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“El sistema de educación superior turco alcanzó un nivel avanzado”

Erdogan discursó en el programa de inauguración del edificio anexo de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Recep Tayyip Erdogan

El presidente Recep Tayyip Erdogan declaró que el sistema de educación superior turco alcanzó un nivel avanzado gracias a las inversiones que efectuaron en infraestructura y recursos humanos.

Erdogan discursó en el programa de inauguración del edificio anexo de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Recep Tayyip Erdogan y del edificio anexo de la Facultad de Educación Çayeli.

El presidente dijo: “El sistema de educación superior turco alcanzó un nivel avanzado gracias a las inversiones que efectuamos en infraestructura y recursos humanos. La cifra de nuestro personal académico ascendió de 70 mil a 180 mil. Ocupamos la primera posición en acceso a universidades en Europa en términos de número de estudiantes”.

El presidente dijo: “Ojalá Turquía alcanzará sus objetivos de 2023 (100 aniversario de la fundación de la República) y entrará entre las 10 economías más grandes del mundo. Creer y actuar es la mitad del éxito. Nosotros en 18 años hicimos ganar a nuestro país más de lo que se hizo en la historia de República”.

El presidente Erdogan dijo: “En el próximo período, pondremos todas estas áreas, desde la familia a la educación y la formación, desde la cultura al arte, como una de nuestras prioridades.

Fuente: https://www.trt.net.tr/espanol/turquia/2021/02/12/el-sistema-de-educacion-superior-turco-alcanzo-un-nivel-avanzado-1582538

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México: Jornada Académica IEMS CDMX 12 de febrero de 2021 Grupo Autogestivo de Formación Docente

Grupo Autogestivo de Formación Docente «José Santos Valdés» del IEMS-CDMX Talleres sobre el uso básico de diversas herramientas tecnológicas aplicadas a la práctica educativa del IEMS-CDMX en el marco de las Jornadas Académicas correspondientes al semestre 2020-2021B Viernes 12 de febrero de 2021 Taller sobre algunos usos y utilidades educativas de Whatsapp y Telegram Ponente: Miguel Ángel Hernández Vázquez Docente de la Academia de Música del Plantel «Carmen Serdán» (Miguel Hidalgo) del IEMS-CDMX

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=LVsriNS7YVc&feature=youtu.be
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Pandemia sobre ruedas: las dificultades del trabajo en plataformas

Por:  Andrea Rodríguez Yaben

El panorama sin precedentes que estamos viviendo encontró como su mejor aliada a la tecnología, y esta se ha infiltrado en el mundo del trabajo, provocando, por un lado, una mutación organizativa en las empresas a partir de la proliferación del teletrabajo; y, por otro, la pandemia agudizó el fenómeno del trabajo en plataformas, que irrumpió hace un tiempo como un nuevo modelo de negocios y que en el contexto actual se ha transformado en uno de los protagonistas.

La razón es obvia: el latente riesgo de contagio, sumado a las restricciones y otras medidas anunciadas por el gobierno, han provocado un aumento del tiempo en que las personas permanecen en sus hogares, y este tiempo ‒precisamente‒ se ha convertido en el horario laboral de los repartidores, que trabajan contrarreloj para entregar pedidos que van desde comida elaborada hasta productos básicos de supermercado o farmacia.

Estos trabajadores, envueltos en la ilusión que prometen las empresas de plataformas de ser “tu propio jefe”, “generar ingresos extra” y de ser parte de una “experiencia increíble”, viven una realidad muy distinta, ya que de libertad y autonomía en la prestación del servicio hay poco, y de condiciones precarias de trabajo hay bastante.

El esquema organizativo utilizado por estas empresas les permite aprovecharse del trabajo de otros, controlarlo, pero sin tener que asumir las obligaciones típicas de cualquier empleador. Por esta razón a los trabajadores los llaman “socios”, ya que los vinculan a través de formas que no son las de empleo dependiente o asalariado, bajo la premisa de que “puedes decidir cuándo conectarte y cuándo disfrutar tu tiempo libre”. Pero si se mira la realidad bien de cerca, ocurre que cuando estos trabajadores efectivamente deciden conectarse y ponerse a disposición de la empresa para prestar sus servicios, pierden la autonomía y el control de su propia actividad laboral, para ponerse bajo el control y dirección de la empresa.

Este poder y control ejercido por la empresa y la situación de sujeción en la que queda el trabajador justifican la necesidad de su protección a través de las normas laborales; no obstante, se los marginaliza.

En este sentido, el activo que podría tener esta modalidad en cuanto a derribar las barreras de acceso al empleo, complementar los ingresos o permitir la autonomía e independencia necesaria a los trabajadores para poder disponer libremente de su tiempo y así conciliar el trabajo con la vida familiar o personal, queda opacado ante la precariedad que la caracteriza, ya que el trabajo se diseña de forma tal que los repartidores o conductores quedan sometidos a una exagerada expansión del tiempo de trabajo, con largas jornadas y plena disponibilidad. Obtienen bajas remuneraciones y hay una sujeción intensa al empleador digital para que dirija y controle la prestación del servicio; y no se considera la salud y seguridad del trabajador.

El motivo detrás de esta forma de trabajo podría sospecharse. En una economía basada en la flexibilidad, la deslocalización, la reducción de costos y la maximización del beneficio, las obligaciones que se imponen desde el derecho del trabajo (como la limitación de la jornada, el pago de horas extras, descansos, etcétera) y la inserción del vínculo en un ámbito de tutelas en donde la libertad de las partes para acordar lo que quieran tiene un espacio reducido (lo cual es razonable si se considera la situación de desventaja en la que se encuentra el trabajador), hacen que el trabajo dependiente y asalariado sea costoso y poco atractivo como fórmula de vinculación.

Frente a esta situación, se ha abierto un extenso debate sobre cómo ordenar estas prestaciones de servicios realizadas a través de las plataformas digitales, y si bien en Uruguay han existido algunas acciones, estas resultan insuficientes y parciales, ya que se han centrado en aspectos tributarios o en soluciones a nivel departamental (y sólo para el caso de plataformas que brindan servicio de transporte a pasajeros), o en la presentación de un proyecto de ley que ‒además de ineficiente‒ quedó en el camino. En definitiva, en la actualidad no se terminan por adoptar acciones concretas y robustas en beneficio y respaldo de los trabajadores ante este complejo escenario en donde se entorpecen los mecanismos de protección que ‒desde principios del siglo XX en nuestro país‒ permitieron la estabilización del trabajo y lo hicieron más seguro.

Si bien esta realidad de trabajo mal protegido y atípico se reitera en los sistemas legales de otros países, de a poco se vislumbran soluciones normativas que integran a estos trabajadores a la protección que otorga el derecho del trabajo por distintas vías: o bien señalando que los trabajadores podrán ser considerados asalariados si se cumplen condiciones tales como la prestación del servicio bajo subordinación y dependencia (como en Portugal, Italia, Francia o en el estado de California); o bien diseñando una regulación especial (como se debate actualmente en el Congreso chileno).

Ante esta realidad cargada de falta de orientación política y legal que establezca una dirección determinada, el rol del ámbito judicial ha sido crucial, ya que es en este espacio en donde varios trabajadores han encontrado una vía para canalizar sus reclamos. Así, la actividad judicial sobre la calificación de laboralidad del trabajo prestado en plataformas es, en la actualidad, numerosa en varios países, y aunque no es unánime, tendencialmente predominan las decisiones que sostienen la condición de asalariado subordinado del repartidor o conductor. Un ejemplo de ello es Uruguay, ya que el año pasado la justicia zanjó ‒para el caso concreto‒ este debate sobre la naturaleza de la relación entre un conductor de Uber y la empresa, a favor de la laboralidad del vínculo.

En el contexto actual, en que el empleo escasea y nacen fenómenos llamados a transformar el modelo de producción y las relaciones laborales, se hace ineludible revisar en forma crítica las exigencias que estas formas de trabajo ‒enmarcadas en el capitalismo digital‒ ponen sobre los trabajadores.

El trabajo en un lugar o en un horario determinado ya no alcanza, cada vez se avanza más hacia la conquista de tiempos que antes quedaban bajo el gobierno del propio trabajador, y esto se hace bajo pretexto de una supuesta autonomía que en los hechos no es tal, lo que conlleva a dejar a este colectivo en la periferia de la protección.

La gran tarea pendiente es cómo se regula esta situación. Evidentemente, hacen falta acciones concretas que amparen y tutelen la actividad de este tipo de trabajadores. No obstante, no faltan las voces que ‒unidas a un discurso idealizado sobre las virtudes de este tipo de negocios‒ consideran aceptable una reducción de las medidas protectoras para poder atender los requerimientos de flexibilidad que el propio mercado reclama.

