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El derecho a la educación: ¿vale hablar desde la ira?

Por: Carlos José Gil Jurado

Si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo

Silvio Rodríguez (1994)

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el Campo Estratégico en Modelos y Políticas Educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticias del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

En una de sus obras, Apple (2002) manifiesta que, en sus escritos, todo ellos en favor de una educación que favorezca y responda a los intereses de los escolares y sus contextos, son también resultado de la ira. Esa ira que, precisamente, le producía ver cómo “la arrogancia de quienes creen en la lógica del mercado” (Apple, 2002, p. 11), y eran incapaces de ver el daño que sus propuestas educativas con “palabras grandilocuentes sobre la eficacia, la responsabilidad, la excelencia y la calidad de la enseñanza” (Apple, 2002, p. 12), causan a seres humanos reales, dado que obvian las condiciones reales de vida en que existen dichos seres. Dejaba con ello claro que la ira es, sin duda, una motivación para pensar sobre la desigualdad, la exclusión y la injusticia y, cómo no, también sobre el derecho a una educación democrática, real y pertinente para numerosos sectores sociales.

Ahora bien, con la ira pasa algo curioso en nuestras sociedades: casi siempre se observa una actitud ambivalente frente a la misma. Desde el punto de vista religioso, la ira es considerada uno de los siete pecados capitales; sin embargo, se considera santa la ira de Jesús, cuando expulsó a los mercaderes del templo (La Palabra de Dios, 1992); desde otra perspectiva, el Dalai Lama (2019) la considera un sentimiento humano que puede canalizarse para combatir las injusticias humanas o todo aquello que se cierna como una amenaza para la vida; asimismo, evita que seamos impasibles frente al dolor o la desgracia de otros. Desde lo social, como lo plantea Apple (2002), la ira es una forma de respuesta frente a aquello que causa daño, origina desigualdad social y genera injusticia y exclusión. Por lo mismo, se constituye en un valioso instrumento de lucha, reflexión y expresión social.

Ahora bien, mirar la educación misma desde la ira permite ciertas libertades que no consiente el rigor académico o la corrección política y que conviene aprovechar para poner sobre la mesa cuestiones que han sido ya dichas, pero ahora acompañadas de esa emoción que admite cuestionar, con cierta dureza y virulencia, la situación que ha puesto en evidencia la pandemia, la misma que a la fecha ha producido más de 127 millones de contagios y cuya cifra de muertos supera los 23 millones y, sin embargo, se observa que el proceso de vacunación, no sólo no marcha con la urgencia y la cobertura que la situación amerita, sino que da lugar a que algunos gobiernos hagan manejos excluyentes y perversos con ella, como lo ha denunciado la OMS (ONU, 2021). Es decir, aun frente a una situación en la cual debería privilegiarse el valor de la vida, otros asuntos resultan de “mayor importancia”.

Frente a ello, resultan necesarias la preguntas: ¿dónde está aquella educación que debe tener como misión formar sujetos sociales que, con esos saberes y sentimientos de humanidad, responsabilidad y solidaridad, deben reivindicar el valor y la importancia de la vida, por encima de otras consideraciones?; ¿qué ha sucedido con aquellos saberes que, con tanta intensidad horaria, experiencias de laboratorio y numerosos ejercicios de campo buscaban informar y provocar admiración y respeto por ese milagro, que es la vida misma? Parece que los problemas de una creciente ola de violencia, desafortunadamente, múltiple y variada en sus expresiones, así como la indiferencia social, dicen que todo ello quedó reducido a un conjunto de numerosos y llamativos datos, así como a una alfabetización básica sobre la vida, que no parece tener sentido ni utilidad en la existencia personal y social.

Parece que, frente la situación que ahora se vive, tendrían absoluta razón hombres como Toffler (1970) o Rifkin (1999), cuando se refieren al hecho de que la civilización se embarcó en un “modo de vida” industrial, en el cual este conocimiento sobre la vida asumió un sesgo en favor de una visión pragmática y productivista y en la cual los seres vivos estaban ahí para servir a una revolución científico-tecnológica, depredadora y mercantilista cuyas consecuencias hoy día no sólo son visibles en la desaparición de muchas expresiones de la vida vegetal y animal, así como de sus sustratos ecológicos, sino que incluso la vida humana ha adquirido otro valor y los grandes poderes económicos ya la ven como objeto de experimentación y como un gran potencial comercial, gracias a su acervo genético; la actual revolución biotecnológica ya permite avizorar este peligroso sentido y horizonte para la vida humana (Rifkin,1999).
El “ser humano” comercial y la sociedad consumista en la que se desenvuelve dice con sus actitudes, sus silencios, sus complicidades que las reflexiones sobre lo humano y lo social están siendo abandonadas o tienen en la educación un terreno estéril y carente de compromiso, cada vez más visible; parece que aquella escuela del papagayo, imaginada por Tagore (Nussbaum, 2011), tiene presencia evidente en muchos de los contextos latinoamericanos, dado que la reflexión y el compromiso con la vida misma y con la vida de los otros, se resume en saberes más enciclopédicos que participativos y más memorísticos que impregnados de vida y compromiso. Como observa la misma Nussbaum (2011), estamos ante una educación que está minando las cualidades esenciales que identifican lo humano y debilitan aquella solidaridad básica que debería llevarnos a desarrollar la ira y la resistencia frente al poder y sus desmanes.

Por ello mismo, también resulta pertinente preguntarse qué tipo de sujetos, de sociedades y bajo qué presupuestos se están formado mediante los procesos educativos, dado que la capacidad de respuesta de los mismos frente a la situación planteada, no tiene la cohesión ni la fuerza que la situación social amerita y así poder generar los cambios que permitan ver que los discursos ético-científicos sobre la vida y la responsabilidad con la vida y la naturaleza, van más allá de los cuentos cientificistas, a los que se dedican largas jornadas de “estudio” en las aulas escolares. Parece ser que la cuestión de la formación del sujeto sigue siendo, igualmente, una tarea aplazada, por lo cual la cuestión de la formación de una ciudadanía, entendida esta como una actitud de vida que nos hace responsables de nosotros mismos, de los otros y del hábitat, igualmente, es sólo otro ejercicio academicista.

