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Cómo elegir a un gobernante

Por: Carolina Vásquez Araya

Un cargo de elección popular debe ser ocupado por una persona ética y capaz de ejercerlo.

En la carrera por el poder político suele perderse, además del respeto por la verdad, algo absolutamente indispensable: la transparencia y la capacidad de mostrar un perfil idóneo y a prueba de escrutinio para el cargo ambicionado. En un mundo orientado hacia la absurda soberanía de las leyes del mercado y frente a sociedades desprovistas de elementos de juicio confiables ante la oferta política -como sucede en la mayoría de países latinoamericanos- quienes triunfan suelen ser los más poderosos, los más tramposos, pero no siempre los mejores.

Las grandes mayorías han sido desprovistas de acceso a una educación de calidad y este hecho repercute en la carencia de capacidad de análisis, de acceso a una información objetiva y comprobable sobre la oferta electoral, pero también en una inevitable aceptación de decisiones emanadas por instituciones que han perdido de vista su misión. Estas instituciones suelen desviarse de su misión para complacer y apañar a sectores interesados en apoderarse del poder. En este escenario los conceptos de soberanía, independencia, democracia y gobernanza han sido desprovistos de todo su significado.

Para iniciar el proceso de elegir a un gobernante: presidente, alcalde, asambleísta o cualquier otro cargo de elección popular, es indispensable descartar antes de seleccionar. Es decir, dejar de lado a todo aquel individuo -hombre o mujer- cuyos antecedentes muestren conflicto con la ley, actos de corrupción, falsedad o incumplimiento de promesas de campaña en eventos previos, ocultamiento del origen de su patrimonio y falta de transparencia en el financiamiento de su propaganda política. Para ocupar un cargo político, la ética es un factor absolutamente indispensable, pero también la capacidad profesional y técnica que lo respalde para ejecutarlo con eficiencia y eficacia.

Un estadista es, según la RAE “una persona con gran saber y experiencia en asuntos de Estado”. Pero es mucho más que eso: es quien conoce las necesidades de su pueblo y busca resolverlas, apelando al consenso ciudadano para tomar decisiones equilibradas; es quien genera un avance sostenible en todos los campos de acción, independiente de presiones de grupos de poder; es quien comprende sus limitaciones en el ejercicio del cargo y sabe rodearse de un equipo respetuoso de la ley. Pero sobre todo, es quien no transa con grupos de poder económico ni con organizaciones criminales que solo buscan su propio beneficio, contra el beneficio de las mayorías.

Para elegir a un gobernante no basta con acudir a convocatorias de carácter proselitista y escuchar discursos. Hay que darse a la tarea de investigar, porque dar el voto es una decisión de enorme alcance y serias consecuencias. El sufragio es una declaración de confianza, de compromiso y de ejercicio ciudadano, por lo cual nunca debe responder a la coacción ni al pago de un soborno. Es el acto cívico más importante para una democracia y venderlo por dinero, regalos o una bolsa con alimentos es una traición contra la integridad personal y la del país.

Al dar una mirada a los procesos electorales cercanos a estas fechas resulta doloroso comprobar cuánto se ha perdido en términos de poder ciudadano, cuánto se ha deteriorado la institucionalidad y cuánta incertidumbre amenaza la incipiente democracia de nuestras castigadas naciones.

La falta de reflexión frente al sufragio es un acto de negligencia y tiene consecuencias.

Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com

 

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Doble empate catastrófico en Venezuela

Por: Jorge Forero

Antonio Gramsci caracterizó como empate catastrófico a la situación de confrontación de bloques históricos en Alemania e Italia entre 1917 y 1922, cuya pugna por el poder político, concentró determinados intereses políticos-económicos, y expresó profundas diferencias ideológicas y programáticas.

El signo catastrófico de tales conflictos, viene dado porque esa pugna no resuelta entre bloques -entendida como crisis de hegemonía-, la cual tiende a prolongarse en el tiempo y deviene en prácticas destructivas de los propios cimientos del orden social: el poder estatal, el marco normativo, el proyecto de Estado, el tejido de la sociedad civil, e incluso el propio pacto social.

Este tipo de fenómenos suceden, porque los bloques en disputa se asumen como la negación de su rival y se concibe inadmisible su coexistencia, así como por la imposibilidad de resolución de los mismos, ya que las relaciones de fuerza no derivan en la imposición absoluta de alguno de los bloques sobre su oponente.

Venezuela en la actualidad enfrenta una situación de empate catastrófico, cuyas determinaciones histórico-sociales de rango estructural están relacionadas con una crisis orgánica no superada (en próximas entregas se profundizará al respecto), acentuada en esta coyuntura ante el déficit de liderazgo sobrevenido en crisis de hegemonía exacerbada, que se desencadenó ante el fallecimiento de Hugo Chávez en 2013.

Las disputas producidas en el marco del empate catastrófico venezolano, han erosionado las dimensiones esenciales del Estado, y con ello, además de precipitar una crisis política e institucional de amplio espectro y gran escala (con alcances geopolíticos), ha sido un factor clave de la grave y severa depresión económica que enfrenta el país, en la medida en que no existe sinergia entre el poder estatal -que incluye el Estado profundo-, y el conjunto de la sociedad civil.

Por el contrario, las estrategias -maximalistas- de lo dos bloques históricos en pugna, se han centrado en la aniquilación de su contrario, para lo cual no han escatimado esfuerzos, y mucho menos han prevenido ante las repercusiones.

Tal circunstancia ha derivado en un conflicto de poderes públicos y en la fractura del tejido institucional, los cuales han alcanzado cotas insostenibles durante los últimos años. Violencia política, desconocimiento de poderes públicos, autoproclamación de un gobierno paralelo bajo la égida de intereses transnacionales, y presencia de tres (03) poderes legislativos (todos impugnados por la población); son los indicadores más escandalosos de la racionalidad política que rige las acciones estratégicas de los bloques en pugna.

Por supuesto, este empate catastrófico es objeto de un gran desgaste en la población venezolana. De acuerdo con diversos estudios de opinión, tanto el partido de gobierno como los factores fundamentalistas del antichavismo venezolano han perdido gran terreno en las preferencias políticas de la ciudadanía. Dichos estudios, registran que la mayor proporción de la población no se identifica con ninguno de estos bloques, de hecho, gran parte de los militantes y los cuadros medios de esos bloques, no comulga con las tendencias fundamentalistas.

