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Benín: Ordenadores contra la violencia de género

África/Benin/07 Mayo 2020/elpais.com

En Benín se utiliza la informática como excusa para empoderar a las jóvenes y darles herramientas para luchar contra la discriminación y los abusos

“Son muchos los mitos y tradiciones que mantienen la desigualdad de género y el dominio del hombre sobre la mujer aquí en Benín, y muy especialmente en una zona rural como esta de Nikki”, comenta Abdel Kader Madougou, representante de la ONG OAN International en el país. «Entre estos mitos están algunos muy integrados en el día a día de nuestra población, tanto entre mujeres como entre hombres, y son utilizados por estos para subyugar a las primeras. Repiten que el varón es responsable del hogar y tiene todo el poder de decisión sobre su familia y sobre su esposa; que debe administrar la economía, incluidos los ingresos generados por la mujer… Ella, incluso cuando es víctima de violencia de género, tiene que saber que ese es su destino y no puede abandonar el hogar. También creen que la que rechaza la poligamia de su marido es una mala mujer».

“Son ideas preconcebidas, sustentadas en la tradición y apoyadas por la presión social en pleno siglo XXI, que mantienen a las mujeres sumisas y no favorecen su desarrollo o empoderamiento”, añade Karamatou Issa, de 17 años, una de las beneficiadas del proyecto de apoyo a la emancipación de las mujeres de la comuna de Nikki, en el norte del país, desarrollado e implementado por la organización española en unión con la beninesa JEDES Besen Sia y con financiación de la Fundación Salvador Soler.

La mayoría de las mujeres beninesas declaran ser o haber sido víctimas de violencia de género. No hay datos oficiales actualizados, pero en 2011 el Ministerio de Familia, Asuntos Sociales, Solidaridad Nacional, Discapacidad y Ancianos llevó a cabo una encuesta nacional que concluyó que el 69% de las mujeres había sido víctima de violencia de género al menos una vez en su vida. Más de la mitad de las encuestadas (51,5%) experimentó sufrimiento físico o psicológico al menos una vez en su vida. El 72% estuvo expuesta a violencia verbal, el 32,8% a amenazas de divorcio, insultos (22,6%), violencia sexual (28,5%), violación de niñas de dos a 14 años (1,4%), abducción (8,5%) y mutilación genital femenina (15%). Los resultados de este estudio promovieron la adopción por la Asamblea nacional de la Ley de prevención y represión de la violencia contra las mujeres de 2012.

Las participantes sostienen su certificado al final del curso.
Las participantes sostienen su certificado al final del curso. CHEMA CABALLERO

La falta de voluntad política para hacer efectiva esa norma y el peso que la tradición tiene, sobre todo, en las zonas rurales, hacen muy difícil terminar con esta lacra. En 2015, con la adhesión de Benín a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), surgieron algunas ONG con el propósito de hacer realidad el ODS 5: Lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas. Sin embargo, muchas de estas organizaciones incluyen en la categoría de violencia de género tanto la que sufren las mujeres como los hombres, y no definen claramente sus objetivos.

El proyecto de emancipación que llevan a cabo las dos organizaciones que trabajan en Nikki parte de los cursos de informática para dotar a las mujeres de autonomía. “Queremos que entiendan la importancia que tiene hoy día la informática para cualquier trabajo o conocer el uso de Internet para hacer búsquedas y aprovechase de sus posibilidades. Y que puedan acceder a ese gran mundo sin ayuda de nadie”, explica el formador Abdou-Hadi Karim. Este aprendizaje es un valor añadido y un gancho para atraer a las beneficiarias y conducirlas hacia el corazón de esta iniciativa integral de empoderamiento: dotar a las jóvenes de las herramientas necesarias para luchar y denunciar la violencia de género. “Es importante que las mujeres estén informadas sobre cuales son sus derechos y que tengan la posibilidad de denunciar cualquier agresión. Que sepan qué pueden hacer si un hombre les molesta, si son víctimas de una violación o de un matrimonio infantil y cómo se pueden evitar este tipo de crímenes”, afirma Zoulkarnaïne Yinde, de JEDES Besen Sia.

El primer paso es ayudar a las participantes a reconocer e interpretar las distintas formas que adopta la violencia de género, para luego clarificar las dudas que puedan tener. Igualmente, se habla de cómo la división de roles entre el hombre y la mujer en la sociedad tradicional es una forma más de sumisión de la mujer, entre otras cuestiones.

Deconstruir la red

En esta formación es muy importante deconstruir toda la red que la tradición y la cultura popular han tejido en torno a las mujeres. Así, se les invita a reflexionar sobre las imágenes positivas y negativas creadas y presentadas por canciones populares, proverbios, refranes, cuentos e historias. Pero sin olvidar tampoco que esos estereotipos se mantienen en canciones actuales, películas o anuncios.

“Este tipo de formación es fundamental. Por ejemplo, en esta zona, muchas familias no ven la ventaja de escolarizar a sus hijas. También tenemos casos de profesores que violan a las chicas que les piden ayuda en sus estudios. Pero si ellas tienen la capacidad de luchar por sus derechos o rechazar esas proposiciones y denunciarlas, esto sería muy importante y empezarían a cambiar muchas cosas aquí”, explica Yinde.

El programa de emancipación de la mujer, se dirige a dos grupos de beneficiarias: aquellas que acuden al instituto de educación secundaria y las que aprenden un oficio como costura, cocina o artes similares o tienen un pequeño negocio. Tanto a unas como a otras se las instruye para que diseminen la formación recibida entre sus compañeras y sirvan también de puntos focales en donde otras chicas puedan buscar información, consejo y apoyo.