El denominado desembarco neoliberal en la educación (Martínez, 2004) dejó claro que el Estado de Bienestar y su interés en la agenda de lo social debía desaparecer, dejando, eso sí, espacio para los discursos que se reclamaban como urgentes por ciertos sectores sociales, como la democracia, la cuestión ambiental, los derechos humanos, la equidad de género, la inclusión social, entre otros, y que se visibilizó en la llegada de nuevos saberes a la educación, sin que ello significase que lo esencial experimentara cambios: En efecto, los nuevos planes de estudio se han modernizado con la introducción de nuevas cátedras como Competencias Ciudadanas, Educación Sexual, Medio Ambiente, Derechos Humanos, Democracia y Participación. No podía ser de otro modo, en este estado de cosas, los sectores sociales son escuchados y la “educación” está atenta a dichas voces. Pero sólo eso.

Por ello, parece que la escuela, como lo mostró hace mucho Toffler (1970), sigue siendo el centro de instrucción de los hombres y las mujeres que reclama el nuevo modo de ver el desarrollo y la economía. Y entonces la escuela volvió a ser “feliz” porque se modernizó y, como no podía ser de otro modo, también ingresó la burocratización, el papeleo, la respuesta rápida, pero también los profundos cambios que están desfigurando el trabajo de los educadores, como seres humanos que forman en Humanidad (Hargreaves, 1996). Ahora es una institución más moderna, más racional y más eficiente pero, al parecer, menos inteligente. Todo ello parece indicar que se requiere del concurso de la “santa ira”, para expulsar esta nueva, pero siempre vieja casta de mercaderes de la educación, y así recobrar la escuela como auténtico y democrático templo de formación de lo humano y lo social. ¿El maestro contempla ello en sus propósitos?

Ya veremos.

Referencias
Apple, M. (2000). Educar “como Dios manda”. Barcelona: Paidós.
Dalai Lama. (2019). El poder de la ira. México: Urano.
Martínez, A. (2004). De la escuela expansiva a la escuela competitiva. Barcelona: Anthropos.
Hargreaves, A. (1996). Profesorado, cultura y postmodernidad. Madrid: Morata.
Nussbaum, M. (2011). Sin ánimo de lucro. Buenos Aires: Katz
ONU (2021). La OMS critica el egoísmo de los países ricos y las farmacéuticas frente a las vacunas del Covid-19. Nueva York: Noticias ONU.
Rifkin, J. (1999). El siglo de la biotecnología. Barcelona: Critica-Marcombo.
La Palabra de Dios (1992). El evangelio según San Juan. Bogotá: Terranova.
Toffler, A. (1970). El shock del futuro. Barcelona: Plaza y Janés.

El derecho a la educación: ¿vale hablar desde la ira?

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El sector de la Educación Infantil demanda medidas urgentes ante el cierre de casi un 20% de centros

Por: Magisnet.com

Las patronales de la Educación Infantil han suscrito una declaración conjunta en la que solicitan «medidas urgentes ante la grave crisis que padece este colectivo agravada por la pandemia».

El sector de la Infantil quiere, en primer lugar, la implementación de modelos de financiación. Con esta medida, se favorecería la viabilidad de estas empresas, y con ello las condiciones que permitan el mantenimiento y mejora del empleo y salarios, y la prestación de un servicio de interés público esencial.

También solicitan ayudas económicas extraordinarias para paliar los efectos derivados de la pandemia y que eviten el cierre de los centros de Educación Infantil privados. Para ello, los fondos europeos y el reparto de los mismos, deben responder a “criterios objetivos de pérdida de ingresos, como puede ser un 30% de caída, sin que se tenga que limitar el acceso a los mismos a unos sectores de actividad con unos CNAE específicos”.

En tercer lugar, solicitan la creación de una Mesa Sectorial de Educación Infantil presidida por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, en el que se aborde de la mano de los representantes de la negociación colectiva del sector sus problemáticas y posibles soluciones.

Según las patronales, la red de centros privados está formada principalmente por autónomos, micropymes y pymes, con una limitada capacidad económico-financiera. Antes del inicio de esta crisis sanitaria existían en nuestro país más de 5.100 centros educativos 0-3, que escolarizaban a más de 250.000 alumnos, y que empleaban a más de 50.000 profesionales, la mayoría joven y femenino.

Sin embargo, el sector está inmerso en una “profunda crisis”, según la patronal, agravada por los efectos de la Covid-19, que está derivando en el cierre constante de centros, superándose en la actualidad alrededor del 20% desde el inicio de la pandemia, con la consiguiente pérdida de empleo que ello conlleva.

El sector está inmerso en una «profunda crisis», según la patronal, agravada por los efectos de la Covid-19, que está derivando en el cierre constante de centros

Además, ya antes de que estallara la pandemia existían factores que propiciaban la crisis del sector, como el “más que preocupante descenso de la natalidad; la persistente competencia desleal de establecimientos que se publicitan engañosamente como centros de Educación Infantil, sin la oportuna autorización administrativa; o la imposibilidad de repercutir en las cuotas de las familias los incrementos de costes de funcionamiento y, sobre todo, los sociales que han llegado al 45%”, dicen la patronales.

