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Los últimos de la fila

Por Carlos Laorden

La necesidad ahoga a campos como el de Dzaleka (Malawi), lejos del centro de atención y los fondos

“Aquí también hay una crisis, aunque sea prolongada. Lo estamos gritando: estamos en un grave estado de necesidad”. Enid Ochieng habla muy suave. La responsable de protección de Acnur (el alto comisionado de la ONU para los refugiados) en Malawi no chilla, pero sus palabras y las cifras que expone sí que lo hacen. La situación en un campo de refugiados siempre es desesperada. Pero el último de la fila es siempre el que peor lo pasa. Y ese último lugar es para los campos que ni están a las puertas de Europa, ni tienen una emergencia declarada, ni muestran unos números especialmente escandalosos. Todos esos van antes. Y después, solo después, van lugares como Dzaleka.

Más de 25.000 refugiados y solicitantes de asilo se apiñan como pueden en este recinto de poco más de 200 hectáreas de tierra rojiza cedido por el Gobierno de Malawi en 1994. Se trata de una antigua cárcel a 40 kilómetros al norte de Lilongüe, la capital de este país del sudeste de África, pequeño para los estándares del continente, con graves problemas de seguridad alimentaria y a la cola en casi todos los indicadores de desarrollo.

Cada mes, una media de 400 personas que llegan al país en busca de refugio o asilo son dirigidas a Dzaleka. Vienen o vinieron huyendo del horror o la persecución desde lugares como República Democrática del Congo, Burundi, Somalia o Ruanda. Pero en ninguno de esos países hay emergencias novedosas o de actualidad que atraigan atención (y fondos). Desde hace más de 20 años, el campo recibe un goteo constante y olvidado que desborda por todas partes, aunque también hay un cierto número de salidas que evita que la cifra total se dispare del todo. Pero hay demasiada gente en un emplazamiento ideado para acoger a menos de la mitad de habitantes. “Antes nos centrábamos en cubrir las necesidades más básicas”, explica Ochieng. “Ahora, ni siquiera llegamos a eso”.

Dany, un chico de 16 años de República Democrática del Congo que lleva dos años y medio en Dzaleka, no sabe qué fue de su familia. CARLOS MARTÍNEZ

Francine, 23 años, mirada dura y madre soltera de dos niños, lo confirma. “La comida no llega, el centro médico no es adecuado, no tengo ni jabón para lavar la ropa y, con el frío que hace [en la presente época invernal las temperaturas bajan hasta los 8º] no tenemos mantas”. Esta burundesa tiene referencias para comparar. No guarda recuerdos de su país de origen era un bebé cuando sus padres huyeron a Tanzania pero sí muchos de otros lugares como este, el tercer campo de refugiados que sirve de escenario a su vida. “En los otros sitios cubrían nuestras necesidades. Aquí la vida es muy difícil y nadie viene a ver cómo estamos”, afirma. Dany, un chico de 16 años de la República Democrática del Congo que destila tristeza, no sabe qué fue de su familia. Calza unas chancletas polvorientas y aprovecha la charla para preguntar cómo podría conseguir unos zapatos. «Para los huérfanos es complicado conseguir cosas», lamenta.

Aunque el esmerado acabado en ladrillo de algunos refugios y el movimiento en los mercados organizados en el campo pudieran sugerir cierta normalidad, realmente solo dicen que hay gente que lleva aquí mucho tiempo. Demasiado. Son casos como el de Raheem, que llegó de Somalia con 16 años y hoy tiene 35. Pero con un simple vistazo a las cifras, la necesidad canta. Hay un pozo de agua para cada 1.000 habitantes, un profesor para cada 80 alumnos de Primaria y un centro médico pensado para 10.000 personas que atiende a más de 60.000, entre los habitantes del campo y los de las poblaciones cercanas. Por ejemplo. Los recién llegados prácticamente no tienen con qué levantarse un techo y Acnur tiene problemas para darles lonas de plástico.

Porque de donde no hay, no se puede sacar, vienen a coincidir las agencias presentes en el lugar. “Esta es una historia casi olvidada, y no conseguimos más apoyo de los donantes”, insiste Mietek Maj, subdirector del Programa Mundial de Alimentos —el encargado de distribuir comida en Dzaleka en Malawi. De junio a diciembre del año pasado, las raciones ya limitadas solo a los básicos: maíz, legumbres y aceite vegetal tuvieron que reducirse a la mitad. Y ahora mismo las reservas solo cubren hasta agosto. Esa falta de fondos se siente en todos los ámbitos. “Los donantes llevan muchos años prestando ayuda aquí. Y hay otras crisis [incluso en el propio Malawi, por cuya frontera sur entran miles de mozambiqueños huyendo de la violencia] lo que hace que ahora mismo no sea tan fácil volver a vender Dzaleka al mundo”, apunta Kelvin S. Sentala, asistente de campo de Acnur, que gestiona el campo junto con el Ejecutivo y coordina la actuación de todas las agencias y organizaciones participantes.

Este es el tercer campo de refugiados por el que pasa Francine, madre soltera de 23 años. CARLOS MARTÍNEZ

El cuello de botella está claro. La gente no para de llegar, y los que no consiguen ser reasentados en otros países —los Estados que suelen aceptar recibirlos también han dirigido el foco a otros lugares en detrimento de este tienen que seguir allí. Este año se planea solicitar el reasentamiento de hasta 1.200 personas, pero el éxito de la operación está por ver. El Gobierno malauí, que abre sus puertas a refugiados y solicitantes de asilo pese a sus propias dificultades, circunscribe su hospitalidad a los límites del recinto y no les permite obtener un empleo. De hecho, tienen prohibido salir de la antigua prisión. Y si lo hacen, como los que pagan el pasaje de una furgoneta para acercarse a Lilongüe e intentar ganar algo de dinero, se arriesgan a ser arrestados.

