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Hambre creciente en un mundo que derrocha cada día más alimentos

Desde hace años se promete mucho y se cumple poco. El *hambre cero* se sigue posponiendo y el panorama para la próxima década no es halagüeño. Sin embargo, un tercio de los alimentos producidos en el mundo para consumo humano se pierde o desperdicia anualmente.

La brecha de riqueza-pobreza se agudiza, la sociedad planetaria se polariza, y los seres humanos insuficientemente nutridos llegan casi a los 3 mil millones. 690 millones, es decir uno cada diez habitantes del planeta Tierra, padecen hambre.

Hace cinco años las Naciones Unidas se habían propuesto terminar con este flagelo en el 2030. El horizonte se estira, las apuestas se alejan. La situación internacional lejos de mejorar, empeora. En el último quinquenio, en vez de reducirse los números, 60 millones más de personas engrosaron las filas de los desheredados de la Tierra.

Cinco de las organizaciones onusianas publicaron en la segunda semana de julio, El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (http://www.fao.org/3/ca9692en/online/ca9692en.html). El planeta sigue grave. Y el COVID-19 no mejora las cosas, pudiendo sumar, según estimaciones, 130 millones adicionales a la categoría de insuficientemente alimentados.

Derecho humano esencial

Tal como lo define el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (el DESC) en su documento de mayo de 1999, “el derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando todo hombre, mujer o niño, ya sea solo o en común con otros, tiene acceso físico y económico, en todo momento, a una alimentación adecuada o a medidas para obtenerla” (https://conf-dts1.unog.ch/1%20SPA/Tradutek/Derechos_hum_Base/CESCR/00_1_obs_grales_Cte%20Dchos%20Ec%20Soc%20Cult.html#GEN12)

Tres años antes, durante la Cumbre Mundial de la Alimentación realizada en Roma, se había acordado dar un contenido más concreto y operacional a dicho derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y consagrado 18 años más tarde, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

En el 2000, la Comisión de DDHH de la ONU estableció el mandato de Relator Especial sobre el derecho a la alimentación. Y tres años después, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) estableció un Grupo de Trabajo Intergubernamental que elaboró en 2004 las Directrices Voluntarias en apoyo a la Realización Progresiva del Derecho de una Alimentación Adecuada en el Contexto de la Seguridad Alimentaria Nacional. En síntesis, se trata de recomendaciones que los Estados deben cumplir coherentes con el artículo 11 del Pacto Internacional.

Los expertos en el tema subrayan tres componentes esenciales para asegurar el ejercicio de este derecho en todo el planeta. La disponibilidad de los alimentos ya sea mediante la producción directa (agricultura, ganadería etc.) o bien a través de la adquisición de los mismos en tiendas y mercados.

La accesibilidad, que implica asegurar que todo ser humano (incluyendo niños, enfermos, discapacitados o mayores) pueda tener acceso físico o condiciones para obtener o comprar los productos esenciales. Sin comprometer por ello, la satisfacción de ninguna otra necesidad básica: medicamentos, alquiler, gastos escolares, entre otras.

Y, como tercer elemento y condición absoluta, asegurarse una alimentación realmente adecuada a las necesidades, libre de sustancias contaminantes y culturalmente adaptada a las costumbres de cada grupo social determinado.

Diagnóstico preocupante

En el último lustro el “hambre aumentó al ritmo del crecimiento de la población mundial”, sostiene el estudio elaborado conjuntamente por la FAO, el Fondo Internacional para la Agricultura (FIDA), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PAM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según su impacto regional, en Asia viven 381 millones de mal alimentados. 250 millones en África y cerca de 48 millones en América Latina y el Caribe. Si de porcentajes se trata, es África el continente más golpeado por este flagelo social, y cuenta casi con un 20 % de su población mal alimentada. 8,3 % en Asia y 7,4% en América Latina y el Caribe. De mantenerse la actual tendencia, más de la mitad de la población africana sufrirá de hambre crónica en el 2030.

El acceso a una alimentación realmente de calidad – incluyendo 2300 calorías y 69 gramos de proteínas diarias- constituye ya un sueño de ricos para casi la mitad de la población mundial. Se calcula que los alimentos sanos son cinco veces más caros si se compara con un régimen a base de carbohidratos que da respuesta solo a las necesidades energéticas.

Su precio está por encima de la noma internacional de la pobreza internacional (definida en 1.90 dólares diarios por persona). Por otra parte, los países con bajos ingresos consumen más alimentos de base y menos frutas, verduras y carnes que los países de ingresos más altos. Una gran parte de la población mundial no cuenta hoy con el mínimo de 400 gramos por persona y por día de frutas y verduras, recomendados por la OMS.

Según el informe de las cinco agencias de Naciones Unidas, las niñas y los niños se encuentran entre las principales víctimas de esta ilógica realidad mundial. El año pasado, 144 millones de menores de 5 años (21,3% del total de los infantes) padecieron un retraso en el crecimiento, 47 millones (6,9%) sufrieron emaciación es decir pérdida involuntaria de más del 10% del peso corporal, y 38,3 millones de sobrepeso debido a la mala alimentación.

Nubarrones sobre América Latina

Para el continente las previsiones tampoco son alentadoras. Según el informe, la situación actual es peor que en el 2015. “Desde entonces nueve millones de personas más viven con hambre”, afectando a un 7,7% de la población total. En perspectiva ese porcentaje llegará al 9,5 en el 2030.

A nivel subregional, las previsiones para 2030 indican tres puntos de aumento en América Central, llegando casi a los 8 millones de víctimas del hambre. Sudamérica superaría, entonces, casi los 36 millones. El Caribe, a pesar de leves avances, no cumplirá con la meta de hambre cero y contaría con 6,6 millones de seres humanos mal alimentados al finalizar esta década.

También son preocupantes los matices intermedios. Casi un 10 % de la población actual sufre de inseguridad alimentaria grave, es decir gente que por diversas razones no cuenta regularmente con alimentos y pueden llegar a pasar uno o varios días sin comer.

Si se introduce la categoría de “inseguridad alimentaria moderada”, casi un tercio de la población latinoamericana y caribeña, es decir 205 millones de personas, la padecen. Se trata de la incertidumbre sobre la capacidad para obtener alimentos lo que las lleva a reducir la cantidad o la calidad de la comida que consumen.

En cuanto al acceso a una dieta realmente saludable, 104 millones de habitantes de la región no lo logran. El precio de 3,98 dólares por día es el más alto del mundo y es 3,3 veces más caro que lo que una persona bajo la línea de la pobreza puede invertir para alimentos.

Derroche criminal

Hipótesis novedosa: el informe concluye afirmando que un cambio global hacia regímenes alimentarios sanos ayudaría no solo a frenar el hambre sino también a lograr enormes ahorros en el plano internacional. Ese cambio es posible asegurando que se haga de “manera durable para las personas y el planeta”.

