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Evaluar el aprendizaje no es evaluar la enseñanza

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

En días pasados, quien se perfila para asumir el mando de la Secretaría de Educación Pública cuando inicie el nuevo gobierno de la República, Esteban Moctezuma Barragán, ha señalado que se planean cambios importantes en la evaluación docente, desvinculándola de la permanencia en el servicio y eliminando prácticas como el polémico examen de conocimientos. Entre las modificaciones que considera, destaca una que sin duda pudiera ser arriesgada: basar la evaluación docente en los resultados de aprendizaje de los alumnos. Lo anterior pudiera parecer adecuado para la mayoría, pues la idea de que “un buen maestro es aquel que hace aprender a sus alumnos” goza de aceptación entre la población, de modo que si los estudiantes no aprenden, se puede deducir, de primera intención y sin mayores pesquisas de por medio, que el trabajo del maestro sería deficiente. Nada más alejado de la realidad e injusto para el profesor.

Evaluar al docente en función de los resultados de aprendizaje de sus alumnos evidencia un desconocimiento de un principio básico: la enseñanza y el aprendizaje son dos fenómenos que no se encuentran vinculados necesariamente por una relación de causa-efecto (Gvirtz y Palamidessi, 2006, p. 135). Si bien el propósito de enseñar consiste en facilitar las condiciones para que se efectúen las tareas de aprendizaje, los resultados de éstas últimas no pueden considerarse como un sinónimo de la calidad de las acciones de quien instruye. Pudiera decirse entonces que una enseñanza óptima a lo más que puede aspirar es a incrementar las probabilidades de que los pupilos aprendan, mas nunca a garantizar esto. Desde luego, lo anterior no implica una desvalorización de una buena enseñanza ni mucho menos se intentan aminorar los efectos nocivos de malas prácticas pedagógicas, pero es conveniente establecer el límite hasta el cual puede llegar la tarea de enseñar. Es un error decir que una buena enseñanza deba garantizar el aprendizaje.

La idea del próximo secretario de educación para evaluar a los docentes corresponde a los modelos de valor agregado (Martínez Rizo, 2016, p. 32), es decir, aquellos que determinan la calidad de la enseñanza infiriéndola a partir de resultados de aprendizaje, comparando éstos al inicio y al final de un curso y asumiendo que su diferencia es atribuible al desempeño del profesor. A pesar de que la idea que sustenta este modelo pueda aparentar  ser justa para el maestro, esconde un defecto importante: el modelo hace énfasis en el “resultado” de la enseñanza, mas no en el proceso mismo.  ¿Cómo considerar las altas y bajas de alumnos en el grupo que atiende el maestro? ¿Por qué, por ejemplo, en sexto grado de primaria se le tendrían que atribuir los resultados de un grupo a un solo maestro cuando el desempeño de los alumnos es el reflejo de, por lo menos, cinco docentes más?

Optar por un sistema de evaluación docente basado en los alcances de aprendizaje de los estudiantes puede tener algunos problemas. De acuerdo con Martínez (2016, p. 65), una primera complicación es llevar a la práctica mediciones del aprendizaje que no sólo contemplen aspectos que se presten a ser valorados con exámenes estandarizados. Lo anterior, implicaría que todo aquellos resultados del aprendizaje que no pueda ser plasmados en un examen escrito, serán desechados para la valoración del profesor.  El segundo problema, más importante aún, es “la dificultad de atribuir a la enseñanza de un maestro en particular los resultados del aprendizaje de ciertos alumnos, controlando bien los demás factores que inciden en esos resultados” (Martínez Rizo, 2016, p. 65). De este modo, sobre todo en evaluaciones a gran escala, sería sumamente complicado (si no es que imposible) separar los límites de influencia de los numerosos factores que determinan el logro de aprendizajes en los alumnos, para aislar únicamente lo referente a la acción del profesor.

Desde luego, aunque se ha dicho que la enseñanza y el aprendizaje no necesariamente tienen una relación de causa-efecto, el rendimiento de los alumnos pudiera tomarse “como criterio para validar otros instrumentos basados en observaciones de la práctica docente, en encuestas entre alumnos o maestros, o en la revisión de materiales con evidencias de la práctica en el aula” (Martínez Rizo, 2016, p. 66).Es decir, los rendimientos en evaluaciones de aprendizaje no pueden ser tomados como pruebas contundentes para determinar la calidad de un docente, sino como uno de tantos elementos que pudieran permitir una discusión sobre el asunto.