Lo cierto es que, mientras se siga en esta línea de falta de definición, seguiremos envueltos en las narrativas empresariales que insisten en ofrecer una forma de trabajo “independiente” como una experiencia para vivir al máximo la ciudad, que no hacen otra cosa que romantizar el éxito de este tipo de modelo de negocios, olvidando que la otra cara muestra la precaria situación de los trabajadores que desde abajo lo sostienen.

Andrea Rodríguez Yaben es abogada especialista en Derecho del Trabajo.

Fuente: https://ladiaria.com.uy/opinion/articulo/2021/2/pandemia-sobre-ruedas-las-dificultades-del-trabajo-en-plataformas/

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Educación y pandemia

Conferencia virtual en el Congreso Pedagogia 2021 – 03 de febrero de 2021, La Habana, Cuba

***

Desde la Segunda Guerra Mundial, en la década de 1940, no hay noticias de que alumnos y profesores se hayan visto obligados a quedarse en casa durante tanto tiempo.

Datos de la UNESCO muestran que la pandemia ha afectado a más de 1500 millones de estudiantes en 188 países, lo que representa el 91% de los estudiantes del planeta.

En América Latina, el cierre temporal de las escuelas ha afectado a 160 millones de alumnos, según estimados de la UNESCO.

Este confinamiento expuso aún más el agravamiento de las desigualdades sociales. La UNICEF estima que 370 millones de niños pueden haber sido privados de una alimentación adecuada debido al cierre de las escuelas.

El sistema escolar mundial no estaba preparado para lidiar con los efectos de una enfermedad que nos exige distanciamiento físico y aislamiento social por un largo período.

La educación tuvo que pasar del universo presencial al virtual, viéndose obligada a recurrir a nuevas herramientas tecnológicas que permiten la educación a distancia. En muchos países los alumnos, en especial los que asisten a las escuelas públicas, no disponen de los recursos necesarios para acceder rápidamente a las tecnologías de las comunicaciones.

Incluso para aquellos que disponen de esos recursos, también les ha resultado difícil adaptarse a la nueva realidad digital. No es muy confortable soportar 40 o 50 minutos de clase remota a través de la pequeña pantalla de un celular… y peor aún, sin la posibilidad del contacto directo con el profesor y los colegas.

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Educación a distancia. Foto: Forbes méxico

Para muchos jóvenes la educación a distancia carece de incentivos, lo que provoca el abandono escolar y la mayoría de los profesores no estaban preparados para impartir clases a distancia.

En muchos países, como en Brasil, se observó que la permanencia en casa por largos períodos proporcionó el aumento de la violencia doméstica y en el caso de las adolescentes, el embarazo precoz.

La enseñanza a distancia se diferencia mucho de la enseñanza presencial al reducir la interacción profesor-alumno y dificultar la relación de ayuda mutua didáctica entre los estudiantes.

Para los escolares que asistían a la escuela a tiempo completo, la casa era principalmente un lugar para la convivencia familiar y el descanso, muchas veces en un espacio reducido debido al número de personas que lo habitan, por lo tanto, la educación a distancia no siempre logra atraer la atención requerida. Esto se agrava cuando se trata de alumnos de educación infantil y primaria, período en el que se desarrolla el proceso de alfabetización.

El déficit en las habilidades básicas como la lectura, la escritura la suma y la resta se incrementa. Esta interrupción del aprendizaje también afecta en gran medida a los estudiantes que están finalizando el curso, lo que dificulta el ingreso al mercado laboral.

La pandemia también mostró cómo, en general, las familias eran ajenas al aprendizaje escolar de sus hijos. De repente, los padres debían interesarse por los contenidos didácticos y además improvisar para ser auxiliares de los profesores.

Sin embargo, esto no siempre es posible. En los países periféricos, muchos adultos tienen menos nivel escolar que sus hijos. Los padres no se sienten preparados para ayudarlos con las tareas escolares. Y ocupados con el trabajo a distancia y los quehaceres del hogar hay padres que no tienen tiempo para acompañar y ayudar a sus hijos con los deberes escolares. No obstante, ahora le han dado más valor a la escuela y al trabajo de los profesores.

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La familia clave en tiempos de pandemia

Resignificar la educación

La desigualdad social influye significativamente en el acceso a las tecnologías de la comunicación. Hay estudiantes que ni siquiera tienen condiciones para conectarse a internet. La exclusión digital es un nuevo fenómeno social y es ya considerada una violación de los derechos elementales. En el caso de Brasil, por ejemplo, apenas el 57 % de la población tiene una computadora capaz de ejecutar los programas más actuales y el 30% de las viviendas no tiene acceso a internet cuestión indispensable para la educación a distancia según (IBGE / investigación TIC a domicilio, 2018).

Es por esto que resulta muy importante que las escuelas tengan a disposición de los estudiantes vídeo clases, que incluso deberían ser transmitidas por canales de televisión y acompañadas del respectivo material impreso.

En Argentina, la empresa Telefónica convenió con el gobierno para permitir durante la pandemia, el acceso gratuito a los sitios educativos para las familias que no puedan pagar por el servicio.

El el Perú, la misma empresa, asociada a Facebook, al BID y el CAF (Banco de Desarrollo de la América Latina), creó el programa “Internet para todos”, que ofrece servicios a operadores móviles locales para llegar a áreas remotas.

En Brasil 46 millones de personas no tienen acceso a la internet, lo que corresponde a más del 25% de la población.

 

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Un estudiante de 11 años revisa sus libros de estudio en casa ya que no tiene acceso a clases virtu ales. Su hogar no tiene acceso a internet ni a un telefono móvil. Foto: UNICEF

Del 79,1% de la población que accede a internet, el 99,2% utiliza su teléfono celular. El BID estima que el 20% de la población de América Latina no tiene un acceso adecuado a la internet móvil.

La pandemia le ha dado un mayor significado a la educación, la que debe ser orientada y pensada para los jóvenes que habrán de enfrentar los desafíos de la década 2030.

Esto exige una metodología pedagógica capaz de activar el pensamiento crítico, despertar la creatividad y la originalidad, solucionar problemas complejos, tener flexibilidad cognitiva, valorar la inteligencia emocional y el trabajo en equipo, aprender a lidiar con opiniones y comportamientos diversos, y saber tomar decisiones sin imposiciones autoritarias.

Como vivimos actualmente en un mundo interconectado, no solo las personas no son islas, como destacó John Donne, poeta y pensador inglés, sino también nuestras ciudades y países.

Es necesario enfrentar los problemas desde diferentes ópticas y a partir de diversos contextos, pero siempre sin renunciar al compromiso ético de que todos los seres humanos y la naturaleza tienen derecho a condiciones de vida dignas.

Por tanto, ya no se trata de un aprendizaje para obtener buenas notas en las pruebas escolares y alcanzar un diploma al finalizar el curso. La educación es un proceso sin fin que dura toda la vida.

La escuela es justamente el lugar donde el alumno recibe el impulso de interactuar con quien tiene mucho que enseñar, así como quien enseña tiene mucho que aprender, en una sinergia compleja, rica y permanente.

Hace tiempo que se enseña fuera del aula, lo que requiere de una experimentación permanente. Un ejemplo de ello es la esfera de la agricultura. La pandemia ha expandido y acelerado este proceso, y el uso de internet ha roto las barreras físicas para la comunicación y la interacción.

Las clases, antes centradas en la oralidad del profesor, ahora cuentan con una gran variedad de recursos pedagógicos, como video clases, infografías, diapositivas, animaciones, juegos educativos y viajes virtuales, como a museos y a ciudades históricas. Y la ventaja es que cualquiera puede acceder al contenido y a las actividades compartidas, desde cualquier lugar y en cualquier momento. Sin duda, esto favorece la democratización de la educación, siempre que todos tengan acceso a las tecnologías de la comunicación. Al mismo tiempo permite el diálogo directo del profesor con determinado estudiante, es decir, permite la atención a las diferencias individuales.

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Un niño en Etiopía atiende a clase a través de la radio debido al cierre de las escuelas por el COVID-19. Foto: UNICEF

No debemos alimentar la nostalgia de cómo era la escuela antes de la pandemia, al reabrir las instituciones educacionales no basta reponer las clases. Ahora tenemos una nueva configuración de las relaciones sociales y debemos aprovecharlas para desarrollar nuevas metodologías de enseñanza pero, conocemos que nuestros sistemas educacionales son resistentes al cambio, sin embargo la COVID 19, nos impone una nueva realidad. Ahora tenemos que admitir que la enseñanza remota a distancia tendrá que ser incorporada a los recursos pedagógicos. Se trata de una nueva modalidad que puede producir efectos positivos, como el protagonismo de los alumnos en su propio proceso de aprendizaje.

Dejan de ser simples objetivos de las lecciones del profesor y pasan a ser sujetos de la actividad escolar, responsables de organizar su agenda de estudios domésticos y planear el tiempo y el modo de abordar el currículo.

