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Reprobamos a Facebook y Google, pero todavía las necesitamos Ése es el problema.

Noticia/27 Noviembre 2019/Amnistía Internacional

A las comercializadoras se les presentan todo tipo de problemas en su actividad, pero estar en una plataforma basada en abusos contra los derechos humanos no suele ser uno de ellos.

Sin embargo, es justo esto lo que le ha ocurrido a un sector dependiente de Facebook y Google con la publicación del último informe de Amnistía Internacional, Surveillance Giants. (“Gigantes de la vigilancia”).

Se supone que estas plataformas permiten a la gente acceder a ellas gratuitamente, pero lo que hacen es que, en vez de cobrarle una tarifa, la obligan a ceder sus datos personales. Estos datos se analizan entonces para crear grupos de personas y hacer predicciones sobre sus intereses y características, fundamentalmente de manera que se puedan utilizar estas apreciaciones para generar ingresos publicitarios. En el informe se determina que la magnitud de la recopilación y monetización de datos personales de estas plataformas es incompatible con el derecho a la privacidad.

Aunque los llamamientos principales que se hacen en él van dirigidos a los gobiernos para que consideren cómo deben regular el sector, todas las organizaciones tenemos también el deber de ver qué papel desempeñamos.

En Amnistía somos tan dependientes de estas plataformas como las grandes empresas, los partidos políticos y los comercios locales para llegar a nuestro público, animarlo a participar y aumentarlo. Es el poder omnipresente de estas plataformas lo que ha llevado a Amnistía a publicar un informe sobre ellas.

¿Qué opciones tenemos? No podemos prescindir de ellas. Ya no son sólo la plaza pública. Son la calle mayor y el distrito de negocios. Podrían convertirse en nuestro consultorio médico y en nuestro banco. Son la ciudad y el pueblo enteros, ¡vaya!

Sacar ahora mismo nuestro trabajo de Facebook y Google sería contraproducente, por tanto, para los derechos humanos y nos restaría capacidad para difundir nuestro mensaje. Sencillamente, no hay otra alternativa viable para llegar al público.

De momento, pues, lo más ético que podemos hacer es explicar abiertamente nuestro dilema y lo que hacemos al respecto. Seguiremos hablando con nuestro público sobre ello.

He oído decir a gente del sector publicitario que la hegemonía de Facebook y Google no permite ninguna alternativa. Pero esta opinión no tiene en cuenta que Silicon Valley está basada en el romanticismo de personas emprendedoras que empiezan en sus garajes. En los próximos meses y años bien podría surgir algo más, especialmente si el gobierno crea el entorno adecuado para ello.

Debería incitar a las grandes empresas tecnológicas a efectuar reformas. Una vez sirvieron de catalizador para la libertad, desempeñando importantes funciones en el derrocamiento de dictadores. Sacaron provecho de esta facultad incipiente durante mucho tiempo. Ahora parecen parte de un nexo de grandes intereses empresariales y políticos. Esto aportará ingresos a corto plazo, pero abre también la posibilidad a nuevos participantes.

Habrá muchas entidades como Amnistía a las que se les plantee también esta difícil situación. Estamos intentando lograr el difícil equilibrio de cumplir con nuestro deber de difundir el mensaje de los derechos humanos y gastar a la vez dinero en empresas que se benefician de una vigilancia problemática. Los riesgos para la reputación aumentan con cada escándalo.

Hay muchos intereses creados en el modo en que las grandes empresas tecnológicas funcionan en la actualidad. Dado que también realizan grandes esfuerzos de cabildeo con los mismos gobiernos que deben tomar medidas sobre ellas, es del todo razonable pensar que no pueden autorregularse. Es por ello que hemos establecido también un grupo de trabajo para ver qué opciones futuras puede haber para llegar a las comunidades y hacerlas participar. Queremos hablar con gente de todo el sector para pensar a lo grande. Contáctanos si crees que puedes ayudar.

Es una pendiente difícil de escalar. Subimos tapándonos la nariz con una mano y con un cartel en la otra para pedir reformas.

Nos gustaría saber lo que piensas: ¿qué futuro tendrá la participación pública en los próximos años?

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2019/11/we-called-out-facebook-and-google-but-need-them/

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Entrenar el pensamiento crítico: un arma eficaz para detectar ‘fake news’

Por: Educación 3.0.

Jordi Nomen, profesor de Filosofía en la Escuela Sadako de Barcelona, cree que es muy importante entrenar el pensamiento crítico en clase, puesto que a través de él los estudiantes serán capaces de detectar las ‘fakes news’: informaciones llenas de falacias. Para hacerlo en el aula, propone un juego de investigación.

En una sociedad tecnológica y compleja es necesario enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos de manera crítica, autónoma y creativa. Solo así aprenderán a adaptarse a los cambios y a transformar la actualidad de manera pacífica y respetuosa democráticamente. por ello, es muy importante entrenar el pensamiento crítico desde las aulas.

En el futuro necesitarán habilidades para operar con los conocimientos disponibles y para que sepan comprometerse en construir un mundo mejor.

El sociólogo Zygmunt Bauman ha caracterizado nuestra época como un ‘tiempo líquido’ (flexible y cambiante), frente a otros tiempos pasados más ‘sólidos’. Explicó que las estructuras sociales no permanecen en el tiempo, dejándonos enfrentados a un mundo sin referencias seguras en el que reina la incertidumbre. En medio de todo este proceso, es necesario educar con sentimiento y sabiendo que lo que necesita la sociedad son ciudadanos críticos que sean capaces de liderar una transformación social hacia un mundo más libre y justo.

Evitando las falacias

Para entrenar el pensamiento crítico es necesario enseñar a los estudiantes a esquivar las falacias: esas ideas que adoptan la apariencia de argumento y que inducen a afirmar o negar una idea que no está justificada de forma correcta y que aparecen en forma de ‘fake news’ en los medios de comunicación y las redes sociales. Esta figura forma parte de la lógica informal: la que forma parte del discurso persuasivo. Pero, para entenderlas mejor, presento algunos ejemplos que a menudo se quieren hacer aparecer como argumentos persuasivos en el discurso de los medios y, habitualmente, generan mucho impacto en la opinión pública.

Entrenar el pensamiento crítico

Para entrenar el pensamiento crítico es necesario enseñar a los estudiantes a esquivar y diferenciar las falacias: ideas que adoptan la apariencia de argumento que inducen a afirmar o negar una idea no justificada de manera correcta. Aparecen diariamente en los medios de comunicación y en las redes sociales en forma de ‘fakes news’ y tienden a crear mucho impacto en la opinión pública y a guiarla en una determinada dirección. Por ello, es necesario que se dedique parte del tiempo de la educación a analizar de forma consciente los medios y las redes sociales. Algunos ejemplos muy comunes que llevamos interiorizados es cuando se apela a la tradición o a la mayoría para analizar los pros y los contras de una determinada medida. O cuando se recurre a la amenaza, el miedo o la lástima en lugar de a la fortaleza de la opinión.