Para mejorar la independencia económica de las mujeres que realizan oficios o tienen negocios y crear una red de solidaridad entre ellas, el programa les ha facilitado la obtención de microcréditos. Para ello se ha negociado con una entidad financiera un tipo de interés más bajo que el habitual. Luego, se acompaña a las beneficiarias en el proceso de devolución de los créditos. Igualmente se les ofrece formación, tres veces al mes, sobre gestión económica y marketing, además de los temas de igualdad de género. A este grupo se le hace especial hincapié en las ventajas que el uso de Internet puede tener para conseguir ventas mayores o atraer nuevos clientes.

Obra de teatro durante la ceremonia de graduación.
Obra de teatro durante la ceremonia de graduación. CHEMA CABALLERO

“No tengo mucha esperanza de que la vida de estas mujeres cambie”, confiesa Débora Nadeni, una de las animadoras del programa. “Pero un proyecto como este tiene mucho sentido. Es difícil que estas mujeres cambien el tipo de relación que tienen con sus maridos y su rol en las tareas del hogar, pero sí pueden cambiar la educación que den a sus hijas e hijos, y tenemos que trabajar para que sus hijas tengan una vida diferente”.

Karamatou Issa afirma que la formación informática recibida le ayudará mucho en sus estudios futuros. Tienen planeado acudir a la Universidad de Parakou el próximo curso para comenzar filología hispánica. Ya habla un poco de español y le gusta practicarlo cuando tienen ocasión. Pero, sobre todo, está contenta porque ahora se siente fuerte, conoce mucho mejor sus derechos y sabe defenderse. «Ya no veo normal que por ser chica un hombre pueda acosarme en la calle o un profesor pueda pedirme favores sexuales. Ahora sé qué tengo que hacer en un caso como ese: denunciar».

Chakira Ali, de 15 años, afirma que con lo que ha aprendido podrá, como mínimo, trabajar como secretaria y así ser independiente, aunque su sueño es poder llega a la universidad y estudiar Medicina. A ella le ha entusiasmado conocer el manejo de las redes sociales. Algo que ha enseñado a otras amigas. Juntas han creado un chat en el que comparten dudas de sus estudios. Ahora intenta que los profesores también participen en él. «Así las chicas no tienen que buscarles después de clase para resolver dudas, una forma de evitar que puedan abusar de nosotras», comenta.

Karamatou, Chakira y sus compañeras se graduaron a finales de febrero en una ceremonia en la antes de recibir sus diplomas representaron un par de obras de teatro escritas por ellas mismas en las que exponían algunas de sus reflexiones tras recibir la formación. En la primera recogían el caso de una mujer que tiene su propio negocio y que se enfrenta a las críticas de otras mujeres por estudiar informática y ella les relata las ventajas de adaptarse a los nuevos tiempo y expandir sus negocios. “¿Y qué dirán nuestros maridos?”, pregunta una de las oponentes. “¿Por qué tienen que negarse ellos a nuestro progreso?”, responde ella. En la otra, una mujer contaba que ha sido despedida de su trabajo por rehusar acostarse con su jefe y el consejo que le dan sus amigas es denunciar.

Lentamente, la situación de la mujer cambia en Nikki, así lo constata Madougou que señala que las respuestas que han obtenido a lo largo de la formación «son muy sorprendentes». Y agrega: «Poco a poco, a medida que tomaban conciencia de sus derechos y de su situación, las chicas han comenzado a cuestionar las tradiciones que las oprimen como mujeres y que siempre se evocan para mantenerlas en un segundo plano en la sociedad».

Tras la graduación, comienza la formación un nuevo grupo de jóvenes en el que participan las antiguas alumnas como apoyo de las monitoras. Esta es una forma de que se integren más en el proyecto y poder llegar, así, a muchas más mujeres.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/28/planeta_futuro/1588063661_439609.html

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CTTA – Emergencias en tiempos de COVID 19: Una mirada con perspectiva de género

CTTA – Emergencias en tiempos de COVID 19: Una mirada con perspectiva de género

Profundización de las precariedades y la desigualdad.

Exposición a riesgo sanitario

Violencia de género, psíquica, económica, física

Descargue el documento completo en:  https://agenciacta.org/IMG/pdf/CTAA-_Emergencia_s_en_tiempos_de_Covid_19.pdf

Fuente de la Información: OVE

 

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Las denuncias por violencia de género aumentan un 39% en Argentina durante la cuarentena por el coronavirus

América del Sur/Argentina/ONUNOTICIAS

Las denuncias por violencia de género aumentan un 39% en Argentina durante la cuarentena por el coronavirus y, desde que comenzó el confinamiento, el 20 de marzo, se han producido 19 feminicidios. La ONU la llama “la otra pandemia” y, con el apoyo de la Unión Europea, colabora con el Gobierno para proteger a las mujeres y las niñas, amenazadas doblemente por el COVID-19 y la violencia.

En la América Latina, en promedio 1 de cada 3 mujeres ha padecido violencia física o sexual en una relación íntima a lo largo de su vida y una de las principales estrategias de control de los perpetradores de violencia doméstica es la de aislar a la víctima.

La cuarentena y las medidas de aislamiento para prevenir el coronavirus COVID-19 pueden generar mayores riesgos para las mujeres que viven en situaciones de violencia doméstica.

