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Entrevista a Noam Chomsky Qué futuro tiene la paz en el mundo

Por: John Rachel

Los acontecimientos se suceden a un ritmo cada vez más acelerado. Ante una alarmante escalada de las tensiones en todo el mundo, nos dirigimos a nuestros pensadores y pensadoras más respetadas y conocidas para pedirles una evaluación honesta de la política exterior y militar de EE UU y que nos expliquen qué piensan y qué datos manejan en a actualidad. Sabemos que tienen algunas ideas para mejorar las perspectivas de paz.

Noam Chomsky no precisa ninguna presentación. Ha dedicado toda su vida a denunciar los abusos de poder y excesos del imperio estadounidense. A sus 92 años de edad, sigue implicándose activamente en el debate nacional. Por supuesto que nos sentimos honrados por el hecho de que se haya avenido a hablar con nosotros y compartir sus puntos de vista.

Las cuestiones planteadas en esta entrevista no son de naturaleza filosófica o abstracta. Se centran en las vicisitudes de la lucha por el poder a escala internacional que podemos contemplar en tiempo real. Abordan directamente el papel de EE UU en la escalada de tensiones y su capacidad para mitigarlas. Preguntamos también por la influencia que puede ejercer la ciudadanía común en las relaciones que tiene y tendrá EE UU con el resto del mundo.

Esto es lo que nos dijo Noam Chomsky.

El Bulletin of Atomic Scientists (BAS) ha puesto recientemente las manillas del reloj del fin del mundo en los 100 segundos antes de medianoche. La medianoche representa la guerra total, el probable holocausto nuclear. Nunca han estado tan cerca. ¿Estás de acuerdo con este funesto augurio?

Un augurio certero, por desgracia. Los analistas del BAS mencionan tres grandes amenazas crecientes: la guerra nuclear, la destrucción medioambiental y lo que algunas personas han llamado una infodemia, el fuerte declive del discurso racional, que es la única esperanza para afrontar las crisis existenciales.

Cada año de la presidencia de [Donald] Trump, el minutero se fue acercando a la medianoche. Hace dos años, los analistas dejaron los minutos y optaron por el segundero. Trump fue potenciando constantemente las tres amenazas. Vale la pena reflexionar sobre lo cerca que estuvo el mundo de una catástrofe indescriptible el pasado noviembre. Otros cuatro años de carrera de Trump hacia el abismo podría haber tenido consecuencias incalculables. Claro que sus acólitos no lo ven de esta manera, pero curiosamente cabe decir lo mismo de ciertos segmentos de la izquierda. De hecho, las letanías liberales sobre sus abusos también eluden en gran parte sus principales crímenes. Conviene tenerlo en cuenta cuando creemos que él mismo o algún clon suyo puede recuperar pronto las riendas del poder. También conviene tener en cuenta las advertencias de miles de científicos de que estamos acercándonos a puntos de no retorno en la destrucción ambiental. Podemos leer sobre todo esto en Aljazeera.

EE UU siempre se presenta como la principal fuerza del planeta que promueve la paz, la justicia, los derechos humanos, la igualdad racial, etc. Las encuestas nos indican que la mayoría de los demás países consideran en realidad que EE UU representa la mayor amenaza para la estabilidad. ¿Dónde piensas que está la verdad?

Incluso durante los años de Obama, los sondeos internacionales mostraron que la opinión mundial contemplaba a EE UU como la principal amenaza para la paz mundial, muy lejos de cualquier otro país. Esto no trascendió a la población estadounidense, aunque cualquiera podía acceder a estos datos a través de los medios extranjeros o de fuentes disidentes. Ocasionalmente de difunden ejemplos ilustrativos. Así, hubo alguna mención del reciente voto de Naciones Unidas por el que se condenaba las salvajes sanciones contra Cuba, que prácticamente constituyen un bloqueo: 180 contra 2 (EE UU e Israel). El New York Times descalificó el dato diciendo que los críticos de EE UU habían aprovechado para abrir la válvula de escape. Muy normal. Cuando aparecen artículos sobre lo desatinado que está el mundo, suele prevalecer la curiosidad por las enfermedades mentales que provocan esa incapacidad patológica de reconocer nuestra nobleza.

No hay nada nuevo con respecto a este posicionamiento. Es muy propio de las culturas imperiales. Incluso una figura tan extraordinaria como John Stuart Mill se extrañaba de que el mundo no entendiera que Gran Bretaña era una potencia angelical que se sacrificaba por el bien del mundo… en un momento en que su país estaba cometiendo uno de sus crímenes más horribles, como él sabía muy bien.

Una pregunta que nos lleva al dilema del huevo o la gallina: EE UU acusa a Rusia y a China de reforzar rápidamente su potencial militar y afirma que su propio posicionamiento y el incremento de su armamento son una respuesta a sus adversarios hostiles, Rusia y China. Tanto Rusia como China dicen que no hacen más que responder a la intimidación y las amenazas militares por parte de EE UU. ¿Qué opinas? ¿Tienen Rusia y China ambiciones imperiales o no hacen más que defenderse frente a lo que consideran un militarismo estadounidense cada vez más agresivo?

Pueden sernos útiles algunos datos básicos. De acuerdo con la principal organización de seguimiento internacional, el SIPRI, “el crecimiento del gasto [militar] total en 2020 estuvo muy influido por los patrones de gasto en EE UU y China. EE UU aumentó su gasto por tercer año consecutivo hasta alcanzar los 778.000 millones de dólares en 2020”, frente a China, que lo ha incrementado a 252.000 millones de dólares (y mucho menos si contemplamos el gasto per capita, claro). En cuarto lugar, detrás de India, viene Rusia: 61.700 millones.

EE UU es el único país que no se enfrenta a amenazas creíbles a su seguridad, aparte de las supuestas amenazas junto a las fronteras de sus adversarios, que están rodeados de misiles nucleares apostados en algunas de los 800 bases militares estadounidenses esparcidas por el mundo (China tiene una, en Yibuti). Ha habito intentos internacionales de evitar la militarización del espacio exterior, que constituiría una grave amenaza para la supervivencia. La iniciativa al respecto vino principalmente de China y Rusia, pero Washington la bloqueó durante muchos años.

El número de misiones de espionaje, vuelos de bombarderos nucleares y juegos de guerra cerca de las fronteras de Rusia ha aumentado enormemente a lo largo del año pasado. Lo mismo ha ocurrido en China. ¿Acaso todo esto no es más que un mero postureo geopolítico normal y corriente? ¿O se trata de una escalada peligrosa y de un nuevo rumbo ominoso del plan estratégico de EE UU? ¿Cuál es la justificación de lo que Rusia y China consideran provocaciones y actos agresivos, o incluso preparativos para una guerra?

Esto es muy peligroso. La planificación estratégica se ha reorientado para centrarse en la guerra con China y Rusia. Se han producido actos provocativos junto a sus fronteras, que ya están plagadas de armas ofensivas estadounidenses. China viola el derecho internacional en el mar de China Meridional, aunque EE UU, la única potencia marítima que no ha ratificado la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, no está legitimado para objetar. La respuesta correcta a las violaciones por parte de China no pasa por una peligrosa demostración de fuerza, sino por la diplomacia y la negociación, encabezadas por los países de la región afectados directamente. La mayor amenaza tiene que ver con Taiwán. También en este caso, una diplomacia sensata, en vez de provocaciones, puede evitar lo que sería un desastre.

En una democracia, la ciudadanía tiene, al menos en teoría, la posibilidad de influir en todos los asuntos políticos. Sin embargo, al final ninguna de las recientes campañas militares y guerras no declaradas parecen contar con el favor o apoyo popular. ¿Cuál es y cual debería ser el papel de la ciudadanía común a la hora de decidir la política exterior y las prioridades militares del país? ¿O habría que dejar estos asuntos en manos de los expertos?

De acuerdo con el artículo I de la Constitución [estadounidense], el Congreso es el único legitimado para declarar la guerra. Sin embargo, hace tiempo que esta disposición se encuentra en el fondo de la papelera, junto con las demás disposiciones molestas del documento que nos enseñan a reverenciar.

En una democracia plena, la ciudadanía debería tener la última palabra en los asuntos del Estado. No es nuestro caso. Y debería se una ciudadanía informada. No es nuestro caso. La primera guerra mundial es un ejemplo clásico. En 1916, [Woodrow] Wilson ganó las elecciones esgrimiendo el lema de “paz sin victoria”. Después lanzó una impresionante campaña de propaganda para inflamar a una población pacifista e infundirle el odio a todo lo alemán, acompañada de falsas noticias sobre atrocidades cometidas por los germanos, fabricadas por el Ministerio de Información británico; la visión orwelliana estaba viva y coleando mucho antes de Orwell. Fue todo un éxito. No fue el primer ejemplo, ni el último. La propaganda estatal sigue siendo sumamente eficaz, dondequiera que miremos, reforzada por los medios de comunicación leales y la clase intelectual.

