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La educación de la madre, esencial en el desarrollo neuronal de los niños

Por: Ana Camarero

La interacción con la progenitora pesa más en el ámbito cognitivo durante los primeros años de vida y del padre destaca la clase social, aunque existe solapamiento entre los dos factores, según un estudio

Una investigación, en la que han participado la Universitat de València, la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO), la Universitat Jaume I, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y la Red de Investigación en Servicios de Salud en Enfermedades Crónicas (REDISEC), ha estudiado la aportación que algunas características individuales de la madre y del padre, como su clase social, educación u ocupación tienen en el desarrollo cognitivo infantil. El estudio confirma que estas singularidades explican cerca del 10% de la variación del desarrollo cognitivo de los niños y niñas durante sus primeros años, siendo el nivel formativo de la madre y la clase social del padre, los factores más influyentes en ese desarrollo. Llúcia González Safont, primera autora del artículo e investigadora de CIBERESP en FISABIO y en, sostiene que en esta investigación “la madre posee un peso ligeramente mayor, en su aportación individual, en comparación con el padre, aunque ambos se solapan ampliamente. En el caso de la madre, la educación adquiere una mayor relevancia, mientras que en el padre es la clase social. Sin embargo, en ambos casos, se observa un gran solapamiento entre los elementos del gradiente socioeconómico”.

Este trabajo se enmarca en el estudio de cohortes del Proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente), un estudio de seguimiento materno-infantil que comenzó en España en el año 2003 y que realiza el seguimiento prospectivo de cerca de 4.000 mujeres embarazadas y sus hijos e hijas en siete áreas de España. Su objetivo principal es evaluar el efecto de los contaminantes ambientales en el desarrollo infantil. González Safont apunta que “estas exposiciones pueden estar relacionadas con las desigualdades sociales y, por ello, debemos conocer cómo afectan a los participantes. Además, con este artículo quisimos iniciar una nueva línea de investigación de desigualdades sociales y de género, que se ha completado con otros trabajos”.

Entre las conclusiones que se desprenden de este trabajo se encuentran que la educación materna pesa más en el desarrollo cognitivo durante la niñez y en el caso del padre destaca la clase social, si bien existe solapamiento entre los dos factores y que la edad y la inteligencia de la madre son factores clave para el desarrollo cognitivo. Además, que al ser la mujer la que mayoritariamente sale del mercado laboral durante los primeros años de crianza de los hijos e hijas, su educación proporciona una mayor estimulación cognitiva materna y pesa más que la del padre en el desarrollo cognitivo en esta primera etapa evolutiva. Sobre este último factor, González Safont expone que “el desarrollo cognitivo está muy relacionado con la estimulación que se proporciona al niño. En nuestro caso, las madres pasan más tiempo con sus hijos, participando más de esa estimulación, que los padres”.

La primera autora de este artículo de investigación explica que, en cuanto a los factores de edad e inteligencia de la madre en el desarrollo cognitivo de sus hijos/as, “la asociación con la edad fue más clara para las madres que para los padres. Tuvieron mayor desarrollo cognitivo los niños y las niñas niños/as cuyas madres tenían entre 25-34 años en el embarazo, en contraposición con las más jóvenes o mayores. Algo similar sucede con la inteligencia. En el caso de las madres hay una tendencia clara: aquellas que obtuvieron mayores puntuaciones en el test WAIS-III, tuvieron hijos/as con puntuaciones más altas. Esto se observó también en los padres, pero no con la misma intensidad”.

Amable Cima, profesor adjunto de la facultad de Medicina Universidad CEU San Pablo, psicólogo clínico HM Hospitales y especialista en Trastornos del Neurodesarrollo, apunta que la influencia del factor epigenético en el desarrollo cognitivo tiene un valor fundamental, pues puede influir en el potencial de desarrollo genético del menor. Este psicólogo manifiesta que “esta influencia es limitada y se encuentra mediatizada por diferentes elementos ambientales: desde la posición del menor en el conjunto de hijos de la familia hasta las expectativas educativas de los progenitores, pasando por su nivel socioeducativo y económico, y el lugar de residencia. Por tanto, los factores genéticos determinan una línea de neurodesarrollo del niño/a que, a lo largo de sus primeros años de vida, se verá acelerada, retrasada o detenida por esos otros elementos epigenéticos que, como personas adultas, podemos llegar a controlar y modificar para alcanzar un nivel u otro de desarrollo biopsicosocial del menor”.

Ana Jiménez-Perianes, profesora adjunta de la facultad de Medicina Universidad CEU San Pablo y especialista en Psicología Infanto-Juvenil, dice que, en relación a los resultados de la investigación sobre la mayor influencia que el nivel formativo de la madre y del padre tiene en el desarrollo cognitivo del niño, tiene que ver con que, “en ambos casos, la persona más formada tiene más herramientas intelectuales y emocionales para atender el desarrollo de sus hijos, detectar la presencia de dificultades tempranas en dicho proceso, dedicar recursos personales y materiales para su resolución y generar un ambiente rico en estímulos para su desarrollo”.

