África/Sudán del sur/25 Julio 2019/Fuente: Prensa Latina
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) confirmó hoy la liberación de 32 niños reclutados por grupos insurgentes en Sudán del Sur.
Según el organismo internacional, la puesta en libertad de los menores ocurrió la víspera en el condado de Leer, en el norte de esta nación africana.
El comunicado de Unicef precisó que ‘se trata de la primera liberación formal en el estado de Unidad, una de las áreas más duramente golpeadas por el conflicto’ interno en el transcurso de varios años.
Todos los rescatados son varones de 13 a 17 años de edad, informó la fuente, que recordó el carácter ilegal de la incorporación de menores a las agrupaciones bélicas.
El representante de Unicef en Sudán del Sur, Mohamed Ag Ayoya, subrayó que se trata de seres humanos privados de su infancia, quienes ‘han visto cosas que nunca deberían haber presenciado’. No obstante, agregó, estamos a tiempo de darles un futuro.
De acuerdo con el reporte, los recién liberados fueron inscritos en un programa de reinserción social que les brindará educación y capacitación profesional, con el respaldo de Naciones Unidas.
Hasta el momento, Unicef apoyó la liberación de tres mil 143 niños soldados en este territorio africano a partir del estallido de la guerra civil en 2013.
Cálculos de la entidad señalan que unos 19 mil niños son utilizados actualmente por agrupaciones armadas en Sudán del Sur.
La guerra, el hambre y el analfabetismo influyen en el aumento de los casamientos tempranos en el país, donde el 72% de las niñas están enlazadas antes de los 18
Faten Al Osimi empieza el día en la ciudad yemení de Saná a las cinco de la madrugada. Su primera tarea es revisar que los desayunos para las niñas estén listos: pan, queso, huevos duros, atún, fruta y leche. Otras dos personas ya han limpiado la naranjas para evitar el cólera, hervido los huevos y se encargarán de llevarlo todo a las dos escuelas situadas en la capital yemení antes de que empiecen las clases. Esta joven licenciada en Matemáticas empieza entonces su jornada laboral hasta mediodía, y por la tarde acude a su segundo trabajo en el departamento de arte de la universidad. Si no tiene clase, se encarga de comprar y preparar las cajas de alimentos para más de 300 familias que con ello podrán subsistir durante un mes. Con la ayuda de Alí, lo cargan en un pequeño autobús que han acondicionado para llamar la atención lo menos posible y se dirigen a hacer el reparto. Otros días, visita dos campos de refugiados en el norte del país para controlar que se llenan los depósitos de agua que han instalado.
Su vida hubiera sido distinta, pero a esta joven yemení de 32 años la guerra le cambió los planes. A ella, como a millones de personas de este país situado al sur de la península de Arabia, un conflicto muy cruento que va por su quinto año puso en suspense sus vidas y las ha quebrado para siempre. “Después del inicio de la guerra, nuestra vida dio un giro de 180º y empezamos a ver solo sangre. Bombardeaban en todos los sitios y fuimos olvidando todas las cosas divertidas que solíamos hacer antes. Nos bombardeaban sin motivo, cerca de los barrios donde viven muchas familias. Nosotros estábamos en paz, y nos la quitaron”, cuenta Al Osimi por mensajes telefónicos desde Yemen.
Muy lejano queda ya aquel día, dos meses antes del estallido del conflicto el 26 de marzo 2015, en el que cuando celebraba su cumpleaños con amigos en la terraza de un hotel en la capital yemení conoció a la española Eva Erill. Esta psicóloga ligada al mundo de la ayuda humanitaria internacional y viajera empedernida encontró en Yemen ese lugar que tanto había buscado. “Yo salí de Yemen dos meses antes que estallara el conflicto. Cuando en redes sociales todos mis amigos yemeníes colgaban fotos de gatitos porque estaban muertos de miedo, Faten denunciaba la situación que estaban sufriendo. Un día ella me preguntó si podíamos hacer algo por su país porque la gente estaba pasando hambre”, recuerda Erill en una entrevista por videollamada desde Barcelona, donde reside. Esa pregunta fue el germen de la ONG Solidarios sin Fronteras, fundada por Al Osimi junto a las españolas Eva Erill y Noelia Ruiz, cuyo trabajo se desarrolla en Yemen desde 2015.
Cuatro años de conflicto han pasado una factura muy alta en Yemen: hasta 70.000 civiles muertos, tres millones de personas desplazadas y miles de vidas rotas. La guerra, el hambre y el analfabetismo son culpables de que el matrimonio infantil haya condenado a muchas menores a convertirse en esposas demasiado pronto. Las cifras se han disparado del 17,1% en 2013, según datos del Gobierno yemení, al 72% en 2018 según Unicef. Hace un año, una profesora alertó a Al Osimi de que cada vez las familias sacaban a más niñas de la escuela. Casi 120 menores en ese momento dejaron de acudir a clase. “Cuando las niñas dejan de ir a la escuela, a los 12 o 13 años, las casan directamente. Muchas tienen que trasladarse desde Saná a un poblado, para vivir en una casa y con una familia que no conocen. Serán esclavas, abusarán de ellas y se quedarán embarazadas muy jóvenes. Es una situación terrible”, explica Al Osimi.
Niñas yemeníes desayunan en Saná.S. S. F.
