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“No hay neoliberalismo sin una violencia contra la sensibilidad” // entrevista a Diego Sztulwark.

Por:  Amador Fenández-Savater

Francia, Hong Kong, Ecuador, Irak, Chile… Una nueva onda de politizaciones y revueltas expresa explícitamente el malestar global contra el neoliberalismo. El filósofo argentino Diego Sztulwark, antiguo miembro del Colectivo Situaciones, encuentra inspiración en ese “reverso de lo político” para un nuevo ensayo de pensamiento político radical: La ofensiva sensible (editorial Caja Negra). Anteriormente publicó Vida de perro, balance de medio siglo de política en Argentina, junto al periodista Horacio Verbitsky.

Revueltas, revoluciones

Dice el filósofo Alain Badiou que esta es una época de revueltas, pero ya no (¿aún no?) de revoluciones. Las revueltas gritan “no”, ponen límites al poder, desalojan dictadores o gobiernos autoritarios, pero sin un modelo social alternativo y de repuesta. En este impasse o intervalo (ya no/aún no), ¿cómo te sitúas? ¿Dónde se sitúa tu pensamiento y la escritura de este libro?

No veo otra opción que situarme precisamente en el interior de este impasse. Ni en el desaliento que hace que consumamos razonamientos interesados en profundizar la impotencia, ni en alguna clase de utopismo que, paradójicamente, no puede afirmarse sin negar aspectos importantes de la situación que describes. Ni en el prestigio del realismo pesimista, ni en el autoengaño de quienes alientan a la acción sin hacerse cargo de lo que no funciona. El filósofo argentino León Rozitchner empleaba una fórmula que a mí me sigue interesando: “cuando el pueblo no lucha, la filosofía no piensa”. Es obvio que hay luchas muy importantes y hay nuevas formas de pensar. Y también es evidente que el tamaño de los problemas que afrontamos es enorme.

Jun Fujita, comentando justamente a Badiou, dice que ese impasse tiene que ver con la “dificultad de ligar la vida otra [ya en marcha en multitud de experiencias] con el otro mundo”. Hay otras vidas, pero no otro mundo.

Hace unos años decíamos que no se trataba tanto de tomar el poder como de cambiar el mundo, lo que implicaba crear nuevas formas de vida. ¿Diremos ahora que las cosas se han invertido, que ya están entre nosotros las nuevas formas de vida pero falta inventar una traducción política? Quizás sea más justo afirmar que en el reverso de lo político se articulan malestares y capacidades de poner límites al poder y la explotación, y que es preciso dinamizar desde allí nuevas articulaciones entre capacidad de veto y pensamiento político radical.

Las revueltas recientes -en América Latina, Chile, Colombia, Ecuador, pero no solo-, ¿de qué te hablan, de qué nos hablan?

Lo que se escucha es un rechazo al estado de cosas, una suma de malestares e insatisfacciones. Miremos Chile: es clarísimo el hartazgo con los dispositivos neoliberales de gestión y explotación de la vida. Un movimiento de protesta extenso, que abarca pueblos y ciudades, que surge de colegios y universidades, que encuentra un nuevo dinamismo en las poblaciones empobrecidas y que se aúna en un rechazo a la privatización de los servicios sociales. Y aunque sea posible objetar que no está claro aún qué nuevo régimen político surge de toda esta potencia de las luchas, toda la discusión abierta en torno a la constituyente evidencia un fenómeno que recorre a todo el continente: un fuerte retraso de lo político con respecto a lo que se teje en su reverso, esto es, las capacidades plebeyas de revuelta y resistencia.

La sensibilidad como campo de batalla

¿Qué es la “ofensiva sensible”?

Esta formulación, que surgió en una conversación con una compañera, me pareció muy expresiva de un estado de cosas en el cual la sensibilidad se ha vuelto el campo de batalla en el que operan tanto las opciones individuales como las fuerzas colectivas de la economía y de la política. Tanto el rechazo como la instauración de lo que suele llamarse “subjetividad neoliberal” se juega en este nivel.

Uso el término “neoliberalismo” aclarando que su significación es plural y a veces crea confusiones. Designa al mismo tiempo al menos tres cosas diferentes: la reestructuración de las relaciones sociales capitalistas operadas a partir de la década del setenta a nivel global; un partido político que en cada coyuntura intenta profundizar un programa pro-empresarial; y unas micropolíticas y modos de gobernar la vida a partir de una coacción específica destinada a subordinar nuestras estrategias de existencia mediante dispositivos de mercado.

El libro quiere afirmar entonces dos cosas a la vez: por un lado, que no hay neoliberalismo sin una violencia contra la sensibilidad. Y por otro, que no hay lucha efectiva contra lo neoliberal por fuera de una ofensiva sensible sobre el campo social.

Este uso de la “sensibilidad” lo tomo sobre todo de dos pensadores contemporáneos: de la antropóloga Rita Segato, que logra explicar con toda claridad la relación entre neoliberalismo y patriarcado como una enorme pedagogía de la crueldad contra las mujeres, lo comunitario y contra la naturaleza misma; y de Franco Berardi, Bifo, que detecta en la innovación tecnológica una dinámica de apropiación corporativa de la inteligencia colectiva en términos de la aniquilación de todos los aspectos sensuales que permitirían ir más allá de la codificación con la que opera internet y en general de las formas digitales de cooperación.

¿Y los fenómenos recientes de “fascistización” tipo Brasil con Bolsonaro o Bolivia ahora? ¿Te parece que también tienen que ver con ese ataque sobre la sensibilidad?

Sí. Y me parece muy importante señalar la conexión entre exasperación de lo neoliberal y este tipo de neofascismo. Si lo neoliberal es inseparable de un intento de someter el deseo a la realización de las mercancías, el odio a la vida del neofascismo es la cara intolerante y militarizada de este neoliberalismo. Si en tiempos de paz los neoliberales enseñan los beneficios de vivir de acuerdo al mercado, en tiempos de crisis muestran su rostro hostil, el ataque a toda tendencia de autonomización de la vida con respecto a los mandatos de valorización capitalista.

