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¿Estás procrastinando más? Culpa a la pandemia

Por: Paulette Delgado

Procrastinar tiene menos que ver con la gestión del tiempo y más con la gestión de las emociones y una batalla en tu cerebro.

Muchas personass tenían grandes planes para la cuarentena: leer más, aprender un idioma, aprovechar todo ese tiempo libre en algo productivo, entre otros propósitos. Pero a medida que avanzó la pandemia muchas personas enfrentan ansiedad, agotamiento y dificultad para concentrarse.

La pandemia por COVID-19 ha generado una crisis de salud mental alrededor del mundo, alimentando malos hábitos como la procrastinación. Y aunque algunas personas catalogan la procrastinación como mal manejo del tiempo, se trata más bien de un problema de manejo de las emociones, según Tim Pychyl, profesor de psicología que investiga la procrastinación y su relación con el bienestar personal en la Universidad de Carleton en Ottawa, Ontario. Fuschia Sirois, quien estudia la procrastinación en la Universidad de Sheffield, está de acuerdo con el profesor Pychyl. «La gente habla de la procrastinación como un problema de gestión del tiempo porque así es como se ve en la superficie, ¿verdad? Pero en realidad no tiene mucho que ver con la gestión del tiempo. Tiene que ver con el manejo del estado de ánimo», dijo a VICE. Pero, ¿por qué prolongamos nuestras tareas?

No pasa nada si lo pospones

A veces hay consecuencias por no hacer inmediatamente las tareas o pendientes que tenemos que hacer, pero en otras ocasiones no hay consecuencia alguna. Según Joseph Ferrari, profesor de psicología en la Universidad DePaul en Chicago, la misma sociedad alienta a las personas a no hacer las cosas temprano. Él explica que «nos castigan por llegar tarde a nuestra cultura, no nos recompensan por llegar temprano». Y cuando internalizamos el mensaje de que no tiene sentido llegar temprano, podemos aplicarlo a cualquier tarea que deba realizarse.

El profesor Pychyl explica que por eso es importante centrarse en lo bien que se siente cuando se completa una tarea en lugar de pensar en el estrés que nos produce hacerla. Hacer una lista de pendientes es de gran ayuda, ya que ir marcando pendientes como completados te ayudarán a hacer más ,ya que crean el sentimiento de eficacia.

La manera en que te sientes respecto a hacer algo que te hace procrastinar

Fuschia Sirois, quien estudia la procrastinación en la Universidad de Sheffield, dijo a VICE que es común que las personas procrastinen cuando se sienten inseguras, más si la tarea es nueva. “Es una ecuación bastante simple: menos confianza equivale a más evitación”, dice.

Otro caso es sentirse incompetente o ansioso ante una tarea porque nos preocupa que otros juzguen cómo la realizamos. Un ejemplo muy simple es escribir un correo electrónico, mucha gente lo pospone porque otra persona lo verá y no saben si lo que escribieron es lo correcto. Las personas también evitan las tareas tediosas o aquellas que no son divertidas así que optan por procrastinar aunque sea algo que tome menos tiempo que un episodio de alguna serie.

Utilizar la lógica para intentar engañarse y corregir un comportamiento que es inherentemente emocional

Comúnmente la gente evita hacer algo porque está asociado a emociones negativas como sentirse juzgado, es algo aburrido, nuevo, nos da miedo, etcétera. Y aunque acciones como dividir el proyecto en partes pequeñas, organizar un horario, limpiar el espacio de trabajo u otros consejos que uno se encuentra en línea, ayudan a hacer el entorno menos procrastinador, no significa que ayude si se trata de un problema emocional.

Por ejemplo, para una persona que siente que no tiene las habilidades para realizar una actividad, juntar toda la información y recursos necesarios para llevarla a cabo es una opción más viable que tener un espacio de trabajo ordenado. A veces las personas piensan de más las cosas, convirtiéndolas en más grandes o complicadas de lo que realmente son. Contar con lo necesario para completarlas puede ayudar.

Estár atrapado en una espiral de vergüenza

Sirois también explica que muchas veces los procrastinadores tienen baja autoestima, suelen pensar que sólo ellos prolongan las tareas por lo que genera emociones negativas. Evitan hacer algo que encuentran desagradable, sufren la presión de ser juzgados por esto y así lo evitan aún más, formando un círculo vicioso. “Todo lo que hace la autocrítica, entonces, es generar más sentimientos negativos sobre la tarea, lo que hace que uno quiera evitarla aún más”, dijo Sirois. «Es por eso que estas cosas se prolongan».

