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La SEP Atrapada

Por: Eduardo Andere M.

La SEP está atrapada en su política educativa. La pedagogía está atrapada por la política. Todo es política, porque los políticos tienen una moral de grupo que no es la de los valores universales, pero, de vez en cuando, cuando al poder llegan personas cuyas ideologías coinciden con esos valores universales y los hallazgos de la ciencia, las cosas mejoran para todos.

Más grande que el rezago educativo de México es el rezago de su política educativa. La historia de la política educativa de México está llena de retórica, pero no de resultados; de acuerdos cupulares, pero no de acciones acertadas. La pandemia del COVID ha exhibido los enormes rezagos en política educativa, educación y aprendizaje. Estamos a un paso de una tragedia educativa, con mayores niveles de rezago, desigualdad y segregación.

 Y no hay solución óptima. Trabajar con lo que se tiene que es la televisión, la radio, libros de texto y fotocopias sin maestro es un tratamiento cuya medicina debilitará más al enfermo, pero con la falaz esperanza de que el enfermo se aliviará solito. 

Se suponía que el aprendizaje del siglo 21 tenía que ser interactivo, divertido, movido, motivado, creativo e inspirado. Con la televisión y la radio forzadas, los niños y jóvenes acabarán más aburridos que antes y, además, más desmotivados, desorientados y desinteresados en todo lo que tiene que ver con educación, aprendizaje, escuela, estudio y lectura. La solución solo funcionaría para los niños y las familias altamente motivados, pero lo más probable es que ellos encuentren la solución interactiva. 

Hay muchas preguntas en el aire, entre otras: ¿qué harán los maestros? ¿Cómo se evaluará a los estudiantes? ¿Cómo asegurar que efectivamente los estudiantes se sienten por horas frente a las pantallas y que los papás lo favorezcan? ¿Cómo atender a los niños cuyos papás tienen trabajar todo el día? ¿Cómo sabrán los maestros que las tareas, proyectos, trabajos, pruebas y evaluaciones las hicieron los niños y no otras personas en el hogar? 

Qué bueno que se pospuso la prueba PISA. Aún así, si se lleva a cabo en 2021, los resultados serán desalentadores, pero al menos tendremos un año para diluir la frustración con agua resignada.

 ¿Qué puede hacer la SEP? Bueno, no todo es su culpa sino del Estado y sus gobiernos, que no han tenido visión de largo plazo. Pero, tomando análogamente el consejo de Aristóteles, qué podemos hacer con las circunstancias reales, no ideales.

Antes la SEP tenía un enorme problema: ¿cómo resolver desde un solo escritorio el aprendizaje y la enseñanza de 40 millones de estudiantes? No es posible avanzar con un sistema tan centralizado para un país tan complejo y con enormes barreras estructurales. Ahora la SEP tiene otro problema: La pandemia en un sistema agotado y asfixiado.

No necesitamos una nueva escuela o un nuevo currículo. Necesitamos un nuevo sistema, descentralizado, y un nuevo modelo, donde la máxima autoridad pedagógica sea el maestro y no el escritorio de Vasconcelos. Entonces, el Estado, con el liderazgo del gobierno, podría hacer cuatro cosas: 1) descentralizar la política y práctica educativas para que las decisiones del día al día sean tomadas por las localidades; 2) invertir grandes sumas en la digitalización interactiva y confiable; 3) exigir a la planta docente una preparación para el siglo XXI: aprendizaje, interacción humana, crianza, enseñanza en la era del cambio y fusión de pedagogía y digitalización; 4) atomizar las relaciones laborales para acercarlas a la realidad de las localidades y las familias. Nunca los intereses políticos deben estar por encima de los intereses de los niños. 

Al final nos dirán, “no se puede”. ¿Por qué? “Por razones políticas”. Ahí está el detalle.


[1]Investigador visitante del Colegio de Boston; @EduardoAndere Autor de: “¡Aprender! Emociones, inteligencia y creatividad” y “The future of schools and teacher education: How far ahead is Finland”, ambos publicados en 2020.
Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-sep-atrapada/
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Aprende en casa II. ¿Un retroceso de 40 años en la educación?