Vale la pena revisar la experiencia de países iberoamericanos en cuanto a evaluación docente. Según lo expuesto por Felipe Martínez (2016), no se observa, a excepción de Cuba, que se tome en cuenta la valoración de los resultados del aprendizaje de los alumnos para determinar la calidad de la función del docente. Así, por ejemplo, en Uruguay se evalúa la aptitud del docente “con base en los informes de las visitas anuales de inspección al aula, en el juicio del director de la escuela, el cumplimiento de registro y documentación, los cursos de capacitación […] y en observaciones de orden disciplinario” (p. 77). En Estados Unidos, la institución encargada de valorar la calidad de los docentes, la National Comprehensive Center for Teacher Quality, establece, entre diversos rasgos, que un buen profesor es aquel que “ayuda [a sus alumnos] a alcanzar altos niveles de aprendizaje, según medidas de valor agregado” y “contribuye a alcanzar resultados positivos académicos” (Potemski, 2011, p. 3); como se observa, la función del docente no pasa de ayudar o contribuir al logro de los resultados, mas no a concretarlos.

La práctica de una evaluación docente basada en el resultado de los aprendizajes de los alumnos pudiera significar además una medida que tienda a incrementar la de por sí alarmante inequidad de nuestro sistema educativo: se pudiera promover entre los docentes un desprecio por aquellas instituciones escolares en contextos adversos, pues los efectos de los factores desfavorables que se reflejan en el rendimiento académico de los alumnos, pudieran ir en detrimento de la valoración que se haga sobre la calidad de la función del docente. Aun cuando se pudiera argumentar la importancia de la vocación del profesor, sería lógico que éste buscara escuelas que le permitieran obtener buenos resultados en aras de lograr una buena valoración que redunde no sólo en la conservación de su trabajo, sino en la obtención de incentivos laborales o económicos. En la extinta Carrera Magisterial, el sistema de evaluación consideraba entre sus factores el resultado del grupo atendido por el profesor en un examen estandarizado, lo que provocaba que los maestros de escuelas en contextos desfavorecidos se encontraran en desventaja con respecto al resto de los docentes.

Así pues, parece que no es una buena idea evaluar a los docentes con base en los resultados de los alumnos, máxime en un sistema educativo como el mexicano, caracterizado por brindar oportunidades de aprendizaje radicalmente diferenciadas entre los alumnos a los que atiende. Desde luego que los docentes deben procurar buenos resultados de aprendizaje en sus alumnos, pero éstos no deben asumirse como un indicador fiel de la calidad de las acciones que está realizando. Una buena evaluación docente debe pasar por la observación directa, la evaluación entre pares, las entrevistas con diversos actores de la comunidad escolar, el análisis de productos, etc. Evaluar al docente en función de los resultados de sus alumnos sin duda perpetuará la idea errónea de que el principal responsable de la misión educativa es el profesor, aminorando la influencia que para este fin tienen la familia, el gobierno y el entorno cultural y social que rodea al alumno. Siguiendo la lógica del enfoque en los resultados: ¿sería justo juzgar a un médico como incompetente si uno de sus pacientes muere? Seguramente, la respuesta no cabe en un escueto “sí” o “no”, pues habría que estudiar la situación considerando varias aristas: desde el historial personal del paciente, pasando por las condiciones sociales, culturales y económicas del entorno, hasta la calidad de instrumentos e instalaciones con las que el doctor dispone. Así de difícil también sería intentar evaluar a un maestro tomando como referencia el resultado de aprendizaje de un alumno.

Si bien es importante destacar aspectos positivos de la propuesta de evaluación docente del próximo gobierno federal, tales como regionalizarla, desvincularla de la permanencia en el servicio o privilegiar la actualización y capacitación antes que la evaluación, también se deben advertir peligros tales como asociarla a los resultados de aprendizaje de los estudiantes. Lo anterior, como ya se dijo, es riesgoso en el sentido de que la evaluación pudiera no reflejar fielmente el desempeño del maestro. Asimismo, pudiera ser una medida inequitativa en relación a la diversidad de contextos en las que los profesores y los alumnos se desenvuelven.  Las próximas autoridades deberán hacer un esfuerzo por reformular la evaluación docente de modo que el trabajo de los profesores sea valorado de una manera pertinente, justa, transparente y consensuada, lo que redundaría sin duda en la mejora profesional del magisterio.

Twitter: @proferoger85

 REFERENCIAS

GVIRTZ, Silvina y Mariano PALAMIDESSI. El ABC de la tarea docente: currículum y enseñanza. Buenos Aires: Aique, 2006.

MARTÍNEZ RIZO, Felipe. La evaluación de docentes de educación básica. Una revisión de la experiencia internacional.México: INEE, 2016.

POTEMSKI, A. et al. Alternative Measures of Teacher Performance. Washington: National Comprehensive Center for Teacher Quiality, 2011.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/evaluar-el-aprendizaje-no-es-evaluar-la-ensenanza/

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Educación: cuatro temas críticos

Por: Gilberto Guevara Niebla

Las diferencias de opinión no deben ser obstáculo para unirnos en apoyo al nuevo proyecto educativo nacional. Lo importante es que los nuevos esfuerzos en esta materia se nutran de la experiencia anterior, que no se repitan los errores del pasado y, que se apunte hacia metas de desarrollo más ambiciosas. En las líneas que siguen destaco algunos temas críticos de la educación mexicana actual.