Aunque esta investigación no se centra específicamente en la brecha entre niños y niñas, sí invita a una reflexión social sobre qué medidas se pueden tomar para reducir las diferencias sociales y de género. En este aspecto, la investigadora del CIBERESP defiende que la reducción de la brecha pasa por “apostar por una educación pública que garantice la igualdad, ampliar los permisos de maternidad y paternidad, facilitar las reducciones y flexibilizaciones de jornada y posibilitar el retorno y reinserción de las mujeres al mercado laboral tras la etapa de la maternidad”. Un tema, el de las diferencias sociales, que para Marta Domínguez Pérez, profesora contratada y doctora, Departamento Sociología Aplicada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, se mantiene debido a que “la reproducción de las clases se legitima por el sistema educativo. Los niños y las niñas de clase alta con mayor nivel educativo de sus padres están más socializados/as en estos saberes que los de clase baja”. Además, continúa Domínguez Pérez, “el sistema da mejores puntuaciones a los más experimentados en estos saberes. Un/a niño/a que en su casa está acostumbrado/a a ver libros, que está más motivado/a hacia los idiomas porque sus padres los hablan, que sabe muchas cosas porque lo vive y lo habla en su casa, es muy distinto de quien en su casa no tiene ni habla de ello”. Esta socióloga asegura que “está estudiado que el sistema instruye, pero no educa. La educación proviene del medio familiar, los medios, la sociedad. En el centro educativo hay más instrucción que educación y aquella se evalúa con sistemas de medición que recompensan a aquellos que tienen más fácil acceso a ella”. “Dime dónde naces y te diré quién eres continúa funcionando en nuestra sociedad”, finaliza Domínguez Pérez.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/07/27/mamas_papas/1595857647_039210.html

 

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Releer a Freire en tiempos de pandemia

Por: Enrique Díez

Dedicado a la profesora María Verdeja, de la Universidad de Oviedo, que tanto nos sigue enseñando sobre Paulo Freire

Decía Paulo Freire que «cuando la educación no es liberadora, el sueño de los oprimidos es ser el opresor», porque el oprimido lleva en su seno la imagen del opresor dado que de él recibió y recibe constantemente su educación, refrenda el profesor Miguel Barrigüete de la Universidad Complutense de Madrid.

Por eso nos tenemos que preguntar si la educación actual es y está siendo liberadora. No solo tiene que ver con los ejes fundamentales que debatimos actualmente: la financiación, la inclusión, el respeto a la libertad de conciencia, la vuelta a clase segura, la nueva ley de educación, etc. Sino que tiene que ver también con el sentido y la finalidad de la misma. Pues, a veces, en medio del análisis sobre el qué, el cómo y el con qué, cruciales ciertamente, se nos olvida el para qué.

Ahora que hasta septiembre hay plazo para hacer alegaciones a la nueva ley educativa y para planificar la vuelta a la escuela el próximo curso escolar, es más pertinente que nunca debatir sobre todos esos temas. No lo dudo. Pertinente reflexionar si es suficiente destinar 1.600 millones de euros a la educación pública, cuando se deberían destinar, al menos, 12.000 millones para alcanzar el 5% del PIB (los países más avanzados de la UE destinan el 7% del PIB) y, así, revertir así los recortes que hemos sufrido en educación. De esta forma se podrían recuperar los docentes suprimidos por los recortes del RD–L 14/2012 (32.821 de enero de 2012 a julio de 2013) y reducir las horas lectivas (lo cual requeriría 35.760 docentes más en infantil y primaria y 13.101 en ESO).

Esto permitiría, al menos inicialmente, aumentar las plantillas y las instalaciones educativas públicas lo suficiente para reducir las ratios de alumnado en las aulas y facilitaría una vuelta a la escuela más segura y, sobre todo, con posibilidad de diseñar una educación realmente inclusiva y con una atención mucho más personalizada al alumnado, como asegura la ministra de Educación que se debe hacer.

Debatir si debemos seguir destinando 4.866 millones de euros anuales de las arcas públicas a la Iglesia Católica para mantener una asignatura confesional en la escuela que no respeta la libertad de conciencia de los niños y las niñas y utiliza los espacios públicos escolares para difundir su ideario religioso (contrario en muchos aspectos incluso a principios básicos de derechos humanos y a la igualdad entre hombres y mujeres) o definitivamente denunciar unos acuerdos franquistas con el Vaticano, que se mantienen por falta de voluntad política en derogarlos.

Debatir, efectivamente, como plantea la ministra de Educación, si el sistema educativo debe avanzar hacia un enfoque más competencial, y si esto significa profundizar en un modelo educativo industrial y con una orientación centrada en el mercado. Si se deben repensar los temarios hipertrofiados y enciclopédicos de la LOMCE, controlados por las grandes editoriales y pasar a “nuclearlos en temas fundamentales”, como dice la ministra, estableciendo también tiempos y medios para que el profesorado pueda prescindir de los libros de texto y crear sus propios materiales. Si la “digitalización educativa plena” y la “alfabetización múltiple” que se propone tiene que ver más con un imperativo económico, para no invertir en profesorado y adecuación de instalaciones por la pandemia del coronavirus, que con una necesidad desde un planteamiento pedagógico o de mejora de la educación. O si todas estas medidas que se anuncian contribuirán realmente a una mayor equidad educativa como se pretende. Qué duda cabe que revertir la cultura de la repetición, la extensión de la educación infantil (si es pública), la modernización de la formación profesional (si se le destinan recursos) o el desarrollo del aprendizaje personalizado (que debe contar con recursos y ratios adecuados, como asegura la propia ministra), van encaminados en ese sentido.