Un ejemplo sorprendente, con importantes connotaciones, se ha conocido justo unas horas antes de que me sentara a escribir: “Más estadounidenses creen que Irán posee armas nucleares que los que piensan que las tiene Israel. Se sabe que Israel posee armas nucleares desde hace decenios (aunque no lo reconozca oficialmente) y no está demostrado que Irán las haya tenido jamás, pero la percepción del público estadounidense presume una realidad diferente: el 60,5 %, incluido el 70,6 % de los Republicanos y el 52,6 % de los Demócratas, dicen que Irán posee armas nucleares, frente al  51,7 % que dice que Israel las tiene, incluido el 51,7 % de los Republicanos y el 51,9 % de los Demócratas.”

Los logros de la propaganda incesante pueden ser pasmosos.

Una vez más, los medios ayudan de diversas maneras. Para citar un caso muy relevante, hace poco los editores del New York Times unieron virtualmente al mundo entero, incluido Irán, con el llamamiento a la creación de una zona libre de armas nucleares en Oriente Medio. Esto pondría fin a la supuesta amenaza del armamento nuclear iraní y reduciría radicalmente las graves tensiones regionales, que encierran un gran peligro. En la propuesta de los editores se omitió un detalle: Israel, la única potencia de la región que tiene armas nucleares. También se omitió el motivo por el que esta propuesta sumamente importante no se haya implementado: EE UU la bloquea, para asegurar que los copiosos armamentos israelíes no vayan a ser inspeccionados. De hecho, EE UU se niega a reconocer oficialmente que Israel cuenta con armas nucleares, pese a que no cabe ninguna duda de ello. Si lo hiciera, podría tener que aplicar la ley estadounidense y bloquear previsiblemente toda ayuda a Israel.

A la multitud no le conviene saber que sus vidas están amenazadas por mor de proteger las fechorías de Israel y la participación de EE UU en las mismas.

En relación con esto, a la ciudadanía y a la mayoría del Congreso se les oculta la verdad en relación con misiones especiales, operaciones cibernéticas, intervenciones para cambiar regímenes, todo ello realizado en nombre de la ciudadanía estadounidense. Los fondos que financian esta metástasis del mundo oscuro de sabotaje y terror en el resto del mundo también son un secreto. Actualmente se espía a fondo a ciudadanos y ciudadanas de EE UU, aquí mismo, en casa. ¿Cómo encaja cualquiera de estas cosas en “el país de los libres”? ¿Significa que aquello del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no es más que una farsa?

Si dejamos que sea un timo. En el pasaje inicial de una de las primeras obras modernas importantes de ciencia política, un hombre sabio –David Hume– señaló que “el poder está en manos de los gobernados”. Siempre que opten por ejercerlo. Si se proponen tomar las riendas del Estados en sus propias manos dentro de una comunidad cooperativa, como pretendían la clase trabajadora y el campesinado de EE UU a finales del siglo XIX. Pero fueron aplastados por la violencia del Estado y del capital.

Texto original: https://www.counterpunch.org/2021/08/27/what-are-the-prospects-for-peace-an-interview-with-noam-chomsky/

Traducción: viento sur

John Rachel es director del Peace Dividend Project.

Fuente: https://vientosur.info/entrevista-a-noam-chomsky-que-futuro-tiene-la-paz-en-el-mundo/

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Entrevista a José E. Muratti Toro, escritor, docente e investigador puertorriqueño: “He buscado un balance entre escribir sobre nuestro pasado lejano y cercano mediante una narrativa que integre la ficción a los hechos históricos”

José E. Muratti Toro (Mayagüez, Puerto Rico) es historiador, docente e investigador, adscrito a la Universidad Carlos Albizu. Además, es ensayista, poeta, novelista, traductor, documentalista cinematográfico, productor y autor teatral. Muratti Toro ostenta un grado de Bachillerato en Humanidades de la Universidad de Puerto Rico (B.A.), una Maestría en Educación (M.Ed.) de CUNY, realizada en su Centro de Estudios Graduados. Realizó estudios doctorales en Sociología en SUNY-Stony Brook, y en Historia de Puerto Rico y el Caribe (Ph.D., 2017) en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Muratti Toro fue miembro de la Junta de Directores de la Asociación de Industriales y presidió el P.E.N. de Puerto Rico Internacional. José es autor de, entre otros trabajos creativos: La víbora del desierto de Kavir y otros cuentos (Cuentos, 2012), En la punta de los dedos (Poemario, 2013), Utopías descifradas (Poemario, 2014), La ruta de la seda… de tu piel (Poemario, 2015) y Mensajeros de los Dioses (Novela, 2017).Muratti Toro ha respondido a mis preguntas, y todas sus respuestas son para compartirles con vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – En el 2020 se publicó El Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Es el primer volumen de una obra que contiene un segundo volumen titulado Historiografía, historicismo y rescate de lo invisible: Reflexiones sobre el acercamiento teórico al Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. ¿De qué trató o tratas en estos dos volúmenes de trabajo investigativo? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

– José E. Muratti Toro (JEMT, en adelante) – En primer lugar, muchas gracias por la entrevista. El texto de referencia es la adaptación para libro de mi tesis doctoral del mismo título (Volumen I) para el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. El segundo tomo recoge mis reflexiones sobre el Historicismo como teoría de acercamiento a dos autores contemporáneos entre sí que escribieron sobre el Caribe en el contexto histórico de la Revolución de las Trece Colonias. El último libro de Barbara Tuchman, ganadora de dos Pulitzers, se titula The First Salute, y trata sobre la primera vez que una nave de guerra, con la nueva bandera de las Trece Colonias, recibió un saludo oficial en el puerto de Sint Eustatius, una colonia holandesa entre Anguila y St. Kitts. Esta servía de puerto de contrabando para los imperios europeos con colonias en el Caribe. El saludo le confirió a las colonias en rebelión, el estatus de nación entre naciones con presencia en el Caribe.

El historiador cubano Herminio Portell Vilá publicó Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, Tomo I en 1938, y Los otros extranjeros en la Revolución Norteamericana, en 1978. En ambos libros, Portell pormenoriza la relación de las Trece Colonias con España y el Caribe previo a la Revolución y relata el rol que jugaron ambas en la Guerra de Independencia. A pesar de que Portell emigró a Florida tras la Revolución Cubana y su biblioteca fue destruida por los milicianos, en los documentos que pudo retener y publicaciones posteriores, el historiador denunció la invisibilización del Caribe y España en dicha guerra por parte de los historiadores y agencias gubernamentales estadounidenses.

Mi acercamiento a estos hechos históricos fue el tema de disertación sugerido por mi director de tesis, el Dr. Jorge Rodríguez Beruff. El mismo pretendió demostrar lo denunciado por Portell mediante un análisis del historicismo como marco teórico que asigna un (o el) significado de los eventos de acuerdo al lugar y momento histórico en que tienen lugar. La historia narrada (o documentada por cada una de las sociedades en conflicto), las corrientes filosóficas que influyen en las ideologías de los protagonistas de dichos eventos, las condiciones económicas, políticas y militares que dan paso a las acciones por dichos protagonistas, y el significado que tienen dichas acciones en el continuo de la historia, permiten entender tanto por qué ocurrieron dichos acontecimientos y no otros, así como el rol que habrían de jugar en el recuento sobre el pasado de cada sociedad o nación. En el contexto de dicho análisis, el historicismo confronta el positivismo de uno de sus principales exponentes, Leopold von Ranke. Su aserción al efecto de que la historia es “lo que realmente ocurrió“ domina la narrativa de Barbara Tuchman para describir los hechos históricos, sin tomar en consideración los aspectos ideológicos, económicos y contextuales que influyeron en los acontecimientos que tuvieron lugar. Portell, por su parte, adoptó una posición que podríamos catalogar de ideológica de confrontar la actitud imperialista de los Estados Unidos al relatar su historia, a pesar de que abrazó el rol histórico de la potencia norteamericana frente a la Revolución Cubana, que él prefirió rechazar y lo llevó a exiliarse precisamente en los Estados Unidos.

El segundo volumen, Reflexiones sobre el acercamiento teórico al Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, contrasta las corrientes teóricas basadas en los planteamientos filosóficos de Giambattista Vico, Friedrich Hegel, Georges Lefebvre, R.G. Collingwood y Walter Benjamin, y pretenden insertar los roles de la ideología, y el discurso (inevitablemente ideológico) elaborado por Michel Foucault, en la reconstrucción del pasado desde la perspectiva moderna. Este tomo también referencia el rol de la literatura en la narrativa histórica, sin entrar en el determinismo que cataloga la historia como una disciplina de la literatura, según ha planteado el posmodernismo.

– WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo-investigativo previo a El Caribe en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y vuestro trabajo creativo-investigativo posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño y su memoria personal o no de/ con lo caribeño o no dentro de Puerto Rico y Estados Unidos?

– JEMT – Uno de los efectos que ha tenido esta investigación en mi rol como investigador, docente y ensayista, es mi disposición a distanciarme de ciertos cánones ideológicos al momento de mirar hacia el pasado, así como a los acontecimientos presentes, comprensibles en gran medida, por la forma en que han sido influenciados por las ideologías. El uso del materialismo-histórico como herramienta para comprender el pasado resulta ineludible e indispensable para deconstruir el actual sistema-mundo, así bautizado por Immanuel Wallerstein, como normalizador de una ideología más prevalente y determinante que la tradicional dicotomía socialismo/capitalismo y derecha/izquierda.

Las democracias liberales del sistema-mundo occidental se apropiaron de una serie de iniciativas consideradas “socialistas” por sus opositores cuando fueron introducidas y posteriormente establecidas. A la vez que países socialistas como China y Vietnam han adoptado modelos de producción capitalista para complementar su control de los bienes de producción por parte del estado. En este contexto internacional cobra pertinencia el planteamiento de Max Weber sobre el rol del carisma como catalizador y, en algunos casos, detonante de los movimientos que determinan quién llega a ostentar el poder, con sus efectos usualmente nefastos para su sociedad o nación. Algunos ejemplos de la aspiración y obtención del poder por el poder mismo, partiendo y ejerciendo el poder desde la personalidad y el carisma, van desde Julio César, Genghis Khan y Pedro I de Brasil, hasta Mussolini, Hitler y Trump, a pesar de la lascivia por el vil metal de este último.

Desde esta perspectiva mi acercamiento a la realidad puertorriqueña como nación caribeña frente a su relación con los Estados Unidos, es fundamentalmente materialista-histórica pero, a la vez, crítica de la ausencia de una definición operacional de la soberanía y la indispensable auto-sustentabilidad de las fuerzas que combaten la relación colonial de nuestras islas-naciones del Caribe con el imperio estadounidense. La aparente inhabilidad de nuestras sociedades y naciones de defender nuestros propios intereses y los de nuestros ciudadanos, obedecen en gran medida a la dependencia que fomenta el colonialismo y las consecuentes luchas fratricidas que impiden un desafío amplio y coherente ante el poder imperial. De igual forma, resulta ineludible reconocer que aún cuando se tiene plena consciencia del dominio mediante los mercados de la opinión y la política pública, incluso durante una etapa poscolonial, resulta sumamente difícil descolonizar la conceptualización del desarrollo y el crecimiento, para idear y formular procesos conducentes a la autosuficiencia.

Desde el punto de vista de escritor, me provoca escribir ficción que revele o desenmascare las contradicciones de nuestros conceptos de libertad condicionada, sin depender de tratados y ensayos historiográficos reservados para la academia que no le resultan pertinentes a una sociedad incrementalmente subyugada a las comunicaciones mediáticas enfocadas en el mercadeo y el consumo.

– WRS – Si compara vuestro crecimiento y madurez como persona, docente, investigador y escritor con su época actual en Puerto Rico, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo-investigativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?

– JEMT – Un poco como extensión de mi respuesta a la pregunta anterior, considero que mi madurez como persona, docente, investigador y escritor me ha distanciado bastante de las corrientes de análisis crítico de nuestra realidad política y económica, y de las vertientes ideológicas que delimitaron el discurso anticolonial de mediados de los siglos XIX y XX. He llegado a la conclusión, lo cual me ha ganado enemigos y detractores, de que de la misma forma que el sistema-mundo se ha reinventado para neutralizar, cooptar y deslegitimar muchas de las exigencias de justicia social de nuestra condición colonial y de marginación económica, quienes aspiramos a transformar dicho sistema necesitamos reinventarnos en nuestros planteamientos y alternativas para un futuro alterno. No es posible hablar de desarrollo económico sustentable sin hablar de empresarismo y, por lo tanto, de propiedad privada, en cuyo caso necesitamos reconstituir el estado, paradójicamente, en armonía con políticas tales como “El Nuevo Trato” de Franklin Delano Roosevelt, que establecieron procesos, sistemas y agencias para reducir, aunque si pretender eliminar, la disparidad de recursos y la injusticia social.

Necesitamos pactar con el sector privado qué tipo de desarrollo económico queremos y podemos establecer en un estado soberano que resulte provechoso para ambas partes. Esto implica que ambas partes necesariamente tendrían que ceder parte de sus prerrogativas y expectativas de desarrollo y crecimiento. De igual forma, me parece indispensable realizar un nuevo tipo de educación política que combata el tribalismo entre quienes aspiramos a una sociedad y futuro post neoliberal, de suerte que podamos vencer en primer lugar la lucha fratricida de quienes aspiramos a ese futuro alterno para poder vencer al poder económico y político que ha fomentado y se ha lucrado de la corrupción durante los pasados siglos, para crear una sociedad equitativa y justa.

En cuanto a mi obra, podemos decir que mis artículos y ensayos de fondo, pretenden plantear estas alternativas como punto de partida para un diálogo desamarrado de preconcepciones metodológicas de lucha aunque sin renunciar a sus lecciones. En el contexto literario, he buscado un balance entre escribir sobre nuestro pasado lejano y cercano mediante una narrativa que integre la ficción a los hechos históricos, y escribir sobre experiencias humanas que no pertenecen necesariamente a nuestra realidad inmediata de Puerto Rico o el Caribe, sino a que podrían ocurrir en gran parte del planeta, con sus obvias salvaguardas culturales.

– WRS – José, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo-investigativo con el de su núcleo generacional de docentes, investigadores y estudiantes con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico, Estados Unidos y fuera? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo-investigativo a su quehacer de docente e investigador y vuestro trabajo escrito de interés y cruce entre Puerto Rico, Estados Unidos, América Latina y el Caribe?

– JEMT – Observo dos tendencias entre docentes e investigadores contemporáneos. Hay un renovado entusiasmo por investigar el pasado, inmediato y pre-moderno o antiguo, e incluso revisitar conceptos y preceptos establecidos por la historiografía y las ciencias políticas del siglo XIX y XX. Esta nueva mirada, a mi entender, pretende tanto comenzar a descartar parte de ellos, sobre todo por sus justificaciones posmodernas fuertemente vinculadas al neoliberalismo, como con la inclinación a aflojarse un poco el cuello de la camisa de corte materialista histórico. Vemos nuevos ensayos y artículos sobre los clásicos que, un poco como el acercamiento lúdico de Sartre y Beauvoir, identifican y reconocen sus inconsistencias sin necesariamente descartar sus aciertos.

Esta actitud viene acompañada de un nuevo secularismo que le remueve la aureola y la sotana a los pensadores de los pasados dos siglos que jurábamos habían “dado en el clavo”, definido lo que se debía saber y, sobre todo, acuñado un canon del cual no era posible distanciarse sin correr el peligro de la excomunión académica e ideológica. Sin renunciar al reconocimiento del materialismo como motor de gran parte de la actividad humana, y sin caer en los positivismos y la micro-historiografía que desvirtúa causas y efectos a nivel nacional y transnacional, muchos ensayistas procuran entender hasta qué punto todavía las corrientes de pensamiento actuales siguen siendo influenciadas por credos, religiosos y seculares, y cuestionamientos filosóficos sobre una nueva exploración del ser en la era del materialismo y el consumismo epidémicos. Simultáneamente, se examina de forma crítica la insuficiencia de las herramientas que han promovido diversas corrientes ideológicas para sustentar proyecciones futuras en el plano conceptual, sobre todo si se someten al análisis riguroso de una praxis documentada, cuantificada y privilegiada como indicador fiable del desarrollo humano, económico y político, en lo prospectivo.

En cuanto a los estudiantes, tengo limitado acceso a estudiantes graduados pero a nivel de escuela superior y bachillerato, parecería que el ejercicio de la razón ha sido sustituido por el ejercicio de la medición de resultados, sobre todo los que han sido propiciados por el estado y el sector privado para favorecer el empleo y el empresarismo. No son pocos los colegas que enseñan a nivel subgraduado que batallan cada día no solo la carencia de datos e información que tal vez una generación atrás parecía incomprensible, sino la falta de curiosidad, el desinterés y la pereza por obtener un conocimiento medular incluso para las ocupaciones y profesiones a que aspiran con demasiado frecuencia como futura fuente de ingresos y no como oficio o profesión en los cuales invertir sus talentos.

