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Un verano para repensar: el sistema educativo y nuestro rol como educadores

Reseñas/23 Julio 2020/Autora: Beatriz Lucas/elpais.com

Tras un curso que ha evidenciado nuestras carencias educativas a todos los niveles, toca reflexionar y rearmarnos de cara a un septiembre repleto de incertidumbres

Tras un curso que ha evidenciado nuestras carencias educativas a todos los niveles, toca reflexionar y rearmarnos de cara a un septiembre repleto de incertidumbres

Mirando al mar, paseando por el monte, o incluso en la hora de la digestión puede ser un buen momento para pensar sobre lo ocurrido y replantear el porvenir. Esta semana en EL PAÍS Educación te hemos dado algunas pistas que pueden ayudarnos a iluminar el túnel veraniego para llegar más fuertes a un septiembre que, por ahora, se nos presenta lleno de incertidumbres. Como dice la educadora Gema Cotallo, en el reportaje en el que hablamos de cómo recuperar los límites, «toca observar lo que hemos hecho y hacerlo mejor a partir de ahora».

Muchas gracias por recibirnos en tu casa y compartir esta newsletter en la que te damos algunas pistas para que todos podamos hacerlo mejor. Si tienes alguna historia educativa que crees que nos puede ayudar a seguir aprendiendo, por favor, compártela con nosotros en educacion@elpais.es

1. Desconexión digital, libros y límites para recuperar la infancia perdida

Si la semana pasada hablábamos de que la mejor manera de recuperar a nuestros niños y niñas perdidos durante el confinamiento era dejándolos en paz, esta semana te hacemos algunas propuestas un poco más intervencionistas aunque respetuosas con sus procesos, dentro de la serie veraniega Planea un verano con hijos. Para que los niños puedan disfrutar plenamente de su verano lo primero que necesitaremos es reducir la sobreexposición a las pantallas a las que nos han arrastrado las circunstancias. En la segunda entrega de la serie te ayudamos en este proceso con los consejos de varios especialistas: Desenchufa al niño: la desconexión digital en 5 pasos.  Además, te damos algunas pautas para mantener a la lectura como el aliado educativo que fue en la cuarentena y que puede seguirlo siendo también en verano. Y nuestra última propuesta de la semana para nuestra infancia perdida tiene que ver con cómo recuperamos los límites que el teletrabajo se llevó.  Y esta semana contaremos con dos nuevas entregas de nuestra serie.

2. Revolución en la universidad

Llevamos varias semanas hablando de las novedades que el Ministerio de Universidades está abordando para reformar el sistema universitario y las carencias que también esta situación ha puesto en evidencia. Y en ello está la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) que debe contribuir a la mejora de la calidad del sistema de educación superior mediante la evaluación, certificación y acreditación de enseñanzas, profesorado e instituciones. Su directora Mercedes Siles, que ha comparecido en el Congreso, confesó en esta entrevista que están abordando una pequeña revolución en el sistema universitario a todos los niveles revisando todo el trabajo del organismo, desde los criterios de evaluación a las comisiones examinadoras.

Una revolución necesaria, a juzgar por la tribuna del profesor de Humanidades en la Universidad Pompeu Fabra, Jordi Mir: Universidad ¿generar precariedad o revertirla? En ella contrapone dos vertientes de la universidad. Por un lado cómo los estudios universitarios son una garantía para una mejor situación laboral, y por otro cómo la universidad a través de la figura de los profesores asociados, un 44% de los docentes en Cataluña, puede convertirse en generadora de precariedad: ya que, explica «es un contrato temporal, breve, con un sueldo muy bajo, no permite hacer carrera académica, obliga a realizar diferentes trabajos simultáneamente para poder llegar a un sueldo mínimo…». Y así, el profesor concluye: «La universidad genera precariedad y es capaz de revertirla; hay que decidir qué queremos que haga».

Y mientras conocíamos que los resultados de la prueba de acceso a ese sueño dorado universitario para miles de alumnos andaluces están más cerca, ya que en la selectividad este verano ha habido en Andalucía más de un 90% de aprobados, descubríamos un contrapunto interesante de la mano de un estudio de Google y Telefónica, Situación y retos de las universidades españolas ante la transformación digital. En él se desvelaba que la Universidad ha perdido el monopolio de las mejores salidas profesionales. Las empresas piden ya más perfiles de FP que universitarios ya que creen que las universidades no son ágiles y no adaptan a tiempo los grados a las necesidades del mercado. «Incluso cuando lo consiguen, la burocracia es tan lenta que los contenidos quedan, en muchas ocasiones, obsoletos en el momento del lanzamiento», concluye el informe en el que han participado 34 de las 83 universidades españolas y 225 expertos en educación superior.