Como, por desgracia, no hay recursos adicionales y de momento, no se los espera las agencias y ONG que trabajan en Dzaleka suspiran por una flexibilización de la ley que permita a los habitantes del campo trabajar para obtener recursos por sí mismos. En estos momentos, parece la única forma de aliviar la situación, coinciden Ochieng y Maj. Y también una vía para que los refugiados puedan realizarse y empezar a recuperar una vida que muchos, como Raheem, ya no recuerdan cómo era fuera del campo. «Intento hacer cosas por mí mismo que me den algo de comer», como cargar ladrillos o ayudar en otras tareas, cuenta el somalí, padre de una hija que nació hace dos años aquí. «No puedes estar siempre dependiendo de Acnur o de quien sea». Pero tampoco hay tantas opciones.

Aunque hubo un momento prometedor, por ahora el cambio legal está estancado. El Gobierno ha decidido fundir a reforma de esta normativa con la de las políticas de inmigración (como la recepción y tránsito de migrantes con destino a Sudáfrica) y otros temas en un solo proceso, dejándola por ahora empantanada en el Parlamento. De nuevo, Dzaleka debe esperar su turno.

Raheem, somalí de 35 años, lleva en Dzaleka desde los 16. Allí ha conocido a su mujer y ha nacido su hija. CARLOS MARTÍNEZ

Y eso que, pese a todas las dificultades, en el campo hay oportunidades para formarse. Es cierto que las escuelas están saturadas. Faltan aulas, material y personal, se quejan los profesores. En primaria hay dos turnos de clases y el absentismo, muchas veces forzado por las circunstancias, es un problema. Pero el trabajo de la organización jesuita JRS culmina con sendos proyectos de formación profesional y una universidad online en colaboración con centros estadounidenses como el de Regis. Aunque solo unas 30 personas acceden cada año a los grados de tres años en educación, negocios o trabajo social.

En esa educación es en la que pone sus esperanzas el joven Dany, que lleva en el campo desde hace casi tres años. Estaba en el colegio cuando estallaron los enfrentamientos y huyó con su tío, al que ha perdido de vista. Nunca más supo qué fue de sus padres ni de sus cinco hermanos. En Dzaleka vive con una familia que le acogió, y la mirada, apagada y triste, solo se le ilumina al hablar de los estudios, pese a que a su edad aún sigue en Primaria por los años perdidos. Le gustan el inglés, las matemáticas y la ciencia. Sonríe al contar que suele ser el primero de la clase y le ilusiona poder construirse un futuro.

«Solo pido quedarme y tratar de sobrevivir a los retos», ruega Francine. Pero para que pueda haber futuro en Dzaleka, antes hay que garantizar el presente. Y eso, de momento, no está nada claro. «Los más vulnerables entre los vulnerables», en palabras de Ochieng, esperan. Y esperan. No queda otra cuando tus gritos de auxilio tienen que ponerse a la cola.

EL MOMENTO DE ACTUAR

Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, es la principal agencia que coordina las actividades humanitarias en Dzaleka. Colabora en www.eacnur.org o en el tfno.: 902 218 218

Se han atribuido nombres ficticios a los refugiados entrevistados para proteger su identidad y garantizar su seguridad.

Este reportaje se ha realizado con la colaboración del Comité Español de Acnur (www.eacnur.org).

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/06/20/planeta_futuro/1466377890_424690.html

Imagen: http://ep02.epimg.net/elpais/imagenes/2016/06/20/planeta_futuro/1466377890_424690_1466386619_noticia_fotograma.jpg

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Película: Casablanca (1942)

Consagrada como una de las mayores joyas del cine, Casablanca narró en 1942 las peripecias de los combatientes de la Segunda Guerra Mundial que se refugiaron en la ciudad que da nombre a la película para huir del nazismo. El Rick Blaine de Humphrey Bogart y una Ilsa encarnada por Ingrid Bergman protagonizaron una apasionada historia de amor en esta cinta dirigida por Michael Curtiz.

Leer mas: http://www.europapress.es/cultura/cine-00128/noticia-dia-mundial-refugiado-10-peliculas-no-olvidar-20160620130107.html

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Refugee Children Face Rape and Death on Europe Journey: UNICEF

UNICEF/Junio 2016/Autor: Editor / Fuente: teleSUR

Resumen:  Migrantes y refugiados, que hacen el peligroso viaje a Europa para escapar de la guerra y la pobreza, se enfrentan a posibles golpes, la violación y el trabajo forzado, además del riesgo de ahogarse en el Mediterráneo, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Migrant and refugee children making the perilous journey to Europe to escape war and poverty face possible beatings, rape and forced labor in addition to risk of drowning in the Mediterranean, the United Nations Children’s Fund (UNICEF) said on Tuesday.

Minors account for a growing percentage of migrants and refugees, particularly those trying to reach Italy by sea from Libya, it said in a report titled «Danger Every Step of the Way».

Of the roughly 206,200 people who arrived in Europe by sea this year to June 4, one in three was a child, it said, citing figures from the U.N. refugee agency.

«Every step of the journey is fraught with danger, all the more so for the nearly one in four children traveling without a parent or guardian,» UNICEF said.

That ratio was far higher on boats from Libya, where more than nine out of ten children were unaccompanied. UNICEF said there were almost 235,000 migrants and refugees in Libya and 956,000 in the Sahel, many or most hoping to go to Europe.

