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Acciones educativas de lectura y escritura deben convertirse en prácticas sociales y políticas

Por: Erick Juárez Pineda

Las prácticas de lectoescritura con las y los niños se deben poner al centro de los planes educativos, no solo como estrategias pedagógicas, sino como prácticas sociales y de incidencia.

Esto lo señaló Luz María Moreno Medrano, investigadora de la Universidad Iberoamericana y Directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación  (INIDE), donde agregó que deben existir puentes entre la investigación educativa y los movimientos sociales para amplificar las mejores prácticas e incidir en la toma de decisiones en la materia.

En el marco del II Coloquio Internacional sobre Prácticas Letradas en clave Interseccional y Postcolonial, Moreno Medrano explicó que este tipo de incidencia se pudo reflejar en el Proyecto Educativo Autónomo Otomí en la Ciudad de México, en el cual desarrolló una serie de estrategias, en colaboración con la Comunidad Otomí organizada en la Ciudad de México, a través del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), con el fin de atender las necesidades educativas de un grupo de niñas en edad escolares que habitaban en el campamento de la colonia Juárez, en la Delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México, donde se tomaron las instalaciones del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.

Explicó que durante esta intervención se logró contribuir al seguimiento a los procesos de aprendizaje de la lectoescritura a través de distintos mecanismos con el uso de tabletas electrónicas, material impreso y didáctico.

«Durante este proyecto, las y los niños pudieron tener experiencias gratificantes de lectura y escritura. A través de ellas pudieron expresar y entender su realidad y crearon lazos afectivos de experiencias académicas», señaló.

De esta experiencia, destacó que se deben poner al centro las prácticas letradas como prácticas sociales y políticas, a fin de incidir en la mejora del ejercicio del derecho a la educación, además, de enriquecer las visiones del mundo a través de la experiencia de los menores, a fin de comprender los diversos contextos en los que se desarrolla.

El pasado octubre del 2020, integrantes de la Comunidad Otomí organizada en la Ciudad de México tomaron las instalaciones del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas para que se garantice su derecho a la vivienda, al trabajo, educación y servicios de salud. Ante ello, este grupo sufrió una serie de desalojos violentos de sus campamentos y los menores no tienen garantizado el acceso a la salud, educación y vivienda.

Fuente e imagen:  https://www.educacionfutura.org

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Reedición de entrevista a Paulo Freire: El educador es un político y un artista

Por: Bloghemia

«La educación sistemática refleja los intereses de quienes detentan el poder y no puede cambiarse radicalmente un sistema educativo si no se transforma el sistema global de la sociedad.» – Paulo Freire 