Santiago López Petit lo ha explicado muy bien en sus libros: cada vez que el “querer vivir” entra en conflicto con el proyecto de vida organizado en el mercado, se desencadena una agresividad contra la existencia que abarca todo aquello que en la vida se presenta como síntoma: anomalía o inadecuación. La intolerancia con lo que en la vida no es productividad, no es deseo dócil a las normas y las marcas.

El odio crece con relación a todo aquello que no se adecua al mandato de los mercados. A todo lo que se presenta como anomalía. El neofascismo neoliberal, ejemplificado en Bolsonaro, es un peligro muy real. Algo que subestiman algunas personas de izquierda que no vieron con claridad la gravedad del golpe a Dilma y el encarcelamiento de Lula.

Por el contrario, una política del síntoma se abre si vamos más allá del tratamiento neoliberal del síntoma, que oscila entre el coaching y la represión. La opción de escuchar el síntoma puede conectar con el proceso de creación de formas de vida y de su politización.

En este contexto el golpe oligárquico y racista en Bolivia es particularmente grave, porque retrotrae la lucha política a los tiempos en la que los gobiernos constitucionales eran derrocados por golpes militares abiertamente represivos y “pro-occidentales”. Insisto en la importancia de contar con un lenguaje propio para caracterizar estos procesos: nuestras críticas a los gobiernos llamados progresistas no tienen punto de contacto con las razones que mueven a los golpistas. Los golpes reaccionarios deben ser repudiados y resistidos por todos los medios posibles, porque no se hacen sólo contra dirigentes, sino sobre todo contra pueblos en lucha.

Lo plebeyo: figura de lo ingobernable

Escuchar el síntoma, los malestares que recorren lo social, en lugar de gestionarlos o reprimirlos. De ahí puede surgir, si entiendo bien, una fuerza rebelde que llamas plebeya. ¿Qué es lo plebeyo?

Parece ser que en la antigüedad se llamaba plebeyos a los hijos naturales de la tierra, es decir, aquellos que carecían de apellido o de títulos públicos: esclavos libertos, migrantes. Luego, en la época de las revoluciones, el significado de “plebeyo” parece oscilar entre el proletario y el villano. Finalmente, en la historia argentina y sudamericana reciente, lo plebeyo aparece reiteradamente ligado a una gestualidad irreverente e igualitarista, incapturable por la política convencional.

Lo plebeyo no ha dejado de irrumpir bajo formas semi-insurreccionales o animando luchas colectivas, más bien como reverso de la política populista, pero también de la neoliberal. Quizás se pueda decir que lo plebeyo es aquello que en nuestras sociedades insiste como desacato, sea por sustracción o desborde, de los modos burgueses de reglar los modos de vida.

No me propuse estudiar lo plebeyo como objeto de una sociología o una política, sino a la inversa: partir de esa gestualidad incapturable como un punto de vista que permite enlazar la secuencia crítica que va de la escucha del síntoma a la creación de forma de vida atravesando micro o macro politizaciones. Más que describir lo plebeyo, me interesa lo plebeyo como perspectiva desde la cual describir la escritura de un orden. Partir del punto de vista de la crisis para leer desde ahí lo que se supone normal.

Rescatas a Maquiavelo cuando afirma que toda sociedad está dividida entre los Grandes (que gobiernan y explotan) y la plebe (que rechaza ser gobernada y explotada). Pero esa división Grandes-plebe, ¿no nos pasa hoy por el medio en el neoliberalismo? No habría exactamente entonces dos bandos, sino que la “línea del frente” nos atravesaría a cada uno.

Los últimos años no pude resistir la atracción por Maquiavelo, a partir de la tradición republicana (Spinoza) y sobre todo de la izquierdista, iniciada por Antonio Gramsci. Claude Lefort sostiene que en Maquiavelo la política es la división entre quienes desean dominar y quienes no quieren ser dominados. Esa lectura funciona muy bien con toda esta referencia sobre lo plebeyo.

Lo que me tienta es usar a Maquiavelo para leer el comportamiento de una línea divisoria que se ha vuelto tan ambigua e imprevisible. Un poco lo que escribía Paolo Virno acerca de la “ambivalencia de la multitud”, o la risa del Joker que propone el cine norteamericano actual. Esa risa que es a la vez dolor y alegría, y que es inseparable de una cierta imposibilidad de discernir lo que es real y lo que es mental. Toda esta ambivalencia pasional hace difícil distinguir de modo pleno fenómenos de sumisión y de rebelión, o anticipar estallidos. En sus clases de los años 80, Gilles Deleuze buscaba lo revolucionario en lo que llamaba “líneas de indiscernibilidad”, en la proliferación de flujos “indecidibles”.

Si es posible convocar de nuevo aquí a Maquiavelo es porque el Príncipe es ante todo un lector sintomático, un lector de síntomas. En la tradición de Freud y Marx, el síntoma anuncia una nueva manera de leer y de pensar. En la que la anomalía no debe ser apaciguada, sino desplegada. El “nuevo príncipe” -que con Gramsci deviene una figura colectiva y hoy agregaríamos, sin exclusión de género- es ante todo un lector interesado por captar el potencial cognitivo de las desobediencias (los síntomas), porque ese potencial es la materia sobre la que inventar nueva forma política.

Politizaciones impuras

En Maquiavelo, el “tumulto” es el motor de mayor vitalidad política y justicia social siempre y cuando el conflicto se inspire en el “deseo de no ser gobernados” del pueblo-plebe. Pero en la realidad que se nos muestra a los ojos las cosas a veces no están tan claras. La división social ya no se deja leer simplemente en el eje izquierda/derecha. Pienso en el 15M, en los chalecos amarillos franceses, en el movimiento brasileño de Junio de 2013, en el conflicto independentista en Catalunya… ¿Podríamos hablar de politizaciones impuras, de lo plebeyo oscuro? ¿Cómo situarse ante ello?