UNICEF added that there was «strong evidence that criminal human trafficking networks were targeting the most vulnerable, in particular women and children.

Fuente de la noticia: http://readersupportednews.org/news-section2/318-66/37445-refugee-children-face-rape-and-death-on-europe-journey-unicef

Fuente de la imagen: http://readersupportednews.org/images/stories/article_imgs21/021439-refugee-boy-061416.jpg

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Las temerarias devoluciones de refugiados de la UE a Turquía son ilegales

Amnistía Internacional

La Unión Europea (UE) debe paralizar inmediatamente los planes de devolver a solicitantes de asilo a Turquía sobre la base ficticia de que es un “país seguro” para los refugiados, afirma Amnistía Internacional en un documento que publica hoy.

El documento, titulado, No safe refuge: Asylum-seekers and refugees denied effective protection in Turkey, detalla los defectos del sistema de asilo de Turquía y las dificultades que afrontan las personas refugiadas en ese país y que hacen que su devolución en aplicación del acuerdo UE-Turquía del 18 de marzo sea no sólo ilegal, sino inadmisible.

El documento muestra las dificultades que tiene el sistema de asilo de Turquía para hacer frente a más de tres millones de solicitantes de asilo y refugiados. Como consecuencia, los solicitantes de asilo pueden esperar años a que se estudien sus casos, tiempo durante el cual reciben poca o ninguna ayuda para encontrar alojamiento y sustento para sí y para sus familias, por lo que hay incluso niños de tan solo nueve años trabajando para mantener a sus familias.

“El acuerdo UE-Turquía es temerario e ilegal. Las conclusiones de Amnistía Internacional desenmascaran la idea ficticia de que Turquía puede respetar los derechos y cubrir las necesidades de más de tres millones de solicitantes de asilo y refugiados”, dijo John Dalhuisen, director para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional.

“En sus constantes esfuerzos para impedir las llegadas irregulares a Europa, la UE está tergiversando a propósito lo que ocurre realmente en Turquía. Es de esperar que un nuevo sistema de asilo, en el país que acoge al mayor número de refugiados del mundo, tenga dificultades. Aunque es positivo apoyar y alentar a Turquía a que desarrolle un sistema de asilo totalmente operativo, la UE no puede actuar como si ya existiera.”

Turquía no protege a los refugiados

Pese a su actitud de bienvenida en general hacia los refugiados, el gran número de personas —cerca de 2,75 millones de refugiados sirios y 400.000 solicitantes de asilo y refugiados de otros países (principalmente Afganistán, Irak e Irán)— ha impuesto inevitablemente una considerable carga en el sistema de asilo de Turquía y su capacidad para cubrir las necesidades básicas de las personas.

El informe muestra que el sistema de asilo turco no pasa tres pruebas cruciales que exige superar el derecho internacional para que la devolución de solicitantes de asilo a Turquía sea legal: estatuto, soluciones duraderas y subsistencia.

1. Estatuto

Turquía carece de capacidad para procesar solicitudes de asilo, lo que significa que cientos de miles de solicitantes de asilo y refugiados permanecen años en un limbo legal. Las autoridades turcas se han negado a facilitar a Amnistía Internacional estadísticas sobre asilo. Sin embargo, en abril informaron de que habían procesado alrededor de 4.000 solicitudes, es decir, el 1,5 por ciento de las 266.000 solicitudes registradas en la Agencia de la ONU para los Refugiados en 2015.

2. Soluciones duraderas

Las personas refugiadas deben integrarse en el país de asilo, ser reasentadas en otro país o, si no hay riesgo, ser repatriadas a su país de origen. Sin embargo, Turquía niega el estatuto de refugiado completo, y con él la integración, a todas las personas refugiadas no europeas, mientras la comunidad internacional no proporciona ni de lejos opciones o plazas de reasentamiento suficientes. Esto deja a los refugiados en un dilema, pues no pueden construir una nueva vida en Turquía, pero tienen pocas esperanzas de que se les ofrezca la opción de reasentarse en otro país en los próximos años, si es que se les llega a ofrecer.

Faiza (nombre supuesto) y su hermana, ambas afganas, huyeron de sendos matrimonios forzados en Irán y fueron reconocidas como refugiadas en Turquía. Durante tres años esperaron en vano una entrevista en la embajada de un país de reasentamiento. Al final no vieron más opción que arriesgar la vida en el barco de un contrabandista para ir a Grecia.

Faiza dijo a Amnistía Internacional que si hubiera habido alguna perspectiva razonable de salir de Turquía sin riesgos y de forma regular, y algún apoyo mientras esperaban a que concluyera el proceso, ella y su hermana habrían esperado. Explicó: “Si hubiera habido alguna esperanza de reasentamiento, habríamos esperado. Nos aterrorizaba realmente el viaje a Europa porque sabíamos que era peligroso. Pero estábamos desesperadas. Nos dijimos: ‘Tal vez muramos, tal vez no lleguemos, pero no importa, porque no podemos quedarnos más tiempo en Turquía.’”

 

Tal vez muramos, tal vez no lleguemos, pero no importa, porque no podemos quedarnos más tiempo en Turquía.
Faiza (nombre supuesto), refugiada afgana en Turquía.

