Acciones educativas de lectura y escritura deben convertirse en prácticas sociales y políticas

Por: Erick Juárez Pineda

Las prácticas de lectoescritura con las y los niños se deben poner al centro de los planes educativos, no solo como estrategias pedagógicas, sino como prácticas sociales y de incidencia.

Esto lo señaló Luz María Moreno Medrano, investigadora de la Universidad Iberoamericana y Directora del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación  (INIDE), donde agregó que deben existir puentes entre la investigación educativa y los movimientos sociales para amplificar las mejores prácticas e incidir en la toma de decisiones en la materia.

En el marco del II Coloquio Internacional sobre Prácticas Letradas en clave Interseccional y Postcolonial, Moreno Medrano explicó que este tipo de incidencia se pudo reflejar en el Proyecto Educativo Autónomo Otomí en la Ciudad de México, en el cual desarrolló una serie de estrategias, en colaboración con la Comunidad Otomí organizada en la Ciudad de México, a través del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), con el fin de atender las necesidades educativas de un grupo de niñas en edad escolares que habitaban en el campamento de la colonia Juárez, en la Delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México, donde se tomaron las instalaciones del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas.

Explicó que durante esta intervención se logró contribuir al seguimiento a los procesos de aprendizaje de la lectoescritura a través de distintos mecanismos con el uso de tabletas electrónicas, material impreso y didáctico.

«Durante este proyecto, las y los niños pudieron tener experiencias gratificantes de lectura y escritura. A través de ellas pudieron expresar y entender su realidad y crearon lazos afectivos de experiencias académicas», señaló.

De esta experiencia, destacó que se deben poner al centro las prácticas letradas como prácticas sociales y políticas, a fin de incidir en la mejora del ejercicio del derecho a la educación, además, de enriquecer las visiones del mundo a través de la experiencia de los menores, a fin de comprender los diversos contextos en los que se desarrolla.

El pasado octubre del 2020, integrantes de la Comunidad Otomí organizada en la Ciudad de México tomaron las instalaciones del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas para que se garantice su derecho a la vivienda, al trabajo, educación y servicios de salud. Ante ello, este grupo sufrió una serie de desalojos violentos de sus campamentos y los menores no tienen garantizado el acceso a la salud, educación y vivienda.

Fuente e imagen:  https://www.educacionfutura.org

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La afectualidad como expresión fratriarcal emancipadora de los arquetipos patriarcal y matriarcal

Por: Iliana Lo Priore

Para iniciar este artículo, quiero afirmar que nos reconocemos, junto a otros y otras, como FRATRIOTAS GLOCALES.  Fratriota proviene del término fratria que significa hermandad o fraternidad y glocal es un acrónimo compuesto por sílabas de  las palabras global y local.  Ello quiere decir que estamos comprometides afectualmente con la prevalencia de la fraternidad o solidaridad hermanadora como práctica vital y existencial de realización al lado de las otredades o alteridades eco-socio-naturales en la Tierra, a diferentes escalas  espaciales o territoriales.

El fratriarcalismo es un arquetipo mediador y superador, a la vez, de los arquetipos  patriarcal y el matriarcal; así lo ha argumentado en sus investigaciones en torno a la cultura simbólica el reconocido hermeneuta Andrés Ortiz-Osés.  Los arquetipos son configuraciones simbólicas que habitan el inconsciente colectivo e individual que articulan tipos de imaginarios arcaicos o primitivos, mitos, con representaciones ideológicas y actuaciones socioculturales actuales en los hombres y mujeres, dotándolas de significaciones y sentidizaciones. El símbolo, o lo simbólico, es una relación de analogía ambivalente y coimplicante entre un primer sentido atribuido a algo con un segundo sentido que demanda interpretación o comprensión.

El patriarcado, el matriarcalismo y el fratriarcalismo se pueden considerar como  estructuras psicosociales simbólicas que inducen actuaciones de sociedades, grupos e individuos alrededor de sus arquetipos dominantes en una cultura dada.  Los cuales propician creencias, prejuicios, estereotipos, valoraciones y otras significaciones en la psique que inciden en las prácticas sociales.

Las estructuras psicosociales simbólicas han atravesado un tránsito histórico que  según Ortiz-Osés (1993), se ha evidenciado en las antiguas confrontaciones de Oriente y Occidente, en las que  Oriente influyó sobre Occidente, siendo el primero prevalecientemente matriarcal y naturalista, y el segundo, patriarcalista y racionalista.  Sin embargo, con el tiempo el patriarcado avasallará al maternalismo y se impondrá de modo hegemónico.

Tales avasallamientos tuvieron primordialmente escenario en la Grecia antigua. El surgimiento y desarrollo del patriarcalismo conllevará a la supremacía de lo suprasensible u objetivista en detrimento de la sensibilidad matriarcal; así la relevancia de las diosas terrenales fue opacada por los dioses del Olimpo; se transfiguró el derecho natural matriarcal en derecho civil patriarcal; se sobrepuso el mundo tecno-lógico masculino al mito-lógico femenino; se impuso la cultura de la competitividad o autosuperación prometeica sobre la cultura de la paz y la igualdad maternalista, y el Logos del patriarcado subordinó al Eros femenino.

Este último aspecto es retomado en el presente por quienes abogan a favor de recuperar el eros maternal para fusionarlo con la razón técnica paternal con el propósito de humanizar la tecnología  y contrarrestar su utilización por la racionalidad instrumental que convierte todo en medio, recurso o instrumento, cosificando al entorno-mundo, depredando la naturaleza y alienando a hombres y mujeres.  Asimismo, nosotros hemos planteado que hay que reivindicar la afectividad matriarcal neutralizada por la suprasensibilidad u objetividad antisubjetiva de la razón tecnocrática del patriarcado, para potenciarla y transfigurarla en afectualidad o empatía hermanadora (Lo Priore y Díaz, 2019), es decir, pensar, sentir y sentirse juntos, como expresión del arquetipo del fratriarcado emergente ante la sustitución  histórica que sufrió en el pasado remoto el arquetipo matriarcal y el agotamiento que sufre en la actualidad el patriarcado en crisis.

Por otra parte, consideramos que el naturalismo vinculado a la matriarcalidad está asociado como antecedente también histórico,  a los planteamientos ecosóficos o de ecología integral de relaciones ambientales, sociales y mentales  para proteger y redefinir la vida planetaria o local en la actualidad, que contemple a la naturaleza recuperada como otredad, y civilizatoriamente a las sociedades proyectándolas en otro mundo posible para el habitar contrario a la explotación de la Tierra o Pachamama y de los seres humanos.

La matriarcalidad en el pasado remoto estuvo  imbricada con  la producción o economía agraria debido a la división social del trabajo con los hombres en esas épocas,  lo que conllevó a la relación estrecha de las mujeres con las plantas y el conocimiento de sus propiedades culinarias y curativas, asumiendo la condición de ser una forma de conciencia de la naturaleza, lo que le ocasionó a las mujeres su persecución patriarcal acusadas de prácticas de brujería o hechicería por preparar brebajes, pócimas y ungüentos naturistas. En consecuencia, el matriarcado  sería fundante de  la ecoprotección naturalista preventiva inmunizadora y medicinal de los enfermos o contagiados por las enfermedades y pestes de la época.

Simbólicamente el matriarcalismo será omniabarcante al establecer nexos desde relaciones imaginarias fundamentales sacras o religiosas (la madre-virgen en el cristianismo) hasta cosmogónicas (las estrellas, la luna, la energía, el agua, la tierra, los animales, las plantas, etcétera).  Aquí es oportuno aclarar que la educación de los hijos, o de los niños y niñas, es de origen  matriarcal o femenino afectivo e igualitario, luego a través de la educación formal y escolar, se entroniza el autoritarismo o el patriarcado estatal, desafectivo y desigualador

Todo ello, históricamente, estructuró culturalmente una psique en la que simbólicamente se afianzó el arquetipo paternalista o masculino sobre el maternalista o femenino de origen arcaico y mítico de las madres-divinidades,  en el mundo Occidental, occidentalizado o colonizado.  No obstante, lo femenino no ha dejado de manifestarse como  renuencias, resistencias y luchas feministas por la igualdad y equidad de género ante las imposiciones y arbitrariedades del poder patriarcal que ha ocasionado, entre otros aspectos condenables, feminicidios.

La aproximación a la comprensión de los arquetipos culturales infraestructurales de la sociedad occidental de Ortiz-Osés (1993) es antropológico-hermenéutica-simbólica que parte de los tres enclaves de Matria, Patria y Fratria, que se corresponden con  tres concepciones de los discursos configuradores del imaginario socio-cultural y de su confrontación ideológica y política conflictiva:  naturismo, autoritarismo y democracia auténtica.

Disputa simbólica que aparece como lucha subyacente entre un patriarcal poder omnipresente y la búsqueda de la seguridad y protección cuasi maternal, que puede converger perversamente en la identificación de la protección con la dependencia del autoritarismo y vigilancia panóptica estatal-paternalista,  sacrificando o postergando alcanzar  la emergente emancipación o liberación de la autonomía libertaria, comunalista, justiciera e igualitaria fratriarcal o afectual.