Este autoconocimiento exige de la escuela, mayor atención a la formación integral de los estudiantes como tener en cuenta la situación familiar en que viven y las condiciones de vivienda. De cierto modo, los alumnos pasan a ser compañeros del profesor en la elaboración de la malla curricular y en la práctica pedagógica. La enseñanza se hace más personalizada en la medida que hay más diferencia de ritmo entre los estudiantes, instados a gestionar sus actividades escolares, los alumnos tendrán mayor protagonismo y los profesores actuaran como mediadores entre los contenidos curriculares y los recursos tecnológicos.

En realidad ocurre, que no todo son luces. El lado oscuro necesita ser enfrentado con seriedad. En Brasil, las investigaciones constataron que casi el 90 % de los profesores no tenían experiencia de clases a distancia antes de la pandemia.

Ahora, el 82 % de las clases son desde casa, demostrando que ha aumentado la carga horaria de trabajo. Y el 84 % opina que la participación de los alumnos en el aprendizaje se redujo. La principal dificultad es el acceso a computadoras y a la internet.

El informe GEM (Monitoreo global de la educación) del 2020, señala que, en los países periféricos el 40 % no cuenta con políticas para apoyar a los alumnos durante el cierre de las escuelas. Según la UNESCO, menos del 10% de las 209 naciones evaluadas poseen leyes que favorecen la plena inclusión en la escuela.

El lado negativo de la educación a distancia

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Una niña de Timor-Leste muestra la plataforma en línea que utilizará para estudiar mientras su escuela está cerrada debido a la pandemia de coronavirus. Foto: UNICEF

La educación a distancia tiene como puntos negativos, favorecer el individualismo en el trabajo escolar, disminuir los lazos de solidaridad entre alumnos y profesores, hacer inviables las acciones colectivas en defensa de los derechos de los docentes.

El peligro del trabajo a distancia es colocar en riesgo la frontera entre el tiempo de trabajo y el de convivencia familiar. Al sobrecargar las jornadas de trabajo, se reducen las horas de ocio.

Lo ideal sería no considerar obligatoria la actividad a distancia y sí como opcional, hasta que la pandemia sea superada y puedan todos retomar el trabajo en condiciones de igualdad en el espacio escolar.

Al agravarse las desigualdades sociales la pandemia expone el carácter de un modelo educativo individualista, excluyente, competitivo, subordinado a las demandas del mercado. La crisis económica y el aumento del desempleo debilitan la tesis de que la escuela es una vía segura para incluir a todos en el mercado de trabajo y conquistar una vida estable.

Esta nueva modalidad de enseñanza carece de estructura para desarrollar adecuadamente las actividades escolares. Muchas veces, absorbidos por la vida familiar y las ocupaciones domésticas, como ayudar en la limpieza de la casa o ver filmes o programas de TV, los estudiantes pierden el interés por las clases.

Adoptar el trabajo a distancia como nueva modalidad de enseñanza puede agravar las desigualdades educacionales, excluyendo aquellos que, desprovistos de condiciones domésticas para involucrarse en el aprendizaje, acaban siendo víctimas de la ley del menor esfuerzo, cuando ellos son los que deberían recibir mayor atención.

El sistema educacional no puede transferir para el alumno la responsabilidad de tener una computadora y tener acceso a internet. Muchos viven en situación de vulnerabilidad social por lo que le corresponde al sistema garantizar las condiciones adecuadas a todos los estudiantes para realizar las tareas escolares, pues según el GEM por cada 100 jóvenes ricos, solamente 18 jóvenes pobres, completan la enseñanza media o secundaria.

Retorno a las clases presenciales

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Estudiantes universitarios durante un exámen en plena pandemia. Foto: Reuters

¿De qué forma la pandemia afecta la calidad de la educación?

Es importante que el aislamiento social no dificulte la gestión democrática de las escuelas. El impedimento de las reuniones presenciales del claustro docente no debe ser motivo para justificar decisiones monocráticas. La escuela debe permanecer como espacio cotidiano de ejercicio de la democracia, incluso en su actual configuración virtual.

La vuelta a las clases presenciales no puede en modo alguno depender de la presión del poder económico, en especial de los propietarios de instituciones educacionales y de redes escolares.

Y cuando sea conveniente no puede ser hecho de improviso. Debe ser el resultado de una decisión democrática de los diversos actores implicados en la esfera de la educación, inclusive funcionarios de la escuela.

Se debe adoptar un protocolo después de realizar un extenso debate entre maestros, estudiantes, funcionarios, padres de los estudiantes y autoridades sanitarias. La pandemia en sí misma es objeto de estudio. Ella debe ser llevada al aula, promoviendo investigaciones y reflexiones sobre el equilibrio ambiental, zoonosis, dignidad, solidaridad en tiempos de pandemia, fragilidad de la vida humana, etc.

Los educadores no pueden ceder a la lógica de volver cuanto antes a la simple acumulación de los contenidos escolares ni al discurso tecnócrata de regresar a las actividades presenciales a partir del punto en que fueron suspendidas en el 2020. Hay que tener en cuenta que la pandemia, una vez superada por la vacunación, no debe ser considerada como un vacío en nuestras vidas. No pueden dejar de ser considerados relevantes los efectos emocionales, psicológicos y sociales, provocados en la vida de los estudiantes. Muchos fueron afectados por la pérdida de parientes, víctimas de la COVID 19 y la disminución de los ingresos familiares.

La escuela no es una sucesión de días lectivos. Es un espacio de convivencia, creatividad y socialización y sobre todo, construcción de la identidad ciudadana como colectiva. Deber ser también un espacio democrático de formación de conciencia crítica, disposición a la solidaridad y al compromiso y al combate a todas las formas de injusticias sociales.

La educación a distancia puede dar lugar a una nueva fuente de beneficios y de lucro para empresarios de instituciones educacionales, que pasan a ser los mediadores de contenidos y tecnologías excluyendo a todos aquellos que no tienen los recursos para transformar el espacio doméstico en apéndice de la escuela.

Este empresariado pasa a considerar la escuela como objetivo de su servicio de “delivery” (entrega), prepara los paquetes curriculares hecho por supuestos especialistas ajenos a la escuela, lo que compromete la autonomía del trabajo docente y hace que el contenido curricular dependa de grandes grupos privados que dominan las plataformas dirigidas a la educación.

Con o sin pandemia, predominando la enseñanza presencial o a distancia, el combate al más grave problema de la humanidad- la desigualdad social- exige que nos empeñemos todos en la lucha permanente por la escuela pública, gratuita y laica. La educación escolar a tiempo completo en un derecho universal que debe ser asegurado por el estado a toda la población.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/especiales/2021/02/03/educacion-y-pandemia/

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APP: Un mundo de posibilidades en tus manos

Hasta hace una década las capacidades de las computadora personales y portátiles crecían a pasos agigantados en velocidad, calidad gráfica, sonido, interconectividad, y se añadían toda una gran gama de programas propietarios y libres que acompañaban la dinámica de crecimiento del hardware en todas las áreas.
Con la aparición de los Smartphone o teléfonos inteligentes surge la necesidad de operar dichos hardware con programas similares a los de las PC, pero de forma más ligeros, dada las prestaciones de estos mini equipos portátiles, por lo que ofrecen menos opciones y en muchos casos cargados de publicidad.
La visión comercial de empresas como Apple, Google, Samsung los llevó a crear una especie de biblioteca o tienda donde se encuentran toda una variedad de aplicaciones o App desde aplicaciones ofimáticas, lectores o generadores de PDF, diseño grafico, juegos, edición de audio y vídeo, redes sociales, entornos de programación, hasta aplicaciones para el manejo de tus cuentas bancarias o realizar compras en línea.
Hay de todo en la AppStore de Apple o en la Google Play Store, la Samsung Galaxy Apps y en la nueva Huawei AppGallery, allí encuentras toda una variedad de programas de fácil instalación en el teléfono inteligente o en la Tablet. El desarrollo de App se ha convertido en todo un negocio para empresas y programadores FreeLancer quienes escriben cientos de línea de código para darle forma a una App que realice *tal o cual actividad, dejando en claro que son aplicaciones que no están exentas de tener errores pero que posteriormente son corregidos en nuevas versiones por los mismos desarrolladores o partiendo de los comentarios de los usuarios.
Lo cierto es que hoy día podemos desde un pequeño teléfono inteligente también es posible escribir programas en lenguajes tan robustos como Phyton o C (en un próximo artículo les hablaré de la programación con Lenguaje C y Phyton desde un viejo Smartphone con Android), compilarlos y hasta ejecutarlos. Solo basta instalar un entorno de programación adecuado, contar con algo de espacio en memoria y capacidad de procesamiento. Por el momento las dos mayores tiendas de App surten cada día de un sin número de programas que buscan satisfacer las necesidades de los usuarios y que estos desde la comodidad de sus teléfonos pueden ejecutar tareas sin estar frente a una PC.
Solo basta decir que hay teléfonos inteligentes que se adaptan a cada exigencia profesional o laboral y App para mantenerte sumergido en un mundo creciente que innova y crea cada día.
Fuente: https://culturainformatica2k.blogspot.com/2021/02/app-un-mundo-de-posibilidades-en-tus.html
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Entrevista a Simone Pieranni: Red Mirror: ¿qué futuro se escribe en China?

