Por: Juan Carlos Miranda Arroyo
Las y los trabajadores de la educación necesitamos, hoy, realizar un referéndum nacional sobre si debe renunciar, o no, el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE…
Durante el tiempo que he trabajado como profesor de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), por más de tres décadas, nunca he visto que ninguna o ningún rector de nuestra institución visite o asista a las instalaciones de la Unidad Querétaro. ¿A qué se debe tal indiferencia? ¿Qué unidades UPN sí han tenido esos privilegios?
Del mismo modo, nunca he visto que se pare por aquí ningún o ninguna líder nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Esas actitudes de evidente anulación, dan cuenta de una manera peculiar de gestionar “lo educativo”, desde las alturas tanto en el orden de las jerarquías institucionales formales como en las dinámicas sindicales. En el SNTE, en especial, se trata de una política sindical de alejamiento, de distanciamiento.
A lo largo de ese tiempo, las y los docentes, así como personal administrativo de nuestro centro de trabajo y subsedes o subunidades (ubicadas en San Juan del Río, Cadereyta y Jalpan), hemos integrado la Delegación D-II-51 de la Sección 24 del SNTE. Es una delegación que se compone de poco más de cien trabajadoras y trabajadores de la educación.
Bueno, son tan profundas las actitudes de abandono que, en ese espacio de trabajo, jamás hemos tenido la presencia (al menos no lo recuerdo), de algún dirigente (todos han sido hombres) de la Sección 24 del SNTE (única sección sindical existente en el estado de Querétaro).
Un dato histórico, ampliamente reconocido, es que las élites sindicales han estado más preocupadas en quedar bien con las autoridades educativas nacionales y estatales, que con las y los docentes que trabajamos en las escuelas.
¿Por qué, desde las bases magisteriales, hemos cuestionado la representatividad de las cúpulas sindicales? De algún modo, lo que describo en los párrafos anteriores, proporciona una parte de la explicación. Pero también cabe la autocrítica: ¿De qué manera estamos organizados, en las bases magisteriales, para generar una alternativa gremial nacional que sea representativa?
Más preguntas: ¿La dirigencia colectiva de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la fuerza disidente al interior del SNTE, está lista para dar ese paso necesario del relevo generacional? ¿Le interesa? ¿A qué hora iniciamos ese debate interno, entre trabajadores de la educación, sobre el presente y el futuro del SNTE?
El mundo sindical al revés
Democracia sindical es una demanda generalizada, incumplida, en nuestra organización gremial (SNTE) desde hace más de cinco décadas. Durante este tiempo, las y los trabajadores de base no elegimos a las y los dirigentes nacionales ¿Por qué no los hemos podido quitar si no nos representan ni hemos votado por ellas y ellos? Porque sus “bases” están arriba, en el poder político y en el capricho de los presidentes de la República (nótese que lo digo en plural, no me refiero sólo al actual presidente).
Gracias al poder público del más alto nivel, las y los dirigentes sindicales nacionales han ocupado esos puestos de dirección, no por efecto de procedimientos y prácticas democráticas. Cabe recordar ¿Cómo fue electo el Profr. Carlos Jonguitud en su tiempo? ¿Y cómo llegó la Profra. Elba Esther Gordillo a la dirigencia nacional?
En consecuencia, las cúpulas sindicales no tienen bases magisteriales abajo, en las aulas ni en los centros de trabajo educativo. Y si las tienen, las producen y conservan por medio de prácticas corporativistas y clientelares. ¿Cuántas casas, terrenos o créditos del ISSSTE han servido para la cooptación de las y los agremiados o para quedar bien “arriba”? Las y los dirigentes sindicales oficialistas son unas maestras y unos maestros, pero del control sindical y el chantaje político.
Por el momento y en la actual coyuntura política, un gobierno federal elegido democráticamente que trabaja con una dirigencia del SNTE elegida por cúpulas, es decir, en forma antidemocrática, es una notable contradicción. Y si bien es cierto que el presidente López Obrador abrió un canal de diálogo con las y los dirigentes de la disidencia magisterial (CNTE), lo cierto es que esa opción se ha cerrado poco a poco.
Con los problemas derivados de la crisis sanitaria y económica, las acciones sindicales han estado más alejadas que nunca de las demandas magisteriales de las bases, de abajo. ¿Qué ha hecho la dirigencia sindical para frenar el proceso acelerado de precarización de docentes? ¿Qué hizo cuando se impusieron condiciones vergonzosas en materia de evaluación del desempeño y amenazas a la estabilidad laboral? ¿Qué hace ante el impopular calendario escolar 2021-2022 recién anunciado?
Por ello, las y los trabajadores de la educación necesitamos, hoy, realizar un referéndum nacional sobre si debe renunciar, o no, el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE. Organizar una consulta sobre la revocación de mandato en nuestro sindicato y llamar a una elección diferente de las dirigencias locales y nacionales, son requerimientos urgentes que podrían contribuir a la democracia sindical.
Desde una perspectiva más amplia, también se podría plantear lo siguiente: ¿Qué le aporta más al proyecto de la 4T, como rentabilidad política y sustento social, pactar con la cúpula sindical nacional, que no es representativa, o lograr acuerdos con las bases magisteriales?
Fuente: SDPnoticias