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Presupuesto de Perú pone prioridad en salud, educación y agricultura

Por: https://www.swissinfo.ch

El presupuesto público de Perú para el 2022 se financiará con recursos ordinarios y colocará la prioridad en salud, educación y agricultura, sectores que requieren cambios urgentes según el Gobierno del mandatario Pedro Castillo.

El ministro de Economía, Pedro Francke, explicó en rueda de prensa que la propuesta de «cambios con responsabilidad» defendida por Castillo busca «ponerle prioridad a educación, salud y agricultura», sectores golpeados por la pandemia del covid-19, pero también por años de abandono del Estado.

En ese sentido, el proyecto de presupuesto enviado por el Ejecutivo al Congreso, para su debate y aprobación, tiene un incremento de 5,8 % para salud, de 7,9 % para educación y de 10,4 % para agricultura que será financiado principalmente con más de 118.000 millones de soles (28.000 millones de dólares) de recursos ordinarios.

De los más de 197.000 millones de soles (48.000 millones de dólares) del presupuesto público para el 2022, el 61 % corresponde a montos que se descentralizan a los gobiernos regionales y locales en el país.

Test mundial de estrés para la libertad de expresión

Un pilar fundamental de la democracia se tambalea. ¿Quién protege la libertad de expresión?

SECTORES MÁS CRÍTICOS

Con centros de salud que sólo disponían de 100 camas UCI a inicios de la pandemia y escuelas cerradas desde el 2019 por temor a los contagios por el covid-19, el sector rural tiene también «una enorme brecha de desigualdad» para asegurar su conectividad, señaló Francke.

A pesar de que Perú ha recuperado hasta julio último los niveles de Producto Interno Bruto (PIB) pre-pandemia y que ha alcanzado un ritmo de vacunación que se incrementa mes a mes, Francke reconoció que se vive «un contexto bastante incierto».

Las proyecciones de crecimiento del PIB para el 2021 se mantienen en 10,5 % y el promedio para 2022 es de 4,8 %, pero que irá «ralentizándose en los próximos años», aunque siempre por encima del promedio en Latinoamérica, indicó el ministro.

Los proyectos inversión privada, especialmente de minería e infraestructura, se irán favoreciendo con el ingreso de operaciones de varias unidades, y el gobierno impulsará la reactivación del turismo y restaurantes, parte de los servicios que representan el 37 % del PIB, agregó Francke.

La mejora de la recaudación tributaria en lo que va del año permitirá un incremento de 19,9 % de los ingresos del gobierno general, frente al gasto no financiero de 22,9 %.

REDUCIR LA DEUDA PÚBLICA

El ministro resaltó también que «una lógica de responsabilidad fiscal es mantener la deuda pública a un nivel limitado» y aseguró que se prevé un endeudamiento menor que el año pasado.

Perú registró un déficit fiscal de 8,9 % en 2020, que bajará a 4,7 % en 2021, en tanto que su deuda pública se encuentra en 35 % del PIB, tras un año pasado de fuerte endeudamiento para responder a la crisis económica por la pandemia.

Un comercio justo es posible, si se quiere

Este contenido fue publicado el 31 ago. 2021Si Europa no piensa más allá de su propio continente, es la agricultura del sur la que sufrirá, dice la diputada ecologista Christine Badertscher.

Respecto a las reformas constitucionales que el presidente Castillo dijo que impulsará durante su gobierno (2021-2026), Francke aclaró que su despacho no tiene «ninguna propuesta al respecto» y que no está trabajando ningún tema de reforma en materia económica, además de subrayar que las reformas están basadas por el diálogo.

Sobre la permanencia del director del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, el ministro recordó que «el presidente ha sido explícito en su propuesta que se quede en el cargo», y que, entre septiembre y octubre, el Ejecutivo nombrará a los funcionarios que integrarán el nuevo directorio.EFE

https://www.swissinfo.ch/spa/perú-econom%C3%ADa_presupuesto-de-perú-pone-prioridad-en-salud–educación-y-agricultura/46910802

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Libro (PDF): Jóvenes, acciones y movimientos. Aproximaciones desde el sur de México

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Este libro, como su autor lo declara en la introducción, propone un abordaje sociopolitico de Chiapas desde una perspectiva generacional, y en ello radica parte de su potencia: aportar una mirada generacional para comprender los procesos políticos situados en la temporoespacialidad chiapaneca; un punto de vista que no se centra sobre, por o para las juventudes, sino que construye un enfoque de y desde las y los jóvenes.

En los capítulos que siguen el lector encontrará aproximaciones a formas de vida y producciones juveniles, a modos de participación y a modalidades de acercamiento a los procesos generacionales que contribuirán a transformar las realidades desiguales en las que vivimos, reconociendo las diversidades y diferencias que caracterizan las juventudes contemporáneas e instituyendo lo común en tanto formas otras de estar juntos.

Autor: Carlos de Jesús Gómez-Abarca. UNICACH. CESMECA. Observatorio de las Democracias: Sur de México y Centroamérica.

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina. México

ISBN: 978-607-543-135-2

Idioma: Español

Descarga: Jóvenes, acciones y movimientos. Aproximaciones desde el sur de México

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2381&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1555

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La política en el antropoceno: tiempo de desbordamiento e imaginación

Por: Emiliano Teran Mantovani

Todavía la crisis climática y la noción de los “límites del planeta” son percibidas por buena parte de la población como cuestiones para un futuro próximo: pero ya hemos cruzado el umbral de un nuevo mundo.

