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Analfabetas en feminismo

Por: Alberto Sebastián Barragán

El pasado mes de mayo, Parametría realizó un estudio sobre el conocimiento del feminicidio, o violencia contra las mujeres. El 49% de la población encuestada respondió, en una pregunta abierta, que el feminicidio es “el asesinato de una mujer”; mientras que el 34% no sabe a qué se refiere el término. Estas cifras nos son alentadoras a estas alturas del siglo XXI, sin embargo, la gravedad se complica aún más, debido a que los informantes no refirieron que en el “asesinato” de mujeres, subyace una condición de género.

Para abordar la complejidad del término, es necesario reconocer que históricamente muchas de  las acciones de la humanidad han dejado una inevitable huella machista. En donde los hombres nos hemos beneficiado del régimen patriarcal que ha dividido el trabajo y las oportunidades. Hasta nuestra actualidad, en muchos casos y lugares, ser hombre sigue siendo un título nobiliario que impone y justifica relaciones de desigualdad entre los géneros. Entonces, tenemos como resultado la invisibilidad del tema.

También hay que recordar que desde mitades del siglo XX, ha emergido una nueva lógica feminista que ha luchado por causas sociales, movimientos juveniles, derechos sexuales y reproductivos, hasta diversificarse y luchar desde varias trincheras por la reivindicación de la igualdad, y por la construcción de la equidad de género. Sobre estas décadas de trayectoria, Marcela Lagarde en su libro El feminismo en mi vida. Hitos, claves y topías, realiza un recuento cronológico y detallado de las facetas que ha representado la lucha del feminismo en México.

Justamente esta brillante antropóloga feminista, ha sido la impulsora de la noción de feminicidio en México, desde la década de los noventa, para enfatizar la urgencia de atender la problemática en Ciudad Juárez, Chihuahua. La palabra homicidio, se ha aplicado en forma indistinta para denotar el asesinato de hombres o mujeres, con todas las variantes expresadas en el derecho penal.

El trabajo emprendido por Marcela Lagarde ha impulsado una política integral para prevenir y atender casos de violencia contra las mujeres. Por un lado, ha rendido frutos en la tipificación del feminicidio, para configurarlo como un delito con elementos de homicidio, misoginia y desigualdad de género. Y por otro lado, su actividad ha florecido en la apertura de instancias de atención en diversos órdenes de gobierno.

La idea de feminicidio, plantea Lagarde, es retomada de un libro de Diana Russell y Jill Radford, donde lo definieron como: asesinato misógino de mujeres cometido por hombres, como una forma de violencia sexual. Ante las atrocidades cometidas en México, en Ciudad Juárez, y otras partes del país, se ha buscado convertirlo en una prioridad de la agenda pública.

Cuando hablamos de géneros, nos referimos a una serie de significados construidos histórica y culturalmente, y no tenemos consensos que nos lleven a abordar el tema de una única manera. Por tratarse de rasgos culturales, el ámbito educativo es uno de los canales que podrían apuntar con mayor incidencia sobre el tema. Sin embargo, no existe una forma específica de contenido. En el Plan de estudios 2011, en los Temas de relevancia social, se plantea la oportunidad de trabajar, entre otros temas, “la equidad de género”. Pero son alternativas optativas, es decir, los docentes no están obligados a tratarlos porque no aparecen específicamente marcados en los programas de cada asignatura, ni en los trayectos formativos del curriculum explícito.

Las escuelas han desempeñado dos funciones, intencional o inevitablemente: son espacios de reproducción o de cambio. La comunidad escolar está permeada por la tradición. Los profesores tienen tanta solidez como años servicio, su experiencia les ha forjado un punto de vista respecto a los roles de género y a todo lo que un hombre y una mujer deben ser. Los alumnos que llegan a las escuelas traen un cúmulo de valores que han construido desde casa, conocimientos y experiencias que han recopilado en su vida. Todo ese conjunto de sabiduría popular y conocimientos derivados del sentido común y de la vida cotidiana, es lo que Jürjo Torres acuñó como curriculum oculto. En este ámbito, la elección de tomar el feminicidio como un tema necesario es una responsabilidad moral, de aquellos que así lo consideran necesario para cambiar su forma de pensar.

