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La discriminación necesaria y la perjudicial

Alberto Benegas

Según el diccionario, discriminar quiere decir diferenciar y discernir. No hay acción humana que no discrimine: la comida que elegimos engullir, los amigos con que compartiremos reuniones, el periódico que leemos, la asociación a la que pertenecemos, las librerías que visitamos, la marca del automóvil que usamos, el tipo de casa en la que habitamos, con quién contraemos nupcias, a qué universidad asistimos, con qué jabón nos lavamos las manos, qué trabajo nos atrae más, quiénes serán nuestros socios, a qué religión adherimos (o a ninguna), qué arreglos contractuales aprobamos y qué mermelada le ponemos a las tostadas. Sin discriminación no hay acción posible. El que es indiferente no actúa. La acción es preferencia, elección, diferenciación, discernimiento y, por ende, implica discriminar.

Como se ha dicho, si una persona con mucha sed en un desierto tiene una cantimplora con agua a su derecha y otra a la izquierda y se declara indiferente de cuál beber y, por ende, no elige una de ellas, se morirá de sed. Para seguir viviendo debe discriminar, elegir y optar.

Esto debe ser nítidamente separado de la pretensión, a todas luces descabellada, de intentar el establecimiento de derechos distintos por parte del aparato estatal, que, precisamente, existe para velar por los derechos y para garantizarlos. Esta discriminación ilegítima echa por tierra la posibilidad de que cada uno maneje su vida y hacienda como le parezca adecuado, es decir, bloquea las posibilidades de que cada uno discrimine acerca de sus preferencias, lo cual debe ser respetado en un Estado de derecho, siempre que no se lesionen iguales derechos de terceros. Otro modo de referirse a aquel uso abusivo y pervertido de la ley es simple y directamente el del atropello al derecho de las personas.

La igualdad ante la ley resulta crucial, concepto íntimamente atado a la justicia, es decir, a la propiedad, primero, del propio cuerpo, a sus pensamientos y a sus pertenencias, en otras palabras, el “dar a cada uno lo suyo”.

La prueba decisiva de tolerancia es cuando no estamos de acuerdo con las conductas de otros. Tolerar las que compartimos no tiene mérito alguno. En este sentido, podemos discrepar con las discriminaciones, las elecciones y las preferencias de nuestro prójimo, por ejemplo, por establecer una asociación en la que sólo los de piel oscura pueden ser miembros o los que tienen ojos celestes. Allá ellos, pero si no hay violencia contra terceros, todas las manifestaciones deben respetarse, no importa cuán ridículas nos puedan parecer.

Curiosamente se han invertido los papeles: se tolera y alienta la discriminación estatal con lo que no les pertenece a los Gobiernos y se combate y condena la discriminación que cada uno hace con sus pertenencias. Menudo problema en el que estamos por este camino de la sinrazón, en el contexto de una libertad hoy siempre menguante.

Parece haber una enorme confusión en esta materia. Por un lado, se objeta que una persona pueda rechazar en su propia empresa la oferta laboral de una mujer embarazada o un anciano, porque configuraría una actitud discriminatoria, como si el titular no pudiera hacer lo que estima conveniente con su propiedad. Incluso es lícito que alguien decida contratar solamente a quienes midan más de uno ochenta. Como es sabido, el consumidor es ciego a religiones, etnias, alturas o peso de quienes se desempeñan en las empresas, por tanto, quien seleccione personal por características ajenas al cumplimiento y la eficiencia pagará el costo de su decisión a través del cuadro de resultados, pero nadie debería tener el derecho de impedir un arreglo contractual que no use la violencia contra otros.

Por otra parte, en nombre de la novel “acción positiva” (affirmative action), se imponen cuotas compulsivas en centros académicos y lugares de trabajo “para equilibrar los distintos componentes de la sociedad”, al efecto de obligar a que se incorporen ciertas proporciones, por ejemplo, de asiáticos, lesbianas, gordos y budistas. Esta imposición naturalmente afecta de forma negativa la excelencia académica y la calidad laboral, ya que deben seleccionarse candidatos por razones distintas a la competencia profesional, lo cual deteriora la productividad conjunta, que, a su vez, incide en el nivel de vida de toda la población, muy especialmente de los más necesitados, cuyo deterioro en los salarios repercute de modo más contundente dada su precariedad.

Por todo esto es que resulta necesario insistir una vez más en que el precepto medular de una sociedad abierta de la igualdad de derechos es ante la ley y no mediante ella, puesto que esto último significa la liquidación del derecho, es decir, la manipulación del aparato estatal para forzar pseudoderechos que siempre significa la invasión de derechos de otros, quienes, consecuentemente, se ven obligados a financiar las pretensiones de aquellos que consideran que les pertenece el fruto del trabajo ajeno.