1.Financiamiento. El gasto público en educación debe aumentar si se quiere hacer frente a los desafíos presentes. En la actualidad es de 5.3 % del PIB. Se gasta más por alumno en educación superior que en cualquier otro nivel. Se necesita que haya mayor eficiencia y transparencia en el uso de los recursos, así como claridad en la distribución del gasto corriente. Se necesita asimismo reforzar financieramente a las escuelas más desfavorecidas. Más del 90 % del gasto se consume en la nómina y queda poco dinero para inversión y operación en las escuelas. Las consecuencias negativas de este estado de cosas son múltiples, pero la más obvia es que las escuelas pobres, con carencias financieras crónicas, se ven obligadas a buscar recursos por su cuenta, a veces, pidiendo cuotas voluntarias a los padres de familia.

2.Gobierno del sistema. El gobierno educativo es un gran problema por el tamaño y la complejidad del sistema, es tan grande (25 millones de alumnos) y múltiple (32 entidades) que la comunicación interna representa un problema de grandes dimensiones. Por otro lado, en cada entidad federativa las escuelas son tuteladas por una estructura burocrática que ejerce su autoridad verticalmente. El centro del poder educativo no está en la escuela sino en esas estructuras burocráticas. Las escuelas carecen de poder sustantivo, de ahí la pertinencia de desarrollar nuevos esfuerzos para que la escuela tenga mayores facultades de forma que el sistema se desburocratice paulatinamente. Por otro lado, aunque se han transferido mayores facultades y recursos a los estados, en ellos se advierte una falta de equilibrio y contrapesos: no hay quien evalúe y dé seguimiento a lo que hace el poder en materia de educación y, como consecuencia, hay una notoria falta de control en la acción educativa de los estados.

3.Calidad con equidad. La búsqueda de la calidad es el principal norte de cualquier política educativa, pero la calidad, en tanto meta nacional, jamás se habrá de lograr si no se ataca, simultáneamente, la desigualdad. Si el esfuerzo político se concentra en mejorar las escuelas que tienen buen desempeño y con ello se desatiende a las que tienen mal desempeño, lo que habrá de lograrse es una mayor y más grave inequidad. Por lo mismo, la política educativa debe dirigirse a crear un piso común de calidad para todas las escuelas. No se trata de abandonar a las que mejor trabajan sino de apoyar a las menos eficaces, subirlas para que tengan un mejor desempeño. La lucha contra la desigualdad debe ser el centro de la política educativa en un país en donde el rasgo más característico de su sistema educativo es, precisamente, la desigualdad.

4.Mejorar la base del sistema educativo. Una manera de enfrentar eficazmente la meta de calidad con equidad es lanzar acciones vigorosas para reforzar la educación en la primera infancia (0-3 años) y la educación preescolar (3-6 años). El gran obstáculo para la calidad y la equidad son las deficiencias que presentan muchos niños cuando inician la escuela, deficiencias que son físicas, intelectuales, o emocionales y que generalmente se asocian al contexto social-familiar de donde proceden. Una efectiva educación inicial (crianza de los niños) y un buen preescolar pueden contribuir a cambiar radicalmente este estado de cosas y propulsar hacia arriba al sistema entero.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/educacion-cuatro-temas-criticos/

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Primer ministro etíope insta a construir sistema educativo eficaz

África/Etiopía/26 Julio 2018/Fuente: Prensa Latina

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, pidió hoy la ejecución de estrategias concertadas para construir un sistema educativo eficaz a fin de crear un mejor futuro socioeconómico y político.
Ahmed, quien se reunió con más de tres mil profesores universitarios, hizo hincapié en que el sector debería desempeñar un rol protagónico en el aprovechamiento de la floreciente población juvenil del país.

Casi el 70 por ciento de los 100 millones de habitantes de la nación califican por debajo de los 30 años, de acuerdo con estadísticas divulgadas por las autoridades.

El gobernante, mientras discutía con representantes de más de 50 instituciones públicas de educación superior en esta capital, hizo hincapié en que la mala gobernanza y los conflictos son manifestaciones de un plan de aprendizaje ineficiente.

Todo ello influye en el incremento de la corrupción y de la mala gestión de los recursos, apuntó.

Al señalar la libertad académica como el pilar fundador para inculcar una cultura del conocimiento y una sociedad democrática, el primer ministro también reveló la disposición de su administración para volver a emplear a centenares de docentes despedidos debido a sus fuertes críticas contra el Gobierno a lo largo de los años.

El Ministerio etíope de Educación reveló a principios de este mes que más de 170 mil graduados se unirán a la fuerza de trabajo después de obtener sus títulos.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=197445&SEO=primer-ministro-etiope-insta-a-construir-sistema-educativo-eficaz
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Y usted, profe, ¿Qué opina del aborto?

Por:  Manuel Becerra. 

