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Paraguay: Acusan al Gobierno de estancar el presupuesto en educación pública

América del Sur/ Paraguay/ 28.10.2019/ Fuente: www.ultimahora.com.

Docentes y estudiantes se reunieron en la UNA, lamentaron que el PIB no crece en el sector, por lo que, afirman, hay exclusión y baja calidad. Eduardo Petta criticó la actividad en redes sociales

La baja ejecución presupuestaria en el MEC, la casi nula inversión del Estado en investigación universitaria y la caída del PIB para el sector, fueron puntos criticados por el Frente Nacional en Defensa de la Educación Pública.

Fue en una plenaria realizada ayer en el campus de la UNA, donde participaron alrededor de 200 docentes, estudiantes y funcionarios del MEC y de la UNA.

“No solamente no se invierte más en educación, estamos bajando. Según la proyección que tenemos para el 2020, el PIB destinado al sector será del 2,90% en Paraguay”, apuntó Gabriel Espínola, secretario general de la Organización de Trabajadores de la Educación (Otep – Auténtica).

Agregó que accedieron a un análisis elaborado por la Comisión del Presupuesto del Parlamento Nacional sobre la inversión para educación.

Es que al MEC solo destinarán el 2,90% de PIB, mientras que para todo el sector educativo, incluyendo a universidades públicas, el PIB se encuentra en torno al 3,9%.

El Frente, que nuclea a 40 representantes de organizaciones civiles, sindicatos y estudiantes, organiza masivas movilizaciones para fines de noviembre, cuando se analice en el Congreso Nacional el presupuesto educativo para el año que viene.

UNIVERSIDAD. El estudiante Federico Enciso, apuntó igualmente que la caída de la UNA en ránking de las 400 mejores universidades de Latinoamérica debido a la escasa investigación, se debe a que casi no se invierte desde el Estado en estas casas de estudio. “Otros Estados dependen de la investigación científica que realizan las universidades para avanzar, pero acá eso no ocurre, se usa otras entidades, pero no en las universidades públicas, que solo tenemos ocho”, refirió.

Apenas el 0,65% del PIB se destina a las universidades púbicas, cuando en toda la región es del 1% o más, agregó. “Pero no decimos que es por incapacidad del Gobierno esta baja inversión en universidades públicas, sino como algo intencional para debilitar la educación pública”, remarcó.

CRÍTICAS. El ministro de Educación, Eduardo Petta, criticó la reunión del Frente por la presencia del senador Víctor Ríos, quien participó como presidente de la Asociación de Universidades Públicas. El parlamentario es además rector de la Universidad Nacional de Pilar. “Observo presencia del ex Ministro y actual Senador Victor Ríos con grupos que solamente paralizan actividades escolares”, tuiteó.

Ríos dijo que le “sorprende” la actitud del ministro, porque el Frente incluso quiere aglutinar al MEC.

No hablamos de incapacidad, sino que la educación precaria es algo intencional del Gobierno para debilitar al sector.
Federico Eciso,
estudiante.

Se está invirtiendo menos en educación con este Gobierno. No solamente no hay ningún tipo de aumentos.
Gabriel Espínola,
gremialista docente.

Fuente de la noticia: https://www.ultimahora.com/acusan-al-gobierno-estancar-el-presupuesto-educacion-publica-n2851427.html

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Internet y sus mitos

Por: Marcelo Colussi

Un cuchillo puede servir para cortar la comida… o para apuñalar a alguien. Del mismo modo, la energía nuclear puede servir para alumbrar toda una ciudad, o para hacerla volar por el aire. Conclusión: la tecnología en sí misma, permítasenos apelar a este maniqueísmo un tanto reduccionista, no es ni “buena” ni “mala”. El aprovechamiento de los avances técnicos está en función del proyecto humano en que se despliegan. Los instrumentos que el ser humano va creando, desde la primera piedra afilada del Homo Habilis hasta la más sofisticada estación espacial actual, son herramientas que ayudan a la vida. Las herramientas no tienen un valor por sí mismas: son la perspectiva ética, el modelo de ser humano y de sociedad a la que sirven, quienes les da su valor.

Es importante empezar diciendo esto para aclarar un mito que se ha venido dibujando en el mundo moderno, el mundo de la industria basado en la siempre creciente revolución científico-técnica: el mito de la tecnología y del progreso sin par.

Las herramientas, los útiles que nos ayudan y hacen más cómoda la vida cotidiana –el tenedor, la presa hidroeléctrica, el calzador para ponernos un zapato o el microscopio electrónico– son pasos que nos van distanciando cada vez más de nuestra raíz animal. Pero con la aceleración fabulosa de estos últimos dos siglos que se da con la industria surgida en Europa y hoy ya globalizada ampliamente, el poder técnico pareciera independizarse obteniendo un valor intrínseco: la tecnología pasa a ser un nuevo dios ante el que nos prosternamos. En muchas ocasiones terminamos por adorar la herramienta en sí misma, independientemente de su real utilidad o de las consecuencias nocivas que pueda acarrear.

Una vez más entonces: la tecnología no es “buena” ni “mala”. Es el proyecto político-social en la que se inscribe lo que debe cuestionarse. Los motores de combustión interna, por ejemplo, facilitaron las comunicaciones de un modo espectacular, pero al mismo tiempo pasaron a ser los principales contaminantes del mundo contribuyendo a provocar la catástrofe medioambiental que vivimos destruyendo la capa de ozono favoreciendo el calentamiento global. ¿Son los automóviles la “causa” de ese desastre? Obviamente no, sino el proyecto social al que sirven. Y es claro que el mismo está decidido e implementado por grandes poderes que obligan a seguir determinados criterios y no otros: ¡todo el mundo consume automóviles alimentados con gasolina hasta que se termine la última gota de petróleo que hay en el subsuelo! ¿Se consultó a alguien, a los ciudadanos comunes, si estábamos de acuerdo con eso? El mito tecnológico alimenta generosamente esas construcciones culturales borrando la reflexión crítica al respecto: “tener auto da estatus…, y si es una Ferrari, ¡mejor!”

Los mitos tienen esa función: dan explicaciones convincentes del mundo, eximen de seguir interrogándonos porque “resuelven” el origen de todas las cosas.

