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De sol a sol

Por: Ilka Oliva-Corado

Francisco tiene la suerte de trabajar de lunes a domingo sin importar el clima. Así le cuenta a su mamá en su natal Morazán, El Salvador, cada vez que la llama por teléfono. El trabajo es duro, pero no tan distinto a la jornada en el campo en su país natal, donde creció arando la tierra con una yunta de bueyes.

Cuando le dijeron de irse para El Norte, no lo pensó dos veces, de eso ya treinta años. Dejó los cerros y los ríos para irse a vivir a una ciudad de rascacielos para trabajar en el sótano de uno de estos picando y empacando apios. Pero después de cinco años sin ver la luz del sol agarró camino hacia California donde estaban sus amigos de infancia y varios miembros de su familia, lo que se encontró ahí fue una inmensidad de campos de cultivo y prácticamente a la mitad de su aldea.

Conocedor de la labor campesina, se sorprendió de la tecnología que utilizan en El Norte para trabajar la tierra, el tipo de abono y los tiempos de cosecha. Todo industrializado. Sin importar las altas temperaturas, las tormentas invernales o los temporales de lluvia, Francisco se pone sus botas de hule y su sombrero y se convierte en una de las hormigas que se ven a distancia entre los surcos.

En su aldea las limitaciones de terreno las marcan los cerros, los barrancos y los ríos, en California los campos agrícolas son del tamaño del municipio donde creció. Todo queda lejos, también los garrafones de agua que llevan para la hora de almuerzo, salir de los surcos para ir al baño se convierte en una aventura, por eso muchos no toman líquidos durante la jornada laboral para no perder tiempo en ir al baño y que les descuenten del salario.

Tiene suerte, le dice siempre a su mamá, porque en otros trabajos, como en el de jardinería, dependiendo el estado se hace sólo de primavera a otoño y si llueve fuerte no se trabaja y no reciben pago. En cambio, el trabajo del campo es el más seguro, le comenta, porque la gente tiene que comer truene, llueve o relampaguee y la tierra tiene que producir.  Francisco no le pone cuidado a trabajar de doce a catorce horas diarias de lunes a domingo, tampoco que su salario sea el mínimo y que por no tener derechos laborales por ser indocumentado no se le paguen horas extras.

Cuando se aburre de un campo se cambia a otro, es así como ha trabajado en sembradíos de fresas, apio, cilantro, pepinos, remolachas y cuanta fruta y vegetal crezca en California. Cuando se aburre de California se va con las caravanas de jornaleros golondrina que viajan de estado en estado cosechando por temporada.

Cada vez que llama por teléfono a su mamá le cuenta la cantidad de aventuras que se viven en el trabajo agrícola, pero jamás le contará que tiene deficiencia renal y que necesita urgentemente un trasplante de riñón que no puede realizarse por ser indocumentado.

Fuente de la información: https://cronicasdeunainquilina.com

 

 

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Olga Cantó y Libertad González: “No hacer nada contra la pobreza nos cuesta millones a toda la sociedad”. España

Docentes universitarias, economistas, investigadoras y líderes de amplios grupos académicos sobre pobreza, desigualdad y políticas públicas. Olga Cantó (1970) y Libertad González (1975) atienden a elDiario.es días después de presentar un innovador estudio coordinado por ambas sobre el coste económico de la pobreza infantil en España. Una injusticia social y una vulneración de derechos de los menores, reiteran ambas, pero también una ineficiencia económica que resta miles de millones a la economía cada año.

La pobreza infantil no solo lastra de manera injusta a quienes la sufren, explican las académicas, sino también al conjunto del país con trabajadores más precarios, más desempleo y mayores problemas de salud que atender, entre otras consecuencias. Poner esta factura en números, en una oferta pública para el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, con colaboración de la Fundación La Caixa, no solo es pionero en España sino que rompe con dogmas capitalistas del pasado.

En su estudio concluyen que la pobreza infantil no solo es injusta para quienes la padecen, sino que también es claramente ineficiente desde un punto de vista económico. Estiman que nos cuesta a todos unos 63.000 millones de euros al año.

Libertad González: Con los datos que se habían publicado hasta ahora sobre la incidencia de la pobreza parecía como si fuera un tema que importa solo a un segmento de la población, quienes la sufren. Y, si te convences de que es relativamente poca gente, aunque no lo es porque en España la incidencia es muy alta, puede parecer que afecta solo a una parte pequeña de la población. Aquí lo que intentamos era mostrar que no solo afecta a las personas que viven directamente en situaciones de pobreza, sino también a la prosperidad económica de toda la sociedad.
Lo hace través de distintos canales, como con impactos sobre la productividad, menor crecimiento económico y el nivel de desarrollo de la economía en su conjunto. Pero afecta también a la recaudación impositiva, al gasto sanitario, al gasto social… Toda la sociedad se puede beneficiar de reducir los niveles de pobreza infantil, porque es un coste para todos.

Una lectora nos destacaba que la pobreza es en sí una vulneración de derechos, a la que habría que combatir aunque costara dinero. ¿Por qué era importante medir esta ineficiencia económica?

Olga Cantó: Libertad ha tocado un punto clave, mostrar que la pobreza afecta a toda la sociedad, y añadiría aquí que estamos indagando en la conexión entre la desigualdad y la pobreza con la eficiencia económica que hasta principios de la segunda década de este siglo estaba muy escondida en el análisis económico. La desigualdad parecía como una especie de externalidad negativa de un sistema capitalista competitivo, donde se quiere llegar a la mayor eficiencia posible y la pobreza parecía que no afectaba a este resultado. Pero es que la pobreza sí que afecta a la eficiencia económica.

Los países que realmente consiguen desarrollar su sociedad son países que intentan, por supuesto, tener una producción más eficiente, pero a su vez tienen unas políticas que son inclusivas. Y lo vemos en esta línea que estamos explorando sobre desigualdad-pobreza-eficiencia, que era muy evidente desde hace ya mucho tiempo, pero los organismos económicos, como el Fondo Monetario Internacional y la OCDE, no lo ponían en el foco.

Los países que realmente consiguen desarrollar su sociedad son países que intentan, por supuesto, tener una producción más eficiente, pero a su vez tienen unas políticas que son inclusivas

Ese coste de la pobreza para toda la economía lo cifran en alrededor de unos “1.300 euros por persona al año” en España.

