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Entrevista a Gabriel González Bueno: “España es el país de Europa que menos es capaz de reducir la pobreza infantil tras la intervención del Estado”

Entrevista/21 Noviembre 2019/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la educación

El 30% de los menores están en riesgo de pobreza. Desde Unicef se resalta la necesidad de mayor inversión social y educativa en el ciclo 0-3, también contra el abandono temprano o en prestaciones por hijo a cargo como posibles soluciones.

Han pasado 30 años desde que se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, un 20 de noviembre de 1989, pero España tiene camino por recorrer, explica Gabriel González-Bueno, especialista en políticas de infancia de UNICEF Comité Español. Sobre todo en lo que refiere a la desigualdad, con un tercio de los menores en riesgo de pobreza y casi un 20% de abandono educativo temprano. “España es un país que deja demasiados niños atrás”, lamenta este experto, que ha trabajado en el ámbito de las políticas sociales relacionadas sobre todo con la infancia. Y, aunque en ocasiones es una cuestión de falta de recursos, también hay un problema específico con cómo se reparten los que sí existen. González-Bueno, que salpica sus argumentos de cifras para darles más consistencia, aprovecha la efeméride —el 20N también se celebra el Día Universal del Niño— para explicar que es clave relacionar los derechos de los niños y la estrategia 2030 de la ONU para avanzar como país en aras de la justicia social con los menores y de la sostenibilidad. También de cara al futuro. No por obvio resulta menos cierto que los niños de hoy son el futuro del país.

Es una pregunta muy amplia, pero ¿cuál es el estado de la infancia en España?

Caben muchos matices, pero hoy habría que decir que los niños y adolescentes en nuestros país no son ajenos a un montón de desafíos globales respecto sus derechos, pero España tiene una situación privilegiada respecto a retos planteados a nivel mundial que tienen que ver con la desnutrición, el agua y el saneamiento y quizá la protección contra la violencia. Dentro de un contexto mundial, la situación de la infancia en España está relativamente bien. Pero hay desafíos muy potentes que permanecen 30 años después de la formulación de sus derechos.

¿Qué retos son estos?

Quizá el más llamativo es la desigualdad. España es un país que deja demasiados niños y niñas atrás, en comparación con los de nuestro entorno. Especialmente en la protección social y en la educación. Dos cifras: casi un tercio de los niños en nuestro país está en riesgo de pobreza o exclusión social, y las políticas públicas se muestran poco eficaces reduciendo esos niveles de pobreza. A la vez, los datos de abandono y fracaso escolar nos siguen situando en los últimos puestos de Europa. En abandono educativo temprano es del 18% entre los adultos de entre 18 y 24 años, lo cual es un reflejo del impacto que ha sufrido el sistema educativo. En esta cifra somos el peor país de Europa. Creo que este es el primer problema, la cantidad de niños y niñas que se quedan atrás. Además, hay colectivos muy concretos que sufren especialmente esta desigualdad o incluso discriminación: los niños y niñas migrantes, los solicitantes de asilo, los niños migrantes no acompañados, los niños en el sistema de protección de menores, los niños y adolescentes gitanos o la infancia con discapacidad. En el tema de los niños y adolescentes gitanos hablamos de un 89% de pobreza, según un informe reciente del Secretariado Gitano, mientras la población infantil en general tiene un 29%. Un 30,5% de jóvenes gitanos llega a diplomarse frente a casi el 50% de la población general. Es uno de los grandes desafíos: cómo abordar esta desigualdad, cómo evitar que se queden al margen del bienestar de una sociedad que, con sus problemas y dificultades, no deja de estar entre los países más ricos del mundo.

“Las políticas públicas se muestran poco eficaces reduciendo los niveles de pobreza”. ¿No funcionan bien o no hay suficientes políticas públicas?