Entonces tenemos dos limitantes para comprender el nuevo término. No está el feminicidio como tema académico del curriculum formal; y pensar el feminicidio desde el curriculum oculto ha representado una omisión, porque significa muchas veces salir de una zona de confort. En los  ámbitos familiar, escolar, laboral, sexual, cultural y jurídico, permanece la tradición machista que nos ha traído hasta aquí: El feminicidio que no vemos, y que no queremos ver.

Marcela Lagarde en su libro denuncia que los intelectuales, los académicos y los políticos son analfabetas en feminismo. La encuesta de Parametría, nos arroja el 49% de desconocimiento del feminicidio. Y la realidad nos arroja muestras crueles de nuestra cotidianidad. Hay mucho por hacer.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/analfabetas-en-feminismo/

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Perú: Minedu apuesta por la educación sexual integral en las aulas

Perú/08 de Noviembre de 2017/La República

En respuesta a las alarmantes estadísticas de violencia contra la mujer, el Ministerio del Educación anunció que la educación sexual en las escuelas se abordará de tal forma que promueva el desarrollo responsable y el cuidado del cuerpo entre los alumnos.

«Estamos tomando acción inmediata frente a las denuncias de violencia sexual contra estudiantes, pero no basta solo con la sanción, tenemos que prevenir y para ello es fundamental procurar que en nuestras escuelas se imparta una educación sexual integral», declaró el titular del sector, Idel Vexler.

El funcionario sostuvo que la comprensión de la sexualidad es primordial para fortalecer la autoestima y la identidad de los estudiantes.

Fuente: http://larepublica.pe/sociedad/1141938-minedu-apuesta-por-la-educacion-sexual-integral-en-las-aulas

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La consigna del silencio

Miedo y vergüenza, algunos obstáculos creados a partir de estereotipos de género

Por: Carolina Vasquez Araya

Las agresiones sexuales no deben señalar a la víctima sino al hechor. Urgen medidas de prevención.

Todo ser humano que haya sufrido una agresión sexual ha sido tocado en lo más profundo de su integridad. En esto no hay excepciones y, si las hay, suelen ser muy raras. Un niño, niña, adolescente o adulto víctima de tal escarnio difícilmente podrá borrarlo de su memoria, guardando esa imagen con una dolorosa sensación de repugnancia y culpabilidad. Y el silencio. Ya sea por miedo a las consecuencias sociales y familiares o porque sobre ellos pende la amenaza de una cruel revancha, el silencio tras la violación parece haber sido históricamente la marca de identidad de los crímenes de tal naturaleza y los depredadores cuentan con ello.

Durante la semana pasada y como eco de mi columna anterior sobre el incesto, he recibido más información sobre ese tipo de casos. Por las características de quienes me han compartido situaciones similares existentes en su entorno –personas instruidas con posibilidad de actuar- he podido observar el inmenso poder del silencio incluso en ámbitos de cierto nivel cultural, en los cuales se supone que los prejuicios ya han perdido su fuerza. Sin embargo, ahí están; todavía bien instalados en una suerte de umbral de la privacidad, algo así como una cápsula en donde el valiente intruso que desea denunciar termina por arriesgar más que el hechor.

Esto no es nuevo. No en el incesto y tampoco en otra clase de agresiones sexuales, como lo demuestra el largo silencio que ha precedido a las recientes denuncias de la industria cinematográfica en contra de algunos de sus gurús más poderosos. Ahí no se trataba de niñas indefensas en manos de un depredador, sino de mujeres plenamente conscientes de sus derechos, pero quienes guardaron el mismo silencio oneroso de la mayoría de víctimas. Vergüenza, dolor, impotencia y miedo a las consecuencias de hablar, parecen ser la nota constante.

Si en mujeres poderosas la violencia sexual tiene ese efecto intimidatorio, ¿qué podemos esperar en una niña, un niño o una mujer atados a una relación de poder caracterizada por los abusos? ¿Cómo es posible que un ciudadano ignore los pasos a seguir para realizar una denuncia anónima sobre un crimen de tal magnitud? Esto solo revela que ese silencio continúa alimentado por una carga enorme de prejuicios y estereotipos capaces de re victimizar de manera continuada a quienes sufren estos atropellos, abandonándolas a la voluntad de quien o quienes los agreden.