Pero creo que también debe ser pertinente, con el mismo nivel de intensidad y dedicación, debatir el para qué de la educación. Porque si todas las reformas que se plantean se orientan y profundizan en una línea de educación al servicio del modelo neoliberal y capitalista de sociedad que nos ha conducido a esta situación, creo que hemos equivocado el camino.

Necesitamos repensar la educación desde un enfoque descolonizador de ese imaginario dominante que insiste una y otra vez en que “no hay alternativa”. Que este es el modelo único, o el menos malo, porque no hay otros posibles. Que el capitalismo depredador, extractivista, insostenible, desigual, colonialista, patriarcal, competitivo, segregador, excluyente, etc., es lo único posible. Que su relato neoliberal individualista es el único imaginable: que debemos entender que la educación es una inversión individual para obtener rentabilidad en el mercado laboral futuro, más que un derecho; que debemos competir por seleccionar un centro educativo lo más elitista posible para relacionarnos con la “gente adecuada” y tener así más ventajas competitivas de cara a ese futuro aspiracional; que el emprendimiento educativo al estilo empresarial debe ser uno de los objetivos fundamentales de la educación; que la competencia frente a los otros y la segregación de quien no puede son algo inevitable, etc.

Necesitamos, en definitiva, repensar si el sistema educativo actual está al servicio de un proyecto de liberación y justicia social, tanto personal como colectivo, o si se orienta cada vez más hacia una educación bancaria, que diría Freire, no problematizadora, puramente instrumental y al servicio de la ideología dominante. Por eso, nos tenemos que preguntar cómo es posible que tantas personas de barrios obreros de este país (también de la UE) hayan pasado por las aulas y en pleno siglo XXI defiendan postulados e ideologías ultraderechistas, patriarcales, fascistas, xenófobas, racistas, neoliberales y capitalistas (sistema basado en el egoísmo, la ética del más fuerte y la desigualdad).

Sabemos que no es responsabilidad exclusiva del sistema educativo. Que hoy en día tienen gran influencia en la socialización de la población los medios de comunicación masiva (las redes sociales, los videojuegos, Hollywood, la MTV, etc.), pero nos tenemos que preguntar si estamos haciendo lo suficiente desde la educación. Pues la mayor parte de la población pasa por el espacio escolar durante años de su vida. Y tras ver la “revuelta de los cayetanos”, el “auge de VOX”, la desigualdad rampante (el 26,1% de la población es vulnerable y más de la mitad tiene dificultades para llegar a fin de mes), el desastre ecológico del planeta, etc., nos tenemos que preguntar ¿para qué sirve la educación?

Como dicen Nichols & Berliner (2007): “Deberíamos ser el número uno en el mundo en porcentaje de jóvenes que están política y socialmente implicados. Mucho más importante que nuestras puntuaciones en matemáticas y nuestras puntuaciones en ciencia es la implicación de la generación siguiente en el mantenimiento de una democracia real y en la construcción de una sociedad más justa para los que más la necesitan: los jóvenes, los enfermos, los ancianos, los parados, los desposeídos, los analfabetos, los hambrientos y los desamparados. Se deberían identificar los centros que no pueden producir ciudadanía políticamente activa y socialmente útil y divulgar sus tasas de fracaso en los periódicos”.

Y en esto no olvidemos que no podremos contar con la “buena voluntad” de quienes están disfrutando de los privilegios del sistema, pues como nos recuerda Freire: «Los opresores de ayer no se reconocen en el proceso de liberación. Por el contrario, se sentirán como si realmente estuviesen siendo oprimidos». No tenemos más que recordar las bochornosas imágenes de la “revuelta de los cayetanos”, cacerola en mano, pidiendo libertad en un régimen que denunciaban como dictatorial, asegurando que les tenía secuestrados, o de quienes evaden cientos de millones en paraísos fiscales mientras hacen “donativos” que lavan su imagen.

Paulo Freire decía que “la educación es siempre un quehacer político, en tanto quehacer humanista y liberador en lucha por la emancipación”. Durante la pandemia lo hemos comprobado: sin ayuda mutua, sin cooperación, sin solidaridad y justicia social estamos abocados a la extinción como especie y como planeta. No lo olvidemos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/07/14/releer-a-freire-en-tiempos-de-pandemia/

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China ordena a la policía que actúe ante las protestas étnicas

El rechazo de padres y alumnos a la reducción de horas lectivas en mogol crea fuertes tensiones en un país poco acostumbrado a los desafíos al sistema

El rechazo de padres y alumnos a la reducción de horas lectivas en mogol crea fuertes tensiones en un país poco acostumbrado a los desafíos al sistema

Aunque los chinos se manifiestan mucho más de lo que se cree en Occidente, lo cierto es que las protestas suelen estar provocadas por disputas laborales, económicas o medioambientales. Rara vez tienen un tinte político que suponga una afrenta para el sistema autoritario que rige el gigante asiático. Por eso merecen especial atención los altercados que se han registrado en la provincia de Mongolia Interior, donde algunos alumnos de etnia mongola y sus padres se oponen a la nueva política lingüística decretada por el Gobierno chino para el inicio del curso en esta región autónoma.