Quizás la lectura política sea difícil siempre, dado que el texto a leer está escrito en tinta limón. Es un texto atravesado por los enunciados “indecidibles” de los que hablaba Deleuze. ¿Qué política se hace posible en base a lo que en nosotros no quiere obedecer? Formular esta pregunta abre a una fenomenología compleja: síntoma-plebeyismo-creación de formas de vida-politizaciones. El príncipe colectivo debe aprender a leer en esa indiscernibilidad de que hablábamos. Debe extraer de esa lectura un sentido para lo anómalo. Debe extraer de allí las líneas que permitan recorrer una transformación histórica. Es su tarea: crear nueva institución.

¿Resulta útil la distinción izquierda/derecha en esta tarea? Creo que sí, a condición de ligar la izquierda con un cierto sentido del conflicto. Si retomamos la idea de Maquiavelo según la cual Roma tuvo las mejores leyes gracias a la condición tumultuosa de su pueblo, quizás podamos derivar de ahí una cierta idea de izquierda: aquella que liga la creación de forma de vida con la lucha popular y deduce de allí la mejora, el cambio de naturaleza histórica, de las leyes y las instituciones. Lo que en términos contemporáneos significa afirmar al mismo tiempo el carácter común de la propiedad y del carácter colectivo de las decisiones. En un sentido opuesto, puede observarse la conformación de “derechas tumultuosas”, como es el caso reciente del macrismo en la Argentina. La derecha también gana elecciones y se moviliza, incluso puede tomar las calles. Pero esta conflictividad reaccionaria apunta a separar y a privatizar el problema de la propiedad y del de la decisión, a reestablecer jerarquías raciales, de género y de clase. Esto es más extremo aún en Brasil o en Bolivia.

Los tumultos que producen nueva imaginación política parten de y reivindican la experiencia y el deseo de lo común, no de la reivindicación de la propiedad privada.

El Estado y la plebe

Entre los Grandes y la plebe hay una tercera figura: el Estado. ¿Qué partido va a tomar el Estado, a favor de los Grandes o del pueblo? ¿Puede el Estado establecer con el pueblo-plebe una cierta alianza? ¿Puede el Estado apoyarse en la plebe y amortiguar el poder de los Grandes? Tu posición no es “purista”, no buscas un “afuera revolucionario”, como podría ser el caso del Comité Invisible. Te preguntas por la posibilidad de esa alianza precaria Estado-plebe. Pero al mismo tiempo haces un balance muy crítico de la última experiencia kirchnerista que algunos leen precisamente como un tipo de articulación así.

Tengo la impresión de que la lengua del Estado obstaculiza la de la emancipación, sin que eso implique caer en una posición de indiferencia entre gobiernos progresistas y reaccionarios. No es fácil organizar esta discusión. Es indispensable hacer una crítica desde abajo sobre lo que fueron las experiencias de los gobiernos llamados progresistas de la región latinoamericana, que descansaron sobre un modo de acumulación de capital que no se atrevieron a cuestionar. Y al mismo tiempo esa crítica exige elaborar un discurso antagónico respecto del que utiliza la derecha reaccionaria. Ellos hablan de “corrupción”, mientras que me parece mucho más útil hablar de precariedad. Y de acumulación por desposesión.

Dicho esto, no disponemos de un “afuera” preexistente respecto de la dominación neoliberal. Sería mucho más fácil contar con un lugar incontaminado desde el cual defender una alternativa. Sí existen, en cambio, modos de estar “dentro y contra”. Modos que quizás apuntan a un “más allá”. Para pensar esta dinámica me es útil la reflexión de Deleuze y Guattari según la cual el capitalismo actúa según una lógica axiomática, resolviendo sus crisis en el espacio del mercado mundial y efectuando luego modelos de acumulación en el plano de la política nacional o regional. Esos modelos varían y funcionan de acuerdo a una oscilación entre dos polos: uno propiamente neoliberal, tiende a privilegiar el mercado exterior, y otro de tipo socialdemócrata (o populista) prioriza el mercado interno y las demandas sociales. La lógica axiomática impone a los estados una actividad de adjunción/sustracción de regulaciones según los requerimientos de la acumulación. Lo vemos en la Argentina de hoy, por ejemplo, donde la exigencia del pago de la deuda se traduce en una intensificación de las economías neoextractivas. Me parece imposible que la política pueda proyectar momentos democráticos efectivos sin apuntar a destruir este juego de oscilaciones.

¿Cómo romper esta circularidad? Esta pregunta lleva a indagar en el reverso de la política. En todas aquellas existencias que no se deducen automáticamente de la axiomática, sino que fugan de ese esquema de oscilaciones entre ambos polos. Entonces, si me interesa la posición que llamas “purista” (nombras al Comité Invisible) es porque es la única que aparece con nitidez discursiva por fuera de esta dinámica de control. Solo que hay que huir de todo lo puro porque, como decía Nietzsche, solo expresa valores sacerdotales. Los purismos esconden las propias dificultades para producir realidad de un modo alternativo. Por eso prefiero el pragmatismo de las resistencias populares. La posibilidad de combinar momentos nuevos entre quienes luchan por evitar la oscilación hacia el polo neoliberal-totalitario del capital y quienes luchan contra la axiomática como tal. Se trata de un espacio complejo, lleno de contradicciones, pero en el que quizás se puedan producir nuevas zonas comunes de acción.

Me parece que este tipo de acciones comunes se imponen cuando se comprende la imposibilidad de sostener una distancia absoluta entre forma de vida y política, o entre micro y macro política. Y vuelvo a poner de ejemplo una situación argentina actual: la reciente derogación de la ley que favorecía la utilización de contaminantes de aguas para la actividad de la megaminería en la Provincia de Mendoza. Una formidable movilización popular hizo dar marcha atrás al parlamento entero. ¿Es exagerado ver en estos episodios una comunicación con la calle chilena?