Antropoceno y tiempo de desbordamiento: los nuevos paisajes de la política

Antier era el colapso de la nación venezolana y su gran crisis migratoria, los incendios en la Amazonía o las múltiples revueltas en varias partes del mundo como Líbano, Hong Kong, Irak, Ecuador o Chile; ayer, el inicio de una pandemia global que ha tomado formas nunca antes vistas, el asalto al capitolio de los Estados Unidos, el desplome histórico en negativo de los precios del petróleo, la cotización del agua en bolsa de valores o la dramática crisis haitiana, intensificada con el magnicidio de Jovenel Moïse. Evento tras evento que al parecer se suceden cada vez con más frecuencia, eventos que se agolpan. El tiempo de hoy es fundamentalmente un tiempo convulso y abrumador, que ahoga el pasado e invisibiliza el futuro. Capas sobre capas de crisis se solapan, se entrecruzan.

Y todo este complejo y conflictivo tejido socio-político se despliega y reproduce en los vastos entramados ecológicos del planeta Tierra, unos entramados que hoy se encuentran intoxicados y enfermos de capitalismo, modernidad y lógicas civilizatorias. El año 2021 nos sobrecarga de eventos climáticos extremos, como un cuerpo-Tierra que nos habla, en su lenguaje, de este tiempo-convulsión que avanza: heladas históricas como las de Madrid, Moscú, Texas, preceden a la «cúpula de calor» del nor-occidente de Canadá y EEUU, los 80º C en Lut (Irán) y Sonora (México), las inundaciones en Alemania y China, o los incendios en Siberia, Grecia y Turquía, por mencionar varios de los ejemplos más visibles.

Todavía la noción de los “límites del planeta” y la crisis climática son percibidas en buena parte de la población, como cuestiones para un futuro próximo. Pero parece que, muy al contrario, estamos ya al interior de esta crisis. Hemos cruzado el umbral de un nuevo mundo. Y quizás nos encontramos en un largo período en el cual estamos, como humanidad, tratando de dimensionar los significados y sentidos de este nuevo mundo.

En el siglo XXI cada vez es más común, en los debates académicos, políticos e institucionales, la noción de antropoceno, para señalar el surgimiento de una nueva era geológica en la cual el humano se ha convertido en la principal variable de cambio planetario. Y justamente, hablar de antropoceno tiene, en verdad, muchas implicaciones: no se trata sólo de una crisis ambiental en los términos más tradicionales, más bien nos remite a la vastedad que supone inscribir y pensar nuestra crisis en la larga historia de la Tierra, y del homo sapiens; a la vastedad del impacto del orden civilizatorio dominante, de la ruptura metabólica, que se ha generado sobre esta extensa geo-historia, o de la configuración de lo que podríamos llamar una geología política; a la vastedad que implica la interpelación a los propios sentidos de la vida, a los sentidos del ser humano y su rol histórico en el planeta. Se trata de un cuestionamiento demasiado profundo como para tomarlo a la ligera.

Este nuevo mundo es de difícil comprensión, de a ratos se presenta inasible. Quizás lo que lo va definiéndolo no es lo que lo forma, sino más bien lo que se está desestructurando del viejo mundo. Si hay algo que se va haciendo presente en cada ámbito de la vida socio-política, de la vida en la Tierra, es el desbordamiento: desbordamiento de la capacidad de recuperación e integridad de los ecosistemas; cadenas de puntos de inflexión y sistemas caotizados; asalto a las últimas fronteras planetarias; desbordamiento de los sistemas políticos y la gobernabilidad; desbordamiento demográfico, epidemiológico, urbano; y también, se desbordan los marcos de comprensión dominantes, los límites de lo impensado, de los horizontes éticos (desde la evolución del desencanto, la contingencia y el relativismo posmoderno, la espectacularización de la violencia, la expansión de la post-verdad, hasta los ‘challenges’ en redes sociales para cometer actos de lo más perturbadores). Todos, factores profundamente imbricados: cambia una dimensión e impacta determinantemente en un cambio de todo. Un mundo, desde lo más profundo de sus órdenes socio-ecológicos, des-bordándose, mutando hacia lo desconocido.

Las implicaciones de esto son enormes, lo sabemos. Por esto, a la política, tal y como la conocemos, se le están moviendo las placas tectónicas, le está cambiando drásticamente el escenario, la materialidad de la que se alimenta, sus geografías; y por tanto, sus dinámicas, sus códigos dominantes, su horizonte histórico, sus tiempos, su teleología y sus imaginarios fundamentales. ¿Qué puede ser la política en un potencial contexto de contingencia permanente, de estado de emergencia permanente? ¿Qué puede ser ante la desertificación de la reproducción de la vida? ¿Cómo puede expresarse ante una desintegración del futuro o ante una situación de máxima incertidumbre? ¿Cómo se configura ésta, en un mundo de posibles espacios discontinuos, en ámbitos dominados por los desplazamientos, por los nomadismos?

Un primer principio, a nuestro juicio, se desprende de estos escenarios: no podemos pensar ya la política fuera del antropoceno. Y por tanto, se trata de otros códigos, otras condiciones, otras políticas.

La política en el antropoceno: imaginación, estremecimiento y ecologización

¿Cómo pensar y recrear la política en el antropoceno, particularmente una política en clave de emancipación, de potenciación y reafirmación de la vida? Evidentemente no hay receta ni libreto, no hay promesa que hacer, que sostener. En cambio, las dimensiones geológicas de esta crisis hacen crujir absolutamente todo y, por tanto, nos abren una gran oportunidad para re-pensarlo todo. Ante un tiempo extraordinario, requerimos de repuestas extraordinarias. Esto supone poner en juego muchas cosas, pero principalmente imaginación política, estremecimiento y ecologización, además de un gran sentido del tiempo histórico que vivimos.