Este desgaste ha redundado en la fractura de los bloques. En el caso de la alianza en torno al antichavismo, han surgido profundas divisiones estratégicas y programáticas, vinculadas especialmente al método de lucha por el poder, y al tipo de relación que se debe establecer con intereses exógenos. Mientras que en el chavismo, un conjunto de partidos políticos y movimientos sociales se han deslindado del gobierno de Nicolás Maduro y se postulan como una alternativa política y electoral desde el espectro de la izquierda revolucionaria.

La ruptura de la polarización en torno a nomenclaturas burocráticas y corporativas es un signo positivo para la democracia venezolana, porque representa una oportunidad para superar la intransigencia política y para tejer canales de diálogo en la búsqueda por una salida política a la crisis.

No obstante, no es una tarea sencilla desbordar y superar el escenario de polarización política construido en Venezuela durante las últimas décadas. Los bloques en pugna, además de dominar el poder político y económico en el país, se han alineado con intereses geopolíticos de potencias extranjeras.

Esta particularidad del conflicto venezolano, condiciona de manera drástica las posibilidades de su superación. En el campo estratégico, la disputa no es entre las sectas que se disputan el control y usufructo del poder estatal de Venezuela, ya que la transnacionalización del conflicto ha derivado en que las mismas funcionen como peones de los intereses geopolíticos (por una parte de los Estados Unidos, y por otra de la alianza China-Rusia).

Cabe subrayar, que esto sucede en un contexto de profundas turbulencias en el sistema-mundo (con una crisis de hegemonía global incluida), mediadas por disputas geopolíticas de amplio espectro (sin desenlace previsto en el corto plazo), dados precisamente entre los factores geopolíticos que intervienen de manera explícita en el conflicto venezolano.

Por tanto, Venezuela está expuesta a un doble empate catastrófico. El primero, propiciado por los factores políticos que han pugnado por el poder durante las últimas décadas, el cual experimenta un gran desgaste, pero tiende a ser exacerbado por el segundo.

Entonces las determinaciones del conflicto venezolano tienen una escala geopolítica. Y la realidad muestra que Washington y el eje Pekín- Moscú no están muy interesados en que la crisis venezolana encuentre una salida.

Es el pueblo venezolano entonces el que debe desbordar los empates catastróficos. En primer lugar, para evitar un derramamiento de sangre, especialmente trágico porque el mismo favorecería los intereses sectarios de los bloques dominantes. En segundo lugar, para defender la república, el Estado de Derecho y el tejido institucional, y con ello la seguridad de los derechos de la población. En tercer lugar, para que sobre la base de un acuerdo político nacional, sea factible la mayor sinergia en torno a la necesidad de detener y superar la devastación económica que ha sufrido el país en los últimos años.

La izquierda revolucionaria tiene el deber histórico de actuar con sentido estratégico, sobre la base de las premisas esbozadas para desbordar los empates catastróficos que azotan al país, para constituirse como una opción para el pueblo venezolano, para que este punto de bifurcación (inherente a todo empate catastrófico según el ex- vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera) permita el rescate de las banderas originarias de la revolución bolivariana: la democracia participativa y la justicia social.

Fuente: https://www.aporrea.org/actualidad/a294294.html

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Covid-19, el espejo chiapaneco

Por: Luis Hernández Navarro

El doctor José Manuel Cruz Castellanos es un personaje peculiar. Parecería sacado de una película de humor de Monty Python. Cuando le preguntaron si la llegada del polvo del Sahara podría afectar la salud de los chiapanecos, o hacerlos susceptibles a contagiarse de Covid-19, respondió: La llegada de ningún extranjero, de ningún mexicano, de ninguno de los que viene a Chiapas, está vulnerado ni puede vulnerar a Chiapas porque tenemos el gran filtro del aeropuerto.

Ante el desvarío, los periodistas le precisaron que se referían a la nube de arena que entraría a México.

“Sin ningún problema –contestó encarrerado el médico–, todo lo que llega es sujeto de vigilancia epidemiológica y de estudios de laboratorio, de manera tal que tenemos un contexto para proteger a la población. Los filtros sanitarios se establecieron para eso.”

El dislate no tendría importancia, salvo por una cuestión. Cruz Castellanos es el secretario de Salud de Chiapas.

Sus desvaríos dan para escribir un libro. Cuando la periodista Lizbeth Jiménez lo cuestionó sobre las irregularidades en las cifras de pacientes con coronavirus registradas en la entidad, él le espetó: Interpretar cuesta cuando no tiene uno su mente muy clarita en lo que está uno haciendo, como veo en tu caso que no te quedó claro. Grábalo para que no vengas con cuestionamientos absurdos. Nada más que anda con mucha precaución, no te vaya a agarrar por ahí y no queremos eso. Eres muy guapa, muy elegante para que te vaya a pasar algo.

El señalamiento de la reportera era correcto. El secretario de Salud de Chiapas es un mago de las cifras. Desde el pasado l8 de junio, hizo disminuir, literalmente de un día para otro, el número de contagios. Y como buen ilusionista, mantuvo la cifra por debajo de los 100 casos diarios. Un manejo conveniente para que el estado transitara a semáforo naranja.

La danza de los números de Cruz Castellanos ha sido cuestionada por multitud de voces. Una es la del delegado estatal de la Cruz Roja, Francisco Alvarado Nazar –él mismo contagiado de coronavirus–. El delegado informó que el 23 de junio recibieron una llamada de emergencia por hora de personas con problemas de Covid-19, que en 40 por ciento de los casos, la situación de los posibles infectados era crítica y que de urgencia se necesitaba cortar la cadena de contagios en Tuxtla Gutiérrez.

La respuesta del secretario fue fla­mígera. Acusó al delegado de la Cruz Roja de no tener la información correcta y de que los pacientes que se recuperan (como Alvarado) quedan medio chafiretes. Añadió que las críticas a su gestión se le resbalan, porque todas las mañanas me pongo aceitito y se me resbala todo.

Cruz Castellanos es una figura muy cercana políticamente a la tabasqueña Rosalinda López Hernández, administradora general de la Auditoría Fiscal del SAT y esposa de Rutilio Escandón, gobernador de Chiapas. Saltó del PRI, al PRD y al PVEM hasta su incorporación a Morena. En 2015 compitió por el Verde, para ser diputado por el sexto distrito. Construyó allí una alianza con Rosalinda, quien fue candidata por ese mismo partido a la alcaldía de Villahermosa. Ambos fueron derrotados.