Esa emergencia o insurgencia emancipadora se anuncia como rebelión de las fratrías, insurgencias de las hermandades o grupos afectuales que comparten intereses comunes en contra del autoritarismo patriarcal o estatal y de los intereses oligárquicos o capitalistas dominantes.  Esta comunidad de aspiraciones fratriales (obreras, feministas, juveniles, sexuales, etcétera)  aparece reclamando reconocimientos, espacios y transformaciones debido a la crisis del paternalismo y a la debilidad del maternalismo.  Por ello, el fratriarcalismo o la afectualidad se presenta como una opción convivencial o societal alternativa a la sociedad capitalista y la “socialista” existentes.

De allí que el fratriarcalismo se manifiesta como mediación relacionista  dialógica  alternativa  al matriarcalismo y al patriarcalismo,  el logos y  eros, la razón tecnológica y la razón  sensible, objetividad y subjetividad, racionalidad instrumental y afectualidad, modernidad y posmodernidad, desigualdad y justicia social, mercantilismo y solidaridad, individualismo y reconocimiento de los otros, inhumanidad y derechos humanos, anticultura monologa y diálogo pluricultural, valoraciones pragmáticas y ética, capitalismo neoliberal y capitalismo de Estado o socialismo,  narcisismo e intersubjetividad/trans-subjetividad, indefensión pandémica y protección panóptica o disciplinaria-normalizadora, educación neoliberal y educación emancipadora, etcétera.

Con esta interpretación se puede hacer frente a la crisis del raciocinio dominador simbólico del patriarcado y superarlo al socavarlo en sus fundamentos infraestructurales arquetípicos, favoreciendo el relaciocinio dialógico-afectual simbólico de la insurgencia del fratriarcalismo democrático radical, comunitarista y ecoprotector inmunitario emancipador.

Referencias

Lo Priore, I. y Díaz, J.  (2019). Emancipación de las subjetividades en las infancias y juventudes. Afectualidad, uso de las TICs y educación liberadora. México: Ediciones MASFE.

Ortiz-Osés, A.  (1993). Las claves simbólicas de nuestra cultura: matriarcalismo, patriarcalismo, fratriarcalismo. Barcelona: Editorial Anthropos.

ilianalopriore11@gmail.com

Fuente: https://insurgenciamagisterial.com/la-afectualidad-como-expresion-fratriarcal-emancipadora-de-los-arquetipos-patriarcal-y-matriarcal/

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La violencia política contra las mujeres en Venezuela. Un fenómeno creciente

Por: Dra. Mitzy Flores.

 

Resumen

 

 

A diferencia de otros tipos de violencia, la ejercida en contra de las mujeres responde a la lógica patriarcal ampliamente aceptada, según la cual lo natural y socialmente esperado es que el poder sea ejercido por los hombres sobre ellas. Se trata de un complejo entramado cultural que determina la conformación de las identidades y que en el caso de las mujeres, las obliga a asumir en sus prácticas sociales una condición normalizada de subalternidad, mientras que de ellos se espera primacía. La carencia legislación en materia de violencia política contra las mujeres en Venezuela ha motivado la escritura de este documento con el propósito de interpretar críticamente el fenómeno de la Violencia Política contra las Mujeres en Venezuela. Nuestro análisis inicia con la presentación de las desigualdades para la participación política que han enfrentado históricamente -y aún hoy deben enfrentar- las mujeres en Venezuela, para lo cual se contextualiza el marco legal nacional en relación al existente en la comunidad latinoamericana y caribeña. De seguido se complementa el análisis con la argumentación teórica de la violencia política contra las mujeres desde la perspectiva de género y se apunta a la necesidad de actualizar la legislación existente.  Luego se abordan algunos rasgos de la violencia política, a la luz de los hallazgos del reciente Informe de la Comisión de la Verdad Justicia y Paz: Violencia y Acoso Político contra las Mujeres en Venezuela. En este se reporta desde el acoso, hostigamiento y escarnio al que fueron sometidas mujeres que hacen vida pública en Venezuela, se registran los casos de mujeres heridas y lesionadas, hasta aquellos cuyo desenlace fue fatal, entre ellos el femicidio a lideresas comunitarias que va en aumento. Al cierre se presentan algunos nudos conclusivos que apuntan a la idea de que este tipo específico de violencia representa un importante desafío a la democracia, a los derechos humanos y a la igualdad de género puesto que ninguna sociedad puede aspirar a plenitud su ejercicio sin garantizar la participación política de las mujeres.

 

Palabras clave: participación y violencia política, mujeres, justicia de género.

 

Compartimos la certeza de que la violencia contra las mujeres es un fenómeno que ocurre en nuestras sociedades como una manifestación de la cultura y herencia histórica patriarcal ampliamente extendida. El hecho de que apenas a fines del siglo pasado se admitiera la violencia doméstica como delito en la legislación regional, evidencia su naturalización en América Latina y el Caribe. En este sentido, es oportuno expresar que nuestra motivación para elaborar este documento descansa en un hecho análogo: en Venezuela el fenómeno de la violencia política contra las mujeres se ha presentado cada vez con mayor frecuencia e intensidad durante los últimos veinte años (lapso en el que, nuestra participación ha venido en aumento, aunque no al ritmo de la paridad que aspiramos) y su tipificación como delito sigue ausente en nuestra legislación.

 

Este documento inicia con la presentación de las desigualdades para la participación política que han enfrentado históricamente -y aún hoy deben enfrentar- las mujeres en Venezuela; para lo cual se contextualiza el marco legal nacional en relación al existente en  la comunidad latinoamericana y caribeña. De seguido se complementa el análisis con la argumentación teórica de la violencia política contra las mujeres desde la perspectiva de género y se apunta a la necesidad de actualizar la legislación existente. Luego se abordan algunos rasgos de la violencia política, para lo que sirven de contraste empírico, algunos hallazgos del reciente Informe de la Comisión de la Verdad Justicia y Paz: Violencia y Acoso Político contra las Mujeres en Venezuela (2018). En este se reporta desde el acoso, hostigamiento y escarnio al que fueron sometidas mujeres que hacen vida pública en Venezuela, se registran los casos de mujeres heridas y lesionadas y culmina con los casos que tuvieron un desenlace fue fatal, entre ellos el femicidio a lideresas comunitarias que va en aumento. Al cierre  presentaremos algunos nudos conclusivos que apuntan a la idea de que este tipo específico de violencia representa un importante desafío a la democracia, a los derechos humanos y a la igualdad de género puesto que ninguna sociedad puede aspirar a plenitud su ejercicio sin garantizar la participación política de las mujeres.

 

 

  1. Participación política en desigualdad

 

Tan incontrovertible es el hecho de que las mujeres enfrentamos mayores barreras culturales, sociales e institucionales para ejercer nuestros derechos y entre ellos, especialmente el de la participación política, como innegable que las conquistas de las mujeres han sido fruto de sus propias luchas por el reconocimiento de sus derechos. La constante presión a los gobiernos para que desarrollen medidas afirmativas a fin de garantizar su participación igualitaria en los diferentes espacios de representación política y social, confirma que sin la garantía del mecanismo de participación sería imposible alcanzar la igualdad y menos aún, la autonomía que sustenta nuestras libertades.

 

Como en buena parte del mundo, en Venezuela el acceso de las mujeres a los cargos de elección o representación popular supone enormes dificultades y obstáculos de índole cultural y material, de modo que en la práctica, las mujeres no estamos en igualdad de condiciones que nuestros pares masculinos de ser elegidas a cargos de representación popular aunque participemos activamente en las organizaciones de base, en los movimientos sociales y en todos los espacios de la vida social.

 

Nuestro país ocupa el lugar 81 en el ranking mundial de participación política de las mujeres en los parlamentos, con un 22% de mujeres en la Asamblea Nacional, solo por encima de  nuestros vecinos Honduras (89), Uruguay (95), Panamá (109), Colombia (111), Paraguay (132) y Guatemala (143) y muy distante de Cuba, Bolivia, México, Grenada, Nicaragua y Costa Rica que ocupan los primeros diez lugares del ranking al exhibir una participación de  mujeres parlamentarias que oscila entre el 45% y 53%. Esta realidad se hace obvia cuando constatamos la mínima presencia de mujeres en la administración pública[1], y en la  conformación de la directiva de los partidos políticos y otras organizaciones con fines políticos en Venezuela, lo que resta la posibilidad de incorporarse a las listas de elección y desde luego, de ser elegidas.

 

En este sentido, hay que recordar que a pesar de que en el país los gobiernos municipales son elegidos por votación popular desde 1979, no se aprecia en el país un incremento de mujeres en los espacios locales de poder. Por el contrario su presencia desciende en el periodo que va desde 1984-1989 con el cambio de régimen electoral que pasó a listas abiertas con voto nominal; lo que generó la subrepresentación de las mujeres y el favorecimiento de candidaturas masculinas.