3. Apuesta por la FP

Y la misma semana que se presentaban las conclusiones de este informe, el Ministerio de Educación anunciaba que el Gobierno aporta 265 millones a las comunidades para crear nuevas plazas de FP. Se trata de un fondo extraordinario para potenciar esos estudios, crear 60.200 plazas nuevas, formar al profesorado en competencias digitales y crear nuevas aulas de emprendimiento e innovación para esos alumnos.

Varias de las claves y carencias que hemos visto en esta cuarentena educativa y que también hemos abordado en el espacio de Formación esta semana, en la que se mostraban las competencias digitales como clave para salir de la crisis económica del coronavirus. En él se refleja como el 46% de las empresas españolas tiene problemas para encontrar los perfiles digitales que necesitan, según un informe de IDC para Microsoft, por no contar con los conocimientos tecnológicos necesarios.

4. Destellos y sombras educativas

Aunque hay excepciones que iluminan nuestro optimismo. Como la historia que contamos esta semana en la que el colegio Escolapios de Sevilla un grupo de alumnos de bachillerato recibió un premio por sus competencias digitales en plena pandemia. Su gesta: diseñar un prototipo de mascarilla reciclable y que con luz ultravioleta esteriliza el aire respirado.

Y también nos dio qué pensar esta semana el dato que demuestra que la escuela concertada en Barcelona está asumiendo el rol de escolaridad equitativa que se le presupone a la enseñanza sostenida con fondos públicos. Allí la escuela concertada aumenta la acogida de alumnos vulnerables hasta el 37%. Quizás deberían revisarse qué políticas públicas han implantado para garantizar que los recursos públicos se invierten en el bien común.

En el lado oscuro, el riesgo de desaparición de la cultura clásica que, según alertaba en su tribuna Jesús de la Villa, presidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, trae aparejada la LOMLOE. Para él, el que ni siquiera aparezcan citadas en la ley es una Sentencia de muerte para Latín y Griego.

«El área de las enseñanzas clásicas no tiene ninguna materia troncal reconocida a lo largo de todo el ciclo educativo de secundaria, así que nada garantiza que estas asignaturas vayan a impartirse si las autoridades de un centro, como ya sucede, hacen su opción inviable». Quizá al borde de la piscina o mirando al mar deberíamos pensar qué nos aportaron a nosotros el Latín y el Griego para que se consideren materias indispensables en la Secundaria.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2020/07/20/actualidad/1595239394_926695.html

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La universidad pospandémica

Para entender lo que podría pasar con la universidad es necesario recordar los principales ataques de los que la moderna universidad pública (UP) fue objeto antes de la pandemia. Hubo dos ataques globales. Provinieron de dos fuerzas que se pueden sintetizar en dos conceptos: capitalismo universitario y ultraderecha ideológica.

El primer ataque se intensificó en los últimos cuarenta años con la consolidación del neoliberalismo como lógica dominante del capitalismo global. La universidad pasó a concebirse como un área de inversión potencialmente lucrativa. Comenzó entonces un proceso polifacético que incluía, entre otras, las siguientes medidas: permitir y promover la creación de universidades privadas y permitirles el acceso a fondos públicos; invocar la crisis financiera del Estado para infra financiar las UP; devaluar los salarios del personal docente y flexibilizar su vínculo laboral con la UP para permitirles dar clases en universidades privadas, promoviendo así una transferencia de la inversión pública en la formación de profesorado al sector privado; establecer el pago de tasas de matriculación cuando antes la educación era gratuita e impulsar a las UP a obtener sus propios ingresos; introducir la lógica mercantil en la gestión de las UP, lo que se hizo en diferentes fases: las UP deben ser más relevantes para la sociedad, sobre todo mediante la formación de personal cualificado para el mercado; la condición de profesor e investigador debe flexibilizarse (es decir, precarizarse), siguiendo la lógica global del mercado laboral; los estudiantes deben concebirse como consumidores de un servicio y los profesores deben estar sujetos a criterios globales de productividad; las UP deben administrarse como una empresa más; las UP deben integrar sistemas de ranking global para medir  “objetivamente» el valor mercantil de los servicios universitarios. En Europa, a pesar de toda la retórica en sentido contrario, el objetivo principal del proceso de Bolonia fue consolidar a nivel europeo el modelo de universidad neoliberal. En el caso portugués, este proceso implicó el fin de la elección democrática de los rectores.

Las razones más profundas del ataque del neoliberalismo a las UP residen en que estas tradicionalmente habían sido las formuladoras de proyectos nacionales, proyectos sin duda elitistas y a veces muy excluyentes (racistas, colonialistas, sexistas), pero que buscaban dar consistencia a la economía capitalista nacional y a la sociedad en la que se asentaba. Resulta que para el neoliberalismo la idea de proyecto nacional, tal y como la idea del capitalismo nacional, era un anatema. El objetivo era la globalización de las relaciones económicas en términos de libre circulación de capitales, bienes y servicios (no de trabajadores). Como resultado, antes de la pandemia las UP ya estaban muy desfiguradas, sin ninguna visión de misión social, lidiando con crisis financieras crónicas. En general, los rectores reflejaron este panorama, convertidos en gestores de crisis financieras, incapaces de poner en práctica ideas innovadoras incluso si las tuviesen, situación que se hizo rara, sobre todo después de que dejaron de ser electos por la comunidad universitaria.