Iván Enoc Martínez Absalón

Desde el pasado 3 de Agosto, cuando el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán refirió el tan esperado mensaje que daría certeza acerca del inicio del ciclo escolar 2020 – 2021, muchos fueron los sorprendidos con la estrategia «Aprende en casa II», y la modalidad a distancia para comenzar dicho ciclo escolar.

No se hicieron esperar algunos comentarios negativos acerca de la decisión desde la SEP, incluso medios de comunicación replicaron lo que algunos personajes del ámbito educativo afirmaron: «Se ha dado un retroceso de 40 años en educación». Dicho esto a partir del anuncio en el que, previo convenio con las televisoras se notificó que será este el medio en el que (nuevamente) se transmitirán las clases durante el tiempo en el que no sea posible la modalidad presencial. Esta situación aplica para los niveles de Educación Básica y Media Superior.

El punto central de las críticas ha sido que la televisión es un medio unidireccional, en el que se brinda el mensaje (información) y que los estudiantes son tratados como «receptores» de esta información; lo cual, ciertamente se «cree» que se ha dejado atrás en el ámbito educativo.

Desde una opinión personal, pues la intención es que los lectores se formulen la propia, me permito hacer un análisis de dos ejemplos de prácticas educativas que se presentan en la cotidianeidad, sin dejar de lado que la propuesta para esta modalidad es una cuestión atípica temporal, por las necesidades propias que se presentan ante una contingencia sanitaria.

El primer ejemplo, imaginemos un profesor que planificó su clase, para unos niños de primaria, donde el tema sería «las partes del cuento», y para iniciar su clase, el profesor se propuso mostrarles un video animado de «El ratón vaquero»; pues bien, el profesor se presenta al salón de clases, y al intentar conectar su computadora al proyector se da cuenta de que no hay electricidad; su laptop es apenas de 11 pulgadas y tiene más de 25 estudiantes, por lo que poner el video en la laptop no es una opción. Ante estas situaciones decide, en un intento por llevar a cabo su clase y no posponerla para el siguiente día, utilizar la grabadora de la escuela (recargable) y reproducir el cassette que tiene la canción de Cri-cri antes mencionada. ¿Estaríamos presenciando un retroceso en las clases de este profesor? ¿Realmente se presentó una didáctica superada hace 3 o 4 décadas?

El otro ejemplo propuesto, es de un profesor que, para tener un punto de comparación, desarrollaría el mismo tema (las partes del cuento), decide «innovar» y aprovechar que recientemente instalaron la energía eléctrica en la escuela, consigue un proyector y con su laptop tiene planeado presentarles unas diapositivas que elaboró en Prezi y a las que tiene acceso desde Internet, con «las partes del cuento», cuáles son y cuáles son sus características; los estudiantes observan las diapositivas, tal vez las apuntan en su cuaderno, y las repasan en casa. ¿Estamos hablando de educación del siglo XXI?, ¿Es esta la metodología que buscamos a través del uso de las TIC?

Como seguramente notaron, escuchar un audio en una grabadora, no necesariamente significa regresar a la práctica educativa «del pasado»; caso contrario, hacer uso de las TIC, como Internet, Software,  Laptop  y proyector, no asegura que se esté llevando a cabo una educación de actualidad.

Desde mi perspectiva, y he leído a muchos profesores que coinciden conmigo, las clases por TV utilizarán este medio como lo que es, un medio de comunicación. Falta en realidad, la puesta en práctica de la docencia, y que seguramente, de acuerdo al nivel educativo, al subsistema (llámese primaria general, rural, multigrado, unitaria, indígena, bilingüe, secundaria general, técnica, agropecuaria, telesecundaria, bachillerato general, digital, telebachillerato, tecnológico, y alguna que se me escape de momento), de acuerdo a la edad de los estudiantes, al contexto de la escuela, a los accesos a las TIC de cada familia, y a la comunicación con los padres, se llevará a cabo en cada localidad, municipio, región y entidad federativa será una experiencia única y distinta.

Falta aún, como menciona Moya (2013), nos corresponde al profesorado hacer lo posible para lograr pasar de las TIC a las TAC (Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento).

Referencia:

Moya López, M. (2013). De las TICs a las TACs: la importancia de crear contenidos educativos digitales. Didáctica, innovación y multimedia, (27), 0001-15.