El secretario de Salud chiapaneco hizo carrera política en el sector sanitario tabasqueño, durante la gubernatura de Manuel Andrade Díaz (2002-06). La diputada local Olvita Palomeque acusó al funcionario de cometer graves irregularidades en su gestión chiapaneca, beneficiando con obras y contratos por adjudicación directa a tres empresas de Tabasco.

La gestión gubernamental de la pandemia en Chiapas ha sido una calamidad. Cientos de personas han denunciado contagios y muerte de sus familiares, sin atención médica y sin pruebas, cuyos decesos no se cuentan (https://bit.ly/2Wwccg2). Según el magisterio democrático de la seccion 7, los datos que las entidades de salud proporcionan distan mucho de la información que se conoce. No todos los casos sospechosos, confirmados ni las defunciones han sido tomadas en cuenta para el registro estadístico. A diario conocemos historias de personas que resultaron positivas o que tuvieron un tortuoso peregrinar para recibir atención hasta encontrarse con la muerte.

Ignorando la enorme confusión propiciada desde las redes sociales (https://bit.ly/3fR3yjS), las autoridades locales informaron sobre la enfermedad en lenguas indígenas hasta junio, no obstante ser el tercer estado del país con mayor proporción de población hablante de ellas (https://bit.ly/2CQnwMT). El personal de la Secretaría de Salud estatal trabaja sin equipo de protección, con graves riesgos de contraer el mal: 42 han fallecido y 751 han contraído el virus. Los trabajadores de la sección 50 del Sntsa, han denunciado desde hace años la corrupción, el desmantelamiento y la falta de equipos en los hospitales en la entidad.

Los desfiguros del doctor José Manuel Cruz no son accidentales. Son parte sustancial del estilo de hacer política de los cacicazgos que controlan el poder político en Chiapas, amparados desde hace años por una política contrainsurgente. Hoy, esos cacicazgos visten los ropajes de la 4T.

El pésimo manejo de la crisis sanitaria en Chiapas es un espejo en el que el resto del país debe verse. El daño sufrido por la población ha sido catastrófico. La decisión del gobierno federal de ocultar ese desastre las agravará aún más.

Twitter: @lhan55

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Contra el régimen patriarcal

Por: Tlachinollan

Retomando a la antropóloga Rita Segato, de que el “Estado es parte de la historia del patriarcado”, tenemos que entender que su genealogía y su ADN es también patriarcal. En el momento histórico que vivimos la desigualdad ha llegado a extremos impredecibles, la concentración de la riqueza esta en pocas manos, dejando a millones de personas del todo el mundo morir en la miseria. En esta desigualdad las mujeres, son víctimas del poder económico, bélico, político, jurídico que imponen las élites que gobiernan con una visión patriarcal.

A lo largo de los siglos las mujeres han sido enclaustradas a los espacios privados y se ha normalizado y legalizado que a ellas les esta vedado el poder político y económico. Desde la colonialidad, las leyes se hicieron para castigar a las mujeres y exaltar el poder de los hombres. Con la modernidad, a pesar de la lucha por la reivindicación de los derechos de las mujeres, se ha mermado más su poder. La violencia que se ejerce en este sistema capitalista, es una violencia que se ha globalizado, que se ha desterritorializado y que ha cobrado millones de víctimas para mantener un sistema basado en el poder económico que se transforma en un poder criminal. Este poder se erige en un señorío, en el dueño del mundo que esta sobre la vida y la muerte de los demás, de quienes amenazan el cambio en estas relaciones de poder. La mejor manera de expresar la dominación hacia los desheredados de esta tierra es ejercer el control del pueblo. Asumirse como dueños de los cuerpos de las mujeres, que es la zona extrema del patriarcado.

La estructura del poder político esta armada para reproducir la imagen omnipotente y potente del hombre, que forma parte del mandato de la masculinidad, que se ha traducido en la vida cotidiana con las formas aterradoras de la crueldad. En un ambiente bélico como el que vivimos en nuestro país, lo que se multiplica es la violencia contra las mujeres en las formas más crueles. La guerra que se gesta desde las estructuras del poder político para controlar a la población, ya sea por la aplicación de la ley o poder el uso de la fuerza es la que se incrusta en los hogares. Actualmente, la violencia delincuencial que de algún modo ha crecido por esta complicidad que existe con los cuerpos policiales y el ejército para fortalecer la economía criminal, es la guerra cruenta que nos ha colocado en una situación sumamente critica, por los asesinatos y desapariciones de personas para aterrorizar y mantener bajo control a una sociedad insumisa.

El Estado patriarcal ha sido construido con la visión masculina de que el hombre es la figura de la humanidad, es el sujeto de la actividad pública, el que asume el mandato del dominio, ejerce su poder y que demuestra superioridad al gobernar de manera cruel contra las mujeres a quienes les niega el derecho a irrumpir en la historia como sujetos diferentes, para desmontar este régimen patriarcal. En la práctica más allá de las luchas históricas, las conquistas, logradas a pulso por las mujeres, ellas aún no cuentan con receptores dentro del Estado, porque existe la muralla de la masculinidad. Se mantienen intocadas las relaciones desiguales entre el Estado patriarcal y las mujeres consideradas como minorías.

En este modelo de Estado, que ejerce el mandato de la masculinidad, los gobernantes han sido incapaces de modificar estas relaciones asimétricas basadas en el poder económico y en la crueldad. Las voces de las mujeres siguen sin tener crédito, se duda que ellas construyan su propia historia y protagonismo político. Se les descalifica por irrumpir en los espacios públicos haciendo sentir su poder. No se le da credibilidad a sus exigencias y demandas. Se le sigue viendo como actoras incomodas que atentan contra la legalidad masculina. Su discurso que increpa al poder causa escozor, entre las élites políticas y ciertos sectores de la sociedad, porque cuestionan el régimen patriarcal y porque asumen un rol diferente al que históricamente se les ha impuesto, como entes pasivos, cuyo espacio ha quedado restringido al ámbito privado. La lucha de las mujeres es contra el monopolio del poder que la sojuzga, contra la estructura relacional de un poder asimétrico. Es una lucha también contra el poder económico, contra la etapa apocalíptica del capital que se expresa de manera violenta en todos los ámbitos de la vida pública y privada. Es una lucha a muerte contra la cosificación de la mujer y la esclavitud ejercida en los espacios domésticos. Es un movimiento emancipador, que no requiere tutelajes, ni condicionamientos políticos. Es la forja de una nueva etapa que busca modificar de raíz estas relaciones enfermizas del poder masculino que actúa de manera temeraria, usando su poder económico, político y bélico contra el poder femenino.

