
Y de ese total, según el informe, casi el 90% está destinado a pagar los salarios del personal médico.
Desde el Ministerio de Salud Pública de Haití afirman que el país está haciendo todo lo que está en sus manos para contener la epidemia.
«Ningún país estaba preparado para esto y nosotros tampoco lo estamos. Pero hemos tomado medidas y tenemos activado un plan de contingencia para intentar contener el virus», asegura un vocero a BBC Mundo.
«Cerramos las fronteras, estamos haciendo campañas de concientización para que la gente se lave las manos, para que conozcan sobre el virus, para que tomen medidas para su protección», agrega.
El gobierno haitiano anunció a inicios de semana el cierre de los pasos fronterizos con República Dominicana, canceló la mayor parte de los vuelos internacionales (con excepción de EE.UU.) y suspendió la mayor parte de eventos sociales.
Sin embargo, Etant Dupain, un periodista local, le cuenta a BBC Mundo que pese a que el gobierno decretó el estado de emergencia el jueves, los mercados y el comercio callejero, bases de la economía informal haitiana y fuente de subsistencia de miles de personas, continuaban funcionando como de costumbre este viernes.
La gran incertidumbre
Para Shapiro, la gran preocupación por la llegada del coronavirus a Haití trasciende la pobreza que hará multiplicarse los contagios como polvorín en llamas o la falta de infraestructura sanitaria que augura un número terrible de muertes.
«He trabajado en Haití desde 2003 y esta es la primera vez que el país corre el riesgo de quedarse solo en medio de una epidemia que está mermando a su población«, asegura.
«Todos los países que se han acordado de Haití en los momentos críticos están ahora tratando de combatir la pandemia en sus territorios, por lo que me temo que Haití tendrá que hacerle frente al covid-19 por sí solo», señala.
Sus temores no terminan con lo que pueda pasar con los enfermos por el coronavirus.
El experto, quien dirige en el hospital St Boniface en el sur de Haití, cuenta que por años las instalaciones médicas en el país se han mantenido a flote a duras penas gracias a la colaboración internacional.
«Ahora estamos preocupados de que podamos continuar recibiendo el apoyo exterior y los suministros médicos que necesitamos, ya no solo para la covid-19 sino para seguir manteniendo los servicios que hasta ahora hemos podido ofrecer», agrega.
«No podemos minimizar las circunstancias. Haití se enfrenta a un desafío nunca antes visto», afirma.
Fuente e Imagen: https://acento.com.do/2020/bbcnewsmundo/8796733-coronavirus-en-haiti-los-peligros-por-la-llegada-del-covid-19-a-la-nacion-mas-pobre-de-america/
El mundo sigue en alerta máxima ante la propagación el Coronavirus y luego que el principal brote esta en Europa, principalmente en Italia con más de 1. 200 muertos.
La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR), UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han publicado hoy unas nuevas directrices para ayudar a proteger a los niños y las escuelas contra la transmisión del virus COVID-19.
Todo esto con el fin de garantizar espacios y escuelas seguros.
En la guía figuran consideraciones fundamentales y listas de control prácticas para mantener las escuelas seguras.
También presta asesoramiento a las autoridades nacionales y locales sobre cómo adaptar y aplicar los planes de emergencia en las instalaciones educativas.
La guía presenta recomendaciones para mitigar los posibles efectos negativos del virus sobre el aprendizaje y el bienestar de los niños.
«Esto significa contar con planes sólidos para garantizar la continuidad del aprendizaje, entre ellos la posibilidad de poner en marcha métodos de aprendizaje a distancia como por ejemplo estrategias de educación en línea y emisiones radiales de contenido académico, así como el acceso a los servicios básicos para todos los niños».
Estos planes deberían incluir también las medidas necesarias para una reapertura eventual de las escuelas en condiciones de seguridad.
En los casos en que las escuelas permanezcan abiertas, y para garantizar que los niños y sus familias estén protegidos e informados se recomienda:
1. Proporcionar a los niños información sobre cómo protegerse.
2. Promover las mejores prácticas de lavado de manos y de higiene, y proporcionar materiales para la higiene.
3. Limpiar y desinfectar los edificios escolares, especialmente las instalaciones de agua y saneamientO.
4. Aumentar el flujo de aire y la ventilación.
Los organismos internacionales recomienda a los estudiantes a convertirse en promotores de la prevención y el control de las enfermedades en el hogar, en la escuela y en su comunidad, ya que les ofrece los medios para hablar con otras personas sobre cómo prevenir la propagación de los virus.
Mantener un funcionamiento seguro de las escuelas, o reabrirlas después de su cierre, requiere tener en cuenta muchas cuestiones, pero si se hace de manera adecuada puede promover la salud pública.
Por ejemplo, las directrices sobre seguridad en las escuelas aplicadas en Guinea, Liberia y Sierra Leona durante el brote de la enfermedad del virus del ébola desde 2014 hasta 2016 ayudaron a prevenir las transmisiones del virus en las escuelas.