Entrevista a Paulo Freire, publicada por primera vez, en la edición impresa en la edición impresa del diario El País,  el 19 de mayo de 1978.
«Nací en el nordeste de Brasil hace mucho tiempo, en 1921, lo que significa que en. septiembre cumpliré 57 años. Pero te diré que me siento como si tuviera tu edad. Yo soy un hombre joven y sólo descubro que no tengo veinticinco años cuando tengo que subir cinco pisos sin as censor.
Me siento muy contento de vivir y soy un hombre siempre alegre, aunque tengo también mis depre siones y mis tristezas. Recife, capital del estado de Pernambuco, es una sensación casi constante en mi vida. Allí me enraícé, tuve mis pri meras experiencias de ser, mis difi cultades y una. infancia dificil, du ra. Llevo en mi cuerpo y en mi alma a todas partes donde voy las marcas de mi cultura y de mi historia.
En Recife crecí, estudié, me hice hombre, me encontré con mi mujer -probablemente uno de los mejores encuentros que yo hice en mi vida-, la encontré y fui encontrado por ella y nos gustó el encuentro, del que vinieron los hijos. Hace 34 años que estamos experimentándonos día a día e intentando crear algo hecho con cariño, con amor, con esperanza, con dudas, con gusto, con sufrimiento, con todo lo que hay en la vida. Actualmente trabajo en el Consejo Mundial de Iglesias porque tengo aquí mi espacio y mi trabajo. Desarrollo, sobre todo, un trabajo de asesoría para varios Gobiernos africanos como funcionario de esta Oficina de Educación. Me ofrecen este espacio que me es necesario, fundamental. Esta es la razón por la que preferí estar aquí a ser profesor en algunas universidades que me han invitado y significado. No se me ofrece este espacio a cambio de ningún tipo de vinculación religiosa con este organismo. Precisamente en toda mi experiencia nunca me sentí tan disponible, tan liberado de trabajo como aquí. Por eso estoy.
Tenemos cinco hijos -tres mujeres casadasy dos hijos jóvenes- y tenemos nietos. Los dos hijos son músicos: uno de veintiún años, que termina su carrera superior de guitarra clásica y da clases en un conservatorio aquí en Suiza y otro, más joven, que estudia percusión. A mí me gustaría hacer lo que ellos, pero no puedo. Y me gusta que ellos lo hagan porque les gusta y porque hacen lo que aman.»
Pregunta. ¿Usted no ha hecho lo que le ha gustado hacer?
Respuesta. Sí, por supuesto, hice lo que me gustaba: trabajar en el campo de una educación comprometida. Me gustaba de joven y me gusta todavía ser un educador, pero un educador que fuera también un educando constante de su educando, no un pedagogo técnicamente frío, imposiblemente neutro. Un educador que experimenta constantemente y se recrea y se rehace con los educandos.
P. Paulo Freire lleva muchos años viviendo fuera de su país.
R. No fue una opción. Yo no dejé, yo fui dejado. Tuve que salir de Brasil tras el golpe de Estado del 64, cansado de prisión, de interro gatorios. No obstante, no puedo comparar mi experiencia de cárcel con la de miles de brasileños. Después del golpe del 64 pasé 75 días en dos períodos en la cárcel y vi que no había condiciones para quedarse en el país. En el exilio, yo radicalicé mi brasilidad, al tiempo que me volvía una especie de ser multicultural y multinacional, sin ninguna alusión a las multinacionales, de las que estoy en contra. Estos catorce años de exilio me han enseñado mucho, pero sigo siendo un brasileño radical en todo, en mi manera de hablar, de pensar y en mi gusto por las comidas. Esto no significa que no sea capaz de amar otros pueblos y de comprender otras culturas.
P. Los países que ha recorrido y el trabajo que ha hecho, ¿hacia dónde le han decantado?
R. En definitiva, la razón por la que tuve que salir de mi país fue mi opción de educador. Jamás pude admitir la mixtificación de que la educación es un quehacer neutral. Yo pienso lo contrario, que la educación es siempre un quehacer político. No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma. El educador es un político y un artista; lo que no puede ser es un técnico frío. Ello significa que tiene que tener una cierta opción: la educación para qué, la educación en favor de quiénes, la educación contra qué. A las clases socialesi dominantes no les gusta la práctica. de una opción orientada hacia la liberación de las clases dominadas. Esta es mi opción: un trabajo educativo, cuyos límites reconozco, que se dirija hacia la transformación de la sociedad en favor de las clases dominadas.
P. ¿Cuáles son los límites que usted reconoce?
R. La educación sistemática refleja los intereses de quienes detentan el poder y no puede cambiarse radicalmente un sistema educativo si no se transforma el sistema global de la sociedad. Se pueden introducir reformas, pero no cambios radicales. Sería una ingenuidad de grupos revolucionarios, por ejemplo, pensar que podría pedirse a las clases dominantes que hicieran un tipo de educación que trabajara contra sí mismas.
P. ¿Cómo puede comérseles terreno a las clases dominantes en este tema?