No se trata de pensar en hacer tábula rasa. El colapso sistémico, antes que un simple episodio apocalíptico, es un largo proceso que tiene también matices, claros, temporalidades variadas, oportunidades. Necesitamos audacia para no desesperar, pero también para sortear la fuerza paralizante que puede generar un tiempo de desbordamiento, turbulencia y confusión como este; audacia para saber abordar un contexto de emergencia, para comprender cómo construir en un mundo diferente.

Es en este sentido que hablamos de estremecimiento. Estremecernos, estremecer los pilares de un sistema decadente. Un sacudón a la civilización, a la narcotizante ‘normalidad’ ‒y mucho más, a la ‘nueva normalidad’. Ciertamente esto nos remite a un sacudón epistémico y cultural; pero en lo concreto, también lo podemos conectar con las protestas y estallidos sociales que se están sucediendo en todas partes del mundo, sea en el Sur o en el Norte Global: Colombia, Túnez, India, protestas antirraciales en los Estados Unidos, Ecuador, Cataluña, Chile, Hong Kong, Rusia, bloqueo de avenidas principales o plazas en ciudades europeas por parte de activistas ecologistas de ‘Extinction Rebellion’, Venezuela, Líbano, Haití, Nicaragua, Irak, numerosas estatuas del orden colonial derribadas.

En muchas de estas movilizaciones, ya conectadas por un tiempo histórico, aparece el hartazgo como una de las expresiones compartidas en las mismas. Y este hartazgo tiene, a nuestro juicio, más de una dimensión: no sólo se alimenta de la precarización material de millones de personas, del autoritarismo y la represión policial y de cuerpos de seguridad, de la gran carencia de justicia social y ambiental, de las desigualdades económicas, raciales, de género; sino que también se nutre de un malestar mucho más profundo, histórico, si se quiere existencial. Ruge por el vacío que deja el extravío del futuro (sobre todo en los jóvenes); por la degradación del valor de la vida en las sociedades actuales (intensificada en la pandemia), que aviva también una pulsión de (re)existir, un agonismo vital; por la caducidad que se expande sobre la política tradicional, y que, en diversos grados, se viene expresando a través de un gran descrédito de los sistemas de partidos y liderazgos políticos.

Hay otras codificaciones políticas en estas nuevas movilizaciones –sin contar con nuevas subjetividades que emergen desde los feminismos, los ecologismos, los pueblos indígenas, las juventudes, etc–, que son complejas, heterogéneas, híbridas, cambiantes, que son también difíciles de asir. Con el ritmo del cambio de mundo que estamos experimentando, estas se revelan como potenciales formas de una transformación de la política. Algunos podrían catalogarlas como un nihilismo epocal, pero si así fuese tendrían muy diversas vertientes: libertaria, reaccionaria, autonomista, contestataria, hiper-individualista. Múltiples potencialidades y limitaciones. En todo caso, se trata de una expresión político-cultural de que sencillamente lo que existe no funciona, no está funcionando, y que parece que ya hemos llegado al límite, lo que se suma a la brecha que se hace cada vez más y más grande entre las promesas y lineamientos partidistas, electoralistas y gubernamentales de ‘desarrollo’, sostenibilidad y democracia, por un lado, y la realidad social cotidiana que se da en los barrios, las comunidades, las calles y los territorios, en la dinámica de nuestro mundo caotizado, por el otro.

Para transformar en clave emancipatoria, y transformarnos con este mundo cambiante, no servirán viejos paradigmas, ni serán útiles instrumentos caducos. Esto no sólo interpela a las rancias corrientes políticas de los tradicionales sectores conservadores, a las nuevas derechas, o a un amplio grupo de sectores reformistas, sino también a las izquierdas. Se nos hace inevitable recurrir nuevamente a las preguntas sobre qué es y qué significa la izquierda hoy, en este contexto de fracasos, colapsos y hartazgos; cuál es su nivel de diálogo con esta cambiante realidad, cuál es su rol ante la emergencia de nuevas y múltiples subjetividades políticas, y si sus formatos fundamentales y dominantes pueden responder a este cambio de mundo.

La fe puesta en un supuesto nuevo ‘ciclo progresista’ para América Latina, como una “nueva posibilidad de transformación para los pueblos” desde arriba, desde las instituciones estatales, no sólo es la enésima pendulación política, la fuerza inercial que lamentablemente termina despachando las duras lecciones del pasado, sino también una ruta carente de estremecimiento, que no se sacude con la estrepitosa vibración del movimiento de las placas tectónicas del mundo en el que vivimos. Y sobre todo, es una apuesta que prescinde de la imaginación política ante estos drásticos escenarios.

No se pretende, de ninguna manera, proponer una lectura en blanco y negro, en absolutos o alternativas polarizadas. Se trata, por un lado, y como mencionamos anteriormente, de un sentido del tiempo histórico; y por otro lado, de la urgente búsqueda de nuevos referentes de la política, nuevas ontologías, nuevas ecologías; colocar en el centro otros elementos vitales, justo cuando la vida, tal y como la conocemos, está en juego. Abolir el histórico Estado-centrismo no sólo sería parte de un largo sacudón a la civilización, sino que también abre el camino a la re-apropiación social de la política que, finalmente, es el camino de la imaginación política.