“Si bien en la región se han potenciado las líneas de atención de casos de violencia, estos han incrementado y lo femicidios no cesan.  Se trata efectivamente de otra pandemia a atacar. Es fundamental tener datos disponibles, más refugios y protocolos específicos, apoyar a las organizaciones y redes de mujeres, y capacitar a la policía”, aseguró Florence Raes, representante de ONU Mujeres para Argentina y Paraguay.

Desde el inicio de la cuarentena se ha visto un aumento en las denuncias de mujeres que sufren violencia de género a la Línea 144 que brinda orientación, asesoramiento y contención a mujeres en situación de violencia.

Según indican fuentes del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad las llamadas crecieron un 39%”.  Al mismo tiempo, alarma saber que durante este período se registraron al menos 19 femicidios en territorio argentino, y que en el 45% de los casos el asesino fue la pareja actual.

Más líneas y canales

Ante el aumento de llamadas y consultas para orientación por los casos de violencia de género, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad habilitó tres líneas de teléfonos por Whatsapp, y una casilla de email para atender las urgencias y no dejar a las víctimas en desprotección.

“Trabajar con mis compañeras y compañeros en este nuevo contexto, donde se profundiza la demanda de llamados a la Línea 144, y a los otros nuevos canales de atención que hemos sumado significa un desafío y un gran esfuerzo. Poner en común lo que nos va pasando, cuidarnos y apoyarnos resulta un refugio en tiempo de aislamiento fortaleciendo nuestro vínculo” expresó una de las personas responsables de atender las denuncias, que prefirió no dar a conocer su nombre.

¿Qué es la Iniciativa Spotlight?

La Iniciativa Spotlight es una alianza global de la Unión Europea y las Naciones Unidas orientada a eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas.

En Argentina se lanzó oficialmente el 21 de marzo de 2019, y a partir de ese momento se está trabajando a nivel nacional y especialmente en las provincias de Buenos Aires, Salta y Jujuy, que fueron seleccionadas considerando la tasa y números absolutos de femicidios.

En el país, el foco está puesto en la erradicación de los femicidios y se lleva a cabo con el liderazgo de la Oficina de Coordinación de Naciones Unidas a través de cuatro de sus agencias: ONU Mujeres, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Fondo de las Naciones Unidas para la Población y la Organización Internacional del Trabajo, y la colaboración de UNICEF. El programa cuenta con la activa participación de la sociedad civil, sindicatos, sector privado y academia.

Por ejemplo, el Fondo de Población trabaja  con el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina para poder tener un registro y evaluar la cantidad de denuncias a nivel local en el país, y al mismo tiempo también poder chequear lo que ocurre en la región y el mundo.

“Estamos trabajando con  otros países para contar con información a nivel mundial  y compartir experiencias que se están desarrollando durante la pandemia del COVID-19”, aseguró Mariana Isasi, de esa agencia de la ONU.

Durante la pandemia de Covid-19, Spotlight Argentina está apoyando al Gobierno nacional y los Gobiernos de las provincias mencionadas en el fortalecimiento de los servicios de atención y seguimiento de la violencia hacia las mujeres, niños, niñas y adolescentes.

Algunas acciones están relacionadas con la adquisición de equipamiento para la Línea 144 y centros de atención, la promoción la accesibilidad de mujeres sordas a la línea y el apoyo al trabajo en hogares de protección integral, entre otras.

También se está convocando a organizaciones sociales para desarrollar proyectos para prevención y atención de violencia a nivel territorial. También se está viendo cómo implicar a los sindicatos y las organizaciones empresarias en materia de prevención.

En paralelo, se están desarrollando distintas campañas de comunicación para conciencias y brindar información sobre cómo pedir ayuda y asesoramiento en estas situaciones.

Las campañas, que tienen en cuenta el contexto de las medidas de aislamiento social, están diseñadas para su difusión en las distintas plataformas de todas las agencias, fondos y programas del sistema de la ONU en Argentina. Una de las campañas incluye dos anuncios publictarios.

Uno de ellos llamado “puertas adentro” es una interpelación a las personas que pueden ayudar, contener o brindar información a víctimas de la violencia para que se pongan en contacto con la Línea 144, mientras el segundo llamado “No te laves las manos” visibiliza la dramática situación en la que miles de mujeres afrontan la cuarentena en el país.

La información por canales masivos es clave en esta otra pandemia, visibiliza alternativas y ofrece soluciones que pueden salvar vidas.

Fuente: https://news.un.org/es/story/2020/04/1473082

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La espiral de violencia que acompaña a las migrantes en África

Por: Iñaki Makazaga

Los testimonios de 152 africanas entrevistadas, en diferentes situaciones de movilidad y procedentes de distintos conflictos y crisis, desvelan la exposición constante a agresiones que sufren durante su tránsito

Una espiral de violencia acompaña a las mujeres migrantes en África, tan envolvente que el riesgo de sufrir agresiones en sus vidas se reproduce, incluso con más fuerza, cuando deciden abandonar sus hogares precisamente para librarse de ellas.

Así lo ha documentado durante los últimos dos años la ONG Alboan entrevistando a más de 152 mujeres migrantes en diferentes situaciones de movilidad y provenientes de conflictos con crisis de distinto origen y duración. El diagnóstico se presentó recientemente. La prioridad, dicen, es la atención médica y psicosocial así como aportarles formación profesional y acceso educativo para sus hijos. “Queríamos conocer sus demandas y sueños antes de ponernos a trabajar con ellas”, explica la directora de la organización, María del Mar Magallón.