Para volver a lo que decíamos de Maquiavelo, el Príncipe colectivo solo tiene chance si se aprende la diferencia radical entre gobernar y dominar. El gobierno sin dominio va en camino de crear formas de autogobierno. Pero si, por el contrario, las luchas democráticas se desligan del problema del poder, la formación de mayorías electorales permanece impotente ante los dispositivos duros de la dominación (financieros, represivos, mediáticos). Por lo que, para volver a hablar de democracia, es necesario que la constitución de mayorías electorales logre penetrar y alterar el funcionamiento de esos dispositivos dictatoriales.

No estoy seguro de que hayamos aprendido esto aún. En una reciente entrevista a Pablo Iglesias, que ingresa como vicepresidente en el nuevo gobierno de coalición de izquierdas en España, observo poca innovación a la hora de pensar la relación entre gobierno y movimientos: el gobierno cristaliza demandas, pero no abre o reparte el poder; los movimientos funcionan como legitimación democrática, pero no como fuerza de transformación. En el libro hablas de “ampliar la decisión política a nuevos actores”. ¿Qué significaría esto? 

En su libro El huracán rojo, el profesor Alejandro Horowicz reconstruye cómo la teoría y la práctica del doble poder permitió conectar, tanto en Francia como en Rusia, democracia y revolución. Esa conexión está determinada por sujetos colectivos en estado de experimentación de nuevos planos de igualdad. ¿Qué surgirá de lo que ocurre estos días en Chile en torno a la demanda de asamblea constituyente? Si algo hemos aprendido es que existe una correlación directa entre modo de acumulación por desposesión y restricción de los espacios de decisión política. Un gobierno que se quiere progresista o popular, pienso, debe honrar el compromiso de abrir espacios de transformación estratégica con todos aquellos que resisten al modo de acumulación (mega-minería, monocultivo, destrucción del medio ambiente, explotación vía endeudamiento, precarización de las condiciones de vida). Ampliar el sistema de toma de decisiones hasta abarcar actores sociales en disputa con el modo de acumulación es el único camino que imagino para modificar, en un proceso real, la realidad neoliberal en que vivimos. Es el sentido último de la idea de “ofensiva sensible”: aprender de los movimientos sociales que, como las Madres de Plaza de mayo, los piqueteros de 2001 o los feminismos populares han contribuido a resensibilizar el campo social.

Fuente e imagen: http://lobosuelto.com/neoliberalismoysensibilidad-savatersztulwark/

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Educar para erradicar todo antisemitismo

Por: José Juan García

¿Existe aún el antisemitismo? ¿Aún existen prejuicios que pueden dañar la identidad de todo un pueblo? Uno quisiera responder de inmediato que no, que es un triste prejuicio superado. Y la fe cristiana, la misma comunidad judía y la escuela han tenido su parte en esa nivelación superior. Pero llega en estos días a mis manos un Informe de Euromedia Research por parte del «Osservatorio Solomon», que nos dice que el 1,3% de los italianos cree que la Shoah es sólo una leyenda. El 10,5% piensa que durante los duros años de la Shoah no han muerto 6 millones de judíos y el 46,9% afirma que los judíos se autocomprenden como seres superiores a los otros. Recientemente, el vicepresidente de EEUU, en la reunión de enero de 2020 en Jerusalén, acusó a Irak de ser el único país en no aceptar la existencia del Holocausto. En Austria y Alemania, se tuvo que adoptar la medida de sancionar penalmente cualquier forma explícita de negacionismo. De hecho, un docente de la Universidad de Pisa, hacen dos meses, fue echado del claustro por argumentar en favor del negacionismo absurdo. Negar el holocausto es dar pie a otras posibles tragedias.

A esto se le ha de sumar episodios como desmanes en tumbas de cementerios hebreos, descuidos aislados en la educación escolar, graffitis difamatorios, etc, que no faltan en diversos lugares del mundo. En Argentina no hay un antisemitismo explícito. Lo que aparece es falta de buena educación sobre el tema.

Ante los datos mencionados, se vuelve más evidente que hemos minusvalorado cierto movimiento ascendente de antisemitismo mundial. Urge estimular iniciativas de todo tipo, siempre pacíficas, para frenar ese movimiento antihumano. El Holocausto fue una tragedia provocada por una ideología de matriz neopagana, contraria a la identidad judía. Ha de quedar claro. Fue creciendo con los años y culminó en los horrendos campos de exterminio. Auschwitz fue el anti-Sinaí, el lugar de la revelación del horror humano, la barbarie sin freno ni tapujos. Allí murieron en cámaras de gas 6 millones de personas, exterminadas porque eran judías. También cayeron en la tragedia algunos grupos humanos en menor número: gitanos, homosexuales, hombres y mujeres de la resistencia. Fue ejemplar el martirio del padre franciscano polaco Maximiliano María Kolbe, el 14 de agosto de 1941, quien voluntariamente se ofreció ocupar el lugar de uno de los presos en Auschwitz y fue asesinado. Juan Pablo II lo elevó justamente a los altares, años más tarde.

Sólo partiendo de la educación y la cultura, se pueden cambiar definitivamente las cosas. Elie Weisel, escritor sobreviviente de los campos de muerte y luego premio Nobel de Literatura, afirmaba: «la neutralidad favorece siempre al opresor, no a la víctima; el silencio pone coraje siempre al torturador, nunca al torturado».

Nosotros hemos de alimentar una lectura crítica de la historia a través de una Escuela participativa e inclusiva, portadora de un mensaje cotidiano de respeto y escucha del otro.

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Conmemoración del cierre del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, con la presencia de más de 200 sobrevivientes radicados en distintos países.

 Fuente e Imagen: https://www.diariodecuyo.com.ar/columnasdeopinion/Educar-para-erradicar-todo-antisemitismo-20200127-0079.html

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Movimiento Las Sardinas se manifiesta en Roma, capital italiana

Europa/Italia/15-12-2019/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

Organizaciones políticas, sindicales y sociales se dieron cita en la Plaza, en la primera manifestación del grupo en un espacio abierto de esta dimensión.