Las organizaciones especializadas de la ONU calculan que ese cambio de paradigma (de comida chatarra a alimentos sanos) permitiría compensar casi totalmente los costos de salud resultante de una mala alimentación -solo en Estados Unidos se calculan en 1.300 billones de dólares. Y reducir en tres cuartas partes el valor actual del costo social de las emisiones de efecto invernadero ligadas a la producción de alimentos, calculado en 1700 billones de dólares estadounidenses.

Llaman a los gobiernos a integrar la nutrición en sus estrategias agrícolas y a esforzarse en reducir los factores de aumento de los costos en la producción, stock, transporte, distribución y comercialización de alimentos.

Y proponen, además, ayudar a los pequeños productores locales a cultivar y vender productos más nutritivos garantizándoles un acceso al mercado. Recomiendan favorecer el cambio de comportamientos a través de la educación y comunicación e integrar la nutrición en los sistemas de protección social y en las estrategias oficiales de inversiones.

Una reflexión esencial en las líneas de acción futura consiste en reducir gastos debido a la ineficacia, pérdidas y derroches.

La FAO calculaba ya en 2019 que 1.300 millones de toneladas de alimentos humanos producidos cada año se pierden o desperdician (http://www.fao.org/platform-food-loss-waste/es/).

Según la ONG helvética WWF en Suiza representan 2,8 millones de toneladas. Es decir, se derrochan 330 kilos por persona y por año.

En Francia al igual que en México se botan 10 millones de toneladas anuales. En Argentina 16 millones y en Brasil 41 millones de toneladas. La población de Estados Unidos tira a la basura un 30% de los alimentos producidos (unos 400 gramos por día y por persona), en tanto en Europa, como promedio, representa el 20%.

Fuente: https://rebelion.org/hambre-creciente-en-un-mundo-que-derrocha-cada-dia-mas-alimentos/

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Desplazados climáticos: Pobres, cuantiosos e invisibles

Con una degradación medioambiental desatada y mientras la comunidad internacional se pone de acuerdo para remediarlo, las zonas más susceptibles de sufrir catástrofes naturales demandan atención primero y estrategias para contener el desplazamiento forzoso de sus habitantes después

aperturaCasi 1.900 catástrofes medioambientales desencadenaron 24,9 millones de nuevos desplazamientos internos en 140 países y territorios en 2019, según el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC), que depende del Norwegian Refugee Council. Es la cifra más alta desde 2012 y triplica el número de nuevas migraciones dentro del mismo Estado a causa de conflictos o violencia. Desde hace medio siglo se tiene constancia de las migraciones climáticas. Hasta hace apenas un par de años no se había puesto el foco en ellas

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CÓMO SE LLAMAN ESTOS DESPLAZADOS Y POR QUÉ NO SON REFUGIADOS

El movimiento natural de un migrante por razones climáticas es trasladarse a otra región dentro de su propio Estado para poner a salvo su vida. El bangladesí que abandona de manera temporal su pueblo anegado por un ciclón; el somalí que, empujado por la desertización, se mueve a otra zona más fértil, o el fiyiano que se aleja de la costa ante la subida del nivel del mar. Se les conoce por migrantes climáticos o desplazados por razones medioambientales o incluso climigrantes. Pero no son refugiados. El convenio de Ginebra de 1951 no considera las razones medioambientales dentro de las circunstancias que dan motivo al estatus de refugiado – la ley internacional ampara a los perseguidos por raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular u opinión política–. Jurídicamente, nadie es perseguido por el cambio climático. Jurídicamente.

DESPLAZADOS INTERNOS POR DESASTRES NATURALES EN 2019

FUENTE. Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC)

Beatriz Felipe es ambientóloga y ha publicado el libro Las migraciones climáticas ante el ordenamiento jurídico internacional. Doctora en Derecho, recuerda que la mayoría de movimientos causados por la degradación medioambiental ocurren dentro de los propios Estados, por lo que no es partidaria de utilizar el término refugiado para designarlos. Tampoco apuesta por adaptar la convención de Ginebra como solución. “A la hora de solicitar asilo en otro Estado se ha de demostrar que el perjuicio es a un individuo, no a un grupo. El daño en estos casos lo suele sufrir una comunidad entera, no una persona sola”. Y resuelve: “Es importante buscar las formas de proteger a estas personas sin necesidad de que haya una definición clara”.

Beatriz Felipe

 Al solicitar asilo se ha de demostrar que el perjuicio es a un individuo, no a un grupo. El daño en estos casos lo suele sufrir una comunidad entera, no una persona sola 

Beatriz FelipeAmbientóloga y doctora en Derecho

Andrew Harper, asesor especial de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) sobre Acción Climática, no es partidario de entrar en disquisiciones sobre el término más correcto a la hora de calificar a estos millones de desplazados. “No nos distraigamos con discusiones acerca de la terminología. No hay tiempo que perder. Se trata de ver cómo protegemos a esta gente para que no tenga que huir”. El discurso de Harper, que coordinó la emergencia provocada por un tsunami en Sumatra (Indonesia) entre 2005 y 2006, adquiere un cariz más dramático: “Es una guerra contra la naturaleza. Nosotros la hemos desencadenado y estamos pagando las consecuencias. La gente está huyendo para poner a salvo su vida”.

—¿CÓMO SE LES BRINDA PROTECCIÓN SI NO GOZAN DE UN AMPARO LEGAL?

—Se les puede brindar protección usando los sistemas legales existentes. Es importante la prevención e invertir en las comunidades locales. Enseñarles un mejor manejo del agua y otros recursos, proveerles de energías renovables para que se dejen de cortar árboles con los que obtener madera para cocinar… Actuar antes. No esperar a que huyan.

Harper aboga por dar el poder a la gente, proporcionarles soluciones inmediatas para que se adapten a la cambiante situación. «No buscamos reformar el sistema de protección internacional. Es la propia comunidad local la que mejor protege a la gente que la rodea. La inmensa mayoría de desplazados forzosos se traslada a una región muy próxima». Harper, australiano residente en Ginebra (Suiza), lanza una advertencia. “Estos desplazados no viven precisamente en zonas de lujo. Más bien lo hacen cerca de un desierto, con escasez de agua… en lugares marginales”.

Felipe, que también es investigadora asociada al Centro de Estudios de Derecho Ambiental de Tarragona (Cedat) de la Universitat Rovira i Virgili, cuenta con una opinión similar a Harper en lo que se refiere a la manera de actuar. «Se necesitan nuevas estrategias de adaptación surgidas de la investigación para que las personas no se vean forzadas a marcharse». Estas estrategias consisten en aplicar diferentes formas de cultivo que requieran menos agua o en crear infraestructuras en islas de escasa elevación para contener la subida del nivel del mar. Agotar todas las posibilidades antes de la reubicación de comunidades enteras en otras zonas del país, como ya ha sucedido de manera dirigida por los propios Gobiernos de Fiyi o Alaska (EE UU).