“Todas piden vivir en contextos seguros junto a sus hijas e hijos, y recuperar así la vida que llevaban antes de sufrir la violencia”, concreta. Desde el principio, la ONG quiso detectar los riesgos a los que se exponen las mujeres migrantes del continente tanto por el hecho de ser mujeres como por el motivo de su desplazamiento. Y así amoldar al máximo su manera de trabajar con cada una de ellas. Por eso, una de sus primeras conclusiones del trabajo ha sido incorporar también nuevas maneras de acompañar, a la vez que mantienen exigencias históricas como reclamar la protección internacional con el estatus de refugiadas para todas ellas por el hecho de sufrir violencia de sexual y de género.

Nuevos marcos normativos de protección

El estatus de refugiada, la obtención de permisos de residencia y la reagrupación familiar facilitaría la prevención de nuevas violencias a estas mujeres que se ven obligadas a desplazarse por las agresiones sufridas en origen y se exponen a nuevas violencias durante todo el camino, como explican en el diagnóstico.

Los países en los que han realizado el trabajo de escucha activa han sido Marruecos, como país de tránsito de muchas mujeres de camino a Europa; los campos de personas refugiadas de Gado en Camerún; Lóvua, en Angola; Mabán, en Sudan del Sur; Melkadida, en Etiopía y Kukuma, en Kenia. También hay participantes del entorno urbano de Luanda, en Angola y Johannesburgo y Pretoria, en Sudáfrica. También mujeres desplazadas de la República Democrática de Congo.

Para el posterior desarrollo de los programas cuentan con el apoyo de la red del Servicio Jesuita a Refugiados en el continente africano y diferentes organizaciones locales lideradas por mujeres. La organización congoleña Sinergia de mujeres por las víctimas de violencia sexual es una de ellas. Su coordinadora, Justine Masika, acudió recientemente a Bilbao a apoyar la presentación de este diagnóstico a finales del mes de febrero.

Victimas de violencias solapadas

“Ser mujer en un país en guerra convierte nuestro cuerpo en campo de batalla. Tan sólo nos queda apoyarnos entre nosotras para levantarnos todas las veces que nos violen”, explica ante una sala llena de un público que se ha acercado hasta la sede de Alboan para conocer los detalles del informe.

Masika habla con voz tranquila y en francés. Cuenta cómo en su país las mujeres sufren varias violaciones a lo largo de sus vidas al no encontrar seguridad para ellas con el desplazamiento interno. Por eso, pone en valor el proyecto al recuperar la voz de las mujeres. “En estos contextos de violencia, los más complicado es devolver la autoestima a las mujeres y el mero hecho de escucharlas, ya es un gran paso para empoderarlas”, enfatiza.

En otros contextos, como los del norte de Marruecos, en plena ruta migratoria hacia Europa la vulnerabilidad de las mujeres se incrementa al encontrarse en situación ilegal. Algo que también aporta mayor impunidad a los agresores al no poder acudir las mujeres a la justicia ordinaria.

Lo mismo ocurre también en los campos de refugiados. Lo han comprobado en Camerún, Angola, Sudan del Sur, Etiopía y Kenia donde “la violencia se traslada a este contexto por mantener costumbres como el matrimonio forzado, la mutilación genital femenina o la exclusión educativa de las niñas”.

En este contexto, las mujeres tampoco son capaces de denunciar ante el temor a ser expulsadas de la propia comunidad. La propuesta que se extrae de este diagnóstico contempla desarrollar campañas de sensibilización, también con hombres, en las comunidades. Y exigen mayores dotaciones económicas a las entidades responsables de los campos para mejorar las condiciones de hacinamiento “que también incrementa el riesgo de agresiones sexuales”.

Aquellas mujeres que se desplazan hacia contextos urbanos, como sucede en capitales como Luanda en Angola o Johannesburgo y Pretoria en Sudáfrica, el análisis detecta otro incremento de vulnerabilidad “al exponerse al mundo de la trata y el trabajo doméstico en condiciones serviles”.

La profesora de Relaciones Internacionales y coordinadora del Grupo de Estudios Africanos de la Universidad Autónoma de Madrid, Itziar Ruiz-Giménez, explica que la metodología de escucha activa del proyecto aporta un valor en sí mismo. “Ya tocaba cerrar la boca y abrir los oídos para que sean las migrantes en movimiento las que expliquen sus propios sufrimientos por el sencillo hecho de ser mujeres”, señala.

El proyecto ya está en marcha, como lo están sus protagonistas. El diagnóstico ha sido el primer paso. Ahora arrancan los trabajos para atender sus necesidades psicosociales, médicas, de formación profesional y asesoramiento jurídico. En principio, durante los próximos cuatro años 6.400 participantes de estos ocho países diferentes en contextos de desplazamiento serán acompañadas para romper la espiral de la violencia en las que viven y convertirlas en muros de contención que, tal vez, generen espacios seguros.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/16/planeta_futuro/1587053570_207340.html

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Ante el aumento de violencia doméstica por el coronavirus, Guterres llama a la paz en todos los hogares

El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.

El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.

«Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir el COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas«, destacó el titular de la ONU.

Si hace unos pocos días Guterres pedía un alto el fuego mundial de todos los conflictos con motivos de la pandemia, en esta ocasión destacó que la violencia no siempre se limita a los campos de batalla y que la amenaza sobre mujeres y niñas se cierne precisamente en el lugar «donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares».

La combinación de las presiones económicas y sociales provocadas por la pandemia, así como las restricciones de movimiento, han aumentado drásticamente el número de mujeres y niñas que se enfrentan a abusos, en casi todos los países. Sin embargo, incluso antes de la propagación mundial del COVID-19, las estadísticas mostraban que un tercio de las mujeres de todo el mundo experimentaban alguna forma de violencia en su vida.