Una multitudinaria manifestación integrada principalmente por jóvenes seguidores del recién creado movimiento progresista “Las Sardinas” tuvo lugar este sábado en la céntrica Piazza San Giovanni, en Roma (capital de Italia), sitio tradicionalmente utilizado para manifestaciones políticas.

«Llegó el momento en que la gente ya no puede permanecer pasivamente en casa, es hora de tomar una posición», declaró uno de los fundadores del movimiento, Mattia Santori, a la televisión local, en referencia a la oposición del grupo cívico al ministro del Interior italiano, el líder de ultraderecha Matteo Salvini, y otros líderes populistas del país.

Personas provenientes de diferentes partes del país europeo invadieron la emblemática explanada donde la movilización comenzó con los primeros participantes entonando el himno nacional y Bella Ciao, canción popular italiana símbolo de la resistencia antifascista y de la izquierda.

Exponentes de organizaciones políticas, sindicales y sociales se dieron cita en la Plaza sin portar banderas ni consignas partidistas, en la primera manifestación del grupo en un espacio abierto de estas dimensiones. “Las Sardinas” no guarda vínculos formales con partidos políticos y los organizadores mantienen que no quieren convertirlo en uno.  

Boloña (norte), fue la ciudad testigo del origen del movimiento el 14 de noviembre pasado, cuando miles de personas abarrotaron «como sardinas enlatadas» una plaza de la ciudad para denunciar al partido de Salvini, La Liga y su retórica antiinmigración que han calificado de degradante.

Con los lemas “Boloña no se Liga” y “Boloña no muerde la carnada” -de la propaganda- el objetivo era frenar el avance de la derecha y en especial de Salvini, en la campaña con vistas a las elecciones regionales de enero próximo en Emilia Romaña, bastión histórico de la izquierda.

A pesar de la creciente popularidad del grupo, La Liga continúa encabezando las encuestas de opinión nacional y podría obtener una victoria histórica en los comicios.

Durante este mes “La Sardinas” han protestado en ciudades italianas como Módena, Reggio Emilia, Rímini, Génova, Florencia, Milán, Nápoles, Ferrara y Turín con mensajes y representaciones de orientación democrática y antifascista.

Para este sábado, los organizadores anunciaron un Día Mundial de sardina, con acciones en 33 plazas en todo el mundo, mediante su página en la red social Facebook.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/movimiento-sardinas-manifiestacion-roma-italia-20191214-0017.html

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Movimientos sociales en Bolivia, ¿del poder a la resistencia?

Por: Ollantay Itzamná. 

En la coyuntura boliviana actual, constatamos que el 10 de noviembre último se consumó un Golpe de Estado cívico-cristiano-militar promovido por el gobierno de los EEUU.

De lo contrario, ¿cómo se le llama a la ruptura del orden constitucional mediante la insubordinación cívico-militar que obligó al gobernante democráticamente elegido a exiliarse en México? ¿Cómo se denomina la autoproclamación inconstitucional y el ejercicio de poder de facto como Presidenta de Jeanine Añez quien jamás fue electa para dicho cargo?

El Golpe de Estado consumado, instauró un régimen violento que en cuestión de una semana masacró más de 30 indígenas que protestaban contra el Golpe, centenares de heridos de bala, y una persecución jurídico-militar contra todo lo que respire a dirigente social. Cerró, ocupó y/o expulsó a todos los medios de comunicación que mostraban las acciones populares de resistencia al Golpe. Así, se instauró la Dictadura cívico-militar en Bolivia.

Una vez “sofocada” la resistencia popular en las calles, el gobierno de facto de Jeanine Añez obligó al Órgano Legislativo del Estado Plurinacional (con mayoría parlamentaria del MAS) a anular las recientes elecciones generales (del 20 de octubre pasado), le exigió sancionar la Ley de convocatoria a nuevas elecciones (sin Evo Morales, ni Álvaro García, como candidatos), y les mandó a agilizar la selección de nuevos vocales de los tribunales electorales para que organicen las próximas elecciones generales en Bolivia.

Simultánea a esta acción, el gobierno de facto, con el Decreto (Nº 4078) de masacre indígena en mano, sentó a la mayoría de los dirigentes de los movimientos indígenas, campesinos y obreros del país “al diálogo”, y les obligó a levantar los bloqueos de caminos. ¿Cuánto costó esta subordinación dirigencial al gobierno de facto? La historia lo dirá.

En cuestión de horas destituyó a los funcionarios públicos y administrativos principales de las empresas públicas, y colocó en dichos puestos a los familiares y amigos de los actores principales del Golpe de Estado, provenientes de las empresas privadas. Y éstos, ya comenzaron a difundir el conocido discurso neoliberal: “empresas públicas son ineficientes, están sobre endeudados, debemos privatizarlas…”.

Antes que Evo Morales aterrizase en México como exiliado político, el conocido asesor de lo que fue la Embajada de los EEUU en Bolivia ingresó al Palacio de Gobierno de Bolivia como asesor principal de la autoproclamada Añez, y ésta restauró las relaciones diplomáticas con los EEUU e Israel. ¿Dónde están los movimientos sociales que una década atrás sacaron de Bolivia a la Embajada gringa?

¿Y los potentes movimientos sociales que llevaron a Evo Morales al poder?

Por casi 14 años se sostuvo que el gobierno de Bolivia era un gobierno de los movimientos sociales. Morales, políticamente fue producto de los movimientos sociales que a su vez contaban con su propio instrumento político: MAS-IPSP.

Los movimientos indígenas y campesinos, en alianza con otros movimientos, no sólo llevaron al poder (y lo mantuvieron) al primer Presidente indígena en la América Latina criolla, sino también emprendieron las “nacionalizaciones” de los bienes naturales privatizados, impulsaron y concretaron la redacción y aprobación de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional.

¿Qué pasó con esa apoteósica potencia plebeya que expulsó incluso a la Embajada norteamericana y a la DEA de Bolivia? ¿Acaso sus dirigentes como Morales no eran funcionarios del Estado?