Esta politización de las mujeres esta desenmascarando a este modelo patriarcal del poder público, que a lo largo de los siglos ha reproducido una forma masculina de ejercer el poder, institucionalizando la violencia contra las mujeres. Para ellas es insuficiente ampliar la participación de las mujeres en los ámbitos públicos, si sigue arraigada en la medula del poder político, el mandato de la masculinidad, donde los hombres están llamados a dominar todas las esferas del poder económico, político, jurídico y bélico. Por eso, se requiere también la politización de los hombres desde otra perspectiva que no siga reproduciendo el señorío masculino ni afianzando el dominio de los hombres. Más bien tienen que entender que su obsesión por el poder, de querer mostrar en todo momento su potencia, ejerciendo el dominio hacia los demás y mostrando su crueldad contra las mujeres, es lo que nos ha llevado a un estado fallido.

Ver una mujer empoderada, para la mayoría de hombres que tiene poder y que aún no lo tienen, representa una amenaza al sistema patriarcal, un gran riesgo para la economía global y un cuestionamiento de fondo a las políticas belicistas que han hecho de la guerra el gran negocio del mundo. Ver una mujer empoderada, no significa la derrota del hombre, ni el dominio de las mujeres o la imposición de una opresión femenina, sino es la liberación de las cadenas impuestas por el coloniaje patriarcal que se construyó agrediendo a las mujeres, transformando esta relación desigual en un reencuentro de sujetos con voz, con derechos y rostro propios. Implica refundar un Estado que reconstituya con la participación política de las mujeres, que se erijan también como sujetos transformadores de una realidad oprobiosa.

Aún estamos lejos de asumir esta lucha protagonizada por las mujeres, que en México y en Guerrero les hemos escamoteado sus derechos. En nuestro estado sigue vigente la cultura patriarcal al grado que las mujeres se les ha colocado en una situación de extrema vulnerabilidad. La violencia es más cruenta contra las mujeres y a pesar de que las estadísticas muestran que las víctimas son niñas y jóvenes, las autoridades no han emprendido acciones que reviertan esta escalada de la crueldad por parte de sus perpetradores. A pesar de la declaratoria de la Alerta de Violencia de Género contra la Mujer (AVGM) en junio de 2017, en los 8 municipios del estado seguimos documentando varios casos de feminicidios, que las mismas autoridades se niegan a tipificarlos, por esa visión patriarcal y misógina que han introyectado, haciéndose cómplices de esta tragedia. Las mujeres han constatado que el sistema de justicia la revictimiza, las criminaliza y hace escarnio de la violencia que sufre. No solo se les ignora y se les obliga a obedecer las órdenes de quienes tienen la obligación de investigar estos delitos, sino que se les pone en alto riesgo, al filtrar la información a los responsables que por ser hombres se sienten con poder y con capacidad para negociar estos delitos con los hombres que tienen el encargo de velar por los derechos de las víctimas. Estamos ante un sistema de justicia patriarcal que requiere una transformación de fondo, los mismos operadores de este sistema forman parte del problema, porque cosifican a la mujer, no le dan credibilidad a su testimonio, dudan de su honorabilidad y se empeñan en hacer más cruento su sufrimiento.

Son las mujeres la que están abriendo nuevos caminos para hacer realidad sus derechos, pelean contra todo los poderes económico, político y jurídico, luchan desde los espacios privados contra el dominio y la violencia de los hombres, son heroicas sus batallas para desafiar a este sistema que vulnera sus derechos y no permiten el empoderamiento de las mujeres para desmontar ese mandato de la masculinidad. Son alentadoras las iniciativas que han emergido desde las organizaciones de base de las mujeres, como las veracruzanas que prendieron a nivel nacional con el hashtag #UnDíaSinNosotras “El nueve ninguna se mueve”. Es muy significativa su propuesta que ha logrado incidir en las esferas gubernamentales, demostrando la fuerza y la capacidad de un movimiento que quiere colocar en la agenda pública el respeto a los derechos de las mujeres y, sobre todo, un alto a los feminicidios. En Guerrero además de esta iniciativa a la que se han adherido varias organizaciones de mujeres, también se están organizando eventos estatales para seguir dignificando la vida de las mujeres.

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

Fuente e imagen: http://www.tlachinollan.org/opinion-contra-el-regimen-patriarcal/

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Verdad y política: la universidad en su laberinto

Por: Pedro Flores

Creo que la responsabilidad central de la universidad pública es cultivar y defender la verdad. Me pregunto si en el México democrático de hoy vamos por este camino o ya lo perdimos.

Yuval Noah Hararihistoriador de la Universidad Hebrea de Jerusalénescribió un texto en The New York Times intitulado, “Puedes votar, pero no elegir lo que es verdad”en donde clarifica el lugar que tienen el poder político y la verdad dentro de una elección democrática (03/02/20). Las elecciones populares son para encauzar los deseos de la gente por medio del candidato X, Y, o Z, no para hallar la verdad. Las cuestiones referidas a la verdad deberían dejárseles a los expertos, asiente Harari.

Al discutir la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein, explica el historiador, pesa más la opinión del profesor de física que las observaciones de cientos de historiadores o de miles de abogados. Esto no significa, reflexiona el también filósofo, que el especialista no se equivoque ni que sus instituciones estén ausentes de “corrupción, sesgos y errores”, pero subordinarlas al Ministerio Oficial de la Verdad (governmental Ministry of Truth) empeora las cosas.

Los gobiernos, prosigue Harariconstituyen la institución más poderosa dentro de la sociedad y con frecuenciason tentados por el deseo de distorsionar y encubrir las verdades inconvenientes. Esto no es extraño: el poder tiende “justificarse” siempreagregarían José Antonio Marina y Javier Rambaud en su Biografía de la Humanidad. Por eso, permitir al gobierno que supervise la búsqueda de la verdad es como nombrar al zorro el guardián del gallinero, dice Harari.

Para proteger la verdad, prosigue el profesor universitario,es mejor confiar en los mecanismos internos que las propias instituciones académicas han diseñado. La publicación científica sometida a revisión de pares es mucho mejor que la supervisión de los agentes gubernamentales (government officials). Harari también observa que el desarrollo y la promoción académica depende comúnmente de reconocer errores previos y de descubrir hechos no conocidos. La autocorrección por medio de la exposición y crítica pública es entonces un mecanismo valioso y un código académico que, como podemos suponer, al poder político clásico no sólo no le hace mucho sentido, sino que podría atacarlo.