Las alumnas que llevan sus panzas y sus hijos a la escuela son un fantasma que recorre las secundarias populares. Los docentes “progres”, observa Manuel Becerra, oscilan entre el paternalismo y la condena solapada; hacen una pedagogía del tabú, del asterisco, de la excepción. Así todo, lo que pasa afuera del aula entra por la puerta: sexo, drogas y represión policial son los tópicos que los pibes piden hablar. Es momento de que el sistema se haga cargo y asuma la pedagogía de la pregunta empezando por una: ¿cómo impactaría la legalización del aborto en esa problemática?

—¿Ya tenés pensado qué hacer?

—Rodri me dijo que quiere ser papá. Pero yo no sé si quiero ser mamá. Y menos con él.

Hace frío en el buffet de la escuela, afuera hay ruido de recreo, y con Natacha, la profe de Francés, nos miramos. Javier trajo un café con leche.

—Tomalo, hace frío estos días.

Sin agradecer ni mirarnos, Gina toma sorbos lentos. Se hizo un test de embarazo y le dio positivo, después fue llena de vergüenza a una guardia –se puso una campera del Milan de su hermano, anteojos negros, se escondió bajo la capucha– a mentir que le dolía la panza para forzar un análisis: sí, estaba embarazada. Y no estaba muy segura de tenerlo.

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Pedagogía del tabú

En las escuelas públicas populares –para diferenciarlas de las de élite– las alumnas embarazadas y madres son parte de la cotidianeidad. En general, aunque no únicamente, son chicas que viven en barrios donde es común la maternidad adolescente. La escuela secundaria, formateada en el siglo XIX con un patrón elitista que la terminó convirtiendo hoy en el agujero negro del sistema educativo, las sigue tratando como excepciones: nos apuramos a armar trabajos prácticos fáciles de resolver, no les contamos las inasistencias, bajamos al mínimo las siniestras exigencias burocráticas para que su bebé no venga con una deserción escolar bajo el brazo. La frase “ese chico no tiene que estar acá”, que parece esculpida en piedra en las salas de profesores, también aplica implícitamente –o no tanto– a las alumnas embarazadas o las que vienen con su hijo o hija a la escuela. Las chicas gestantes y mamás transitan el tabú, lo encarnan, soportan sobre sus pieles todo el peso plomizo del yunque rosa que las manda a ser mamás, porque “tener un bebé es una bendición”. Aunque hayan sido violadas.

Las tradiciones del sistema educativo son, también, las tradiciones de la sociedad donde está inserto. Porque la escuela es una caja de resonancia de lo social, no una cámara de vacío a salvo de él.

El aborto, en ese contexto, está teñido de ilegalidad y clandestinidad: está camuflado tras una burocracia de médicos copados, hospitales amigables, farmacias con contraseña, asesores, consultorías. Para una adolescente, abortar via la escuela sin violar la ley es una pesadilla kafkiana.

Por otro lado, en las escuelas públicas de élite y privadas la invisibilización es mucho mayor. Atravesadas por el mandato de una maternidad supeditada a logros personales –facilitados por la pertenencia de clase–, las chicas de clase media intelectual y de clase media alta no se permiten maternar en su adolescencia. Ellas sí tienen muchísimo que perder. Y tienen los medios para esquivar la clandestina burocracia del aborto.

Lo concreto es que con el aborto ilegal no sólo las mujeres pobres quedan expuestas a clandestinidades precarias, antihigiénicas y que ponen en riesgo su vida. También quedan al borde de la deserción escolar: las chicas pobres no tienen una red social de contención que las acompañen a transitar esa carrera de obstáculos y contra reloj, pero tampoco cuentan con soportes –mujeres– que le cuiden al bebé una vez que nació. Porque, muchas veces, el papá se borró. Porque quedaron solas. Porque tuvieron que decidir entre maternar o estudiar.

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Las alumnas que llevan sus panzas y sus hijos a la escuela son ese fantasma que recorre las secundarias públicas populares. Los docentes oscilamos entre el paternalismo y la condena excluyente, y sin lograr acertarle a la inclusión educativa. Bajo ese signo se arman los trabajos prácticos y las intervenciones pedagógicas hacia ellas.

Bajo su “condición” silenciada, disimulada, puesta entre paréntesis hacemos una pedagogía del tabú, del asterisco, de la excepción. ¿Cómo impactaría la legalización del aborto en esa problemática?

* * *

—¿Son bebés abortados?

—Profe dígale, son angelitos.

En el Museo Nacional de Bellas Artes una alumna y un alumno de primer año se detienen a mirar fascinados un óleo de Lucas Cranach el Viejo. Allí aparece Dios, rodeado de diecinueve cabecitas de querubines, y amenaza con lanzar tres flechas fatídicas a la Humanidad.