Contra esto, la receta de estas tres mujeres han sido 1.065 desayunos que se reparten cada día en dos escuelas de la capital yemení. “Sabemos que por un desayuno no van a dejar de darlas en matrimonio, pero la realidad es que están todas, que ninguna falta al colegio. Es un desayuno completo con vitaminas, proteínas e hidratos que no puede sustituir a una comida pero les ayuda mucho. Si la familia encuentra una vía para que las niñas estén alimentadas, no las casan. Está funcionando”, reconoce Erill. Una labor a la que no hay que quitar ni un ápice de gesta ya que en muchas ocasiones es la única comida que muchas de ellas reciben a diario en un país colapsado y bloqueado al mundo exterior, asediado por los bombardeos y donde se mantiene cerrado el puerto de Hodeida, principal entrada de alimentos, combustible, medicinas y ayuda humanitaria que importa Yemen.
“Cuando una familia no tiene dinero, el matrimonio infantil es una de las opciones por las que optan, porque ven que será una boca menos que alimentar. Son personas sin formación que no tienen nada y a las que les ofrecen una o dos cabras y hasta 2.000 dólares por casar a la menor”, apunta Erill. En Yemen, alrededor del 70 % de la población padece inseguridad alimentaria y 450.000 niños menores de cinco años sufren malnutrición aguda grave. La pobreza, el analfabetismo, la tradición y la guerra han condenado a muchas niñas a convertirse en esposas. “Yo les digo a los padres que nosotras les daremos comida pero que ellos deben traerlas todos los días para que no dejen de estudiar. Les insisto en lo importante que es esto para el futuro de sus hijas”, relata la joven yemení.
Desde que empezaron a dar desayunos cada mañana en ambas escuelas, ninguna niña ha faltado a clase. En las fotos y vídeos que Al Osimi envía cada noche vía Whatsapp desde Saná a Barcelona el rostro de las menores ha cambiado. A pesar de la guerra, las sonrisas y los juegos llenan las aulas de nuevo y ellas han vuelto a ser, simplemente, niñas.
En mi pasado artículo mencioné algunas iniciativas factibles para mejorar nuestra educación a corto plazo. Sabemos que los acuerdos entre Gobierno y oposición no son fáciles de alcanzar y mientras se concretan –como esperamos- se necesita al menos aminorar el deterioro. Así, sería una ayuda ofrecer transporte gratuito a estudiantes y docentes gracias a un servicio temporal al efecto, especialmente en las comunidades que más lo necesiten.
El Programa de Alimentación Escolar es otro tema clave: muchos niños y niñas no están comiendo bien, y eso repercute en su presente y su futuro. Es urgente asegurar su alimentación diaria de calidad. Desde enero se anunciaron acuerdos con FAO y Unicef para fortalecer el PAE. Pero hay que ir más allá: estudiosos de la economía han recomendado lograr un convenio del tipo Petróleo por Alimentos, utilizado ya en países como Irak.
Un convenio de este tipo permite eludir las abusivas sanciones externas, vendiendo petróleo con el apoyo de las Naciones Unidas. De esta manera los ingresos entran directamente a un fondo supervisado, que sólo se puede usar para alimentos, medicinas y equipos para la propia producción petrolera y la agricultura. El impacto de un acuerdo como éste sería notable.
Las y los docentes necesitan poder vivir de su profesión: sin docentes no hay escuela. Hay que atender al incremento de sus salarios y otros beneficios, hoy pulverizados. También hay que recuperar el servicio médico que reciben. Ellas y ellos merecen prioridad en la atención del Ipasme, e inversiones en instalaciones y equipos para los centros que utilizan. No pueden ser “un usuario más” de sedes deterioradas y colapsadas.
Revisar y enriquecer los textos de la Colección Bicentenario y los contenidos de las computadoras Canaima es barato y a la vez tiene peso en el mejoramiento general de la educación. Sólo exige remunerar adecuadamente a los equipos de diversos especialistas involucrados. Importante seleccionar personas bien capacitadas: no cualquiera sirve sólo porque tenga un título de profesor o de diseñador gráfico. Es necesario que los textos, sean impresos –más costosos- o en digital, lleguen a manos de las y los estudiantes, sobre todo de aquéllos en mayores dificultades.
Fuente del artículo: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/para-defender-la-educacion/
El Objetivo de Desarrollo Sostenible que llama a garantizar una educación de calidad para todas las personas de cualquier edad, pasa examen en el Foro Político de Alto Nivel en Nueva York
Con un 91% de los niños del mundo en edad escolar matriculados y tantas niñas en las escuelas como varones, la ONU celebraba en 2015 que había conseguido en plazo estas metas que se había marcado en los Objetivos del Milenio, una agenda internacional para que los países pobres mejorasen su situación en educación, pobreza, hambre o salud para esa fecha. Las cifras disponibles hoy son prácticamente las mismas y la ONU habla de «crisis» educativa y de aprendizaje. Así lo hace en el informe de seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) presentado el pasado martes en Nueva York en el marco del Foro Político de Alto Nivel que se celebra anualmente para evaluar los progresos hacia un mundo más justo, pacífico y un planeta habitable en 2030. Y la educación ha sido una de las materias sometidas a examen en esta cita, con mal resultado.