R. Es una pregunta histórica que tiene que tener una respuesta histórica; por tanto, no puede asegurarse que haya unarespuesta en forma de prescripción o receta. Es una de las cuestiones que los movimientos progresistas democráticos revolucionarios han de abordar en función de su realidad, sin que pueda haber una solución importada, porque las acciones tienen que ser distintas según los contextos.
P. ¿Este concepto de educación puede avanzar en sociedades como las que existen actualmente en América Latina, por dar un ejemplo de características distintas, o en Europa Occidental, donde los sistemas dé cultura y los mecanismos de cambios están más anquilosados?
R. En Latinoarnérica, con excepción de Cuba, que hizo su revolucíón, hay diferentes espacios y oportunidades. A mi juicio, cada vez es más difícil hacer una educación así allí, con establishment de tipo militarista. Lo que se plantea no es poder o no en general, sino observar los regímenes que están intentando una transformación, que tienen que reflexionar bastante sobre qué y cómo hacer, lo cual no es fácil. Basta echar una ojeada a los periódicos para saber cuál es el nivel de represión de Chile, Argentina, Bolivia o Uruguay, para no hablar de Brasil que fue pionero en esto. Con respecto al caso europeo, tengo la impresión de que algunas sociedades tienen ciertas islas, su espacio político permite algunas experiencias progresistas en cuanto a educación. A veces, dentro, incluso, de los sistemas educativos puede hacerse algo en un sentido más progresista. A los educadores se les plantean dos cuestiones: si tienen clara su opción política y si tienen igualmente clara la relación entre táctica y estrategia: qué quieren, qué pueden hacer y cómo aprovechar los espacios de que dispongan para hacer algo. Es fundamental no ser ingenuo, ser crítico.
P. La mayor parte de su obra se basa en dos libros pilares: la Educación como práctica de la libertad y la Pedagogía del oprimido. ¿A qué etapa de su trabajo corresponden?
R. La Educación como práctica de la libertad es la primera etapa y fue escrita mucho después de llevar a cabo la experiencia. Quizá interese saber, sobre todo a la gente joven, que se frustra porque no ha escrito todavía, que yo pasé más de diez años de práctica sin escribir nada. Mi mujer me llamaba constantemente la atención y me desafiaba para que escribiera, pero, no obstante, este fue mi primer libro -anteriormente sólo hay una tesis doctoral- y lo escribí con más de cuarenta años, probablemente con 41. Fue un informe de muchas de las cosas que yo intenté hacer en Brasil. Estudia la metodología en el campo de la alfabetización de adultos con análisis históricos, sociológicos y filosóficos. En este libro es donde yo soy más ingenuo. Algunas veces soy muy criticado por mis ingenuidades en tesis que recibo de estudiantes. Pero no siempre lo hacen bien, porque analizan sólo uno o dos de mis libros y yo no me he muerto, sigo haciendo y escribiendo algo. Reconozco que en la Educación como práctica de la libertad a veces no fui claro. Por ejemplo, no hice ni una referencia a este carácter político de la educación, lo cual fue un fallo.
P. ¿Quizá no se atrevió?
R. No, no era un problema de atrevimiento. Era más bien que yo, ingenuamente, tenía otro nivel de preocupación. Me preocupaba, por ejemplo, intensamente, por las marcas cristianas que me dejó mi formación, por la cuestión del humanismo. Y muchas veces me he olvidado de que si no concretas realmente la dimensión humanista corres el riesgo de caer en ciertas posturas idealistas.
P. ¿La educación política que luego ha salido de la obra de Paulo Freire está reñida con ese concepto cristiano de sus primeras épocas?
R. Yo no renuncio a mi formación cristiana. Ahora, no soy un mágico religioso. Hasta podría decir que no soy un hombre religioso, soy un hombre en búsqueda constante.
P. No es religioso, pero es deísta.
R. Sí, claro. Y no he encontrado ninguna razón para no serlo. A veces me dicen que ésta es una de mis contradicciones, puesto que huelga análisis marxistas. Y respondo que yo también tengo derecho a ser contradictorio. Lo que importa es con quién estoy en mi lucha, qué quiero.
P. La Pedagogía del oprimido recoge sus experiencias en la alfabetización de adultos. ¿Cómo empezó la puesta en práctica de su método?
R. Pasé mucho tiempo investigando en silencio hasta que encontré algunas cosas que me abrieron camino, puertas que me permitieron seguir adelante y en las cuales me encuentro todavía. Yo sigo buscando. Mi trabajo actual, en Africa, principalmente, me ha dado una oportunidad excelente de superarme constantemente con un espíritu siempre crítico, a pesar de las ingenuidades, con el espíritu de quien no pretende dormirse en base a los resultados obtenidos. Siempre he estado y sigo insatisfecho; te diría mejor que intento experimentar una sensación de satisfacción insatisfecha o de insatisfacción satisfecha. Esto es lo que me empuja constantemente a buscar. Por esta razón, mi trabajo actual en Africa me hace conocer de nuevo lo que yo pensaba que conocía de antes, reconocerlo mejor, descubrir lo que desconocía y procurar conocerlo. Estoy trabajando con los gobiernos de cuatro de las antiguas colonias portuguesas, Angola, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe, en el campo de la educación, en general, y de la educación de adultos, en particular. Esta experiencia está recogida en un libro que acaba de sacar la editorial Siglo XXI, de México: Cartas a Guinea Bissau.