Olga Cantó: Es importante poner en el foco en el coste de no hacer nada, que es como invisible, la población no lo percibe. Y es muy importante. Pasó por ejemplo cuando de pronto se lanzó el cheque bebé en 2007. Hubo mucha discusión sobre si se debía dar prestaciones a los más ricos y nadie se había planteado que en el impuesto sobre la renta las familias más ricas ya tenían una desgravación por hijo y por lo tanto estaban recibiendo dinero del Estado. Pero era algo como escondido, que no se ve.

Creo que el coste de no hacer nada no se ve ¿y cuándo se ve? Cuando ya no hay remedio, se ve cuando ya esos niños han pasado mucho tiempo por debajo de ese umbral de la pobreza, cuando ya tienen muchas dificultades educativas, laborales,… Por ello también creo que este estudio es fundamental.

El Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil lanza la convocatoria pública para que se investigue cuál es el coste de la pobreza infantil, pero apenas había precedentes académicos. ¿Cómo lo abordaron?

Libertad González: Lo primero fue acotar el problema. Es una pregunta que se puede abordar desde distintas perspectivas, así que en mi equipo pensamos en cómo afecta la pobreza infantil a la vida de las personas, a corto, medio y largo plazo, que luego se vaya a traducir en un coste para la sociedad. Con lo que ya sabemos de otros países y del análisis empírico, decidimos acotar y centrarnos en dos áreas que nos parecían muy importantes.

Una, los efectos sobre el capital humano. Es decir, crecer en una situación de pobreza va a afectar a tu desempeño educativo, desarrollo cognitivo y luego más adelante al mercado de trabajo, en el acceso al empleo, su calidad, ingresos laborales. Esta gran pata afecta a la productividad, a los ingresos, a la recaudación impositiva y también indirectamente a algunas prestaciones sociales.

El segundo gran bloque analiza el impacto de crecer en la pobreza sobre el estado de salud. En concreto, nos centramos en dos áreas principales: la salud mental, por un lado, ya que está documentado que la pobreza está asociada con tasas de enfermedades mentales y de depresión más altas, y las consecuencias derivadas del sobrepeso y obesidad, también más elevadas.

Libertad González, profesora de Economía e investigadora en políticas públicas en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona. Xavier Jubierre

Apuntaban en la presentación del estudio que el coste de la pobreza de 63.000 millones al año era un mínimo, porque hay más efectos sin incluir y distintos niveles de pobreza que pueden encarecer este resultado, ¿no?

Olga Cantó: Nuestro grupo se ocupó de caracterizar la pobreza para el equipo de Libertad. Y los resultados de coste que obtenemos realmente son un umbral inferior, porque hay cosas que no se han podido incorporar porque no hay datos. Sobre todo para conectar padres con hijos, que es muy difícil porque tenemos muy poca información longitudinal en España, mientras que hay otros países que lanzan análisis estadísticos de cohortes y pueden saber qué le ha pasado a esa cohorte desde que es pequeña hasta que es adulta. No se ha podido incluir por ejemplo una dimensión fundamental, que es el aumento de la cronicidad de la pobreza.

Libertad González: Vemos el efecto medio para todos los que han sido pobres en la infancia, pero para algunos de ellos la pobreza fue transitoria, con un efecto menor, mientras otros pasaron situaciones más persistentes de pobreza crónica y el efecto sería obviamente mayor.

Olga Cantó: Así que si añadiéramos esa dimensión de aumento de la cronicidad de la pobreza, esa herida probablemente sería más cara. La estimación realmente es como un mínimo, porque no tenemos otra información que creemos que empeoraría los resultados.

Su investigación es innovadora, con escasos referencias previas, alguno en Estados Unidos y Reino Unido. ¿Qué repercusión está teniendo?

Libertad González: Justo la OCDE en paralelo ha intentado hacer un estudio similar, para los 27 países de la Unión Europea. A la presentación de la investigación vino un representante de la OCDE para hablar de sus resultados y, aunque ellos no lo han podido hacer con tanto detalle como nosotros, sus resultados son de una magnitud similar al nuestro. Lo cual nos parece interesante porque son dos estudios independientes que concluyen cosas parecidas. Para el caso de España estiman que la pobreza infantil cuesta un 4,2% del PIB y a nosotros nos sale un 5,1%, porque medimos un poco diferente. Pero es relevante, porque tenemos dos estudios recientes en la misma dirección.

Olga Cantó: Eso también nos permite la comparación. Ahora puedes coger el informe de la OCDE y vemos que España está en la cola alta de coste de pobreza infantil. Eso ya te dice algunas cosas.

Vemos esa gran factura social que supone que millones de menores vivan por debajo del umbral en la pobreza. ¿Han estudiado qué medidas son más efectivas para reducirla?

Olga Cantó: Nos planteábamos inicialmente hacer esa extensión hacia las políticas, pero el informe empezó a ser realmente muy grande, haría falta otro documento completo para analizar esa parte. Pero sí indicamos que creemos que hay que extender las políticas, no solo a las monetarias, sino también a las educativas y sanitarias.

Por ejemplo, está aumentando la incidencia de la pobreza en 0-5 años, algo muy preocupante y sabemos que las políticas educativas de 0 a 3 años son muy preventivas. Hay mucha literatura que indica lo que realmente ayuda mucho para el desarrollo cerebral de los menores es tener una situación de suficientes recursos económicos cuando tienen esa edad, especialmente. La capacidad de llevarlos a una escuela desarrolla mucho más el cerebro de aquellos que vienen de familias con situaciones económicas difíciles, que de quienes vienen ya de una situación de ingresos mucho más estabilizada. Entonces, las políticas de 0 a 3, incluso de 0 a 6 años, hasta el primer año de primaria, son muy relevantes.

Pero también sabemos que el coste de un niño aumenta con la edad, el adolescente es más costoso que el menor en términos de ingresos, por lo que también habría que hacer políticas para ese grupo de 6 a 12 años particularmente. Pueden ser educativas, pero nos parece relevante que se simulen algún tipo de transferencias a esos grupos. La idea es que estaríamos ahorrando el gasto futuro, estaríamos gastando hoy para no gastar mañana.

El Gobierno ha desplegado una medida específica en este sentido, el ingreso mínimo vital (IMV) y el complemento de ayuda a la infancia, las ayudas entre 50 y 100 euros al mes por hijo.

Libertad González: En políticas públicas hay dos pilares. Por un lado, proponer cosas nuevas, pero también documentar los impactos de las políticas que ya se están implementando. Es muy interesante evaluar los impactos de políticas que se han aprobado desde 2019, como la subida del salario mínimo y sobre todo el ingreso mínimo vital, que se concretó en 2020 y tenemos que evaluarlo.