 

Al interior de los partidos políticos como en las creencias de la sociedad, se mantienen imaginarios patriarcales que obstaculizan la visibilización y efectiva participación de las mujeres en todos los espacios. Ello favorece la emergencia de hombres para las candidaturas a lo que hay que sumar la menor capacidad económica de las mujeres para financiar sus postulaciones; todo lo cual resulta en una marcada exclusión de las mujeres.

 

La Ley Orgánica de Procesos Electorales (2009), derogó la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política (LOSPP) promulgada en 1997, cuyo artículo 144 pretendió favorecer la cuota de paridad al interior de los partidos políticos y así garantizar la inclusión de las mujeres en los hechos. Ello aportaría al logro del derecho a la participación plena y en igualdad de condiciones en los diferentes cargos de elección popular.

 

La Convención Interamericana sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación hacia la Mujer (CEDAW), ratificada por el Estado venezolano establece en su art. 7, para referirse a los derechos políticos y a las medidas positivas, que los Estados Partes deben favorecer la eliminación de la discriminación de la mujer en la vida política y pública y que éstas puedan participar en condición de igualdad con los varones. Lo que propició el diseño y la revisión de las políticas públicas y gracias a ello, a finales de la década de 1990, el Estado venezolano se propuso instituir la norma de cuotas como una medida positiva para la incorporación de las mujeres a las listas de elección.

Por otra parte, la Carta Magna se actualizó y se redactó una nueva en 1999. Ahora el artículo de la LOSPP que referimos (que señalaba que los partidos políticos y otros grupos, están en la obligación de incluir al menos un 30% de mujeres en sus listas de postulación para todos los cargos de los cuerpos deliberantes), está en consonancia con el artículo 21 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) que declara la igualdad de todas las personas y proscribe la discriminación con fundamento en la raza, sexo, credo o condición social que pudiera anular o menoscabar sus libertades y derechos. También prevé protección para los grupos vulnerables como sanción por su incumplimiento.

 

Paradójicamente, en la proximidad de las Megaelecciones del año 2000, el propio argumento del artículo 21 de la reciente CRBV fue utilizado en contra de las mujeres a través de la Resolución  transitoria N° 000321-544 del Consejo Nacional Electoral (CNE) para suprimir la aplicación del  artículo en cuestión y desconocer así su vigencia; lo que es juzgado como una decisión inconstitucional con unas consecuencias que desvanecen la conquista en favor de la igualdad y de la no discriminación. La Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia recibió demanda de nulidad interpuesta por la experta feminista Sonia Sgambatti, que como era de esperarse, no prosperó por ser declarada improcedente, lo que ratificó la validez de la acción del CNE y desconoció el rango constitucional de las medidas de acción positiva, como reseña Evangelina García Prince (2014).

 

En 2005 y 2008 se impulsaron desde el CNE resoluciones  que establecieron la paridad y la alternancia para la postulación de candidatos y candidatas en el marco de elecciones específicas pero tuvieron como principal debilidad el hecho de no establecer sanciones de incumplimiento, por lo que en la práctica se quedaron, como expresa Aponte Élida (2015), en simples exhortos de buen comportamiento para los partidos políticos, que finalmente no aplicaron la norma.

 

En junio de 2009, en el marco del debate del Proyecto de Ley de Procesos Electorales en la Asamblea Nacional, fueron presentadas a la Comisión de Participación Política, por parte de la Ministra del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad, unas recomendaciones de forma y de fondo, para que se incluyera la paridad de género como obligatoria y la alternabilidad para cargos de elección popular en todos los niveles de gobierno, cargos de dirección en organizaciones políticas, partidos, sindicatos y gremios. Fue aprobado como anteproyecto en la primera discusión, pero finalmente no se le dio continuidad y la nueva Ley (LOSPE) erradicó la posibilidad de paridad con lo que “…las mujeres ocuparán posiciones de base o intermedias, sin acceso a las posiciones más elevadas de la pirámide”. (Madriz, 2012: 323).

 

Como otra evidencia de la desigualdad en el goce de los derechos políticos de las mujeres venezolanas, Beatriz Llanos y Vivian Roza (2015), reseñan que Venezuela junto a Guatemala son los únicos países de la región que carecen de una legislación que garantice la presencia de mujeres en las listas para cargos de elección, por lo que el derecho a la participación plena y a la igualdad de género –entendida como empoderamiento en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas- se ve severamente limitado por prácticas sociales de desigualdad y discriminación que alejan la paridad de los espacios de poder.

 

 

  1. Otra forma de Violencia

 

Como antes expusimos, Venezuela ha suscrito tratados y pactos internacionales sobre la materia como la CEDAW y el Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI) de 1994. Mientras, las mujeres activistas en América Latina y el Caribe habían identificado y denunciado esta forma de violencia como crimen electoral[2]. En el 2015 la Declaración sobre la Violencia y el Acoso Políticos de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) advertía sobre la mayor visibilización de este fenómeno pareado al escalamiento de posiciones de las mujeres y sobre la tolerancia e irrelevancia de la sociedad como una importante traba para la elaboración y aplicación de políticas específicas.

 

Es en 2016 con la creación la Ley Modelo Interamericana sobre Violencia Política contra las Mujeres (LMIVPM) que la violencia política contra las mujeres es incorporada en la lista de delitos en nuestros marcos legales en un contexto de convención con la pretensión de orientar a los Estados para legislar, proteger y garantizar el ejercicio de sus derechos políticos y cuando. En su artículo 3 la violencia política  se define como:

 

cualquier acción, conducta u omisión, realizada de forma directa o a través de terceros que, basada en su género, cause daño o sufrimiento a una o a varias mujeres, y que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de sus derechos políticos. La violencia política contra las mujeres puede incluir, entre otras, violencia física, sexual, psicológica, moral, económica o simbólica. (2016)

A pesar de que en nuestro país la Violencia Política contra las Mujeres no está tipificada como delito, es oportuna la tarea de difundir su contenido e impulsar acciones que obliguen a los Estados Partes de la Convención a honrar sus compromisos, como señala Amnistía Internacional (2018).

 

En esta ley pueden distinguirse faltas graves, faltas gravísimas y delitos propiamente[3], que van desde las agresiones y la intimidación a los femicidios/feminicidios. No obstante su espectro de acción debe mantenerse flexible tal y como la realidad social de nuestra región exige, en especial si consideramos que la participación política de las mujeres rebasa la mera militancia en un partido político. Hay que referirse también a las que participan en movimientos sociales “…militantes de base, simpatizantes de un partido o idea política, manifestantes de diferentes tipos de demandas sociales y políticas, luchadoras y dirigentes comunitarias y de derechos humanos”, como bien reseña el Informe Violencia y Acoso Político contra las Mujeres en Venezuela (2018, p. 21), así como a quienes se encuentran en medio de conflictos armados, en las operaciones paramilitares, en las acciones terroristas, en los enfrentamientos por territorios. Igual ocurre con las que afrontan la represión del Estado en protestas y manifestaciones violentas, entre otras.

 

En otro sentido, la LMIVPM agrega el carácter paritario en la participación de las mujeres en la formulación y dirección de las políticas públicas, en la ocupación de cargos (por elección y por designación) y en todo el ejercicio de la función pública que se expresa así:

 

Se considera que la paridad de mujeres y hombres en la vida pública y política implica adoptar todas las medidas necesarias para garantizar el acceso paritario a todos los espacios de la vida pública y a todas las instituciones del Estado, particularmente a los cargos de gobierno, desde el plano internacional al plano local; así como para asegurar condiciones igualitarias, libres de discriminación y violencia, en el ejercicio de los derechos políticos. (pág. 14, art. 3)

 

Karina Batthyany <kbatthyany@clacso.edu.ar>

 

Según lo establecido en la CRBV (1999), en lo tocante a los Derechos Humanos y Garantías, y de los Deberes en el artículo 19, se entiende que el Estado garantizará a toda persona, conforme al principio de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder Público, de conformidad con esta Constitución, con los tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la República y con las leyes que los desarrollen.

 

Entender el principio de no discriminación deja ver que su objeto es garantizar la igualdad de trato entre los individuos cualquiera sea su nacionalidad, sexo, raza u origen étnico, su religión o sus creencias y edad. El mismo se encuentra establecido en el artículo 3 de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LOSDMVLV) y cuenta con la protección de los siguientes derechos: el derecho a la vida, la protección a la dignidad e integridad física, psicológica, sexual y jurídica de las mujeres objeto de violencia, en los ámbitos públicos y privados. Esta ley como la Ley de igualdad de oportunidades para la mujer de 1999 en su artículo 1 establece la regulación del ejercicio de los derechos y garantías necesarias para lograr la igualdad de oportunidades para la mujer, con fundamento en la CEDAW,  lo que puede ser un buen argumento para regresar al debate público la paridad.