No pedir ayuda

Reconocer que procrastinar es algo que todos hacen y normalizarlo ayudará a aliviar la culpa y ese sentimiento de vergüenza que muchas personas tienen. Es por eso que hablar con otros al respecto es de gran ayuda para superarlo. Además, contar con apoyo reduce el estrés ya que aporta un apoyo emocional y espacio seguro para la escucha. Ser amable en lugar de crítico contigo mismo hará que sea más fácil pedir ayuda.

Por otro lado, la procrastinación no se trata solo de evitar hacer ciertas tareas o es causada por temas emocionales, la procrastinación tiene sus raíces en el desarrollo evolutivo, con dos partes clave del cerebro compitiendo por el control. La revista National Geographic explica más al respecto y hace un desglose de la ciencia detrás de la procrastinación, el efecto que ha tenido la pandemia y estrategias para sobrellevarla.

La ciencia detrás de la procrastinación: batallas cerebrales

En un artículo para el Centro Nacional de Información Biotecnológica (NCBI por sus siglas en inglés) varios neurocientíficos descubrieron que la procrastinación es una pelea constante entre el sistema límbico y la corteza prefrontal que evolucionó después, hace unos 15 o 16 millones de años. El primero controla comportamientos básicos de supervivencia como la respuesta de luchar o huir ante una situación, así como emociones y búsqueda del placer. Está relacionado con el impulso y buscar gratificación instantánea. Por su parte, la corteza prefrontal es responsable de comportamientos más complejos, como planificar. En situaciones de ansiedad, miedo o estrés, el sistema límbico reacciona, orillando a las personas al alivio temporal de la procrastinación en lugar de enfrentarse a tareas abrumadoras.

Venganza a la hora de dormir

Al inicio de la cuarentena, uno de los síntomas más comunes que presentaron muchas personas fue la fatiga ocasionada por las restricciones impuestas como medidas preventivas. Al distanciarse socialmente y estar encerrados, mantener un horario regular y contar con espacios para objetivos específicos como trabajar, comer, dormir o relajarse, se fue complicando lo que facilita el no poder concentrarse en una tarea. Según la experta Julianna Miner, profesora adjunta de salud global y comunitaria en la Universidad George Mason en Virginia, la falta de estructura perjudica a las personas que son propensas a procrastinar. No tienen esa división de un lugar de trabajo y un lugar para relajarse, ya que todo lo hacen desde sus hogares.

Una de las actividades donde la gente procrastina es a la hora de dormir, algo que en China se le conoce como “procrastinación de la hora de acostarse por venganza», que se popularizó en Twitter. Se refiere a que las personas se “vengan” al mantenerse más tiempo despiertas para dedicarse a divertirse. Según un estudio de 2019 en la revista Frontiers in Neuroscience, son las mujeres quienes más practican este tipo de procrastinación. A raíz de la pandemia, esto ha ido en aumento debido a las demandas adicionales sobre su tiempo durante la cuarentena, al encargarse de actividades como cuidar a sus hijos y el hogar.

Otro término de moda es la “procrastinación productiva” que se refiere a dejar de hacer algo por hacer otra tarea. Por ejemplo, las actividades de barrer y trapear. Aunque estas actividades no son improductivas, posponerlas por otras actividades que también se necesitan llevar a cabo aumenta el nivel de estrés a la larga, porque siguen sin completarse.

Próximos pasos

La procrastinación es una tendencia difícil de vencer, sin embargo, los expertos aseguran que actividades como el mindfulness o atención plena y la autocompasión ayudan para evitar la procrastinación ya que tratan sobre superar emociones negativas. Esto se comprobó en un estudio del 2020 en la Revista Internacional de Psicología Positiva Aplicada ya que se encontró que las personas que hacían ejercicios cortos de mindfulness se concentraban más en sus tareas.

Tim Pychyl recomienda no sobrecargarse con la idea de un proyecto completo, sino mejor concentrarse en tareas pequeñas ya que así engañas a tu cerebro a mirar una acción a la vez y no la emoción de estrés que se asocia con el trabajo. Otros expertos recomiendan pensar en qué los ayudó a ser productivos en el pasado o buscar a un compañero que los presione a ser responsables o, como se mencionó anteriormente, crear una lista de tareas.

Aún así, en caso de que alguien esté teniendo problemas con la procrastinación, más debido a la pandemia, los expertos recomiendan buscar una evaluación médica o ir con un psicólogo para descartar que se deba a problemas de salud mental como depresión, ansiedad, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) entre otros.