Para conocer, identificar y desmontar las falacias propongo un juego basado en la investigación que se puede llevar a cabo en el aula: el docente leerá la siguiente historia en la que se cuentan unos hechos y se hacen interpretaciones sobre ellos. ¿Serán capaces los estudiantes de reconocer los errores en los que se ha caído?

La muerte de Jonas Porter

Aquel chico, Jonás Porter, había muerto. Lo había encontrado el portero de la finca hacía cinco días. Eran las ocho y media de la mañana y había estado lloviendo con cierta intensidad durante toda la noche. Era obvio que lo habían trasladado al callejón porque su ropa no estaba húmeda.

Entrenar el pensamiento crítico

Ahora, una semana después, la detective del caso, la astuta Rebeca Marit, se encontraba reunida con el equipo de investigación para determinar todas las circunstancias e hipótesis que habían ido sucediendo a lo largo de la semana transcurrida.

La detective Rebeca Marit escuchaba atentamente qué tenía que decir cada uno de los presentes y tenía una libreta abierta ante sí, mientras su rostro expresaba preocupación.

El primero en tomar la palabra fue el detective Bastos, que formalmente dijo:

-Rebeca, creo que está claro que el Jonás murió en un accidente. Yo siempre digo que los chicos jóvenes, hoy en día, no miran a derecha ni izquierda cuando cruzan la calle. Posiblemente alguien se lo cargó y, asustado por la situación, lo puso en el coche y lo abandonó en la calle de atrás de la finca.

La detective Sandra Cornglas tomó la palabra:

– Juan, no estoy nada de acuerdo contigo. No hay ninguna prueba que no permita afirmar que se trata de una venganza.

Cuando lo encontramos, la ropa no estaba arrugada. Esto demuestra que no fue un accidente.

Enfadado, el jefe de detectives, Samuel Pecó, gritó, dirigiéndose a Sandra:

-Sandra, sabes muy bien que yo soy tu jefe y no puedo soportar que hagas estas suposiciones infantiles. Si la línea de investigación es accidente, tú te callas.  Hay muchos otros detectives que quieren trabajar en esta unidad. Me entiendes, ¿verdad?

Rebeca trató de poner orden en una discusión que parecía alterar a todos por momentos:

-Va chicos, no estamos para enfadarnos aquí. Por favor, me gustaría escuchar los puntos de vista de los que no han hablado.

El sargento Pomodoro habló:

-Como sabéis, en estos casos, nuestro mítico comandante Pardo, que en el cielo esté, siempre decía lo mismo, si no hay herida, no puede haber asesinato. Y aquí, que yo sepa no hay herida. Para mí, no hay duda posible. Se suicidó.

La detective Odete cauda afirmó, segura:

-Para mí está claro como el agua. Jonás vivía en un barrio agresivo y los barrios agresivos terminan creando personas agresivas. La hipótesis de la venganza se aguanta sola.

El recién llegado, el joven Pedro Rodès sintió que tenía que decir algo, para no desmerecer frente a los demás:

– De hecho, a pesar de ser mi primer caso, hace rato que me pregunto cuando empezó con la droga Jonás.

– ¿Quién ha dicho que consumía droga? – remachó Rebeca

– Nadie -dijo Pedro- pero yo he pensado que en un barrio como el suyo, eso debía ser la mar de normal. Un asesinato por drogas, en esta zona no sería sorprendente.

Intervino un extraño, que había venido de la comisaría central, un tal Ríos no sé cuántos:

-Mirad, ya sé que no soy de aquí pero mientras estamos hablando podemos estar facilitando que un asesino múltiple vuelva a actuar; quién sabe si ésta no ha sido su primera víctima.

Era el turno del más viejo del grupo, el teniente Omalla, que estaba a punto de jubilarse:

– Para mí esto no tiene ningún secreto, hay un muerto y no se ha muerto solo, alguien lo ha matado y ese alguien debe ser quien el asesino.

Es probable que Lidia Falcone se hubiera estado reservando para el final cuando decidió que había llegado su momento:

-Mirad chicos, está claro. El hecho de que no lleve el vestido mojado nos hace pensar que fue asesinado lejos de aquí. He comprobado el tiempo. A unos cien kilómetros, no ha llovido en toda la noche. E igualmente, si venía de lejos a estas horas es que algo tenía que esconder. Al menos hay, os lo digo yo, algún asunto de drogas.

El más tímido, Iago Bertran, decidió que no podía permanecer en silencio:

-He decidido quedarme el último porque mi juventud me autoriza a escuchar. Para mí está claro que Jonás murió pacíficamente. La ropa que no está arrugada; es la excepción en los casos de asesinato.

Las soluciones al acertijo están recopiladas en este cuadro:

 

Fuente del artículo: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/entrenar-el-pensamiento-critico-un-arma-eficaz-para-detectar-fake-news/116683.html

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«Lumpen»: el conmovedor relato de profesora que habla de cómo crecen los niños desamparados

Por: Daniela Ramírez.

Debido al estallido social que afecta a Chile desde el pasado 18 de octubre, es que se han hecho presente en las redes sociales reflexiones acerca de lo que ocurre y de lo que gatilló el panorama actual que enfrenta el país.

En ese aspecto, fue una profesora identificada como Natalia Casas y madre de dos hijos, quien compartió un emotivo escrito donde mostraba el significado del “lumpen” y lo que realmente representaba en la sociedad.

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En la historia, Natalia personificada a lumpen como un niño que nació desprotegido y carente de todo afecto, revelando la realidad social que afecta a muchos niños en el país, que posteriormente deben delinquir.

“Lumpen una vez fue un bebé en la guatita de su mamá, quien no siguió la mejor dieta que lo nutriera adecuadamente, incluso ella consumió alcohol y drogas durante su gestación. Cuando bebé Lumpen nació y no encontró un pecho tibio ni alguien que oliera extasiado el aroma de su cabecita. Bebé Lumpen lloró y lloró, pero solo encontró oídos sordos. Aprendió sus primeras palabras y dio sus primeros pasos, pero los aplausos no sonaron”, parte señalando la maestra en el texto.

El relato continúa, señalando que “el niño Lumpen no era obediente. No era empático con sus pares. No aprendía bien y era un distractor para sus compañeros en clases. Sin duda una mala influencia. Niño Lumpen repitió de curso y repitió otra vez hasta que dejó de ir a la escuela”.