Hay un tercer elemento que me parece vale la pena contemplar: el estado de anomie, acuñado por el sociólogo francés Emile Durkheim, que sufre la sociedad moderna. Más que una “ausencia de normas” como la definió la sociología tradicional, cada vez más estamos sufriendo como sociedades, como raza humana, un desajuste (dérèglement) colectivo e individual. Cada vez más las reglas que guiaban la conducta de diversos sectores se han ido flexibilizando, descartando por imprácticas o demasiado costosas, o sustituyendo por otras que obedecen a las demandas de los mercados tanto ocupacionales como de producción. Este desajuste nos ha atomizado y continuamente nos desvincula de nuestras raíces y comunidades hasta el punto de no tener un sentido de pertenencia robusto a nada que no sea nuestras individuales insuficiencias y búsqueda de gratificaciones. Esta anomie multiplica la angustia existencial que se asociaba con el cambio de siglo del XIX al XX, solo que en el presente la auto-enajenación mediante licores y drogas, se “complementa” con la dependencia psicológica del consumo y de unas plataformas de comunicación que, paradójicamente, nos distancian aún más de nuestros pares y otros significativos. A esto es necesario añadir la “universalización” y “legitimación” de la corrupción que ha convertido las reglas en escollos, en obstáculos de movilidad social y en trampas que atentan contra la libertad de acción individual que desemboca en una criminalidad sancionada, ignorada o sujeta a las probabilidades del azar y, con frecuencia, exacerba la angustia de la soledad compartida.

– WRS – Ha logrado mantener una línea de creación-investigación enfocada en Estados Unidos y sus relaciones con Puerto Rico, América Latina y el Caribe en y desde Puerto Rico y Estados Unidos. ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo-investigativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

– JEMT – En el contexto de la vorágine política que han estado experimentando los Estados Unidos y Puerto Rico, he concentrado mis ensayos, artículos y comentarios en-línea, en los Estados Unidos por dos razones primordiales. Hay mucha gente mucho más conocedora que yo de nuestros procesos políticos que constantemente publican y no me parece sensato invertir tiempo en un terreno que otros ya dominan y reseñan magníficamente.

En el caso de la situación actual de los Estados Unidos, me parece importante estudiarla, analizarla y reseñarla, en parte porque mi tema de tesis me llevó a explorar muchas de las raíces de las desigualdades e injusticias que han desembocado tanto en la elección del anterior presidente, como de las condiciones que prevalecen en la nación. Pero también en parte porque los acontecimientos allá pueden tener mitigantes o catastróficos efectos acá, tanto en momentos de crisis como de cara a la relación futura de la isla con la metrópolis.

Un segundo término de Donald Trump podría haber tenido serias repercusiones dada su abierta hostilidad y prejuicio contra la isla y los puertorriqueños. De igual forma, un primer término de Joe Biden, podría dar paso al planteamiento de que la mejor o única forma de brindar “reparaciones” o compensación a la isla por 122 años de colonia, sería la estadidad que, al menos la mitad de los boricuas y la mitad de los estadounidenses, rechazarían. Por otro lado, las medidas para mitigar los efectos del Covid destinadas a Puerto Rico bajo la actual administración se anticipa no encontrarán los escollos que se confrontaron durante el pasado cuatrienio.

Pero hay una tercera razón. Además del resentimiento que tiene un segmento tal vez minoritario, pero no por eso menos significativo por la invasión y colonización de la isla por los Estados Unidos, a un sector significativo le provoca indignación su intervención directa e indirecta en todos los países de la América Latina y muchos otros por todo el mundo. Dicho esto, resulta innegable reconocer que, para gran parte de los países del planeta, los Estados Unidos representan un ejemplo de un sistema en el que supuestamente imperan las leyes y no los políticos, algo que Trump estuvo a punto de destruir. La “estatura moral” con que los Estados Unidos han combatido las dictaduras que amenazan sus intereses comerciales y militares, le han creado la impresión a gran parte de las poblaciones de dichos países que los Estados Unidos es el paraíso de libertad y democracia de que se ufana. Claro, si uno vive en una choza en Somalia, Honduras o Syria, o bajo un régimen militar o protofascista como el de Filipinas, Turquía o Egipto, la posibilidad de que una mujer somalí pueda ser electa al Congreso de los Estados Unidos o de que una hija de inmigrantes de Jamaica y la India, pueda llegar a la vicepresidencia, convierte en superficiales o irrelevantes todas las desigualdades, prejuicios y marginaciones de las minorías en los Estados Unidos. Millones de inmigrantes, aun los que provienen de los más empobrecidos países latinoamericanos, africanos o asiáticos, obtienen hogar, trabajo o establecen pequeños negocios, envían sus niñas a la escuela y, los más educados, logran acceso a prestigiosas universidades, remunerables profesiones y hasta un megáfono lo suficientemente resonante para denunciar injusticias.

Los Estados Unidos es un experimento de amplias aspiraciones y contradicciones. Las iluminadas palabras (tanto en el sentido de la transformación filosófica y política del medioevo a la modernidad como en las innegablemente justas aspiraciones de equidad y justicia de sus fundadores), que han servido de faro para el mundo dos cientos treinta y siete años después de la ratificación de su Constitución, han sido desvirtuadas, maculadas, traicionadas, tanto por su aferramiento a la esclavitud y la servidumbre como únicas formas de vida para las poblaciones no-blancas, como por su falta de escrúpulos al momento de socavar, sabotear y derrocar gobiernos, democráticos y totalitarios, por todo el mundo, para servir las exigencias de sus corporaciones y sus mercados. Ni Satanás, ni la Madre Teresa.

Ante la posibilidad de que se invalidara el discurso de los Estados Unidos a favor de la democracia liberal que ha librado del fascismo y el totalitarismo a tantos países, pero que ha mantenido a la mayoría de sus ciudadanos sujetos a la voluntad de las clases dominantes y sus intereses económicos, gran parte del mundo contuvo la respiración ante lo que sería la mayor amenaza contra la humanidad en su historia (tal vez con la excepción de la de Genghis Khan y Adolph Hitler): el fascista Donald Trump con el poder del Pentágono para imponer sus caprichos cualquier mañana, cualquier tarde, cualquier noche.

¿Qué sería de Puerto Rico bajo su poder absoluto? Desafortunadamente, y como demostraron los miembros del Partido Nuevo Progresista y tantos hispanos y boricua-descendientes desde Florida hasta la novia de Donald Trump, Jr. en California, demasiados puertorriqueños no se percataron o prefirieron ignorar la amenaza que representó Trump, no solo para los Estados Unidos sino para el resto del mundo. Ante esa apatía o ignorante endoso, me ha parecido pertinente documentar y detallar las formas y procesos en que el expresidente representaba un peligro para todo el planeta.

– WRS – Sé que vos es de Puerto Rico. ¿Se considera un historiador puertorriqueño o no? O, más bien, un historiador caribeño, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

– JEMT – Soy historiador puertorriqueño primero y caribeño después. Recientemente, mi tesis fue tema de discusión en la XX Jornada del Libro Caribeño de la Asociación Mexicana de Estudios Caribeños, y anticipo participar en las próximas Conferencias de la Sociedad de Estudios Caribeños y la Conferencia de Historiadores del Caribe. Sin embargo, aspiro a ampliar y profundizar en los temas de investigación sobre el Caribe que, con honradísimas excepciones, no conforman un área de investigación tan amplia como nuestro rol amerita en la trayectoria del Caribe como puente colonial y fuente de financiamiento de las metrópolis europeas y estadounidense.

– WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género, y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo-investigativo y su formación en Puerto Rico y Estados Unidos?

– JEMT – Esta pregunta resulta sumamente compleja. Comienzo por lo más sencillo. Desde el punto de género, soy un hombre puertorriqueño identificado con el feminismo y militante en favor de los derechos de la mujer así como de la comunidad LBGQI+. El concepto étnico es complicado. Soy lo que la hegemonía blanca llama un “mulato”, lo cual se traduce en una reservada aceptación entre la élite blanca puertorriqueña y una marcada suspicacia entre su versión estadounidense y de gran parte de Europa. Me identifico como negro en el Censo, pero reconozco que a muchos de mis pares, familiares y amistades negras, les parece una parejería de mi parte pues no me consideran como tal. El limbo es de los mestizos. Para mí, obviamente, la mirada a ambas características de mis compatriotas está matizada por mi auto-percepción y experiencia percibiendo y acotando las reacciones y actitudes de quienes han discriminado en contra de quienes lucen como yo, abierta o solapadamente durante 50 años.