Según las nuevas directrices, tres asignaturas que antes se impartían en el idioma mongol pasarán a hacerlo en chino mandarín. Concretamente, la medida afecta de momento a Lengua y Literatura, a la que se sumarán en los próximos dos años Historia y Política y Derecho. Poco a poco, el mongol quedará relegado a una hora de docencia al día, algo que algunos ciudadanos de esa etnia –que supone solo el 17% de toda la población de la provincia– consideran insuficiente.

Según afirmó a Bloomberg el director del Centro de Información sobre los Derechos Humanos en la Mongolia Meridional, Enghebatu Togochog, la mayoría de padres y alumnos ha puesto en marcha un boicot a las clases y se han producido manifestaciones y enfrentamientos cuya envergadura va en aumento. «Nuestro tipo de vida ha sido eliminado ya. Solo nos queda el idioma, y por eso protestamos contra la nueva política», declaró este activista residente en Nueva York.

Diferentes vídeos grabados en la localidad de Tongliao recogen las manifestaciones de grupos de estudiantes en uniforme gritando consignas a favor de la docencia en mongol. Otro clip muestra a funcionarios del Gobierno pidiendo a los ciudadanos, casa por casa, que no participen en las protestas. Y también se ven algunas peleas con agentes de Policía, a quienes Pekín ha exigido que garanticen la estabilidad. De hecho, ya ha habido alguna detención.

«Proteger la ideología»

No son actos multitudinarios, pero sí resultan preocupantes para el régimen. Un académico de la Academia de Ciencias Sociales de China, Xi Wuyi, ha sostenido en Weibo, el Twitter chino, que el cambio en el sistema educativo de Mongolia Interior está en consonancia con las directrices del presidente Xi Jinping para «proteger la ideología» del Partido Comunista.

En un intento de calmar los ánimos, las autoridades educativas de la provincia han asegurado en un comunicado que el sistema bilingüe se mantendrá y que los cambios solo afectarán a las tres asignaturas mencionadas. Pero muchos temen que sea solo el principio de lo que consideran una estrategia de asimilación cultural como la que se ha vivido en Tíbet y Xinjiang, donde los idiomas nativos han quedado reducidos en las aulas a su mínima expresión. «Dicen que es para asegurarse de que nuestros hijos aprendan mandarín, pero no sé por qué no iban a hacerlo si todo está en ese idioma. Somos una minoría y, como tal, nos integramos con el resto a través de la lengua hegemónica, de la que es imposible escapar. Lo que quieren es borrar la nuestra», critica una madre que defiende el boicot.

Otros, sin embargo, consideran que la educación en chino mandarín –el estándar en un país con multitud de dialectos– ayuda a las minorías étnicas a integrarse en la sociedad y les otorga más oportunidades. El Gobierno siempre hace hincapié en que respeta las particularidades culturales de los diferentes grupos étnicos –curiosamente, en China se preserva el alfabeto mongol que en Mongolia se sustituyó por el cirílico–, pero también en la necesidad de que se formen en el idioma nacional para facilitar su movilidad, acceder a diferentes puestos de trabajo y reforzar la identidad nacional.

Fuente: https://www.elcorreo.com/internacional/asia/china-ordena-policia-20200903194610-ntrc.html
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Paro digital de maestros y reclamos de padres marcan inicio de clases en la Sierra y Amazonía de Ecuador

Los estudiantes del régimen Sierra-Amazonía volvieron a clases de forma virtual, tal como terminaron el anterior año lectivo, el 30 de junio, debido a la pandemia del coronavirus y a la crisis sanitaria declarada en Ecuador, en marzo pasado, por la propagación del COVID-19.

Más de 1 800 000 alumnos comenzaron las actividades escolares en unas 6000 instituciones públicas, fiscomisionales, municipales y particulares en el régimen Sierra y Amazonía, según las cifras oficiales de las autoridades, que inauguraron el año lectivo 2020-2021, de manera virtual.

Pero el inicio de este nuevo periodo estuvo marcado en algunas provincias por el llamado paro digital que hicieron maestros estatales, quienes reclaman al Gobierno nacional el pago pendiente de sus salarios. Algunos argumentaron que no tenían dinero para pagar los planes de internet y que por ello tampoco iban a encender sus máquinas y a conectarse en la red con sus alumnos.

A esto se suman los reclamos de padres en varias localidades. Unos incluso fueron presencialmente a los planteles para averiguar por qué sus hijos no están aún en las listas, luego de hacer el cambio de la educación privada a la pública, la opción de la mayoría de quienes han quedado desempleados durante esta pandemia.

Así, está la modalidad presencial (que funciona por el momento de manera virtual hasta que las autoridades decidan el retorno paulatino y físico a las aulas); la educación abierta (que es virtual y en línea) y la educación en casa o homeschooling (los padres asumen la educación con guía o en convenio con planteles).

Paro digital de maestros

En la capital azuaya, el año escolar empezó con dificultades en el sistema público, puesto que el Ministerio de Finanzas aún no transfiere los sueldos atrasados. Por eso, docentes se acogieron a un paro digital.