Ya más grande, “el adolescente Lumpen creció antes que el resto. Fue independiente pronto y lo atrajo el camino fácil. Se deslumbró con la plata, las drogas, la calle. La marginalidad lo acogió. Ahí se sentía él mismo. No juzgado. Delinquió pronto. Estuvo en Sename. Regresó a la calle. Se ocultó en las sombras. Fue y volvió varias veces”.

Para finalizar, Natalia señala que “hoy ya es tarde para Lumpen. Hay una ciudadanía entera condenando sus actos. Y es cierto, su forma de expresión no es sana, es dañina, es violenta. Sus actos no deben quedar impunes. Y yo lo siento tanto, Lumpen, porque sé que naciste para ser amado, atendido y educado, pero no tuviste la suerte de tener una familia ni un país que lo hiciera”.

“Hoy ya es tarde para ti Lumpen. Yo, atemporal e imaginariamente, quisiera mecerte en mis brazos, desvelarme noches enteras cuidando tus sueños, mostrarte libros graciosos y consolarte con un beso. Llegué tarde para ti. Todos llegamos tarde para ti”, cerró.

Fuente de la reseña: https://www.pagina7.cl/notas/sociedad/2019/11/08/lumpen-el-conmovedor-relato-de-profesora-que-habla-de-como-crecen-los-ninos-desamparados.shtml
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Paraguay: Acusan al Gobierno de estancar el presupuesto en educación pública

América del Sur/ Paraguay/ 28.10.2019/ Fuente: www.ultimahora.com.

Docentes y estudiantes se reunieron en la UNA, lamentaron que el PIB no crece en el sector, por lo que, afirman, hay exclusión y baja calidad. Eduardo Petta criticó la actividad en redes sociales

La baja ejecución presupuestaria en el MEC, la casi nula inversión del Estado en investigación universitaria y la caída del PIB para el sector, fueron puntos criticados por el Frente Nacional en Defensa de la Educación Pública.

Fue en una plenaria realizada ayer en el campus de la UNA, donde participaron alrededor de 200 docentes, estudiantes y funcionarios del MEC y de la UNA.

“No solamente no se invierte más en educación, estamos bajando. Según la proyección que tenemos para el 2020, el PIB destinado al sector será del 2,90% en Paraguay”, apuntó Gabriel Espínola, secretario general de la Organización de Trabajadores de la Educación (Otep – Auténtica).

Agregó que accedieron a un análisis elaborado por la Comisión del Presupuesto del Parlamento Nacional sobre la inversión para educación.

Es que al MEC solo destinarán el 2,90% de PIB, mientras que para todo el sector educativo, incluyendo a universidades públicas, el PIB se encuentra en torno al 3,9%.

El Frente, que nuclea a 40 representantes de organizaciones civiles, sindicatos y estudiantes, organiza masivas movilizaciones para fines de noviembre, cuando se analice en el Congreso Nacional el presupuesto educativo para el año que viene.

UNIVERSIDAD. El estudiante Federico Enciso, apuntó igualmente que la caída de la UNA en ránking de las 400 mejores universidades de Latinoamérica debido a la escasa investigación, se debe a que casi no se invierte desde el Estado en estas casas de estudio. “Otros Estados dependen de la investigación científica que realizan las universidades para avanzar, pero acá eso no ocurre, se usa otras entidades, pero no en las universidades públicas, que solo tenemos ocho”, refirió.

Apenas el 0,65% del PIB se destina a las universidades púbicas, cuando en toda la región es del 1% o más, agregó. “Pero no decimos que es por incapacidad del Gobierno esta baja inversión en universidades públicas, sino como algo intencional para debilitar la educación pública”, remarcó.

CRÍTICAS. El ministro de Educación, Eduardo Petta, criticó la reunión del Frente por la presencia del senador Víctor Ríos, quien participó como presidente de la Asociación de Universidades Públicas. El parlamentario es además rector de la Universidad Nacional de Pilar. “Observo presencia del ex Ministro y actual Senador Victor Ríos con grupos que solamente paralizan actividades escolares”, tuiteó.

Ríos dijo que le “sorprende” la actitud del ministro, porque el Frente incluso quiere aglutinar al MEC.

No hablamos de incapacidad, sino que la educación precaria es algo intencional del Gobierno para debilitar al sector.
Federico Eciso,
estudiante.

Se está invirtiendo menos en educación con este Gobierno. No solamente no hay ningún tipo de aumentos.
Gabriel Espínola,
gremialista docente.

Fuente de la noticia: https://www.ultimahora.com/acusan-al-gobierno-estancar-el-presupuesto-educacion-publica-n2851427.html

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Internet y sus mitos

Por: Marcelo Colussi

Un cuchillo puede servir para cortar la comida… o para apuñalar a alguien. Del mismo modo, la energía nuclear puede servir para alumbrar toda una ciudad, o para hacerla volar por el aire. Conclusión: la tecnología en sí misma, permítasenos apelar a este maniqueísmo un tanto reduccionista, no es ni “buena” ni “mala”. El aprovechamiento de los avances técnicos está en función del proyecto humano en que se despliegan. Los instrumentos que el ser humano va creando, desde la primera piedra afilada del Homo Habilis hasta la más sofisticada estación espacial actual, son herramientas que ayudan a la vida. Las herramientas no tienen un valor por sí mismas: son la perspectiva ética, el modelo de ser humano y de sociedad a la que sirven, quienes les da su valor.

Es importante empezar diciendo esto para aclarar un mito que se ha venido dibujando en el mundo moderno, el mundo de la industria basado en la siempre creciente revolución científico-técnica: el mito de la tecnología y del progreso sin par.

Las herramientas, los útiles que nos ayudan y hacen más cómoda la vida cotidiana –el tenedor, la presa hidroeléctrica, el calzador para ponernos un zapato o el microscopio electrónico– son pasos que nos van distanciando cada vez más de nuestra raíz animal. Pero con la aceleración fabulosa de estos últimos dos siglos que se da con la industria surgida en Europa y hoy ya globalizada ampliamente, el poder técnico pareciera independizarse obteniendo un valor intrínseco: la tecnología pasa a ser un nuevo dios ante el que nos prosternamos. En muchas ocasiones terminamos por adorar la herramienta en sí misma, independientemente de su real utilidad o de las consecuencias nocivas que pueda acarrear.