A todos estos factores preexistentes se han venido a unir los producidos por la pandemia, como:

  • El teletrabajo derivado de la pandemia, así como el miedo al propio virus han propiciado un descenso de las matriculaciones que va desde el 40% hasta más del 80%.
  • El Real Decreto-ley 5/2021, de 12 de marzo, de medidas extraordinarias de apoyo a la solvencia empresarial en respuesta a la pandemia de la Covid-19, tampoco ha tenido en cuenta los CNAE correspondientes a este tipo de Educación.
  • El anuncio del Gobierno, tras la reciente publicación de la Lomloe, de la creación de 65.000 plazas públicas y gratuitas de primer ciclo de Educación Infantil. Ello contrasta con la ausencia de toda previsión destinada al estudio de alternativas de financiación y/u organización que permitan la subsistencia de la red privada de centros.
  • Falta de apoyo y reconocimiento de la mayoría de las administraciones públicas. Esta falta de reconocimiento se ve refrendada por el trato discriminatorio dado a esta etapa educativa tanto en la LOE como en la Lomloe, permitiendo la ruptura del primer ciclo, rompiendo así los objetivos pedagógicos del ciclo y comprometiendo la viabilidad económica de los centros de Educación Infantil privados.

El sector de la Educación Infantil demanda medidas urgentes ante el cierre de casi un 20% de centros

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Educación y poder constituyente en Chile

Publicado en redclade.org

Por:  Juan González

Artículo presenta un análisis sobre cómo el derecho humano a la educación en Chile ha sido entendido en La Constitución política promulgada en 1980 durante la dictadura de Pinochet y cómo deve ser garantizado en el proceso de construcción de una nueva carta magna (proceso constituyente).

La Constitución política vigente promulgada en 1980 en dictadura (7 años después del golpe donde la elite toma el poder) tiene dos aspectos estructurales que permiten que el sistema educativo se haya puesto al servicio del proyecto político –económico neoliberal.  El primero, relega al Estado a un rol subsidiario respecto los privados.  El Estado pierde su iniciativa  educativa y sólo acude como apoyo y ayuda a otros agentes sociales que son los que impulsan la labor educativa en nuestro territorio: en consecuencia el Estado no garantiza el Derecho a la Educación a las personas.

Lo segundo, instala una determinada concepción de lo que se ha llamado históricamente en Chile la “libertad de enseñanza”. Así se consagra en la Constitución “el derecho de los padres a escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos” y también “el derecho a cualquier ciudadana/o de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales”. Este doble principio sí está garantizado por el Estado, no así el derecho la educación, que no está garantizado. [1]

Esta “libertad” tiene larga data en Chile, desde finales del siglo XIX. En esos tiempos, la elite terrateniente conservadora y latifundista (quien aliada a la iglesia católica mantenía el control del país) no quería que las escuelas católicas – en ese entonces el 70% de la matrícula aproximadamente – fuera supervisada por el Estado durante los primeros estertores del estado docente en Chile. Tal principio perduró en la siguiente Constitución de 1925 y permitió a la elite cierta autonomía a su labor educativa: de esta forma, el proyecto educativo de la elite seguía disputando conciencias, incluso con fondos del Estado. Sin embargo, como en casi toda Latinoamérica, el sistema educativo público se fortaleció, ya hacia el año 1970 el Estado sostenía directamente aproximadamente el 70% de la matrícula aproximadamente… en crecimiento.[2]

Antes de la Reforma Neoliberal, la educación pública en Chile venía consolidándose, no sólo a través de la gestión del Estado, también a través de las propuestas que las organizaciones sociales (principalmente docentes) que venían construyendo a través de sus luchas. La historia social en Chile muestra como durante el siglo XX sucesivos movimientos de docentes, de estudiantes y trabajadores fueron amalgamando un proyecto educativo popular. Un proyecto pedagógico laico, democrático, comunitario que fue en gran parte recogido por el proyecto de la Escuela Nacional Unificada, reforma educativa que el gobierno  de la Unidad Popular presentaría, junto a un proyecto de reforma constitucional,  en un  fatídico día de septiembre, cuando una oleada de sangre cayó sobre nuestro país. [3]

Con la Constitución del 80 la fórmula quedó a la medida del proyecto educativo religioso – empresarial. Combinó el Estado subsidiario con la libertad de elegir y ofertar, constituyéndose el mercado como patrón de funcionamiento para el sistema educativo chileno.

Sobre la base de la retracción de la iniciativa educativa estatal y la liberalización de una oferta subsidiada se diluyó la educación pública hasta  borrar incluso su significado histórico. En 30 años la matrícula de la educación obligatoria pasó al control de los privados. De un 22 % en 1982 a un 42% en 1990 a casi un 70 % (quizás más) en la actualidad. Durante los gobiernos democráticos el sistema subsidios a la oferta se extendió a la educación superior, la cual está en un 85 % controlada por los privados. Similar proceso se espera ocurra con la creciente cobertura de la educación parvularia.[4]

¿Qué es hoy la educación pública con estos porcentajes de matrícula? ¿Qué sentido de construcción social puede tener? El sentido de la educación, tema tan relevante para pensar la educación que queremos quedó, hace años, en manos de los privados ¿Qué privados son? ¿Representan lo público?  No son organizaciones comunitarias, sociales, menos populares las que gestionan las escuelas en Chile. En los años ochenta muchas de estas escuelas comenzaron a ser gestionadas por pequeños comerciantes que vieron en el “mercado educativo” una oportunidad de negocio. Un mal negocio, que sin recursos, sin alianzas y lo peor de todo sin proyecto, tenía un costo social y humano que muchos ya no quieren sostener.

¿Quién se hace cargo? No ha sido el Estado. La Constitución no lo promueve, ni lo permite.  Se “ha hecho cargo” en gran parte, el empresariado, que a través de fundaciones, corporaciones,  agencias,  programas, donaciones, subsidios y un complejo entramado de  alianzas público-privadas ha imprimido el sello mercantil al sistema educativo en Chile. Tras la retórica de la calidad han manipulado el sentido común de las personas, incluso de los mismos profesores, haciendo que la educación sea desde su propio origen una mercancía más en el proyecto político y económico empresarial. En este proyecto competimos por la educación, requerimos libertad de elección, porque si la educación no se traduce en un mejor empleo, no tiene ya ningún sentido.