Urge hacer algo al respecto. Es imperativo iniciar campañas masivas de prevención de la violencia sexual en hogares, escuelas, templos, iglesias, hospitales y todo espacio en donde exista un menor en riesgo o un adulto ignorante de los pasos a seguir para denunciar. Urge reforzar la capacitación de los elementos de policía, investigación y administración de justicia para quitar ese velo de duda ante la palabra de un menor, una duda que desde el primer momento ampara a los perpetradores y coloca a las víctimas en una posición de riesgo.

Si las madres no denuncian por el siempre presente temor a quedar sin sustento económico, buscar la manera de darles acceso inmediato a los bienes familiares, los cuales usualmente se encuentran bajo control absoluto de la pareja abusadora, lo cual también está tipificado en la ley Contra el Femicidio y Otras formas de Violencia contra la Mujer como violación de sus derechos económicos. Buscar rutas y soluciones viables a esta realidad cada día más espeluznante debería ser una tarea prioritaria para juristas y expertos, cuyo aporte sirva para liberar y dar esperanzas de justicia reparadora a tantas víctimas inocentes cuyas voces permanecen en el más profundo silencio.

Blog de la autora: http://www.carolinavasquezaraya.com

 

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ONU: Embarazo adolescente es el mayor problema de la población de Honduras

Centro América/Honduras/21 Octubre 2017/Fuente: Proceso

La persistente desigualdad de género y el alto número de embarazos adolescentes son los mayores problemas que afronta Honduras en temas de población, alertó hoy un informe del Fondo de Población de la ONU (Unfpa).

«El embarazo adolescente es sin duda una de las mayores expresiones de desigualdad y pobreza», destaca el informe 2017 «Mundos aparte: La salud y los derechos reproductivos en tiempos de desigualdad», presentado hoy en Tegucigalpa por la representante del Unfpa, Cecilia Maurente.

La maternidad precoz continua «siendo un serio problema» en Honduras, donde uno de cada cuatro partos es de una menor de 19 años, afirmó Maurente a Acan-Efe.

Según el informe 2017, Honduras tiene una tasa de 101 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años, la segunda «más elevada» de América Latina, la cual se ha mantenido «estática» en los últimos diez años.

Revela además que el 17 % de los adolescentes hondureños consideran que no tienen acceso a los servicios de planificación familiar.

Maurente indicó que la pobreza, desigualdad de género, violencia y falta de acceso a la educación son las principales causas para los embarazos adolescentes en el país, donde la mayoría de esas gestaciones tienen su origen en violaciones, muchas de ellas por sus familiares.

Señaló que estos factores afectan el desarrollo social de miles de niñas en el país centroamericano, donde cerca del 61 % de los 8,7 millones de habitantes vive en pobreza y 5 de cada 10 hogares en pobreza extrema.

«A esa adolescente embarazada le será muy difícil volver a estudiar y por lo tanto, para encontrar otras oportunidades reales de empleo le va a ser difícil», subrayó.

Ante estos problemas, la experta de Unpfa apuntó que Honduras debe «invertir más» en educación y salud infantil.

El informe destaca que en Honduras, las mujeres pobres, con menos educación y que viven en el área rural tienen «un menor acceso a servicios de salud, sexual y reproductiva», lo que supone «una importante diferencia entre la fecundidad observada y la fecundidad deseada».

Resalta además que la desigualdad de género incide en «todas las esferas de la vida y está correlacionada, en gran medida, con la desigualdad económica».

Solo el 43 % de las mujeres hondureñas en edad de trabajar tienen un empleo frente al 74 % de los hombres, y el ingreso mensual de los hombres es 1,1 veces mayor que el de las mujeres, añade.

La paridad es algo también aún muy lejano en Honduras, pues únicamente el 26 % de los parlamentarios y el 6 % de los alcaldes son mujeres, según los datos del Unfpa.

Otro de los grandes obstáculos para la igualdad sigue siendo la violencia contra la mujer en Honduras, especialmente contra niñas y adolescentes.

Según el documento, el 22 % de las mujeres del país centroamericano ha sido víctima de violencia física o sexual a lo largo de su vida.

Por ello, es necesario garantizar el «acceso a los servicios educativos» y «de salud adecuados» y proveer educación reproductiva integral.

En el informe 2017 se recomienda «eliminar las barreras» que impidan a los adolescentes acceder a la información y los servicios de salud sexual y reproductiva.