«Nuestro futuro depende de dar a los jóvenes formación de calidad. Sin embargo, hay una crisis de educación», ha abierto el debate Henrietta Fore, directora ejecutiva de Unicef. No solo porque todavía 262 millones de niños y adolescentes (6 a 17 años) no están escolarizados, según el último estudio de Unesco. La ONU calcula que hay en el mundo 617 millones de niños y adolescentes (el 58%) que no alcanzan las competencias básicas en lectura y matemáticas. De ellos, 411 millones no contaban con estos conocimientos a pesar de asistir a la escuela. En 2030, aún 400 millones de pequeños no adquirirán tal nivel mínimo y apenas el 60% de los estudiantes completarán la secundaria. «¡No se puede dejar a uno de cada tres atrás! Tenemos menos de 4.000 días para lograr el ODS4 y lograr mejorar la vida de miles de millones de niños. Necesitamos una revolución ahora», ha clamado Fore.
Las acciones para tal revolución son, en opinión de la directora ejecutiva de Unicef, tres. La primera, invertir en educación de forma eficiente y equitativa. «La formación de las niñas, la escolarización temprana y mantener a los niños en el colegio incluso en situaciones de crisis humanitarias», ha enumerado. «Uno de cada tres niños en países en conflicto no van a la escuela. No podemos aceptar esto», ha apostillado. Lo segundo es «utilizar tecnologías para aumentar el acceso a la educación de calidad». Finalmente, Fore ha insistido en la necesidad de medir los progresos en todos los niveles para poder mejorar los programas. «Necesitamos datos de los niños que estudian y los que no. Los que están aprendiendo y los que no. Tenemos que saber si las escuelas están dando la talla».
ESTADO DE LA EDUCACIÓN EN EL MUNDO
En 2017, 262 millones de niños, adolescentes y jóvenes de seis a 17 años (el 18% del total) no asistieron a la escuela. Según las tendencias actuales, estos números bajarán solo ligeramente a 225 millones, o 14%, para 2030.
El 54% de los niños que no cursan la primaria viven en África subsahariana.
Solo seis de cada diez jóvenes terminarán la escuela secundaria en 2030.
En los países de bajos ingresos, los más ricos tienen nueve veces más probabilidades que los más pobres de completar la secundaria superior.
Las tasas de alfabetización están aumentan de manera constante en todo el mundo, pero 750 millones de adultos aún no pueden leer. Dos tercios son mujeres.
Para John McLaughlin, viceministro de Educación y Desarrollo de la Primera Infancia de Canadá, proveer una educación de calidad no solo significa que los estudiantes sepan leer y resolver ecuaciones. «En Canadá, vamos más allá para que los jóvenes sean ciudadanos más fuertes, con espíritu crítico, capacidad de comprensión, compasión…», ha explicado en su turno de intervención. Una medida inmediata que se puede poner ya en marcha, en opinión del mandatario, es «poner el género en el centro para garantizar el acceso a la educación de las niñas». Por eso, el 92% de las contribuciones de su país para la educación «tienen componente de género», ha señalado.
Stefania Giannini, subdirectora general de educación de la Unesco, ha coincidido con sus predecesores en el diagnóstico y el tratamiento. «Encaramos una crisis de aprendizaje que está provocando que se estanquen los avances de la Agenda 2030. Tenemos que concienciar sobre esta cuestión. Las cifras son una prueba clara de que no podemos aceptar que las cosas sigan como están», ha analizado. En línea con lo expresado por el representante canadiense, la diplomática ha recordado la importancia de introducir los ODS en el currículo escolar y de formación universitaria. «Hay que educar para el desarrollo, para que los niños de hoy sean adultos con valores en el futuro».
Giannini ha terminado su turno de palabra destacando la necesidad de formar más y mejor a los maestros. Una idea que ha desarrollado la siguiente participante en el debate, Susan Hopgood, presidenta de la Internacional de la Educación, organización sindical que aglutina a organizaciones de todo el mundo de maestros y empleados de la educación. Según sus encuestas, «los docentes creen que la profesión sigue siendo poco atractiva. En Camerún, una afiliada nos dijo que, a veces, cobran menos de 50 dólares al mes», ha explicado la representante.
Existe la necesidad de incorporar a más maestros a los sistemas educativos, pero no de cualquier manera. Para que sus enseñanzas sean de calidad ellos mismos tienen que estar cualificados. También en esta asignatura, el mundo suspenderá en 2030 de continuar las tendencias actuales. Como en tantos otros indicadores, en África subsahariana se registran los peores datos en este sentido: solo el 64% de los maestros de primaria y el 50% de secundaria tienen la capacitación mínima requerida para ejercer su labor. «Y esta proporción ha estado disminuyendo desde el 2000, como resultado de que las escuelas contrataron maestros sin formación para cubrir los puestos a un coste menor», alerta la Unesco en su informe. «La educación pública sigue infrafinanciada. Los sistemas educativos cada vez se privatizan más. Pero los Gobiernos tienen que reconocer que la educación es un derecho humano y no un producto», ha concluido su discurso Hopgood.
617 millones de niños y adolescentes (el 58%) no alcanzan las competencias básicas en lectura y matemáticas
Tampoco sale bien parada África subsahariana en materia de infraestructuras. «La situación es extrema en los niveles primario y secundario inferior, donde menos de la mitad de las escuelas de la región tienen acceso a agua potable, energía eléctrica, computadoras e Internet», escriben los autores del informe de la ONU. En el nivel secundario superior, el 57% de las escuelas sí tienen energía eléctrica, pero solo entre el 25% y el 50% cuenmtan con acceso a Internet, ordenadores, agua potable e instalaciones para lavarse las manos.