Las dos cosas. Una de las grandes reivindicaciones que tenemos desde Unicef y el sector de la infancia y de la protección social, es que España es el país de Europa que menos es capaz de reducir la pobreza infantil tras la intervención del Estado. Esto se hace midiendo la pobreza infantil de mercado y cómo interviene el Estado con sus ayudas y sus impuestos. Hay dos cuestiones aquí: un impacto muy serio de la crisis, especialmente en las políticas sociales de la infancia. Hay un momento en 2013 —hasta entonces la protección social de la infancia estaba creciendo— en que se reduce un 30% la dotación de políticas. Son datos de la contabilidad nacional. Tenemos un desentendimiento frente a la pobreza cuando más se necesitaba porque el impacto de la crisis en los hogares, especialmente el desempleo, fue muy dañino. Por otro lado, hay un problema estructural: en España no hay un mínimo de políticas de protección social de la infancia. Muchas han quedado en manos de las comunidades autónomas, y estas fueron las que más redujeron las ayudas a las familias con niños. Esta desprotección se ha ido larvando a lo largo de muchos años. Se ha puesto el acento en otras políticas y se ha dejado a los niños desprotegidos. Por eso hablamos de dos propuestas concretas: de una prestación económica, que podría ser a través de la prestación por hijo a cargo, que ahora, incluso con el aumento que ha habido este año, sigue siendo muy muy baja. Son 300 euros anuales y nosotros hablamos de mínimo 1.200 euros y una mayor cobertura. Sería una medida más inmediata, pero también tendría impacto a largo plazo, porque vivir en la pobreza para un niño no solo es un drama diario, también es una negación de oportunidades. Otro de los impactos más potentes sería con la educación. Ahí hay muchos desafíos, pero para nosotros uno que podría tener mucho impacto a medio plazo es la educación 0-3. Muchas veces está pensada para cubrir las necesidades de cuidado mientras los padres trabajan y, por tanto, no llega a quienes están en situaciones más precarias de vulnerabilidad social, los que más lo necesitan. Además, los situarían en un punto de partida parecido cuando empieza la educación primaria.

¿La educación ha dejado de ser el ascensor social que fue y debería ser?

Con una mirada de más largo plazo vemos cómo, sobre todo desde el principio de la democracia y antes, la educación pública universal ejerció hasta, más o menos, los 90 un papel muy importante, se incrementó el número de licenciados, de personas que alcanzaban estudios superiores a los de sus padres. Lo que hemos visto en los últimos años, muy notorio con la crisis pero que ya venía de antes, es ese frenazo al ascensor social. Cuando hablamos de pobreza y bienestar pensamos en lo más inmediato —cubrir necesidades y que las personas tengan las mismas oportunidades—, pero también en cómo romper ese ciclo de la pobreza que se hereda de generación en generación en los hogares. Nuestra sensación es que se está rompiendo ese ascensor social y la educación está dejando de cumplir ese papel. Por eso es clave una ley de infancia y también una dotación de recursos más generosa. Igual que en protección social estamos muy lejos de la media europea, igual ocurre en el ámbito educativo. No es solo gastar más, si no en qué lo gastamos. La educación debe ser de calidad e inclusiva, y ambas van de la mano. Hay muchos desafíos y las cifras no nos engañan. Cuando hablamos del 18% de abandono educativo temprano algo debe haber ocurrido antes en el sistema educativo para que esos jóvenes hayan decidido abandonar los estudios, sobre todo en un mundo que viene con unos desafíos en el empleo cada vez más grandes. Las personas que no tengan una capacitación mínima van a tener muy difícil acceder a un puesto de trabajo digno.

¿Se cumple la Convención de Derechos?

Como todos los tratados generales de derechos humanos tiene un punto aspiracional. Aparte de ser ley, aspira a mejorar la vida de los niños y las niñas. Se cumple en muchos aspectos, y creo que una de las reflexiones después de 30 años es que se han producido avances muy grandes en nuestro país y en el mundo en relación a las condiciones básicas de salud y de educación. Pero eso no debe quitar el foco de que el cumplimiento absoluto de la convención está lejos. Es un instrumento al servicio de la dignidad y los derechos de los niños. Por eso, decir que se cumple es un poco arrogante. Hasta que se cumplen los derechos del último niño en el último rincón no podemos decir que se cumple. Pero sí es verdad, y en España es una reflexión que hacemos mucho, que hay un cumplimiento más formal que efectivo. Una de las cosas que ha mejorado mucho esel marco jurídico con la modificación de ley de protección de la infancia en 2015. Se han mejorado los mecanismos institucionales de coordinación, hay un Alto Comisionado dependiente de la Presidencia del Gobierno que se ocupa específicamente de la pobreza infantil… La parte institucional y jurídica ha mejorado, pero se siguen planteando retos en la aplicación, en cómo esos derechos llegan a los niños directamente. No se cumple en determinados colectivos y niños y niñas que se están quedando atrás del resto, como comentábamos antes.

Te he leído en algún sitio criticar que el gasto público en infancia es del 1% del PIB.

El gasto en infancia es mayor, aunque solo sea porque el sistema educativo es uno de los principales gastos. Pero sí es verdad que en protección social de la infancia estamos en el 1,2% del PIB. En educación no universitaria estaríamos en el 3%. En Europa las medias son 2,4% en protección social y el 4% en educación no universitaria. Tenemos un desafío de recursos. Pero lo importante es focalizar estos en niños y niñas. Estamos preparando un análisis del impacto de las prestaciones sociales, y las cifras son muy bajas. No solo bajas, sino que están orientadas a otros ámbitos sociales, muy legítimos, pero que no están llegando a la infancia más pobre si no a las clases medias o altas. Tenemos un problema de recursos, y de enfoques. En el sistema educativo también pasa. Faltan recursos, pero no es incrementarlos porque sí. Es dedicarlos a esa atención más individualizada, al sistema de apoyo educativo y social que debemos tener.