Desde luego que esta atrabiliaria noción del derecho como manotazo al bolsillo del prójimo, entre otros prejuicios, se basa en una idea errada anterior, que es que la riqueza es una especie de bulto estático que debe redistribuirse (en direcciones distintas a la distribución operada en el supermercado y afines), dado que sería consecuencia de un proceso de suma cero. No conciben a la riqueza como un fenómeno dinámico y cambiante en el que en cada transacción libre y voluntaria hay un proceso de suma positiva, puesto que ambas partes ganan. Es por esto que actualmente podemos decir que hay más riqueza disponible que en la antigüedad, a pesar de haberse consumido recursos naturales en el tiempo trascurrido desde entonces. Es cierto el principio de Lavoisier: “Nada se pierde, todo se transforma”, pero lo relevante es el crecimiento de valor, no de cantidad de materia (un teléfono antiguo tenía más material que uno celular, pero este último presta servicios mucho mayores y a menor costo).

Vivimos la era de los pre-juicios, es decir el emitir juicios sobre algo antes de conocerlo (y conocer siempre se relaciona con la verdad de algo, ya que no se conoce que dos más dos son ocho). La fobia a la discriminación de cada uno en sus asuntos personales y el apoyo incondicional a la discriminación de derechos por parte del Leviatán es, en gran medida, el resultado de la envidia, esto es, el mirar con malevolencia el bienestar ajeno, no el deseo de emular al mejor, sino que apunta a la destrucción del que sobresale por sus capacidades.

Y esto, a su vez, descansa en la manía de combatir las desigualdades patrimoniales que surgen del plebiscito diario en el mercado, en donde el consumidor apoya al eficiente y castiga al ineficaz para atender sus reclamos. Es paradójico, pero no se condenan las desigualdades patrimoniales que surgen del despojo vía los contubernios entre el poder político y los así llamados empresarios, que prosperan debido al privilegio y a mercados cautivos otorgados por Gobiernos a cambio de favores varios. En realidad, las desigualdades de la época feudal (ahora en gran medida replicadas debido al abandono del capitalismo) son desde todo punto de vista objetables, pero las que surgen de arreglos libres y voluntarios, no sólo no son objetables, sino absolutamente necesarias al efecto de asignar los siempre escasos factores productivos en las manos más eficientes para que los salarios y los ingresos en términos reales puedan elevarse.

No es relevante la diferencia entre los que más tienen y los que menos poseen; lo trascendente es que todos progresen, para lo cual es menester operar en una sociedad abierta, donde la movilidad social constituye uno de sus ejes centrales. Como las cosas no suceden al azar, para contar con una sociedad abierta, cada uno debe contribuir diariamente a que se lo respete.

Podemos extrapolar el concepto del polígono de fuerzas de la física elemental al terreno de las ideas. Imaginemos una enorme piedra en un galpón atada con cuerdas y poleas y tirada en diversas direcciones por distintas personas, ubicadas en diferentes lugares del recinto: el desplazamiento del bulto será según el resultado de las fuerzas concurrentes, ninguna fuerza se desperdicia. En las faenas para diseminar ideas ocurre lo propio, cada uno hace lo suyo y si no se aplica a su tarea, la resultante operará en otra dirección. Los que no hacen nada sólo ven la piedra moverse y habitualmente se limitan a despotricar en la sobremesa por el rumbo que toma.

Hace poco tiempo, en Buenos Aires estaba escuchando radio en el automóvil y el locutor expresó que una señora, dueña de una casa en la zona costera, publicó un aviso en algún periódico que no es del caso mencionar en el que anunciaba que ponía su vivienda en alquiler durante la temporada veraniega con la condición de que el inquilino fuera vegetariano. Consignaba en el aviso de marras que los residuos de la carne atraían microbios que deseaba evitar. Henos aquí que todos los miembros del equipo que trabaja en el programa radial en cuestión pusieron el grito en el cielo y condenaron sin piedad a la titular del aviso. Manifestaron que esa actitud era discriminatoria y que, en consecuencia, había que aplicarle las normas correspondientes y no permitir semejante propuesta de alquiler.

Hubo llamados de radioescuchas que se plegaron a las invectivas de los conductores (por lo menos los que se pasaron al aire). Una señora muy ofuscada levantó la voz y señaló que debía detenerse a quien haya sido capaz de una iniciativa de esa índole, puesto que “actitudes como la discutida arruinan la concordia argentina”. Otro fulano, que dijo ser ingeniero con experiencia en operaciones inmobiliarias de envergadura, espetó que habría que confiscarle la propiedad a la autora de “semejante anuncio”. Y así siguieron otras reflexiones patéticas y dignas de una producción cinematográfica de terror, sin que nadie pusiera paños fríos ni apuntara a introducir atisbo de pensamiento con cierto viso de cordura.

Entonces, vivimos en una era en la que se discrimina lo que no debería discriminarse y no se permite discriminar lo que debe discriminarse. Por cierto, una confusión muy peligrosa. Algo aclara un pensamiento de Cantinflas: “Una cosa es ganarse el pan con el sudor de la frente y otra es ganarse el pan con el sudor del de enfrente”.

Fuente del articulo: http://opinion.infobae.com/alberto-benegas-lynch/2016/05/21/la-discriminacion-necesaria-y-la-perjudicial/index.html

Fuente de la imagen:  http://1.bp.blogspot.com/-9Xy_f9kOFXs/Tx2jC-mwCNI/AAAAAAAArKs/42uFg9cAKAo/s1600/bullying.gif

 

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¿Cómo nacen los prejuicios?

