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Tras las huellas de los diálogos de San Andrés Sacamch’en

Por: Daliri Oropeza

Los diálogos y Los Acuerdos de San Andrés Sacamch’en, celebrados hace 25 años, tienen una enorme resonancia en el paisaje sonoro de los pueblos indígenas en la actualidad, los reconstituyen como pueblos en la práctica y provocan reordenamientos en su tejido social.

Los diálogos de San Andrés Sacamch’en son un acontecimiento histórico que me hubiese apasionado documentar.

Resuenan en el México Profundo.

Escucho cómo son referente en los pueblos indígenas donde camino, documento o acompaño desde el periodismo. De Sonora a Yucatán.

 No importa cuántas traiciones se hayan cometido contra los Acuerdos derivados de aquellos diálogos. Lo ahí compartido, prevalece entre los pueblos indígenas.

Lo dialogado, lo acordado, pasó de ser consigna a ser el día a día de los pueblos originarios para vivir, llevar a cabo su cosmoexistencia y procurar la tierra.

Qué manera de centrar el encuentro de los pueblos indígenas en un enramado de diálogos.

Pienso en Paulo Freire a 100 años de su natalicio. El diálogo “refiere al encuentro que solidariza la reflexión y la acción de sus sujetos orientado a transformar la realidad”, postula el educador, filósofo y pedagogo brasileño. Una horizontalidad necesaria que plantea desde la pedagogía del oprimido. Necesaria para emparejarnos, escucharnos, desde la dignidad.

“Es necesario que a quienes se les ha negado el derecho a decir la palabra reconquisten ese derecho. El diálogo es el camino como los seres humanos ganan significación como tales”, escribe Freire.

Las huellas en el paisaje sonoro sobre los diálogos y acuerdos de San Andrés Sacamch’en están en los bailables de las mujeres indígenas en los Municipios Autónomos Zapatistas, los bosques de Cherán, la policía comunitaria de Ostula, los niños que pintan un mural en la la clínica autónoma de Azqueltán, el proyecto agroecológico en Loma de Bacum, la clínica autónoma de Amatlán, el plantón de la Resistencia de Huexca, la radio comunitaria en innumerables lugares que hablan lenguas propias, el Temascal en Chontla que ha unido al pueblo para cuidar la naturaleza, el rap de TíoBad, el Colegio de la lengua Mixe, la expansión de los municipios autónomos que exigen recursos del Estado en la meseta p’urepecha,  y tantas otras experiencias más, que de solo enumerarlas terminaría escribiendo un libro.

Marichuy y el CIG visitan territorio Yaqui en Sonora. Foto: Daliri Oropeza

La firma de los acuerdos de la primera mesa de los Diálogos, relativa a los Derechos y la cultura indígenas, se realizó el 16 de febrero de 1996, un año y días después de las traición del 9 de febrero de 1995 por parte del gobierno de Ernesto Zedillo.

Las razones que llevaron a signarlos y las cuestiones que quedaron pendientes, se explicaron en el documento “Punto y seguido”.

Meses más tarde, en octubre de 1996, la necesidad de seguir con el diálogo entre los pueblos derivó en la fundación de la red conjugada en el Congreso Nacional Indígena. Han transcurrido ya 25 años de preguntas y mesas de trabajo, asambleas y acuerdos, como los que se efectuaron en Sacamch’en.

En la Mesa 1 sobre Derechos y cultura indígena hubo un grupo de trabajo llamado “Situación, Derechos y cultura de la mujer indígena”, que debía preparar el terreno para debatir en la mesa 4 los derechos de las mujeres. Los principales consensos (de la fase 1 de los diálogos) remarcaron la ampliación de la participación de la mujer indígena en la vida de sus comunidades y en el acceso a los cargos de poder. También sobre la ampliación de servicios de salud, educación, trabajo enfocados a las mujeres. Y en el rechazo a organizaciones religiosas y partidos que dividen las comunidades por no reconocer las tradiciones.

Pero el proceso descarriló antes de llegar a ella. Sin embargo, las discusiones dejaron una profunda huella, claramente identificable en la acústica de los discursos de María de Jesús Patricio Martínez.