Una vez más entonces: la tecnología no es “buena” ni “mala”. Es el proyecto político-social en la que se inscribe lo que debe cuestionarse. Los motores de combustión interna, por ejemplo, facilitaron las comunicaciones de un modo espectacular, pero al mismo tiempo pasaron a ser los principales contaminantes del mundo contribuyendo a provocar la catástrofe medioambiental que vivimos destruyendo la capa de ozono favoreciendo el calentamiento global. ¿Son los automóviles la “causa” de ese desastre? Obviamente no, sino el proyecto social al que sirven. Y es claro que el mismo está decidido e implementado por grandes poderes que obligan a seguir determinados criterios y no otros: ¡todo el mundo consume automóviles alimentados con gasolina hasta que se termine la última gota de petróleo que hay en el subsuelo! ¿Se consultó a alguien, a los ciudadanos comunes, si estábamos de acuerdo con eso? El mito tecnológico alimenta generosamente esas construcciones culturales borrando la reflexión crítica al respecto: “tener auto da estatus…, y si es una Ferrari, ¡mejor!”

Los mitos tienen esa función: dan explicaciones convincentes del mundo, eximen de seguir interrogándonos porque “resuelven” el origen de todas las cosas.

En la sociedad planetaria actual, marcada por la gran industria que transformó radicalmente la vida en estos últimos 200 años, hoy por hoy el desarrollo técnico ha llevado a entronizar la acumulación y procesamiento de información como el bien más importante. Tanto, que se puede hablar de una “sociedad de la información”. En esta nueva “aldea global”, las tecnologías de punta ligadas a las comunicaciones marcan el ritmo: sociedad digital, sociedad basada en la inteligencia artificial y en la virtualidad, donde quien no puede seguir ese ritmo –y de hecho, es la gran mayoría planetaria– queda en una situación de desventaja comparativa cada vez mayor con quien sí lo impone. De más está decir que son unos pocos centros de poder mundial los que detentan esas tecnologías. Las diferencias, por tanto, se aumentan exponencialmente.

Las sociedades agrarias que por milenios se desarrollaron en los distintos puntos del planeta, con diferencias sin dudas, tenían no obstante una cierta paridad entre sí. Hoy día, estas tecnologías hiper desarrolladas que combinan ámbitos diversos como la navegación aeroespacial, la inteligencia artificial y la búsqueda de nuevos materiales, han creado brechas (abismos, mejor dicho) tan enormes que el mundo que se perfila para más adelante nos presenta en realidad la perspectiva de dos mundos: quienes siguen con el arado de bueyes… y quienes están en la ampulosamente llamada “post modernidad”.

La tecnología de la información y las comunicaciones entraña innovaciones en microelectrónica, computación (equipo y programas informáticos), telecomunicaciones y óptica electrónica (microprocesadores, semiconductores, fibra óptica). Esas innovaciones hacen posible procesar y almacenar enormes cantidades de información, así como distribuir con celeridad la información a través de las redes de comunicación. La ley de Moore predice que la capacidad de computación se duplicará cada período de 18 a 24 meses gracias a la rápida evolución de la tecnología de microprocesadores. La ley de Gilder augura que cada seis meses se duplicará la capacidad de las comunicaciones, una explosión en la amplitud de banda, debido a los avances de la tecnología de redes de fibra óptica”, alertaba Naciones Unidas en su Informe de Desarrollo Humano algunos años atrás.

Es allí donde entran a tallar los mitos: La tecnología es como la educación: permite a las personas salir de la pobreza”, dice el referido Informe. Sí y no. Las nuevas herramientas sirven, por supuesto; pero no resuelven la vida. Si hay pobreza –¡y por cierto la hay, y mucha!– ello responde a estructuras de base asentadas en la explotación de unos por otros. Allí hay una cuestión de ejercicio de poder, conflictos de clase, dominación. Ninguna herramienta, por más sofisticada que sea, puede cambiar esas relaciones.

La tecnología ayuda a hacer el mundo más cómodo. Pero también puede transformarlo en un infierno. No hay dudas que para quienes están leyendo este texto en la pantalla de su computadora o de su teléfono inteligente, habiéndolo descargado de internet, la tecnología digital es un paso adelante fabuloso. No dirán lo mismo los pobladores de República Democrática del Congo, que viven en situación de pobreza extrema y en guerra casi perpetua por ser el principal productor mundial de coltán, el material con el que se elaboran los microchips gracias a los cuales funcionan las computadoras y los satélites geoestacionarios que permiten estos prodigios técnicos, como estar leyendo esto ahora.

Apurémonos a aclarar que este escrito no pretende ser, como en los tiempos de la revolución industrial en Inglaterra, un llamado a destruir las nuevas máquinas “endemoniadas”. Bienvenidas las nuevas tecnologías, sin dudas. Pero no dejemos de ser críticos. Internet es un adelanto tecnológico espectacular, de eso no cabe la menor duda. Pero estemos alertas con los mitos que se van tejiendo al respecto.

Internet ha cambiado el mundo”, “la historia está cambiando gracias a internet”, “la vida antes y después de internet”… Frases así se escuchan a diario, se han hecho comunes, populares. Pero justamente por tan omnipresentes merecen ser, como mínimo, puestas en entredicho.

No hay dudas que algunos desarrollos técnicos tienen una importancia mayor que otros en la historia humana. La agricultura, la rueda, los metales, la máquina de vapor –por poner algunos ejemplos– definitivamente han dejado marcas indubitables, más que otros. En la era de la revolución científico-técnica que vive el mundo desde hace doscientos años, ciertas invenciones, ciertos campos de descubrimiento posibilitaron saltos cualitativos de profundidades inéditas. Las comunicaciones, quizá más que ninguna, se inscriben en ese ámbito. Hoy, de hecho, ellas representan una de las áreas más dinámicas del quehacer humano, en todo sentido: por la celeridad con que crecen, por su calidad siempre en aumento, por las transformaciones socio-culturales a que dan lugar, por las fortunas que contribuyen a amasar. Internet hace parte de todo ese paquete, pero más aún: es su estandarte, su insignia. El mundo llamado post moderno es el mundo de la red de redes, del ciberespacio.

Ahora bien: ¿en qué sentido internet ha cambiado el mundo? En este nuevo mundo digital, globalizado, hiper comunicado, por supuesto es la savia vital de la nueva economía basada en la información, en la velocidad rutilante, en la virtualidad del ciberespacio. Pero permítasenos dos observaciones.

Por un lado, no toda la población planetaria tiene acceso a internet. De acuerdo a los datos disponibles, más de la mitad de la población mundial se conecta, ya sea por computadora o por teléfono, habiendo notorias diferencias en el acceso: mientras en Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental la media de conectividad ronda el 95%, en el África subsahariana no llega a 15% de la población. Mucha población mundial todavía ni siquiera dispone de energía eléctrica, y el analfabetismo (no el digital, sino el de la lectoescritura) sigue siendo una dura realidad para alrededor de 1.000 millones de personas. No hay dudas que internet llegó para quedarse, pero todavía estamos muy lejos de poder decir que sea un invento disfrutado en equidad por las mayorías. El mito del cambio del mundo en función de la llegada de internet, de momento no es sino la promoción mercadológica de quienes detentan estas tecnologías, y por supuesto las comercializan. En muchos países del Tercer Mundo hay ya más teléfonos celulares que población (y quizá pronto haya tantas computadoras conectadas con internet como personas), pero de todos modos el desarrollo no llega. Salir de la pobreza es algo más que una cuestión técnica.