Otros datos «alarmantes» han sido destacados por los intervinientes. Para Kazuhiro Yoshida, copresidente del Comité de Dirección de ODS-Educación 2030, lo es que «solo se vaya a reducir a 225 millones en 2030 en comparación con los 260 millones actuales». También es motivo de alerta la exclusión de «determinados adolescentes» de la secundaria, en opinión de María José Monge, presidenta de Fundación Monge de Costa Rica. «Esto genera luego desempleo y situaciones de pobreza», ha analizado.
En tres horas de debate, en el que representantes de decenas de países han expuesto sus progresos, retos pendientes y medidas que planean tomar, estos fueron los temas candentes. El estudio de la Unesco, cuyos resultados recoge el informe de seguimiento de los ODS presentado esta semana en Nueva York, contiene un buen puñado más de estadísticas que demuestran que no se van a conseguir las metas en lo que a educación se refiere. Y los expertos coinciden: sin educación de calidad, el resto de Objetivos serán inalcanzables. Sin ella, las personas no accederán a trabajos decentes, ni se eliminará la desigualdad de género, ni erradicará la pobreza o el hambre.
Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/07/10/planeta_futuro/1562751921_561796.html
During the month of May 2019, 8,795 school aged boys and girls (5 to 17 years) affected by crisis received learning materials
• In May 2019, a total of 83,896 persons benefited from a WASH package delivered by UNICEF partners, of which 23,544 people affected by ongoing conflicts, 60,117 persons affected or at risk of cholera epidemics
• In May 2019, a total of 11,105 children (5,174 girls, or 47%) affected by conflict received a child protection assistance
• Ebola outbreak: as of 26 May 2019, 1,920 total cases of Ebola, 1,826 confirmed cases and 1,187 deaths linked to Ebola have been recorded in the provinces of North Kivu and Ituri.
Situation Overview & Humanitarian Needs
• The latest nutrition surveillance and early warning system sheet as of April 2019, reveals that 49 out of 452 (10.8%) health zones are in alert. The most affected province is Kasai central (with 13 health zones out of 26), Kasai (with 6 out of 19), Kwango (5 out of 14), Sankuru (5 for each out of 19) and Kwilu (5 out of 24). The results of nutritional surveys conducted in the health zones of Camp de Meri and ABA (Haut Uele province); Biringi (Ituri province) and Yumbi (Mai Ndombe province), have been validated. The key results are summarized in the table below:
Provinces Health zones GAM prevalThe nutritional situation is considered most worrying in Yumbi health zone in Mai Ndombe province with a GAM rate of 16.5% and a SAM of 5.0%.
• As of March 31, 2019, Tanganyika has 480,283 IDPs and 669,141 returnees over the last 18 months. 12 IDP sites are located around the city of Kalemie with an estimated population of 72,618 people. To date, 5% of IDPs in camps have access to health care. Response capacities in WASH and education is required with a long-term perspective as UNICEF’s humanitarian interventions are implemented for the last two years in the affected sites.
• In May 2019, in the Kasai region, the Kamwina Nsapu conflict led to the looting of 653 schools and 223 heath centers.
• In South Kivu, 125,000 internally displaced persons (IDPs) and 10,000 returnees have been identified in Minembwe Highlands, following intercommunity conflicts between the Fuliro and Bembe group against the Banyamulenge Twagineho.
• As of May 2019 in South Kivu, 9,284 households have been displaced in Uvira territory and Ramba health zone as a result of conflicts between the Forces Armées de la République Démocratique du Congo (FARDC) and militia groups.
• Ebola outbreak: as of 26 May 2019, 1,920 total cases of Ebola, 1,826 confirmed cases and 1,187 deaths linked to Ebola have been recorded in the provinces of North Kivu and Ituri.
El número de adopciones en el gigante asiático se ha desplomado en los últimos años. Las razones: el desarrollo económico, el incremento de los controles prenatales, y el fin de la política del hijo único
El único orfanato de Shanghái es un fortín. Solo una puerta de acceso rompe el muro perimetral que guarda los 63.000 metros cuadrados que cubre la institución, y está vigilada por agentes que mantienen un estricto control de entradas y salidas. Algunos viandantes se acercan a curiosear, atraídos por el cuidado jardín que se atisba a través de los huecos que quedan sin tapar, pero los guardas no tardan en conminarles a que se den media vuelta. Solo es posible acceder con un permiso especial.
Dentro, un millar de niños y niñas aguardan a que una familia los acoja. El rugido de los aviones que despegan en el cercano aeropuerto internacional de Shanghái mantiene viva esa esperanza, pero pocos harán realidad su sueño. “Cada año se adoptan menos de cien”, informa Cai Xuanxuan, directora del centro que da servicio a la ciudad más poblada de China, una megalópolis de 24 millones de habitantes.
Y el número continúa cayendo. En menos de una década, las adopciones en China se han desplomado a la mitad: de los 34.529 casos aprobados en 2010 se ha pasado a los 18.820 de 2017, fecha a la que se refieren los datos oficiales más recientes. Y, de esa última cifra registrada hace dos años, solo 2.300 niños encontraron a su familia fuera de China. Todo apunta a que la tendencia a la baja continuará, y, aunque en Shanghái el 50% de las adopciones todavía son internacionales, Cai avanza que en unos años su peso puede terminar resultando meramente testimonial.