P. ¿Qué era lo que más le preocupaba cuando escribió su segundo libro, la Pedagogía del oprimido?
R. El papel de las clases oprimidas en el proceso de su liberación y las relaciones entre ellas y los liderazgos revolucionarios. Este papel debe ser el de sujeto de la propia transformación, de la liberación. Y esta liberación no puede ser resultado de un regalo, sino de un esfuerzo constructivo, creativo, y, por tanto, de superación del orden no libre o no liberador. Esto es lo que yo intenté analizar, bien o mal, en este libro, escrito en 1968 en Chile, tras cuatro años de estancia allí -donde, por cierto, aprendí español, por lo que lo hablo un poco achilenadamente- Es, en definitiva, una tentativa teórica de comprensión más radical de mi esperiencia en Brasil, Chile y otros países de América Latina, un libro que está mucho más allá del primero, aunque también tenga alguna de sus ingenuidades. Pero hace pocos días releí algunas de sus páginas y, si me permites, te diría que me gustaban. Y es interesante ver cómo este libro, cuya primera edición se hizo en septiembre del 70, en Estados Unidos, tiene reediciones todos los .años en todas las lenguas.
P. ¿Hasta qué punto cree usted que ha influido en parte de las concepciones de los movimientos guerrilleros de América Latina?
R. Tengo la impresión de que algunos movimientos guerrilleros, para los que tengo mi respeto y también mis críticas, encontrarían que lo que yo dije en la Pedagogía del oprimido era absolutamente nada, ingenuo. Como si yo hubiera dicho que primero había que educar a la masas oprimidas, a las clases dominadas, para después hacer la transformación. Yo no dije nunca eso. Lo que yo dije es que la revolución es en sí un acto pedagógico, una pedagogía. Por tanto, es necesario que aquéllos que se comprometen con un proceso de transformación revolucionaria sean coherentes. La revolución no es algo para ser hecho por las masas, pero sí con ellas. Y si es con ellas, esta simple preposición ya sugiere una forma pedagógica dialógica a ser vivida y experimentada entre el liderazgo y las masas populares.
P. ¿Es fácil llevar a cabo esa interrelación?
R. Esta es una cuestión que los liderazgos se tienen que contestar en su praxis revolucionaria. Yo diría, sin embargo, que este intento de comunión con las masas se encuentra, a mi juicio -y lo dije en la Pedagogía del oprimido- muy encarnado en Guevara y en Fidel. En Guinea-Bissau el intento de comunión con las masas está también muy enraizado en Amilcar Cabral, a quien mataron. Amilcar fue exactamente un líder de la liberación de su pueblo, que estuvo siempre con su pueblo y no para o sobre su pueblo. Amilcar fue, al mismo tiempo, un gran educador y un gran educando de su pueblo.
P. ¿Los actuales movimientos que han heredado el sistema guerrillero en América Latina han olvidado este carácter pedagógico?
R. No estoy muy al tanto, pero creo que no, que lo sienten cada vez más, por su propia praxis. Así como fue mi praxis la que me enseñó y me ensaña cada vez más, la práctica de estos grupos les ha enseñado muchas otras cosas; pero yo no puedo hablar por ellos.
P. ¿Cómo puede introducirse en algunas sociedades modernas el binomio educación-libertad, que usted propone, dado que la clase dominante no está dispuesta a prescindir de parte de su poder?
R. Yo te diría de nuevo que la educación en cuanto superestructura está directamente relacionada con las transformaciones radicales que se den en la infraestructura y ligada íntimamente al problema del poder. No puede pedirse a quienes tienen el poder que dejen de tenerlo. Hasta hoy, en la historia, la clase dominante no cometió ningún suicidio.
P. Actualmente, en España hay planteado en el campo educativo un conflicto entre la escuela privada y la escuela pública. Y quizá se pretende identificar la escuela privada con la libertad de escuela. Otros piensan que esto se mueve en el campo de intereses de los que hasta ahora han detentado la educación como un negocio.R. Sí, me parece que es eso. Siempre que fue posible, mis hijos estudiaron en escuelas públicas, pues éstas tienen muchas más posibilidades de superar un cierto elitismo que crean las escuelas privadas.
P. Y, en muchas ocasiones, están subvencionadas por el Estado.
R. Esas son peores que ninguna, porque los defensores de la escuela privada dicen que los padres tienen derecho a elegir el tipo de escuela para sus hijos. Pues que elijan; pero que no pretendan que el Estado subvencione la escuela de sus hijos, que trabaje para un grupo sólo y no para todos.
Fuente e Imagen: https://www.bloghemia.com/2020/12/paulo-freire-el-educador-es-un-politico.html?m=1
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Reseña del libro “Educación, Política y Movimientos Sociales” (PDF)