Pedagogía de la pregunta

Los propósitos de toda planificación didáctica podrían resumirse en un objetivo central: lograr que las y los alumnos se involucren en la clase, en el objeto que se estudia, que le hagan preguntas, lo manipulen, lo adapten a sus conocimientos previos. La aproximación es espiralada, rara vez directa: una chica levanta la mano en un aula y lanza una hipótesis, intuitiva, tratando de enganchar eso que plantea su docente con algo que le viene rebotando en la cabeza. La función del docente es tomar esas intervenciones e ir corriendo la línea de lo conocido para acercarla a las metas de la clase. Para enseñar. Para que la alumna aprenda.

Cuando los docentes planificamos lo hacemos esencialmente tratando de forzar esa pregunta, implícita o explícita, a través de distintas estrategias. Sin embargo, a veces, cada vez más en un contexto global de sobreinformación y consumo, la agenda pública destruye las paredes del aula y obliga a docentes y estudiantes a hablar de determinados temas. Fuerza “naturalmente” el tan celebrado, prescripto y poco aplicado pensamiento crítico: “¿Y usted, profe, qué opina del aborto?”.

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Lo que pasa afuera de la escuela entra por la puerta: si la sociedad es violenta, encontramos un cuchillo en una mochila; si es desigual, desaparece un celular en el aula; si hay hambre, los pibes buscarán un plato de comida en la escuela. No podemos aislarnos del aborto que, además, forma parte central de la agenda particular de las y los adolescentes, incluso desde la pubertad. Sexo, drogas y represión policial: los grandes tópicos que los pibes le reclaman a la escuela.

La sesión de la Cámara de Diputados del 13/14 de junio fue el corolario de debates maratónicos, de una lucha de décadas que hace algunos años tomó un volumen insospechado. Ya se ha dicho: las mujeres son en este momento, tal vez, el motor de la historia de una forma que nunca antes fue tan explícita, escondidas como estaban tras las cortinas del patriarcado. La marea verde afiló las preguntas de los pibes y las pibas por la Educación Sexual Integral. Abandonada por el Estado nacional, y supeditada a los pocos gobiernos provinciales que decidieron darle impulso, la ley 26.150 cobró una vida y una fuerza inéditas, no ya como bajada, sino como demanda.

Las y los adolescentes han decidido que es tiempo de hablar. Es tiempo de hacer un tratamiento riguroso de temas complejos vinculados a la sexualidad. Es tiempo de que la escuela, especialmente la secundaria, se haga cargo de las preguntas de sus alumnos, de que asuma de una buena vez la pedagogía de la pregunta.

No es la tecnología la que pone en jaque a la escuela tradicional: lo que la obliga a repensarse y reinventarse es el avance de los derechos, es la masificación del sistema educativo; son los lentos, imperceptibles y contundentes cambios de hábitos culturales. Internet no incendiará a la escuela hasta sus cimientos. Al contrario: son los pibes y las pibas, cada vez más conscientes de sus derechos, los que la reforzarán.

* * *

—Ya conté cuatro pañuelos celestes acá –una compañera me pasa, por WhatsApp, una foto mal sacada de dos mochilas en la escalera de la escuela.

—Ojo, hay que tener ovarios para anudarse pañuelos celestes en este contexto.

Pedagogía del derecho

Los docentes “progres” miramos fascinados la marea verde, a las adolescentes empoderadas, a la demolición de los tabúes que forman parte de la ritualidad escolar. Adherimos categóricamente a lo que Luciana Peker llamó “La revolución de las hijas”, que celebra el protagonismo juvenil dentro de la lucha feminista. Nos maravillamos ante la toma de autonomía política y sexual de nuestras alumnas, pero lo hacemos fundamentalmente por compartir muchas de esas miradas. Hasta que aparece un pañuelo celeste, una militancia que desentona con lo general, que nos interpela también a nosotros.

¿Qué hacemos con esto?

Las hijas de Silvia Lospennato, Agustín Rossi y Daniel Filmus entraron al recinto de la Cámara de Diputados como protagonistas en las decisiones que tomaron sus madres/padres a la hora de legislar. Las hijas que tienen medios para abortar de forma segura y más desburocratizada –aunque aún ilegal–, cuyos progenitores tienen además la llave de los amplificadores mediáticos. Hasta allí, todo verde. Y en las escuelas públicas de élite, el color casi uniforme. Y también en algunas privadas, provocando tensiones con los esquemas del colegio, y hasta con sus familias. Hijas blancas, con más o menos formación política, ofreciéndole a la democracia argentina argumentos demoledores en oposición a las barbaridades –no caben otros calificativos para mucho de lo proferido dentro del Congreso en la madrugada del 14 de junio– en contra de la ley. No tienen más de 20 años. Vemos a todas las adolescentes con pañuelos verdes. Pero no: es más bien una forma de metonimia, de tomar las partes por el todo, una especie de ilusión óptica.