Las razones de este vuelco son numerosas, pero la principal está muy clara: “Ahora, los padres chinos rara vez abandonan a sus hijos”, señala Cai. “Eso se debe, en primer lugar, a la mejora de la calidad de vida que ha llegado con el desarrollo económico. En segundo lugar, está el incremento en los controles durante el embarazo, que han reducido considerablemente el número de bebés que nacen con discapacidad. Finalmente, también ha cambiado la percepción social de esas discapacidades: cada vez más, los padres son conscientes de que niños con problemas como el Síndrome de Down pueden llevar una vida feliz y plena, por lo que deciden esforzarse al máximo para sacarlos adelante”, enumera la directora del orfanato, al que EL PAÍS ha podido acceder en exclusiva.
A esta nueva coyuntura socioeconómica se suma el fin de la política del hijo único. Todas las parejas chinas pueden tener ya dos descendientes, un factor que no solo se siente en el número de abandonos. También ha provocado que las diferencias por sexo hayan desaparecido casi por completo. “Antes se abandonaba más a las niñas porque se preferían descendientes varones y la mayoría de familias solo podían tener uno. Ahora, los abandonos reflejan mejor la composición por sexos de la sociedad china”, apunta Cai.
Finalmente, está el factor demográfico: en el país más poblado del mundo cada vez nacen menos niños. No en vano, el dato del año pasado -15,23 millones-, fue el más bajo desde 1961, momento en el que China fue asolada por una hambruna que dejó entre 30 y 45 millones de muertos. Así, no es de extrañar que en el orfanato de Shanghái el número de nuevas admisiones haya caído tanto como el de las adopciones. “Recibimos entre 50 y 60 niños y niñas al año”, informa Cai.
ver fotogaleríaUna enfermera ajusta la medicación intravenosa de uno de los niños más enfermos.Z. A.
Lo mismo sucede en el resto del país. Según las estadísticas relativas a 2017 publicadas por el Ministerio de Asuntos Civiles, en China viven 410.000 huérfanos. Esa cifra supone un descenso de 101.000 si se compara con el que Unicef y el Instituto de Investigaciones Filantrópicas de China ofrecieron solo dos años antes. Desafortunadamente, la adopción de estos niños resulta extremadamente complicada. “Entre el 95% y el 98% sufre algún tipo de discapacidad”, explica Cai.
En el orfanato de Shanghái, cada niño pasa por un proceso de evaluación que concluye con su clasificación con una letra entre la A y la D: la primera califica a los niños completamente sanos, mientras que la última se utiliza para identificar a los que sufren las discapacidades más severas. Esos últimos residen en las habitaciones especialmente diseñadas para ellos, similares a la UVI de los hospitales. Se les cuida bien, pero es imposible evitar que el corazón se encoja al visitar estas instalaciones.
Las cunas metálicas están ocupadas por pequeños cuerpos inertes. Aquí no se escucha el griterío alegre de la infancia, sino un silencio que provoca escalofríos y que solo se rompe, aquí y allá, por el pitido de una máquina o el siseo de un respirador. Los alegres dibujos animados de las sábanas crean un brutal contraste con la mirada perdida de quienes deberían reírse con ellos. “Parálisis cerebral, hidrocefalia, y problemas cardiovasculares severos son los principales males que afectan a estos niños”, explica una de las enfermeras que vigilan la habitación en todo momento, y que prefiere mantenerse en el anonimato.
“Las posibilidades de que se adopte a un niño que no esté clasificado como A son muy pequeñas. A veces, dependiendo del problema que tengan, los B encuentran familia. Pero es casi imposible para los C y los D”, añade la sanitaria. Desafortunadamente, en la pared en la que se muestra la información de los niños ninguno está calificado con una A. Sin embargo, el porcentaje de los más enfermos sobre el total continúa creciendo. La mayoría de las fichas acompaña el nombre y la edad con una C o una D. “Cuando las dolencias son muy graves, los padres temen no poder cuidarlos y deciden abandonarlos para que el Estado se encargue de ellos”, explica Cai.
La mayoría aparece en hospitales y estaciones de tren. La Policía trata de buscar a los padres durante 90 días. Si no lo logra, y es muy raro que lo haga, los bebés son remitidos al orfanato más cercano. Todas las ciudades con más de un millón de habitantes deben contar con una de estas instituciones para acogerlos, pero solo las más grandes, como Shanghái, están equipados con los mejores medios. “Nosotros marcamos el camino para el resto de China, pero la diferencia con el resto de orfanatos es cada vez menor”, afirma Cai.
Las instalaciones del Hogar para los Niños de Shanghái —denominación oficial del centro— impresionan. Después de varios meses de gestión de permisos, EL PAÍS puede acceder sin restricciones y con cámara a todo el recinto durante un día. Por la mañana, un funcionario del Buró de Asuntos Civiles y dos del Ministerio de Asuntos Exteriores acompañan al periodista y a Cai en la visita, porque el Gobierno considera que se trata de un tema delicado, pero por la tarde deciden marcharse.
Así que volvemos a recorrer las zonas principales. La más relevante es el centro de rehabilitación, que ocupa un imponente edificio rectangular. En su interior, diferentes especialistas trabajan para incrementar la actividad cerebral y las capacidades cognitivas de los niños con discapacidades más severas. “En total, entre empleados y voluntarios contamos con unas 500 personas trabajando en el centro, y la mayoría está formada en el trato con niños que tienen necesidades especiales”, comenta Cai.