El problema afecta por igual a las economías desarrolladas como a las más pobres: casi una cuarta parte de las estudiantes universitarias en los Estados Unidos afirmaron ser víctimas de agresiones sexuales o comportamientos inapropiados, mientras que en algunas partes del África subsahariana, la violencia en pareja suponía una realidad para el 65% de las mujeres.

Una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla los preocupantes efectos de la violencia en la salud física, sexual, reproductiva y mental de las mujeres: las mujeres que sufren abusos físicos o sexuales tienen el doble de probabilidades de abortar y esa experiencia casi duplica la probabilidad de caer en la depresión. En algunas regiones del mundo, tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer el VIH, y existen pruebas de que las mujeres agredidas sexualmente tienen 2,3 veces más probabilidades de sufrir alteraciones debidas al consumo de alcohol.

En 2017, unas 87.000 mujeres fueron asesinadas intencionadamente, y más de la mitad por miembros de su familia.

[Descarga nuestra aplicación Noticias ONU para IOS o Android. O subscríbete a nuestro boletín.]

 

La presión sobre los servicios obstaculiza la respuesta

Según informaciones que maneja la ONU, desde el inicio de la pandemia y en comparación con el año pasado, se ha duplicado el número de llamadas a las líneas de ayuda en el Líbano y Malasia; en China se han triplicado; y en Australia, los motores de búsqueda como Google experimentaron el mayor volumen de consultas de ayuda por violencia doméstica de los últimos cinco años.

Estas cifras nos dan una idea sobre la magnitud del problema, pero sólo incluyen a los países en que existen sistemas de denuncia. A medida que el virus se propague en países con instituciones precarias, se prevé que disminuirá la información y la cantidad de datos y crecerá la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.

Juntos podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19, António Guterres, Secretario General de la ONU.

La respuesta al incremento de la violencia es más complicada que en situaciones normales por el hecho de que las organizaciones encargadas de la respuesta a los abusos están sometidas a una enorme presión por las exigencias que supone el combate a la pandemia.

«Los proveedores de salud y la policía están desbordados y el personal escasea. Los grupos locales de apoyo están paralizados o carecen de fondos. Algunos centros para víctimas de violencia de género están cerrados; otros están llenos», dijo Guterres.

El Secretario General instó a todos los Gobiernos a incluir la prevención y la reparación de los casos de violencia contra las mujeres en sus planes nacionales de respuesta contra el COVID-19, y expuso varias medidas que podían adoptarse para mejorar la situación.

«Juntos», concluyó el Secretario General de las Naciones Unidas, «podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19».

Recomendaciones de la ONU para la reducción de la violencia doméstica

  • Aumentar la inversión en servicios de ayuda en línea y en organizaciones de la sociedad civil.
  • Garantizar que los sistemas judiciales sigan procesando a los abusadores.
  • Establecer sistemas de alerta de emergencia en farmacias y tiendas de comestibles.
  • Declarar los centros de acogida como servicios indispensables.
  • Crear formas seguras para que las mujeres busquen apoyo, sin alertar a sus abusadores.
  • Evitar la liberación de prisioneros condenados por cualquier tipo de violencia contra la mujer.
  • Ampliar las campañas de concienciación pública, en particular las dirigidas a hombres y niños.

    El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió este domingo que se adopten medidas para hacer frente a «un estremecedor repunte global de la violencia doméstica» contra mujeres y niñas ocurridos durante las últimas semanas, debido a los confinamientos decretados por los Gobiernos durante la pandemia del COVID-19.

    «Sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir el COVID-19. Pero pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas«, destacó el titular de la ONU.

    Si hace unos pocos días Guterres pedía un alto el fuego mundial de todos los conflictos con motivos de la pandemia, en esta ocasión destacó que la violencia no siempre se limita a los campos de batalla y que la amenaza sobre mujeres y niñas se cierne precisamente en el lugar «donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares».

    La combinación de las presiones económicas y sociales provocadas por la pandemia, así como las restricciones de movimiento, han aumentado drásticamente el número de mujeres y niñas que se enfrentan a abusos, en casi todos los países. Sin embargo, incluso antes de la propagación mundial del COVID-19, las estadísticas mostraban que un tercio de las mujeres de todo el mundo experimentaban alguna forma de violencia en su vida.

    El problema afecta por igual a las economías desarrolladas como a las más pobres: casi una cuarta parte de las estudiantes universitarias en los Estados Unidos afirmaron ser víctimas de agresiones sexuales o comportamientos inapropiados, mientras que en algunas partes del África subsahariana, la violencia en pareja suponía una realidad para el 65% de las mujeres.

    Una investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla los preocupantes efectos de la violencia en la salud física, sexual, reproductiva y mental de las mujeres: las mujeres que sufren abusos físicos o sexuales tienen el doble de probabilidades de abortar y esa experiencia casi duplica la probabilidad de caer en la depresión. En algunas regiones del mundo, tienen 1,5 veces más probabilidades de contraer el VIH, y existen pruebas de que las mujeres agredidas sexualmente tienen 2,3 veces más probabilidades de sufrir alteraciones debidas al consumo de alcohol.

    En 2017, unas 87.000 mujeres fueron asesinadas intencionadamente, y más de la mitad por miembros de su familia.

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    La presión sobre los servicios obstaculiza la respuesta

    Según informaciones que maneja la ONU, desde el inicio de la pandemia y en comparación con el año pasado, se ha duplicado el número de llamadas a las líneas de ayuda en el Líbano y Malasia; en China se han triplicado; y en Australia, los motores de búsqueda como Google experimentaron el mayor volumen de consultas de ayuda por violencia doméstica de los últimos cinco años.