El segundo ataque, más reciente, vino de la derecha ideológicamente ultraliberal, que tiene una ideología extremadamente conservadora, cuando no reaccionaria, a veces formulada en términos religiosos. Esta derecha está apoyada socialmente por grupos radicales, de extrema derecha, de tipo neonazi o proselitistas religiosos. Esta ultraderecha ha llegado al gobierno en diferentes países, desde Hungría a Turquía, desde Brasil a la India, desde Polonia a Estados Unidos. Sin embargo, en algunos países, como Estados Unidos, hace mucho que venía influyendo en la política universitaria, a escala de los estados de la Federación y desde las estructuras de gobierno de las UP. Este ataque, a pesar de ser altamente ideológico, se presentó como antiideológico y se formuló de dos maneras principales. La primera fue que todo pensamiento crítico, libre e independiente busca subvertir las instituciones y desestabilizar el orden social. La UP es el nido donde se crían los izquierdistas y se propaga el «marxismo cultural», una expresión utilizada por el nazismo para demonizar a los intelectuales de izquierda, muchos de los cuales eran judíos. La segunda ha sido particularmente dominante en la India y considera como ideología todo lo que no coincide con la comprensión política conservadora del hinduismo político. Tanto la Ilustración eurocéntrica como el Islam se consideran peligrosamente subversivos. En otros contextos, es el islam político el que desempeña el papel de guardián ideológico contra las ideologías.

Ambos ataques, aunque diferentes en la formulación y en su base de sustentación, convergen en el mismo objetivo: evitar que la UP continúe produciendo conocimiento crítico, libre, plural e independiente. Muchas de las críticas antiideológicas utilizaron la crisis financiera de las UP para reducir la educación a las materias básicas, supuestamente libres de ideología y más útiles para el mercado laboral. Muchas de las llamadas materias ideológicas se impartieron en cursos opcionales, en departamentos de literatura y de filosofía o en departamentos recién creados. El ataque consistió en eliminar las opciones y cerrar estos departamentos por supuestas razones financieras.

Durante la pandemia, estos ataques se atenuaron y las UP centraron sus prioridades en adaptarse a los cambios causados por la pandemia. Muchas vieron aumentar su visibilidad pública gracias al protagonismo de los científicos que investigan en áreas relevantes para el COVID-19. El periodo que seguirá no será un tiempo libre de pandemia y con la UP volviendo rápidamente a su normalidad.

Va a ser un periodo de pandemia intermitente. Para proyectar lo que está en juego en el próximo periodo, deben responderse varias preguntas. ¿Cómo se comportó la universidad durante la pandemia? Es muy difícil generalizar, pero se puede decir que el centralismo se ha profundizado y la lógica burocrática que domina las relaciones intrauniversitarias en la actualidad no cambió un milímetro; se tuvo muy poco cuidado con los estudiantes más allá de breves momentos en línea o lidiando con las exclusiones que causó la supuesta ciudadanía digital; los maestros que dedicaron más tiempo a los estudiantes lo hicieron por iniciativa propia y espíritu de misión; la situación de los docentes fue totalmente descuidada, enfrentando cambios en la vida familiar, utilizando tecnologías de enseñanza con las que la mayoría estaban poco familiarizados, con una inmensa carga burocrática, con el deseo de innovar, casi por necesidad frente a los desafíos de la pandemia, pero bloqueados por el muro burocrático.

En resumen, la pandemia ha agravado las tendencias de degradación de la universidad que se iban notando durante mucho tiempo. ¿Cómo se posicionará la UP en la disputa de la narrativa? Tan pronto como pase la fase aguda de la pandemia, habrá un conflicto ideológico y político sobre la naturaleza de la crisis y los caminos de futuro. La especificidad de la UP es que debe responder a esta pregunta en dos niveles: a nivel de la sociedad en general y a nivel de la universidad en particular. Se diseñaron tres escenarios: a) todo volverá a la normalidad rápidamente; b) habrá cambios mínimos para que todo permanezca igual; c) la pandemia es la oportunidad de pensar en una alternativa al modelo de sociedad y de civilización en el que hemos vivido, basada en una explotación sin precedentes de los recursos naturales que, junto con la inminente catástrofe ecológica, nos lanzará a un infierno de pandemias recurrentes.