La Onu también sugiere «adoptar políticas progresivas» encaminadas a «acelerar el aumento de los ingresos entre el 40 % más pobre de la población», «eliminar los obstáculos económicos, sociales y geográficos» que impiden que las niñas tengan acceso a la educación y «acelerar la transición» del trabajo no estructurado al empleo «formal decente».

Fuente: https://www.proceso.hn/actualidad/7-actualidad/onu-el-embarazo-adolescente-es-el-mayor-problema-de-la-poblacion-de-honduras.html

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Argentina: El Observatorio de Violencia contra las Mujeres dictará un curso de Formación Docente

América del Sur/Argentina/30 Agosto 2017/Fuente:informatesalta /Autor:informatesalta

Busca favorecer un análisis crítico acerca de las construcciones sociales de géneros y sus repercusiones en la desigualdad y la violencia hacia las mujeres. Otorga puntaje.

El Observatorio de Violencia contra las Mujeres, en coordinación con la Secretaría de Extensión Universitaria y la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta, dictará el curso de formación docente “Violencia contra las Mujeres. Marco legal y orientaciones para su abordaje educativo. El mismo está destinado a quienes se desempeñen en el nivel superior y en la educación de jóvenes y adultos.

La formación pretende impulsar el abordaje educativo de la violencia contra las mujeres como un problema social, de Derechos Humanos y de Salud Pública, favoreciendo un análisis crítico acerca de las construcciones sociales de géneros.

“Considerando que la educación es el espacio fundamental de socialización, el OVcM decidió promover la inclusión de la perspectiva de género en las escuelas, a través de esta formación docente” – manifestó la directora María Eugenia Burgos – “Las instituciones educativas tienen potencialidad de transformación de las bases culturales, modificando concepciones y prácticas y promoviendo la igualdad de derechos de varones, mujeres y diversidades sexuales.”

La formación tendrá seis encuentros presenciales y se desarrollará en el Centro Cultural Hólver Martínez Borelli (Alvarado 551), los sábados y jueves. Comenzará el 30 de septiembre.

El curso otorga puntaje (Res. N° 1123/17) y no es arancelado. Los cupos son limitados.

Informes e inscripciones en www.ovcmsalta.gob.ar. O vía telefónica al 4222325, en el horario de 9 a 13.

Fuente de la noticia: http://informatesalta.com.ar/noticia/127611/el-observatorio-de-violencia-contra-las-mujeres-dictara-un-curso-de-formacion-do

Fuente de la imagen:

http://informatesalta.com.ar/download/multimedia.normal.99184c372c0a4bd8.637572736f2064652076696f6c656e6369615f6e6f726d616c2e6a7067.jpg

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Cirugía contra la ablación: reconstruyendo la dignidad de las mujeres egipcias

Egipto/07 agosto 2017/Fuente: El Confidencial

Los egipcios, musulmanes o cristianos, creen que esta práctica es una obligación religiosa y que en el himen se esconde el honor de una mujer. Para muchas, la única solución es el quirófano.

Por una razón o por otra, mantener relaciones sexuales en Egipto se torna en una obsesión de la sociedad. Las normas sociales y las tradiciones parecen obcecarse con esta cuestión, impidiendo a las más jóvenes tener acceso a una vida sexual libre. Ahora, en pleno siglo XXI, la tradición choca con la lógica, y muchas intentan dar un paso hacia la rebeldía. La reconstrucción del clítoris y del himen, por razones diferentes, son dos prácticas que han aumentado en Egipto en los últimos años.

Ninguna conoce de religiones, pero ambas se han justificado en ellas. Tanto musulmanes como cristianos, especialmente en las regiones más periféricas de El Cairo, creen que la ablación femenina es una obligación religiosa, y que en el himen se esconde el honor de una mujer buenamente creyente. Un honor que debe hacerse respetar y salvaguardar para tener acceso a una vida matrimonial honrada y, con todas las de la ley, social.