¿Nos preocupa poco como sociedad la infancia en general?

Anteayer presentamos el barómetro y uno de los resultados es que ya se percibe en los niños y niñas una cierta desafección y desinterés por la política y, en concreto, por los partidos. En la presentación, que hicieron varios adolescentes, uno de los temas que salió es que no les interesa esta política. Decían que les interesan las causas sociales, pero que el marco político no les presta atención. La infancia no vota, y si el político de turno está pensando solo en el voto y el corto plazo es difícil que piense en ellos. Hacen falta miradas más amplias. Hemos avanzado, pero nos cuesta introducir en los programas electorales aspectos concretos sobre la infancia. La tentación de dirigirse solo al votante es grande, pero lo que les está pasando a los niños ahora va a tener un impacto potente a medio y largo plazo para un país que afronta desafíos muy grandes en términos de empleo, medio ambiente o capacitación para afrontar nuevos modelos económicos. En el informe internacional se habla de que los derechos de la infancia no han cambiado. La infancia lo ha hecho: internet no existía en el 89, los efectos del cambio climático no eran tan evidentes, los conflictos afectan a la migración de niños y niñas, que afecta a España directamente. Es evidente en el caso de los niños no acompañados que llegan a España. Hay que plantearse la manera en que se aplican los derechos. Y esto la política debe tenerlo en cuenta, si no estaremos haciendo políticas a corto plazo. Siempre digo que estamos dejando una deuda muy grande sobre las espaldas de las generaciones que vienen. Su bienestar repercutirá en el nuestro. Tener pensiones, por ejemplo, depende de las generaciones que viene.

¿Qué refleja el barómetro?

La intención era hacer, al menos en parte, un remedo del barómetro del CIS. Siempre se pregunta a los adultos por sus preocupaciones. Antes les habíamos pedido la opinión sobre qué les pasa, pero también es importante preguntarles cuáles son sus preocupaciones más allá de la propia infancia. En estos ámbitos, las principales preocupaciones tienen que ver con la educación, con la igualdad de género y el medio ambiente. Frente al barómetro de los adultos, que pone más el paro y los asuntos económicos. Muchos dicen que les gustaría poder votar e, incluso, tienen claro qué votarían. Están reclamando mayor protagonismo, sobre todo en la escuela, el ámbito municipal y la familia.

Acabo preguntando por la obesidad, otra de tus especialidades. ¿Tenemos un problema en España?

En la comparativa internacional entre los países más desarrollados estamos los décimos de 42 países. Tenemos un 35% con sobrepeso u obesidad. La obesidad es una enfermedad crónica que influye en otras. Un documental contaba cómo hace 20 años no había en EE UU ni un niño con diabetes tipo 2, muy relacionada con la obesidad, mientras ahora hay miles. Esta diabetes se decía que era “de los mayores”. Un niño obeso tiene muchas posibilidades de ser un adulto obeso. La preocupación es cómo estamos en un entorno obeso-génico. Tenemos un entorno que propicia comer mal y no hacer deporte. Muchas veces no es tanto comer mucho como comer mal. Es uno de los problemas que se puede abordar desde las políticas públicas. La tentación de comer más comida procesada, acudir a establecimientos de comida rápida, los anuncios en televisión, la mayoría son de productos alimenticios con un valor nutritivo muy bajo y son productos malos para la salud… Ahí hay un desafío muy potente. Hemos cambiado nuestros hábitos alimenticios mucho y han traído la obesidad infantil. También la adulta, pero la infantil la arrastarán muchos años.

Y, para cerrar el círculo, la obesidad relaciona con la pobreza.

Hicimos una explotación de datos junto a la Fundación Gasol. Había datos anteriores de la Encuesta Nacional de Salud por tipos de empleo de los padres y la obesidad en niños y niñas se triplicaba en los hogares en los que la persona con los principales ingresos en el hogar era una persona no cualificada (15% de obesidad) respecto a cuando era un directivo (5%). No es solo una epidemia sanitaria, también tiene un componente social importante. Nosotros identificamos dónde estaban los colegios que se habían hecho las encuestas y relacionándolo con la renta de las zonas, vimos un crecimiento muy notable de la obesidad en los sitios donde hay menos de un 10% de pobreza a aquellas en donde hay hasta el 40%. Cada vez hay más estudios que relacionan pobreza y obesidad. Tiene que ver con los recursos económicos, pero también con la cultura de la alimentación. En España hemos perdido la dieta mediterránea, que hemos sustituido por productos procesados que nos hacen la vida más fácil, pero no tienen valor nutritivo. Sí que pasa que en los niveles más altos de pobreza (más del 40%) vuelve a haber menos obesidad, no sabemos si porque no hay acceso a estos alimentos elaborados o por una pobreza de alta intensidad que hace que los alimentos no sean suficientes en el hogar.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/21/espana-es-el-pais-de-europa-que-menos-es-capaz-de-reducir-la-pobreza-infantil-tras-la-intervencion-del-estado/