 

 

  1. Rasgos de la violencia política contra las mujeres

 

Entendemos que todos los tipos de violencia dirigidos hacia las mujeres son en sí mismos un ejercicio de poder y representan siempre una expresión de escarmiento con el fin de disciplinarlas, y que por cierto, también procura someter a los hombres que se resisten a la masculinidad normativa. No sorprende por ello que la violencia política figure como un escollo determinante para las mujeres en su intento por alcanzar sus demandas y que, en opinión de María Rojas Valverde (2012), presente una composición de índole tan disímil como perversa que se expresa cotidianamente con acciones que van desde el acoso u hostigamiento hasta derivar en femicidio.

 

A nuestro juicio se trata de una violencia muy específica que reúne ciertos rasgos que le son comunes. El primero de ellos se corresponde con el mecanismo descrito décadas atrás como una invariante estructural por Celia Amorós (1990), este consiste en la asignación y jerarquización simbólica de los espacios en nuestras sociedades como público y privado en el que la política antagoniza con el espacio privado representado en el hogar que, históricamente se asignó a las mujeres al concebirlas como sujetos reproductores. Ello ha justificado el dominio masculino en los espacios de poder y ha servido de imagen modélica y sostén estereotipador para mantener a las mujeres lejos de lo público.

 

De allí que las mujeres que deciden participar activamente en política desafían con su sola presencia toda una tradición patriarcal y sexista, lo que a su vez las expone a condiciones de violencia que, eventualmente, propician la agresión en función de comunicarles que ocupan un lugar que les es ajeno. Esta creencia, resulta suficiente argumento para quienes actúan como agresores por considerar que la incursión de las mujeres en el espacio político es una verdadera intromisión territorial. Por ello se las presiona a que renuncien a hacer vida política, (militancia, trabajo comunitario, o ejercicio de cargos, por igual) y regresen al que sería “su lugar” social.

 

En estrecha relación, se identifica un segundo rasgo de clara especificidad en cuanto al propósito de las acciones violentas que, en síntesis Mona Krook y Julia Restrepo Sanín (2016), se orienta a: “acortar, suspender, impedir o restringir el ejercicio de la posición política de la mujer o inducir a una mujer a hacer (o no hacer) algo relacionado con su mandato político contra su voluntad.” (p: 465). Desde la perspectiva de las autoras, es pertinente destacar que no debe asimilarse ésta con la generalización de violencia contra los políticos o violencia social vivida por quienes se encuentran en ejercicio de cargos públicos en América Latina, como le discuten a Jennifer Piscopo (2016); pues la intención de la primera forma de agresión es precisamente, enviar un claro mensaje de escarmiento a la sociedad y a las mujeres: no hay lugar para ellas en la política.

 

Como tercero, habría que referir el escarnio. Este suele presentarse como difamación e injuria, con el fin de atormentar no solamente a la mujer a quien se dirige, sino también a su grupo familiar; lo que según el informe de María de los Ángeles Cruz (2016), las hace más propensas a dimitir en el caso de tener hijos/as, como última estrategia para su protección.

 

Ya en el informe elaborado por la Comisión para la Verdad la Justicia, la Paz y la Tranquilidad Pública, Violencia y Acoso Político contra las Mujeres en Venezuela…(2018) se reportaban cinco importante formas de violencia que van desde las desiguales condiciones de las mujeres para incorporarse a la participación política; transitan el acoso, hostigamiento y escarnio, se intensifica con el aumento de víctimas heridas y lesionadas, hasta  desencadenar en heridas graves y el  femicidio a lideresas comunitarias. Allí se ilustra el escarnio al que se sometió a mujeres con responsabilidades políticas[4] y cómo se persigue la descalificación de las víctimas con estrategias que

 

…frecuentemente se apoyan en argumentos vinculados con su sexualidad como un flanco favorable para minar la credibilidad de las mujeres y se combina por lo general con la ridiculización de sus ideas como argucia para someterlas al escarnio público y finalmente  obligarlas a renunciar a sus aspiraciones. (2018: 4).

 

En los años 2013, 2014 y 2017, luego de los disturbios callejeros, creció la cantidad de manifestantes muertas en las propias circunstancias que creó la violencia, (decesos en las barricadas o en colisiones contra las guayas), con el agravante de que estas muertes “… se caracterizan por un creciente grado de virulencia y saña.” (p: 5). Esto contrasta con los seis años previos que van desde 2005 a 2011, en los cuales no se registraron víctimas de violencia política y, con lo ocurrido durante el golpe de estado o disturbios de los años 2002 al 2005 en que las víctimas femeninas de violencia oscilaron apenas entre 6% y 10% de los casos.

 

Otra importante aseveración de ese documento es que “La violencia contra las mujeres en número de víctimas fatales y heridas ha venido aumentando durante el período 1999-2017, producto del aumento de la violencia política en general, y también de la mayor virulencia y agresividad de la misma.” (p.5). Puede leerse que se contaban hasta Junio 2017 con 44 femicidios y 105 víctimas heridas y lesionadas por esta causa durante los últimos 18 años.

 

Pero lo que nos resulta alarmante es que entre 2017 y 2015, la violencia política se haya orientado sistemáticamente al femicidio de lideresas comunitarias y que esta

 

… fue dirigida especialmente a mujeres que luchan por sus derechos en la vida cotidiana, son crímenes de odio fundamentados en motivos sexuales, de poder y de discriminación. Es importante no verlos como hechos aislados sino dentro del patrón de violencia contra las mujeres. Un aspecto muy claro es el de la indefensión; no solamente la mayoría de estos asesinatos están impunes, sino que se producen contra mujeres que están en graves situaciones de vulnerabilidad y precariedad. (p. 89)

Como en toda América Latina y el Caribe, en Venezuela existe un marco legal que tipifica múltiples formas de violencia contra las mujeres[5]; no obstante como ya expresamos, no existe uno referido específicamente a la violencia política a pesar de que sus expresiones se han incrementado en los últimos años. Tan arraigada está en el imaginario colectivo la idea de que las mujeres que hacen vida política son merecedoras de la violencia porque usurpan espacios destinados exclusivamente a los hombres que, a nuestro juicio, no es lo suficientemente condenada por la sociedad y por tanto se dificulta su prevención y erradicación, así como la necesaria investigación, sanción y reparación.

 

A grandes rasgos puede afirmarse que en nuestro país en materia de reconocimiento de derechos humanos y especialmente de los derechos de las mujeres a vivir sin violencia, se han producido avances relevantes en los últimos veinte años y aunque han aportado considerablemente a las políticas públicas, no han sido suficientes. Al respecto hay que insistir en que el contexto cultural sigue siendo una gran limitación para la consolidación de los derechos de las mujeres; no solo por los prejuicios y estereotipos albergados en la población en general sino especialmente por los de los grupos políticos con poder de decisión y del funcionariado adscrito a las instituciones encargadas de legislar, de atender los casos en las instancias judiciales y policiales, así como del trato y la mediación comunicacional que ha prevalecido apegado a los estereotipos tradicionales. Esta percepción del asunto es fundamental para contextualizar la posible eficacia y eficiencia de la administración de justicia pues nos mantiene, según nuestro juicio, en un rezago institucional (legislativo, judicial y hasta mediático) que se ha instaurado en el sentido común venezolano.

 

 

  1. Algunos nudos conclusivos

 

La pobre representación de las mujeres en los espacios de poder político es obvia cuando observamos la mínima presencia de mujeres en la  conformación de la directiva de los partidos políticos y otras organizaciones con fines políticos. Creemos que en nuestro país  no existe voluntad política entre nuestros gobernantes para decidir favorablemente por una institucionalidad plenamente participativa y con sentido de género. Culturalmente quienes legislan (Asamblea Nacional y Asamblea Nacional Constituyente), están muy lejos de considerar los marcos legales y acuerdos internacionales que el Estado ha suscrito o ratificado. De ello puede concluirse que, a pesar de la existencia de leyes con perspectiva de género y favorables a la justicialidad, la misma no se concreta, lo que permite el aumento de la brecha en cuanto a participación política y la paridad.

 

Ese reconocimiento de derechos es lo que desplazará el horizonte de suficiencia de las Políticas Públicas en todos los ámbitos, siempre en búsqueda de una tendencia de mayor amplitud que rebase la sola igualdad de oportunidades y las inaplazables acciones positivas que, hasta ahora, distan de ser garantías de equilibrio o equidad en una sociedad de profundas desigualdades, pero que sin duda se constituyen en medidas reparatorias o en compensaciones necesarias.

Por otro lado hay que destacar como evidente que existen consecuencias diferenciadas para hombres y mujeres en tanto víctimas de la violencia política, si bien para ambos se vulneran los derechos civiles y políticos (DCP) así como los económicos, sociales y culturales (DESC); no obstante, cuando esta ocurre a una mujer se está en presencia de un acto de función meramente disciplinadora que recalca la jerarquía del hombre en la sociedad patriarcal y genera escarmiento para ella, a la vez para todas las mujeres. Aunque entendemos que las políticas públicas siempre estarán rezagadas con respecto a las posibles conquistas de las mujeres, consideramos que es muy poco lo que se ha hecho en el país para proteger a las mujeres que hacen política o para garantizar medidas positivas; lo que acentúa la necesidad de su creación en un tiempo perentorio.