“Quiero volver a ser una mujer normal”, dice Rafia, una joven sudanesa que pide información en un centro de cirugía estética de El Cairo. Ella sufrió la Mutilación Genital Femenina (MGF) cuando apenas rozaba la adolescencia. Tiene ahora veintiún años y quiere recuperar la función de su clítoris porque necesita “sentir lo mismo que otras mujeres”. Ha decidido someterse a una operación de reconstrucción de esa parte de su cuerpo que su madre decidió extirparle para insensibilizarla, siguiendo una antigua tradición faraónica. Muchos aún siguen creyendo que se trata de una práctica religiosa necesaria a la que deben ser sometidas todas las niñas para prepararlas para el matrimonio.

Rafia no sabe ni por dónde empezar. Recurre al Centro de Ginecología Estética y Reconstructiva de la capital egipcia para resolver sus dudas. “No tengo más piel dentro pero aún sigo teniendo un poco de clítoris. No se puede ver con facilidad pero se siente con el dedo”, detalla sobre los restos de esa mutilación que le fue practicada en cualquier circunstancia y en cualquier lugar. La circuncisión femenina se ha practica durante siglos en África y otras partes del mundo, habiendo nacido en los países del Nilo y extendiéndose más tarde por otras regiones. Este ritual, que consiste en eliminar los órganos genitales femeninos, se le practica cada año a unas 3 millones de niñas, según la ONU. Egipto es uno de los países que lidera las listas de la ablación, con más del 90% de las mujeres mutiladas.

IMANE RACHIDI. EL CAIRO

«Me da vergüenza desnudarme»

El pasado 29 de mayo, una joven de 17 años falleció tras habérsele practicado la ablación en un hospital privado de la ciudad de Suez, en Egipto. Se llamaba Mayar Mohamad, y la tortura a la que estaba siendo sometida desembocó en una grave hemorragia que provocó su muerte. Su caso ha salido a la luz tras la denuncia de la familia por su fallecimiento, pero, según la ONU, son cientos de miles los casos que aún se dan en este país, a pesar de que en 2008 esta práctica ya fue prohibida por la justicia egipcia. Eso sí, todos se producen en la ilegalidad, en clínicas privadas y a manos de curanderas sin conocimientos médicos.

“Nunca he podido disfrutar del sexo y me da vergüenza desnudarme completamente delante de un hombre, nunca lo he hecho. Quizás a alguien le pueda sonar absurdo, pero necesito saber si es posible someterme a una cirugía plástica para recuperar la parte mutilada”, expone Rafia a los especialistas de la clínica. Su caso tiene solución porque, a pesar de los graves daños sufridos, sigue teniendo parte del clítoris. Pero no todas han sufrido el mismo corte, algunas no tienen forma de recuperarse. Según los médicos, no obstante, es muy difícil que durante una mutilación se elimine todo el clítoris. Normalmente, se corta la parte visible, se cosen los labios para formar una cubierta sobre la vagina, y se dejan un pequeño agujero para la orina, el coito, la menstruación y el parto. Todas estas cuestiones se convierten en una pesadilla para las mujeres que han sufrido la ablación.

El cirujano plástico Amer Saif al Din confirma que hay mucha probabilidad de que Rafia vuelva a recuperar la sensibilidad. Según explica a El Confidencial, esa parte restante del clítoris puede ser “remodelada y reconstruida después de la mutilación, el resultado siempre dependerá de la cantidad que ha sido sustraída”. Es decir, todo depende del nivel de los daños. Saif Al Din ha tratado a mujeres de Egipto, pero también a muchas de SudánEritrea y Somalia. “De media, tratamos a unas cuatro o cinco mujeres por semana, que suelen tener entre 20 y 30 años, cuando deciden que ya no pueden más y recurren a la cirugía para sentirse más completas. Lo que hacemos es devolver el clítoris cortado a su estado natural”, explica.

Mujeres en una movilización de El Cairo a favor de Al Sisi.
Mujeres en una movilización de El Cairo a favor de Al Sisi.

Aún sigue recordando el caso de una joven que intentó operar, pero que no tuvo éxito. Tenía 19 años y fue circuncidada cuando tenía 6 por su propia madre. Es egipcia y le contó todos los detalles de la barbarie que le hicieron cuando aún era una niña. “No se siente normal, ni siquiera hablaba del tema con sus amigas porque estudiaba entre chicas de clase media, que no habían sido mutiladas, y a ella le daba vergüenza contarlo”, rememora. Tiene problemas de menstruación, incluso dolor para orinar, y sobre todo, muchísimos problemas de autoestima. “Le arruinaron la vida”, sentencia.