Pero por otro lado –quizá esto es lo más importante para analizar críticamente– los cambios que puede traer aparejados, no necesariamente son transformaciones positivas vistas en términos de especie humana. Hoy día internet es cada vez más omnipresente en innumerables facetas de la vida: sirve para la comercialización de bienes y servicios, para la banca en línea, para la búsqueda de la más variada información (académica, periodística, de solaz), para el ocio y esparcimiento (siendo los videojuegos una de las instancias que más crece en el mundo de las nuevas tecnologías digitales, esto no hay que olvidarlo –preparación en los niños de los futuros consumidores del futuro–), en la gestión pública (muchos gobiernos ya han incorporado el uso de redes sociales como Twitter, Facebook o Youtube cuando las autoridades dan a conocer su posición sobre acontecimientos relevantes), habiendo incluso todo un campo relacionado al sexo cibernético. Hasta incluso podríamos agregar que da la posibilidad de espacios alternativos y de denuncia como éste donde ahora aparece el presente texto. Todo esto beneficia la vida cotidiana, la hace más cómoda, más placentera incluso, facilitando el acceso a fuentes de información insospechadas algún tiempo atrás. Sin embargo, no debemos olvidar que también esto ha creado una cultura de la “información de la pantalla”: breves resúmenes audiovisuales que en tres líneas explican todo, desde una receta de cocina a la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel, desde la noticia puntual del momento al Corán. Cultura de la inmediatez, del flash. Internet contribuye también, visto en esta lógica, al triunfo de la imagen sobre la simbolización –¿evaporación del pensamiento crítico?–

La imagen juega un papel muy importante en esta cultura cibernética. Lo visual, cada vez más, pasa a ser definitorio. La imagen es masiva e inmediata, dice todo en un golpe de vista. Eso seduce, atrapa; pero al mismo tiempo no da mayores posibilidades de reflexión. La lectura cansa. Se prefiere el significado resumido y fulminante de la imagen sintética. Ésta fascina y seduce. Se renuncia así al vínculo lógico, a la secuencia razonada, a la reflexión que necesariamente implica el regreso a sí mismo”, se quejaba amargamente Giovanni Sartori1. No hay dudas que “pega” más una imagen atractiva que un discurso sesudo, profundo; la fascinación hace parte medular de lo humano. Seguramente por eso pudo constituirse –y seguirá ahondándose– esa cultura de lo visual no crítico. Lo cual no es condenable; lo escandaloso es la manipulación con fines de control social que se pueda hacer de ello.

Al respecto valen las palabras de Carlos Estévez: “en términos mayoritarios [los usuarios de internet] adquieren información mecánicamente, desconectada de la realidad diaria, tienden a dedicar el mínimo esfuerzo al estudio, necesario para la promoción, adoptan una actitud pasiva frente al conocimiento, tienen dificultades para manejar conceptos abstractos, no pueden establecer relaciones que articulen teoría y práctica”2

¡No piense, mire la pantalla!” Así podría resumirse la tendencia cultural moderna, de la que internet es principal tributario, junto con la televisión. Según una investigación de la empresa de encuestas Gallup, nada sospechosa de posiciones críticas precisamente, el 85% de lo que “sabe” un adulto urbano término medio proviene de los mensajes asimilados en la televisión. ¿Realmente sabe? La imagen atrapa, tiene un valor propio: fascina. La actual cultura cibernética, nada distinta a la televisiva, obliga a perpetuarse horas y horas ante una pantalla (de la computadora o de un teléfono móvil con acceso a internet, o de las tablets). Así como los insectos caen en la luz que los subyuga, así los humanos sucumbimos a las pantallas de las “máquinas vendedoras de sueños”. Esto nos lleva preguntar: ¿estamos condenados a vivir siempre con un nivel de ilusión? ¿Por qué es más fácil dejarse invadir por las imágenes atractivas que desarrollar una lectura analítica? ¿Por qué gusta destinar tanto tiempo a la “recreación” simple que nos ofrecen las pantallas? Y nadie, absolutamente nadie podría decir que en internet no se ha desarrollado ya una fabulosa cultura del “copia y pega” que va marcando nuestro cotidiano modo de hacer.

Una vez más, y para que no queden dudas: internet es un invento fabuloso y vale la pena aprovecharlo al máximo. Pero cuidado con los mitos que se puedan haber tejido al respecto. Las llamadas redes sociales, por ejemplo –más a-sociales que sociales, que obligan a estar en solitario ante la pantalla una buena parte del día– pueden contribuir a juntar gente, a establecer contactos. O también, enmascaradas en la ilusión de estar unidos –teniendo centenares de “amigos” en el perfil– pueden obligar a la soledad de la lectura en la pantalla. De todos modos, es una falacia pensar que el espacio virtual reemplaza a lo humano de carne y hueso.

¿Reemplazará el sexo cibernético al otro? ¿Podrá haber revoluciones sociales hechas desde las pantallas? El debate está abierto.

Notas

1 Sartori, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida . Ed. Taurus. Barcelona, 1997.

2 Estévez, Carlos. La comunicación en el aula y el progreso del conocimiento , en Urresti, Marcelo: Ciberculturas juveniles. La Crujía Ediciones. Buenos Aires, 2008.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261688

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José Durán Rodríguez: “El gran público lector está muy dirigido por editoriales, departamentos de marketing y suplementos culturales”

Redacción: Rebelión

Con La parte recordada, Rodrigo Fresán finiquita una trilogía en la que ha pretendido bucear en obsesiones, narrar historias superpuestas y acumular numerosas referencias literarias para tratar de describir los mecanismos por los que una persona se dedica a escribir y cómo lo hace.

 

La escritora estadounidense Siri Hustvedt, galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019, ha abundado en entrevistas, conferencias y en alguna de sus novelas —por ejemplo, en la reciente Recuerdos del futuro (Seix Barral, 2019)— en torno a la idea de que escribir ficción es recordar lo que nunca pasó. También lo hizo en el discurso que pronunció el 18 de octubre en la ceremonia de entrega en el Teatro Campoamor de Oviedo.