UNICEF exhorta a las escuelas, tanto las que están abiertas como las que ofrecen ayuda a los estudiantes a través de la enseñanza a distancia, a proporcionar a sus alumnos un apoyo integral.
Las escuelas deberían ofrecer a los niños información vital sobre el lavado de manos y otras medidas para protegerse a sí mismos y a sus familias facilitar el apoyo a la salud mental.
Ayudar a prevenir el estigma y la discriminación alentando a los estudiantes a mostrarse amables entre ellos y evitar estereotipos cuando hablan del virus.
La nueva orientación ofrece también consejos útiles y listas de verificación para los progenitores y los cuidadores, así como para los propios niños y estudiantes. Estas medidas incluyen:
-Vigilar la salud de los niños y evitar que vayan a la escuela si están enfermos;
-Alentar a los niños a hacer preguntas y expresar sus preocupaciones; y
-Toser o estornudar sobre un pañuelo de papel o en el codo, y evitar tocarse la cara, los ojos, la boca y la nariz.
El Ministerio de Defensa chino ha afirmado, a través de un comunicado este pasado martes, haber desarrollado «con éxito» una vacuna efectiva contra el SARS-CoV-2, virus causante del COVID–19. Una vez reciban la autorización del Gobierno, comenzarán las pruebas sobre humanos.
Chen Wei, epidemióloga de la Academia Militar de Investigación Médica, ha liderado el equipo de investigación encargado de este hallazgo. Según la propia Chen, la vacuna puede llevarse a cabo en «una producción a gran escala, segura y efectiva».
Diversas instituciones en China han anunciado que comenzarán con ensayos clínicos a partir del mes de abril para comprobar la efectividad de diversas vacunas que se están desarrollando en el país oriental. Así mismo, y como ha asegurado el Ministerio de Educación de China, las universidades de Pekín. Tsinghua y Xiamen comenzarán ensayos clínicos en el mismo mes de abril en una vacuna basada en vectores gripales de la gripe.
Yi Chengdong, subdirectora de la Comisión Municipal de Salud de Shanghái, ha afirmado que científicos de China han conseguido desarrollar una vacuna en la plataforma mRNA, cuyos ensayos clínicos comenzarán también el próximo mes. En palabras de la propia Yi, el desarrollo se ha realizado en base a proteínas virales derivadas de las proteínas estructurales de un virus.
Nuevos métodos para detectar coronavirus
Además del desarrollo de la vacuna, desde China también trabajan en nuevos métodos y herramientas para detectar el virus. Hasta tres nuevos productos han sido aprobados y aplicados en Shanghái según afirmó Zhang Quan, director de la comisión de ciencia y tecnología de la misma ciudad.
Recordemos que China fue el primer país afectado por el virus, donde hasta fecha de hoy se han contado más de 80.000 contagiados y 3.226 fallecidos desde que comenzó la epidemia.
“Vamos a ser absolutamente inflexibles”, afirmó el presidente Alberto Fernández.
El Ministerio de Salud de Argentina informó que se diagnosticaron 31 nuevos casos de coronavirus entre miércoles y jueves, con lo cual las personas portadoras del virus son 128, la mayoría de ellas en provincia y ciudad de Buenos Aires. En la noche del miércoles se confirmó, además, la tercera muerte por Covid-19: se trata de un hombre de 64 años que tenía diabetes e hipertensión como patologías previas.
En este contexto, Fernández se reunió el miércoles con los líderes de los partidos de la oposición y este jueves con los gobernadores de todo el país para seguir acordando pasos a dar para enfrentar la pandemia. Tal como adelantaban los medios argentinos desde temprano, al cierre del encuentro el presidente argentino anunció que decretaba la cuarentena total desde las 00.01 del viernes hasta las 23.59 del 31 de marzo.
En una conferencia, junto a tres gobernadores, entre ellos el de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el jefe de gobierno porteño, el opositor Horacio Rodríguez Larreta, Fernández reafirmó que el gobierno adoptará todas las medidas que sean necesarias para demorar la propagación del virus, más allá del impacto que esas medidas puedan implicar en una economía que ya venía atravesando una crisis antes de la llegada de la pandemia.
Restricciones de movimiento en los países de la región | Cuarentena total: Argentina, Venezuela, El Salvador, Ecuador y Perú. Toque de queda: Paraguay, Bolivia, Ecuador y Perú.
Fernández repasó algunas de las 30 medidas adoptadas por el Ejecutivo desde que el 3 de marzo se confirmara el primer caso de coronavirus en Argentina: suspensión de clases, promoción del trabajo a distancia y cuarentena obligatoria para quienes llegaban de países de riesgo y quienes hubieran estado en contacto con esas personas. Medidas que, recordó, buscaban “dar tiempo para poder prevenir el avance del virus” para evitar que la propagación se acelerara de tal modo “que el sistema sanitario no lo pueda atender”.
“Seguimos teniendo problemas de gente que no entiende que no se pude circular por las calles porque el riesgo en que se pone al otro es muy grande”, aseguró el mandatario. Por eso, indicó, el gobierno decidió decretar que todas las personas que están en Argentina “deberán someterse al aislamiento social preventivo y obligatorio”. “Nadie puede moverse de su residencia”, advirtió.