Como expresión de la dominación, la violencia política además instala un mensaje que penaliza la osadía de haber ocupado un lugar con tradición de reconocimiento público, casi siempre pareado al goce de privilegios adquiridos; un espacio para el sujeto con voz, no subalternizado que exhibe como logro la sustracción de un curul que, culturalmente, debería ocupar un hombre por el solo hecho de serlo. Finalmente consideramos que este tipo específico de violencia representa un importante desafío a la democracia, a los derechos humanos y a la igualdad de género puesto que ninguna sociedad puede aspirar a plenitud su ejercicio sin garantizar la participación política de las mujeres.

 

 

 

Bibliografía

 

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Disponible en: http://www.bivica.org/upload/acoso-violencia-politica.pdf

[1] *Conferencia presentada en la “CONCERTACIÓN FEMINISTA”. Evento del Proyecto Organizaciones de Mujeres Venezolanas comprometidas con la Igualdad de Género como pieza clave para el desarrollo del país.  AVESA y Aliadas en Cadena, con el financiamiento de la Unión Europea y en alianza con la Maestría de Estudios de la Mujer de la UCV y la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FACES) UCV.

Caracas del 25 al 27 de noviembre de 2019.

[2] El año pasado (2018) en el Poder Ejecutivo fueron creadas siete vicepresidencias ejecutivas de acuerdo a algunas áreas: economía, planificación, desarrollo social, soberanía política, seguridad y paz, comunicación y cultura, desarrollo del socialismo territorial, y obras y servicios públicos. Todas están a cargo de varones a excepción de la Vicepresidencia Ejecutiva de la República que está a cargo de una mujer: Delcy Rodríguez. El gabinete ministerial del Presidente Nicolás Maduro está conformado por 30 carteras ministeriales y un Ministerio de Estado. Sólo 13,3%12 de los ministerios están encabezados por mujeres ministras (Turismo, Servicios Penitenciarios, Mujer e Igualdad de Género y Pueblos Indígenas). El Ministerio de Estado para la Nueva Frontera de Paz también está encabezado por un varón.

[3] En el año 2012, con la aprobación de la Ley Contra el Acoso y Violencia Política hacia las Mujeres de Bolivia, se sienta el que consideramos el más importante antecedente regional en materia de violencia política. Para ello fue clave esfuerzo realizado por activistas y organizaciones sociales del Estado Plurinacional de Bolivia que denunciaron en una larga campaña el acoso y hostigamiento de la concejala Juana Quispe, que irremediablemente terminó en femicidio.

[4] Entre estos últimos se encuentran las agresiones físicas y sexuales, el acoso sexual, la intimidación, la restricción del derecho al voto, la difamación o calumnia, la amenaza o intimidación a la familia, la agresión, la intimidación y la criminalización a las defensoras de derechos humanos y por supuesto, los femicidios/feminicidios.

[5] Entre los casos abordó este estudio se encuentran las agresiones a Tibisay Lucena (Presidenta del Consejo Nacional Electoral), Gabriela Ramírez (Defensora de Pueblo), Delcy Rodríguez (Canciller de la República y recientemente Vicepresidenta Ejecutiva) y Lilian Tintori (líder y militante del partido Voluntad Popular, conocida por ser la esposa de Leopoldo López, dirigente de Voluntad Popular, privado de libertad).

[5] La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LOSDMVLV), parcialmente reformada en 2014, es el instrumento legal más completo del que disponemos en nuestro país para afrontar la violencia de género, allí se tipifican 19 de sus formas.

Fuente: *Conferencia presentada en la “CONCERTACIÓN FEMINISTA”. Evento del Proyecto Organizaciones de Mujeres Venezolanas comprometidas con la Igualdad de Género como pieza clave para el desarrollo del país.

 

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Libro: Las Prácticas sociales del lenguaje en contextos de tradición indígena. El objeto de conocimiento antes de ser objeto de enseñanza.

Por: Diseño del sur. 23-05-2018

“La lectura de este libro nos invita a tomar conciencia de nuestra propia realidad social, re-encontrarnos con nuestra cultura, descolonizar nuestras mentes y abrir nuestro corazón. En sus páginas podemos encontrar algunas pistas o propuestas de cómo mirar y pensar nuestra cultura desde fuera y desde dentro, con el fin de ser capaces de observar, escuchar, registrar nuestras prácticas sociales del lenguaje: entender los códigos y reglas tácitas que le dan forma a nuestras interacciones sociales; descubrir los juegos simbólicos ocultos que le dan sentido pleno a nuestro discurso; comprender el porqué de la forma como hablamos, sus formatos; los propósitos que los rigen y las vitales funciones que cumplen, así como sus enseñanzas” (Eleuterio Olarte Tiburcio, p. 8)
Graciela Quinteros y Yolanda Corona (Coordinadoras) (2013) Las prácticas sociales del lenguaje en contextos de tradición indígena. El objeto de conocimiento antes de ser objeto de enseñanza. Universidad autónoma metropolitana.

Libro completo: practicas_sociales

Todo diseño del sur: https://goo.gl/4pJu9f

Fotografía: diseño del sur

Fuente: https://www.facebook.com/disenodelsur/photos/a.630673973675735.1073741830.606928462716953/1259906560752470/?type=3&theater

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Hacia un Nuevo Orden Comunicacional del Sur

Por: Judith Lisette González Rivero

RESUMEN

Históricamente el discurso dominante se ha apropiado de formatos de la industria cultural  (prensa,  radio, cine y la televisión),  para enajenar las mentes de los seres humanos a favor del status quo. Se trata de medios poderosos que operan como aparatos de control para el mantenimiento del orden establecido.  En el marco del proceso de construcción de una patria socialista, se hace imprescindible superar estos discursos hegemónicos, resemantizar y producir los discursos y prácticas sociales locales que apunten a la emancipación, lo que viene a ser ese nuevo orden comunicacional del sur, que se  esboza en la Ley del Plan de la Patria. A 18 años de una revolución que cuenta con una amplia mayoría popular, sigue, contradictoriamente  observándose cómo la industria cultural, a través de medios de difusión que se oponen abiertamente al sistema, con contenidos que enajenan a los usuarios, aplicando estrategias de guerras de cuarta generación, son los que más audiencia acaparan, en contraposición están los medios promovidos por el Estado, así como espacios alternativos, para los que se han hecho esfuerzos económicos y humanos significativos.  En la actual Ley del Plan de la Patria(2013-2019), legado de Hugo Chávez,  el tema  de la comunicación vinculado al desarrollo de una nueva geopolítica internacional es estratégico para hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo y aparece en diversas metas de este instrumento legal, al cual es importarte dotarlo de basamento teórico . Se plantea como una aproximación al problema: ¿Cómo aportar a la conformación del nuevo orden comunicacional del sur? *Propósito central de la investigación: Desarrollar bases teóricas-conceptuales que fundamenten la construcción del  nuevo orden comunicacional del sur que se esboza en la Ley del Plan de la Patria.. *Opción epistemológica: teoría crítica (dialéctico-materialista, pensamiento decolonial). *Metodología: Investigación cualitativa. Métodos; Análisis y síntesis. Inducción-Deducción.  Investigación documental. *Aportes teóricos esperados de la investigación: se espera compilar apuntes teóricos que sirvan de marco referencial al nuevo modelo comunicacional que se esboza en el Plan de la Patria. *Importancia del Proyecto: Se producirá un planteamiento teórico-conceptual sobre el Nuevo Orden Comunicacional del sur que puede ser de utilidad en la praxis educativa de estudios de periodismo, comunicación social y la nueva geopolítica.

Descriptores: Comunicación,  Nuevo orden comunicacional, Sur

 

 

 

 

 

 

Hacia un Nuevo Orden Comunicacional del Sur

 

La Ley del Plan de la Patria, donde se establecen lineamientos para el desarrollo nacional de la República Bolivariana de Venezuela,  expresa directrices precisas sobre la conformación de Un nuevo orden comunicacional del Sur, en atención a esto nos hemos planteado, desde una investigación doctoral  dotar de referencias teórico-conceptuales, a esta propuesta ideada por el presidente Hugo Chávez, que permitirá interpretar y comprender ese nuevo paradigma de comunicación, como fase importante para su implementación.

La justificación de este trabajo en construcción se centra en su contribución para con  los estudios sobre la comunicación, como proceso estratégico que puede ser determinante  en  los cambios sociales en el mundo.   Específicamente desarrollará aportes teóricos, que pueden servir a la praxis pedagógica, de referencia para estudios de comunicación, periodismo y geopolítica,  sobre todo para instituciones emergentes cuyo rol histórico es fundamental, en cuanto al fortalecimiento de los procesos de transformación social que protagonizan el pueblo de Venezuela y otros países vanguardistas del mundo.