Fuente e imagen: observatorio.tec

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México: Urge instalar lavamanos en entrada de escuelas previo al inicio de clases presenciales

Ante un eventual regreso a clases presenciales y con el objetivo de garantizar medidas preventivas de salud, el Congreso de la Ciudad de México emitió un exhorto a autoridades capitalinas para que se instalen lavamanos en los accesos a planteles educativos, como uno de los métodos para evitar contagios por Covid-19.

Diputados de todos los partidos políticos estuvieron de acuerdo en que la autoridad educativa federal debe trabajar en ese rubro, en coordinación con los titulares de las 16 alcaldías de la metrópoli y de la Secretaría de Obras y Servicios del gobierno local.

La solicitud del Poder Legislativo capitalino, es que estaciones para el lavado de manos disponibles, sean funcionales, cuenten con agua y jabón, además de que sea adecuada la altura de su colocación, en consideración a la estatura promedio de los alumnos.

Fue la diputada promovente del punto de acuerdo avalado por la mayoría de los representantes populares, la petista Lilia Sarmiento Gómez, quien insistió que los lavamanos deben ser adecuados y accesibles para todos los niños, incluidos los menores con capacidades diferentes.

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La integrante de la bancada del PT en el Congreso capitalino, refirió que la medida propuesta atiende las recomendaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), publicada en su portal electrónico.

Fundamentó que el propósito es promover hábitos de higiene y contar con entornos educativos saludables en el marco de la emergencia sanitaria, al tiempo que comentó que la recomendación de UNICEF México plantea tres distintos momentos.

El primero, mientras las escuelas estén cerradas; segundo, en torno a la preparación de la reapertura y, el tercero, con las escuelas abiertas.

Dejó en claro que el lavado de manos protege a los niños y adolescentes contra enfermedades infecciosas, por ello es importante asegurar que los almacenamientos de agua, como tinacos y cisternas, estén limpios y cerrados en todo momento.

Fuente: https://noticiasporelmundo.com/centro-america/urge-instalar-lavamanos-en-entrada-de-escuelas-previo-al-inicio-de-clases-presenciales-la-prensa-noticias-mexico/

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Semillero de la era digital: El Transistor y la microelectrónica de estado sólido

A partir del 1947 la electrónica inicia el tránsito a la frontera del estado sólido, dejando atrás años de uso de los llamados tubos al vacío. Es así como científicos de los Laboratorios Bell (actual AT&T) en medio de investigaciones sobre el uso de nuevos materiales semiconductores descubren cierta propiedad en minerales como el silicio (Si) de transportar pequeñas cargas eléctricas dado los enlaces covalentes que posee dicho material.

La electrónica es  una rama de la física dedicada al estudio del flujo de los electrones y de partículas cargadas eléctricamente. El electrón en su concepto más sencillo es una partícula atómica que posee carga negativa y forman la corteza externa del átomo, los cuales interactúan entre si para mantener las uniones moleculares.

Los investigadores utilizando la técnica del dopaje, que consistente en añadir impurezas de otros minerales de un grupo mayor o menor al del semiconductor a dopar, lograron crear uniones del tipo N (negativas) y P (positivas) observando en principio la existencia de un flujo eléctrico, efecto que posteriormente los llevaría a crear el primer Transistor, el cual pasaría a sustituir los tubos al vacío que hasta ese momento eran los componentes electrónicos utilizados en la construcción de radios, televisores y computadoras. Estos componentes eran como una especia de bombillos incandescentes, con filamentos encapsulados en pequeños envases de vidrio con gases, que requerían de grandes voltajes para su funcionamiento y generaban altas temperaturas y su tiempo de vida era muy reducido.

La invención del transistor (1947) estuvo marcada por varios hechos desde un mismo equipo de investigadores del Laboratorio Bell donde estuvieron John Bardeen, Walter Houser Brattain y William Bradford Shockley y de forma aislada Julius Lilienfeld quien patentó un transistor previo a los diseñados por el trinomio de la Bell, quienes en 1956 se hicieron merecedores del Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre los semiconductores y por sus descubrimientos acerca del efecto transistor.

Es parte de la historia que luego de patentar el transistor Shockley funda su propia empresa Shockley Semiconductores, siendo la precursora del Valle de Silicio en los Estados Unidos, que tuvo poco éxito en el desarrollo de los semiconductores. Posteriormente Robert Noyce y Gordon Moore tras su salida del equipo de científicos de Shockley Semiconductores crean en 1957 una de las empresas de semiconductoras más icónicas de la época: Fairchild Semiconductor, la cual años más tarde lanzaría casi simultánea con Texas Instruments (otra poderosa empresa del mundo de la electrónica) al mercado el primer circuito integrado gracias a los avances  de la microelectrónica, iniciando así la carrera por la miniaturización de un conjunto de componentes electrónicos dentro de una pequeña oblea de silicio, lo que abrió el paso al surgimiento de los microprocesadores, corazón de las Computadoras Personales (Personal Computer o PC en inglés). Lo curioso es que la dupla Noyce y Moore en 1968 serían los fundadores de Intel, hoy empresa líder en la fabricación de microchips y microprocesadores.