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La deuda histórica con la infancia continúa

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

El 20 de Noviembre se conmemora el 30 aniversario de la Convención de los Derechos del la Infancia. Echamos un vistazo a algunos de los principales problemas que arrastran todavía en España.

El 20 de noviembre se celebra el 30 aniversario de la Convención de Derechos del Niño de 1989. Y hay cosas que todavía no han cambiado, o no lo han hecho lo suficiente, en relación a la situación de la infancia en España.

Este mismo año es el del centenario de Save the Children. Dentro de las actuaciones realizadas por la ONG cabe destacar un repaso histórico de la situación de la infancia con la mirada puesta en cuatro variables: pobreza, violencia, educación y migración.

Un trabajo en el que se desprende que, a pesar de los grandes avances, sobre todo desde el advenimiento de la democracia a partir del 78, niños y niñas siguen viviendo situaciones muy complicadas. Empezando por el hecho de que se trata del colectivo más frágil en tiempos de crisis. Y las administraciones públicas no han hecho nada sustancial para la mejora de su situación. Que más de un tercio de las personas menores de edad se encuentre en situación de riesgo de pobreza o en pobreza dice mucho de la sociedad en la que nos movemos y de la apuesta que se ha hecho para mejorar estos índices. No mucho, más allá de algunos parches.

El informe de la ONG lo apunta en sus primeras páginas. «Los niños y las niñas no son considerados un colectivo sujeto de políticas sociales específicas y que no tiene capacidad de voto». Por lo tanto, no tienen voz.

Algo similar a lo que expresaban cuatro jóvenes en la presentación de Unicef de su Barómetro de opinión de infancia y adolescencia 2019. Dos chicas y dos chicos intervinieron en la presentación y fueron claros, ellos no les interesan a los políticos porque no tienen derecho a voto. Damián, un joven de 17 años de Fuerteventura explicaba la situación claramente: «No nos afecta la política. Está enfocada a quienes pueden votar». Entre las soluciones que planteaban, como decía Coral, joven de 17 de Avilés, «que se dé más voz a los jóvenes. Tenemos una visión diferente de la realidad. Pero somos ciudadanos, somos el futuro».

Educación

El sistema educativo tiene graves problemas. Los dos más importantes son las cifras de abandono escolar temprano y de fracaso escolar y la segregación que, en los últimos tiempos, está ganando cada vez más notoriedad.

Desde Save the Children han publicado algunos informes sobre la segregación escolar por motivos socioeconómicos en los últimos meses. Habría que cambiar al 30% del alumnado para evitar concentraciones de chicas y chicos en situaciones complejas para evitar guetos, al mismo tiempo que se genera una mayor heterogeneidad en los centros educativos.

Un porcentaje, el del 30, que es el mismo de aquellos que se encuentran en situación de riesgo de pobreza o en pobreza. También coincide con las cifras de abandono temprano de antes de la crisis.

Independientemente de datos y retos que ha de asumir el sistema educativo en este sentido, aunque no solo, los chavales que han participado en el estudio de Unicef entienden que la educación debe asumir otras transformaciones relacionados con cambios metodológicos que hagan más atractivos los estudios, más cercanos a su realidad y sus intereses.

El barómetro de Unicef resalta el salto de la educación primaria a la secundaria y el paso al instituto desde el entorno más cuidador del colegio. Preguntados por la valoración que hacen de los centros educativos, en 5º y 6º de primaria, el alumnado puntúa, en un 60% de los casos, entre un 9 y un 10 (en una escala de 10) su confianza en los centros. En primero de la ESO ese porcentaje cae por debajo del 35% y así sigue hasta 4º, curso en el que no llega siquiera al 20%. En 1º y 2º de Bachillerato las cifras mejoran un poco, pero no llegan en ningún caso hasta el 35%.

A esta falta de respaldo por parte de los «usuarios» del sistema se junta el impacto negativo que las políticas de austeridad han tenido durante los años de la crisis. Aumento de las ratios en las aulas, disminución de becas y ayudas y, sobre todo, de medidas de compensación educativa, según Save the Children. En su informe es tajante: «Las trayectorias formativas dependen en gran medida del origen socioeconómico del que provengan (los alumnos). (…) La equidad educativa aún queda lejos».