¿Cómo expondrá la UP los escenarios y se posicionará ante ellos? ¿Cómo responderá a los ataques que precedieron a la pandemia? La forma en que la UP interprete la crisis y responda a ella será decisiva para que se posicione ante los dos ataques precedentes: el neoliberalismo universitario y la ultraderecha ideológica. Creo que la UP solo se defenderá efectivamente contra ellos en la medida en se enfoque en el tercer escenario. No es solo la institución que mejor puede resolver el tercer escenario y caracterizar el período de transición que implica. Es la única institución que puede hacerlo. Si no lo hace, será devorada por el vértigo neoliberal que ahora se ve reforzado por la orgía tecnológica de zoom, streamyard, webex, webinar, etc. Vendrán los vendedores del primer y del segundo escenarios. Y, para ellos, la UP del futuro es online: grandes ahorros en personal docente, técnico y en instalaciones; forma expedita de acabar con las materias «ideológicas» y con las protestas universitarias (no hay estatuas en línea); eliminación de procesos deliberativos presenciales disfuncionales. Finalmente, el fin de la crisis financiera. Pero también el fin de la universidad tal como la conocemos. ¿Cómo luchará la UP por su futuro? Como dije, el futuro de la UP está vinculado a la credibilidad del tercer escenario. La estrategia se puede resumir en las siguientes palabras clave: democratizar, desmercantilizar, descolonizar y despatriarcalizar.

Democratizar. La democratización de la UP tiene múltiples dimensiones. La UP debe democratizar la elección de sus rectores y autoridades. Las instituciones no democráticas para elecciones indirectas están históricamente condenadas. Son, en el peor de los casos, guaridas de compadrería y de cooptación y, en el mejor caso, espejismos de irrelevancia. Solo la comunidad universitaria en su conjunto tiene la legitimidad para elegir a los rectores y demás autoridades. La UP debe democratizar sus relaciones con la sociedad. La UP produce conocimiento válido que es tanto más valioso cuanto mejor sabe dialogar con los otros saberes que circulan en la sociedad. Una UP encerrada en sí misma es un instrumento fácil para los poderes económicos y políticos que quieren ponerla a su servicio. La UP tiene que democratizar sus relaciones con los estudiantes, a los cuales una pedagogía atrasada y rancia todavía ve como ignorantes vacíos donde los maestros mantienen el conocimiento lleno. La verdad es que se aprende-con y se enseña con. Nada es unilateral, todo es recíproco.

Desmercantilizar. Las UP deben comenzar a evaluar a sus profesores de acuerdo con otros criterios de productividad que no excluyan la responsabilidad social de la universidad, especialmente en el campo de la extensión universitaria. No pueden privilegiar las ciencias y la investigación que generan patentes, sino más bien, la ciencia que contribuye al bien común de toda la población y crea ciudadanía. En este dominio, las humanidades, las artes y las ciencias sociales volverán a tener el protagonismo que alguna vez tuvieron. Los estudiantes nacionales y los que provienen de las antiguas colonias no deben pagar las tasas de matrícula. No pueden codiciar a los estudiantes extranjeros en la lógica de cacería de matrículas lucrativas. Esta es una estrategia central para la democratización discutida anteriormente y para la descolonización analizada a continuación.

Descolonizar. Las UP europeas y de inspiración eurocéntrica nacieron o prosperaron con el colonialismo y hoy continúan enseñando y legitimando la historia de los vencedores de la expansión europea. Son cómplices del epistemicidio que acompañó al genocidio colonial. Las estatuas (y mañana los edificios, museos, archivos y colecciones coloniales) son los objetivos equivocados de mucha revuelta justa. Lo importante es que el poder que representan sea deslegitimado y contextualizado en el aprendizaje universitario. Por eso los planes de estudio tienen que ser descolonizados. No se trata de destruir conocimiento, sino de aumentar conocimiento para que se haga evidente que el conocimiento dominante a menudo es una ignorancia especializada e intencional. Las UP necesitan urgentemente iniciar políticas de acción afirmativa para una mayor justicia cognitiva y etnorracial, tanto entre los estudiantes como entre los maestros.

Despatriarcalizar. En muchas universidades, las mujeres son la mayoría, pero los lugares de gobierno administrativo y científico siguen dominados por los hombres. Los planes de estudio siguen siendo misóginos y llenos de prejuicios sexistas. ¿Dónde están las científicas, las artistas, las escritoras, las luchadoras, las heroínas? Las relaciones entre el personal docente, técnico y estudiantil tampoco están libres de los mismos prejuicios. Estas y muchas otras iniciativas que surgirán de los procesos de democracia universitaria constituyen una pesada agenda de trabajo, pero la alternativa es escalofriante: sin ellas la universidad no tendrá futuro.

Fuente: https://www.nodal.am/2020/07/la-universidad-pospandemica-por-boaventura-de-sousa-santos/

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La educación tiene que ser una prioridad, apunta presidente argentino

América del Sur/Argentina/16 Julio 2020/prensa-latina.cu

El presidente argentino, Alberto Fernández, apuntó hoy que la educación debe ser una prioridad al presentar el Programa Nacional de Inversión en Infraestructura Universitaria 2019-2023, que beneficiará a más de un millón y medio de estudiantes.