Según el historiador, van en ascenso “regímenes populistas” que primero fomentan el odio hacia lo extranjero y hacia las minorías para después atacar sistemáticamente cualquier institución que limite su poder. Estas instituciones son principalmente los medios de comunicación, las cortes de justicia y la academia que, si son independientes, serán los garantes de proteger la verdad.

Un gobierno atacaría a estas instituciones precisamente porque la verdad no lo obedece, al contrario, por su naturaleza, lo cuestiona e incomodaEl típico líder populista, agrega Hararitrata de seducir a la gente diciéndole que la única cosa que importa son sus deseos, por eso cuando algún especialista señala una verdad incómoda la reacción desde el poder es rebautizarlo como el traidor que se opone a la voluntad del pueblo.

El breve texto de Harari ayuda a enfatizar y a reflexionar sobre al menos tres aspectos. Primero, la construcción y defensa de la verdad no es una cuestión de popularidad o de mayorías. “El congreso puede pasar una ley declarando que la teoría de la evolución está equivocada, pero dicha norma no cambia la realidad”, dice el filósofoSi bien es más fácil establecer criterios de verdad en los fenómenos naturales que en los sociales, esto no obsta para construir argumentos veraces sobre si, por ejemplo, un programa social está funcionando de manera efectiva o no. Una cosa son los resultados de estos ejercicios y otra la medición de la popularidad del líder.

Segundo, dado que la academia independiente es algo valioso que preservar, habría que repensar en cuáles son los mecanismos más idóneos para formar y elegir a los expertos que podrían cultivar y defender la verdad ante el poder político. La doblez intelectual ante el gobierno es latente¿No habremos ya perdimos la capacidad de ser autónomos e independientes en la universidad pública de MéxicoCreo que no, pero vamos por este camino dado el mantenimiento del control burocrático (interno y externo) que han originado las políticas restrictivas de financiamiento impuestas tanto por gobiernos “populistas” como “neoliberales.

Tercero – y último punto –, si la academia es una de las instituciones que construye las verdades incómodas por sus propios códigos además, posee la libertad de manifestarse pública e independientemente, hay posibilidades reales de delinear una postura crítica y de oposición ante cualquier gobierno democráticamente electo. Con ello, los académicos no sólo estaríamos haciendo nuestro trabajo, sino también mostrando una capacidad humana que en otros tiempos sería valorable. Oponernos con razón y efectividad al poder tendría que incorporarse a alguna noción alternativa de “excelencia” o de “calidad educativa”. ¿Por qué?

Porque construir y defender la verdad, así como hacerle oposición al poder político con ella, puede beneficiar a las mayorías, aún cuando éstas no intervengan en su construcción, como bien sostiene HarariMe explico: ¿se imagina usted cuántas vidas se habrían salvado alrededor del mundo si el gobierno Chino no hubiera proscrito la voz del doctor Li Wenliang, quien alertó por redes a sus amigos sobre el brote del Coronavirus? Por “difundir rumores” Wenliang fue apercibido por la policía, fue a dar a la comisaría, firmó una declaración donde se declaraba culpable y prometía no reincidir (El País, 07/02/20, nota de Macarena Vidal Liy). Días más tarde el oftalmólogo tristemente moriría a consecuencia del virus.

¿Qué discusión entonces tendríamos ahorita si el doctor Wenliang hubiera tenido la libertad de que alguna universidad o medio de comunicación independiente lo respaldara ante el gobierno para exponer la verdad de sus observaciones? La placentera mentira y el ocultamiento de la realidad, en cambio, probablemente agravó pandemia.

En México, aún estamos en posibilidad de elegir entre acomodarnos ante el veleidoso poder del gobierno en turno o mantenernos firmes para cultivar la verdad, exponerla de manera independiente, defenderla y en su caso, hacer oposición antes de que las consecuencias las paguen otros que no precisamente están sentados en la silla del poder.  La universidad pública mexicana aún no está moralmente derrotada.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/verdad-y-politica-la-universidad-en-su-laberinto-2/

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Entrevista con Agustín Velloso: «Nicaragua ha sufrido, como otros países, la guerra por los recursos que dirige hoy el imperio»

 

El Dr. Agustín Velloso Santisteban visitó a Nicaragua durante casi dos semanas durante este mes de octubre para participar en el 4to Congreso Nacional de la Educación Superior Nicaragüense. Compartió por e-mail sus impresiones y reflexiones de la visita.

Estuviste en Nicaragua durante casi dos semanas, en Managua, Jinotepe y Estelí ¿qué fue tu impresión en general de la situación social y economica en el país?

He viajado en tres ocasiones por cortos periodos de entre dos y tres semanas a Nicaragua en 2016, 2017 y en 2019. Por ello he de ser prudente en mi respuesta ya que en ese tiempo, la mayor parte del cual he empleado en trabajar con colegas y estudiantes en la universidad, es difícil hacerse una idea.

No he apreciado ningún cambio a peor a simple vista, al contrario, algunas mejoras, por ejemplo un nuevo parque en Estelí, y obviamente el trabajo de reconstrucción de los daños causados a las instalaciones universitarias. Mi impresión es que la actividad general, económica y social, sigue siendo intensa y lo más importante es que la tendencia, tanto en el ánimo como en la productividad, es a mejor. Por lo que he sabido, deduzco que el daño a la economía ha sido menor de lo que se pretendió debido al gran peso de la economía empresarial pequeña.

Por otro lado, en conversaciones informales con gente muy variada en distintas localidades, he visto tranquilidad y confianza en el ambiente, no exentas de preocupación, aún está reciente el daño y el peligro vividos. Como suele decirse, ‘la procesión va por dentro’, pero se vive con normalidad y tranquilidad el día a día. Es lo lógico y es de esperar que el optimismo, la solidaridad y la buena voluntad se impongan paso a paso.

Te pregunto porque en Europa se maneja una versión de la realidad muy diferente a lo que se vive en Nicaragua ¿cuáles fueron los contrastes más notables que encontraste entre la versión que se proyecta del país en Europa y tu experiencia aquí?