“Hay una demanda muy grande. La mayoría de estas mujeres ya han tenido relaciones sexuales e incluso tienen hijos, pero no ha sido un proceso agradable. El sexo es una cuestión muy, muy dolorosa, que no pueden soportar. Muchas acuden aquí en un estado muy grave de depresión y lo que intentan es arreglar sus genitales para sentirse mejor, y volver a sentir” aclara Saif Al Din, después de haberle devuelto la ilusión a miles de mujeres que han pasado por sus manos. Eso sí, no se trata de una operación barata. Dependiendo de la complicación, puede costar entre 1.500 y 2.000 euros. Una cantidad que no pueden pagar muchas de las más de 133 millones de mujeres que han sido sometidas a la MGF en todo el mundo.

La operación consiste en la liberación del clítoris. Primero se elimina el tejido de la cicatriz, y después se tira de las partes restantes, donde aún sigue habiendo sensibilidad. En ocasiones se reconstruye un nuevo clítoris y labios menores para dar una apariencia más natural. Con ello, mejora “la imagen del cuerpo de la mujer, disminuye el dolor, mejora la función sexual en lo que se refiere al deseo, excitación, lubricación y orgasmo”, según Saif al Din. Los objetivos de esta operación –dice- es que ellas recuperen “la feminidad, la autoestima y la dignidad porque es un gran placer ver que se sienten y funcionan como mujeres completas” tras la cirugía. Se trata, pues, de olvidar esa fecha en la que fueron mutiladas que todas llevan clavada en la memoria, y tras la cual hay una historia muy dura.

NURIA TESÓN. EL CAIRO

Como una virgen

Más polémica y discreta que la reconstrucción del clítoris es la himenoplastia, una práctica a la que recurren muchas mujeres para disimular una de las evidencias de que han podido mantener relaciones sexuales antes del matrimonio. Según una investigación del diario Al Watan (La Nación), en Egipto, el 90% de las mujeres que han mantenido relaciones sexuales prematrimoniales se someten a esta cirugía. Se trata de una operación de entre 30 minutos y dos horas, y que tiene un coste que puede alcanzar las 25.000 libras egipcias, unos 2.500 euros aproximadamente.

El himen, la membrana de piel en forma de anillo que cubre la vagina, es, en familias tanto musulmanas como cristinas, un símbolo de pureza y virginidad. La sangre que ocasiona la ruptura del himen suele producirse durante la primera experiencia de una mujer durante el coito, pero esta experiencia debe –moral y socialmente- tener lugar una vez contraído el matrimonio. No es una cirugía ilegal, pero en Egipto no todos los cirujanos acceden a practicarla. Según varios ginecólogos consultados por El Confidencial, cada vez más mujeres recurren a la himenoplastia para no arriesgarse a perder a su futuro marido y su familia. “Es verdad que es una cuestión sensible a nivel moral, pero es la salvación de muchas mujeres que han sufrido una violación sexual o han sido engañadas por sus parejas, que les han prometido que se casarían con ellas y luego las dejan tiradas después de tener relaciones”, lamenta una ginecóloga egipcia con clínica en el centro de El Cairo.

Mujeres egipcias en la mezquita de Amr Ibn El-Aas durante el ramadán, El Cairo. (Reuters)
Mujeres egipcias en la mezquita de Amr Ibn El-Aas durante el ramadán, El Cairo. (Reuters)

Prefiere mantener el anonimato. Es un tema bastante tabú, pero explica que no todas las operaciones de himenoplastia tienen lugar a espaldas del futuro esposo. “Hay parejas que han estado años juntas, pero que antes de contraer matrimonio, construyen el himen de la chica como símbolo de un nuevo comienzo. También para no arriesgar ante sus padres, pues algunas familias aún insisten en ver la cama o el pañuelo manchados de sangre”, asegura. Hasta 2009, la solución era aún más fácil. Un kit `Made in China´, por 25 euros, que incluye un himen falso pero resistente y que es capaz de expulsar una sustancia parecida a la sangre cuando se destruye.