El asunto “ideológico-político” es más complejo aún. Soy independentista. Dicho esto, mi análisis “ideológico” de nuestra condición colonial no está exenta de confligir con algunas de las aspiraciones de muchos independentistas y algunos soberanistas para con un Puerto Rico soberano. Creo que las herramientas de análisis tradicionales desde la perspectiva de mi generación y los colectivos que promueven la independencia siguen siendo indispensables para entender nuestra realidad presente pero necesitan evolucionar para idear, concebir y, sobre todo, proponer un futuro alterno que no deberá estar alineado con ninguno de los dos polos representados por la Guerra Fría en su versión del tercer milenio.

La condición colonial puertorriqueña prácticamente imposibilita una transición hacia un sistema exento de la propiedad privada, de la misma forma que carece de las condiciones para abrazar proyectos de gobierno centralizado que provocarían terror a la pobreza y el autoritarismo que la inmensa mayoría de nuestra población asocia con el socialismo. Entonces, si bien la libertad política representa un estado ideal anclado en los conceptos de identidad, dignidad y autosuficiencia, una significativa mayoría de nuestro pueblo está dispuesta a sacrificar dicha libertad a cambio de unos escalonados niveles de seguridad económica sujetos a ingresos y a las posibilidades de obtenerlos o aumentarlos. Este es un tema que me fascina y sobre el cual he comenzado a investigar para compartir reflexiones que inviten al diálogo.

Las libertades asociadas con la democracia y los derechos civiles que esta suele cobijar: libertad de palabra, de asociación, de culto, de prensa, de reclamación por daños incurridos por parte del estado, todas contenidas en la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, y compartidas por la mayoría de las democracias liberales, no se ven como aseguradas en algunos de los estados que combaten la hegemonía del sistema-mundo capitalista en el hemisferio y el mundo. La ausencia de garantía de estas libertades en Cuba, Nicaragua y Venezuela, por ejemplo, atestiguadas por millones de detractores de estos sistemas, ejerce una enorme presión sobre el grueso de la población. Incluso, esta ha redundado en el apoyo de grandes sectores de nicaragüenses, venezolanos y cubanos a un proto-fascista como Trump. Y no se trata de que Trump sería capaz o tendría el interés de mejorar las condiciones de vida de estos expatriados, sino porque lo ven como el antídoto a las condiciones de las que huyeron en sus propios países. El análisis de cuánto los Estados Unidos, Trump y el sistema estadounidense han contribuido a crear las condiciones de desigualdad prevalentes en todos ellos, no atraviesa la coraza de temor y rechazo que influye en una opinión pública constantemente avasallada por la seducción y la unidimensionalidad de mercado de producción y consumo.

En este contexto, la respuesta ideológica al colonialismo necesita denunciar y renunciar el neoliberalismo a la vez que abraza el robustecimiento de un empresarismo predominantemente nativo que contrapese el dominio y la dependencia del capital extranjero y los estilos de vida que este alimenta. Ese desafío no forma parte de un diálogo nacional hacia la soberanía como al parecer atestiguan las pasadas elecciones y tantas otras desde mediados del siglo pasado.

– WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo-investigativo a su experiencia de vida tras su paso por la Universidad de Puerto Rico? ¿Cómo integras esas experiencias de vida en su propio quehacer de docente, investigador y escritor en Puerto Rico hoy?

– JEMT – Haber estudiado en la Universidad de Puerto Rico me formó como ser humano y me proveyó la oportunidad para insertarme en el ejercicio de mirarnos por dentro como sociedad y explorar el resto del planeta desde las perspectivas económicas, políticas, religiosas, literarias y artísticas, sociológicas e históricas. Los principios de la “revolución pacífica” de los 60 del pasado siglo, influenciaron mis posiciones ante el sistema-mundo, ante la hegemonía blanca, masculina y religiosa de occidente, y me familiarizaron con los pensadores y escritores que han influenciado mis perspectivas, dudas y conclusiones sobre el pasado y el futuro. Así que, en cierto modo, resultaría imposible comprender mi visión de mundo sin la “iupi”, sin el 1968, sin el concierto de Joan Manuel Serrat en el teatro del Recinto de Rio Piedras en el 1971, sin el 11 de marzo y la muerte de Antonia Martínez en dicho recinto, sin los macanazos en el cuartel de Rio Piedras, los arrestos, y la migración forzada por la persecución del independentismo posterior a estos eventos.

He incluido parte de estas experiencias en algunos de mis cuentos de mi primer libro de relatos “La víbora del desierto de Kavir y otros cuentos” de 2014, y tengo una novela en ciernes que se nutrirá de muchas de esas memorias.

– WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo-investigativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

– JEMT – Diría que a medida que he pulido el oficio, y gracias a tantos maestros como Luis López Nieves, Emilio del Carril, Ángela López Borrero, Ana Luisa Sierra, Mario Cancel Sepúlveda, Jaime Rodríguez Cancel, Jorge Rodríguez Beruff, Rubis Marilia Camacho, lo que escribo objetivamente ha mejorado lo suficiente para que editoriales como Isla Negra y las Revistas del ICP, Quadrivium, Medium y L’Espill, rotativos como 80 GradosEl Nuevo Día y El Post Antillano, me hayan honrado con sus publicaciones.

He intentado mantener un balance entre mi trabajo creativo, y mis ensayos y artículos periodísticos sobre temas contemporáneos. Me gustaría alcanzar el nivel de proficiencia en la redacción historiográfica de una Barbara Tuchman o el periodístico de un Chris Hedges que logran fundir contenido con un estilo narrativo que invita al lector a pasar a la próxima página y leer hasta el final, como dijo Tuchman. Por otro lado, la imperiosa necesidad de documentar las fuentes de reflexiones historiográficas y periodísticas sirve en cierta medida de taller para la narrativa creativa. La ambientación de los contextos resulta descriptivamente seductora en el contexto de la narración y, a la vez, una ambientación visual del contexto para el historiador o el analista político.

Estudié historia a nivel graduado para escribir la historia que no aparece en los libros de la disciplina, para intentar reconstruir “lo que verdaderamente ocurrió” como pretendía el historiador positivista Leopold von Hanke, pero con las herramientas de la narrativa creativa. La única diferencia es que me interesa reconstruir mediante la ficción aquello que no podemos documentar de manera confiable. Le tengo que agradecer a mis profesoras Ana Irizarry y Loliannette Emmanuelli que en su curso sobre “Historia y Literatura” (mi preferido de todo el doctorado) me topé con “El imperio eres tú” de Javier Moro, sobre Pedro I, el emperador que ofició la independencia del Brasil. Otro excelente ejemplo de esta incursión en la ficción histórica es “La fiesta del chivo” de Mario Vargas Llosa, “Sara, la historia verdadera” de Rubis Marilia Camacho, y la “Brevísima y verdadera historia del Almirante y su primer viaje” de María Zamparelli. Los cuatro permiten conocer y comprender tres momentos históricos medulares de nuestra formación como cultura latinoamericana, desde una ficción que resulta lo suficientemente confiable como para corroborarla en libros de historia o no tener que hacerlo.

– WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes recientes y pendientes?

– JEMT – En el 2020, publiqué mi tesis en dos tomos, un libro de cuentos que llevaba varios años conformando titulado “Las regalías de Stephen King y otros cuentos”, y una novela que surgió de un cuento que no sabía cómo terminar, titulada “Retrato de mujer con turbante”. Esta novela se presta para una continuación, al igual que mi primera novela “Mensajeros de los dioses”, sobre cuatro chicos que coinciden en los dos meses anteriores a la llegada de Colón a Boriquén en 1493. Dicha continuación se titulará “Herederos de los dioses” sobre los descendientes de estos en el siglo XVI. También trabajo el poemario “Pétalos de un rojo profundo”, un libro de cuentos a titularse “Sin jonrón no hay paraíso y otros cuentos necios” (el título revela la naturaleza lúdica de los mismos) y una novela sobre la relación de Muñoz Marín y el Almirante William D. Leahy, que antecedió a Rexford G. Tugwell, lo cual me devuelve al contexto de la ficción histórica. Finalmente, en el contexto de la historia, anticipo completar un libro comenzado sobre Muñoz Marín y la periodista Ruby Black.