Las siguientes líneas, tienen como propósito esbozar los supuestos epistemológicos que acompañarán nuestra investigación doctoral, así como un acercamiento a  la descripción de las categorías analíticas, lo cual se desarrollará a partir de la teoría crítica,   y desde una perspectiva cualitativa. Desde este enfoque, se acogerán los principales referentes teóricos y la categorización de ese Nuevo Orden Comunicacional del Sur.

Este trabajo se desmarca del paradigma racionalista, por considerar, tal como expresa Martínez (1997), que ese modelo de ciencia que se originó después del Renacimiento sirvió de base para el avance científico y tecnológico de los siglos posteriores, sin embargo, la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX y la reflexión epistemológica encuentran ese modelo tradicional de ciencia no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado de las diferentes áreas del saber.

Asimismo,  compartimos los planteamientos de  Morín (1997), con respecto a que los problemas complejos no pueden ser resueltos por enfoques parcelados, de siglos anteriores, por ende la necesidad de adoptar el pensamiento complejo (desde el enfoque dialéctico), no mutilante, para resolver problemas complejos.

Según este autor, el “pensamiento simplificante” ha generado los mayores hallazgos de la historia del progreso científico y tecnológico, pero esos avances transformaron el escenario y permitieron la emergencia de males –que pueden considerarse específicamente modernos- como la contaminación mundial, la degradación ecológica, el aumento de la desigualdad riqueza-pobreza, la amenaza termonuclear, las corrientes migratorias intercontinentales de excluidos, la incapacidad de los poderes políticos locales para gobernar y las crisis de identidad cultural, entre otros. Son los males heredados del sistema capitalista, desde el que se construyó todo un paradigma (racionalista-positivista) para su sostenimiento, donde el rol de los medios masivos (o los medios del capitalismo) ha sido protagónico.

Esta investigación tiene en cuenta la urgencia de trascender el sistema capitalista, por ser un modelo destructor del planeta, agotado,  y que no da respuesta a las principales problemáticas del mundo.  Por lo tanto, este trabajo asume la necesidad de adoptar modelos científicos opuestos a los paradigmas neoliberales dominantes, y nutrirse de un modelo epistémico socio-crítico, que permita reflexionar cómo construir y cómo producir conocimiento científico sobre la base de que otro mundo es posible.

Pasaje al nuevo orden

Traspasar la barrera del no retorno, planteó Chávez en el Plan de la Patria (2013-2019), y apoyado en Antonio Gramsci, expresó “lo viejo debe terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud”.

Ahora bien, la destrucción de lo presente no tiene por qué ser necesariamente negativa, sino que significa el pasaje al nuevo orden, donde el oprimido será libre y, aun el opresor de nuestro tiempo, se convierta en hombre, dejando de ser torturador, opresor, como lo explica Dussel (1972), filósofo de la liberación latinoamericana.

Para este autor argentino la liberación significa comprender qué opresión se cumple sobre nosotros y luego en la práctica asumir la emancipación  de la dependencia del capitalismo norteamericano desde la hegemonía política de las clases oprimidas: campesinas y obreras. De acuerdo con el filósofo, este proceso implica “ir más allá del orden establecido”, avanzar hacia un nuevo orden que hay que establecer al servicio del “Otro” que es negado por el status quo.

Desde la revolución bolivariana, a partir del surgimiento del presidente Hugo Chávez, se ha puesto en marcha un proceso de transformación social que desafía el viejo orden político-social neo-liberal impulsado por el imperialismo, como fase superior del capitalismo,  y se ha propuesto  un nuevo orden geopolítico para tratar de integrar a los pueblos del sur, desafiando el proyecto imperial.

En lo comunicacional, el Nuevo Orden Comunicacional del Sur, que se esboza en el Plan de la Patria, se propone para subvertir el orden establecido, con miras a trascender hacia el socialismo, en el marco de una nueva geopolítica integracionista e identitaria, contemplando el uso de la comunicación con un fin emancipador.

Tras una amplia revisión bibliográfica pudo determinarse, que sobre un Nuevo orden comunicacional del Sur, es muy escasa la teoría. Sus antecedentes se vinculan con el surgimiento del Movimiento de Países No Alineados (finales de los 60), cuando surge la teoría de la dependencia y comienza la mirada crítica al paradigma desarrollista -de la cual derivó un cuestionamiento  no solamente a un modelo de desarrollo socioeconómico sino a las estructuras y modelos de comunicación dominantes en este continente-, y el debate internacional sobre los desequilibrios del  sistema informativo internacional. En este contexto surgen  las tesis a favor de de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) y de un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (Nomic).

Tras todo un impulso de los países no alineados hacia el Nomic, en 1980 la Unesco publicó el Informe Mc Bride, elaborado por el premio Nobel de la Paz Sean McBride  junto a una comisión integrada por personalidades estudiosas de la información y la comunicación, en el que se planteaban 82 recomendaciones puntuales que se interpretan como puntos de partida para  dar respuesta a una preocupación mundial sobre la promoción de una comunicación al servicio de las mayorías. Era claro que sus finalidades trastocarían los procesos de dominación imperial que se  ejercen a través de la industria cultural y como era de esperarse, presiones desde Estados Unidos dieron al traste con  el célebre  informe.

Referencias sobre Nuevo Orden Comunicacional (sin la categoría del Sur) pueden hallarse en textos o ensayos donde autores abordan reflexivamente el referido  Informe Mac Bride. Estudiosos sobre el tema han mantenido la necesidad de repensar y reactivar esta propuesta, que esbozaban líneas de actuación revolucionarias sobre la comunicación, cuyas referencias servirán de soporte al trabajo doctoral propuesto.

Después de décadas de este evento, se considera alentador que países con gobiernos revolucionarios como Venezuela, retomen ideas de este documento y lo incorporen en leyes en pro de lo que implica la soberanía comunicacional, uso y acceso a los medios y la utilización de la comunicación para la  liberación y educación de los pueblos. Específicamente en la Ley del Plan de la Patria, se adjetiva ese nuevo orden, al llamársele de Nuestra América o del Sur, lo que  viene a colocar una carga de resistencia e identidad cultural, afianzando la finalidad descolonizadora de   este nuevo esquema y de fortalecimiento del proyecto de integración latinoamericana  impulsada por el Libertador y que posteriormente defendió con vehemencia Hugo Chávez.

 

Epistemología y teoría de la comunicación

Desde esta investigación se asumirán  los enfoques epistémicos críticos y culturales que resignifican a la comunicación como una herramienta para la liberación y formación de los pueblos y cuestionan y problematizan el rol de los medios de difusión masiva, que al servicio del imperialismo y de la oligarquía criolla, reproducen el sistema capitalista y sus desigualdades de diverso orden: económicas, políticas, educativas, de control y poder. Muchos de estos investigadores, en su mayoría latinos, han coincidido con la reevaluación y el rescate de los postulados básicos del Informe Mac Bride.

Este trabajo se apoyará en  investigadores que han abonado al nuevo orden comunicacional, desmitificado esa falsa comunicación-monólogo o comunicación dominadora que se ejerce desde los denominados medios de comunicación social y están creando una nueva conceptualización de la comunicación. O rescatando su significado originario imprescindible para revertir el neocolonialismo actual que se sostiene y es oxigenado a través de la industria cultural.

Asimismo, se apoyará en autores que se han encargado de develar la falsa neutralidad e ingenuidad de los medios masivos y las agendas ocultas de información,  y que han denunciado a estos medios como instrumentos de dominación y de invasión cultural

Es de hacer notar que los estudios sobre la comunicación son relativamente nuevos, surgen  en el siglo XX. Y al igual que al resto de las ciencias, desde el positivismo funcionalista se desarrollaron  modelos y teorías de la comunicación de masas, que sostuvieran el status quo.  Estos se centraban exclusivamente en la transmisión de señales y mensajes, como bien lo explica Kaplún (2003). Desde ese paradigma los fenómenos comunicacionales y sociales responden a leyes universales y se plantea el estudio objetivo y neutral de este fenómeno. La teoría crítica surge para hacer frente y desentrañar el orden establecido.

De especial referencia para esta investigación será la obra de Gramsci (1891-1937),  cuyo pensamiento influye e impregna muchos de los discursos teóricos críticos acerca de la comunicación y de la cultura, como la primera generación británica de los estudios culturales y es uno de los pensadores marxistas cuyas reflexiones mantienen mayor vigencia a comienzos del siglo XXI.  Gramsci añade la idea de hegemonía, como instancia de dominio cultural, que lleva a un consenso tácito, a una aceptación o sometimiento natural de las clases subordinadas. Los medios de comunicación aparecen aquí como uno de los elementos centrales en la difusión de los valores que construyen la hegemonía. La hegemonía se manifiesta en la aceptación de un orden determinado por parte del conjunto social cuando, en realidad, ese orden custodia los intereses de la clase dominante.