En la sociedad planetaria actual, marcada por la gran industria que transformó radicalmente la vida en estos últimos 200 años, hoy por hoy el desarrollo técnico ha llevado a entronizar la acumulación y procesamiento de información como el bien más importante. Tanto, que se puede hablar de una “sociedad de la información”. En esta nueva “aldea global”, las tecnologías de punta ligadas a las comunicaciones marcan el ritmo: sociedad digital, sociedad basada en la inteligencia artificial y en la virtualidad, donde quien no puede seguir ese ritmo –y de hecho, es la gran mayoría planetaria– queda en una situación de desventaja comparativa cada vez mayor con quien sí lo impone. De más está decir que son unos pocos centros de poder mundial los que detentan esas tecnologías. Las diferencias, por tanto, se aumentan exponencialmente.

Las sociedades agrarias que por milenios se desarrollaron en los distintos puntos del planeta, con diferencias sin dudas, tenían no obstante una cierta paridad entre sí. Hoy día, estas tecnologías hiper desarrolladas que combinan ámbitos diversos como la navegación aeroespacial, la inteligencia artificial y la búsqueda de nuevos materiales, han creado brechas (abismos, mejor dicho) tan enormes que el mundo que se perfila para más adelante nos presenta en realidad la perspectiva de dos mundos: quienes siguen con el arado de bueyes… y quienes están en la ampulosamente llamada “post modernidad”.

La tecnología de la información y las comunicaciones entraña innovaciones en microelectrónica, computación (equipo y programas informáticos), telecomunicaciones y óptica electrónica (microprocesadores, semiconductores, fibra óptica). Esas innovaciones hacen posible procesar y almacenar enormes cantidades de información, así como distribuir con celeridad la información a través de las redes de comunicación. La ley de Moore predice que la capacidad de computación se duplicará cada período de 18 a 24 meses gracias a la rápida evolución de la tecnología de microprocesadores. La ley de Gilder augura que cada seis meses se duplicará la capacidad de las comunicaciones, una explosión en la amplitud de banda, debido a los avances de la tecnología de redes de fibra óptica”, alertaba Naciones Unidas en su Informe de Desarrollo Humano algunos años atrás.

Es allí donde entran a tallar los mitos: La tecnología es como la educación: permite a las personas salir de la pobreza”, dice el referido Informe. Sí y no. Las nuevas herramientas sirven, por supuesto; pero no resuelven la vida. Si hay pobreza –¡y por cierto la hay, y mucha!– ello responde a estructuras de base asentadas en la explotación de unos por otros. Allí hay una cuestión de ejercicio de poder, conflictos de clase, dominación. Ninguna herramienta, por más sofisticada que sea, puede cambiar esas relaciones.

La tecnología ayuda a hacer el mundo más cómodo. Pero también puede transformarlo en un infierno. No hay dudas que para quienes están leyendo este texto en la pantalla de su computadora o de su teléfono inteligente, habiéndolo descargado de internet, la tecnología digital es un paso adelante fabuloso. No dirán lo mismo los pobladores de República Democrática del Congo, que viven en situación de pobreza extrema y en guerra casi perpetua por ser el principal productor mundial de coltán, el material con el que se elaboran los microchips gracias a los cuales funcionan las computadoras y los satélites geoestacionarios que permiten estos prodigios técnicos, como estar leyendo esto ahora.

Apurémonos a aclarar que este escrito no pretende ser, como en los tiempos de la revolución industrial en Inglaterra, un llamado a destruir las nuevas máquinas “endemoniadas”. Bienvenidas las nuevas tecnologías, sin dudas. Pero no dejemos de ser críticos. Internet es un adelanto tecnológico espectacular, de eso no cabe la menor duda. Pero estemos alertas con los mitos que se van tejiendo al respecto.

Internet ha cambiado el mundo”, “la historia está cambiando gracias a internet”, “la vida antes y después de internet”… Frases así se escuchan a diario, se han hecho comunes, populares. Pero justamente por tan omnipresentes merecen ser, como mínimo, puestas en entredicho.

No hay dudas que algunos desarrollos técnicos tienen una importancia mayor que otros en la historia humana. La agricultura, la rueda, los metales, la máquina de vapor –por poner algunos ejemplos– definitivamente han dejado marcas indubitables, más que otros. En la era de la revolución científico-técnica que vive el mundo desde hace doscientos años, ciertas invenciones, ciertos campos de descubrimiento posibilitaron saltos cualitativos de profundidades inéditas. Las comunicaciones, quizá más que ninguna, se inscriben en ese ámbito. Hoy, de hecho, ellas representan una de las áreas más dinámicas del quehacer humano, en todo sentido: por la celeridad con que crecen, por su calidad siempre en aumento, por las transformaciones socio-culturales a que dan lugar, por las fortunas que contribuyen a amasar. Internet hace parte de todo ese paquete, pero más aún: es su estandarte, su insignia. El mundo llamado post moderno es el mundo de la red de redes, del ciberespacio.

Ahora bien: ¿en qué sentido internet ha cambiado el mundo? En este nuevo mundo digital, globalizado, hiper comunicado, por supuesto es la savia vital de la nueva economía basada en la información, en la velocidad rutilante, en la virtualidad del ciberespacio. Pero permítasenos dos observaciones.

Por un lado, no toda la población planetaria tiene acceso a internet. De acuerdo a los datos disponibles, más de la mitad de la población mundial se conecta, ya sea por computadora o por teléfono, habiendo notorias diferencias en el acceso: mientras en Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental la media de conectividad ronda el 95%, en el África subsahariana no llega a 15% de la población. Mucha población mundial todavía ni siquiera dispone de energía eléctrica, y el analfabetismo (no el digital, sino el de la lectoescritura) sigue siendo una dura realidad para alrededor de 1.000 millones de personas. No hay dudas que internet llegó para quedarse, pero todavía estamos muy lejos de poder decir que sea un invento disfrutado en equidad por las mayorías. El mito del cambio del mundo en función de la llegada de internet, de momento no es sino la promoción mercadológica de quienes detentan estas tecnologías, y por supuesto las comercializan. En muchos países del Tercer Mundo hay ya más teléfonos celulares que población (y quizá pronto haya tantas computadoras conectadas con internet como personas), pero de todos modos el desarrollo no llega. Salir de la pobreza es algo más que una cuestión técnica.