Finalmente, si el estremecimiento es el sacudón, y la imaginación política es la fuerza creativa, la ecologización es la sustancia de este cambio. Colocar en el centro otros elementos vitales supone desplazar la primacía de lo abstracto, para hacer prevalecer la reproducción de la vida, en su más amplio sentido. El antagonismo popular en la modernidad necesita salir del des-tierro al que fue condenado por la separación ontológica entre el humano y la naturaleza; necesita derrocar al antropocentrismo. Ecologizar es volver a la tierra, territorializar la política; es ser Tierra, en comunidad con el resto de especies del planeta, honrando la Casa Común; es cambiar el Tiempo dominante, el del progreso, el de la promesa política, el de la sociedad de consumo, para hacer emerger los tiempos de la reproducción de la vida, de la comunidad, acompasados con los ritmos y ciclos de la naturaleza.

Se trata, como ya hemos dicho, de darle sustancia material a este cambio. Y sobre todo, pensar en las herramientas vitales de una política en el antropoceno: resiliencia, restauración, comunización y cuidado.

El principio de imaginación política

¿Podemos soñar en el antropoceno? La pregunta aparece como una inquietud existencial actual, a la que no parece que podamos decir que no. Más allá la omnipresencia de la idea de ‘progreso’ en la modernidad y las ideologías futuristas funcionales al desarrollo capitalista, las utopías también han cumplido una función crucial en la propia existencia del ser humano: canalizan el deseo (de vivir), las pulsiones vitales, dotan de ilusión, de estética y poética a la construcción del tiempo. Un mundo sin utopía ni siquiera merece ser visto, decía Oscar Wilde.

Sin embargo, hoy, la ruta al ‘futuro’ parece bloqueada. No es primera vez que ocurre. El shock generado por el nazismo y la Segunda Guerra llevaban a Theodor Adorno a preguntarse si podría haber poesía después de Auschwitz. En los mismos tiempos, Ernst Bloch escribía ‘El principio de esperanza’, seguramente con el propósito de tratar de desbloquear esa ruta al porvenir. Sólo que ahora, ya no se trata de revivir las utopías de la modernidad. El tiempo, decíamos, está cambiando radicalmente, se fragmenta, se encoge, se extravían los horizontes teleológicos; la palabra ‘esperanza’ proviene del latín esperar, esperar algo que está por venir; palabra de raíces teológicas que posteriormente terminaría empalmada con la construcción de la imagen de la sociedad futura de la modernidad. ¿Es posible hoy la espera?

Quizás apelar a un principio de imaginación, es un intento por esquivar esa espera, por salir de ese no-lugar de la espera, para en cambio sumergirnos en una poética del lugar, en una expresión productiva del deseo, en una emanación de la vida, simbólica y concreta, en el tiempo del estar, en el tiempo situado.

La disputa no sólo está en los territorios, sobre la economía, las instituciones políticas, en los sistemas de conocimiento. La disputa también está en la capacidad de imaginar. El sistema de poder, además de policías, estructuras judiciales, burocracias y mercados excluyentes, instaura alcabalas en el pensamiento, coloniza el deseo y seca la imaginación –véase la frase que se ha hecho popular “Hoy es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”–, instalando la imposibilidad de pensar en algo diferente a este sistema.

Una cosa es una visión que sopesa con realismo nuestro rumbo civilizatorio. Otra es el pesimismo puro, que es en realidad el espíritu del poder dominante en el cuerpo. Requerimos exorcizarlo. Imaginemos. Imaginación política como herramienta de lucha. Imaginémonos la vida fuera de esos muros. E invitemos a otros a imaginarla.

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/213418

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Libro(PDF): Hegemonía, cultura y educación. Introducción a las estructuras culturales disipativas

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Históricamente no ha sido fácil pertenecer a algo, ser alguien; lograrlo depende de la confluencia de múltiples circunstancias y factores en escenarios de conflicto y de tensión. Comprender esta complejidad ha sido, por otra parte, tarea permanente de la antropología, compartida cada vez más con otras disciplinas científicas que día a día ven desdibujar sus fronteras. Por eso, este texto es un pretexto, valga la expresión, para reflexionar sobre una antropología que permita avanzar algunas explicaciones relacionadas con la configuración de las estructuras culturales que pautan los modos de vivir que generan estos sobresaltos, incertidumbres, miedos e insatisfacciones. En últimas, se trata, ni más ni menos, de intentar recuperar la confianza en el ser humano.

Autor: Orlando Pulido Chaves.

Editorial/Edición: CLACSO. Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación. Campaña Mundial por la Educación.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina

ISBN: 978-987-722-955-43

Idioma: Español

Descarga: Hegemonía, cultura y educación. Introducción a las estructuras culturales disipativas

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=2382&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1554

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Realidades no promesas

Por: Roberto Patiño

En medio de la crisis económica y social que ha empujado a Venezuela a los bordes de una tragedia sin precedentes, hemos podido ser testigos de una fuerza popular que lucha por atender a las víctimas de la emergencia humanitaria, un nuevo liderazgo de base que lucha todos los días por hacerse protagonista de su destino y lograr el cambio político que aspira los venezolanos.

Mi pasión ha sido siempre el trabajo social, una forma de construir el cambio democrático desde las comunidades, de abajo hacia arriba, viendo y escuchando a los líderes de una sociedad que todos los días hace un esfuerzo por ayudar a las víctimas de la tragedia humanitaria. Nuestro esfuerzo se funda en la certeza de que es necesario apoyar a las víctimas de la crisis, reforzar el tejido social, recuperar los espacios comunitarios y apoyar a los nuevos liderazgos populares que se están formando en Venezuela. Una lucha diaria guiada por los valores de la solidaridad, la democracia y el emprendimiento.

Este compromiso por el trabajo social nos libera de viejas formas de hacer política en el país. No somos esclavos de un presente secuestrado por el culto al líder y la veneración al caudillo, tampoco estamos amarrados a las viejas formas de hacer política en una Venezuela que ya no existe. El liderazgo se construye en la calle, escuchando, identificando y ejecutando el trabajo que nuestras comunidades necesitan para hacerse dueñas de su propio destino.