Saif al Din reconoce a este diario que son muchas las mujeres que suelen recurrir a él para hacerse una himenoplastia, pero él se niega a llevar a cabo este tipo de operaciones. “No me gusta meterme en esas cuestiones, hay mucha gente que lo hace, pero a mi no me gusta. Creo que no hay necesidad alguna para ello. Cuando una mujer está en una relación, y se somete a una reconstrucción del himen sin conocimiento de su pareja, está engañando a su futuro marido, y yo, como médico, estaría encubriendo una mentira. No lo voy a hacer”, aqueja con rencor este médico. “Es una cuestión moral, porque podría ser perfectamente una de mis especialidades, es una operación que entraría en el tipo de cirugías estéticas que yo realizo, pero no quiero”, recalca. Además, reitera que está especializado en traumas físicos (como accidentes, la ablación, etc.), violencia contra la mujer, o en casos de ausencia congénita de la vagina. “Quiero devolverles la ilusión, pero no cooperar a más inmoralidades”, concluye.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2017-08-04/reconstruccion-genitales-himen-egipto-cirugia-plastica_1424691/

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El pacto del engaño

Por: Lidia Falcón

Se ha filtrado el borrador del Pacto de Estado Contra la Violencia de Género (como le llaman), sabiendo como sabemos todos que solo se filtra lo que interesa. En ese documento, trascendental para la supervivencia de las mujeres, dicen que se contemplan 200 medidas para atajar los feminicidos y el maltrato machista.

DOSCIENTAS MEDIDAS, repito asombrada, y me pregunto ¿son necesarias tantas? Siguiendo la guía que nos marcan los Diez Mandamientos diría que éstas se resumen en dos: meter en la cárcel a los maltratadores y dar ayudas económicas a las víctimas.

No he leído las 70 u 80 páginas que llenan las 200 medidas, porque me parece que a mi edad no me lo merezco. Y no creo que las lean ninguno de los diputados, y sobre todo diputadas, que las firman, –para eso tienen sus sherpas que son los que las redactan. Pero tampoco las leerán los fiscales ni los jueces ni los policías ni las asistentes sociales ni los psicólogos ni los forenses a los que conciernen, porque eso es ilegible.

Gracias a los resúmenes que se difunden por las redes me he enterado de que quieren aumentar el dinero destinado a las víctimas y sus defensas y terapias y casas de acogida, pero poquito a poco. En cinco años o así. Y que se lo repartirán a los Ayuntamientos para que ellos carguen con la molestia de atender a las llorosas féminas con sus churumbeles gritones agarrados a las faldas. Que ampliarán la red de casas de acogida, gabinetes asesores y terapéuticos, y poca cosa más. Como también que ahora se enterarán de que una mujer es víctima de maltrato sin necesidad de que vaya a la policía a denunciar, cosa que por lo visto hasta hoy no sucedía. Porque ¡tantas técnicas de igualdad, asistentes sociales, policías municipales, médicos, forenses, psiquiatras, y otros profesionales ad hoc, que pagamos, eran incapaces de saber que la mujer que acudía a su consulta con un ojo morado o un brazo roto no se había dado un golpe con una puerta o caído por la escalera!.

Todavía ni siquiera se han puesto de acuerdo en retirar el régimen de visitas, la custodia y la patria potestad de los desgraciados menores sometidos al poder omnímodo de machos maltratadores, violadores y asesinos, porque se deben seguir preservando los privilegios del patriarca.

Me repito, ¿era necesario escribir 200 párrafos de mala literatura para describir las desgracias de las mujeres y  designar a psicólogos, asistentes sociales, abogados de oficio, casas de acogida y demás mecanismos de ayudas para pobrecitas desgraciadas que ni siquiera saben denunciar? ¿Hacer un vademécum de la caridad organizada por el Estado?

No sé si el PSOE ha firmado semejante engendro, y ni siquiera quiero saberlo para no desanimarme definitivamente. Pero lo evidente es que los partidos dominantes en el Parlamento, con la complicidad y el contento de Ciudadanos,  han llevado adelante una farsa que ha durado siete meses, fingiendo que se preocupaban mucho de la situación de la mujer y de la infancia. En esos 7 meses han asesinado a 49 mujeres y 5 niños, han violado a casi una docena y han maltratado a millones de ellas. Calculando la media anual, habrán denunciado 50 o 60.000 más que están siendo apaleadas por sus parejas, y que según los cálculos internacionales es aproximadamente el 10% de las víctimas reales. Las violaciones todavía se denuncian menos.