Pero por otro lado –quizá esto es lo más importante para analizar críticamente– los cambios que puede traer aparejados, no necesariamente son transformaciones positivas vistas en términos de especie humana. Hoy día internet es cada vez más omnipresente en innumerables facetas de la vida: sirve para la comercialización de bienes y servicios, para la banca en línea, para la búsqueda de la más variada información (académica, periodística, de solaz), para el ocio y esparcimiento (siendo los videojuegos una de las instancias que más crece en el mundo de las nuevas tecnologías digitales, esto no hay que olvidarlo –preparación en los niños de los futuros consumidores del futuro–), en la gestión pública (muchos gobiernos ya han incorporado el uso de redes sociales como Twitter, Facebook o Youtube cuando las autoridades dan a conocer su posición sobre acontecimientos relevantes), habiendo incluso todo un campo relacionado al sexo cibernético. Hasta incluso podríamos agregar que da la posibilidad de espacios alternativos y de denuncia como éste donde ahora aparece el presente texto. Todo esto beneficia la vida cotidiana, la hace más cómoda, más placentera incluso, facilitando el acceso a fuentes de información insospechadas algún tiempo atrás. Sin embargo, no debemos olvidar que también esto ha creado una cultura de la “información de la pantalla”: breves resúmenes audiovisuales que en tres líneas explican todo, desde una receta de cocina a la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel, desde la noticia puntual del momento al Corán. Cultura de la inmediatez, del flash. Internet contribuye también, visto en esta lógica, al triunfo de la imagen sobre la simbolización –¿evaporación del pensamiento crítico?–

La imagen juega un papel muy importante en esta cultura cibernética. Lo visual, cada vez más, pasa a ser definitorio. La imagen es masiva e inmediata, dice todo en un golpe de vista. Eso seduce, atrapa; pero al mismo tiempo no da mayores posibilidades de reflexión. La lectura cansa. Se prefiere el significado resumido y fulminante de la imagen sintética. Ésta fascina y seduce. Se renuncia así al vínculo lógico, a la secuencia razonada, a la reflexión que necesariamente implica el regreso a sí mismo”, se quejaba amargamente Giovanni Sartori1. No hay dudas que “pega” más una imagen atractiva que un discurso sesudo, profundo; la fascinación hace parte medular de lo humano. Seguramente por eso pudo constituirse –y seguirá ahondándose– esa cultura de lo visual no crítico. Lo cual no es condenable; lo escandaloso es la manipulación con fines de control social que se pueda hacer de ello.

Al respecto valen las palabras de Carlos Estévez: “en términos mayoritarios [los usuarios de internet] adquieren información mecánicamente, desconectada de la realidad diaria, tienden a dedicar el mínimo esfuerzo al estudio, necesario para la promoción, adoptan una actitud pasiva frente al conocimiento, tienen dificultades para manejar conceptos abstractos, no pueden establecer relaciones que articulen teoría y práctica”2

¡No piense, mire la pantalla!” Así podría resumirse la tendencia cultural moderna, de la que internet es principal tributario, junto con la televisión. Según una investigación de la empresa de encuestas Gallup, nada sospechosa de posiciones críticas precisamente, el 85% de lo que “sabe” un adulto urbano término medio proviene de los mensajes asimilados en la televisión. ¿Realmente sabe? La imagen atrapa, tiene un valor propio: fascina. La actual cultura cibernética, nada distinta a la televisiva, obliga a perpetuarse horas y horas ante una pantalla (de la computadora o de un teléfono móvil con acceso a internet, o de las tablets). Así como los insectos caen en la luz que los subyuga, así los humanos sucumbimos a las pantallas de las “máquinas vendedoras de sueños”. Esto nos lleva preguntar: ¿estamos condenados a vivir siempre con un nivel de ilusión? ¿Por qué es más fácil dejarse invadir por las imágenes atractivas que desarrollar una lectura analítica? ¿Por qué gusta destinar tanto tiempo a la “recreación” simple que nos ofrecen las pantallas? Y nadie, absolutamente nadie podría decir que en internet no se ha desarrollado ya una fabulosa cultura del “copia y pega” que va marcando nuestro cotidiano modo de hacer.

Una vez más, y para que no queden dudas: internet es un invento fabuloso y vale la pena aprovecharlo al máximo. Pero cuidado con los mitos que se puedan haber tejido al respecto. Las llamadas redes sociales, por ejemplo –más a-sociales que sociales, que obligan a estar en solitario ante la pantalla una buena parte del día– pueden contribuir a juntar gente, a establecer contactos. O también, enmascaradas en la ilusión de estar unidos –teniendo centenares de “amigos” en el perfil– pueden obligar a la soledad de la lectura en la pantalla. De todos modos, es una falacia pensar que el espacio virtual reemplaza a lo humano de carne y hueso.

¿Reemplazará el sexo cibernético al otro? ¿Podrá haber revoluciones sociales hechas desde las pantallas? El debate está abierto.

Notas

1 Sartori, Giovanni. Homo videns. La sociedad teledirigida . Ed. Taurus. Barcelona, 1997.

2 Estévez, Carlos. La comunicación en el aula y el progreso del conocimiento , en Urresti, Marcelo: Ciberculturas juveniles. La Crujía Ediciones. Buenos Aires, 2008.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261688

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José Durán Rodríguez: “El gran público lector está muy dirigido por editoriales, departamentos de marketing y suplementos culturales”

Redacción: Rebelión

Con La parte recordada, Rodrigo Fresán finiquita una trilogía en la que ha pretendido bucear en obsesiones, narrar historias superpuestas y acumular numerosas referencias literarias para tratar de describir los mecanismos por los que una persona se dedica a escribir y cómo lo hace.

 

La escritora estadounidense Siri Hustvedt, galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019, ha abundado en entrevistas, conferencias y en alguna de sus novelas —por ejemplo, en la reciente Recuerdos del futuro (Seix Barral, 2019)— en torno a la idea de que escribir ficción es recordar lo que nunca pasó. También lo hizo en el discurso que pronunció el 18 de octubre en la ceremonia de entrega en el Teatro Campoamor de Oviedo.