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México: Pide SEP a escuelas privadas “conciliar” pagos con padres de familia

América del Norte/México/16-08-2020/Autor: José Antonio Román/Fuente: www.jornada.com.mx

La Secretaría de Educación Pública (SEP) exhortó a las escuelas privadas a “conciliar” con los padres de familia el pago de inscripciones y colegiaturas para el nuevo ciclo escolar, dada el impacto que ha tenido la pandemia de Covid-19 en materia económica.

En la conferencia vespertina en Palacio Nacional, el secretario Esteban Moctezuma aclaró que solo puede hacer una invitación a conciliar, dado que la dependencia no tiene ninguna atribución en el arreglo entre particulares y escuelas privadas, pues pertenecen a un ámbito mercantil.

Incluso, mencionó que cuando hay alguna controversia, más que acudir a la SEP se puede acudir a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). “Por eso el llamamiento es que las escuelas vean la situación de los padres de familia y estos vean las de la escuela, porque aun cuando las clases no serán presenciales se necesitan maestros y obvio, también pagarles”, dijo.

Informó también de la creación de grupos virtuales entre maestros y especialistas para diseñar las actividades y programas que se transmitirán en los canales de televisión, en el inicio del ciclo escolar 2020-2021, anunciado para el próximo 24 de agosto.

“Los maestros participan en la elaboración de 4 mil 550 guiones para los programas televisivos del próximo ciclo escolar”, dijo durante la conferencia diaria de la dependencia, en la que informa sobre el regreso a clases bajo el modelo de Aprende en Casa II.

Fuente e Imagen: https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/08/13/exhorta-sep-a-escuelas-particulares-a-201cconciliar201d-pagos-con-padres-6759.html

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México: Más jóvenes y niñez sin condiciones para estudiar

Emilia Macías/laizquierdadiario


En preescolar, primaria y secundaria, el abandono de los estudios alcanzó a 10% (2 millones 523 mil 330 alumnos), en la educación universitaria llegó a 8% (305 mil 89 universitarios), según datos de la SEP.


Durante la conferencia de prensa en el Palacio Nacional para resolver dudas sobre el ciclo 2020-2021, Luciano Concheiro -subsecretario de Educación Superior-, detalló que “cuando un estudiante no se ha reportado o ha incumplido sus tareas, se hace un seguimiento directo con el joven a fin de que se reincorpore a las actividades”. Por el lado de la educación superior, se tienen acuerdos con las universidades para que puedan recuperar e inscribir más materias.

Según la SEP y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), son 2.8 millones de estudiantes quienes dejan la escuela en estos 5 meses que lleva la pandemia en México.

Pero el abandono de estudios no comienza con la pandemia, desde antes, 4.1 millones de niños, niñas y adolescentes de preescolar, primaria, secundaria y bachillerato estaban fuera de la escuela, así como 61 de cada 100 jóvenes en la universidad.

700 mil jóvenes de bachillerato abandonan la escuela cada año, por problemas económicos, sociales o familiares. Son cantidades inconcebibles.

Ahora con la pandemia, los números van en aumento. El PNUD estimó que al menos un 15.5% de estudiantes de nivel medio superior, superior y posgrado no regresarán a clases para el ciclo 2020-2021, o sea 1 millón 431 mil 576 alumnos.

Pero las autoridades niegan que esto pasa, como Esteban Moctezuma (secretario de Educación Pública), quien afirmó que no habrá un abandono masivo de estudiantes “ninguna niña, niño adolescente o joven abandonará el Sistema Educativo Nacional sin que la autoridad haga lo posible por apoyarlos”.

Luciano Concheiro anunció que se ofrecerán 37 mil 977 lugares en 185 instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas, a fin de que los jóvenes no se queden sin un espacio en las universidades con el programa “Rechazo Cero”.

En el marco de la imposición de las clases en línea, los primeros en abandonar la escuela son los y las jóvenes más precarias, quienes no tienen las herramientas necesarias como una computadora o internet en casa, quienes se suman a las filas de pobreza que cada vez son más grandes. Con familias despedidas o salarios recortados, les es imposible seguir estudiando.

Probablemente, muchos de estos estudiantes, tendrán que trabajar para apoyar a la familia. Pero son empleos con un pésimo salario, sin seguro social ni derechos laborales, empleos como call centers, repartidores de apps, empacadores en los supermercados, etcétera.