 

3. Subsistencia

La inmensa mayoría de los refugiados sirios y de otros países se ven obligados a buscar alojamiento sin la ayuda del gobierno. Aunque las autoridades turcas han alojado a más de 264.000 refugiados sirios en campos en las provincias fronterizas del sur, no pueden razonablemente dar alojamiento al restante 90 por ciento (2,48 millones de personas) de refugiados procedentes de Siria. Mientras tanto, sólo ha proporcionado viviendas sociales a 100 de los 400.000 solicitantes de asilo y refugiados de otros países (el 0,025 por ciento). Esto significa que aproximadamente tres millones de solicitantes de asilo y refugiados se ven obligados a cubrir sus necesidades de alojamiento por su cuenta.

El equipo de investigación de Amnistía Internacional entrevistó en Turquía a 57 personas refugiadas entre marzo y mayo de 2016. Todas describieron sus dificultades para sobrevivir sin apenas ayuda económica de las autoridades, pues la inmensa mayoría depende de la caridad de familiares, otros solicitantes de asilo o comunidades religiosas.

Contaron a Amnistía Internacional cómo viven en alojamientos precarios o improvisados, durmiendo a veces en mezquitas, parques y estaciones de metro porque no pueden pagar un alquiler. Dos familias afganas dormían bajo un puente en Estambul después de que tres de sus hijos se ahogasen en una travesía marítima fallida.

“Turquía es un anfitrión generoso con los refugiados, pero sus promesas a los líderes de la UE simplemente no se reflejan en la realidad. Los solicitantes de asilo y refugiados están atrapados durante años en Turquía y, mientras esperan, no se les da ni ayuda para subsistir ni el derecho a procurar su subsistencia”, dijo John Dalhuisen.

 

Esta es la realidad que deben ver los líderes de Europa.
John Dalhuisen

 

“Esta es la realidad que deben ver los líderes de Europa. Puede que sea políticamente conveniente externalizar su obligación legal de ayudar a las personas que huyen del conflicto, pero si creen que pueden hacerlo legalmente o sin infligir un dolor adicional a personas que ya huyen de un sufrimiento terrible, están en un trágico y muy evidente error.”

Menores refugiados que trabajan para subsistir

El informe también advierte de que el trabajo infantil es habitual entre los refugiados en Turquía, pues las familias tienen dificultades para cubrir necesidades básicas.

Una siria madre de tres niños dijo a Amnistía Internacional que toda su familia de siete personas sobrevive con las 5-10 liras turcas al día (alrededor de 1,75-3,50 dólares estadounidenses) que gana su hijo de nueve años trabajando en una tienda de comestibles. Las heridas de metralla que sufrió su esposo en Siria le impiden trabajar.

La UE debe compartir, no externalizar, la responsabilidad

En lugar de trasladar sus responsabilidades a Turquía, la UE debería poner en marcha un ambicioso programa de reasentamiento para los refugiados que están actualmente en este país.

Mientras Turquía acoge a más de tres millones de solicitantes de asilo y refugiados, más que ningún otro país del mundo, los Estados miembros de la UE reasentaron colectivamente a sólo 8.155 refugiados de todo el mundo en 2015.

“La Unión Europea ha respondido a una de las catástrofes humanitarias más terribles de nuestra época levantando vallas, desplegando más guardias de fronteras y cerrando acuerdos dudosos con países vecinos para impedir que entre la gente. El resultado es dolor y sufrimiento, y más muertes en el mar”, concluyó John Dalhuisen.

Información complementaria: El acuerdo UE-Turquía ya está socavado por devoluciones desde Turquía a Afganistán, Irak y Siria

El 18 de marzo de 2016, la UE y Turquía firmaron un acuerdo sobre control de la migración de gran alcance (formalmente una declaración). A cambio de hasta 6.000 millones de euros, así como de concesiones políticas de la UE, Turquía accedió a aceptar de nuevo a todos los “migrantes en situación irregular” que llegasen a las islas griegas después del 20 de marzo.

La justificación del acuerdo UE-Turquía es la presunción de que Turquía es un país seguro al que pueden ser devueltos solicitantes de asilo y refugiados. Además de no respetar los derechos de las personas refugiadas dentro de Turquía (el tema de este informe), otra forma de calibrar si un país podría no ser “seguro” es si envía a personas a otros países donde estas corren el riesgo de sufrir violaciones graves de derechos humanos. Investigaciones anteriores de Amnistía Internacional ya han demostrado que a finales de 2015 y principios de 2016, se devolvió a solicitantes de asilo y refugiados que estaban en Turquía a lugares donde corren precisamente este riesgo: Afganistán, Irak y Siria.

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El secreto de Canadá para acoger a miles de refugiados en tiempo récord está aquí

Canadá/09 junio 2016/Autor: María Torrens Tillack /Fuente: El Español

“Nos sentimos en casa y altamente respetados, como humanos”, dijo uno de los primeros refugiados que llegó a Canadá a principios de diciembre pasado, al primer ministro Justin Trudeau. La familia, con una hija pequeña, acababa de aterrizar en Toronto a principios de diciembre de 2015 y las cámaras recogieron el encuentro.

Trudeau quiso saludar personalmente junto a la premier del Estado de Ontario a los recién llegados y estrecharles la mano para proclamar públicamente: “Welcome home” (Bienvenidos a casa). “Querríamos darle las gracias por toda esta hospitalidad, toda esta bienvenida y todas estas cosas”, expresó el padre de familia después de que el equipo de bienvenida les ataviara con un anorak para afrontar el duro invierno canadiense.

Ha pasado ya medio año desde aquel día y después de que Canadá alcanzara su plan iniciado el 4 de noviembre para acoger a 25.000 refugiados en febrero, el Gobierno de ese país decidió ampliar su programa de acogida. Hoy acoge a 27.580 sirios y sigue trabajando por recibir a más, junto a organizaciones e iniciativas privadas.