En total el plan incluye 63 nuevas obras en 47 universidades nacionales, que permitirá extender la cobertura y mejorar el Sistema Universitario Nacional en 19 provincias más la capital argentina.

Desde la Residencia de Olivos, el mandatario reivindicó la educación pública tras señalar que de allí han salido grandes hombres y mujeres de este país, entre ellos sus premios Nobel.

El camino que tiene que abrazar Argentina es la educación pública, dijo el mandatario tras recordar que esta nación fue pionera en la región en esta materia y muchos trabajaron para llegar a ese nivel como Manuel Belgrano o Domingo Faustino Sarmiento, quienes siempre supieron que en el conocimiento estaba el futuro.

Tras resaltar que el destino de las naciones debe estar directamente vinculado al conocimiento y al saber, pues tiene que ver con el futuro, el gobernante celebró que con este plan se le pueda dar un mejor estándar a más de un millón y medio de estudiantes. Eso, dijo, es apostar al futuro.

Durante el acto estuvieron presentes los ministros Nicolás Trotta (Educación) y Gabriel Katopodis (Obras Públicas), y los rectores de las universidades nacionales que forman parte de este programa.

Al tomar la palabra, el titular de la cartera de Educación reafirmó que esto es un paso fundamental para profundizar el desarrollo de la investigación en las universidades y ampliar los derechos al acceso a la educación superior.

La respuestas a los grandes desafíos que tiene Argentina en la etapa pos pandemia, están en nuestras aulas y en los institutos de investigación, expresó.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=381935&SEO=la-educacion-tiene-que-ser-una-prioridad-apunta-presidente-argentino
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China: Más de 10 millones de jóvenes prueban su pase a universidad

Asia/China/09 Julio 2020/prensa-latina.cu

Más de 10 millones de jóvenes en China se enfrentan hoy al examen de ingreso universitario o gaokao, en medio de medidas extraordinarias para reducir al mínimo posibles casos de Covid-19 entre profesores y alumnos.
China ultima preparativos para examen de ingreso universitario

La rigurosa prueba este año tiene lugar un mes después de su fecha habitual en junio, precisamente porque la mortífera neumonía impidió la debida preparación de los estudiantes durante el presente curso escolar.

Ante el riesgo de infecciones, las escuelas que acogerán el proceso ampliaron el número de aulas, distribuirán menos estudiantes en cada una y las dotaron de materiales sanitarios.

Tanto alumnos, como profesores y demás personal deberán mostrar chequeos de salud con resultado negativo, pero también se les tomará la temperatura este martes y miércoles previo al inicio de la prueba.

La provincia de Shandong, en específico, verificará de forma exhaustiva a cada joven para evitar se repitan casos de robo de identidad, como los descubiertos recientemente y que conllevaron a investigar a casi medio centenar de personas allí.

Aparte de las disposiciones sanitarias, el país implementó otras para controlar los ruidos, asegurar la transportación, atender emergencias por olas de calor, los actuales aguaceros u otro tipo de incovenientes.

El gaokao puede durar hasta nueve horas y, según estadísticas, solo tres de cada cinco alumnos lo aprueban.

Se aplica en medio de reformas que viene implementando el Ministerio de Educación en los últimos años con el objetivo de asegurar su imparcialidad y equidad.

Por lo general, los días previos, durante y después del examen lo convierten en la noticia más importante en todos los medios de comunicación en China, pero a la vez genera estrés entre los jóvenes por su exigencia e intensidad.

Sin embargo, desde 2018 el Ministerio puso en vigor medidas como la prohibición a dar publicidad a quienes logren las mejores notas y adelantó sanciones severas para las empresas que infrinjan esa disposición.

Además mantendrá el trato diferenciado a los jóvenes procedentes de zonas rurales y pobres, a fin de que tengan más oportunidades de acceder a estudios superiores.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=379622&SEO=china-mas-de-10-millones-de-jovenes-prueban-su-pase-a-universidad
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Los retos de las instituciones de educación superior, durante la pandemia y después

Por: Sylvia Schmelkes

Tuve recientemente la oportunidad de compartir un seminario en línea –del ciclo Diálogos Educativos organizado por la red Mujeres Unidas por la Educación, MUxED– con dos colegas mujeres funcionarias de universidades mexicanas: del Tecnológico de Monterrey y de la Universidad Veracruzana.  Reflexionaba al final de la sesión que estas tres universidades lograron tránsitos exitosos de la presencialidad a la virtualidad, en muy poco tiempo.  Las tres estaban, con sus más y sus menos, preparadas para lograrlo.  El Tecnológico de Monterrey ha estado a la vanguardia de la educación en línea y a distancia desde hace ya muchos años.  La Universidad Veracruzana construyó desde principios de siglo una poderosa plataforma educativa que ahora ha podido aprovechar de manera ejemplar. La Universidad Iberoamericana tenía también avances en el manejo de una plataforma para la virtualidad y en la formación de docentes para su uso.