Marichuy lleva caminando de los brazos de mujeres indígenas, defensoras de la naturaleza, desde los Acuerdos de San Andrés. Asegura que las concejalas de diversos pueblos indígenas fueron su fuerza en el recorrido que realizó en 2018 para recoger la voz de los pueblos.

Después de diálogos, desencuentros y acuerdos en la mesa de mujeres del CNI, en agosto de 1997,nació la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas (Conami). Ese día, la comandanta Ramona dijo:

“Hermanas y compañeras mujeres, para llegar aquí hemos tenido que vencer a todos los que nos ven como algo que sobra, algo que quieren que no exista. Hemos llegado aquí venciendo la resistencia de algunos de nuestros compañeros que no entienden la importancia de que las mujeres estemos participando de la misma manera que los hombres.”

Las más de 800 mujeres presentes escucharon el llamado de la Comandanta Ramona a las compañeras indígenas de todo México para que se reunieran y hablaran de sus vivencias, y  tejer juntas un sueño. Así, Conami adquirió un papel de fortalecimiento de la voz de las mujeres, alentó su participación, no sólo en el CNI, sino en las propias comunidades.

Hoy, el resonar de las mujeres indígenas en la participación política, sigue siendo motivo de invisibilización y discriminación, sin embargo está en la agenda mediática y es inevitable.

mujeres zapatistas jóvenes en Oventic. Foto: Daliri Oropeza

La actualidad de los diálogos y acuerdos de San Andrés Sacamch’en recae en su ejercicio, como apunta el abogado ñuu savi Francisco López Barcenas, quien participó como asesor convocado por el EZLN. Si los pueblos indígenas no se apropian de ello, no lo sienten propio, no lo llevan a cabo,no sirve de nada. Así pasa con muchas leyes y artículos de la Constitución que por más que “protejan” o “desarrollen” a los pueblos indígenas, estos ni si quiera los ocupan, ni les resuenan. No se apropiaron de ellas.

“Mucho de lo que dicen los acuerdos se han ido construyendo en la práctica”, asegura López Bárcenas.

Para la socióloga y antropóloga social Márgara Millán, el EZLN puso en el centro a la mujer indígena, en el levantamiento, en San Andrés y hasta la fecha en los Encuentros de Mujeres que Luchan.

Márgara Millán describe:

“Hoy las comunidades zapatistas tienen una enunciación y un reconocimiento muy fuertes en contra de la violencia contra las mujeres y a favor de que las mujeres participen. No es fácil. En los Municipios Autónomos no se ha terminado la violencia, pero tienen mecanismos más efectivos que nosotros, y otras comunidades que no están organizadas, no tenemos para defender a las mujeres y para que las mujeres se defiendan a sí mismas.

Millán recuerda que el EZLN ha sido paritario en momentos clave, puede ser la marcha de los 1,001 o el mismo levantamiento zapatista. Recuerda que  las mujeres milicianas, capitanas, comandantas, tienen el mismo encargo que los hombres. Al formarse como milicianas, las mujeres aprendieron la castilla, se educaron en muchas disciplinas y adquirieron poco a poco mayores libertades. Esto lo observaron las mujeres de base zapatista, y lo toman como ejemplo.  y fueron como un ejemplo para las mujeres de base.

Las huellas sonoras de San Andrés también están en este reordenamiento profundo, lento, del tejido social.

Fuente e imagen:  https://piedepagina.mx/tras-las-huellas-de-los-dialogos-de-san-andres-sacamchen/

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Explorando la posibilidad de la Educación Popular en moneda social

El autor reivindica una reforma monetaria para lograr una economía justa

Por: Miguel Yasuyuki Hirota 

La Educación Popular, iniciada por el pedagogo brasileño Paulo Freire (1921–1997), quien escribió su obra maestra Pedagogía del Oprimido, sigue siendo un elemento muy importante en la formación de la sociedad civil, pues cuestiona las jerarquías tradicionales que nos esclavizan y nos empodera para que sepamos autogestionar nuestros propios emprendimientos y otras estructuras sociales. Esta enseñanza se ha aplicado también en las prácticas de economía solidaria en Brasil y quisiera invitaros a pensar cómo esta metodología funcionaría al impulsar monedas sociales.