¿Acaso 14 años en el poder no les permitió recursos simbólicos y materiales (económicos) suficientes para organizar-formar-comunicar-movilizar a toda Bolivia? ¿Por qué Evo Morales y García Linera (ideólogo del proceso de cambio boliviano) tuvieron que refugiarse en la Provincia del Chapare, Cochabamba, más solitarios que hace 14 años atrás?….

A simple vista, al parecer, a los potentes movimientos sociales de Bolivia (CSUTCB, Bartolinas, CONAMAQ, CIDOB, Interculturales, COB) casi 14 años en el ejercicio del poder los desgastó como sujetos sociopolíticos.

Los cuadros dirigenciales de los movimientos sociales políticamente fueron subsumidos por el “instrumento político” MAS-IPSP. Y, éste, a su vez, se convirtió en un aparato electorero, y “bolsa de trabajo” en tiempos no electorales. El brazo político absorbió casi por completo al cuerpo social (movimientos sociales), al límite de inmovilizarlo.

¿Por qué la “soledad” de Evo Morales en el momento del Golpe de Estado?

Cuando ocurre el Golpe de Estado, ya no mandaban los movimientos sociales sobre el instrumento político. Mandaba el MAS. Y el MAS, como organización política, en el momento del Golpe, estaba casi completamente desmoralizado/desgastado por las denuncias del supuesto fraude. En muchos departamentos, las estructuras de los movimientos sociales se encontraban disgustadas con la dirigencia del MAS por las designaciones verticales de candidatos.

A esto se suma el creciente “cerco comunicacional” que padecía Evo Morales con relación a la coyuntura convulsiva/golpista del país. Sus allegados/asesores, no sólo impedían que actores de los movimientos sociales se aproximasen a Él, sino que le “dibujaban” una realidad ficticia sobre la realidad Boliviana, haciéndole creer que “Evo Morales era inamovible de la presidencia de Bolivia”.

Este fue el campo social fértil que aprovecharon los golpistas para derrotar psicológicamente al gobierno de Morales en las calles, en las entidades públicas, en la Policía Nacional, y finalmente en las Fuerzas Armadas.

Por eso, cuando Morales hace su última conferencia de prensa como Presidente, prácticamente se encontraba sólo, junto a su Vicepresidente. Únicamente acompañado por algunos actores de los movimientos sociales. Los funcionarios públicos (clase medieros) que le habían jurado lealtad ya habían desparecido antes “antes que la Biblia llegase al Palacio”.

¿Y los potentes medios estatales de comunicación y empresas públicas?

Si bien antes y durante el Golpe de Estado los golpistas, mediante las redes sociales y medios privados, instalaron en el imaginario colectivo boliviano el correlato de “Evo Morales es dictador, es el enemigo de la paz social”. Una vez ya en el poder, ocuparon los potentes medios de comunicación estatal construidos en 14 años por Morales (Canal de Tv estatal, Red de Radios Patria Nueva, periódico Cambio), y desde allí, junto a los medios corporativos privados “bien pagados con los ahorros públicos”, convencen a la audiencia boliviana que: “Morales es narcoterrorista”, “el MAS y las protestas sociales son criminales”.

De este modo, Morales no sólo dejó potentes medios de comunicación estatal para que desde allí, ahora, los golpistas hagan escarnio de Él y de los movimientos sociales, sino también dejó suficiente dinero público ahorrado para financiar dicha campaña. Además, decenas de empresas públicas económicamente solventes, creados por Morales, son repartidas como botín a los “familiares/amigos” de los principales golpistas.

De este modo, los pujantes movimientos sociales indígenas, campesinas y obreros que apenas hace una década atrás hicieron retroceder al sistema neoliberal y pusieron a uno de sus dirigentes como el primer Presidente Indígena en América Latina bajo el lema: “de la resistencia al poder”. Ahora, con la extirpación violenta que el gobierno usurpador hace de todo cuanto respire a movimiento social emancipatorio, éstos, al parecer, se retiran hacia sus territorios bajo la consigna de: “Del poder a la resistencia comunitaria. Volveremos y seremos millones”.

Fuente del artículo: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=263030

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Libro: ¿Cómo se sostiene la vida en América Latina?

Por: opsur.org.ar.

 

¿Cómo se sostiene la vida en América Latina? Feminismos y re-existencias en tiempos de oscuridad procura dar cuenta de los tiempos actuales, caracterizados por la intensificación del extractivismo y la devastación ambiental, la repatriarcalización multiforme de lo social,  el auge de nuevas derechas en lo electoral y de nuevos conservadurismos en las relaciones cotidianas. Estos tiempos se hacen eco de procesos similares en otras partes del planeta, lo que agrega urgencia al desafío transformador.

Este movimiento de derecha es contrapendular a lo que el mundo llamó la ‘marea rosa’ latinoamericana, que revivió incluso el imaginario socialista por más de una década. Múltiples procesos y luchas, con un protagonismo sobresaliente de mujeres, están incorporando a su bagaje político-epistémico los aprendizajes de esta última fase para defender la vida misma contra estas amenazas. Estos procesos, de construcción tanto como de resistencia, se inscriben en un tiempo largo, más allá de lo coyuntural. Parten de la existencia de muchos mundos, de muchas formas de conocer y habitar este pluriverso inmerso en una crisis de dimensión civilizatoria. Abya Yala siempre fue un territorio donde se manifestó esta diversidad. De ella nació la fuerza social que alimentó la hegemonía progresista, y de ella y de sus prácticas pueden nacer, en un terreno reconfigurado, las respuestas a los desafíos del presente.