Y a ese manifiesto que documenta el engaño le llaman Pacto de Estado.

Ya sabemos el Estado que tenemos abandona a los más desgraciados y entrega nuestro dinero a la OTAN, al Ejército, a los bancos, a la Iglesia católica, a las grandes corporaciones que significan “el mercado” y a las Casas Reales –no hay que olvidarse que disfrutamos de dos, más que ninguna otra monarquía.

Ya sabemos que el Estado es un eufemismo que encubre a los partidos que gobiernan, y que como decía Marx, es el consejo de administración de El Capital. Ya sabemos que bajo una maraña de legalismos y constitucionalismos los que montaron este supuesto Estado de Derecho han convertido la democracia en una construcción hueca dentro de la cual sólo se encuentran los privilegios de los ricos.

Pero en el caso de la violencia contra la mujer es demasiado desvergonzado que se proteja de tal manera al maltratador, porque disponer de una ley que obligue al acusado a demostrar su inocencia y exonere a la víctima de aportar las pruebas, que ordene la detención y prisión de los maltratadores y los obligue a cumplir íntegras las penas, no cuesta dinero, no pone en dificultades al Capitalismo y apenas le da una patada al Patriarcado.

Solamente la crueldad y el machismo de Ciudadanos, la indiferencia satisfecha del Partido Popular y el obstinado empecinamiento del Partido Socialista pueden conseguir que después de meses de trabajos –y de cobro de primas- la Ley de Violencia de Género salga tan incólume como entró en los trabajos de la Subcomisión.

Dicen que la adecuarán al Convenio de Estambul, que parece el tratado del “no va más” de la protección de la mujer y que en realidad únicamente se limita a reconocer que todas las víctimas merecen protección y a aconsejar que se las proteja. Pero, incluso para cumplir con ese compromiso internacional que alguno de nuestros gobiernos  aceptó ratificar por quedar bien con sus colegas, sin tener la menor intención de cumplirlo, se recurre a la astucia de proponer redactar otra ley que ahora llaman marco –siempre hay alguna categoría para engañar- para no tener que modificar el horrible redactado del artículo 1 de la Ley de Violencia de Género, que es el único que acepta “perfeccionar” el PSOE. Y la Ley tiene 72 artículos, 20 disposiciones adicionales, 2 disposiciones transitorias, 1 disposición derogatoria única y 7 disposiciones finales.

Ese perfeccionamiento se va a realizar con otra disposición adicional y otra ley –más leyes- que se llamará de Todas las Violencias, para introducir la trata de personas, las violaciones, los abusos sexuales, la mutilación genital, etc. que al parecer, y no me había enterado, hasta ahora no estaban penadas por nuestra legislación.

Es decir que es imposible aceptar para esos diputados,  y sobre todo diputadas, que hay que modificar el impresentable redactado de la Exposición de Motivos y del artículo 1 de la nunca tan ponderada Ley, para reconocer que las víctimas de un maltratador o asesino pueden ser mujeres de todas las categorías sociales y de todas las variables familiares, y cambiar ese engañoso constructo verbal de “violencia de género” que desidiologiza y despolitiza el maltrato a la mujer, por el término preciso de violencia machista. Como tampoco están dispuestos, ni dispuestas, a introducir la inversión de la carga de la prueba, no vaya a ser que los buenos y pobrecitos hombres sean acusados falsamente por las malvadas mujeres.

En definitiva, no cabe duda, por un lado, que los diputados y diputadas se ganan su sueldo y sus retribuciones extraordinarias, dada la cantidad de horas que han invertido en discutir los detalles y sutilezas del redactado de las 200 medidas aprobadas –hay que incluir las que nos han dedicado a los expertos y a las asociaciones de mujeres que han testificado en la Subcomisión,  las visitas, entrevistas, llamadas telefónicas, etc. con que las activistas y las militantes del Partido Feminista les hemos entretenido y fastidiado.

Por el otro, que llegados a este punto, el 22 de julio de 2017, hay que perder toda esperanza de que de esa Subcomisión salga un acuerdo decente que proteja a las mujeres españolas. El Patriarcado saldrá triunfante nuevamente de esta prueba, y yo no volveré a aconsejar a mis clientas que presenten denuncias ante las autoridades competentes. Les aconsejaré que se compren una pistola.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/07/22/el-pacto-del-engano/

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