A la primera pregunta, a riesgo de ser simplista, respondo que a la población (europea) en general le importa poco o nada lo que ocurra más allá de su barrio, no digamos en el extranjero. Desde la ola de asaltos del imperialismo a Yugoslavia, Afganistán, Oriente Medio, etc., se produce un efecto contrario a la justicia pero también al sentido común: la gente mira para otro lado con el estúpido consuelo de que a ellos no les afecta (creen ilusamente, pues se creen seres de calidad superior) y con la inconsciencia de que esa despreocupación nos hace aún más inhumanos y encima (que es lo de menos pues sería consecuencia de su comportamiento) nos pone a todos en peligro.

Como eso lo sabe el poder político y el económico, éstos apenas tienen dificultad en convencer a las masas con las mentiras más sangrantes por evidentes que sean, porque el ser humano prefiere no saber las horribles sevicias que esos poderosos infligen a multitudes. Creo que en realidad aspiran solamente a convencer a los pocos que dudan y los que albergan algún resto de humanidad. Soy pesimista, el hombre sigue siendo un lobo aún más fiero para el hombre.

La respuesta a la segunda pregunta es claramente política: el mensaje del agresor, tanto de los gobernantes como de los medios pervertidos, es justificar su crimen por parte de aquellos y darles cobertura por parte de éstos. El golpista aparece como víctima y ésta como agresora, violenta y antidemocrática. Es un esperpento que me cuesta creer que la gente se lo trague como verdad sin ni siquiera poner en duda.

Todo me llama la atención: jóvenes de un país con escasos recursos que viajan a Estados Unidos y obtienen visa, alojamiento y además aparecen hablando al mundo entero desde la CNN rodeado de políticos estadounidenses en un país que no da visas, que no da nada a los emigrantes latinoamericanos y que ha atacado con crueldad –fue condenado por ello por la Corte Internacional de Justicia- durante años al país desde el que viaja el joven ¿cómo se entiende esto?

Un tema de interés para ti durante tu estadía fue el impacto del fallido golpe de estado de 2018 en la educación superior en Nicaragua, ¿cuáles aspectos de ese impacto te impresionaron?

A pesar del daño económico que supone el destrozo de materiales e instalaciones, así como la interrupción violenta del ritmo habitual de la educación, el mayor crimen para mí ha sido la manipulación -y en algunos casos el uso- de las jóvenes generaciones mediante diversas técnicas propias de las guerras de tercera o cuarta generación o como se llamen.

Con otras palabras: ha sido un intento de usar a una parte de la población con el fin de lanzarla como arma terrorista contra el resto de la población.

Lamentablemente quizás hay que conceder que el intento ha sido inteligentemente diseñado hasta un cierto punto: se aprovecha de una población que por su juventud es vulnerable y manipulable por un lado, pero decidida y voluntariosa por otro. Mientras algunos trabajaban para lograr sus objetivos políticos, otros pensaban que estaban contribuyendo a un cambio social, a una mejora de la situación. No hay que olvidar que otros pensaban en una ganancia inmediata, otros daban rienda suelta a sus propios fines.

Participaste en intercambios con docentes y estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en sus recintos de Estelí, Managua y Jinotepe y se supone que ellas y ellos tenían experiencias diversas que reflejan diferentes aspectos de la realidad del violento intento de golpe – ¿es cierto esta suposición? ¿puedes comentar al respecto?

Efectivamente, como casi todo en la vida, la realidad es compleja y creo que hay una mezcla de experiencias. Quizás se puede decir que el golpe fue uno, pero cada participante y cada víctima reaccionó, sufrió y lo racionalizó todo según sus vivencias y circunstancias.

Creo que la mayoría de los jóvenes implicados no tenían una intención torcida y que poco a poco se fueron dando cuenta de la trampa en la que se habían metido. Otros, por el contrario, se dieron cuenta desde el comienzo. Lo mismo sucede con sus profesores: hubo algunos que se apuntaron a la agresión, cada uno en la medida que quiso, mientras que los otros la rechazaron. Afortunadamente –especialmente si se compara con el enorme daño en víctimas humanas y daños materiales de otros casos en otros países- creo que a pesar del sufrimiento humano particular y la desestabilización social, la prueba ha sido bien y prontamente superada.

Durante el Congreso de Educación y también en Estelí, hiciste una presentación sobre «La misión de la universidad ante el desorden mundial» – ¿cómo ubicas tu o como caracterizas tu a Nicaragua y los acontecimientos del 2018 en ese contexto?

He de hacer una puntualización. Mi intervención se refería al papel de la universidad de los países imperialistas, es decir Estados Unidos y los grandes de la OTAN, como cómplice en las guerras de agresión contra países presentados por ellos como Estados fallidos, dictaduras, extremistas y el resto de mentiras habituales. Nicaragua ha tenido la mala suerte y la desgracia de ser uno de los ‘elegidos’ por el imperio.

Aparte de esto me atrevo a decir que en las difíciles circunstancias en las que se encuentra la paz mundial actualmente, no sólo es Nicaragua sino cualquier nación la que se encuentra en el punto de mira de los imperialistas. Nicaragua ha sufrido ahora –como otros países- la guerra por los recursos que dirige hoy el imperio como lo hacía en otras zonas del globo en el siglo XX.

Tengo la impresión que sentiste muy contento con tu breve estadía en Nicaragua ¿cuáles han sido los motivos de tu satisfacción con la visita?

En Europa, pero es España lo que más me interesa lógicamente, se produce una y otra vez una situación entre absurda y asquerosa ante la sucesión de guerras, revoluciones de colores, primaveras, etc. Cada golpe de Estados Unidos en un país del mundo, ahora me refiero a América Latina, es secundado por el gobierno español, ¡gobierne quien gobierne! Sea la extrema derecha o la derecha ilustrada (para los confundidos: no hay izquierda, salvo la testimonial).

Absurda porque el presidente del gobierno español tiene la costumbre de presentarse el primero de todos los gobernantes del mundo ante la opinión pública nacional e internacional para apoyar cada uno de esos golpes. Aparte del infame ataque contra Iraq y otros, hace poco reconoció a Guaidó en un tiempo récord, apoyó a Moreno de la misma manera, etc., etc.

Asquerosa porque dice que lo hace en nombre de los derechos humanos, la democracia y otra sarta de mentiras de las que se avergonzaría cualquiera con una micra de humanidad. Para más INRI luego presenta a España como la madre patria, la hacedora del encuentro de culturas y otra sarta de sandeces.