La dificultad que tenemos en la toma de conciencia del tema monetario es la invisibilidad del opresor. A la gente solo le interesa ganar un ingreso decente (o más) sin saber quiénes son sus opresores económicos (la empresa parece serlo, pero no). Sería importante empezar con la famosa frase “dadme el control del suministro de dinero de una nación y no me importará quién haga sus leyes”, de Mayer Amschel Bauer Rothschild, o el documental 97% owned y abrir un debate para analizar la situación actual en que más del 90% del dinero está inyectado en la economía real por la banca privada (ojo, no confundirse con el banco central) para fines lucrativos.

El hecho de que los bancos comerciales disfrutan de este monopolio nos ofrece varios puntos de vista, por ejemplo:

  • ¿Es legítimo que la banca privada prácticamente controle la masa monetaria?: Si se hiciera un sondeo en la calle, pocos dirían que prefieren la banca privada al banco central como gestor de la masa monetaria. ¿Por qué dejan que los bancos comerciales aumenten o reduzcan la cantidad del circulante?
  • ¿Tenemos que depender de la banca privada cuando necesitamos ser financiados? El préstamo, la principal forma de poner dinero en circulación, es hoy en día una actividad lucrativa para la banca privada (sociedades anónimas). ¿Cómo es posible que algo tan importante como la inyección de liquidez en la economía real esté gestionada por los intereses comerciales mientras que nosotros como prestatarios necesitamos cumplir sus requisitos? ¿Es apropiado que la rentabilidad sea el criterio más importante en la concesión de crédito, más que los impactos socio-ambientales?
  • ¿Por qué no autogestionamos nuestro propio medio de intercambio? Podemos producir una cantidad de productos y servicios por nuestra propia cuenta, pero la gestión del medio para intercambiarlos está fuera de nuestro alcance. ¿No sería más lógico que, si podemos gestionar nuestras actividades productivas, también podamos controlar nuestra propia herramienta para facilitar sus transacciones?
  • ¿Es justo que la creación monetaria sea un negocio mercantil?: A no ser que volvamos a la economía de trueque directo (“Me dejas un litro de aceite de oliva y te doy un kilo de sardinas”), es imprescindible que haya algo para facilitar trueques indirectos, y la banca nos pide comisiones (tasa de interés) para concedernos este medio de intercambio. ¿No sería más acertado revisar cómo funciona nuestro sistema monetario ahora y tratar de estudiar cómo podemos minimizar su costo de mantenimiento, que hoy en día pagamos como tasas de interés, comisiones bancarias etc.?

¿Es justo que la creación monetaria sea un negocio mercantil?

A mí se me ocurren dos salidas a esta problemática: puesta en marcha de una moneda social y reivindicación de una reforma monetaria. La primera, sobre la cual he escrito la mayoría de mis posts anteriores, es una forma de que la ciudadanía, basándonos en su propia vida económica, gestiona su propio medio de intercambio, que funciona en paralelo con el dinero de curso legal. La segunda, mucho más complicada, pero muy importante para lograr una economía justa, podría rescatar a mucha gente de sus respectivas miserias (desahucio, bancarrota, falta de recurso para la sanidad pública o educación etc.).

Dudar de la autenticidad del sistema actual es el primer paso para analizarlo detenidamente y elaborar alternativas. ¿Qué te parece si organizas un taller sobre este tema con tus vecinos y colegas?

*https://elpais.com/elpais/2020/10/04/alterconsumismo/1601841860_433947.html

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Releer a Freire en tiempos de pandemia

Por: Enrique Díez

Dedicado a la profesora María Verdeja, de la Universidad de Oviedo, que tanto nos sigue enseñando sobre Paulo Freire

Decía Paulo Freire que «cuando la educación no es liberadora, el sueño de los oprimidos es ser el opresor», porque el oprimido lleva en su seno la imagen del opresor dado que de él recibió y recibe constantemente su educación, refrenda el profesor Miguel Barrigüete de la Universidad Complutense de Madrid.

Por eso nos tenemos que preguntar si la educación actual es y está siendo liberadora. No solo tiene que ver con los ejes fundamentales que debatimos actualmente: la financiación, la inclusión, el respeto a la libertad de conciencia, la vuelta a clase segura, la nueva ley de educación, etc. Sino que tiene que ver también con el sentido y la finalidad de la misma. Pues, a veces, en medio del análisis sobre el qué, el cómo y el con qué, cruciales ciertamente, se nos olvida el para qué.