Este miércoles la Alta Representante de la Unión Europea, Federica Mogherini, inició una visita de dos días a Canadá para tratar, entre otros asuntos, la “crisis migratoria” y probablemente tomar buena nota del ejemplo en la gestión de la acogida de refugiados del país norteamericano.

Voluntad y ejemplo político

Canadá rema a contracorriente. Mientras los Veintiocho en la Unión Europea apenas han reubicado a más de 2.000 refugiados entre los Estados miembros de los 160.000 acordados desde septiembre, el Ministerio de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía canadiense lo dice todo ya en su propio nombre. No es un ministerio del Interior, ni de asuntos sociales el encargado de llevar todo esto a cabo, sino uno específico que ya contempla el asilo entre sus principales políticas (hasta que llegó Trudeau al Gobierno no incluía a los refugiados en el título).

“Apunte para líderes mundiales: así es como se da la bienvenida a los refugiados”, tituló Al Jazeera, el canal más internacional del mundo árabe, un artículo de opinión sobre el “espectáculo” de Trudeau. El texto apreciaba el esfuerzo canadiense y la avidez en la estrategia política para fomentar la buena imagen del carismático premier, a la vez que criticaba la escenificación propagandística.

Sin embargo, Michelle Banks, responsable del Programa para Estudiantes Refugiados en Canadá cree que es primordial dar buen ejemplo. “Cuando los líderes [políticos] muestran un apoyo por iniciativas como ésta y crean una imagen positiva de los recién llegados, generan apoyo social. Ahí posiblemente la Unión Europea tenga trabajo por hacer”, sugiere por teléfono a EL ESPAÑOL desde Ottawa.

“Fue una promesa electoral. Empezó a haber un cambio en la opinión pública por Aylan Kurdi”, apunta Loly Rico, presidenta del Consejo Canadiense para Refugiados, desde Toronto. Se refiere al pequeño sirio cuyo cuerpo sin vida apareció en una playa turca el pasado septiembre. Si al resto del mundo le conmovió la escena e impulsó que la Unión Europea se movilizara, a Canadá le tocó más aún si cabe: la tía del niño fallecido vivía en Canadá. “Eso hizo que la opinión pública volviera a pedir al Gobierno [una política activa en la ayuda a los refugiados]”.

Como un ciudadano canadiense desde el minuto 1

Una política que podría sonar osada en Europa, con los crecientes movimientos xenófobos y de extrema derecha en distintos países miembros, es la que ha recuperado el Gobierno de Trudeau al estrenarse en 2015.

“Una vez usted viene tiene los mismos derechos como cualquier otro ciudadano, excepto por el voto”, destaca Rico. Ella lo sabe bien, pues vivió en sus propias carnes la situación de los refugiados en Canadá al llegar hace 26 años de El Salvador huyendo de su guerra civil.

Como residentes, los refugiados tienen acceso a todos los servicios sociales, como sanidad y educación, permiso para trabajar desde el mismo momento en el que pisan suelo canadiense y otras ayudas más habituales en otros lugares del mundo, como clases gratuitas para aprender el idioma del país de acogida. Ahora algunos municipios están valorando la posibilidad de dar a los residentes permanentes el acceso a la votación en las elecciones locales.

Rico no tiene duda alguna de que estas políticas de integración son la clave en el éxito -aunque puntualiza que siempre quedan puntos que mejorar- de la acogida de refugiados en Canadá.

El impulso de guerras que han marcado la historia

Canadá presume de tener una larga tradición en la acogida de refugiados. Rico explica que todo comenzó en los años 40 con quienes huían de la guerra en Europa. “Fue por un punto económico, porque Canadá no estaba habitado históricamente”, indica la presidenta del Consejo para Refugiados.

Una ley de 1976 que se aprobó durante la guerra de Vietnam, la última vez que Canadá promovió una llegada masiva de refugiados al país hasta ahora. Aquella nueva normativa hablaba de la recepción y aceptación de diferentes culturas. “Con esa política lo que se ha logrado es que muchos de los refugiados que hemos venido tenemos acceso para integrarse dentro de la sociedad”, opina.

En 2002 vino un nuevo giro normativo y la ley abordó directamente la protección de refugiados. Sin embargo, Rico cuenta que tras los atentados del 11-S en 2001 se había comenzado a cerrar las puertas a las llegadas de refugiados, especialmente a aquellos provenientes de países de mayoría musulmana. No se llegó a cerrar el flujo del todo, pero ha sido con el nuevo Gobierno liderado por el centrista Trudeau cuando se ha retomado la política histórica de acogida a los demandantes de asilo. La campaña actual está centrada en sirios de campamentos de refugiados en Líbano, Jordania o Turquía.

Estudiantes que financian los estudios de refugiados y otros patrocinios privados

“Me estoy convirtiendo en la persona que imaginé que sería”, cuenta por videoconferencia Anas Hussain, un sirio de 24 años que llegó a Canadá unos meses antes de que el Gobierno de Trudeau impulsara una campaña específica para acoger a compatriotas suyos. Llegó el 26 de agosto de 2015 y en tierra le recibieron un grupo de estudiantes universitarios junto a Michelle Banks.

Para Anas fue “una de las sensaciones más agradables” en su vida reciente. La guerra destruyó su casa familiar en el sur de Siria y se mudó con sus padres y hermanos a Damasco. Allí pudo estudiar informática en la universidad, pero cuando el Gobierno le llamó a filas decidió que “no quería estar en ese lado de la Historia”. Y huyó a Jordania.