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En las escuelas públicas populares se ve un escenario matizado: pocos pañuelos verdes, menos celestes, y una gran mayoría despañuelada. Son pibas y pibes de los barrios, para quienes este debate está abriendo un escenario de información compleja, que saben importante y que les atrae, pero no todavía como para militar una posición. Quienes han recorrido los barrios en las crisis lo saben: son las mujeres las que ponen de pie a las familias, a sus maridos, a sus hijos. Son las mujeres solas las que muchas veces, contra la violencia de género y la exclusión total, sostienen hogares haciendo lo imposible. Sus hijas hoy están aprendiendo la enorme complejidad de la soberanía de sus cuerpos. Nunca antes se había tratado detalladamente el tema en sus casas, sus aristas legales en tensión con las morales, las preguntas contundentes sobre el placer sexual y la maternidad, sobre el rol del Estado.

En las escuelas populares las chicas, sin decidirse si se calzan un pañuelo, están reformulando preconceptos instalados. Allí está la demanda más delicada: que la escuela esté a la altura del debate con información rigurosa pero, fundamentalmente, respetuosa de los tiempos y las preguntas de las y los alumnos.

Tal vez las escuelas populares, donde no hay posturas dominantes, se parezcan más a la sociedad en su conjunto y a la no linealidad de sus mecanismos democráticos: minorías militantes con posiciones tomadas, y mayorías silenciosas que están aprendiendo algo nuevo. En este caso, pibas y pibes que están aprendiendo también a opinar, a argumentar, a expresar su voz sobre algo tan íntimo como sus deseos.

La escuela, como agencia del Estado, debe garantizar el derecho de la libertad de opinión, del debate ordenado y sincero, debe orientar el disenso jerarquizando los argumentos. Debe garantizar la aplicación de la ley de Educación Sexual Integral. Debe enseñar que se está discutiendo, también, un derecho que opera sobre la materialidad más personal: el propio cuerpo. Es la hora, también de hacer una pedagogía del derecho.

* * *

La legalización de la interrupción voluntaria del embarazo permitirá a las alumnas embarazadas salir de la clandestinidad y decidir en mayor libertad. Les permitirá sopesar sus propias condiciones, sus propios deseos, y definir su futuro sin condenas legales ni morales. Así, el aborto legal será también una buena herramienta de inclusión educativa. Habremos derribado el tabú echando preguntas sobre él, haciendo florecer preguntas.

Que florezcan mil, cien mil, millones de preguntas. Que cada piba y cada pibe viva en un país donde tenga derecho a decidir sobre su cuerpo, donde entienda que no tiene derecho a decidir sobre un cuerpo ajeno. Va a suceder, si no es este año será pronto. Y en ese futuro, tan cercano, esta discusión, este mismo artículo, parecerán antigüedades.

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Fuente: http://www.revistaanfibia.com/ensayo/y-usted-profe-que-opina-del-aborto/

Fotografía: Revista Anfibia

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Hace 23 años que es docente, pero desde hace dos que ejerce como mujer

América del Sur/Argentina/Fuente: www.perfil.com.

La historia de Milena Moreno, la profesora trans que da clases de filosofía en Córdoba.

Milena Moreno nació bajo el nombre de Claudio Moreno hace 50 años en la provincia de Córdoba. Desde hace 23 ejerce la docencia y si bien comenzó su carrera con una imagen masculina, hace dos años cambió su identidad. En la actualidad da clases en cuatro establecimientos educativos.

“Soy filósofa, profesora de Filosofía y maestra de grado. Me recibí cuando no era Milena, en el Garzón Águlla. Tengo una carrera docente, humanista”, sostiene durante una entrevista a la periodista Mariana Otero, según consignó el diario La Voz.

Al definirse, precisa: “La gente te ama o no te ama. Cuando tenés esta diferencia de tu cuerpo con tu identidad –llámese física, psíquica o emocional–, al otro le genera una reflexión y una incomodidad, porque se tiene que poner a pensar sobre sí mismo”.

Es profesora en cuatro escuelas, tres estatales y una privada: la Juan José Paso, de barrio Zumarán, el Instituto Integral Modelo (ex-Liceo de Señoritas), el Ipem 270 y el Cenma 215 en Villa Azalais oeste. “Tengo cuatro realidades sociales y educativas diferentes. Es lo que me nutre permanentemente”, precisó.

Ingresó al sistema educativo con una imagen masculina y vivió su transición de identidad sin demasiadas dificultades externas. “El profesor de Filosofía Claudio Moreno aparecía con sombrero y pipa, traje y tiradores, pero con una percepción en el otro, sobre todo en la mujer, de un hombre que no existía”, relató.

Para la OMS, la transexualidad ya no es una enfermedad mental

“Claudio tenía esa sensibilidad, que no cerraba. Me decían: ‘Sos diferente a los hombres’. Y es que, en verdad, no era hombre, en el sentido de ser varón”, indicó en alusión al cambio físico que estaba por suceder. Después de dos años, comenzó el tratamiento hormonal, y en 2016, le realizaron la cirugía para la extirpación de los testículos en una clínica privada de la ciudad de Córdoba. Acto seguido cambió su DNI.