El proyecto educativo neoliberal pasó de la pinochetista Constitución al sentido común nacional.  Las sistematizaciones existentes sobre las discusiones constituyentes hechas en los últimos años muestran una realidad compleja. Si bien la educación sigue siendo una amplia demanda ciudadana, la calidad y su gratuidad son la principal demanda mencionada por las asambleas y cabildos sistematizados hasta la fecha. Educación cívica y no sexista aparecen en forma muy secundaria.  Otros temas como la inclusión, la participación, el sentido de la educación, o lo comunitario prácticamente no aparecen. [5]

¿Qué cambio constitucional podría revertir esto? O mejor dicho, ¿es posible pensar una constitución sin un proyecto educativo que se oponga al proyecto de la elite?  No podemos repetir recetas anteriores y debemos apropiarnos del contexto. Para esto es importante cuestionar el norte educativo  del proyecto educativo de la elite. La lucha por la educación debe tener un nuevo Sur.

El “pacto por la paz” que dio origen a este cambio constitucional no tomó en cuenta los tiempos que requiere este proceso. Peor aún, no consideraron el tremendo error que puede significar lanzarse a legitimar un entramado constitucional sin haber avanzado conjuntamente en un proyecto popular anti neoliberal. En el caso de la Educación. el proyecto educativo popular neoliberal debe apostar a sacar a los empresarios y la Iglesia del control de la educación, pero para eso debe poner sobre la mesa un proyecto educativo que  vaya más allá de la calidad y la gratuidad, que portan en si  la reproducción de la competencia como un virus endémico del sistema escolar.

Este proyecto educativo popular para el siglo XXI debe basarse en las luchas de los movimientos sociales, tal como lo hizo el casi triunfante proyecto educativo popular que se fraguó en las luchas del siglo XX. Son las organizaciones de actores educativos, las que no firmaron ningún acuerdo son las que deben dar continuidad a este proceso.  ¿Educación y poder constituyente? El poder constituyente en educación comenzó con el siglo. El 2001 los estudiantes secundarios protagonizaron el mochilazo, el 2006 el pingüinazo[6] y el 2011 abrió un nuevo período de luchas intersectoriales que sacudieron el sentido común neoliberal con la revuelta popular en Octubre del 2019. Este período nos dejó una serie de propuestas[7] sobre las cuales las organizaciones debemos trabajar, difundir y formar (nos) para que, en un lapso más largo que los tiempos que da el pacto convencional, podamos conquistar el sentido común nacional.

Propuestas que hablan de una educación pública garantizada por el Estado, por supuesto que gratuita y de calidad, pero con un proyecto educativo popular, más allá del mercado, con sentido democrático y comunitario. Que permita a las comunidades repensar y construir los sentidos de la educación ante los desafíos del siglo XXI. Solo así podremos ejercer auténticamente poder constituyente, poner freno al desarrollo proyecto educativo de la elite y por fin realmente escribir la historia a nuestra manera.


[1] Más en detalle Folleto N° 1 “LA EDUCACIÓN ANTE EL MOMENTO CONSTITUYENTE -Foro por el Derecho a la Educación Pública ¿Qué dice la actual constitución?

[2] Entre el año 1925 y el año 1973 la Educación Pública aumentó de 500.000 a más de 3 millones de matriculados (Manuel Riesco). Riesco, M. (2007). La necesidad de reconstruir el sistema nacional de educación público desmantelado por la dictadura y la LOCE. Revista Pensamiento Educativo, PUC, 40, 243-261.

[3]  Algunos significados asociados a la Libertad de Enseñanza en la reforma constitucional propuesta por la Unidad Popular el año 1973: “La educación que se imparta a través del sistema nacional será democrática y pluralista, y no tendrá orientación partidaria oficial. Su modificación se realizará también en forma democrática, (…) Los organismos técnicos competentes harán la selección de los textos de estudio sobre la base de concursos a los cuales tendrán acceso todos los educadores idóneos, cualquiera que sea su ideología. Habrá facilidades equitativas para editar y difundir esos textos escolares, y los establecimientos tendrán libertad para elegir los que prefieran. (….)El ingreso y promoción de profesores e investigadores a la carrera académica se hará tomando en cuenta su capacidad y aptitudes. El personal académico es libre para desarrollar las enseñanzas conforme a sus ideas, dentro del deber de ofrecer a sus alumnos la información necesaria sobre las doctrinas y principios diversos y discrepantes. Los estudiantes universitarios tienen derecho a expresar sus propias ideas y a escoger, en cuanto sea posible, la enseñanza y tuición de los profesores que prefieran.

[4] A pesar de la tenaz oposición de las funcionarías de la Junta Nacional de Jardines infantiles, este sistema de subsidios se aprobó pase recientemente en el parlamento para aumentar la cobertura en la educación parvularia.

[5] Unidad Social, Universidad de Chile, Universidad Católica del Norte, Universidad de Tarapacá, Universidad de Tarapacá, Universidad Arturo Prat, Universidad de Santiago, Universidad Tecnológica Metropolitana, Universidad de Valparaíso, Universidad de Concepción, Universidad de La Frontera, Universidad de Los Lagos y Universidad Austral de Chile. (2021). Demandas prioritarias y propuestas para un Chile diferente: sistematización de 1.233 cabildos ciudadanos .disponible en https://doi.org/10.34720/wk9d-dp94 . ver también las sistematizaciones hechas a los encuentros locales autoconvocados realizados en todo Chile el 2016. Un buen artículo sobre el tema es Ihnen, C., Millaleo, S., & Soto, F. (2020). El debate constitucional sobre el derecho a la educación y su impacto en la ciudadanía. Revista de ciencia política (Santiago), 40(3), 699-728.

[6] Pingüinos se les llama en Chile a lxs estudiantes secundarixs.

[7] Para revisar algunas de ellas en la web del Foro por el Derecho a la Educación Pública. Libro:  Una década de luchas y propuestas por el derecho a la educación. Revisar Además documentos de sistematización. Encuentro Nacionales de Actores Educativos 2020-2021 y Folletos para el debate constituyente en la misma web.