PAÍSES Y TERRITORIOS CON MÁS DESPLAZADOS INTERNOS NUEVOS CAUSADOS POR DESASTRES NATURALES EN 2019

FUENTE. Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC)

La doctora en Derecho y especialista en la vertiente más jurídica de los desplazados climáticos apuesta por denominarlos migrantes. Sirve para reflejar otra realidad que puede ser consecuencia del cambio climático, la de los apátridas. Si sube el nivel del mar tanto como para engullir una isla del Pacífico, desaparece el territorio físico y ese Estado deja de existir. Sus habitantes se convertirían en apátridas. Apátridas por el cambio climático.

Andrew Harper

 Si no protegemos el medio ambiente, vamos a tener que proteger a la gente 

Andrew HarperAsesor especial de Acnur sobre Acción Climática

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DEL CAMBIO CLIMÁTICO A LA VIOLENCIA Y DE LA VIOLENCIA A LA HUIDA

Los desastres naturales acarrean unas consecuencias inmediatas y unas secundarias igual o más dañinas. Las primeras resultan obvias. Si una ola gigantesca se lleva por delante una región entera, ahí ya no se puede vivir. Los efectos subyacentes que causa la crisis climática son igual de fáciles de entender pero resultan más remotos y a veces desconocidos. Basta no obstante con trasladarse al Cuerno de África y observar el siguiente fenómeno. Un lago que irrigaba una amplia extensión se seca, las cosechas disminuyen, dos poblaciones compiten por la escasa comida existente, batallan y una parte de la comunidad huye a otra región del mismo Estado o cruza una frontera.

—¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE POBREZA, CONFLICTOS BÉLICOS Y CAMBIO CLIMÁTICO?

—Las provocan que la gente compita por comida. El cambio climático da el empujón definitivo para que en Estados ya de por sí frágiles estalle un conflicto, lo que provoca que la gente tenga que emigrar.

La respuesta anterior de Harper, que trabaja en Acnur desde hace dos décadas, resume cómo un habitante de un región vulnerable a las consecuencias del cambio climático se convierte en desplazado o en refugiado si cruza una frontera perseguido por la violencia. Jesús Núñez, que codirige el codirige el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria () desde que se fundó hace 20 años, explica la competencia entre las poblaciones de la mayoría de Estados vulnerables: “No hablamos de oro, diamantes o petróleo. Buscan el control del agua”. Unos 200 ríos internacionales se comparten por dos o más países, lo que genera puntos de conflicto al delimitar ronteras interestatales en ocasiones.

NUEVOS DESPLAZADOS INTERNOS POR CONFLICTOS O VIOLENCIA Y POR DESASTRES NATURALES EN 2019 (POR REGIONES)

FUENTE. Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC)

Beatriz Felipe, autora del informe Migraciones climáticas: una aproximación al panorama actual, describe una situación en la que se mezcla pobreza, violencia y crisis climática: la caravana de migrantes que abandona el corredor seco de Centroamérica (una región árida golpeada por sequías cíclicas). Según Acnur, 570.000 personas provenientes de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua han buscado protección por violencia o persecución hasta finales de 2019. Algunos de ellos han formado parte de las caravanas con destino México y EE UU. “Huyen de conflictos, de la pobreza, de la sequía. ¿Son refugiados por causas económicas, ambientales? Muchos solicitan asilo al llegar a estos países del norte pero se les deniega y su entrada se considera ilegal”, afirma.

NO SON REFUGIADOS PERO PUEDEN SERLO EN EL FUTURO

El Pacto Mundial sobre Refugiados, adoptado en la Asamblea General de la ONU en diciembre de 2018, aborda el problema de los desplazados por razones medioambientales. “El clima, la degradación del medio ambiente y los desastres naturales interactúan cada vez más con los impulsores de los movimientos de refugiados”, se extrae del documento aprobado por los Estados miembros de la ONU.

Más refugiados, menos atención

El cambio climático desemboca a veces en el cruce de fronteras. Si los desplazados por razones climáticas se convirtieran en refugiados, las cifras de estos aumentarían en gran medida. Núñez reconoce el peligro de que un mayor número de solicitantes de asilo derive en menor protección. “Claramente se debilitaría el estatus de refugiado”. Según el informe de Acnur Tendencias globales. Desplazamiento forzado en 2019, el año pasado hubo 79,5 millones de desplazados forzosos, de los cuales 26 millones eran refugiados.

Jesús Núñez

 No hablamos de oro, diamantes o petróleo. Buscan el control del agua 

Jesús NúñezCodirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH)

Harper expone una casuística intermedia, que no implica el cruce de fronteras ni tampoco el traslado a una región rural cercana como es habitual, sino mudarse a zonas urbanas dentro del mismo país. “Con el desplazamiento de muchos personas las ciudades están creciendo. A menudo no cuentan con la infraestructura para acoger a esta nueva población”. Harper se refiere a desplazados que engrosan las urbes pero con un nivel económico tan débil que no pueden pagar impuestos, lo que a la larga desemboca en falta de atención sanitaria, inversión en seguridad, fallas en el sistema educativo.

Los migrantes que se desplazan internamente quieren volver a su tierra tan pronto como sea posible. A diferencia de los conflictos bélicos, que en algunos casos logran resolverse, el daño causado por el cambio climático es en ocasiones irreversible. “Hay sitios a los que no puedes volver al año siguiente y pensar que todo está bien”. Y sentencia: “Si no protegemos el medio ambiente, vamos a tener que proteger a la gente”.

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OCCIDENTE. MISMAS CAUSAS, CONSECUENCIAS MUY DIFERENTES

En los países de renta baja y media-baja se produjeron 11 veces más desplazamientos debido a fenómenos meteorológicos extremos que en los países de renta alta entre 2008 y 2019, según Oxfam Intermón. Jesús Núñez, desde IECAH, opina que sí se pueden comparar las catástrofes que suceden en Occidente y en los países pobres. “El suceso es el mismo. Lo que cambian son las consecuencias si se produce en París o en un lugar subdesarrollado. Lo cierto es que los desastres no paran de aumentar”.

El australiano Harper coincide en que ningún país es inmune a las catástrofes medioambientales pero recuerda: “La capacidad de los Estados empobrecidos para mitigar las consecuencias son muy limitadas”. Y resume la situación con rotundidad: “Occidente se ha enriquecido gracias a un modelo de producción que ha contribuido al cambio climático. El resto de países no ha tenido la oportunidad de crecer y ahora sufre las consecuencias del desastre medioambiental. No es justo”.

Ante la pregunta de por qué los desplazados climáticos están recibiendo ahora más atención, Harper sostiene que la ciencia ha avanzado más y es mucho más clara. “La evidencia está ahí. La tierra se está calentando”. Por ello, los periodos de sequias aumentan en el este de África, las tormentas y los ciclones son más frecuentes y virulentos en las regiones tropicales. El Centro de Monitorización de Desplazados Internos, un organismo internacional creado en 1998 como parte del Norwegian Refugee Council, hasta 2008 no empezó a contar el número de desplazados por causas medioambientales.