Cómo no me iba a sentir contento si podía comprobar con mis propios ojos las sospechas que tenía en Madrid sobre las mentiras vertidas día tras día en la prensa, en las declaraciones de los políticos en el gobierno y en la oposición, de los ‘expertos’ y académicos…

¿Hay otro comentario sobre algún tema que no hemos tocado?

Aunque no estoy seguro porque, como he dicho, no he estado suficiente tiempo en Nicaragua, temo una cosa y creo otra.

La primera es que temo que un nuevo golpe pueda estar planificándose. Suena alarmista tras los meses transcurridos desde abril de 2018, pero precisamente me ha llamado la atención las reflexiones que he escuchado en algunas de mis conversaciones con colegas y otros nicaragüenses durante mi estancia: hay algunos signos de ello.

La segunda es que creo que sería bueno que los jóvenes implicados, especialmente las víctimas, pero también los participantes y los testigos en los sucesos, fuesen invitados a organizar en las aulas de sus facultades y otros espacios estudiantiles –voluntariamente y contando con la participación de profesores o no, según sus deseos- unas sesiones, conversatorios, incluso trabajo de grupos, como lo estimen oportuno, sobre lo ocurrido. El objetivo es doble:

Primero que el que quiera pueda sacar de su alma el dolor, el recuerdo, la reflexión… algo que podría ser sanador moral e intelectualmente.

Segundo que estén mejor preparados para que en el futuro no vuelva a suceder lo ocurrido en abril de 2018.

Fuente de la entrevista: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=261928

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Educación Pública: “Reproducción y Resistencia”

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

“…la iglesia es reemplazada hoy por la escuela en su rol de aparato ideológico de Estado dominante. Está combinada con la familia, como antes lo estuvo la iglesia. Se puede afirmar entonces que la crisis, de una profundidad sin precedentes, que en el mundo sacude el sistema escolar en tantos Estados, a menudo paralela a la crisis que conmueve al sistema familiar (ya anunciada en el Manifiesto), tiene un sentido político si se considera que la escuela (y la pareja escuela-familia) constituye el aparato ideológico de Estado dominante, aparato que desempeña un rol determinante en la reproducción de las relaciones de producción de un modo de producción amenazado en su existencia por la lucha de clases mundial…”:  Louis Althusser

Retomo en esta ocasión algunos fragmentos de uno de mis textos, que gentilmente publicó SDP Noticias, el 23 de mayo de 2018, a 50 años del mayo francés. Dije en ese entonces lo siguiente: La conexión social e histórica (como crisis) que se dio entre educación superior, movimientos sociales y poder político se elevó, hace cinco décadas, a su máxima expresión en diferentes ciudades del mundo. El cambio impulsado por los estudiantes y no pocos profesores, se reveló en forma de protestas, consignas libertarias y huelgas cuyos contenidos giraron en torno al cuestionamiento de las estructuras del poder político y económico, el señalamiento de las relaciones sociales hegemónicas y, entre otros efectos, la decadencia de las teorías sociales monocromáticas.

En relación con las ciencias sociales, las revueltas callejeras estudiantiles que se produjeron en ciudades como París, Praga y México, en 1968, condujeron a reflexionar, críticamente y en el plano teórico, sobre una de las tesis del filósofo francés Louis Althusser, en el sentido de que la institución llamada “escuela” juega un papel social específico, a nivel de conciencia, como “aparato ideológico del Estado”, junto con otras instituciones “clasistas” como los medios de comunicación, la iglesia y demás organizaciones de la cultura. La educación y los aprendizajes escolares, estaban destinados a reproducir, según Althusser, la “ideología de la clase social dominante”. (Tesis de la educación como medio de “reproducción” ideológica)

Con los hechos, la tesis del “reproductivismo (althusseriano) entró especialmente en crisis o sufrió una cuarteadura durante esos años, debido al contraste, al desencanto y al infortunio de sus interpretaciones sobre “lo social” y “lo ideológico”, que se desarrollaron en formato “blanco y negro”. Dicha vertiente se vino a tierra por su “linealidad” o “mecanicismo” en la arena de la discusión teórica, ya que las “escuelas superiores” se convirtieron, paradójicamente y a la luz de los acontecimientos, en las instituciones más “rupturistas” o “contestatarias” del Estado. (1)

De acuerdo con una narrativa de los hechos (2), estudiantes de California protestaron también, además de los europeos: “…(Es) en EUA donde se desarrollan, a partir de 1964, los movimientos masivos y más significativos de este período. En la Universidad de Berkeley, en California, el conflicto estudiantil tomó un carácter masivo. La primera reivindicación que movilizó a los estudiantes fue la «libertad de palabra» en favor de la libertad de expresión política (en particular, contra la guerra de Vietnam y contra la segregación racial). Las autoridades reaccionan de manera extremadamente represiva, contra la ocupación pacífica de los locales, con 800 detenciones.”… “El movimiento va a desarrollarse en masa y a radicalizarse en los años siguientes en torno a la protesta contra la segregación racial, por la defensa de los derechos de las mujeres y sobre todo contra la guerra de Vietnam. Del 23 al 30 de abril de 1968, la Universidad de Columbia, en Nueva York, es ocupada, en protesta contra la contribución de sus departamentos a las actividades del Pentágono y en solidaridad con los habitantes del gueto negro vecino de Harlem.”

Es 1968, los estudiantes en México protestaban también contra la represión policiaca; luchaban contra el autoritarismo en las calles, discutían, redactaban un pliego petitorio; creaban un Consejo Nacional de Huelga (CNH), integrado por representantes de las asambleas de más de 80 escuelas y facultades; creaban también un movimiento social en el cual las diferentes expresiones ideológicas y políticas de estudiantes y profesores, marcharían unidas; se organizaban, tomaban los planteles educativos y los defendían. La dirección colegiada del movimiento pedía diálogo con las autoridades. Convocaban al presidente de la República a protagonizar un diálogo público, que rechazó. El rector de la UNAM, Ing. Javier Barros Sierra, se unía a la protesta y encabezaba una marcha por el sur de la Ciudad de México. Después de diversas movilizaciones urbanas, se vendría la ola de represión y muerte por órdenes del gobierno federal… Tlatelolco en la memoria.