Ahora que hasta septiembre hay plazo para hacer alegaciones a la nueva ley educativa y para planificar la vuelta a la escuela el próximo curso escolar, es más pertinente que nunca debatir sobre todos esos temas. No lo dudo. Pertinente reflexionar si es suficiente destinar 1.600 millones de euros a la educación pública, cuando se deberían destinar, al menos, 12.000 millones para alcanzar el 5% del PIB (los países más avanzados de la UE destinan el 7% del PIB) y, así, revertir así los recortes que hemos sufrido en educación. De esta forma se podrían recuperar los docentes suprimidos por los recortes del RD–L 14/2012 (32.821 de enero de 2012 a julio de 2013) y reducir las horas lectivas (lo cual requeriría 35.760 docentes más en infantil y primaria y 13.101 en ESO).

Esto permitiría, al menos inicialmente, aumentar las plantillas y las instalaciones educativas públicas lo suficiente para reducir las ratios de alumnado en las aulas y facilitaría una vuelta a la escuela más segura y, sobre todo, con posibilidad de diseñar una educación realmente inclusiva y con una atención mucho más personalizada al alumnado, como asegura la ministra de Educación que se debe hacer.

Debatir si debemos seguir destinando 4.866 millones de euros anuales de las arcas públicas a la Iglesia Católica para mantener una asignatura confesional en la escuela que no respeta la libertad de conciencia de los niños y las niñas y utiliza los espacios públicos escolares para difundir su ideario religioso (contrario en muchos aspectos incluso a principios básicos de derechos humanos y a la igualdad entre hombres y mujeres) o definitivamente denunciar unos acuerdos franquistas con el Vaticano, que se mantienen por falta de voluntad política en derogarlos.

Debatir, efectivamente, como plantea la ministra de Educación, si el sistema educativo debe avanzar hacia un enfoque más competencial, y si esto significa profundizar en un modelo educativo industrial y con una orientación centrada en el mercado. Si se deben repensar los temarios hipertrofiados y enciclopédicos de la LOMCE, controlados por las grandes editoriales y pasar a “nuclearlos en temas fundamentales”, como dice la ministra, estableciendo también tiempos y medios para que el profesorado pueda prescindir de los libros de texto y crear sus propios materiales. Si la “digitalización educativa plena” y la “alfabetización múltiple” que se propone tiene que ver más con un imperativo económico, para no invertir en profesorado y adecuación de instalaciones por la pandemia del coronavirus, que con una necesidad desde un planteamiento pedagógico o de mejora de la educación. O si todas estas medidas que se anuncian contribuirán realmente a una mayor equidad educativa como se pretende. Qué duda cabe que revertir la cultura de la repetición, la extensión de la educación infantil (si es pública), la modernización de la formación profesional (si se le destinan recursos) o el desarrollo del aprendizaje personalizado (que debe contar con recursos y ratios adecuados, como asegura la propia ministra), van encaminados en ese sentido.

Pero creo que también debe ser pertinente, con el mismo nivel de intensidad y dedicación, debatir el para qué de la educación. Porque si todas las reformas que se plantean se orientan y profundizan en una línea de educación al servicio del modelo neoliberal y capitalista de sociedad que nos ha conducido a esta situación, creo que hemos equivocado el camino.

Necesitamos repensar la educación desde un enfoque descolonizador de ese imaginario dominante que insiste una y otra vez en que “no hay alternativa”. Que este es el modelo único, o el menos malo, porque no hay otros posibles. Que el capitalismo depredador, extractivista, insostenible, desigual, colonialista, patriarcal, competitivo, segregador, excluyente, etc., es lo único posible. Que su relato neoliberal individualista es el único imaginable: que debemos entender que la educación es una inversión individual para obtener rentabilidad en el mercado laboral futuro, más que un derecho; que debemos competir por seleccionar un centro educativo lo más elitista posible para relacionarnos con la “gente adecuada” y tener así más ventajas competitivas de cara a ese futuro aspiracional; que el emprendimiento educativo al estilo empresarial debe ser uno de los objetivos fundamentales de la educación; que la competencia frente a los otros y la segregación de quien no puede son algo inevitable, etc.