Muchas gracias Wilkins, por una de las entrevistas más provocadoras que me han hecho y que me ha llevado a reflexionar sobre cuánto me falta por hacer.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Fuente: https://rebelion.org/he-buscado-un-balance-entre-escribir-sobre-nuestro-pasado-lejano-y-cercano-mediante-una-narrativa-que-integre-la-ficcion-a-los-hechos-historicos/

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México: Educación en pandemia. Inicia regreso forzado a clases presenciales

Por:  Arturo Méndez

Este lunes, 30 de agosto, el gobierno de la 4T pega un salto en la política irresponsable que ha mantenido durante la pandemia de Covid-19. Más de 30 millones de niñas, niños y adolescentes, junto con sus respectivas maestras, maestros y el resto del personal escolar, inician el ciclo escolar con clases presenciales, en medio del pico de contagios de la tercera ola en México.

Hasta el día de hoy, en su mañanera, López Obrador repite que las clases presenciales son voluntarias, pero lo cierto es que en las escuelas, por instrucciones de la SEP, se ha establecido que no habrá clases a distancia, lo que significa una presión para que madres y padres envíen a sus hijos a la escuela. Las opciones, entonces, son el rezago educativo o el riesgo de contagio.

Para el personal escolar, la supuesta voluntariedad de la que hablaron no hace mucho tanto AMLO como Delfina Gómez, no fue más que una mentira.

 

Otra mentira, o promesa incumplida, es que regresaríamos con semáforo verde. Sin embargo, con la declaración de la educación como sector esencial, ya no importa el color del semáforo epidemiológico y las clases presenciales se mantienen a toda costa. En el mismo sentido, la SEP modificó sus protocolos para que, cuando haya contagios en las escuelas, estas no suspendan clases presenciales.

Como es sabido, la variante delta del virus ataca con mayor frecuencia a niñas, niños, adolescentes y jóvenes, justamente el sector de la población (menores de 18 años) que no ha sido vacunado y que por lo tanto es más vulnerable en caso de contagio. Sin embargo, no está en los planes del gobierno la vacunación de este sector, así como no lo está tampoco aplicar el refuerzo –recomendado por la farmacéutica- de la vacuna Cansino para el magisterio. Por otra parte, este regreso a clases presenciales, que implica la movilidad y concentraciones en el transporte de más de 40 millones de personas, se da mientras que sólo alrededor del 40% de la población tiene ya el esquema completo de vacunación.

En cuanto a las escuelas, muchas no cuentan siquiera con agua, o les falta mantenimiento, mientras que el Estado no garantiza tampoco personal para atención médica y psicológica, ni los insumos necesarios para la limpieza y el cuidado de la salud de la comunidad escolar, ni transporte seguro. Por el contrario, de manera perversa, se deja en manos de docentes la tarea de pedir insumos a nuestras alumnas y alumnos, en medio de la crisis económica que atravesamos, acelerada por la pandemia, y que de conjunto han significado en muchos casos pérdidas del empleo, pauperización y la muerte de quienes jugaban un papel de sostén del hogar.

En estas condiciones, la responsabilidad de organizar la vida escolar recae también en las y los docentes, pero además en el marco de rígidos lineamientos. Aunque al parecer la dureza con que se aplican las disposiciones de la SEP varía según el estado, en la CDMX se imponen con el mayor rigor y sólo existe la posibilidad de dividir en diferentes días la asistencia del alumnado, pero con jornadas completas, incluso en escuelas de tiempo completo, lo que significa que niñas, niños y adolescentes tendrán que pasar hasta nueve horas en la escuela.

 

Unámonos frente a la imposición

Luego de mantener la incertidumbre y la confusión, lo cual abonó a mantener desorganizada a la comunidad escolar, ahora el gobierno impone el regreso a clases presenciales en las peores condiciones, todo avalado por los charros del SNTE.

Esta situación ha generado diversas expresiones de rechazo, por distintas vías, tanto por parte de madres y padres de familia como por parte del magisterio. En el caso de la CNTE, en estados como Oaxaca, Chiapas y Michoacán anunciaron que iniciarían el ciclo escolar a distancia, lo que muestra el potencial de la organización de las y los trabajadores de la educación.

Sin embargo, frente a la imposición actual y las consecuencias que se vienen, es necesario que la organización desde las escuelas, la unidad del magisterio con madres y padres de familia y la movilización unitaria se extiendan y se coordinen a nivel nacional, exigiendo durante este proceso que se abra la posibilidad de la educación a distancia, con medios como internet y equipos de cómputo garantizados por el Estado, y que de incrementarse los contagios se suspendan las clases presenciales. Esto en la perspectiva de sumar las suficientes fuerzas para un paro educativo nacional, que imponga las condiciones para un regreso presencial seguro, como la vacunación de toda la población con esquemas completos, semanas consecutivas con semáforo verde, condiciones dignas en las escuelas, con todos los servicios, transporte e insumos sanitarios garantizados por el Estado, entre otras.

Desde la agrupación Nuestra Clase consideramos que la CNTE, como principal referente de lucha del magisterio nacional y mientras enfrenta una campaña de linchamiento mediático y por parte del gobierno (la cual rechazamos), debe romper con la confianza en López Obrador y ponerse al frente de impulsar esta perspectiva independiente.

Fuente de la información e imagen: https://www.laizquierdadiario.mx/Inicia-regreso-forzado-a-clases-presenciales

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Presupuesto de Perú pone prioridad en salud, educación y agricultura

Por: https://www.swissinfo.ch

El presupuesto público de Perú para el 2022 se financiará con recursos ordinarios y colocará la prioridad en salud, educación y agricultura, sectores que requieren cambios urgentes según el Gobierno del mandatario Pedro Castillo.

El ministro de Economía, Pedro Francke, explicó en rueda de prensa que la propuesta de «cambios con responsabilidad» defendida por Castillo busca «ponerle prioridad a educación, salud y agricultura», sectores golpeados por la pandemia del covid-19, pero también por años de abandono del Estado.

En ese sentido, el proyecto de presupuesto enviado por el Ejecutivo al Congreso, para su debate y aprobación, tiene un incremento de 5,8 % para salud, de 7,9 % para educación y de 10,4 % para agricultura que será financiado principalmente con más de 118.000 millones de soles (28.000 millones de dólares) de recursos ordinarios.

De los más de 197.000 millones de soles (48.000 millones de dólares) del presupuesto público para el 2022, el 61 % corresponde a montos que se descentralizan a los gobiernos regionales y locales en el país.

Test mundial de estrés para la libertad de expresión

Un pilar fundamental de la democracia se tambalea. ¿Quién protege la libertad de expresión?

SECTORES MÁS CRÍTICOS

Con centros de salud que sólo disponían de 100 camas UCI a inicios de la pandemia y escuelas cerradas desde el 2019 por temor a los contagios por el covid-19, el sector rural tiene también «una enorme brecha de desigualdad» para asegurar su conectividad, señaló Francke.

A pesar de que Perú ha recuperado hasta julio último los niveles de Producto Interno Bruto (PIB) pre-pandemia y que ha alcanzado un ritmo de vacunación que se incrementa mes a mes, Francke reconoció que se vive «un contexto bastante incierto».

Las proyecciones de crecimiento del PIB para el 2021 se mantienen en 10,5 % y el promedio para 2022 es de 4,8 %, pero que irá «ralentizándose en los próximos años», aunque siempre por encima del promedio en Latinoamérica, indicó el ministro.

Los proyectos inversión privada, especialmente de minería e infraestructura, se irán favoreciendo con el ingreso de operaciones de varias unidades, y el gobierno impulsará la reactivación del turismo y restaurantes, parte de los servicios que representan el 37 % del PIB, agregó Francke.

La mejora de la recaudación tributaria en lo que va del año permitirá un incremento de 19,9 % de los ingresos del gobierno general, frente al gasto no financiero de 22,9 %.

REDUCIR LA DEUDA PÚBLICA

El ministro resaltó también que «una lógica de responsabilidad fiscal es mantener la deuda pública a un nivel limitado» y aseguró que se prevé un endeudamiento menor que el año pasado.

Perú registró un déficit fiscal de 8,9 % en 2020, que bajará a 4,7 % en 2021, en tanto que su deuda pública se encuentra en 35 % del PIB, tras un año pasado de fuerte endeudamiento para responder a la crisis económica por la pandemia.

Un comercio justo es posible, si se quiere

Este contenido fue publicado el 31 ago. 2021Si Europa no piensa más allá de su propio continente, es la agricultura del sur la que sufrirá, dice la diputada ecologista Christine Badertscher.

Respecto a las reformas constitucionales que el presidente Castillo dijo que impulsará durante su gobierno (2021-2026), Francke aclaró que su despacho no tiene «ninguna propuesta al respecto» y que no está trabajando ningún tema de reforma en materia económica, además de subrayar que las reformas están basadas por el diálogo.