Aquí hay que mencionar la importancia de que se facilite el acceso a los investigadores a datos administrativos de prestaciones sociales, de la manera lo más urgente posible para que se pueda ir evaluando sobre la marcha, para poder ir reaccionando sobre lo que funciona y lo que no.

Mencionan el salario mínimo y también cómo ha cambiado la mirada sobre la desigualdad y la pobreza en la ciencia económica. ¿Se están desmontado ideas preconcebidas sobre medidas sociales, tradicionalmente más progresistas, que pueden hacerlas prosperar en gobiernos más conservadores?

Olga Cantó: Los académicos hacemos estudios y damos los resultados de impacto distributivo y sobre la eficiencia, por ejemplo. Y es el político que está votado por los ciudadanos el que ha de tomar la decisión respecto a qué quiere pesar más y qué peso le quiere dar a la equidad.

Lo que lo que subrayamos en este estudio es que la eficiencia económica se puede coordinar con la justicia social. Luego hay otra pregunta: ¿hasta dónde estarías dispuesto a reducir la eficiencia? Esa es la gran pregunta siempre. ¿Hasta dónde estás dispuesto a reducir la eficiencia para mejorar la equidad?

Libertad González: Pero es cierto que los economistas se han centrado, o nos hemos centrado, mucho en mirar los efectos sobre la eficiencia y sobre posibles destrucción de empleo, pero no han tenido tanto peso las investigaciones que hayan documentado el impacto que tiene el salario mínimo para producir la pobreza infantil, por ejemplo.

Hasta hace unos años, como apuntaban, en los que sí se están haciendo más estudios en este sentido.

Olga Cantó: En España en particular los estudios sobre desigualdad y pobreza no han sido suficientemente valorados por la academia. De hecho no hay muchas revistas que publiquen resultados sobre ello, está algo menos valorado. También hay pocos congresos donde haya sesiones sobre desigualdad y pobreza, es así. Esto ha traído que sea un área menos desarrollada.

Te vas al extranjero y ves la cantidad de sitios donde se trabaja ese tema y desde 2010 en adelante ha habido cada vez más trabajos sobre el impacto distributivo de las políticas, está muy presente ya en el ámbito europeo. Creo que hemos dado unos pasos de gigante en los últimos años, se está desarrollando mucho esa visión más heterogénea de las políticas públicas, que no inciden solo en el individuo medio, sino en muchos individuos con diferentes características.

En España los estudios sobre desigualdad y pobreza no han sido suficientemente valorados por la academia económica y esto ha traído que sea un área menos desarrollada

¿A qué adjudican ese aumento de las investigaciones sobre pobreza y desigualdad?

Olga Cantó: Esto es una creencia mía, no contrastada, pero creo que cuando hay movilidad social –y en España hubo mucha en las generaciones nacidas en los 70 y los 80– y hay personas de orígenes sociales bajos que tienen la oportunidad de estudiar y que pueden llegar a una educación superior, o incluso a tener becas para estudiar fuera de España, es obvio que pueden tener más interés en explicar esos temas. Mientras que en general, si uno viene de un entorno más rico, probablemente le pueda dar menos valor, lo cual no significa que no haya mucha gente de esos entornos que también sea consciente de estos problemas. Pero, en media, creo que sí sucede.

Hay ejemplos, por ejemplo, de economistas que han vivido una recesión, como le pasó a Keynes en su momento, y que estaba preocupado sobre por qué había esas colas de hambre en Nueva York o en Londres en los años 29 y 30. Se preocupó por eso y buscó un modelo de corto plazo para analizar la economía. Lo que has vivido influencia, creo.

En sus casos, ¿hay alguna vinculación con su trayectoria personal?

Libertad González: Yo nací en 1975 en Dos Hermanas, un pueblo de Sevilla que, digamos, no es la zona más próspera de España. Fui a un instituto público de mi pueblo y luego la Universidad Pública de Sevilla. Después estudié el doctorado en Economía en Estados Unidos gracias a una beca para hacer cursos de posgrado, un poco por casualidad, gracias a esa beca porque tenía buenas notas de la carrera. Pero no conocía a nadie que hubiera estudiado ni fuera de España, ni muchísimo menos en Estados Unidos. Esto me abrió completamente otro mundo, de ir de Dos Hermanas a Chicago.

Luego ya una vez que estuve un año en Estados Unidos, conseguí también una beca del Ministerio aquí en España que me permitió hacer el doctorado allí, que es carísimo, y a partir de ahí pues poder dedicarme a la investigación en los temas que me interesan, que son temas de tipo social. Pero eso es el resultado de que haya universidad pública en todas las provincias de Andalucía, que había becas para estudiar en la carrera y después para apoyar los estudios de posgrado.

Mi carrera es el resultado de que haya universidad pública en todas las provincias de Andalucía, de becas para la carrera y también para los estudios de posgrado

Olga Cantó: Yo soy medio andaluza, medio valenciana, porque mis padres son inmigrantes internos del país, como sucedió en tantos hogares. Mis abuelos tenían un nivel educativo muy bajo, por lo que fue un esfuerzo muy importante para ellos trasladarse, como hicieron todos los inmigrantes internos del país tanto en Cataluña como en Madrid.

También estudié en la Universidad Pública, en la de Alcalá de Henares (Madrid) y en el Erasmus, un esfuerzo para mis padres, fue donde vi el cartel para hacer la tesis en Florencia. Vi “economía laboral y desigualdad” y aquello me llamó mucho, porque yo vivía en Alcalá de Henares, una ciudad de aluvión, estilo lo que puede ser Hospitalet de Llobregat, en Barcelona. Me dieron la beca, me financiaron cuatro años y pico que tardé en terminar. Sin eso, no hubiera podido hacer la tesis en un instituto universitario europeo, ni vivir en Florencia. Así que también soy producto de las becas, como Libertad, y probablemente las dos cumplimos esa movilidad social de la que estábamos hablando al principio.

Son dos mujeres que lideran equipos de investigación, con autoridad dentro de sus ámbitos de estudio. ¿Cómo de frecuente es esto? ¿Qué dificultades específicas han afrontado como investigadoras por ser mujeres?

Libertad González: No siento que haya tenido muchos obstáculos particulares por el hecho de ser mujer, pero hay dos cosas que quiero mencionar. Por un lado, que por razones culturales, aunque también sistémicas, a veces nosotras mismas nos autolimitamos o somos menos ambiciosas de lo que podríamos ser. Por ejemplo, ahora mismo conseguí un proyecto bastante cuantioso del European Research Council y casi no lo pedí porque pensaba que era imposible, que no me lo iban a dar, que no daba la talla, me tuvieron que insistir en mi departamento. En cambio, para muchos hombres es más fácil lanzarse, atreverse y ser ambicioso.