Fuente e Imagen: https://redclade.org/noticias/educacion-y-poder-constituyente-en-chile/

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Diagnóstico Integral de Aprendizajes: los estudiantes de enseñanza media de Chile no alcanzaron el 60% de los aprendizajes necesarios en 2020

Entre marzo y abril de este año, 7 mil colegios y 1.8 millones de estudiantes de Chile realizaron el Diagnóstico Integral de Aprendizajes (DIA), desarrollado por la Agencia de Calidad de la Educación para medir los aprendizajes alcanzados por los estudiantes de cada establecimiento durante 2020, y para conocer su estado socioemocional tras la suspensión de clases presenciales producto de la pandemia. Los resultados de cada diagnóstico se tradujeron en informes, que ya fueron entregados a cada colegio, y que detallan a nivel de curso y estudiante en qué condiciones llegaron los alumnos al iniciar el año académico 2021.Esto con el fin de que cada comunidad educativa pueda orientar sus estrategias y usar los recursos dispuestos en fortalecer los aspectos en que sus alumnos fueron más afectados.

Nivel Académico

Los datos obtenidos a nivel nacional, en más de 73 mil informes, fueron entregados por la Agencia a Mineduc esta semana, y arrojaron resultados alarmantes: a nivel académico, los estudiantes entre sexto básico y 4° medio no alcanzaron los conocimientos mínimos necesarios -pues la medición se hizo sobre el currículum ya priorizado-, en lectura ni en matemáticas. En concreto, en lectura ninguno de los cursos alcanzó un 60% de los aprendizajes, porcentaje que en una equivalencia en notas es un 4.0. En matemáticas la situación es más dramática, pues ninguno de los niveles superó el 47% y en II medio los estudiantes aprendieron solo un 27% de lo que debían aprender el año pasado.

Nivel Socioemocional

A nivel socioemocional, 70% de los niños, niñas y jóvenes dijo tener dificultades para expresar sus emociones; 9 de cada 10 jóvenes de 3° y 4° medio señalaron que el periodo al que no asistieron al colegio los afectó negativamente en su aprendizaje, y el 45% de los niños y niñas de alta vulnerabilidad señaló que les gustaría que los profesores les preguntaran cómo ha sido estar lejos del colegio. La cifra se acentúa en los escolares de 4° básico, donde llega a un 71%.

“Estamos ante un terremoto educacional y las réplicas se pueden sentir por años. En las crisis hay gente que se paraliza y gente que actúa, y acá necesitamos actuar todos, juntos, para devolverle a los niños los aprendizajes que perdieron el año pasado y las herramientas formativas que no han podido desarrollar, porque ya no tenemos un segundo que perder”, remarcó el ministro Raúl Figueroa luego de presentar los resultados.

Por su parte, Daniel Rodríguez, Secretario Ejecutivo de la Agencia de Calidad de Educación, destacó: “el enorme compromiso de los colegios con los aprendizajes de sus estudiantes se mostró claramente en la cobertura y participación lograda, sobre el 81%. Pero los resultados son peores de lo esperado: ya lo habían adelantado varias instituciones internacionales, pero es muy chocante verlo constatado en los datos y los testimonios de los directores que aplicaron. El sistema no se recuperará solo y tenemos mucho trabajo pendiente. La Agencia continuará en esta tarea: a partir del 14 de junio comenzará una evaluación de monitoreo para los avances de este primer semestre.”

Nivelar, acompañar y contener

Para hacer frente a este diagnóstico, el Mineduc lleva trabajando desde marzo en el plan Chile Recupera y Aprende que contempla tres ejes principales de acción. En primer lugar, una nivelación basada en la priorización curricular para centrar la enseñanza en los objetivos imprescindibles para la continuidad de los estudios en cada nivel. Además de flexibilidad, para que los establecimientos puedan implementar el currículum acorde a sus metodologías y organización interna.

Esto se suma a los apoyos que desde el Ministerio ha entregado a las comunidades educativas como los planes Leo y Sumo Primero que entregan un reforzamiento de contenidos a los alumnos de primero a cuarto básico, llegando a más de 675 mil estudiantes y 15 mil docentes. Los Diarios de Escritura libre que llegan a más de 1.300.000 estudiantes y que fomentan el pensamiento crítico, la creatividad y la motivación por escribir.

Escuelas Arriba

Todos estos planes están enmarcados en el programa Escuelas Arriba que entregan un acompañamiento y apoyo a los establecimientos en la recuperación y nivelación de aprendizajes a través de recursos consistentes en guías para el profesor y el estudiante, herramientas de monitoreo, y estrategias de apoyo a los docentes como los seminarios de profundización y clases demostrativas.

Hasta la fecha para Lenguaje y Matemáticas, se han elaborado más de 800 guías con más de 180 mil descargas para los niveles con los que trabaja el Plan desde 3ro básico a 2do medio.  Además, se han realizado 43 seminarios de profundización y clases demostrativas, las que han sido observadas por más de 8 mil profesores a nivel nacional y que les permite mejorar día a día sus contenidos.

“Como Ministerio de Educación, sabemos lo relevante que es el proceso de aprendizaje y queremos decirles a las comunidades educativas que no están solos en este trabajo. El plan Escuelas Arriba permite acompañar a través de una asesoría directa a los Establecimientos Educacionales, ya sea de forma telemática y con más más de 1.500 visitas en terreno a los establecimientos de mayor prioridad. Cada día cuenta en el desarrollo y aprendizaje de los niños y niñas de nuestro país”, agregó el ministro.

Aprendizaje socioemocional

El Diagnóstico de aprendizaje por primera vez permitió conocer la situación socioemocional de los estudiantes en pandemia. Adelantándose a los resultados, el Mineduc ya venía trabajando en esta materia con un Set de aprendizaje socioemocional para promover la convivencia positiva: los cuentos de Clementina, juego ¡Que emoción!, Medidor emocional, orientaciones para padres y apoderados y la serie animada Emoticlub que aborda las 4 emociones básicas a través de distintas historias. Estas herramientas toman una mayor relevancia no sólo entre las familias sino también en las escuelas que se han transformado en un espacio de encuentro, prioritario para los estudiantes.