La memoria, la escritura y la imaginación son precisamente los tres ejes sobre los que ha trabajado en la última década el escritor argentino afincado en Barcelona Rodrigo Fresán, que acaba de clausurar su trilogía La parte contada con la publicación de La parte recordada (Random House, 2019). Este tercer volumen finiquita una obra con la que el autor ha pretendido bucear en obsesiones, narrar historias superpuestas y acumular numerosas referencias literarias para tratar de describir los mecanismos por los que una persona se dedica a escribir y cómo lo hace. “Nunca se ha escrito tanto sobre no poder escribir”, dice un tanto socarronamente en el encuentro con El Salto.

Fresán, quien ha declarado en alguna ocasión que el máximo halago que se le puede hacer a la realidad es convertirla en una ficción, reconoce que pergeñar novelas es lo único que hace bien “o relativamente bien” y también asegura que nunca tuvo un plan b, que siempre se quiso dedicar a la escritura y que lo tenía claro incluso antes de aprender a leer y escribir. Él achaca esta insólita circunstancia a otra poco habitual: el hecho de haber nacido clínicamente muerto.

 

No resulta fácil leer La parte recordada. ¿Tomas esto como un halago o un desprecio? 

[Duda] Es lo que es, no es un libro para consumo masivo ni una narración clásica, ágil y puro acontecer. Pero yo siempre recuerdo lo que dijeron en su momento escritores que me gustan mucho, como William Gaddis o Nabokov, en el sentido de que una cierta dificultad en la lectura puede ser muy placentero también, no tiene por qué ser un problema. En todo caso, sería un problema a resolver. Y cuando resuelves un problema también accedes a una cierta satisfacción. En mi caso personal, como lector, las lecturas cada vez más complejas y que me exigen más son las más interesantes. No hago más que responder un poco a mi experiencia como lector.

¿Esa dificultad es responsabilidad de quien escribe o de quien lee? 

Me cuesta pensar en responsabilidad. Me parece que cada libro tiene su lector y que cada lector encuentra su libro. Si vamos a hablar de responsabilidad, como toda responsabilidad debería ser compartida y además consensuada.

“La mitad de un libro la pone el autor, la otra mitad el lector”, dijo Javier Cercas el martes 15 de octubre en la ceremonia de entrega del premio Planeta. 

Nunca lo he pensado en esos términos. Hay determinados libros donde eso puede llegar a ocurrir y determinados libros en los que no. No sé cuánto pone el lector cuando lee En busca del tiempo perdido en relación a todo lo que puso Proust. Pero también es cierto que el autor aporta un porcentaje x de trabajo y el lector puede aportar también un porcentaje x de trabajo y de placer, y el autor sentir ese placer. Pero siempre fui muy malo para las matemáticas, la exactitud no es lo mío en ningún sentido.

¿Qué es este premio, y todos los demás, más allá de una parte del engranaje promocional? En este caso, además, parece que es la cláusula de rescisión que esta editorial paga por fichar a las estrellas de la otra. 

No soy responsable del premio Planeta pero sí te puedo decir que cuando vi la foto pensé que es la primera vez en 25 años que voy a leer un premio Planeta y un finalista. Los hubiera leído aun si hubieran salido sin el premio. Yo nunca me he presentado a ningún premio, los pocos que tengo son premios que han caído del cielo, en los que no te presentas y se juzga un libro ya editado, una obra desarrollada. No me parece mal que libros como los de Javier o Manuel ganen premios.

¿Cómo se salva la distancia entre lo que quien escribe imagina que será su obra y lo que acaba impreso? 

En el caso de este libro hay un elemento paradójico entre la hechura del libro y el volumen contundente de los tres libros y su propia temática: siempre digo que nunca se ha escrito tanto sobre no poder escribir. Pero al mismo tiempo, cuando me preguntan de qué tratan estos libros, una pregunta muy sencilla pero muy incómoda y difícil de responder, me gusta decir que tratan del tema más transgresor posible hoy en día, el escribir. De nuevo paradójicamente, vivimos en la época en la que más se lee y escribe en toda la historia de la humanidad, pero hay que ver lo que se escribe y lo que se lee, y si lo lees en un teléfono.

Es un libro crepuscular, en el sentido de que es romántico y apela tal vez a un ideal ya no tan vigente de lo que es la literatura y la escritura. Pero además de crepuscular me gusta pensar que es un poco encandilador, juega con la idea de anochecer y amanecer.

¿Por qué escribir novelas? 

En mi caso, es lo único que hago bien o relativamente bien. Siempre quise ser escritor, nunca hubo un plan b desde que tengo memoria. Desde antes de saber leer y escribir ya quería ser escritor, tenía esa especie de certeza absoluta. De hecho, una de las dificultades que tuve con el primer libro es que tenía que inventarme un momento en el que el personaje descubría que quería ser escritor y no podía apelar a nada autobiográfico porque no lo tuve, entonces me inventé ese momento.

Cuando nací fue un parto muy difícil, fui declarado clínicamente muerto y volví, y a veces pienso que ahí se despertó la vocación, por la idea de volver y contar el cuento. Tal vez de ahí mi necesidad de escribir. Nunca quise jugar en la selección de fútbol, ni ser barman ni bombero ni mucho menos presidente o jefe de gobierno.

Esa especie de enorme avalancha, alud, de cuestiones literarias con la que el libro a veces puede parecer que arrastra al lector o lo sepulta no es más que la materia acumulada desde que tengo memoria, lo que me interesa. No me interesa otra cosa. Siempre me interesó mucho la idea del escritor como personaje.

¿Cómo recuerda un escritor? 

Igual que cualquier persona, pero de manera profesional. Todos somos recordadores amateur y todos hacemos lo mismo que puede llegar a hacer un escritor: revisar, corregir, cambiar, que tus recuerdos entren en conflicto con los de otra persona que estaba viviendo el mismo acontecimiento, como el día que conociste a tu novia. Si coincidieran exactamente sería un poco preocupante. Solo que el escritor lo profesionaliza.

La misión de un escritor es contar historias pero es imposible hacerlo si no pones a funcionar la maquinaria de la invención, el recuerdo y el sueño

¿Es esa su misión? 

La misión de un escritor es contar historias pero es imposible hacerlo si no pones a funcionar la maquinaria de la invención, el recuerdo y el sueño. Son los tres motores.

¿Qué herramienta es más importante: la imaginación, la memoria o el sueño? 