25 de enero de 2017 / Fuente: https://www.isep.es

Por: Maribí Pereira

“El prejuicio es una predisposición axiomática para aceptar o rechazar a las personas por sus características sociales bien sean reales o imaginarias” (Light, Keller y Calhoun, 1991). Desde la psicología social, es una condición humana que nos inclina a responder de cierta manera frente a un estímulo de acuerdo a un precepto o canon anterior. Usualmente tiene una connotación negativa hacia un grupo, lo que implica sentimientos o creencias de desvalorización hacia el mismo, expresando un desacuerdo explícito, que muchas veces conlleva al desprecio hacia condiciones o características del grupo.

De acuerdo a las teorías modernas, el prejuicio es una actitud aprendida, en base a las experiencias que la persona ha tenido a lo largo de su vida y especialmente, durante su infancia. Los niños pequeños aprenden en primer lugar, lo que la familia o la sociedad piensan del mundo, antes de conocer dichos eventos por sí mismos. Por ello, un prejuicio puede tener consecuencias negativas, pues se parte de un juicio de valor negativo ante un grupo, basado en información insuficiente o incompleta.

Al final, un prejuicio es una forma distorsionada de interpretar la realidad, puesto a que tiene una base real, pero a su vez, contiene información errónea, exagerada o generalizaciones accidentales ocasionadas por una experiencia previa o ajena. Por esta razón es resistente al cambio y hay mucha dificultad para eliminarlo, ya que las personas lo creen con veracidad, incluso cuando se le muestren pruebas contrarias en la realidad. William James decía que “un gran número de personas piensan que están pensando cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios”.

Hoy en día, pese a la globalización y a las campañas de igualdad, se siguen escuchando expresiones como:

“Todos los hombres son iguales”.
“Las mujeres son unas exageradas”.
“Las rubias son tontas”.
“Los sudamericanos son escandalosos”
“Los árabes son terroristas”.
“La mujeres brasileñas son las más guapas”
“La comida italiana es la mejor del mundo”
“Los europeos no saben bailar”

Y es que cuando se logra emplazar un prejuicio en una persona, resulta realmente complejo superar esa obcecación, porque los prejuicios son previos al juicio de la razón. De hecho, muchas veces lo que hacemos es generalizar o prestar atención discriminada a aquellas cosas que refuerzan nuestra creencia previa, de tal forma que hace que “la realidad” encaje con el preconcepto.

Algunos investigadores plantean que en tiempos evolutivos nos fuimos adaptando para hacer juicios instantáneos sobre si alguien está en nuestro “grupo interno” o no; debido a que eso podía terminar salvando la vida de una persona.

Mahzarin Banaji, estudiosa india del comportamiento humano y profesora de Harvard, señala que “los prejuicios implícitos vienen de la cultura. Creo que son la huella dactilar de la cultura en nuestras mentes. Los seres humanos tienen la capacidad de aprender a asociar dos conceptos muy rápidamente. Eso es innato. Lo que podamos enseñarnos a nosotros mismos, lo que elijamos asociar, es cosa nuestra” (2014).

Banaji señala que es posible una educación contra los prejuicios, sin embargo, el cómo hacerlo es lo que todavía resulta problemático o poco claro. Esto se debe a que cuando se intenta educar, se hace contra los estereotipos ya instalados.

Por ello, tanto la familia como la escuela como entes primordiales en la educación y formación de valores de los niños, deben hacer un esfuerzo extra en promover el pensar y actuar con independencia, procurando fundamentar bien las razones de la propia conducta, sin asumir una actitud hostil o de rechazo hacia las diferencias por el mero hecho de que los demás la tomen.

Cuando logramos establecer una comunicación con otros sin prejuicios, abrimos un canal para una escucha activa por parte de la otra persona, pero sobre todo, nos predisponemos a una mejor escucha de nuestra parte. Si los prejuicios se pueden aprender, también se pueden desaprender.

Fuente artículo: https://www.isep.es/actualidad-educacion/como-nacen-los-prejuicios/

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Igualdad de datos para la igualdad de género

Por: Glória Pallarés

Una corriente global promueve más y mejores datos sobre mujeres para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

 Algunos datos no cuentan toda la verdad y otros cuentan, incluso, mentiras. La infravaloración de las mujeres —de sus actividades y prioridades— en cada aspecto de la vida se replica en registros estadísticos y conjuntos de datos de todo el mundo. La mayoría de los datos globales sobre mujeres y niñas son incompletos o responden a prejuicios sobre lo que se supone que les está permitido hacer en cada sociedad. De hecho, faltan datos de calidad sobre aspectos tan elementales como el acceso de las mujeres a un documento nacional de identidad y a los servicios de salud, y sólo un 13% de los países tienen un presupuesto para elaborar estadísticas sobre sus ciudadanas. Ante esta realidad, organizaciones internacionales como la ONU y el Banco Mundial y entidades como la Fundación ONU se han puesto al frente de un movimiento global para promover más y mejores datos sobre la vida de las mujeres. El objetivo: fundar políticas más eficaces para avanzar en la igualdad de género y en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) de la ONU hasta 2030.