Sobre la permanencia del director del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, el ministro recordó que «el presidente ha sido explícito en su propuesta que se quede en el cargo», y que, entre septiembre y octubre, el Ejecutivo nombrará a los funcionarios que integrarán el nuevo directorio.EFE

https://www.swissinfo.ch/spa/perú-econom%C3%ADa_presupuesto-de-perú-pone-prioridad-en-salud–educación-y-agricultura/46910802

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Libro (PDF): Jóvenes, acciones y movimientos. Aproximaciones desde el sur de México

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Este libro, como su autor lo declara en la introducción, propone un abordaje sociopolitico de Chiapas desde una perspectiva generacional, y en ello radica parte de su potencia: aportar una mirada generacional para comprender los procesos políticos situados en la temporoespacialidad chiapaneca; un punto de vista que no se centra sobre, por o para las juventudes, sino que construye un enfoque de y desde las y los jóvenes.

En los capítulos que siguen el lector encontrará aproximaciones a formas de vida y producciones juveniles, a modos de participación y a modalidades de acercamiento a los procesos generacionales que contribuirán a transformar las realidades desiguales en las que vivimos, reconociendo las diversidades y diferencias que caracterizan las juventudes contemporáneas e instituyendo lo común en tanto formas otras de estar juntos.

Autor: Carlos de Jesús Gómez-Abarca. UNICACH. CESMECA. Observatorio de las Democracias: Sur de México y Centroamérica.

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina. México

ISBN: 978-607-543-135-2

Idioma: Español

Descarga: Jóvenes, acciones y movimientos. Aproximaciones desde el sur de México

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2381&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1555

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La política en el antropoceno: tiempo de desbordamiento e imaginación

Por: Emiliano Teran Mantovani

Todavía la crisis climática y la noción de los “límites del planeta” son percibidas por buena parte de la población como cuestiones para un futuro próximo: pero ya hemos cruzado el umbral de un nuevo mundo.

Antropoceno y tiempo de desbordamiento: los nuevos paisajes de la política

Antier era el colapso de la nación venezolana y su gran crisis migratoria, los incendios en la Amazonía o las múltiples revueltas en varias partes del mundo como Líbano, Hong Kong, Irak, Ecuador o Chile; ayer, el inicio de una pandemia global que ha tomado formas nunca antes vistas, el asalto al capitolio de los Estados Unidos, el desplome histórico en negativo de los precios del petróleo, la cotización del agua en bolsa de valores o la dramática crisis haitiana, intensificada con el magnicidio de Jovenel Moïse. Evento tras evento que al parecer se suceden cada vez con más frecuencia, eventos que se agolpan. El tiempo de hoy es fundamentalmente un tiempo convulso y abrumador, que ahoga el pasado e invisibiliza el futuro. Capas sobre capas de crisis se solapan, se entrecruzan.

Y todo este complejo y conflictivo tejido socio-político se despliega y reproduce en los vastos entramados ecológicos del planeta Tierra, unos entramados que hoy se encuentran intoxicados y enfermos de capitalismo, modernidad y lógicas civilizatorias. El año 2021 nos sobrecarga de eventos climáticos extremos, como un cuerpo-Tierra que nos habla, en su lenguaje, de este tiempo-convulsión que avanza: heladas históricas como las de Madrid, Moscú, Texas, preceden a la «cúpula de calor» del nor-occidente de Canadá y EEUU, los 80º C en Lut (Irán) y Sonora (México), las inundaciones en Alemania y China, o los incendios en Siberia, Grecia y Turquía, por mencionar varios de los ejemplos más visibles.

Todavía la noción de los “límites del planeta” y la crisis climática son percibidas en buena parte de la población, como cuestiones para un futuro próximo. Pero parece que, muy al contrario, estamos ya al interior de esta crisis. Hemos cruzado el umbral de un nuevo mundo. Y quizás nos encontramos en un largo período en el cual estamos, como humanidad, tratando de dimensionar los significados y sentidos de este nuevo mundo.

En el siglo XXI cada vez es más común, en los debates académicos, políticos e institucionales, la noción de antropoceno, para señalar el surgimiento de una nueva era geológica en la cual el humano se ha convertido en la principal variable de cambio planetario. Y justamente, hablar de antropoceno tiene, en verdad, muchas implicaciones: no se trata sólo de una crisis ambiental en los términos más tradicionales, más bien nos remite a la vastedad que supone inscribir y pensar nuestra crisis en la larga historia de la Tierra, y del homo sapiens; a la vastedad del impacto del orden civilizatorio dominante, de la ruptura metabólica, que se ha generado sobre esta extensa geo-historia, o de la configuración de lo que podríamos llamar una geología política; a la vastedad que implica la interpelación a los propios sentidos de la vida, a los sentidos del ser humano y su rol histórico en el planeta. Se trata de un cuestionamiento demasiado profundo como para tomarlo a la ligera.

Este nuevo mundo es de difícil comprensión, de a ratos se presenta inasible. Quizás lo que lo va definiéndolo no es lo que lo forma, sino más bien lo que se está desestructurando del viejo mundo. Si hay algo que se va haciendo presente en cada ámbito de la vida socio-política, de la vida en la Tierra, es el desbordamiento: desbordamiento de la capacidad de recuperación e integridad de los ecosistemas; cadenas de puntos de inflexión y sistemas caotizados; asalto a las últimas fronteras planetarias; desbordamiento de los sistemas políticos y la gobernabilidad; desbordamiento demográfico, epidemiológico, urbano; y también, se desbordan los marcos de comprensión dominantes, los límites de lo impensado, de los horizontes éticos (desde la evolución del desencanto, la contingencia y el relativismo posmoderno, la espectacularización de la violencia, la expansión de la post-verdad, hasta los ‘challenges’ en redes sociales para cometer actos de lo más perturbadores). Todos, factores profundamente imbricados: cambia una dimensión e impacta determinantemente en un cambio de todo. Un mundo, desde lo más profundo de sus órdenes socio-ecológicos, des-bordándose, mutando hacia lo desconocido.

Las implicaciones de esto son enormes, lo sabemos. Por esto, a la política, tal y como la conocemos, se le están moviendo las placas tectónicas, le está cambiando drásticamente el escenario, la materialidad de la que se alimenta, sus geografías; y por tanto, sus dinámicas, sus códigos dominantes, su horizonte histórico, sus tiempos, su teleología y sus imaginarios fundamentales. ¿Qué puede ser la política en un potencial contexto de contingencia permanente, de estado de emergencia permanente? ¿Qué puede ser ante la desertificación de la reproducción de la vida? ¿Cómo puede expresarse ante una desintegración del futuro o ante una situación de máxima incertidumbre? ¿Cómo se configura ésta, en un mundo de posibles espacios discontinuos, en ámbitos dominados por los desplazamientos, por los nomadismos?

Un primer principio, a nuestro juicio, se desprende de estos escenarios: no podemos pensar ya la política fuera del antropoceno. Y por tanto, se trata de otros códigos, otras condiciones, otras políticas.

La política en el antropoceno: imaginación, estremecimiento y ecologización

¿Cómo pensar y recrear la política en el antropoceno, particularmente una política en clave de emancipación, de potenciación y reafirmación de la vida? Evidentemente no hay receta ni libreto, no hay promesa que hacer, que sostener. En cambio, las dimensiones geológicas de esta crisis hacen crujir absolutamente todo y, por tanto, nos abren una gran oportunidad para re-pensarlo todo. Ante un tiempo extraordinario, requerimos de repuestas extraordinarias. Esto supone poner en juego muchas cosas, pero principalmente imaginación política, estremecimiento y ecologización, además de un gran sentido del tiempo histórico que vivimos.

No se trata de pensar en hacer tábula rasa. El colapso sistémico, antes que un simple episodio apocalíptico, es un largo proceso que tiene también matices, claros, temporalidades variadas, oportunidades. Necesitamos audacia para no desesperar, pero también para sortear la fuerza paralizante que puede generar un tiempo de desbordamiento, turbulencia y confusión como este; audacia para saber abordar un contexto de emergencia, para comprender cómo construir en un mundo diferente.

Es en este sentido que hablamos de estremecimiento. Estremecernos, estremecer los pilares de un sistema decadente. Un sacudón a la civilización, a la narcotizante ‘normalidad’ ‒y mucho más, a la ‘nueva normalidad’. Ciertamente esto nos remite a un sacudón epistémico y cultural; pero en lo concreto, también lo podemos conectar con las protestas y estallidos sociales que se están sucediendo en todas partes del mundo, sea en el Sur o en el Norte Global: Colombia, Túnez, India, protestas antirraciales en los Estados Unidos, Ecuador, Cataluña, Chile, Hong Kong, Rusia, bloqueo de avenidas principales o plazas en ciudades europeas por parte de activistas ecologistas de ‘Extinction Rebellion’, Venezuela, Líbano, Haití, Nicaragua, Irak, numerosas estatuas del orden colonial derribadas.