La economista Libertad González, en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Xavier Jubierre

Lo segundo está relacionado con el tema familia y los hijos. Soy madre, tengo dos hijos y mi marido siempre ha sido maravilloso, pero escuché a una mujer economista decir: ‘Las mujeres lo mejor que podemos aspirar es una pareja que haga el 50%’. Es decir, que nuestra pareja va a hacer entre el cero y el 50%, pero la mayoría de mis compañeros tienen compañeras que llevan a todo el cuidado de los hijos, que dejan de trabajar o trabajan a tiempo parcial, que los han seguido de país a país,… Ellos tienen un apoyo en casa con el que nosotras no contamos.

También a veces el reto está los equipos de investigación y las universidades, ¿no?

Olga Cantó: Al principio cuando trabajé de regreso a España, en Vigo, tuve la gran suerte de que mis dos colaboradores que trabajaban en desigualdad y pobreza fueron muy equitativos conmigo, compartíamos los investigadores principales siempre, íbamos rotando y no había diferencias por hombres y mujeres. Pero esto no es lo común. Conozco bastantes casos de personas donde los hombres, a veces también las mujeres, se han resistido a que gente más joven, y sobre todo mujeres más jóvenes en particular, lideren los proyectos de investigación porque creen que lo debe liderar siempre el que ya lo ha hecho antes. Estas persistencias a las mujeres nos nos retrasan.

Luego en la práctica diaria, creo que nosotras tenemos una forma de trabajar y de funcionar mucho más horizontal y mucho menos jerárquica. Pero el sistema promociona lo jerárquico, porque cuanto más acumulas en una persona, más posibilidades de ganar. Es verdad que nos atrevemos menos, como dice Libertad, pero a la vez ellos acumulan más porque en gran medida se colocan en esa posición de liderazgo y no se mueven de ahí. Yo eso no lo he sufrido y por eso también he conseguido acreditarme como catedrática, sino no hubiera podido y tampoco estaría aquí.
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“Solo acceden a la educación el 23% de los venezolanos que viven en pobreza”

El vicerrector administrativo de la Universidad Monteavila (Caracas), Orlando Pérez Caldera, expresó que los jóvenes venezolanos se ven limitados a estudiar por diversos factores de la crisis del país.

Entre la población de 3 y 17 años se redujo la cobertura educativa nacional después de la crisis postpandémica, según la última encuesta de ENCOVI, en casi 1 millón de niños y jóvenes, indicó Pérez en entrevista para Unión Radio.

Por otra parte, señaló que solo acceden a la educación el 23% de los venezolanos que viven en pobreza extrema. Y que “sólo 25% de los jóvenes entre 18 y 24 años en Venezuela tienen acceso a la educación en centros privados” por lo que ha disminuido en gran medida las matrículas a nivel nacional.

Mencionó que la universidad que representa ha aportado un 36% de becas a su población estudiantil. “Muchos de los jóvenes que llegan a nosotros con solicitudes de beca, tienen una realidad familiar y social que se debe estudiar. Hemos hecho enlaces con distintos sectores empresariales para la colaboración permanente con esta causa”, añadió el vicerrector.

“Solo acceden a la educación el 23% de los venezolanos que viven en pobreza” #14Mar

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El número de niños y niñas que carecen de protección social esencial está aumentando a nivel mundial – OIT y UNICEF

Según un nuevo informe, las múltiples crisis podrían llevar a más niños a la pobreza y crear la necesidad urgente de fortalecer la protección social.

En Siria, Radwan, de 9 años, y su hermana Rimas, de 5, se beneficiaron del programa de ayudas de UNICEF durante el invierno, que consistió en asistencia en efectivo para ayudar a las familias a sobrevivir durante la temporada de invierno.

El número de niños que no tienen acceso a servicios de protección social aumenta cada año, lo cual los expone al riesgo de sufrir pobreza, hambre y discriminación, según un nuevo informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF.

El informe, Más de mil millones de razones: La necesidad urgente de construir una protección social universal para la infancia, advierte que entre 2016 y 2020, otros 50 millones de niños de 0 a 15 años no recibieron prestaciones básicas de protección social (en particular las prestaciones por hijos a cargo, pagadas en efectivo o a través de créditos fiscales), lo que llevó el número total de niños menores de 15 años en esta situación a 1.460 millones a nivel mundial.

“En definitiva, fortalecer los esfuerzos a fin de garantizar una inversión adecuada en protección social universal para la infancia, idealmente a través de las prestaciones universales por hijos a cargo para apoyar a las familias en todo momento, es una decisión ética y racional, y nos sitúa en el camino correcto hacia el desarrollo sostenible y la justicia social”, declaró Shahra Razavi, Directora del Departamento de Protección Social de la OIT.

Según el informe, las tasas de cobertura de las prestaciones familiares y por hijos a cargo disminuyeron o se estancaron en todas las regiones del mundo entre 2016 y 2020, lo cual significa que ningún país está en vías de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible de lograr una amplia cobertura de protección social de aquí a 2030. Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, la cobertura disminuyó de manera significativa de aproximadamente el 51% al 42%, mientras que en otras regiones se estancó o sigue siendo baja. En Asia Central y Asia Meridional; Asia Oriental y Asia Sudoriental; África subsahariana; Asia Occidental y África del Norte, las tasas de cobertura se sitúan alrededor del 21%, el 14%, el 11% y el 28% respectivamente desde 2016.

Cuando no reciben una protección social adecuada, los niños y las niñas están más expuestos a la pobreza, las enfermedades, la falta de escolarización y la malnutrición, y tienen más probabilidades de caer en las redes del matrimonio precoz y el trabajo infantil.

A nivel mundial, los niños tienen el doble de probabilidades que los adultos de vivir en la pobreza extrema (aquellos que luchan por sobrevivir con menos de 1,90 dólares (PPA*) al día), aproximadamente 356 millones de niños. Mil millones de niños viven también en situación de pobreza multidimensional o, lo que es lo mismo, carecen de acceso a la educación, la salud, la vivienda, la nutrición, el saneamiento o el agua. La cifra de niños y niñas que viven en situación de pobreza multidimensional aumentó en un 15% durante la pandemia de COVID-19, lo cual supuso un retroceso en los avances que se habían conseguido hasta ese momento en la reducción de la pobreza infantil y subrayó la necesidad urgente de otorgarles protección social.