«A menos que veamos una amenaza clara, las personas dejamos las cosas para el día siguiente”, explica Harper, que extrae una conclusión del periodo de reclusión al que medio planeta se ha visto sometido en los últimos meses. “No es necesario viajar si se pueden lograr los mismos resultados mediante una reunión en Teams”. El experto en acción climática de Acnur se refiere a las emisiones de CO2 de los aviones. El confinamiento ha supuesto una prueba involuntaria de que el mundo puede parar y respirar.

¿Puede la contaminación provocar refugiados climáticos?

Los expertos consultados coinciden en que no se deben contabilizar como desplazados climáticos a los habitantes que cambian las grandes ciudades con mala calidad del aire por zonas rurales. “Es un problema de salud pública. Es responsabilidad de los Gobiernos atajarlo”, razona Harper. “La contaminación es muy mala pero cuando un refugiado o un desplazado por desastres medioambientales cambia de región lo hace porque teme por su vida”, afirma.

El IDMC vaticina que pueden darse situaciones de desplazamiento interno en España debido a las consecuencias del cambio climáticos. Las causas son los incendios descontrolados. Son provocados por personas, pero la intensidad y la mayor dificultad para extinguirlos radica en parte en las altas temperaturas causadas por el cambio climático.

Fuente: https://elpais.com/publi-especial/vidas-nuevas/desplazados-por-el-cambio-climatico/

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Save the Children: Diez millones de niños en el mundo podrían quedar sin clases por pandemia

Save the Children ha dado este lunes la voz de alarma ante lo que considera «una emergencia educativa mundial sin precedentes» por la pandemia de coronavirus, que podría dejar a unos 10 millones de niños fuera de las aulas por los recortes presupuestarios.

En su informe ‘Salvad nuestra educación‘, la ONG calcula que 9,7 millones de niños están en riesgo de abandonar la escuela definitivamente en lo que queda de año, un riesgo que es especialmente elevado en doce países, principalmente de África occidental y central, aunque también en Yemen y Afganistán.

La organización señala como una de las causas la reducción del presupuesto de educación. En un escenario de «rango medio», Save the Children estima que podría haber un déficit de 77.000 millones de dólares en la partida educativa de «algunos de los países más pobres del mundo», mientras que en «el peor de los escenarios», es decir que los gobiernos directamente transfieran el dinero de educación a otras partidas para combatir la pandemia, podría dispararse a los 192.000 millones de dólares.

La ONG ha indicado que, más allá de los «efectos devastadores que el brote de covid-19 tendrá en el aprendizaje», «el cierre de escuelas significa mucho más que la pérdida de educación, ya que deja a los niños sin espacios seguros donde jugar, comer y acceder a servicios de salud, y donde se detectan posibles abusos en el hogar y se ofrece protección a las víctimas». «Con el cierre de las escuelas, estas salvaguardas desaparecen», ha alertado.

En este sentido, ha recordado que «los niños de estos países viven atrapados en un círculo vicioso», por lo que augura que «el cierre de las escuelas les empujará a incorporarse al mercado laboral y, en el caso de las niñas y adolescentes, estarán más expuestas a la violencia de género, al matrimonio infantil y al embarazo adolescente». «Estos riesgos aumentan cuanto más tiempo están fuera de la escuela y reducen directamente su posibilidad de regresar a ella», ha explicado.

Además, ha incidido en que antes de la pandemia 258 millones de niños estaban sin escolarizar en todo el mundo, una cifra que actualmente asciende a 1.600 millones. Aisha, 15 años, de Etiopía, es una de ellos. «Hace tres meses iba a clase todos los días, aprendía, jugaba con mis amigos y comía allí. Extraño mucho mi escuela y mis amigos. Ahora paso la mayor parte del tiempo cuidando del ganado y algunas veces ayudo a mi madre con tareas de casa como limpiar y cocinar», ha contado.

Save the Children ha señalado asimismo que, «a pesar de los esfuerzos de gobiernos y organizaciones, 500 millones de niños no han tenido acceso a la educación a distancia, en muchos casos sin familiares alfabetizados que pudieran ayudarles en casa». «Como consecuencia de esta pérdida», ha afirmado, «muchos tendrán dificultades para ponerse al día, lo que aumentará sus probabilidades de abandono».

En este contexto, la organización ha proporcionado materiales y recursos para la educación a distancia, entre ellos lecciones y apoyo a través de la radio, la televisión, el teléfono y las redes sociales, en los países donde opera. También está trabajando con los padres y las madres para que «sepan cómo apoyar el aprendizaje y el bienestar de sus hijos en el hogar» y con las autoridades educativas para «ayudar a planificar el regreso seguro a la escuela».

Llamado internacional

Sin embargo, estos esfuerzos no son suficientes, por lo que Save the Children ha instado a gobiernos y donantes a responder a esta «emergencia educativa mundial sin precedentes, que hace peligrar el cuarto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que fija para 2030 garantizar el acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos los niños».

En concreto, ha pedido «poner a disposición del Banco Mundial un fondo de 35.000 millones de euros para invertir urgentemente en educación, de modo que se garantice que los niños tengan acceso a la educación, ya sea a distancia o presencial». En este último caso, ha abogado por «una vuelta a las aulas segura e inclusiva, con acceso a comidas escolares, servicios de salud y clases de recuperación para compensar el aprendizaje perdido».

Igualmente ha solicitado «suspender el pago de la deuda de los países de bajos ingresos, una medida que podría liberar 14.000 millones de dólares para ser invertidos en educación. «Sería desmesurado permitir que recursos tan necesarios para mantener viva la esperanza que viene con la educación se desvíen a pagar la deuda», ha considerado el director ejecutivo de Save the Children, Inger Ashing.

Fuente: https://www.dinero.com/internacional/articulo/coronavirus-pandemia-podria-dejar-a-10-millones-de-ninos-fuera-de-las-aulas/292447

 

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Erradicar la pobreza, de sueño a pesadilla

El objetivo planetario de erradicar la pobreza en el 2030 se diluye entre los zarpazos de la pandemia que arrastrará a 250 millones de personas al borde de la inanición. Sin embargo, las causas del incumplimiento de esta meta esencial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible no se limitan al impacto sanitario del  COVID-19.  Sino que hay que buscarlas en mecanismos internos propios de un sistema oxidado por la desigualdad.

Constatación que no surge -en este caso- de la crítica alter mundialista. Sino que condensa las conclusiones centrales de un nuevo informe de Naciones Unidas que acaba de ser presentado la primera semana de julio en Ginebra por el experto belga Olivier De Schutter, Relator Especial de la ONU sobre la extrema pobreza y los derechos humanos. “El pésimo historial de la comunidad internacional en lo que respecta a la lucha contra la pobreza, la desigualdad y el desprecio por la vida humana precede en gran medida a esta pandemia”, enfatiza el experto (Versión preliminar en inglés bajo la denominación  A/HRC/44/40 Advanced Unedited Version).

El documento anticipa que la misma arrastrará a 176 millones de personas más a la extrema pobreza, agravando la situación, ya dramática, de personas de muy bajos ingresos, entre las que se encuentran, fundamentalmente, mujeres, trabajadora-es migrantes y refugiada-os o demandantes de asilo.