Y para los y las niñas de preescolar y primaria que tienen una televisión en casa, los programas de Aprende en Casa vienen con sus graves consecuencias, como la falta de interacción entre profesores y alumnos, pero también entre colegas.

Fuente e imagen: http://www.laizquierdadiario.mx/Mas-jovenes-y-nines-sin-condiciones-para-estudiar

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“Desertores”, no; “Abandonadores”, tampoco

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

 

En un texto escrito por la Dra. Irma Fuenlabrada, del Departamento de Investigaciones Educativas (DIE-CINVESTAV), sobre pensamiento matemático infantil, dirigido a educadoras y educadores del nivel Preescolar (1) se leía el siguiente título: “¿Hasta el 100?… ¡No! ¿Y las cuentas?… ¡Tampoco! Entonces… ¿Qué?”. Precisamente en homenaje a ese creativo título, aparte de su magnífico contenido, en esta ocasión elegí el presente título para hacer una analogía y llamar por un momento la atención sobre un término que se utiliza indiscriminadamente en los medios educativos (y fuera de ellos: en medios de comunicación o en diversos espacios públicos). Me refiero al término “deserción” escolar, el cual está en desuso en los círculos de la investigación educativa, porque el término viene de la jerga militar o de los medios castrenses, y expresa un significado confuso en el campo educativo, pues hace referencia a la renuncia que realiza una persona, con deshonor, como un acto que generalmente se produce en las filas de un ejército.

A nuestros estudiantes, dado que no son soldados (aunque el líder sindical en turno dice que las y los maestros constituyen un “ejército intelectual” a favor del nuevo régimen), no les corresponde ese adjetivo: “desertores”. Lo cierto es que las y los estudiantes (me gusta decirles “estudiantes”, en vez de “alumn@s), se van de la escuela, pero no necesariamente porque así lo quieran, sino porque sucede un fenómeno social complejo que no podría ser simplificado como simple acto de “deserción”.

Cabe señalar que algunos autores –Manuel Gil cita a varios de ellos (2)-, han optado por -sustituir el término “deserción” escolar por “abandono” escolar, esto con la idea de salvar el exceso (de lenguaje militar) que se supuestamente se atribuiría a las “bajas” en una estadística del sector público; sin embargo, el problema de este último término (“abandono”) es que hace alusión a una responsabilidad asimétrica, es decir, a una de las partes se le adjudica moralmente la carga del “abandono” (“abandonan la escuela porque son flojos”, diría una versión extraviada). Implícitamente en el discurso de ciertas políticas públicas, supuestamente con base académica, las o los estudiantes son los responsables de “abandonar” a la institución llamada “escuela”. Al respecto, cabe preguntar ¿Quién abandona a quién? Los estudiantes a su querida institución, la escuela, o esta última es la que sistemáticamente “expulsa” a los y las niñas, niños y jóvenes, que son, junto con las y los docentes, los actores sustantivos de los procesos educativos.

Esto lo comento a propósito de varios datos que se revelaron recientemente y que, al mismo tiempo, generan nuevas preguntas. En una de las conferencias vespertinas, relacionadas con las medidas sanitarias y educativas en el contexto de la crisis causada por el Coronavirus, el subsecretario Concheiro, de Educación Superior, afirmó que aproximadamente el 10 por ciento de la matrícula de Educación Básica “abandona o abandonará a la escuela” luego de la actual crisis.

¿Cómo pueden las autoridades educativas saber o manejar esas cifras, si aún no inicia el ciclo escolar 2020-2021? Quizá cuenten con la estadística o los datos acerca del cierre del ciclo escolar 2019-2020, donde se calculaba que alrededor del 80 por ciento de los estudiantes de Educación Básica (Preescolar, Primaria y Secundaria, dato general), había participado en las actividades del plan emergente “Aprende en casa” (de marzo a julio de 2020). Es la única información vaga que se tiene, misma que de por sí es imprecisa.

Por consiguiente el 20 por ciento de los estudiantes de la educación básica en México no participó de las actividades realizadas en forma “irregular” debido al confinamiento y el distanciamiento social.