Necesitamos, en definitiva, repensar si el sistema educativo actual está al servicio de un proyecto de liberación y justicia social, tanto personal como colectivo, o si se orienta cada vez más hacia una educación bancaria, que diría Freire, no problematizadora, puramente instrumental y al servicio de la ideología dominante. Por eso, nos tenemos que preguntar cómo es posible que tantas personas de barrios obreros de este país (también de la UE) hayan pasado por las aulas y en pleno siglo XXI defiendan postulados e ideologías ultraderechistas, patriarcales, fascistas, xenófobas, racistas, neoliberales y capitalistas (sistema basado en el egoísmo, la ética del más fuerte y la desigualdad).

Sabemos que no es responsabilidad exclusiva del sistema educativo. Que hoy en día tienen gran influencia en la socialización de la población los medios de comunicación masiva (las redes sociales, los videojuegos, Hollywood, la MTV, etc.), pero nos tenemos que preguntar si estamos haciendo lo suficiente desde la educación. Pues la mayor parte de la población pasa por el espacio escolar durante años de su vida. Y tras ver la “revuelta de los cayetanos”, el “auge de VOX”, la desigualdad rampante (el 26,1% de la población es vulnerable y más de la mitad tiene dificultades para llegar a fin de mes), el desastre ecológico del planeta, etc., nos tenemos que preguntar ¿para qué sirve la educación?

Como dicen Nichols & Berliner (2007): “Deberíamos ser el número uno en el mundo en porcentaje de jóvenes que están política y socialmente implicados. Mucho más importante que nuestras puntuaciones en matemáticas y nuestras puntuaciones en ciencia es la implicación de la generación siguiente en el mantenimiento de una democracia real y en la construcción de una sociedad más justa para los que más la necesitan: los jóvenes, los enfermos, los ancianos, los parados, los desposeídos, los analfabetos, los hambrientos y los desamparados. Se deberían identificar los centros que no pueden producir ciudadanía políticamente activa y socialmente útil y divulgar sus tasas de fracaso en los periódicos”.

Y en esto no olvidemos que no podremos contar con la “buena voluntad” de quienes están disfrutando de los privilegios del sistema, pues como nos recuerda Freire: «Los opresores de ayer no se reconocen en el proceso de liberación. Por el contrario, se sentirán como si realmente estuviesen siendo oprimidos». No tenemos más que recordar las bochornosas imágenes de la “revuelta de los cayetanos”, cacerola en mano, pidiendo libertad en un régimen que denunciaban como dictatorial, asegurando que les tenía secuestrados, o de quienes evaden cientos de millones en paraísos fiscales mientras hacen “donativos” que lavan su imagen.

Paulo Freire decía que “la educación es siempre un quehacer político, en tanto quehacer humanista y liberador en lucha por la emancipación”. Durante la pandemia lo hemos comprobado: sin ayuda mutua, sin cooperación, sin solidaridad y justicia social estamos abocados a la extinción como especie y como planeta. No lo olvidemos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/07/14/releer-a-freire-en-tiempos-de-pandemia/

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Releer a Freire en tiempos de pandemia

Enrique Díez

Paulo Freire decía que “la educación es siempre un quehacer político, en tanto quehacer humanista y liberador en lucha por la emancipación”. Durante la pandemia lo hemos comprobado: sin ayuda mutua, sin cooperación, sin solidaridad y justicia social estamos abocados a la extinción como especie y como planeta. No lo olvidemos.

Dedicado a la profesora María Verdeja, de la Universidad de Oviedo, que tanto nos sigue enseñando sobre Paulo Freire

Decía Paulo Freire que «cuando la educación no es liberadora, el sueño de los oprimidos es ser el opresor», porque el oprimido lleva en su seno la imagen del opresor dado que de él recibió y recibe constantemente su educación, refrenda el profesor Miguel Barrigüete de la Universidad Complutense de Madrid.