Además, la pandemia puso en evidencia que la protección social es una respuesta fundamental en tiempos de crisis. Casi todos los gobiernos del mundo introdujeron nuevos programas de protección social o adaptaron con rapidez los regímenes existentes a fin de apoyar a los niños y las familias, pero la mayoría no hizo reformas permanentes orientadas a garantizar una protección ante crisis futuras, según el informe.

“Cuando las familias enfrentan dificultades económicas, inseguridad alimentaria, conflictos y catástrofes relacionadas con el clima, las prestaciones universales por hijos a cargo pueden ser vitales”, señaló Natalia Winder-Rossi, Directora de Política Social y Protección Social de UNICEF. “Existe la necesidad urgente de fortalecer, ampliar e invertir en sistemas de protección social que tengan en cuenta las necesidades de los niños y las niñas y sean capaces de responder a las crisis a fin de proteger a los niños de la pobreza e incrementar la resiliencia de los hogares más vulnerables”.

El informe pone de manifiesto que todos los países, independientemente de su nivel de desarrollo, tienen dos opciones: “una vía óptima”, o estrategia de inversión que fortalezca los sistemas de protección social; y “una vía fácil”, una estrategia que omita las inversiones necesarias y deje a millones de niños atrás.

Con el objetivo de revertir la tendencia negativa, la OIT y UNICEF instan a los responsables de la formulación de políticas a dar pasos decisivos a fin de alcanzar la protección social universal para todos los niños, a través de medidas como las siguientes:

  • Invertir en las prestaciones por hijos a cargo, que son una manera demostrada y rentable de combatir la pobreza infantil y garantizar que los niños prosperen.
  • Proporcionar una serie de prestaciones por hijos a cargo a través de sistemas nacionales de protección social que, además, conecten a las familias con los servicios sociales y de salud esenciales, como una atención infantil gratuita o accesible de alta calidad.
  • Desarrollar sistemas de protección social basados en los derechos que tengan en cuenta las cuestiones de género y sean inclusivos y capaces de responder a las crisis para hacer frente a las desigualdades; y que ofrezcan mejores resultados para las niñas y las mujeres, los niños migrantes y los niños sometidos al trabajo infantil, por ejemplo.
  • Garantizar una financiación sostenible para los sistemas de protección social a través de la movilización de recursos nacionales e incrementando la asignación de presupuestos para la infancia.
  • Fortalecer la protección social para los progenitores y los cuidadores al garantizar el acceso a un empleo decente y prestaciones adecuadas, como las de desempleo, enfermedad, maternidad, discapacidad y jubilación.

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Notas para los editores

*PPA se refiere a la paridad del poder adquisitivo. La paridad del poder adquisitivo es una medida del precio de bienes específicos en distintos países y se utiliza para comparar el poder adquisitivo absoluto entre países.

Fuente: https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/numero-ninos-que-carecen-proteccion-social-esta-aumentando-nivel-mundial

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Estudio: Las tasas más altas de mortalidad infantil están vinculadas a un mayor crecimiento de la población

Un nuevo estudio que demuestra que las elevadas tasas de mortalidad infantil contribuyen al incesante aumento de la población humana mundial apoya los argumentos a favor de un mayor acceso a la anticoncepción y la planificación familiar en los países de renta baja y media.

La investigación, publicada en la revista ‘PLOS ONE’ y dirigida por el profesor Corey Bradshaw, catedrático de Ecología Global de la Universidad Flinders, y Peter Le Souëf, catedrático de Pediatría de la Universidad de Australia Occidental, ha descubierto que, con tasas de mortalidad infantil más elevadas y un mayor tamaño de los hogares (como indicador de la densidad de población), las tasas de fertilidad son más altas.

En el primer estudio de este tipo, el profesor Bradshaw afirma que proporciona un argumento convincente de que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para reducir la mortalidad infantil pueden acelerarse aumentando el acceso a la planificación familiar.

«Aunque suene contraintuitivo, las tasas más altas de mortalidad infantil están vinculadas a un mayor crecimiento de la población, porque cuantos más bebés pierde una mujer, más hijos es probable que tenga. La planificación familiar, incluido el acceso a anticonceptivos de calidad, permite a las mujeres planificar mejor los embarazos y, por tanto, reducir la mortalidad infantil para frenar el llamado efecto ‘reemplazo’ o ‘seguro'», afirma el profesor Bradshaw.

«Evaluamos seis condiciones que se cree que influyen en la fertilidad de una mujer –añade–: disponibilidad de planificación familiar, calidad de la planificación familiar, educación, religión, mortalidad y condiciones socioeconómicas, en 64 países de ingresos bajos a medios».

La investigación comprobó específicamente si el aumento de la disponibilidad de servicios de planificación familiar se asocia a la reducción de la fecundidad; si el aumento de la calidad de los servicios de planificación familiar está asociado a la reducción de la fecundidad; si el aumento de los años de educación femenina se asocia a la reducción de la fecundidad, y si el aumento de la fecundidad se observa en países con una mayor prevalencia de fieles del catolicismo o el islam, dos religiones principales que dictan expresamente elementos de la fecundidad y/o la estructura familiar.

Además, investigó si un mayor tamaño medio del hogar está positivamente correlacionado con la fecundidad, así como con unas condiciones socioeconómicas más bajas; ysi una mayor mortalidad (tanto infantil como materna) se asocia a una mayor fecundidad.

La coautora del estudio, la doctora Melinda Judge, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Australia Occidental, afirma que «mantener vivos a los bebés reduce la fertilidad media y ayuda a frenar el crecimiento demográfico. Esencialmente, una mayor mortalidad infantil y un mayor tamaño de los hogares aumentaron la fecundidad, mientras que un mayor acceso a cualquier forma de anticoncepción la redujo», añade.

«Curiosamente, la educación femenina, las visitas a domicilio de los trabajadores sanitarios, la calidad de los servicios de planificación familiar y la adhesión religiosa tuvieron una contribución débil, si es que tuvieron alguna, a escala de países enteros», precisa.

El profesor Bradshaw afirma que los Objetivos de Desarrollo Sostenible 3 (buena salud y bienestar) y 5 (igualdad de género) de las Naciones Unidas hacen hincapié en el derecho básico a ejercer el control sobre la salud sexual y reproductiva mediante el acceso universal a la planificación familiar.

El mundo no va por buen camino para cumplir el Objetivo 3 de reducir la mortalidad materna mundial a menos de 70 por cada 100.000 nacidos vivos y poner fin a las muertes evitables de recién nacidos y niños menores de 5 años para 2030, advierten.