Son los tres ingredientes para una misma receta que tú puedes alterar las cantidades o proporciones de acuerdo a tus necesidades, es como cuando ecualizas el sonido de una canción a voluntad. Tienen que estar los tres aunque para contar algún determinado episodio te sirve más el recuerdo o el sueño. En el libro funciona como una diatriba contra esta moda de la literatura testimonial, autoficción, literatura del yo en la que aparentemente lo único que funciona es el recuerdo, que de los tres es el menos confiable en términos de certificación absoluta.

Es una moda que se está imponiendo en los últimos años. 

Siempre existió: Henry Miller, Philip Roth, Jack London… El gran público lector está muy dirigido por editoriales, departamentos de marketing y suplementos culturales. Y luego pasará esta y llegará la siguiente moda.

¿La trilogía que concluye con La parte recordada podría haber sido escrita de una vez?, ¿cómo ha sido el proceso?

No, escribí el primer libro pensando que iba a ser solo uno, en principio no estaba la idea de una trilogía. Cuando vi que no me podía sacudir al personaje de encima, o a la voz con la que trataba al personaje, hablé con mi editor, Claudio López Lamadrid, y le pedí un salvoconducto para poder seguir por ese camino. Y así fue. El primer libro tardé seis años en escribirlo, el segundo tres y el tercero dos.

Tres para mí es un número que estructuralmente me funciona, ligado a cosas muy puntuales de mi infancia que me influenciaron mucho, como 2001: Odisea del espacio o “A day in the life” de los Beatles. Todas las cosas de a tres me ayudan bastante.  

Hace un par de años, Belén Gopegui me dijo en una entrevista que “escribir consiste de algún modo en apartar el ruido que corrompe la señal, buscar en la precisión el valor verdadero del mundo”. 

Sí, Belén es muy buena escritora. Estoy de acuerdo.

En una entrevista en El País en 1981, Italo Calvino también decía que “la primera palabra que se nos ocurre no es nunca la verdadera, y a mí solo me satisface el lenguaje cuando llego a su centro, a lo preciso”. ¿Por qué esa obsesión por lo preciso? 

Si ser preciso significa ser minimal y muy puntual, yo tiendo a lo expansivo. Pero si ser preciso es que la palabra acabe configurando un estilo, estoy de acuerdo en que el estilo es lo importante, sin lugar a dudas.

Gopegui decía en la entrevista que hacer eso es el “único camino que conocemos para que un texto pueda hacer lo que hace el tacto o cierta clase de música rota y poderosa: importunar, reírse de sí mismo y tomar bastante en serio a quien lo está leyendo”. 

Sí, Foster Wallace decía que la función de la literatura era traer calma a los que sufrían y sufrimiento a los que están calmos. Estoy parafraseando, no recuerdo la cita exacta. Pero yo no tengo una conciencia muy grande más allá del libro. No estoy realizando una tarea sanitario-evangélica, si bien eso puede ser un efecto del libro si las cosas salieron bien. Si te soy completamente sincero, cuando escribo lo que busco es divertirme, pasarlo bien. Y, además, con el convencimiento de que, si yo lo paso bien, quiero pensar que el lector lo pasará bien también.

Quienes dan más importancia al canon son las personas que no leen. Me parece bien que exista pero el canon es como una guía de turismo

El 14 de octubre falleció Harold Bloom. ¿Es necesario un canon? 

Paradójicamente, quienes dan más importancia al canon son las personas que no leen. Me parece bien que exista pero el canon es como una guía de turismo, te dice que si vas a París tienes que ir a la torre Eiffel, pero para mí lo interesante es la callecita que te lleva a la torre Eiffel que tal vez la guía de turismo no te dice que vayas por ahí y la descubres viendo la torre Eiffel, de otro modo no la hubieras descubierto. Me parece bien que haya libros totémicos que te sirvan como maquinaria que irradia rayos en todas las direcciones y que tú acabes configurando tu propio canon. Me parecería muy triste que haya lectores que solo lean a Homero, Shakespeare, Joyce, Kafka o Proust y se quedaran en eso, y me parecería igual de triste que haya gente que no los haya leído nunca.

¿Cómo debería ser el canon literario en el siglo XXI? 

No lo sé, no tengo ni idea. Me parece un poco tonto fechar libros. Para mí, en el canon literario del siglo XXI puede estar perfectamente En busca del tiempo perdido de Proust leído desde el siglo XXI. Los grandes libros no tienen fecha de vencimiento y se acomodan en cualquier momento y en cualquier época. Seguimos leyendo La odisea, por qué vamos a pensar que nos es ajena temporalmente si lo estamos leyendo ahora.

¿Cuánto tiene la escritura de acción personal y cuánto de acción colectiva? 

Es personal toda. Cuando leo de tanto en tanto esto de que hay escritores que, cuando están en un problema, socializan su problema y escuchan lo que les dicen los lectores, como pasaba en Perdidos,… Qué sé yo, yo no lo haría, qué quieres que te diga.

¿Es escribir una manera de estar en soledad o de no estarlo? 

Escribir es estar muy bien acompañado, y leer mucho más aún. Pero yo no hago muchos distingos entre escribir y leer, me parece que es parte de una misma acción física, como inspirar y espirar.

¿Y un modo de revelar secretos propios? 

[Duda] Supongo que sí, pero no soy un escritor confesional en el sentido de que me interese que la gente diga “mira lo que está contando de su vida”.

¿Cómo ha afectado la existencia de Google a tu literatura? 

Como todo, usado en su justa proporción es muy útil. Del mismo modo, te digo que tengo una edad como para que mi primer libro fuese escrito en una máquina de escribir mecánica y estos libros de ahora sería imposible escribirlos sin cut and paste e insert, son libros muy inclusivos y abiertos en ese sentido. Son mejorables y se les puede añadir algo. Sin embargo, mi primer libro está como esculpido en mármol, no se me ocurre nada que ponerle.

Cuando escribía sin ordenador era más figurativo, de entrada, y ahora es como un expresionismo abstracto, como un Pollock, tiras todo a la pantalla y ves cómo funciona.

¿Puede competir la literatura con las redes sociales? 

Son dos cosas completamente diferentes, me parece un peligro confundirlas. Desde la misma terminología, hablar de redes sociales ya enreda. Ese nombre es como un acto fallido, mientras que la literatura te desenreda.