“Sin igualdad de datos no hay igualdad de género. Sólo si mejoramos los datos sobre mujeres podremos promover realmente la igualdad, aliviar la pobreza y progresar en los ODS”, afirma la directora ejecutiva de Data2X, Emily Courey Pryor, al timón de la iniciativa sobre datos de género de la Fundación ONU. La entidad ha identificado 28 lagunas de datos en cinco aspectos clave del empoderamiento de las mujeres y de las políticas de desarrollo: salud, educación, oportunidades económicas, participación política y seguridad humana. La carencia abarca cuestiones como mortalidad materna y salud de las adolescentes, exclusión del sistema educativo y resultados de aprendizaje.

 También falta información esencial sobre propiedad de activos por parte de mujeres; acceso a teléfonos móviles e Internet; registro de votantes, y participación en procesos como negociaciones de acuerdos de paz. Y no se acaba aquí. Según el científico de Datos senior del Banco Mundial Tariq Khokar, menos de un tercio de los países tiene datos sobre trabajo informal y emprendimiento desglosados por sexo. En cuanto a violencia machista, sólo el 41% de los Estados produce datos al respecto, apunta la ONU. Estas informaciones raramente incluyen a mayores de 49 años y a menudo sirven de poco porque no son comparables en el espacio o en el tiempo —no permiten seguir ni la evolución del fenómeno ni confrontar las políticas de diferentes países para ver cuáles son más eficaces.

Malos datos, malas políticas

Estas lagunas están causadas tanto por los datos de mala calidad como por la ausencia de datos. Los malos datos resultan de sesgos en las mediciones que refuerzan los estereotipos de género y distorsionan la realidad, haciendo que las mujeres parezcan más dependientes y menos productivas de lo que son —en África, por ejemplo, las mujeres producen el 70% de los alimentos y representan más del 80% de la economía informal, estima la ONU. “Las políticas elaboradas en base a estos datos inexactos y que tergiversan la realidad no pueden mejorar el bienestar de las mujeres y niñas a las que se dirigen”, explica Pryor. La ausencia de datos se da cuando no se recoge ninguna información sobre facetas cruciales de la vida de las mujeres. A menudo, ello se debe a normas sociales dañinas sobre lo que se permite hacer a las mujeres y a las niñas.

Los datos de género incluyen tanto las estadísticas y nuevas fuentes de datos desglosadas por sexo como las que arrojan luz sobre cuestiones que afectan específicamente a las mujeres. Estos datos revelan diferencias injustas en el acceso a oportunidades; ilustran las necesidades, aspiraciones y logros de las mujeres, y ayudan a diseñar políticas y programas de desarrollo y ayuda humanitaria eficaces para que puedan prosperar. Para Pryor, su importancia trasciende la igualdad entre hombres y mujeres: “una visión transversal de género y de derechos humanos es imprescindible para el éxito de otros ODS, desde la educación de calidad hasta el trabajo decente, el crecimiento económico y los ideales de paz, justicia y fortaleza institucional”. El reto es grande, pero las oportunidades que ofrece la nueva Agenda de Desarrollo 2030, también.

Construcción de una presa en Sri Lanka. Los datos de género son clave para avanzar en la inclusión de las mujeres en todas las esferas de la vida económica y social. 
Construcción de una presa en Sri Lanka. Los datos de género son clave para avanzar en la inclusión de las mujeres en todas las esferas de la vida económica y social. Lakshman Nadaraja Banco Mundial

Proyectos pioneros

La buena noticia es que se puede empezar a cambiar esta situación desde hoy mismo, y con las herramientas y fuentes de datos existentes. Open Data Watch y Data2X han identificado 16 indicadores sobre mujeres relativos a ocho de los 17 ODS —cero pobreza y hambre, salud, educación, igualdad de género, trabajo decente, reducción de desigualdades, así como paz, justicia e instituciones fuertes. Todos se pueden empezar a medir ahora. “Los nuevos indicadores y aquellos para los que ya existen datos son complementarios para medir el progreso en los ODS, pero estos 16 ofrecen la oportunidad de poner en marcha la obtención de datos en la mayoría de países y con un bajo coste”, explica Data2X. Además de promover políticas inclusivas, una finalidad es ofrecer a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil los datos necesarios para supervisar a los gobernantes.

Para ir más allá de los recursos existentes, Data2X también se ha aliado con organizaciones públicas y privadas para explorar el potencial de las nuevas tecnologías y el big data —la avalancha de datos digitales generados por las personas en su vida cotidiana— con vistas a rellenar las lagunas de datos sobre mujeres a nivel global. Con este objetivo, ha puesto en marcha proyectos piloto pioneros basados en datos geoespaciales, informaciones de tarjetas de crédito y móviles, y redes sociales, respectivamente.