Marco Quishpe, coordinador provincial de la Red de Maestros, dijo este martes que el Gobierno central pagó a un grupo de maestros un mes de salario pendiente. Sin embargo, esto es insuficiente y por eso el 70 % de los docentes fiscales se acogieron a la paralización y no encenderán sus computadoras hasta que les paguen todo.

“Los maestros estamos trabajando desde diferentes frentes, los gremios estamos unidos en una causa común que es defender nuestros derechos”.

Estefanía Ochoa es maestra fiscal y por la crisis económica generada por la pandemia, además de no cobrar su salario tuvo que cambiar a sus hijos de un plantel privado a uno público. Dice que el dinero no les alcanza porque su esposo fue despedido. Y el décimo cuarto sueldo lo usaron para cancelar los servicios básicos.

Para este periodo en la Zona 6, que incluye a Azuay, Cañar y Morona Santiago, se matricularon 6010 nuevos alumnos en el sistema fiscal. Y gran parte de este rubro migró de lo privado a lo público.

Según las cifras oficiales, el año pasado hubo 10 115 alumnos que primera vez accedieron al sistema estatal, pero este año serán 16 125.

Reclamo de padres

Más de 374 908 estudiantes comenzaron clases en las provincias de Chimborazo, Cotopaxi, Pastaza y Tungurahua, pero mientras se inauguraba el año lectivo, los padres fueron a los planteles porque supuestamente no atendían sus reclamos.

Algunos no respetaron el distanciamiento social para evitar la propagación del COVID-19.

“No nos queda otra alternativa que hacer cola (fila) porque tenemos que entregar la carpeta, porque mi hija se cambió a primero de bachillerato y todavía no se le hace constar en las listas”, dijo Jaime Sarabia, uno de los padres que llegó la unidad educativa fiscal Hispano América.

Édison Ortiz comentó que a su hija la cambió de plantel y que le dijeron que el 1 de septiembre tenía que acercarse a averiguar si consta o no en las listas y con qué tutor le toca, porque caso contrario debía regresar en 15 días porque ya no existen paralelos. (I)

Fuente: https://www.eluniverso.com/noticias/2020/09/01/nota/7962763/paro-digital-maestros-azuay-ecuador-clases-sierra-reclamos-padres

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Más allá del inicio escolar 2020-2021. La propuesta de la CNTE para hacer frente a la pandemia

Por: Pluma Invitada

En un artículo de opinión, compartí cierto punto de vista optimista sobre el valor pedagógico de la televisión (mirada que extiendo a otros recursos digitales) (Auli, 2020). Sin embargo, dicha idea se daría en un contexto prácticamente utópico; en el que los actores, pero sobre todo el gobierno pusiera en primer lugar la educación y dejara de lado razones políticas y económicas. Además, habría que eliminar la desigualdad social en el acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), cosa nada fácil.

En este contexto desolador en el que no es posible la interacción presencial (debido a la pandemia) y en el que tampoco nos fiamos de las estrategias impulsadas por el gobierno (me refiero al plan “aprende en casa II”), la pregunta que surge es ¿qué estrategias pedagógicas pueden construir los profesores para dar seguimiento a la formación de sus estudiantes, sin poner en riesgo la salud y tampoco agravar el rezago educativo? Sobre todo, los profesores que se encuentran en contextos donde es evidente la brecha digital.

A falta de la consulta de los profesores en el plan “aprende en casa II”, la CNTE (Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación) de Oaxaca desde hace más de diez días ha iniciado su jornada de actualización docente que desarrollan cada año previo al inicio del ciclo escolar (denominado Taller Estatal de Educación Alternativa (TEEA); cabe destacar que este año lo han dedicado en construir una crítica a la estrategia del gobierno, pero sobre todo a preparar una propuesta pedagógica para enfrentar el reto educativo que ha impuesto la pandemia, poniendo en primer lugar la experiencia docente y la salud de los estudiantes. Celebro y me encuentro de acuerdo con dicha iniciativa.

He seguido algunas conferencias y conversatorios que la sección XXII de Oaxaca ha organizado para rescatar la voz de los docentes, en ellas no solo se presentan a conferencistas de renombre, también se enriquecen de experiencias de profesores frente a grupo. Una de las conclusiones a las que he llegado es que hay diferentes formas para enfrentar el problema; en las que el uso de la televisión solo es una manera entre otras. Las maneras se pueden conocer y mejorar si se dialogan; el gobierno debió haber generado espacios para que los profesores intercambiaran experiencias [considerando la sana distancia]. Pero tuvo que ser el sindicato de profesores quienes lo organizaran, específicamente la CNTE.

El viernes (21 de agosto) los diferentes líderes sindicales que conforman la CNTE se pronunciaron por no iniciar el ciclo escolar el día 24 de agosto, como lo acordó la Secretaría de Educación Pública (SEP). Lo anterior no se postula con la intención de llevar la contraria o de resistirse de manera ociosa. La idea de la CNTE es construir primero un plan integral, que contemple las particularidades contextuales en las que viven los estudiantes, sobre todo de los más vulnerables. Estoy de acuerdo con lo anterior, ya que -como lo he dicho en otro lado- la contingencia sanitaria no nos debe hacer tomar decisiones a la ligera que en un futuro cercano lamentaremos.