Estadísticas “manipuladas”

«Muchos líderes mundiales, economistas y expertos han promovido con entusiasmo un mensaje de autocomplacencia, proclamando que el progreso contra la pobreza es uno de los mayores logros humanos de nuestro tiempo», dice el documento de las Naciones Unidas. Sin embargo, «la realidad es que miles de millones de personas se enfrentan a pocas oportunidades, innumerables indignidades, hambre innecesaria y muerte evitable, y no disfrutan de sus derechos humanos básicos».

«En demasiados casos, los beneficios prometidos del crecimiento no se materializan o no se comparten», enfatiza. Y desnuda el mecanismo de polarización social planetario:  «la economía mundial se ha duplicado desde el final de la Guerra Fría, y sin embargo la mitad del mundo vive con menos de 5,50 dólares al día, principalmente porque los beneficios del crecimiento han ido en gran medida a los más ricos».

Según estadísticas oficiales de organismos internacionales, entre 1990 y 2015 se habría logrado reducir el nombre de personas pobres de 1.900 millones a 736 millones. Sin embargo, según el informe de la ONU, esa cifra se basa en una medición “insatisfactoria” de la pobreza aplicada por el Banco Mundial, que fija el piso de la misma en 1,90 dólares diarios. Si la barra de análisis se estableciera en 2,50 dólares diarios, en los últimos 25 años casi no se percibieron mejorías. Incluso, se comprobaría un empeoramiento de la situación de al menos 140 millones de personas que viven, especialmente, en África subsahariana y el Medio Oriente.

El documento – por el momento solo en una versión preliminar en inglés- fue elaborado por el profesor australiano Philip Alston, quien hasta abril de este año fue el Relator de la ONU en esta temática y quien sintetiza su contenido de 20 páginas en tres conclusiones principales.

Hay que parar con la apuesta al crecimiento económico como medio para reducir la pobreza y centrarse, sobre todo, en la reducción de la desigualdad y la redistribución de las riquezas.  En segundo lugar, la filantropía no puede reemplazar el rol esencial de protección que deben jugar los gobiernos. Adicionalmente, propone implementar una más efectiva justicia fiscal, profundizar la democracia y adoptar una gobernabilidad participativa.

La diabólica evasión fiscal

Casi en paralelo a la presentación en el 44 período del Consejo de Derechos Humanos del informe de Philip Alston, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) se pronunció sobre uno de los temas centrales del informe sobre la pobreza.

“La evasión fiscal en América Latina es un obstáculo para la recuperación de la crisis del coronavirus”, subraya el organismo al presentar el 6 de julio su Panorama Fiscal (https://www.cepal.org/es/publicaciones/45730-panorama-fiscal-america-latina-caribe-2020-la-politica-fiscal-la-crisis-derivada).

Recaudar más fondos con los que mitigar el impacto económico y social creado por el COVID-19 -en lugar de un mayor endeudamiento- es la fórmula que recetan los expertos económicos de la ONU para América Latina y el Caribe. Región donde solo en 2018, el incumplimiento tributario –denominando como evasión fiscal- representó 325.000 millones de dólares, monto equivalente al 6,1% del Producto Interior Bruto de la región.

La evasión del impuesto sobre la renta corporativa, es decir la que deberían pagar las grandes empresas, en la región latinoamericana es especialmente aguda, subraya la CEPAL. Quien llega a la conclusión que los sistemas tributarios que tienen un impacto significativo en el PIB, en algunos casos de más del 5%, en algunos países, debido a la evasión, generan menos de la mitad de lo que deberían recaudar.

Esa evasión fiscal empresarial constituye una “de las principales barreras” para una mayor movilización de recursos internos en la región. Una parte significativa de los recursos destinados por los Estados en la situación de la emergencia pandémica podrían ser cubiertos por el correcto pago de los impuestos empresariales. Evitando así un incremento del endeudamiento interno.

La justicia fiscal 

“La pobreza no es sólo una cuestión de bajos ingresos», afirmó Olivier De Schutter en el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra el martes 7 de julio. «Es una cuestión de desempoderamiento, de abuso institucional y social, y de discriminación. Es el precio que pagamos por las sociedades que excluyen a las personas cuyas contribuciones no son reconocidas. Erradicar la pobreza significa construir sociedades inclusivas que pasen de un enfoque caritativo a un enfoque de empoderamiento basado en los derechos». Y llamó a conformar un Fondo de Protección Social para ayudar que los países puedan asegurar garantías básicas de seguridad social a los sectores más empobrecidos de su población.

El mundo necesita nuevas estrategias, una auténtica movilización, potenciación y responsabilidad «para evitar el sonambulismo hacia el fracaso asegurado mientras se producen interminables informes insípidos», subraya el informe del Relator Especial de la ONU sobre extrema pobreza y derechos humanos.

La justicia fiscal es clave para garantizar que los gobiernos dispongan del dinero necesario para la protección social: en 2015, las multinacionales trasladaron aproximadamente el 40 % de sus beneficios a paraísos fiscales, mientras que los tipos del impuesto de sociedades a nivel mundial han caído de una media del 40,38 por ciento en 1980 al 24,18 % en 2019.

La pandemia, subraya por su parte el Panorama Fiscal de la CEPAL, ha expuesto las deficiencias en los sistemas de protección social, tanto en el mercado laboral como en los sistemas de seguridad social y en la limitada provisión crucial de bienes y servicios públicos de alta calidad.

Por lo tanto, “América Latina debe acelerar hacia Estados de bienestar social que garanticen mejores condiciones de vida para todos y provean de fundamentos sólidos para el desarrollo sostenible mediante la reducción de la desigualdad…” enfatiza.

Fuente: https://rebelion.org/erradicar-la-pobreza-de-sueno-a-pesadilla/

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Cuentos de Baroja: los empobrecidos, los vagabundos y la “cuestión social”

“A comienzos de siglo Pío Baroja tenía una preocupación muy honda por lo que se llaman cuestiones sociales. Esta preocupación se advierte en varios cuentos, en que el individuo, o una conciencia individual, se encara con la sociedad”, escribió el antropólogo y sobrino del escritor, Julio Caro Baroja, en el prólogo a los Cuentos de Pío Baroja (1872-1956) publicados por Alianza Editorial.

Buena parte de estos relatos se insertan en el volumen Vidas sombrías (1900), y fueron escritos –la mayoría- cuando el autor ejercía de médico en el municipio de Cestona (Guipuzcoa). De tono simbólico y filosófico, los Cuentos recogen todo el sentido e inquietudes de la obra barojiana, según algunos comentaristas; pero Caro Baroja matiza que su tío no se acercó del mismo modo, en la madurez, a los contenidos esotéricos (Médium El trasgo) ni a otros de un simbolismo «a flor de piel” (Parábola El reloj).