«Nuestros resultados muestran que el mejor camino para alcanzar estos objetivos es proporcionar servicios de planificación familiar de alta calidad y de fácil acceso -explica Bradshaw–. Estas acciones no sólo reducirán las tasas de fertilidad, sino también el número de embarazos no deseados, muertes infantiles y maternas».

E insiste en que «estos resultados respaldan la idea de que, para fomentar un descenso continuado de la fecundidad mundial, es necesario aumentar tanto las tasas de supervivencia infantil como el acceso a los métodos anticonceptivos».

Por su parte, la coautora Chitra Saraswati, también de la Facultad de Medicina de la Universidad de Australia Occidental, afirma que «las recomendaciones de medidas para reducir la mortalidad infantil hacen hincapié en mejorar la calidad de la atención prenatal, aumentar el número de personal sanitario formado en los partos y mejorar la atención posnatal tanto para los bebés como para las madres. Dada la evidencia de que los hogares numerosos pueden empeorar la salud infantil, la mejora de las condiciones de vida para paliar la alta densidad de población también podría redundar indirectamente en una menor fertilidad», apunta.

Por ello, indica que «permitir que los padres elijan la planificación familiar proporcionando métodos anticonceptivos modernos y fácilmente disponibles puede mejorar la supervivencia infantil y reducir la mortalidad materna. Esto se debe a que los padres pueden planificar y espaciar sus nacimientos, y poder decidir tener menos hijos también tiene el potencial de facilitar una mejor inversión en la salud y el bienestar general de las familias». Y destaca la importancia de facilitar el acceso a la anticoncepción como contribución directa a la disminución de la mortalidad infantil.

«Si no actuamos ahora para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, la fecundidad aumentará, morirán más niños y más mujeres sucumbirán a muertes relacionadas con el parto», concluye Bradshaw.

Fuente: https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-tasas-mas-altas-mortalidad-infantil-estan-vinculadas-mayor-crecimiento-poblacion-20230227073048.html

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Julio Carabaña: “Se han exagerado las consecuencias de la segregación escolar sobre el rendimiento de los alumnos pobres”

Por: 

El sociólogo Julio Carabaña concluye en su último informe que la segregación apenas influye en las diferencias de resultados en PISA entre centros españoles. Carabaña sostiene en esta entrevista que la escuela pública y concertada seleccionan alumnado por igual, aunque utilizando distintas estrategias. Y afirma que hacen falta más investigaciones que pongan el foco a escala local, donde altas concentraciones de alumnado vulnerable sí podrían estar produciendo efectos nocivos.

Catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, Julio Carabaña (Cuenca, 1948) lleva décadas diseccionando el sistema educativo español. Suele hacer gala de su férrea independencia cuando investiga sobre sus temas predilectos, en especial la desigualdad educativa y el informe PISA.

A petición de la Fundación Europea Sociedad y Educación (EFSE por sus siglas en inglés), Carabaña ha dedicado su última investigación a medir (basándose en el PISA de 2012 y, en menor medida, en los de 2003 y 2018) la magnitud de la segregación escolar en España y su influencia en el rendimiento de los alumnos. Sus conclusiones sorprenderán a muchos. Según La segregación social en las escuelas, un dudoso problema del sistema escolar, este fenómeno no alcanza en nuestro país, al menos desde una óptica sistémica, altos niveles (estamos en la media OCDE) ni afecta significativamente a la desigualdad en los resultados. Sobre todo si nos comparamos con otros estados de la Unión Europea. En España, la segregación explica solo el 2% de las diferencias de puntuación PISA entre centros. Por debajo, solo se encuentran algunos países nórdicos como Finlandia o Noruega. Francia y Alemania rondan ambas el 20%.

Carabaña presentó su informe el pasado martes 21 en la sede de EFSE en Madrid. Luego atendió a este diario sin límite de tiempo y con ganas de poner luz sobre algunos de los temas que más dividen a la comunidad educativa en España.

Parece que la segregación escolar no es un gran problema, ni por su magnitud ni por su efecto sobre el rendimiento académico.

Se me viene a la cabeza la cita que se atribuye a Mark Twain: “Los rumores sobre mi muerte han sido notablemente exagerados”. De igual forma, las supuestas consecuencias de la segregación para los alumnos con un estatus socioeconómico bajo han sido notablemente exageradas. Afecta muy poco en España, Finlandia o incluso EEUU, que tiene una alta segregación social, en su caso de carácter racial. Allí se han hecho el 80% de los estudios sobre este tema y se han llevado a cabo —más que en cualquier lugar del mundo— políticas activas para reducir la segregación en las escuelas, sobre todo en los años 60 con aquellas iniciativas conocidas como busing: llevar en autobús a alumnos negros y de origen irlandés a escuelas fuera de sus barrios. Ni en España ni en EEUU es un problema grave. Y, sobre todo, es un problema difícilmente remediable.

Los costes de intentar atajar el problema a nivel sistémico, señala en su informe, no merecerían la pena para el impacto que tendrían sobre la mejora de resultados.

Desde una óptica de eficiencia, el coste es muy alto para el beneficio que se obtendría. Pero no solo eso, el coste político y moral sería elevado. Son razones que no deben en absoluto desdeñarse. ¿Una autoridad, por legítima que sea, tiene derecho a negar a las familias (o a algunas sí y a otras no) el derecho a elegir centro? O dicho de otra forma: ¿Existe el derecho a utilizar personas como instrumentos de política? Podrá utilizar recursos, ¿pero personas?

Los públicos seleccionan a través de distintos medios. Hay uno que me llama particularmente la atención porque es muy progresista, inclusivo, etc.: tener prácticas pedagógicas innovadoras, que son más aptas para alumnos de nivel académico bueno

Su estudio tiene un enfoque de sistema. Analiza los datos por país o por comunidad autónoma. ¿Existen estudios rigurosos a nivel más local, donde el supuesto efecto pernicioso de la segregación podría ser más acusado? Pensemos, por ejemplo, en Vallecas, aquí en Madrid. Ver la composición del alumnado centro a centro, públicos y concertados, y analizar cómo esto afecta en el rendimiento de los estudiantes más desfavorecidos.

Se da la casualidad de que conozco bien el caso de Vallecas. Y le diré algo: seleccionan igualmente alumnado los centros públicos y concertados. No hay ninguna diferencia entre ellos. Los públicos seleccionan a través de distintos medios. Hay uno que me llama particularmente la atención porque es muy progresista, inclusivo, etc.: tener prácticas pedagógicas innovadoras, que son más aptas para alumnos de nivel académico bueno. Probablemente a los alumnos de nivel académico malo les vengan mejor las pedagogías más directivas.