Por: Marc Saint-Upéry

«Il nostro futuro si scrive in Cina» [nuestro futuro se escribe en China], afirma el subtítulo italiano del libro Red Mirror, sobre la realidad de la China contemporáneaCiudades inteligentes, vigilancia, aplicaciones… dibujan un escenario muy comentado pero aún poco conocido.

En 1938, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos gastaba en conjunto alrededor de 0,075% de su pib en investigación científica, una cantidad mínima. En 1944, el gobierno federal y los estados incrementaron ese porcentaje a casi 0,5%, un aumento de siete veces que se utilizó para desarrollar los sistemas de radar, la penicilina y la bomba atómica. En las dos décadas siguientes, los fondos federales para investigación y desarrollo se multiplicaron por 20 y se creó así la base pública de futuras innovaciones privadas en las áreas de los productos farmacéuticos modernos, de la microelectrónica, de los satélites, de internet y mucho más. Sin embargo, a principios del decenio de 1980, se inició un lento descenso: el gasto público en investigación y desarrollo pasó a 1,2% del pib; en 2017 se había reducido a 0,6%. Hoy en día, si utilizamos como base el porcentaje del pib dedicado a la investigación, nueve países superan a eeuu.

Mientras tanto, explica el periodista italiano Simone Pieranni, a finales de la década de 1960 e inicios de la de 1970, del otro lado del Pacífico, la Revolución Cultural en China había sepultado la educación superior. Millones de estudiantes fueron enviados al campo a aprender las habilidades revolucionarias de los campesinos. Solo después de la muerte de Mao Zedong, cuando la dirección al mando de Deng Xiaoping se hizo cargo del país, comenzó a restaurarse el sistema escolar chino. Pieranni escribe:

«El año 1989 marcó el punto de inflexión: tras la supresión de las protestas de estudiantes y trabajadores, la dirección china decidió consolidar la lealtad de los cuadros intelectuales a través de una atención que hasta entonces se había confiado sobre todo a las clases productivas, los trabajadores y, fundamentalmente, los campesinos. (…) Al reservar un papel central a la ciencia, terminó llevando al poder a los llamados tecnócratas en la primera parte de la década de 2000; por otro lado, puso a toda una generación de intelectuales, científicos y profesores universitarios bajo el control ideológico del Partido. Los resultados fueron sorprendentes: de 1990 a 2010, la matrícula china en la enseñanza superior se multiplicó por ocho y el número de graduados pasó de 300.000 a casi tres millones por año. Durante el mismo periodo, la participación de China en la matrícula total de la enseñanza superior aumentó de 6% a 17% del total mundial. (…) En 1990, el número de doctorados en eeuu era 20 veces mayor que en China. Solo dos décadas más tarde, China superó a eeuu en esa medición, con 29.000 nuevos doctores en 2010, en comparación con 25.000 en eeuu.1»

Hoy en día, seis universidades chinas se encuentran entre las 100 mejores del mundo, según la clasificación de Times Higher Education. Con este capital intelectual y científico pacientemente construido desde hace más de dos décadas, China ya no solo es el taller industrial del planeta –de hecho, parte de los segmentos productivos que ocupó en la división internacional del trabajo se trasladan a otros países de Asia y del Sur global–, sino que anhela ser el número uno tecnológico del capitalismo cognitivo, por supuesto siempre bajo la dirección vigilante del Partido Comunista (pcch). El nivel de inversión e innovación planificada de las empresas chinas y de sus padrinos políticos en ámbitos como la inteligencia artificial, el 5g, el big data, las tecnologías de reconocimiento facial o el potencial vertiginoso de la informática cuántica tiene dimensiones de ciencia ficción. Como tal, plantea interrogantes complejos sobre las interacciones y las posibles sinergias entre un sistema tecnológico futurista y un modelo político-civilizacional sui generis, que combina hiperdesarrollo y raíces milenarias.

Hace años que Simone Pieranni, corresponsal y especialista en China del diario de izquierda Il Manifesto y creador de la agencia de prensa China Files, explora este mundo donde, según él, se juega nuestro destino. «Il nostro futuro si scrive in Cina» [Nuestro futuro se escribe en China], afirma el subtítulo italiano de su libro Red Mirror, cuyo título se inspiró por supuesto en Black Mirror, la famosa serie de televisión británica que pone en escena los posibles horizontes distópicos del desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (tic). En ocasión de la próxima publicación de su libro en español2, Pieranni respondió a esta entrevista para Nueva Sociedad.

Su libro empieza con un capítulo dedicado en gran parte a la «aplicación de aplicaciones» WeChat, que describe como «un nuevo pilar de la sociedad china», un verdadero «ecosistema». ¿Podría explicarnos qué es WeChat, qué función experimental o estratégica tiene en el desarrollo de China como potencia de alta tecnología y también por qué es un modelo en el que Facebook está interesado? Y a propósito, ¿qué porcentaje de los 1.400 millones de chinos posee un teléfono inteligente y cuál es el precio promedio de estos aparatos en relación con el salario mínimo y/o medio?

Bueno, en 2019, 872 millones de personas se conectaron a internet a través de un teléfono inteligente. Un iPhone cuesta 439 dólares en China, pero los productos chinos, Huawei o Xiaomi, cuestan mucho menos. Aunque no hay cifras nacionales oficiales, y los salarios y los ingresos cambian mucho de una región a otra, las últimas estimaciones hablan de un ingreso medio de 12.000 dólares anuales, así que da una idea del costo relativo de estos teléfonos.

WeChat se puede utilizar para realizar cualquier actividad de la vida diaria. La última vez que estuve en China para recoger material para el libro, me impresionó mucho la nueva funcionalidad que permite dividir la cuenta en un restaurante, por ejemplo. Pero más allá de este aspecto más secundario, WeChat está involucrado en toda la vida social y pública de las personas, por lo que es realmente difícil prescindir de él. Recientemente WhatsApp lanzó en Brasil un proyecto piloto para permitir a los usuarios pagar mediante la aplicación, que es lo que hace WeChat. Esto se vincula con un modelo de negocio que consiste en ganar dinero con las transacciones, cosa que por el momento Facebook, Instagram y Whatsapp no hacen. Pero efectivamente, lo que también le interesa a Mark Zuckerberg es el aspecto «ecosistema».

En China WeChat es simplemente sinónimo de teléfono móvil. Imaginemos que encendemos el móvil, pulsamos en el Messenger y en lugar de la pantalla que conocemos ahora, encontramos una especie de página de inicio desde la que se accede a la mensajería, redes sociales, Instagram, cuentas bancarias, compras, reservaciones, etc. Eso es lo que fascina a Zuckerberg, que apunta a convertir Facebook en una especie de sistema operativo de aplicaciones: todos los otros sistemas tendrían que «correr» en el suyo, al igual que WeChat. Significa dinero, pero sobre todo una enorme riqueza de datos. Y precisamente, por razones a la vez tecnológicas, políticas y demográficas, China se está volviendo la gran potencia del big data.

Otro tema de tu libro es el desarrollo de las «ciudades inteligentes», ¿de qué se trata exactamente?

Los proyectos de ciudades inteligentes abarcan todas las características de los varios sistemas de vigilancia y permiten a China resolver una serie de problemas, en primer lugar, el control de la población. Esto no es una completa novedad: las ciudades chinas siempre han sido construidas y desarrolladas para poder ser fácilmente controladas. Durante el maoísmo, se subdividían en distritos que correspondían a las categorías sociales, y tanto en los barrios obreros urbanos como en las aldeas, el sistema de control estaba asegurado por numerosas organizaciones formales e informales que dependían del pcch.

Con la apertura económica de Deng Xiaoping, el boom urbanístico condujo a la creación de ciudades centradas en las gated communities, urbanizaciones cerradas, al igual que en varios países de Occidente. Ya se trataba de lugares hipercontrolados y «seguros», pero ahora, con la «internet de las cosas», la gestión informática del tráfico urbano y el control computarizado de la contaminación, entre otras innovaciones, se pasa a otra etapa de la evolución natural de este proceso: las ciudades inteligentes, precisamente.