El 21 de abril de 2017 Soraya Sáenz de Santamaría, entonces vicepresidenta y ministra de la Presidencia del Gobierno, regaló a Oriol Junqueras, entonces vicepresidente de la Generalitat de Catalunya, un ejemplar de La parte inventada con motivo de Sant Jordi. 

Estaba cocinando y llegó mi hijo y me lo dijo. A mí me vino muy bien para este libro, de hecho Soraya está en los agradecimientos, porque estaba en un momento en el que necesitaba algo por lo cual el protagonista fuera expulsado de Barcelona de muy mala manera, incluso con antorchas y hogueras, y ha probado ser bastante profético.

Pero fue raro, ¿no? 

Sí, pero a mí me pasan cosas raras todo el tiempo. Otra raya para el tigre, aunque no fuese muy espectacular.

“No hay democracia fuera del Estado de Derecho”, se lee en la sentencia sobre el Procès conocida el lunes 14 de octubre. ¿Cuáles son los márgenes que delimitan la literatura en la actualidad? 

A medida que van pasando los años voy alcanzando cierta sencillez. Todo se limita a que esté bien escrito o mal escrito. Tal vez haya un Estado de Derecho en la literatura, pero no cambia nada mi percepción, voy a si me gusta o no me gusta. Si no hay un cierto estilo, no me interesa. Los discursos de los políticos, por regla general, no suelen estar bien escritos.

Algo que atraviesa tu obra es el interés por la música popular y por la cultura popular. 

A veces se apunta esto como algo novedoso pero ya estaba en los beatniks con el jazz, en Jane Austen con el minué y la música cortesana… Las influencias no tienen por qué ser estrictamente literarias, si bien para mí Bob Dylan está dentro de la literatura. Kubrick me parece un gran escritor con cámara.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261850

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Juan Romeu: “Las redes sociales acercan la ortografía y la gramática a los estudiantes”

Por: Laura Roman.

Juan Romeu es lingüista y autor del libro ‘Ortografía para todos’. En él, y con el objetivo de acercar las reglas ortográficas a los alumnos, propone unirlas a los 118 elementos de la tabla periódica. Estas son las claves de esta particular unión.

Cofundador de la web ‘sinfaltas.com’, el lingüista Juan Romeu asesora y ayuda a resolver dudas lingüísticas. Su libro ‘Ortografía para todos’ es un manual ortográfico basado en la tabla periódica y con la que ha sido capaz de explicar cada una de las normas ortográficas del castellano. En esta entrevista desvela algunos trucos para mejorar la manera de escribir de los estudiantes y defiende las redes sociales como una herramienta beneficiosa para ello.

Pregunta: Es usted autor de una tabla periódica de la ortografía, en la que enlaza los elementos químicos con las reglas ortográficas. ¿Cómo establece la relación entre unos y otros?

Respuesta: Lo que hago en la tabla periódica de la ortografía es relacionar el símbolo de cada elemento con alguna cuestión ortográfica que tenga que ver con las letras que forman dicho símbolo. Así, por ejemplo, en el caso del helio, cuyo símbolo es He, se da una regla relacionada con la ‘h’. En concreto que se escribe  ‘He hecho menos que tú’, pero ‘Te echo de menos’. Y en el boro, con símbolo B, se explica que la b y la v se pronuncian igual en español. En la tabla se ofrecen estas pequeñas indicaciones y en el libro de ‘Ortografía para todos’ se desarrolla cada una en dos páginas.

P: ¿Cuáles son, a su juicio, las claves para que los estudiantes mejoren su ortografía?

R: Es muy importante que lean mucho intentando prestar atención a las palabras, pero más importante aún es que tengan cuidado a la hora de escribir. Si al hacerlo tratan de consultar cada duda que les surja buscando la palabra o expresión en el diccionario (el de la RAE, el panhispánico de dudas…), mejorarán ostensiblemente su ortografía. No hay que frustrarse por tener que mirar muchas veces algo: es normal que de repente dudemos sobre cómo se escribe una palabra que hemos escrito mil veces.

“El uso de los móviles no tiene por qué ser perjudicial para la salud ortográfica”

P: ¿Hay alguna metodología o técnica pedagógica que haga más sencilla la asimilación de las reglas ortográficas para el alumnado?

R: Como digo, lo importante es consultar cualquier duda que nos surja al leer y al escribir. Aun así, para memorizar mejor las reglas e, incluso, aprenderlas para siempre, hay distintos trucos y reglas mnemotécnicas que pueden ayudar. Además, si se entiende la razón de por qué existen determinadas reglas, es más fácil recordarlas. Para eso, en el libro explico cuestiones como por qué huérfano se escribe con ‘h’, pero orfanato no, o por qué hay que escribir bricolaje o tejer con ‘j’, pero ambages o coger con ‘g.

P:  Es cofundador del sitio web sinfaltas.com, un asesor lingüístico online. ¿Cuáles cree que son los errores ortográficos más comunes entre los estudiantes?

R: Aparte de las tildes, se falla mucho con clásicos como la ‘b’ y la ‘v’, la ‘g’ y la ‘j’ o la ‘h’. También con elementos que se pueden escribir en una o dos palabras, como ‘si no’ y ‘sino’, ‘por qué’ y ‘porqué’, o en pares como ‘de parte’ y ‘aparte’ o ‘a ver’ y ‘haber’. De la puntuación es mejor no hablar y mucho menos de otras cuestiones ortográficas más avanzadas, como las mayúsculas o la escritura de prefijos, símbolos y abreviaturas.

P: ¿Cree que influye el uso continuado de los dispositivos móviles en el nivel ortográfico de los más jóvenes?

R: El uso de los móviles no tiene por qué ser perjudicial para la salud ortográfica. Lo que pasa más bien es que, como se escribe mucho en ellas, se muestran más abiertamente las carencias ortográficas de cada uno. Pero precisamente el hecho de que escribamos más gracias al móvil puede servir para practicar todos los días.

ortografía
Kids spelling out words with alphabet blocks

Como decía, una de las claves para mejorar la ortografía es escribir. Y las redes sociales y los sistemas de mensajería instantánea como WhatsApp son las herramientas perfectas. Eso sí, para que ayuden a mejorar hay que esmerarse a la hora de escribir y buscar cualquier palabra o expresión con la que dudemos en lugar de escribirla de cualquier manera. Así pues, lejos de deteriorar la ortografía, el uso continuado del móvil puede llegar a ser beneficioso si se quiere.