El transistor bipolar es un componente electrónico construido a base de Silicio que posee tres contactos (denominados Emisor, Base y Colector) incrustados entre las uniones semiconductoras P-N-P o N-P-N. La denominación de bipolar se debe a que la conducción entre uniones tiene lugar gracias al desplazamiento de portadores de dos polaridades (huecos positivos y electrones negativos) entre ellas, lo que permite aumentar la corriente y bajar el voltaje, según sea la configuración que se le dé al transistor entre sus terminales.

El uso principal del transistor es como amplificador, pero también funciona como interruptor y es bajo esta forma que se  recrean los unos y los ceros con los que trabaja la computadora, es decir dejando o no pasar la corriente eléctrica en un determinado momento (desde el punto de vista electrónico se trata de pasar de la región de corte del transistor a su región activa activa). Esta propiedad del transistor abrió las puertas  a la electrónica digital que trabaja con dos estados lógicos: 1 y 0.

Con la ayuda de la lógica binaria, el álgebra de Boole (1854), los mapas de  Karnaugh (1953) y la microelectrónica se desarrollan los primeros circuitos lógicos en estado sólido: compuertas AND, OR, NOT, NOR NAND, XOR, que constituyen la base de las máquinas electrónicas sumadoras que dan vida a las calculadoras. Gracias a los avances que ya se tenía con las computadoras con tubos  al vacío (la ENIAC fue lanzada en 1946 y tenía 17468 tubos de vacío y podía resolver 5000 sumas o 300 multiplicaciones en 1 segundo) y la aparición de otros componentes electrónicos integrados fue sumamente rápido el desarrollo de nuevos y cada vez más pequeños equipos electrónicos entre la década del 60 y 70.

En 1971 Intel sacaría el primer procesador al que llamó 4004, creado con 2.300 transistores en una capsula dual in-line (DIP o DIL) con apenas 16 pines, cuya separación estándar entre terminales es de 0,1 pulgadas (2,54 mm). Este procesador junto a otros tres Microchip forman parte de la llamada familia 4000, que fueron  parte de un contrato entre la empresa japonesa Business Computer Corporation (Busicom) e Intel para fabricar un conjunto de chips para el corazón de sus nuevas calculadoras aritmética de bajo costo, la Unicom 141P una calculadora de mesa y otra de bolsillo a la que llamaron Busicom 141-PF. La familia de circuitos integrados (IC) 4000 estaba conformada por el 4001 que era una memoria ROM de dos kilobits con salida de cuatro bits de datos; el 4002 era una memoria RAM de 320 bits con el puerto de entrada/salida (bus de datos) de cuatro bits; el 4003 que era un registro de desplazamiento de 10 bits con entrada serie y salida paralelo; y el 4004 que era la CPU de 4 bits. Con estos componentes y luego de un arduo trabajo de los científicos e ingenieros de Intel, tanto la Unicom 141P como la Busicom 141-PF serían las primeras calculadoras con microprocesador incorporado.

De allí el despegue tecnológico de la electrónica de estado sólido ha sido impresionante (tubos al vacío –> transistor –> micro chip –> micro procesadores) al punto que podemos tener hoy día computadoras portátiles y ahora teléfonos capaces de realizar llamadas y de emular no solo una computadora sino que además integran un conjunto de otros dispositivos electrónicos que nos han llevado a establecer la denominada frontera digital, donde hardware y software se unen en un pequeño dispositivo para brindar múltiples opciones de comunicación en varias dimensiones gracias a la conectividad en tiempo real y las redes comunicacionales que se han establecido alrededor del mundo.

Hayah García

Profesor Agregado D.E.