En muchas de estas movilizaciones, ya conectadas por un tiempo histórico, aparece el hartazgo como una de las expresiones compartidas en las mismas. Y este hartazgo tiene, a nuestro juicio, más de una dimensión: no sólo se alimenta de la precarización material de millones de personas, del autoritarismo y la represión policial y de cuerpos de seguridad, de la gran carencia de justicia social y ambiental, de las desigualdades económicas, raciales, de género; sino que también se nutre de un malestar mucho más profundo, histórico, si se quiere existencial. Ruge por el vacío que deja el extravío del futuro (sobre todo en los jóvenes); por la degradación del valor de la vida en las sociedades actuales (intensificada en la pandemia), que aviva también una pulsión de (re)existir, un agonismo vital; por la caducidad que se expande sobre la política tradicional, y que, en diversos grados, se viene expresando a través de un gran descrédito de los sistemas de partidos y liderazgos políticos.

Hay otras codificaciones políticas en estas nuevas movilizaciones –sin contar con nuevas subjetividades que emergen desde los feminismos, los ecologismos, los pueblos indígenas, las juventudes, etc–, que son complejas, heterogéneas, híbridas, cambiantes, que son también difíciles de asir. Con el ritmo del cambio de mundo que estamos experimentando, estas se revelan como potenciales formas de una transformación de la política. Algunos podrían catalogarlas como un nihilismo epocal, pero si así fuese tendrían muy diversas vertientes: libertaria, reaccionaria, autonomista, contestataria, hiper-individualista. Múltiples potencialidades y limitaciones. En todo caso, se trata de una expresión político-cultural de que sencillamente lo que existe no funciona, no está funcionando, y que parece que ya hemos llegado al límite, lo que se suma a la brecha que se hace cada vez más y más grande entre las promesas y lineamientos partidistas, electoralistas y gubernamentales de ‘desarrollo’, sostenibilidad y democracia, por un lado, y la realidad social cotidiana que se da en los barrios, las comunidades, las calles y los territorios, en la dinámica de nuestro mundo caotizado, por el otro.

Para transformar en clave emancipatoria, y transformarnos con este mundo cambiante, no servirán viejos paradigmas, ni serán útiles instrumentos caducos. Esto no sólo interpela a las rancias corrientes políticas de los tradicionales sectores conservadores, a las nuevas derechas, o a un amplio grupo de sectores reformistas, sino también a las izquierdas. Se nos hace inevitable recurrir nuevamente a las preguntas sobre qué es y qué significa la izquierda hoy, en este contexto de fracasos, colapsos y hartazgos; cuál es su nivel de diálogo con esta cambiante realidad, cuál es su rol ante la emergencia de nuevas y múltiples subjetividades políticas, y si sus formatos fundamentales y dominantes pueden responder a este cambio de mundo.

La fe puesta en un supuesto nuevo ‘ciclo progresista’ para América Latina, como una “nueva posibilidad de transformación para los pueblos” desde arriba, desde las instituciones estatales, no sólo es la enésima pendulación política, la fuerza inercial que lamentablemente termina despachando las duras lecciones del pasado, sino también una ruta carente de estremecimiento, que no se sacude con la estrepitosa vibración del movimiento de las placas tectónicas del mundo en el que vivimos. Y sobre todo, es una apuesta que prescinde de la imaginación política ante estos drásticos escenarios.

No se pretende, de ninguna manera, proponer una lectura en blanco y negro, en absolutos o alternativas polarizadas. Se trata, por un lado, y como mencionamos anteriormente, de un sentido del tiempo histórico; y por otro lado, de la urgente búsqueda de nuevos referentes de la política, nuevas ontologías, nuevas ecologías; colocar en el centro otros elementos vitales, justo cuando la vida, tal y como la conocemos, está en juego. Abolir el histórico Estado-centrismo no sólo sería parte de un largo sacudón a la civilización, sino que también abre el camino a la re-apropiación social de la política que, finalmente, es el camino de la imaginación política.

Finalmente, si el estremecimiento es el sacudón, y la imaginación política es la fuerza creativa, la ecologización es la sustancia de este cambio. Colocar en el centro otros elementos vitales supone desplazar la primacía de lo abstracto, para hacer prevalecer la reproducción de la vida, en su más amplio sentido. El antagonismo popular en la modernidad necesita salir del des-tierro al que fue condenado por la separación ontológica entre el humano y la naturaleza; necesita derrocar al antropocentrismo. Ecologizar es volver a la tierra, territorializar la política; es ser Tierra, en comunidad con el resto de especies del planeta, honrando la Casa Común; es cambiar el Tiempo dominante, el del progreso, el de la promesa política, el de la sociedad de consumo, para hacer emerger los tiempos de la reproducción de la vida, de la comunidad, acompasados con los ritmos y ciclos de la naturaleza.

Se trata, como ya hemos dicho, de darle sustancia material a este cambio. Y sobre todo, pensar en las herramientas vitales de una política en el antropoceno: resiliencia, restauración, comunización y cuidado.

El principio de imaginación política

¿Podemos soñar en el antropoceno? La pregunta aparece como una inquietud existencial actual, a la que no parece que podamos decir que no. Más allá la omnipresencia de la idea de ‘progreso’ en la modernidad y las ideologías futuristas funcionales al desarrollo capitalista, las utopías también han cumplido una función crucial en la propia existencia del ser humano: canalizan el deseo (de vivir), las pulsiones vitales, dotan de ilusión, de estética y poética a la construcción del tiempo. Un mundo sin utopía ni siquiera merece ser visto, decía Oscar Wilde.

Sin embargo, hoy, la ruta al ‘futuro’ parece bloqueada. No es primera vez que ocurre. El shock generado por el nazismo y la Segunda Guerra llevaban a Theodor Adorno a preguntarse si podría haber poesía después de Auschwitz. En los mismos tiempos, Ernst Bloch escribía ‘El principio de esperanza’, seguramente con el propósito de tratar de desbloquear esa ruta al porvenir. Sólo que ahora, ya no se trata de revivir las utopías de la modernidad. El tiempo, decíamos, está cambiando radicalmente, se fragmenta, se encoge, se extravían los horizontes teleológicos; la palabra ‘esperanza’ proviene del latín esperar, esperar algo que está por venir; palabra de raíces teológicas que posteriormente terminaría empalmada con la construcción de la imagen de la sociedad futura de la modernidad. ¿Es posible hoy la espera?

Quizás apelar a un principio de imaginación, es un intento por esquivar esa espera, por salir de ese no-lugar de la espera, para en cambio sumergirnos en una poética del lugar, en una expresión productiva del deseo, en una emanación de la vida, simbólica y concreta, en el tiempo del estar, en el tiempo situado.

La disputa no sólo está en los territorios, sobre la economía, las instituciones políticas, en los sistemas de conocimiento. La disputa también está en la capacidad de imaginar. El sistema de poder, además de policías, estructuras judiciales, burocracias y mercados excluyentes, instaura alcabalas en el pensamiento, coloniza el deseo y seca la imaginación –véase la frase que se ha hecho popular “Hoy es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”–, instalando la imposibilidad de pensar en algo diferente a este sistema.

Una cosa es una visión que sopesa con realismo nuestro rumbo civilizatorio. Otra es el pesimismo puro, que es en realidad el espíritu del poder dominante en el cuerpo. Requerimos exorcizarlo. Imaginemos. Imaginación política como herramienta de lucha. Imaginémonos la vida fuera de esos muros. E invitemos a otros a imaginarla.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/213418

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Libro(PDF): Hegemonía, cultura y educación. Introducción a las estructuras culturales disipativas

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Históricamente no ha sido fácil pertenecer a algo, ser alguien; lograrlo depende de la confluencia de múltiples circunstancias y factores en escenarios de conflicto y de tensión. Comprender esta complejidad ha sido, por otra parte, tarea permanente de la antropología, compartida cada vez más con otras disciplinas científicas que día a día ven desdibujar sus fronteras. Por eso, este texto es un pretexto, valga la expresión, para reflexionar sobre una antropología que permita avanzar algunas explicaciones relacionadas con la configuración de las estructuras culturales que pautan los modos de vivir que generan estos sobresaltos, incertidumbres, miedos e insatisfacciones. En últimas, se trata, ni más ni menos, de intentar recuperar la confianza en el ser humano.

Autor: Orlando Pulido Chaves.

Editorial/Edición: CLACSO. Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación. Campaña Mundial por la Educación.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-955-43

Idioma: Español

Descarga: Hegemonía, cultura y educación. Introducción a las estructuras culturales disipativas

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2382&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1554

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