Allí trabajó de todo: carpintero, panadero, vendedor en una tienda de móviles. En negro, no tenía ni estatus de refugiado ni permiso para trabajar. Estuvo malviviendo en Amán (la capital) durante dos años y medio hasta que el Programa para Estudiantes Refugiados de Canadá cambió su suerte.

Anas abandonó Siria en enero de 2013 para evitar tener que unirse al Ejército.

Anas abandonó Siria en enero de 2013 para evitar tener que unirse al Ejército.Cedida por Anas Hussain

Mientras en España las iniciativas privadas y los voluntarios que surgieron al estallar la crisis de los refugiados se encontraron de bruces con la legislación española, que no contempla esta posibilidad, en Canadá existen un centenar de organizaciones de iniciativa privada para patrocinar la llegada de refugiados. De los más de 27.500 refugiados acogidos hasta ahora en la presente campaña, cerca de 10.000 han llegado a Canadá gracias a iniciativas ciudadanas.

¿Qué implica ese patrocinio? Tanto si es el Gobierno como una organización privada la que acoge a un refugiado, adquieren el compromiso de financiar su estancia durante el primer año, un periodo clave para la integración del nuevo residente canadiense, explica Rico.

Canadá promueve fórmulas como la acogida en familia o en un entorno universitario. “La concienciación sobre la crisis en septiembre cambió nuestro programa. Duplicamos nuestras cifras”, asegura Banks, del programa de acogida para estudiantes universitarios refugiados. Si el curso pasado pudieron apoyar la llegada de 84 jóvenes, en el presente curso tramitan recibir a un total de 160.

Puede sonar a poca cosa, pero se trata de un programa muy especial, porque son los propios estudiantes universitarios los que con microdonaciones que van de 25 céntimos a 20 dólares anuales financian su acogida. También contribuyen las instituciones universitarias, que les conceden alojamiento y matrícula gratuitos. Así entre todos ellos se comprometen a al menos un año de sustento garantizado.

En total han pasado de recaudar 3,2 millones de dólares en 2015 a más de 6 millones este año. “Se recaudó de manera local por estudiantes. Fue cosa de unas semanas en realidad: en septiembre enviamos una carta invitando a incrementar la cuota o a unirse al programa a las universidades y ahora tenemos doce nuevos campus participando”, explica la responsable del programa.

También ponen especial hincapié en el elemento clave señalado por Rico: la integración. Y es que los voluntarios universitarios ayudan a los estudiantes refugiados a adaptarse a su nueva realidad, les acompañan en el proceso y asesoran para que sepan adónde recurrir para cada necesidad. La responsable de este programa asegura que el “apoyo moral” para los recién llegados es al menos igual de importante que el monetario y por ello también trabajan en la concienciación de la comunidad universitaria. Para Banks, implicar a los jóvenes es esencial.

Pasado el año de financiación al que se compromete el Programa para Estudiantes Refugiados (aunque algunas universidades amplían este apoyo), estos jóvenes de entre 18 y 30 años tienen el mismo derecho que los canadienses para acceder a becas universitarias y ayudas del Gobierno regional o federal y pueden trabajar sin restricciones.

En Italia la comunidad católica de San Egidio recibió en mayo a más de un centenar de refugiados, algo impensable en España, donde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) tuvo que responder a las solicitudes de ciudadanos españoles que no podían acoger a refugiados en sus casas, pues todo tenía que pasar por la Administración. Rico, la presidenta del Consejo para los Refugiados, asegura que Alemania se ha interesado por el modelo de patrocinio privado canadiense.

Identificar a los más vulnerables in situ

“Si [los 28] esperan que lo haga todo Acnur, [no funcionará]”, advierte Aslam Daud, presidente de Humanity First Canada, una ONG humanitaria con origen en Reino Unido. Esta organización ejerce de mediadora entre patrocinadores privados y los demandantes de asilo y para ello se desplazan a los campamentos de refugiados personalmente. Desde septiembre han gestionado la llegada a Canadá de 200 refugiados sirios.

Daud cree que es “extremadamente importante” identificar a quienes más ayuda necesitan sobre el terreno. Su ONG identifica a “los más vulnerables, especialmente mujeres y niños o familias con hijos pequeños”.

La Unión Europea baraja desde hace algún tiempo establecer centros de registro en los campamentos de refugiados de Oriente Medio o en los lugares de conflicto y así poder gestionar una vía legal y segura para quienes cumplan los requisitos necesarios para obtener el estatus de refugiado y así evitar que se sometan a una ruta potencialmente mortífera, y a veces sin visos de prosperar su solicitud de asilo.

“Yo no creo que la solución esté en trasladar a 4 millones de refugiados a otro país. Hay que ayudar a los más vulnerables [para reubicarlos] y encontrar una solución permanente”, opina Daud. “Los campamentos de refugiados son una solución mejor que el realojo [para los demás]”. Lo que hay que hacer es mejorar las condiciones de esos campamentos, añade.

Comunicación transparente

“Bienvenidos refugiados” es el lema que encabeza la página web del Ministerio de Inmigración y Refugiados concernido, con un completo despliegue que promueve su acogida a través de una red de organizaciones locales, facilita el contacto de patrocinadores privados con familiares sirios en Canadá, cuenta historias personales de los recién llegados, promociona las donaciones y busca voluntarios activamente.

El portal de internet ofrece una completísima información tanto a los ciudadanos de ese país que desean informarse sobre la campaña #WelcomeRefugees como a aquellos que desean implicarse en la acogida de los demandantes de asilo y también para los propios refugiados que quieren tramitar su solicitud con el país norteamericano.