INDICE

A modo de introducción
| Karin Gabbert y Miriam Lang

PRIMERA PARTE |
FEMINISMOS, CAPITALISMO Y NUEVAS DERECHAS

¡Ningún patriarcón hará la revolución!
Reflexiones sobre las relacionesentre capitalismo y patriarcado
| Rita Segato

La ‘ideología de género’ y sus destrezas
El reaccionarismo religioso frente a los feminismos en movimiento
| Cristina Vega

Nuestros cuerpos, nuestros territorios
Luchas de mujeres, feminismos emergentes y defensa de los territorios en Bolivia
| Carmen Aliaga Monrroy

Perspectivas para una políticade clase feminista
Aportes al debate sobre nuevas derechas e ideología de género desde Alemania
| Barbara Fried

SEGUNDA PARTE |
VIEJAS Y NUEVAS ÉLITES
LA EXACERBACIÓN DEL DESPOJO

La sostenibilidad de la vida puesta en jaque por el gran capital
Estrategias de la industria de combustibles fósiles y capitales asociados para manipular las políticas ambientales y la opinión pública
| Edgardo Lander

En las fronteras del cambio de época
Escenarios de una nueva fase del extractivismo en América Latina
| Maristella Svampa y Emiliano Teran Mantovani

Desafiando la locomotora del despojo
Extractivismos y resistencias en Colombia
| Alejandro Mantilla Quijano

Desfiguración territorial, desarraigo y descomunalización
La agudización del extractivismo en Bolivia
| Marxa Chávez León

Oligarquías renovadas
Los grupos de poder en el Ecuador y su accionar político ante los gobiernos progresistas, en el marco del capitalismo transnacional
| Anahí Macaroff

TERCERA PARTE |
APRENDIZAJES Y CAMINOS PARA SOSTENER LA VIDA

La izquierda no sabe quién es
¿Cómo dejar de solo reaccionar, sometiéndose al ritmo impuesto por la extrema derecha en el poder, y empezar a moverse con consistencia, estrategia y propósito?
| Eliane Brum

Trascender la modernidad capitalista para re-existir
Reflexiones sobre derechos, democracia y bienestar en el contexto de las nuevas derechas
| Miriam Lang, Horacio Machado Aráoz y Mario Rodríguez Ibáñez

Producir lo común para sostener la vida
Notas para entender el desplieguede un horizonte comunitario-popular que impugna, subvierte y desborda el capitalismo depredador
| Raquel Gutiérrez Aguilar y Claudia López Pardo

 

Fuente del documento: http://www.opsur.org.ar/blog/2019/07/30/como-se-sostiene-la-vida-en-america-latina/

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Lula: La cultura es liberación, educación y conocimiento

Por: telesurtv.net.

 

“El festival trae la música como una forma de resistencia y politización en la lucha por la libertad del expresidente. Estas son canciones de protesta para denunciar que tuvimos un preso político en Brasil por más de 550 días”, destacó el comité organizador del Festival.

El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, asistió este domingo, junto a más de 40 cantantes, al festival “Lula Libre”, que se desarrolló en la ciudad de Recife, en el estado de Pernambuco, al nordeste del país.

“Hoy soy un hombre mejor que el que entró en la cárcel. Soy un hombre más maduro. Hoy sé que nada destruye a quienes tienen la capacidad de amar en este país”, expresó el exmandatario ante los miles de espectadores.

“El festival trae la música como una forma de resistencia y politización en la lucha por la libertad del expresidente. Estas son canciones de protesta para denunciar que tuvimos un preso político en Brasil por más de 550 días”, destacó el comité organizador del Festival.

Lula señaló que la cultura es liberación, educación y conocimiento, al tiempo que agradeció al exministro de Educación, Fernando Haddad, por “la dignidad que tuvo para representar al pueblo brasileño”.

“Hermosa fiesta por la justicia por Lula Libre en Recife”, escribió el Instituto Lula en su cuenta en Twitter y añadió que la personas en Pernambuco recibieron al líder del Partido de los Trabajadores (PT) con los brazos abiertos.

El exmandatario convocó a sus seguidores el sábado último a participar en el evento, el cual “es un símbolo de la lucha por la justicia para Lula”.

Fuente de la entrevista: https://www.telesurtv.net/news/brasil-lula-cultura-liberacion-educacion-conocimiento-20191117-0023.html

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Resistencia, no muros

Por: Maren Mantovani.

 

Este 9 de noviembre se cumplen treinta años de la caída del Muro de Berlín y de la proclamación de la superioridad de Occidente y de su modelo de libre mercado con el que iban a caer todos los muros. Tres décadas después se han construido más de 70 muros en todo el mundo. Visto desde el punto de vista de la Campaña Palestina contra el Muro, parece que el mundo está atravesando un proceso de ‘israelización’.

De hecho, hasta 2002, fecha en que Israel comenzó a construir su muro de apartheid en la Cisjordania ocupada, los muros eran un tabú político. Incluso el muro que encarcela a toda la población palestina de Gaza desde 1995 se mantuvo en silencio. La indignación que provocó la construcción por parte de Israel de un muro de ocho metros de altura en Cisjordania fue enorme al principio, en parte porque, al contrario de la mayoría de los otros muros, este se construye en territorio ocupado. Pero a pesar de que la Corte Internacional de Justicia en 2004 declaró ilegal este muro así como cualquier apoyo internacional al mismo, la decisión se quedó en los cajones de la diplomacia d e la ONU mientras que los muros se normalizaron y globalizaron.

La propia Europa ya ha construido más de mil kilómetros de vallas, seis veces más que la extensión del Muro de Berlín. El presidente de Estados Unidos Donald Trump arrancó el año con el cierre de gobierno más prolongado de la historia del país y un Congreso enfrentado entre quienes querían financiar su “gran, grueso y hermoso” muro y quienes apoyaban la versión de un “muro tecnológico”, como proponía la dirigente demócrata Nancy Pelosi. India, Turquía, Arabia Saudí, Túnez, Marruecos, Argentina y muchos otros países están construyendo muros de los que se oye hablar mucho menos.

Para entender este proceso de globalización de los muros Stop the Wall ha publicado «Resistencias, no muros: una antología para un mundo sin muros«, una recopilación de ensayos y entrevistas que presenta tanto un análisis profundo y una investigación sobre los muros como experiencias de las luchas contra ellos. Esta antología saca a la luz las conexiones entre los muros de todo el mundo y en su último capítulo recoge diversas iniciativas llevadas a cabo como parte de la convocatoria de un Mundo sin Muros hecha por los movimientos palestinos y mexicanos en 2017 y respaldada por más de 400 movimientos y redes en todo el mundo.