De esta manera, recoge, «a igualdad de rendimiento en PISA, un niño de familia de bajo nivel socioeconómico repite curso seis veces más que uno de alto nivel». Y la repetición viene a juntarse con otros factores que castigan injustificadamente a chicas y chicos, por ejemplo, los itinerarios formativos en la educación obligatoria que, según afirma Save the Children «afectan negativamente a las oportunidades del alumno en desventaja».

Violencia

La violencia que viven niñas, niños y adolescentes es uno de los elementos menos conocidos, entre otras cosas porque no hay datos muy claros sobre cuánta y cómo la sufren. Ejemplo perfecto es el del acoso escolar, del que no existen datos actualizados. Véase la falta de convocatoria del Observatorio de la Convivencia del Ministerio de Educación, que desde 2011 no se ha vuelto a reunir Save the Children

No existen datos sobre cuántos niños o niñas lo sufren ni cuáles son las causas. Se intuyen, pero no se conocen. Este es el nivel de importancia que le damos a los problemas de la infancia. Tanto es así que el último estudio realizado por el CIS relacionado exclusivamente con estas edades, “Actitudes y opiniones sobre la infancia, es de 2005.

Una de las preguntas que se realizaba entonces era “¿Cuáles son los problemas de la infancia en España?”. Los malos tratos, el acoso escolar o el fracaso estaban entre los que menos se mencionaban, 2,5%, 3,2% y 1,7% respectivamente. La pobreza ni siquiera se mencionaba entre ellos y en aquel año era superior al 20% la cantidad de menores que se encontraban bajo el umbral de la pobreza o en riesgo de estarlo.

Según el informe de Save the Children, la violencia que sufre la infancia es prácticamente invisible. De hecho, destaca que no fue hasta 1987 cuando se prohibió el uso del castigo físico en las escuelas y en 2007, “dieciocho años después d ella ratificación en España de la Convención de Derechos del Niño y tras numerosas peticiones del Consejo de Europa y del Comité de Derechos del Niño, cuando se prohíbe el castigo físico en el hogar”. Según los datos del CIS de 2005 el 59,9% de las personas encuestadas estaba muy de acuerdo con la afirmación de que “un cachete a tiempo evita males mayores”.

No son pocos los estudios que la propia ONG ha publicado en los últimos años. Una de las medidas principales es la aprobación de una Ley estatal que intente proteger a niñas y niños de las diferentes formas de violencia que existen. A pesar de haber suscitado el beneplácito de los partidos políticos, la situación de interinidad en la que se encuentra el Ejecutivo desde hace demasiado tiempo a dejado el proyecto en una lenta espera que todavía no tiene visos de aclararse.

Por no hablar del tabú del abuso sexual, otra realidad escondida tras capas y capas de negación. Tanto que desde 1994 no se ha hecho ninguna encuesta oficial sobre violencia sexual sufrida por la adolescencia y la infancia, según Save the Children.

A pesar de la recomendación de la ONG para que la educación afectivo-sexual entre en las aulas como uno de los mejores antídotos para evitar este tipo de situaciones, continúa siendo polémico el traslado a los centros, a pesar incluso de que, según la encuesta del CIS comentada más arriba, el 68,5% de los encuestados cree que la infancia entre los 5 y los 12 años debería recibir educación sexual. Bien es cierto que de este porcentaje, el 84,3% cree que debería ser por parte de la familia mientras que es el 63,4% el que opina que debería ser por parte del profesorado.

Una educación afectivo-sexual en la que también entrase cuestiones relacionadas con las diferencias de género y la violencia machista, uno de los temas que más preocupa a los jóvenes participantes en el Barómetro de Unicef. De hecho, es el tema que más les preocupa hoy por hoy.


Qué preocupa a la infancia y la adolescencia

Unicef hizo público ayer un barómetro en el que ha recogido la opinión de niñas, niños y adolescentes mediante cuatro grupos de discusión en diferentes partes del país. Se ha realizado con una encuesta en 133 centros educativos y han participado 8.598 personas de entre 11 y 18 años.

Entre los temas que más les preocupan se encuentran las desigualdades de géero, el machismo y la violencia machista; el terrorismo; el hambre y la pobreza en el mundo; el racismo; las desigualdades económicas, el descenso de la calidad de la sanidad, o el deterioro del medio ambiente y el cambio climático.

Casiel 60% cree que la situación económica y política estatal es mala o muy mala y creen que a los políticos (en algo más del 80%) solo les interesa el dineto. Algo menos del 20% creen que son de fiar.