Universidad “Clodosbaldo Russian”

Cumaná – Sucre – Venezuela

Emailhayahgarcia@gmail.com

Twitter: hayah_garcia

 

Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

 

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Organización Mundial de la Salud: Fatiga pandémica en las universidades: «Hemos perdido los mejores años de la vida»

Después de muchos meses de pandemia y a raíz de la incertidumbre y los cambios de hábitos prolongados en el tiempo por la Covid-19, muchos universitarios sufren, como otros colectivos, lo que la OMS describe como ‘fatiga pandémica’, una serie de síntomas en el estado de ánimo como el miedo, la angustia, el desánimo y la apatía. De hecho, como señala Federico Borges, profesor asociado del departamento de inglés y Lingüística de la UdL y formador de formadores virtuales, «se habla poco de cómo los universitarios están viviendo la fatiga pandémica. Es un problema de fondo y poco visible. Pero es una cuestión importante». Según este especialista en el rol del estudiante en entornos digitales, la poca visibilidad se explica por una «razón de supervivencia sistémica, es decir, por la misma voluntad de las instituciones universitarias de mantener la enseñanza en formato online». Ahora bien, a pesar de que se intenta normalizar una situación excepcional, el problema resulta mucho más complejo.

De la presencialidad a la virtualidad

El mundo universitario ha tenido que adaptarse con urgencia al nuevo contexto de emergencia sanitaria. Más allá de las restricciones y las medidas generales, la continuación de las clases presenciales en formato online ha sido el cambio que más ha afectado a los universitarios, «pese a no haber tenido elección ni formación ni tampoco modelos de cómo ser estudiantes virtuales», puntualiza Borges. De hecho, a pesar de que muchos de ellos están familiarizados con el mundo digital, el uso de las nuevas tecnologías en un contexto de ocio resulta distinto del de un marco de aprendizaje.

Según Borges, para saber cómo estudiar online, «hay que tener una competencia tecnológica. No se trata de escribir un whatsapp«. Borges, además, señala la importancia del factor emocional como un elemento clave para gestionar la formación online: «Para aprender en línea hay que saber controlarse, planificar la agenda, reflexionar y, sobre todo, aprovechar el tiempo a pesar de estar todo el día en casa, en el mismo espacio donde tienes que hacer todo: trabajar, descansar, disfrutar, relajarte, etcétera».

¿Cómo está afectando la pandemia a los estudiantes universitarios?

Si pensamos en nuestra condición de seres sociales con necesidad de contacto físico, no es lo mismo estudiar en un aula con tus compañeros que hacerlo frente a la frialdad de una pantalla. De hecho, para muchos universitarios, seguir las clases virtualmente, entre olas y restricciones durante tanto tiempo, se está convirtiendo en un gran esfuerzo.

Álex Howroyd, estudiante de 3º curso de Ingeniería Mecatrónica, considera que la pandemia le ha afectado bastante: «Antes, yo tenía un ritmo de estudio. Pero ha habido muchos cambios y hemos perdido una rutina que para nosotros es muy importante. Perdimos el hilo y ha sido complicado volver a un nuevo ritmo de estudio». Pau Busquets y Roger Howroyd, estudiantes de 3º de Marketing, insisten en la misma idea: «Ahora tienes que organizarte como puedas. Si no puedes ir a clase, todo es un poco más complicado», comenta Pau. Y Roger añade: «Este año se está haciendo mucho más duro que si fuéramos a clase. Se hace pesado y nos está costando mucho seguir el ritmo».

Sin embargo, al principio de la pandemia, durante los primeros meses, muchos de ellos veían con buenos ojos la continuación de las clases presenciales en formato online. «Nos confinaron al final del segundo año de carrera y, al principio, la idea parecía muy buena. Todo era nuevo y sólo vimos las ventajas como, por ejemplo, grabar las clases», comenta Laia Serra, estudiante de 3º de Marketing. Ahora bien, a medida que se alargaba la enseñanza virtual, Laia empezó a desmotivarse muchísimo y, con cierta apatía, admite que «hago mucho menos que antes, porque, ahora, si no te interesa la clase, desconectas el ordenador y adiós muy buenas».

Neus Armengou, estudiante de 3º de Matemáticas, comparte la misma opinión que Laia, y añade que «al principio, ni yo ni otros universitarios nos lo tomamos en serio. Creíamos que todo duraría menos y, en consecuencia, nos relajamos. Después, cuando nos dimos cuenta de que todo era más largo y crudo, a mí, personalmente, me costó mucho empezar a estudiar de nuevo. De hecho, el cuatrimestre me fue bastante mal y tuve que ir a recuperaciones».
Una de las estudiantes más críticas es Noemí Howroyd, estudiante de 2º de Comunicación Audiovisual en la UAB. Al inicio del confinamiento, como Laia y Neus, Noemí se sentía bastante tranquila. Explica que quedarse en casa no era un esfuerzo extra. Ahora bien, considera que desde su facultad «no se ha reaccionado bien. Ha costado mucho trasladar a la virtualidad algunas asignaturas». Y confiesa sentirse enfadada con la universidad: «Salvo algunos seminarios, me molestó mucho cursar todo el primer semestre online. Y, sobre todo, que, después de haberlo cursado todo online, nos obligaran a ir presencialmente a los exámenes», concluye Noemí.