En una de las habitaciones, un joven especialista juega con un niño clasificado como C a insertar unas piezas de madera en los huecos que tienen la misma forma. En la estancia contigua, un adolescente que apenas tiene movilidad en el cuerpo utiliza un guante repleto de sensores para jugar al baloncesto en la pantalla de un ordenador. Y en una sala a pocos metros, dos niños de cinco y seis años están conectados a una máquina que emite impulsos eléctricos en su cabeza. “El objetivo es estimular la actividad cerebral, pero los resultados son poco esperanzadores”, reconoce la especialista al cargo.
Los problemas de movilidad se tratan en una piscina equipada con arneses y diferentes ayudas para realizar todo tipo de ejercicios, pero está cerrada durante los meses en los que el agua del grifo sale demasiado fría. “No hay suficiente presupuesto para calentarla, así que la utilizamos solo en verano”, admite Cai con una mueca de impotencia.
Mucho más alegres son las aulas en las que los niños reciben clases, agrupados no por edad sino por su capacidad intelectual. Son un jolgorio. Y mucho más lo es el exterior del edificio principal, donde los niños pasean (o son paseados en silla de ruedas) entre figuras de la familia de Peppa Pig y alrededor del pequeño huerto de la institución, en el que algunos aprenden a plantar verduras. “Nuestro objetivo es proporcionar a los niños las herramientas que necesitarán para integrarse en la sociedad y ser independientes, en la medida de sus posibilidades”, señala Cai.
Chen Huizhen es una de las chicas que pronto dará un salto en busca de una vida autosuficiente. Ya ha cumplido los 19 años —la legislación china solo permite adoptar a niños de hasta 14— y debe abandonar el orfanato, donde los menores solo pueden residir hasta que alcancen la mayoría de edad. Afectada por una discapacidad intelectual difícilmente perceptible, Chen ha estado encargada de la cantina del centro y ahora se siente con capacidad para tratar de buscar un trabajo como dependienta. “Lo único que me apena es dejar el centro, porque aquí dentro somos una familia”, cuenta al otro lado del mostrador.
Chen continuará recibiendo el apoyo de sus tutores, porque en las próximas semanas se mudará a un piso tutelado. Si es capaz de manejarse por sí misma y logra una independencia económica, podrá hacer su vida sin el apoyo de los servicios sociales. De lo contrario, continuará en hogares tutelados hasta que cumpla los 60 años, momento en el que pasará a una residencia para ancianos con discapacidad.
La regla, no la excepción
Ederne Frontela confirma que las correctas instalaciones de Shanghái no son una excepción sino la regla. Y sabe de qué habla, porque hace cuatro años esta periodista vizcaína realizó las prácticas requeridas para finalizar su Máster en Estudios Chinos en el orfanato de la pequeña localidad de Xinxiang, en la provincia central de Henan. Allí estuvo durante tres semanas a cargo de 14 niños. “Había varios casos de autismo y de Asperger, y otros eran lo que algunos considerarían niños no perfectos”, cuenta. Como sucede en Shanghái, quienes sufrían las dolencias más severas estaban recluidos en habitaciones expresamente preparadas para ellos. “Las instalaciones estaban en perfectas condiciones y el trato que recibían era muy bueno”, asegura Frontela, cuya hermana menor también fue adoptada en China hace casi una década.
Sin duda, tanto la situación que describe Frontela como la que se aprecia en Shanghái no tiene nada que ver con las que describió el polémico documental ‘Las habitaciones de la muerte’, producido en 1995 por Channel 4. En aquel filme, niños abandonados como consecuencia de la ley del hijo único aparecían atados a las sillas y en condiciones tan deplorables que indignaron al mundo. “Provocó una ola de adopciones a nivel internacional”, recuerda Francesc Acero, portavoz de la Asociación de Familias Adoptantes en China (AFAC). “Durante un par de años, España se convirtió en el país que más niños chinos adoptó, sobrepasando incluso a Estados Unidos”.
No en vano, AFAC surgió poco después de que se emitiese el documental, y en 2008 llegó a agrupar a 2.400 familias. Ahora, sin embargo, son solo unas 600. “La situación dio un vuelco con los Juegos Olímpicos de Pekín. Hasta entonces, las solicitudes de adopción de niños sanos se tramitaban en unos 7 u 8 meses. Pero, a partir de ese momento, las puertas se cerraron y los tiempos comenzaron a alargarse mucho. Pensamos que, quizá, a China no le gustaba la imagen que transmitía un país con tantas adopciones”, cuenta.
AFAC ha proporcionado asistencia a unas 17.000 familias españolas que han adoptado en China. Sin embargo, ahora desaconseja llevar a cabo este proceso en el gigante asiático. “La espera supera ya los 12 años, y es posible que continúe creciendo, porque muchos meses no se realiza ninguna asignación. Eso puede provocar que las parejas adoptantes terminen convirtiéndose en abuelos antes que padres. No en vano, algunos de nuestros socios se han jubilado y han desistido en su intención de adoptar”, explica Acero, cuya organización se ha convertido en ONG y presta asistencia especializada a invidentes en otro orfanato chino.
La única forma factible de adoptar en la segunda potencia mundial en un plazo razonable reside actualmente en lo que se conoce como pasaje verde. “Es la adopción de niños y niñas con discapacidad intelectual o física”, explica Acero. Teóricamente, los padres adoptivos son quienes determinan qué tipo de dolencia están dispuestos a asumir. “El problema está en la opacidad del país. En algunas ocasiones, el diagnóstico de nuestros médicos no concuerda con el de los chinos. En otras, los padres no son conscientes de que problemas aparentemente leves, como el labio leporino, pueden esconder otros mucho más graves, como enfermedades graves de riñón o incluso sordera. Además, las dolencias con las que llegan son cada vez más graves, como cardiopatías severas”, añade el portavoz de la asociación.