Por: Selene Kareli Zepeda Pioquinto*

El libro Educación, Política y Movimientos Sociales, fue coordinado por la Doctora Guadalupe Olivier, está conformado por nueve capítulos, en los que colaboran: Lucía Rivera Ferreiro, Sergio Tamayo, Roberto González Villarreal, Massimo Modonesi, Saúl Velasco Cruz, Eduardo Bautista Martínez, Aleksandra Jablonska y Alejandro Álvarez Martínez.

Dicho libro se editó por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco y la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales en 2016, con número ISBN-13 9786072809734, mismo que cuenta con 271 páginas.

Los autores antes mencionados son especialistas en educación intercultural, movimientos sociales, política educativa, educación artística; y a partir de la presente obra, han logrado mirar e investigar a la educación más allá de los centros escolares; tal como lo señala Olivier, “desde el ámbito político de la educación, frecuentemente se encuentran perspectivas que se concentran en el análisis y evaluación, en el mejor de los casos, de las políticas educativas (Olivier, 2016, p. 11). De tal manera, los análisis que en su mayoría se realizan respecto a educación “parten de una definición acotada de lo educativo, asociándolo a lo escolar, donde lo que puede observarse es una suerte de contextualización del problema educativo en el marco de luchas y disputas por el poder, pero sin tomar como eje básico propiamente el conflicto y las resistencias como el aspecto nodal desde una perspectiva que impacta en los procesos educativos” (Olivier, 2016, p. 11).

En este sentido, uno de los objetivos centrales del libro es dar muestra “de cuando la educación se encuentra con los movimientos sociales”, así como exponer “Casos y experiencias” concretas. De tal modo que, en el primer capítulo, Guadalupe Olivier presenta el carácter político de la educación, eje central que atraviesa toda la obra, siendo este: lo político, el conector entre educación con los movimientos sociales.

En los capítulos subsecuentes se hace un acercamiento particular a esas Otras formas de mirar el campo educativo, donde lo alternativo, la organización colectiva, lo pluricultural y multicultural también gestan proyectos en educación que muchas de las veces surgen a raíz de los movimientos sociales, como ha sido el caso de “El Centro de Estudios para el Desarrollo Rural” en Puebla, México; el Movimiento de los videoastas comunitarios, México; las expresiones artísticas populares del Movimiento Social Haitiano; así como las luchas, experiencias y educación política de la generación postzapatista, México. Siendo estos algunos de los casos concretos en los que profundizan los autores del libro.

A través de la obra Educación, política y movimientos sociales, se hace una invitación a ampliar la mirada con la cual se estudia a la educación, al tiempo que se exponen esas acciones educativas que dan cuenta de una educación contestataria, emancipatoria y comunitaria.

Enlace para descargar y leer el libro: https://redmovimientos.mx/wp-content/uploads/2020/07/Educacion-Pol%C3%ADtica-y-Movimientos-Sociales-Olivier.pdf

 

*Investigadora del Centro Internacional de Investigaciones «Otras Voces en Educación». Socióloga de la educación. Maestra en Desarrollo Educativo con especialidad en Política Educativa.

Fuente: la autora escribe para OVE

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De la muerte de la política a la política de la muerte

Por: Emir Sader
Los orígenes de la catástrofe humanitaria que vive Brasil se pueden rastrear en nuestra historia. Podríamos buscarlos en la marca más profunda de nuestro tipo de sociedad: las desigualdades sociales, de las que somos campeones en América Latina, a su vez el continente más desigual del mundo.

Podrían buscarse más recientemente, cuando el Partido de los Trabajadores (PT) emergió en la política brasileña y, más específicamente, cuando las candidaturas de Luiz Inácio Lula da Silva comenzaron a acechar a las élites brasileñas. O, cuando el PT realizó los mejores gobiernos de la historia de Brasil, atacando, por primera vez de manera frontal y prioritaria, las desigualdades sociales en nuestro país.

O, incluso más recientemente, en la reacción de la derecha al éxito de estos gobiernos. Sin poder condenar al PT y a sus gobiernos, aclamados por la mayoría de los brasileños por sucesivas victorias electorales, tendría que atacar furtivamente al PT, tratando de vincularlo a la corrupción y atacar la política, la misma que, a través de la democracia, había permitido que Brasil tuviera los mejores gobiernos de su historia.