Se supone que estas «ciudades inteligentes» tendrán un alto nivel de sustentabilidad ambiental. ¿Es una preocupación real y un modelo para el futuro, o solo una forma de greenwashing y de ostentación de virtud ecológica? ¿Qué dicen los planificadores chinos sobre los costos ambientales de tipo extractivista o las nuevas externalidades negativas de la producción de energía supuestamente «limpia» a gran escala?

En la última Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada el 22 de septiembre, el presidente Xi Jinping anunció que China quiere alcanzar la «neutralidad de carbono» (cero emisiones) para 2060, o sea un equilibrio entre las emisiones y la absorción de dióxido de carbono. Un «compromiso histórico» que ayudará a todo el planeta a reducir las emisiones y a emprender un camino energético verdaderamente alternativo. Según los especialistas, significaría bajar la temperatura global entre 0,2 °c y 0,3 °c. Pero hay algunas contradicciones: hoy en día, China consume la mitad del carbón del mundo. Además, sigue construyendo nuevas centrales eléctricas de carbón y quema mucho carbón en sus fábricas de acero y cemento (siendo el principal productor mundial de estos materiales). Luego, hay un aspecto no secundario relacionado con los estilos de vida: China es el principal mercado automovilístico del mundo y el primer país en términos de importación de petróleo.

¿Misión imposible, entonces? No, según los expertos, porque la economía china tiene muchos aspectos y facetas: junto con su dependencia del carbón, es también un líder mundial en tecnologías «limpias» que podrían hacer factibles los planes –por cierto, muy ambiciosos– de Xi. De hecho, China es el principal inversor, productor y consumidor de energía renovable. De cada tres paneles solares en el mundo, uno está hecho en ese país. La misma proporción vale para las turbinas eólicas. En los proyectos de ciudades inteligentes, pero también en muchas metrópolis chinas, 98% del transporte público ya es eléctrico, al igual que 99% de los ciclomotores y los scooters. Además, China es líder mundial en la producción de baterías para alimentar vehículos eléctricos y almacenar energía renovable en las redes eléctricas.

Las ciudades inteligentes chinas podrían albergar a decenas de millones de personas en un futuro próximo, pero nunca acogerán a toda la población de un país tan inmenso. ¿Sobre la base de qué criterios se hará el acceso a estas ciudades y la selección de sus habitantes?

Esto queda por descubrir. Está claro que habrá una selección a través de los precios de la vivienda y del costo de la vida en general. También podría haber una regulación a través del sistema de crédito social, o sea el puntaje computarizado de la reputación, del comportamiento social y de confiabilidad de los ciudadanos. Cuando hablan de ciudades inteligentes, las autoridades piensan sobre todo en la clase media. Se trata no solo de nuevos sistemas de planificación urbana, sino también de auténticos nuevos modelos de ciudadanía. Solo los más ricos podrán vivir en ciudades inteligentes, pero entre los ricos solo tendrán acceso a ellas los que tengan mejor «puntaje».

¿Qué expresa la obsesión por la seguridad y la vigilancia de los espacios urbanos en un país en el que usted mismo afirma que el nivel de crimen y agresión contra las personas es mucho menor que en muchos países occidentales o del Sur global? ¿Es solo un pretexto para el control político de la población, o hay otras explicaciones sociopsicológicas o antropológicas?

El mantra del liderazgo chino es «mantener la estabilidad», todo está regido por esta necesidad. Los proyectos científicos de ingeniería de sistemas nacidos en la década de 1960, cuando Qian Xuesen, el padre del sistema de misiles chino, introdujo la cibernética en China, tenían como objetivo crear un sistema capaz de ser programado, modificado y, en algunos casos, «previsto». Control de la población, seguridad y productividad van todos en la misma dirección, y como lo sostenía Michel Foucault, son una condición imprescindible del desarrollo capitalista. No quiero decir con esto que los chinos estén dispuestos a dejarse domesticar completamente por estos procesos, porque no es así, pero ciertamente hay menos barreras a la invasión tecnológica de la vida cotidiana. Cuando se empezó a utilizar el reconocimiento facial para prácticamente todo (seguridad, salud, actividades bancarias, etc.), casi todo el mundo lo aceptó sin pestañear. Más bien había cierto entusiasmo por una innovación que demostraba el progreso tecnológico chino. Eso se vincula también con algunas concepciones filosóficas antiguamente arraigadas en China que impiden la formación de barreras éticas al impacto de la tecnología en la vida cotidiana. Mientras que en Occidente siempre hemos separado lo humano de lo técnico (religión y ciencia por ejemplo), los chinos han concebido una especie de «cosmotecnia» como la llama el filósofo Yuk Hui, los dos elementos han existido siempre juntos. Hui se refiere a los ritos confucianos: los objetos (la tekné como la llamaríamos en Occidente) son tan parte del proceso ritual como los propios ritos3. Todo esto permite que China avance mucho más rápido que nuestras sociedades en este terreno.

A propósito de las ciudades inteligentes, usted mencionó los sistemas de crédito social. Hay muchas fantasías distópicas al respecto en Occidente, y algunos observadores de China, como el sociólogo francés Jean-Louis Rocca, piensan que son exageraciones orientalistas y afirman que los sistemas de crédito social y de puntaje de la reputación y del comportamiento, por el momento, son más bien experimentales, locales, sectoriales y no están interconectados. Rocca dice que la gran mayoría de los chinos a los que ha interrogado para su investigación no lo ven como un factor importante en su vida cotidiana y están sorprendidos por la importancia que se le da al tema en Occidente4. ¿Qué opina?

Sí, estoy bastante de acuerdo. De hecho, estos sistemas tal como existen ahora no suscitan problemas particulares, al igual que sistemas similares que se encuentran en Occidente. El sistema de crédito social nació con una doble función: se trata de una forma de regulación del ecosistema económico que concierne a las empresas por un lado, y a las personas por otro lado. No existe todavía un sistema unificado y nacional de crédito social, sino muchos experimentos. En resumen, se trata de asignar un puntaje a cada persona en función de su confiabilidad en términos administrativos, penales y cívicos. Por supuesto, en un Estado de partido único, los criterios para juzgar a una persona pueden multiplicarse y llegar a ser mucho más problemáticos. Pero por el momento, aunque existen también en China atisbos de reflexión sobre la protección de la privacidad y el uso de los datos, la idea del crédito social está aceptada porque la población china lo percibe como un sistema realmente capaz de garantizar una mayor seguridad y armonía social. Para nosotros, por supuesto, parece inquietante, pero si pensamos en todas las veces en que somos evaluados y calificamos a los demás con sistemas de clasificación, no estamos tan lejos del modelo chino. Por el momento, en Occidente, nos evaluamos entre ciudadanos; en China, es un proceso que viene de arriba.

Como decía, es un sistema inquietante en perspectiva. En términos más generales, dado que la principal preocupación del pcch es mantener la estabilidad, hay una voluntad de crear un entorno lo más «confiable» posible, poblado por empresas y personas igualmente «confiables». Para la calificación de las empresas, este tipo de sistema existe también en eeuu, se llama fico. Para las personas, no estamos todavía en estos niveles, pero algunos sistemas de rating o de calificación occidentales (para pedir un crédito o alquilar una vivienda, por ejemplo) no están tan alejados de los experimentos chinos. Claro que este tipo de sistema es más impresionante en el contexto político, tecnológico y demográfico chino. En resumen: Beijing pretende crear en un futuro próximo un sistema nacional único, que por el momento no existe, capaz de evaluar la confiabilidad de las personas en función de sus comportamientos administrativos, penales o cívicos; estos comportamientos pueden llevar a una persona a perder o ganar puntos. Por el momento, el verdadero problema es la desproporción entre «delito» y sanción: si no pago una multa, por ejemplo, corro el riesgo de no poder desplazarme, porque me bloquean automáticamente la posibilidad de comprar billetes de tren o de avión.

Sin embargo, en términos de control social integral facilitado por las tecnologías de avanzada, existe el «laboratorio» de Xinjiang, donde parecería que se está llevando a cabo una experimentación sin precedentes históricos con el control y la disciplina de la población uigur, juzgada como desobediente o peligrosa.

En Xinjiang hay una combinación de todos los elementos del arsenal tecnológico chino, una gama de aplicaciones, cámaras de reconocimiento facial y varios modelos predictivos, con formas de represión más tradicionales, como prisiones y campos de reeducación. Además del control tecnológico, miles de personas trabajan para este sistema de represión contra la población musulmana de lengua túrquica de esta provincia, como lo demuestran las recientes filtraciones de documentos internos del pcch5. Cientos de miles de personas han estado encerradas en campos de reeducación sólo por ser juzgadas sospechosas. Como siempre, China experimenta incluso las cosas más horribles, para ver después cómo limitarlas o ampliarlas. Pese a los testimonios de muchos perseguidos que han podido escapar, Beijing niega que se esté llevando este tipo de represión en Xinjiang y afirma que la región se ha enriquecido en los últimos años. Lo que es cierto, pero eso no cambia en nada la ferocidad de esta política represiva.