Garráiz encarna a El carbonero. Todos los días Garráiz sale de casa, desciende a un descampado del monte y prepara el horno de carbón. Tiene 20 años, trabaja –acumula leña y le prende fuego- y canta: las horas y los días se repiten en el valle. Hasta que un día, en el refugio de piedra donde come, un vecino del pueblo –también carbonero- le hace saber un rumor: ha “caído” soldado. “Lo que le exasperaba, lo que le llenaba su espíritu de una rabia sombría, era el pensar que le iban a arrancar de su monte aquellos de la llanura, a quienes no conocía, pero a quienes odiaba”, relata Pío Barroja.

En otro cuento, Conciencias cansadas, el narrador sale de un café pensando en la vendedora de una tienda de material funerario, que comercia con féretros, coronas, cruces y souvenirs; en el matrimonio que regenta una casa de préstamos, y que paga a la mujer del albañil mucho menos de lo que valen las sábanas; en el general que manda a los soldados a que mueran en el frente; o en el cura que considera una “atrocidad” ingerir un café con leche el viernes de Cuaresma. Pero en todos estos personajes sin conciencia -y en el industrial que falsifica, el periodista venal o el abogado que engaña-, “en toda esa tropa que roba, que explota y que prostituye” también hay, piensa después, algunos rasgos buenos y momentos de caridad.

El vago, a quien conoce y con el que conversa el narrador, aparece apoyado en una farola de la Puerta del Sol. Protagoniza otro de los cuentos de Baroja; el vago no es un hombre de acción, sino un espectador de la vida, un intelectual; mira como alguien que no espera nada del prójimo, es casi un filósofo, aunque para ciertos moralistas resulte “casi un criminal”. Tampoco tiene nada que ver con los lechuguinos de clase alta, ni con los empleados, estudiantes o mendigos.

“Yo creo que en las ciudades grandes, si Dios está en algún lado es en los solares”, afirma Pío Baroja en La trapera. En una casucha de unos terrenos sin urbanizar, en Madrid, una vieja pequeña y arrugada –que rebusca entre la basura- vive con una niña desharrapada pero con aire fresco y juvenil. A las cinco de la mañana salen del cobertizo; escarban entre los montones de desechos, “restos, sobre todo, de la tontería humana”.

Pasan por el Cafetín del Rastro, donde a esa hora duermen los mendigos, y después, en la calle, la vieja cierra tratos con los vendedores ambulantes. El escritor las pinta del siguiente modo en el solar, ya de regreso: “Quizá felices, quizá satisfechas por tener un hogar pobre y miserable, y un puchero en la hornilla que hervía con un glu-glu suave, dejando un vaho apetitoso en el cuarto”.

En el preámbulo de los Cuentos publicados por Alianza (la primera edición, de 1966), Julio Caro resalta la “curiosidad enorme” de Pío Baroja hacia “los anarquistas o ácratas como individuos”, así como por los no adaptados (en Errantes, una vida libre en la que duermen felices, tras alimentarse con pan y tres sardinas, una mujer que amamanta a su niño, su pareja –“mitad saltimbanqui, mitad charlatán”- y el hijo mayor; la familia se ha parado en un albergue de carretera que aloja a gitanos, caldereros, mendigos y buhoneros); esta atracción contrasta con el interés escaso del autor de La busca por los socialistas, a quienes se distinguía en la época como gente “más seria”.

Elaborados entre 1892 y 1899, Caro Baroja apunta que la primera impresión de los Cuentos -500 ejemplares- fue bien acogida por los críticos, pero no ocurrió lo mismo con las ventas; los relatos se tradujeron al francés, italiano, alemán, ruso, checo y sueco, después al japonés y al chino. Se muestra en desacuerdo con los comentarios de la Editorial de Literatura Popular de Pekín: “Siguiendo el viejo parecer socialista, considera que mi tío fue un anarquista, que se hizo cada vez más antidemócrata y que terminó sus días colaborando con el fascismo. La vida de los escritores vista por ciertos ideólogos es siempre algo bastante simple y aún estólido, sean estos ideólogos de derecha o de izquierda”.

El historiador, lingüista, académico y autor de Estudios vascos llama la atención, asimismo, sobre el lirismo, las  descripciones y sugerencias de ambiente de los Cuentos; en las ventas del País Vasco -amables y hospitalarias, algunas tristes y melancólicas- recalan caminantes, vagabundos y personas humildes “que no tenéis más amores que la libertad y el campo”; llegar a una de estas posadas tras un viaje largo en diligencia –relata Pío Baroja en La venta– produce una dicha desconocida para quienes, presurosos, huyen hacia el vértigo de la urbe. Además, Julio Caro recuerda la admiración del novelista por el “viejo” Dickens y discute las influencias atribuidas a Gorki y la novela picaresca.

En el artículo “Los cuentos de Baroja” (Cuadernos Hispanoamericanos, 1972), el catedrático e hispanista Mariano Baquero Goyanes señala el “aire moderno” de Vidas sombrías; constata, de hecho, una cierta ruptura con los cuentos del siglo XIX, que se fundamentaban en la potencia del argumento; Baroja prefiere, en este caso, la narrativa de situación, abierta, sin desenlace o bien –Águeda La sima– la conclusión abrupta del relato, subraya Baquero Goyanes en el artículo inserto en Pío Baroja. El escritor y la crítica (Taurus, 1974, Edición de Javier Martínez Palacio).

Pero algunos cuentos barojianos –La enamorada del talento o Un justo– contienen, también, descripciones prolijas a la manera de los autores realistas y naturalistas del XIX; Mariano Baquero Goyanes añade otra línea de continuidad con los cuentos tradicionales (orientales o libros de caballerías): “Aunque Baroja rechazara el arte narrativo caracterizado por su complicación, gustó con frecuencia de esos efectos de refracción o de laberinto narrativo, con no pocas vueltas y revueltas, idas y venidas, rotación de narradores, desplazamiento de los planos del relato”; así ocurre en La dama de Urtubi El estanque verde.

¿Estilo desaliñado? El libro Baroja y su mundo recoge la respuesta de José María de Cossío: “No era descuidado escribiendo. El tono llano y a la vez sobriamente elegante de su estilo provenía de lo que Lope de Vega hubiera llamado un ‘descuido cuidadoso’; y no desdeñaba refinarle cuando el tema lo pedía”.

El espectador (1916) incluye las reflexiones de Ortega y Gasset sobre Baroja. Dedica unas páginas a “el tema del vagabundo”; así, en una sociedad en que predomina la “estabilidad plúmbea” y la “monotonía aldeana”, “sin protesta ni brinco”, el filósofo resalta la mirada barojiana: “Ve criaturas errabundas e indóciles”, ajenas a la idea de triunfo social, “decididas a no disolver sus instintos en las formas convencionales de vida” impuestas.

En busca de ese dinamismo, Ortega apunta cómo el escritor rescata a la población marginada, “eso que suele considerarse como escombro social”; en esta categoría se integran los golfos, tahúres, extravagantes, vividores y suicidas; “pues qué, ¿iba a hablarnos de los senadores, los comandantes, los gobernadores de provincia, las damas de las Cuarenta Horas y los financieros?”, se preguntaba el ensayista; “en el transcurso de diez años escribe Baroja veinte tomos de vagabundaje”, según José Ortega y Gasset. Valora asimismo, en contraposición a la farsa y el lugar común, la actitud sincera y auténtica –en coherencia con el cinismo griego- del autor de El árbol de la ciencia Aurora roja. Y otras virtudes, como la ausencia de retórica o palabras innecesarias.