Uno de los proyectos, cuyos primeros resultados se publicarán este 2017, utiliza imágenes de satélite para aumentar la resolución espacial de datos existentes sobre alfabetización de las mujeres, atrofia del crecimiento y acceso a contraceptivos modernos en Kenia, Nigeria, Tanzania, Bangladesh y Haití. “Muchas cuestiones sociales y de salud están correlacionadas con fenómenos geoespaciales, por lo que este tipo de información permite estimar el bienestar en zonas donde no se han realizado sondeos”, avanza la organización. Dicha combinación de fuentes de datos nuevas y tradicionales se puede utilizar para cubrir poblaciones remotas que jamás ha pisado un agente del censo, indica la máxima autoridad de Estadística de la ONU, Stefen Schweinfest, cuya División actúa de secretariado del I Foro Mundial de Datos ONU celebrado entre este 15 y 18 de enero en Cape Town (Sudáfrica) y cuya segunda edición está prevista para la segunda mitad de 2018.

Si un proyecto captura el bienestar de las personas desde el aire, otro lo hace desde las redes sociales. Global Pulse ONU, iniciativa dedicada al aprovechamiento del big data para el desarrollo y la acción humanitaria, ha colaborado con Data2X y la Universidad de Leiden (Países Bajos) para desarrollar una herramienta que permita identificar, de forma automática, el sexo de los usuarios de Twitter. Según explica el científico jefe de Datos de Global Pulse ONU, Miguel Luengo-Oroz, la herramienta infiere el sexo comparando el nombre de usuario con una base de datos de nombres predefinidos. Si quedan dudas, analiza las fotos de perfil con un programa de reconocimiento de caras. Aunque el estudio aún no se ha publicado, Luengo-Oroz avanza que ya se observan unos primeros resultados prometedores, en el sentido de que es posible captar —en tiempo real— cuáles son las preocupaciones de las mujeres en cuestiones como salud y educación. Prioridades que difieren de las de los hombres y que a menudo no están recogidas en ningún otro conjunto de datos.

Retos y oportunidades

Como con todas las innovaciones, hay que utilizar el big data con sentido común.

Pryor de Data2X destaca el “tremendo potencial” de esta nueva fuente para rellenar lagunas de datos, pero remarca que debe combinarse con buenos sondeos y métodos clásicos de investigación en ciencias sociales para validar los resultados y corregir desviaciones. El Banco Mundial ha elaborado directrices para mejorar encuestas empresariales y de hogar, al tiempo que ayuda al sector privado a desglosar los datos por sexo y “está incorporando enfoques de big data a sus propias actividades e investigaciones cuando es necesario”, ilustra Khokhar.

Una visión transversal de género y de derechos humanos es imprescindible para el éxito de otros ODS

En el uso de big data, hay otro aspecto crucial a tener en cuenta: la brecha digital entre mujeres y hombres ­—ellas tienen un acceso menor a teléfonos móviles e Internet, sobre todo en zonas rurales. “Por ello abogamos con tanta fuerza por los conjuntos de datos complementarios”, insiste Pryor. Esto significa que, si en un territorio hay una parte de la población que no utiliza herramientas digitales, este grupo sólo se podrá identificar a través de sondeos clásicos sobre el terreno. “No podemos utilizar big data sin tomar en cuenta los potenciales sesgos basados en quien accede a las herramientas digitales”.

Por este y otros motivos, Data2X se dedica a aunar investigadores y agencias de la ONU para garantizar que las mujeres son incluidas en el ámbito emergente de los datos —y del big data— para el desarrollo. Con esta misma motivación ha participado en el Foro Mundial de Datos de la ONU, en el que 1.000 profesionales de diversos ámbitos —sectores público, privado, académico y de organizaciones sociales— se han dado cita por primera vez en torno al uso de datos para los ODS. Para Pryor, los Objetivos de Desarrollo Sostenible suponen una oportunidad sin precedentes para reformar sistemas de datos deficientes y sesgados y para priorizar los datos de género a nivel global. El Foro también ha supuesto una oportunidad para reivindicar la importancia de estos datos. “La cuestión de los datos de género se suele abordar entre los especialistas de género; esta ha sido una oportunidad para que también se debata entre los profesionales de la estadística y de datos”.

Desigualdad de datos y futuro

Los datos de género no lo tienen fácil. Deben abrirse paso en un mundo en el que sólo 34 países tienen datos accesibles y de alta calidad sobre algo tan importante —y tan elemental— como la causa de muerte de los ciudadanos. Un mundo en el que 120 millones de niñas menores de 20 años han sufrido violencia sexual, según la ONU —un indicador simple, pero contundente, de la valía que se otorga a las mujeres. Por si fuera poco, los datos de género tienen que hacerse hueco en un mundo con un nuevo desequilibrio: la desigualdad de datos.

“Se están abriendo grandes brechas entre los que tienen datos y los que no los tienen. Si no se actúa, se levantará una nueva frontera de desigualdad, dividiendo el mundo entre los que saben y los que no saben”, alerta en un informe el Grupo Asesor de la ONU sobre revolución de datos. Muchas personas están excluidas del nuevo mundo de los datos y la información por barreras lingüísticas, pobreza, falta de educación o de infraestructura tecnológica, aislamiento y discriminación —prosigue el Grupo, que se refiere a la división de las personas entre “ricas o pobres en información”. En todas estas categorías, y dentro de todos los países, los 3.500 millones de mujeres del mundo son uno de los grupos que salen peor parados.