Estas universidades, y seguramente varias otras en el país, son privilegiadas.  Lograron, con sus más y sus menos, la mayor parte de los propósitos educativos del periodo escolar interrumpido por la pandemia, con la mayor parte de los alumnos.  Desgraciadamente, está no es la situación para la mayor parte de las instituciones de educación superior en el país.  Estas instituciones en general han avanzado poco en tecnificar la educación, en experimentar con educación a distancia y en formar a sus profesores para su manejo.  Ello ha conducido a una especie de parálisis de muchas de ellas, durante estos meses, que vendrán a significar un importante paréntesis en el avance escolar de los estudiantes.  En algunos casos, las instituciones han hecho intentos por recuperar algunas de sus actividades a distancia y han tenido en ello logros disparejos, pero, en ningún caso, con todos sus estudiantes.

Por otra parte, la pandemia ha dejado, como bien sabemos, estragos económicos de dimensiones inconmensurables, que consecuentemente repercutirán en una dificultad acrecentada de muchos estudiantes de continuar sus estudios por la necesidad de aportar al sustento de las familias.  Este hecho, sin duda, traerá consigo una realidad de abandono escolar, probablemente la mayor que hayamos visto en la historia de la educación superior en el país.  Ojalá me equivoque.

Mientras el virus circule entre nosotros será difícil que esta realidad se modifique radicalmente. Naturalmente todos haremos mayores esfuerzos por llevar la educación a distancia a la mayor parte de nuestros estudiantes. Procuraremos desde todas las instituciones mejorar la calidad de la educación a distancia y, sin duda, también se harán esfuerzos por darle un carácter híbrido a las actividades docentes, especialmente por la necesidad que tendremos de operar a distancia un tiempo más y por la probabilidad de tener que regresar al confinamiento debido a rebrotes de la pandemia. Buscaremos maneras para reducir los grupos, incluso en la enseñanza presencial, a fin de mantener la sana distancia.  Todo esto hay que hacerlo, desde luego.

Pero, en cualquier hipótesis, el impacto de la pandemia sobre la educación de todos los niveles, incluida la superior, ha afectado de forma devastadora sus tres funciones sustantivas.   En relación con la función formativa, habremos sacrificado objetivos, sobre todo aquellos que exigen presencialidad, que son muchos: laboratorios, talleres, prácticas profesionales, el propio servicio social, que le da presencia a las instituciones y a los profesionales frente a los problemas de la sociedad.  Habremos sacrificado también la formación integral de nuestros alumnos: el deporte, las actividades artísticas, los eventos académicos en los que circula el conocimiento y el pensamiento, toda la vida universitaria que es tan formativa como el propio currículo académico del programa que se cursa. Y habremos perdido estudiantes.

Por eso, las instituciones de educación superior debieran desde ya estar pensando seriamente en la reconstrucción y en la oportunidad que esta crisis ofrece de repensar nuestros modelos educativos, así como el papel que juegan estas instituciones en una sociedad que también habrá de reconstruirse.  Este esfuerzo de planeación del futuro inmediato y mediato debe enfrentar, desde mi punto de vista, al menos los siguientes retos:

  1. La recuperación de los aprendizajes no logrados.  Ello implica dar preferencia en un primer momento a los propósitos educativos que no se logran bien a distancia, como los aprendizajes derivados del aprender haciendo tanto en laboratorios y talleres como en prácticas profesionales y en el aprendizaje derivado del servicio.  Pero también requiere atender de manera privilegiada a los alumnos que por falta de acceso a la tecnología se rezagaron, respecto de sus compañeros que sí la tienen, en las actividades académicas que las universidades ofrecieron a la distancia.  No se podrá partir del supuesto de que, por el hecho de haber ofrecido las actividades a distancia, los estudiantes pudieron cursarlas.  La desigualdad económica y tecnológica de nuestra sociedad lo hace imposible para un porcentaje no despreciable del estudiantado.  El periodo de recuperación debe ser el necesario para lograr los objetivos. No sería recomendable evaluar o calificar a los estudiantes antes de haber puesto en su lugar lo necesario para alcanzar los propósitos de manera justa y equitativa.
  2. El rescate de quienes se están viendo en la necesidad de abandonar sus estudios por razones económicas.  Habrá que pensar en apoyos económicos focalizados a fin de que no permitamos que la pandemia ahonde la inequidad de por sí ya existente en el acceso a la educación superior.
  3. El fortalecimiento de las actividades que sólo se pueden lograr con la presencia.  La pandemia nos ha hecho conscientes del valor de la presencialidad.  Bien haríamos en fortalecer aquello que ahora reconocemos que se perdió: la capacidad de realizar reflexiones colectivas; la discusión y el desarrollo del espíritu crítico; la creatividad colectiva; el aprendizaje colaborativo; las oportunidades de formación extracurricular que permite la vida en el campus, por mencionar sólo algunas.  No caigamos en el error de suponer que tenemos forzosamente que transitar a la educación a distancia, como ya están planteando muchas universidades en el mundo. De hacerlo, perderíamos una buena parte de la fortaleza formativa de nuestras instituciones.
  4. Invirtamos en tecnología y en la formación para su correcto aprovechamiento.  En efecto, aprendimos el potencial de una herramienta más en la educación.  Si la usamos bien, podremos proponer lograr muchos propósitos por esa vía, siempre reconociendo que la tecnología educativa es un instrumento, no un modelo educativo.  Usarla bien nos dará posibilidades de hacer más cosas desde la presencia.
  5. Sobre todo, aprovechemos esta crisis para repensarnos. En especial repensemos nuestros propósitos formativos, el papel que como instituciones de educación superior estamos llamadas a desarrollar en el proceso de reconstrucción de la sociedad, la cual también está por repensarse y reconstituirse.