Precisamente los vinculados a la peor política –medios de comunicación, grandes empresarios, partidos tradicionales, líderes autoritarios como Jair Bolsonaro, entre otros– se enfocaron en descalificar la política. Un tema que siempre atrae a los más despolitizados, entre ellos, a los jóvenes de clase media, recién llegados a la política, incluso al condenar el aumento de los boletos de autobús.

¿Qué manera más fácil que decir que todos los políticos y todos los partidos son iguales? Quienes protagonizaron esta pantomima fueron los mejores ejemplos de la peor política y los más corruptos. Baste decir que el paso de Bolsonaro de un político despreciable, a líder de esta ola, se hizo a través del mejor ejemplo del peor político y la familia más corrupta.

Esta supuesta sentencia de muerte de la política terminó, por este sinuoso mecanismo, desembocando en un gobierno que practica la política de muerte. La política no sólo no murió, también se desdobló en el peor tipo de política: la que niega la democracia, la que atenta contra los derechos de todos, la que predica la violencia como forma de enfrentar los conflictos, la que hace la apología de la dictadura militar y la tortura, que pide la desaparición de los enemigos.

Se instaló un gobierno que, de diferentes maneras, es un gobierno de política de muerte. Muerte por la absoluta despreocupación por proteger la vida de las personas frente a la pandemia, con su negatividad en relación con el propio virus. Que, por el contrario, se burla de las formas de aislamiento, el uso de máscaras, la restricción del movimiento de personas.

A quien no le importa ni tiene ningún tipo de solidaridad con las víctimas de la violencia policial, a la que alienta, descalificando a las víctimas ensalzando la heroicidad de los verdugos. Predicar el uso de la policía y, si pudiera, de las propias fuerzas armadas, de todos los órganos que basan su acción en la violencia y la falta de respeto a los derechos de las personas.

Un gobierno que personifica la muerte, la lucha contra la vida, fue el resultado de la lucha contra la política, por la muerte de la política. De tal manera que la lucha por la vida es la lucha contra el gobierno de Bolsonaro. Y la lucha contra el gobierno de Bolsonaro es la lucha por la vida.

La democracia requiere el rescate de la política, como actividad de defensa de los intereses públicos, desde la convivencia de diferentes posiciones y puntos de vista. El final de la política es la dictadura, es la victoria del pensamiento único, es la ausencia total de la diversidad, del debate, de la convivencia de todos. La lucha contra la política resultó en la catástrofe que vivimos hoy en Brasil.

https://www.jornada.com.mx/2021/05/26/opinion/020a2pol

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Un país que teme a un campesino con lápiz

El proceso electoral actual que vive el Perú con miras a elegir al próximo Presidente del país, el 6 de junio, está develando todas las miserias intelectuales y morales del bicentenario Perú oficial. La oligarquía peruana, sus intelectuales, opinadores, empresarios evasores, religiosos, medios corporativos… todos en guerra desigual contra un campesino con lápiz.

Las circunstancias políticas colocan al electorado peruano en una disyuntiva inevitable: u optamos por la conocida corrupción pública u optamos por la dignidad promisoria. De eso se trata el próximo 6 de junio.

Kieko Fujimori quiere ser Presidenta para evitar la cárcel

Keiko Fujimori, candidata presidencial del Perú oficial que aglutina a la oligarquía nacional, y a la gran mayoría de los limeños obnubilados por las promesas neoliberales que nunca les llega, quiere llegar al Palacio de Pizarro para evitar entrar a la cárcel por delitos de corrupción. El Ministerio Público del Perú pide 30 años de cárcel para Keiko por delitos como organización criminal, obstrucción a la justicia, entre otros.

Keiko Fujimori, cuyo padre el dictador Alberto Fujimori (quien purga cárcel por delitos de lesa humanidad) privatizó los principales bienes comunes del país, y constitucionalizó el neoliberalismo en 1993, desde los 19 años de edad ejerce función pública con tufo a corrupción. Promete más neoliberalismo en un país que agoniza por los nefastos impactos de dicho sistema.

Pedro Castillo, un campesino con lápiz en mano promete revertir el neoliberalismo

Pedro Castillo, campesino, maestro rural y dirigente magisterial, desde las profundidades del Ande peruano, con sus 51 años de edad, materializa la promesa de la “reserva moral” y “orgullo/dignidad nacional” del Perú.