    Estas cifras nos dan una idea sobre la magnitud del problema, pero sólo incluyen a los países en que existen sistemas de denuncia. A medida que el virus se propague en países con instituciones precarias, se prevé que disminuirá la información y la cantidad de datos y crecerá la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas.

    Juntos podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19, António Guterres, Secretario General de la ONU.

    La respuesta al incremento de la violencia es más complicada que en situaciones normales por el hecho de que las organizaciones encargadas de la respuesta a los abusos están sometidas a una enorme presión por las exigencias que supone el combate a la pandemia.

    «Los proveedores de salud y la policía están desbordados y el personal escasea. Los grupos locales de apoyo están paralizados o carecen de fondos. Algunos centros para víctimas de violencia de género están cerrados; otros están llenos», dijo Guterres.

    El Secretario General instó a todos los Gobiernos a incluir la prevención y la reparación de los casos de violencia contra las mujeres en sus planes nacionales de respuesta contra el COVID-19, y expuso varias medidas que podían adoptarse para mejorar la situación.

    «Juntos», concluyó el Secretario General de las Naciones Unidas, «podemos y debemos prevenir la violencia en todas partes, de las zonas de guerra a los hogares de las personas, mientras trabajamos para vencer al COVID-19».

    Recomendaciones de la ONU para la reducción de la violencia doméstica

    • Aumentar la inversión en servicios de ayuda en línea y en organizaciones de la sociedad civil.
    • Garantizar que los sistemas judiciales sigan procesando a los abusadores.
    • Establecer sistemas de alerta de emergencia en farmacias y tiendas de comestibles.
    • Declarar los centros de acogida como servicios indispensables.
    • Crear formas seguras para que las mujeres busquen apoyo, sin alertar a sus abusadores.
    • Evitar la liberación de prisioneros condenados por cualquier tipo de violencia contra la mujer.
    • Ampliar las campañas de concienciación pública, en particular las dirigidas a hombres y niños.

    Fuente: https://news.un.org/es/story/2020/04/1472392

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Las islas que desmienten el mito del matriarcado

Reseñas/09 Abril 2020/elpais.com

Sobre las mujeres del archipiélago Bijagós, en Guinea Bissau, uno de los más aislados de África, se dicen cosas inexactas, aseguran ellas mismas. La desigualdad de género está muy presente. Hasta ahora

Son las nueve de la noche y en la oscuridad de Bubaque todo el mundo presta atención a los comunicados de la Radio DjanDjan, cuya antena se distingue desde casi cualquier parte de en las islas Bijagós, en Guinea Bissau. Kisy, periodista y estudiante de instituto exclama desde su estudio insonorizado con paredes de caña de bambú: “¡Mujeres, tenemos que salir a defender nuestros derechos! ¡Todo lo que hacen los hombres, también podemos hacerlo las mujeres!”.

Así fue como la marcha contra la violencia de género se llenó el pasado del 25 de noviembre de mujeres cargadas con un megáfono y pancartas con mensajes en kriol y lengua bijagós. Una muestra de que en esta parte del mundo hay ganas de cambio. Una de las impulsoras fue Ivone Oliveira Sanca, presidenta de una asociación feminista: “Aún falta mucha sensibilización”, cuenta. Desde su organización llevan a cabo actividades en las tabancas —aldeas— para hablar sobre los derechos de las mujeres y concienciar sobre temas de salud afectivo-sexual.

Siempre sonriente, esta guineana frunce el ceño cuando habla sobre la violencia machista: “Hay mucha, sufrimos mucho; pero no podemos sobrellevarlo solas, no podemos quedárnoslo dentro”. Ya el Examen Periódico Universal elaborado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2015 confirmaba la existencia aquí de una alta tasa de analfabetismo en las mujeres, la escasa capacidad de ahorro y de toma de decisiones, la falta de organismos que se ocupen de las víctimas de violencia de género y la carga desproporcionada de trabajo doméstico, que les ocupa el 80 % de su tiempo. Además, este país es uno de los peores países del mundo para ser madre.

Existe una fuerte desigualdad de género en todos los ámbitos en Guinea Bissau, y las islas no son una excepción. Sin embargo, una rápida búsqueda en Google sobre esta región arroja resultados que en muchos casos incluyen la palabra “matriarcado” para describir la organización de la sociedad de los y las bijagós, etnia mayoritaria en este archipiélago conformado por 88 islas en las que conviven con otros grupos étnicos como fulas, balantas o mandingas.

“Muchas de las cuestiones relativas al matriarcado y a una posible poliandria fueron producto de observaciones rápidas”, analiza Xenia Domínguez Font en su estudio La silenciosidad tradicional: principio implícito y explícito de la organización socioreligiosabijagós, publicado en la revista Studia Africana. “Lo que se puede afirmar es que la filiación es matrilineal pero no existe de ningún modo un matriarcado”, analiza la autora, que expone que en esta etnia la maternidad es “el eje central de la organización social”, pero la herencia la recibe siempre en primer lugar la figura masculina.

Ivone Oliveira Sanca, presidenta de una asociación feminista.
Ivone Oliveira Sanca, presidenta de una asociación feminista. ROSALÍA MACÍAS

Ivone Oliveira Sanca se echa a reír al escuchar que hay quien describe su sociedad como dominada por la población femenina. Supone que son conclusiones sacadas de observar prácticas bijagós que pueden ser distintas a las de otras culturas o etnias. Por ejemplo, aquí no se realiza ningún tipo de mutilación genital femenina, una práctica a la que han sido sometidas entre el 45% y el 50 % de las mujeres de este país de África Occidental. “Somos todas guineanas. De diferentes etnias, diferentes culturas… pero todas sufrimos violencia”, aclara.