Fuente: https://rebelion.org/cuentos-de-baroja-los-empobrecidos-los-vagabundos-y-la-cuestion-social/

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La exclusión sigue marcando la educación en todo el mundo

La educación en todo el mundo permanece signada por la exclusión que afecta sobre todo a los pobres, las minorías y las mujeres, y esa marca se agrava con la pandemia covid-19, señaló un informe de la situación divulgado este martes 23 por la Unesco.

El dato más voluminoso es que hay 258 millones de niños y jóvenes totalmente fuera del sistema educativo y la pobreza fue el principal obstáculo para su acceso, según el estudio de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).

De ellos, 93 millones (31 por ciento de población en edad escolar) están en África subsahariana, 94 millones en Asia meridional y central (21 por ciento), 33 millones en Asia oriental y sudoriental (nueve por ciento), 15 millones en África del norte y Asia occidental (17 por ciento), y casi 12 millones en América Latina y el Caribe.

De la población no escolarizada, 15 por ciento son niños y niñas con discapacidades.

La aparición de la pandemia y el consiguiente cierre de escuelas dejó a 40 por ciento de los países con ingresos bajos y medios-bajos sin apoyos para los alumnos desfavorecidos, según el informe, que aboga por la inclusión bajo el lema “Todos significa todos”.

La pobreza “incide en la asistencia, la finalización y las oportunidades de aprendizaje”, sostiene el texto, y muestra algunas disparidades.

En 65 países de ingresos bajos y medianos, la diferencia en las tasas de asistencia entre el 20 por ciento más pobre y el 20 por ciento más rico de los hogares era de nueve puntos porcentuales para los niños en edad de asistir a la escuela primaria.

Para los adolescentes en edad de acudir al primer ciclo de secundaria la diferencia era de 13 puntos, y de 27 para los jóvenes en edad de asistir al segundo ciclo de secundaria.

En todas las regiones, excepto en Europa y América del Norte, por cada 100 adolescentes del 20 por ciento de hogares más ricos que estudiaron y completaron el primer ciclo de secundaria, concurrieron a cursarlo 87 muchachos del 20 por ciento más pobre, pero solo 37 lo terminaron.

El segundo ciclo de secundaria lo terminan 18 jóvenes de los sectores más pobres por cada 100 de los sectores más ricos, y en 27 países del Sur para los que se dispuso de datos, prácticamente ninguna joven pobre de zonas rurales termina ese ciclo.

La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, destacó que “es imperativo avanzar hacia una educación más inclusiva” y resaltó la necesidad de “repensar el futuro de la educación, especialmente tras las desigualdades que ha puesto de manifiesto la covid-19”.

Menos de 10 por ciento de los países del mundo poseen leyes que garanticen la plena inclusión en la educación.

Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, 29 por ciento de escuelas no han hecho cambios para admitir estudiantes con discapacidades, solo siete países reconocen oficialmente al lenguaje de señas, y en Brasil, México y Perú persisten rasgos de desigualdad por el origen indígena de los alumnos.

Algunos países de África prohíben la escolarización de las niñas embarazadas, 117 naciones permiten matrimonios infantiles y 20 aún no ratifican el convenio de la Organización Internacional del Trabajo que proscribe el trabajo infantil.

En los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los más industrializados, “más de dos tercios de los estudiantes de origen inmigrante asisten a escuelas en las que representan por lo menos la mitad de la población estudiantil, lo que reduce sus posibilidades de éxito académico”.

En Asia, los estudiantes de grupos desplazados, como los rohinyá, aprenden en sistemas educativos paralelos, y en varios países de Europa central y oriental los niños romaníes son segregados en las escuelas normales.

Según el informe, “a menudo los sistemas educativos no consideran las necesidades especiales de los alumnos y, a nivel global, las escuelas están más interesadas en obtener acceso a internet que en atender a los alumnos con discapacidades”.

La inclusión no solo es un imperativo moral, recuerda el estudio, sino que “aporta beneficios, porque una educación inclusiva planificada e impartida de forma cuidadosa puede mejorar los logros académicos, el desarrollo social y emocional, la autoestima y la aceptación de los compañeros”.

El informe evoca los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y una de las metas del ODS 4 que pauta para el año 2030 “eliminar las disparidades de género en la educación y asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de la enseñanza y la formación profesional para las personas vulnerables, incluidas las personas con discapacidad”.

La Unesco reconoce que “el paso a la inclusión no es fácil” y recomienda, en primer lugar “entender la educación inclusiva de manera más amplia: incluir a todos los educandos, independientemente de su identidad, origen o capacidad”.

Luego, “centrar la financiación en los que se han quedado atrás” pues “la inclusión no existe cuando millones de personas no tienen acceso a la educación”.

A continuación recomienda compartir competencias y recursos, la cooperación entre ministerios y niveles gubernamentales y dejar espacio para que sectores no gubernamentales cuestionen y colmen lagunas.

Se debe también “preparar, empoderar y motivar al personal educativo: todos los docentes deben estar preparados para enseñar a todos los educandos” y consultar a las comunidades y los padres pues “la inclusión no se puede imponer desde arriba”.

Fuente: https://rebelion.org/la-exclusion-sigue-marcando-la-educacion-en-todo-el-mundo/

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La ‘Ley César’ o cómo las sanciones de EE.UU. son un castigo colectivo en Siria

Por: Alberto Rodríguez García

 

Con el país destruido, millones de desplazados, gran parte del tejido industrial desmantelado por los rebeldes y enviado a Turquía, con el territorio fragmentado, los recursos saqueados por fuerzas invasoras e inseguridad alimentaria, sanciones asfixiantes y la economía libanesa en la ruina, el futuro de Siria es complicado para los civiles.

Para hacernos una idea de lo dañada que está la economía siria, su PIB pasó de 61.000 millones de dólares antes de la guerra a 10.000 millones en 2019, según la Oficina Central de Estadísticas de Siria. Este año el paro y la pobreza se han disparado hasta superar el 80%. En este escenario, la apuesta de EE.UU. y la Unión Europea pasa por más sanciones contra la república árabe.

Líbano ha sido durante años el patio trasero de Siria para poder seguir saliendo hacia adelante a pesar de las sanciones. Se estima que en 2019 había más de un centenar de rutas de contrabando entre ambos países y unos 50.000 millones de dólares de sirios en bancos libaneses, según el Observatorio Laboral de Estudios e Investigación de Siria (LORS), lo que supone el 28% de todos los depósitos de la banca libanesa. Sin embargo, esta relación de dependencia mutua está arrastrando a Siria a un desastre mayor que el que ya atraviesa. Las sanciones y la corrupción, pero sobre todo la crisis de Líbano, han forzado un colapso económico en Siria que no se dio ni en los peores años de guerra, provocando una hiperinflación y devaluación de la moneda récord en el país. En Siria, otrora uno de los países con futuro más prometedor de la región, los trabajadores cobran de media poco más de 20 dólares al mes.