He sabido que varios colectivos escolares de la sección XXII se han empezado a reunir de manera virtual para reflexionar las conferencias del TEEA e ir construyendo la ruta pedagógica que resulte adecuada para acompañar la formación de sus estudiantes. Otro ejemplo, es que algunas zonas escolares, siguiendo el pronunciamiento de la CNTE, han organizado para la semana del 24 al 28 de agosto jornadas de trabajo, con el objetivo de diagnosticar la situación de sanidad de las poblaciones en donde se encuentran sus escuelas, así como las posibilidades de comunicación a distancia con cada alumno.

Me parece certera la propuesta de algunos investigadores, quienes indican que en estos momentos es importante explotar la creatividad, pero antes habrá que nutrirla. A lo anterior, quiero enriquecer que en los encuentros virtuales (que plantea la CNTE) se les dé relevancia a las experiencias vividas por los profesores para acompañar a sus estudiantes desde el inicio del confinamiento (20 de marzo del presente año), tomando en cuenta todos los detalles. Por ejemplo, un profesor rural de la cañada oaxaqueña me comentó que se valió del médico de la localidad para mandar actividades a un estudiante que no cuenta con celular. El médico yendo más allá de su función en la comunidad, le escribía al profesor las dudas del joven. Por su parte, el profesor contestaba con audios. Lo anterior podría complementarse con el conocimiento que tienen los profesores del contexto socioeconómico de las familias. Asimismo, habría que añadir una reflexión pedagógica profunda que retome la forma en que viven los jóvenes y lo que se busca enseñar.

En este sentido, cada profesor tendrá ideas para desarrollar estrategias puntales y hacer frente a la pandemia; así se construirán estrategias locales.

No se trata de iniciar el ciclo escolar por iniciarlo. A mi ver, la fecha de inicio es lo de menos, muchos profesores tuvieron comunicación con sus estudiantes y padres de familia aún en el receso escolar. Son tiempos inciertos, por lo que debemos cuestionarnos y meditar -lo más que se puede- para construir las mejores estrategias posibles.

Para finalizar, es importante reiterar que la propuesta de la CNTE es viable e incluso necesaria, ya que pone en el centro las experiencias de los profesores, mientras la SEP construye propuestas sin consulta, contabilizando la satisfacción [véase Juárez Pineda, 2020]. En estos momentos es el profesor quien debe construir las estrategias para sortear los problemas educativos que ha generado la pandemia.

Referencias:

Auli, I. (2020). «¿Es la televisión mala maestra?» En Blog Educación Futura, 11 de agosto.

Juárez Pineda, E. (2020). “La encuesta de satisfacción de Aprende en Casa: Ni están todos los que son ni son todos los que están”. En Blog Educación Futura, 14 de agosto.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/mas-alla-del-inicio-escolar-2020-2021-la-propuesta-de-la-cnte-para-hacer-frente-a-la-pandemia/

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La escuela postpandémica acumula muchas incógnitas, incrementará desigualdades

Por: Carmelo Marcén

Toca cerrar por unas semanas el escaparate de la ecoescuela abierta, que ha querido llevar a los domicilios de los escolares confinados, al profesorado, una parte de la naturaleza para hacerla perceptible en su relación con las personas: cometido social o asignatura escolar que todavía necesita bastantes empeños. Estos días de julio, muchas escuelas, a un lado y otro del Atlántico, retoman las vacaciones. Pero ahora todo resulta extraño; ni las pausas lectivas se miran como antes. La emergencia sanitaria nos ha roto los ritmos, además de otras muchas cosas. Lo ha hecho en España, pero qué decir de lo que sucede en México, Perú, Ecuador o Brasil por citar solo unos ejemplos de América Central y del Sur.

olvamos al pasado prepandémico. Es incuestionable que los sistemas educativos no estaban preparados para lo que se les ha venido encima, de golpe y con virulencia. El impacto de la COVID-19 ha sido terrible. Cabría haber hecho algo antes. Siquiera, se nos ocurre así de pronto, haber introducido las pandemias como contenido escolar en el tema de salud comunitaria. De esta manera el alumnado hubiese dispuesto de más argumentos para entender lo que sucedía y llevar a cabo una lectura crítica sobre lo que supone disponer o no de acceso a una educación formal continuada. En este cometido, que también se aprende, buena parte del alumnado no valora lo que supone tener a alguien cerca a quien se le puedan preguntar las dudas, que guíe por las sendas que hay que recorrer para aprender a aprender. También se debería reconocer más y mejor lo que significa hacerlo en compañía, de los otros y con los diferentes, en convivencia con quienes sean de círculo próximo de amistades o no. Todo esto, que ya era difícil, se ha roto mucho más con el cierre escolar por la COVID-19.

Hay que lamentar que el sistema de gobernanza mundial no hubiera previsto esta emergencia, no se le ocurría imaginar que la salud global pudiese estar en peligro en algún momento. Sorprende ese despiste pues en 2016, tras el ébola, la OMS había recordado que en 1995 había impulsado una Iniciativa Mundial de Salud Escolar, que entre sus estrategias principales señalaba: la investigación para mejorar los programas de salud escolar, la creación de capacidades para abogar por programas mejorados de salud escolar; el fortalecimiento de las capacidades nacionales y la creación de redes y alianzas para el desarrollo de escuelas promotoras de la salud. Llegó el impacto y se cerraron escuelas por todo el mundo. Asustan los datos del seguimiento pormenorizado que lleva a cabo Unesco. A fecha 28 de junio de 2020 se contabilizaban 109 cierres a escala país, lo cual supone 1.058.897.779 estudiantes afectados (en todos los tramos educativos desde infantil a la universidad), un 60,5 % del total de alumnos matriculados. De ellos más de 37 millones y medio en México, casi 13 millones en Colombia, 14 millones en Argentina, unos 10 millones en Perú, 8 millones en España; por citar solo algunos ejemplos entre los países desde los que se asoman a menudo a El Diario de la Educación.