Para avanzar en la inclusión de las mujeres en todos las esferas de la vida económica y social, Pryor de Data2X hace cuatro llamamientos a la acción. Pide que se apoye a los profesionales para que los desglosen por sexo y hagan encuestas sin sesgo. También pide apoyo para los gobernantes comprometidos con invertir en datos de calidad, y llama a explorar el potencial de los datos en manos del sector privado. Finalmente, insta a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil a reclamar datos de género, y a usarlos para garantizar la rendición de cuentas por parte de sus administraciones. “Medimos lo que valoramos y valoramos lo que medimos. Comprendiendo las necesidades de las mujeres, podemos trabajar juntos para asegurar que —en el espíritu de los ODS— no se las deja atrás”.

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China: La biblioteca que en lugar de libros presta gente con historias para contar

Buen día, ¿me puedo llevar a esta persona prestada por una media hora por favor?

Algo más o menos así es lo que uno puede preguntar en la biblioteca humana, un proyecto que en vez de ofrecer libros para llevar, ofrece a diferentes personas con historias interesantespara contar.

La idea de la Organización Biblioteca Humana es romper barreras entre la gente y promover el diálogo y la comprensión.

El sistema es muy simple: los usuarios consultan un catálogo en el que hay una lista de personas con historias para compartir.

Después de elegir, el usuario tiene alrededor de media hora para escuchar a este libro viviente y también para preguntar, dialogar.

Los libros son por lo general personas que han sido víctimas de prejuicios, exclusión social o que han sido estigmatizadas, para que el lector tenga la oportunidad de revisar sus propios prejuicios.

Uno puede, por ejemplo, consultar “el libro” Lee Co En, que trata sobre cómo es vivir con enanismo.

O si pides prestado “el libro” Michael, aprenderás sobre las dificultades de un joven de comunicarle a sus amigos y familia su decisión de convertirse en sacerdote católico.

El más reciente evento tuvo lugar en Singapur, pero la Biblioteca Humana ya se ha organizado en más de 70 países en todo el mundo.

Fuente de la noticia: http://www.bbc.com/mundo/media-37862127?ocid=socialflow_facebook

Fuente de la imagen: http://ichef.bbci.co.uk/news/1024/cpsprodpb/31AA/production/_92241721_p04f21p7.jpg

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El feminismo en Latinoamérica

Por: 

Es común al tratar de reconstruir nuestra percepción de la mujer latinoamericana pensar en aquellas “jefas” o fundadoras del matriarcado. Pensamos en nuestras madres y abuelas que, aún dentro de su contexto, llevan las riendas de su casa. Vemos en ellas virtudes codiciadas por todo ser humano, como lo son la perseverancia, el liderazgo, la comprensión y el temple de guerra tan arraigado en la psiquis de nuestras progenitoras. Pero con todo y esto, ¿cómo es posible que todavía sean los hombres los reyes de su universo?

Hace unos meses tuve una conversación con una amiga portorriqueña sobre los hombres latinoamericanos. Hablábamos de cómo nuestras madres nos impulsaron, finalmente,  a soltar las limitaciones posteriormente empleadas y designadas a nuestras vidas por orden del machismo, servidor fiel del patriarcado. Nos detuvimos a admirar todo lo que las mujeres como nosotras podemos hacer hoy en día, las “libertades” que se nos ofrecen, y cómo finalmente estábamos acercándonos a una sociedad utópica donde las mujeres son consideradas de manera equitativa a los hombres. Pero no todo se resume en libertades.

La realidad de las mujeres latinas todavía sufre una gran desventaja, una aún más grande que la de los prejuicios de una sociedad decadente que no se ajusta a los nuevos tiempos. Una aún más terrible que las palabras despectivas provenientes tanto de hombres como de mujeres, una que nos mantiene en un proceso incalculablemente lento para lograr la plena reivindicación femenina. Esta desventaja es nada más y nada menos que lo que nosotras solemos denominar como: los princesos.

Es cierto que las madres alientan a sus hijas a tener una carrera, a valerse por sí mismas, a posponer el matrimonio y solo involucrarse en él una vez que sus metas hayan sido alcanzadas. Es también verídico que las madres han empezado a ser más permisivas con el atuendo y la conducta de sus hijas, no por propagar frivolidad o libertinaje, sino para proporcionarles la misma libertad de expresión que a sus hijos. Sin embargo, no es cierto en absoluto que las madres preparan a sus hijos para corresponder al cambio llevado a cabo en el ámbito femenino.

Las madres latinas en su mayoría todavía crían princesos. Todavía crecen a hombres que esperan tener el mismo trato de rey, por parte de su mujer, del que recibieron sus abuelos, por parte de sus abuelas. Todavía permiten que sus hijos varones consideren un derecho el cuerpo de una mujer, o mejor dicho, varios y hasta todos los cuerpos de mujeres, especialmente si ese cuerpo pertenece a una muchacha ya tachada como “no digna.”

Lamentablemente, aún existe la falta de respeto y aprecio por parte de los hombres a las mujeres. Y cuando un hombre ha conseguido desarrollarse decentemente dentro de las normas de nuestra sociedad tóxica y opresora, muy pocas veces se transforman en voceros de los derechos de la mujer. Aún cuando el hombre no considere correcta la actitud de sus amigos, encuentra su punto de vista tan ajeno a lo “corriente”, que prefiere callar.