Ahora bien, en términos de control social, no todo es tecnología y consenso neoconfucianista. Usted menciona también los «ojos vigilantes» de la población misma y las formas de control capilar a través de las organizaciones de base, herencia maoísta, pero no solamente. En apariencia, los comités barriales han jugado un rol muy importante en la pandemia, por ejemplo.

Sí, en la historia de China desde 1949 hasta el presente, el pcch ha movilizado repetidamente a los órganos estatales, las administraciones y la población para optimizar las respuestas en casos de emergencia y crisis repentinas, esos «cisnes negros» sobre los que alertó Xi Jinping en un discurso hace unos meses. La respuesta a la epidemia de sars en 2003 y al terremoto de Sichuan en mayo de 2008 son ejemplos de lo que el Partido entiende por «movilización», considerada fundamental para lo que se denomina «éxito de la reconstrucción». Una crisis o una emergencia pueden crear mecanismos empujados desde arriba capaces de poner al Partido en el centro de la escena social en China, como motor y equilibrador de situaciones complicadas, y también con una voluntad de mitigar y hacernos olvidar las deficiencias iniciales de la maquinaria político-administrativa.

De hecho, como recuerda Li Zhiyu, la noción de «movilización» (dongyuan) es un concepto fundamental en la política china contemporánea. El término «indica el uso de un sistema ideológico por un partido o un régimen político para alentar u obligar a los miembros de la sociedad a participar en determinados objetivos políticos, económicos o sociales a fin de lograr un nivel intenso de centralización y de despliegue de recursos materiales y humanos»6. Se ha visto este despliegue con la crisis del coronavirus. A pesar del –grave– retraso con el que China comenzó a tratar el covid-19 y su propagación, la población china pareció dispuesta a apoyar las decisiones que venían de arriba. Hubo lecturas de temperatura en todas partes, especialmente en las entradas del metro, limpieza constante del transporte público allí donde no fue suspendido. Cada ciudad hizo lo suyo: en algunos lugares se han reducido las horas de trabajo de los supermercados o centros comerciales para evitar el riesgo de contagio, en otros –especialmente en los pueblos rurales–, todos trataron de ayudar como pudieron al personal médico encargado de ir de casa en casa para tomar la fiebre e informar sobre posibles casos de contagio. Con la parálisis de los transportes públicos, muchas personas se han puesto a disposición de los hospitales para llevar materiales de un lugar a otro, dedicando a ello a veces el día entero. Incluso mucha gente que decía que temía el contagio sintió la necesidad de ayudar.

Lo que parece describir es una especie de capitalismo de vigilancia bajo el control del Partido-Estado, con una forma sui generis de sinergia público-privada y un nivel relativamente alto de aceptación social, que tiene incluso profundas raíces históricas en términos de la cultura del «buen gobierno» y las expectativas de los gobernados. ¿Es así?

Sí, exactamente, y la pandemia lo ha demostrado combinando alta tecnología con movilización de masas. En esta ocasión, la potencia de las aplicaciones chinas dedicadas al control estricto de los movimientos de la población, y a menudo acusadas de no ser más que un dispositivo de seguridad y el punto de anclaje de futuras ciudades inteligentes hipervigiladas, ha sido presentada por el gobierno y los operadores privados chinos como un servicio público imprescindible en una situación de emergencia. La agencia Reuters escribió que el coronavirus «sacó de la sombra» el sistema de vigilancia chino. En realidad, se podría decir más bien que el virus permitió un uso ad hoc de herramientas que los chinos están acostumbrados a usar o a «padecer» cada día. De hecho, nos enfrentamos a la primera emergencia sanitaria en la era de la inteligencia artificial, y aunque en medio de una situación dramática y complicada, una vez más, China señaló el camino.

En este sentido, podría decirse que la pandemia ha sido un estímulo y un incentivo para la aceleración y la ampliación de los sistemas de alta tecnología aplicados a la administración sanitaria, demográfica, educativa, policial, etc.

En la China del coronavirus hay nuevas posibilidades para las empresas de alta tecnología. Ahora mismo, aunque nunca lo confesarán, tienen una oportunidad única de maximizar la principal materia prima de sus innovaciones: más datos, muchos más datos. El miedo al contagio y a la enfermedad ha hecho que la ya de por sí débil resistencia a la invasión de la privacidad haya quedado definitivamente enterrada.

Se pueden citar varios ejemplos. La empresa de reconocimiento facial Megvii ha declarado que ha desarrollado «una nueva forma de identificar y localizar a las personas con fiebre, gracias al apoyo del Ministerio de Industria y Ciencia». Su nuevo sistema de medición de la temperatura utiliza datos del cuerpo y del rostro para identificar a las personas, y ya se está probando en un distrito de Beijing. También Baidu, el principal motor de búsqueda chino, anunció que su laboratorio de inteligencia artificial habría creado un dispositivo similar. La compañía de cámaras de vigilancia Zhejiang Dahua anunció hace poco que «puede detectar la fiebre con cámaras de infrarrojos con una precisión de 0,3 °c», lo que puede ser muy útil en lugares muy concurridos, como los trenes. Se trata de empresas privadas que, apoyadas por el Estado, desarrollan nuevos productos «intrusivos» (pero también considerados como muy útiles por la población). Estas empresas pueden entonces comercializar en el exterior sus innovaciones perfeccionadas gracias a la posibilidad de acceder a esta enorme cantidad de datos, posibilidad garantizada y controlada por el Estado.

También las tecnologías de reconocimiento facial han progresado. SenseTime, uno de los principales operadores en este ámbito, afirma ahora ser capaz de identificar incluso a las personas que llevan máscaras. Es un aspecto muy importante, porque en China, además del teléfono inteligente, el reconocimiento facial sirve para muchas cosas: pagar, reservar, hacer trámites en un banco o en las oficinas públicas. Con el uso masivo de máscaras, las tecnologías existentes habían dado señales de imperfección (que fueron subrayadas irónicamente en las mismas redes sociales chinas por personas que no pudieron entrar en su propia casa por llevar una máscara, por ejemplo).

Podemos citar también el uso de drones para avisar a la gente que tiene que usar máscara (hay un vídeo en el que se ve a una anciana de Mongolia Interior que fue visitada por un dron); los robots utilizados dentro de los hospitales para efectuar el control de plagas, la entrega de comidas o la limpieza en las áreas utilizadas para los pacientes infectados con coronavirus; los asistentes de voz que piden información a las personas en su casa, almacenan datos y sugieren un tratamiento o una hospitalización inmediata. En cinco minutos, los asistentes de voz chinos son capaces de hacer 200 llamadas, aliviando el trabajo de los hospitales. Con tecnologías como el reconocimiento de la voz y la comprensión semántica, los robots son capaces de comprender con precisión los lenguajes humanos, obtener información básica y dar respuestas. Existen también perspectivas de poder desarrollar nuevos productos y tratamientos farmacéuticos gracias a la inteligencia artificial y las plataformas de intercambio de macrodatos, aunque en el caso del coronavirus, en la comunidad científica hay bastante unanimidad en subrayar que la vacuna o la cura definitiva no están a la vuelta de la esquina.

Por último, está el aspecto relacionado con las conferencias virtuales y el aprendizaje electrónico, en el que China lleva invirtiendo hace tiempo. Recientemente, debido al cierre de escuelas y oficinas durante la pandemia, ha sido objeto de una atención y experimentación renovadas. En las escuelas, se usaron softwares ya existentes que permiten conectar a varios alumnos al mismo tiempo, proporcionando al profesor todos los datos necesarios, incluidos algunos grabados por cámaras sobre el nivel de atención demostrada por el alumno durante la clase.

Toca concluir que distopía y utopía son difíciles de desenredar en el caso chino. Usted cita al gran autor de ciencia ficción Liu Cixin cuando dice: «Cada época impone cadenas invisibles a quienes la viven. La única oportunidad que nos queda es bailar entre nuestras cadenas». Usted también escribe que, para los ciudadanos de las democracias liberales de tipo europeo, habrá un momento en que solo tendrán la oportunidad de dejar sus datos personales al Estado chino o a las empresas estadounidenses. En este escenario, ¿qué espacio nos queda para «bailar entre las cadenas», y qué espacio les queda a los propios chinos? ¿Existen posibilidades de resistencia, o tal vez contradicciones internas de naturaleza lógica o material dentro de los propios sistemas de control?