Por eso nos tenemos que preguntar si la educación actual es y está siendo liberadora. No solo tiene que ver con los ejes fundamentales que debatimos actualmente: la financiación, la inclusión, el respeto a la libertad de conciencia, la vuelta a clase segura, la nueva ley de educación, etc. Sino que tiene que ver también con el sentido y la finalidad de la misma. Pues, a veces, en medio del análisis sobre el qué, el cómo y el con qué, cruciales ciertamente, se nos olvida el para qué.

Ahora que hasta septiembre hay plazo para hacer alegaciones a la nueva ley educativa y para planificar la vuelta a la escuela el próximo curso escolar, es más pertinente que nunca debatir sobre todos esos temas. No lo dudo. Pertinente reflexionar si es suficiente destinar 1.600 millones de euros a la educación pública, cuando se deberían destinar, al menos, 12.000 millones para alcanzar el 5% del PIB (los países más avanzados de la UE destinan el 7% del PIB) y, así, revertir así los recortes que hemos sufrido en educación. De esta forma se podrían recuperar los docentes suprimidos por los recortes del RD–L 14/2012 (32.821 de enero de 2012 a julio de 2013) y reducir las horas lectivas (lo cual requeriría 35.760 docentes más en infantil y primaria y 13.101 en ESO).

Esto permitiría, al menos inicialmente, aumentar las plantillas y las instalaciones educativas públicas lo suficiente para reducir las ratios de alumnado en las aulas y facilitaría una vuelta a la escuela más segura y, sobre todo, con posibilidad de diseñar una educación realmente inclusiva y con una atención mucho más personalizada al alumnado, como asegura la ministra de Educación que se debe hacer.

Debatir si debemos seguir destinando 4.866 millones de euros anuales de las arcas públicas a la Iglesia Católica para mantener una asignatura confesional en la escuela que no respeta la libertad de conciencia de los niños y las niñas y utiliza los espacios públicos escolares para difundir su ideario religioso (contrario en muchos aspectos incluso a principios básicos de derechos humanos y a la igualdad entre hombres y mujeres) o definitivamente denunciar unos acuerdos franquistas con el Vaticano, que se mantienen por falta de voluntad política en derogarlos.

Debatir, efectivamente, como plantea la ministra de Educación, si el sistema educativo debe avanzar hacia un enfoque más competencial, y si esto significa profundizar en un modelo educativo industrial y con una orientación centrada en el mercado. Si se deben repensar los temarios hipertrofiados y enciclopédicos de la LOMCE, controlados por las grandes editoriales y pasar a “nuclearlos en temas fundamentales”, como dice la ministra, estableciendo también tiempos y medios para que el profesorado pueda prescindir de los libros de texto y crear sus propios materiales. Si la “digitalización educativa plena” y la “alfabetización múltiple” que se propone tiene que ver más con un imperativo económico, para no invertir en profesorado y adecuación de instalaciones por la pandemia del coronavirus, que con una necesidad desde un planteamiento pedagógico o de mejora de la educación. O si todas estas medidas que se anuncian contribuirán realmente a una mayor equidad educativa como se pretende. Qué duda cabe que revertir la cultura de la repetición, la extensión de la educación infantil (si es pública), la modernización de la formación profesional (si se le destinan recursos) o el desarrollo del aprendizaje personalizado (que debe contar con recursos y ratios adecuados, como asegura la propia ministra), van encaminados en ese sentido.

Pero creo que también debe ser pertinente, con el mismo nivel de intensidad y dedicación, debatir el para qué de la educación. Porque si todas las reformas que se plantean se orientan y profundizan en una línea de educación al servicio del modelo neoliberal y capitalista de sociedad que nos ha conducido a esta situación, creo que hemos equivocado el camino.

Necesitamos repensar la educación desde un enfoque descolonizador de ese imaginario dominante que insiste una y otra vez en que “no hay alternativa”. Que este es el modelo único, o el menos malo, porque no hay otros posibles. Que el capitalismo depredador, extractivista, insostenible, desigual, colonialista, patriarcal, competitivo, segregador, excluyente, etc., es lo único posible. Que su relato neoliberal individualista es el único imaginable: que debemos entender que la educación es una inversión individual para obtener rentabilidad en el mercado laboral futuro, más que un derecho; que debemos competir por seleccionar un centro educativo lo más elitista posible para relacionarnos con la “gente adecuada” y tener así más ventajas competitivas de cara a ese futuro aspiracional; que el emprendimiento educativo al estilo empresarial debe ser uno de los objetivos fundamentales de la educación; que la competencia frente a los otros y la segregación de quien no puede son algo inevitable, etc.