El llamamiento inicial, que ha instituido el 9 de noviembre como Día Global de InterAcción por un Mundo sin Muros, declara:

Desde el Muro del apartheid de Israel en tierras palestinas hasta el muro de la vergüenza de Estados Unidos en tierras indígenas en la frontera con México los muros son monumentos de expulsión, exclusión, opresión, discriminación y explotación. […] Los muros no sólo se han levantado para fortificar las fronteras bajo control estatal sino para demarcar la frontera entre los ricos, los poderosos, los socialmente aceptables y los ‘otros’.

Con ocasión del III Día Global intelectuales, periodistas de investigación y activistas del movimiento popular de Palestina, Israel, México, Estados Unidos, Grecia, Italia, el Estado Español, el País Vasco, Marruecos, el Sáhara Occidental, Brasil, Argentina, India y Cachemira comparten en esta antología sus puntos de vista y visiones.

La globalización de los muros es consecuencia de la actual crisis económica, civilizacional y ambiental global que revela la incapacidad de la élite gobernante para dar respuestas efectivas a las necesidades de las personas. Incapaces de prometer de manera creíble el bienestar, adoptan lo que Charles Derber y Yale R. Magrass llaman el «relato de la seguridad». Este relato infunde miedo en nuestras sociedades al inventar amenazas falsas y empeorar las amenazas reales, además de justificar la autoridad de la élite gobernante como la única fuerza que puede garantizar al menos la seguridad y la supervivencia. El resultado inevitable es la aparición de fuerzas racistas, supremacistas y excluyentes, desde Narendra Modi de India hasta Bolsonaro de Brasil, la extrema derecha europea y Donald Trump.

No es casual que estas fuerzas consideren a Israel su modelo y los distintos tipos de muros una herramienta de dominio sociopolítico y geopolítico. El apartheid y el proyecto colonial de Israel ofrecen paradigmas, métodos y tecnología probados sobre el terreno para implementar esas políticas racistas y supremacistas.

Sin embargo, los muros no son algo nuevo, sino una herramienta colonial antigua, que Israel adoptó para sus propósitos actuales. Khury Peterson-Smith, uno de los organizadores de la declaración Solidaridad Negra con Palestina de 2015, describe en su contribución cómo Estados Unidos es una «Nación de Muros» ya que históricamente ha usado muros para avanzar en su conquista colonial. El apoyo de Estados Unidos y la adopción de la versión israelí de los muros contemporáneos no son sino una consecuencia de esa trayectoria.

Juan Hernández Zubizarreta, miembro del movimiento vasco por los derechos de las personas migrantes Ongi Etorri Errefuxiatuak, define los muros como elementos de una dinámica en la que las prácticas fascistas y totalitarias avanzan hacia un nuevo modelo de neofascismo. Los considera parte de la guerra de las estructuras capitalistas, heteropatriarcales y coloniales contra pueblos de los que se libran mediante la expulsión, la explotación y la necropolítica.

Para Israel la globalización de los muros, el aumento de la extrema derecha y las políticas de expulsión y exclusión son una fuente inestimable de legitimación y, al mismo tiempo, abren mercados cada vez mayores. Un resumen del extenso estudio de Mark Akkerman sobre la industria del muro muestra un aumento global del 8% anual y un aumento europeo del 15% en el gasto de militarización fronteriza. Riya AlSanah y Hala Mashood muestran cómo las compañías militares y de seguridad nacional de Israel utilizan su ventaja comparativa sobre otras al vender su militarización fronteriza y tecnología de muro como «probadas sobre el terreno», no solo para la construcción del muro de Estados Unidos en la frontera con México.

En el marco del relato de la seguridad, la otra cara del paradigma de los muros es, según Jamal Juma’, la creación de una sociedad de vigilancia que crea un panóptico que despoja a las personas de todas las capas que podrían proteger sus derechos y su intimidad. Una vez más, la tecnología y la metodología israelíes son líderes en el mercado al utilizar Palestina como laboratorio al aire libre las 24 horas del día. Los recientes escándalos en AnyVision o el spyware de NSO Group son solo dos ejemplos.

El sistema de los muros es penetrante y no está solamente en las fronteras ni se expresa solamente en estructuras físicas. Los muros de nuestras mentes –o lo que Gilberto Conde denomina las cartografías imaginarias– son el resultado del poder simbólico de los muros y del poder normativo de su régimen asociado de leyes, políticas públicas, ideologías y otros muchos factores que impiden el acceso a la justicia.

Está claro que solo juntas podemos derribar estos muros.

La antología ofrece también espacio para reflexionar sobre las acciones iniciadas conjuntamente para derribar los muros: los Tribunales Populares, las Caravanas Populares, así como las iniciativas de boicot, desinversión y sanciones (BDS) para derrumbar la arquitectura de la impunidad que protege a las empresas que permiten, facilitan y se benefician de los muros de la injusticia.

Las y los activistas de base y movimientos al frente de la lucha reiteran en sus contribuciones su llamado a c ortar los vínculos de complicidad, de apoyo de Israel a la militarización y las políticas racistas en todo el mundo. Gizele Martins, del movimiento de favelas en Río de Janeiro, reflexiona sobre su experiencia en Palestina, donde ha visto utilizar las mismas tácticas que utiliza la policía militar de Río adiestrada por ISDS, una compañía de seguridad israelí. Subraya elocuentemente que es imprescindible que los movimientos se unan cuando «globalizan la forma en que nos matan».

En vez de ceder a la tentación de dejarse llevar por los cada vez más furibundos y brutales ataques, es hora de levantar la cabeza, mirar más allá de los muros, percibir otras luchas y conectarlas con la nuestra para ganar fuerza y confianza juntas. Esta mirada más allá de los muros nos permite vislumbrar en el horizonte un mundo de justicia, libertad e igualdad, nos da esperanza y nos marca el rumbo.

Fuente del artículo: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=262244

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