El trabajo social es también una lucha política y lo decimos sin medias tintas. Trabajar por mejorar las condiciones de vida de miles de venezolanos tiene efectos muy concretos en el cambio político que quiere Venezuela. El esfuerzo por solucionar los problemas reales de las comunidades, tales como lo es el agua, el gas, el servicio eléctrico, la salud, son eslabones que une el concepto de “democracia” con la gente, porque sólo en un verdadero sistema democrático, se puede tener un gobierno preocupado por las condiciones de vida de sus ciudadanos.

El trabajo social adquiere de este modo, una nueva fuerza cuando se reconoce su efecto en la política, cuando se entiende la importancia de recuperar la democracia en Venezuela para ponerla al servicio de las necesidades reales de las personas.

Nuestro trabajo nos ha enseñado a entender la política como hechos concretos, como el esfuerzo por el cambio que se construye en los sectores populares, con el respaldo de nuestros líderes. Creemos en un nuevo liderazgo político y social que lucha por la democracia en el país, somos parte de una sociedad que aspira a que la política se funde en realidades y no en promesas. La esperanza ya está en la calle, y el cambio lo vamos a construir entre todos los venezolanos.

www.robertopatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/realidades-no-promesas/

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La crisis de las instituciones democráticas

Publicado en:

Conferencia impartidas por Michel Foucault en la Universidad de California en Berkeley, octubre-noviembre. 1983  

Por: Michel Foucault

Hoy quisiera completar lo que comencé la última vez sobre la parresía y la crisis de las instituciones democráticas en el siglo IV aC ; y luego me gustaría pasar al análisis de otra forma de parresía, a saber, parresia en el campo de las relaciones personales (con uno mismo y con los demás), o parresia y el cuidado de uno mismo.

La crítica explícita de los hablantes que utilizaron la parresía en su sentido negativo se convirtió en un lugar común en el pensamiento político griego desde la Guerra del Peloponeso; y surgió un debate sobre la relación de la parresía con las instituciones democráticas. El problema, dicho de forma muy aproximada, era el siguiente. La democracia se fundamenta en una politeia, una constitución, donde el demos, el pueblo, ejerce el poder y donde todos son iguales ante la ley. Sin embargo, tal constitución está condenada a dar el mismo lugar a todas las formas de parresia, incluso a las peores. Debido a que la parresía se da incluso a los peores ciudadanos, la influencia abrumadora de los hablantes malos, inmorales o ignorantes puede llevar a la ciudadanía a la tiranía o puede poner en peligro la ciudad. Por tanto, la parresía puede ser peligrosa para la democracia misma. Por tanto, este problema parece coherente y familiar.

Debemos tener en cuenta el hecho de que conocemos un lado de la discusión mucho mejor que el otro por la sencilla razón de que la mayoría de los textos que se han conservado de este período provienen de escritores que estaban más o menos directamente afiliados con los aristocráticos. partido, o al menos desconfiado de las instituciones democráticas o radicalmente democráticas. Y me gustaría citar algunos de estos textos como ejemplos del problema que estamos examinando.

El primero que me gustaría citar es un satirismo ultraconservador y ultraaristocrático de la constitución democrática ateniense, probablemente escrito durante la segunda mitad del siglo quinto. Y durante mucho tiempo se le atribuyó esta sátira a Jenofonte. Pero ahora los eruditos están de acuerdo en que esta atribución no era correcta, y los clasicistas angloamericanos incluso tienen un lindo apodo para este pseudo-Jenofonte, el autor anónimo de este satirismo. Lo llaman, el “ Viejo oligarca”. Este texto debe provenir de uno de esos círculos aristocráticos o clubes políticos tan activos en Atenas a fines del siglo V. Estos círculos fueron muy influyentes en la revolución antidemocrática del 411 a. C. durante la guerra del Peloponeso.

El pasquín toma la forma de un elogio o elogio paradójico, un género muy familiar para los griegos. Se supone que el escritor es un demócrata ateniense que se centra en algunas de las imperfecciones, defectos, imperfecciones, fallas, etc. más obvias de las instituciones democráticas y la vida política atenienses; y elogia estas imperfecciones como si fueran cualidades con las consecuencias más positivas. El texto carece de valor literario real ya que el escritor es más agresivo que ingenioso. Pero la tesis principal que está en la raíz de la mayoría de las críticas a las instituciones democráticas atenienses se puede encontrar en este texto y, en mi opinión, es significativa para este tipo de actitud radicalmente aristocrática.

Esta tesis aristocrática es la siguiente. Las demostraciones, la gente, son las más numerosas. Dado que son los más numerosos, el demos también está compuesto por los ciudadanos más comunes y, de hecho, incluso los peores. Por tanto, el demos no puede estar compuesto por los mejores ciudadanos. Entonces, lo mejor para el demos no puede ser lo mejor para la polis, para la ciudad. Con este argumento general como trasfondo, la El “ Viejo Oligarca” elogia irónicamente las instituciones democráticas atenienses; y hay algunos pasajes extensos que caricaturizan la libertad de expresión:

Ahora bien, se podría decir que lo correcto sería que [el pueblo] no permita que todos hablen en pie de igualdad, ni que tengan un asiento en el consejo, sino solo los hombres más inteligentes y los mejores. Pero también en este punto se han decidido por lo que es perfectamente correcto al permitir que la gente vulgar también hable. Porque si a la aristocracia se le permitiera hablar y participar en el debate, sería bueno para ellos y sus pares, pero no para los proletarios. Pero ahora que cualquier persona vulgar que quiera hacerlo puede dar un paso adelante y hablar, simplemente expresará lo que es bueno para él y sus iguales. Uno podría preguntarse: ¿Cómo podría una persona así entender lo que es bueno para él o para la gente? Bueno, las masas entienden que la ignorancia, la vulgaridad y la simpatía de este hombre les son más útiles que toda la moral, la sabiduría, y antipatía del hombre distinguido. Con tal orden social, es cierto, un estado no podrá desarrollarse a la perfección por sí mismo, pero la democracia se mantendrá mejor de esta manera. Porque el pueblo no quiere estar en las circunstancias de esclavos en un estado con una constitución ideal, sino ser libre y estar en el poder; si la constitución es mala o no, no les importa mucho. Porque lo que crees que no es una constitución ideal, es solo la condición para que el pueblo esté en el poder y sea libre. Porque si busca una constitución ideal, verá que, en primer lugar, las leyes las hacen las personas más hábiles; además, la aristocracia consultará sobre los asuntos del estado y pondrá fin a que las personas rebeldes tengan un asiento en el consejo o hablen o participen en la asamblea del pueblo.

Ahora me gustaría cambiar a otro texto que presenta una posición mucho más moderada. Es un texto escrito por Isócrates a mediados del siglo IV; e Isócrates se refiere varias veces a la noción de parresía y al problema de la libertad de expresión en una democracia. Al comienzo de su gran oración, » Sobre la paz», escrito en 355 a. C., Isócrates contrasta la actitud del pueblo ateniense hacia recibir consejos sobre sus asuntos privados cuando consultan a personas razonables y bien educadas sobre la forma en que consideran los consejos cuando se trata de asuntos públicos y actividades políticas:

… siempre que tomas consejo sobre tus asuntos privados buscas como consejeros a hombres que sean tus superiores en inteligencia, pero siempre que deliberas sobre los asuntos del estao, desconfías y te disgustan los hombres de ese carácter y cultivas, en cambio, al más depravado de los oradores que se presentan ante ti en esta plataforma; y prefieres, como mejores amigos del pueblo, a los borrachos a los sobrios, a los tontos a los sabios ya los que reparten el dinero público a los que realizan servicios públicos por cuenta propia. De modo que podemos maravillarnos de que cualquiera pueda esperar que un estado que emplea a tales consejeros avance hacia cosas mejores

Pero los atenienses no solo escuchan a los oradores más depravados; ni siquiera están dispuestos a escuchar realmente buenos oradores, pues les niegan la posibilidad de ser escuchados:

Observo… que no escuchas con igual favor a los interlocutores que se dirigen a ti, pero que, mientras prestas atención a unos, en el caso de otros ni siquiera permites que se escuche su voz. Y no es de extrañar que hagas esto; porque en el pasado se ha formado el hábito de sacar a todos los oradores de la plataforma, excepto a los que apoyan sus deseos.

Y eso, creo, es importante. Pues ves que la diferencia entre el buen orador y el mal orador no radica principalmente en el hecho de que uno da el bien mientras que el otro da malos consejos. La diferencia radica en esto: los oradores depravados, que son aceptados por el pueblo, solo dicen lo que el pueblo desea oír. Por lo tanto, Isócrates llama a tales hablantes “ Aduladores”. El orador honesto, en cambio, tiene la capacidad y el valor suficiente para oponerse al demos. Tiene un papel crítico y pedagógico que desempeñar que requiere que intente transformar la voluntad de los ciudadanos para que sirvan a los mejores intereses de la ciudad. Esta oposición entre la voluntad del pueblo y los mejores intereses de la ciudad es fundamental para la crítica de Isócrates a las instituciones democráticas de Atenas. Y concluye que debido a que ni siquiera es posible ser escuchado en Atenas si uno no repite como loros la voluntad del demos, hay democracia – lo cual es algo bueno – pero los únicos oradores parresiásticos o francos que quedan que tienen audiencia son » Oradores imprudentes» y » Poetas cómicos»:

Sé que es peligroso oponerse a sus puntos de vista y que, aunque este es un gobierno libre, no existe “ Libertad de expresión” [parresía] salvo la que disfrutan en esta Asamblea los oradores más temerarios, que no se preocupan por su bienestar, y en el teatro los poetas cómicos.

Por tanto, la verdadera parresía, la parresía en su sentido positivo y crítico, no existe donde existe la democracia.

En el «Areopagiticus ”[355 aC], Isócrates establece un conjunto de distinciones que expresan de manera similar esta idea general de la incompatibilidad de la verdadera democracia y la parresía crítica. Porque compara las antiguas constituciones de Solonia y Clístenea con la vida política ateniense actual, y elogia a los sistemas políticos más antiguos sobre la base de que dieron a Atenas democracia, libertad, felicidad e igualdad frente a la ley. Sin embargo, afirma que todas estas características positivas de la vieja democracia se han pervertido en la actual democracia ateniense. La democracia se ha convertido en falta de autocontrol, la libertad se ha convertido en anarquía; la felicidad se ha convertido en la libertad de hacer lo que se quiera y la igualdad frente a la ley se ha convertido en parresía. La parresia en este texto tiene solo un sentido negativo y peyorativo. Entonces, como puede ver, en Isócrates hay una constante valoración positiva de la democracia en general, pero unida a la afirmación de que es imposible disfrutar tanto de la democracia como de la parresía (entendida en su sentido positivo). Además, existe la misma desconfianza en los sentimientos, opiniones y deseos del demos que encontramos, de forma más radical, en el satirismo de los viejos oligarcas.