P: ¿De qué forma pueden usarse las redes sociales para acercar la gramática y la ortografía al alumnado de cualquier edad?

R: Las redes sociales han demostrado ser una vía idónea para acercar las reglas de la gramática y la ortografía a los alumnos y a cualquier persona interesada. No hay más que ver la cantidad de preguntas que le llegan a la RAE por Twitter y a nosotros en SinFaltas. Las redes permiten informar de manera breve, rápida y atractiva, y ayudarnos así a consolidar los conocimientos. Pero además los nuevos medios facilitan la difusión de materiales como la tabla periódica de la ortografía y de otras muchas infografías que se publican. Si a esto le sumamos la cantidad de recursos lingüísticos gratuitos que tenemos a nuestro alcance en Internet, está claro que quien no escribe bien es porque no quiere.

Fuente de la entrevista: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/redes-sociales-son-adecuadas-acercar-ortografia-estudiantes/106852.html

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¿Pedagogías Inútiles en las redes?

Por: Francisco Imbernón

El debate educativo, como otros muchos, se ha convertido, desde la aparición de las redes, en un lugar en el que cualquiera puede decir cualquier cosa sin necesidad de que sea una opinión fundada, contrastada. Habría que establecer algunos criterios para revertir esta situación.

Este verano leyendo un interesante libro del profesor Ignacio Sánchez-Cuenca, La desfachatez intelectual¹, no paraba de pensar en la educación aunque el autor habla poco de ella. Trata, predominantemente, de las tonterías y la pobreza analítica y empírica del diagnóstico que hacen actualmente algunos intelectuales sobre los asuntos públicos.

No podía evitar pensar que la educación es un importante asunto público en el que pasa lo mismo que analiza el libro. También en educación algunos intelectuales dan respuestas simplistas a problemas complejos y, a veces, se convierten en referencias del debate por su influencia en las redes sociales, los diarios de carácter general o el cargo político o social que ostentan.

Antes de los medios digitales, para conocer aspectos sobre el cambio educativo o cualquier tema pedagógico, uno tenía los artículos y los libros y no todo era publicable. Ahora, cualquiera puede mirar en las redes sociales y encontrar muchas opiniones, experiencias o debates sobre temas educativos, predominantemente relacionados con la innovación. Hay mucha dispersión, muchos temas, panfletos y fragmentación que permiten picotear aleatoriamente. Es posible escribir y opinar sobre cualquier cosa con ideas personalistas, a veces demasiado personalistas o intencionadas, poco analizadas y contrastadas. Y aparece un gran rompecabezas de temas e intuiciones poco validadas y que, por lo tanto, aumentan la confusión.

Es cierto que todo el mundo tiene derecho a participar y dar su opinión, faltaría más. Pero algunos personajes y colectivos (por ejemplo, sindicados, fundaciones, asociaciones, partidos políticos…) lo tendrían que hacer con algo más de rigor sin tener en cuenta el número de seguidores en una red social o en artículos de divulgación en los diarios que los publican por ser quienes son o lo que representan. No todo es válido en educación y menos ciertas ocurrencias, prácticas inviables o intuiciones que pueden aparecer en algunos iluminados espontáneos.

Y esto hace que nos encontramos con algunas propuestas de políticas y prácticas educativas inútiles, poco revisadas o más cercanas a la mercadotecnia que a una verdadera intención de mejora de la educación. Pero el peligro es que crean opinión y credulidad en un determinado sector.

Siempre he pensado que en educación una cuestión es la opinión, legítima e individualista, y otra, el trabajo colectivo pausado, donde existe un compromiso de desarrollo conjunto, con una cierta prudencia en la experiencia y el conocimiento que desarrolla, con argumentos y coherencia. Esta es el que se tendría que pregonar.

Ya sé que es difícil poner orden en el marasmo actual de información educativa, pero tendrían que establecerse ciertos compromisos colectivos sobre qué funciona y qué no con rigurosidad, investigación y experimentación. Y es verdad que ya empiezan a aparecer críticas a esta “opinionities”, pero no es suficiente.

Es fácil que la educación quede abonada de personajes o intelectuales que desde sectores cercanos o no a lo educativo opinan sobre cómo tendrían que ser las cosas. Lo hacen en blogs o vídeos en YouTube. Algunos de los cuales acaban con la marca de su empresa, institución o asociación. ¿Mejora de la educación o aumento de seguidores?

Es una nueva época de información y conocimiento disperso y esto nos tendría que llevar a analizar de otra manera lo que se dice y se hace. Se tendría que analizar, con mucho cuidado, estas posibles pedagogías inútiles, no validadas, ni experimentadas y establecer más criterios de rigor y crítica colectiva. Y no dar privilegios ni oídos a aquellos que no conocen bastante de lo que hablan o emiten una intuición u opinión, a veces de carácter elemental, intencional, imposible y superficial.

  1. Sánchez-Cuenca, I. (2017). La desfachatez intelectual. Escritores e intelectuales ante la política. Madrid: Los libros de la catarata. Séptima edición ampliada.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/09/18/pedagogias-inutiles-en-las-redes/

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Enseñanza en la era de la posverdad

América del Norte/México/22.09.2019/observatorio.tec.mx

Por: Paulette Delgado

La Real Academia Española define la posverdad como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y enactitudes sociales”. La Fundéu BBVA la describe como lo “relativo a las circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos a la hora de modelar la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Es decir, las personas están más inclinadas a creer cosas que se sienten verdaderas aunque haya evidencia que indique lo contrario.

En la “Era de la posverdad”, las escuelas deben ayudar a los estudiantes a deconstruir lo que ven en los medios y las redes sociales y aprender a buscar evidencia de su veracidad, incluso si esos datos no respaldan su afirmación. Este tipo de habilidades de evaluación son más importantes que nunca en la actualidad donde hay mayor acceso a evidencias aportadas por el campo científico y académico.