Fuente: https://virtualeduca.org/mediacenter/diagnostico-integral-de-aprendizajes-los-estudiantes-de-ensenanza-media-de-chile-no-alcanzaron-el-60-de-los-aprendizajes-necesarios-en-2020/

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Educación pública en Hondura ha entrado a un deterioro casi total, alerta ASJ

Con 700 mil estudiantes matriculados, la mitad de ellos al sistema privado, la educación pública en Honduras ha entrado a un deterioro casi total, alertó hoy el director de Educación de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), Denis Cáceres.

“El sistema educativo está funcionando con 700 mil estudiantes, de ellos la mitad está en la privada y la mitad en la pública. Entonces el sistema público ha entrado en un deterioro casi total”, expresó a periodistas en Tegucigalpa.

A renglón seguido argumentó que lo anterior revela que la educación pública en Honduras no se adaptó a las clases virtuales a causa de la pandemia.

“Podemos ver que la escuela pública no se adaptó a las clases virtuales y que más del 70 por ciento de los alumnos ha estado recibiendo tareas solo por WhatsApp”, apuntó.

Entre tanto, más del 90 por ciento de los alumnos de escuelas privadas reciben clases por distintas plataformas digitales, comparó.

“Esto ha llevado a que la diferencia de aprendizaje entre un alumno de la escuela pública y la escuela privada haya aumentado dos años antes de la pandemia a más de tres años en este momento”, lamentó.

“Es tan lamentable lo que está pasando que con lo que están recibiendo de clases los alumnos de la escuela pública no les ajusta para llegar a la universidad”, continuó.

Indicó que un 75 por ciento de la población hondureña manifiesta no contar con los recursos económicos para adquirir los servicios de internet, lo que dificulta aún más la educación pública.

Al respecto, aseveró que el 76 por ciento de alumnos del sistema público están recibiendo menos de cinco horas de clases a la semana.

En ese sentido, el sistema privado garantiza más de ocho horas a través del internet, agregó.

“La diferencia es tan abismal y es tan significativa que no queda otra que vacunar a los docentes y empezar a reabrir el sistema educativo”, apostilló.

De lo contrario -dijo- los estudiantes que actualmente cursan por el sistema público no van a poder llegar a ser los profesionales que quieren porque no hay condiciones para lograrlo.

Es oportuno mencionar que diversos sectores, entre ellos el gremio médico, han solicitado que se inicie a vacunar a docentes y estudiantes para el retorno a clases presenciales.

De acuerdo a los expertos, el año lectivo aún se puede rescatar si se inicia la vacunación de inmediato en este sector de la sociedad y se regresa a las clases presenciales mientras continúa la inoculación contra la COVID-19. (RO)

Fuente: https://proceso.hn/educacion-publica-en-hondura-ha-entrado-a-un-deterioro-casi-total-alerta-asj/

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La formación de los educadores de las personas jóvenes y adultas: El camino de la reflexión desde la práctica. Reseña

Por: Carlos A. Reyes*

Ser profesor (a), no es sinónimo de ser educador(a); ser estudiante, no es sinónimo de ser educado(a); ser adulto, no es sinónimo de ya no ser niño(a). Graciela Messina, en su obra La formación de los educadores de las personas jóvenes y adultas: El camino de la reflexión desde la práctica, nos presenta y propone un camino que integra esta formación, la formación de las y los educadores de las personas jóvenes y adultas a los procesos e instituciones de las y los educadores en general y, que al mismo tiempo respete y recupere la especificidad de la llamada «educación de jóvenes y adultos», de sus educadores(as), un tema tan actual para el futuro, pero olvidado en el pasado y ausente en el presente.

La educación de jóvenes y adultos, dirá Messina, es esa “otra educación”, la no oficial, la no legitima; la “otra”, que da cuenta de la posibilidad de la salida, de “ser otra” y perderse en esa otredad y finalmente ser libre y legítima para crear su propia configuración. En este sentido, la obra se articula como un análisis y reflexión sobre una educación existente pero oculta al mismo tiempo, que es y no es, que está y desaparece, que es educación y al mismo tiempo no lo es y, le queda nombrarse como otra educación. Así, la recuperación analítica y reflexiva de Messina, versa sobre dos tesis, las cuales sustenta a través de cada uno de los cinco ejes de debate, con la particularidad de abrir fronteras a lo olvidado por el espacio y tiempo educacional.

 

Las tesis de abordaje en contenido.

La primera tesis alude a la formación como un camino abierto de autoformación y formación en pares que no puede verse reducido a ideas propiamente teóricas o metodológicas; por el contrario, se piensa en un nuevo “estilo de formación”, un estilo que libere de la racionalidad instrumental de las conveniencias del sistema educativo y pueda mirar a las y los educadores, a sus historias de vida. En este sentido, la segunda tesis alude a un estilo de formación que recupere la puesta de reflexión desde la práctica, permitiendo la transformación de la educación para las personas jóvenes y adultas, a partir de concebir al educador(a) como eje de transformación.

Las tesis articuladoras de contenido, son pensadas desde un contexto latino, en el que el o la educadora es sustancial para pensar en la transformación social. Desde esta perspectiva, Messina nos propone abordar una propuesta de formación en movimiento, una formación que sobre la base de la propuesta de «reflexión desde la práctica», que aspira tanto a desescolarizarse como a contribuir a una pedagogía para la educación de las personas jóvenes y adultas. Ante esto, la lectura propuesta provoca un dialogo en construcción, posibilitando un debate por y desde el educador.

 

Educación de jóvenes y adultos: Un mapeo conceptual.