Oliveira reconoce que “se han perdido ya muchas de las malas prácticas”, como el matrimonio precoz y forzado, que sí sigue ocurriendo en otras regiones de Guinea Bissau. “Aquí ahora cada una escoge con quién se casa. Nuestras madres no iban a la escuela y tenían que aceptar lo que se les imponía porque si no era una vergüenza y un problema para la familia”, relata esta activista, que siempre insiste en la importancia de la educación y la sensibilización.

Elizabete Da Costa, que ha escuchado toda la conversación, coincide: “A veces la cultura nos ata, pero poco a poco vamos avanzando”. Ella es formadora de género con la asociación Nantinyan y con ASAD, una ONG andaluza que desde hace años ejecuta proyectos de desarrollo en las islas. Elizabete no duda en afirmar que “la desigualdad de género en Guinea Bissau y en concreto en la región de las islas Bijagós es demasiado grande”, aunque tiene esperanza. Elizabete explica que en su casa intentan hacer un reparto equitativo de las tareas, pero no es lo común. “Las mujeres se levantan por la mañana y hacen todos los trabajos de la casa hasta que se hace de noche”, relata mientras repasa la lista de asistencia a la última formación de género de Bubaque, en la que participaron más de 50 campesinas.

“El hombre no lleva a cabo tantos trabajos y, sin embargo, los que hace están más valorados que los de la mujer. Los hombres podrían hacerlos también, pero dicen que son nuestros, entonces nosotras nos ocupamos de realizarlos aunque no tengamos tiempo”. “Hemos avanzado pero aún vamos por la mitad”, apunta Ivone, que está convenciendo a Elizabete para montar un grupo de teatro femenino. Ambas coinciden en que aún falta camino por recorrer, y cuentan que solo un par de días antes, un grupo de jóvenes agredió sexualmente de madrugada a varias mujeres en el puerto de Bubaque.

Este tipo de delitos son difíciles de contabilizar, ya que no es frecuente denunciarlas y estos temas tienden a resolverse sin pasar por la justicia oficial, más aún cuando se producen dentro del matrimonio. Sobre todo en las aldeas se toma como un secreto y se trata de resolver a través de un consejo de ancianos, que realizan una especie de mediación. “Si del lado de la víctima aceptan que puede arreglarse así, bien; si no, se acude a la policía”, asegura Ivone, que no está de acuerdo con este modelo de resolución de conflictos porque opina que otorga impunidad a los agresores. Si estos casos “se quedan en la tabanca como si fuesen un secreto, volverán a ocurrir”, critica.

Quienes a pesar de las presiones deciden acudir a la Justicia deben iniciar un periplo hasta el tribunal de Buba, porque en el archipiélago Bijagós no hay donde denunciar. En diciembre de 2018 se inauguró por todo lo alto el primer tribunal de Bubaque, pero de momento este edificio pintado de blanco, rosa y verde fosforito sigue sin estrenar. Además, existe desconfianza en las instituciones oficiales y cierto escepticismo con la aplicación de algunas de las leyes que ya están aprobadas en el país. Ivone y Elizabete celebran estas leyes, pero reiteran que son necesarios más esfuerzos para que sean efectivas, y más sensibilización. “Les decimos a los y las jóvenes que lo primero es la escuela”, repite Ivone, que recuerda que en los centros escolares también hay desigualdad: la tasa de alfabetización en jóvenes es del 50,5 % en las mujeres, frente al 70,4 % en los hombres, según la quinta encuesta de indicadores múltiples de Guinea Bissau.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/02/planeta_futuro/1585822515_549907.html

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La dureza de ser mujer en Mauritania

Reseña/África/Mauritania/09 Abril 2020/elpais.com

Este es el relato de una voluntaria en salud mental en el país africano donde el 66% de las niñas y mujeres han sufrido alguna forma de violencia y mutilación genital

Hace cuatro meses que llegué a Mauritania por primera vez, a través del programa EU Aid Volunteers (EUAV) de la Unión Europea, para trabajar con la ONG Médicos del Mundo.

Las mujeres caminan despacio por las polvorientas calles de Nouakchott, la capital del país. Envueltas en los colores de sus melfhas se esconden de las miradas indiscretas, custodiando mil y una historias donde ser fuerte no ha sido una opción, sino la norma. La mirada fiera, la cabeza erguida, la determinación y la valentía en sus labios agrietados. La vida duele, pero nunca se deja de caminar hacia delante.

No es fácil ser mujer en la República Islámica de Mauritania. La pobreza y las desigualdades étnicas no hacen sino agravar la inequidad estructural que sitúa a las mujeres y niñas en una situación de extrema vulnerabilidad. En un contexto social en el que los roles de género están tan marcados, ellas son con frecuencia infantilizadas y despojadas de toda capacidad de decisión. En muchas comunidades, su papel es el hogar: la reproducción y la satisfacción de las necesidades de la familia. A menudo es repudiada si no logra dar descendencia, pues es a través de la fecundidad y del servilismo que cumple con la misión que tradicionalmente se le asigna. La virginidad antes del matrimonio es uno de los tesoros más preciados, lo que conduce a la estigmatización de las mujeres que no la conservan antes de casarse, conduciendo incluso a su culpabilización en caso de sufrir violencia sexual.