Promete revisar los contratos de privatización, nacionalizar el gas de Camisea, cobrar impuestos a las empresas, convocar a una Asamblea Constituyente Popular, renunciar a su salario presidencial…

Las encuestas electorales, que ahora sí hablan de Pedro Castillo, reiteran la imparable superioridad creciente de Castillo sobre Keiko. Por más que los medios corporativos pro Keiko se esfuerza por ocultar las plazas y calles abarrotadas por seguidores de Castillo, las redes sociales, como el Facebook, evidencian que en las redes sociales y en el interior del Perú Castillo ya ganó las elecciones.

Ilusos y corruptos disparan contra Pedro Castillo

En este contexto absolutamente incómodo para la oligarquía peruana, todos los empresarios evasores de impuestos que se enriquecieron con los procesos de privatizaciones, incluso las y los limeños clasemedieros ilusos que alardean honestidad intelectual y rectitud moral, ahora, cierran filas contra Pedro Castillo acusándolo de “radical”, “desestabilizador de la democracia” “terrorista”. ¡Incluso la izquierda neoliberal le exige a Castillo moderar su programa de gobierno!

¡Lima vive una histórica consternación colectiva jamás antes vista en su historia ante el crecimiento electoral imparable de un campesino con lápiz en mano!

¿Le temen al campesino o al campesino con lápiz?

En el Perú oficial actual, el campesino continúa siendo un “nadie”. Un NO ciudadano, condenado a cargar con la responsabilidad de alimentar al país sin disfrutar de ningún derecho, ni oportunidades. Mucho menos de derechos políticos.

Para la oligarquía y el peruano acriollado el campesino es un haragán. Un ser vicioso del que nadie debe fiarse. Por eso, ahora, cuando ven avanzar a un campesino hacia el Palacio de Pizarro, incluso los menesterosos limeños arengan: “Viene el comunismo, viene el terrorismo. Nos va a quitar todo”.

Esta reacción enfermiza contra el campesino Pedro Castillo es la externalización del pensamiento y sentimiento arcaico de la oligarquía peruana que jamás evolucionó ni tan siquiera al nivel del pensamiento lascasiano del siglo XVI que concedía el beneficio de la duda sobre la humanidad del indígena.

Perú, un país donde campesinos e indígenas son motivos de sospecha

En el intento de Estado moderno peruano, las y los campesino nunca fuimos, ni somos, ni seremos, ciudadanos. El Estado peruano y su aparato ideológico se funda y se sostiene en la negación y subordinación del campesinado.

Formalmente Ramón Castilla, allá por el siglo XIX, liberó de los tributos al campesinado. Y, en 1969, Velazco Alvarado, mediante la Reforma Agraria, emancipó formalmente a los campesinos del pongueaje. Pero, todo eso fue y es letra muerta. En los hechos, para el Perú oficial y para la ilusa limeñidad, indígenas y campesinos seguimos siendo la “músculos rudos a explotar laboralmente”.

La oligarquía le teme al campesino Castillo, no sólo porque, ahora, se proclama en las urnas como sujeto sociopolítico, decidido a gobernar un país quebrado moral e intelectualmente, sino porque este diabólico campesino se acerca a raudos al Palacio de Pizarro lápiz en mano para gobernar un Estado pensado y organizado por y para criollos colonizados.

Un campesino, lápiz en mano, viene a gobernar al Perú criollo. A ese país que alardeó superioridad cultural, por siglos, frente a sus vecinos como Bolivia, sólo porque tenía como sede de gobierno a la ciudad virreinal de Lima con aroma a naftalina. Esto es una derrota mental e intelectual para la oligarquía y sus acriollados limeños. Un ignorante campesino, un nadie, le viene a educar lápiz en mano. ¿Acaso la limeñidad y sus patrones no basaban su superioridad en su proyecto de civilizar al Perú profundo? ¿Cómo es que ahora, un incivilizado, un indeseado desde Los Andes, avanza proclamando civilizar y modernizar al país? Esto les duele hasta en el tuétano a los oligarcas y a sus siervos culturales.

El miedo, entonces, no es sólo al “insolente” campesino que avanza hacia el Perú criollo de la limeñidad, decidido a gobernar el país, sino el terror es ante todo al campesino que lápiz en mano acecha al feudo de la podredumbre corrupta del Perú oficial para emprender una prometida revolución intelectual y moral. Pedro Castillo, al parecer, ahora, es el Brujo de Los Andes que la oligarquía peruana y sus limeños temen.