La generación de estudiantes y profesores de 1968, en México y el mundo, inaugura un nuevo lenguaje y un contenido, desde la ciudadanía, en favor de las libertades y los derechos políticos. Era la “contraideología de la clase social dominante”. Las escuelas ya no eran exactamente “las correas de transmisión de las ideas hegemónicas”. Esta generación en movimiento, pese a la represión gubernamental, generó ondas expansivas hacia el ejercicio de la conciencia social, la participación crítica, la defensa de los derechos humanos y la lucha contra las desigualdades sociales en los distintos ámbitos de la vida pública. A partir de entonces, la política ya no fue más un asunto de adultos ni de un grupo de élite. El régimen autoritario, con su hegemonía política priista, se vio obligado a aceptar la apertura democrática y a recrear, con criterios limitados de pluralidad, el sistema de partidos.

Pienso en nuestras protestas universitarias locales de 1983, en la UNAM. En las movilizaciones universitarias y politécnicas, de 1985, solidarias con las víctimas y damnificados de los sismos. O las protestas del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) de la UNAM, contra la “Ley Carpizo” de 1986; en los movimientos sociales, la emergencia de la disidencia magisterial y por la democratización de los sindicatos; en la participación universitaria, amplia y diversa, en el Congreso Universitario de la misma UNAM, en 1990. Hago también memoria de los diversos movimientos estudiantiles que se han dado en diferentes partes de México y el mundo durante los últimos 30 años, a veces con la misma matriz contestataria. Recuerdo con simpatía a los estudiantes críticos y activos del movimiento “#YoSoy132”, que inició en 2012, en la Universidad Iberoamericana (UIA). Y sigo sin olvidar a los 43 o más estudiantes normalistas muertos y desaparecidos, en Iguala, en septiembre de 2014.

Me pregunto, después de 50 años de revueltas callejeras, de consignas ingeniosas e irreverentes, de construcciones y “deconstrucciones”, (como diría Jacques Derrida); de rupturas, crisis y quiebres: ¿Qué hemos aprendido, como sociedad, durante estas cinco décadas de lucha y generación de conciencias críticas desde los espacios educativos? ¿Cómo se han transformado las relaciones políticas, económicas y sociales durante este lapso? ¿Cuál es el estado de cuenta o cómo se encuentra la factura del “autoritarismo” de los gobiernos con relación a la sociedad? ¿Qué avances se han logrado en materia de educación cívica y ética al pasar el tiempo y el transcurrir de estas historias? ¿Los y las estudiantes universitarios, normalistas y polítécnicos, hoy, están de “vuelta a la normalidad”?

Estos fragmentos los recupero para plantear la pregunta que da título a este breve comentario: “Educación Pública: Reproducción y Resistencia”. También planteo esta cuestión a propósito del artículo de opinión que publicó ayer el doctor Lev Velázquez en La Jornada (17 de julio, 2019), puesto que ahí el autor emplea la expresión: “aparato ideológico del Estado”, como categoría filosófica, politológica y sociológica; concepto que no había leído desde hace muchos años en documentos de análisis sobre la coyuntura política en materia educativa.

Esto afirma el doctor Velázquez: “El papel de la escuela como aparato ideológico del Estado está desplazando la dimensión social del currículo, las nuevas identidades del capitalismo neoliberal exigen modelar como un performance los antivalores del libre mercado en todos los aspectos de la organización escolar y en los comportamientos de los actores de la educación: alumnos, familias, funcionarios y, por supuesto, de los maestros. En este sentido, dejo una provocación: la evaluación estandarizada y masiva no tuvo como objetivo primordial el despido, sino la instauración de la evaluación como instrumento para la fiscalización vertical, la precarización y creación de la identidad neoliberal.” (3)

Acepto la provocación y propongo argumentos, no necesariamente en contra, sino a favor, pero con ciertos matices: En su libro “Educación y Política en México” (Nueva Imagen, 1987), Olac Fuentes Molinar escribió (Introducción): “El intento de explicar cotidianamente la finísima dialéctica de la educación y la política me convenció, si alguna duda me quedaba, de que lo que sucede en la escuela no puede entenderse a partir de aquella noción de “aparato ideológico de Estado”, término que no volví a usar y que originalmente me había deslumbrado por su clarificadora sencillez. Reconociendo todas las funciones de reproducción que cumple el sistema escolar, hoy soy mucho más sensible a su otra naturaleza –la de institución ´civil´ y de espacio de la lucha ideológica y política-, como a la supervivencia de prácticas arcaicas, a la filtración de lo popular y dominado, y aún así, gris es la teoría…”.

Pienso que se requiere debatir con más profundidad este tipo de planeamientos o enfoques teóricos, no tanto para convencer o para persuadir a los colegas, sino para comprender de manera más completa el fenómeno de la “reproducción” ideológica y cultural que tiene lugar en las instituciones sociales (no sólo en la escuela pública), así como adentrarse en la fenomenología de las “contrapartes”, de las “rupturas”, las resistencias, las oposiciones y las crisis (del sistema educativo) como procesos complejos, que nos permiten entender y analizar la realidad social tanto en lo local como en lo nacional y global. Por ello, me inclino en pensar a la escuela pública de manera diferente a como lo sugirió Althusser; en su lugar, prefiero la aproximación que propuso en su momento Henry A. Giroux (Teoría y resistencia en educación: una pedagogía para la oposición. México: Siglo XXI, 1992), es decir, mirar a la escuela pública, en parte, como un espacio contradictorio, de resistencia, de contestación, de “antirreproducción” o de apropiación crítica de valores; como opción para ejercer el cuestionamiento a las hegemonías cognitivas, ideológicas o pragmáticas de cualquier signo. (Tesis de la educación como espacio de “resistencia” ideológica y Pedagogía de los límites).

Espero que este diálogo no termine aquí y, sobre todo, aspiro a que las concepciones “reproductivista” y de la “resistencia” se enriquezcan, porque ciertamente describen segmentos importantes de los episodios de distribución ideológica (desde la “célula escuela”); incluso diría que ambas concepciones se complementan para desarrollar el análisis de los fenómenos educativos. Ello lleva implícito dar un nuevo paso teórico de ruptura o quiebre: pasar de tener una mirada monocromática fija a otra multicolor y en movimiento. ¿O acaso la óptica desde la resistencia es la excepción que confirma la regla del reproductivismo?

Fuentes consultadas:

(1) https://www.sdpnoticias.com/nacional/2018/05/23/el-mayo-frances-50-anos-de-aprendizajes

(2) http://es.internationalism.org/revolucion-mundial/200805/2255/mayo-del-68-el-movimiento-de-estudiantes-en-francia-y-en-el-mundo

(3) https://www.jornada.com.mx/2019/07/17/opinion/020a2pol

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