Entre las instituciones que les ofrecen más confianza se encuentras las y los científicos, los centros educativos, las oenegés y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Al final de la lista están los partidos y los políticos, el Gobierno del Estado y los sindicatos. También los representantes religiosos o el rey.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/11/20/la-deuda-historica-con-la-infancia-continua/

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En Venezuela Millones de niños en riesgo de no recibir ayuda por falta de fondos en UNICEF

América del Sur/Venezuela/news.un.org

En Venezuela, 400.000 menores necesitan ayuda para ser vacunados contra diferentes enfermedades, mientras otros 60.000 la necesitan para poder permanecer en la escuela. En total nueve millones de dólares. No son los únicos. UNICEF ha recibido solo la mitad de los fondos que necesita para socorrer a 41 millones de menores en todo el mundo.

Millones de niños que viven en áreas afectadas por conflictos y desastres están en riesgo de no recibir la ayuda que necesitan debido a la escasez sustancial de fondos para programas humanitarios que salvan vidas, ha anunciado este martes el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

Hasta la fecha, UNICEF solo ha recibido el 54 por ciento de los 4160 millones de dólares que requiere para satisfacer las necesidades básicas de salud, educación, nutrición y protección de 41 millones de niños en 59 países este año. De cara al último trimestre de 2019, la brecha de financiación es del 46%.

“Millones de niños vulnerables en todo el mundo sufren las graves consecuencias de crisis humanitarias cada vez más complejas», dijo la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, al comentar la situación.

“Sin recursos adicionales, estos niños no irán a la escuela, no serán vacunados, no recibirán una nutrición adecuada o no estarán protegidos de la violencia y el abuso. Si bien seguimos pidiendo el fin de los conflictos y una mejor preparación para las emergencias, necesitamos apoyo adicional de los donantes para ayudarnos a satisfacer las necesidades más básicas de los niños «, añadió.

Las emergencias con las mayores brechas de financiación incluyen a Pakistán, Camerún, Burkina Faso y Venezuela. Otras emergencias a gran escala en Siria y los países vecinos, Yemen, la República Democrática del Congo y Bangladesh también siguen sin fondos suficientes.

El caso de Venezuela

Si estas brechas de financiación persisten hasta el final del año, las consecuencias para los niños serán graves:

Por ejemplo, en Venezuela, UNICEF requiere al menos seis millones para ayudar a 60.000 niños a inscribirse y permanecer en la escuela, mediante la provisión de programas de alimentación escolar.

También necesita, al menos, tres millones para ayudar a vacunar a casi 400.000 niños contra enfermedades prevenibles en los próximos tres meses.

«Durante mi tiempo en el terreno en países en crisis, países como la República Democrática del Congo, Mozambique, Sudán del Sur, Siria y Yemen, he visto de primera mano el poder de la financiación humanitaria para cambiar las vidas de los niños vulnerables para mejor», dijo Fore.

La responsable de UNICEF aseguró que «con un mayor apoyo, podemos llegar a los niños que más nos necesitan».

Fuente: https://news.un.org/es/story/2019/10/1464221

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Calorías baratas

Por: El País. 

Mientras avanzan, aunque más lentamente de lo deseable, los programas para erradicar el hambre y la malnutrición infantil en los países pobres, una nueva forma de malnutrición se extiende por todo el mundo, incluidos los países avanzados, hasta el punto de poner en riesgo los derechos de la infancia. Es la malnutrición que resulta de una dieta desequilibrada y poco saludable que, unida al creciente sedentarismo, está provocando una epidemia de obesidad infantil. España es uno de los países más afectados. Un informe realizado por Unicef con datos de 3.803 escolares de 245 centros revela que el 35% de niños y adolescentes de entre 8 y 16 años tiene sobrepeso y el 14,2%, obesidad. Pero lo más relevante es que el problema afecta con mayor intensidad a segmentos de población con menos ingresos. A mayor pobreza, mayor tasa de sobrepeso y obesidad infantil.

La dieta es uno de los principales determinantes de salud. A las carencias económicas, de bienestar y de educación que sufren las familias en situación de pobreza se añade en este caso un factor de desigualdad que se proyectará sobre toda la vida adulta de estos niños, pues la obesidad provoca diabetes y patología cardiovascular. La mayor incidencia del sobrepeso en las familias pobres se debe en parte a la falta de conocimientos sobre dietética y salud, pero sobre todo a la existencia de una oferta de alimentos procesados y bebidas azucaradas muy baratos que ingeridos en exceso provocan un rápido incremento de peso. El problema es que estos alimentos resultan atractivos porque tienen potenciadores del sabor, pero además son más asequibles que los alimentos frescos y saludables. Son las llamadas calorías baratas, que además de ser más accesibles se presentan con una publicidad muy agresiva que las hace especialmente deseables.