La memoria, la escritura y la imaginación son precisamente los tres ejes sobre los que ha trabajado en la última década el escritor argentino afincado en Barcelona Rodrigo Fresán, que acaba de clausurar su trilogía La parte contada con la publicación de La parte recordada (Random House, 2019). Este tercer volumen finiquita una obra con la que el autor ha pretendido bucear en obsesiones, narrar historias superpuestas y acumular numerosas referencias literarias para tratar de describir los mecanismos por los que una persona se dedica a escribir y cómo lo hace. “Nunca se ha escrito tanto sobre no poder escribir”, dice un tanto socarronamente en el encuentro con El Salto.

Fresán, quien ha declarado en alguna ocasión que el máximo halago que se le puede hacer a la realidad es convertirla en una ficción, reconoce que pergeñar novelas es lo único que hace bien “o relativamente bien” y también asegura que nunca tuvo un plan b, que siempre se quiso dedicar a la escritura y que lo tenía claro incluso antes de aprender a leer y escribir. Él achaca esta insólita circunstancia a otra poco habitual: el hecho de haber nacido clínicamente muerto.

 

No resulta fácil leer La parte recordada. ¿Tomas esto como un halago o un desprecio? 

[Duda] Es lo que es, no es un libro para consumo masivo ni una narración clásica, ágil y puro acontecer. Pero yo siempre recuerdo lo que dijeron en su momento escritores que me gustan mucho, como William Gaddis o Nabokov, en el sentido de que una cierta dificultad en la lectura puede ser muy placentero también, no tiene por qué ser un problema. En todo caso, sería un problema a resolver. Y cuando resuelves un problema también accedes a una cierta satisfacción. En mi caso personal, como lector, las lecturas cada vez más complejas y que me exigen más son las más interesantes. No hago más que responder un poco a mi experiencia como lector.

¿Esa dificultad es responsabilidad de quien escribe o de quien lee? 

Me cuesta pensar en responsabilidad. Me parece que cada libro tiene su lector y que cada lector encuentra su libro. Si vamos a hablar de responsabilidad, como toda responsabilidad debería ser compartida y además consensuada.

“La mitad de un libro la pone el autor, la otra mitad el lector”, dijo Javier Cercas el martes 15 de octubre en la ceremonia de entrega del premio Planeta. 

Nunca lo he pensado en esos términos. Hay determinados libros donde eso puede llegar a ocurrir y determinados libros en los que no. No sé cuánto pone el lector cuando lee En busca del tiempo perdido en relación a todo lo que puso Proust. Pero también es cierto que el autor aporta un porcentaje x de trabajo y el lector puede aportar también un porcentaje x de trabajo y de placer, y el autor sentir ese placer. Pero siempre fui muy malo para las matemáticas, la exactitud no es lo mío en ningún sentido.

¿Qué es este premio, y todos los demás, más allá de una parte del engranaje promocional? En este caso, además, parece que es la cláusula de rescisión que esta editorial paga por fichar a las estrellas de la otra. 

No soy responsable del premio Planeta pero sí te puedo decir que cuando vi la foto pensé que es la primera vez en 25 años que voy a leer un premio Planeta y un finalista. Los hubiera leído aun si hubieran salido sin el premio. Yo nunca me he presentado a ningún premio, los pocos que tengo son premios que han caído del cielo, en los que no te presentas y se juzga un libro ya editado, una obra desarrollada. No me parece mal que libros como los de Javier o Manuel ganen premios.

¿Cómo se salva la distancia entre lo que quien escribe imagina que será su obra y lo que acaba impreso? 

En el caso de este libro hay un elemento paradójico entre la hechura del libro y el volumen contundente de los tres libros y su propia temática: siempre digo que nunca se ha escrito tanto sobre no poder escribir. Pero al mismo tiempo, cuando me preguntan de qué tratan estos libros, una pregunta muy sencilla pero muy incómoda y difícil de responder, me gusta decir que tratan del tema más transgresor posible hoy en día, el escribir. De nuevo paradójicamente, vivimos en la época en la que más se lee y escribe en toda la historia de la humanidad, pero hay que ver lo que se escribe y lo que se lee, y si lo lees en un teléfono.

Es un libro crepuscular, en el sentido de que es romántico y apela tal vez a un ideal ya no tan vigente de lo que es la literatura y la escritura. Pero además de crepuscular me gusta pensar que es un poco encandilador, juega con la idea de anochecer y amanecer.

¿Por qué escribir novelas? 

En mi caso, es lo único que hago bien o relativamente bien. Siempre quise ser escritor, nunca hubo un plan b desde que tengo memoria. Desde antes de saber leer y escribir ya quería ser escritor, tenía esa especie de certeza absoluta. De hecho, una de las dificultades que tuve con el primer libro es que tenía que inventarme un momento en el que el personaje descubría que quería ser escritor y no podía apelar a nada autobiográfico porque no lo tuve, entonces me inventé ese momento.

Cuando nací fue un parto muy difícil, fui declarado clínicamente muerto y volví, y a veces pienso que ahí se despertó la vocación, por la idea de volver y contar el cuento. Tal vez de ahí mi necesidad de escribir. Nunca quise jugar en la selección de fútbol, ni ser barman ni bombero ni mucho menos presidente o jefe de gobierno.

Esa especie de enorme avalancha, alud, de cuestiones literarias con la que el libro a veces puede parecer que arrastra al lector o lo sepulta no es más que la materia acumulada desde que tengo memoria, lo que me interesa. No me interesa otra cosa. Siempre me interesó mucho la idea del escritor como personaje.

¿Cómo recuerda un escritor? 

Igual que cualquier persona, pero de manera profesional. Todos somos recordadores amateur y todos hacemos lo mismo que puede llegar a hacer un escritor: revisar, corregir, cambiar, que tus recuerdos entren en conflicto con los de otra persona que estaba viviendo el mismo acontecimiento, como el día que conociste a tu novia. Si coincidieran exactamente sería un poco preocupante. Solo que el escritor lo profesionaliza.

La misión de un escritor es contar historias pero es imposible hacerlo si no pones a funcionar la maquinaria de la invención, el recuerdo y el sueño

¿Es esa su misión? 

La misión de un escritor es contar historias pero es imposible hacerlo si no pones a funcionar la maquinaria de la invención, el recuerdo y el sueño. Son los tres motores.

¿Qué herramienta es más importante: la imaginación, la memoria o el sueño? 

Son los tres ingredientes para una misma receta que tú puedes alterar las cantidades o proporciones de acuerdo a tus necesidades, es como cuando ecualizas el sonido de una canción a voluntad. Tienen que estar los tres aunque para contar algún determinado episodio te sirve más el recuerdo o el sueño. En el libro funciona como una diatriba contra esta moda de la literatura testimonial, autoficción, literatura del yo en la que aparentemente lo único que funciona es el recuerdo, que de los tres es el menos confiable en términos de certificación absoluta.