Un tercer texto que me gustaría examinar proviene de La República de Platón  , donde Sócrates explica cómo surge y se desarrolla la democracia. Porque le dice a Adeimantus que:

Cuando los pobres ganan, el resultado es democracia. Matan a algunos del partido contrario, desterran a otros y conceden al resto una participación igual en los derechos civiles y el gobierno, y los funcionarios suelen ser nombrados por sorteo.

Sócrates luego pregunta: » ¿Cuál es el carácter de este nuevo régimen?» Y dice del pueblo en democracia:

Primero que nada, son gratis. La libertad y la libertad de expresión [parresía] abundan en todas partes; a cualquiera se le permite hacer lo que le plazca … Siendo así, cada hombre arreglará su propia forma de vida para adaptarse a su placer.

Lo interesante de este texto es que Platón no culpa a la parresía por dotar a todos con la posibilidad de influir en la ciudad, incluidos los peores ciudadanos. Para Platón, el peligro principal de la parresía no es que lleve a malas decisiones en el gobierno, o proporcione los medios para que algún líder ignorante o corrupto obtenga el poder, se convierta en un tirano. El principal peligro de la libertad y la libertad de expresión en una democracia es lo que resulta cuando cada uno tiene su propia forma de vida, su propio estilo de vida. Pues entonces no puede haber logos comunes, ni unidad posible, para la ciudad. Siguiendo el principio platónico de que existe una relación análoga entre la forma en que un ser humano se comporta y la forma en que se gobierna una ciudad, entre la organización jerárquica de las facultades del ser humano y la estructura constitucional de la polis, se puede ver muy bien que si todos en la ciudad se comportan como quiere, y cada uno sigue su propia opinión, su propia voluntad o deseo, entonces hay en la ciudad tantas constituciones, tantas pequeñas ciudades autónomas, como hay ciudadanos que hacen lo que les place. Y puede ver que Platón también considera la parresía no solo como la libertad de decir lo que uno quiera, sino como vinculada con la libertad de hacer lo que quiera. Es una especie de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida sin límites. Y puede ver que Platón también considera la parresía no solo como la libertad de decir lo que uno quiera, sino como vinculada con la libertad de hacer lo que quiera. Es una especie de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida sin límites. Y puede ver que Platón también considera la parresía no solo como la libertad de decir lo que uno quiera, sino como vinculada con la libertad de hacer lo que quiera. Es una especie de anarquía que implica la libertad de elegir el propio estilo de vida sin límites.

Bueno, hay muchas otras cosas que decir sobre la problematización política de la parresía en la cultura griega, pero creo que podemos observar dos aspectos principales de esta problematización durante el siglo IV.

Primero, como queda claro en el texto de Platón, por ejemplo, el problema de la libertad de expresión se relaciona cada vez más con la elección de la existencia, con la elección del modo de vida. La libertad en el uso de logotipos se convierte cada vez más en libertad en la elección de biografías. Y como resultado, la parresía se considera cada vez más como una actitud personal, una cualidad personal, como una virtud útil para la vida política de la ciudad en el caso de parresía positiva o crítica, o como un peligro para la ciudad en el caso de de parresia negativa, peyorativa. En Demóstenes, por ejemplo, se pueden encontrar una serie de referencias a la parresía, pero generalmente se habla de la parresía como una cualidad personal y no como un derecho institucional. Demóstenes no busca ni plantea garantías institucionales para la parresía, pero insiste en el hecho de que él, como ciudadano personal, usará parresía porque debe decir con valentía la verdad sobre la mala política de la ciudad. Y afirma que, al hacerlo, corre un gran riesgo. Porque es peligroso para él hablar libremente, dado que los atenienses en la Asamblea son tan reacios a aceptar cualquier crítica.

En segundo lugar, podemos observar otra transformación en la problematización de la parresía: la parresía está cada vez más vinculada a otro tipo de institución política, a saber, la monarquía. La libertad de expresión ahora debe usarse hacia el rey. Pero, obviamente, en una situación tan monárquica, la parresía depende mucho más de las cualidades personales tanto del rey (que debe elegir aceptar o rechazar el uso de la parresía) como de los consejeros del rey. La parresia ya no es un derecho o privilegio institucional, como en una ciudad democrática, sino una actitud mucho más personal, una elección de biografías. Esta transformación es evidente, por ejemplo, en Aristóteles. La palabra Aristóteles rara vez usa la “ parresía”, pero ocurre en cuatro o cinco lugares. Sin embargo, no existe un análisis político del concepto de parresía en relación con ninguna institución política. Porque cuando aparece la palabra, es siempre en relación con la monarquía o como un rasgo personal del carácter ético y moral. En la Constitución de Atenas, Aristóteles da un ejemplo de parresía positiva y crítica en la administración tiránica de Pisistratus. Como saben, Aristóteles consideraba a Pisístrato como un tirano humano y bene fi cioso cuyo reinado fue muy fructífero para Atenas. Y Aristóteles da el siguiente relato de cómo Pisístrato conoció a un pequeño terrateniente después de haber impuesto un impuesto del diez por ciento sobre todos los productos:

… [Pisistratus] a menudo hacía expediciones en persona al país para inspeccionarlo y resolver disputas entre individuos, para que no entraran a la ciudad y descuidaran sus granjas. Fue en uno de los progresos que, según cuenta la historia, Pisistratus tuvo su aventura con el hombre de Hymettus, que estaba cultivando el lugar conocido después como “ Finca libre de impuestos”. Vio a un hombre cavando y trabajando en un terreno muy pedregoso y, sorprendido, envió a su asistente a preguntar qué había sacado de ese terreno. “ Dolores y molestias”, dijo el hombre; “ Y eso es lo que Pisistratus debería tener su décimo”. El hombre habló sin saber quién era su interlocutor; pero Pisístrato estaba tan complacido con su franco discurso y su laboriosidad que le concedió la exención de todos los impuestos.