De la falta de competencia tecnológica a la frustración

Durante el confinamiento, la única opción de las universidades para sobrevivir fue la virtualidad. Ahora bien, según Federico Borges, cuando llegó el confinamiento e irrumpe la formación online, «todos nos encontramos con una deficiencia general enorme. Muy pocos tienen los conocimientos digitales que permiten separar, por ejemplo, el ocio del trabajo, ni tampoco los recursos necesarios para no quemarse a lo largo del día frente a la pantalla». Una idea que, por ejemplo, corrobora Laia Serra: «No estamos preparados para gestionar una universidad online con tantos universitarios y menos por las tardes, porque estás más cansado. Cuando ya es tan tarde, sólo quieres cenar y desconectar. En la facultad todo es más dinámico, porque socializas».

De hecho, esta falta de competencia tecnológica en la enseñanza produce, según Borges, la frustración de muchos universitarios, ya que «la mayoría de las universidades traspasan directamente la formación presencial a un entorno digital. Ahora bien, esta traslación no encaja y se produce la frustración». En este sentido, a diferencia de las clases presenciales, donde ya desde pequeños socializamos y asumimos las competencias de aprendizaje de manera natural, en la formación online «no hemos aprendido todavía las competencias tecnológicas para aprender a ser estudiantes en línea, una enseñanza que requiere mucha más responsabilidad, y aún más cuando todavía no hemos tenido ni modelos ni orientación para serlo», concluye Borges.

El estado de ánimo y la rotura de las expectativas universitarias

Aparte de la frustración sobre cómo orientarse en el aprendizaje online, hoy en día, muchos universitarios procuran gestionar las emociones y los sentimientos relacionados con la fatiga pandémica. Hablan de tristeza, cansancio, pérdida de concentración, apatía, desmotivación, desorientación, inestabilidad, incertidumbre, etcétera. Por ejemplo, Pau Busquets confiesa que «estar en casa es más triste. Todo te molesta más y estás mucho más sensible. Pero, intentas adaptarte y verlo todo de otra manera». Álex Howroyd admite sentirse un poco frustrado, «porque mi carrera es muy abstracta y cursarla online la hace más difícil. Además, cuesta estar atento».

Por su parte, Noemí Howroyd explica que lleva casi un año sin salir de casa para evitar contagiarse y contagiar a las personas de su alrededor, y admite que «me está pareciendo una vida muy monótona. He perdido todo interés en estudiar o realizar cualquier proyecto personal. Hoy, mi motivación es cero para las clases online que tengo que cursar». Un sentimiento similar confiesa Alba Carrasco, estudiante de 2º de Humanidades en la UPF: «Siento impaciencia, tristeza y un poco de estrés por mis estudios universitarios».

Sin embargo, una de las cuestiones que más está afectándoles es la interrupción de la vida universitaria, concebida como una etapa significativa en la trayectoria vital y profesional de una persona. Álex opina con cierto pesimismo que «hemos perdido la juventud universitaria y, en teoría, son los mejores años de nuestra vida. Con las restricciones no hemos podido disfrutarla». Noemí asegura con contundencia «que no estoy disfrutando de la vida universitaria, que es lo que ahora debería estar haciendo. Sólo hago cursos online».

En cambio, en medio de esta situación, Roger Howroyd percibe un agravio respecto de otras promociones universitarias, y admite que «tengo la impresión de que nuestra generación parte con desventaja si la comparamos con otras generaciones no confinadas. Tengo mis dudas, pero tengo esa sensación». Laia Serra comparte la opinión de Roger: «En un futuro, tal vez algunas empresas piensen que no estudiamos correctamente por haber estudiado online».

En este sentido, sin embargo, Federico Borges explica que «yo intento luchar contra esta creencia de robo de los mejores años de la vida universitaria, la idea de que están perdiendo posibilidades por formarse online». De hecho, Borges afirma que «entiendo esa percepción, la comprendo. Pero esa idea debe matizarse». Y aclara: «Las dos formas de estudiar, sea online o presencial, pueden ser igualmente buenas o igualmente malas».

¿Cómo ven el futuro?