Como parte del pensamiento crítico resalta la Escuela de Frankfurt, la cual tuvo un alto impacto  en las reflexiones latinoamericanas sobre comunicación y cultura, en especial en un período clave de las posiciones críticas, como fueron los finales de los años sesenta y principios de los setenta.

Uno de los pensadores que asume el enfoque crítico de la Escuela de Frankfourt, es Ludovico Silva, quien  señalaría la naturaleza alienadora del sistema de medios de comunicación que alimenta las necesidades de un orden capitalista anti-humano en vez de los deseos humanos.

Es así, como este trabajo tomará en cuenta los planteamientos de Silva (1970) sobre el carácter alienante de estos dispositivos hegemónicos, y con especial atención  su teoría  de plusvalía ideológica, que se traduce como esa esclavitud inconsciente al sistema, esa explotación de la conciencia. Con base marxista, este autor venezolano devela como lo que Teodoro Adorno denominó la Industria Cultural y que este la resemantiza como Industria Ideológica, logra crear  todas las lealtades hacia la política capitalista, una industria que tiende al control masivo de las conciencias, mediante procedimientos tecnológicos de difusión de ideas. Y por ello, en el marco de la construcción de un sistema más humano y justo, se impone la necesidad de subvertir esos modelos.

La teoría crítica de Frankfurt, asimismo, sirvió de inspiración para el movimiento denominado Escuela Latinoamericana de la Comunicación (ELACOM), que surge en los 60, a partir de escuelas de periodismo en Argentina y Brasil. Su orientación fue cuestionar los modelos foráneos; desentrañar  la manipulación de la comunicación y la cultura que ha hecho el capitalismo, convirtiendo todo en mercancía; desarrollar modelos contrahegemónicos, con visión latinoamericana. Entre los pioneros de esta escuela destacan autores de diversas naciones, como Luis Ramiro Beltrán, Mario Kaplún, Marqués de Melo, Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini,  Armand Mattelart, Pablo Freire, entre otros.

Esta investigación tomará en cuenta los aportes epistémicos de esta Escuela Latinoamericana, para la cual la comunicación representa una relación de reciprocidad entre el emisor y receptor, donde destaca el diálogo, el acceso y la participación en los medios de comunicación. Sus esfuerzos también se enfocan en los efectos de la comunicación en los receptores, y en como la comunicación puede apalancar el desarrollo de las comunidades, generando transformación social. La ELACOM se apoya en el contexto de movimientos y luchas políticas y sociales de la región, construidas desde la dialéctica de la hibridación y el mestizaje que reconoce la praxis, la diversidad y la participación como medulares en la comunicación, entendida como mediación social.

Tal como lo explica Kaplún (2003) en el Comunicador Popular, los teóricos e investigadores latinoamericanos, con concepciones críticas, señalan que los medios masivos -tal como operan actualmente en su casi totalidad-, no son “medios de comunicación “, sino “medios de información” o de “difusión”. Podrían llegar a ser realmente “de comunicación” (de hecho algunos pocos excepcionalmente, han logrado y demostrado serlo); pero para ello tendrían que transformarse profunda y radicalmente. Estos investigadores han desmitificado esa falsa comunicación-monólogo o comunicación dominadora  y están creando una nueva conceptualización de la comunicación. O rescatando su significado originario.

De los autores mencionados anteriormente, es importante destacar a Freire, quien tal como lo explica Barranquero en su trabajo Latinoamérica en la ruptura del paradigma de la comunicación para el desarrollo,  sus escritos dentro del campo de la educación y la pedagogía, van a influir poderosamente en las perspectivas de la comunicación participativa, educativa, popular y alternativa. Freire no se refiere tanto a los medios de comunicación masivos, como al proceso mismo de la comunicación humana y al uso de “medios populares” concebidos por las propias comunidades para su (auto) conocimiento y el reconocimiento de los otros y de la propia realidad.

El boliviano Beltrán, referido por Barranquero,  abre una nueva dirección hacia una nueva ciencia de la comunicación y de la comunicación para el cambio social. La obra del autor gira constantemente en torno a la relación entre comunicación y desarrollo, desmarcado, desde luego, del paradigma desarrollista. Beltrán es sobre todo conocido por iniciar una profunda reflexión sobre la necesidad de organizar y planificar la comunicación para el cambio mediante políticas (nacionales) de comunicación y otras estrategias comunitarias.

Otro texto importante a considerar es Pensamiento Comunicacional Latinoamericano, del saber al poder  (2009), donde Marqués de Melo propone que un nuevo orden mundial del siglo XXI puede ser utópicamente construido a partir de la acumulación crítica de conocimientos empíricamente elaborados conforme a metodologías adecuadas (híbrida, mestizas e incluso endógenas) con el fin de generar teorías susceptibles de producir cambios que nos conduzcan a un tipo de sociedad próspera, justa, plural y democrática (p162).

Resalta Marquez de Melo que  el legado de los pioneros que dieron la batalla por esta causa en los años 70, debe ser considerado como una referencia desde la cual pensar acciones. A su vez, estima   como un desafío el elucidar los fenómenos comunicacionales,  adoptando perspectivas latinoamericanas, responsabilidad en la que deben estar comprometidas las nuevas generaciones de investigadores.

Otros apuntes a considerar, son los derivados de la Pedagogía de la Comunicación, propuesta por Mario Kaplún (1998), quien plantea que así como hay una comunicación masiva al servicio de los intereses de la clase dominante, es necesario y lógico que la nuestra seleccione los hechos de acuerdo con los intereses de las masas y de su propia versión.

Más adelante el autor expone que:

           Tomar partido no es manipular. Comunicar, construir y emitir un mensaje es, pues, siempre optar, tomar posición. La tantas veces invocada «objetividad» no es sino un mito de la gran prensa, que la predica para legitimarse y la pregona en sus Escuelas de Periodismo, y es la primera en no practicarla. (p.160)

Para este autor, la tan nombrada y consagrada por el paradigma positivista, objetividad periodística, es una falacia, lo cual es compartido plenamente por esta investigación.

Comunicación revolucionaria

De los autores latinos contemporáneos,  consideramos pertinentes los aportes de Fernando Buen Abad. Este mexicano desarrolla una obra denominada Filosofía de la comunicación (2006), un planteamiento que no solo hace crítica de la ideología y la práctica dominantes sino que propone cobrar conciencia de las condiciones concretas en que se opera la comunicación bajo el capitalismo, sus raíces sociales, de clase, de las condiciones reales que las engendran y de las soluciones prácticas que permitirán transformarlas.

Plantea que no habrá transformación real de la comunicación si no hay transformación real de la sociedad, así como no puede haber transformación real de la sociedad, si no hay transformación de la comunicación. Con lo cual estamos plenamente de acuerdo.

Sólo a partir de profundizar, ensanchar y clarificar la obligatoriedad de un marco teórico programático que situé al trabajo como punto de partida para el estudio de la comunicación podremos garantizar que tal es verdaderamente compromiso de análisis y síntesis científico para la transformación de la realidad hacia un nuevo orden mundial de la comunicación, su reivindicación como trabajo humano creador y la desaparición de toda alienación y apropiación privada de los medios para la comunicación. No habrá transformación real de la comunicación si no hay transformación real de la sociedad. (p.56)

Este filósofo mexicano  es uno de los investigadores más activos en reivindicar y reevaluar el significado  del Nomic.

Entre los objetivos de esta propuesta filosófica está la intención de producir argumentos sobre la necesidad de un nuevo orden comunicacional internacional, de tipo revolucionario, en oposición al modelo globalizado de los monopolios imperiales neoliberales.

Plantea que la comunicación revolucionaria, debe ser  transformadora que expanda e inaugure visiones y conciencia de una humanidad sin clases, sin Estado, sin propiedad privada.

Comunicación magnética que encienda todas las máquinas amorosas para la resolución de los problemas en la vida práctica armada también con poesía para liberar a la humanidad de todo aquello que la aprisiona en los límites de sus necesidades más elementales. (p.36)

Sostiene el filósofo que no es la fuerza de la comunicación un medio para acceder a un mundo “ideal”, “perfecto” dogma de sectarios, sino para salir de uno falso.

       Comunicación lumínica que transforme al mundo… que transforme la vida. Sabemos que hay riesgos como nunca en las circunstancias presentes. Es imposible revitalizar el mundo en que vivimos, es inútil aferrarse a él, es preciso atreverse a cambiarlo desde sus logros mejores. Y eso tiene costos que son, hoy por hoy, ineludibles. (p.36)

Su propuesta de comunicación revolucionaria, con la cual se identifica plenamente este trabajo, plantea una comunicación que transforme, que esté al servicio de la revolución, que debe ser  hecha por todos, donde es imprescindible la unidad, la formación y organización de los trabajadores para trascender el régimen de propiedad de los medios de producción, y con ello, los de comunicación.