Cuando se toca el tema del “abandono” escolar como proceso social en un rango del 10 por ciento ¿De qué hablamos? Según el documento oficial de la SEP que consulté (3), y donde se abordan los datos o cifras principales del ciclo escolar 2018-2019, la matrícula de la Educación Básica sumaba un total de 22 millones 596 mil 818 estudiantes en el subsistema público, mientras que otros 2 millones 896 mil 884 estaban inscritos en el subsistema privado. Más de 25 millones de estudiantes de este nivel educativo en el país. Si el 10 por ciento no regresará a la escuela durante este ciclo escolar, estamos frente a una catástrofe social de dramáticas dimensiones. Más de 2 millones 500 mil estudiantes que no continuarán la Educación Básica. El equivalente a dos veces la cantidad de habitantes actuales de la ciudad de Querétaro y municipios vecinos.

En resumen: Antes se les llamaba «desertores» (deserción escolar), pero no son militares; hoy se les llama «abandonadores» (abandono escolar), pero no es un asunto personal. Con la aguda observación que hace Catalina Inclán @inclan66 se podría hablar de «excluidos» (o de “exclusión escolar”).

Propongo: «expulsados o excluidos del sistema educativo, por motivos académicos, económicos, religiosos o socio culturales». Ciertamente, éste es un asunto estructural y que ha sido abordado desde una visión y una concepción de las políticas públicas educativas. Mirada a todas luces ausente de una percepción incluyente de la educación.

Así pues, bienvenida la discusión sobre estos términos para afinar los nombres o conceptos que utilizamos, esto con la finalidad de referirnos de manera consensuada, crítica y analítica a los fenómenos educativos.

Reflexiones recientes y en breve (vía Twitter)

Esto comentó hace unas semanas Catalina Inclán: “Muchas posibilidades caben, la escuela estableció formas de “estar en ella”, los que ya no están, ¿dónde están? y ¿qué pasó con ell@s? Ej. La maestra de Milpillas, ahí hay un caso, no una razón…”. Por su parte Elodinn @elodinn dice lo siguiente: “¿Víctimas de negligencia? Cultural, social, familiar, académica.”

Javier Rosales @PearlJavs opina así: “Da para debate, sin embargo, estás dejando fuera a los docentes, podría ser hasta una situación de discriminación por falta de capacitación docente.” JBello @pumas_jbello: “Yo le llamo “expulsados”, porque es un fenómeno de carácter estructural y de “cultura escolar” autoritaria.”

L. Rivera @LRiveraF: “Los conceptos son construcciones históricas, responden a determinadas racionalidades (discursos de saber y poder), que emergen en determinadas condiciones. La SEP está definiendo el problema de los alumnos que nadie sabe dónde están, como abandono, o sea, son ellos, no el sistema. Entonces, la cuestión no es cambiar unos términos por otros, sino desmontar el modo en que la SEP está construyendo el problema. Quedando eso claro, es posible tomar posición para pensar una situación tan grave de otro modo, desde otro lugar.”

Alejandro Carrera: @L_carrera “Pues no todos caben en un solo concepto. Hay quienes abandonan por cuestiones económicas, otros que lo hacen por la falta de interés, otros tantos por no cumplir expectativas académicas. En todo caso me iría por «segregación», una inducida estructuralmente y otra «voluntaria».” Rubén Edel: @redeln “Necesitaría cambiarse una larga lista de constructos en la educación heredados de la milicia y las empresas: misión, estrategia, insumos, rediseño, calidad, rendimiento, desempeño, competencias, solo por citar algunos.”

Liliana Hernández @LilianaHC9 “Leí hace poco del fenómeno; @MejoreduMX le llama: desafiliación escolar…”. Carlos Yáñez @soyyanez: “También son «abandonados», otra discusión vigente: ¿quién abandona a quién?”

Fuentes consultadas:

(1) Irma Fuenlabrada. “¿Hasta el 100?… ¡No! ¿Y las cuentas?… ¡Tampoco! Entonces… ¿Qué?”. SEP, 2009. México.

(2) Manuel Gil Antón. “Este tema se enriquece con los trabajos de Vincent Tinto. Al desertor se le puede matar por la espalda, por cobarde. Yo he usado abandonar o ser abandonado por la escuela. Excluido está bien. E. Blanco propone desvincular o desafiliar. En fin: desertar, nunca más.” Twitt del 20 de junio, 2020.

(3) Principales cifras del Sistema Educativo Nacional 2018 – 2019. (2019) SEP. México.