Para Occidente, pienso en Europa, es necesario adoptar una política común y única sobre el big data. En mi opinión, los macrodatos deben ser gestionados como un bien común, es decir, de forma transparente y por la colectividad, de lo contrario Europa seguirá siendo un campo de batalla entre eeuu y China. Para los chinos, no lo sé, dependerá de ellos. Como observador externo, creo que estas cuestiones pueden convertirse en fuente de conflicto, incluso político, solo en el momento en que el pacto social que todavía rige el país –te enriqueces, pero renuncias a ciertos derechos– empiece a tambalear. En el quinto plenario del pcch que acaba de terminar, se decidió que China invertirá aún más en tecnología y desarrollo del mercado interno. Lo que hay que observar por el momento, creo, es la dinámica de la clase media china: 400 millones de personas que son las que sustentan este mercado interno y apoyan a los dirigentes del país.

  • 1.Red Mirror. Il nostro futuro si scrive in Cina, Laterza, Bari, 2020.
  • 2.La versión en español será publicada por Edhasa, Buenos Aires, en 2021.
  • 3.Yuk Hui: The Question Concerning Technology in China: An Essay in Cosmotechnics, Urbanomic, Falmouth, 2016.
  • 4.J.-L. Rocca: «Crédit social. Spécificité chinoise ou processus de modernisation?» en Sociétés Politiques Comparées No 51, 5-8/2020.
  • 5.«‘Los cables de China’: los documentos secretos que revelan el sistema de lavado de cerebro del gobierno chino sobre cientos de miles de uigures detenidos» en BBC Mundo, 24/11/2019.
  • 6.Ivan Franceschini, Nicholas Loubere y Christian Sorace (eds.): Afterlives of Chinese Communism: Political Concepts from Mao to Xi, Verso / AUN Press, Londres-Canberra, 2019.
Fuente:  Nueva Sociedad 290, Noviembre – Diciembre 2020, Revista: ISSN: 0251-3552
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¿Qué tendencias en tecnología educativa tendremos en 2021?

Eduardo Hernández de la Rosa

 

“El futuro tiene muchos nombres

Para los débiles es lo inalcanzable

Para los temerosos, lo desconocido,

Para los valientes, una oportunidad”

Victor Hugo (Besanzón, 1802 – París, 1885)

 

 

 

En medio de una de las pandemias más devastadoras que ha mostrado las desigualdades existentes en nuestras realidades, hemos podido encontrar alternativas para asegurar que el mundo pueda seguir funcionando. Por supuesto, los costes han sido altos, los semáforos epidemiológicos se han convertido en una permanente revisión mucho más importante, que el clima o que la contingencia ambiental, estos son cambios de paradigmas que seguramente serán constantes al menos en lo sucesivo.

 

Quienes hemos sido afortunados de poder adaptarnos al trabajo en casa y por ende a la adaptación tecnológica, podemos ser testigos de la incorporación de tecnología para asegurar la comunicación, la documentación, los intercambios de información y aseguramiento de la big data. La educación, ha sido uno de los bastiones fundamentales que se obligó a asegurar un cambio de paradigma, cuyos canales de comunicación se han diversificado y se han aceptado de manera obligatoria en todos los estratos sociales, aún cuando haya limitantes claras.

 

Las famosas soft skills especialmente aquellas que tienen que ver con la autogestión del aprendizaje, la discriminación de la información a través de la big data, la investigación, la asertividad digital y otras más han cobrado un mayor alcance sobre el progreso del aprendizaje en un mundo virtual.

 

La educación, se ha convertido en el centro neurálgico de generación de experiencias, que buscan asegurar los procesos de aprendizaje, no es para menos que las grandes corporaciones hayan puesto la mirada en la educación con el objetivo de asegurar procesos de formación que fortalezcan o desarrollen skills particulares para un mundo interconectado a través de la red. Eso supone un cambio significativo en la forma de comprender la educación, así como también parece mostrar un desplazamiento del monopolio de la educación formal en contraposición con la educación alternativa, aquella que recupera procesos de training dosificados y orientados al desarrollo de hard skills en pro de las necesidades de los grandes corporativos.

 

Al respecto, Google anunciaría en el 2020, que busca robustecer una serie de cursos que buscan ser el equivalente a títulos universitarios, pero con costes mucho más accesibles, esto representaría sin duda un cambio sustantivo, en tanto empresas como Facebook, Airbnb y Oracle también han ofrecido puestos atractivos sin requisito de títulos universitarios.

 

Lo anterior, invita necesariamente a pensar en la realidad que nos sobrepasa y que pone a prueba nuestra resiliencia y capacidad de adaptación a una velocidad totalmente abrumante. Es así que dentro del análisis de tendencias, aparecen las siguientes cuatro grandes tendencias-soluciones educativas que están imperando dentro del contexto de la educación en cualquiera de sus niveles, por supuesto en pro de asegurar el aprendizaje y la continuidad de un mundo en constante cambio, pero con permanentes necesidades. Estas tendencias en el 2021 son:

 

I). Seguimiento, atención y servicio

En este sentido, el seguimiento de todos aquellos que consumimos el lifelong learning es por supuesto una acción que busca promover experiencias reales, eficientes y eficaces sobre la creatividad, el fortalecimiento de las competencias y skills que permitan un posicionamiento efectivo dentro del contexto laboral, estas son las motivaciones principales que engloban las tendencias tecnológicas en el mundo educacional. Al respecto ubicamos las siguientes perspectivas que recobran un valor principal por parte de las instituciones más vanguardistas, pero también por aquellas que buscan seguir manteniendo el canon de prestigio.

En estos puntos, si bien la Realidad Aumentada, Realidad Virtual y Mixta o híbrida siguen teniendo presencia, estas herramientas buscarán avanzar en posiciones de didáctica, no obstante, las que enunciamos aquí, refieren un proceso vinculado estrictamente al desarrollo de respuestas contundentes frente a un contexto vinculado en su totalidad a la conectividad 360° y con ello a la reorganización y adaptación de las instituciones.

 

  1. Internet de los comportamientos (IoB)

Se centra en el análisis de datos capturados del contexto cotidiano, frente al crecimiento y uso exponencial de redes sociales y otras formas de intercambio de información permanente, la recuperación de datos permite a las instituciones predecir o definir perfiles de quienes pueden consumir “aprendizaje” dentro de los programas de formación de las instituciones sean estas cuyo rol es totalmente educativo o aquellas que requieren de recursos humanos para ingresar.

Siguiendo a la firma de análisis especializada en TI Gartner (2020) el IoB combina tecnologías que enfocan en los individuos incluyendo dentro de sus análisis una gran variedad de información como lo es el rastreo de ubicación, reconocimiento facial y la big data, lo cual permite asociar los comportamientos y determinar sus tendencias de consumo. Sus predicciones aseguran que para el 2025 más de la mitad de la población mundial estará en al menos un programa de IoB.

Dentro del contexto educativo, este tipo de programas asegurará a las instituciones y corporaciones identificar los procesos de aprendizaje, las tendencias de masificación de ciertos estratos educacionales, o inclusive la sobrepoblación de profesiones en los próximos años.

  1. Experiencia Total

La experiencia total se centra en el análisis de datos que permitan ser analizados por medio de una interfaz en la que se vinculen las experiencias, en el caso de la educación entre los estudiantes, usuarios de la educación, los colaboradores de la organización y el contexto laboral, con lo cual frente a un contexto como lo es la pandemia, se pueden potenciar las oportunidades y fortalezas de la institución entre el trabajo virtual, la interactividad de las redes móviles, el contacto virtual y por tanto también proveedores, dentro de los cuales el servicio principal ha sido por parte de los sistemas de gestión de aprendizaje por sus siglas en inglés (LMS). Es así, que las experiencias totales, implican un reacomodo de la comunicación, pero también una dinámica específica sobre el proceso operativo de aprendizaje de los estudiantes, lo cual sin duda debe ser la premisa principal de las instituciones educativas.

  1. Hiperautomatización

Los procesos de formación permanente aparecen de la mano de actividades que aseguren la efectividad de las formaciones, capacitaciones y programas de instrucción. Esta hiperatomatización va de la mano con los programas de formación de Massive Open Online Course (MOOC) y los recientes NANO Massive Open Online Course (NOOC), siendo sus principales características la velocidad y por ende la democratización de la formación, en ella aparecen necesariamente el machine learning y los denominados softwares empaquetados. A través de ello, la formación del aprendizaje recobra un valor orientado a los procesos transversales, maximizando tiempos del quehacer docente en habilidades concretas que los estudiantes deberán perfeccionar a través de estos programas.

  1. Inteligencia Artificial (IA)

La inteligencia artificial aparece como un recurso sumamente importante, en tanto, se han identificado procesos de su incorporación en el contexto educacional, entre ellos, por ejemplo, los chatbots (Hernández de la Rosa, 2020). A partir de la IA se busca consolidar el proceso de aprendizaje de los estudiantes a través de un auxiliar pedagógico que contribuya en la atención de dudas. Por supuesto los retos se hacen notar, por ejemplo, la escalabilidad, la concentración de datos y el mantenimiento se mantienen como retos importantes para quienes buscan incorporar la herramienta a su quehacer docente, la cual sin duda tiene grandes beneficios, siempre y cuando se solventen dichos retos. En este punto aparecen también los asistentes digitales con voz, el cual será un gran desafío para los programadores al asegurar una interfaz de comunicación que permita atender a cualquier usuario con una interacción lo más cercano al carácter humano, por lo que esta tendencia, sin duda estará presente.