Necesitamos, en definitiva, repensar si el sistema educativo actual está al servicio de un proyecto de liberación y justicia social, tanto personal como colectivo, o si se orienta cada vez más hacia una educación bancaria, que diría Freire, no problematizadora, puramente instrumental y al servicio de la ideología dominante. Por eso, nos tenemos que preguntar cómo es posible que tantas personas de barrios obreros de este país (también de la UE) hayan pasado por las aulas y en pleno siglo XXI defiendan postulados e ideologías ultraderechistas, patriarcales, fascistas, xenófobas, racistas, neoliberales y capitalistas (sistema basado en el egoísmo, la ética del más fuerte y la desigualdad).

Sabemos que no es responsabilidad exclusiva del sistema educativo. Que hoy en día tienen gran influencia en la socialización de la población los medios de comunicación masiva (las redes sociales, los videojuegos, Hollywood, la MTV, etc.), pero nos tenemos que preguntar si estamos haciendo lo suficiente desde la educación. Pues la mayor parte de la población pasa por el espacio escolar durante años de su vida. Y tras ver la “revuelta de los cayetanos”, el “auge de VOX”, la desigualdad rampante (el 26,1% de la población es vulnerable y más de la mitad tiene dificultades para llegar a fin de mes), el desastre ecológico del planeta, etc., nos tenemos que preguntar ¿para qué sirve la educación?

Como dicen Nichols & Berliner (2007): “Deberíamos ser el número uno en el mundo en porcentaje de jóvenes que están política y socialmente implicados. Mucho más importante que nuestras puntuaciones en matemáticas y nuestras puntuaciones en ciencia es la implicación de la generación siguiente en el mantenimiento de una democracia real y en la construcción de una sociedad más justa para los que más la necesitan: los jóvenes, los enfermos, los ancianos, los parados, los desposeídos, los analfabetos, los hambrientos y los desamparados. Se deberían identificar los centros que no pueden producir ciudadanía políticamente activa y socialmente útil y divulgar sus tasas de fracaso en los periódicos”.

Y en esto no olvidemos que no podremos contar con la “buena voluntad” de quienes están disfrutando de los privilegios del sistema, pues como nos recuerda Freire: «Los opresores de ayer no se reconocen en el proceso de liberación. Por el contrario, se sentirán como si realmente estuviesen siendo oprimidos». No tenemos más que recordar las bochornosas imágenes de la “revuelta de los cayetanos”, cacerola en mano, pidiendo libertad en un régimen que denunciaban como dictatorial, asegurando que les tenía secuestrados, o de quienes evaden cientos de millones en paraísos fiscales mientras hacen “donativos” que lavan su imagen.

Paulo Freire decía que “la educación es siempre un quehacer político, en tanto quehacer humanista y liberador en lucha por la emancipación”. Durante la pandemia lo hemos comprobado: sin ayuda mutua, sin cooperación, sin solidaridad y justicia social estamos abocados a la extinción como especie y como planeta. No lo olvidemos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/07/14/releer-a-freire-en-tiempos-de-pandemia/

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La educación alternativa en América Latina

Por: Miguel Ángel Pérez Reynoso

A finales de la década de los ochenta nuestro continente vivió los estragos de la crisis económica más severa en la historia reciente, que había iniciado algunos años antes. A la década de la ochenta la reconocen los expertos como la década perdida en educación, había pasado el movimiento estudiantil de 1968 en nuestro país, pero muchos países del cono sur entraban a la triste etapa de dictaduras o vivían la asfixia de sus consecuencias. En la década de los noventa inicia el despliegue de las propuestas educativas basadas en esquemas neoliberales (adelgazamiento del Estado, ahorro y austeridad, tendencia a privatizar el servicio educativo, elitización del acceso a la educación superior, etc.). de esta manera los gobiernos formales de los países latinoamericanos comenzaron a adoptarse o a fomentar las nuevas condiciones de colocar a la educación en la esfera de lo inalcanzable.