Se trata de una realidad compleja que hay que abordar, porque no hacerlo condicionará la salud de estos niños para el resto de su vida y comportará una carga muy onerosa para el sistema sanitario público. Puesto que en el origen hay un problema de educación, es preciso reforzar los programas de formación dietética y llegar a las familias de riesgo a través de los propios colegios. También se puede incidir a través de las becas de comedor, incluyendo en los criterios de concesión no solo los económicos, sino de prevención de la obesidad. Y es preciso asegurar también que los niños hacen en el colegio suficiente ejercicio físico para contrarrestar la tendencia al sedentarismo.

Todas estas medidas son necesarias, pero sus resultados son lentos. Mucho más eficaz es intervenir sobre la oferta, regulando mejor desde una perspectiva de salud pública los alimentos procesados con elevados contenidos en grasas, sal o azúcar. La ingesta continuada de estos productos altera el umbral de tolerancia, de manera que el gusto se acostumbra a esos ingredientes y cada vez los necesita en mayor proporción. Todo ello, agravado por una publicidad a veces engañosa que pone el acento en la abundancia y la experiencia más que en la calidad y la salud. La única forma de romper esta espiral es conseguir que los alimentos preparados reduzcan el potencial calórico y se acerquen lo más posible a su sabor natural. Para ello es preciso alcanzar una alianza entre las políticas públicas y una industria alimentaria que no puede ignorar el grave problema de salud que se está creando.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/10/22/opinion/1571767951_261160.html

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En Etiopia cada año mueren 96 mil bebes

África/ Etiopía/ 28.10.2019/ Fuente: www.trt.net.tr.

En el país en los años 2000 la muerte entre niños bajo 5 años fue  58 por mil y que esta cifra bajó hasta 37 por mil pero cada año los 96 mil bebés recién nacidos todavía por motivo de problemas de salud e higiene pierden la vida

En Etiopia por motivo de la insuficiencia en las condiciones sanitarias cada año 96 mil bebés perdieron la vida.

El informe preparado por el gobierno de Etiopia y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia o Unicefque muestra la situación de mujeres y niños en distintos campos como salud y educación en el país, fue compartido con la opinión pública en la capital Adís Abeba.

En el país en los años 2000 la muerte entre niños bajo 5 años fue  58 por mil y que esta cifra bajó hasta 37 por mil pero cada año los 96 mil bebés recién nacidos todavía por motivo de problemas de salud e higiene pierden la vida.

El uso de agua insalubre e inseguro de nuevo a partir de los años 2000 bajó a 31% de 75%, en el país hay 2,6 millones de niños entre 7-14 años que no pueden ir a la escuela.

En el informe se señala que en el país hay casi 6 millones nueras minas bajo 15 años  y en este campo en los últimos 10 años fue obtenida una disminución de 20%.

En dicho informe fue señalado que Etiopia tiene que doblar los intentos para confrontar los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU.

Fuente de la noticia: https://www.trt.net.tr/espanol/vida-y-salud/2019/10/21/en-etiopia-cada-ano-mueren-96-mil-bebes-1291979

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Falta de fondos amenaza programas de Unicef

Unicef/24 Octubre 2019/Prensa Latina

La falta de fondos amenaza hoy a los programas humanitarios de Unicef dirigidos a proteger a millones de niños que viven en áreas afectadas por conflictos y desastres.
Así indica un reciente reporte de esa agencia de la ONU, la cual ha recibido solo la mitad de los cuatro mil millones necesarios para satisfacer las necesidades básicas de salud, educación, nutrición y protección de 41 millones de niños en 59 países.

De cara al último trimestre de 2019, la brecha de financiación es del 46 por ciento.

Sin recursos adicionales, muchos niños no irán a la escuela, ni serán vacunados, no recibirán una nutrición adecuada o estarán protegidos de la violencia y el abuso, destacó directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.

Las emergencias con las mayores brechas de financiación incluyen a Pakistán, Camerún y Burkina Faso, detalló.

Tampoco existen fondos suficientes para abordar la situación de los niños en Siria, Yemen, la República Democrática del Congo y Bangladesh, precisó.

Si bien sigue apelando por el fin de los conflictos y una mejor preparación para emergencias, la Unicef necesita apoyo adicional de los donantes para satisfacer las necesidades más básicas de los niños, resaltó Fore.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=314890&SEO=falta-de-fondos-amenaza-programas-de-unicef
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Ser niño, niña o adolescente y padecer desnutrición

Por: Olga Isaza.