Hoy día, la realidad y las preocupaciones de los universitarios son similares. Muchos de ellos, después de la pandemia, han perdido el trabajo que compaginaban con los estudios. Es el caso, por ejemplo, de Roger: «Ahora mismo, estoy bastante desmotivado, porque perdí el trabajo». Y recuerda que «por las mañanas iba a trabajar, y luego, con el tiempo justo, comía, cogía la moto y me iba a la universidad por la tarde. Todo era muy físico. Había un agotamiento agradable, y ahora no lo tengo. De hecho, me cuesta no hacer nada por la mañana». Sin embargo, Roger no decae y confiesa qué espera del futuro: «Me gustaría tener un equipo de marketing con el que trabajar en una empresa de automoción».

Pau Busquets también sufre la misma situación que Roger, y explica: «El futuro lo veo jodido, sobre todo aquí en Cataluña y en España. Los salarios son bajos y la tasa de desempleo es de las más altas de Europa. No descarto ir a vivir fuera. Ahora, sin embargo, quiero sacarme la universidad con nota y aprender, porque si tienes un título universitario, pero no has adquirido ningún aprendizaje, no te sirve de nada».

Por su parte, Neus Armengou admite que le preocupa la estabilidad económica para poder independizarse; una opinión parecida a la de Noemí que, con elocuencia, sintetiza su opinión con dos palabras: «Dinero y trabajo». Y añade: «Por culpa del virus y del impacto en la economía ha sido más difícil pagarse los estudios». Finalmente, uno de ellos, Alex, concluye con una frase que incorpora dos palabras que resumen bien las emociones sobre el futuro de los universitarios: «Tengo esperanza de encontrar trabajo sin tener mucho sufrimiento».

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Cerca de 1,4 millones de niños llevan más de un año sin ir a la escuela en Etiopía por la pandemia y la guerra en Tigray

Cerca de 1,4 millones de niños llevan más de un año sin ir a la escuela en  Etiopía por la pandemia y la guerra en Tigray

Alrededor de 1,4 millones de niños llevan más de un año sin acudir a la escuela en la región etíope de Tigray (norte) a causa del cierre de centros por la pandemia de coronavirus y el conflicto desencadenado en noviembre tras la ofensiva del Ejército contra el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF), según ha denunciado este martes el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

«Esta es una emergencia de protección, de educación y de nutrición», ha señalado el portavoz de UNICEF, James Elder, que ha realizado recientemente una visita a la región, antes de agregar que más de un millón de personas se han visto desplazadas por la violencia, en medio de los enfrentamientos en la zona.

«Vi mucha destrucción de los sistemas de servicios esenciales, de los que dependen muchos niños para sobrevivir. También he escuchado relatos desgarradores de violación y violencia sexual de parte de niños y mujeres», ha señalado Elder.

Según los datos de UNICEF, más de 3.000 niños no acompañados han sido identificados y registrados en las regiones de Tigray, Afar y Amhara, en el norte de Etiopía, y ha empezado a darles cuidados provisionales, además de trabajar para intentar localizar y unificar a las familias separadas por el conflicto.

La ofensiva en Tigray arrancó el 4 de noviembre por orden del primer ministro en respuesta a un ataque del TPLF –que entonces gobernaba en Tigray– contra una base del Ejército en la capital regional, Mekelle, que se saldó con la muerte de un importante número de militares etíopes.
Fuente: https://www.notimerica.com/politica/noticia-cerca-14-millones-ninos-llevan-mas-ano-ir-escuela-etiopia-pandemia-guerra-tigray-20210420144704.html

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Sudán del Sur anuncia que reabrirá los colegios en mayo tras un año de cierre por la pandemia de coronavirus

El Gobierno de Sudán del Sur ha anunciado que procederá el 3 de mayo a la reapertura de las escuelas en el país, cerradas desde hace casi un año a causa de la pandemia de coronavirus, que ha dejado más de 10.000 contagios y cien fallecidos hasta la fecha.

La ministra de Educación sursudanesa, Awut Deng, ha indicado que expertos sanitarios le han comunicado que es seguro proceder a esta reapertura y ha desvelado que ha dado orden a las autoridades provinciales para iniciar los preparativos de cara a la aplicación de la decisión.

La decisión ha sido anunciada apenas unos días después de que la comisión ‘ad hoc’ creada ante la pandemia retirara el confinamiento parcial en el país argumentando que se ha registrado un descenso «significativo» de los casos, según ha recogido la emisora sursudanesa Eye Radio.

Las autoridades del país africano han detectado hasta la fecha 10.478 casos y 114 fallecidos por coronavirus, según datos facilitados por los Centros de África para el Control y la Prevención de Enfermedades (África CDC), dependientes de la Unión Africana (UA).
Fuente: https://www.notimerica.com/politica/noticia-sudan-sur-anuncia-reabrira-colegios-mayo-ano-cierre-pandemia-coronavirus-20210421120752.html

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Uno de cada cuatro estudiantes en México piensa dejar la escuela: Ibero

Académicos de la Universidad Iberoamericana (UIA) presentaron resultados de la investigación ‘Educar en contingencia’, destacan que solo 35% del profesorado logró comunicarse con los estudiantes.