Por eso, Acero recomienda no apuntarse al pasaje verde con el objetivo de acortar el proceso. Sin embargo, es lo que ha hecho Noemí Rodríguez. Madre de una hija china adoptada en 2006, esta mujer de Ponferrada comenzó los trámites para adoptar a un segundo niño un año después. Pero, primero, su solicitud quedó temporalmente suspendida por duelo tras el fallecimiento de su madre; y, después, su divorcio provocó que tuviese que comenzar de nuevo el farragoso proceso para determinar su idoneidad, un trámite que no se exige en las adopciones por pasaje verde.
“En el pasaje ordinario, China asigna un niño y no se puede elegir; en el pasaje verde, China hace una propuesta y los padres pueden aceptarla o rechazarla”, explica Rodríguez. “Yo solo podía asumir una patología que fuese subsanable, y me asignaron un niño de un año con un problema de faringe que ya ha sido corregido. Me han mostrado el historial médico y, aunque siento cierto temor porque creo que los orfanatos infravaloran los problemas que sufren, me fio porque también he visto vídeos del niño”, cuenta. Ya solo le falta recoger a su hijo en Hefei para completar la familia con la que siempre soñó.
El orfanato cuenta con un huerto en el que los internos plantan sus propias verduras. Z. A.
Rodríguez también considera que, por lo que ha podido comprobar hasta ahora, el orfanato proporciona un cuidado adecuado. Sin embargo, Belén Freijeiro, madre de tres niños adoptados en China, tiene dudas. Sobre todo, por los problemas con los que ha llegado Lucas, el niño que adoptó en el orfanato de Shanghái en 2012. “También nos pasamos al pasaje verde porque los tiempos de espera comenzaron a alargarse mucho. En Shanghái nos asignaron a un niño con labio leporino, pero cuando lo trajimos a casa descubrimos que se rasca hasta quitarse la piel y las uñas, que tiene episodios de ira, y que no duerme o tiene pesadillas recurrentes”, asegura.
Freijeiro, y numerosos padres americanos que cuentan sus experiencias en un grupo de Facebook al que ha tenido acceso este periódico, considera que esta actitud es fruto de abusos sufridos en el orfanato que dirige Cai. “Él cuenta que le metían la cabeza en un cubo con agua cuando se hacía pis por la noche, y por la noche grita porque un señor le pegaba con un látigo”, detalla Freijeiro. “Algunas familias cuentan que los hijos tienen miedo de contar lo que les había pasado porque en el orfanato les decían que, si lo hacían, los devolverían a China”, apostilla.
Acero es escéptico y Moya Smith, fundadora de First Hugs, la ONG que facilitó a Frontela acceder al orfanato de Xinxiang, recuerda que es fácil confundir con abuso los efectos psicológicos secundarios relacionados con la propia adopción. “Es un proceso duro que requiere un periodo de adaptación emocional”, señala. Esta canadiense afincada en Estados Unidos ha establecido un programa de formación para el personal del orfanato de Xinxiang y está convencida de que el personal se preocupa por los niños. “No es posible descartar que haya casos puntuales de abuso, que es una epidemia global, pero, aunque los orfanatos no sean hoteles de cinco estrellas, cuentan con infraestructura que a veces incluso supera a la de los centros europeos”, concuerda Acero.
Cai asegura que los niños a los que acoge en Shanghái reciben más que cuidados físicos y psicológicos: “Les damos afecto, y eso se nota en las reuniones que solemos hacer durante el Año Nuevo Chino con los niños que ya han sido adoptados”. Para la directora, que cada vez haya menos niños en su institución es reflejo de los logros sociales del país, y Smith también cree que el escenario más deseable para el futuro es uno en el que su ONG no tenga razón de ser. “Si cada vez es más difícil adoptar a niños chinos es porque no son abandonados y su situación ha mejorado. Eso es algo que deberíamos celebrar”, sentencia.
UNICEF, como otras organizaciones y organismos de protección de la niñez, promueve que se reforme la Ley Penal Juvenil actual, escrita en la dictadura. En marzo el Gobierno presentó en el Congreso un proyecto que se debate en tres comisiones de Diputados. Pero UNICEF salió a criticar varios puntos de ese proyecto, al que considera regresivo. Lo más negativo: la baja de la edad de imputabilidad y el aumento de las penas.
«El Estado argentino tiene una deuda con este tema de más de 35 años. Ahora está la oportunidad de tener una ley con enfoque de derechos humanos, pero si bien con este proyecto acordamos en algunas cuestiones, sobre todo, tenemos grandes diferencias. La más grande, la baja de la imputabilidad -dice Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social de UNICEF-. Quizás el mayor problema sea el contexto. Es un año difícil, electoral, hay grandes niveles de pobreza y recortes presupuestarios. El área social está 20 puntos por debajo del presupuesto. Una ley con perspectiva de derechos necesita inversión social. La privación de la libertad no es la respuesta cuando faltaron respuestas anteriores, cuando se vulneraron todos los derechos».