 

Hay tres estudios que se difundieron en las últimas dos semanas y que alertan sobre una de las problemáticas centrales que afecta a los niños, las niñas y adolescentes en Argentina: la malnutrición. El primero, es la medición de la pobreza que el INDEC actualiza cada seis meses. El segundo, la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) que evalúa -entre otras cosas- los hábitos alimentarios de la población argentina, la ingesta de nutrientes y la lactancia materna. El tercero, El Estado Mundial de la Infancia 2019, un documento global que UNICEF publica todos los años y que, en esta edición, alerta específicamente sobre nutrición, malnutrición y hambre en el mundo.

La medición del INDEC confirmó la agudización en los últimos meses de la caída de los ingresos laborales, el desempleo y el aumento del costo de la canasta básica de alimentos. Según estadísticas oficiales, la pobreza afecta a más de la mitad de los 13.1 millones de niños, niñas y adolescentes del país. La pobreza en Argentina es un problema estructural (en 30 años no se ha podido perforar el piso del 30% de pobreza por ingresos en la niñez) y es la mayor deuda que la sociedad argentina tiene con la población de 0 a 18 años. #LaDeudaEsConLaNiñez es el hashtag de la campaña que impulsamos desde UNICEF, en el marco de las elecciones presidenciales, para que los candidatos prioricen en sus plataformas electorales propuestas de políticas públicas para “pagar” esta deuda con más educación, más salud, más protección frente a la violencia, más inclusión social, más derechos humanos. Es importante que los ciudadanos y ciudadanas tengan en cuenta estos criterios a la hora de decidir.

La pobreza es, para UNICEF y el Sistema de Naciones Unidas, mucho más que el nivel de ingresos que se percibe en un hogar. La pobreza es multidimensional: es la falta de oportunidades para que los chicos y las chicas acceden a la educación y aprendan, para que accedan a servicios de salud. Es la exposición que tienen a la violencia, son los entornos en los que viven (casas con pisos de tierra, barrios signados por la contaminación, falta de servicios cloacales). Todo eso es pobreza y también lo es que una niña, niño o adolescente sufra malnutrición, una epidemia silenciosa que se expande y afecta el presente y el futuro de las generaciones más jóvenes.

En Argentina aproximadamente 1,5 millones de niñas, niños y adolescentes residen en hogares cuyos ingresos no cubren una canasta básica alimentaria, lo cual implica serias restricciones en el acceso a alimentos básicos. La evidencia generada por UNICEF y organizaciones sociales indica que en los últimos meses aumentó la demanda en los merenderos y comedores comunitarios que, a su vez, sufren restricciones en materia presupuestaria que afectan tanto la cantidad como la calidad de las comidas suministradas. Es decir, los alimentos que reciben los chicos y chicas en los diferentes contextos donde transcurre su cotidianeidad no constituyen una dieta equilibrada y generan problemas de malnutrición: en un extremo de la balanza, niños y niñas con desnutrición y trastornos del crecimiento; en el otro, niños y niñas con sobrepeso y obesidad.

La segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (un estudio que en buena hora se hizo, después de 14 años) y el Estado Mundial de la Infancia 2019 convalidan esta tendencia epidémica en Argentina y en el mundo: el exceso de peso en la infancia y la adolescencia es un factor de riesgo que crece y es determinante de enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares y respiratorias. La ENNyS subraya que en Argentina hay más casos de sobrepeso y obesidad que de bajo peso y emaciación, y que la pobreza condiciona la calidad de los alimentos que se consumen. A modo de ejemplo, dice la ENNyS que sólo el 32,5% de la población de 2 años y más refirió haber consumido frutas al menos una vez por día durante los últimos tres meses: los encuestados del quintil más alto reportaron casi el doble de consumo de frutas que el quintil más bajo (45,3% vs. 22,8% respectivamente).

La malnutrición es -sin dudas- uno de los desafíos que enfrentará la próxima gestión presidencial en materia de salud pública. Saldar la deuda con la infancia y la adolescencia también es garantizar la seguridad alimentaria incluyendo la mejora de la cobertura y suficiencia de las prestaciones de protección social, para asegurar que las familias tengan acceso estable a alimentos frescos y de alta calidad. Dada la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad, resulta clave -además- implementar medidas preventivas, como un sistema de etiquetado frontal de alimentos y bebidas que advierta con claridad aquellos que tienen exceso de sodio, azúcares libres y grasas. ¿Cuántos candidatos hablan de estos temas en sus plataformas electorales? ¿Cuántos electores se los demandan? ¿Estamos preparados para pagar #LaDeuda?

Fuente del artículo:https://www.clarin.com/opinion/nino–nina-adolescente-padecer-desnutricion_0_XLVhci2U.html

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