Epistemología y filosofía  del Sur

Las  concepciones teóricas de un Nuevo orden comunicacional del Sur que se plantean en esta investigación doctoral, tomará en cuenta nuestros  tiempos y nuestras raíces, asumiendo enfoques de los estudiosos del pensamiento decolonial que plantean  la búsqueda y realce de nuestra propia identidad, como alternativa ante los procesos globalizantes.

Esto puede hacerse sin desechar las riquezas de la tradición crítica occidental  ni  las posibilidades históricas de emancipación social de la modernidad occidental, como lo señala  Boaventurade Sousa. En su obra Epistemología del Sur (2010),  este autor propone la  ecología de los saberes. Una ecología de las temporalidades, una ecología de los reconocimientos, una ecología de las trans-escalas, una ecología de la productividad, una hermenéutica diatópica, una sociología de las ausencias, una sociología de las emergencias, haciendo emerger la consistencia de los pluralismos y de sus singularidades componentes.

Importante soporte para este trabajo, serán las contribuciones de estudiosos de la filosofía de la liberación, como Dussel, quien ha elaborado toda una filosofía del Sur, en cuya tesis analiza la asimetría Centro-Periferia, plantea que el Sur es la periferia del sistema mundo explotada y empobrecida, y como la dominación del Norte (en todos sus niveles) ha condicionado el subdesarrollo del Sur. Al tiempo que cuestiona como desde la colonización, las culturas milenarias del Sur del mundo han sido negadas, despreciadas e ignoradas por ese sistema mundo.

Dussel formula un diálogo interfilosófico e intercultural Sur-Sur, cuyos enfoques serán considerados por este trabajo, ya que propone  la transversalidad de un diálogo intercultural transmoderno para la mutua liberación de las culturas universales postcoloniales. Por cuanto son identidades que han sobrevivido a la modernidad  y en la actualidad están en pleno proceso de renacimiento, buscando caminos nuevos para su desarrollo próximo futuro.

La  “Trans-modernidad” la presenta este autor como un proyecto mundial que intenta ir más allá de la modernidad europea y norteamericana. Indica todos los aspectos que se sitúan “más-allá” (y también “anterior”) de las estructuras valoradas por la cultura moderna europeo-norteamericana, y que están vigentes en el presente en las grandes culturas universales no-europeas y que se han puesto en movimiento hacia una utopía pluriversa.

Desde esta perspectiva expuesta por Dussel se plantea desarrollar las potencialidades de esas culturas y filosofías ignoradas; acciones llevadas a cabo desde sus propios recursos, en diálogo constante con la modernidad europeo-norte americana, en aras de una filosofía mundial futura pluriversa y por ello transmoderna (lo que supondría igualmente ser transcapitalista en el campo económico)

En esta misma línea, el teórico argentino plantea el rescate de la historia de la cultura Latinoamerica a partir  de “situar” a todas las culturas que inevitablemente se enfrentan hoy en todos los niveles de la vida, cotidiana, de la comunicación, la educación, la investigación, las políticas de expansión o de resistencia cultural o hasta militar.

Al respecto, Dussel en su obra Caminos de la Liberación Latinoamercana (1972) apunta que nuestra historia ha sido conducida por otros cauces. Cuando terminamos de leerla, y más si la estudiamos, quedamos alienados, como europeizados, extraños. Asegura, que América Latina está fuera de la historia.

Plantea reconstruir la  identidad histórica de América Latina en oposición  a las “reducciones historicistas” de nuestra realidad latinoamericana, y desde el marco de la historia mundial. (Desde el Asia nuestro componente amerindio; la proto-historia asiático-afro-europea hasta la cristiandad hispana; la cristiandad colonial hasta la “cultura latinoamericana dependiente”, postcolonial o neocolonial).

En  esta práctica  de exclusión y desprecio de la identidad de los pueblos del sur,   es indiscutible que los aparatos ideológicos del estatus quo han jugado un rol fundamental,  por lo tanto un Nuevo orden comunicacional del Sur,  debe concebirse a la luz de enfoques que se revelen y reviertan  esta situación.

Mirarnos con nuestros propios ojos

En el contexto internacional de los medios de comunicación, las asimetrías entre el Norte y el Sur es un problema que ha estado presente en el centro de los debates intelectuales desde comienzos de los años setenta,  cuando se desarrolló la gran batalla en torno al proyecto del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación, el NOMIC

Este trabajo tomarán en consideración los aportes de Ramonet, quien participó en este movimiento, y explica  que en  el Informe  McBride se demostraba que el desequilibrio en materia de información en favor del Norte era de tal magnitud, que amenazaba la singularidad y la diversidad de las culturas, en particular las del Sur. Situación que sigue con alarmante vigencia.

Este autor plantea la cuestión de la propiedad de los medios para saber de dónde venían los mensajes, quién los elaboraba, qué sentido y qué consecuencias podía entrañar la recepción de éstos en los espíritus y en las mentes de aquellos que los recibían. Los mensajes sobre el sur, en gran parte eran elaborados desde el norte. Desde entonces se alerta sobre la preocupación del problema de la manipulación de las personas del Sur por parte de los medios de comunicación del Norte.

Sobre esta arista, se considerará como relevante citar al estudioso uruguayo Aharonian que plantea la creación de espacios que permita mirarnos con nuestros propios ojos. Es necesario dejar de ver al Sur, con ojos del Norte (p.73), plantea.

Desde el IV objetivo histórico de la Ley del Plan de la Patria relacionado con el desarrollo de una nueva geopolítica internacional, que propendan al equilibrio y la paz del planeta, lo comunicacional reviste directa e indirectamente, un papel estelar.

De acuerdo a lo que se interpreta de este instrumento jurídico, el tema  de la comunicación vinculado al desarrollo de una nueva geopolítica internacional es estratégico para hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo y aparece en diversas metas de esta norma.

En dicha ley, se adjetiva ese nuevo orden comunicacional, al llamársele de Nuestra América o del Sur, lo que  viene a colocar una carga de identidad cultural, afianzando la finalidad descolonizadora de   este nuevo esquema y de fortalecimiento del proyecto de integración del Libertador y que posteriormente defendió con vehemencia Hugo Chávez.

Ahora bien, ese concepto integrador planteado por Chávez en el Plan de la Patria va más allá del  sur de América y El Caribe, se propone aquí la unión interregional Sur-Sur como  América del Sur-África (ASA) y el América del Sur-Países Árabes (ASPA).

Consideramos que un Nuevo orden del sur plantea entonces un sentido geopolítico, de lucha contra las históricas asimetrías, del Norte y el Sur del planeta,  países explotadores y explotados, países dominadores y pueblos dominados,   aquellos que tienen acceso a la información y aquellos que carecen del mismo. Debe entonces -desde  paradigmas emergentes- asumirse como una herramienta geopolítica que  propenda a reconocer y exaltar nuestros verdaderos orígenes, asumiendo procesos tendientes  a descolonizar el poder, el saber y el ser, utilizando la comunicación como un instrumento al servicio de la liberación de los pueblos.

Bibliografía:

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– Aharonian, Aram . (2007) Apuntes sobre comunicación y democracia. Editorial El Perro y la Rana. Caracas

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-Buen Abad, F (2006)  Filosofía de la Comunicación. Minci Caracas-venezuela

De Sousa, Boaventura. (2010) Descolonizar el saber. Ediciones Trilce. Chile

-Morín, E. (1997), ¿La ciencia pierde la razón?: Revista Universidad del Valle, No 17, agosto.

-Dussel, E.  (2011) Filosofía liberación Fondo de Cultura Económica.  México.

–Dussel, E.  (1972) Caminos de la liberación de Latinoamérica. Latinoamericana Libros. Argentina

– Dussel, E.  (2009) Política de la Liberación. Volumen II La arquitectónica. Editorial Trotta. Madrid

—Dussel, E.  (2005) Transmodernidad e interculturalidad (Interpretación desde la Filosofía de la Liberación)” UAMIz., Mexico City, 2005. Publicado en http://enriquedussel.com/txt/TRANSMODERNIDAD%20e%20interculturalidad.pdf

–Dussel, E.  (2015) Filosofías del Sur. Edicionesakal. México

-Kaplún, M. (2003). El Comunicador Popular. Publicado en : //biblioteca.ffh.uh.cu/…/Mario%20Kaplun-na%20pedagogia%20de%20la%20comunicacion%20(el%20com

Ramonet, I (2012) La Tiranía De La Comunicación.. Colección Emancipación Obrera. Publicado en: https://es.scribd.com/document/248988601/Ramonet-Ignacio-La-Tirania-de-Las-Comunicaciones

-Ley del Plan de la Patria, (2013-2019)

–MacBride, Sean (1981). Un solo mundo, voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo. México, D.F., Fondo de Cultura Económica-UNESCO.

-Marqués de Melo, J (2009) Pensamiento Comunicacional Latinoamericano, del saber al poder  : Comunicacion Social Ediciones y Publicaciones

-Martínez, M. (1997). El paradigma emergente, hacia una nueva teoría de la racionalidad científica. México: Trillas.

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