Fuente: https://rebelion.org/un-pais-que-le-teme-a-un-campesino-con-lapiz/

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Repolitización de los conflictos

Por: Leonardo Díaz

En otras palabras, reorientar los problemas sociales hacia un espacio público participativo.

El filósofo Daniel Innerarity ha escrito un interesante artículo titulado “Arrogantes y crédulos” (El País, 11-4-2021), donde aborda el problema de las implicaciones de analizar las tensiones políticas de las sociedades democráticas actuales subordinándolas a problemas de experticia y de conocimiento científico.

Innenarity denomina el fenómeno como “epistemologización de lo político” y una de las implicaciones que deriva del asunto es concebir los problemas de las democracias contemporáneas como consecuencia de la ignorancia ciudadana o de la incompetencia del liderazgo político.

Se trata de lo que en otros artículos he denominado “la perspectiva intelectualista de la política”. Desde esta mirada, los conflictos políticos se reducen a meros debates racionales donde la presentación de las evidencias y de las inferencias correctas de los datos bastaría para saldar los conflictos y para trazar políticas públicas correctas.

Para Innerarity esta actitud se concretiza en una colonización científica de los espacios que genera a su vez resistencias políticas. Una de las expresiones de esta oposición es el negacionismo.

Desde la perspectiva intelectualista, el negacionismo se explica como el producto de un déficit cognitivo. Así, el individuo que niega la eficacia de las vacunas, o sostiene que no existe la pandemia del COVID-19, carece de información o de conocimiento epidemiológico. Siendo asi, deberiamos verlo como alguien cuya voz no debe ser escuchada en la conversación sobre las políticas de salud dirigida por los expertos.

Pero semejante lectura del fenómeno es simplista. Si bien dentro del negacionismo encontramos personas que responden al perfil descrito, no todos se adecuan al mismo.

Por ejemplo, una de las manifestaciones del negacionismo es el movimiento anti-vacuna. Como ejemplifica la antropóloga Heidi Larson en su libro Stuck, How Vaccine Rumors Start–and Why They Dont Go Away, el negacionismo ante las vacunas es un tipo de catarsis relacionada con narraciones personales o del entorno, actitud de desconfianza hacia el gobierrno de turno, rechazo hacia determinados consorcios u organismos internacionales, entre otros factores.

No es casual que el negacionismo y el populismo político anti-experticia hayan proliferado en la era de los macrodatos. Hoy lidiamos en un mundo donde junto a la asimilación acrítica de los sistemas algorítmicos, existe una resistencia al control tecnocientífico de la vida cotidiana.

Ante esta situación, Innerarity propone “repolitizar los conflictos”. En otras palabras, reorientar los problemas sociales hacia un espacio público participativo para que las políticas públicas no se vean como una imposición de los expertos y que los enemigos de la ciencia no terminen pareciendo los amigos de la democracia.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/repolitizacion-de-los-conflictos-8936551.html

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Libro (PDF): Pandemia, política econômica e as mudanças na orden juridica

Reseña: Clae


Editado por el Instituto RTM de Direito de Trabalho e Gestao Sindical y Belo Horizonte 2020, este libro fue organizado por Giovani Clark, Ícaro Moreira Ursine, Ricardo Antonio Lucas Camargo y Samuel Pontes do Nascimento. Se pregunta cuáles son los frutos que se están escogiendo para enfrentar la pandemia del covid-19.

La obra está compuesta de trabajos con diversos abordaje sobre el tema, producidos por docentes y disertantes de las universidades brasileñas PUC Minas, UFMG, UEMG, UFPI, UFRGS UFJF, USP, UFV y de Instituciones de Enseñanza Superior de Argentina y Uruguay, que investigaron, debatieron e intercambiaron informaciones sobre los acontecimientos durante el largo y difícil 2020, todos reunidos por el grupo de estudios de la Fundação Brasileira de Direito Econômico (FBDE) y del Grupo de Estudios e Pesquisa em Direito Econômico Washington Peluso Albino de Souza.

Livro – Panademia, Política Econômica e as mudanças na ordem jurídica 2020

Fuente e imagen:  https://estrategia.la/2021/03/17/pandemia-politica-economica-e-as-mudancas-na-orden-juridica/

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