Es una moda que se está imponiendo en los últimos años. 

Siempre existió: Henry Miller, Philip Roth, Jack London… El gran público lector está muy dirigido por editoriales, departamentos de marketing y suplementos culturales. Y luego pasará esta y llegará la siguiente moda.

¿La trilogía que concluye con La parte recordada podría haber sido escrita de una vez?, ¿cómo ha sido el proceso?

No, escribí el primer libro pensando que iba a ser solo uno, en principio no estaba la idea de una trilogía. Cuando vi que no me podía sacudir al personaje de encima, o a la voz con la que trataba al personaje, hablé con mi editor, Claudio López Lamadrid, y le pedí un salvoconducto para poder seguir por ese camino. Y así fue. El primer libro tardé seis años en escribirlo, el segundo tres y el tercero dos.

Tres para mí es un número que estructuralmente me funciona, ligado a cosas muy puntuales de mi infancia que me influenciaron mucho, como 2001: Odisea del espacio o “A day in the life” de los Beatles. Todas las cosas de a tres me ayudan bastante.  

Hace un par de años, Belén Gopegui me dijo en una entrevista que “escribir consiste de algún modo en apartar el ruido que corrompe la señal, buscar en la precisión el valor verdadero del mundo”. 

Sí, Belén es muy buena escritora. Estoy de acuerdo.

En una entrevista en El País en 1981, Italo Calvino también decía que “la primera palabra que se nos ocurre no es nunca la verdadera, y a mí solo me satisface el lenguaje cuando llego a su centro, a lo preciso”. ¿Por qué esa obsesión por lo preciso? 

Si ser preciso significa ser minimal y muy puntual, yo tiendo a lo expansivo. Pero si ser preciso es que la palabra acabe configurando un estilo, estoy de acuerdo en que el estilo es lo importante, sin lugar a dudas.

Gopegui decía en la entrevista que hacer eso es el “único camino que conocemos para que un texto pueda hacer lo que hace el tacto o cierta clase de música rota y poderosa: importunar, reírse de sí mismo y tomar bastante en serio a quien lo está leyendo”. 

Sí, Foster Wallace decía que la función de la literatura era traer calma a los que sufrían y sufrimiento a los que están calmos. Estoy parafraseando, no recuerdo la cita exacta. Pero yo no tengo una conciencia muy grande más allá del libro. No estoy realizando una tarea sanitario-evangélica, si bien eso puede ser un efecto del libro si las cosas salieron bien. Si te soy completamente sincero, cuando escribo lo que busco es divertirme, pasarlo bien. Y, además, con el convencimiento de que, si yo lo paso bien, quiero pensar que el lector lo pasará bien también.

Quienes dan más importancia al canon son las personas que no leen. Me parece bien que exista pero el canon es como una guía de turismo

El 14 de octubre falleció Harold Bloom. ¿Es necesario un canon? 

Paradójicamente, quienes dan más importancia al canon son las personas que no leen. Me parece bien que exista pero el canon es como una guía de turismo, te dice que si vas a París tienes que ir a la torre Eiffel, pero para mí lo interesante es la callecita que te lleva a la torre Eiffel que tal vez la guía de turismo no te dice que vayas por ahí y la descubres viendo la torre Eiffel, de otro modo no la hubieras descubierto. Me parece bien que haya libros totémicos que te sirvan como maquinaria que irradia rayos en todas las direcciones y que tú acabes configurando tu propio canon. Me parecería muy triste que haya lectores que solo lean a Homero, Shakespeare, Joyce, Kafka o Proust y se quedaran en eso, y me parecería igual de triste que haya gente que no los haya leído nunca.

¿Cómo debería ser el canon literario en el siglo XXI? 

No lo sé, no tengo ni idea. Me parece un poco tonto fechar libros. Para mí, en el canon literario del siglo XXI puede estar perfectamente En busca del tiempo perdido de Proust leído desde el siglo XXI. Los grandes libros no tienen fecha de vencimiento y se acomodan en cualquier momento y en cualquier época. Seguimos leyendo La odisea, por qué vamos a pensar que nos es ajena temporalmente si lo estamos leyendo ahora.

¿Cuánto tiene la escritura de acción personal y cuánto de acción colectiva? 

Es personal toda. Cuando leo de tanto en tanto esto de que hay escritores que, cuando están en un problema, socializan su problema y escuchan lo que les dicen los lectores, como pasaba en Perdidos,… Qué sé yo, yo no lo haría, qué quieres que te diga.

¿Es escribir una manera de estar en soledad o de no estarlo? 

Escribir es estar muy bien acompañado, y leer mucho más aún. Pero yo no hago muchos distingos entre escribir y leer, me parece que es parte de una misma acción física, como inspirar y espirar.

¿Y un modo de revelar secretos propios? 

[Duda] Supongo que sí, pero no soy un escritor confesional en el sentido de que me interese que la gente diga “mira lo que está contando de su vida”.

¿Cómo ha afectado la existencia de Google a tu literatura? 

Como todo, usado en su justa proporción es muy útil. Del mismo modo, te digo que tengo una edad como para que mi primer libro fuese escrito en una máquina de escribir mecánica y estos libros de ahora sería imposible escribirlos sin cut and paste e insert, son libros muy inclusivos y abiertos en ese sentido. Son mejorables y se les puede añadir algo. Sin embargo, mi primer libro está como esculpido en mármol, no se me ocurre nada que ponerle.

Cuando escribía sin ordenador era más figurativo, de entrada, y ahora es como un expresionismo abstracto, como un Pollock, tiras todo a la pantalla y ves cómo funciona.

¿Puede competir la literatura con las redes sociales? 

Son dos cosas completamente diferentes, me parece un peligro confundirlas. Desde la misma terminología, hablar de redes sociales ya enreda. Ese nombre es como un acto fallido, mientras que la literatura te desenreda.

El 21 de abril de 2017 Soraya Sáenz de Santamaría, entonces vicepresidenta y ministra de la Presidencia del Gobierno, regaló a Oriol Junqueras, entonces vicepresidente de la Generalitat de Catalunya, un ejemplar de La parte inventada con motivo de Sant Jordi. 

Estaba cocinando y llegó mi hijo y me lo dijo. A mí me vino muy bien para este libro, de hecho Soraya está en los agradecimientos, porque estaba en un momento en el que necesitaba algo por lo cual el protagonista fuera expulsado de Barcelona de muy mala manera, incluso con antorchas y hogueras, y ha probado ser bastante profético.

Pero fue raro, ¿no? 