En estos meses, los cierres han ocasionado graves prejuicios en todo el mundo, más todavía en los países de ingresos medios como es el caso de una buena parte de Latinoamérica. Para entender la dimensión del impacto cabe echar mano a lo que dice Unesco: los aprendizajes se vieron interrumpidos, de forma especial en aquellos estudiantes que no disponen de oportunidades educativas más allá de la escuela; la nutrición saludable, gratuita o con descuentos, que las escuelas proporcionan a muchos niños y jóvenes se vio comprometida; la confusión y el estrés del profesorado y del alumnado no ha podido ser paliada con las transiciones a plataformas de aprendizaje a distancia, en bastantes casos desordenadas y frustrantes; muchas familias no estaban preparadas para la educación a distancia y en el hogar, sin la necesaria formación y con recursos limitados; el cuidado de niños y niñas se ha resentido mucho si los adultos han tenido que trabajar dejándolos solos en los domicilios; la situación ha provocado altos costos económicos en algunas familias o un quebranto laboral; el aumento de las tasas de deserción puede ser una realidad en muchos países; la mayor exposición a la violencia y la explotación por la no asistencia a clase ha aumentado en algunos lugares; las estrategias para medir y validar el aprendizaje se han resentido en casi todos los casos, tanto para el profesorado como para el alumnado y las familias.

El retroceso que conllevarán estos cierres va a ser tremendo. El último informe GEM (Global Education Monitoring) de Unesco pronostica que las ayudas a la educación mundial, que habían alcanzado buenos valores en 2018, van a sufrir un descenso por la COVID-19 cercano al 12 %, lo cual deja inermes a muchos escolares de países con evidentes dificultades educativas. Además, en territorios en los que las desigualdades en ingresos familiares ya alcanzaban valores graves, el virus no ha hecho sino flagelar todavía más a los desfavorecidos, acaso provocarles cicatrices permanentes. Estas heridas serán pésimas acompañantes para retomar los impulsos educativos cuando las circunstancias los permitan. El secretario general de la ONU, António Guterres, avisó en un informe en abril de 2020 de que la emergencia económica y social está provocando una merma considerable de los derechos humanos, por lo que urgen medidas de emergencia para socorrer a sectores y grupos sociales más desprotegidos.

Cuando la emergencia de salud disminuya habrá que renovar la educación colectiva y particular; hacerla más reflexiva. En este proceso, cabría preguntarse si la monotonía escolar dificulta su comprensión organizativa, si no se interioriza la dimensión de la escuela como institución, con sus virtudes y sus defectos. Nos tememos que tampoco queda manifiesto, aquí y en América Latina, ese cometido ecosocial dirigido a ayudar a entender la vida cotidiana y el mundo, circundante o no, en temas como el cambio climático o la pobreza e igualdad de oportunidades, por ejemplo.

Mucho de lo que la escuela y la educación significan, con sus fortalezas y debilidades, se vino abajo, incluso los momentos compartidos en la búsqueda de compromisos sociales y transformadores, que también los hay en muchas ecoescuelas abiertas. La formación on line no fue, no será, la solución universal: no hace fácil la cercanía entre profesorado y alumnado y no está al alcance de muchas familias, menos todavía en los países de ingresos bajos pero también en sectores importantes de los de ingresos medios e incluso altos, tampoco en barrios de las megalópolis. El paisaje educativo tras la pandemia ha perdido nitidez, y debe enfrentarse a graves retos en los cursos venideros.

En fin, feliz descanso. ¡Fuerza renovada cuando se retomen las clases presenciales! Hará falta, pues en un ambiente de recesión global no es extraño que se extienda el pesimismo educativo. Levantarse va a ser laborioso, pero no queda otra solución que intentarlo aunando fuerzas y comprometiendo todos los recursos necesarios.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/ecoescuela-abierta/2020/07/24/la-escuela-postpandemica-acumula-muchas-incognitas-incrementara-desigualdades/

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El día que los maestros se hicieron padres y los padres se hicieron maestros

Fernando Flores Velázquez

La pandemia del COVID-19 trastocó las tareas tradicionales del Sistema Educativo en el Mundo, al menos de los últimos tres siglos, desde que en el Siglo XVII en Francia se sientan las bases para la fundación de la escolarización obligatoria.