 

Este es el mayor reto: demostrar que somos capaces de convertir la crisis y la tragedia en formas más humanas, justas y pacíficas de vivir en sociedad.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-retos-de-las-instituciones-de-educacion-superior-durante-la-pandemia-y-despues/

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El estudiantado: ¿protocolo de una agonía?

Por: Ilán Semo 

Una vez más, Giorgio Agamben ha despertado el asombro, el encono y, hasta cierto punto, un sentimiento de extrañeza en la opinión pública del viejo continente. Se trata de un texto publicado en el sitio del Instituto Italiano per gli Studi Filosofici el pasado 23 de mayo bajo el título: Requiém por los estudiantes. Con las medidas de confinamiento impuestas para impedir la diseminación del Covid-19, las universidades de todo el mundo –y no sólo ellas, también los sistemas escolares básicos– optaron por trasladar el conjunto de sus actividades –clases, seminarios, exámenes, congresos, conferencias– a las plataformas privadas en línea. En su mayor parte, las que vuelven disponibles los grandes conglomerados estadunidenses de las industrias de la hightech y los bigdata (Google, Facebook, Hotmail, Gmail, Whatsapp, etcétera).

Al principio se trataba de una respuesta imaginativa y llena de voluntad para no dejarse abatir por las condiciones del aislamiento impuestas por la epidemia. Las universidades se revelaron como una de las fuerzas que, en el momento más álgido del confinamiento, decidieron optar por otro camino para mantener en vida la reflexión colectiva, incluso sobre la sociedad que deberá emerger de la situación actual de crisis.

Pero lo que apareció como una solución de emergencia –sustituir la universidad presencial por un cúmulo de actividades educativas y administrativas virtuales suplementarias (en su mayor parte inconexas y rudimentarias por la prisa impuesta por el momento)– ha devenido gradualmente un esquema que muchas universidades en el mundo, como Harvard, por ejemplo, han empezado a adoptar como un formato que llegó para quedarse. Asistimos probablemente a una mutación de consecuencias aún impredecibles en el ámbito de la educación superior, y que habrá de transformar a la Universidad de una vez y para siempre. Esta es la primera tesis del texto de Agamben, a la cual respaldan muchos de los debates actuales que se desarrollan, no por casualidad, en la intimidad de las cerradas cúpulas administrativas y tecnocráticas que dirigen los centros de estudio o los ministerios de educación nacional. Algunas universidades han anunciado que permanecereran en el modo virtual hasta 2022, ya sin importar las constricciones que imponga o no el Covid-19.

Lo que hoy ya podría empezar a llamarse la agonía de la universidad presencial marca el fin gradual de la universidad tal y como la conocimos, tal y como aparece en una larguísima historia que se remonta al siglo X.

¿Cuál fue la función que cumplió la universidad en esa longeva historia? Antes que nada fue una institución que congregó bajo un solo techo la formación de estudiantes, propició las con-diciones elementales para el desarrollo de la investigación y los nuevos saberes –seminarios, bibliotecas, laboratorios, etcétera– y, sobre todo, emergió como un poder propio capaz de proteger la capacidad crítica y reflexiva de una sociedad sobre sí misma. Fue en el seno de las universidades teológicas de París y Amsterdam en los siglos XVI y XVII donde surgió el cartesianismo como una de las críticas más formidables a la concepción teológica del mundo. Las universidades ilustradas de los siglos XVIII y XIX harían posible la proliferación de teorías y críticas a las desigualdades sociales y la arbitrariedad del poder político características del mundo moderno. Y la universidad de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI se convirtió en el centro por excelencia de visiones críticas de las experiencias totaltarias, el capitalismo, la desigualdad de géneros, el racismo y ahora la amenaza del higienismo.