De esta manera, los gobiernos de los países de la región comenzaron a renunciar a una parte de su compromiso histórico por garantizar la atención educativa a hombres y mujeres desde los grados básicos de instrucción hasta la Universidad. Fue Chile el país del gran experimento neoliberal. En paralelo surgieron iniciativas alternativas provenientes de grupos de intelectuales de avanzada o de colectivos de la sociedad civil, los cuales se fueron organizando así, de manera alternativa, con apoyo en el financiamiento de algunas fundaciones internacionales o de grupos altruistas, que prefirieron gastar o invertir su dinero en proyectos educativos alternativos.

De esta manera se comenzaron a desplegar desde este momento infinidad de inactivas pedagógicas y sociales a las cuales también se les conoció bajo el rótulo de educación popular, educación social, educación alternativa o educación contra cultural.

En cada país surgieron personajes icónicos basados en la solidez de su pensamiento y en la penetración de sus propuestas, una de las características de estas iniciativas es el carácter colectivo en la forma de darles soporte, curso de acción y seguimiento, y al final surgió una propuesta la cual permitía sistematizar las distintas iniciativas de educación popular.

En todo este marco de propuestas tenemos la presencia de un personaje clave que sirvió de motor y de inspiración en las mismas ha sido el pedagogo brasileño Paulo Freire. El pensamiento freiriano, a partir de sus textos clásicos: “Pedagogía del oprimido” y “Educación como práctica de la libertad”, no sólo generó un marco de referencia diferente al de las hegemonías gubernamentales sino también una metodología de atención y de relación educativa, que también ha sido profundamente alternativa. Es más, es en la metodología de atención en el encuentro cara a cara entre educadores y educandos el rubro que sirvió como detonante para demostrar que gran parte de las propuestas educativas de los gobiernos fracasaban era precisamente ahí en su carácter vertical, impositivo y autoritario. En su texto de las metodologías horizontes Olac Kalmeier, “En diálogo. Metodologías horizontales” propone la importancia de horizontalizar el encuentro entre los  educandos y los educadores y ahí los roles cambian: ambos son educandos y educadores.

En nuestro país destacan las propuestas de un modelo alternativo de escuela de Gabriel Cámara de la llamada Comunidad educativa, él demuestra a partir de esta iniciativa que es posible crear otro modelo de escuela y de atención educativa basado en la flexibilidad en la tarea y del compromiso educativo compartido.

Las comunidades de base del llamado clero progresista, junto con algunos jesuitas por la liberación, también contribuyeron a desescolarizar el proceso educativo y a adaptarse a las necesidades de la gente en su contexto y en su situación social concreta.

En América latina también algunos gremios u organizaciones sindicales sirvieron para lanzar iniciativas educativas de avanzada como la CTERA en Argentina y las iniciativas progresistas de algunos sindicatos de maestros en países de América del sur. No ha sido así para el caso mexicano, en nuestro país la organización sindical de educadores –el SNTE-,  ha estado copada en algunos esquemas de cacicazgos sindicales basados en la corrupción y en la alianza con los sectores del poder.

Otro rasgo en las iniciativas de educación alternativa en América latina, que se han desplegado a lo largo el continente, han sido la transversalización de la tarea educativa.  El compromiso de educar se ha ligado con iniciativas como la defensa de la tierra como es el caso de Brasil, del cuidado y preservación el medio ambiente en Bolivia y Ecuador, de mantener un compromiso educativo con los grupos originarios del territorio como es el caso del modelo zapatista en el sureste de nuestro país con el modelo Rayito de sol, o el movimiento Mapuche en Chile, de iniciativas ecológicas y de preservación del medio ambiente y de iniciativas de producción comunal agropecuaria, forestal y pesquera basadas en la cooperación, la solidaridad y el bien común. O el caso de la resistencia política en contra de imposiciones imperialistas como sucede en Cuba, Venezuela y Bolivia.

No existe un manual o un texto global que le de claridad a todo lo que aquí he dicho las iniciativas del llamado movimiento de Educación Alternativa son aisladas, particulares focalizadas y en resistencia; porque son iniciativas para cuestiones muy particulares, pero hace falta el gran texto, el Libro Blanco de la educación alternativa y popular para con clave latinoamericana.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-educacion-alternativa-en-america-latina/

Imagen: https://pixabay.com/

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