Entonces la parresía ocurre aquí en la situación monárquica.

La palabra también la usa Aristóteles en la  Ética a Nicómaco  [Libro IV , 1124b28], no para caracterizar una práctica o institución política, sino como un rasgo del hombre magnánimo, el megalopsychos. Algunas de las otras características del hombre magnánimo están más o menos relacionadas con el carácter y la actitud parresiástica. Por ejemplo, el megalopsychos es valiente, pero no es alguien a quien le guste tanto el peligro que corra a recibirlo. Su coraje es racional [1124 b7-9]. Prefiere aletheia a doxa, verdad a opinión. No le gustan los halagadores. Y dado que desprecia a otros hombres, es “ Franco y franco” [1124 b28]. Utiliza la parresía para decir la verdad porque es capaz de reconocer las faltas de los demás: es consciente de su propia diferencia con ellos, de su propia superioridad. Entonces ves que para Aristóteles, la parresía es una cualidad moral-ética o se refiere a la libertad de expresión dirigida a un monarca. Cada vez más, estos archivos personales. y las características morales de la parresia se vuelven más pronunciadas.

Fuente e Imagen: https://www.bloghemia.com/2020/10/la-crisis-de-las-instituciones.html?m=1&fbclid=IwAR1cchRsVf2dzDgaNsCrS_6Q5uJryN8Qew2qyxkE3vTV87kMg5TVWKwiKo8

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Un centenario para releer a Paulo Freire

Por: Dinorah García Romero 

Su compromiso con los más vulnerables y el redescubrimiento de la educación como una obra de arte para tiempos difíciles.  Freire está presente. Releerlo es tarea obligada.

El año 2021 no solo se ha vuelto célebre por la intensidad y letalidad de la COVID-19.

Este año adquiere relieve especial por la celebración del Centenario de Paulo Freire. La fiesta que celebramos en América Latina y el Caribe y en otros contextos geográficos mundiales marca nuevos desafíos sociales y educativos. El nombre y el centro de la festividad es Paulo Freire. El 19 de septiembre del año en curso conmemoramos cien años de su nacimiento. La gratitud se convierte en alegría y en celebración. Los hombres y las mujeres de este continente y de otras latitudes saludan con entusiasmo el recuerdo de un educador comprometido con la transformación del pensamiento y de la práctica educativa y ciudadana. Su legado se ha extendido más allá de las fronteras de la nación que lo vio nacer, Brasil. Por ello, instituciones, grupos y países reactivan sus ideas y propuestas a favor de la libertad y de la educación integral y transformadora de las personas y de las comunidades.  De sus esfuerzos por un mundo más inclusivo y una educación más audaz, podemos hablar sin fin. Hoy, su producción intelectual y su vivencia de la educación popular tienen una vigencia sin igual. Cada palabra, cada proposición, tiene fuerza propia y una direccionalidad clara: este mundo es para todos; prioridad, la constitución de sujetos con capacidad para analizar, interpretar y transformar la realidad.

La exhortación de Freire a los educadores para que asuman su rol como un acto político tiene fuerza mayor en esta época. El carácter político de la tarea educativa ha de ser reforzado para desterrar la indiferencia y el carácter intimista de la práctica educativa. Esta labor ha de comprometernos abiertamente con la construcción cotidiana de la democracia y de un tejido social cada vez menos excluyente y equitativo. Freire crea y sufre en su ejercicio como educador, para que sus pares opten por una educación radicalmente liberadora. Fuera toda atadura dirigida a minimizar capacidades y a establecer diferencias generadoras de desigualdades. Para Freire, la asunción de la educación como acto político pasa por una postura consciente y corresponsable de los educadores. Más que un llamado, este planteamiento de Freire se convierte en un grito. Los sistemas sociopolíticos que gobiernan el mundo secuestran diariamente el pensamiento libre y la práctica cambiante en el ámbito educativo.

Los planes de estudios del ámbito preuniversitario y de la educación superior han de estar alineados para posibilitar la construcción sistemática de la institucionalidad democrática, participativa y justa. Las propuestas académicas han de alejarse de la ambigüedad y de la racionalidad instrumental para que la constitución de sujetos pase del discurso a la realidad. Hemos de impregnar la educación y la sociedad de la sabiduría y de la orientación sociopolítica que Freire propone para ambos ámbitos.  Él nos plantea la política como ciencia y como construcción humana que tiene como lógica y horizonte el desarrollo integral de la persona y de la sociedad para la construcción de un mundo inclusivo e igualitario. La instrumentalización de la educación para que responda a intereses privatizantes y para que priorice la excelencia por encima de la dignidad de estudiantes y educadores no es tarea de ayer. Es una amenaza constante y sutil hoy. La educación como acción y proceso político demanda una actuación educativa y gerencial comprometida con la transformación personal y social en las aulas, en los centros educativos y en las instituciones de educación superior.

Con esta motivación, el Instituto Superior Especializado de Estudios Educativos Pedro Poveda celebra este año Cien días con Paulo Freire. Son actividades para potenciar la función de los educadores como intelectuales, su compromiso con los más vulnerables y el redescubrimiento de la educación como una obra de arte para tiempos difíciles.  Freire está presente. Releerlo es tarea obligada para todos los educadores interesados en una educación y un mundo más humano y justo.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/mercenarios-colombianos-en-santo-domingo-8966771.html:

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