Preguntarse más que responderse, constituye el punto de partida de la obra de Messina y, en este sentido, la autora nos convoca a preguntarnos: ¿Qué es la educación de las personas jóvenes y adultas? La profundidad de este primer planteamiento, recupera la educación de jóvenes y adultos, como una educación negada, que no cabe en las concepciones de un sistema escolar y, que por el contrario, ha sido desde sus orígenes un espacio en permanente redefinición de sus fronteras, un lugar contradictorio, tensionado, tanto propicio para la promoción de nuevas oportunidades para los grupos marginados y la experimentación de nuevas prácticas, como para la reproducción de prácticas escolarizadas y para una degradación y empobrecimiento de esas prácticas.

Desde una perspectiva radical, la educación de adultos es la educación que ha quedado fuera de los márgenes oficiales del Estado, un Estado que ha conceptualizado tal educación, como una educación compensatoria para los que no han sido participes de la educación oficial y legitima: las y los marginados. La educación de adultos carece de una institucionalización, de un espacio y tiempo configurante de sí y que ha encontrado lugar en una comunidad heterogénea a partir de sus miembros pertenecientes a los lugares no comunes. Así, la educación de adultos vive en lucha ante una comparación y diferenciación de la educación reconocida, de esa educación que si es educación.

Pero que hace que se piense de tal y cual manera, dicha educación. En primer lugar, hablamos de una educación que pertenece a un colectivo de educaciones que han conformado, de acuerdo a Messina, un régimen educacional particular; en este régimen se destaca, la educación artística, la educación para los grupos étnicos y en últimos años, la educación especial y la educación a distancia. La marginación, la compensación y la segregación, han sido características de “estas otras educaciones”, donde los jóvenes han formado también parte de esa educación, la educación de los excluidos. Esta mirada, nos da un acercamiento de un escenario poco reconocido y, en el que sus sujetos(as), sus educadores(as), son parte de su conceptualización.

 

El educador de las personas jóvenes y adultas.

La tarea de formar el capital humano de esta y otras educaciones, no es una tarea ocupacional para los Estados; sin embargo, la formación de este gremio se ha concebido de acuerdo a Mesina, como un proceso salvacionista, es decir, se piensa a un agente carente de conocimientos que hay que perfeccionar para las tareas de la educación de jóvenes y adultos. En este sentido, el educador(a) es un insumo de los proyectos edificantes de esta educación, quedando como recurso humano en operación y no como un sujeto(a) de cambio educativo y social. Desde esta mirada, la formación se observa desde una realidad complejizada por la inmediatez, la improvisación y la respuesta rápida de una educación cambiante.

En contra parte, la formación de las y los educadores encargadas de la educación de personas jóvenes y adultas, ha sido desde un orden de compromiso y cumplimiento, concibiendo una formación como una estrategia de mejoramiento donde el o la educadora es ejecutora y no protagonista de dicho accionar. En esta línea, la innovación educativa ha sido una práctica concurrente para dar sentido a la formación de estas educadoras(es), sin embargo, dicha práctica ha sido víctima de la repetición de otras experiencias, generando la descontextualizando del escenario a innovar y homogenizando los procesos de formación.

Ante tal panorama, Messina considera que la pedagogía crítica y la educación popular, posibilitan abrir el pensamiento de la educación de personas jóvenes y adultas, así como a su educador(a). Desde este posicionamiento, la propuesta de la obra versa en definir a esa educación, a la otra, como un proceso permanente e integral, realizado desde la reflexión de la práctica pedagógica, que tiene por propósito promover tanto el empoderamiento y el desarrollo profesional de las y los educadores como la transformación de la práctica educativa. Pensar la otra educación desde la racionalidad critica, es aludir una descolonización de prácticas alineadas a una educación que ha sido presa de sus condiciones y eventos.

La lectura planteada del educador(a) de la “otra educación”, es una lectura que advierte la complejidad de la formación de este gremio, un gremio cuestionado y excluido de una autentica formación. Es decir, las y los educadores de esta educación históricamente han carecido de una lógica formativa profesional y específica en materia disciplinar, precarizando aún más el escenario de su formación, tanto inicial como continúa. Las decisiones del Estado, han quedado simplificadas y reducidas a iniciativas, que han funcionado en dos modalidades.

La primera, la o el educador es un profesor de la educación oficial, sin contar con una formación en educación de jóvenes y adultos; la segunda, la o el educador se forma en programas de educación para jóvenes y adultos aplicados en la comunidad. En México, el INEA y la CONAFE son ejemplo de esta última modalidad. Un aspecto fundamental de la formación de educadoras(es) para la educación de adultos, ha sido que la formación es ofrecida desde los programas implementados en la comunidad, con cierta “autonomía” de los elementos educacionales. Desde este sentir, las y los educadores de las personas jóvenes y adultas operan como un grupo aparte del resto de las y los educadores.

Lo anterior, ha generado, la diferenciación no solo de una educación de adultos de la educación oficial, sino también de sus articuladores, definidos por su escolaridad y condiciones sociales; en este sentir, Messina, se pregunta: ¿cómo se conciben este grupo de educadores? La observación del educador de la educación de adultos, reside esencialmente en mirarse como remediales de la precarización educativa de los sistemas educativos. Sin embargo, la lucha por ser reconocidos, es permanente; hacerlo o no hacerlo, conllevará al éxito o fracaso de esta educación.

 

La propuesta de formación para los educadores de la otra educación.

Messina, aborda una propuesta de formación: la reflexión desde la práctica. Esta propuesta tiene sus bases en el pensamiento de Dewey, que, aunque no es nueva, conceptualiza de una manera crítica la idea de formación. El mapeo que dicha propuesta hace, reside en la investigación acción como metodología desde la pedagogía critica, particularmente desde el postulado freirano de la educación popular. En este caso, la educación de jóvenes y adultas no puede mirarse de otra manera sino es desde su naturaleza excluida y, proponer una idea de conceptualización, solo tiene cabida desde una racionalidad crítica, que vaya en busca de la libertad, la justicia y la equidad.