El paso fronterizo del sur con Jordania es prácticamente la única válvula de escape que le queda a Siria. Y es una vía en peligro de desaparecer porque este 17 de junio EE.UU. empezó aplicar la ‘Ley César’, que representa la más salvaje de las guerras económicas, pudiendo el Departamento del Tesoro de EE.UU. sancionar a cualquier empresa o institución que comercie con el Estado sirio… sin la necesidad de que sean estadounidenses. Se trata de unas sanciones que innegablemente van a impedir la reconstrucción de Siria y el desarrollo de su sector energético, muy dañado por el conflicto. En la práctica, con la Ley César, las empresas y organizaciones de ayuda humanitaria no podrán seguir rehabilitando los edificios residenciales destruidos, ni podrán ayudar a reconstruir las redes de agua potable, ni podrán participar en la reactivación de la red eléctrica, porque todas son obras públicas o semi-públicas en las que participa el Estado sirio. Y eso, si bien en la teoría solo afecta al Estado sirio, en la práctica lo sufren los ciudadanos.

Estas sanciones ponen en una situación muy complicada a la cámara de comercio jordana que, con la amenaza de Israel expandiéndose por el Valle del Jordán, podría entrar «en la lista negra» si permite las relaciones comerciales con Damasco. Que las empresas y las instituciones puedan seguir realizando transacciones con la economía privada siria demuestra que las sanciones no buscan derrocar al gobierno sirio, sino castigar colectivamente a la población por negarse a aceptar una «revolución» importada. Debilitar al Estado y fortalecer las fortunas privadas no acaba con el gobierno sirio, sino que mata de hambre a los ciudadanos de un país en el que la clase media prácticamente ha desaparecido en 9 años de guerra. Si el Estado se debilita, lo que se pierden son los subsidios, las obras públicas de reconstrucción, la estabilidad… pero la élite vive igual o incluso mejor que antes monopolizando la economía.

Aunque las sanciones contra Siria se dirijan al Estado y empresarios ligados al Estado, en la realidad suponen que el país pierda divisas, que los inversores ni se planteen hacer negocios en territorio sirio y que las empresas no quieran abrir sus comercios en el país. Sin divisas, el Estado tiene problemas para entregar subsidios a las farmacias con los que poder importar medicamentos, lo que ahora mismo vemos, hace que las medicinas empiecen a escasear y la gente tenga que organizarse en internet, por ejemplo, para ayudarse con los fármacos que le sobran a cada uno. Y esto sucede en un país que antes de la guerra era autosuficiente y producía más del 90% de sus medicinas.

En estos momentos 9,3 millones de sirios padecen de inseguridad alimentaria. La crisis humanitaria es una realidad, y aunque la FAO, con ayuda de la Embajada Rusa, ha brindado apoyo a 200 agricultores en Alepo, en un momento en el que cientos de hectáreas de cultivo están ardiendo y en el que la Administración Autónoma del Norte de Siria limita el comercio de grano con la parte gubernamental –llevando a cabo una guerra económica, especulando con el precio, mientras acumulan toneladas de trigo–, esta ayuda es insuficiente y mínima frente a lo que le espera a los sirios.

Y es que la Ley César no busca justicia, sino castigo. Las condiciones que pone Washington para levantar estas sanciones antes de 2025 (por lo menos) son, sencillamente, incumplibles. Exige la liberación de todos los prisioneros políticos, aunque a lo largo de la guerra hayamos visto que EE.UU. considera preso político o disidente hasta a miembros de al-Qaeda en Siria, los Hermanos Musulmanes o milicias extremistas como Ahrar al-Sham, ahora integrados en los rebeldes proturcos (en esencia, el FSA original). Hemos visto cómo se ha considerado disidente a Bilal Abdul Kareem; el monigote de al-Qaeda en Siria que se dedica a blanquear a la organización antes en la CNN y ahora en Youtube. O dicho de otro modo, piden lo imposible porque Siria, que está volviendo al legado de Hafez al-Assad, antepondrá la seguridad y el control a la economía.

La guerra económica se torna además especialmente ridícula viendo que ni sus propulsores cumplen con lo que exigen. Donald Trump ha reconocido más de una vez orgulloso que ha hecho suyo el petróleo sirio. No oculta que tanto los EE.UU. como sus títeres, las YPG, comercian con el petróleo sirio. Lo que tiende a omitir es que el petróleo sirio está sancionado por la Unión Europea desde 2012. No sobra tampoco recordar que Francia mantiene relaciones con el brazo político de las YPG, el PYD, a pesar de que recientemente la Unión Europea haya renovado las sanciones contra Siria. A esta poca vergüenza hay que sumarle que mientras el gobierno estadounidense pide más democracia para Siria, no duda en desplegar a la Guardia Nacional contra sus ciudadanos. Sin valorar positiva o negativamente esto, hay que reconocer que es de una hipocresía tremenda.

Y mientras EE.UU. y la UE apuestan por el terrorismo económico en nombre de la libertad, son los rusos los únicos que brindan una ayuda real a los sirios –no libre de intereses, por supuesto, seamos realistas–. El enviado especial de Moscú en Damasco, Alexander Yevimov, ha declarado que «no abandonarán a Siria». Y de hecho estos días ante la debacle de la moneda siria, Rusia ha inyectado divisas a la República Árabe para revalorizar un 20% aunque sea momentáneamente la libra siria. Cómo reaccione Rusia ante este reto determinará en gran medida el futuro de Siria y sus políticas.

El gobierno sirio no está exento de responsabilidad en la situación actual, aunque gran parte de los problemas se deben a factores en los que no pueden mediar: la crisis en Líbano y las sanciones. Ello no impide que en el Consejo Popular varios diputados criticasen la incapacidad de reaccionar rápido. La prohibición de comerciar con dólares dentro de Siria, si bien se hizo con el objetivo de evitar la acumulación de divisas por parte de especuladores, ha sido una torpeza que ha provocado el cierre de pequeños negocios locales frente a la incertidumbre de qué pasará el próximo mes, ya con las sanciones más duras hasta la fecha en vigor.

La guerra económica no derrocó a Saddam Hussein que solo fue depuesto por una invasión militar. Ello no libró a los iraquíes de padecer malnutrición, enfermedades y mortalidad infantil. La guerra económica no ha funcionado contra Cuba. No ha funcionado contra Rusia. No ha funcionado contra China. No ha funcionado contra Irán. No ha funcionado contra Venezuela. No ha funcionado en ningún lado. Y en Siria no funcionará. La guerra económica solo provocará malnutrición, enfermedades, mortalidad infantil y el sufrimiento innecesario en los civiles. Porque la guerra económica es el más inhumano de los castigos colectivos.

Fuente e imagen: https://actualidad.rt.com/opinion/alberto-rodriguez-garcia/356638-ley-cesar-sanciones-eeuu-poblacion-siria

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