¿Entonces no existe en determinadas zonas una segregación particularmente acusada dependiendo de la titularidad de centro que afecte a los resultados del alumnado?

Cuantitativamente no es muy importante, explica aproximadamente el 4% de los 154 puntos de desigualdad que España tiene entre centros en el PISA de 2012. Y, en cualquier caso, hay que tener en cuenta que las diferencias en la composición del alumnado en centros públicos y concertados se deben muchas veces a factores como el lugar de residencia o a la propia elección de los padres. Por ejemplo, las familias musulmanas normalmente no llevan a sus hijos a concertados católicos. Pero hay además un punto relevante que quiero destacar: le segregación no debe nunca abordarse suponiendo que los centros concertados son mejores y que, por tanto, la segregación priva a alumnos pobres de asistir a un centro mejor.

¿Necesitamos saber más sobre los procedimientos de selección en la red de centros financiados con fondos públicos?

Sin duda habría que ver cuánta gente se queda sin plaza en el centro que eligió en primera opción. Y hasta qué punto los criterios de admisión se aplican justamente. Necesitamos más estudios rigurosos que vayan barrio por barrio detectando altos niveles de segregación. Yo lo he intentado dos veces, pero he desistido porque resulta extremadamente complejo. Los datos disponibles no son fácilmente inteligibles, acceder a las comisiones de selección no resulta sencillo, en algunos casos la rotación del alumnado es muy alta… En una ocasión, junto a una colaboradora fuimos preguntando a las familias de dos zonas de Andalucía sobre su elección de centro. Casi siempre tenían una buena razón: por el comedor, porque estaban allí los primos del alumno… En un centro había elevados porcentajes de alumnado de origen marroquí, pero los motivos eran bastante sensatos. También salía, por cierto, que algunas familias españolas habían cambiado a sus hijos de centro porque no les gustaba que hubiera tantos musulmanes. ¿Y ahora me convierto yo en político y digo que esto está mal?

Le segregación no debe nunca abordarse suponiendo que los centros concertados son mejores y que, por tanto, priva a alumnos pobres de asistir a un centro mejor

¿Resulta habitual que las familias españolas cambien a sus hijos de escuela cuando empieza a haber alta concentración de alumnos de otros orígenes étnicos? ¿Como un white flight [fenómeno de EEUU por el que los blancos se van de su barrio cuando van a vivir allí negros] a la española y solo escolar, sin implicar necesariamente un traslado de residencia?

Sí existe a nivel escolar, pero no mucho. Si ves la distribución de los inmigrantes por centros, es difícil creer que tal cosa esté ocurriendo a escala sistemática. Hay centros con un 30 o un 40% de inmigrantes, pero lo normal es que haya un 10 o un 20%, reflejando la demografía del área en el que están, ya que en España, por el momento, no hay guetos, salvo casos como Usera [otro barrio de Madrid] con la población china o las barriadas gitanas, aunque ese es otro tema. El white flight en EEUU hunde sus raíces en la esclavitud y en los profundos racismo y segregación que le siguieron. Pienso que en España somos menos racistas.

Otra conclusión sorprendente de su informe: la segregación de alumnado de origen extranjero apenas influye en los resultados académicos una vez se controla estadísticamente el estatus socioeconómico. Es, si acaso, un tema de clase social, pero no de origen étnico o cultural.

Mi impresión es que esto tiene que ver precisamente con la ausencia en España de guetos reales, físicos, de inmigrantes y sus sucesivas generaciones. Aquí no han llegado a copar barrios enteros, como en otros lugares de Europa, aunque quizá con el tiempo ocurra.

Usted denuncia que se hable de la segregación escolar como algo malo en sí mismo, pero sin mucho conocimiento de causa. Y atribuye su mala prensa al auge de las políticas de inclusión en las últimas décadas.

También se habla mucho más de ella porque tenemos mucha más información al respecto. Ahora disponemos de muchos más datos sobre el hecho de que la segregación escolar existe, aunque tienda a sobredimensionarse. Hay muchos informes sobre la segregación escolar en sí, pero sabemos mucho menos en cuanto a sus consecuencias para el rendimiento de los alumnos.

En España, por norma, los centros tienen una composición que suele reflejar la composición del ambiente, salvo algunos ejemplos extremos

También afirma, en sus reflexiones al hilo de la investigación, que los poderes públicos deberían aducir —puesto que el efecto en el rendimiento es mínimo— otras razones para reducir la segregación. Por ejemplo, favorecer la cohesión social.

Imaginemos un centro medio, con la composición aproximada de España: 20% de hijos de profesionales, 20% de hijos de obreros… Ahora, otro de estatus socioeconómico alto: 50% de hijos de profesionales y el resto de otras ocupaciones. Y otro de estatus socioeconómico bajo: 50% de hijos de obreros. ¿Facilita la cohesión que los hijos de obreros vayan a un centro donde el 50% de los alumnos son hijos de profesionales? ¿O es suficiente con que haya un 10%? ¿Cambia mucho? Lo importante es que en España, por norma, los centros tienen una composición que suele reflejar la composición del ambiente, salvo algunos ejemplos extremos. Y si miramos las diferencias entre concertados y públicos, en los primeros hay un 30% de hijos de profesionales y en los públicos alrededor de un 20%. Traducido a una clase, la diferencia no es grande.

Dice que en España, donde la segregación escolar explica solo el 2% de la desigualdad de resultados, nos devanamos los sesos para ponerle remedio. Y mientras, en Alemania y otros países de Centroeuropa los porcentajes superan el 20%.

Los datos son demoledores. Aquí decimos que ese 2% conlleva muchos males y terribles consecuencias. Y otros países en el corazón de Europa donde existe un sistema de fuerte segregación académica (que da lugar a mayor segregación social) tienen, lógicamente, cifras de desigualdad entre escuelas mucho más altas. En Alemania llevan años discutiendo este tema. El propio Andreas Schleicher se opone firmemente al modelo segregador alemán, pero los partidarios de la escuela comprensiva no han ganado.

Volviendo a España, en lugar de intentar reducir la segregación, digamos, natural, ¿habría simplemente que supervisar que los criterios de admisión se cumplen, que no se hacen trampas? ¿Y, con esto garantizado, apoyar más a los centros que escolarizan altos niveles de alumnos de estrato socioeconómico bajo?

Sería lo lógico. Los gobiernos pueden disponer a voluntad de las cosas, al menos de aquellas que se compran con impuestos, pero no pueden disponer de la voluntad de la gente. Habría que resolver los problemas in situ, sin mover a la gente de un lado a otro. Pero esto ya se hace.