“El día siguiente de la operación, cuando el médico me preguntó: ‘¿Estás feliz?’, le dije: ‘No estoy feliz, estoy en paz. Ya no necesito luchar tanto’”, completó en su relato.

Cambio. Terminó el ciclo lectivo en 2016 con imagen masculina y en febrero del año siguiente, ingresó como mujer. El Ministerio de Educación acompañó a las escuelas en este proceso y reunió a los directores de las instituciones, a los equipos de Educación Sexual Integral, al sexólogo de Milena y debatieron cómo trabajar su presencia en los colegios. “Fue muy fuerte y muy bello”, remarcó.

Su historia. A sus 7 años, cuando aún era Claudio, le preguntó a su mamá si era posible “cambiar de cuerpo”. A modo de respuesta, ella le dijo que se fuera a jugar. “No sólo me sentía así por la idea de pensar que tenía un cuerpo en el que no me hallaba, sino que me preguntaba por qué odiaba partes de mi cuerpo que no habían experimentado intimidad”, expresó en declaraciones al mencionado medio.

En ese marco, recuerda que jugaba a la pelota con los varones. “Iba obligado para que no hubiera conflictos familiares ni señalamiento social, que hoy sigue estando, aunque con menor intensidad. Era el mejor arquero, no quería ser el objeto que ya era, el objeto humano de la burla, del bullying o el comentario. Yo ya estaba en ese proceso tan conflictivo”, manifestó.

Ya en la adolescencia “tenía pelo largo, me podía pintar los labios, usaba un mix de ropa, no te identificaban como hombre o mujer sino como un hippie sucio. No tenías conflicto de decir al otro: ‘No soy lo que usted piensa, soy otra cosa que todavía no sé. Por qué me iban a catalogar por algo que todavía no sabía qué era’”, agregó.

Estudios. Cursó el secundario en una escuela nocturna en una época muy dura, y confesó que intentó suicidarse. “No es fácil lidiar con todo lo que hay dentro tuyo, donde no hay palabras”, sostuvo. Viajó a España y luego a Grecia, donde se recibió en la Facultad de Filosofía en la Universidad Nacional de Atenas. Allí fue donde

comenzó a vestirse y a vivir como mujer y hasta fue modelo publicitaria. “Fui la mujer más feliz del mundo”, contó. Luego volvió a Córdoba, se enamoró de una mujer llamada Mercedes y tuvieron a Gregorio, quien en la actualidad tiene 19 años. Los tres conviven como familia en una misma casa, aunque dejaron de ser pareja cuando el bebé tenía seis meses.

Fuente de la reseña: http://www.perfil.com/noticias/sociedad/la-historia-de-la-profesora-trans-que-da-clases-en-4-escuelas-de-cordoba.phtml

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Paso a paso con la educación inclusiva

Por José Jorge Chade

Se acerca el Segundo Congreso de Inclusión Educativa. Aquí, información crucial para participantes, a cargo del profesor José Jorge Chade.

Es una actitud, un sistema de valores y creencias. Incluir significa ser parte de algo, formar parte del todo. Podemos fijarnos en la contraposiciòn de la inclusiòn y exclusiòn para definirlo.

Se trata de acoger a todos, comprometiéndose a hacer cualquier cosa que sea necesaria para proporcionar a cada estudiante el derecho inalienable de pertenencia a un grupo, a no ser excluìdo. La inclusiòn asume que la convivencia y el aprendizaje en grupo es la mejor forma de beneficiar a todos.

Una escuela Inclusiva ve a todos los alumnos como capaces de aprender y anima y honra todos los tipos de diversidad, como una oportunidad para aprender sobre los que nos hace humanos.

La buena enseñanza es aquella que cada niño puede aprender si se le ofrece el entorno adecuado, se le anima y se les proporcionan actividades significativas.

La Escuela Inclusiva es aquella que educa a todos los estudiantes dentro de un único sistema educativo, proporcionándoles programas educativos apropiados que sean estimulantes y adecuados a sus capacidades y necesidades, además de cualquier apoyo y ayuda que tanto ellos como sus maestros y/o profesores puedan necesitar para tener éxito. Se tiene la idea de cohesión de la comunidad, la aceptación de las diferencias y la respuesta a las necesidades individuales.

Esto es un proceso donde se implica la filosofía del centro escolar, el currículo, la estrategia de enseñanza y la organización estructural. Es lo opuesto a la segregación y al aislamiento. Es una oportunidad de aprender sobre la variedad de vida de otras personas (lengua, cultura, religión, sexo, discapacidad, estado socioeconómico, marco geográfico…) y también sobre lo que significa ser humano; ser incluido, valorado y respetado por quien uno es en un mundo diverso y plural por naturaleza.