Los canadienses pueden ayudar con una donación económica, ofrecerse como voluntarios a su organización local más cercana o patrocinar a refugiados. En la web se pueden encontrar los distintos pasos que se pueden dar en cada caso, además de un mapa en el que localizar las distintas iniciativas relacionadas que existen en todo el país, con los correspondientes datos de contacto.

La distancia puede ayudar

“Desde CEAR hemos visto con envidia la rapidez del proceso de reasentamiento en Canadá frente a la lentitud desesperante de la Unión Europea”, reconoce la Comisión Española de Ayuda al Refugiado a este periódico.

Mientras en la Unión Europea arrecian las críticas por la lentitud en la reubicación de los 160.000 refugiados acordados el pasado otoño o por el acuerdo de Bruselas con Ankara para frenar la llegada de demandantes de asilo por el Egeo, los canadienses consultados por EL ESPAÑOL son más comprensivos.

“Es un contexto diferente por la proximidad”, subraya Banks. “No es justo comparar ambas situaciones”. Rico coincide en el diagnóstico, pero señala que “las muertes del Mediterráneo son un resultado de las leyes de la UE: donde usted va, ahí es donde empieza el proceso de refugiado, no donde necesita llegar”.

Ana, el estudiante y trabajador refugiado sirio, admite que no le gusta lo que ve en la gestión de la crisis de refugiados por parte de la Unión, pero dice que es normal que deban “parar la inmigración ilegal: tienen que librarse de la gente que no tiene problemas”.

La presidenta del Consejo para Refugiados pone una puntilla crítica con Canadá y recuerda que aunque los 27.580 refugiados sirios que ha recibido el país en los últimos seis meses es una buena noticia, hay muchos más sirios y demandantes de asilo de otros países que necesitan ayuda.

Menos de un año después de su llegada a Canadá, Anas sigue estudiando un nuevo grado de Informática, ha conseguido trabajo en el departamento internacional de su universidad y dice que “trabaja por conseguir una buena versión de mí mismo”.

El recuerdo sigue siendo duro. Anas sufrió problemas de ansiedad e ingesta compulsiva de alimentos durante el mal trago que supuso su paso por Jordania. Algunas canas empiezan a asomar en su joven cabellera, muestra con una sonrisa a través de la cámara.

Pero su vida sigue sin ser un camino de rosas: trabaja no sólo para mantenerse a sí mismo, sino para poder mandar dinero que a sus padres y su hermana, que siguen en Damasco. Cuando su hermano pequeño llegó a la edad para prestar el servicio militar, también huyó. Ahora está en Turquía y esperan poder reunirse.

Fuente:

http://www.elespanol.com/mundo/20160608/130987320_0.html

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How countries in crisis can continue to provide education

Fuente globalpartnership.org / 7 de junio de 2016

GPE and IIEP publish new guidelines for preparing transitional education plans

A flood of children fleeing violent attacks in neighboring countries have sought refuge in Chad, one of the poorest countries in the world. Conflict in Yemen over the last two years damaged about 1,000 schools and left 1.8 million children there out of school. The Democratic Republic of Congo (DRC), which has long struggled with protracted conflict, has one of the largest numbers of out-of-school primary-age children in the world (approximately 3.5 million).

The Global Partnership for Education has helped these countries and others in similar circumstances address these crises to limit their impact on the education system. That response often requires the development and implementation of a transitional education plan, or TEP, which focuses on addressing critical education needs in the immediate and medium term to keep as many children learning as possible.

A TEP is a policy instrument that enables authorities to bring together humanitarian and development partners to prepare a structured plan to help steer and mobilize resources that will help maintain education services in the wake of civil or cross-border conflict, health emergencies or natural disaster.

At the same time, it puts in place reforms that can render education systems more accountable, inclusive, and effective over time.

New guidelines for transitional education planning

Cover of Guidelines for Transitional Education Plan Preparation

GPE and the UNESCO International Institute for Educational Planning have just published the Guidelines for Transitional Education Plan Preparation, providing technical guidance for countries trying to educate their children even as they face new or persistent crisis.

The new guidelines are the result of an extensive collaboration among key partners active in the field of education in emergencies and protracted crises as part of the Inter-agency Network for Education in Emergencies: UNHCR, UNICEF, the Global Education Cluster, the Global Education Campaign and the World Bank.

The guidelines were developed by building on country contexts, experiences, and needs collected from crisis-affected country practitioners in South-Sudan, Central African Republic, DRC, Chad, Somalia, and Haiti.

It’s no coincidence that the TEP Guidelines come at a time when GPE is steadily intensifying its efforts to help fragile and conflict-affected countries keep their children in school.

Guided by the new global education goals, which stress help for countries affected by adverse challenges, and recognizing that the number of out-of-school children living in countries facing war and violence has significantly grown over the last decade and a half 1, GPE has increased its funding for such countries from 21% of overall funding in 2008 to about 50% by 2015.

Bridging the divide between humanitarian and development support

The TEP Guidelines arrive the same week as the first-ever World Humanitarian Summit in Istanbul, where a new education crisis platform and fund called Education Cannot Wait is being launched.

The new platform addresses the reality that humanitarian responses have historically treated education without the kind of urgency that other essential human services receive. One statistic tells much of the story: less than 2% of all humanitarian aid goes to education.

Where longer-term planning or the implementation of an existing education sector plan – the longer-term blueprint of a country’s educational progress – is compromised by growing humanitarian emergencies, a TEP will help bridge the humanitarian-development divide by bringing together authorities, development and humanitarian actors, and civil society.