Realmente, no quiero decir con esto que todos los hombres latinos deseen oprimir a las mujeres. Lo que sí digo es que nosotras mismas, como mujeres y como madres, tenemos el deber de inculcar en las pequeñas mentes que tenemos alrededor, la manera más justa de tratar a los demás y el respeto hacia todos sin diferencia de género.

Una niña, por ser niña, no necesita ser más arduamente instruida en cómo no quedar embarazada, o en cómo no dejarse tratar o en cómo vestirse o actuar para no generar en el hombre salvaje e incontrolable una reacción indeseable. En su lugar, a los niños se les debería de hacer partícipes de estas enseñanzas de la misma manera que a las niñas. Esto proporcionaría un desarrollo orgánico en nuestra sociedad en vez de un espectro de armonía que, en realidad, no es más que una batalla, que va dolorosamente contracorriente, únicamente librada por el género femenino.

Como están las cosas, de momento solo nos queda seguir manteniendo nuestra voz firme, continuar creando conciencia en los hombres ya criados en esta doctrina del “princeso.” Pero cada tres segundos nace un nuevo ser humano, y 50% de esas veces es un ser humano que puede llegar a ser un hombre decente y merecedor de los millones de mujeres que ya somos y continuaremos siendo: mujeres fuertes, mujeres latinas.

Fuente: https://www.viceversa-mag.com/el-feminismo-en-latinoamerica/

 

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Israel: “La educación todavía no le ganó la batalla al antisemitismo”

Asia/Israel/26 de Agosto de 2016/Fuente: Agencia Judía de Noticias

Claudio Avruj destacó a la Agencia Judía de Noticias (AJN) que “el prejuicio es algo innato en el ser humano. Se debe proponer desde el ámbito educativo el acercamiento con todos los sectores de la sociedad”. Además, dialogó con el intendente de Lanús y la directora del colegio alemán para trabajar en conjunto.

El secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, afirmó hoy a la Agencia Judía de Noticias (AJN) que “la educación todavía no le ganó la batalla al antisemitismo y esto impone seguir trabajando, educando los valores”, en referencia al incidente ocurrido anoche en el boliche “Cerebro” de Bariloche, donde alumnos de la escuela ORT fueron agredidos por jóvenes con simbología nazi.

“Estoy muy sorprendido por lo sucedido. Lo que este hecho hace es poner en evidencia la necesidad de seguir trabajando y educando, levantando barreras contra el antisemitismo y la discriminación. Seguir sancionando cuando corresponde y no desviar la tarea los que estamos en el campo de los Derechos Humanos y los que estamos en organizaciones representativas”, agregó.

Un grupo de estudiantes del colegio Sociedad Escolar y Deportiva Alemana (Sedalo), de Lanús Oeste, ingresó ayer al boliche caracterizados como Hitler. En el lugar se encontraba un grupo de alumnos de la escuela ORT y se generó una pelea multitudinaria.

“Hay que entender que el prejuicio es algo innato en el ser humano, entendiendo que esto nace desde el desconocimiento fundamentalmente. Se debe proponer desde el ámbito educativo el acercamiento con todos los sectores de la sociedad”, agregó Avruj.

Además, destacó que se comunicó con el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, y con la directora de la escuela alemana, Silvia Fazio, para “ponerse a disposición y trabajar juntos”, y, como presidente honorario del Museo del Holocausto en Buenos Aires, invitar a los chicos de la escuela a que vayan a hacer una capacitación.

“Son las propias instituciones y gobernantes los que deben hacer que esto funcione, sumado a las instituciones dedicadas a la educación y la propia justicia”, subrayó.

Asimismo, resaltó que “el antisemitismo no es un tema de los judíos, es un tema de la sociedad, que lo puede fomentar y permitir. Es obligación de todos levantar barreras contra el odio y los perjuicios”.

“Mientras más conozco al otro, encuentro más afinidades que diferencias”, expresó Avruj.

Por último, recordó el trabajo que hizo como secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la ciudad de Buenos Aires bajo el lema “Mosaico de Identidades”, para la igualdad y acercamiento entre las instituciones. “Hemos logrado enormes resultados y baja de prejuicios”, concluyó.

Fuente: http://www.prensajudia.com/shop/detallenot.asp?notid=49495

Fuente de la imagen: http://profe-manuel-pimienta.blogspot.com/2012/09/presentacion-de-educacion-para-la.html

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Estados Unidos: A textbook debate over minorities and civic education

América del Norte/Estados Unidos/19 de Agosto de 2016/Autor: Durba Ghosh/Fuente: San Francisco Chronicle