Cada etnia posee sus propias particularidades y esta explosión cultural dificulta hacer generalizaciones sobre la situación global de las mujeres en este país. No obstante, las estadísticas arrojan datos estremecedores, como que el 66% de las niñas y mujeres han sufrido alguna forma de mutilación genital femenina, llegando este porcentaje hasta el 90% en algunas regiones. El matrimonio infantil afecta a un 35,2 % de ellas, alcanzando más de un 50% en algunos lugares. La violencia sexual y la violencia conyugal son aún más difíciles de calcular, porque muy pocas personas deciden comunicarlo a las autoridades. A pesar de que la ley concibe como delitos estas formas de violencia, esto no impide que muchas veces estén invisibilizadas debido a los tabúes existentes en torno a la sexualidad.

La violencia de género, sumada al enfoque comunitario en la resolución de problemas, frecuentemente induce a las familias a faire des arrangements (hacer arreglos) tras revelarse una agresión sexual. Es decir, los padres pactan con los violadores la recepción de una cantidad de dinero a cambio de no denunciar el delito a la policía. En otros casos, se fuerza a la mujer a contraer matrimonio con su agresor. Los padres, con estas decisiones, buscan la protección de sus hijas y del resto de la familia. No obstante, contribuyen a que la violación quede en la sombra, no habiendo un reconocimiento de la injusticia sobrevenida a las mujeres. La violencia se legitima y, por tanto, no deja de reproducirse.

Por estos motivos, Médicos del Mundo (MdM) trabaja desde hace tiempo en el fortalecimiento de un circuito de atención integral (asistencia médica, psicológica y jurídica) para víctimas. Además de la apertura en junio de 2017 de la Unidad de Atención y Cuidado de Víctimas de Violencia de Género en el hospital Materno Infantil de Nouakchott, en 2018 una segunda unidad de atención a víctimas de violencia de genero abrió sus puertas en la región de Guidimakha, al sur del país. A lo largo del 2020, otras dos unidades abrirán en la región del norte de Dakhlet-Nuadibú y al este en Bassikonou, a 20 kilómetros del campo de refugiados de Mbera.

El trabajo no finaliza con la atención médica en los hospitales, sino que se trabaja conjuntamente con las organizaciones de la sociedad civil para garantizar una intervención holística para las supervivientes de VG. Además, MdM contribuye con la sensibilización comunitaria para concienciar sobre la violencia basada en el género y las nefastas consecuencias que algunas creencias socioculturales profundamente arraigadas pueden tener sobre la salud de las mujeres.

Mi trabajo estos meses ha consistido en el refuerzo de capacidades del personal sociosanitario que trabaja en atención directa con víctimas de violencia de género. Concretamente, he impartido formaciones sobre apoyo psicosocial y primeros auxilios psicológicos a médicos y matronas, y he realizado acompañamientos con las asistentas sociales. Estas tareas me han permitido adentrarme en las estructuras de atención a las víctimas para analizar la calidad de la asistencia psicosocial y poder proponer mejoras. Los profesionales mauritanos han sido siempre muy acogedores conmigo y, libres de prejuicio, me han permitido el acceso durante sus intervenciones individuales y grupales para poder acompañarlos durante los procesos terapéuticos que facilitan.

Es enero y el invierno mauritano nos regala 35 grados de tórrido sol. Estoy en el hospital Materno Infantil de Nouakchott y camino hacia la sala de atención social, integrada en el servicio de maternidad del centro hospitalario. Observo en silencio el trabajo de la matrona y la asistenta social mientras reciben a una adolescente superviviente de violencia sexual. Tras una entrevista inicial para comprender mejor la situación y el contexto social de la víctima, la asistente psicosocial aprovecha la espera de los análisis médicos para acompañar y dar apoyo emocional a la adolescente y su madre. Estas sesiones de apoyo son fundamentales para proteger la salud mental, al posibilitar un espacio de confianza y desahogo, sin juzgar, y promotor del bienestar de toda la familia.

Dos jóvenes mauritanos en una motocicleta.
Dos jóvenes mauritanos en una motocicleta. BECHIR MALUM

En ocasiones, la asistenta debe mediar entre los padres y la víctima, hacerles comprender que una violación nunca es culpa de quien la recibe y que todos deben estar unidos para ayudar a la hija a superar el trauma vivido. Tras la atención psicosocial y las pruebas médicas, la víctima es derivada a una organización de la sociedad civil, donde continuará recibiendo asistencia psicológica y jurídica.

Es una suerte poder sumergirse en una especialidad tan poco desarrollada en Mauritania: la salud mental y el apoyo psicosocial a las personas que han sufrido episodios traumáticos de naturaleza sexual. A lo largo de estos meses, seguiremos trabajando una estrategia transversal en los proyectos que Médicos del Mundo desarrolla en el país. Una tarea nada sencilla donde apenas hay profesionales de la psicología y donde los afectados son generalmente rechazados por la comunidad o conducidos a curanderos tradicionales para que les ayuden a sanar a través de prácticas mágico-religiosas.

No es fácil ser mujer en la República Islámica de Mauritania. Pero las mujeres y niñas mauritanas nos son meros agentes pasivos receptores de violencia, se trata de que a través de la protección y la prevención, progresen hacia su autonomía, facilitar que sean ellas las protagonistas de sus procesos. Así, es posible desarrollar pequeñas acciones que puedan contribuir a lograr grandes cambios en un futuro, tender una mano para fortalecer su resiliencia.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/31/planeta_futuro/1585666689_491553.html

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