Fernández añadió que las distintas policías con que cuenta Argentina van a estar en las calles para comprobar que quienes circulen tengan justificación para hacerlo, por ejemplo, comprar alimentos o medicamentos; si no la tienen, serán sancionados penalmente. “Vamos a ser absolutamente inflexibles”, afirmó. Entre las excepciones mencionadas en la conferencia para la cuarentena obligatoria están los trabajadores vinculados a la salud, la seguridad y la producción y distribución de petróleo, así como quienes estén en cargos de conducción política en el gobierno.
“El primer deber de un gobernante es cuidar la integridad física de su gente”, agregó Fernández, antes de concluir: “Estamos preparados para hacer frente a esto que nos ha tocado, que no es ni más ni menos que lo que le ha tocado a todo el mundo”.
En esto no somos europeos, asiáticos o americanos, somos humanos ante un problema común. Estamos en esto todos los seres humanos, el confinamiento es para todos. Pero también la esperanza en un mundo distinto nos pertenece y este es tiempo para construirla.
Todavía son las primeras horas del confinamiento obligatorio en el que vivimos en este país de 15 millones. Las noticias de China, y luego Europa y Estados Unidos, nos fueron alertando y alarmando, pero no lo suficiente para que pudiéramos cambiar el ritmo y la manera de vivir. Sin embargo, ya con seis casos registrados y una persona muerta, la cosa se ha desvelado de manera dramática. Ya el Gobierno ha planteado prohibiciones y esperamos que con eso la contención sea posible.
Los dos casos iniciales fueron de personas provenientes de Italia y de España. Algunos de sus familiares que los acompañaban también están en cuarentena, pero la cosa se pone dramática por el hecho de que la primera persona fallecida era dueño de una fábrica de maquilación textil, la cual se considera foco ahora de una posible expansión exponencial en el territorio nacional.
Me parece que, en una reflexión ligera, existe una ventaja y una desventaja para países como los latinoamericanos, sobre todo, aquellos que todavía sus cifras de infectados no son tan alarmantes. La ventaja es que después de la difusión de noticias angustiantes de Asia y de países tan cercanos y queridos para nosotros, como España e Italia, la situación ya nos tenía en alerta. Tampoco es comparable el flujo turístico nuestro con el europeo, aunque en Guatemala somos un país de flujos migratorios forzados, porque estamos entre México y Honduras y esa es otra realidad que tampoco podemos desatender. Aunque su origen oficial está en China, para Guatemala el conavirus vino de Europa. Y eso es distinto a que de aquí hubiera ido para allá.
Esta supuesta ventaja hizo que los gobiernos, de una u otra manera, fueran preparándose para la emergencia. Aunque no pudo evitarse el desabastecimiento, el frenesí por comprar, la neurosis colectiva expresada en largas colas para comprar papel higiénico (como se había empezado a ver en la televisión proveniente de Estados Unidos).
Por otro lado, los países latinoamericanos en general tenemos una desventaja: nuestras condiciones estructurales. La precariedad en los sistemas de salud hace que cualquier emergencia se convierta en una situación extremadamente dramática. Una pandemia como esta nos puede arrasar de maneras insospechadas. En Italia el sistema de salud vivió colapso por este conavid 19. Algo un poco menor en países como los nuestros, se convierte en una tragedia de tamaño monstruoso.
Y aunque no parece el momento más adecuado para recordar viejas condiciones estructurales, me parece que tampoco es momento para olvidarlas completamente. El empobrecimiento agudo de grandes segmentos poblaciones en Guatemala, junto a la precariedad en salud y en educación, así como el enorme desempleo de miles y miles de jóvenes, son factores que no pueden quedarse olvidados. Tienen que tomarse en cuenta en este preciso momento, porque la pobreza mata muchísimo más que cualquier virus y porque después de que este conavid 19 sea dejado de lado, la pobreza y la exclusión seguirán haciendo de la suyas, en silencio, sin focos de medios de prensa, sin alarmas, sin llamados a la unidad, sin acciones internacionales.
Creo que, aunque un virus parece un elemento de la naturaleza, y esta pandemia parece que nos hace olvidarnos de sus autores y verdaderos responsables, no podemos dejar de lado que quizá nunca sabremos plenamente quién o quiénes lo crearon, y por qué o para qué lo diseminaron. O a quién se le salió del control. Los portadores individuales, sobre todo cuando tenían conocimiento de la situación, fueron claramente responsables, no así quienes no sabían nada de lo que pasaba. Pero los auténticos responsables, aquellos que por el control del poder en el mundo hacen y deshacen (sin importar la vida y la dignidad), seguirán en la sombra y sin ser señalados contundentemente.
En esto no somos europeos, asiáticos o americanos, somos humanos ante un problema común. Estamos en esto todos los seres humanos, el confinamiento es para todos. Pero también la esperanza en un mundo distinto nos pertenece y este es tiempo para construirla.
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