In crisis situations, there is an increased need to align actions and to ensure that external efforts are complementary and address key priorities.

Sometimes it’s also necessary to harmonize emergency or early recovery education activities that may be specified in a humanitarian response plan with longer-term development priorities for the education sector, which can help countries manage rapidly changing contexts.

A TEP might, as in Chad, anticipate future needs associated with the return of refugees to the country or internally displaced persons to their home areas, or considerations related to protracted displacement.

GPE supports fragile and conflict-affected countries

 GPE cumulative allocations to fragile and conflict-affected countries

Right now, 28 of GPE’s 65 developing country partners are considered fragile or conflict-affected, and 12 of those countries are currently implementing transitional education plans with GPE’s financial support.

One of those countries is Chad, which became the first GPE partner to include refugees in its transitional education sector plan in 2013. GPE has subsequently provided Chad with two grants to implement its TEP and is already supporting the country’s development of a post-crisis full education sector plan for the period 2017 to 2026.

Yemen developed a TEP for 2013 to 2015. Based on it, US$10 million GPE funds were redirected in to rebuild schools, provide psychosocial support to 37,500 girls and boys, and replenish basic school supplies for nearly 91,000 children.  More recently, during the meeting of the country’s local education group in Amman, Jordan, Yemeni partners supported the development of a renewed TEP to ensure the continuation of previously suspended education activities in the country.

Also, GPE enabled DRC to prepare a transitional education plan for the period 2012 to 2014, making it the country’s first education sector plan since independence in 1960. Motivated by the new TEP, the government increased the share of its budget allocated to education, from 9% in 2010 to 16% in 2013, with the goal of reaching 18% by 2018.

When children’s lives are upended by humanitarian emergencies, it’s essential to keep them in school where they can continue to follow their rightful developmental path and find protection.  A transitional education plan is a critical first step toward that goal.

1 The proportion of out-of-school children living in conflict-affected countries increased from 30% in 1999 to 36% in 2012, and increased substantially in the Arab States and in South and West Asia (GEM Report 2015)

Raphaëlle Martinez Lattanzio is a Senior Education Specialist in charge of education planning, system strengthening and finance at the Global Partnership for Education.

Read our Policy Brief: GPE’s work in conflict-affected and fragile countries

Link original: http://www.globalpartnership.org/blog/how-countries-crisis-can-continue-provide-education

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Student’s refugee crisis book for children wins V&A Illustration Award

Fuente independent / 6 de junio

Author says book asks young children ‘from a safe, comfortable background’ to think about what it must be like to ‘leave your home and make a journey into the unknown’

A Cambridge student who created a picture book to help young children understand more about the refugee crisis has won a prestigious award at the world’s leading museum of art and design.

Kate Milner received the £3,000 Student Illustrator of the Year prize at the V&A Museum’s Illustration Awards 2016 in London for her book My Name is Not Refugee which follows a mother telling her son a story about what is going to happen once they are forced to leave their home country.

The mature student, who will graduate with an MA in children’s book illustration from Anglia Ruskin University in October, said the idea for the book came about when her daughter, a schoolteacher, said the children in her class were asking about the refugee crisis.

Milner said: “They didn’t understand what was being discussed in the news and she had nothing to show them. The book is a story which asks children from a safe, comfortable background to think about what it must be like to leave your home and make a journey into the unknown.”

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Kate Milner, pictured left, collects her award for Student Illustrator of the Year at V&A’s Illustration Awards

Children’s author Dame Jacqueline Wilson was one of several judges to feature on the panel who, above all, were unanimously impressed by Milner’s bold attempt to tackle a subject outside the prevailing conventions of commercial children’s publishing.

Speaking to the Independent about the mother-son relationship in the book, Milner said: “She gives him a positive view, like we all would with our children. She tells him things will probably be a bit boring – even a bit frightening – but, as long as they keep hold of each others’ hand, they will be alright and that, in the end, they will reach a place where they can feel safe again.

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An extract from the book showing a mother trying to put a ‘positive spin’ on the refugee crisis for the sake of her son

“It doesn’t include the fear, the hunger, and the exhaustion which must be part of a refugee child’s real experience. You wouldn’t, though, would you?”

As a parent herself, Milner said that, throughout the book’s creation, she felt sympathy with the mothers because she could imagine what it must be like to not know how they were going to feed their children, or keep them warm.

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(My Name is Not Refugee by Kate Milner)

Milner added that she was also affected by a series on BBC Radio 4about a family trying to get from Syria to Germany. She said: “The mother said her children had been eating crisps for days because there was nothing else. All she wanted to do was cook her family a proper meal. I could really understand that – it’s such a basic thing.”

Speaking more about her hopes for the book’s message, and describing how it will most likely be used in classrooms to educate children about the crisis, she said it’s mainly aimed at children in European countries who might meet a refugee child in their school, or their street.

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(My Name is Not Refugee by Kate Milner)

 

Milner continued: “It asks them to think what it must be like to leave your home with only what you can carry. It’s about imagination and empathy. It asks questions like: ‘If you could only take one thing to remind you of home, what would it be?’, or: ‘If you had to sleep in a railway station, where would you brush your teeth or change your pants?’.

“It concentrates on the everyday details of a child’s life, not on the big political question about this current crisis. However, if there is anything I can do to counteract the prevailing view of refugees as ‘invading hoards’ trying to destroy our way of life, then I’m not sorry.

 

 

 

Enlace original: http://www.independent.co.uk/student/student-life/books/student-s-refugee-crisis-book-for-children-wins-va-illustration-award-a7051776.html

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