La recuperación de la reflexión desde la práctica, es la articulación del trabajo docente como punto nodal de transformación, es decir, no se puede pensar en una formación de arriba hacia abajo; por el contrario, la formación debe ser pensada desde la necesariedad del educador(a). Lo anterior, advertiría a la primera tesis: la formación como un camino abierto de autoformación, sin que eso representa el aislamiento del educador en su individualidad, sino todo lo contrario, formar desde la interioridad para la exterioridad. Esta primera tesis orienta pensar que la formación debe ser un proceso definido de manera local y no global, pues el contexto es cambiante y pluralizado por las dinámicas educativas.

 

El final como inicio de la otra educación.

Pero, ¿para qué reflexionar la práctica? La obra que Messina nos ofrece, es una obra de renovación discursiva, que sitúa al lector a mirar al “otro”, al inexistente de la educación. Sin embargo, la conceptualización crítica y edificante de la(s) otra(s) educación(es) lo hace a partir de la revalorización de la(s) misma(s), tomando como eje articulador, una imagen importante: el educador(a). Las múltiples lecturas de la realidad de esta “otra educación”, posiblemente no sea nueva ni finita de contenido, pero principia en los fundamentos de una educación que reclama reconocimiento, un reconocimiento que no será sino a través del educador(a) mismo, del trabajo, de su práctica como agente de cambio social

Legitimar esa otra educación por medio de sus educadores(as), es el acto humano más representativo de una educación que día a día acontece en una realidad de lucha, de controversias y complejas realidades. En este sentido, la propuesta de esta obra no es un discurso teórico o metodológico, sino práctico, a partir del sentir-pensar, es decir, del sentir que la educación oficialista no lo es todo y que, por el contrario, requiere de las otras educaciones para pensarse como educación. En este caso, la educación de jóvenes y adultos, no es otra, es la educación misma relegada a una formación ausente, a un educador(a) olvidado y a una pedagogía y didáctica sentenciada en el rincón de esta educación clasista.

 

¿Hacia dónde ir?

Si bien, ninguna obra es una obra finita, la presente permite abrir visiones en la comunidad científica. Redefinir los caminos de la educación de adultos en una idea que debe estudiarse en prospectiva, para establecer las orientaciones no solo de discurso, sino de acción en las agendas políticas de los Estados. No obstante, los contenidos abordados si bien puntualizan de manera disciplinar la educación de jóvenes y adultos, así como sus componentes, habría que conceptualizar tal educación en un margen actual, politizado por las tendencias globales. Trascender esta educación conllevara no solo pensarla de otra manera, sino hacerla participe en la configuración del sistema educativo de cada país, de cada región.

Finalmente, pensar la educación de jóvenes y adultos en un marco de lo no oficial, es estar excluyéndola y no darle un valor, sin embargo, ante el claroscuro que esta educación representa, concebirla como “otra” se ha normalizado. Aunque la propuesta que la obra nos proyecta, la reflexión desde la práctica, es quizá, una alternativa que posibilite la transformación no solo de una educación, sino de una sociedad excluida de la educación como derecho. Así, estar en el escenario educativo, no solo permite situar eventos marginados de una legitimidad, sino transformarlos teniendo como figura al educador como pieza fundamental del proyecto educativo.

 

Ficha técnica.

Autor(a): Graciela Messina

Año: 2002

Título: La formación de los educadores de las personas jóvenes y adultas: El camino de la reflexión desde la práctica.

País: México

Editorial: CREFAL

Enlace de acceso: https://www.crefal.org/index.php?option=com_content&view=article&id=141&Itemid=227

*Colaborador de OVE. ITESM | MÉXICO.

Fuente: EL autor escribe para OVE

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El pedagogo Gregorio Luri apuesta por dos leyes educativas en España en lugar de una para mejorar el sistema

El Doctor en Filosofía por la UAM, pedagogo y ensayista experto en Educación, Gregorio Luri, es partidario de que España tenga dos leyes educativas, en lugar de una, para mejorar la calidad y el sistema educativo.

En unas jornadas parlamentarias organizadas por el Grupo Parlamentario Popular, el experto ha criticado la falta de consenso reinante en España a la hora de aprobarse una nueva norma en el ámbito educativo. Ese ha sido el caso, por ejemplo, de la última Ley de Educación, la LOMLOE (también conocida como ‘Ley Celaá’).

«Es difícil el consenso educativo, por tanto, quizás fuera bueno, en vez de pensar en una ley educativa, pensar en dos leyes, una sobre la estructura orgánica del sistema y otra sobre los contenidos», ha señalado Luri, que considera que en el primer caso sería «más fácil» llegar a un acuerdo.

Durante su intervención, el filósofo ha instado a fijarse en los sistemas educativos de otros países, como Finlandia, un «éxito» a su juicio: «Todos ellos comparten un rasgo muy fácil de definir, pero difícil de crear, han creado un círculo virtuoso de la confianza».  «La Administración confía en las escuelas, las escuelas confían en las familias y las familias en la Administración; hay una confianza mutua», ha destacado el experto, que no obstante, no considera «buena idea copiar a nadie».

En este sentido, el experto asegura que «ningún método ofrece garantías de calidad», ni siquiera la reducción de las ratios. «No es cierto», sentencia Luri, que asegura que generar confianza es la «clave».

Y es que, el filósofo indica que «este círculo no se refuerza con una sucesión de leyes educativas». De hecho, «cuantas más leyes se sucedan, más estamos transmitiendo a las escuelas que la normativa de hoy es una normativa provisional», afirma, y a su juicio, «la provisionalidad de la ley es un elemento que afecta a la credibilidad». «Hay que ser más serio, la seriedad es un elemento de confianza en la Ley», ha reclamado.

Asimismo, ha abogado por crear un Libro Blanco de la función docente que recoja los puntos de fractura del sistema educativo en España, ya que considera que los docentes son la parte más importante del proceso educacional. «No tiene sentido elaborar leyes educativas sin la complicidad de los docentes», comenta.

Fuente: https://www.europapress.es/sociedad/educacion-00468/noticia-pedagogo-gregorio-luri-apuesta-dos-leyes-educativas-espana-lugar-mejorar-sistema-20210510201006.html

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