En su glosario de términos, la SEP indica lo siguiente: “Abandono escolar: Número de alumnos que dejan la escuela en el ciclo escolar, por cada cien alumnos que se matricularon al inicio de cursos de ese mismo nivel educativo.”

Fuente:  Profelandia

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La SEP al rescate de la Telecracia

Por: Lev Moujahid Velázquez Barriga

En cuatro décadas de neoliberalismo el monopolio de la televisión creció al amparo de la corrupción del Estado, se consolidó como un poder fáctico por encima de cualquier otro; ha sido el actor principal de la antidemocracia y del sesgo a la diversidad de voces de la ciudadanía crítica. El caso de Enrique Peña Nieto es la confirmación de la existencia de una telecracia con tal capacidad de influencia que podía sentar en la silla presidencial a quien quisiera para lucrar a costa del dinero público. Está ampliamente documentado que en 2016 la SEP les entregó 94 mil pesos cada hora para promover su reforma educativa y desacreditar a los maestros que se opusieron a ella.

El monopolio de la televisión no sólo se alió a la descomposición gubernamental, también lo hizo con el sindicalismo más corrupto y antidemocrático. En un compromiso de favores compartidos, en 2009 la lideresa del SNTE Elba Esther Gordillo Morales selló un pacto económico de 750 millones de pesos con Televisa a través de Claudio X González Guajardo, entonces presidente de Fundación Televisa y después líder moral de Mexicanos Primero. Durante dos años Marco Antonio Regil condujo el show televisivo “Todo el mundo cree que sabe” para enarbolar la figura del magisterio propatronal que había desempeñado el papel de mercenario electoral para llevar a Felipe Calderón a la presidencia de la república.

La idea no fue original, en realidad era parte de una estrategia de la derecha internacional que tuvo su primera experiencia en el show norteamericano ¿sabes más que un niño de primaria?, que se replicó por diferentes países de Latinoamérica   como plataforma ideológica del empresariado para reforzar las evaluaciones estandarizadas como sistemas de rendición de cuentas hacia los maestros y de vigilancia de los aprendizajes.

Pero, cuando que creíamos que se había echado a la telecracia del poder, nos encontramos con que se les devuelve su papel protagónico en el actual gobierno, no fue una formalidad que los representantes de TV Azteca, Televisa e Imagen TV asistieran a la reunión del presidente Andrés Manuel con Donald Trump; ahí, fueron invitados a sellar el destino de la nación negociando el T-MEC, poniendo sus intereses de clase por delante.

La estrecha relación con la telecracia en el ámbito educativo no tardó mucho tiempo en hacerse visible, se puso de manifiesto desde el momento en que Esteban Moctezuma Barragán dejó la presidencia de Fundación Azteca para que fungiera desde la SEP como el Claudio X González de la cuarta transformación; se trató de un cambio de figura política con una relación menos desgastada con el nuevo presidente de México. Siendo secretario de educación, el ex empleado del Grupo Salinas no ha perdido ninguna oportunidad para favorecer contratos de la SEP con Televisión Azteca, desde las orquestas infantiles hasta la elaboración de contenidos educativos.

Justo en el momento en que el poder del monopolio de la televisión había perdido terreno frente a la apertura de medios digitales que ofertan otras posibilidades de información con mayor credibilidad y de que estaban padeciendo una larga caída de sus ingresos económicos porque la audiencia se está mudando a las plataformas virtuales de entretenimiento por streaming, el pacto educativo articulado por Esteban Moctezuma para que sean el vehículo central de la estrategia de Aprende en Casa II para el ciclo escolar 2020-2021, le da un giro inusitado de legitimidad ante la sociedad.

La telecracia no está salvando a la nación ni a la educación, tal cual se les quiso presentar en la conferencia mañanera del tres de agosto. Es al revés, se les está rescatando a ellos de un ciclo constante de pérdidas y de falta de credibilidad, por principio recibirán 450 millones de pesos para operar canales marginales de su programación; pero, las consecuencias económicas del rescate moral se vieron reflejadas al día siguiente de haberse presentado el acuerdo educativo, en la bolsa de valores el Grupo Televisa repuntó 11.42% en sus acciones, mientras que TV Azteca lo hizo con un 10.59%.

