España / 2 de diciembre de 2018 / Autor: Adrián Argudo / Fuente: Eco Diario
- El progresivo cierre de grupos humanísticos en España afecta a un 20% de centros
- Los docentes de estas materias son reconvertidos y se amortizan las plazas
- El Ministerio de Educación les acaba de confirmar una cita de trabajo
En el I.E.S Abdera de Adra, en Almería, la asignatura de Griego desapareció el curso pasado. No se trata del único caso, ni mucho menos. Sin embargo, sí es el que sentó el precedente. En cierta forma, es el germen que ha desencadenado en una lucha, docente y estudiantil, para reivindicar la presencia de las asignaturas clásicas, donde se encuentra también el latín, en los centros educativos, que con el paso de los años ven por parte de las administraciones «una desprotección absoluta y desinterés». En 2017, en torno a los 1000 alumnos se quedaban sin cursarlas al no contar en sus institutos con cupo suficiente, cifra que oscila entre los 10 y 15, según la comunidad autónoma. Este descenso supone que un 20% de los centros españoles no consiguieron, pues, abrir grupo, según los datos que ofrecen a elEconomista.es desde la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC). Por descontado, esto afecta a los puestos de trabajo y a su especialización. En un principio, no se pierden, se reconvierten y también se amortizan plazas. ¿A dónde van exactamente estos docentes? ¿Por qué se habla de fraude educativo?
Siete alumnos se quedaban en el almeriense centro de Secundaria de Abdera sin poder cursar griego, correspondiente a la elección de un itinerario humanístico en Bachillerato. El padre de una de las chicas, también en representación de las demás familias afectadas, abanderaba una corriente, sin saberlo, al no asumir esta tesitura y, por tanto, remar en contra de su «fulminación». Este progenitor mandó una carta a la consejera competente de la Junta de Andalucía reclamando poner remedio a dicha realidad. A su petición se adhirieron diversas entidades y académicos. No tuvo el efecto deseado.
A partir de ahí, se originó una espita y docentes de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, cuyo presidente es Jesús de la Villa, fueron recibidos el pasado febrero por el Ministerio de Educación. No conllevó ninguna mejora. Tras la moción de censura y la subida al poder de Pedro Sánchez, lanzaron otra comunicación a la nueva titular de Educación, la socialista Isabel Celaá. Además, hace tan sólo unas fechas, coincidiendo con el inicio del presente ejercicio, se concentraban a las puertas del ministerio. Esta misma semana les han confirmado que se serán convocados a una reunión. De hecho, en estos momentos, mientras Jesús de la Villa atiende a elEconomista.es, se encuentra diseñando nuevas acciones y preparando el encuentro ministerial. No dejarán de insistir ante, tal como afirma, «este peligro de extinción de la rama humanística en nuestro país». Aunque las competencias en materia educativa están transferidas en su mayoría a las administraciones regionales, su interés en el Ministerio es porque «hace de nexo entre consejeros, convoca a la Comisión Sectorial y es muy importante de cara a la vía legislativa».
La Lomce y la profecía autocumplida
Para conocer la raíz del asunto, conviene remontarse a la aprobación de la Lomce hace cinco años. «Empeoró la situación al poner a estas materias, especialmente el griego y latín, en una opcionalidad más difícil. Pero, no sólo esto, sino que todo el itinerario de Humanidades se está reduciendo de forma drástica porque pueden prescindir de éste por completo. En decenas de institutos de España ya no existe esta ruta de elección», explica de la Villa al tiempo que asevera que «existe una práctica que se va extendiendo desde los propios centros. Disuaden a los alumnos de cogerlas. Les dicen que es muy posible que la rama no salga o que sea minoritaria. Y se convierte en una profecía autocumplida. Esto supone al final un atentado contra el conocimiento y el alumnado con vocación humanística». Y es que esta ley otorga poder a los directivos de los centros para no abrir grupos.
Pero, ¿de dónde subyace ese efecto disuasorio de los propios centros? «Es muy fácil usar a estos profesores de comodín para dar otras clases», avanza Óscar Martínez, presidente de la delegación en Madrid de la SEEC y profesor de Griego y jefe de Estudios de un instituto del Sur de Madrid. Martínez cuenta el caso de un centro donde no barajaba abrir grupo porque las 20 horas semanales de docencia de la profesora de Clásicas «les venía mejor para dar Historia», y agrega que «no sabemos hasta qué punto la utilización a esa conveniencia del personal puede estar provocando que no salgan grupos. A veces, les viene mejor usarlos como ‘parches’ para otras materias, aunque vaya en detrimento de hacer desaparecer éstas».
¿Qué ocurre con los puestos de trabajo?
Y aquí surge un problema notable. No se pierden los puestos laborales, sino que hay una reconversión. Esto significa que nos encontramos con personal que pasa a desempeñar una docencia para la cual no fueron examinados en su día. Cierto es que hay materias más afines a las protagonistas de estas líneas, en el mejor de los casos, pero tal como refleja de la Villa, «los hay que hasta han pasado a dar tecnología. O conozco el caso de un profesor que le pusieron a dar francés. No tenía ni idea y el día de antes se estudiaba lo que iba a dar. Es un fraude educativo de pleno, para alumnos y profesionales». Además, cuando esa plaza se queda vacante, bien por traslado o bien por jubilación, ya no la vuelven a convocar, provocando que «en los últimos siete años en España se haya perdido más de 2.000 puestos docentes de latín y griego», según la Sociedad Española de Estudios Clásicos, que al alimón se subraya que «esto encamina a una desaparición progresiva de las Humanidades en España».
¿Una menor demanda ha de inferir en su oferta?
¿Cuál es la demanda real? ¿Este dato interfiere en la oferta pública? Las fuentes consultadas por este medio admiten que el número de peticiones para cursar estas materias, actualmente, oscila entre los cinco o nueve alumnos. «Efectivamente, siempre fueron menos que los estudian otras opciones, de las que nada tenemos en contra. Pero la cuestión es que hay otras materias que se siguen ofreciendo. Y tengo que decir que mientras para estudiar Latín o Física sí se exige una cifra mínima no es así para Religión, aunque esto tenga connotaciones políticas». En esa misma línea, Martínez entiende que la clave está en «apostar por esto desde los centros y las administraciones. Y hay ‘cuatro’ alumnos cuando les dices que la asignatura no va a salir. Habría más demanda si se deja crecer. Así un año serían seis, otro, ocho Pero, hay que ser garante de la oferta. Además, no he visto otras asignaturas que se ponga más en cuestión el tan manido tema de la utilidad».
De igual forma, este jefe de Estudios aclara que siempre que se esté por debajo del número exigido, por ejemplo de los 10 en Madrid, y haya un profesor en plantilla se puede enviar un escrito a Inspección y se debería impartir». Por ahí, esta misma semana, un profesor de la localidad madrileña de Fuenlabrada ha recurrido ante Inspección por suprimir estas asignaturas, pese a existir demanda. Según ha podido conocer este periódico, en este centro, desde sus responsables, se mantuvo que no había matriculaciones suficientes, mientras que sí dispone de efectivos que podrían, por las horas, hacerse cargo de su impartición.
En cualquier caso, aseguran que continuarán realizando acciones en las próximas fechas en pos de mantener viva la formación en la lengua de Sócrates o de Séneca y su cultura y cuyo personal especializado no devenga en meros ‘comodines’.
Fuente de la Noticia:
https://ecodiario.eleconomista.es/noticias/noticias/9404373/09/18/Los-profesores-comodines-de-Espana-un-fraude-educativo.html
ove/mahv