Mariángeles Misuraca, oficial de Protección y Acceso a la Justicia de UNICEF, dice lo mismo: «Se debe trabajar antes, cumpliendo y garantizando los derechos de los niños. No alcanza con modificar la ley, hay que modificar el sistema. Bajar la imputabilidad no es la respuesta. Eso es regresivo. Las leyes no pueden ser regresivas porque no se puede ir hacia atrás con los derechos. Si eso ocurre, Argentina puede ser sancionada internacionalmente. También estamos en contra de que se eleven las penas cuando justamente lo que hay que hacer con los adolescentes es trabajar en otro proyecto de vida».
«La única política que debe tener el Estado es evitar que los chicos cometan delitos. Los chicos que el Estado quiere encerrar llegan en su mayoría con consumos problemáticos, algunos hasta de combustibles, indocumentados, desnutridos, sin haber ido a la escuela, en situación de calle. Este proyecto de ley penal juvenil no cambia eso, sólo que entren cada vez más chicos al sistema penal. Este proyecto que se presenta es para una ley penal clara y dura, no es restaurativa de derechos. Mientras el resto de la región analiza cómo elevar la edad de imputabilidad porque se dieron cuenta que es una herramienta que no da resultado, acá quieren bajarla. El tema es cómo queremos que sea nuestra sociedad dentro de diez años, con otra realidad o con las cárceles llenas de chicos», opina el especialista en derecho penal y derechos del niño Martiniano Terragni.
El Gobierno ya envió a Diputados el proyecto para bajar la edad de imputabilidad
El especialista cita a otro colega, Mariano Kierszenbaum, quien sostiene que el sistema penal juvenil tiene que pensarse como un traje a medida de cada chico: si fue abusado, si vivió en la calle, si fue a la escuela, si tiene familia. Y que no sirve una ley estándar.
Para UNICEF, «la gravedad de los aspectos negativos y regresivos del proyecto de ley son de relevancia» y remarca que «disminuye la edad mínima de responsabilidad penal sin ninguna fundamentación teórica o empírica que la justifique, además de contrariar con esta medida compromisos internacionales adoptados por el Estado, y pone en juego la responsabilidad ante el sistema interamericano y demás órganos de los tratados».
Para el organismo de niñez, este proyecto va contra criterios no sólo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sino también de la Corte Interamericana de Derechos Humanos «acerca de la relación entre el sentido de la sanción penal juvenil y la duración de las medidas privativas de la libertad, al no fijar penas máximas de privación de la libertad para la franja de condenados de 16 y 17 años de edad, pudiendo aplicarse las mismas penas que a los adultos».
Además, critica la duración máxima del proceso penal, que se establece en 3 años, y sostiene que «ello no cumple el estándar de acceso a la Justicia en un plazo breve ni razonable, que se habilita la prisión preventiva por 2 años (1 año máximo, prorrogable a 2), estableciendo un plazo muy prolongado que podría equipararse al previsto para los adultos».
UNICEF también señala que este proyecto permite «la intervención judicial en niñas, niños y adolescentes no punibles que, encontrándose por debajo de la edad mínima de responsabilidad penal, deberían quedar por fuera del ámbito penal».
«Todos aquellos aspectos (o casi todos) en los que el proyecto es positivo, son aspectos programáticos, que según la experiencia de Argentina nunca son luego implementados, por falta de decisión política o falta de un presupuesto adecuado -sostienen desde UNICEF-. Por el contrario, los aspectos negativos del proyecto son operativos. Con lo cual comenzarían a regir de manera inmediata (baja de la edad de imputabilidad, supresión del límite de penas…). Esto conduciría a incorporar, por ejemplo, a una gran cantidad de niños a un derecho penal con organismos no especializados, con penas elevadísimas equiparadas con las de las personas adultas».
En 2018, el Comité de los Derechos del Niño, en sus Observaciones Finales sobre la Argentina, se refirió a la situación de Justicia Penal Juvenil en el país. Recomendó al Estado argentino que «apruebe una ley general de Justicia juvenil compatible con la Convención y las normas internacionales en materia de Justicia juvenil, en particular en lo que respecta a garantizar que la privación de libertad sólo se utilice como último recurso y por el período de tiempo más breve posible, y que no incluya disposiciones que puedan endurecer las penas o reducir la edad de responsabilidad penal», y que «promueva la adopción de medidas no judiciales, como las sanciones alternativas, la libertad condicional, la mediación, el apoyo psicológico o el trabajo comunitario, y, cuando sea posible, utilice medidas alternativas a la imposición de penas”.
El proyecto de ley para bajar la edad de imputabilidad ya se presentó en el Congreso
También el año pasado, UNICEF presentó “Las voces de las y los adolescentes privados de libertad en Argentina”, un estudio sobre los chicos y las chicas detenidos en Centros Cerrados. El último relevamiento nacional dice que son 7200 los que cumplen algún tipo de medida penal: 1300 en Centros Cerrados. La mayoría por delitos menores. El 3,8% tienen menos de 16 años: no deberían estar presos. Cifras oficiales también dicen que sólo el 1 por ciento de los delitos graves son cometidos por adolescentes.
Fuente del artículo: https://www.clarin.com/sociedad/duras-criticas-unicef-proyecto-reforma-ley-penal-juvenil-regresivo_0_fI2RbM2HU.html
OtrasVocesenEducacion.org existe gracias al esfuerzo voluntario e independiente de un pequeño grupo de docentes que decidimos soñar con un espacio abierto de intercambio y debate.
¡Ayúdanos a mantener abiertas las puertas de esta aula!