Lo que pudo ser una decisión de Estado legítima, necesaria y emergente para hacer uso de la infraestructura de las televisoras y ponerlas al servicio de la educación pública, derivó en otro acuerdo cupular entre el gobierno y la oligarquía nacional, al margen de las y de los maestros, con mayores beneficios para el empresariado. Hay que decirlo claro y fuerte, escolarizar por medio de la televisión no es educación, es privatizar la escuela y hacer como que el sistema educativo sigue de pie. La gran tarea de educar, seguirá siendo del magisterio con un plan integral que no quedará inmóvil ante la imposición de la caja idiota.

Twitter: @levmx666

Fuente e Imagen: https://profelandia.com/la-sep-al-rescate-de-la-telecracia/

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El mito de la tele y la educación

Por: Manuel Gil Antón

Era el sexto día del mes de agosto. El antier de estas letras. En la pantalla, el rostro del secretario de Educación a medias pues usa, y qué bueno, mascarilla en estos tiempos. La voz clara y quien esto escribe atento. Se trataron varios temas. En un momento —al minuto 20 y 16 segundos del video— como respuesta a la pregunta de un reportero, dijo: “Muy bien. Lo que anunciamos (para el ciclo escolar 2020-2021) es (que será) totalmente a distancia. El 24 de agosto tenemos un programa muy robusto, como lo hemos señalado aquí, de varios canales de televisión que van a impartir los cursos, las clases, con base en los libros de texto gratuito (y) los aprendizajes esperados, por lo que no habrá necesidad de acudir a las escuelas.” La explicación termina 31 segundos después: minuto 20 con 47 segundos.

Como se dice en Narvarte, algo me hizo chiras al oír lo expresado en ese momento. ¿De veras dijo lo que creí oír el maestro Moctezuma? ¿Acaso escuché bien? Para verificar la raíz del desconcierto, volví a ver el video y tomé nota textual de sus palabras. Y sí, tal cual: lo redactado es transcripción cuidadosa.

No es menor. Se dirá que fue una forma de decir y nada más. Sostengo que no, que el equívoco en este caso se basa en una concepción profunda que modula al habla. Para emplear el sistema común de la escuela, preguntemos: ¿quién o quiénes son los sujetos que llevarán a cabo la acción? Varios canales de televisión. ¿Y qué harán? Impartir los cursos, las clases. Es, por supuesto, un dislate. Carece de sentido.

Sin embargo, enuncia, al filtrarse sin querer, la convicción de la capacidad educativa de lo transmitido por las televisoras. Negar que las señales de la tele y la radio son las que más alcance tienen entre la población sería errado, en comparación con la desigual distribución de equipos de cómputo, dispositivos semejantes y, más aún, conectividad. Se ha elegido la vía de transmisión más accesible, aunque de un modo que merece, en otro momento, analizar y debatir.

El circuito es: emisor (SEP), transmisor (tele y radio), reproductor de imagen y sonido (una pantalla o aparato) y el receptor: quien está ahí, recibiendo el conocimiento que, de acuerdo al lapsus de la autoridad educativa, llegará por medio de las clases que impartirán (sic) los canales. De ser así el alcance será máximo y el aporte al aprendizaje nulo.

El reto educativo es generar una mediación pedagógica entre la información emitida y quién está en posibilidad de aprender. En la pandemia es muy difícil lograrlo, aunque trivial endilgarlo a los padres (sobre todo a las madres por la inequidad en la asignación de tareas entre hombres y mujeres). Tampoco resuelve el entuerto la prótesis del libro de texto que contiene aprendizajes esperados diseñados sin tomar en cuenta la circunstancia que vivimos.

¿Qué hacer? Desanudar al magisterio de las instrucciones uniformes y, en un marco general compartido, permitir que diseñen modalidades adecuadas a la diversidad del país, para intentar conseguir el mejor vínculo pedagógico posible con aprendices y familias. Ya lo hicieron o intentaron en los meses previos. Hay experiencias geniales. Son quienes más saben de este complejo oficio que, en las condiciones actuales, lejos de reducirse a vigilar y evaluar si se puso atención a los “cursos del canal”, pueden generar espacios para aprender con lo que esté disponible, lo que aprendan y adopten de otros y lo que ensayen e inventen para su contexto. Vivimos tiempos de creatividad, no de control.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-mito-de-la-tele-y-la-educacion/

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