La condición esencial de esta autonomía relativa de la universidad con respecto a los poderes fácticos –fundamento de lo que llamamos la autoreflexividad de las sociedades occidentales– fue la transformación del estudiantado en una forma de vida. Un extenso grupo de jóvenes dedicando una parte de la primera parte de su vida no sólo a estudiar y formarse, sino a convertir a su propia comunidad en la franja central de la re-flexividad, la rebeldía y la crítica que requiere toda sociedad para atenuar sus peores males. A la universidad se acudía también a formar grupos intelectuales y políticos, a promover innovadoras vanguardias artísticas y filósoficas, a tratar de vincular lo aprendido con una praxis inmediata o a emprender iniciativas de investigación científica impensables en las normas de cada época. De ello resultaba frecuentemente que esa comunidad se enfrentara a los requerimientos del mercado y el Estado para domesticar las mentes de una sociedad.

Con la universidad virtual nada de esto sucederá. No habrá más estudiantado como forma de vida. Dejará de existir esa comunidad crítica que en muchos momentos atenuó los lados más lúgubres de la vida moderna. Los estudiantes se convertirán en átomos aislados a merced de la tecnocracia educativa, absortos en sus pantallas individuales sin capacidad alguna para constituirse en un poder propio: el poder de la reflexión que da una colectividad basada en las relaciones que permiten su propia sobrevivencia como comunidad. La universidad virtual no será una voz en el horizonte de la sociedad, sino una institución sin alma, desalmada, dedicada a producir el nuevo proletariado que ya caminaba en los últimos años por sus pasillos. En ella se educarán técnicos y fuerza dócil de trabajo, ya no pensadores.

Sólo las universidades que se alejen de la tentación de la virtualización total, lograrán preservar la encomienda que dio vida (y seguirá dando) al espíritu de la universidad.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/05/30/opinion/020a2pol

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Colombia: Cursos y certificados de Coursera serán completamente gratuitos por la pandemia

América del sur/Colombia/04 Junio 2020/semana.com

Los estudiantes tendrán acceso a más de 3.800 cursos, 150 proyectos guiados, 400 especializaciones y 11 certificados profesionales de universidades de alta calidad de todo el mundo.

Aunque en algunos países ya se ha comenzado con la reapertura de colegios y universidades bajo estrictas medidas de bioseguridad, datos de la Unesco indican que aún el 70 % de los estudiantes nivel internacional siguen afectados por el cierre de las instituciones debido a la covid.19.

Bajo la incertidumbre de cuándo podrán regresar completamente a las clases presenciales, y ante la cancelación de programas de verano, muchos estudiantes están enfrentando ansiedad por el impacto que una interrupción prolongada en sus estudios. A pesar de este panorama, todo el sector educativo en el mundo coincide en un aspecto, el aprendizaje debe continuar.

Teniendo en cuenta la preocupación de millones de estudiantes, la plataforma de educación virtual, Coursera, anunció que a partir de hoy, los estudiantes universitarios de todo el mundo pueden aprender y obtener certificados de los cursos que allí se ofrecen de forma gratuita.

Los estudiantes que estén cursando actualmente la universidad, un postgrado o que sean recién graduados, solamente necesitan contar con un correo electrónico escolar verificado para inscribirse y obtener acceso gratuito a más de 3.800 cursos, 150 Proyectos Guiados, 400 Programas Especializados y 11 Certificados Profesionales.

La inscripción estará abierta hasta el 31 de julio, sin necesidad de una tarjeta de crédito, y una vez inscritos tendrán hasta el 30 de septiembre de 2020 para completar los programas.

Durante este período, los estudiantes podrán aprender de algunos de los mejores profesores del mundo y obtener credenciales de las universidades con mayor prestigio a nivel internacional, incluyendo la Universidad de Michigan, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Yale, el Tec de Monterrey y la Universidad de Duke.

Los certificados profesionales de algunos de los principales educadores de la industria entre los que se encuentran Google, IBM y SAS ayudarán a los estudiantes a prepararse para el mundo laboral con habilidades de gran demanda.

Los cursos más tomados por los colombianos

  1. Fundamentos de Finanzas Empresariales (Universidad de los Andes)
  2. Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) (Universitat Autònoma de Barcelona)
  3. The Science of Well-Being (Yale University)
  4. Aprendiendo a aprender (Learning How to Learn) (McMaster University, University of California San Diego)
  5. English for Career Development (University of Pennsylvania)
  6. Sexualidad…mucho más que sexo (Universidad de los Andes)
  7. Marketing Verde (Universidad de los Andes)
  8. Bienestar, equidad y derechos humanos (Universidad de los Andes)
  9. Objetivos de desarrollo sostenible para América Latina y el Caribe (Universidad de los Andes)
  10. Fundamentos de la escritura (Tecnológico de Monterrey)

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/cursos-y-certificados-de-coursera-seran-completamente-gratuitos-por-la-pandemia/675568

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