Sí, pero a mí me pasan cosas raras todo el tiempo. Otra raya para el tigre, aunque no fuese muy espectacular.

“No hay democracia fuera del Estado de Derecho”, se lee en la sentencia sobre el Procès conocida el lunes 14 de octubre. ¿Cuáles son los márgenes que delimitan la literatura en la actualidad? 

A medida que van pasando los años voy alcanzando cierta sencillez. Todo se limita a que esté bien escrito o mal escrito. Tal vez haya un Estado de Derecho en la literatura, pero no cambia nada mi percepción, voy a si me gusta o no me gusta. Si no hay un cierto estilo, no me interesa. Los discursos de los políticos, por regla general, no suelen estar bien escritos.

Algo que atraviesa tu obra es el interés por la música popular y por la cultura popular. 

A veces se apunta esto como algo novedoso pero ya estaba en los beatniks con el jazz, en Jane Austen con el minué y la música cortesana… Las influencias no tienen por qué ser estrictamente literarias, si bien para mí Bob Dylan está dentro de la literatura. Kubrick me parece un gran escritor con cámara.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261850

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Juan Romeu: “Las redes sociales acercan la ortografía y la gramática a los estudiantes”

Por: Laura Roman.

Juan Romeu es lingüista y autor del libro ‘Ortografía para todos’. En él, y con el objetivo de acercar las reglas ortográficas a los alumnos, propone unirlas a los 118 elementos de la tabla periódica. Estas son las claves de esta particular unión.

Cofundador de la web ‘sinfaltas.com’, el lingüista Juan Romeu asesora y ayuda a resolver dudas lingüísticas. Su libro ‘Ortografía para todos’ es un manual ortográfico basado en la tabla periódica y con la que ha sido capaz de explicar cada una de las normas ortográficas del castellano. En esta entrevista desvela algunos trucos para mejorar la manera de escribir de los estudiantes y defiende las redes sociales como una herramienta beneficiosa para ello.

Pregunta: Es usted autor de una tabla periódica de la ortografía, en la que enlaza los elementos químicos con las reglas ortográficas. ¿Cómo establece la relación entre unos y otros?

Respuesta: Lo que hago en la tabla periódica de la ortografía es relacionar el símbolo de cada elemento con alguna cuestión ortográfica que tenga que ver con las letras que forman dicho símbolo. Así, por ejemplo, en el caso del helio, cuyo símbolo es He, se da una regla relacionada con la ‘h’. En concreto que se escribe  ‘He hecho menos que tú’, pero ‘Te echo de menos’. Y en el boro, con símbolo B, se explica que la b y la v se pronuncian igual en español. En la tabla se ofrecen estas pequeñas indicaciones y en el libro de ‘Ortografía para todos’ se desarrolla cada una en dos páginas.

P: ¿Cuáles son, a su juicio, las claves para que los estudiantes mejoren su ortografía?

R: Es muy importante que lean mucho intentando prestar atención a las palabras, pero más importante aún es que tengan cuidado a la hora de escribir. Si al hacerlo tratan de consultar cada duda que les surja buscando la palabra o expresión en el diccionario (el de la RAE, el panhispánico de dudas…), mejorarán ostensiblemente su ortografía. No hay que frustrarse por tener que mirar muchas veces algo: es normal que de repente dudemos sobre cómo se escribe una palabra que hemos escrito mil veces.

“El uso de los móviles no tiene por qué ser perjudicial para la salud ortográfica”

P: ¿Hay alguna metodología o técnica pedagógica que haga más sencilla la asimilación de las reglas ortográficas para el alumnado?

R: Como digo, lo importante es consultar cualquier duda que nos surja al leer y al escribir. Aun así, para memorizar mejor las reglas e, incluso, aprenderlas para siempre, hay distintos trucos y reglas mnemotécnicas que pueden ayudar. Además, si se entiende la razón de por qué existen determinadas reglas, es más fácil recordarlas. Para eso, en el libro explico cuestiones como por qué huérfano se escribe con ‘h’, pero orfanato no, o por qué hay que escribir bricolaje o tejer con ‘j’, pero ambages o coger con ‘g.

P:  Es cofundador del sitio web sinfaltas.com, un asesor lingüístico online. ¿Cuáles cree que son los errores ortográficos más comunes entre los estudiantes?

R: Aparte de las tildes, se falla mucho con clásicos como la ‘b’ y la ‘v’, la ‘g’ y la ‘j’ o la ‘h’. También con elementos que se pueden escribir en una o dos palabras, como ‘si no’ y ‘sino’, ‘por qué’ y ‘porqué’, o en pares como ‘de parte’ y ‘aparte’ o ‘a ver’ y ‘haber’. De la puntuación es mejor no hablar y mucho menos de otras cuestiones ortográficas más avanzadas, como las mayúsculas o la escritura de prefijos, símbolos y abreviaturas.

P: ¿Cree que influye el uso continuado de los dispositivos móviles en el nivel ortográfico de los más jóvenes?

R: El uso de los móviles no tiene por qué ser perjudicial para la salud ortográfica. Lo que pasa más bien es que, como se escribe mucho en ellas, se muestran más abiertamente las carencias ortográficas de cada uno. Pero precisamente el hecho de que escribamos más gracias al móvil puede servir para practicar todos los días.

ortografía
Kids spelling out words with alphabet blocks

Como decía, una de las claves para mejorar la ortografía es escribir. Y las redes sociales y los sistemas de mensajería instantánea como WhatsApp son las herramientas perfectas. Eso sí, para que ayuden a mejorar hay que esmerarse a la hora de escribir y buscar cualquier palabra o expresión con la que dudemos en lugar de escribirla de cualquier manera. Así pues, lejos de deteriorar la ortografía, el uso continuado del móvil puede llegar a ser beneficioso si se quiere.

P: ¿De qué forma pueden usarse las redes sociales para acercar la gramática y la ortografía al alumnado de cualquier edad?

R: Las redes sociales han demostrado ser una vía idónea para acercar las reglas de la gramática y la ortografía a los alumnos y a cualquier persona interesada. No hay más que ver la cantidad de preguntas que le llegan a la RAE por Twitter y a nosotros en SinFaltas. Las redes permiten informar de manera breve, rápida y atractiva, y ayudarnos así a consolidar los conocimientos. Pero además los nuevos medios facilitan la difusión de materiales como la tabla periódica de la ortografía y de otras muchas infografías que se publican. Si a esto le sumamos la cantidad de recursos lingüísticos gratuitos que tenemos a nuestro alcance en Internet, está claro que quien no escribe bien es porque no quiere.

Fuente de la entrevista: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/redes-sociales-son-adecuadas-acercar-ortografia-estudiantes/106852.html

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