II). Ciberseguridad

La ciberseguridad es uno de los elementos clave que todas las organizaciones educativas deben asegurar, principalmente en pro de garantizar la protección de datos personales, así como de otorgar la encriptación de información privada.

Es así, que la ciberseguridad es otro elemento clave dentro de las organizaciones educativas, pues garantiza la protección de datos personales, así como otorga encriptación de seguridad a las habilidades adquiridas en las instituciones, mediante código blockchain, serán de suma importancia en lo sucesivo, especialmente en un mundo donde las instituciones educativas son tan variadas y sus usuarios aún más.

  1. Blockchain

La protección de datos a través de blockchain es una realidad y necesidad permanente, esto por supuesto se logra mediante análisis de datos que contribuyan en el aseguramiento de la información, pues en un ambiente virtual los ciberataques son cada vez más constantes. El coworking dentro del equipo administrativo ha puesto de manifiesto la necesidad de generar protocolos de acceso, protección y difusión de la información, por lo que la seguridad debe llevarse desde las organizaciones hacia los equipos de los colaboradores en ambientes poco cuidados.

La conectividad que tienen todos los usuarios son fundamentales para una institución educativa en tanto esto asegura el aprendizaje y la continuidad del curriculum, sin embargo, también se convierte en un factor de fragilidad y vulnerabilidad lo cual expresa una necesidad permanente. Con la llegada de las nuevas redes 5G el efecto de dispositivos conectados incrementará y por ello, la ciberseguridad y la encriptación a través de blockchain es fundamental.

  1. Malla de ciberseguridad

Este término va ligado al de blockchain, sin embargo, alude a la arquitectura tecnológica que existe en la organización y por tanto en lo que contribuye a que puedan establecerse procesos de control, sistematización y sobre todo protección, aplicando lo que se conoce como tecnología modular. Al respecto, las instituciones no pueden dejar de lado su infraestructura física, por lo que el mantenimiento de sus servidores y los demás recursos presentes en su institución deberán ser resguardados mediante acciones que brinden certeza frente a posibles ciberataques.

III). Interconectividad

La interconectividad como se ha visto a lo largo de esta pequeña proyección de tendencias, es fundamental, en tanto la pandemia y su extensión promoverá que el home office y por ende las funciones de la organización se extiendan, por lo que el coworking, la atención personalizada, el big data y la seguridad de la información estarán permanentemente asociados.

  1. Nube distribuida

El servicio cloud, al contar con una nube distribuida, cumple con la normatividad de mantener cierta información dentro de un contexto geográfico, esto por supuesto siguiendo a ViewNext (2020) reduce significativamente los costos. En este punto aparece la denominada computación edge. Al contar con este tipo de tecnología, el resguardo de la información recobra otros sentidos, recordemos que las instituciones educativas, son centros cuyo valor de información es fundamental, en tanto resguardan la formación profesional y el impacto de estas profesiones en la vida de todas las sociedades, por lo que toda la información que se aloje en estos espacios, debe asegurar una distribución unificada que permita acceder de forma remota y confiando en las extensiones de seguridad que pueden tener.

El contar con una nube distribuida, implica pensar en la organización educativa por el conjunto de entidades o áreas que participan en ella y que manejan información específica, con procesos y protocolos concretos atendiendo para el caso de la educación a los estudiantes en una sola red, pero con procesos distribuidos.

 

  1. Operaciones anywhere

Las operaciones remotas durante el 2020 se incrementaron por situaciones de la pandemia, cambiando la estructura y revolucionando los paradigmas, sin embargo, el 2021 aparece como un escenario de aprendizaje y acción permanente, por lo que la modelación de TI aptos para que los colaboradores desarrollen sus actividades es fundamental, en el contexto educacional, mantener la actividad virtual desde cualquier lugar y con los servicios y herramientas necesarias es un pilar para asegurar la atención permanente.

Siendo así que los servicios y herramientas permanezcan disponibles no solo en la organización sino en cualquier dispositivo que asegure el seguimiento y acompañamiento, ello implica pensar en la nube como plataforma y por ende el modelo “as a service”, en las organizaciones educativas esta metodología asegurara una satisfacción completa a todos los estudiantes que se mantienen constantemente en comunicación sobre diferentes dudas.

El contar con el equipo necesario en cualquier lugar no solo es una necesidad por la pandemia, sino se convierte en una ventaja competitiva para aquellas instituciones preocupadas por formar bajo una óptica enteramente académica y efectiva.

 

Tal como puede observarse, pensar en la educación y su futuro implica estar estrechamente vinculado a las tendencias de la tecnología, especialmente frente a una contingencia que ha obligado a asegurar la continuidad de nuestras sociedades teniendo como bastión el bienestar de todos.

 

Es fundamental que el proceso de vinculación e intercambio asegure los procesos permanentes de comunicación haciendo que las tecnologías sean el medio para lograr las adaptaciones de las organizaciones educativas, convirtiéndose en un articulador de la innovación y estrechando su comportamiento hacia el sector productivo, generando con ello el desarrollo de competencias y skills que contribuyan al desarrollo de nuestros estudiantes. Hoy la respuesta inmediata exige contar con los insumos necesarios, esto contribuye a hacer efectivas las horas de trabajo y por ende a resolver las necesidades educativas que se requieren para mantener una salud académica estable.

 

Las oportunidades que presenta el futuro es la de adaptarnos e innovar la educación, teniendo como premisa, el acercamiento al mercado laboral, ello permite que las innovaciones tecnológicas verdaderamente puedan asimilarse por nuestros estudiantes y con ello la constante actualización. La docencia seguirá teniendo un papel importante para promover el papel del aprendizaje, como hemos visto, las tendencias tecnológicas en la educación en este año se concentrará especialmente en cuanto a la adaptación de las organizaciones. Mientras que los procesos formativos dentro de los laboratorios de aprendizaje virtuales tendrán como principales características el aseguramiento de plataformas LMS, la incorporación de herramientas dinámicas para el desarrollo de skills, especialmente en un contexto donde lo práctico no puede ser llevado a cabo dentro de los laboratorios presenciales.

 

Es aquí donde, las metodologías activas como lo son el aprendizaje adaptativo, ubicuo, las herramientas como Realidad Virtual, Aumentada, Híbrida, los procesos de training alternos como los MOOC y NOOC, promoverán la democratización de la docencia, los modelos como BYOD (por sus siglas en inglés Bring your own device) el cual es una realidad en casa, el STEAM (por sus siglas en inglés Science, Technology, Engineering, the Arts and Mathematic) han puesto la mira en aprovechar estas tecnologías.

 

De la mano de ello, aparecen las investigaciones sobre las competencias y habilidades de un futuro frente a una pandemia mundial, los nuevos modelos de educación como lo son el lifelong learning, las credenciales alternativas que emergen -tal como se citó al inicio- como oportunidades para los gigantes corporativos, la necesaria colaboración industria-universidad y por lo tanto el autoaprendizaje son factores esenciales y útiles para la organización, lo que implica un cambio permanente para la formación de las nuevas generaciones vinculadas a estos procesos de disrupción educativa.

 

Sin duda este año, tendremos un aprendizaje e innovación incremental, por lo que la planificación y una buena dosis de creatividad será fundamental al momento de pensar en dónde y cómo se puede materializar una verdadera simbiosis tecnológica dentro de un contexto de distanciamiento social y por ende de efectividad en cualquier lugar. Miremos con optimismo el futuro y aprendamos juntos de estos espacios, siempre cuidándonos a nosotros y a la humanidad.

 

Referencias

Google (2020). A digital jobs program to help America’s economic recovery. Recuperado de https://blog.google/outreach-initiatives/grow-with-google/digital-jobs-program-help-americas-economic-recovery/

Gartner (2020). Gartner identifica las principales tendencias tecnológicas estratégicas para 2021. Recuperado de https://www.gartner.com/en/newsroom/press-releases/2020-10-19-gartner-identifies-the-top-strategic-technology-trends-for-2021

Hernández de la Rosa, E. (2020). ¿Cómo aplicar Inteligencia Artificial en educación?. Observatorio de Innovación Educativa. Recuperado de https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/inteligencia-artificial-en-educacion

ViewNext (2020) Tendencias Tecnológicas en 2021. Recuperado de https://www.viewnext.com/tendencias-tecnologicas-en-2021/

 

Fuente: El autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación

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