¿Se hace lo suficiente?

La pregunta es qué es lo suficiente y cuándo los rendimientos empiezan a ser decrecientes. Es decir, cuándo se ha llegado al óptimo de la eficiencia y, dando más recursos a los que consideremos centros prioritarios, estás empeorando las cosas. Pongo un ejemplo. En los años 80 se crearon en España centros de compensatoria. Se dio la circunstancia de que los alumnos peores empezaron a ir a esos centros, cuando la idea era que los centros que tenían alumnos con necesidades específicas recibieran más fondos por una situación ya existente. Al final, lo que ganabas dando más recursos a algunos centros lo perdías concentrando en ellos a alumnos con problemas. Hay que ser muy prudente con este tipo de medidas.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2023/02/23/julio-carabana-se-han-exagerado-las-consecuencias-de-la-segregacion-escolar-sobre-el-rendimiento-de-los-alumnos-pobres/

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Las ‘yayes daara’, las madres senegalesas que amparan a los niños ‘talibés’ de las escuelas coránicas

En este país africano hay madres de familia que se hacen cargo de manera espontánea de un pequeño sin familia cercana ni recursos, tejiendo un vínculo que dura toda la vida. Es un acto de generosidad que salva vidas y merece la atención de investigadores y activistas

Los niños talibés en Senegal suelen vivir en condiciones muy precarias y son obligados a ejercer la mendicidad para 'costear' su estancia en las escuelas coránicas del país.
Los niños talibés en Senegal suelen vivir en condiciones muy precarias y son obligados a ejercer la mendicidad para ‘costear’ su estancia en las escuelas coránicas del país.ILUSTRACIÓN: DAUD
AMADOR VÁZQUEZ MARTÍN

En Senegal se las llama yayes daara, que en idioma wolof significa las madres de las escuelas coránicas, aunque son mujeres que no tienen ningún tipo de función religiosa. Las daaras son pequeñas instituciones educativas donde cientos de miles de niños estudian el Corán en Senegal. En estos centros los pequeños viven hacinados, sin unas mínimas condiciones de higiene y en medio de una gran pobreza, lo que les obliga a la mendicidad. Estos niños, llamados talibés, encuentran un gran apoyo en las yayes daara, un contrapunto especial dentro del marasmo del desamparo en que se encuentran.

En las grandes ciudades de Senegal, la gente con pocas posibilidades económicas vive en la casa familiar, en donde suelen habitar una media de 10 personas. Esta casa suele estar dirigida por una mujer de mediana edad que es la que organiza todo el funcionamiento y gestiona los recursos. Se les suele denominar con el apelativo tomado del francés mère (madre) y son estas mujeres las que toman a su cargo a un niño talibé o a varios. El pequeño sigue viviendo en la daara con su marabú o tutor religioso y una veintena de talibés, pero la yaye daara se termina comprometiendo con el niño que va mendigando por la calle y ha tocado a su puerta más de una vez. El pequeño tendrá su porción de comida diaria asegurada y la mujer le buscará ropa y se las arreglará para que sea atendido cuando está enfermo. Espontáneamente, este fenómeno ha proliferado en todas las grandes ciudades y prácticamente los 250 niños que recibimos en nuestro centro de día de atención a talibés El Reino de los Niños, proyecto de la asociación Niños de la Lata, tienen su yaye daara.

Nuestro educador, Pape Diop, me recuerda que en su infancia él tenía que compartir con otros cinco pequeños lo poco que tenían, ya que su madre hacía de yaye daara. Cuando pusimos en marcha nuestro centro hace cinco años, teníamos alojado a un niño de unos 12 años que sufría grandes dolores de cabeza. Apareció una mujer en la puerta de la oficina y hablaba con las monitoras de nuestro proyecto en wolof, que yo entonces no entendía en absoluto. A los pocos minutos, la mujer acompañada de su hijo biológico, estaba sentada en la oficina llorando desconsoladamente. Era la yaye daara del niño convaleciente, desolada por las dolencias que aquejaban al niño.

Mientras otros pueblos enarbolan victorias bélicas u otras gestas épicas para ensalzar su ego nacional, el pueblo senegalés se enorgullece de ser el país de la teranga, palabra wolof que significa “hospitalidad”

Ibrahima, antiguo talibé y hoy monitor del centro de acogida de niños, sigue en contacto con Aby, su yaye daara. La visita cada domingo y la mujer es un referente para él y los otros chicos a los que también amparó cuando llegaron a Dakar siendo aún muy pequeños, desde sus pueblos de origen del interior de Senegal.

En las casas de las yaye daara los chicos no solo encuentran alimento, ropa o atención sanitaria, sino también un lugar donde divertirse. En Senegal la pasión por el fútbol se comparte con la de la lucha tradicional, acontecimiento de obligado seguimiento por la gran mayoría de ciudadanos. Cuando les preguntamos a los beneficiarios de nuestro proyecto dónde verán la competición, contestan mayoritariamente que en casa de su yaye daara. Con estos ejemplos, pretendo ilustrar que estas mujeres no hacen un acto de caridad puntual. En este fenómeno tan extendido hoy en las grandes ciudades de Senegal, la yaye daara crea un vínculo con el niño para los cuidados prácticos, pero también para los emocionales, llegando a una relación de tintes filiales.

Mientras otros pueblos enarbolan victorias bélicas u otras gestas épicas para ensalzar su identidad nacional, el pueblo senegalés se enorgullece de ser el país de la terangapalabra wolof que traduciríamos por “hospitalidad”. El antropólogo e historiador senegalés Abdourahmane Seck la define como “el intento de construcción política de un vínculo que nos supera, que es más fuerte que nosotros”. “Todo hombre de este planeta tiene la obligación de responder por mí y yo respondo por cada hombre, sea cual sea el lugar que ocupe en el mundo. Eso quiere decir que hay en la civilización una garantía universal de seguridad social; todo comienza ahí. Desde que se levanta hasta que se acuesta, cada hombre debe responder por todos los demás y todos los demás, deben responder por él”, explica Seck.

En este sentido que apunta Seck creo que se enmarca la respuesta de la yaye daara hacia su hermana, la madre biológica del talibé. Creo que es momento ya de hacer un reconocimiento público y de que los investigadores y activistas sociales nos pongamos a trabajar con este fenómeno social que podría ser muy interesante extrapolar a muchas experiencias sociales y políticas.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/africa-no-es-un-pais/2023-02-21/las-yayes-daara-las-madres-senegalesas-que-amparan-a-los-ninos-talibes-de-las-escuelas-coranicas.html

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