PRINCIPIOS DE LA EDUCACION INCLUSIVA

Clases que acogen la diversidad

Se da la bienvenida a la diversidad y se valora la diferencia. Se pueden leer libros de diferentes niveles sobre el mismo tema.

Un currículo más amplio

La inclusión significa implementar una modalidad de currículo multinivel. Los maestros y profesores se mueven hacia el método de aprendizaje cooperativo, la instrucción temática, el pensamiento critico, la resolución de problemas y la valoración auténtica.

Enseñanza y aprendizaje interactivo

Los cambios en el currículo están estrechamente ligados a los cambios en su pedagogía. Los estudiantes trabajan juntos, se enseñan mutuamente y participan activamente en la propia educación y en la de sus compañeros. No se quiere estudiantes incluidos en aulas para competir con los demás, sino para que aprendan con y de los otros.

Los alumnos no tienen que soportar la inflexibilidad, los curriculums aburridos, la falta de creatividad, la reglamentación excesiva, el exceso de estandarización y las concepciones limitadas de la enseñanza y el aprendizaje.

El sostén, el apoyo y la formación a los docentes.

La inclusión es la enseñanza en equipo, la colaboración y la consulta, así como otras formas de acceder a las habilidades, el conocimiento y el apoyo de muchas personas encargadas de educar a un grupo de niños y jóvenes.

Participación Familiar

Estos son algunos de los puntos que abarcará este 2° Congreso Internacional organizado por la Municipalidad de Godoy Cruz, la Fundación Bologna Mendoza, la Universidad de Congreso, La UNCuyo Facultad de Educación, La Regional Centro de la DGE y el Consulado General de Italia en Mendoza.

Auspician el Congreso el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, MDZ, Universidad de Bologna y de Bolzano (Italia) y Casa del Maestro.

Informes en Fundaciòn Bologna Mendoza, TE 261 4294963

Inscripciones on line en: https://www.eventbrite.com.ar/e/ii-congreso-internacional-de-inclusion-educativa-y-social-tickets-44946275520

Fuente de la reseña: https://www.mdzol.com/opinion/805887-paso-a-paso-con-la-educacion-inclusiva/

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El Salvador: Deserción escolar ronda los 13,000 estudiantes

Centro América/El Salvador/23.07.18/Por Susana Peñate/Fuente: www.laprensagrafica.com.

MINED inició el proceso de formación en educación no sexista y desarrollo humano, apoyado por ONU Mujeres, con 300 docentes.

El ausentismo y la deserción escolar por diferentes causas rondan los 13,000 estudiantes en todo el sistema educativo, según cálculos que el Ministerio de Educación (MINED) tiene registrados hasta junio de 2018, que sería aproximadamente el 1 % de la población estudiantil, comentó ayer el titular de dicho ministerio, Carlos Canjura.

“El 1 % se ve poquito, pero de lo que hay que tomar conciencia es que el 1 % de 1, 300,000 es un número considerable de niños que, por supuesto, debe preocuparnos que regresen a la escuela”, dijo.

Afirmó que es una cantidad menor a la que se ha tenido en años anteriores y que uno de los esfuerzos para atraer a los que están fuera del sistema educativo es el programa de flexibilización de la educación.

La deserción escolar tendría varias causas, como la violencia social y los embarazos a temprana edad, por lo que este tema se incorpora dentro del proceso de formación docente en educación no sexista y desarrollo humano, enmarcado en la Política de Equidad e Igualdad de Género del MINED y del Plan Nacional de Formación Docente, con el apoyo de FOMILENIO II e implementado por el asocio Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y ONU Mujeres.

“Queremos garantizar que las niñas se mantengan dentro del sistema educativo, prevenir la violencia sexual y lograr que con esto las niñas puedan desarrollarse plenamente, no solo en lo personal sino también contribuir al desarrollo de su familia, de su comunidad y, en última instancia, de la sociedad y del Estado salvadoreño”, dijo Ana Elena Badilla, representante de ONU Mujeres.

El proceso de formación comenzó ayer con 300 docentes y tendrá una duración de un año, con 576 horas a través de seis módulos, cada uno de 96 horas: 48 presenciales, 30 virtuales y 18 prácticas.

“El esfuerzo que estamos haciendo es por que se instale este tipo de pensamiento positivo, de combate de la desigualdad y el desarrollo de una cultura de paz que tiene que ver, obviamente, con los temas de exclusión y de tratos desiguales”, agregó Canjura.

Los 300 especialistas formados luego replicarán lo aprendido a otros 1,400 educadores y ellos hacia el resto de la planta docente a escala nacional.

“Lo que pretende es reflexionar y sensibilizar en torno a la violencia de lenguaje, la violencia física, la violencia psicológica, la violencia de género como tal a un grupo de docentes”, expresó Manuel Tobar, consultor de la UCA.

Fuente de la noticia: https://www.laprensagrafica.com/elsalvador/Desercion-escolar-ronda-los-13000-estudiantes-20180721-0050.html

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