RESUMEN: Cuando se reanuden las clases, los estudiantes de los Estados Unidos van a recibir los libros de texto de estudios sociales que se han debatido, reescritos y actualizados con los nuevos conocimientos. En California, los debates sobre lo que debe incluirse y cómo debe ser presentado ha sido objeto de un intenso debate en los últimos 20 años, y más reciente acaba de resolverse. ¿Cuáles son realmente estos debates, y por qué  escribir la historia es tan importante? La primavera pasada, los padres y los estudiantes de la India, con el apoyo de las bases Uberoi e hindúes americanos revisaron  los libros de texto de estudios sociales de secundaria. Ellos abogaron por el uso de «India» sobre «el sur de Asia» para referirse a los territorios del subcontinente indio, con el argumento de que el sur de Asia no reflejaba su identidad como indios. Asia del Sur incluye a las naciones de la India, Afganistán, Pakistán, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka y las Maldivas. Además, el grupo instó a que los libros de texto borran toda mención de castas en la India, representan el Islam y el sijismo como ajeno al sur de Asia, y muestran que el tratamiento de las mujeres ha sido históricamente una alta prioridad para las personas que viven en el subcontinente indio.  Quienes se oponen a los cambios incluyen una amplia coalición de académicos, padres, maestros y miembros de otras diásporas del sur de Asia (Sri Lanka, Afganistán, Nepal, Dalit). Ellos argumentaron que los hechos acerca de la casta y la situación de la India como una sociedad secular que había sido receptivo a la aparición del budismo, el sijismo y el Islam debe recibir prioridad históricamente establecida.Después de varias audiencias públicas y reuniones, la Comisión de Calidad de Instrucción de California acordó mantener todas las referencias a la naturaleza jerárquica del sistema de castas, pero accedió a cambiar el sur de Asia hasta la India, salvo en unos pocos lugares.Estos debates sobre qué términos a utilizar en un libro de historia puede parecer poco importante. Sin embargo, se obtienen de las preguntas que son fundamentales en cualquier democracia, preguntas acerca de la participación ciudadana y cómo las minorías deben ser tratadas por las comunidades mayoritarias. Por un lado, activistas ciudadanos que tienen un interés en el proceso cívico que lleva a los libros de texto que se adoptan en un programa de estudios es el tipo de activismo cívico positivo que las democracias liberales deben apoyar; por el contrario, estas formas de activismo pueden introducir al pensamiento mayoritario en la educación, empujando a los estudiantes a excluir a las minorías y a los que son diferentes.

As schools reopen, students across the United States will be receiving social studies textbooks that have been debated, rewritten and updated with new knowledge and research. In California, debates over what should be included and how it should be presented has been the subject of fierce debate over the past 20 years, with the most recent just resolved.

What are these debates really about, and why is writing history so important?

This past spring, Indian parents and students, supported by the Uberoi and Hindu American foundations, mobilized over middle-school social studies textbooks. They advocated for the use of “India” over “South Asia” to denote the territories of the Indian subcontinent, arguing that South Asia did not reflect their identities as Indians. South Asia includes the nations of India, Afghanistan, Pakistan, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka and the Maldives.

In addition, the group urged that textbooks erase all mention of caste in India, represent Islam and Sikhism as alien to South Asia, and show that the treatment of women was historically a high priority for those living on the Indian subcontinent. Many of those proposing changes argued from a position of injury and suggested that they were harmed or were at risk for being bullied because of Americans misunderstanding Hindu cultures.

Notably, the historical perspective that the Hindu American and Uberoi foundations supported led to a particular kind of history for India (not South Asia) that came at the expense of diversity.

Opponents to the changes included a broad-based coalition of scholars, parents, teachers and members of South Asia’s other diasporas (Sri Lankan, Afghan, Nepali, Dalit). They argued that historically established facts about caste and India’s status as a secular society that had been receptive to the emergence of Buddhism, Sikhism and Islam should receive priority.

After several public hearings and meetings, the California Instructional Quality Commission agreed to keep all references to the hierarchical nature of the caste system, but agreed to change South Asia to India in all but a few places.

These debates about what terms to use in a history textbook may seem unimportant. But they draw from questions that are central to any democracy, questions about civic participation and how minorities should be treated by majority communities. On the one hand, citizen activists taking an interest in the civic process that leads to textbooks being adopted in a school curriculum is the kind of positive civic activism that liberal democracies should support; on the other hand, these forms of activism can introduce majoritarian thinking into education, prodding students to exclude minorities and those who are different.

Common to these debates in India and the United States is a tension between majorities and minorities and the question of how to create a culture of diversity and inclusion when one group challenges another over what counts as historical knowledge about “their” communities.

If we can agree that social studies is intended to inform civic education, with the hope that young students will be engaged and involved citizens in the future, we should teach children a history that is complex and sensitive to what is positive about a given society or culture, as well as what is problematic (such as a caste system in which some members of communities were seen to be inauspicious or polluted).

In California, a process of public debate was intended to be inclusive and sensitive to a broadly conceived public, but it pitted several minority groups against one another. In the compromise forged by the commission, the textbooks ended up excluding any mention of “South Asians,” thus further marginalizing populations whose existence has been relegated to a time and space outside history. They should be working toward the goal of inclusion.

Schoolchildren should receive the kind of education that clarifies that the United States of America was built on a diversity that honors the unique histories of all minority groups.

Fuente: http://www.sfchronicle.com/opinion/openforum/article/A-textbook-debate-over-minorities-and-civic-9171711.php

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