Uno de cada cuatro estudiantes está pensando en la posibilidad de abandonar la escuela en los diferentes niveles educativos, independiente de si es primaria, secundaria o media superior, de acuerdo con la muestra de la investigación Educar en contingencia, que presentó el doctor Luis Medina Gual, académico de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, durante el panel “La agenda educativa: escuela y la formación docente”.

De ese uno de cada cuatro, 75% se debe a cuestiones directamente relacionadas con la pandemia de Covid-19, ya sean económicas, socioemocionales, entre otras, detalló Medina Gual, coordinador del Doctorado Interinstitucional en Educación, durante este panel que formó parte de Elecciones intermedias 2021: la agenda pendiente en materia educativa, tercera conferencia del ciclo Encuentro y reflexión. Elecciones 2021, organizado por la universidad jesuita..

Por su parte, Cimenna Chao Rebolledo, profesora del Departamento de Educación, precisó que esta área realizó dicha investigación, con apoyo del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación de la Ibero y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y con el asesoramiento de otras seis instituciones.

Este proyecto analizó la vivencia educativa a lo largo de la contingencia, de lo que ha sido ya más de un año de educación a distancia, desde tres dimensiones: pedagógica, psicológica y tecnológica.

El estudio analiza una muestra vasta, integrada por 277,144 participantes, entre estudiantes y docentes de diversos grados y niveles educativos, desde educación primaria hasta educación superior, de manera que como resultado de este esfuerzo colectivo entre instituciones e investigadores “tenemos un mapeo que nos permite ahora hablar, de alguna manera, de lo que fue y está siendo esta experiencia tan compleja de educar en contingencia”.

Al hacer un resumen de los hallazgos, Medina Gual comentó que, en lo tecnológico, se encontró en la mayoría de los casos mucha heterogeneidad en la tecnología que se empleaba de manera general en los centros educativos, y también se encontró mucha diversidad en el uso de diferentes medios para el acceso a la educación.

Estudiantes y docentes dijeron que la plataforma de conexión más importante que utilizaron fue WhatsApp. En cuanto a conectividad entre alumnado y profesorado, solo el 35% del profesorado logró comunicarse con la mayoría del estudiantado. Y respecto a la velocidad de conexión, únicamente 7% de quienes participaron en la encuesta cumplían con los estándares de la Comisión Federal de Comercio (FTC, por su sigla en inglés) para un trabajo a distancia por estos medios.

Sobre la dimensión pedagógica, mencionó que hubo un reaprendizaje para adaptar. “Muchas veces hablábamos de la idea de la innovación como un elemento preponderante en lo que iba a suceder en estos tiempos de educación a distancia y, sin embargo, lo que vimos es que en realidad lo urgente fue lo que nos ganó. Y, en ese sentido, muchas veces en lugar de hablar de procesos de innovación reales, en realidad estábamos tratando de adaptar”.

Se presentaron dificultades diversas, sobre todo en cuestiones relativas a la evaluación del aprendizaje y los procesos de reflexión docente; pero también reportaron, los profesores/as, procesos de adaptación al currículum y adecuación a temas relacionados con el covid. “Sin duda alguna, la flexibilidad que mostraron los docentes durante este tiempo de pandemia fue encomiable”.

Un dato interesante que emergió a partir de la muestra es que, “el uso de Aprende en Casa, más allá de ser universal, parece ser que fue muy acotado”. Además, fue bastante diferenciado dependiendo del nivel educativo, pues en primaria, 44% de las y los estudiantes mencionaron haberlo utilizado; en secundaria, 55% de los alumnos/as; y en media superior, un 15.6% del estudiantado. En cuanto a la calificación promedio que otorgaron a este programa, las personas de educación pública le dieron 7, en una escala del 0 a 10; y las de escuelas privadas, 6.

En una primera exploración de datos de Educar en contingencia, el doctor Luis Medina dijo que se encontró que lo pedagógico y lo tecnológico son dos elementos importantes; pero, sin duda, en este tiempo lo que ha sido el pilar es la parte socioemocional, que vuelve a surgir como un elemento esencial durante este tiempo de contingencia.

Fuente: https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/Uno-de-cada-cuatro-estudiantes-en-Mexico-piensa-dejar-la-escuela-dice-la-UIA-20210420-0089.html

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