Al tener tantas opciones con tantos puntos de vista diferentes, es fácil elegir o preferir aquellas que refuercen lo que pensamos. Si bien la posverdad ha existido durante años, el internet exagera sus efectos con sus algoritmos que crean “burbujas de filtro”. Estos filtros estudian a la persona para ofrecer artículos o información similar a la que anteriormente se hizo clic o que les dieron “me gusta”. Gracias a estos algoritmos, que se pueden encontrar en todas partes desde las redes sociales hasta las búsquedas en internet, la información que vemos en internet solo refuerza las mismas ideas en las que creemos.

En un mundo perfecto, los algoritmos ofrecerían una gama equilibrada de artículos con diferentes puntos de vista, pero, como la realidad no es así, la responsabilidad de equipar a los alumnos con las herramientas necesarias recae, principalmente, en los educadores. Los docentes deben buscar que el alumnado esté expuesto a diferentes puntos de vista y darles las herramientas necesarias para evaluar la información que reciben y las bases para poder crear diferentes posiciones y argumentos.

Un estudio realizado por Sam Wineburg en la Universidad de Stanford, muestra que los estudiantes no poseen las habilidades para detectar sesgos y noticias falsas, así como tampoco para evaluar afirmaciones verdaderas. Otra encuesta realizada por Joseph Kahne de la Universidad de California, Riverside y Benjamin Bowyer de la Universidad de Santa Clara, mostró resultados similares: los estudiantes prefieren buscar evidencia que se alinee con sus propias creencias o apoye su punto de vista que puntos de vista opuestos.

Una forma en que los educadores pueden abordar esta era de la posverdad es enseñando alfabetización mediática crítica. Este conocimiento alienta a los estudiantes a interrogar textos y publicaciones por sesgos de pensamiento y preguntarse si pierde otros puntos de vista.

Esto no quiere decir que no hay verdad ni conjuntos de conocimiento, sino que debemos ser mucho más rigurosos y críticos ante supuestas verdades. Los estudiantes deben aprender que los hechos existen y desarrollar su pensamiento a través de ellos con una visión crítica así como con evidencia y lógica.

Un enfoque de alfabetización crítica también debería enseñar a los estudiantes a consumir y producir información y conocimiento a través de la colaboración. A lo largo de extensos proyectos de investigación, así como al enseñarles sobre prejuicios y propaganda, estarán más equipados para pensar, evaluar y reflexionar sobre las fuentes que podrían dispersar.

De esta manera, los estudiantes se convertirán en ciudadanos críticos e informados en un mundo progresista. Así, los estudiantes podrían verse a sí mismos como agentes auto-actualizados en lugar de consumidores pasivos de información.

Además, al enseñar a los estudiantes a razonar y buscar evidencias, los educadores los apoyan para enfrentar el desafío de mantener los principios de la democracia. Al enseñar a los estudiantes a sopesar los hechos, considerar diferentes puntos de vista, formar una opinión y luego articularla para que puedan responder a aquellos que no están de acuerdo con evitar la polarización.

En un tiempo en el que todos estamos expuestos a algoritmos sesgados y políticas polarizadas, se necesitan más que nunca, habilidades de análisis, debate y alfabetización crítica.

¿Has abordado el tema de la posverdad en tu clase? Compártenos cómo enseñas a tus estudiantes la importancia del análisis, el debate y pensamiento crítico.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/enseanndo-en-la-era-de-la-posverdad

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El daño del machismo en la sociedad salvadoreña

Redacción: El Mundo

Durante las últimas semanas en nuestro país abundan los casos donde se evidencia el daño que ha hecho y sigue haciendo el machismo y su cultura patriarcal a nuestra sociedad.  Cada día existen abundantes casos, muchos de ellos virales por medios de las redes sociales y algunos que alcanzan cobertura en prensa, radio y televisión. En El Salvador se reflejan y evidencian diversas formas de masculinidad, pero se distingue la hegemónica dentro del aspecto sociocultural.

Lastimosamente este poder machista nos enseña en las comunidades, barrios, colonias, cantones, caseríos, escuelas, momentos de ocio, que hay un patrón de macho que los hombres salvadoreños debemos seguir y no debemos de romper, es un mandato.

Los mandatos son aquellas cosas que me han dicho a mí que debo hacer como hombre, de esos ejemplos más cotidianos en nuestra sociedad están : los hombres no deben llorar, si le pegan usted se defiende o sino yo le pegaré,  por una mujer no debes de llorar, nadie te puede tocar, al hombre se le respeta, etc.  Pero de igual forma, a los hombres desde chiquitos se nos dan “prohibiciones” como: los hombres no debemos de hacer oficio en la casa,  jugar con muñecas, expresar las emociones, renunciar a la venganza,  ir al mercado, para mencionar algunas.

Los roles y estereotipos machistas se venden como exitosos, pero será hasta que este hombre sea verdaderamente libre del machismo que podrá experimentar una vida plena.

En El Salvador la violencia de los hombres se expresa en tres vías: violencia de hombres hacia otros hombres (homicidios y lesiones) violencia de hombres hacia la mujer (feminicidios) y de los hombres hacia ellos mismos (suicidios); cuando una sociedad trabaja y educa a sus hombres, las tasas de homicidios y otras tipologías delictivas comenzarán a disminuir de manera sostenida.

Los hombres en El Salvador no tenemos formación ni educación adecuada y oportuna; un porcentaje muy alto de familias salvadoreñas   están en problemas por que sus padres están divorciados o separados,  y tanto niños y niñas tienen padres ausentes. Estas familias esperan que la Escuela o la Iglesia hagan su papel; ¿qué pasaría si en nuestro país nosotros los padres diéramos un cambio y fuéramos papás más afectuosos, responsables, cercanos, involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje, si nos preocupáramos e involucramos genuinamente por cómo va su vida y no en solo proporcionarles cosas materiales y alimento?  sería una gran bendición y habría transformación social, menos adicciones, menos delito, menos privados de la libertad en las cárceles, menos pobreza, más desarrollo,  una vida plena para muchas mujeres, tendríamos familias fuertes y por ende una sociedad en desarrollo. Trabajemos en los procesos de educación para formar en procesos de nuevas masculinidades a los niños, adolescentes y hombres a todo nivel. Aún es tiempo de restauración.

Fuente: https://elmundo.sv/el-dano-del-machismo-en-la-sociedad-salvadorena/

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