Una tarea tradicional es la enseñanza, un proceso que antes lo asumía de manera vertical el docente hacia el estudiante con un lema básico, “la letra con sangre entra” propio de la escuela lancasteriana del siglo XIX, más tarde la escuela nueva en el siglo XX y los distintos movimientos pedagógicos han pugnado por una interacción más flexible entre docente y estudiantes, caracterizada por ideas constructivistas en que el educador tiene el siguiente rol: Orientador, facilitador, acogedor de aportes y sugerencias,   los alumnos son activos, es agente o sujeto del currículo que se está desarrollando, por tanto participa en todo momento de acuerdo con sus posibilidades, su interacción es horizontal, cercana, hay calidez.  (Domínguez, Martínez, 2014)

Se pueden agregar otros factores como ambiente estimulante, participativo, la planeación es flexible, creativa que atiende las necesidades del estudiante, la evaluación se da en función de todos los agentes y elementos del currículum, hay principios que focalizan al estudiante y al aprendizaje como centros de la clase.

Así se pudieran ir enumerando otra serie de características de la educación presencial.

Lo que se desea destacar en esta ocasión, es el giro que se generó durante los últimos meses hacia la educación a distancia, virtual, e-learning, denominaciones que ha recibido un tipo de educación cuyas características son la sincronía y asincronía, que se traducen a la simultaneidad o a simultaneidad de las clases mediadas por recursos tecnológicos.

Particularmente hacia la parte emocional de los sujetos de la comunidad escolar.

El avance natural de las actividades en la vida cotidiana hace que los sujetos estén tan acostumbrados a las rutinas, levantarse, asearse, trasladarse, llegar a los lugares de trabajo o de estudio, saludar sin sentir, ingresar a los espacios en ambientes de monotonía y aburrimiento. El filósofo Indú Hosho en uno de sus libros “Cuando el zapato es cómodo se olvida, cuando el cinturón es cómodo la cintura se olvida”…así ocurría en la vida del ser humano, una vida de comodidad en que muchas cosas se habían olvidado pasando desapercibidas.

Tal es el caso de los roles que cada uno de nosotros jugamos, refiriéndonos de manera singular a lo que ocurre en las interacciones de la vida cotidiana de una escuela:

  • El profesor atendiendo a los estudiantes.
  • Los alumnos conectados en sus clases.
  • Los padres como proveedores.
  • Todos concentrados en sus rutinas. Ocurría que ya no se valoraba en su justa dimensión el rol de cada uno de estos actores, en ocasiones descalificando o criticándose unos a otros.
  • Los maestros hacia los padres que ya no los valoraban como antes y hacia los alumnos que ya cumplían como en el pasado.
  • Los alumnos desconfiando hacia el docente de sus saberes y del dominio de las tecnologías.
  • Los padres de familia criticando a los maestros de pérdida de autoridad hacia los estudiantes.

En esta ocasión en que algunos meses la Secretaría de Educación Pública promovió el programa Aprende en casa, se generó una cosa curiosa, nunca vista antes en la historia de la humanidad.

Los maestros se hicieron padres y los padres se hicieron maestros, hago esta aseveración debido a que los maestros atendieron de manera virtual a sus alumnos, pero al mismo tiempo estuvieron pendientes de sus hijos, y los padres de familia, si bien con asesoría de los maestros debieron ser los profesores de sus hijos, regular en tiempo de sus hijos, vigilar las tareas, cuidar de su buen resultado en los ejercicios. Esta situación seguramente ha tenido que ver con el aumento de los indicadores de violencia doméstica en los hogares, 20.7% y más de 60 mil denuncias fueron registradas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública  (AP, 2020), el espacio que se supone mejor resguardado, la situación de confinamiento y al mismo tiempo la necesidad de que los estudiantes estén ocupados se ha traducido en tensiones familiares.

Deseo focalizar la parte de la emotividad cuando se está descentrado del rol principal que se asume comúnmente en la sociedad, ocurre que la afectividad aflora en las relaciones humanas.

Al respecto Luri (2016) expresa cuando su hijo va bien académicamente, muchos padres consideran que han hecho un buen trabajo familiar, mientras que si tienen problemas, tienden a sospechar que el centro no está tratándolo como cabría…cuando tenemos a nuestro hijo delante, es imposible no ver a nuestro hijo. Esto nos permite saber cosas de él que su profesor ignora. Pero hemos de ser perfectamente conscientes de que precisamente porque el profesor no ve en nuestro hijo a su hijo, sino a un alumno, sabe cosas de él que nosotros ignoramos. Esto significa que la comprensión de nuestro hijo no se puede captar desde una única perspectiva.

En esta ocasión, por la contingencia hubo necesidad de confinarnos, así ocurrió que los maestros fueron padres de sus hijos, y los padres fueron los maestros de sus hijos, teniendo la oportunidad de apreciar sus gustos hacia los contenidos escolares a lo largo de varias mañanas de trabajo.

Esto nos debe llevar a revalorar la importancia de unos y otros, muy valiosos son los maestros, como el apoyo de los padres, ya que los dos se enamoran de lo que pueden llegar a ser los hijos, por la dedicación y esfuerzo que aporten a sus estudios.

Bibliografía

AP (2020) Llamadas y denuncias por violencia familiar se disparan durante pandemia por COVID-19. Noticias. México.

Domínguez Pino, Marta y Martínez Mendoza, Franklin. (2014) Principales modelos de la educación preescolar. PE. Cuba.

Luri, Gregorio. (2016) Mejor educados. El arte de educar con sentido común. Ariel. España.

Fuente: https://profelandia.com/el-dia-que-los-maestros-se-hicieron-padres-y-los-padres-se-hicieron-maestros/

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